Download Las proyecciones para los próximos años respecto de la matriz

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Temas Públicos
Nº 989
29 de octubre de 2010
www.lyd.org
ISSN 0717-1528
Cambios a la Matriz Energética:
¿Conviene Adelantarse?
Aun cuando los costos marginales no
reflejan la totalidad de las
externalidades generadas por las
distintas fuentes de generación
energética, no parece conveniente
innovar en Chile en materia de
reducción de emisiones antes que se
definan los estándares internacionales,
más aún cuando no existe consenso a
nivel mundial de cómo deben ser
tratados estos costos.
En
Las proyecciones para los próximos años
respecto de la matriz eléctrica de Chile apuntan
a una mayor diversidad de las fuentes, pero las
alternativas en base a generación convencional
seguirán siendo preponderantes en el futuro del
país. En efecto, después de la puesta en
servicio de las centrales a carbón actualmente
en construcción (lo que ocurrirá entre 2011 y
2012), se vislumbra un importante desarrollo
hidroeléctrico, acompañado de un mayor uso
de Gas Natural Licuado (GNL) en centrales de
ciclo combinado que anteriormente operaban
con gas argentino. La Energía Renovable No
Convencional (ERNC), en tanto, también
debiera mostrar una penetración creciente.
Ahora bien, pese a todas las bondades que se
le asocia a la ERNC -son una fuente de energía limpia que no emite gases
de efecto invernaderos (GEI), permiten diversificar la matriz energética y
reducen la dependencia de fuente externas– se estima que su importancia
relativa en la matriz energética será menor a las expectativas generales.
La razón de este bajo desarrollo esperado es su dificultad para competir
con las formas convencionales de energía, puesto que
esta edición:
involucran costos más elevados, una mayor
inestabilidad en la generación (intermitencia) y un bajo
Cambios a la Matriz factor de planta. No obstante, la posibilidad de
Energética: ¿Conviene incorporar en los mercados de energía el costo de
emisión de GEI, mejorará su competitividad en el
Adelantarse? mediano y largo plazo.
¿Dónde se Deben Destinar
los Recursos para Vivienda?
En este contexto, se estima que la matriz de energía
eléctrica
del
año
2020
estará
conformada
mayoritariamente por energía hidroeléctrica (45%
aprox.), dada la abundancia y economía de este
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recurso en el país, mientras que las no convencionales alcanzarían un
poco menos de 10% hacia el año 2020. El resto de la generación la
constituirían las termoeléctricas (45% aprox.), principalmente en base a
carbón -por ser éste un insumo de alta disponibilidad a nivel internacional y
bajo costo- y cierta participación de gas natural.
Esta composición conformaría una matriz notablemente limpia y altamente
concentrada en energías renovables. En efecto, la energía hidroeléctrica,
que tanta oposición ha enfrentado para su desarrollo en los últimos años,
constituye una importante fuente de energía renovable no contaminante1.
La participación de la generación termoeléctrica sería, en cambio, menor
en Chile que en el resto del mundo, pese a lo cual se ha criticado
recurrentemente su significativa participación en la matriz, por los efectos
contaminantes que ésta conlleva.
En particular, se dice que los costos de generación eléctrica por estas
fuentes no consideran las externalidades negativas que generan, como las
emisiones de dióxido de nitrógeno, óxido de azufre y material particulado,
además de la emisión de gases de efecto invernadero (CO2), lo que, bien
reflejado, revelaría que estas tecnologías son menos competitivas de lo
que parecen.
Las Externalidades de la Generación Termoeléctrica
A diferencia de lo planteado por algunos, las externalidades locales, como
emisiones de dióxido de nitrógeno, óxido de azufre, material particulado,
cenizas, etc., sí están reflejadas en la aprobación o rechazo de proyectos
vía Estudio de Impacto Ambiental (EIA) y por normas de emisión2. En
efecto, el proceso de calificación ambiental que se realiza en el SEIA
establece caso a caso los límites de emisión de las centrales
termoeléctricas y éstos quedan definidos en la respectiva Resolución de
Calificación Ambiental (RCA) otorgada por las Comisiones Regionales de
Medio Ambiente.
Adicionalmente, se está tramitando la Norma de Emisiones de Central
Termoeléctricas que regula la emisión de una serie de contaminantes
locales3, la que fue aprobada por el Comité Consultivo de CONAMA y se
encuentra a la espera de ser evaluada por el Comité de Ministros.
Distinto es el caso de las emisiones de CO2, que tienen efectos globales
negativos de largo plazo, puesto que inciden en el cambio climático. Éstas,
efectivamente, no están valoradas en los precios de largo plazo de la
generación eléctrica.
