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Transcript
EL PAPEL DE CHINA EN EL MERCADO LABORAL
DE LOS PAÍSES AVANZADOS
Alfredo Pastor
Cátedra Banco Sabadell de Economías Emergentes
IESE Business School
INTRODUCCIÓN
para el futuro –¿quién no las tiene?– y con zonas
oscuras en el terreno político y social –que tambien presenta nuestra historia, aunque quizá
estén más alejadas en el espacio y en el tiempo
que en el caso de China.
Un componente esencial de la estrategia de
desarrollo iniciada por Deng Xiaoping es el
papel otorgado al sector exportador como motor
de la modernización de la economía, siguiendo
las huellas de Japón y de Corea del Sur. La irrupción de China en la escena económica mundial es
un paso más en el proceso de construcción de un
mercado único reemprendido al terminar la
Segunda Guerra Mundial; pero, por el tamaño
de China, constituye en gran medida un caso
único y, desde luego, una prueba para ese proyecto de orden económico mundial de los últimos sesenta años. Es bien sabido, en efecto, que
China es vista por muchos como una amenaza
potencial para los trabajadores de los países
avanzados; una percepción que no existía cuando
los países del Sur de Europa, por ejemplo, abrieron sus fronteras, y que sólo empezó a manifestarse con la entrada de Japón en el escenario
económico mundial.2
El propósito de esta nota es aportar una visión
de conjunto sobre esta cuestión: ¿qué implicaciones tiene para el empleo y los salarios de los paí-
«En el transcurso de la historia», escribía Lu Xun,
«los chinos sólo han tenido dos formas de considerar a
los extranjeros: o como animales salvajes, o como seres
superiores. Nunca han sido capaces de tratarlos como
amigos, de ver en ellos unos iguales.»1 Hay que admitir que a los occidentales tiende a pasarnos lo
mismo con ellos: unos consideran a China como
una máquina temible, destinada a barrer a Occidente de los mercados mundiales y a arrebatarle
su superioridad económica, tecnológica y militar;
otros, por el contrario, ven a los chinos como
aprendices de occidental, que no esperan otra
cosa que vestirse y comer como nosotros, leer lo
que leemos, estudiar donde estudiamos y, en
resumen, vivir como vivimos. Aunque todos sabemos que ambas visiones son en exceso simplistas,
lo cierto es que, en la práctica, casi todos partimos de una de ellas, de modo que es difícil escuchar o leer algo escrito sobre China por un occidental que no esté teñido de un parti pris inicial a
favor o en contra de la evolución reciente de la
economía y de la sociedad chinas. Quizá valga la
pena que empiece admitiendo que, con mi limitado conocimiento del país, me inclino a pensar
que las reformas emprendidas por Deng Xiaoping a partir de 1978 constituyen, en el terreno
económico, un éxito; eso sí, con serias incógnitas
2
Sobre los efectos de las importaciones de productos
japoneses en sectores de la economía norteamericana, v.
UCHITELLE (2007).
Lu Xun, Obras, 1973, t.I, p. 409. Cit en LEYS, Ombres
Chinoises, en (1973), p. 235.
1
61
LAS ECONOMÍAS EMERGENTES Y EL REEQUILIBRIO GLOBAL: RETOS Y OPORTUNIDADES PARA ESPAÑA
El manual no nos dice, sin embargo, hacia
dónde se producirá la convergencia; y esto es
precisamente lo que quisiéramos saber: la figura
1 nos indica que los costes laborales unitarios (es
decir, corregidos por las diferencias de productividad) en el sector de manufacturas en 2007
variaban, dentro de la UE, entre 28,14 y 1,45
euros por hora, mientras que en China eran de
1,10 euros/hora; así, el coste en Dinamarca era
más de veinticinco veces superior al de China.
