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A. Fernández Puig (2011). “El sistema de Estados europeos en tiempos del Canciller Otto von Bismarck”
(Temario de oposiciones de Geografía e Historia), Clío 37. http://clio.rediris.es. ISSN: 1139-6237.
El sistema de Estados europeos en tiempos del Canciller Otto Von Bismarck
(Tema 56 del temario de oposiciones de Geografía e Historia, BOE 18/11/2011)
Alberto Fernández Puig
IES Gonzalo de Berceo, Alfaro (La Rioja)
[email protected]
CONTENIDOS.
1. Introducción
2. Francia. El Segundo Imperio y la III República
3. La Inglaterra victoriana
4. Los Imperios de la Europa Oriental: Rusia, Turquía, Austria
5. Los Sistemas Bismarckianos
6. La Paz Armada
1. INTRODUCCIÓN
En el Congreso de Viena de 1815, tras las guerras napoleónicas, quedó consagrado el
nuevo orden político europeo bajo el signo del “Equilibrio de Poderes”. Este año surgió
una nueva manera de entender la política europea basada en la ausencia de una gran
potencia que pusiese en peligro la convivencia entre las naciones europeas.
El equilibrio europeo será roto definitivamente por la aparición de dos de las
denominadas por Renouvin como “causas profundas”, una de carácter ideológico, el
nacionalismo, y otra de orden económico, la Revolución Industrial. Estas fuerzas
alterarán el equilibrio europeo, tanto a nivel del reparto de poder entre las potencias,
como a nivel económico.
El nacionalismo. En sus dos versiones, centrífuga y centrípeta, provocarán una
profunda alteración del equilibrio europeo. Será sobre todo la aparición de dos nuevos
estados: Alemania e Italia las que rompan la correlación de fuerzas entre las naciones.
La Revolución Industrial: a partir de la industrialización aparecerá una nueva
asociación entre potencia política y riqueza económica. La grandeza de un estado se
medirá por su pujanza económica. La Revolución Industrial contribuirá al nuevo orden
europeo. Las novedades en el terreno industrial motivarán la aparición de una nueva
potencia, el Imperio Alemán y la decadencia de Austria-Hungría, el Imperio Ruso y el
Imperio Turco.
Otra de las características más importantes de este periodo será el eurocentrismo.
Europa será el centro del mundo y las grandes naciones del Viejo Continente serán las
únicas que tengan capacidad de decisión internacional. A finales de siglo el espacio
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geopolítico se habría de ampliar notablemente con la incorporación de nuevos territorios
colonizados. A pesar de la aparición de dos nuevas potencias, Estados Unidos y Japón,
las grandes decisiones políticas serán tomadas en Europa.
El “ámbito europeo” por otra parte se irá ampliando. En plena era del imperialismo, las
decisiones tomadas en el continente afectarán a todo el globo, y los conflictos entre
potencias surgidos lejos del continente, tendrán su repercusión en éste. Esta confluencia
de intereses en las mismas zonas geográficas, envenenarán las relaciones
internacionales y provocarán la aparición de complejos acuerdos diplomáticos, que
unirán a unas naciones con otras, en función de sus intereses coloniales.
2. FRANCIA, EL SEGUNDO IMPERIO Y LA III REPÚBLICA.
Tras la Revolución de 1848 la II República francesas dio un giro autoritario, se
convirtió en una potencia económica y colonial.
A finales de 1848 las elecciones presidenciales, serán ganadas por Luís Napoleón
Bonaparte. Una vez en el poder, y mediante plebiscitos, modificará la constitución y se
proclamará emperador de Francia, iniciándose de este modo el periodo conocido como
II Imperio (1852-1870), el cual se divide en dos periodos:
El Imperio autoritario (1852-1860) La teoría política que justificó su poder fue el
llamado “Bonapartismo”, según la cual, el poder autoritario y unipersonal procedía de la
legitimidad que el pueblo le otorgaba mediante su aprobación mediante plebiscitos.
Napoleón III entendía su poder como delegación popular.
Durante este periodo persiguió a la oposición, instauró la censura de prensa, el control
de la sociedad y de la propaganda política. Gobernó con el apoyo de la Iglesia, el
ejército y la alta burguesía y defendió el orden y la autoridad como principios.
El éxito económico y su agresiva y exitosa política exterior, victoria en la Guerra de
Crimea, anexión de Niza y Saboya en la guerra franco-austriaca y control de la colonia
de la Conchinchina le garantizaron la estabilidad política.