Es indudable que en los últimos diez años se ha ido intensificando el
debate sobre el medio ambiente global, especialmente, en relación al
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cambio climático. Lo anterior fue reforzado por el Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las
Naciones Unidas (IPCC)4, que concluyó que para 2050 se necesitará lograr
reducciones de por lo menos 50% de las emisiones mundiales de CO2
(comparadas con los niveles del año 2000) para limitar el aumento a largo
plazo de las temperaturas medias mundiales a 2,0°C - 2,4°C. Lo anterior
requiere de fuertes recortes en las emisiones mundiales de gases de
efecto invernadero, además del desarrollo de tecnología con baja emisión
de carbono para alcanzar dicha meta.
Algunos países, entre ellos Chile, han reaccionado con medidas tendientes
a aumentar la eficiencia energética y mediante regulaciones de una
participación mínima de energías renovables en su matriz energética, entre
otras. Sin embargo, de continuar las presiones, no es descartable que se
considere en el mediano plazo la adopción de medidas para asimilar el
costo de las emisiones de CO2 a las generadoras de energía.
En este contexto, si bien no existen actualmente obligaciones de reducción
de emisiones de gases de efecto invernadero para los países en
desarrollo, podría esperarse algún tipo de presión para aceptar metas de
reducción (aunque no necesariamente obligatorias) para estos países. En
particular, el mundo podría exigirle a Chile que contribuya en la mitigación
de las emisiones de gases efecto invernadero, especialmente ahora que el
país ha ingresado al grupo de países de la OECD.
El problema para hacerse cargo de lo anterior es que el mundo -y Chile en
particular- no ha llegado aún a un acuerdo en la forma que los países se
deben alinear en esta materia y contribuir individualmente a la reducción
de emisiones (plazos, forma, etc.). Sin embargo, es previsible que en un
futuro no tan lejano se avance ya sea hacia un sistema de impuestos a la
emisión de CO2 o hacia uno del tipo cap and trade5, que pone límites de
emisión por país o región. La pregunta a responder no es, por tanto, si
sería positivo regular la emisión de CO2 en Chile, sino más bien si es
conveniente o no adelantarse en ello.
Chile tiene una Matriz Limpia
Chile es un país limpio en producción energética y poco contaminante en
términos relativos. En relación a las emisiones totales, Chile aporta un
porcentaje reducido en el concierto internacional (0,25% de las emisiones
mundiales totales). Adicionalmente, las emisiones por habitante también
son relativamente bajas (las emisiones per cápita fueron de 4,35 toneladas
de CO2 al año en 2008, que se compara con 10,61 de la OECD). Esta
menor emisión relativa responde a que efectivamente Chile tiene una
matriz limpia, producto de la fuerte presencia de energía renovable en su
matriz.
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Gráfico Nº 1
EMISIONES DE CO2 POR HABITANTE, AÑO 2008 (TON CO2/CÁPITA)
20 18,5
18,4
18
16,5
16
14
11,2
10,6
12
10
9,8
9,0
8,3
8
7,7
7,2 7,0 6,9
5,7 5,7
6
4,9
4
4,4 4,4 4,4
3,8
1,9
2
1,3 1,2
Perú
India
Brasil
Chile
México
Mundo
Argentina
Suiza
China
Francia
España
Sudáf rica
Italia
Nueva Zelanda
Japón
Reino Unido
OECD
Alemania
Rusia
Canadá
EE.UU.
Australia
0
Fuente: Agencia Internacional de Energía.
Dicho esto, no es posible desconocer que Chile presenta un crecimiento
importante de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que podría
resultar preocupante de continuar el ritmo de aumento observado en los
últimos años (las emisiones de GEI han crecido a una tasa promedio anual
de 3,67% entre 1990 y 2007, lo que se compara con tasas de 3,08% en
Latinoamérica, 0,93% en la OECD y 1,90% en el mundo durante igual
período6).
Ahora bien, existe incertidumbre sobre cómo funcionará el régimen
después de concluido, el año 2012, el compromiso adquirido bajo el
Protocolo de Kioto7, pero sin duda aumentarán las presiones para
descarbonizar las economías de nuestro planeta. Es así como las
negociaciones post Kioto podrían efectivamente traducirse en una
exigencia de reducción de emisiones, basado en los niveles de
contaminación de ese momento.
Lo anterior podría sugerir, desde un punto de vista netamente económico,
que nos conviene una estrategia de stand by, puesto que cualquier
esfuerzo actual no sería reconocido al momento de imponernos las
exigencias de reducción de emisiones, redoblando el costo del esfuerzo
futuro necesario para cumplir con dichas exigencias.
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Por otra parte, el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) les permite a
países industrializados comprar reducciones de emisiones a países en
desarrollo como el nuestro y acreditarlas como propias. Para que la
reducción de emisiones de algún proyecto sea reconocida y se pueda
transar, debe ser previamente convertida en un certificado de “reducción
de emisiones de carbono” (CER). Uno de los requisitos más importantes
para ello es la adicionalidad, que dice relación con que el proyecto debe
reducir emisiones de gases invernadero que sean adicionales a las que
habrían tenido lugar en condiciones normales.
