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2-Rebatiendo el informe Bruntlad:
Es cierto que, en condiciones de pobreza el medio ambiente se puede ver amenazado,
sin embargo, en las sociedades opulentas es donde la naturaleza encuentra mayores
amenazas. No obstante, consideraremos las tesis que se desprendieron del informe
Bruntlada sobre la pobreza como causa de la degradación, sin embargo, demostraremos
que este no se debe tanto a la presión de los pobres como a la presión que ejercen los
países ricos apoderandose de los recursos de los empobrecidos.
En primer lugar hablaremos de la presión de la población sobre los recursos:
PRESION DE LA POBLACIÓN SOBRE LOS RECURSOS
En este caso, vamos a hablar de una zona en particular: los Andes en Perú y Bolivia.
Allí, la tierra ha sido utilizada para extraer mineral, no hace falta decir que las presiones
han venido desde fuera. Esto ha provocado que haya menos hectáreas de tierra
cultivable. Ante esto, se han recuperado prácticas tradicionales como el barbecho, que si
bien han servido para estabilizar el ecosistema, recuperar elementos nutritivos, controlar
plagas etc, también han contribuido al sobrepastoreo de ciertas zonas.
PRESIÓN EXTERNA
Desde el exterior también se favorecen los monocultivos (como la soja, maiz, café...)
destinados a la exportación, que como se ha dicho antes, es . Por esta razón se acaba con
las semillas autóctonas reemplazandolas por otras resistentes a pesticidas. Estos últimos
acaban degradando el suelo cultivable.
PROPIEDAD DE LA TIERRA
La privatización se dio no por razones ecológicas si no por incentivos de producción.
No obstante, en lugares como los Andes hay mucha tierra que todavía está fuera del
mercado, en 1969, la tierra en manos privadas secreción. En los grandes ranchos se
había pedido la devolución de la tierra, sin embargo se otorgaron a las SAIS (sociedades
agrícolas de Interés social) Estas SAIS se manejaron como una unidad, sin embargo la
mayoría han desparecido.
Las tierras comunales son, a la larga mucho más rentables y sostenibles, sin embargo no
son la norma. En Perú, por ejemplo, hay muchas tierras que están en desuso. Ya que las
inversiones solo son significativas si se dan en grandes porciones de tierra y esto
requiere la coordinación de muchos núcleos agrarios.
Los propios campesinos perciben lo bueno de la gestión de tierras comunales, esto no se
da, sobre todo porque hacen falta fondos públicos, esto significa que haya una
preocupación por los costes y los resultados del análisis de coste-beneficio dependen de
las tasas de descuento adoptadas y los campesinos no pueden hacer frente a unos
préstamos que tienen unos intereses muy altos.
DEFORESTACIÓN Y USO DE COMBUSTIBLE
El acceso a queroseno y butano está directamente ligado a los ingresos de los
consumidores. Las familias de campesinos no disponen de ingresos suficientes para
poder comprar otros combustibles, por lo que deben recurrir a la búsqueda de leña y la
utilización de estiércol. Esto se traduce en una progresiva deforestación y en un
descenso de la fertilidad del suelo al no poder utilizar el estiércol como abono, lo que
provoca que las cosechas sean mucho menores.
Otra de las amenazas de los bosques tropicales es extracción de maderas nobles y la
exporatación ganadera, que serían un ejemplo de presión de la producción para la
exportación sobre los recursos.
La cantidad de leña es superior a la cantidad de petroleo que se necesita necesaria para
cocinar.
La pobreza causa deforestación porque los pobres no pueden ascender en la escala
social y adquirir otroe combustibles. No obstante hay que señalar que, en zonas
tropicales, la deforestación se debe más a la presión de las empresas comerciantes de
maderas y al fuego producido para la explotación ganadera, que a la acción de los
propios campesinos.
En último lugar, destacar un caso particular en el que la tierra se está viendo esquilmada
y a causa de la pobreza: Lambayeque. En esta zona, hay 400 hectáreas de bosque seco,
esto se debe a la pobreza y a la falta de empleo. Los campesinos se ven obligados a
tumbar árboles para fabricar el carbón que después venderán. Irónicamente, a pocos
kilometros encontramos un oleoducto que lleva el petroleo desde la selva hasta la costa,
petróleo que será destinado a la exportación para los países ricos. Si los pobres pudiesen
acceder al petroleo, butano o queroseno para cocinar, el carbón tendría uso ni mercado.