El Imperio Liberal (1860-1870) Tras el apoyo a Piamonte contra los intereses de la
Iglesia de Roma, el emperador perdió el apoyo católico. Además la oposición se
organizó y con la industrialización surgió con fuerza el movimiento obrero. Napoleón
respondió a estos retos con concesiones políticas liberalizadoras. Estas medias fueron:
Una amnistía política, reformas políticas que dieron más atribuciones a las cámaras
representativas, libertad de prensa, derecho de huelga para los obreros y libertad de
asociación así como permiso para tomar parte en la Primera Internacional
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Al final de este periodo la política internacional de Napoleón III constituyó un auténtico
fracaso. Preocupado por el aumento del poder de Alemania le declaró la guerra. En
1870 en la batalla de Sedán, Francia hubo de capitular, cayendo prisionero el propio
emperador. De esta manera terminaba el Segundo Imperio francés y comenzaba la III
República.
La III República. Proclamada el 4 de septiembre de 1870. Tuvo que hacer frente a la
sublevación de París, donde se instaló un gobierno popular formado por anarquistas y
socialistas. Este hecho histórico es conocido como “La Comuna de París”. Los
“comunards” pretendían una república de base obrera, aunque fueron duramente
reprimidos por el gobierno de la República.
El otro asunto que capitalizó la acción del Gobierno fue la firma del tratado de paz de
Frankfurt con Alemania. Francia perdió los departamentos de Alsacia y Lorena, además
de afrontar cuantiosas reparaciones de guerra. La recuperación de los territorios
perdidos será cuestión prioritaria para los franceses hasta la I Guerra Mundial.
Las características de esta III República serán el sufragio universal, un sistema
bicameral y un ejecutivo fuerte en manos del presidente de la República.
Se declaró la enseñanza estatal laica, además se elaboró una avanzada legislación social.
El anticlericalismo fue en aumento y en 1905 el Estado se incautó de los bienes de la
Iglesia.
Una de las características más destacadas de este periodo fue la gran expansión colonial
que realizó Francia bajo el mandato del presidente Jules Ferry. Otro de los asuntos de
política interior que conmovieron a Francia fue el escándalo llamado “affaire Dreyfus”.
Alfred Dreyfus era un oficial judío que fue acusado de traición con pruebas falsas y
condenado. Descubierto el complot, la justicia lo ocultó, con lo cual los pilares básicos
del Estado francés, Ejército y Justicia fueron responsables de un grave delito. En la
defensa de Dreyfus ejerció un notable papel la prensa y los intelectuales, en concreto el
escritor Emile Zola, quien acuso a los aparatos del Estado de corrupción. El caso
Dreyfus mostró el antisemitismo que se había instalado en la sociedad francesa y la gran
importancia que a partir de entonces tendría la opinión pública.
3. LA INGLATERRA VICTORIANA.
El reinado de la reina Victoria comenzó en 1837 y se prolongó hasta 1901; a esta etapa
se la conoce como la era victoriana. En este periodo el Reino Unido alcanzó su
máxima expansión territorial, consolidó su desarrollo industrial y mantuvo sus
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instituciones tradicionales basadas en la monarquía parlamentaria, aunque se avanzó
hacia un auténtico sistema democrático.
Desarrollo económico. El proceso de industrialización continuó aunque para el final
del siglo países como Estados Unidos y Alemania tenían una mayor pujanza industrial.
A pesar de todo, continuó siendo el principal centro financiero del mundo gracias a una
moneda fuerte, la libra esterlina, y al Banco de Inglaterra, que era el más importante del
mundo.
Este fue el momento de su gran expansión imperialista, asentada en su potencia
económica, su marina mercante, su ejército y el control de las rutas de navegación. A
finales del siglo XIX, la cuarta parte de las tierras del planeta estaban o bajo soberanía
británica, o bajo su control.
Apertura política y reformismo. Desde mediados del siglo XIX, la vida política
inglesa giraba en torno a dos partidos, los tories, o conservadores, y los whigs, o
liberales. Ninguno de ellos cuestionaba la monarquía parlamentaria inglesa.
En 1868, Disraelí, ministro conservador, realizó una reforma electoral, considerada la
primera de carácter democrático. Con esta reforma se consiguió acercar las masas al
Estado e identificarlas con el trono y las instituciones del gobierno británico. En esta
reforma se amplió el cuerpo electoral en más de un millón de nuevos votantes, al exigir
menos recursos económicos para tener derecho de voto.
Durante el Gobierno del liberal Gladstone, a partir de 1868 su pusieron en marcha
importantes reformas como fueron:
1. Separación de la Iglesia y el Estado.
2. Reformas educativas que llevaron a erradicar el analfabetismo de la población.
3. Nueva ley sindical y ampliación del derecho electoral en 1884, que elevó a cinco
millones el número de electores.
En 1893 se fundó el Partido Laborista, de ideología socialdemócrata, que terminó
desplazando a los antiguos whigs.
La cuestión irlandesa. A pesar de su inclusión en el Reino Unido junto con Inglaterra y
Escocia, en Irlanda el nacionalismo siempre reclamó la independencia. A partir de la
crisis económica de 1873, el nacionalismo irlandés se radicalizó. En 1882 nació el
Partido Parlamentario irlandés que encabezó el boicot a los ingleses.
