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UNA VISION HETERODOXA DE LA CRISIS FINANCIERA Y SOCIAL:
CLAVES PARA ESPAÑA
Dr. Luis Angel Oteo Ochoa
Dpto. Desarrollo Directivo y GSS
ENS-ISCIII
Desde una perspectiva global podemos analizar de forma dinámica tres ciclos
simultáneos e interdependientes en el análisis de la realidad política, económica,
demográfica, tecnológica y social. Un primer periodo, lo enmarcamos en la actual
crisis financiera, económica y de deuda, cuyo impacto intergeneracional en términos
de bienestar está siendo muy crítico. Un segundo periodo, con una prospectiva de
medio y largo plazo, que es consecuencia de la segunda revolución económica y social
mundial, y cuyo factor de globalización viene determinado por el proceso de
innovación disruptiva tecnológica y el nuevo paradigma industrial. Por último, un
tercer periodo, que representa el fin de la era dominante de Occidente. A este
respecto, señalar muy brevemente que en el 2050, la población mundial rondará los
9.000 millones de personas; y que por ejemplo, la UE-28 representará sólo el 7% de
esta población mundial, existiendo 10 asiáticos por cada europeo. De hecho, ya hoy los
BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) representan más del 40% de la población
mundial y en torno al 25% del PIB, siendo estos países –inapropiadamente llamados
emergentes- quienes más impulsan la economía de mercado, estando a la cabeza
China. El área asiática representará en los próximos veinte años el 50% del PIB
mundial. Es decir, el mundo neo-maltusiano nos está dibujando una transición desde
un patrón de gobernanza global trilateral (América, Asia y Europa), a una nueva
bilateralidad asimétrica (G-2) USA#China1.
En este contexto, y desde la perspectiva de nuestro País, los tres componentes
esenciales de la grave recesión vivida (derrumbe del sector inmobiliario, contracción
del crédito y desajuste fiscal) están íntimamente ligados e interaccionan entre sí,
dificultando el retorno a un crecimiento más intensivo y sostenido. Sin duda, y más
allá de algunos esperanzadores indicadores macroeconómicos, seguimos estando en
una compleja encrucijada para salir del ciclo de convalecencia que aqueja a la
economía real.
Son dos las teorías dominantes para certificar la catástrofe financiera que ha
conducido a una crisis económica y de deuda agobiante para muchos de los países más
desarrollados: En primer lugar, están quienes piensan que el origen de la burbuja
inmobiliaria fue debido a políticas monetarias y fiscales claramente equivocadas, junto
a la “interesada” impulsión de titulaciones hipotecarias auspiciadas por las agencias de
calificación, que hincharon de forma ficticia el sistema bancario y que a posteriori se
fue a pique. En segundo lugar, otros muchos expertos piensan que la esencia de la
crisis actual está en los incentivos diseñados únicamente para la obtención de
beneficios a muy corto plazo, con el trasfondo de una desregulación financiera que
generó una hipertrofia del sector financiero global. Sin duda, la mayoría de los
1
The World in 2014. The Economist.
1
analistas coinciden en que esta crisis está obligando a Occidente a replantearse el
contrato social que afloró tras las dos Guerras Mundiales, pero que además será
necesario volver a la ortodoxia para que el capitalismo de libre mercado en su
funcionamiento más eficiente trate de lograr que la industria financiera esté al servicio
de la sociedad y no a la inversa, y que para ello los mercados deberán estar más
regulados para evitar crisis futuras.
A finales del pasado año Reinhart y Rogoff (2013)2 analizaban las diferentes variedades
de crisis que expresan desórdenes macroeconomicos (burbujas) en sus magnitudes
principales. El siglo XX vivió varias de estas situaciones críticas como la Crisis de Pánico
Financiero en 1907, la Gran Depresión de octubre de 1929 con una profunda
contracción económica mundial, el Shock Inflacionista del Petróleo en los -70-,
coincidiendo con el ciclo histórico de las dos Guerras Mundiales, y cuyos orígenes del
colapso estuvieron relacionados con las tensiones de la economía financiera3, el
impago de deuda (default), la hiperinflación y la quiebra de divisas (Gráfico 1).
Gráfico 1: Varieties of crises: world aggregate, 1900–2010
La narrativa económica desde la denominada “visión bancaria” que explica el estallido
de la burbuja, considera que es la inflexión” brusca del precio de determinados activos,
que se manifiestan en forma de préstamos vía sistema bancario. La consecuencia
directa, con variabilidad en el tiempo, genera restricción crediticia y caída profunda de
la inversión que impulsa dinámicamente el proceso recesivo, caso de no restaurar la
financiación del sistema bancario, bien temporalmente vía liquidez adicional, o bien
mediante rescate por los Estados de los balances negativos a través de la compra
directa de activos por parte de los Bancos Centrales (Autoridades Monetarias) o
creando “bancos malos” para depositar los denominados activos tóxicos; o ambas vías
simultáneamente.