3-Ecología y programas de “ajuste”.
Otro de los factores medioambientales a tener en cuenta en relación con la pobreza son
los programas de ajuste, que son aquellos destinados a evitar los daños ambientales.
Estos programas son de carácter temporal, pero produce los mismos efectos que la
pobreza estructural, ya que no solucionan realmente los problemas medioambientales,
sino que los reparan y, para ello, se requiere una inversión, lo cual hace que se agrave
aún más la pobreza en los países empobrecidos.
Estos programas se hacen necesarios, por la producción de excedentes que se alcanzan
entre otras formas, con la explotación del medio ambiente. Otros caminos para alcanzar
ese excedente pueden ser unas tasas de salario bajas o un incremento de la eficiencia
técnica que no aumente el flujo de materiales y energía en la economía.
Cuando nos referimos a alcanzar el excedente explotando el medio ambiente, es cuando
aparecen las políticas de ajuste, ya que se externalizan costes con estas y se infravaloran
las necesidades futuras.
Un ejemplo de ello, son las exportaciones de petróleo en Venezuela y Mexico. Cobran
unas tasas de interés altas, pensando en las futuras políticas de ajuste, pero esto
verdaderamente no es una solución, sino un agravante de la pobreza.
La condicionalidad ambiental
Si se practicara una agricultura sin dañar el medio ambiente, se ahorrarían los gastos de
los programas ajuste, por lo que podrían ser evitadas y no lo son. Entonces, J. Martínez
Alier, se pregunta: “¿hemos de admitir ahora también que desde el Norte se den
lecciones de ajuste ecológico?”
El Informe Brudtland dice que los pobres son enemigos del ambiente y eso es admitido
en los círculos oficiales del Sur, es decir, por los gobernantes e incluso por movimientos
de izquierda y que, por ejemplo, el movimiento del activista brasileño Chico Mendes no
han influido en el ecologismo del Sur. Dice que aceptan que el ecologismo entró en
escena en el Sur por influencias intelectuales recientes de los EEUU y Europa. Dice que
no perciben los contenidos ecológicos de los conflictos nacionales porque no han sido
expresados con el lenguaje del ecologismo del Norte. Como si el ecologismo fuera cosa
solo del Norte, ya que los del Sur amenazan el ambiente. Así es como el Norte avanza
en su imposición de ajustes ecológicos, además de financieros.
Ello es lo que se conoce como condicionalidad ambiental (lo que el Sur deberá cumplir
para poder acceder a los préstamos). Pero cuando se exportan recursos naturales
(incluidos petróleo y gas) a precios excesivamente baratos no se incluye ninguna
corrección ecológica.
Ante esta condicionalidad ambiental, los países empobrecidos pueden tomar dos
posiciones diferentes. Por un lado, sometiendo sus inversiones a las políticas del Norte
que dictaminan los ajustes del impacto medioambiental. O, por otro lado, dándose
cuenta de que la amenaza ambiental mayor viene desde el Norte, que se han beneficiado
de los intercambios desiguales para lograr su extravagante consumo exosomáticos de
materiales y energía. Por lo tanto, antes de imponerles a los países del Sur
condicionalidades ambientales unilaterales, los del Norte debe ajustar sus economías
financieras a sus economías productivas y éstas, a su vez, a sus propios ecosistemas y al
ecosistema global.
¿El crecimiento económico es un remedio a la pobreza y a la degradación
medioambiental?
El Informe Brudtland sostiene que la solución a la pobreza y a la degradación
medioambiental es el crecimiento económico apoyando su teoría en la riqueza y
limpieza del medio ambiente de los países del Norte. Martínez Alier desmonta esta
teoría basándose en tres puntos.
El primero, es el que se refiere a los gastos protectores relacionado con el nivel de
ingresos.
La pobreza puede ser causa de la degradación ambiental, pero un crecimiento
económico generalizado agrava esa degradación ambiental. Es cierto que la riqueza
puede disponer de más recursos para proteger el ambiente contra los efectos de esa
propia riqueza. Los países ricos están más limpios, pero no quiere decir que sean más
ecológicos.
