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Hospitales de Costa Rica. No.2. Julio 1974. pp. 11-14.
HISTORIA DE LOS HOSPITALES
APUNTES DE ADMINISTRACION
HOSPITALARIA
JOSE MARIA BARRIONUEVO MONTEALEGRE
Segunda Parte
GRECIA
Solo bajo el imperio de Augusto (63-14 a.d/C.), con la
nueva organización del ejército, fueron incluídas en las
unidades militares los médicos, así como construídas
en las zonas más importantes grandes edificios para
los heridos y los enfermos.
Por otra par-te, las familias romanas en sus
propiedades rurales, tenían enfermerías conocidas con
el nombre de “valetudinarias”, que aparecieron a fines
de la República. Fueron creadas para la atención de
los esclavos que se esperaba curaran, ya que éstos
tenían valor comercial y precio cotizable en el
mercado, siendo abandonados a su suerte los
incurables. Para evitar este abuso, posteriormente, el
emperador Claudio (41-54) decretó que en caso de
curación de un esclavo abandonado por considerársele
incurable, fuese reconocido como hombre libre.
Aparecieron las “valetudinarias” a fines del siglo
V° a.de C. y sirvieron de dispensario, servicio de
consulta externa y centros operatorios. Muchas veces,
en casos de traumatismos, de heridos o de
fracturados, los pacientes tenían que permanecer en
ellas por varios días, produciéndose así una de las funciones importantes del hospital. Sus labores de
consulta externa, de hospitalización y de escuela,
repetimos, agregadas a su carácter social y gratuitidad,
los convertía en auténticos centros asistenciales de
beneficencia.
Existían también las “valetudinarias” para los
atletas que luchaban en el circo, así como para
soldados. Estas últimas fueron precursoras remotas de
los hospitales militares.
Además de las citadas enfermerías o
dispensarios, existían en Roma Imperial las “latreias” o
“medicatrinae”, que eran casas de salud donde los
enfermos eran atendidos bajo dirección médica.
Los adoradores de Asclepio o Esculapio, dios de la
medicina, habían levantado numerosos templos en honor
de su deidificado antepasado. Siendo los templos lugar
de propisicación era natural que el sacerdote en su
continuo contacto con los enfermos, a los que debía de
aconsejar en sus dolencias, se viera revestido de doble
carácter: el de intercesor ante la divinidad y el de médico
con los hombres.
La práctica realizada por los sacerdotes, en aquellos
templos hospitalarios, se llevaba a cabo de la siguiente
manera: Los enfermos, antes de ser llevados a la
presencia de Asclepio vivín en los alrededores del
templo, no admitiéndose en éste a los graves porque era
irreverencia morirse en aquel recinto Sagrado. Mientras
le correspondía su turno, para ser admitidos, tenían que
observar ciertas reglas, como por ejemplo, purgarse, no
beber vino, bañarse en aguas termales, descansar,
comer poco, etc. Pasado este período preparatorio, el
paciente era recibido en el templo con aire de profunda
religiosidad y después de haberse tomado un somnífero
se adormecía. Al despertarse veía a su lado una
serpiente y un perro que lamía sus manos y sus
párpados, mientras un sacerdote explicaba sus sueños y
recetaba unos medicamentos. El paciente de esta
manera, mediante la sugestión, había recibido de
Asclepio el don de la salud.
Los citados templos generalmente estaban situados en
lugares salubres, cerca de fuentes termales y rodeados
de bosques sagrados. El medio, complementado con
limpieza, aire puro,
tranquilidad, prácticas higiénicas y fe eran por lo general
favorables
para obtener la curación de algunas
dolencias.
Fue en las ciudades griegas, posiblemente
establecido en época anteriores de las cuales no
encontramos datos, que sirvió el medico
como
empleado público, 600 años antes de Cristo (1). En
aquellos días las autoridades nombraban médicos
públicos con sueldo fijo con el fin de estimularlos a
establecerse, en de servir ambulatoriamente. Se
prepararon, para lo anterior, clínicas o “iatrea” que
contaban en ocasiones con sala de consulta, de
operaciones, instrumental y farmacia. Se establecieron
reglamentaciones, llamadas “valde docti”, que facultaban
a los galenos o a quienes demostraban conocimientos
experiencia médica, con el fin de limitar el número de
médicos según la densidad de cada población (2).
