Download 60eografia de las plantas

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Transcript
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A. v. HUMBOLDT
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P.41lA UNA
6 EOGRAFIA DE LAS PLANTAS
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® Biblioteca Nacional de Colombia
IDEAS
PARA UNA
GEOGRAFIA
DE LAS PLANTAS
MAS
UN CUADRO DE LA NATURALEZA
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® Biblioteca Nacional de Colombia
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DER TROPENLANDER,
Auf Beobachtungen und Messungen gegrundet, wclche vom • oten
Grade nordlicher bis zum • oten Grade südlicher Breite , in den
Jahren '799, .800,1801,180:1
und 1803 angestelltworden sind,
VON
AL. VON HUMBOLDT UND A. BONPLAND.
BEARBEITET UND HERAUSGEGEBEN VON DEM ERSTERN.
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TÜBINGEN,
PARIS, BEY F. SCHffiLL
KUPFERTAFEL.
BEY F. G. COTTA.
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® Biblioteca Nacional de Colombia
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IDEAS
PARA UNA
GEOGRAFIA
DE LAS PLANTAS
MAS
UN CUADRO DE LA NATURALEZA
LOS
PAISES
rrROPICALES
basado en las observaciones y mediciones que se realizaron entre los
paralelos de 100 latitud norte hasta 100 latitud sur, durante los años de
1799,1800,1801,1802
Y 1803.
POR
AL. VON HUMBOLDrr y A. BONPLAND.
ELABORADOS
Y
EDITADA
con un grabado
POR EL PRIMERO
en cobre
EDITADO DONDE F. G. COTTA EN TUBINGIA
F. SCMOELL (Rue des Macons-Sorbonne
N.19
en PARIS, 1807)
y
JARDIN BOTANICO
"JOSE CELESTINO
MUTIS"
LITOGRAFIA
ARCO
1985
® Biblioteca Nacional de Colombia
DE
Traducción del Texto Alemán:
Por: El Profesor Ernesto Guhl
Edición patrocinada por: El Jardín
Botánico de Bogotá, José Celestino Mutis
ISBN 958-9045-17-0
Impreso por Litografía Arco, Bogotá, Colombia.
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
® Biblioteca Nacional de Colombia
1985
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Presentación
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"Ideas para una Geografía de las Plantas más un cuadro de la naturaleza de los paises tropicales" conocida también como la "tercera dimensión de la flora ", es uno de los aportes más valiosos del sabio alemán
Alejandro van Humboldt, puesto que en ella sienta las bases para el
desarrollo de una ciencia nueva: la biogeograf]«, El alcance de su contenido y el estilo claro y sencillo en que está escrita la han colocado como
obra clásica en Ciencias Naturales y por su validez en el momento actual
es de obligada consulta para los naturalistas y los historiadores de la
ciencia de habla castellana. Por estas razones y por ser "la más colombiana de la bibliografía Humboldtiana",
es que el Jardín Botánico
publica hoy su texto total en español.
Sabio de formación excepcional fue Humboldt,
hijo de la Europa
culta de los siglos XVIII y XIX, discípulo de Willdenow y sus amigos
los cientificos más eminentes: "Laplace, Gay-Lussac , Saussure , Volta,
Lavoisier, Ritter, Schelling y entre otros, el genial filósofo y poeta
Goetbe, de quien dice le dio nuevos órganos para percibir el cosmos; y
como se hallaba en plena madurez intelectual, sus consejos constituyeron estímulo para el ávido viajero que quizá no alcanzaba a presentir
que seda el descubridorcient ifico
estética del Nuevo Mundo.
En efecto, emprendió et célebreviaje con su fiel amigo y compañero
el botánico francés Aimé Bonpland, quien tuvo bajo su responsabilidad
la dificil tarea de determinación de las plantas.
Salieron de La Coruña en junio 5 de 1799 en el "Pizarra" y en julio,
aproximándose a costas americanas, satisfizo uno de sus anhelos: navegar el Caribe viendo suspendida en el cielo la cruz del Sur: el 16 de ese
mes Llegaron a Cumaná en cuyas playas colectó la primera planta americana: la Avicennia tomentosa. Realizó su fantástico viaje al Orinoco,
vio los raudales de Atures y Maipures y encontró en el Brazo Casiquiare la unión de las dos grandes cuencas fluviales: Ormoco-Amazonas.
Regresado a Cumaná, enrumbó hacia la Habana en diciembre de 1800
y enderezó su proa al Nuevo Reino, llegando en marzo de 1801 a Cartagena +nuestra ciudad amurallada=. ALU Humboldt trabó amistad con
el arquitecto Domingo Esquiaqui, Gobernador de la plaza y encargado
de realizar sus planos; pero constituyó su mayor sorpresa el encuentro
con la Expedición de Fidalgo, nombrado por la Corona para levantar
e! mapa hidráulico del puerto y su litoral. Se detuvo pocos días para ver
desde el Cerro de la Popa el majestuoso espectáculo de la bahía de
Calamari y observar a lo lejos la silueta de la Sierra Nevada de Santa
Marta, como emergiendo del mar; descansó en Turbaco, que lo acogió
:x
VII
® Biblioteca Nacional de Colombia
con su clima tan benévolo; visitó los curiosos volcanes de lodo y con
Bonpland y don Luis de Rieux prosiguió a Arjona y de ahí a Mahates
y por el Dique al Magdalena para llegar a Mompós, donde 5 días después con remeros negros inició el largo viaje de mes y medio para subir
a Honda. Esta calurosa, larga y fatigante travesía acuática rodeada de
la espesa selva, la aprovechó para colmar de datos sus diarios y también
para trazar el curso de nuestro padre-río. Llegado a Honda fue a Mariquita e inició el ascenso por la vía Guaduas- Villeta-Sasaima-FacatatiuáFontibón, para arribar a Santa Fe en julio de 1801, cuyo paisaje y ambiente frío lo compensaron de las bochornosas semanas vividas en el
río. Hab ia gran expectativa en la capital por el arribo del sabio: Mutis
le ofreció gran recibimiento y lo alojó en habitación cercana a la Casa
de la Botánica, lo cual era muy justo porque Humboldt había modificado sus planes de viajar por la vía de Panamá a Guayaquil a encontrarse
con el Capitán francés Baudin y hacer parte de su expedición alrededor
del mundo, sólo por conocer a Mutis e informarse de las actividades de
la Expedición Botánica. Grande fue la sorpresa del ilustre viajero al
encontrarse con el venerable sabio español al frente de una empresa de
tal magnitud cient ifica , las láminas +de las cuales obsequió más de
cien- dibujadas con exquisito arte y fidelidad, las consideró como "la
colección iconográfica
de plantas más importante del mundo" .Y los
trabajos que realizaban sus discipulos que no sólo comprendían botánica sino zoología, astronomía y mineralogía como la simiente de la
ciencia neogranadina.
Con centro en Santa Fe, Humboldt se desplazó por la altiplanicie hacia Zipaquirá, Laguna de Guatavita, Salto de Tequendama, Soacha, los
cerros de Monserrate y Guadalupe, localidades que estudió, fijó sus
puntos astronómicos y se dedicó a planear su gran viaje a Quito. En
compañía de Bonpland salió por la vía de Fusagasugá y atravesando
los calientes planes del Tolima llegó a Ibagué y se enfrentó a los tramos
más difíciles pasando la actual Cajamarca, unas veces en mula y otras
a pie, porque rehusó el servicio de los cargueros indígenas. Atravesó
la Cordillera Central por el camino real construido y trajinado por los
indios, lleno de baches, precipicios y peligros, avanzando por los tupidos y bellísimos bosques del Quindio, donde se deslumbró con los
estípites blancos y los follajes de la Ceroxylon quindiuense (palma de
cera) que parecía "un bosque sobre el bosque"; temiendo que perecieran las recuas de mulas y bueyes que llevaban sus instrumentos y colecciones, llegó el cansado viajero a la límpida quebrada de Baquía y
Salento y continuó en dirección a Cartago y de ahí divisó nuestra
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® Biblioteca Nacional de Colombia
Cordillera Occidental; tres d ias más tarde siguió a Cali, Popayán, Pasto,
donde lo esperaba en Nariño la nueva sorpresa de los altos Andes que
calificó como el "tibet americano". Dejó nuestro territorio y entró al
Ecuador, donde lo recibió ansioso en Ibarra nuestro sabio Caldas, quien
ya bab ia hecho muy serios trabajos "sobre la nivelación de las plantas
que crecen en la vecindad del Ecuador" y que le aportó numerosos datos, asi como el sabio alemán lo enriqueció con más informaciones.
De ab i Humboldt,
Caldas y Bonpland siguieron a Quito, donde el
primero permaneció varios meses hospedado cómodamente
en la mansión del marqués de Selvalegre, don No Montúfar. Continuó su viaje
a Lima y a varias localidades peruanas, ansioso de conocer los restos del
imperio incaico; llegó al Callao donde se embarcó para Guayaquil. Ya
en el puerto ecuatoriano, a orillas del Guayas se dedicó a dibujar y
describir el imponente perfil que dedicó a Mutis con estas palabras: "al
sabio patriarca de los botánicos" y que le envió por intermedio del marqués de Selvalegre y de Caldas. Trabajó intensamente, porque ordenó,
evaluó y sistematizó los datos que le permitieron entrar en una nueva
dimensión de las ciencias naturales: la biogeografia, que consignada
más tarde en esta grandiosa obra.
Estos maravillosos recorridos para captar la "armenia de la naturaleza", le plantearon los interrogantes de qué leyes rigen el orden y distribución de los seres vivos en el planeta. Para conseguirlo y convertirse
en el más importante explorador del mundo montano tropical, ya vimos
cómo se sometió a las incomodidades de la época: viajó a lomo de
mulas por los ásperos y tortuosos caminos virreinales; soportó "las
nubes desesperantes de mosquitos", se alojó en las casas de los misioneros, también en rancberias y conucos de los indios; compartió la mesa
con ellos; navegó en sus frágiles y primitivas piraguas; los llevó como sus
remeros y muchas veces durmió a orillas de los esteros, con sus bogas
negros por quienes sent ia fraternidad humana, ya que consideraba la
esclavitud como "el mayor de todos los males".
Su infatigable actividad coleccionando, midiendo, observando, dibujando, describiendo le permiten "tender el puente hacia la [isica de la
atmósfera, buscando la distribución geográfica de las plantas sobre la
tierra, con arreglo a la distancia al Ecuador y a la elevación vertical de
la localidad". Porque trató de unir ambos dominios, el [isico-quimico
y el biológico, interpretando la naturaleza "como un todo, movido y
animado por fuerzas interiores, naturales". Pero la radical novedad en
la obra de Humboldt, afirma Carl Troll, y a la que debe gran parte de su
valor "reside en la clarividencia fisiognómica, en su talento ocular yen
la visualización gráfica de los conocimientos adquiridos".
IX
® Biblioteca Nacional de Colombia
Esta obra se centra y sintetiza en el corte vertical o sea la tridimensionalidad que realiza Humboldt de los sistemas montañosos de los continentes americano y europeo, los cuales confronta básicamente en aspectos geográficos, climáticos y botánicos con una emocionada descripción de la flora tropical que va desde las ardientes llanuras de baja
altitud, ascendiendo los Andes, hasta alcanzar en la cumbre de la
cordillera el manto blanco de los nevados.
La importancia de la figura y la obra del autor de Cosmos, en Colombia, se resume en las palabras del doctor E. Pérez-Arbeláez
al afirmar
que el viaje del sabio por la América equinoccial "se ha convertido en el
Corpus Cientificum de las ciencias naturales y que todo estudio serio
debe iniciarse con esta obra". El mismo doctor Pérez-Arbeláez , que
tanto estudió y valorizó la Expedición Botánica y sus figuras cenitales,
Mutis y Caldas, comprendió que Humboldt más universal, le había
dado ámbito internacional a nuestra ciencia confinada en los Andes.
Pero fue en este siglo cuando el naturalista colombiano los situó en su
verdadera dimensión histórica.
La traducción de los textos la ha realizado con fidelidad, técnica y
casi devoción el profesor Ernesto Guhl, quien como un gran conocedor
de nuestra geografía y traductor de obras importantes del alemán, dedicó mucho tiempo a su versión tan compleja en las notas. El perfil fue
reproducido con habilidad y exactitud por el estudiante de biología y
dibujante David Rivera Ospina, los originales fueron revisados primero
por el biólogo César Escallón Estupiñán y por quien escribe estas
notas, y todos los textos y pruebas de imprenta los corrigió con esmero
el biólogo Gustavo Morales Lizcano. Garantía excepcional es que haya
sido editado en la Litografía Arco con la intervención del doctor jasé
Raúl Garc ia, bajo los ojos vigilantes del doctor Carlos Arturo Torres
Acevedo. Agradecimiento
muy especial debo rendir al señor Alcalde
Mayor de Bogotá, doctor Hisnardo Ardila Díaz, quien logró el presupuesto para editarla, y a los miembros de la junta Directiva del [ardin
que acogieron con entusiasmo la iniciativa.
TERESA ARANGO BUENO
Directora Jardín Botánico
x
® Biblioteca Nacional de Colombia
Francisco
J osé
de Caldas
J osé
Celestino Mutis
Enrique Pérez Arbeláez
XI
® Biblioteca Nacional de Colombia
No tas In trod uctorias
La presente obra de A. von Humboldt -una de las primeras que publicó a su regreso del viaje por la América Tropical- indica la importancia que le dio a ella. La titula "Ideas para una geografía de las plantas".
El acento está en la primera palabra del título: IDEAS. La recolección y ordenación de los objetos es secundaria, ·en primer lugar está el
pensar sobre el causalismo de los fenómenos y las consecuencias de
éstos.
No obstante que el trabajo se refiere a países de habla castellana,
pocas veces ha sido traducido y publicado en español y sólo una vez
fue complementado
con el indispensable "Cuadro de la Naturaleza de
los países tropicales" en copia fiel y tamaño natural, (1). La primera
traducción la hizo Jorge Tadeo Lozano y fue publicada en el No. 16 del
"Semanario del Nuevo Reino de Granada" con fecha 23 de abril de
1809 por Francisco José de Caldas como editor de esta revista, que fue
por cierto la primera revista geográfica en Colombia.
