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PROSPECTIVA DE LA PSICOLOGÍA EN COLOMBIA: MÁS QUE CERTEZAS, CUESTIONAMIENTOS.
María Mercedes Botero.
Presidente Ascofapsi
Directora Programa de Psicología Universidad del Norte
Por:
En este artículo intentaré enlazar varios niveles de análisis para lograr distinguir
algunas líneas de reflexión sobre el futuro de la psicología en Colombia. Para ello,
primero introduciré el tema de la prospectiva y su utilidad; luego, me centraré en la
Década de la Conducta como principio rector de la tentativa que guía esta publicación;
finalmente, expondré algunos interrogantes sobre las perspectivas futuras de la
psicología en Colombia, enmarcándolos en los cuatro propósitos generales de la
Década de la Conducta. Estos preguntas también se refieren implícitamente a tres
categorías más amplias que las sugeridas por los propósitos, y más centradas en el
ámbito colombiano: El contexto socio-cultural, los aspectos relacionados con la
formación de psicólogos y los aspectos ligados al ejercicio de la profesión.
Empezaré, entonces, por justificar el empleo del término prospectiva en este artículo.
La palabra prospectiva no alude simplemente a una actitud consistente en prever el
futuro y actuar en consecuencia; la prospectiva es actualmente una disciplina científica
que estudia el futuro para comprenderlo y poder, en la medida de lo posible, construirlo
conscientemente. No obstante, se trata de una disciplina sin objeto definido (puesto
que el futuro, como tal, aún no existe) que oscila constantemente entre la necesidad
de vaticinar lo que puede ocurrir y el deseo de crear el mejor futuro posible, ya que,
aunque el mañana no lo podemos predecir con plena certeza, sí podemos imaginar
nuestro devenir soñado.
Los nuestros se caracterizan por ser tiempos de escepticismo y de cierta
desesperanza. El postmodernismo ha hallado, en medio de este panorama, terreno
fértil para sus argumentos a favor de la deconstrucción, actividad intelectual que
cuenta cada día con más adeptos. Esto se traduce en prospectiva en la corriente
reflexiva. Así, la prospectiva reflexiva surge así como oposición a cualquier intento de
colonizar el futuro, de imponer determinada visión de cómo debe ser éste, de
establecer certezas. Ése es el enfoque que guía este artículo: Una visión reflexiva del
futuro de la psicología en Colombia que nos ayude a formular interrogantes
provechosos más que a diseñar certidumbres concluyentes.
Desde este punto de vista no es suficiente proyectar la información que tenemos
actualmente sobre el devenir histórico de la psicología en Colombia y su estado actual;
es necesario reflexionar sobre conceptos y categorías pertinentes y establecer en qué
medida influyen en el desarrollo de nuestra profesión; así mismo es necesario valorar
distintos escenarios futuros en circunstancias cambiantes y ser conscientes de que no
se puede dar nada por sentado; pero, sobre todo, debemos tener presente en todo
momento que el futuro menos posible es aquel en el que nada cambia.
La Década de la Conducta (2000-2010) se convierte en el marco que da forma a la
tentativa de vislumbrar el futuro de la psicología en nuestro país. El hecho de dedicar
un decenio a la potencialización de las ciencias sociales y conductuales es un esfuerzo
multidisciplinario para focalizar el talento, energía y creatividad de estas disciplinas en
1
el enfrentamiento activo e intencional de muchos de los desafíos más importantes de
nuestra sociedad, y se presenta como una oportunidad para solucionar muchas de las
problemáticas que actualmente afectan al mundo y a nuestro país como parte del
mismo.
