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MINISTERIO COORDINADOR DE POLÍTICA ECONÓMICA
REEDICIÓN
CRISIS Y CAMBIOS
DE LA ECONOMÍA
ECUATORIANA
EN LOS AÑOS 20
Ensayos conmemorativos por los 60 años de
Fundación del Banco Central del Ecuador
Carlos Marchán Romero
Compilador
Estudio introductorio: Milton Luna Tamayo
Banco Central del Ecuador
Patricio Almeida, Rebeca Almeida, Mauro Álvarez, Bruno Andrade, Pablo
Carrión, Milton Luna, Carlos Mancheno, Carlos Marchán, Marco Naranjo,
Pedro Navas, Alicia Pesantez, Fernando Rodríguez, Max Rosero, Lucía
Suarez, Irving Zapater.
Quito – Ecuador
Abril 2013
Serie Historia de la Política Económica del Ecuador
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CRÉDITOS
Jeannette Sánchez Zurita.
Ministra.
Ministerio Coordinador de Política Económica.
Mauricio León.
Secretario Técnico.
Ministerio Coordinador de Política Económica.
Estudio Introductorio: Milton Luna Tamayo.
Presentación: Jeannette Sánchez Zurita.
Equipo de Comunicación del MCPE:
Coordinación: Grace Aguilar, Luis Dávila.
Edición fotográfica: Roberto Yacovazzo.
Obra publicada con autorización del Banco Central del Ecuador
como titular de los derechos de autor.
Levantamiento de textos: Carmen Gangotena Granizo
Diseño y diagramación: Oxigenio.
Fotografías: Subsecretaría de Memoria Social, Ministerio de Cultura.
Impresión: Editogran S.A.
Primera edición: abril de 2013.
Tiraje: 500 ejemplares.
Quito, Ecuador.
ISBN- 978-9942-07-398-3
Ministerio de Coordinación de Política Económica.
Santa María y Amazonas, Edificio Tarqui, piso 5.
www.politicaeconomica.gob.ec
Quito, Ecuador.
Copyright:
© Ministerio de Coordinación de la Política Económica
Quito, Ecuador
MILTON LUNA TAMAYO
Doctor (c ) en Historia de la Educación UNED, Maestro en Historia Andina FLACSO, Licenciado
en Ciencias Históricas PUCE. Ex investigador del equipo de historia económica del Banco Central;
ex Director de la Escuela de Historia de la PUCE; profesor de las maestrías de gerencia educativa de la
Universidad Andina. Actualmente profesor de historia económica, social y educativa de la Escuela de
Historia de la PUCE y de la maestría de educación inicial del Instituto de Post grado e Investigación de
la Facultad de Filosofía de la Universidad Central. Ha publicado libros de historia económica, social y de
la educación.
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CONTENIDO
Presentación11
ESTUDIO INTRODUCTORIO al libro crisis y cambios de la economía
ecuatoriana en los años veinte, ed. Banco Central del Ecuador
por Milton Luna Tamayo
17
Introducción19
Pausada modernización: la vida diaria en los años veinte
20
La crisis economica en los años veinte, políticas económicas y sus repercusiones
23
El inicio de la crisis.
24
Diversos efectos económicos de la crisis
25
Respuestas económicas, monetarias y financieras a la crisis
28
Reforma monetaria
28
Reforma fiscal y tributaria
30
La obra pública
32
La mayor presencia norteamericana en la economía nacional
34
La lucha política en los años 20
35
El 15 de noviembre. La presencia política de los trabajadores
36
La revolución juliana
39
Los actores y las relaciones sociales en los 20
40
Bibliografía45
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA
EN LOS AÑOS 2053
Presentación57
Introducción59
ESTUDIOS61
Reseña de una década que forjaría historia, por Bruno Andrade Andrade
65
1. Una sociedad pausada
66
2. Principales sectores económicos y sociales
68
3. Un aparato estatal incipiente y desorganizado
69
4. La crisis
70
5. La Revolución Juliana
75
Bibliografía79
Pensamiento dominante y economía nacional en la década de los años 20,
por Patricio Almeida Guzmán y Marco P. Naranjo Chiriboga
85
1.Introducción
86
2. El pensamiento económico dominante en los años 20
87
3. Pensamiento económico nacional
94
4. Pensamiento nacional y su relación con la teoría dominante
99
Bibliografía103
Inestabilidad monetaria internacional y nacional: cambios en la orientación de la
economía y de la política en el Ecuador (1914-1927),
por Fernando Rodríguez Landívar109
1. El contexto monetario internacional
109
2. La inestabilidad monetaria nacional y los cambios en la economía y la política 113
Bibliografía125
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La idea de banca central en la concepción política de la RevoluciónJuliana,
por Irving Iván Zapater131
Las reformas kemmerianas y la legislación económica ecuatoriana,
por Juan Carlos Mancheno145
Conclusiones153
Bibliografía154
Finanzas públicas antes y después de 1925,
por Rebeca Almeida A.,Alicia Pesantez S. y Pedro Navas C.
161
1. Una breve reseña de la evolución de las finanzas públicas hasta 1900
161
2. Las finanzas públicas: la limitante de un Estado descentralizado
163
3. Presupuesto: un objetivo técnico o un mecanismo de política fiscal
164
4. Ingresos públicos: un Estado desestabilizador
165
5. Gastos: un Estado estabilizador
171
6.Conclusiones
172
Bibliografía173
Anexos177
Regiones, clases y enfrentamientos sociales en los 20 por Milton Luna Tamayo
233
1.Introducción
233
2. Dominio de la Costa: del auge a la especulación
234
3. Síntomas de la crisis y primeras respuestas sociales
235
4. Nunca perdieron los amigos del señor Urvina Jado
238
5. La política plutocrática y la acción contestataria regional y clasista
241
Bibliografía254
Crisis nacional, aprovechamiento regional y discriminación social
de sus efectos económicos (1920-1927), por Carlos Marchán Romero
263
1. La idea de la crisis: Estrada y Dillon (1920-1927)
263
2. Las estadísticas y la idea de la crisis
282
3. Uso y administración de la crisis: la readecuación de las fuerzas
económicas y políticas295
Bibliografía309
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DOCUMENTOS
Hojas sueltas (1921-1927), introducción y selección de Mauro Álvarez Mantilla 319
Informes consulares franceses, selección y traducción de Lucía Suárez de Ríos
439
CRONOLOGÍA475
Cronología 1920-1929, por Max Rosero Vargas y Pablo Carrión Serrano
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PRESENTACIÓN
E
sta es la tercera edición del libro Crisis y cambios de la economía ecuatoriana
en los años veinte, publicado originalmente por el Banco Central del Ecuador en
1987. Su reedición no solo se justifica por sus relevantes aportes al conocimiento de
la historia económica del Ecuador sino también por la necesaria valoración a un proceso
cuya reflexión permite una concepción abierta, multidisciplinaria e institucional como
impulso al desarrollo de las ciencias sociales y al de las políticas públicas en el ámbito
de la economía.
