Resurrección
El término «resurrección» [del sustantivo latino resurrectĭo, -ōnis; derivado del verbo resurgo (resurrexi, resurrectum -3.ª declinación): levantarse, alzarse, resurgir, renacer] hace referencia a la acción de resucitar, de dar nuevo ser o nueva vida. Sea considerada un mito, una idea o un hecho, la «resurrección» constituye un símbolo de la trascendencia, que se relaciona en parte con la creencia, ya presente en pueblos de la antigüedad, en la posibilidad de una «vida después de la muerte».Pero la concepción bíblica del término «resurrección», que experimentó una evolución lenta a través de la Biblia hebrea, de los libros griegos del Antiguo Testamento, y del Nuevo Testamento, y que continúa presente en el Judaísmo, en el Cristianismo, y en el Islam, no tiene punto de comparación con el ideario antiguo de inmortalidad típico, por ejemplo, de la concepción griega. Entendida en las Sagradas Escrituras primero como rescate del šeol, en algunos casos como retorno a la vida anterior, y luego como continuidad en la vida eterna de toda la persona humana, el vocablo «resurrección» termina por asumir con el cristianismo su acepción por antonomasia: la resurrección de Jesucristo, resultante de la experiencia de la Pascua, de la cual sigue por extensión la resurrección de los hombres. Este punto, debatido desde las primeras comunidades seguidoras de Jesús de Nazaret hasta nuestros días, es -sin dudas- el centro y piedra angular de la fe cristiana, tal como lo expresó taxativamente Pablo de Tarso a la comunidad griega de Corinto, renuente a creer en la resurrección de los muertos: «Si Cristo no resucitó, vacía es nuestra predicación, vacía es también nuestra fe» (I Corintios 15:14).