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IRVING KIRSCH Y LA CAÍDA DEL MITO DE LOS ANTIDEPRESIVOS
// fecha de publicación 14/02/2012 6:29:00
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Este es el segundo artículo del monográfico titulado "Destruyendo los mitos sob
diagnósticos y los psicofármacos en salud mental", donde se revisa la obra de Irvin
Robert Whitaker y Daniel Carlat (más información aquí)
Irving Kirsch y su equipo de investigación, al queInfocop tuvo la
ocasión de entrevistar hace un par de años (ver entrevista aquí),
han sido los artífices de una prometedora y provocadora línea de
investigación que ha puesto en tela de juicio la eficacia de los
antidepresivos y que ha revolucionado la interpretación de los
resultados de la literatura científica en depresión, cuestionando
seriamente los modelos de enfermedad mental y la práctica
médica habitual, basada exclusivamente en la intervención
farmacológica para este tipo de pacientes.
Irving Kirsch en su libro; The Emperor’s New Drugs: Exploding the
Antidepressant Myth (Los fármacos nuevos del emperador:
destruyendo del mito de los antidepresivos), describe sus quince
años de investigación a través de los que ha tratado de responder
a una cuestión fundamental: si los antidepresivos realmente
funcionan.
Su línea de investigación se centró inicialmente en el análisis del efecto de los placebos. Tras revisar
ensayos clínicos publicados en revistas científicas, donde se comparaba el efecto de los antidepresiv
placebos o el efecto de la psicoterapia frente a la ausencia de tratamiento en la depresión, sus resul
una mejoría de todos los pacientes, incluso en aquellos casos en los que no habían recibido ningún t
intervención. No obstante, encontró que los placebos resultaron ser tres veces más eficaces que la a
tratamiento, cuestión que no le sorprendió especialmente. Lo que sí captó su interés fue el hecho de
que los antidepresivos "sólo eran un poco mejores" que los placebos, que alcanzaban un niv
75%. A partir de ahí, Kirsch comenzó su línea de investigación, para hacerla más robusta, completa
incluyendo los ensayos controlados que las compañías farmacéuticas (que son las que patrocinan es
estudios sobre eficacia de los psicofármacos) no llegaban a publicar, a los que accedió gracias a la L
Información que impera en el Reino Unido. De esta manera, consiguió acceder a los datos de un tot
controlados, lo que demostró que el nivel de eficacia de los placebos era todavía superior con relació
hallazgo: los placebos alcanzaron un nivel de eficacia del 82% respecto a los antidepresivos e
de la depresión, diferencia que no era clínicamente significativa.
A partir de aquí Kirsch intentó buscar una explicación a estos sorprendentes resultados, con el objet
si esta pequeña diferencia observada en la eficacia del antidepresivo frente al placebo era atribuíble
del fármaco o a la presencia de otro tipo de factores que estuvieran sesgando los resultados.
Por este motivo, Kirsch se preguntó si la metodología de doble-ciego, utilizada habitualmente en
clínicos controlados donde se evalúa la eficacia de los fármacos, estaba sujeta a algún tipo de error.
y como inciso, conviene explicar que según el método de "doble-ciego" ni los participantes ni los inv
médicos que están administrando el tratamiento, saben quién está recibiendo el psicofármaco (grup
y quién el placebo (grupo control). Solamente después de haberse registrado (y en algunos casos, a
los datos, los investigadores conocen qué individuos pertenecen a cada grupo.
Su equipo de investigación descubrió además otro llamativo resultado: todos los fármacos empleado
antidepresivos (cuya acción radica en aumentar el nivel de serotonina), como aquellos fármacos que
efecto contrario (es decir, disminuyen el nivel de serotonina) o los que no tienen ningún efecto sobr
neurotransmisor cerebral producían mejoras en la depresión, es decir, tanto los antidepresivos co
hormona tiroidea sintética, los opiáceos, los sedantes, los estimulantes o los remedios he
eficaces en el tratamiento de la depresión.