El libro es una compilación de varios artículos especializados sobre lo acontecido
en el Ecuador en la década de 1920, fruto de la investigación y reflexión colectiva de
un grupo científico del Estado ecuatoriano fundado en el seno del Banco Central del
Ecuador, el equipo de historia económica del Centro de Investigación y Cultura.
En tal sentido, la publicación tiene una mirada interdisciplinaria que, desde la teoría
de la economía, la historia y otras ciencias, intenta describir y explicar los fenómenos
económicos, monetarios, sociales, políticos y de la vida cotidiana del Ecuador de
ese entonces. No se trata de una mirada reduccionista, desde un solo costado de la
realidad, sino desde la complejidad. Temas como políticas económicas, crisis cacaotera,
regionalización, industrialización, finanzas públicas, revolución juliana, lucha obrera y
popular (15 de noviembre de 1922), fundación del Banco Central, cambios normativos
e institucionales, Misión Kemmerer, gestión de Isidro Ayora, son abordados en estas
páginas.
Este libro irrumpió en los años ochenta del siglo XX en un momento de renovación y
profesionalización de la historia en el Ecuador. Hasta ese momento, la historia todavía
era escrita por abogados y literatos, y desde los años sesenta y setenta sobre todo por
sociólogos y filósofos. Los economistas también emprendían en reflexiones retrospectivas.
Desde los ochenta, las universidades entregaron al país profesionales formados en
las teorías y metodologías de la historia. La producción histórica se multiplicó y la
recuperación de fuentes documentales fue una política pública altamente respaldada. En
esta ola renovadora aportó sustantivamente el Banco Central del Ecuador. Los nombres
de Carlos Marchán y de Irving Iván Zapater ameritan ser recordados. El primero fue el
compilador de esta publicación.
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Al libro sobre los años veinte, se sumaron varias investigaciones sobre los años treinta,
cuarenta y cincuenta. También se desarrollaron iniciativas como la publicación de la
Revista de Historia Económica y encuentros académicos nacionales e internacionales
como mecanismos de debate y reflexión colectiva. Lamentablemente, esta corriente de
renovación de la historia decayó sensiblemente en los años noventa bajo el dominio de
las políticas neoliberales.
El Ministerio Coordinador de la Política Económica, al reeditar Crisis y cambios de
la economía ecuatoriana en los años veinte, recoge y recrea esta experiencia de los años
ochenta del Banco Central de aporte al conocimiento crítico de pasado económico
como base para la formulación de pensamiento y políticas económicas nacionales
transformadoras. Es una oportunidad para volver a impulsar la investigación de la
economía y de la historia económica, el trabajo multidisciplinario y la labor intelectual
en equipo.
Para la elaboración del estudio introductorio de esta reedición se solicitó la
colaboración científica del historiador Milton Luna Tamayo, quien fue parte del
equipo de historia económica del Banco Central que originó el libro. Agradecemos su
participación.
Finalmente, el Ministerio Coordinador de Política Económica pone esta obra a
consideración de estudiantes, profesores e investigadores, para que la utilicen como una
excelente fuente de conocimientos de la economía y de la sociedad en momentos clave
del Ecuador contemporáneo.
Quito, abril de 2013.
Jeannette Sánchez Zurita
Ministra de Coordinación de Política Económica.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
COMPAÑÍA DE CRÉDITO AGRÍCOLA E INDUSTRIAL
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Fundada en 1907
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Carlos Marchán Romero
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
BANCO COMERCIAL Y AGRÍCOLA
Guayaquil - Fundado en 1894
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ESTUDIO
INTRODUCTORIO
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ESTUDIO INTRODUCTORIO
AL LIBRO CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA
ECUATORIANA EN LOS AÑOS VEINTE,
ED. BANCO CENTRAL DEL ECUADOR
ECONOMÍA Y
SOCIEDAD EN EL
ECUADOR DE LOS
AÑOS 20
Milton Luna Tamayo
Abril 2013
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INTRODUCCIÓN
E
ran los años ochenta. El Ecuador asistió a un proceso tardío pero importante
de profesionalización de la historia como disciplina. Hasta esa fecha abogados,
educadores, sacerdotes, autodidactas, y luego economistas y sociólogos redactaron
la historia nacional. Esto cambio desde 1980. La universidad ecuatoriana creó espacios
especializados en la formación de historiadores. La PUCE y la FLACSO1 tomaron la
decisión de dar respuesta a una demanda social de profesionales formados en las teorías
y metodologías de esta ciencia social.
Tal decisión académica respondió a un contexto político generado desde inicios de
los setenta. Los aires de nacionalistas conmovieron la sociedad y las instituciones. Para
sustentar este espíritu fue necesario volver los ojos al pasado.
A más de las universidades otras entidades se embarcaron en este viaje.2 Una de ellas
fue el Banco Central del Ecuador. Invirtió recursos para investigación arqueológica,
antropológica, histórica, cultural y económica. Se crearon espacios institucionales para
canalizar las ideas y proyectos. El Museo y el Centro de Investigación y Cultura3. A
través de ellos se levantó un amplio y profundo esfuerzo, de cobertura nacional, de
protección y restitución de una parte del patrimonio histórico del Ecuador. Esto se
concretó en levantar museos, recuperar bibliotecas públicas y privadas, restituir archivos
históricos documentales, fotográficos, musicales, visuales; en crear hemerotecas e
impulsar investigaciones.
Precisamente, para impulsar la investigación histórica relacionada con la economía,
se creó un equipo especializado en historia económica dentro del Centro de
Investigación y Cultura.4 Allí se concibieron y desarrollaron múltiples proyectos que
tuvieron por finalidad entender el desenvolvimiento de la economía ecuatoriana en el
1 La Pontificia Universidad Católica del Ecuador PUCE creó el Departamento de Ciencias Históricas
dedicado a la formación exclusiva de investigadores en historia. La Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales FLACSO arrancó el programa internacional de maestría en Historia Andina.
2 Dentro de este proceso se concibe uno de los más grandes esfuerzos por recuperar con una nueva
visión la historia ecuatoriana. Fue la denominada Nueva Historia del Ecuador dirigida por Enrique
Ayala Mora.
3 Hernán Crespo Toral dirigió el Museo e Irving Iván Zapater el Centro de Investigación y Cultura
4 Este equipo fue dirigido por el economista Carlos Marchán Romero. El autor de este estudio
introductorio fue parte de este equipo.