El manual nos dice que, con el tiempo, ambos
países terminarán por tener el mismo nivel de
salario: pero no si éste será de 28 o de 1 euro por
hora, o de algún valor intermedio; nos dice que
los salarios convergerán, pero no nos dice hacia
dónde. A falta de indicaciones precisas, los optimistas dan por descontado que la convergencia
se producirá hacia el extremo superior; los pesimistas temen que suceda lo contrario: que el
comercio con China deprima los salarios de los
países industriales. Hace falta más información
para que el modelo del manual nos dé una respuesta; pero por mucha información que le
demos sólo dará una respuesta para el caso más
sencillo; en cuanto tratamos de ampliar el modelo hasta hacerlo más realista (aumentando el
número de productos, o de factores), es imposible obtener una respuesta inequívoca.4
Si la teoría no nos da una pista, podemos tratar de buscarla en la experiencia. En efecto, si
recordamos el desarrollo del comercio internacional desde 1945, podemos verlo como un proceso de adhesión de países a unas reglas de conducta comunes en sus relaciones comerciales:
bajo el impulso de Estados Unidos, los países
centrales de Europa primero, el Sur después,
algunos países asiáticos (sobre todo Japón y
Corea) y, con altibajos, países de América del
Sur, fueron adhiriéndose a esas reglas hasta
constituir lo que hoy puede llamarse el mercado
ses industriales el desarrollo de la economía
china siguiendo el modelo de desarrollo al que
nos hemos referido más arriba? Se trata de una
cuestión tan interesante como poco resuelta; por
consiguiente nos limitaremos a reseñar algunos
aspectos que quizá sean los más conocidos, y a
señalar cuál puede ser la forma de abordar los
desarrollos futuros. Para ello empezaremos con
el modelo más sencillo y acudiremos a experiencias pasadas para hacernos una idea de la naturaleza del fenómeno; luego indicaremos por qué
el caso chino difiere del de otros anteriores, y
cuáles son las implicaciones de esas diferencias.
Por último trataremos de esbozar cuál podría ser
una estrategia de mutuo beneficio para China y
para los países avanzados.
COMERCIO ENTRE PAÍSES: TEORÍA
Y EXPERIENCIA
Cuando dos países hasta entonces aislados entablan relaciones comerciales, nos dice el manual, se
producen tres consecuencias: en primer lugar, el
Producto Interior Bruto del conjunto de ambos
países crece; salvo en algún caso muy especial,
aumenta el PIB de cada uno de los dos3; es en este
sentido que se dice que el comercio es beneficioso.
En segundo lugar, el comercio –como casi todo
cambio– crea ganadores y perdedores (estos últimos son los que pierden su empleo, aceptan salarios más bajos o cierran sus fábricas debido a la
competencia de las importaciones). En tercer lugar
–y ésta es la consecuencia que aquí interesa– los
precios de los factores tienden a igualarse entre
ambos países: si pensamos en el comercio entre
China (un país de mano de obra no especializada
abundante y barata) y Occidente (donde la mano
de obra poco cualificada tiende a escasear), antes
de iniciarse el comercio el obrero especializado en
Occidente tendrá un salario muy superior al de su
homólogo chino; un tiempo después, esa diferencia se habrá reducido; en el manual, terminará por
desaparecer del todo.
3
4
Para mencionar sólo una complicación: menores salarios no significan menor bienestar, porque los precios también cambian: el obrero del automóvil chino recibe un salario inferior al de antes, pero los automóviles son ahora más
baratos: De ahí la importancia del supuesto del pleno
empleo. Ver KRUGMAN (2003).
El caso ha sido estudiado por SAMUELSON (2004).
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EL PAPEL DE CHINA EN EL MERCADO LABORAL DE LOS PAÍSES AVANZADOS
FIGURA 1. COSTES LABORALES MEDIOS EN LA INDUSTRIA MANUFACTURERA, 2007
(EUROS/HORA)
Fuente: «Hans-Werner SINN: The Welfare State and the Forces of Globalization», 2011.
mundial. En cada episodio se repitió el proceso
de toma de contacto, de idéntica naturaleza que
el que estamos viendo con China: así, en 1945
EE.UU. era un país de mano de obra escasa y
capital abundante; Alemania era un país sin
capital y de mano de obra barata (el salario de
un obrero industrial alemán era el 15 por ciento del de su homólogo norteamericano); veinte
años más tarde, los salarios se habían igualado,
hasta el punto que, en algunos subsectores, el
salario del obrero alemán había superado al del
norteamericano. La figura 2 muestra que la convergencia se había producido, en todos los
casos, hacia el extremo superior de la distribución; no siempre había sido completa (en el caso
de países como España, incluso treinta años
después subsiste una brecha entre los salarios),
pero la dirección de la convergencia fue siempre
la misma: hacia arriba.5
5
En particular, no se observa un descenso de los salarios
norteamericanos; sí un estancamiento, que se inicia en la
segunda mitad de los ochenta, y que corresponde a un cambio estructural confirmado por los tests estadísticos. Para una
explicación de ese cambio basada en un empeoramiento de
la posición del trabajo con respecto al capital, v. la obra de
GLYN (2004).
