Download El Papa Francisco, un año «ad limina

Document related concepts

Angelo Comastri wikipedia , lookup

Renuncia de Benedicto XVI wikipedia , lookup

George Pell wikipedia , lookup

Juan XXIII wikipedia , lookup

Francisco (papa) wikipedia , lookup

Transcript
26/3/14
11:16
Página 179
El Papa Francisco,
un año «ad limina»
editorial
02_EDITORIAL_PapaFrancisco.qxd:ok_Modelo_art.qxd
RESUMEN: Hace ahora un año, Razón y Fe publicó el editorial «El Papa Francisco, viento sin
ruido» en el que nos hacíamos eco de la elección del nuevo pontífice y analizábamos lo que
se esbozaba ya como programa de reforma, que interpretábamos como triple y convergente: hacia el interior, hacia el exterior, hacia la profundidad 1. Pasados estos doces meses, es
el momento de realizar un balance de este periodo, en el que vemos confirmada esta triple
dimensión.
PALABRAS CLAVE: Papa Francisco, balance, gesta, gesto programa.
A la hora de hacer un balance de este año de pontificado, hay que ser
conscientes de que se superponen diversos niveles. Si preguntásemos a
los cardenales que, reunidos en cónclave, eligieron a Jorge Mario Bergoglio como Papa, quizá destacarían el deseo y la necesidad de una reforma
a fondo de la curia vaticana; si sondeásemos al gran público y a las bases
católicas, subrayarían la cercanía y la sencillez del Papa Francisco; si explorásemos las opiniones de la prensa, aparecería en primer lugar el hecho de ser latinoamericano y jesuita. En la figura del Papa confluyen distintos roles y funciones, simbólicas y reales, que también debemos considerar en el análisis: el Papa es, al mismo tiempo y entre otras cosas, el
obispo de Roma y Sumo Pontífice de la Iglesia universal, el jefe de Estado
del Vaticano y un líder espiritual que sobrepasa los límites de la Iglesia católica.
En este editorial seguiremos un esquema tripartito. Analizaremos sus
gestos y su gestión, para desde ahí adentrarnos en lo que se puede considerar su gran gesta, la apertura al Espíritu de Dios. Pero antes de ello
queremos decir una palabra sobre la expresión que hemos empleado en
Cf. editorial «El Papa Francisco, viento sin ruido», Razón y Fe 1374 (marzo de
2013), pp. 283-290.
1
Razón y Fe, 2014, t. 269, nº 1385, pp. 179-186, ISSN 0034-0235
179
02_EDITORIAL_PapaFrancisco.qxd:ok_Modelo_art.qxd
26/3/14
11:16
Página 180
editorial
el título de este comentario y que nos parece resume bien el sentido
de este año de pontificado.
Ad limina, en salida
De todos es conocida la expresión «visita ad limina apostolorum», que se
refiere a la visita que todos los obispos diocesanos de la Iglesia Católica
deben realizar «a los umbrales de San Pedro y San Pablo», para encontrarse periódicamente con el obispo de Roma. Inspirados en esa imagen
y esa expresión, este año del papa Francisco bien podría catalogarse como un año de «visita ad limina». Ha sido un año en el que muchas personas, sobre todo católicas pero no sólo ellas, han sentido que el Papa les
ha visitado, que ha entrado en sus vidas, en sus casas, en su preocupaciones cotidianas, casi se podría decir que el Papa Francisco «se ha metido
en nuestras vidas... y nos ha metido en su bolsillo». Es como si él estuviera de visita ad limina permanente. Pero, al mismo tiempo, ha sido un año
de visita ad limina también en otro sentido: el Papa ha insistido en que la
Iglesia es misionera, debe salir fuera, estar en la calle, mancharse con el
barro de la vida, vivir extrovertidamente. Es decir, el impulso pastoral del
papa Francisco estira a la Iglesia «al límite», a las fronteras, a las periferias
geográficas y existenciales.
De hecho, este punto ha sido uno de los mensajes centrales del Papa
Francisco a lo largo de numerosas intervenciones públicas en este año y,
de un modo particular, en el que debe considerarse su documento programático, la exhortación apostólica Evangelii Gaudium. Allí indica que
«cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos» alcanzamos nuestro ser más pleno y verdadero (EG 8). Por eso, «es
vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los
lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo» (EG 23)
pues «la Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que
primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan”
(EG 24). No es de extrañar, desde aquí, que el Papa invite «a todos a ser
audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades»
(EG 33). En definitiva, «la Iglesia “en salida” es una Iglesia con las puertas
abiertas» (EG 46). Por lo tanto, concluye el Papa: «Salgamos, salgamos a
ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Repito aquí para toda la Iglesia lo que