Desde 1885 los irlandeses estuvieron presentes en el Parlamento británico, y un año
después, Gladstone presentó la Home Rule, que convertía a Irlanda en un territorio
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autónomo dentro del Reino Unido. La propuesta del Premier británico no prosperó, y
hubo que esperar hasta 1914 para que Irlanda consiguiese su autonomía.
4. LOS IMPERIOS DE EUROPA ORIENTAL: RUSIA, AUSTRIA Y TURQUÍA.
En este periodo, existían en Europa estos tres Imperios que eran una reliquia de la Edad
Media en plena época contemporánea. Los tres tenían ciertas características comunes
como eran: su carácter plurinacional, la existencia en su interior de minorías nacionales,
su deficiente industrialización, que les estaba haciendo perder su posición hegemónica
con respecto a otras naciones y la existencia de sociedades tradicionales y sistemas
políticos autocráticos. En los tres además las ideas liberales y nacionalistas iban calando
en sus respectivas poblaciones.
El Imperio Ruso
Fue el que menos cambios experimentó en todo el siglo XIX. Su régimen era
profundamente autocrático. Se expandió territorialmente hacia el oste, hasta el Pacífico
norte, también hacia el sur, conquistando el Turquestán, y al oeste, donde ocupó
Besarabia, Polonia y Finlandia.
La diversidad étnica del imperio era muy variada. Predominaban los eslavos, pero
también había tártaros, mongoles, caucásicos y turcos. A ello se añadían las diferencias
religiosas.
El nacionalismo se desarrolló en dos tendencias diferentes: una centrífuga, de los
pueblos que aspiraban a separarse, como polacos, bálticos o bielorrusos, y otra
centrípeta o paneslavista, que aspiraba a asimilar a las otras minorías a la cultura eslava.
De esta tendencia paneslavista deriva la rusificación forzosa que practicaron todos los
zares, desde Alejandro II a Nicolás II.
Alejandro II (1855-1881)
Su reforma más importante fue la liberación de la servidumbre en 1863. Se liberaron
22,5 millones de siervos. Los campesinos no obtuvieron una libertad completa, ya que
siguieron adscritos al mir o aldea rural, y, a través de ella, siguieron dependiendo del
zar.
Alejandro II reformó así mismo la administración de justicia y la territorial. Comenzó la
construcción de la red ferroviaria y con ella, la modernización del país.
Intensificó la represión de los movimientos de oposición al zarismo: nihilismo,
anarquismo y populismo. Algunos de estos grupos practicaban al terrorismo, muriendo
el propio zar en uno de sus atentados.
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Alejandro III (1881-1894)
El gobierno de este zar fue muy conservador, pero potenció el desarrollo económico. La
industrialización se impulso desde el Estado en sectores clave, como el minerometalúrgico, el petróleo y la industria textil. El mejor ejemplo de modernización lo
constituyó la construcción del Transiberiano.
Este tipo de desarrollo económico se acompañó del control de la enseñanza y la cultura,
la rusificación forzosa y la persecución de toda la oposición. Fundó la policía política
(okhrana), encargada de perseguir las disidencias.
En política exterior basculó desde las alianzas con Alemania, dentro de los sistemas
bismarckianos, hasta el acercamiento a Francia.
Nicolás II (1894-1917)
Continuó la labor represiva de su padre y la política de rusificación. Su fracaso en la
guerra ruso-japonesa y el descontento de las masas le empujaron a realizar una serie de
reformas políticas que a nadie contentaron. Durante su reinado se creó el Partido
Socialdemócrata, de corte marxista. Dirigido por Lenin, fue el más activo de la
oposición.
En política exterior continuó su acercamiento a Francia e Inglaterra, con las que creó la
Triple Entente, integrándose de este modo en el sistema de alianzas europeo.
Austria.
En el Imperio austrohúngaro poseía una gran diversidad étnica, cultural y religiosa, que
lo hacía inviable a largo plazo. Movimientos independentistas y nacionalismo fueron
una amenaza constante para su supervivencia.
Dirigido por Francisco José I (1848-1916) En la primera parte de su reinado trató de
aplicar una política de centralismo y absolutismo germánico. El levantamiento de los
húngaros le llevó a realizar una profunda reforma de sus territorios. Para ello dividió el
Imperio en dos territorios, Austria y Hungría, de acuerdo con el Compromiso de 1867.
Conocida desde entonces como monarquía dual, ambos territorios compartían una serie
de instituciones comunes, pero tenían leyes, gobierno y parlamento propios.
Las restantes nacionalidades continuaron con sus reclamaciones. Los pueblos eslavos
plantearon bastantes problemas. En 1908 se anexionó Bosnia-Herzegovina. Su
expansión por los territorios balcánicos a costa del debilitado Imperio turco, fueron
motivo de la inestabilidad de la zona y origen de la llamada “cuestión de Oriente” o
balcánica.