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LAS ECONOMÍAS EMERGENTES Y EL REEQUILIBRIO GLOBAL: RETOS Y OPORTUNIDADES PARA ESPAÑA
FIGURA 2. CONVERGENCIA SALARIAL EN EL SECTOR MANUFACTURERO
Fuente: elaboración propia, 2011.
sión a la baja sobre los salarios occidentales
durante mucho tiempo: ésta es la naturaleza de
la llamada «amenaza china»6.
LA ESPECIFICIDAD CHINA
La lección de la experiencia, sin embargo, no es
del todo concluyente, por dos razones principales: porque la primera fase el proceso de integración (1945-1975) se había producido en un contexto de crecimiento rápido, de tal modo que los
salarios no habían tardado en subir después de
iniciarse la integración, mientras que la de la economía china se produce en un entorno de menor
crecimiento; y, sobre todo, porque en el caso
chino se presume la existencia de una enorme
cantidad de mano de obra poco cualificada dispuesta a aceptar trabajos en el sector moderno
sin grandes aumentos de salario; este ejército
industrial de reserva es capaz de ejercer una pre-
Durante los años anteriores a la entrada de
China en la OMC, varios estudios se preocuparon de estimar el tamaño de esta reserva de
mano de obra; es decir, de los que podrían estar
dispuestos a abandonar el sector tradicional (el
mundo rural) para colocarse en el sector moderno de la economía. Los cálculos más conservadores situaban el excedente, en el período 2000-
6
Una dirección de la web llamada «China Threat» tenía,
en Abril de 2003, casi un millón de entradas; aunque la
mayoría hacían referencia a una amenaza militar, el argumento de los puestos de trabajo era bastante frecuente.
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EL PAPEL DE CHINA EN EL MERCADO LABORAL DE LOS PAÍSES AVANZADOS
tamente la competencia exterior, observan efectos visibles sobre empleo, crecimiento y salarios;
según sus cálculos, hasta un tercio de la caída del
empleo en el sector manufacturero en EE.UU.,
entre 1990 y 2007 puede atribuirse a la competencia de las manufacturas chinas: el resultado es
que, teniendo en cuenta los beneficios para el
consumidor, por un lado, y los perjuicios de los
perdedores, por otro, el efecto neto no es marcadamente positivo, incluso en una economía
abierta y flexible como es la norteamericana. En
definitiva, la situación actual no puede prolongarse indefinidamente. Si bien hay fuerzas que
pueden tender a equilibrarla en parte, hay que
preguntarse si serán suficientes y si sus efectos se
harán sentir en un tiempo razonable; y, de lo
contrario, cómo hay que complementarlas para
llegar a una situación satisfactoria para todos.
2020, en algo más de 400 millones de trabajadores, lo que implicaba que, para absorberlos, el
sector moderno debía crear unos 20 millones de
puestos de trabajo al año, de dos a tres veces más
de los que creaba en realidad; esta diferencia
explicaba la preocupación constante de las autoridades chinas por mantener un crecimiento
rápido, y también llevaba a esperar que China
siguiera siendo un país de mano de obra muy
barata durante mucho tiempo.7
La evolución de los últimos años confirma las
previsiones. Es cierto que los salarios, y los costes
no salariales de la mano de obra, han sufrido
grandes aumentos durante el último qinquenio,
hasta el punto de doblar en un año en algunas
actividades; pero las diferencias de partida son
tan grandes, que la convergencia está lejos de
producirse por ahora8: las actividades que sufren
la competencia directa de las importaciones chinas tienen así un techo sobre sus salarios; o, si los
salarios no son flexibles, no ven aumentar el
empleo.