Los países ricos producen más desechos que los países pobres, debido a los productos
desechables, los cuáles son menos convenientes para el medio ambiente, que los
desechos de los países pobres, que muchos de ellos son abonos. Sin embargo, los países
pobres, aunque producen menos desechos, están más sucios, ya que depositan la basura
a los lados de los caminos, o en solares vacíos o en alcantarillas, lo cual hace que el
drenaje del agua sea insuficiente. Todo ellos se debe a menores gastos protectores o
mitigadores.
La segunda razón para poner en duda que el crecimiento económico soluciona la
pobreza y el daño medioambiental, se centra en la ecología y los “bienes posicionales” .
La idea de que el crecimiento económico es bueno para el ambiente no puede ser
aceptada (tiene más capacidad para reparar los daños causados por el medio ambiente,
pero no es bueno para el ambiente).
Algunas formas de riqueza implican que el crecimiento económico vaya ligado al
agotamiento de recursos y a la contaminación. Ello ocurre, por ejemplo, con el consumo
de automóviles, que son un bien posicional(1), al contrario de lo que ocurre, con las
cocinas de keroseno o butano, que si son un bien de consumo de masas.
Por ello, algunas formas de riqueza jamás podrán ser universalizadas porque el
crecimiento económico, al menos actualmente.
1.Fred Hirsch (1976) acuñó el concepto de “bienes posicionales”. Con ello se refiere al
carácter posicional de algunos bienes y servicios, lo cual puede provocar insatisfacción
en cuanto muchas personas lo poseen.
Una tercera razón se refiere al deterioro de los recursos naturales como una corriente de
ingresos. La Contabilidad Nacional contempla que “el deterioro de los recursos
naturales se muestra como una corriente de ingreso”, porque cuantos más recursos se
utilicen ahora, menos habrá en el futuro. Ahora bien, los economistas ortodoxos creen
que las innovaciones técnicas suplirán esta escasez en un futuro. Los ecologistas, en
cambio no creen en las innovaciones técnicas, como solución al agotamiento de
recursos, ya que, por ejemplo las placas solares requieren inputs agotables y un gran
espacio que pueden entorpecer otros usos. Además el incremento también viene de los
outputs por los efectos de la contaminación al usar nuevos materiales y por el
incremento de la energía usada.
Por lo tanto, ¿por qué se mantiene la relación entre pobreza y degradación
medioambiental?
Los movimientos sociales contra los ricos, son también movimientos con contenido
ecológico y esa es una de las razones por la que se mantiene esta relación.
La ilusión del crecimiento económico continuado es alimentada por los ricos del mundo
para tener a los pobres en paz. Y en realidad el crecimiento económico lleva al
agotamiento de recursos y a la contaminación. Existe pues una situación de conflicto
entre la destrucción de la Naturaleza y la conservación de la misma; ganar dinero o
sobrevivir; o entre la tecnología occidental contra el conocimiento indígena como
ciencia universal. Los pobres siguen luchando por una vida ecológicamente consciente y
la supervivencia de estos grupos no queda garantizada por la expansión del sistema de
mercado, sino que es amenazada por éste
4- Ecología y economía política de la agrodiversidad campesina
Se trata ahora de hacer una discusión entre agrodiversidad campesina y la
agricultura moderna basada en las nuevas biotecnologías. Es decir la conservación y
evolución de semillas in situ por el campesinado desde tiempos inmemoriales frente a la
reciente irrupción de semillas patentadas conseguidas con biotecnología.
En el momento en el que Martínez Alier escribe el artículo la realidad campesina
viene condicionada por una serie de medidas y tendencias que en absoluto le está
beneficiando. Una de esas realidades es la apropiación y mercantilización del material
genético (semillas) por parte de organismos internacionales (GATT, CGIAR…) como
son los casos de México e India, con la creación de centros de diversidad agrícola. Estos
centros están amenazados por la compra de la propiedad intelectual del material
genético por grandes corporaciones agroalimentarias. De la misma manera la
imposición de sistemas monopólicos de propiedad intelectual de semillas por estas
mismas empresas dentro de cada uno de las regiones campesinas, supone no sólo una
pérdida de material genético, sino una falta de valoración por parte de las mismas hacia
el campesinado. Se enfrentan a utilizar a alto coste las semillas y variaciones genéticas
que con el tiempo se han ido apropiando el mercado común, siendo el campesinado el
que a lo largo del tiempo ha creado dicha biodiversidad agrícola. En definitiva se trata
de la expropiación de recursos a través de ya sea la investigación científica, por
misioneros de otras religión o por la explotación política- económica, para la posterior
traducción y sistematización de esos materiales para su uso en las propias categorías
culturales, sin ofrecer nada a cambio.