Iniciar el nuevo milenio con la Década de la Conducta es una iniciativa de las dos
entidades más importantes de la psicología de Estados Unidos: La American
Psychological Association y la American Psychologial Society. De la Década del
Cerebro (1990-2000), la cual se caracterizó por un énfasis particular en los estudios
sobre neurociencias, se decidió transitar hacia la Década de la Conducta (2000-2010),
paso que ha sido ampliamente justificado como necesario ante la situación actual de la
humanidad, cuyas problemáticas exigen un diseño científico de políticas que se
centren en la búsqueda del bienestar de la población. Robert Bjork, presidente de la
American Psychological Society, señala al respecto: "Mejorar los problemas que
afectan a nuestras escuelas no depende de diseñar mejores computadoras, artefactos
más rápidos o más accesibles, aunque eso sería por cierto deseable. Disminuir la
violencia en nuestras sociedades tampoco depende de más y mejores detectores de
metales o cámaras de seguridad. La mayoría de los problemas que nos acosan tienen
sus raíces firmemente arraigadas en la conducta"1.
Los planteamientos de Bjork, que originalmente se aplican al contexto norteamericano,
no son ajenos a la realidad colombiana. En Colombia, la población, estimada en 42, 3
millones de habitantes, ocupa un área equivalente a un poco más de un millón de
kilómetros cuadrados. Alrededor de un cuarto de esta población vive en áreas rurales.
Con un crecimiento poblacional de 1,3% anual y una expectativa de vida de 72 años,
el PNB per cápita es de US$ 2.020, y el PIB asciende a US$ 85,3 billones 2. Estas
cifras, que nos dicen que hacemos parte de un país en vías de desarrollo, nos obligan
a buscar la modernización tecnológica como salida a una pobreza que constantemente
transgrede los límites de lo material y demuestra ser algo más que la mera carencia de
condiciones objetivas para la satisfacción de necesidades básicas: Se trata más bien
de la manera en que hemos construido socialmente nuestro ser colombiano. Por otra
parte, la manera como se pretende resolver el problema de la violencia en Colombia,
que se basa, entre otras estrategias de carácter meramente instrumental y normativo,
en el equipamiento y fortalecimiento de las fuerzas armadas, está lejos de ser una
alternativa de solución duradera a un conflicto que se refleja en la agresividad de
nuestro accionar cotidiano.
De esta manera, la investigación en las áreas de las ciencias sociales y de la conducta
podría dar respuestas a muchos de los problemas relacionados no sólo con la
violencia, sino también con la salud, la seguridad, la educación y el desarrollo
económico y democrático, entre otros, que afectan a la mayoría de los países
latinoamericanos.
Luego de haber justificado la conveniencia de la Década de la Conducta en el contexto
colombiano, y con el fin de no perder de vista el carácter reflexivo de este artículo, a
1
Palabras de Robert Bjork, presidente de la American Psychological Society. En:
http://www.decadeofbehavior.org/
Datos consultados en la página web del Grupo del Banco Mundial. En:
http://lnweb18.worldbank.org/external/lac/lac.nsf/Countries/Colombia/
2
2
continuación expondré algunos interrogantes (no certezas) sobre el futuro de la
psicología en nuestro país, tomando como punto referencial los cuatro principales
propósitos de la Década de la Conducta y algunas discusiones que, desde nuestra
perspectiva de académicos, hemos planteado en la labor desarrollada en la Asociación
de Facultades de Psicología, ASCOFAPSI. Reitero que las preguntas formuladas
pueden ser categorizadas también de acuerdo con tres niveles de análisis: Contexto
socio-político, formación del psicólogo y ejercicio de la profesión en Colombia.
El primer propósito, que consiste en la generación de una campaña de educación
pública sobre la importancia y relevancia de la investigación en ciencias sociales y
conductuales, suscita el primer interrogante, ineludible: ¿Lograremos que la psicología
sea considerada en Colombia como una profesión de riesgo social? Es muy factible
que en los próximos años la psicología se posicione como una disciplina que, al igual
que la medicina, esté reglamentada a través de disposiciones más exigentes en lo que
se refiere a la responsabilidad que atañe a la intervención en seres humanos.
Precisamente, el hecho de considerar la conducta como objeto de estudio permitirá
hacer más tangibles las implicaciones de ser psicólogos en un contexto social
convulso y complejo.