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Milton Luna Tamayo
tiempo a través de un diálogo interdisciplinario al que se integraron historiadores de
dentro y fuera del país. Los proyectos se publicaron a través de libros y de la Revista
Ecuatoriana de Historia económica. Las investigaciones se discutieron en sendos
encuentros internacionales realizados en Quito con la asistencia de una entusiasta y
creciente comunidad académica interesada en los temas históricos.
“Crisis y Cambios de la Economía en los años veinte”, fue uno los productos de
un esfuerzo colectivo del área de Historia Económica del Banco Central del Ecuador
publicado en 1987.Jóvenes investigadores en un ejercicio multidisciplinario entregó al
país uno de los volúmenes más serios sobre la historia de la situación económica y social
del Ecuador de los años veinte.
Los aportes de este libro son vigentes y, sin duda, relevantes para apoyar los estudios
de historia y economía ecuatoriana en las aulas de colegios y universidades del país. Por
esto su reedición es un acierto.
Las páginas que siguen son una relectura del libro, de sus datos e interpretaciones
y de otras fuentes con la finalidad de presentar una panorámica actualizada y
multidimensional de esta década que tanta influencia tuvo en la historia del siglo XX.
PAUSADA MODERNIZACIÓN:
LA VIDA DIARIA EN LOS AÑOS VEINTE
Los vientos de la modernización ingresaron con más potencia en el Ecuador de los
años veinte. Fueron vientos fuertes, trajeron consigo cambios, pero no suficientes como
para arrasar con todo lo anterior. Mucho del viejo paisaje quedó en pie.
Por efectos de las modificaciones en la economía se configuraron con mayor
precisión los perfiles de las nuevas clases sociales. Fueron más visibles sus intereses y sus
organizaciones. La lucha social a su vez presionó sobre la economía y sobre la política
forzando transformaciones en la institución estatal. Los cambios operados por y desde el
Estado modificaron también la realidad.
Fue un periodo de crisis de impacto diverso en las regiones y clases. Fue un momento
de reajustes en muchos niveles, pero sin la suficiente consistencia como para brindar al
país un nuevo modelo de desarrollo. El esquema primario exportador que venía desde la
colonia, representado en esos años por el cacao, experimentó un fuerte remezón. Cobró
aliento una tenue alternativa industrializadora, pero su presencia no era sino el inicio de
un proceso que nunca logró desplazar al viejo modelo que aún está vigente en la segunda
década del siglo XXI.
Aquellos años veinte se inauguraron con un hecho traumático y doloroso en el
ámbito social y político. La matanza de cientos de trabajadores en Guayaquil el 15
de noviembre de 1922. La derrota coyuntural de su huelga se transformó en impulso
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ESTUDIO INTRODUCTORIO: ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ECUADOR DE LOS AÑOS 20
para que las reivindicaciones genuinas de las clases populares por lustros marquen
profundamente las preocupaciones colectivas de la sociedad ecuatoriana.
De todas maneras, la modernización poco a poco se regó por todo el país en diferentes
ámbitos afectando una cotidianidad pausada y lenta que venía desde la colonia. La
energía eléctrica y el agua potable llegaron a varias ciudades. Loja tuvo luz y agua en
1920. Tulcán dispone de luz en 1923. Ibarra inaugura su agua en 1925. En 1928 llega la
luz eléctrica a Machala, Pasaje y Puerto Bolívar.5
La higiene fue centro de atención de autoridades e higienistas. En 1926 se expidió la
ley de sanidad pública. A más del agua potable se emprendió en obras de alcantarillado
y saneamiento. Aparecieron con insistencia recomendaciones para que la gente se bañe
al menos una vez cada ocho días. En 1927 se fundó la pasteurizadora de leche en Quito.
En abril de 1920 se inauguró el servicio de radio comunicación entre Quito y
Guayaquil. En mayo del mismo año se inauguró en Guayaquil y en Quito las primeras
estaciones de radio telefonía. En 1921 Guayaquil tuvo su servicio de autobuses. En
1923 en Quito funcionaron los tranvías eléctricos. Desde 1926 avanzaron los trabajos
del ferrocarril Quito, Ibarra, Esmeraldas. Desde este año se abren o adecúan caminos
para tránsito de automóviles y camiones.
Hubo más presencia del cine, aunque las obras de teatro, comedias y óperas fueron el
centro de atención de las personas y la principal actividad de los teatros. Ciertamente
en julio de 1921 se estrenó en Guayaquil la Opera La Traviata de Verdi. En la misma
ciudad en junio de 1922 se presentó la opera Aida en el Teatro Olmedo. En todo caso
fue toda una novedad en Quito la proyección por primera vez de una película de Charles
Chaplin en 1920.
Fueron años en los que hubo gran presencia de la actividad literaria, particularmente
de poesía. Destacó la realización anual en Cuenca del Concurso Literario “Fiesta de
la Lira”. Las publicaciones de los poetas Jorge Carrera Andrade, Gonzalo Escudero,
Ernesto Noboa, Remigio Tamariz Crespo fueron reseñadas por los diarios.
Otras publicaciones destacan. El ensayo El indio ecuatoriano de Pio Jaramillo
Alvarado y la nueva edición de Las Catilinarias de Juan Montalvo editada en París con
el prólogo de Miguel de Unamuno.
Los centenarios del 9 de octubre y el 24 de mayo marcaron la preocupación de la
sociedad que celebró las efemérides con fervor patriótico. Fue un gran pretexto para
realizar obras públicas de mejoramiento urbano para Guayaquil y Quito. En la primera,
en octubre de 1920 se inauguraron el boulevard 9 de octubre y la Plaza del Centenario.
En la segunda, en mayo de 1922 se inauguró la Avenida 24 de mayo.
El fútbol fue apropiado por los jóvenes. Se realizaban campeonatos de las universidades
de Quito y Guayaquil en el campo El Arbolito en el Ejido. Otro atractivo fue la aviación.
5 Max Rosero Vargas y Pablo Carrión Serrano, Cronología 1920 – 1929, Crisis y Cambios de la
Economía Ecuatoriana en los años veinte, Primera Edición original, 1987, PP. 492
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Fue noticia muy comentada el cruce de los andes del piloto italiano Elia Liut en el
aeroplano El Telégrafo I. De la misma manera llamó la atención la hazaña del aviador
Cosme Renella al volar desde Guayaquil al Perú 1924. En estos años los guayaquileños
experimentaron los aparatos electrónicos de diversión del American Park.