Es célebre especialmente el famoso "prefacio" que dedicó Caldas a
esta obra de Humboldt y que utilizamos aquí también como tal en la
presente traducción. Lo mismo que incluimos en ella las notas y observaciones que hizo Caldas a la obra de Humboldt, publicadas como complemento de la traducción de Jorge Tadeo Lozano en el "Semanario".
Esta traducción se basa en un primer bosquejo que envió Humboldt
desde Guayaquil en 1803 a Mutis, acompañado también de un primer
intento de la iconografía de la naturaleza de los países tropicales en
colores (2).
En una carta de Caldas a Mutis, desde Quito y con fecha de abril 21
de 1803, dice entre otras cosas " .... El señor Barón de Humboldt, que
partió ha dos meses de Guayaquil, remitió a manos del señor Marqués
de Selva Alegre un cañón de lata, que contenía unas memorias sobre la
Geografía de las plantas. Esto no sé por qué motivo lo retuvo en su
poder mucho tiempo, y no me la entregó para su remisión por mi mano,
según la voluntad del mismo Barón. Yo la he detenido quince días para
tomar una copia y ha venido ahora acompañada de una frívola mía, casi
(1)
F. J. de Caldas,
Semanario
Literatura,
e Industria.
dinos
Artes
bajo la dirección
gida, aumentada
adornada
(2)
Historia
1983.
Lasserve
del Arte
Editor
Granada,
inéditos
y con el cuadro
París Librería
de Ciencias,
de patriotas
Nueva edición:
de F. J. de Caldas.
original
de la Geografía
Castellana,
granaCorregi-
Anotada
y
de las plan-
2, Calle Saint-Germain
-1849.
Colombiano,
Salvat
Editores
en el Vol 1, pág. 16 el original
va en el Museo Nacional
miscelánea
por una sociedad
José de Caldas.
con varios opúsculos
con su retrato
Reproduce
Publicada
de Francisco
tas del Barón de Humboldt,
Des·Pries,
de la Nueva
Colombiana,
de este croquis,
S. A. Bogotá
se conser-
de Bogotá.
XIII
® Biblioteca Nacional de Colombia
en el mismo género, que espero la reciba usted con bondad ... el más
reconocido de sus discípulos que besa su mano
Francisco J osé de Caldas"
Esta "frívola" reprodujo Eduardo Posada en su recopilación de las
"Obras de Caldas" bajo el título de "Memoria sobre la nivelación de las
plantas que se cultivan en la vecindad del Ecuador", en el tomo IX de
la "Biblioteca de Historia Nacional", pág. 85-95 en el año de 1912 en
Bogotá, y que incluimos como anexo a esta publicación.
La traducción de Jorge Tadeo Lozano de la obra de Humboldt en
mención, publicada en el "Semanario"
de Caldas en 1809, ha sido la
más conocida y reproducida.
Pero existe otra traducción bastante diferente de aquella que hizo
Jorge Tadeo Lozano. Sobre la existen cia de esta segunda me informó
el doctor Eduardo del Hierro, un historiador inquieto, el mismo quien
fue el alma de la traducción de la obra de Schumacher (1) con ocasión
del segundo centenario de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada y quien me suministró una copia de una traducción hecha, orientada y dirigida por el coronel J. Acosta en París en 1849
como parte de una reedición del "Semanario de la Nueva Granada" y
con el cuadro original de la Geografía de las Plantas del Barón de Humboldt.
El librero editor de la "Librería Castellana" en París, el señor Alaserre escribe a manera de prólogo una "Advertencia del Lector" para esta
reedición del "Semanario",
así: "Aquella obra literaria, de la que sólo
se imprimieron pocos ejemplares y que por lo mismo es hoy rarísima,
ha añadido algunos otros escritos inéditos de Caldas, que es ciertamente
el más ilustre de sus contemporáneos
en la Nueva Granada, y el sabio
cuyo nombre se ha citado más a menudo en todos los libros de botánica y de historia natural relativos a América".
El mismo señor coronel Acosta, que me ha procurado el Semanario
y los manuscritos inéditos de Caldas, ha examinado
también revisto y
purgado de muchos errores e incorrecciones el texto antiguo impreso y
ha añadido algunas notas y aclaraciones, que van firmadas con la inicial
de su apellido. Consultando este sujeto al señor barón de Humboldt
sobre la Geografía de las plantas, la cual aparece traducida en el Semanario por Don J. Tadeo Lozano, advirtió aquel sabio que su obra había sido totalmente modificada y mejorada posteriormente,
y que val-
(1)
H. A. Schumacher
bilder:
fías,
ciones
Mutis,
especialmente
entre
"Südamerikanische
Caldas,
Codazzi
la de Caldas,
Studien,
Drei
1760-1860"."Berlín
el autor
se refiere
l.ebens
1884.
frecuentemente
Caldas y Humboldt.
XIV
® Biblioteca Nacional de Colombia
und
Cultur-
En estas biograa las rela-
dría más hacer una nueva traducción, de la que se encargó también el
mismo señor Acosta, conservando solamente las primeras páginas de las
publicadas en el Semanario.
La Geografía de las Plantas y el Cuadro físico de las regiones equinocciales, portada magnífica de las obras del más célebre de los viajeros
modernos, que comprende los resultados principales que de su viaje a
América sacaron las ciencias, no habían sido hasta hoy publicados
completamente en castellano y creo que hago un servicio positivo imprimiéndolos en este idioma. Mas, como las ciencias no se detienen en su
marcha progresiva, algunos de estos resultados han sido modificados y
reformados y otros confirmados por las investigaciones de un viajero
más moderno, Mr.]. B. Boussingault".
También el coronel Acosta hizo sus observaciones tanto sobre el trabajo de Humboldt, como suyas, en cuanto a la distribución de la vegetación de la Nueva Granada, que anexamos a la presente publicación
para complementar
la visión histórica sobre este tema en Colombia.
A su vez esta reedición parisiense del "Semanario"
de 1849 sirvió
para una reedición de ésta por parte del Ministerio de Educación de
Colombia en el año de 1942 en Bogotá, pero sin la "Advertencia del
Lector" francés y sin el "cuadro original de la Geografía de las Plantas". Este último lo redibujó para la presente edición David Rivera, un
aventajado estudiante de biología de la Universidad Nacional con cariño
y comprensión.
En el año de 1942 la "Biblioteca Venezolana de Cultura", colección
"viajes y naturaleza"
publicó en cinco tomos "Viajes a las Regiones
Equinocciales del Nuevo Mundo", en donde hace referencia
=especialmente en el primer tomo- a la obra aquí mencionada.
En el año de 1955 el Instituto Panamericano de Geografía e Historia en México, publicó una reedición en facsímil del "Essai sur la
geographie des plantes". Puede que existan otras publicaciones y traducciones de la obra aquí en América, pero que son desconocidas por
nosotros.
En la Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, FÍsicas y Naturales, Vol. VIII, No. 29 de 1950, se publicaron, también sin el
anexo del Cuadro de la Naturaleza de los Países Tropicales, y sin el prólogo del mismo Humboldt, los capítulos tomados de la nueva edición
del Semanario de la Nueva Granada publicado en París en 1849. La revista argumenta la publicación así: "Consideramos de grande importancia esta nueva publicación dentro de nuestra Revista, por cuanto el tema vuelve a tomar importancia con los estudios que actualmente se
adelantan en el país sobre su clima y la distribución geográfica de las
plantas y animales". Desde entonces el problema de la protección de la
naturaleza se ha agudizado gravemen te, y es deber no olvidar las obras
clásicas sobre la naturaleza de Colombia.
La presente traducci6n se basa en la edición alemana publicada en
xv
® Biblioteca Nacional de Colombia
1807 (1) y que fue vertida a este idioma por el mismo Humboldt, quien
había escrito la versión original en francés y publicada en París en 1805.
y en cuanto a la comprensión de la importancia de la obra para el
mundo universitario moderno tropical andino americano como visión
histórica y guía futurista, la Directora del Jardín Botánico de Bogotá,
doña Teresa Arango Bueno, hizo posible la publicación de esta nueva
traducción completa; más la inclusión en la misma de un ensayo de A.
Meyer Habich sobre "La Filosofía de Alejandro von Humboldt" (2); ya
que la esencia de las "Ideas para una Geografía de las Plantas ... " de
Humboldt, está precisamente en la inquietud espiritual del porqué y
para qué, a lo cual responde la filosofía de la naturaleza, pero no el
objeto natural en sí. Este sólo es materia cruda, es empirismo, según
el mismo Humboldt y sólo a través del pensar se produce la idea, se
convierten los hechos empíricos en ciencia que responde al porqué y
para qué.
Son las ideas que mueven el mundo. Y aquí está el valor, aún hoy en
día y siempre, de este trabajo, que desde hace mucho tiempo está
superado en su aspecto empírico-técnico,
pero no así en sus ideas.
En esta traducción se respetó la escri tura de los nombres propios
tal como los escribió Humboldt, aun cuando los aplicó de diferentes formas: Pico de Tenerife o Teneriffa , Gotthard o Sn Gothard, Teide o
Teyde , Guatimala, Huyaquil (Guayaquil). De igual manera se respetaron
otros términos como p.e. geognóstico, cuyo reemplazo por geológico
solo alteraría el estilo propio de Humboldt. Nombres supuestamente
poco conocidos en Colombia, como Pisang, se explican con una nota de
pie. Por ende este hombre es demasiado humano y generoso para detenerse en bagatelas de sentido común.
Ernesto Guhl
(1)
(2)
Al. von Humboldt und A. Bonpland "Geographie der Pflanzen. Nebst einem
Naturgemalde
der Tropenlander,
auf Beobachtungen
und Messungen gegründet, welche vorn ioten Grade nordlicher
bis zum ioten Grade südlicher
Breite,inden
Jahren 1799,1800,1801,1802
und 1803 angestellt worden
sind, von Al. Von Humboldt und A. Bonpland. Bearbeitet und Herausgegeben von dem Erstern. Mit einer kupfertafel. tübingen, bey F. G. Cotta,
París, Bey F. Schoell. 1807
Adolf Meyer Abrich: "La Filosofia de Alejandro de Humboldt"
en "Humboldt" revista para el mundo ibérico. Año 1. No. 4, ubersee Verlag, Hamburgo 1960, pág. 56-64.
XVI
® Biblioteca Nacional de Colombia
PREFACION DE F. J. DE CALDAS
a la traducción de la Geografía de las Plantas aparecido en el
Semanario en l.809
Es preciso no confundir esta obra sabia con ese montón de escritos
que inundan la república de las letras, que no contienen sino ideas comunes y trilladas, escritos miserables que perecen en el momento mismo de su nacimiento y que no dejan tras de sí sino el oprobio de sus
autores. La "Geografía de las Plantas", obra original, llena de observaciones importantes, de miras vastas y filosóficas, en un estilo digno de
la majestad de su objeto, es un cuadro grandioso de los Andes equinocciales. Las plantas, los animales, los meteoros, la agricultura de los
pueblos del Ecuador, el hombre mismo, se presentan nivelados a los
ojos del filósofo. Ocho escalas puestas a los lados del inmenso Chimboraza, contienen todas las producciones de la naturaleza y del cultivo,
con todos los fenómenos que presenta la atmósfera y el cielo bajo de
la línea. Sobre un corte vertical de esta famosa montaña y de todo el
con tinente meridional de la América, están señalados el término de la
nieve permanente, la región de la arena y de la esterilidad, la esfera de
los musgos, de las gramas, de los arbustos, de los árboles y de las selvas
colosales. Cada planta, cada ser organizado, ocupa aquí el lugar que le
señaló la naturaleza. ¡Cuántos objetos reunidos en un espacio tan corto! [Cuántas ideas, cuántos conocimientos se amontonan en este cuadro verdaderamente filosófico!
Su autor, para darle más realce y contraste, ha puesto al lado del
Chimborazo la cima inflamada de Cotopaxi, la del Pico de Teyde, del
Mont-perdú, del Mont-Blanc, el pico de Orizaba, la del Etna y del Vesubio. Estos dos volcanes tan celebrados y tan famosos en la antigüedad,
tan estudiados por los sabios del último siglo y tan temidos de los pueblos que tienen la desgracia de existir en su vecindad, aparecen aquí
como unos pigmeos despreciables al lado de nuestras montañas. Las
ciudades principales del Virreinato (Santa Fe, Quito, Popayán, Cuenca, Laja, jaen ), las minas de plata de Hualgayoc en el Perú, las de
Europa, la nieve perpetua a 510 de lati tud, la sal gema y los huesos
fósiles de la llanura de Bogotá, las conchas petrificadas, el límite de la
vegetación en Nueva España etc., adornan los contornos de este corte
de la América del Sur.
La quina, este bello producto de los Andes, más precioso que el oro y
que la plata que abrigan sus entrañas, y como ha dicho uno de nuestros
compatriotas más ilustrado (1), este árbol de la vida, ha merecido al
XVII
® Biblioteca Nacional de Colombia
autor atenciones particulares. Señalando a cada planta un punto sobre
el perfil del Chimborazo, la quina ocupa una zona de 1200 toesas de
altura perpendicular. A 1500 toesas tira una línea paralela al horizonte
que constituye al término superior y a las 300 toesas otra que hace el
inferior del género cinchona. De una sola ojeada conoce el observador los lugares que producen estos árboles y aquellos de que se hallan
desterrados.
Esta obra nos toca muy de cerca, son nuestras producciones, somos
nosotros mismos los objetos de que trata. Merece, pues, un lugar distinguido en nuestro Semanario, y que nuestros compatriotas la tengan en
su lengua propia. El autor la escribió en francés, en la ciudad de Guayaquil, y la consagró al ilustre
patriarca de los botánicos D. José Celestino Mutis. Este sabio mantuvo el original inédito hasta su muerte y
ahora se publica en una traducción fiel y conforme al manuscrito del
autor.