EDAD CRISTIANA
Coincide la aparición del Cristianismo con la
iniciación de la obra de proteger a los enfermos,
naciendo de este sentimiento de piadosa asistencia los
primeros nosocomios (asilos para enfermos) y los
gerotocomios (albergues para ancianos), destinados
posteriormente a convertirse en los hospitales de hoy.
Al servicio de esta actividad estaban las
curaciones del Divino Maestro, que enseñó a ser
bueno con el prójimo y que dijo:
ROMA
“Infirmus fui er visitavistis me. Quod uni de his
minima meis fecistid. mihi fecistis”.
También en ésta, durante la época precristiana,
existían lugares de curación, Julio César (110-44 A.C.)
en su obra “De Bello Civili”, dice que después de las
batallas los heridos eran atendidos en casas particulares,
a las cuales se pagaban los gastos.
Estuve enfermo y vosotros me visitasteis. Lo que
hicisteis a uno de estos más humildes
(hermanos) míos, lo hicisteis por mi”.
(Mateo, 25,30)
11
La parábola del Buen Samaritano enseñó también
un ejemplo digno de ser imitado, ya que el enfermo, el
pobre menospreciado, ocuparía un lugar en el Reino de
los Cielos:
Dores atendidos, -por el de llenar esa
necesidad por amor fraternal.
En la época contemporánea, de filosofía
materialista, no es fácil imaginarse el sacrificio de los
que abandonaron una cómoda posición social para
convivir con seres miserables, muchos de ellos
despreciados por la sociedad en sus dolencias,
exponiéndose a contagios entonces fatales.
“En verdad os digo que lo que hacéis a uno de
estos mis pequeños hermanos, a mí me lo
hacéis”.
Esta afirmación, contenida en el Evangelio, dió lugar
para que la obra de caridad, contenida en el Evangelio,
casi desprovista entonces de sentido, fuera el lema de la
religión que la convirtió en acrecentar la obra del
hospital.
Santiago Apóstol decía a los primeros cristianos en
su Epístola IV, 14:
Está enfermo alguno de vosotros? Llamad a los
presbíteros de la Iglesia para que oren por él
ungiéndolo con óleos en nombre del Señor; y la
oración de la fé salvará al enfermo y el Señor lo
aliviará y si se halla en pecado lo perdonará”.
Mosaico bizantino de la catedral de Montreal, Canadá, en que
aparece Jesucristo curando al hombre hidrópico.
Mosaico bizantino del siglo XII que representa a Jesucristo
sanando a la mujer paralítica.
ROMA
La moral cristiana influyó, pues, decisivamente en
el concepto de asistencia de los enfermos, cambiando la
fisonomía de las obras ya existentes. Basado en las
páginas del Evangelio, el amor hacia los enfermos fue
una de las funciones características de la nueva religión,
manifestándose prácticamente de diversas maneras. No
es de extrañar, pues, que al extenderse el Cristianismo y
ser religión del Estado, nacieran nuevos hospitales con
diferentes características de los anteriores.
Superó el hospital cristiano a la “latreia”, no en su
aspecto científico, sino en el espíritu que lo movió. Es
decir, se cambió el concepto de llenar una necesidad
buscando un beneficio, - v.g.esclavos, soldados y gladia
Del año 41 al 51 de la Era Cristiana, durante el
reinado del emperador Claudio se fundó en Roma el
primer hospital, al cual siguió la construcción de otros.
En la organización de estos centros asistenciales
había médicos y cirujanos, siendo Claudio Galeno
(131-200), griego de nacimiento y que frecuentó
reputadas escuelas del mundo, uno de ellos. Existían
cirujanos llamados “vulnerari”, masajistas llamados
“fricatore” y “unguentari”, asistentes y también personal
administrativo. Estos últimos los “.censi”
En el año 258, Lorenzo, jefe de diáconos, amparo
a gran número de enfermos en un edificio,
atendiéndolos por cuenta de la naciente Iglesia.