La tragedia también se hizo presente. Hubo graves incendios en varias ciudades del
país. Terremotos destruyeron ciudades y poblados. En marzo de 1921 fue consumida la
mitad de Esmeraldas por un incendio. En octubre de 1924 Guayaquil sufrió el mismo
flagelo. Enero de 1925 Portoviejo y en 1926 Machala y Babahoyo. En 1923 hubo un
fuerte terremoto en Tulcán. Se habló de 150 víctimas. Otro terremoto se repitió en la
misma ciudad en 1926.
La tolerancia religiosa fue sometida a prueba. En 1922 se inauguró la primera iglesia
evangélica de Quito. Años después sucede lo mismo en Guayaquil. En abril de 1928 se
inauguró el primer templo evangelista en esta ciudad.
Fueron años de activa labor del periodismo. La gente escribía y leía la prensa. Se
fundaron varios periódicos para canalizar la lucha política6:
CUADRO 1
PERIÓDICOS FUNDADOS EN LA DÉCADA DEL VEINTE
AÑO
1920
1920
1921
1923
1923
1924
1924
1924
CIUDAD
Guayaquil
Guayaquil
Guayaquil
Guayaquil
Guayaquil
Quito
Quito
NOMBRE
La Verdad, bisemanario.
La bandera roja, semanario
El Universo, diario
La Prensa, diario
La República, semanario
Anarkos, Revista Ilustrada
La Antorcha, semanario socialista
La Bandera Nacional, Semanario
Hubo algunas iniciativas para atender la salud de la gente. En 1920 se fundó en
Guayaquil el Hospital de Niños de la Sociedad Protectora de la Infancia. En la misma
ciudad en 1924 se inauguró el Hospital General de la Junta de Beneficencia. En Quito
se creó el Leprocomio Verde Cruz en 1927.
En educación lo más destacado a inicios de la década fue el trabajo de la segunda
Misión de pedagogos alemanes que vinieron a reforzar el trabajo de los Normales. En
6 Camilo Destruge, Historia de la Prensa de Guayaquil, Tomo II, Quito, Tipografía y encuadernación
salesiana, 1925
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ESTUDIO INTRODUCTORIO: ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ECUADOR DE LOS AÑOS 20
estos años, en 1922, se fundó en homenaje al centenario de la independencia de España
el Colegio 24 de mayo.
La revolución juliana quiso impulsar el protagonismo estatal en educación a través de
una ley fracasando en su intento. Según Emilio Uzcátegui “los ímpetus renovadores de
la revolución juliana no tuvieron fuerza para vencer la tenaz resistencia conservadora”7.
Sin embargo, Isidro Ayora dictó dos normas de trascendencia para la educación. La una
estableciendo la autonomía universitaria y la otra retituyendo la Facultad de Filosofía
y Letras, la que entre otras funciones debía encargarse de la formación de los profesores
para la secundaria.
Hubo además un aumento significativo en el presupuesto educativo. Se fundaron
dos jardines de infantes: uno en Quito, el otro en Guayaquil. Se puso especial atención
en la educación para los sectores indígenas. Con denodado esfuerzo y ante la oposición
de los hacendados, se fundaron 83 escuelas prediales. En 1926 se inauguró la Escuela
de Artes y Oficios para señoritas en Quito. En el mismo año se fundó en Guayaquil la
Escuela de Artes y Oficios para Señoritas. En noviembre de 1927 se fundó el colegio
nacional Bolívar en Tulcán. (Uzcátegui)
Para el mejoramiento de la calidad de la educación se puso especial atención en
la formación, capacitación y profesionalización de los docentes. Se crearon cursos
vacacionales para los profesores y se estableció un escalafón para el magisterio primario.
Se mejoraron sus sueldos. Se puso un mínimo de 80 sucres.
Otras acciones en favor de la calidad. En 1929 se dio un paso importante para
el establecimiento de la escuela activa en el Ecuador. Se creó un establecimiento
experimental en “escuela activa” y se envió a estudiar el modelo a Suiza al profesor Luis
F. Torres. Se impulsó un Congreso Pedagógico Nacional para discutir la orientación de
la educación ecuatoriana.
En definitiva, los años veinte fueron intensos y prolíficos en ideas y acciones
modernizadoras.
LA CRISIS ECONÓMICA EN LOS AÑOS VEINTE,
POLÍTICAS ECONÓMICAS Y SUS REPERCUSIONES
La crisis cacaotera y del modelo primario exportador fue el telón de fondo en
el que participaron los actores económicos del Ecuador en los años veinte del siglo
pasado. Todos jugaron a su manera. Unos perdieron. Otros aprovecharon el momento
y lo transformaron en una oportunidad para instaurar nuevas reglas aunque les faltó
fuerzas y condiciones suficientes para instaurar un modelo alternativo. El país al final
del día continuó transitando por la vieja ruta afincada en la producción y exportación
7 Emilio Uzcátegui, La educación ecuatoriana en el siglo del liberalismo, Quito, 1981, pp. 158
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Milton Luna Tamayo
de productos procedentes de la exuberante y rica naturaleza que le rodea, con las
consiguientes consecuencias: vulnerabilidad económica, dependencia, limitado e
inequitativo desarrollo.
EL INICIO DE LA CRISIS
El auge de la producción y exportación del cacao arrancó aproximadamente en 1880
y terminó en 1914, con el inicio de la Primera Guerra mundial. Debido a la gravedad del
momento, los mercados internacionales comenzaron a cerrarse, los precios bajaron, las
tarifas del transporte se incrementaron y la supremacía del país como primer productor
del mundo comenzó a eclipsarse debido a la competencia cada vez más fuerte de las
colonias británicas en África también productoras de la famosa pepa. Ya en septiembre
de 1914 se vendió el quintal a un precio bajo, cayó a 10 sucres el quintal. Los fletes
pasaron de 17.50 dólares la tonelada en julio de 1914 a 45 dólares en septiembre de
1916. 8 La reducción de la demanda y la sobre producción mundial del producto generó
una acumulación de cientos de miles de quintales de cacao en bodegas en Nueva York
y Londres. La crisis fue en aumento.
Los productores y exportadores del cacao organizados en la denominada Asociación
de Agricultores del Ecuador, decidieron defenderse de la progresiva e inminente mala
situación a través de la utilización del Estado. En octubre de 1914 el gobierno de
Leonidas Plaza decretó la inconvertibilidad de los billetes en oro y, al mismo tiempo
prohibió su exportación. El modelo del Patrón Oro prácticamente fue derogado.
Esta medida fue conocida como la Ley Moratoria, que además permitió a los Bancos
emitir moneda sin respaldo suficiente. El principal beneficiado de esto fue el banco de
los exportadores, el Comercial y Agrícola, quien favoreció a sus socios con créditos
blandos y a su vez financió a una caja fiscal desfondada y necesitada de recursos para
enfrentar una guerra interna9 y el gasto del aparato estatal. El Banco prácticamente
controló al Estado.