El barón de Humboldt, rodeado de una vegetación abundante, de
todos los animales que pueblan nuestros bosques, llevando su atención
hacia los fósiles, a la forma y dirección de nuestras montañas, a los ríos,
a los valles, a los meteoros, a la temperatura, a la geografía, a la astronomía, en una palabra, a cuanto le presentaba el cielo y la tierra, pasando con la rapidez que exigía su largo viaje, es preciso que se hayan escapado a su penetración muchos objetos, y que haya incurrido en algunas
equivocaciones. Nosotros que hemos viajado dentro del virreinato, por
orden y a expensas de la Real Expedición Botánica de Santa Fé y de
D. José Ignacio Pamba (2), que hemos visitado muchos lugares que
(1)
D. J osé Ignacio Pombo, del comercio de Cartagena, y hoy prior de este consulado, en un manuscrito
intitulado:
Noticias varias sobre las quinas oficinales, sus especies, virtudes, usos, comercio, acopios, su extracto y descripción botánica.
Esta obra, llena de erudición
y de gusto, abraza cuanto se
puede desear sobre los plant íos, acopios, envases y comercio de esta preciosa corteza. El autor la ha sabido embellecer -con reflexiones y con hechos
que siempre se leerán con gusto y con aprovechamiento.
iOjalá vea la luz
pública cuanto antes!
iOjalá se estudie y profundice
por nuestros compatriotas!
(2)
Este ciudadano patriota y desinteresado
apoyó con todas sus fuerzas mi viaje
a la provincia de Quito. Libros, instrumentos,
recomendaciones,
dinero, todo cuanto pod ía esperar un hijo de un padre generoso, recib í yo de su
mano. No se crea que solicité, ni que pedí estos bienes. Sin conocerme, sin
haberme escrito jamás, me llenó de beneficios. Con el placer más completo
de mi corazón le pago este tributo de mi reconocimiento.
XVIII
® Biblioteca Nacional de Colombia
nos son comunes con Humboldt, en una palabra, que hemos seguido de
cerca los pasos de este viajero ilustre, con los mismos objetos y con la
"Geografía de las Plantas" en la mano, parece que nos hallamos autorizados (1) para advertir al público lo que hemos notado sobre esta producción interesante del mártir voluntario del galvanismo. No es prurito
de escribir, no es la necia vanidad de exagerar los descuidos de los
hombres grandes la que nos obliga a poner algunas notas. El amor a la
verdad, el deseo de ilustrar algunos puntos de física y de historia natural de nuestros países, son los motivos que nos mueven. Respetando las
luces, los vastos conocimientos y los grandes talentos de este VIajero
extraordinario, más respetamos la verdad.
FRANCISCO JOSE DE CALDAS
(1)
Tanto más cuanto ha muchos años que reunimos materiales y observaciones
para una obra intitulada
Fitograf/a del Ecuador, trabajando
sobre un plan
más vasto y tal vez más útil al comercio, a la agricultura y a la medicina vegetal. Como a Humboldt,
la quina ha llamado toda nuestra atención. Bajando y subiendo los Andes en todos sentidos, desde los 40030' lat. S., hasta
5025' lat. N., hemos podido fijar irrevocablemente
los términos, no sólo del
género cinchona como lo ha hecho el autor de esta obra, sino también los de
todas las especies que lo constituyen.
Las plantas que cultivamos, las que sirven en las artes ypara restablecer nuestra salud, son las que nos han merecido la preferencia.
Humboldt se limita a las alturas, y nosotros, después de
establecer
los términos precisos a que está reducida cada especie bajo del
Ecuador, nos atrevemos a señalar la latitud hasta donde extiende su existencia, y por decirlo así, a fijar los trópicos de todas las plantas que hemos sujetado a nuestro examen. Establecemos
principios y leyes generales sobre la
geografía de la vegetación y creemos haber hecho dar un paso a esta ciencia,
que por confesión de Humboldt,
se halla todavía en la cuna. A pesar de los
esfuerzos que hemos hecho para perfeccionar
nuestra Fitografía, aún nos
restan que verificar muchas observaciones
y un viaje a los Andes del Quindío. Si las circunstancias,
si mi fortuna me lo permiten, si llego a completar
mis conocimientos
en este ramo importante
de la botánica, los presentaré
al público como un testimonio
de amor que profeso a mi país y a mis conciudadanos.
XIX
® Biblioteca Nacional de Colombia
Alexander
von Humboldt
xx
® Biblioteca Nacional de Colombia
IDEAS
PARA UNA
GEOGRAFIA
DE LAS PLANTAS
MAS
UN CUADRO DE LA NATURALEZA
LOS
PAISES
'rROPICALES
basado en las observaciones
y mediciones que se realizaron entre los
paralelos de 100 latitud norte hasta 100 latitud sur, durante los años de
1799,1800,1801,1802 Y 1803.
POR
AL. VON HUMBOLDT
ELABORADOS
Y EDITADA
y A. BONPLAND.
POR EL PRIMERO
con un grabado en cobre
EDITADO DONDE F. G. COTTA EN TUBINGIA
F. SCMOELL (Rue des Macons-Sorbonne
N.19
en PARIS, 1807)
y
JARDlN BOTANICO
"JOSE CELESTINO MUTIS"
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DE
Prólogo
Después de larga ausencia de Europa durante cinco años y de haber
permanecido en países, muchos de los cuales jamás fueron visitados por
naturalistas, tal vez este sea motivo suficiente para que me hubiera
apresurado a hacer conocer una corta descripción de mi viaje. Me hubiera podido sentir lisonjeado de que este afán estuviera acorde con los
deseos del público, del cual una gran parte expresó tan vivo interés
por mi estado personal y el desarrollo de mis trabajos.
Pero pensé que era más importante para la ciencia dar primero una
visión general de los resultados principales sobre los fenómenos observados por mí, que hablar de mí mismo y de las dificultades que tuve
que vencer en aquellas regiones lejanas del mundo. Este cuadro de la
naturaleza es la obra que me atrevo a presentar en el momento actual
a los físicos y cuyos detalles serán más desarrollados en mis trabajos
posteriores.
En este cuadro de la naturaleza presento todos los fenómenos que
ofrece la superficie de nuestro planeta y la cubierta de aire que la envuelve. Los naturalistas que conocen el actual estado de nuestro saber
empírico, especialmente aquel de la meteorología, no se van a asombrar al ver tratados en tan pocas páginas tantos objetos. Si hubiera podido dedicar más tiempo a su elaboración, con seguridad la obra hubiera
resultado aún más corta; ya que mis conceptos sólo pretenden presentar
hechos concretos con base en cifras exactas.
Desde mi más temprana juventud he acumulado ideas para una obra
de esta índole. El primer bosquejo para una geografía de las plantas lo
presenté a mi amigo Georg Forster cuyo nombre nunca lo puedo mencionar sin el más profundo sentimiento de gratitud. Luego del estudio de
diferentes aspectos de las ciencias físico-matemáticas,
me ofreció la
posibilidad de ampliar mis ideas primarias al respecto. Pero ante todo, a
él le debo el haber podido realizar mis viajes a los países tropicales que
me suministraron los materiales para este trabajo. Escribí la mayor parte de estas páginas al pie del Chimborazo, mirando los objetos que iba
a describir, rodeados de una naturaleza poderosa, pero benévola, no
obstante sus diferencias internas. He pensado en dejar el título Ideas
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para una geografia de las plantas; cualquiera otro título menos modesto, hubiera destacado aún más mis deficiencias en éste mi primer ensayo, y así hubiera sido la benevolencia del público menos valiosa.
Fiel a las costumbres de la investigación empírica en el campo de las
ciencias naturales a la cual he dedicado mi vida hasta hoy, procedo también en esta obra a presentar en forma ordenada los variados fenómenos, uno al lado del otro, en vez de explicar, profundizando en la naturaleza de las cosas y sus interrelaciones internas. Esta confesión que
marca mi punto de vista bajo el cual espero que sea comentada, al mismo tiempo indica la probabilidad de que alguna vez será posible presentar un cuadro de la naturaleza de un modo diferente, a la vez más
amplio y de un nivel más de tipo filosófico-natural.
Esta posibilidad de la cual yo mismo tenía mis dudas antes de mi
regreso a Europa; es decir, una reducción de todos los fenómenos de la
naturaleza, de toda su actividad, de todas sus creaciones serían motivo
de discusiones de nunca acabar, en cuanto a las fuerzas básicas opuestas
de la materia. Y creada como ensayo arraigado y atrevido por Schelling,
uno de los pensadores más profundos de nuestro siglo. No del todo
ignorante del espíritu de su sistema estoy lejos de la opinión de que el
estudio filosófico de la naturaleza, pueda hacer daño a la investigación
empírica, y de que empíricos y filósofos naturales se tengan que rechazar para siempre como polos opuestos. Pocos son los físicos que han
protestado más que yo por las deficiencias de las teorías conocidas, y
sus expresiones gráficas, y pocos son también los que expresaron su
incredulidad
referente a las diferencias específicas de los llamados
elementos básicos (Ensayos sobre las fibras irritadas de los músculos y
nervios, T. I, pág. 376 Y 422; Tomo Il , pág. 34,40). Entonces quién
más que yo podría participar con satisfacción y alegría Íntima en un
sistema, el cual socavando la atomística y distanciándose de la concepción unilateral, también utilizada antaño por mí, de que toda diferencia
de la materia se basa en la mera diferencia de las dimensiones espaciales
y de su densidad, y que está lejos de la luminosidad sobre los organismos; del calor, del magnetismo y de la electricidad, fenómenos tan poco
accesibles a las ciencias naturales hasta entonces, pero que permiten
divulgar estos fenómenos.
El cuadro de la naturaleza, el cual estoy suministrando aquí, se basa
en observaciones que he realizado en parte solo, y en parte en compañía
del señor Bonpland. Unidos por los lazos de una amistad íntima de
muchos años, compartiendo
las dificultades a las cuales está uno expues'.:o en países de escasa cultura y bajo la influencia de climas malignos, hemos resuelto que todos los trabajos deban considerarse como
I
II
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fruto de nuestra expedición y que, neven los nombres de nosotros
dos.
Durante la redacción de esta obra en París, necesitaba con frecuencia
el consejo de hombres excelentes,
con los cuales, por fortuna, estuve
siempre en estrecha comunicación. El señor Laplace, cuyo nombre no
necesita elogios míos, me otorgó su más cálida colaboración desde mi
regreso de Filadelfia, para elaborar mis observaciones en los trópicos.
Ilustrando sobre lo que nos rodea con base en la abundancia de sus
conocimientos y de la fuerza de su ingenio, se ha convertido el trato
de él para mí, en una influencia tan benéfica como vital, lo mismo para
todos los demás hombres jóvenes, a los cuales sacrifica con gusto sus
escasos ratos de ocio.
Las obligaciones de amistad me impulsan a ser no menos agradecido
con el señor Biot, miembro de la primera clase del Instituto Nacional.
El, quien une la sagacidad del físico con la fuerza del matemático, me
ha sido muy útil en la elaboración de mis observaciones viajeras. Así,
él mismo calculó las tablas para la Refracción Horizontal y la disminución de la luz.
Varios hechos sobre la distribución de los árboles frutales, los tomé
del excelente escrito del señor Sickler. Los señores Decandolle y Ramond me suministraron observaciones interesantes sobre el estado de
las plantas en las montañas suizas yen los Pirineos. Otras informaciones
las debo a los escritos clásicos de mi amigo de muchos años y maestro
Willdenow. Además no parecía inútil tener una visión retrospectiva de
la "Zona templada y hacer una comparación en cuanto a la distribución
entre las plantas de Europa y las de Suramérica.
El señor Delambre completó mi tabla de las alturas de las montañas
con otras medidas propias de él, hasta ahora desconocidas. Una parte
de las mías las calculó el señor Prony, con base en la fórmula barométrica de Laplace. Con grande amabilidad este mismo señor realizó los
cálculos de más de 400 mediciones.
En la actualidad me ocupo en la elaboración del tomo que va a contener mis observaciones astronómicas; una parte de las mismas ya se entregó a la oficina de longitudes de París para su examen. Sería precipitado publicarlas antes de terminar el tomo astronómico de la obra, los
mapas geográficos que he dibujado, o también la descripción del viaje
mismo; ya que la ubicación y altura de un lugar tiene sobre casi todos
los fenómenos físicos y psíquicos, una influencia más o menos grande.
Me siento lisonjeado especialmente en cuanto a mis cálculos de longitudes que tuve oportunidad de realizar durante la penosa navegación
sobre el Orinoco, el Casiquiare y el Río Negro, y que van a ser espe-
III
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cialmente interesantes para ayudar a personas que conocen el deficiente
estado de la geografía en e! interior de Suramérica. No obstante, la
exacta descripción del Casiquiare que hizo el Padre Caulin, geógrafos del
presente sin embargo expresan nuevamente sus más grandes dudas sobre
las características de la comunicación de! Orinoco con e! río Amazonas. Pero como yo mismo trabajé en estas regiones con instrumental
astronómico espero que no me vayan a juzgar con amargura (1), cuando no encuentren en la naturaleza el curso de los ríos y montañas, tal
como lo indica el Mapa de la Cruz; porque éste es el destino más común
del forastero; el de provocar desagrado cuando contradice los conceptos
tradicionales. Una vez terminada la publicación de mis observaciones
astronómicas, como también de las mediciones barométricas y geodésicas, se pueden presentar mis demás trabajos en forma continua y rápida
al público. y solamente después de la elaboración del material existente, me vaya ocupar en una nueva expedición, cuyo plan tengo esbozado, y de la cual espero, va a suministrar gran claridad sobre los fenómenos magnéticos y meteorológicos
más importantes.