180
Razón y Fe, 2014, t. 269, nº 1385, pp. 179-186, ISSN 0034-0235
02_EDITORIAL_PapaFrancisco.qxd:ok_Modelo_art.qxd
26/3/14
11:16
Página 181
El Papa Francisco, un año «ad limina»
muchas veces he dicho a los sacerdotes y laicos de Buenos Aires: prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que
una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades» (EG 49).
Gestos: vivir la misericordia
Desde que saliera al balcón del Vaticano para saludar con un espontáneo
y cercano buona sera, y para pedir después al pueblo congregado en la Plaza de San Pedro que orase por él, rogando a Dios su bendición, el papa
Francisco se ha convertido en un hombre de gestos directos, sencillos,
claros y fácilmente entendibles por el gran público. Sus gastados zapatos
negros, el no usar el Palacio Vaticano para vivir en la residencia de Santa
Marta, la renuncia al «papamóvil» blindado y la aceptación de un viejo
4-L de segunda mano, el viajar como uno más en el autobús con los demás cardenales o pagar de su propio bolsillo los gastos de su alojamiento son algunos de los gestos referidos a su comportamiento cotidiano,
que nos hablan de sencillez y de autenticidad.
Otros gestos muy significativos, y con un carácter más público o programático, han sido su primer viaje fuera de Roma, a la isla de Lampedusa, del
que destaca su grito desgarrador «¡Vergüenza!» ante el drama de las personas migrantes en situación irregular. Muy llamativo y muy temprano
(tanto que suscitó ya las primeras voces críticas) fue la celebración del
Jueves Santo en un centro de menores infractores, donde lavó los pies a
doce jóvenes, incluyendo dos mujeres y algunos musulmanes. También han
sido significativas sus visitas a la favela Varguinha en Río de Janeiro y el encuentro con el mundo obrero en Cagliari (Cerdeña). Ese contexto es el
que le ha permitido denunciar, con tanta contundencia como credibilidad,
una economía de la exclusión y de la inequidad «que mata» y una cultura
del descarte que convierte a las personas en «sobrantes» (EG 53).
En tercer lugar, destacamos los abrazos como otro grupo de gestos que
plasman muy nítidamente la misericordia, la cercanía y la primacía de la
persona. A lo largo de estos doce meses hemos visto cómo el Papa abrazaba a niños, a enfermos, a mujeres embarazadas, a Benedicto XVI, a personas con el rostro desfigurado, a jefes de estado y diplomáticos, a jóvenes…, y en todos los casos se ha podido transmitir la acogida entrañable
que brota de un corazón evangélico de pastor bueno. De nuevo, sus gesRazón y Fe, 2014, t. 269, nº 1385, pp. 179-186, ISSN 0034-0235
181
02_EDITORIAL_PapaFrancisco.qxd:ok_Modelo_art.qxd
26/3/14
11:16
Página 182
editorial
tos hacen creíbles sus palabras, como cuando recuerda que «el Hijo de
Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura» (EG 88)
y que, por tanto, debemos «creer en lo revolucionario de la ternura y del
cariño» (EG 288). En las audiencias papales, el contacto personal, el encuentro directo y la cercanía entrañable han pasado a tener un peso tan
relevante, al menos, como los propios discursos y palabras pronunciadas.
Gestión: reformar la curia
No han faltado voces que se han mostrado escépticas o incluso han criticado abiertamente esta avalancha de gestos y esta amplia exposición
mediática del Papa, reclamando el paso a la acción de un modo más decidido. Estos comentarios tienen la virtud de recordar un criterio básico para valorar la actuación del Papa, que es su responsabilidad específica como Jefe de Estado del Vaticano. Dicho eso, sin embargo, no deja
de ser llamativo que estas voces reclamen decisiones ejecutivas en el
plazo de unos meses, cuando parecen haber convivido, durante décadas,
con los premiosos ritmos vaticanos o incluso con estilos y modos de
actuación que han frenado la puesta en marcha del Concilio Vaticano II.
En nuestra opinión, estas críticas son injustas y quizá interesadas. Por un
lado, en este año ya se han cambiado muchas cosas y, por otro, es un
plazo relativamente breve para ver los resultados concretos. En todo caso, queremos centrarnos en los dos asuntos que nos parecen más relevantes.
En primer lugar, debemos hacer algunas consideraciones sobre la reforma de la curia vaticana como entramado de gestión administrativa. Esta
fue una las demandas más claras en las congregaciones generales previas
y en el mismo cónclave; la dificultad para llevarla a cabo (con el escándalo de Vatileaks como expresión visible) fue también uno de los motivos que forzaron la renuncia de Benedicto XVI, precisamente por su deseo de facilitar una reforma más firme y eficiente; y es una de las prioridades del papa Francisco en diversas alocuciones públicas dirigidas a