Cabe, entonces, preguntarse si post Protocolo de Kioto los proyectos
estimulados por leyes como la Nº 20.257 (las ERNC) no perderán la
condición de adicionalidad, en vista que podría considerarse que las
reducciones debidas a leyes ya aprobadas deban ser consideradas dentro
de la base desde la que parte cada país. Si así fuera, las reducciones de
emisiones estimuladas por esta ley no serían consideradas adicionales y
no recibirían créditos de carbono, elevando con ello los esfuerzos para
alcanzar la reducción de emisiones eventualmente exigida.
Lo cierto, en todo caso, es que nadie sabe realmente qué sucederá en ese
proceso de negociación una vez acabados los compromisos de reducción
de emisiones acordados bajo el protocolo de Kioto (año 2012). Sin
embargo, si bien es esperable que al momento de negociar, las emisiones
de los países en desarrollo (sobre todo China e India) superen a las de los
países desarrollados, es factible y razonable que los primeros sean menos
exigidos en relación a los segundos.
Por su parte, si bien es previsible que todos estaremos posiblemente
obligados a reducir los gases de efecto invernadero, las exigencias
debieran ser menores en los países en desarrollo que en los países
desarrollados, quienes, en el proceso de convertirse en tales, generaron la
acumulación actual de contaminantes. Es más, quienes se oponen al
crecimiento económico en base a fuentes más económicas, pero también
más contaminantes, debieran estar dispuestos a financiar la diferencia de
costos que significa generar energía mediante energías no tradicionales.
En este contexto, es válido debatir respecto de si Chile debe o no avanzar
hacia la autoimposición de restricciones o si debe anticiparse en la
penalización de la emisión de CO2, considerando que gigantes como China
y EEUU aún no lo han hecho. Al respecto, cabe recordar que Chile no sólo
no es intensivo en generación termoeléctrica en términos relativos sino
que, ciertamente, no necesita ser más limpio todavía a costa de imponerse
costos adicionales que encarezcan más nuestra energía.
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Conclusión
Aun cuando los costos marginales no reflejan la totalidad de las
externalidades generadas por las distintas fuentes de generación
energética (como la emisión de CO2), no parece conveniente innovar en
Chile en materia de reducción de emisiones antes que se definan los
estándares internacionales, más aún cuando no existe consenso a nivel
mundial de cómo deben ser tratados estos costos. Un cálculo arbitrario
sólo contribuiría a introducir distorsiones, que harían menos transparente
las señales de precios que definen la asignación más eficiente de los
recursos.
1 La distinción entre minihidro (instalaciones hidráulicas con potencia de hasta
20MW) versus hidroeléctrica convencional -siendo sólo la primera considerada ERNC- es
arbitraria.
2 Las Normas de Emisión establecen la cantidad máxima autorizada para la emisión
de un contaminante al aire, agua y de ruido, principalmente. Se mide desde la fuente
emisora. Esta norma puede exigirse en todo el país y también en zonas específicas.
3 La Norma de Emisión de Centrales Termoeléctricas regula el MP 10 (particulado
grueso), SOx (azufre), NOx (óxidos nitrosos), Mercurio, Vanadio y Níquel.
4 La función del IPCC consiste en analizar la información científica, técnica y
socioeconómica relevante para entender los elementos científicos del riesgo que supone el
cambio climático provocado por las actividades humanas, sus posibles repercusiones y las
posibilidades de adaptación y atenuación del mismo.
5 El cap and trade es una herramienta de política ambiental que obtiene resultados a
través de la imposición de un límite máximo de emisiones, pero otorgándole flexibilidad a
las fuentes para determinar cómo lograrlo.
6 Fuente: Presentación Huella de Carbono del Ministerio de Energía, 5 de octubre
de 2010.
7 El Protocolo de Kioto sobre el cambio climático es un acuerdo internacional que
tiene por objetivo reducir las emisiones de seis gases que causan el calentamiento global:
dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de tres gases
industriales fluorados: Hidrofluorocarbonos (HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y Hexafluoruro
de azufre (SF6), en un porcentaje aproximado de al menos un 5%, dentro del período que
va desde el año 2008 al 2012, en comparación a las emisiones al año 1990. Es así como el
Protocolo de Kioto compromete a un subconjunto de países industrializados a reducir su
emisión de gases invernadero entre 2008 y 2012 y estimula la participación voluntaria de
los países en desarrollo a través de los así llamados “Mecanismos de Desarrollo Limpio”
(MDL). Los MDL les permiten a estos países industrializados comprar reducciones de
emisiones a países en desarrollo como el nuestro y acreditarlas como propias.
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