No puedo hacer públicos los primeros resultados de mi viaje a los países tropicales, sin aprovechar esta oportunidad para expresar al gobierno
español, el tributo de mi más profundo y respetuoso agradecimiento,
por haber tratado mi expedición durante cinco años con tan especiales
consideraciones y protección. Pude trabajar con una libertad que antes
jamás se había concedido a una persona particular en una nación noble,
en la cual se han conservado unas características propias bajo el empuje
de los acontecimientos;
no he conocido en aquellas regiones lejanas casi
ningún otro obstáculo que aquellos con los cuales se enfrenta la naturaleza a los hombres.
De manera que el recuerdo de mi permanencia en el nuevo continente, siempre estará acompañado con los más vivos agradecimientos por
el trato tan cariñoso que he recibido yo, de los habitantes de todas las
clases sociales en las colonias españolas en ambos hemisferios, como
también en el Estado Libre de Norteamérica.
Roma, en el mes de julio de 1805
Al. van Humboldt
(1)
Geographie
moderne
de Pinkerton,
traduite
par Walkenaer,
174-177 .
IV
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Tomo VI, pág.
IDEAS
PARA UNA
GEOGRAFIA
DE LAS PLANTAS
Las investigaciones de los naturalistas por lo general se limitan a objetos que por lo común abarcan sólo una muy pequeña parte de la botánica; se ocupan casi exclusivamente en la búsqueda de nuevas especies,
con las descripciones de las formas externas de las mismas, y con sus
características, según las cuales la semejanza permite unirlas en clases o
familias.
Estos estudios fisionómicos de las criaturas orgánicas son sin duda el
fundamento más importante de todas las descripciones de la naturaleza.
Sin esta base ni siquiera podrían prosperar; aquellas partes de la botánica que tienen una influencia directa más o menos grande sobre el bienestar de la humanidad, como la investigación sobre las fuerzas curativas de las plantas, de su cultivo y sus usos técnicos. Tan deseable como
es que muchos botánicos se dediquen exclusivamente a estos estudios
tan amplios, tanto más cuanto que esta concatenación
de las formas
sea susceptible de un tratamiento filosófico.
no es sin embargo menos
importante al elaborar la geografía de las plantas, una disciplina de la
cual apenas existe el nombre, y que sin embargo contiene los más interesantes materiales para la historia de nuestro planeta.
Ella -la geografía de las plantas- las observa según la proporción de
su distribución en los diferentes climas. Casi ilimitada, tal como el objeto que investiga, descubre ante nuestros ojos el infinito manto vegetal,
el cual, tejido más denso o abierto, ha puesto la naturaleza, fuente de
toda la vida, sobre el desnudo planeta. Ella sigue a la vegetación desde
las alturas escasas en aire donde están los glaciares perpetuos hasta las
profundidades del mar o al interior de las rocas, donde habitan en cuevas subterráneas las criptógamas, que todavía son tan desconocidas como
los gusanos que ellas alimentan.
El borde superior de este manto vegetal se encuentra al igual como
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el de la nieve perpetua, más alto o más bajo, de acuerdo con la latitud
del lugar o de la inclinación de los rayos solares calientes. Pero ellímite interior de la vegetación nos es totalmente
desconocido, ya que
observaciones exactas sobre las plantas subterráneas en ambos hemisferios, nos enseñan que el interior de la tierra está con vida en todas partes, donde gérmenes orgánicos, encontraron espacio para su desarrollo,
y un líquido con oxígeno, para su alimentación. Aquellos riscos pendientes y congelados que se alzan muy por encima de las capas de nubes, están cubiertos por musgos y líquenes. Parecidos a estos son las
criptógamas que extienden una vez en multicolor y otra vez inmaculadamente blancas,.su textura blanda y fibrosa sobre las paredes de estalactitas en las cuevas subterráneas y sobre la madera húmeda de los
socavones en las minas. Así se acercan al parecer los límites periféricos
de la vegetación, y producen formas cuyas estructuras simples son poco
estudiadas por los fisiólogos.
Pero la geografía de las plantas no solamente ordena éstas según la
diferencia de los climas y altura de las montañas, donde se encuentran;
observa a éstas no únicamente según la cambiante presión atmosférica,
de la temperatura,
de la humedad ambiental y de la tensión eléctrica
bajo los cuales se desarrollan; ella, la geografía de las plantas, distingue
entre las innumerables plantas del planeta, lo mismo que entre los animales, dos clases (1), las cuales en sus relaciones (es decir en sus formas
de vida) se encuentran en lugares muy opuestos.
Algunas crecen solitarias y dispersas. Así en la zona templada en
Europa, Solanum dulcamara, Lycbnis dioica, Polygonum bistorta, Antbericum 1iliago , Crataegus aria, Weissia paludosa, Polytricbum piliferurn, Fucus saccbannus, Clavaria pistillaris y Agaricus procerus, y así
bajo los círculos tropicales en el nuevo continente, Tbeopbrasta americana, Lysiantbus longifolius, Heuea, la mayoría de las especies Cincbona, Vallea stipularis, Anacardium caracoli, Quassia stmaruba, Spondias
mombin, Manettia reclinata, y Gentiana apbylla.
Otras plantas, unidas socialmente como las hormigas y las abejas.cubren extensas regiones donde excluyen todas las demás plantas diferentes a ellas. A éstas pertenecen el brezo (Erica oulgaris), la fresa (Fragaria oesca), Vaccinium myrtillus, Polygonum aciculare, Cyperus [uscus,
Aira canescens, Pinus syloestris, Sesuuium p ortulacastrum, Rbizopbora
mangle, Crot on argenteum, Convoluulus brasiliensis, Bratbys juniperina,
Escallonia myrtilloides, Bromelia karatas, Spbagnum palustre, Polytri(1)
Ya mencioné esta diferencia y llamé la atención sobre otros aspectos de la
geografía de las plantas en mi flora Fribergensis (1703).
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cbum commune, Fucus natans, Spbaeria digitata, Licben baematomma,
Cladonia paschalis y Tbaelaepbora birsuta,
No obstante que enumeré entre estas plantas sociables algunas suramericanas, sinembargo su presencia en el conjunto es menos frecuente
en los países tropicales que en la zona templada, donde su abundancia
produce una visión de la vegetación más monótona y menos pintoresca (1).
Desde las orillas del Orinoco hasta las del río Amazonas y las del
Ucayali, en una llanura de más de 300 millas, está cubierta por un
denso bosque ininterrumpido.
Si no fuera por el obstáculo separador de
los ríos, entonces los micos, que son casi los únicos habitantes de estas
soledades, podrían pasar sin tocar la tierra, del hemisferio Norte al hemisferio Sur ,lanzándose de una rama a la otra del inmenso bosque. Pero
estas interminables selvas no ofrecen alojo del explorador la visión
cansona de las plantas sociables. Cada parte está adornada con formas
distintas. Aquí están estrechamente agrupadas las Psy cb otria, Mimosas
con hojas parecidas de la Haya, y Melastoma siempre en flor, allá las ramas altas ocultan las Cesalpinias, árboles de la higuera envueltos por la
vainilla, especies de Lecythis, y las Heveas abundantes en leche (2). Ninguna planta ejerce aquí un dominio desplazante sobre las demás.
Muy distintas son las plantas en las tierras tropicales que limitan con
Nuevo-México y Louisiana. Entre las latitudes 170 y 220 Norte hay una
altiplanicie de 2000 metros (6000 pies) sobre el nivel del mar, (los nativos la llaman a esta tierra Anabuac), densamente cubierta por robles y
una especie de abetos, parecido al Pinus strobus, Arboles de ámbar (3),
Arbutus madronno y otras plantas sociables cubren los valles amables de
Xalapa en la vertiente oriental de la cordillera mexicana. Tanto el suelo,
clima, plantas y formas, y en conjunto toda la fisionomía de la región
adquiere aquí un carácter que parece pertenecer a la zona templada, y
el cual en las mismas latitudes dentro de los círculos tropicales yen la
misma altura de las montañas no se observa en la América del Sur. La
causa de este raro fenómeno quizás está principalmente en la figura del
(1)
(2)
(3)
Nota del traductor: Ciertamente Humboldt no alcanzó a conocer detalladamente todas las regiones fitogeográficas de los trópicos, y por los páramos
pasó demasiado rápido e impresionado por el tiempo reinante, por haber
podido observar el predominio de unas pocas plantas en grandes cantidades,
produciendo
una fisionomía paisajista uniforme, pero nada monótona y
muy variable durante el ciclo diurno de luz, y muy pintoresca también.
Caucho, por absorción del ox ígeno atmosférico, expu Isado en leche.
N. de T. Liquidambar styracflua.
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nuevo continente, que crece desproporcionadarnente
de anchura hacia
el Polo Norte, lo cual, provoca que el clima de Anahuac se torne más
frío de lo que debería estar de acuerdo con su ubicación y altura. Así
es como plantas del Canadá se trasladaron lentamente hacia el Sur' y
ahora se observan cerca del círculo del Trópico de Cáncer, y en las
faldas de los volcanes activos de México, los mismos abetos que son
característicos de las fuentes de Gila y Missury.
En Europa la gran catástrofe del crecimiento de las aguas continentales que provocaron primero la apertura de los Dardanelos y más tarde
la ruptura de las columnas de Hércules, para excavar el ancho valle del
mar Mediterráneo, ha sido adversa al paso de las plantas africanas. Solamente unas pocas plantas que se encuentran en Nápoles, en Sicilia yen
el sur de Francia llegaron aquí, como tal vez los micos de Gibraltar,
antes de estas rupturas. El frío en los pasos de las montañas pireneicas
demuestra
que las plantas vinieron dire ctarnen te del Sur de la tierra
de los bereberes y no desde el Suroeste a través de España. Durante los
siguientes milenios de años, el mar Mediterráneo, separador de los países, pero para la navegación y el tráfico, y cultura intelectul de la especie humana tan importante, hIZO imposible la inmigración de plantas, y
por lo mismo contrasta la vegetación de la Europa del Sur con aquella
del bajo Egipto y de las costas del Atlántico del Norte. No es así la distribución de las plantas entre el Canadá y el mismo istmo mexicano.
Aquí ambos países parecen haber intercambiado mutuamente sus plantas, y las lomas que limitan el valle del Tenochtitlan están cubiertas
casi con los mismos árboles que aquellas que crecen sobre el paralelo
de 450 latitud algo al norte de la Cordillera de las Grullas y el Salar de
Tipanogoa. Si unos artistas visitaran esta parte de la región tropical
americana para estudiar el carácter de la vegetación, buscarían sin
éxito el esplendor y la grande variedad de las plantas equinocciales.
Encontrarían
sobre el paralelo de los bosques de las Indias Occidentales robles y abetos, así como cipreses de dos fibras, bosques que ofrecen la monoton ía cansona de las plantas sociales del Canadá, Asia del
Norte y Europa.
Sería un trabajo interesan te el indicar en mapas botánicos especiales las regiones de la tierra que ocupan estas integraciones sociales de
plantas uniformes. Ellas se presentarían en largas fajas, que ocasionando
esterilidad, desplazan toda cultura y ora aparecen como landa, ora
como llanuras herbáceas infinitas (estepas, sabanas), ora como selvas
impenetrables,
ofreciendo a las comunicaciones de la especie humana,
obstáculos casi más grandes que las montañas y el mar. Así empieza
la tierra de las landas con esta agrupación de la Erica vulgaris, Erica
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tetralix de los Lichen icmadophila y Licben haematomma (líquenes),
desde la punta septentrional de Jutlandia, que se extiende a través de
Holstein y Lueneburg (1), hasta más allá del paralelo 520. Desde allá
se orienta hacia el occidente, y alcanza a través de las llanuras graníticas de Munster y Breda, las costas del océano inglés. Desde hace muchos
siglos dominan estas plantas en los países nórdicos. La industria de los
habitantes luchando contra este dominio absoluto de estas plantas, poco es el espacio que les han ganado. Pero estos campos agrícolas recién
arados, esta conquista de la diligente aplicación, las únicas benéficas para la humanidad, forman islas de un verde fresco en las landas y yermas.
Recuerdan ellos a aquellos oasis que guardan en sí el germen de la vida
vegetal en los muertos desiertos de las arenas de Libia.
Un musgo, Sphagnum palustre, igualmente típico en los trópicos como en los climas templados ocupaba antaño una considerable parte de
Alemania. Los frecuentes pantanos de turba en las regiones bálticas y de
Alemania Occidental, atestiguan la gran expansión que tuvo antaño aquella planta sociable: los pantanos más recientes deben su origen a dos
criptógamas de pantano, el Sphagnum y Minium serpillifolium, mientras
que la turba de las formaciones más antiguas se formó de las acumulaciones de ulvas marítimas (2) y especies de fucus con contenido de
sal y por lo mismo descansa frecuentemente sobre un lecho de pequeñas
conchas marítimas. Debido a la destrucción de los bosques, los pueblos
agrícolas disminuyeron la humedad del clima. Poco a poco los pantanos
se secaron y el spbagnum 'que hizo inservibles a los nómadas de la vieja
Germania grandes regiones de ella, fue desplazado por plantas útiles
para el hombre.
No obstante que el fenómeno de que las plantas sociables pertenecen
casi exclusivamente a la zona templada, también los países tropicales
suministran algunos ejemplos; el largo dorso de la cadena de los Andes
en una altura de 3000 m.s.m. (casi 9300 pies), está cubierto de modo
uniforme por el Chite (Brathys juniperina) de flores amarillas, Chitirnani (Brathys ouata), jara va , una especie herbácea, emparentada con el
Papporopborum,
la Escallonia con hojas de forma de mirto, varias
especies de hierbas molinia y de la Tourrettia cuya médula nutritiva la
disputa, por necesidad, el indio alosa. En las ardientes llanuras entre
(1)
(2)
Casi hasta los 52071 '.