El resultado de todo ello es que, durante los
últimos años, y en especial desde que la crisis ha
ensombrecido las perspectivas de crecimiento en
los países avanzados, la actitud frente a la integración de China ha ido cambiando: si, hace una
década, KRUGMAN estimaba que no era posible
que el estancamiento de los salarios industriales
en EE.UU. fuera debido a la competencia de los
productos chinos, en trabajos más recientes
(2004) sugiere que las fuerzas en presencia cuando los países entablan contactos comerciales son
demasiadas para que podamos establecer una
relación sólida entre comercio y salarios, pero
que, aún así, el caso de China merece una atención especial. Vale la pena mencionar, en este
contexto, un trabajo reciente de AUTOR y otros
(2011): analizando los efectos de las importaciones chinas sobre EE.UU., no a nivel nacional,
sino en aquellas regiones que por la composición
sectorial de su producción han sufrido más direc-
La situación actual de China frente a Occidente
presenta un desequilibrio que no puede mantenerse a largo plazo: la modernización de la economía china, basada en el sector exportador,
hace que se destruyan puestos de trabajo en economías occidentales a un ritmo superior al de
creación de nuevos puestos de salarios compatibles con los del entorno9; mientras, el excedente
exportador de China resulta en una posición
acreedora creciente frente al resto del mundo, lo
que introduce un elemento de incertidumbre y
de volatilidad potencial en los mercados de capitales.
La evolución natural de la economía china
debería contribuir a reducir esos desequilibrios:
por una parte, China irá dejando de ser un país
de mano de obra barata; por otra, el crecimiento
del mercado interior resultado del propio crecimiento de la economía hará que se reduzcan las
exportaciones y aumenten las importaciones;
7
Este apartado resume el trabajo de PASTOR y HE
(2003).
8
Ver por ejemplo, BBVA Research (2011).
9
Por «países occidentales» entendemos aquí sobre todo
los que presentan un déficit comercial permanente con respecto a China.
¿HACIA UN NUEVO EQUILIBRIO?
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LAS ECONOMÍAS EMERGENTES Y EL REEQUILIBRIO GLOBAL: RETOS Y OPORTUNIDADES PARA ESPAÑA
esto es lo que ha ocurrido en episodios anteriores de integración, hasta el punto de convertir
países exportadores en importadores netos con
costes laborales comparables a los de los países
más ricos. Sin embargo, si bien puede decirse
que la economía china evoluciona en el sentido
de ir equilibrando su posición exterior, tanto en
el terreno comercial como en el financiero, uno
puede dudar de que el ritmo de esa evolución sea
lo bastante rápido para los intereses occidentales.
Hay dos razones para esas dudas: en primer
lugar, el tamaño de la reserva laboral del mundo
rural permite pensar que la transición de una
economía de mano de obra barata a una más
parecida a la de los países occidentales lleve
mucho tiempo; durante ese tiempo en los países
occidentales los salarios de las categorías laborales menos cualificadas descenderán, o aumentará
el desempleo: la razón es que es mucho más fácil
crear puestos de trabajo a un euro la hora que a
veintiocho euros; como tanto el outsourcing
como el offshoring ofrecen muchas oportunidades de sustituir puestos caros en casa por puestos
baratos en China, una transición prolongada en
el tiempo puede resultar en una pérdida de puestos de trabajo, o en un descenso de los salarios,
incompatible con los estándares de vida a que
estamos acostumbrados en Occidente.
La segunda razón tiene que ver con la realidad política china. En efecto, durante los últimos
treinta años el crecimiento de la economía china
ha estado basado en dos componentes, exportaciones e inversión, a costa del tercero, el consumo privado, hasta el punto que éste no llega al
cuarenta por ciento del gasto total, mientras que
en países avanzados oscila entre el cincuenta y
cinco y el setenta por ciento. Naturalmente, el
control que el Estado puede ejercer sobre la
inversión –tanto directamente, cuando se trata
de inversión pública, como indirectamente, a través de la distribución del crédito, en el caso de la
inversión privada– es muy superior al que puede
ejercer sobre el consumo privado; por consiguiente, reforzar el peso del consumo privado en
la demanda agregada significa ceder parte del
control estatal sobre la economía: implica, en
definitiva, una pérdida de poder político. Por
consiguiente, si bien la posición pública de las
autoridades chinas se muestra favorable a una
reorientación del gasto hacia la demanda interna
y el consumo privado, en la práctica resultará
muy laborioso lograr que esa posición oficial se
manifieste en disposiciones efectivas. En resumen, hay razones para pensar que la evolución
natural de los acontecimientos puede no llevar,
por sí sola, a una solución satisfactoria. Si ése es
el caso, los países deberán ponerse de acuerdo
para alcanzarla.