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A finales del XIX el Imperio austrohúngaro aparecía como un Estado sin futuro, debido
al personalismo del emperador, el imposible equilibrio entre magiares y germánicos y la
incapacidad para evolucionar hacia un sistema de gobierno democrático.
Esta debilidad empujo al Imperio a una alianza permanente con Alemania, a la cual veía
como garante de triunfo ante un posible enfrentamiento con Rusia por las cuestiones
balcánicas. De este modo, Austria-Hungría fue, junto con Alemania, el núcleo de la
Triple Alianza.
El Imperio turco.
Formado en la Edad Media. En el siglo XIX era un Estado extenso y complejo y
formado por una gran variedad de pueblos, etnias y religiones.
Su territorio se expandía por tres continentes, aunque en muchos casos el dominio era
más teórico que real.
Su soberano recibía los títulos de sultán y califa. Concentrando en sus manos el poder
político y el económico. Era un Estado teocrático. Anclado en unas estructuras
medievales, su retraso con respecto al resto de potencias cada día iba aumentando.
En 1876, un grupo de liberales, los Jóvenes Turcos, dieron un golpe de Estado para
modernizar el país. A pesar de su inicial éxito, el nuevo sultán, Abdul-Hamid anuló las
reformas ejerciendo una gran represión contra lo oposición.
La falta de una modernización real, la dependencia económica del exterior, sus
problemas exteriores, aceleraron el progresivo debilitamiento del Imperio. Además, los
nacionalismos eran cada vez más intensos.
En 1908 una nueva revolución introdujo reformas liberales y la promulgación de una
constitución.
Debido a su debilidad, el sultán se acercó a Alemania porque desconfiaba del Reino
Unido y Rusia, a los que creía interesados en hacerse con las posesiones otomanas.
5. LOS SISTEMAS BISMARCKIANOS.
En 1871 se firmó el Tratado de Frankfurt, mediante el cual se ponía fin a la guerra
Franco-Prusiana, el tratado resultaba de una gran dureza para Francia. Se imponían a
esta nación fuertes indemnizaciones de guerra, además de la pérdida de los territorios de
Alsacia y Lorena, fronterizos entre Francia y Alemania, los cuales se incorporaban al
recién creado Imperio Alemán. La figura política que ideó el tratado no fue otro el
canciller Otto Von Bismarck. Esta humillación francesa sería difícil de superar.
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Las zonas calientes del mapa europeo:
El nuevo mapa europeo surgido de las unificaciones alemana e italiana tendrá como
consecuencia la aparición de litigios fronterizos que serán considerados como “casus
belli” por las potencias, dado que en él pervivirán cuestiones no resueltas y
reclamaciones insatisfechas, o lo que es lo mismo, zonas calientes
1. Alsacia y Lorena: era la zona más caliente de todas. Cualquier intento francés de
recuperarla supondría una nueva guerra con Alemania.
2. La “Italia irredenta” constituía una segunda zona de posibles conflictos. En
varios lugares del imperio Austro-Húngaro habían quedado núcleos de habla
italiana no incorporados al Estado de Italia.
3. Los Balcanes. La eterna “Cuestión de Oriente” provocaba la colisión de
intereses entre las potencias, sobre todo Rusia y Austria, además de las
consabidas rivalidades entre los propios pueblos de la zona.
La obsesión del cerco:
Bismarck estaba preocupado por el convencimiento de que Francia no iba a admitir
resignada la pérdida de sus territorios impuesta en el Tratado de Frankfurt. También
estaba preocupado de cual sería la actitud de Rusia ante un posible conflicto francoalemán. La idea de ver a Alemania encerrada en un cerco con dos frentes obsesionaba al
canciller.
En estas circunstancias era vital para Alemania asegurarse, sino el apoyo, al menos la
neutralidad de Austria-Hungría y Rusia ante un conflicto con Francia, solo así podía
alejar el fantasma de un cerco que amenazaba el Reich. Bismarck pretendía darle la
vuelta a esta situación.
La posición excéntrica del territorio francés hacía inviable la materialización de un
cerco físico; tendría que ser por lo tanto un cerco diplomático: Francia debería quedar
totalmente aislada en el concierto de las Naciones.
Concepto: Los sistemas bismarckianos es el nombre que la historiografía ha dado al
conjunto de alianzas diseñadas por Bismarck tras la guerra Franco- Prusiana de 1870 y
que tuvieron como finalidad aislar diplomáticamente a Francia y ratificar la hegemonía
en la política europea de la nueva potencia surgida en el centro de Europa: Alemania.
PRIMER SISTEMA: LA ENTENTE DE LOS TRES EMPERADORES.