Algunos autores y economistas tildan precisamente a la falta de valoración
crematística que se le viene dando a esas especies como la causa de la erosión genética,
bajo el argumento de que todo lo que no tienen valor económico se pierde. De esa
manera en algunas ocasiones se está utilizando el reconocimiento de los “Derechos de
los Agricultores” con remuneración económica como lo ocurrido en Costa Rica a través
del tratado del InBio. Como se verá después quizás esta solución no sea la más positiva
para el campesinado.
Es por eso que surgen una serie de luchas campesinas por el control de las
semillas, surgiendo un consenso en el Sur, con la ayuda de la FAO. Se basa
principalmente en el reconocimiento de los “Derechos de los Agricultores” sobre
recursos conservados y evolucionados in situ, en la mayoría de las ocasiones desde
tiempos inmemoriales a través de técnicas tradicionales basadas en la relación de la
agricultura con especies salvajes que dan mejores resultados a largo plazo y con un uso
energético mucho más llevadero y duradero, además de tener acceso favorable a las
variedades mejoradas ex situ, por las compañías agroalimentarias, gracias al aporte de
las semillas que han sido expropiadas al campesinado. Los ejemplos que destaca el
autor entre otros son la acción frente a la compañía Cargill Seeds de la asociación India
KRRS para evitar la posible intromisión de la misma en los cultivos de la región o la
intención de algunos estados de declarar la biodiversidad agrícola indígena como
patrimonio estatal, frente a la declaración de la agrobiodiversidad como “patrimonio de
la humanidad”. Aunque esta última opción está por demostrar a quien quiere beneficiar.
¿Cuál es por tanto la crítica que la ecología hace a la agricultura moderna? Si se
hace un recorrido histórico hasta la publicación del artículo de Martínez Alier los hitos
más importantes en la discusión son: el trabajo de R. Carson (1962) sobre el uso de
pesticidas, la obra de D. Pimentel (1973) sobre los flujos de energía y posteriormente G.
Leach (1975), Naredo y Campos (1980) que apuntaban que la agricultura moderna tiene
menor eficiencia energética. Más tarde los mismos autores juicio negativo de la
“revolución verde” (extensión de la agricultura moderna a través de las nuevas especies
extraídas de zonas campesinas a finales de los 70). La crítica de la economía ecológica
se basa por tanto en reparar en los efectos ambientales de la agricultura moderna
(contaminación de alimentos, del agua, pérdida de diversidad genética y el uso de la
energía no renovable fósil). A estos efectos la economía los llama “externalidades”, la
falta de valoración de los mismos, crea por tanto una relativa mayor productividad de la
agricultura moderna, aunque ya se sabe que los valores de producción e insumos de esta
agricultura están mal medidos, sin la inclusión de los mismos. Es indudable que se
entienda la mayor productividad ya que los que se benefician económicamente de la
producción, no se ven perjudicados, pero sólo si tomamos el valor crematístico de la
agricultura moderna.
Surge por tanto una bifurcación política que viene a estar presente en la discusión.
Por un lado el intento de reconciliación de la racionalidad económica- crematística y la
racionalidad ecológica a través de productos diferentes con una Etiqueta Verde, un
mercado especializado de mercancías ecológicas y productos orgánicos de la que ya
existen ejemplos como el café de Chiapas. Se crearían por tanto una serie de canales
alternativos de comercio internacional que viniera a dotar de negocio y por tanto de
valor crematístico a esas zonas campesinas tradicionales que han mantenido, sin saber
de ecología, a lo largo de la historia la biodiversidad agrícola que se viene
mencionando.
De esta visión surgen varias preguntas, aunque destacamos la que nos parece más
importante: “¿qué ocurre cuando la agricultura ecológica no puede competir con la
moderna?”. Es el caso de por ejemplo el cultivo de vainilla. ¿Quién asumiría los gastos
de mantenerla? ¿Sería factible su mantenimiento?
Es aquí donde surge el otro camino político al que se debería acceder. Es el
campesinado el que debe tomar la rienda política y vincularse directamente a la
racionalidad ecológica. Para eso se debe reconocer el trabajo del campesinado, así como
su labor de mantenimiento y evolución de especies agrícolas con una fuerte diversidad
genética, y que este olvide la racionalidad económica-crematística en búsqueda de una
racionalidad ecológica, que nada tenga que ver con la valoración en dinero de la
producción. Como el mismo Martínez Alier sostiene el reconocimiento crematístico de
la agricultura tradicional puede ser contraproducente: “los pobres vende por lo general
barato”.