El proyecto sobre la Ley Reguladora del Ejercicio Profesional de la Psicología en
Colombia es un avance en cuanto a esta necesidad de reglamentar la profesión en
Colombia. El proyecto hace énfasis sobre la importancia de reconocer que el
psicólogo tiene tanta capacidad de modificar significativamente con sus intervenciones
a las personas como podría tenerla otro profesional de la salud. Lo anterior se refleja
claramente en el primer aparte del segundo borrador del proyecto (noviembre 6 de
2002), referido a las funciones del psicólogo profesional: “Partiendo de que la
Psicología se fundamenta en el conocimiento científico y en la investigación de los
procesos mentales humanos
(...) el psicólogo opera variables psíquicas,
interpersonales o grupales. Por ende, evaluar, potenciar o reorientar cualesquier
proceso mental humano, afectivo, cognitivo o expresivo, constituye el campo
profesional del psicólogo, en los espacios e instituciones en donde actúan los
individuos: Organizaciones educativas, sociales, jurídicas, clínicas y otras”3.
El segundo propósito, que se centra en la traducción de los hallazgos de la
investigación en ciencia social y conductual en el área de las políticas públicas, nos
conduce directamente a otras preguntas: En un país en el que las políticas de Estado
tienen poca continuidad en el tiempo, ¿qué estrategias permitirían fortalecer, a largo
plazo, alianzas entre las instancias del Estado, los gremios empresariales y el sector
educativo que contribuyan a una educación pertinente y al retorno del conocimiento en
beneficio del país? y ¿cómo administrar eficazmente los recursos económicos públicos
y privados en beneficio de la calidad de la formación de psicólogos? En los próximos
años la psicología se perfilará como una profesión menos “aséptica” y más acorde con
la necesidad cultural del hombre de establecer filiaciones ideológicas y de ser
coherente con las mismas. En este sentido, los resultados de las investigaciones en el
ámbito de la conducta escaparán al destino de decorar estanterías para pasar a
contribuir a regular la distribución de los recursos de la nación destinados a programas
de intervención en poblaciones específicas que pretendan solucionar problemas
conductuales particulares. Así mismo, es muy probable que en los próximos años la
psicología, debido a su estatus de profesión de riesgo social, se encuentre en una
3
En: http://www.abacolombia.org.co/doc_agenda_noticias/ley_psicol_feb2003/
3
posición privilegiada y reciba mayor cantidad de recursos para el mejoramiento, tanto
de la calidad de la educación ofrecida en los programas de las distintas instituciones
universitarias, como del ejercicio mismo de la profesión.
El tercer propósito de la Década de la Conducta, que consiste en generar un nuevo
conocimiento que este acorde con los actuales desafíos y preparar al mundo ante los
problemas emergentes del siglo XXI, nos hace exponer el siguiente cuestionamiento:
¿Se ha generado un conocimiento no sólo pertinente sino también sistemático y
acumulativo sobre temas relacionados con las condiciones que enfrenta Colombia en
el nuevo milenio? Es claro que algunos problemas, como el desplazamiento forzado,
los trastornos de estrés postraumático y de depresión que se relacionan con eventos
violentos, así como la relativización de los sistemas axiológicos e ideológicos con la
consecuente relativización en el proceder ético de los colombianos, no han sido
atendidos con suficiente cuidado por las ciencias sociales y conductuales en nuestro
país. Muchas de las investigaciones psicológicas que sobre estas temáticas se han
desarrollado en regiones específicas han pasado, en el mejor de los casos, a fortalecer
líneas de investigación truncadas, las cuales se centran sólo en la fundamentación
teórica pero no en los aportes prácticos. En muchos casos, esta incapacidad de las
líneas de investigación para sustentarse a través del tiempo y lograr descender de lo
abstracto a lo concreto se debe a la ausencia de una cultura de investigación
permanente, profunda y centrada, en contraposición a una intermitente, superficial y
preocupada por la producción más que por la calidad.
El tercer propósito genera, además, otras preguntas igualmente relevantes: ¿Cómo
podemos consolidar acuerdos a nivel nacional e internacional para el intercambio de
información, recursos tecnológicos, publicaciones y bases de datos que permitan
mejorar la calidad de nuestros programas académicos, sin desconocer el aspecto
económico de estos? y ¿cómo flexibilizar las propuestas curriculares para favorecer
procesos de transferencias externas y homologaciones a nivel nacional e
internacional? Estos interrogantes se refieren a las acciones que se están llevando a
cabo para eliminar las fronteras que existen entre los países con una extensa y amplia
tradición en psicología y aquellos como Colombia, en los cuales la disciplina es
relativamente reciente.
