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Comiendo con Atención Plena: La Paradoja Francesa
¿Cómo Se Salen Los Franceses con la Suya?
http://www.psychologytoday.com/blog/mindful-eating/200903/mindful-eating-thefrench-paradox
Publicado en marzo 21, 2009 por Jan Chozen Bays, M.D. en Mindful Eating
Traducido por Lilia Graue, M.D., Directora, Mindful Eating México®
Mantequilla, croissants, paté de foie gras y mucho
queso, ¡no es una dieta que un médico americano
recomendaría! ¿Por qué los franceses pueden comer
tres veces la cantidad de grasa que consume un
americano, y estar más delgados y tener menor
incidencia de enfermedades cardiacas que nosotros?
Existen varias razones interesantes para esta paradoja.
Comer menos y disfrutarlo más
En primer lugar, los franceses sirven y consumen porciones más pequeñas que los
americanos. Un estudio cooperativo por investigadores de ambos lados del
Atlántico mostró que el promedio de tamaño de porción en una diversidad de
restaurantes y heladerías americanos era 25% más grande que en Francia. ¡En los
restaurantes chinos la comida era 72% más grande en Estados Unidos! Las porciones
sencillas como las barras de caramelo y el yogurt en los supermercados también
fueron significativamente más grandes en Estados Unidos que en Francia.
A los americanos nos encanta una ganga. “Todo lo que puedas comer por $7.95.”
“Sólo por esta semana: dos hamburguesas enormes por el precio de una.” Comer
con atención plena significa considerar cuidadosamente si comer una gran
cantidad de comida barata es en realidad una ganga. ¡No lo es si comérnosla toda
nos hace ganar peso no deseado!
¿Cómo se puede aplicar la atención plena a las grandes porciones en
restaurantes? Primero, elige cuánto quieren comer realmente tu estómago y tu
cuerpo. Come lentamente, verificando con tu estómago con frecuencia para ver si
ya estás 4/5 satisfecho. Cuando lo estés, para, bebe un poco de agua. Pide una
cajita y llévate el resto a tu casa para una oferta aún mejor – una comida o cena
“gratis” mañana. ¡Eso es una ganga!
Todos los derechos reservados. Mindful Eating México® 2016.
Mis amigos japoneses se abruman por las gigantescas porciones de comida en los
restaurantes americanos. Se enfrentan a esto pidiendo un solo platillo y un plato
extra para dos personas. De vez en cuando, a mi esposo le gusta desayunar en un
lugar de hot cakes. Ordena el desayuno completo, un omelette de tres huevos y
dos quesos, bagel y hash browns. Yo sólo pido un jugo grande y tal vez un poco de
fruta. Entre los dos tenemos dos buenas comidas, no demasiado, y no demasiado
poco. Y en tiempos de austeridad, el precio es justo, aún si el restaurante te pide
pagar un poco por el plato adicional.
Los americanos siempre están alentándose a “comer un poquito más”, pero los
franceses y los japoneses con frecuencia no consumen segundas porciones ni
botanas entre comidas. Los americanos hemos aprendido a picotear comida y
bebida casi continuamente entre comidas. Nuestras bocas se han acostumbrado a
tener algo que saborear todo el día. Cuando yo era niña, no había colaciones entre
comidas. Nunca se nos ocurrió hurgar en el refrigerador o las alacenas para buscar
algo de comer. Nos comíamos las tres comidas que nuestras madres servían, nada
más. A veces comíamos unas rebanadas de manzana o zanahorias después de la
escuela para aguantar hasta la cena.
Fue durante y después de la Segunda Guerra Mundial,
cuando las madres comenzaron a trabajar, que las
botanas se inventaron. Pequeños envases de gelatina,
budín, galletas, dulces, papitas, hasta los sándwiches de
crema de cacahuate y mermelada, eran convenientes
para meter en locheras, pero también en bolsas, mochilas,
guanteras en autos, y en máquinas de comida que brotaron en todas partes,
eventualmente invadiendo las escuelas. Los niños empezaron a alimentarse cada
vez que se les antojaba, y las compañías de alimentos desarrollaron una gama de
alimentos procesados con mucha grasa, azúcar y sal para atraer a esos niños.
Comer lentamente y disfrutarlo más
Mis amigos europeos me cuentan que “comer en Francia es cuestión de dos horas.”
Si te sentaras, señalaras lo primero que encontraras en el menú, le dijeras al mesero
que tienes prisa, y comieras mientras que hablas por el celular, el mesero y el chef
probablemente te dispararían, y las cortes francesas lo podrían juzgar como
homicidio justificado.
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La comida tarda 20 minutos en llegar a la primera parte del intestino delgado.
Cuando esto ocurre, se envían señales químicas de regreso al cerebro y al resto de
los órganos digestivos para decir, “¡Whoa! ¡Deja de comer! ¡Ya comimos suficiente!”
Si comemos demasiado rápido, podemos fácilmente introducir demasiada comida
a nuestro cuerpo antes de que las señales de saciedad sean recibidas.
Cuando comemos más lentamente, tenemos tiempo de saborear cada bocado.
¿Alguna vez has notado como el primer bocado de un alimento que nos gusta
tiene una explosión de sabor muy disfrutable, pero para el tercer o cuarto bocado,
las sensaciones de sabor disminuyen? Si comemos lentamente, haciendo una pausa
hasta que un bocado sea masticado por completo, deglutido, y el sabor se haya
ido casi por completo de nuestra boca, entonces el siguiente bocado es muy
disfrutable de nuevo. Terminamos obteniendo mucho placer de diez bocados en
vez de disfrutar sólo los primeros dos bocados y comer veinte más en busca de ese
delicioso sabor original.
EJERCICIO DE COMER CON ATENCIÓN PLENA:
Intenta servirte una cantidad menor de comida de la que habitualmente te sirves.
(Mantén los platones fuera de tu vista.) Come más lentamente de lo que
habitualmente lo harías, poniendo completa atención a cada bocado, y haciendo
pausas entre cada bocado, permitiendo que los sabores en tu boca se disipen
antes de introducir el siguiente bocado. Come cada bocado con atención plena. Si
necesitas hablar, habla mientras que haces una pausa. Deja de hablar cuando
estés comiendo. Si estás leyendo, lee un poco mientras haces pausa, no mientras
que estás comiendo.
Cuando te hayas comido la primera porción, detente y pregúntale a tu estómago,
“¿Qué tan lleno estás? ¿Necesitas más? ¿Qué tanto más?”
Ajusta tu segunda porción de acuerdo con la información que tu estómago te da.
Quizá sólo necesites dos bocados más de comida para sentirte satisfecha.
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