La emisión inorgánica de billetes que se extendió hasta 1925, propició un
galopante proceso inflacionario que disminuyó los costos de la producción a través del
congelamiento de los salarios de los trabajadores. El peso de la crisis fue cargada en los
hombros de los más débiles, aunque otros sectores económicos y sociales dependientes
de la importación sufrieron el latigazo del desplome de la agro exportación.10
8 Manuel Chiriboga, Auge y Crisis de una economía agroexportadora: periodo cacaotero, en Enrique
Ayala Mora, Editor, Nueva Historia del Ecuador, Volumen 9, Época republicana III, Corporación
Editora Nacional, Grijalbo, 1988, pp. 102-103
9 La sublevación del Coronel Carlos Concha en Esmeraldas.
10 Uno de los síntomas de la crisis pudo haber sido el cierre de bancos pequeños. Por ejemplo,
en junio de 1920 se liquida el banco Sur Americano en Quito
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ESTUDIO INTRODUCTORIO: ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ECUADOR DE LOS AÑOS 20
Concluida la guerra mundial sobrevino un fenómeno deflacionario internacional
que terminó por hundir los precios del fruto. A más de esto la producción cacaotera
ecuatoriana sufrió el embate de dos plagas: la monilla y la escoba de bruja que precipitó el
derrumbe total de la “pepa de oro”. Las haciendas fueron paulatinamente abandonadas
y los trabajadores expulsados. Unos fueron hacia las nuevas plantaciones de azúcar,
otros intentaron sembrar arroz por su cuenta.
En las zonas urbanas, particularmente en la ciudad de Guayaquil los niveles de
vida de las clases populares y medias se vinieron abajo. La desesperación e indignación
popular se canalizó a través de una huelga general que terminó en la gran masacre el 15
de noviembre de 1922.
DIVERSOS EFECTOS ECONÓMICOS DE LA CRISIS
El impacto de la crisis cacaotera fue diverso regional y socialmente. La costa y sus
sectores medios y populares fueron los más afectados. Las elites de uno y otro lado de la
cordillera aprovecharon a su manera la situación y el poder para no perder o para ganar
más.
Ante la crisis de producción y exportación del cacao, los grandes hacendados, a
más de las medidas monetarias, buscaron revertir su producción hacia el azúcar. Los
medianos y pequeños productores hacia el arroz, apoyados en el sistema de aparcería y
en el crédito. El Banco Comercial y Agrícola se suma a este proyecto. Se esmera en el
crédito a la producción de caña de azúcar y sus derivados (azúcar, alcohol, aguardiente,
panela), incluso va más allá, consigue del presidente Tamayo el monopolio del estanco
de la producción, consumo, transporte y cobro de impuestos en todas las provincias de
la costa.11
El aumento del costo de las divisas que favorece a los exportadores, de manera
colateral ayuda al desarrollo de otras actividades económicas, particularmente al de
las manufacturas. Impulsa un germinal proceso industrial y modernizador en la sierra
centro norte.12 Ciertamente el tipo de cambio alto y la baja de oferta de mercancías
extranjeras, inciden en la restricción de las importaciones, con lo que se estimula a
que ese vacío sea llenado por alimentos, textiles y cueros serranos, que ahora llegan
con mayor facilidad a la región de Guayaquil a través del ferrocarril inaugurado en
11 Carlos Marchán, Crisis nacional, aprovechamiento regional y discriminación social de sus efectos
económicos (1920-1927), Crisis y cambios de le economía ecuatoriana en los años veinte, Banco
Central del Ecuador, Primera Edición, pp. 222
12 La hipótesis de Ives Saint-Geours, es que algunas élites de la sierra centro norte (Carchi, Imbabura,
Pichincha, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Bolívar) ya desde mediados del siglo XIX
emprendieron en procesos de modernización y que la crisis cacaotera no hace sino impulsar dicho
proceso. Ives Saint Geours, La Sierra Centro y Norte (1830-1925), en Juan Maiguashca, editor,
Historia y Región en el Ecuador, Flacso, Corporación Editora Nacional, Cerlac, 1994, pp. 176.
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1908. Así, los datos de transporte del ferrocarril son reveladores del crecimiento del
intercambio de las regiones: en 1912 se transporta 17.154 toneladas; en 1922, 50.230
toneladas (Estrada, 1982: 96).
El aumento significativo de toneladas de mercancías transportadas por el ferrocarril
revela un fenómeno de dinamismo y florecimiento de emprendimientos en la sierra
centro – norte. Se fundan fábricas y se modernizan algunas haciendas.
En efecto en el lapso 1914-1930 se establecieron en Quito, Ambato, Otavalo
y Riobamba 17 centros textileros promovidos tanto por personas a título individual
cuanto por sociedades anónimas.
CUADRO N. 2
FUNDACIÓN DE FÁBRICAS TEXTILES 1914-1930
AÑO
1914
1916
1917
1919
CIUDAD
Otavalo
Quito
Riobamba
Quito
NOMBRE
La Joya
San Juan Chillo
El Prado
La Bretaña
1919
Ambato
El Peral
1919
Tambillo
1920
Ambato
1921
1922
1924
Quito
Quito
Atuntaqui
QuitoAmaguaña
Otavalo
Quito
Ambato
Riobamba
Cuenca
Ambato
La Inca
La Industrial Algodonera
Sociedad Anónima
La América
La Internacional
Imbabura
1924
1925
1927
1928
1928
1928
1930
La Dolorosa del Colegio
San Miguel
Luz de América
La Florida
Fabrica Hilados
Textil Azuaya
La Sultana
PROPIETARIO
Alarcón Hermanos
Carlos Cordovez
Fernando Pérez
Jacinto Jijón y
Caamaño
Daniel Hidalgo
Sociedad Anónima
Sociedad Anónima
Jacinto Jijón y
Caamaño
Pinto Hermanos
AbusaidDassum
CamilloHaffar
Elías Castillo
Viver& Co.
Álvarez Hermanos
Fuente: José Luis González, Breves notas sobre la industrial textil en el Ecuador, 1937
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ESTUDIO INTRODUCTORIO: ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ECUADOR DE LOS AÑOS 20
El dinamismo de los promotores de la industrialización les llevó en los años veinte
a crear en Quito la Unión de Industriales del Ecuador alentando un programa mínimo:
obtener leyes y reglamentos que respeten la libertad individual y garanticen la marcha
de las industrias; lograr la participación de los industriales en todos los órganos oficiales
donde se resuelven asuntos de interés para las industrias, propiciar que el Estado
ecuatoriano suscriba convenios con otros estados para auspiciar la comercialización de
los productos de la industria ecuatoriana.13
Guayaquil también fue contagiada por este movimiento. En 1925 también se creó
la Federación de Industrias del Guayas con propósitos similares a los de la sierra. Pero
además deseaba propiciar la capacitación para sus socios, impulsar la consulta técnica
e investigación de las necesidades nacionales sobre las cuales la Federación pudiera
esbozar un plan estratégico de desarrollo industrial.