Recursos genéticos y agroecología campesina
Debemos pararnos antes de atender a la agroecología campesina a explicar por
qué la agricultura moderna ha tenido éxito. En primer lugar porque da rápidos
beneficios económicos en corto plazo, lo segundo porque no son pocas las instituciones
y gobiernos que han apoyado este tipo de agricultura intensiva y biotecnológica y por
supuesta, y relacionadas con las dos anteriores por la propia espontaneidad del
campesinado a la hora de adoptarla.
Ese rápido éxito ha tenido como consecuencia la falta de percepción social sobre
la pérdida genética o de la calidad de los productos. Esta idea ha venido sumada a la
consideración política de todas las luchas campesinas o la resistencia a la agricultura
moderna de las regiones más empobrecidas como “agrarismo” o “populismo
campesino”, sin atender realmente a las necesidades y reivindicaciones de estos
pueblos. Además se suma la escasa vinculación con la ecología teórica del campesinado
tradicional, aunque sus prácticas sean ecológicas per se.
Por suerte, esta situación y esta tendencia están cambiando. Surge desde el sur y
amparado por la FAO un consenso sobre la puesta en valor de los derechos de los
agricultores, así como las grandes compañías agroalimentarias tienen reservados los
derechos de sus patentes genéticas de productos agrícolas. En el tiempo en el que el
autor escribe el artículo comienza ya un movimiento agrarista- ecológico por parte del
campesinado en su mayoría empobrecido que se basa en los siguientes aspectos:
◦
La riqueza genética del sur y el reconocimiento de la labor del
campesinado en su consecución, así como la conciencia a nivel
internacional de la pérdida de diversidad y los problemas energéticos que
crea la agricultura moderna
◦
Los Centros de Diversidad Agrícola están en los países del sur.
◦
Existencia de otros modelos de agricultura y otras maneras de crear
biodiversidad en dichas regiones
Este movimiento se centra principalmente en ONGs que tratan de dar difusión de
estas prácticas agroecológicas y semillas por canales diferentes al mercado
convencional que merecen un especial interés y relevancia.
Pero atendemos ahora a las preguntas que se hace el autor frente a la existencia de
estas realidades diferentes a la agricultura moderna: ¿Debemos valorar económicamente
esta realidad? Si bien es cierto la falta de recursos pone difícil la labor, en la mayoría de
la veces voluntaria de dichas ONGs para llevar su proyecto adelante. ¿Hay que apoyarla
crematísticamente, valorando difícilmente las externalidades negativas de la agricultura
moderna e incluyendo las externalidades positivas de la agricultura indígena
tradicional? ¿Cómo se valoran esas externalidades? Sin embargo ¿no se debería
reconocer ante todo el valor social y por tanto usar otras escalas de valores?
El autor propone para tal fin el reconocimiento no del valor crematístico, o ni
siquiera el valor de opción, del que se hablaba anteriormente creando un mercado
alternativo, sino del “valor de Existencia” al igual que se hace con especies animales
protegidas. La economía tradicional no sirve para ofrecer esa valoración, se debe tratar
en otros términos, desde la racionalidad ecológica. Es fundamental que esta puesta en
valor se acompañe de otras variables, como por ejemplo el valor etnocultural de las
poblaciones campesinas indígenas a la hora de enfatizar su existencia, debe abandonarse
la idea de dar un valor crematístico a la misma pues poco podría aportar al
mantenimiento de esta rica biodiversidad campesina, a los conocimientos traspasados de
generación en generación y de las prácticas armónicas con el entorno que desde las
regiones campesinas empobrecidas del sur se vienen llevando a cabo. En definitiva la
separación, puesta en valor y nuestro aprendizaje de las prácticas tradicionales del
campesinado tradicional.
5. La pobreza
1. El informe Brundtland
Este informe fue elaborado para la ONU por la comisión mundial sobre el medio
ambiente y el desarrollo en 1987. Tiene la particularidad de ser el primer informe
oficial en el que se publica el término “Desarrollo sostenible”, combinando los
conceptos de: desarrollo, crecimiento económico y capacidad de sustentación (La
capacidad de sustentación de un territorio se define como el máximo de población de
una especie que puede ser mantenido indefinidamente sin que se produzca una
degradación en la base de recursos que pueda significar una reducción de la población
en el futuro).