En septiembre de 1872 se reunieron en Berlín el Káiser Guillermo I, el Emperador
Francisco José y el Zar de Rusia, Alejandro II. Las diferencias que separaban a los tres
estadistas eran las siguientes:
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1. Austria y Alemania todavía no habían cerrado las heridas de la guerra AustroPrusiana.
2. La política interior alemana de la Kulturkampf, que estaba orientada
directamente contra la Iglesia católica, chocaba con el catolicismo militante del
Emperador Francisco José.
3. El Zar Alejandro y el Emperador Francisco José tenían intereses contrapuestos
en los Balcanes, lo cual parecía imposibilitar un acuerdo entre ambas potencias.
A pesar de estas diferencias los Tres Emperadores encontraron, al menos, dos temas de
vital importancia para la Europa del momento:
1. Los tres tenían problemas no resueltos en el interior de sus territorios con las
minorías nacionales.
2. Los tres estaban muy preocupados por los recientes acontecimientos de la
Comuna de París y por los efectos que la I Internacional pudiera tener para la
tranquilidad de sus gobiernos del orden establecido.
Serán por tanto estas coincidencias en política interior las que propiciarán un
entendimiento, superando por tanto sus diferencias en política exterior.
La Entente de los Tres Emperadores surgió mediante los siguientes acuerdos parciales:
1. Entente germano-rusa: de carácter militar defensivo: en caso de agresión por
una tercera potencia, Alemania y Rusia acordaban ayudarse mutuamente con un
contingente de 200.000 soldados.
2. Acuerdo Austro-Ruso: compromiso de actuación conjunta en caso de que la paz
en Europa se viera amenazada. Cuando Guillermo II se unió a este tratado,
quedó constituida la Entente de los Tres Emperadores.
Esta “Entente” ligaba a las tres potencias más conservadoras de Europa en un acuerdo,
que se ha comparado con la Santa Alianza.
El fracaso del primer sistema:
La debilidad de la entente se hizo patente muy pronto. Los motivos del fracaso fueron
los siguientes:
1. En 1875 estalló una crisis entre Francia y Alemania que estuvo a punto de crear
un conflicto armado entre ambos países. El Zar Alejandro viajó personalmente a
Berlín para aclarar que no se sentía obligado por la Liga de los Tres
Emperadores en el caso de una agresión a Francia por parte de Alemania.
2. Un nuevo conflicto en los Balcanes motivó la intervención de Rusia, la cual se
apresuró a obtener beneficios firmando con Turquía el Tratado de San Estéfano,
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por el cual recuperaba la Besarabia, imponía la aparición de la Gran Bulgaria,
satélite de Rusia. El éxito ruso fue total. La reacción internacional supuso la
revisión de este tratado y la firma de uno nuevo: el Primer Congreso de Berlín
de 1878. En este congreso se llegaron a nuevos acuerdos sobre los Balcanes,
saliendo de él Rusia desfavorecida, mientras que el Imperio Austro-Húngaro
obtenía la administración de Bosnia-Herzegovina y la ocupación de Novi Bazar,
que separaba a Serbia de Montenegro.
La Entente no pudo superar las diferencias existentes entre Rusia y Austria-Hungría en
los Balcanes y dejó de ser efectiva.
SEGUNDO SISTEMA BISMARCKIANO.
Fracasado el primer sistema, Bismarck se decidió a construir un sistema de alianzas,
mucho más eficaces para aislar diplomáticamente a Francia. Este nuevo sistema,
conocido como “segundo sistema bismarckiano”, estaba formado por tres acuerdos:
1. Dúplice Alianza de 1879. (Alemania y Austria)
2. Tratado austro-germano-ruso de 1881 ( un nuevo Tratado de los Tres
Emperadores)
3. Triple Alianza de 1882 (Austria-Alemania-Italia)
La dúplice Alianza (1879)
En octubre de 1879 el nuevo tratado de alianza austro-alemán estaba concluido bajo las
siguientes condiciones:
•
Si una de las dos potencias era atacada por Rusia, ambas potencias unirían sus
fuerzas contra aquella.
•
En caso de ataque de otra potencia, ambas naciones se comprometían a una
neutralidad benévola.
Austria se dio por satisfecha con esta alianza “antirrusa. Bismarck por su parte lo veía
de otra manera: era Alemania quien había conseguido la promesa de neutralidad
austriaca en caso de un conflicto franco-alemán. Mientras que nada impedía que
Alemania se aliase con Rusia siempre y cuando ésta no atacase directamente a Austria.
Bismarck confiaba que Rusia procurase un acercamiento a Austria . La situación de
Rusia en los Balcanes se había complicado, ya que si una intervención de Rusia en los
Balcanes era interpretada por Austria como una agresión, los rusos se verían obligados a
luchar también contra los alemanes. Bismarck no se equivocó, en cuanto el zar fue
consciente de su aislamiento, volvió a establecer conversaciones con sus antiguos
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aliados. El canciller acuño la siguiente frase: “ya sabía yo que volvería a nosotros el
ruso tan pronto como nos aliáramos con el austriaco”.
