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"La epilepsia: una enfermedad en la sombra" En todo el mundo, alrededor de 50 millones de personas sufren epilepsia. A pesar de su elevada prevalencia, en los albores del siglo XXI todavía hay muchos pacientes que se sienten discriminados y estigmatizados, puesto que la epilepsia ejerce un profundo efecto sobre las relaciones familiares y sociales y merma sus posibilidades laborales y educativas. La epilepsia es el trastorno cerebral grave más frecuente en todos los países y aparece en todas las edades -sobre todo niños, adolescentes y ancianos-, en todas las razas y en todas las clases sociales. Los especialistas estiman que 100 millones de personas tendrán epilepsia en algún momento de sus vidas. Sin embargo, el desconocimiento de la epilepsia está muy extendido lo que, unido a algunos de sus síntomas como la pérdida de consciencia o los temblores, provoca temores, secretismo y estigmatización. De hecho, en algunos países europeos no se ha reconocido aún como trastorno cerebral. La Declaración Europea sobre la Epilepsia, documento firmado por 100 líderes de organizaciones profesionales, representantes de la OMS y expertos sanitarios de gobiernos y universidades, concluye que la epilepsia acarrea profundas consecuencias físicas, psicológicas y sociales, como escolarización inadecuada de muchos niños y tasa de desempleo desmesuradamente elevada. Al mismo tiempo, muchos de los afectados ocultan su enfermedad y tienen escasos conocimientos sobre ella. En este sentido hacen un llamamiento para concienciar a la sociedad y a los profesionales de que la epilepsia es un trastorno cerebral universal para el que existe tratamiento, a la vez que reclaman medidas para abordar las necesidades de los pacientes epilépticos, encaminadas a la educación, al diagnóstico y tratamiento correctos, a los servicios y a la prevención. Las crisis epilépticas El diccionario de la OMS define la epilepsia como "afección crónica, de etiología diversa, caracterizada por crisis recurrentes, asociada eventualmente a diversas manifestaciones clínicas o paraclínicas". La gama de crisis o ataques epilépticos es muy diversa y su naturaleza puede variar a lo largo del tiempo. Se pueden dividir en los siguientes tipos: Crisis parciales: comienzan en una zona de un hemisferio: simples (se conserva la conciencia) complejas (afectan a la conciencia) Crisis generalizadas: comienzan en ambos hemisferios simultaneamente de ausencias mioclónicas clónicas tónicastónico-clónicas atónicas Los tipos de crisis a los que la gente se refiere con más frecuencia son las tónicas, clónicas o tónico-clónicas. Se trata de crisis generalizadas que comienzan simultáneamente en ambas mitades del cerebro, sin previo aviso y con pérdida inmediata de la consciencia. La diferencia estriba en que las clónicas se producen sin fase de rigidez y las tónicas sin fase de temblor. La mayoría de los estudios sobre incidencia marcan una tasa de crisis de 40-50 casos por cada 100.000 habitantes en los países industrializados, mientras que en los países en vías de desarrollo la tasa asciende a 100/100.000. Tratamientos para la epilepsia Debido a que no se trata de una enfermedad en sí misma sino a un conjunto de síntomas, la epilepsia no "se cura", aunque sí es posible "curar" algunas de sus causas, de forma que el paciente deje de presentar crisis. La crisis epiléptica se puede prevenir, en cierta medida, con un correcto diagnóstico y tratamiento, evitando además los factores de riesgo, como pueden ser el alcohol, la falta de sueño y las drogas psicotropas. Eso sí, la epilepsia, al igual que otros trastornos crónicos, requiere un tratamiento prolongado. Para contrarrestar los ataques epilépticos existen tres tipos de tratamiento: - farmacológico, efectivo hasta el 80% de los pacientes - quirúrgico, para el 5 -10% de los epilépticos rebeldes - neuroestimulación vagal, hasta un 10% de los pacientes que, siendo rebeldes, no son candidatos y quirúrgicos. Mediante el tratamiento farmacológico, entre el 75 y el 80% de estos pacientes logran controlar satisfactoriamente las crisis que experimentan, pero también existe una cantidad importante de pacientes que muestran resistencia al tratamiento o que sufren efectos secundarios tan intensos que limitan en gran medida su capacidad para realizar sus actividades cotidianas. Por otra parte, las expectativas de vida de los epilépticos que son candidatos a tratamiento quirúrgico, es dos ó tres veces menor que la del resto de la población. Según la Declaración Europea sobre la Epilepsia, más del 40% de los pacientes pueden estar siendo tratados incorrectamente (las llamadas lagunas de tratamiento), a la vez que los profesionales que tratan a estos pacientes, a menudo, no tienen suficientes conocimientos especializados sobre la enfermedad. Causas de la epilepsia Una crisis epiléptica es el resultado de una actividad eléctrica anormal de las neuronas del cerebro. Se piensa que estas descargas anómalas se deben a un desequilibrio en el cerebro de los neurotransmisores excitadores (principalmente del glutamato) y de los inhibidores. En la mayoría de las personas que padecen epilepsia, se desconocen las causas de la crisis, aunque las más habituales son las lesiones neonatales o durante el parto, lesiones vasculares, traumatismos craneales, tumores, trastornos metabólicos o factores genéticos. En las personas de edad avanzada, las causas más comunes de la epilepsia diagnosticada por primera vez son los trastornos del tipo de la enfermedad de Alzheimer, Ictus hemorrágico y endurecimiento o estrechamiento de los vasos sanguíneos cerebrales. Los niños afectados por la epilepsia constituyen un grupo especial de pacientes, debido a que algunos de los tipos de epilepsia que se desarrollan durante la infancia resultan muy graves y difíciles de combatir. El ataque epiléptico en el caso de los niños puede estar provocado por una subida brusca de fiebre. Sin embargo, hay que ser cautos a la hora de achacar una crisis a una determinada causa, por ejemplo, un traumatismo craneal banal. Los pacientes, con mucha frecuencia, relacionan sus crisis con cualquier pequeño accidente intentando encontrar una justificación. Aunque indudablemente existe una predisposición genética que puede favorecer la aparición de crisis en algunas circunstancias determinadas, es necesario distinguir "causa" de "factor precipitante" de la crisis. Fecha de publicación: Octubre 2000 Redacción Saludalia
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