Herman Daly critica el concepto, separando “crecimiento” (Aumendo del PIB de un
estado) y “desarrollo” (Cambio en la estructura económica sin aumento del PIB).
Joan Martínez Alier critica que el informe deja ver como la pobreza es la causa última
de degradación ambiental, y cuáles son los detalles que no se estudian en este
informe, y que llevan a una conclusión muy diferente, en tanto los países desarrollados
imponen su política económica, y las repercusiones del libre mercado marcan las
pautas de acción económicas y los oportunismos de grandes corporaciones.
2. Crecimiento basado en la exportación
Alier señala como el “crecimiento económico” basado en la exportación marca el
desarrollo económico de los países y los ciclos de superproducción-crisis de ventas
provocan agotamiento de los suelos, abuso de pesticidas, deforestación, etc. Este
conjunto de acciones, conceptualizadas como: “presión de la producción sobre los
recursos” se consolida al entender las presiones de los mercados por políticas
neoliberales para aumentar las exportaciones, abandonando las técnicas tradicionales
ecológicas, menos agresivas con el medio, y sacrificando las producciones locales de
alimentación del pueblo (Presión de la población sobre los recursos).
El cambio de principios ecológicos en los cultivos, a causa de las nuevas tecnologías de
producción agrícola (marqueting , especialización, agricultura bajo contrato para
fomentar la exportación y dependencia económica de los “mercados que financian la
producción”), se entiende en términos de “división internacional del trabajo”.
El argumento utilizado por los defensores de estos sistemas de superproducción,
monocultivos y agricultura intensiva, se encarnan en la creencia de que las
biotecnologías y las tecnologías en general de la agricultura, traerán en el futuro
soluciones a la pobreza de los suelos, y las deficiencias ambientales que pueda sufrir el
planeta. En tanto Alier crítica que aún no conocemos las repercusiones futuras de
estas implementaciones biológicas y de estos progresos tecnológicos que solucionan y
están siendo utilizados para producir en casi cualquier condición ambiental.
Todo esto acrecentando aún más la deuda externa de los países, fundamentalmente
países en el llamado “desarrollo”, que no pueden obtener los recursos materiales
necesarios para desarrollar este tipo de agricultura y deben “pedir” creando deudas
infinitas y que en muchas ocasiones se pagan con los propios cultivos, lo que hace aún
más difícil la situación de país.
3. Capacidad de sustentación
Cuando los “inputs” (elementos de fuera de la agricultura como fertilizantes,
pesticidas, etc.) son recursos agotables, se puede decir que se ha excedido la
capacidad de sustentación, porque los recursos utilizados no estarán disponibles en
el futuro. El argumento contrario es que “las nuevas tecnologías abastecerán de
nuevos recursos”. Lo que nos quiere decir que una agricultura basada en elementos
externos a la propia agricultura no asegura una capacidad de producción en el
futuro, más a la espera de la salvación anunciada por la tecnología, pero que siempre
tiene un matiz de agotamiento, por la falta de regeneración del territorio, y de las
materias orgánicas y esenciales para la agricultura.
La capacidad de sustentación para estudiar la relación entre demografía y recursos
en la especie humana, es rechazada por la economía ortodoxa, ya que la desigualdad
de pronunciada dentro de la consumo es muy pronunciada entre la especie, con
respecto a las otras especies. Capacidad de sustentación al ser un término utilizado
desde la Biología, para comparar las características demográficas y las
características de producción y consumo de alimentos, es señalada como un
concepto no aplicable metodológicamente al estudio del ser humano. Sin embargo
desde la realidad última de la especie, la economía ecológica nos marca como punto
fundamental este análisis para conocer como se encuentra el baremo de la soberanía
alimentaria de los países.
Boserup sostiene la Tesis de que el incremento de la población puede llevar a un
incremento de la producción agrícola al acortar el periodo de rotación, hasta llegar a
un cultivo más cualificado de cosecha múltiple por regadío. Por este motivo la
despoblación de África por el comercio de esclavos quitó uno de los incentivos
clave para intensificar la agricultura, y ayuda a explicar la persistencia de la
agricultura itinerante.