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Trastornos gastrointestinales: Colon irritable
¿Qué es?
El síndrome de intestino irritable es un cuadro digestivo común de curso crónico y recidivante,
caracterizado por dolor abdominal que se alivia con la defecación o se asocia con cambios en
las deposiciones, presentando alteraciones en este sentido.
Aunque tradicionalmente para establecer el diagnóstico de colon irritable era necesario que el
paciente presentara diarrea, estreñimiento o una combinación de ambos, actualmente
muchos profesionales lo diagnostican sin la necesidad que se de este cuadro clínico. Por
ejemplo, se puede considerar que digestiones lentas, hinchazón o excesiva flatulencia se
pueden deber al padecimiento de esta enfermedad; en lugar de considerarlos como problemas
digestivos independientes y aislados (hinchazón, dolor abdominal, etc.…).El criterio a seguir
para diagnosticarlo de una forma u otra depende del análisis que cada caso puede arrojar.
Sería conveniente decir que el síndrome del intestino irritable no se considera grave, aunque
dependiendo de sus síntomas puede ser más o menos incapacitante.
A relación con esto se puede decir que existen casos más graves, en los que el paciente no
puede hacer una vida laboral y social normal; hasta casos bastante más leves, en los que las
molestias se presentan de forma más o menos continua pero permiten hacer una vida normal
aún con la incomodidad que éstas molestias en ocasiones puedan suponer para el paciente.
Teniendo en cuenta que éste trastorno afecta a más del 20% de la población en alguna vez de
su vida (sin tener en cuenta los casos que no acuden a consulta médica), se entiende mejor
esta distinción en grados de gravedad de los síntomas. Los casos con síntomas leves están muy
extendidos en la población. La sintomatología puede aparecer a cualquier edad, aunque con
mayor frecuencia en pacientes de 20-30 años, y se da con mayor frecuencia en mujeres que en
hombres.
En cuanto a su carácter crónico, existen numerosos casos en los que los pacientes con SII se
muestran asintomáticos por largos períodos, si bien esta mejoría o curación relativa del
síndrome se relaciona con una mejora generalizada de ciertos hábitos por parte del paciente
(mejora de la alimentación, reducción del estrés, actividad física regular, toma de suplementos
alimenticios y vitamínicos, etc.…).
Cómo se diagnostica: Un proceso complejo
Para identificar esta patología se debe diferenciar de otros tipos de trastornos
gastrointestinales. Aunque el SII parezca presentar mucha diversidad de causas , síntomas y
tratamiento, todos los casos presentan algo en común: las pruebas físicas y análisis clínicos
presentan un resultado negativo, no se encuentran causas orgánicas o físicas para explicar las
molestias, pero sin embargo el intestino “no funciona bien”. Este hecho la diferencia de otras
enfermedades gastrointestinales como la Enfermedad de Crohn o Colitis ulcerosa (en las que sí
se presenta una inflamación del intestino).
Esto no quiere decir que los síntomas sean ficticios o imaginarios, sino que no se pueden
relacionar con pruebas médicas que lo apoyen, pero los síntomas se presentan en los
pacientes y son reales.
En este punto parece conveniente señalar que se debe diferenciar a estos pacientes de los
pacientes que presentan hipocondría, trastornos somatomorfos, etc.
El diagnóstico de SII, como hemos señalado, atiende a diversas cuestiones, y por tanto todas
ellas deben tenerse en cuenta para establecer las causas y el posible tratamiento.
Si un paciente presenta molestias de tipo digestivo, acudirá a consulta, y en ella explicará que
síntomas presenta y en ocasiones proporcionará pistas o directamente explicaciones de por
qué cree que estas se están dando. El médico, activará el protocolo conveniente para saber si
es SII o si es otro tipo de patología que presenta síntomas similares o idénticos con el SII.
Para ello, se le indicará al paciente que deberá realizarse una serie de pruebas para descartar
otro tipo de patologías (analíticas de sangre, pruebas de detección de intolerancias
alimentarias, radiografías, etc...).Todas estas pruebas irán destinadas a saber si las molestias
digestivas son síntomas de anomalías anatómicas, de regulación de la flora intestinal, de
déficits de vitaminas, de intolerancias alimentarias, etc. Si es así, el paciente encontrará una
mejoría notable en el tratamiento indicado para estos distintos trastornos.