N. de T. Ulva lactuca.
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el Chinchipe y el río Amazonas crecen las sociables Croton con las hojas plateadas, más Godoya y las Bougainvillea cubierta con coloridas
brácteas. En las sabanas del bajo Orinoco crecen Kyllingia, y allá donde
brota un manantial, la palma moriche de tipo abanico y frutos de color
purpúreo y de forma cónica. De la misma manera encontramos en el
Virreinato de la Nueva Granada, entre Turbaco y Mahates, sobre el
río Magdalena, y sobre la vertiente occidental de los Andes +nevados
del Quindío-,
bosques ininterrumpidos
de junco de bambú y Heliconias, con hojas de formas de plátano. Pero estos grupos de plantas sociables siempre ocupan extensiones menores y también son menos frecuentes entre los círculos tropicales que en la zona templada y fría de la
parte septentrional de la tierra.
Para opinar sobre la antigua continuidad entre continentes cercanos,
se basa el geognosta en la parecida estructura de las costas, de los estratos y ubicación de los tipos de cordilleras, de las mismas razas humanas
y de animales que las habitan, y de los mares costaneros poco profundos. La geografía de las plantas puede suministrar materiales no menos
útiles para esta clase de investigaciones. Ella observa las plantas que
tiene Asia-oriental en común con la California y México. Ella sugiere la
probabilidad de que América del Sur y Africa se separaron antes del
desarrollo de gérmenes orgánicos sobre la superficie terrestre y de que
ambos continentes con sus costas orientales y occidentales estuvieran
unidos en dirección hacia el Polo Norte; guiado por ella -la geografía
de las plantas- se puede penetrar en la oscuridad que envuelve el pasado de nuestro planeta para determinar. si después de las caóticas mareas
de agua, las partes secas de la corteza terrestre estaban en muchos
lugares ya un mismo tiempo cubiertas de diferentes especies de plantas,
o de lo contrario (según los mitos muy antiguos de muchos pueblos)
todos los gérmenes vegetales se desarrollaron en una sola región, desde
donde, por caminos difíciles de determinar, y afrontando diferentes
climas, se han expandido en todas las direcciones sobre el globo.
La geografía de las plantas investiga si se pueden encontrar entre las
innumerables plantas de la tierra, y si se puede detectar entre ellas ciertas formas primarias, y si se puede considerar o no las diferencias específicas como consecuencia de la degeneración o cambio, como desviación
de un prototipo. Resuelve ella, o no, el problema tan discutido de si
existen plantas que pertenecen a todos los climas, todas las alturas y a
todas las regiones de la tierra?
Si me atrevo a sacar conclusiones generales de lo que he visto en
pequeñas partes de ambos hemisferios, entonces puedo suponer, que
algunas plantas criptógamas son las únicas, que produce la naturaleza en
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todas partes (1). Dicranum scoparium, Poly tricbum commune, Verrucaria sanguinea y Verrucaria limitata Scopoli, crecen en todas las latitudes, tanto en Europa como bajo la línea equinoccial, sobre el lomo de
altas éordilleras como en la orilla del mar, en todas partes, pues, donde
encuentran sombra y humedad.
En la orilla del río Magdalena, entre Honda y la Aegyp tia ca , en una
llanura donde el termómetro marca sin interrupción 250 a 280, encontramos al pie de la Ochroma (2) y del Macro cemum de hojas grandes,
también mantos de musgos, tan estrechamente
tejidos y de un verde
tan fresco, tal como se observan en los bosques de Suecia y de Alemania del Norte. Si otros viajeros aseguran que los musgos y otras Criptógamas por lo general son escasos en la zona cálida, entonces la causa
de esta afirmación consiste en que ellos no han penetrado lo suficiente
al interior de estas selvas, sino que únicamente visitaron costas secas o
islas cultivadas. De los líquenes inclusive se encuentran muchos de una
misma especie en todas las latitudes de las zonas Norte y Sur. Parecen
casi independientes de la. influencia del clima, como también del tipo de
cordillera sobre las cuales crecen, y de las cuales casi ninguna pertenece
exclusivamente a una sola parte de la tierra.
Entre las plantas fanerogámicas no conozco ninguna cuyos órganos
sean suficientemente
flexibles para adaptarse a todas las zonas y a todas las alturas de un lugar. Equivocadamente
se adjudicaron estas características de flexibilidad a tres plantas, a la Alsme media, a la Fragaria vesca, y al Solanum nigrum, pero esta flexibilidad sólo al hombre le es dada, y a algunos animales domésticos que lo rodean. Así no
más, las. fresas de Pensilvania y del Canadá ya son diferentes, a las de las
huertas europeas. De esta última creíamos nosotros -Bonpland y yohaber encontrado algunas plantas en Surarnérica cuando cruzamos a pie
la cordillera nevada del Quind ío desde el valle del río Magdalena hasta el
valle del río Cauca. La indolente naturaleza de esta parte de la cadena
de los Andes, la soledad de aquellos bosques de palma de cera, el olor
del styrax y de las Passifloras arbóreas más la falta de cultura en las
tierras adyacentes, parecen excluir la posibilidad de que los pájaros o
quizá la mano del hombre hubiera casualmente regado estas semi-
(1)
También el señor Schwarz encontró
musgos europeos Fumaria hvgrometrica,
en las montañas azules de Jamaica cuyas alturas llegan a dos mil doscientos dieciséis metros (1138 Toesas).
N. de T. Balso.
Dícranum g/aucum y Bryum serpi/lifolium
(2)
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llas (1). ¿Pero fue en verdad la =Fragarta vesca- la que encontramos?
La flor, si la hubiéramos visto, no nos mostraría diferencias entre la
Fragaria andina y europea, ya que como tantas otras especies de este
género, se diferencian entre si por variedades muy pequeñas. Varias
plantas alemanas y suecas que se creía haber visto sobre riscos granÍticos en la Tierra del Fuego, Islas de los Estados y sobre las costas del
Estrecho de Magallanes, resultaron una vez examinadas sus características por Decandolle,Willdenow
(2) y Desfontaines, como especies análogas, pero diferentes de las europeas.
Me es permitido afirmar con optimismo que durante los cuatro años
en que herboricé en la América del Sur en ambos hemisferios, jamás
vi una planta silvestre de origen europeo en el nuevo continente. De
muchas plantas, por ejemplo Alsine media, Solanum nigrum, Soncbus
oleraceus, Apium graveolens y Portulacd oleracea, únicamente se puede
afirmar que estas plantas, como los pueblos de la raza caucasiana, están
dispersos sobre considerables extensiones de las regiones septentrionales de la tierra. Si ellas también existen en los países meridionales, donde hasta la fecha no se han encontrado, es una pregunta que tampoco
hoy se puede contestar. Hasta el presente los naturalistas han penetrado
tan poco en el interior de los continentes africanos, suramericanos y
neo-holandeses,
que poco es lo que podemos lisonjeamos de conocer
completamente
la flora de estos países, mientras que en Europa se descubren todavía diariamente, plantas parecidas y hierbas aún no descritas,
yen la tan visitada Pensilvania hasta árboles (3), desconocidos o apenas descubiertos, de manera que es aconsejable abstenerse en este punto
de todos los reclamos apod ícticos, ya que de lo contrario el botánico
caería en el mismo mal de muchos geognostas, que construyen todo el
cuerpo terrestre con base en el modelo de la loma (4) más cercana.
Para poder hablar definitivamente
sobre el gran problema de las
migraciones de los vegetales, la geografía de las plantas penetra al interior de la tierra para consultar allí los testigos monumentales del pasado, como madera petrificada, huellas de plantas, estratos de turba,
(1)
(2)
(3)
(4)
Por recomendación
de Mutis fueron tra ídas desde España, semillas de fresas
de la Nueva Granada en la segunda mitad del siglo XVIII.
Véase la parte excelentemente
desarrollada. Historia de las plantas, en la
obra de Willdenow: Conocimientos básicos de las hierbas (Grundr. der
Kraeuterkund)
1802, pág. 504.
Den Olnussbaum, Pyrolaria, Michaux.
El Brocken, el Montmartre, el Vesubio, el Penk de Derbyshire, el Saleve y
Heinberg.
8
® Biblioteca Nacional de Colombia
carbón mineral, otros estratos sedimentarios y antiguos aluviones.Tos
cuales fueron la tumba de la vegetación primaria de nuestro planeta.
Sorprendida encuentra ella frutas del sur de la India, troncos de palma,
helechos arbóreos, hojas de banano y el bambú. de los países tropicales
enterrados en estratos del frío norte de la tierra. Ella, la geografía de
las plantas, investiga si estas plantas de los climas cálidos como también
los colmillos de los elefantes y esqueletos de tapires, cocodrilos y didelfos que recientemente encontramos en Europa, fueron arrastrados por la
fuerza de las corrientes marinas durante el tiempo de la inundación general de la tierra, desde las zonas ecuatoriales, y depositadas en las zonas
templadas, o si alguna vez estos climas nórdicos de hoy produjeron
antaño en sus tierras estas mismas plantas de plátanos, y elefantes, cocodrilos y bambusas arbóreas en otros climas (1).
La tranquilidad y el orden en los cuales se descubren aquellos productos, frecuentemente
estratificado en un orden familiar, parecen ser
opuestos a la tesis primera, y por razones astronómicas a la segunda.
Pero quizás son posibles grandes cambios climáticos sin violentos cambios en la posición del eje terrestre, y sin buscar explicaciones en otras
perturbaciones,
las cuales parecen poco probables dada la situación
actual de la astronomía física.
Si todos los fenómenos geognósticos comprueban que la corteza de
nuestro planeta no fue hasta tardíamente compacta, y si se puede deducir con base en la naturaleza y ubicación de los tipos distintos de cordilleras, que la formación y él endurecimiento
de las rocas no se realizaron a. un rnismo tiempo sobre toda la superficie de la tierra; entonces
se comprende cómo durante el cambio de la materia del estado líquido
al compacto y cómo durante el endurecimiento
y la colocación de
las cordilleras alrededor de un núcleo común, fue liberada una inmensa cantidad de materia de calor, y cómo esta liberación local, por lo
menos durante algún tiempo, pudo elevar la temperatura de algunas
regiones, independientemente
de la altura del sol. ¿Pero un aumento
temporal de temperatura tendría la duración necesaria que requeriría
la naturaleza para crear los fenómenos explicados?
Los cambios en la intensidad de la fuerza de la luz de algunas estrellas que se han observado duran te varios siglos, favorecen la hipótesis
de que el sol, que constituye el epicentro de nuestro sistema, también
puede estar sujeto a modificaciones
similares de tiempo en tiempo.
¿Habría sido posible que una intensidad aumentada de los rayos solares
(1)
Véase la intel igente disertación
lativa de Schelling.
de Steffen en la Revista para tisice especu-
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® Biblioteca Nacional de Colombia
hubiera antaño distribuido calor tropical sobre los países cercanos al
Polo Norte?
Aquellos cambios que transforman las regiones tropicales en desiertos y hacen vivible la Laponia para las plantas tropicales, elefantes y
cocodrilos, éson periódicos o son ellos los efectos de las perturbaciones
pasajeras en nuestro sistema planetario?
Todas estas investigaciones conectan la geografía de las plantas con la
geognosia. Regar luz sobre la más antigua historia de' la Tierra, ofrece a
la fantasía del hombre un amplio campo todavía aún desconocido.
Las plantas, tan parecidas a Los animales en cuanto a la sensibilidad
de los órganos, y de las fuerzas provocadoras de la naturaleza, sin embargo se distinguen considerablemente
de los animales por la época de
sus migraciones. Ellos, los animales, poco móviles en su temprana juventud, sólo abandonan su tierra de origen cuando Se han vuelto adultos;
éstas, enraizadas en el suelo después de su desarrollo, empiezan su viaje
todavía en el grano de semilla, parecido como al huevo, y es despachada
por medio de corona de plumas, fuelle del aire, arranque de alas y cadenas elásticas (Elater e Catenula de la Morchantina) por el aire y el agua.
Los vientos del otoño, las corrientes marina.s y las aves favorecen estas
migraciones; pero su influencia por más grande que sea desaparece frente a la influencia que ejerce el hombre en cuanto a la distribución de las
plan tas sobre la superficie terrestre.
Cuando el nómada, desplazado por la manada que la sigue llevado
hasta el brazo del mar, o que fuera obligado por otros obstáculos naturales insalvables a terminar por fin su vida errante, entonces empezaría
en seguida a concentrar alrededor de sí algunas plantas y animales que
le fueran útiles para su alimentación y vestimenta. Estas son las primeras huellas de la agricultura. En tre los pueblos nórdicos se realiza lentamente este paso desde el estado de cacería hacia el cultivo de las plantas; más temprano se efectúa este proceso del asentamiento en tre [os
pueblos del trópico. En este mundo selvático rico en ríos, entre el Orinaco y el Marañón, la abundante vegetación dificulta al salvaje el alimentarse exclusivamente de la cacería. La profundidad de los ríos y la
fuerza de su corriente más las inundaciones, lo sanguinario del cocodrilo y la culebra de tigre (Boa) determinan que la pesca sea tan difícil
como peligrosa. La naturaleza obliga aquí al hombre al cultivo de las
plan ras: obligado por la necesidad reúne unos vástagos de plátano,
Cartea papaya, jatropba
y Arum alimenticios,
alrededor de su rancho. Este campo agrícola, si es permitido llamar así la reunión de algunas plantas, reemplaza al indio, por muchos meses, lo que le niegan la
caza y la pesca y los árboles frutales silvestres de la selva. Asf modifi-
10
® Biblioteca Nacional de Colombia
can el clima y el suelo, más que su origen, la ubicación y las costumbres
de los salvajes. Ellos determinan la diferencia entre los pueblos pastores
de los beduinos y los pelayos en los bosques de robles de la Grecia Antigua, así como con los cazadores nómadas sobre el Mississipi.