12
Cuando Constantino el Grande (274-337) trasladó
la su imperio a Constantinopla (Bizancio) mandó
establecer un hospital para los extranjeros y peregrinos
que iban a visitar la Tierra Santa. Su nombre se ha
conservado como sinónimo de protector celoso de la fé
cristiana, que adoptó como religión oficial.
En el año 350, el emperador Justiniano construyó
en Jerusalén el célebre Hospital de San Juan de Dios
que sirvió de los Caballeros de Malta. Llamados así,
éstos, porque de Palestina llegaron a Europa, el
emperador Carlos V° la Isla de Malta que administraron
hasta la ocupación napoleónica.
El valeroso emperador Flavio Claudio Juliano, el
Apósta (361-363) que estableció una nueva iglesia,
mezcla de los ritos solares del Asia Occidental y la
antigua mitología griega, atribuyó a estas instituciones de
caridad el creciente número de prosélitos que
constantemente engrosaban las filas de la iglesia de
Cristo, habiendo tratado de competir con esta fundando
otros centros para así manifestar la filantropia pagana.
En una carta escrita al gran sacerdote Arsace, del culto
de la Gran madre, consideraba como óptimo expediente
en lucha contra el cristianismo la
La atención médica prestada por los facultativos
como empleados, la cual nos referimos en líneas
anteriores, se extendió en el Imperio Romano, así
como en Europa Central y Occidental, después de las
invasiones nórdicas, floreciendo especialmente en
Suecia, Noruega e Italia. Decayeron estas actividades
con la llegada del cristianismo, ya que la Iglesia
substituyó al Estado en la atención del enfermo, de
acuerdo con sus postulados y a través de las órdenes
religiosas.
OTROS ESTABLECIMIENTOS.
Durante el siglo V° los monjes, emulando a sus
precursores, crearon instituciones que sirvieron al
mismo tiempo como hospitales. En esta época
comenzaron a tener mayor importancia estos centros
asistenciales.
San Benito, en el siglo VI0, fundó cerca de
Salerno un centro hospitalario donde nació la escuela
de este nombre, precursora de otras europeas. En esta
obra
colaboraron
también
las
autoridades
eclesiásticas.
San Juan el Limonero fundó en Alejandría, en
1.610, un centro con características similares al
construído en Edesa y que se mencionó antes.
“…. imitación de la severidad de costumbres y de
amor hacia los enfermos; fundación de xenodoquios
a beneficio de todos los hombres de todas las
religiones del Imperio”.
HOSPITAL HOTEL—DIEU
DE PARIS
Los sucesores imitaron el ejemplo, con tanto
celo, que en Constantinopla se llegaron a contar 35
establecimientos de beneficencia.
Juntamente
el
xenodoquio
(refugio
de
extranjeros y peregrinos) fundado a instancia de San
Basilio en Cesarea (369), cuya obra por su grandiosidad
y organización fue considerada como una de las más
célebres maravillas del mundo, tiene que mencionarse el
hospital u hospicio fundado en Roma en el año 380.
Expresa San Jerónimo, que fue mandado a construir por
Santa Fabiola, noble dama romana célebre en la historia
eclesiástica por su penitencia y distinguida por su piedad,
que dedicó gran parte de su vida a obras de
beneficencia, habiendo fundado varias instituciones en
Italia. Ella hizo construir en Trastervere, barrio de Roma,
un gran asilo para los enfermos que estaban acostados
en las plazas públicas. Fue el primer hospital cistiano
establecido en Occidente, al cual siguieron muy pronto
otros.
Por aquella época, la emperatriz Eudoxia
construyó un gran hospital en Jerusalén.
Las valetudinarias romanas, en las cuales había
centros para esclavos, para los atletas que luchaban en
el circo y para los soldados, que podemos considerar
como los precursores de los hospitales de sangre, eran
parte de la magnífica organización del imperio romano.