Si el paciente da negativo en todas estas pruebas, no hay diferencias físicas y bioquímicas
respecto sujetos normales que puedan explicar las molestias, entonces se podrá diagnosticar
SII. También existe el término dispepsia funcional, en ella las molestias digestivas presentan
síntomas digestivos altos (náuseas, ardor de estómago, reflujo,…).La diferencia de SII es que
éste parece estar más asociado a molestias funcionales digestivas de tipo bajo (flatulencia,
estreñimiento, diarrea, hinchazón, etc.).
Es conveniente realizar ésta distinción porque supone un diagnóstico más acertado y exacto,
ya que ésta diferenciación puede ser útil para algunos puntos relativos a la búsqueda de
causas y tratamiento. No obstante, muchos autores engloban a todos los síntomas (altos y
bajos), bajo la etiqueta de SII.
Una vez establecido el diagnóstico: Abordaje y tratamiento.
Una vez establecido el diagnostico, el médico deberá intentar un abordaje del caso en el que
los puntos más problemáticos que puedan estar causando el trastorno puedan ser evaluados y
tratados correctamente.
Cómo no existe una causa clara que explique éste trastorno, el médico puede indicarle al
paciente varias vías de actuación con las que poder tratar este padecimiento y mejorar su
calidad de vida. No se trata de ir probando técnicas y tratamientos en el paciente sin ningún
sentido, sino de ir buscando ciertos remedios o adopción de hábitos que pueden mejorar
sustancialmente el pronóstico de este trastorno.
Los abordajes pueden ser muy distintos, pero tradicionalmente se suelen atender aspectos
como la dieta, administración de fármacos que regulen la motilidad del colon y tratamientos
psiquiátricos y psicológicos que mejores aspectos relativos al estrés, ansiedad u otros aspectos
emocionales que influyen negativamente en el curso de la enfermedad.
Haciendo referencia a éste último punto, que se haya demostrado que en prácticamente todos
los casos el factor psicológicos influye; ha provocado que éste trastorno o problema funcional
uno de los temas más tratados dentro de la psicología de la salud.
Que se opte por un tratamiento no quiere decir que se descarte otro, es más, en el caso de
este trastorno la mayor garantía de éxito parece residir en un abordaje múltiple, tratando
diversos factores.
Un paciente puede tomar espasmolíticos, evitar la lactosa y realizar técnicas de relajación, por
ejemplo; sí éste es el tratamiento que en su caso resulta más efectivo. Se trata de que
normalmente cuide su alimentación, esté relajado, pero si se presenta alguna crisis; poder
tomar algún fármaco que ayude a recuperar la normalidad. Una gran parte de los pacientes
informan que su malestar no se presenta de forma continua, y que sólo sufren de forma
espóradica este problema. El malestar continuo en muchas ocasiones viene asociado más por
el anticipamiento de los síntomas, que por el padecimiento de éstos en sí.
Por ello en el abordaje del caso se le debe hacer ver al paciente de que se puede cuidar día a
día sin que esto modifique sus hábitos, que puede llevar una vida normal y que en casos de
crisis puede tomar medicamentos que puedan acabar con ella o al menos hacerla más
llevadera. Hacerle ver que las crisis se terminan y que el anticipamiento de los síntomas lo
único que provoca es un agravamiento sustancial del trastorno.
Por último, decir que para que el paciente controle su ansiedad (uno de los ejes fundamentales
del tratamiento), puede combinar el tratamiento psiquiátrico y el psicológico, no son
incompatibles siempre y cuando se sepa cómo emplear uno y otro, y con qué fin.
Referente a la medicación en esta dolencia, los medicamentos más utilizados son los que
regulan la motilidad del colon (espasmolíticos, antidiarreicos…), medicamentos usados para
evacuar el colon (laxantes, enemas…), los destinados a reparar la flora intestinal
(probióticos...), antiflatulentos (simeticona, cleboprida),complejos vitamínicos, enzimas
digestivas, etc.