La explicación de estos resultados no podía ser atribuíble a un efecto diferencial de la acción de los a
sino a alguna otra caracterísca compartida por todas estas sustancias. Tal y como señala Kirsch, esa
común es que todos estos agentesproducen efectos secundarios (boca seca, taquicardias, etc.),
confirmación al paciente de que está recibiendo el "verdadero tratamiento" y no un placebo y, por lo
más propenso a informar de mejorías en sus síntomas de depresión. En otras palabras, el descenso
depresión no se puede atribuir tanto al componente químico del fármaco, como al efecto que causa
que tiene el paciente de mejorar cuando asume que está bajo un tratamiento supuestamente eficaz
Bajo esta premisa, Kirsch explica de la siguiente manera el hecho de que los antidepresivos parezca
mejor en los pacientes con depresión severa: en estos casos, al requerirse una mayor dosis de fárm
secundarios también son más notables y, por tanto, hacen creer al participante con más seguridad q
grupo experimental y no al placebo.
Para poner a prueba su hipótesis de que los efectos secundarios estaban sesgando las respue
participantes, Kirsch emprendió una investigación novedosa empleando, en vez de los habituales pla
denominan placebos "activos" (es decir, placebos que producen efectos secundarios), como la atr
produce un efecto de boca seca. En los ensayos con atropina como placebo realizados por Kirsch, no
diferencias significativas entre los antidepresivos y el placebo activo, es decir, todos los participante
algún efecto secundario de uno u otro tipo y todos informaron del mismo nivel de mejoría. Tampoco
curva dosis-respuesta, es decir, que las dosis más altas no funcionaban mejor que las bajas, lo que
manifiesto que es extremadamente poco probable que los antidepresivos estén "funcionando" y sea
eficaces. Según Kirsch: "Esto lleva a la conclusión de que la diferencia, relativamente pequeña, obse
antidepresivos y los placebos no puede ser un efecto del fármaco real. Por el contrario, podría ser u
producido por el hecho de que algunos pacientes han llegado a darse cuenta de que se les administr
tratamiento. Si es así, no hay ningún efecto real atribuible a ninguno de los fármacos antidepresivos
comparar placebos con tratamientos, lo que se ha estado comparando en esos estudios doble-ciego
placebos normales con placebos extra-fuertes". Para Kirsch, por tanto, los antidepresivos no son
tipo de placebos, con efectos secundarios más notables.
Su revolucionaria conclusión, en contra de la opinión médica extendida, pone en entredicho la práct
psiquiatría. Los psiquiatras que basan su actuación en la administración de fármacos –que son la ma
pacientes que los consumen, podrían asegurar que saben por su propia experiencia que los antidepr
Sin embargo, tal y como señala Marcia Angell1, en el artículo de revisión de la obra de este investi
anécdotas personales son formas traicioneras de evaluar los tratamientos médicos, ya que están su
pueden proporcionar hipótesis a analizar, pero no pueden demostrarlas. Por ello, en la mitad del sig
desarrollaron los ensayos clínicos controlados aleatorizados de doble-ciego, que han constituído un i
avance para la ciencia médica. Anécdotas sobre los beneficios de las sanguijuelas o de la sobredosis
cualquier otro remedio popular, no hubieran podido superar la prueba de un ensayo clínico bien con
un defensor fiel del método científico y su voz, por tanto, aporta una objetividad bienvenida a u
menudo influido por las anécdotas, las emociones o el propio interés".