los cardenales y al personal vaticano. La decisión más importante ha sido la constitución de un grupo de ocho cardenales, el G-8, no residentes en Roma y por tanto ajenos al entramado curial, con capacidad para asesorar al Papa en la reforma de la curia y en el gobierno de la Iglesia universal. Su constitución apunta a un sistema colegial y participativo
182
Razón y Fe, 2014, t. 269, nº 1385, pp. 179-186, ISSN 0034-0235
02_EDITORIAL_PapaFrancisco.qxd:ok_Modelo_art.qxd
26/3/14
11:16
Página 183
El Papa Francisco, un año «ad limina»
con mayor control y equilibrio, mientras que su composición, con representantes de los cinco continentes, habla de universalidad y descentralización. El sistema de trabajo, en parte a distancia y en parte con intensas sesiones presenciales, indica también agilidad y flexibilidad. Aunque es pronto aún para esperar decisiones ejecutivas nítidas, sí es cierto
que introduce ya en el modo de gobierno un estilo deliberativo y consultivo.
En segundo lugar, un tema muy sensible se refiere a las finanzas vaticanas, cuestión en la que también se detecta continuidad con la valiosa labor impulsada por Benedicto XVI, por ejemplo con el nombramiento de
Ernst von Freyberg como director del Instituto de Obras para la Religión, el conocido como Banco Vaticano, con la incorporación del mismo
a los sistemas europeos de supervisión y con la ley contra el blanqueo
de dinero. Algunas decisiones de Francisco en este sentido han sido: la
publicación, por primera vez en la historia, del informe anual del Banco
Vaticano, en octubre de 2013; la creación de una nueva Secretaría de
Economía, con el objetivo de lograr más control y transparencia en las
finanzas de la Santa Sede, encargando para ello a George Pell, arzobispo
de Sydney (Australia); la constitución de un Consejo de la Economía,
formado por quince personas, ocho eclesiásticos y siete laicos, especialistas en materia de finanzas; los encargos de supervisión externa para
el Banco Vaticano (solicitada a la firma estadounidense Promontory) y al
Gobernatorio Vaticano, el organismo de la gestión financiera de la Santa Sede (encargada a la multinacional Ernst & Young). Ya se han dado pasos claros. Cabe esperar que se vayan viendo resultados de austeridad,
transparencia, rendición de cuentas, control de la corrupción y refuerzo de la dimensión ética de las finanzas vaticanas.
Gesta: abrirse al Espíritu
Junto a los gestos visibles y a la tarea de gestión, queremos destacar que
la principal «gesta» del Papa Francisco a lo largo de este primer año de
pontificado ha sido, sencillamente, mostrarse como un hombre de Dios,
dócil al Espíritu Santo, lleno de evangelio, apasionado por Jesús de Nazaret, el Cristo. En un mundo tan marcado por las intrigas y los juegos
de poder, por los intereses particulares, por las lógicas institucionales y
por la mentalidad mundana, encontrar a un hombre que se abre plenaRazón y Fe, 2014, t. 269, nº 1385, pp. 179-186, ISSN 0034-0235
183
02_EDITORIAL_PapaFrancisco.qxd:ok_Modelo_art.qxd
26/3/14
11:16
Página 184
editorial
mente a Dios y —con autenticidad, sencillez y radicalidad— se deja
guiar por Él, es una buena noticia y una alegre novedad. La figura del Papa Francisco muestra, una vez más, que hablar de la elección del Papa
desde la clave de la inspiración del Espíritu Santo no es una mera consideración devota sino que puede ser una realidad de consecuencias
profundas y rotundas.
Abrirse al Espíritu es, en verdad, dejar espacio para que irrumpa la novedad, desde la convicción de que «Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina» (EG 11). En la Iglesia, la vida consagrada es la expresión institucionalizada del elemento carismático y, por
tanto, la presencia de un Papa religioso —jesuita en este caso— apunta
precisamente a la ubicación de lo carismático (= espiritual) en el gobierno de la Iglesia. Por supuesto, no se trata de sugerir una especie de monopolio de lo carismático en la vida religiosa, pero sí de subrayar su aportación específica. Igualmente, es legítimo preguntar cuáles pueden ser los
rasgos de la espiritualidad ignaciana más presentes en el pontificado de
Francisco y cómo pueden afectar a su misión actual. El mismo Papa abordó esta cuestión, en la famosa entrevista con Antonio Spadaro, SJ publicada en nuestra revista 2, destacando en primer lugar el papel del dicernimiento. Junto a ello, y previo al mismo, debemos subrayar la libertad. No
sólo porque la libertad (o la «indiferencia», en términos ignacianos) es un