Como medicación psiquiátrica, se suelen utilizar ansiolíticos y antidepresivos. Se han
encontrado efectos muy beneficiosos de ambos, ya que si el primero grupo consigue relajar al
individuo; el segundo puede lograr estimularlo anímicamente, y segregar más serotonina
(neurotransmisor que se encuentra en el colon y que puede ver afectada su regulación por el
SII).
En cuanto a la alimentación, se suele recomendar hacer un diario de para ver que alimentos
suelen desencadenar los síntomas. Algunos alimentos suelen considerarse claros irritantes del
colon, como pueden ser los fritos, la bollería industrial, chocolate, los productos lácteos, la
cafeína, gaseosas, etc.
Actualmente se está viendo una alta correlación entre ciertas intolerancias a la lactosa y al
gluten en casos que eran considerados SII. Además, no sólo se está observando este fenómeno
en personas en las que se detecta esta intolerancia mediante pruebas (analíticas, biopsias de
duodeno, etc...); sino que parece algo muy común que estos alimentos no sienten bien aunque
no presenten una intolerancia diagnosticada.
No sólo se debe tener en cuenta los alimentos que se toman, sino la adopción de ciertos
hábitos que desbanquen a otros menos beneficiosos. Entre ellos estaría comer despacio,
masticar bien, no comer de pie, no beber mucho líquido mientras se come, evitar hablar
mientras se come, no acostarse inmediatamente después de comer, evitar comidas
copiosas(sobretodo cenas) ,realizar varias comidas al día, etc.
La actividad física y el deporte también se han mostrado muy beneficiosos en el tratamiento
del SII, especialmente la natación y caminar 1 o 2 horas al día.
Por último vamos a tratar de explicar en que se basa actualmente el tratamiento psicológico
del SII, ver qué posibilidades de tratamiento existen y cuáles son sus expectativas de éxito. Se
recuerda que el tratamiento psicológico tendrá más éxito con la adopción de otros hábitos,
pero bien es cierto que es el tratamiento más generalizado y extendido para cualquier tipo de
SII.
Existen otras alternativas para tratar el SII, pero no se encuentran totalmente validadas
aunque en algunos pacientes se han observado resultados positivos. En algunos casos éstos se
refieren a la alimentación, cómo la adopción de determinado tipo de dietas; o técnicas en las
que se limpian o evacuan restos de suciedad que pueden estar almacenadas en el colon.
También se investiga la toma de ciertos antibióticos, combinada con la toma de probióticos,
para poder equilibrar una flora intestinal dañada, que se observa en muchos pacientes con SII,
o por ejemplo la aplicación de procedimientos psicólogicos como el biofeeback para que el
individuo sepa capaz de regular por sí mismo la motilidad del colon. Como decimos, son
técnicas que se encuentran en estudio y cuya efectividad en la población debe seguir
demostrándose.
Tratamiento Psicológico del SII
Se ha comprobado que existen factores psicológicos que afectan al estado físico. Los datos
demuestran que ésta influencia es bidireccional, es decir, de la misma manera que una
enfermedad física inducen ciertos estados psicológicos; algunas características psicológicas de
las personas pueden inducir o exacerbar ciertas enfermedades físicas.
Hay que diferenciar, relativo a este hecho, que hay personas que parecen predispuestas a la
enfermedad (presentan muchos estados emocionales negativos que pueden propiciar la
aparición de enfermedades), y personan con predisposición al distress, que se caracterizan por
tender a presentar quejas de salud sin que puedan estas apoyarse por síntomas objetivos (este
perfil tiende a coincidir con ciertas quejas de tipo hipocondriaco).
Por tanto, es tremendamente útil y positivo, favorecer ciertos estados actitudinales y
conductuales que favorecen al correcto funcionamiento físico/mental del individuo y
contribuyen al mantenimiento del estado de “homeostasis”.
La población que padece colon irritable padece presentar más síntomas de ansiedad y
depresión que la población general y que otros pacientes con enfermedad digestiva orgánica.