Algunas plantas que son objeto de las horti y agricultura acompañaron a las especies humanas migratorias desde los siglos más lejanos de
una región a otra de la tierra. Así siguió en Europa la vida los griegos,
los cereales a los romanos, el algodón a los árabes. En el nuevo continente los Tultecos, viniendo de países nórdicos desconocidos y aprovechando para la invasión la corriente Gila, expandieron el maíz sobre
México y las regiones meridionales. La papa y la quinoa se encuentran
en todas partes donde los habitantes de la montaña del viejo "Koridinamarca" (1) habían pasado. De las migraciones de estas plantas comestibles no cabe duda, pero su primera y verdadera patria sigue siendo
un enigma, lo mismo que la patria de las diferentes razas humanas, que
ya encontramos en las más lejanas épocas sobre toda la tierra, las cuales
cantan los mitos más antiguos de los pueblos. Al sur y oriente del mar
Caspio, sobre las orillas del Oxus, y en los valles de Curdistan cuyas
montañas están cubiertas por las nieves perpetuas, se encuentran abundan tes arbustos de limones, granadas y árboles de peras y cerezas.
Todas las frutas que adornan nuestros jardines, allá parecen desarrollarse silvestres. Yo digo parecen, ya que si esta fue su patria primaria,
o aqu fueron alguna vez cultivadas y luego tomaron nuevamente el estado primitivo, queda más que dudoso, ya que en esta región, desde
tiempos antiquísimos, reina la cultura de la especie humana, y por lo
mismo también la horticultura.
Pero por lo menos la historia nos enseña que aquellas campiñas
fértiles entre el Eufrates y el Hindú, entre el Mar Caspio y el Golfo
Pérsico suministraron a Europa los más valiosos productos vegetales.
Persia nos suministró el árbol de la nuez y los melocotones; Armenia (el naikia de hoy) los albaricoques; Asia Menor el árbol de la cereza dulce y la castaña; Siria nos regaló el higuero, la granada y los
árboles de olivo y morera. En los tiempos de Catón, los romanos no
conocieron ni cerezas dulces, ni melocotones, ni árboles de morera.
Pero Hesíodo y Homero ya mencionaron el olivo, que se cultivó en
Grecia y en las islas del Mar Egeo. Bajo Tarquina el antiguo no existió
ni un solo palo de estas plantas, ni en Italia ni en España y tampoco en
Africa. Bajo el consulado de Apio Claudia el aceite era todavía muy
í
(1)
Das K6nigreich
Neu-Granada.
11
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caro en Roma; pero en los tiempos de Plinio, el olivo ya era cultivado
en Francia y España.
La vid que cultivamos ahora, parece que era extraña en Europa. Ella
crece silvestre en las costas del Mar Caspio, en Armenia y Karamama.
Desde el Asia se pasó a Grecia y desde allí a Sicilia. Los Foceaos llevaron la vid a Francia meridional, y los romanos la cultivaron en las orillas
de los ríos Rhin y Danubio. También las especies de Vitis que se encuentran silvestres en Nuevo México y Canadá y los cuales dieron el
nombre de Vinland a la parte de América descubierta por los Vikingos,
son diferentes, específicamente,
de la especie Vitis oin ifera, hoy extendida a Pensilvania, México, Perú y Chile.
Un árbol de cereza, cargado de frutas maduras, adornó el triunfo de
Luciolo. Fue entonces cuando por primera vez los habitantes de Italia
conocieron este producto asiático, traído por el dictador desde el Ponto donde tuvo una victoria sobre Mitrídates. Y ya un siglo más tarde
la cereza era común en Francia, Inglaterra y Alemania (1).
Así cambia el hombre de acuerdo con sus deseos la distribución natural de las plantas, y reúne alrededor de él los productos de los climas
más lejanos. En las Indias Orientales y Occidentales, en las plantaciones
de los europeos, ofrece un espacio estrecho a un mismo tiempo el café
del Yemen, la caña de azúcar de la China, el índigo de Africa y muchas
otras plantas que pertenecen a ambos hemisferios. Una visión que es
todavía más interesante, cuando despierta en la fantasía del observad,"
los recuerdos de una cadena. de maravillosos acontecimientos
que ha
realizado el género humano a través de mares y tierras por todas las regiones de la tierra.
Aun cuando la incansable y activa diligencia de los pueblos agrícolas
ha logrado arrancar un número de plantas útiles de su tierra de origen
y las ha obligado a habitar todos los climas y todas las alturas de las
montañas, no obstante de la larga servidumbre, su forma no ha cambiado. La papa, que se cultiva en Chile en 3500 metros de altura (casi 11000
pies) lleva las mismas flores que aquella que se ha transplantado a las
llanuras de Siberia. La cebada que alimentó los caballos de Atridas, era
sin duda la misma que hoy en día todavía estamos cosechando. Al
parecer todas las plantas y animales que habitan actualmente la superficie de la tierra, durante muchos milenios, no han cambiado sus formas
características.
El Ibis, el cual se encuentra entre las numerosas culebras
(1)
Algunos botán ices sostienen que la pequeña variedad de Prunus avium existe
silvestre en Alemania.
De las ciruelas y peras los romanos trajeron desde
Siria solamente las más grandes y bonitas.
12
® Biblioteca Nacional de Colombia
e insectos en las catacumbas egipcias y cuya edad es probablemente
mayor que la de las mismas pirámides, aquel ibis es idéntico al que está
pescando en la actualidad en las orillas pantanosas del río Nilo (1).
Estas coincidencias, esta identidad de las formas, comprueban que los
esqueletos de animales gigantescos y también las maravillosas formas de
las plantas que tiene encerrada la tierra en su interior, no se deben considerar como degeneraciones las especies actualmente existentes, sino
que más bien permiten suponer un estado de nuestro planeta que era
diferente al actual orden de las cosas, y también demasiado antiguo para
que aparezcan en los mitos del género humano, surgido tal vez mucho
mas tarde para que pudieran ocuparse de éstos.
Como la agricultura determina el dominio de plantas extrañas e inmigradas sobre las autóctonas, estas últimas van siendo poco a poco concentradas sobre un espacio estrecho. Así que la cultura hace uniforme
la visión del mundo europeo y esta uniformidad está opuesta a los deseos del pintor paisajista, como también del botánico que investiga en
el campo. Por fortuna para ambos este mal aparente se limita a solo
una pequeña parte de la zona templada en la cual la densidad de población y la formación moral del hombre han aumentado más. En el mundo
tropical la fuerza humana es demasiado débil, para poder vencer a la
vegetación, la cual cubre ante nuestros ojos el suelo, y -nada deja sin
cubrir, menos el océano y los ríos.
La tierra del origen primario de aquellas plantas que al parecer acompañan al género humano desde su más temprana infancia, está enterrada
en la oscuridad del pasado lo mismo que la patria de los animales domésticos. Nosotros no sabemos de dónde vinieron aquellas especies de
hierbas en cuyas semillas ricas en harinas, se basa principalmente
la
alimentación de todos los pueblos caucásicos y mongólicos. Nosotros
no conocemos la tierra de origen de los cereales, del trigo, de la cebada,
de la avena y del centeno. Esta última especie herbácea parece que ni
siquiera fue cultivada todavía por los romanos. Ciertamente buscan antiguos mitos griegos el origen del trigo en las llanuras de Enna en Sicilia, y viajeros aseguran haber visto crecer silvestre la cebada en el norte
de Asia, sobre la orilla del río Samara (2) que desemboca en el Valga,
el espelta en Persia (1) cerca de Hamadan y el centeno sobre Creta; pero estos hechos necesitan una investigación exacta, ya que es muy fácil
confundir las plantas autóctonas con las foráneas que lograron huir del
(1)
(2)
Ambos se encuentran en el Museo de Historia Natural en París, expuestos
Lino al lado del otro.
En el Kaptsachak asiático) en la región de Orenburg,
el
13
® Biblioteca Nacional de Colombia
cuidado y dominio del hombre y recobraron así su antigua libertad en
los bosques. También las plantas que constituyen la base de la riqueza
de todos los habitantes de la zona cálida, plátano, árboles de melón, palma de coco, jatropha y maíz, no se han encontrado creciendo jamás en
ninguna parte en un estado primario. Ciertamente observé varios troncos
de plátano en las selvas sobre el Casiquiare y Tuamin í lejos de las habitaciones humanas, pero sin embargo se las llevó quizás hacia allá el salvaje
de estas regiones, que es desconfiado, serio y de mentalidad oscura,
quien busca lugares aislados para desarrollar sus cultivos, de acuerdo
con costumbres infantiles. Los abandona y los cambia por otros lugares
y de los troncos de plátano, abandonados y vueltos al estado primitivo,
lo mismo los árboles de melón (2) que parecen así de pronto como
productos del suelo y que sobre él se entremezclan con las plantas del
lugar. De la misma manera nunca he podido saber dónde, en el continente nuevo crece la papa en estado silvestre; ya que esta planta benéfi ca
cuyo cultivo es la base de la existencia para la población de las tierras
estériles del Norte de Europa, no se ha encontrado en estado natural y
no cultivado, ni en Norteamérica, ni tampoco en la cadena de los Andes
de la Nueva Granada, de Quito, Perú, Chile y Chiquitos; no obstante
que los españoles dieron a varias altiplanicies de la cordillera el nombre
engañoso de Párarno de las Papas.
Por medio de investigaciones de esta clase y otras semejantes, la geografía de las plantas aclara así el origen de la agricultura, cuyos objetivos son tan diferentes como el origen de los pueblos, su dedicación al
trabajo y el clima bajo el cual viven. Es también parte de esta disciplina
la observación sobre la influencia que ejercen la alimentación más o
menos excitante sobre la energía del carácter; además observaciones
sobre extensos viajes marítimos y guerras por medio de los cuales naciones lejanas tratan de adueñarse o extender y divulgar productos
vegetales. De este modo las plantas interfieren en la historia moral y
política del hombre: si ciertamente la historia de los objetos naturales
sólo se puede considerar como t;tna descripción de la naturaleza, no es
menos cierto según la definición de un pensador profundo (3) los mis-
(1)
(2)
(3)
O escauda, una variedad de trigo. Sobre una montaña, a cuatro días de camino desde Hamadan, encontró Michaux el spelt silvestre. El supone que Triticum hybernum y Triticutn aestivum en Persia también se encontrarían alguna vez en estado silvestre.
Me refiero a Carica papaya; ya que creo que he visto con frecuencia en su
estado natural a Carica posoposa.
Schelling "Sistemas del Idealismo trascendental",
pág. 413.
14
® Biblioteca Nacional de Colombia
mas cambios de la naturaleza adquieren un carácter legítimamente histórico, si ejercen influencia sobre los acontecimientos humanos.
Todos estos aspectos de por sí ya son suficientes para describir las
amplias dimensiones de esta disciplina, la cual denominamos con el n.o
muy acertado nombre de Geograft'a dé las plantas. Pero el hombre, que
tiene sentido para la belleza de la naturaleza, se alegra al encontrar en
ella también la solución de tantos problemas morales y estéticos. ¿Cuál
fue la influencia que tuvo la distribución de las plantas sobre lasuperficie terrestre, y la distribución de la misma, sobre la fantasía y el sentido
artístico de los pueblos? ¿En qué consiste el carácter de la vegetación de
este o aquel país? ¿Qué es lo que modifica el ambiente alegre o severo
que provoca el mundo vegetal en el observador? Estas observaciones son
tanto más interesantes ya que están relacionadas con aquellos medíos
misteriosos, que provocan el efecto de la pin tura paisajista y hasta en
parte el efecto de la misma poesía. Vista la naturaleza en lo grande, la
mirada sobre cuerpos y lugares permite un goce que es básicamente diferente de aquel que produce la disección de un cuerpo orgánico y el estudio de su admirable estructura. Aquí incita lo individual, el afán de aprender, allá la influencia del conjunto sobre la fantasía. iCuán diferente son
los sentimientos que despierta el verde fresco de las praderas y aquel de
las sombras oscuras de los abetos? eCuán diferentes son los bosques de
las zonas templadas y aquellos de los países tropicales, en los cuales los
esbeltos troncos de las palmas tienen formas semejantes a una arcada de
columnas, muy por encima de las hyrneneas con su denso follaje? ¿y la
diferencia de los sentimien tos que se experimentan en la naturaleza son
causados por el tamaño del conjunto, de la belleza absoluta, o por el
contraste, en las agrupaciones de las formas de las Plantas? ¿En qué
consiste la preferencia artística-pintoresca
de la vegetación de los trópicos? ¿Cuáles diferencias fisionómicas se observan entre plantas africanas y aquellas de la América del Sur? centre las plantas de los Alpes y
de las Cordilleras Andinas y aquellas de los Pirineos o de las Cordilleras
de Habesh?
Entre la cantidad casi innumerable de vegetales que cubren la superficie de la Tierra, se reconocen, observándola con debida atención, algunas formas básicas, a las cuales se pueden atribuir probablemente todas
las demás y las cuales forman igualmente tantas familias o grupos. Yo
me limito aquí a indicar las características de las mismas, cuyo estudio
debe ser especialmente importante para el pintor paisajista.
1) Formas de las Bananas: Plantas scitamineas, Musa, Heliconia Strelitzia. Un tronco carnudo, alto y de tipo herbáceo foliar, hasta
crespo, formado de delicadas laminillas de color blanco plateadas,
15
® Biblioteca Nacional de Colombia
2)
3)
4)
5)
6)
7)
(1)
hasta matizadas de negro. Hojas anchas, brillosas como seda y rayadas transversalmente,
del tipo de liliáceas, de las cuales las más
jóvenes de un verde amarillento son enrolladas y crecen verticalmente mientras que las más viejas, destrozadas por el viento, cuelgan como la corona de las palmas, con las puntas hacia abajo; los
frutos de color amarillo oro están concentrados en racimos como
las uvas.
Formas de las palmas: Un tronco alto, no ramificado anillado y hacia el centro frecuentemente
engrosado y espinoso, sobre el cual
se levanta majestuosamente
una corona compuesta de hojas pinnadas o en forma de abanico. Al final del tronco por lo general un
cáliz de dos partes del cual sale la pan ícula.
Formas de los helechos arbóreos: Parecidas a las palmas, pero el
tronco es menos alto y esbelto, de color casi negro y agrietado,
con hojas delicadas y oblicuamente dirigidas, de color verde claro,
en el borde con en talladuras, casi del tipo de las hojas de col. No
tiene cáliz.