pre-requisito imprescindible para vivir y practicar el discernimiento espiritual, sino también porque se trata de uno de los rasgos más llamativos
y rotundos del Papa Francisco.
Después de un año de pontificado, el Papa Francisco es percibido como
un auténtico líder espiritual. Lo cual, a estas alturas de la historia, no es algo sencillo ni obvio. Es decir, ya pasó la época en que la sociedad atribuía
sin más la capacidad de liderazgo por el mero hecho de asumir un rol institucional. La credibilidad personal y la capacidad comunicativa de Francisco, por supuesto, se enraízan en el hecho de ser el obispo de Roma,
pero van mucho más allá. Es posible que estemos ante la primera figura
con un liderazgo espiritual verdaderamente global. El Papa Francisco ha
superado las fronteras de la Iglesia católica, ha sido capaz de romper ba2
ANTONIO SPADARO, SJ, «Entrevista exclusiva al Papa Francisco», Razón y Fe 1380
(octubre de 2013), pp. 249-276.
184
Razón y Fe, 2014, t. 269, nº 1385, pp. 179-186, ISSN 0034-0235
02_EDITORIAL_PapaFrancisco.qxd:ok_Modelo_art.qxd
26/3/14
11:16
Página 185
El Papa Francisco, un año «ad limina»
rreras confesionales, ha accedido de manera renovada al mundo no-creyente, ha logrado un reconocimiento mundial que va mucho más allá de
los límites institucionales conocidos y esperables (por ejemplo, a través
de numerosas revistas y medios de comunicación que le han nombrado
«persona del año»).Y, en un mundo complejo y crecientemente secularizado, esto es una verdadera gesta que habla también de una visita ad limina, a las fronteras, plazas, calles y rincones de nuestra aldea global.
Ad limina, en camino
A una persona se le reconoce, entre otros aspectos, por las personas a
las que admira y a quienes toma como referencia. En el caso de un líder
espiritual y concretamente de un papa, esto apunta al modelo de santidad.
No parece descabellado, por tanto, concluir este balance aludiendo a los
santos más relevantes de la vida del papa Bergoglio. Hacerlo así nos permitirá recapitular lo ya dicho. En primer lugar, encontramos a san Francisco, el poverello de Asís, como plasmación de la sencillez, la alegría (recuérdese el título de la exhortación apostólica, «La alegría del evangelio»),
la compasión, la opción por los pobres, los gestos concretos. En segundo
lugar, el jesuita san Francisco Javier como encarnación visible del impulso
misionero, del afán de salir, de ir siempre más allá para anunciar el evangelio con «audacia y entrega esperanzada» (EG 109). En tercer lugar, el
nuevo santo Pedro Fabro, de quien el papa Francisco ha hablado como un
referente e inspiración directa: hombre espiritual, místico de la vida cotidiana, sacerdote reformado, apóstol del diálogo y de la delicadeza.
Permítasenos, antes de terminar, una referencia a los últimos pontífices.
Lo hacemos con afán de síntesis recapituladora, no para fomentar ningún
tipo de adulación acrítica del Papa actual ni para entrar en insensatas
comparaciones. Recordamos la duodécima regla de san Ignacio para el
sentido verdadero que en la Iglesia debemos tener: «Debemos guardar en
hacer comparaciones de los que somos vivos a los bienaventurados passados, que no poco se yerra en esto, es a saber, en decir: éste sabe más
que Sant Augustín, es otro o más que Sant Francisco, es otro Sant Pablo
en bondad, sanctidad, etc.» (Ejercicios Espirituales, n. 364). Pero, dicho esto,
terminamos el primer año de pontificado de Francisco con la impresión
de que este hombre está siendo capaz de recoger y actualizar lo mejor
de la herencia recibida: la bondad de Juan XXIII, la capacidad de diálogo
Razón y Fe, 2014, t. 269, nº 1385, pp. 179-186, ISSN 0034-0235
185
02_EDITORIAL_PapaFrancisco.qxd:ok_Modelo_art.qxd
26/3/14
11:16
Página 186
editorial
de Pablo VI, la sonrisa dulce de Juan Pablo I, el ardor misionero de Juan
Pablo II, la libertad de Benedicto XVI.
¿Qué retos tiene por delante el Papa Francisco? Sin duda, muchos e importantes. De una parte, debe asentar y profundizar todo lo logrado en
este año. Las expectativas son altas y, por lo mismo, la exigencia también.
Se trata nada menos que de vivir a la altura del Evangelio. De otra parte,
está el reto de la coherencia eclesial, que nos afecta a todos. No podemos mirar los gestos como si fuéramos espectadores, anhelar una mejor
gestión como si sólo afectase a otros o admirar la gesta de una vida en el
Espíritu quedándonos al margen de la misma. El reto, para todos los creyentes y para todas las instituciones eclesiales, consiste en dejarnos transformar, en vivir ad limina, en continuar en camino. ■
186
Razón y Fe, 2014, t. 269, nº 1385, pp. 179-186, ISSN 0034-0235