Nuevo Tratado de los Tres Emperadores.(1881)
En 1881 se llegó a lo que parecía impensable, la firma de una nueva Entente de los Tres
Emperadores, en la cual los firmantes se comprometían a mantenerse neutrales en caso
de guerra de cualquiera de ellos con una cuarta potencia. Como los conflictos entre
Rusia y Austria podían volver a surgir por causa de su política balcánica, ambas
potencias acordaron no realizar acciones directas en esta zona sin consultar a Alemania,
la cual pasaba a convertirse en el árbitro de sus diferencias, además de pasar a ostentar
un gran poder sobre ellas. Las cláusulas secretas eran las siguientes:
1. Se reconocía a Rusia el derecho a ocupar Rumelia para volver a constituir la
Gran Bulgaria de San Estéfano.
2. Austria-Hungría se preparaba para la ocupación de Bosnia-Herzegovina sin que
Rusia se opusiese a ello.
Los tres firmantes parecían satisfechos, por el momento todos habían salido ganando:
1. Alemania: Se había asegurado la neutralidad de ambas potencias ante un
conflicto franco-alemán, quedando Francia aislada diplomáticamente.
2. Rusia: podía continuar tranquilamente la expansión por Asia, sabiendo que ante
un conflicto con Inglaterra, tenía las espaldas cubiertas. Además podía volver a
conseguir Rumelia para su satélite Bulgaria.
3. Austria-Hungría: podía hacer efectiva la ocupación de Bosnia-Herzegovina.
El acuerdo por tres años era secreto. El broche de oro de este segundo sistema
bismarckiano lo constituye la firma de la Tripla Alianza, que suponía la incorporación
de Italia a la Dúplice.
La Triple Alianza.(1882)
La dificultad de reunir a Italia y Austria en una misma alianza era máxima. Italia
mantenía reivindicaciones sobre las zonas irredentas italianas en Austria. Será la política
imperialista de Francia en el norte de África la que le dé a Bismarck la clave para este
acuerdo.
Italia tenía pretensiones colonialistas sobre Túnez. Ahora estos intereses chocaban con
Francia.
Había también motivos en la situación interna que hacían desear a su gobierno un
acercamiento a Berlín. En Italia los avances del socialismo y anarquismo hicieron que
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los gobernantes considerasen positivo un acercamiento a un Estado fuerte, autoritario y
conservador como el alemán.
Por último, tenía un serio problema con el Papado al no aceptar éste la incorporación de
los Estados Pontificios a Italia. La única potencia que católica que podía ayudar al Papa
era Austria-Hungría, cuyo emperador era un católico militante.
Austria-Hungría por su parte se aseguraba por el momento el fin de las reclamaciones
territoriales italianas, y Alemania la seguridad de que ante una guerra con Francia, éste
tendría que abrir un nuevo frente en los Alpes italianos.
Las ventajas para los firmantes eran las siguientes:
Italia:
•
Había conseguido que Alemania y Austria-Hungría la protegiesen ante un
posible ataque francés.
•
Se aseguró que no tenía que temer que el Gobierno de Viena prestase apoyo al
Papa en la “cuestión romana”.
•
Italia no se comprometió a la ayuda militar a Austria ante un conflicto con
Rusia.
Austria-Hungría
•
Se aseguraba que Italia ya no reclamaba como propias las zonas del Imperio
de habla italiana.
•
No tenía que temer que ante un conflicto con Rusia pudiese ser “golpeada por
la espalda” por Italia quien se comprometía a la neutralidad.
Alemania:
•
Se aseguraba el apoyo italiano y Austria ante un eventual conflicto con
Francia. Volvía a incrementar el aislamiento de Francia.
•
Se convertía en el árbitro de las diferencias entre Rusia, Italia y AustriaHungría.
El acuerdo se firmó por cinco años y tenía un carácter secreto. Bismarck se sentía
satisfecho. La máquina estaba también montada que decía que “marchaba
completamente sola”.
Además de este acuerdo, Alemania consiguió la firma de otro tratado de carácter menor
Tratado Austro-Rumano de 1883.
En Rumania gobernaba Carol, un monarca de la casa Hohenzollern, quien guardaba sus
simpatías efectivas con el Imperio alemán. La política de presión que Rusia ejercía
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sobre Rumania, tanto directamente como indirectamente a través de Bulgaria, motivó, a
pesar de sus diferencias, un acercamiento entre Rumania y Austria-Hungría. En 1883
Rumania y Austria-Hungría firmaban un tratado de alianza defensiva dirigido contra
Rusia.
EL TERCER SISTEMA BISMARCKIANO.