Recientemente, la tesis de Mian y Sufi expuesta en su libro House of Debt (U. Chicago
Press, 2014) contrapone, con una visión alternativa, una teoría diferente sobre la crisis
financiera y sus efectos en la economía real.
Para estos autores, esta explicación desde el sector financiero de la inevitabilidad del
colapso crediticio, consecuencia del desapalancamiento bancario, no es suficiente para
comprender la debacle recesiva a que ha derivado la crisis financiera global.
2
Reinhard CM, Rogoff KS. Financial and sobereign debt crisis: Some lessons learned and those forgotten. IMF Working Paper.
WP/13/266. December 2013.
3
Reinhart CM, Rogoff KS. Banking crisis, an equal opportunity menace. NBER WP/14587. December 2008.
2
Diferenciadamente, es la deuda o el apalancamiento masivo tras el estallido de la
burbuja, lo que ha contraído drásticamente la demanda agregada.
Las economías familiares, sobre todo las más endeudadas, han sufrido una pérdida
drástica de su valor patrimonial neto, pudiendo llegar incluso a ser negativo,
(hipotecas burbuja) cuando la depreciación del bien inmueble quiebra la relación del
binomio préstamo-valor.
Cuando la caída del patrimonio neto es tan brusca el gasto familiar se contrae
dramáticamente, porque disminuye la riqueza de las economías domésticas, y por
tanto el consumo. Los impagos y embargos generan externalidades negativas en el
propio precio de los bienes y en consecuencia en las rentas familiares, porque además,
esas economías familiares necesitarán reponer sus balances depreciados por medio
del ahorro y por tanto con un menor consumo.
Cuando una parte significativa de los ingresos disponibles se destina a reducir la deuda
familiar, como ha sucedido en España, ciertamente este ajuste explicaría causalmente
la caída drástica del consumo.
El efecto combinado de estos factores sobre el consumo es variable en los diferentes
tramos de renta; por ello, en última instancia, la recesión se ha generado y se
realimenta por el descenso de la demanda agregada.
Es cierto además que la bajada de la inversión ha sido más acusada que la del consumo
en las fases iniciales de la crisis -los economistas lo consideran natural- entendiendo
que la inversión es un componente más volátil; sin embargo, para explicar los
mecanismos recesivos de la crisis vivida (y sentida) en las economías socialmente
avanzadas, es conveniente señalar que la inversión representa sólo una quinta parte
del gasto agregado, mientras el consumo supone dos tercios de esta demanda. Por
consiguiente, el efecto sobre la demanda agregada de un cambio porcentual en el
consumo privado es tres veces superior al de la inversión.
Es altamente probable, que nuestra recesión haya sido esencialmente originada por la
caída abrupta del consumo; visto desde otro ángulo, por el crecimiento de la deuda
global y particularmente por las dificultades repentinas para refinanciar la deuda
externa española.
España, si bien no se vio afectada directamente por el colapso del mercado de las
subprime, el proceso recesivo pudiera ser entendido por este breve análisis
retrospectivo, como así se expresa en el Gráfico 2.
Grafico 2: España hogares. Endeudamiento neto. (Series 2005-2014).
3
En este gráfico indicativo puede observarse el descenso abrupto de la inversión y más
limitado o contenido el del consumo. Sin embargo, los dos elementos tuvieron el
mismo efecto absoluto en la demanda agregada.
Para algunos economistas como Pastor (2014)4, la experiencia vivida con la crisis,
precisa ser evaluada y reinterpretada para que las políticas económicas que se
apliquen contribuyan a suavizar los ciclos y reducir los cambios drásticos cuyos efectos
son especialmente dramáticos para las economías familiares más frágiles. No parece
éticamente presentable que la inundación del mercado de liquidez para los bancos
procedente del Banco Central Europeo (LTRO: Long-Term-Refinancing Operations), no
se haya trasladado suficientemente en forma de crédito a la economía real,
preferentemente a las familias y a la pequeña-mediana empresa.
Con esta visión de la crisis financiera aquí expuesta, evitar o limitar una depresión
grave como la vivida, exige que desde la autoridad política y monetaria se de
preferencia en el rescate a la deuda de los hogares frente a la deuda bancaria, por sus
mayores efectos impulsivos sobre la demanda agregada y el crecimiento económico;
bien al contrario de lo que ha sucedido en nuestro País.
Esta experiencia también informa de que para evitar que el ajuste recaiga
enteramente sobre el deudor, lo moralmente apropiado y deseable en una sociedad
avanzada, sería que para reorientar futuras crisis, los contratos y títulos hipotecarios
distribuyeran el riesgo entre acreedores y deudores con mayor equidad social, ante
una posible caída abrupta de precios de los activos.
4
Pastor A. Un punto de vista diferente sobre la crisis financiera. Comentarios de Coyuntura Económica. IESE; Nº
10. Julio 2014.
4