La robusta línea de investigación de Irving Kirsch pone de manifiesto que, en comparación con el pla
de los fármacos antidepresivos es prácticamente inexistente en los casos de depresión ligera, mode
grave – evidencia que ha sido avalada también por otros equipos de investigación, como el de Khan
Fournier (2010)-. Es más, tal y como demuestra el trabajo de Irving Kirsch, la eficacia de los antide
placebos) no se debe a un efecto de su mecanismo de acción sobre el nivel de serotonina, sino al ef
expectativa que tiene el paciente de mejorar cuando asume que está bajo un tratamiento supue
A pesar de esta revolucionaria y esclarecedora conclusión, seguimos inmersos en un modelo de aten
mental excesivamente medicalizado. Esta visión biologicista y simplista de la enfermedad menta
investigación de Irving Kirsch pone en entredicho (al menos en lo que respecta a la depresión), imp
en cuenta otros tratamientos alternativos, que sí han demostrado su eficacia (a corto y a largo plazo
acento, no en un supuesto desequilibrio neuroquímico, sino en los aspectos psicológicos y ambienta
trastorno mental. Tal es el caso de la intervención psicológica cognitivo-conductual para la dep
demostrado ser eficaz para la reducción de la sintomatología depresiva, pero que también presenta
ventajas frente al tratamiento farmacológico, como son el mantenimiento en el tiempo de los cam
terapéuticos, la disminución de la probabilidad de recaídas futuras y laausencia de efectos
secundarios (DeRubeis et al., 2005, Hollon et al., 2005). La implementación de tratamientos psico
pacientes con depresión supone, además, un importante ahorro económico respecto al gasto farm
genera el uso de antidepresivos, tal y como demostró el informe elaborado por Grupo de Política de
Centro de Actuaciones Económicas de la Escuela de Economía de Londres (The Centre for Economic
Mental Health Policy Group, London School of Economics), titulado The Depression Report, y gracias
gobierno del Reino Unido inició un cambio pionero en la atención de las personas con problemas de
depresión, incorporando tratamientos psicológicos basados en la evidencia en los servicios de Atenc
Por su parte, el Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia Clínica (National Institute for Health
Excellence, NICE), que marca las directrices para las políticas de salud del Reino Unido basando sus
recomendaciones en el análisis de la evidencia científica, indica que la intervención psicológica funda
en técnicas cognitivo-conductuales ha de ser el tratamiento de primera elección para el tra
leve y moderado, y sólo en los casos más severos, se recomienda el uso de fármacos antidepresivos
en combinación con tratamiento cognitivo-conductual. Según el NICE, el tratamiento psicológico es
encima del farmacológico cuando el problema de salud mental que presenta el paciente está complic
condiciones médicas, como abuso de alcohol o drogas, o problemas crónicos de salud física, así com
niños, adolescentes y mujeres embarazadas, debido al riesgo elevado para la salud que supone el c
psicofármacos en estos grupos de pacientes.
Nota al pie:
Marcia Angell (2011). The Epidemic of Mental Illness: Why?. The New York Review of Books, 23 de junio de 2011.
Fuente:
http://www.nybooks.com/articles/archives/2011/jun/23/epidemic-mental-illness-why/
Referencias:
DeRubeis, R.J., Hollon, S.D., Amsterdam, J.D., Shelton, R.C., Young, P.R., Salomon, R.M., O’Reardon, J.P., Lovett, M.L., Gla
Brown, L.L. y Gallop, R. (2005). Cognitive therapy vs. medications in the treatment of moderate to severe depression. Archi
Psychiatry, 62,409-416.
Fournier, J.C., DeRubeis, R.J., Hollon, S.D., Dimidjian, S., Amsterdam, J.D., Shetlton, R.C. y Fawcett, J. (2010). Antidepress
effects and depression severity. A patient-level meta-analysis. Journal of the American Medical Association, 303, 1, 47-53.
Hollon, S.D., DeRubeis, R.J., Shelton,R.C., Amsterdam, J.D., Salomon, R.M., O’Reardon, J.P., Lovett,M.L., Young, P.R., Ham
Freeman, B.B. y Robert Gallop, G.(2005). Prevention of relapse following cognitive therapy vs. medications in moderate to s
depression. Archives of General Psychiatry, 62, 417-422.
Irving Kirsch (2010). The Emperor’s New Drugs: Exploding the Antidepressant Myth. Basic Books.
Khan, A., Leventhal, R.M., Khan, S.R., Brown, W.A. (2002). Severity of depression and response to antidepressants and plac
analysis of the Food and Drug Administration database.Journal of Clinical Psychopharmacology, 22, 1, 40-45.
Kirsch, I., Deacon, B.J., Huedo-Medina, T.B., Scoboria, A., Moore, T.J., Johnson, B.T. (2008). Initial severity and antidepress
meta-analysis of data submitted to the Food and Drug Administration. PLoS Medicine, 5, 2, e45.
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