El segundo sistema bismarckiano funcionó sin disonancias hasta que en 1886-87 se vio
de nuevo amenazado debido a la subida al ministerio de Guerra en Francia del
militarista Boulanger, y por la tensión entre Rusia y Austria al apoyar esta como nuevo
monarca de Bulgaria a Fernando de Sajonia Coburgo, el cual era rechazado por los
rusos.
El alejamiento de Francia tenía como posibilidad que ésta buscase un entendimiento con
Rusia, lo cual preocupaba a Bismarck, el cual hizo alusión a la temida “guerra en los
dos frentes” que podría verse obligada Alemania a sostener. Paralizar esta posibilidad
fue el objetivo del canciller.
La renovación de la Triple Alianza (1887)
En medio de las tensiones descritas, el gobierno italiano estaba dispuesto a renovar la
alianza, pero a condición de obtener garantías suplementarias, tanto en el ámbito
mediterráneo y en el balcánico. El tratado de la Triple Alianza fue renovado por otros
cinco años, completado solamente por dos nuevos anexos, los cuales favorecían a Italia
Arreglo mediterráneo: preveía que si Italia, en su expansión por la Tripolitana, atacaba
a Francia, sería respaldada por Alemania. En tal caso, aseguro Bismarck, Italia podría
arrebatar a Francia Niza y Córcega.
el arreglo balcánico estipulaba que, si el mantenimiento del status quo en los Balcanes
fuese imposible y Austria-Hungría se viese obligada a realizar una ocupación de
territorios, Italia tendría derecho a una compensación.
El Acuerdo sobre el Mediterráneo (1887)
Bismarck presionó a su aliada Italia para que procurase un acuerdo con Gran Bretaña
sobre las cuestiones mediterráneas, de este modo pretendía asociar indirectamente a
Gran Bretaña a su sistema. Inglaterra acabó aceptando un pacto con Italia debido a los
siguientes motivos:
1. Tenía serias dificultades con Francia por la cuestión de Egipto, el cual había
pasado a ser administrado, con permiso de Turquía, por Gran Bretaña.
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A. Fernández Puig (2011). “El sistema de Estados europeos en tiempos del Canciller Otto von Bismarck”
(Temario de oposiciones de Geografía e Historia), Clío 37. http://clio.rediris.es. ISSN: 1139-6237.
2. Se inquietaba por la política zarista de apoyo a Bulgaria, ya que comprometía la
seguridad de los Estrechos.
Las negociaciones anglo-italianas fueron vigiladas estrechamente por el Canciller. El
tratado terminó en febrero de 1887 mediante un acuerdo secreto. En este acuerdo se
preveía el mantenimiento del estatus quo en el Mediterráneo, Adriático, Egeo y
Estrechos. Igualmente se preveía lo siguiente:
1. Italia prestaría ayuda a Inglaterra en la cuestión de Egipto.
2. Gran Bretaña apoyaría la acción de Italia en la Tripolitana y la Cirenaica, en
caso de invasión por una tercera potencia, es decir, Francia.
Este tratado se reforzó en marzo cuando Austria-Hungría otorgó su adhesión. En mayo
España acordó con Italia el mantenimiento del estatus quo del Mediterráneo y prometió
no prestar ninguna ayuda a Francia que pudiera molestar directa o indirectamente a
Italia, Austria-Hungría y Alemania.
Tras estos acuerdos, solo quedaba una pieza mal ajustada en el sistema bismarckiano: el
Segundo Tratado de los Tres Emperadores era papel mojado después de la
“pacificación” que los austriacos habían llevado en los Balcanes. De forma que
Bismarck tenía la necesidad de “reasegurarse” de que Rusia seguía formando parte de
su sistema.
El Tratado de Reaseguro (1887)
Alemania y Rusia se prometían, mutuamente, mantener la neutralidad, si una de ellas se
encontraba en guerra con otra gran potencia; pero si está era Austria-Hungría o Francia
no se prometía neutralidad, sino en caso de que no se tratase de una guerra de agresión.
Por consiguiente Rusia, si Alemania atacase a Francia, se vería desligada de todo
compromiso.
Alemania por su parte reconocía la “legitimidad” de la influencia rusa” en Bulgaria,
comprendida la Rumelia. Prometía también su apoyo diplomático a Rusia si ésta se veía
obligada a ocupar preventivamente el Bósforo en caso de que una escuadra inglesa
intentara forzar el paso.
En aquel momento, el sistema bismarckiano se encontraba en su apogeo. Bismarck
había conseguido la realización de sus objetivos diplomáticos: aislar a Francia y
neutralizar a Rusia.
Los acuerdos diplomáticos alemanes a pesar de su aparente éxito, eran en sí mismo
contradictorios. Ciertamente, tales compromisos eran secretos, y el mantenimiento de
este secreto constituía la condición misma de la duración del sistema.
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LAS GRIETAS DEL SISTEMA.