En dichos centros había médicos y cirujanos, como el
citado Claudio Galeno; se llamaba también “vulnerari”
a los traumatólogos. Además de los masajistas,
enfermeros y empleados administrativos citados antes,
existían soldados con conocimientos de enfermeros
militares, llamados “contubernalis”. Pero, dichas
valetudinarias romanas no pueden considerarse como
hospitales en el sentido actual de la palabra, sino
establecimientos de funciones específicas, limitadas,
para grupos determinados.
Según la tradición este hospital fue construído en el
año 651, en a “Ile de la Cita”. Su misión inicial fue muy
amplia: albergue de peregrinos, asilo para miserables,
hospicio para huérfanos y ancianos, maternidad y
hospital general, excepto para los leprosos. Fue
reconstruído por Felipe Augusto en el siglo XII°.
En el siglo XVIII° fue nuevamente reconstruído por
el arquitecto Claude Vallefaux, pero faltando espacio
en la “Ile de la Cité”, Gamard construyó un puente y
edificó una nueva sala llamada del Rosario. Sus
edificios se elevaban sobre as dos riberas del “Petit
Pont”. Años después fue destruido por el fuego a
causa de tres incendios sucesivos y reconstruído en
parte a comienzos del siglo XIX°.
El barón Haussmann fomentó la construcción de los
edificios actuales, obra diseñada por el arquitecto Diet,
que tomaba en cuenta el prestigio del establecimiento,
así como los monumentos vecinos.
El actual Hospital Hotel-Dieu es un verdadero
centro de asistencia médico-quirúrgica, con servicios y
tratamientos de consulta externa y en algunos casos
de atención domiciliaria. Constituye, al mismo tiempo,
un centro de enseñanza, para los estudiantes de la
Facultad de Medicina.
El nombre de este centro asistencial constituye un
símbolo de caridad y de atención hospitalaria, no sólo
para Francia sino también para Europa.
A fines del siglo VI0 el Obispo de Masona donó
generosamente El Hospital de Mérida, España. Y cerca
del año 680 el Obispo Landria el Hospital Hotel-Dieu
de París, citado antes y considerado actualmente el
más antiguo.
ORIENTE MUSULMAN.
Mientras en el mundo cristiano se llevaban a cabo
todas estas obras de amor al prójimo, en el mundo
13
musulmán florecían los estudios de las letras y las artes,
de la matemáticas y de la medicina. Y juntamente a la
cultura clásica, los árabes aprendieron de los cristianos
el arte de construir hospitales, inclusive en España, cuya
fama de uno de ellos alcanzó a toda la Península Ibérica.
El primero de estos centros fue fundado en el Cairo
por el Califa Al-Walid 1°, en el año 708. Paulatinamente
en todos los centros árabes se levantaron numerosos
edificios para estos menesteres.
En el siglo VIII0, Córdoba, sede del Califato de
Occidente, contaba con 50 hospitales para sus 300.000
habitantes.
Un hospital célebre de esta época fue el
Mansuriano, construído en el Cairo por el Sultán Manzor
Bilafán (1283), quien todos los días trabajaba en la
edificación puliendo piedras. Estuvo así listo en menos
de un año, gracias al esfuerzo de nobles y plebeyos. De
pabellones separados, existían en él salas para los
hombres y salas para las mujeres, para los enfermos de
la vista, para los heridos y para los atacados de fiebres;
servicio de farmacia y lugar destinado a la enseñanza.
Todos los aposentos estaban refrigerados por fuentes;
había una biblioteca, un jardín botánico, muchos patios y
una mezquita en la cual 50 lectores recitaban el Alcorán
sin cesar. Por la noche se tocaba música suave para que
durmieran mejor los pacientes que padecían de
insomnio.
Dicho hospital, aparte de lo anterior, entregaba a
cada paciente a su egreso, una cantidad de dinero
suficiente para mantenerse durante el período de
convalecencia, a fin de que estuviera completamente
libre
de
preocupaciones
hasta
su
completo
restablecimiento.