El Estado, por su parte, apoyó la iniciativa modernizadora dictando el 5 de octubre
en 1921 una Ley de protección industrial14. Sin embargo, tal entusiasmo del gobierno,
no solo se explica por sus afanes modernizadores, sino por la necesidad de reforzar la
estrategia de recuperar recursos para las escuálidas arcas fiscales a través del aumento de
aranceles a las importaciones15. (Dillon, 1985: 297)
De todas maneras, el presidente Tamayo daba continuidad a un viejo anhelo
impulsado por Alfaro en otra ley dictada en 1906, pero que no tuvo mayor trascendencia
por las condiciones de un país en pleno auge del modelo agro exportador.
Por otra parte las transformaciones en el campo son significativas motivadas por
la apertura del mercado costeño. Se mejoran e introducen nuevas técnicas de cultivo,
se importa maquinaria, se perfeccionan los sistemas de regadío, se valoriza y aumenta
la demanda de trabajo, se importa semillas para pastos (raigrás italiano e inglés),
se introduce ganado (en bovinos las razas HolsteinFriasian, Durham, Normanda,
Flamenca, Ayshire; en ovinos Southdron, Shrophire y otras) (Marchán, 1987:270). En
efecto algunas haciendas están dando el salto hacia la industrialización, particularmente
de la leche y algunos derivados como mantequilla y quesos para el consumo interno y
para la exportación.
Como en el caso de la industria, los hacendados modernizantes organizaron en 1924
la Cooperativa Agrícola Ecuatoriana con el propósito de lograr respaldos del gobierno
para crédito, facilidades para la importación de bienes de capital y estímulos para la
exportación. Ya en 1921 la Sociedad Nacional de Agricultura logró del Congreso que se
deroguen las trabas para la exportación de alimentos producidos en la sierra. (Marchán,
1987: 273). En tal sentido a partir de este año se intensifica la exportación a Colombia
y a Perú de legumbres, papas, maíz, trigo, carne, queso, y mantequilla.
13 Una de las figuras más prominentes de este movimiento fue Jacinto Jijón y Caamaño
14 Esta ley tuvo una vigencia hasta los años cincuenta.
15 El aumento de aranceles también impactó en los industriales ya que se encareció la importación de
maquinaria y de materia prima.
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La ampliación de los mercados interno16 y externo para los productos del campo genera
simultáneamente procesos de modernización y especialización de unas haciendas y de
reforzamiento y conservación vigorosa de relaciones productivas previas en otras, como
el huasipungo. Las dos condicionadas a producir más. Unas incorporando maquinaria
y otras intensificando el uso de mano de obra barata, en el marco de un deterioro de
la economía de algunas comunidades indígenas amenazadas por la dinámica de las
haciendas. (Marchán, 1987: 277-278)
RESPUESTAS ECONÓMICAS, MONETARIAS Y FINANCIERAS
A LA CRISIS
La especulación monetaria y financiera presiona a los actores a diversas respuestas
políticas y técnicas. El control de la inflación, la creación de una política monetaria y
el establecimiento de un orden fiscal aparecen como las metas más importantes en la
coyuntura. Estas y otras acciones pueden efectivizarse a través del Estado luego de una
necesaria transformación política, la revolución juliana del 9 de julio de 1925.
REFORMA MONETARIA
La estrategia de los agro exportadores cacaoteros para defenderse y aprovechar de
la crisis fue la especulación monetaria, la emisión de billetes sin respaldo, a través de
la Ley Moratoria. La estrategia de los sectores anticrisis en los veinte fue rehabilitar el
Patrón Oro y crear un banco central de emisión17.
El tema de la estabilidad monetaria no solo fue una prioridad en el Ecuador. Fue
una de las medidas más impulsadas a escala internacional luego de la primera guerra
mundial para afincar el crecimiento económico. En concordancia en con la estrategia
se decide retomar el Patrón Oro. En 1925 Inglaterra lo asume a plenitud, y varios países
de América Latina emprenden en reformas monetarias similares durante toda la década.
En Ecuador se debate el tema del Patrón Oro junto con la necesidad de creación
de un banco central. Una de las primeras voces que hablan de la necesidad de una
banca central18 fue el doctor Juan Cueva García. Elaboró un proyecto que lo presentó
16 No solo se debe observar la apertura del mercado de Guayaquil, sino la ampliación de las necesidades
de ciudades en franco crecimiento urbano, como Quito.
17 En el siglo XX se reportan cuatro instituciones bancarias privadas de emisión en el Ecuador:
el Banco Comercial y Agrícola, el Banco del Ecuador, el Banco del Pichincha, y el Banco
del Azuay. El banco con mayor capacidad de emsión fue el Comercial y Agrícola.
18 En el siglo XIX hubo iniciativas para la creación de una banca central de emisión. Uno de los grandes
impulsores fue el presidente Antonio Flores Jijón. Incluso este presidente presentó al senado en
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ESTUDIO INTRODUCTORIO: ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ECUADOR DE LOS AÑOS 20
a la Cámara de Diputados en 1922. Fue archivado por instrucción de Urbina Jado.19 El
continuador político de la iniciativa fue Luis Napoleón Dillon.
La implantación y la idea de banco central se constituyó en un territorio de
disputa política. El carácter, la conformación, la dirección ejecutiva y la sede de la
entidad, entre otros temas fueron debatidos y confrontados. Industriales, importadores
y banqueros, serranos y costeños, especialmente de Guayaquil, entraron a la puja a
partir de la Revolución Juliana. La intervención del Estado fue un aspecto clave de
la discrepancia. Los banqueros de Guayaquil, en especial su vocero más entusiasta,
Víctor Emilio Estrada, promoverán un banco central pero sin la participación del
Estado. Hablarán de la creación de una caja central de emisión, que debía estar bajo la
responsabilidad de los bancos asociados. “La idea de emisión central debe apartarse de
conceder al Estado una intervención prevalente”20
La solución política a la confrontación fue la contratación de una misión de expertos
extranjeros. Se contrató al economista Edwin Kemmerer, cuya autoridad técnica
también sedujo a la banca guayaquileña quien apostó por traer este asesoramiento al
país (Rodríguez:1987:85).