En la mayoría de casos de colon irritable, los nervios, ansiedad o pensamientos obsesivos se
identifican como claros desencadenantes de los síntomas de la enfermedad. Aunque no se ha
encontrado un perfil específico para estos pacientes, también suelen puntuar alto en escalas
como histeria, neuroticismo o hipocondriasis. Además, se ha hallado también un
comportamiento aprendido de enfermedad crónica caracterizado por continuas referencias a
la enfermedad y excesivas visitas médicas.
Lo que se desconoce en muchos casos es el sentido de ésta relación, es decir; si los síntomas
depresivos o ansiosos aparecen desencandenando el inicio de la enfermedad o si aparecen
como una consecuencia directa de ésta. Lo que es recomendable, es evitar juicios previos del
paciente que puedan provocar un sesgo negativo en profesionales sanitarios, con el
consiguiente prejuicio para su tratamiento.
También un mayor índice de ansiedad respecto a pacientes con patología orgánica digestiva se
debe precisamente a este sego, y también a la falta de sensación de control y falta de
información de los pacientes respecto a sus síntomas.
Hay pocos estudios controlados y replicados sobre el tratamiento psicológico en el colon
irritable, aunque hay algunos que se señalan como claros tratamientos probablemente
eficaces. Algunos de ellos son la hipnosis, la terapia multicomponente-conductual para el SII, la
relajación muscular progresiva, la exposición, desensibilización sistemática o el manejo de
contingencias.
Parece que la terapia cognitivo-conductual para el SII, dirigida al afrontamiento de situaciones,
se ha mostrado eficaz para estos pacientes ya que incluye muchos recursos y técnicas para el
abordaje de situaciones, considerándose muy completa.
La relajación muscular progresiva ha mostrado excelentes resultados en el manejo de la
ansiedad si se practica regularmente, y por tanto con excelentes resultados en pacientes con
un SII de carácter predominadamente ansioso y anticipatorio. Consiste básicamente en la
tensión-distensión de varias partes del cuerpo; se pretende que con la tensión de los músculos
para luego relajarlos, el organismo sea consciente de la diferencia de sensaciones,
consiguiendo así un bienestar general además de reducir el estrés y el nerviosismo.
La exposición es una técnica muy validada y con demostración de eficacia para diversos
trastornos, igual que ocurre con el tratamiento del SII. Se trata básicamente de la extinción de
respuestas de estrés y ansiedad y de los síntomas digestivos a situaciones concretas e
identificables, que los pacientes con SII tienen identificadas (reuniones sociales, viajes largos,
lugares silenciosos, etc.)
El manejo de contingencias se utiliza para disminuir el reforzamiento social por manifestar los
síntomas y proponer actividades incompatibles con éstos; es decir, que las quejas acerca de su
enfermedad sean atendidas y escuchadas, pero no excesivamente reforzadas .Se trata de que
el paciente deje de centrarse solo en el relato de sus síntomas cuando estos ocupan
demasiado tiempo en su repertorio conductual, en relación con otras actividades más
adaptativas.
El tratamiento del SII sigue en continuo estudio desde sus diversos enfoques, y el principal
cambio positivo parece ser el aumento de información a los pacientes y una disminución de los
prejuicios y etiquetas negativas asociadas tradicionalmente a estos pacientes.
Este trastorno puede tratarse y controlarse a nivel sintomático cómo hemos expuesto, sí se
tienen en cuenta todos los factores relevantes, para que el paciente conozca mejor que le pasa
y lo más importante, cómo abordarlo.
En este padecimiento, con más evidencia que en otros si cabe, la comprensión y el dotar de
información al paciente por parte de los profesionales, puede suponer el cambio de padecer
un trastorno crónico y molesto, a una remisión prácticamente total de los síntomas si se llevan
acabo todos los recursos necesarios. Se puede cambiar la ausencia de control de los síntomas
por una aceptación y manejo de éstos.
Po tanto, y a modo de conclusión, el papel activo de los distintos profesionales y del propio
sujeto, pueden transformar una enfermedad que en algunos casos es altamente incapacitante;
en molestias digestivas que aparecen con la misma frecuencia en la población considerada
“normal”.
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