Los numerosos hospitales fundados por los
árabes, en su época de esplendor en Córdoba, Granada,
llenaron necesidades en la parte asistencial,
caracterizándose por la enseñanza de la medicina que
se impartía. Dirigidos por médicos distinguidos,— todos
contaban con biblioteca bien organizada,— fueron
verdaderos centros de estudio. Se reconoce así, que en
la civilización árabe apareció, en el amplio sentido de la
palabra el hospital-escuela.
Para los árabes los dementes no eran poseídos
del demonio, como lo creían otros pueblos, sino
sencillamente enfermos que requerían atención médica.
De aquí que los primeros manicomios de Europa fueron
fundados por dichos pueblos, en el siglo Xll°.
Las relaciones de los musulmanes con otros
pueblos, llevaron a su arsenal de medicamentos otros
elementos de trabajo y estudio, enriqueciendo y
mejorando la preparación de dichos elementos
terapéuticos. Posteriormente sus autores fueron
consultados, sirviendo sus conocimientos por mucho
tiempo en centros universitarios.
y de los enfermos, estableciendo en su lugar contra los
infieles sus “xenidoquios” en territorio extranjero.
A la par de dichas órdenes y las típicamente
militares, florecieron las congregaciones hospitalarias
de carácter principalmente claustral: los crucíferos, los
trinitarios, los antonianos y los religiosos del Santo
Espíritu. A los primeros, los crucíferos, se les atribuye
la creación de numerosos hospitales en Europa. A la
orden de los trinitarios, fundada por Juan de Mata,
muchos de los hospitales de España, Francia e latía,
entre éstos el famoso hospital romano de Santo Tomás
en Formia.
Los antoninos tuvieron como misión asistir a
los enfermos de “fuego sagrado” (ergotismo:
intoxicación aguada por el cornezuelo de centeno, que
produce convulsiones y gangrena), habiendo sido
electos por los pontífices romanos para prestar
servicios con motivo de sus viajes. Su labor consistía
en custodiar los medicamentos y preparar un puesto
de primeros auxilios para socorrer a los enfermos, ya
que la designación papal era un llamamiento.
A la Congregación del Santo Espíritu se une el
recuerdo del más grande movimiento hospitalario de la
época. Inocencio III° (1198-1216) inauguró su
pontificado disponiendo la fundación de un hospital de
300 camas para atender diariamente 1.000 enfermos.
Para la administración de aquel nuevo centro
asistencial llamó a la Congregación citada, fundada
pocos años antes en Francia por Guido Montpellier.
OTROS CENTROS
ASISTENCIALES.
En Inglaterra existieron más de 750
instituciones de caridad, aparte de los monasterios,
siendo el mejor ejemplo el Hospital de San Bartolomé,
situado en Smithfield.
Fue fundado en 1.123 por Rahere, quien en
una peregrinación a Roma tuvo un sueño en el cual un
santo le dijo que construyera un establecimiento
religioso.
Rahere, caballero de la corte de Enrique l°
edifico un priorato y el citado hospital como anexo.
Dicho establecimiento duró hasta la disolución de los
monasterios por Enrique VIII0 el cual subvencionó el
hospital, cediéndolo posteriormente a los ciudadanos
de Londres, cuando se convirtió en institución laica.
Cabe además apuntar, que atendiendo una
necesidad perentoria de la época, proliferaron las
leproserías o lazaretos, cuyo número estima Mathieu
en París, en el siglo XIII°, 19.000.
Se registran sólo en Francia, antes del siglo
XIII° más de 200 hospitales. A esta misma época
pertenecen, por citar además algunos de los más
importantes, los hospitales de la Santa Cruz, de
Barcelona (siglo XlIl°) y el del Rey, en Madrid siglo
XIII°).
ORDENES RELIGIOSAS.
Durante el período de las Cruzadas,
expediciones emprendidas por la Europa cristiana
durante los siglos Xl° y Xll° contra el Oriente musulmán,
nacieron varias órdenes hospitalarias de carácter
religioso-militar, dedicadas a la asistencia de los heridos
(1) René Dands.
(2) Bernhard Stern.
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