De esta manera, con la presencia de Kemmerer las elites serranas pudieron afirmar
el proyecto de autonomía de la banca respecto de los banqueros. Adicionalmente
esta misión, según Paul Drake21, fue aprovechada también para aumentar el contacto
comercial del Ecuador con los EEUU, atraer inversión extranjera, incrementar el
circulante, estabilizar la moneda y aumentar los ingresos fiscales.
Algunas de las leyes monetarias sugeridas por Kemmerer y dictadas por el gobierno
de Isidro Ayora fueron las siguientes:
1. Ley del banco del central promulgada el 4 de marzo de 1927. Según esta ley el
banco sería el encargado de emitir la moneda y de dirigir la política monetaria y
cambiaria. Se le encargaba proteger las reservas del Ecuador. Era depositario de
los fondos del gobierno y se le daba una licencia de 50 años para operar. Podía
conceder préstamos a los bancos y servir de cámara de compensación para el
sistema bancario. La sede del Banco era Quito. Tendría diversas sucursales. La
sucursal de Guayaquil tenía independencia por el volumen de actividad de la
ciudad. Se le protegía de las presiones políticas.
1890 un proyecto para el establecimiento de un Banco Nacional que se encargaría de emitir billetes,
administrar los recursos estatales, amortizar la deuda y acuñar moneda. El senado rechazó el proyecto
del presidente Antonio Flores Jijón. Rebeca Almeida, Kemmerer en el Ecuador, FLACSO, 1994, pp.
34-35
19 El papel del doctor Juan Cueva García como precursor de la banca central es relievado por Irving
Iván Zapater, La idea de banca central en la concepción política de la revolución juliana, Crisis y
Cambios de la Economía Ecuatoriana en los años veinte, Banco Central del Ecuador, 1987, pp. 91
20 Victor Emilio Estrada, Moneda y Bancos en el Ecuador, Quito, Banco Central del EcuadorCorporación Editora Nacional , 1982. Pp. 321.
21 Paul Drake, “La misión Kemmerer en el Ecuador: revolución y regionalismo” Revista Cultura, Banco
Central, N. 19
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2. Ley de Bancos, dictada el 8 de septiembre de 1927, en la que se disponía el
establecimiento de una reserva legal del 50 por ciento sobre circulación y
depósitos. Se adoptaba el Patrón Oro; se establecía la centralización del sistema
bancario a través de la gestión de un banco central de emisión, quien determina
la política monetaria y cambiaria del país. Se creaba una superintendencia de
bancos y se trazaba la organización y funciones de los bancos para el comercio,
ahorro y crédito.
3. Ley de monedas que ratificaba el retorno del patrón Oro y establecía el nuevo
valor para el sucre: 5 sucres por dólar; se validaba el acuñamiento de moneda por
parte del Banco Central.
REFORMA FISCAL Y TRIBUTARIA
Caos es la palabra que retrata la política fiscal durante el periodo de crisis del cacao.
En efecto en estos años no hay presupuestos debidamente elaborados, hacienda pública
desorganizada y desorientada, desorden de las rentas, inadecuado sistema tributario,
carencia de estadísticas y catastros, mal sistema de recaudación, egresos extraordinarios
por obras públicas o necesidades militares, prioridad a los intereses locales22y galopante
deuda interna.
De 1860 a 1914 los mayores ingresos de la hacienda pública provenían de las
importaciones. De 1914 a 1920 de las exportaciones. En estos años hubo gran número de
complicadas figuras tributarias que proporcionaban ingresos irrelevantes de recaudación
irregular. A falta de planificación y de grandes objetivos nacionales, se estableció una
asignación de recursos arbitraria para mantener el aparato estatal.
De hecho, el presupuesto no fue un instrumento de política económica. Los
presupuestos estatales no correspondían a la realidad. Se mantuvieron por largos
periodos23. No existió un conocimiento y un análisis de necesidades. Falta de
previsión. Se sobrestimaron entradas y se subestimaron egresos. Hubo un permanente
desfinanciamiento del presupuesto. Entre 1914 hasta 1925 el déficit asciendió a 46
696.000,00 de sucres. 24 Se recurrió a la deuda para suplir los frecuentes déficits. Los
créditos los otorgaba la banca de Guayaquil, particularmente el Banco Comercial y
Agrícola. En 1925 este banco “llega a controlar el 70.81% de la deuda interna pública”.
(Almeida: 1987: 125)
Dillon describió esta realidad: “Pobreza endémica del fisco, déficit incurable del
presupuesto nacional, proveniente de las escasez de rentas públicas a causa de la mala
22 Rebeca Almeida, Alicia Pesantez, Pedro Navas, Finanzas Públicas antes y después de 1925, en Crisis
y Cambios de le Economía Ecuatoriana en los años veinte, Primera Edición original, 1987, pp. 118
23 El presupuesto de 1920 se mantuvo por cinco años
24 Luis Napoleón Dillon, La crisis económica financiera del Ecuador, Quito, Offsetec. 1976, pp.17
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recaudación, del pésimo sistema tributario y de la bomba succionante de los gastos
militares, fueron el legado fatal que recibimos de nuestros padres, legado que lo hemos
mantenido hasta hoy como tradición sagrada” (Dillon: 1976:10)
La gran debilidad del Estado central se manifestó en una descentralización inorgánica
y creciente regionalismo. No existió delimitación de funciones entre estado central
y municipalidades. Proliferó una fragmentación de rentas en organismos regionales.
Anarquía tributaria.
En los años veinte la imperiosa necesidad de recursos para el Estado obligó a crear
recargos y nuevos impuestos internos que generaron reacciones negativas. Se remataron
partidas y estancos (alcohol, azúcar, tabaco) creando un filón de enriquecimiento
del sector privado. En 1923 y 1924 llegaron a representar el 44.79% y el 45,21%
respectivamente del total del presupuesto.
Frente a este desorden actuó la Revolución Juliana. De manera especial destacó
Luis Napoleón Dillon. Su tarea fue la de modernizar y dotar de mayor racionalidad al
Estado a través de un ordenamiento de las finanzas públicas. Al mismo tiempo actuó
para fortalecer el proyecto de desarrollo interno. En tal sentido la Primera Junta impulsó
varias medidas radicales:
• Nacionalización de los estancos de alcohol y tabaco.
• Supresión multitud de pequeños impuestos de escaso valor financiero.
• Control más eficiente de la contabilidad pública.
• Derogación de impuestos a la exportación a varios productos nacionales.
• Reducción de gravámenes a la exportación de cacao, tagua, cuero y paja
toquilla.
• Desaparición de entidades regionales autónomas.
• Supresión de colecturías y receptorías fiscales y fortalecimiento de Tesorerías
• Revisión de arancel de aduanas, tasas portuarias, derechos consulares y
timbres.