ELEMENTOS DE UN ACUERDO
Desde el punto de vista occidental, el problema
consiste en crear puestos de trabajo lo bastante
productivos como para soportar los salarios
medios de los países respectivos y ofrecer una
cierta perspectiva de crecimiento; ello quiere
decir tambien puestos adecuados a las capacidades medias de la mano de obra: pensar en países
enteros empleados en las industrias del conocimiento es una ilusión. La evolución de nuestras
economías, sin embargo, no parece ir en esa
dirección: la gran fuente de puestos de trabajo de
salarios medios –la industria– está desapareciendo en beneficio de los servicios10; el resultado es
lo que se ha llamado polarización del mercado de
trabajo: el peso decreciente, tanto en empleo
como en ingresos, de las capas de cualificación
media, en beneficio tanto de las capas superiores
como de las inferiores.11
Un elemento indispensable de la solución es
que el progreso técnico permita aumentar la productividad de la mano de obra en tareas de cualificación media; como, en este momento, no
existen incentivos que animen a la empresa privada a llevar a cabo las inversiones correspondientes –resulta más rentable para el empresario
surtirse fuera– es posible que el sector público
haya de cofinanciar por lo menos una parte del
10
V. el artículo de GROVE citado en SPENCE (2011),
entre otros.
11
V. AUTOR, (2010); para Europa, GOOS y otros (2009).
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EL PAPEL DE CHINA EN EL MERCADO LABORAL DE LOS PAÍSES AVANZADOS
BIBLIOGRAFÍA
proceso. Un segundo elemento tiene que ver con
el sistema educativo, en especial en el segmento
de formación profesional: en efecto, los empresarios se quejan a menudo de que no encuentran
en el mercado la clase de mano de obra que necesitan12; por último, es probable que, mientras se
lleva a cabo esa reconversión de nuestra estructura productiva, los salarios no experimenten crecimiento . De esta forma, en algún momento deberá existir un compromiso entre tres partes –Estado, empresarios y trabajadores– para poner en
marcha un proceso de reconversión de este tipo.
La suerte de intentos anteriores –bajo el rótulo
de «diálogo social» en nuestro país– no permite
ser muy optimista al respecto.
Estos elementos pueden ser abordados en el
ámbito nacional; no ocurre así con los dos
siguientes: el primero necesita un acuerdo, seguramente en el ámbito del G-20, para ordenar el
ritmo de especialización industrial de los países
de modo que sus estructuras productivas sean
más complementarias13. El segundo requiere el
establecimiento de un marco de estabilidad
macroeconómica, ya que el principal responsable
del aumento del desempleo de estos últimos años
es la recesión creada por la crisis inmobiliaria y
financiera.
Ya se ve que no será fácil alcanzar esos acuerdos; sin embargo, parecen necesarios: la erosión
constante del poder adquisitivo salarial en la
mitad inferior del mercado laboral y la polarización de las oportunidades llevan a situaciones
insostenibles por injustas. Quizá no esté de más
recordar, en este contexto, que los primeros
defensores de la división del trabajo concebían
ésta, no como un medio de aumentar la productividad de una economía (la proposición central
de la Riqueza de las naciones) sino, ante todo, como
una forma de lograr que, en una sociedad, todos
tuvieran algo que hacer.14
AUTOR, David (2010). «The Polarization of Job
Opportunities in the U.S. Labor Market»,
publicado por The Center for Economic Progress.
AUTOR, David, David DORN y George H.
HANSON (2011). The China Syndrome:
Local LaboMarket Effects of Import Competition in the United States, manuscrito.
BBVA Research (2011). Situación económica China,
agosto.
GLYN, Andrew (2006). Capitalism Unleashed, OUP.
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KRUGMAN, Paul (2008). «Trade and Wages,
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LEYS, Simon (1999). Essais sur la Chine.
PASTOR, A. y Wei HE (2003). «¿How Much Truth
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Julio.
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UCHITELLE, Louis (2007). The Disposable American: Layoffs and Their Consequences, Vintage.
ZAMAGNI, Stefano (2010). «Catholic Social
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12
V. RICH (2010); conviene indicar, sin embargo, que el
componente de desajuste (mismatch) en el total del desempleo es de importancia secundaria.
13
SPENCE (2011) da más detalles sobre el contenido de
un hipotético acuerdo.
14
V. ZAMAGNI (2010).
67