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FORMACIÓN Y ESPIRITUALIDAD E JESUCRISTO, KYRIOS, SEÑOR DE LA IGLESIA Cango. Dr. Eduardo Chávez Sánchez l término griego: “Kyrios” inicialmente significó: el amo, el dueño, el que posee una casa, o un sembrado, o una heredad. Posteriormente, se utilizó como “Señor”, y éste es un título honorífico atribuido a Jesucristo para proclamar su gloria y su soberanía sobre la historia humana y sobre todo el cosmos. Así que, Jesucristo no es sólo un profeta más o un sabio más, sino que es el Hijo de Dios, Señor de la historia y del universo entero. Para captar plenamente el alcance teológico de este título es indispensable tener en cuenta el significado eminente de la resurrección de Jesucristo. En ella y por ella, el Hijo de Dios, por su pasión y muerte, entró en la gloria divina por el poder del Espíritu Santo y fue exaltado por encima de toda criatura como Mesías y Señor del universo (cf. Flp 2,6-11; Rom 1,3-5), Señor y juez de la historia (cf. Hch 2,34. Jn 5), Señor de la esperanza de salvación para todos los hombres (cf. Hch 4,12). Jesucristo como Señor de la Iglesia está presente en varios pasajes de los evangelistas San Juan y San Mateo, pero particularmente en las cartas de San Pablo a los Efesios y a los Colosenses, donde se le ve como la Cabeza del Cuerpo que liBOLETÍN • 2013 • 19 no, Verdad y Vida; para poner bajo su Señorío toda la existencia, y esto no es una confesión de fe abstracta y formal, sino que tiene una enorme importancia para la vida histórica, social y política de todo cristiano. El Acontecimiento Guadalupano, que es un ejemplo de Evangelización perfectamente inculturada, como lo ha definido el amado y recordado Papa Juan Pablo II; manifiesta a Jesucristo, Hijo de Dios, mediante el mensaje del Amor de Dios que la Perfecta Siempre Virgen Santa María de Guadalupe le comunicó a San Juan Diego, cuando le dio a conocer su venerable aliento, su venerable palabra; es decir: su voluntad. La Virgen de Guadalupe quiere una “casita sagrada” para ahí entregarnos a Él, a Él que es el “Dueño del cielo y de la tierra”, a Él que es la mirada comprensiva, a Él que es nuestro auxilio, a Él que es el remedio para todos nuestros males; a Él que es su Amado Hijo Jesucristo, nuestro Señor. bremente distribuye sus dones, vivifica y renueva con su Espíritu. La Iglesia está bajo el Señorío de Jesucristo, su Cabeza. Este pensamiento fue desarrollado sucesivamente también por los Santos Padres, especialmente por San Agustín con su doctrina del Christus totus y por Santo Tomás de Aquino con su visión del “cuerpo místico”. Y en tiempos recientes, estos conceptos han llegado a su plena formulación 20 • BOLETÍN • 2013 Así nació la Iglesia Católica en México, con una conversión sin precedentes, fruto de este encuenen la encíclica Mystici corporis, de tro con el “Kyrios”, Cristo Vivo, Pío XII (1943), y en la Lumen gen- Resucitado y Glorioso; “el verdatium, del Vaticano II (1964). derísimo Dios por quien se vive”, quien por medio de su Madre, loLa tradición teológica cristiana gró derribar el muro del odio que desde los tiempos de los mártires y separaba tanto a indígenas como a de las primeras persecuciones has- europeos, llamándolos e invitánta hoy, ha captado la profundidad dolos, a construir juntos la civilidel título que se le da a Jesucristo: zación del amor que tiene como “Cristo Rey”, manifestando con centro a Jesucristo, Señor de la ello la radicalidad de su adhesión Creación entera, Señor de la Igletotal a Cristo, como único Cami- sia, Señor de la Historia.