Estos cuestionamientos también se relacionan con la
adquisición de estándares internacionales de calidad que permitan al psicólogo
colombiano desempeñar su profesión en otros contextos. Sobre este punto existen ya
algunos precedentes a nivel mundial, que podrían aportar modelos de acción. Uno de
ellos es el Proyecto EuroPsy4, el cual tiene una duración estimada de tres años
(noviembre de 2001-octubre de 2003). Este proyecto pretende unificar las prácticas
formativas de los psicólogos en Europa para alcanzar el ideal de un ”diploma europeo
en psicología” que le permita a sus portadores desempeñar su profesión en cualquier
país del viejo continente. Hasta la fecha, se ha formulado un marco general de
conocimientos, habilidades y capacidades para la formación de los psicólogos
europeos.
Un avance en este sentido es la aplicación, en el 2003, de los Exámenes de Calidad
para la Educación Superior, ECAES, a los alumnos de los programas de psicología de
todo el país. Estas pruebas plantean, al mismo tiempo, desafiantes retos y
oportunidades para evaluar objetivamente la formación que se está ofreciendo y tomar
las medidas que al respecto tiendan a “proyectar” no sólo el tipo de psicólogo que
4
En: http://www.europsych.org/EuroPsy
4
queremos sino, sobre todo, el que necesitamos. Esta evaluación se realizará de
manera concertada entre los diversos actores de la comunidad educativa y su
elaboración está a cargo de Ascofapsi.
El cuarto y último propósito general de la Década de la Conducta se refiere al
desarrollo de una acción planificada para reclutar y retener a la siguiente generación
de académicos en ciencias sociales y conductuales. Esta tentativa suscita las
siguientes preguntas: Si en Colombia la psicología está entre los seis primeros
programas de preferencia en la elección de carrera universitaria, ¿por qué a la hora de
evaluar la demanda de la fuerza laboral remunerada, las proporciones cambian
notablemente?; ¿están nuestros psicólogos ejerciendo realmente su profesión o
realizando actividades que no le atañen o que sólo se relacionan tangencialmente con
su área de competencia?; ¿por qué ha sido tan compleja y tardía la creación de la
Asociación Colegio Colombiano de Psicólogos, Acolpsic? y ¿por qué los psicólogos
colombianos tienden a asumir otras actividades que les parecen más rentables o
interesantes? Afortunadamente, las respuestas a estas preguntas plantean un
panorama retador con respecto al estatus y atractivo de la psicología como profesión
en Colombia. La pronta apertura de un primer doctorado en psicología, iniciativa
liderada por la Universidad del Valle y respaldada por Ascofapsi, es un hecho que
contribuye a aumentar el atractivo de la profesión.
No obstante, la Década de la Conducta parece presentar nuevas posibilidades a este
respecto, precisamente, por los aspectos que se exponen en sus propósitos generales.
Es decir, la investigación en ciencias sociales y conductuales (primer propósito), la
generación de políticas públicas pertinentes que se basen en la labor investigativa
(segundo propósito) y la optimización de la formación de psicólogos que permita
prepararlos para los retos de este milenio mediante el establecimiento de criterios
internacionales de calidad (tercer propósito), contribuirán a que la psicología en
Colombia sea una disciplina fuerte e interesante en lo que se refiere a su impacto
social, atractivo teórico e investigativo, rentabilidad y viabilidad práctica.
Sea cual fuere el futuro de la psicología en Colombia, me atrevería a decir que
seguramente la profesión seguirá perfilándose como uno de los campos de práctica e
investigación más fecundos, sobre todo si se tiene en cuenta la necesidad sentida de
los colombianos de encontrar una salida a la actual situación de crisis del país. La
psicología colombiana posee en estos momentos, y después de un largo camino
recorrido, muchas herramientas para contribuir, como escuela de verdaderos analistas
simbólicos, a formular las preguntas que vale la pena resolver.
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