Nada más firmarse el Tratado de Reaseguro se iniciaron las primeras fricciones entre los
múltiples aliados de Alemania:
1. La entronización de Fernando Sajonia-Coburgo en Bulgaria, no visto con
buenos ojos por Rusia constituyó la primera fricción internacional.
2. En 1888 se hizo público el texto del tratado austro-alemán; Bismarck además
demandó créditos para aumentar su ejército para la defensa de Alemania ante
una posible guerra en dos frentes.
3. Se ordenó a la Banca del Imperio negar adelantos sobre los títulos rusos.
4. Rusia buscó en Francia los recursos financieros que Alemania le negaba.
La estructura del sistema era de por sí inestable, ya que se apoyaba en tres pilares, cada
uno de los cuales resultaba imprescindible para el equilibrio del conjunto, de forma que
la ruptura de uno de ellos bastaba para provocar el derrumbamiento total. Estos tres
pilares eran la Triple Alianza, el acercamiento de Gran Bretaña y la cooperación de
Rusia.
Por otra parte Bismarck solo atendía al juego diplomático-político, pero en estos
momentos de la historia, comenzaban a pesar demasiados aspectos de tipo económico,
los sentimientos nacionales y la influencia de la opinión pública. Por otra parte, el
carácter “secreto” de todos los tratados, introdujo en la política internacional altas dosis
de desconfianza.
El final de la política bismarckiana. El nuevo orden europeo.
En 1890 Bismarck se retira de la política por desavenencias con el nuevo Káiser
Guillermo II. El nuevo emperador decidió no firmar la renovación del Tratado de
Reaseguro. Se había roto el pilar ruso.
Rusia no podía arriesgarse más, había quedado aislada, al igual que Francia. El Zar
superó su aversión al régimen republicano francés, tan alejado de su autocracia. El
acuerdo entre ambas potencias no podía hacerse esperar. En 1893 se firmo un Acuerdo
franco-ruso.
La nueva política internacional alemana, basada en su participación en el reparto del
mundo, sus nuevos intereses económicos y estratégicos se concretaron en la conocida
como “Welpolitik”, la cual acabaría convirtiendo a Alemania en rival de Gran Bretaña
en asuntos coloniales, económicos y en el dominio de los mares.
El alejamiento de Gran Bretaña de Alemania motivó su acercamiento a Francia. Los
sistemas bismarckianos desparecieron, su destrucción habría de ser traumática y
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generadora de tensiones internacionales. Europa se dividió con los años en dos bloques
irreconciliables, los cuales derivarían en una cruenta guerra mundial.
6. LA PAZ ARMADA.
Se conoce como Paz Armada al periodo comprendido entre 1879 y 1914. Sus
características principales son.
•
Nuevo sistema de alianzas permanentes. Entre 1903 y 1907, y para sorpresa de
todo el mundo, el Reino Unido ingresó en el campo antialemán surgiendo la
Triple Entente. La división de Europa en dos bandos irreconciliables alteraron el
equilibrio diplomático europeo. Además, los tratados eran ultra-secretos, con lo
cual la desconfianza llevó a las potencias a un recelo mutuo.
•
Políticas nacionalistas, los estados serán quienes potencien este sentimiento:
orgullo chovinista. Paneslavismo de Rusia, pangermanismo, irredentismo
italiano, sentimiento de revancha en Francia.
•
Manejo de la opinión pública por la prensa: se exageran las cualidades propias,
se ridiculizan las ajenas, se abulta cualquier incidente o se informa falsamente.
•
El imperialismo también influyó en el fomento de la intranquilidad y en el
desarrollo de los antagonismos tradicionales. La conquista de mercados y la
competencia colonial y financiera fueron fuentes de fricción.
•
El sistema de alianzas secretas desarrolló hasta la hiperestesia el sentido del
prestigio nacional. La guerra, que se avecinaba en el horizonte, tuvo como
consecuencia un aumento de los efectivos militares en todos los países y una
carrera armamentística. Los Estados decidían que productos habían de fabricarse
para satisfacer las necesidades en caso de guerra. Los gobiernos del siglo XIX
consideraron las guerras como contingencias normales de política internacional
y eran lo bastante honestos para admitir que ellos podían llevar la iniciativa
militar. Los Estados Mayores llevaron una cuidadosa preparación de los planes
de futuras campañas.
•
También fue una época de un crecimiento industrial y económico irrefrenable
ilimitado. El optimismo social burgués era efervescente. A esta época se le
conoce también como La Belle Epoque. Periodo de los Cabarets, los nuevos
inventos de la Revolución Industrial, el arte de Vanguardia, el inicio de la
liberación de la mujer…
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ORTÉS SALINAS, C. (1987). Las Relaciones Internacionales en el ámbito europeo
hasta 1914, Barcelona: Akal.
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ROBERTS, J.M. (1980). Europa desde 1880 hasta 1945, Madrid: Aguilar.
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