Formas de Aloe: Agave, Aloe, Yucca, algunas euforbiáceas, Pourretia, hojas duras de un verde azulejo, lisas y terminadas en puntas
agudas. Flores airas, tallos, que surgen del centro y a veces se subdividen en forma de candelabro, algunas especies desarrollan la corona radial sobre ramas desnudas en forma culebresca.
Formas de Poto (1): Arum, Potbos, Dracontium, hojas grandes y
brillantes, frecuentemente
de forma aguda de flecha y perforada;
tallos generalmente largos, trepadores, color verde claro y flores
gruesas y alargadas. La inflorescencia arranca de la vaina blancuzca.
Forma de las comieras. Todas las Folia acerosa, Pinus, Taxus, Cupressus, algunas protéaceas y aun la banksia (2), especies de ericáceas y las mimosas no pinnadas (por una monstruosidad genérica?) neo-holandesas, limitan con las dos formas de los pinos. La corona de pronto piramidal como en el caso de la larix o ciprés; de
pronto extendiéndose en forma de paraguas corno el Pinus pinea.
Forma de las Orqu ideas: Epidendrum, Serapias, Orchis. Con hojas
simples carnudas y de color verde claro con flores, multicolores
Esta denominación
-no
así la forma
biológica-
a la cual se refiere el autor,
está en la actualidad
fuera de uso. Pothos = su rafz es latina: Potus = bebida. Hace referencia a plantas que necesitan abundantes
cantidades de agua.
Ejemplo: los anturios (Aráceas - familia del anturio y de las hojas del cora(2)
zón), véase: E. Pérez Arbeláez.
N. de T. Proteaceae.
Plantas
Utiles de Colombia
16
® Biblioteca Nacional de Colombia
pág. 192. N. T.
y de maravillosas formas; frecuentemente
parasiticas, son el mayor adorno de la vegetación en los trópicos.
8)
Forma de las Mimosas: Mimosa, Gleditschia, Tamarindus, Porlieria. Todas con hojas finamente pinnadas a través de las cuales penetra agradablemente el azul del cielo. Con copas muy amplias,
pero frecuentemente aplastadas como los paraguas.
_
9) Forma de Malvas: Sterculia, Hibiscus, Ochroma, Cavanillesia (Flor
Per). Arboles de tronco grueso con hojas grandes generalmente flojas (foliis lobatis) y maravillosos árboles de columnas (Columniferae de Linne).
10) Forma de bejuco: Lianas, Vitis, Paullinia, Clematis. Mutisia. Son
plantas con troncos leñosos quebrados y frecuentemente
con hojas
compuestas. Las flores predominantemente
en forma de racimos y
panícula.
11) Forma de Lilias: Pancratium, Fritillaria, Iris. Son plantas sin troncos, con hojas largas, simples, de verde claro, suavemente rayadas,
frecuentemente
rectas, verticales, de forma de sable y de doble
línea, con delicadas y vistosas flores, envainadas unas (Spathaceae
de Linne), otras libres (Coronariae de Linne ).
12) Forma de Cactus: La Cerei. De varios lados y bordes carnosos, carente de follaje, frecuentemente
espinoso, creciendo en parte como columna yen parte ramificado como candelabro, con flores de
vistosos colores que brotan de la masa aparentemente sin vida.
13) Forma de Casuarina. Casuarina, Equisetum. Plantas sin follaje, de
estructura externa simple, con tallos blandos, delgados, ramificados, rayados a lo largo.
14) Forma de hierba y junco.
15) Forma de musgos
16) Formas de liquenes de hojas
17) Forma de los hongos.
Los grupos fisionómicos se diferencian muchas veces de aquellos que
los botánicos establecen en sus llamados sistemas naturales.
Estos determinan exclusivamente las grandes dimensiones, mientras
que aquéllos determinan el carácter de la vegetación y consecuentemente la impresión que produce la visión de las plantas y su agrupación en
la mente del observador.
La clasificación botánica propiamente dicha se basa por el contrario
en las más pequeñas, pero más importantes partes de la fecundación,
que por lo general no llaman la atención al observador común. Sin duda
sería una excelente tarea, digna de un culto artista la de estudiar y presentar fielmente la fisonomía de aquellos grupos de plantas, que no
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® Biblioteca Nacional de Colombia
encuentran expresión ni en los idiomas más ricos, pero no a través de
libros o invernaderos, sino en la naturaleza misma, en su propia patria.
Altísimas palmas que agitan sus poderosas hojas fibrosas sobre un
matorral de plantas de heliconia y plátano; troncos de cactus Que se levantan e!1 forma de movimiento de culebra, rodeados de plantas. de liliáceas en flor; un helecho arbóreo rodeado por robles mexicanos: iqué
clase de objetos tan pintorescos para el pincel de un artista con sen timin to l
El carácter típico de la vegetación de una zona se basa en la belleza
de las formas individuales, o el contraste, que resulta de la agrupación
natural de la misma, en la dimensión de sus masas orgánicas y de la intensidad de su color verde. Muchas figuras y por cierto las más hermosas
son aquellas de las palmas, las plantas de los bananos y aquellas de los
helechos arbóreos y gramíneas, que faltan del todo en las regiones nórdicas de la Tierra. Otras, por ejemplo del follaje pinnados, son aquí muy
escasas y menos delicadas. El número de las plantas arbóreas es menor, su
copa menos alta y de escaso follaje, raramente adornadas con grandes y
espléndidas flores, como sucede en los países tropicales. Sólo en estos
países la naturaleza creadora se deleitó al reunir las formas de todas las
plantas. Aun las coníferas, que a primera vista aparecen ausentes no solamente se encuentran sobre el alto dorso de los Andes, sino en los mismos valles más cálidos de Xalapa, y aqu Í y allá (1) en la cercan ía de
Loja.
Bajo la línea equinoccial por lo general la fisionomía de la vegetación
tiene más altura, majestad y variedad, que en la zona templada. El brillo
de la' cera allá es más bonito, el tejido del parénquima más abierto y
nuevo y a la vez jugoso; árboles colosales lucen állá permanentemente
con flores más grandes, olorosas y multicolores, mientras que donde
nosotros hay pequeños arbustos, troncos viejos carbonizados por la luz,
están cubiertos con el follaje fresco de las Paullinias con potos y orquídeas, cuya flor muchas veces copia la figura (2) del colibrí, al cual ofrece su ITÚe!.
(1)
(2)
Abetos, Ciprés y Juniperus son tres géneros que se encuentran en cantidades
en la zona tropical septentrional,
p.e. en la Nueva España; mientras que en la
zona meridional, tropical, en la zona de la Cordillera igualmente fría, son
muy raros. En la alta cordillera de Andes de Santa Fe, Popayán y Quito no
encontré otra con ífera que unos troncos de la especie Cupressus, en los bosques del Quind ío y cerca de Loja.
Los indios toman con frecuencia de esta figura parecida al pájaro de la Epidendera los nombres espec íficos.
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Pero en contraste, los trópicos carecen casi totalmente del color verde tan suave de las amplias praderas y campos. Sus habitantes no conocen el seatimiento de bienestar que se experimenta en la primavera con
el despertar y rápido desarrollo de la vida vegetal. La naturaleza tan previsiva ha dado a cada región sus propias ventajas. La fibra vegetal, una
vez tejida más densamente, otra vez más abierta, vasos amplios y brotando la savia o tempranamente
estrechados endureciéndose y convirtiéndose en una masa arbórea; mayor o menor intensidad del color,
según el proceso de oxidación, el cual incita los rayos de luz; estas y
otras situaciones similares determinan el carácter local de la vegetación
en cada región.
La gran altura a la cual se eleva la superficie terrestre por encima de
las regiones de las nubes bajo la línea equinoccial, permite a los habitantes de esta tierra el singular espectáculo,de que estén rodeados además de bananos y palmas, también por formas vegetales, que se crea
muchas veces y que sólo pertenecen a los climas europeos y del norte
de Asia. Los ardientes valles de las cordilleras de los Andes están adornados con heliconia y mimosas de hojas finamente pinnadas. Más
arriba crecen helechos arbóreos y la planta cuya corteza contiene el
medicamento benéfico contra la fiebre. En esta región de clima tan suave la Cinchona va más arriba y se desarrollan también los robles, abetos,
Cipreses berberis, arbustos de moras, alisos y una cantidad de plantas a
las cuales solemos; aplicar una fisonomía nórdica. Así pues el habitante
de los trópicos goza de la visión de todas las formas vegetales. La tierra
le revela en su con jun to de una vez todas sus tan variables creaciones, lo
mismo que el firmamento estrellado no le oculta nada de polo a polo,
ninguno de sus brillantes mundos.
Los pueblos de Europa no pueden gozar de esta ventaja. Muchas
plantas le serán desconocidas para siempre. Las plantas enfermizas,
que nuestro lujo o también el deseo del saber las encierra en invernaderos, sólo nos recuerdan lo que nos está vedado: nos ofrecen un cuadro
desfigurado e incompleto de la magnificencia de la vegetación de los
trópicos. Pero en la riqueza de la cultura y del idioma y en la fantasía de los poetas y artistas encuentran los europeos una compensación satisfactoria. El milagro de las artes imitadoras los lleva a las regiones más lejanas de la tierra. Aquellos cuyos sentimientos son sensibles para estos milagros y cuyos espíritus sean suficientemente cultos, para comprender la naturaleza en todas sus manifestaciones, aquél se crea,
ciertamente, aún en la región mis monótona, su propio mundo interior;
él se adueña de lo que el atrevimiento del naturalista, atravesando mares
y aires, descubre sobre los picos glaciares o en las cuevas del interior de
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la tierra. Aquí hemos llegado al punto donde las culturas de los pueblos
y la ciencia, sin duda influyen sobre la felicidad individual. Gracias a
ella vivimos a un mismo tiempo tanto en el siglo pasado como en el presente. Concentrando alrededor de nosotros lo que ha producido el ingenio del hombre en la tierra más lejana del planeta, podemos estar al
mismo tiempo cercanos a todos. Ciertamente el conocimiento del juego
interno y misterioso de las fuerzas de la naturaleza, nos permite en muchos casos el atrevimiento de sacar conclusiones para el futuro y de
determinar de antemano la repetición de grandes acontecimientos.
Así
nos produce el conocimiento y visión del organismo del mundo, un
goce espiritual, una libertad interior que aun bajo los golpes del destino
no puede ser destruida por ninguna fuerza exterior.
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CUADRO DE LA NA1'URALEZA
DE LOS
PAISES
rrROPICALES
Según observaciones y mediciones que se realizaron entre los 100 de latitud norte y 100 de latitud
sur, durante los años de 1799 hasta 1803.
Cuando se asciende del nivel del mar a las cumbres de las altas cordilleras, cambia poco a poco la fisonomía de la superficie y los fenómenos físicos del círculo atmosférico. La vegetación de la llanura se
pierde bajo las plantas alpinas de variada formación. A los árboles
altos de los bosques siguen arbustos bajos con ramas torcidas; a éstos
siguen hierbas olorosas, cuya superficie suavemente lanuda está ocupada por tubos de succión articulada. Más arriba, _enalturas con escaso
aire, crecen en sociedad los pajonales y luego con las praderas o pajonales monótonos, linda la región de las plantas criptógamas. Especies de
líquenes están enterradas aquí solitariamente bajo la nieve perpetua,
e indican el límite superior de las creaciones orgánicas. Con esta visión'
del manto vegetal cambian también las formas de los animales. Distintos son los que viven en los altos y umbrosos bosques de las llanuras
bajas, otros en las llanuras herbáceas de los Alpes, a las cuales perpetuamente riega la nieve que se derrite, abundante en oxígeno (1).
Aún la roca, la masa no orgánica del cuerpo terrestre, cambia su
naturaleza, mientras más se eleva por encima de la superficie del mar.
Frecuentemente se encuentran las tardías formaciones que cubren el granito sólo hasta cierta altura, y la cumbre está compuesta de la misma roca primaria, sobre la cual al parecer descansan todas las demás especies
(1)
Sur l'enelyse et l'eir etmosphérique, par Humboldt et GayLussac, p. 34. El
aire que se desarrolla hirviendo el agua obtenida de la nieve, es más rico en
ox ígeno que el aire atmosférico,
pero no que el aire del agua lluvia y de los
ríos.
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de cordilleras; por lo menos, hasta la profundidad que han alcanzado a
penetrar los hombres hasta el presente. Frecuentemente,
aún sobre el
mismo alto dorso de la cordillera, está el granito escondido bajo nuevas
formaciones.
En rocas elevadas cuatro mil metros sobre el actual nivel
del mar (2053 toesas), se encierra un mundo de conchas pelágicas y
corales petrificados. Cúpulas basálticas perlita, obsidiana y rocas porf iricas pizarrosas de formas grotescas, se encuentran aquí y allá dispersas
sobre la cumbre de la Cordillera. Su existencia presenta a la geognóstica problemas difíciles para resolver. Pero no solamente las plantas,
los animales y las rocas; aún el mismo círculo atmosférico, la mezcla
de líquidos en estado gaseoso que envuelven la tierra y cuyo límite
superior nos es desconocido,
aún esta misma envoltura atmosférica,
ofrece diferencias llamativas, según y como se vaya uno alejando de las
llanuras bajas. El calor y la presión disminuyen mientras que la sequía
y la tensión eléctrica aumentan. El color auzl del cielo se torna más
profundo y oscuro mientras más se gana en altura. La altura del lugar de
ubicación modifica a un mismo tiempo la disminución del peso, el
grado de calor del agua hirviendo, la in ten sidad de los rayos solares y su
refracción. Aun tan inmensamente pequeña comparada con el diámetro
de la tierra, como es la dimensión cortÍsima al alejarnos del epicentro del
esferoide: sin embargo esta distancia ya es suficien te para transportarnos
al ambiente de una nueva creación y hacemos experimentar diferencias
mayores en los productos naturales y en el clima, de lo que pudiera
ofrecernos un cambio considerable entre latitudes geográficas.
Estas diferencias son ciertamen te propias de todas las zonas donde la
naturaleza ha formado altas cadenas mon tañosas , sin embargo están
menos destacadas en las regiones templadas, que bajo el Ecuador donde
el lomo de las cordilleras se eleva de cinco hasta seis mil metros (2565
hasta 3078 toesas) sobre la superficie del océano y donde cada altura
tiene su propia e inmodificable temperatura. Ciertamente se encuentran
en la cercanía del Polo Norte montañas cuya altura puede ser poco menor que la de los colosos montañosos del reino de Quito, y cuya existencia parece a primera vista desfavorable a la creencia de que la rotación de
nuestro planeta tuvo influencia en la concentración de las masas montañosas en los trópicos. El monte Elías sobre la costa Nor-este de Norte
América sobre 60021' latitud norte se eleva a una altura de 5441 metros
(2792 toesas), el Pico de Buen Tiempo -Mount Fairweather+ 4663
m. alcanza allá la misma altura de 4448 metros (2504 toesas). En nuestras latitudes medias sobre 450 el Mont-Blanc tiene 4750 metros
(2440 toesas) y yo creo que se debe considerar como el pico más alto
del viejo continente, hasta cuando no sean medidas las montañas de
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Pue-Koachim (1) (quiere decir la tierra nevada septentrional, Tibet) y
las cordilleras nor-occidentales
de la China, las cuales, según los mitos,
son más altas que el Chimborazo.
Pero sobre los 450 y 470, latitud norte en la zona templada, baja el
límite inferior de la nieve perpetua, que al mismo tiempo es también
casi el límite de toda la vida orgánica, hasta los 2530 metros (1300 toesas). Para poder desarrollar aquí la naturaleza, la abundancia de las diferentes formas de los animales y de las plantas y la diversidad de los fenómenos meteorológicos, le queda en nuestras regiones templadas sobre
las vertientes de las montañas apenas la mitad del espacio, que ofrecen
los trópicos, en donde en las cordilleras la vegetación apenas desaparece a una altura de 4790 metros (2460 toesas). En las cordilleras de las
regiones nórdicas, durante el verano la dirección oblicua de los rayos
solares, más la desigual duración del día (2) hace subir de tal manera
la temperatura del círculo atmosférico, que la diferencia del calor en la
llanura y en la altura de 1500 metros (750 toesas) frecuentemente
es
insensible: por lo mismo se encuentran muchas plantas que crecen al
pie de nuestros Alpes también sobre las cumbres de los mismos; las
noches frías del otoño no destruyen su organización. A la misma disminución de temperatura
también estarían expuestas estas plantas
unos meses más tarde en la llanura baja. Algunas plantas de montaña de
los Pirineos y de la Cordillera Nevada del Sur de España (Sierra Nevada
de Granada) inmigran hasta muy abajo en los valles de ésta. Allá encuentran su calor, el cual también hubieran experimentado aun por tiempo
más corto, en lugares más altos.
Pero bajo los círculos tropicales en contraste, en una altura verti-cal de 4800 metros (2400 toesas) sobre sus vastas tierras montañosas,
que se extienden desde la aglomeración de plátanos en la llanura a nivel
del mar hasta la nieve perpetua, siguen los diferen tes di mas como estratos
el uno sobre el otro. En cualquier altura el calor del aire sólo experimenta cambios sin ninguna importancia. El peso de la atmósfera, su
carga eléctrica, su humedad, todo está sujeto a cambios regulares y
periódicos, cuyas leyes no modificables son más fáciles de descubrir,
ya que todos estos fenómenos no son tan complicados y son menos
ocultos en sus perturbaciones. De esta situación se deduce que en los
(1)
Relación del viaje por Caletas, Sutil y Mexicana en el año 1792 para reconocer el Estrecho de Fuca (por Don Dionisio Caleano y Don Cayetano Valdés)
pág. 122.
(2)
N. de T. Sol sobre el horizonte.
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trópicos, cada altura tiene sus propias condiciones y que estas condiciones determinan una tan gran variedad de formas orgánicas, donde
en los Andes peruanos, por ejemplo, una vertiente de 1000 metros
ofrece una mayor variedad de productos naturales, que una superficie
cuatro veces más grande en la zona templada.
Yo me atreví a bosquejar un cuadro físico de los países equinocciales. He intentado ordenar todos los fenómenos que abarca la superficie
terrestre y del círculo atmosférico desde las costas del océano Pacífico
hasta las cumbres de la Cordillera.
Este mismo cuadro abarca:
Vegetación;
Animales;
Situación geognóstica;
Agricultura;
Calor del aire;
Límite de la nieve perpetua;
Tensión eléctrica de la atmósfera;
Disminución de la gravitación;
Densidad del aire;
Intensidad del color azul del cielo;
Debilitamiento de la luz a su paso por los estratos del aire;
Quiebra o refracción de los rayos sobre el horizonte y el grado de
calor de la ebullición del agua en las diferentes alturas sobre el nivel
del mar.
Para poder comparar los fenómenos de los países tropicales con aquellos de la zona templada, se deben tomar en cuenta todavía otras situaciones, como por ejemplo:
Altura de las montañas en diferentes regiones del mundo, más las
distancias bajo las cuales serían visibles sin la quiebra terrestre de los
rayos (refracción).
Este cuadro de la naturaleza abarca, pues, todos los fenómenos de los
cuales me he ocupado durante mi expedición durante cinco años en los
países tropicales. Contiene los resultados principales de mis trabajos,
los cuales vaya desarrollar más detalladamente en los tomos que publicaré más adelante. Una descripción de la naturaleza así de esta manera,
de los climas ardientes, no me parece solamente interesante en sí, para
el físico empírico, sino que me estoy líson jeando al pensar que podría
volverse especialmente instructiva y fértil por las ideas que podría despertar en los espíritus de aquellos que tuvieran sentido para las ciencias
naturales generales y que busquen las interrelaciones de las fuerzas. En
el gran entrelazamiento
de causas y consecuencias, nunca se debe ana-
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lizar ningún misterio aisladamente. El equilibrio, que reina dentro de
las perturbaciones
de los elementos aparentemente
opuestos entre sí,
éste equilibrio es el resultado del juego libre de las fuerzas dinámicas; y
una visión completa del objeto final de todos los estudios físicos, sólo
puede lograrse no descuidando ninguna fuerza, ninguna creación de
formas, y así preparando un campo amplio y promisorio para la [iloso[ia de la naturaleza.
Si tengo la esperanza por un lado de que mi cuadro de la naturaleza
pueda despertar ideas no sospechadas en aquellos que no temen el esfuerzo de estudiar la ordenación de muchos hechos; creo también por
otro lado, que mi ensayo sería capaz de activar la fuerza de la imaginación y suministrar a ésta un goce que resulta de la observación de una
naturaleza tan maravillosamente grande, muchas veces espantosa, pero
simpre benévola. Esta abundancia de las formas orgánicas, distribuidas
por familias sobre la áspera vertiente de la cordillea, este paso del vigoroso crecimiento de los bosques de las palmas y de las heliconias, rebosantes de la savia vital, hacia la vegetación escasa de los pajonales siempre cubiertos por las nevadas; estas formas de animales y plantas determinados en cada altura de las mon tañas por el clima y la presión atmosférica; este manto brillante de la nieve el cual fija al organismo fronteras
no franqueables, pero este límite está opuesto bajo el Ecuador unos
2200 metros (1100 toesas) más arriba que en la zona templada; el fuego
subterráneo alimentado por fuerzas y materias desconocidas, de pronto
irrumpe en pequeñas llamas como en el Vesubio , de pronto en volcanes
cinco veces más altos como en la cumbre cónica del Cotopaxi , aquellas
conchas marinas que admira el habitante de las montañas muchos miles
de metros por encima del nivel del mar y las cuales le recuerdan las
catástrofes del mundo antiguo, y por fin aquellas solitarias regiones
atmosféricas hacia las cuales induce al aeronauta (1) el valor atrevido y
el noble deseo del saber; todos estos objetos que están reunidos en el
"Cuadro de la naturaleza", sin duda son capaces de ocupar en forma
múltiple la fantasía y formar en ella nuevos conceptos y conclusiones.
Visto de este modo, podría provocar a un mismo tiempo una descripción de la naturaleza de los trópicos, el deseo del saber y la fuerza de la
imaginación, e incitar, aun aquellas para el estudio de la física, a los
cuales hasta entonces había sido cerrado este manantial del rico goce
intelectual.
En cuanto estoy desarrollando estas ideas no hablo tanto del trabajo
(1)
El ensayo
del señor Gay-Lussac
en septiembre
de 1804.
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que ofrezco en esta obra, sino más bien de las probabilidades del desarrollo que veo posible para un cuadro de la naturaleza de los países
equinocciales. El presente ensayo necesita de la benevolencia del público, y esto mucho más si se consideran las ocupaciones heterogénicas
bajo las cuales fue elaborado. Si los nuevos ensayos, para los cuales me
estoy preparando y que requieren ambiente y tranquilidad,
pueden
realizarse, entonces espero poder dar a este "cuadro de la naturaleza"
una mayor integridad; ya que los mapas botánicos van a tener el destino
de las llamadas geográficas y acercándose a la perfección lentamente,
con base en el aumento del número de observaciones y mediciones
exactas.
El primer bosquejo de este trabajo lo desarrollé sobre la costa del
mar del sur, en el puerto de Guayaquil en el mes de febrero de 1803,
cuando regresé de Lima, preparando mi navegación hacia Acapulco.
En seguida envié una copia de este bosquejo al señor Mutis en Santa Fe
de Bogotá. Este excelente botánico con el cual he vivido en las relaciones más amistosas, hubiera sido capaz, más que cualquier otra persona,
de corregir mis observaciones y ampliarlas con las suyas propias. Durante 40 años ha viajado este científico por el reino de la Nueva Granada,
examinando las plantas tropicales en todas las alturas, en las secas y
arenosas llanuras de Cartagena, sobre las bellas orillas del río Magdalena,
así como sobre las lomas de Turbaco donde la Gustavia augusta, la Nectandra sanguinea y los troncos enormes del Anacardium caracolí, forman una densa espesura. Durante muchos años vivió el señor Mutis en
las altas llanuras de la Cordillera de Pamplona y Mariquita, otros, al
pie de la vertiente oriental de la Cordillera Central, cerca de la pequeña
ciudad de Ibagué, un lugar que también a mí me es inolvidable por su
aire suave, abundante vegetación y por las pintorescas vertientes de las
montañas. Ningún otro botánico tuvo más oportunidades de hacer importantes observaciones sobre la geografía de las plantas, ya que durante la recolección de éstas siempre efectuó mediciones altimétricas y
que ha escalado muchas veces las altas cumbres de las cordilleras; cumbres sobre las cuales la Escallonia myrtilloides,
Wintera granatensis,
y la siempre floreciente Befaria, la rosa de los alpes del mundo tropical,
cubre la roca desnuda.
También el señor Haenke, quien acompañó al desgraciado Alessandro
Malaspina en su navegación, debe tener muchos materiales para un trabajo como el mío. Durante diez años ya, recorre con afán incansable
la cordillera andina de Cochabamba, un ramal, que une las cordilleras
de Potosí con las montañas del Brasil. Observaciones no menos importantes para la geografía de las plantas recolectaron seguramente los se-
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ñores Sesse y Mocíño, los cuales acaban de regresar a Europa desde la
Nueva España, cargados con tesoros vegetales. Ellos trabajaron en su
país donde la vegetación se eleva de las costas ardientes de Vera-Cruz y
Yucatán hasta la nieve perpetua de los volcanes, el Sitlaltepetl (pico de
Orizaba) y al Popocatepetl, Pero desgraciadamente mi estadía en México
y en los Estados Libres de América del Norte, me impidieron entrar en
con tacto con estos sabios botánicos y aprovechar sus consejos en la elaboración del cuadro de la naturaleza.
El dibujo el cual yo mismo bosquejé en Guayaquil, fue continuado
en París por un gran artista, el señor Schoenberger. Para dar a este trabajo aquella perfección indispensable para ser grabado en cobre, dio el
señor Turpin los últimos toques. Pero un cuadro que está sujeto a las
escalas laterales que lleva en su marco, para apreciar el perfil que representa, no puede lograr de por sí una gran expresión artística-pintoresca;
porque todo lo que exige exactitud geométrica es contrario a este efecto. Se pensaba que la vegetación sólo debería aparecer como masa y por
lo mismo, como en los planos militares, apenas indicada. Pero sin embargo he creído que no podría permitir destacar en la llanura (al mismo
tiempo como primer plano), la espesura de los plátanos con sus hojas
suaves y los troncos altos de las palmas más concretamente.
Se ve luego
cómo los plantíos de plátano y las palmas de abanico se pierden lentamente entre árboles de follaje pequeño; éstos a su vez en un rastrojo
más pequeño todavía y el rastrojo por fin se pierde en los pajonales. Las
hierbas llegan hasta donde la no compacta cubierta del suelo, cada vez
más delgada, se extiende sobre las cumbres. Los musgos distribuidos en
formas de islas sobre las rocas pendientes, líquenes de hojarasca y Psorias multicolores determinan en forma tenue el manto superior de la vegetación. Seguramente hubiera sido de mejor gusto para el conjunto del
cuadro, si no se hubiera escrito ningún número, ni ninguna observación
alrededor de los contornos de los Andes. Pero en esta presentación geográfica se pretendía presentar a un mismo tiempo dos condiciones, frecuentemente excluyentes entre sí: exactitud y efecto pintoresco. Hasta dónde lo hemos logrado, lo resolverá el público.
El cuadro de la naturaleza de los países tropicales abarca todos los
fenómenos físicos, que ofrece la superficie de la tierra y el círculo
atmosférico desde 100 de latitud norte hasta 100 latitud sur. Las formas de las plantas y de los animales, y en especial los fenómenos meteorológicos adquieren en la parte del Nuevo Mundo desde el paralelo
10 hasta la latitud de 230, un carácter en nada parecido al de la región
ecuatorial, de manera que no hubiera sido correcto extender a éste hasta los círculos tropicales. Según las mediciones que he hecho en el
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