• Recargos impuestos a herencias, donaciones, legados, et.
• Establecimiento de linderos de las bases tributarias del Estado central y
municipios.
La Misión Kemmerer apoyó las medidas fiscales trazadas por Dillon. En esa línea
dictó la ley Orgánica de Hacienda ratificando la reorganización de la administración
estatal de las finanzas pública y en la que se establece la fundación de la Contraloría
General del Estado.
Debido a estas medidas hubo un mejoramiento de las recaudaciones, particularmente
de los estancos de alcohol y tabaco, que llegó al 48% de promedio de presupuesto total.
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Se fortaleció el sector público. Sin embargo, los recursos no fueron suficientes.
Se recurrió nuevamente a la deuda25. Parte de estos recursos se utilizó para estimular
actividades productivas internas a través del nuevo Banco Hipotecario y se invirtió en
la construcción de obra pública.
LA OBRA PÚBLICA
Resultado de las transformaciones monetarias y fiscales señaladas, el gobierno de
Isidro Ayora tuvo los recursos suficientes para desatar una importante obra pública
enfocada en el plano vial, salubridad y educación . Ciertamente las rentas fiscales de
1925 a 1930 se duplicaron:
CUADRO 3
RENTAS FISCALES 1925-1930
EN MILLONES DE SUCRES
AÑO
1925
1926
1927
1928
1929
1930
MONTO
33 833.080,42
44 856.457,64
65 150 080,44
59 893.068,84
59 900.999,00
64 037.200,00
Tomado de: Luis Robalino Dávila, El 9 de julio de 1925. Elaborado por Milton Luna
Las más importantes obras en vialidad tuvieron como concepto culminar el trazado
del ferrocarril para algunas provincias y sobre todo abrir caminos para desarrollar el
transporte de autos, buses y camiones. Fue un extraordinario esfuerzo, cuyo dato
más singular es que ya para 1930 se podía viajar en automóvil de Babahoyo a Tulcán
(Robalino Dávila, 1973: 92)
25 En noviembre de 1927 el gobierno suscribió un préstamo con el sindicato sueco de fósforos por un
monto de dos millones de dólares. A cambio el gobierno concedió a la Compañía Sueca de Fósforos
el estanco de fósforos por 25 años. Adicionalmente se subió al doble el precio por cajita. Oscar Efren
Reyes, Los últimos siete años, citado por Luis Robalino Dávila, El 9 de julio de 1925, 1972, 84,85
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ESTUDIO INTRODUCTORIO: ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ECUADOR DE LOS AÑOS 20
CUADRO 4
PRINCIPALES OBRAS FERROCARRILES Y CAMINOS 1926-1930
AÑO
1928
PROVINCIA
IMBABURA
1929
1929
1927
PICHINCHA
1927
1928
1928
1929
1928
1928
1927
1929
1926-1927
1930
TUNGURAHUA
GUAYAS
CAÑAR
AZUAY
LOJA
REGION
ORIENTAL
Provincias
Centrales
NACIONAL
OBRA
Inauguración del Ferrocarril en Otavalo
Inauguración del Ferrocarril en San
Antonio de Ibarra
Inauguración del Ferrocarril en Ibarra
Inauguración de la primera línea de
tranvías en la calle Chile en Quito
Inauguración del ferrocarril en la ruta
Chiriacu, Cumbayá y Tumbaco
Inauguración del ferrocarril en Quiche,
Otón, Cayambe
Culmina túnel en Patate
Ruta de ferrocarril hasta Zapotal
Puente 9 de Octubre
Puente Deleg
Inicio de la carretera Loja - Zaruma
Puente Río Cosanga
Adecuación de caminos para transporte
en camiones
Carretera Rumichaca-Ibarra- Quito
Tomado de: Luis Robalino Dávila, El 9 de julio de 1925. Elaborado por Milton Luna
Este impulso al desarrollo vial fue muy intenso en la sierra centro-norte. Según
Robalino Dávila el cambio del uso del ferrocarril al de camiones tuvo gran impacto en
la sierra central debido a la habilitación de los caminos: “A partir de 1926 , el tráfico
de camiones entre Quito y las provincias centrales de León, Tungurahua, Bolívar y
Chimborazo, viene a sustituir, casi por completo, el transporte ligero del ferrocarril, por
la celeridad y baratura del servicio, por la elasticidad de los horarios” (Robalino Dávila,
1973:91)
Cabe señalar que el esfuerzo para el trazado y apertura de caminos no solo fue del
Estado. Hubo una muy importante participación de la sociedad, desde los niños hasta
los adultos, a través de las mingas. Una de las más célebres, fue la realizada por el pueblo
de la provincia del Carchi en la apertura de su carretera que unió a San Gabriel y
Bolivar con el Chota atravesando desfiladeros impresionantes.
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La otra prioridad de la inversión pública se dio en el área educativa. En 1924 el
presupuesto para educación primaria fue de 1 746.702,08 millones de sucres. En 1929 la
inversión para el mismo nivel casi se duplica, ascendió a 3 002.426,80 millones de sucres, lo
que permitió ampliar la oferta educativa a través de la creación de más escuelas y colegios.
CUADRO 5
PRESUPUESTO PARA EDUCACIÓN PRIMARIA
AÑO
1924
1926
1928
1929
MONTO
1 746702,08
2 000.000,00
2 700.000,00
3 002.426,80
Una especial preocupación de Isidro Ayora fue la salubridad pública. Se nacionalizaron
las fuentes de aguas termales y se construyeron baños públicos, servicios higiénicos y
piscinas públicas en varias provincias del país.26 Se impulsan obras de alcantarillado,
agua potable y saneamiento en varias ciudades. Destacan las mejoras en Guayaquil27.
A estas obras se suman la instalación de plantas de luz eléctrica, la construcción
de edificios para la administración pública, cuartes y establecimientos educativos. El
monto invertido entre 1925 y 1928 en obra pública fue de 23 931. 569,33 millones de
sucres (Robalino Dávila, 1973: 93).
Presupuesto aparte fue la inversión militar. Hubo una preocupación destacada para
la formación profesional de oficiales. Varios salieron con becas a Italia, Francia, España
y Chile, se relieva la capacitación de aviadores en Italia.
LA MAYOR PRESENCIA NORTEAMERICANA EN LA
ECONOMÍA NACIONAL
A partir de la primera guerra mundial Estados Unidos impuso su presencia en la
economía internacional. En todo este periodo se fortaleció el intercambio entre este
26 Se construyen baños garrapaticidas en Otavalo y en Conocoto. De este periodo son las piscinas del
Tingo cerca de Quito y una piscina en el Malecón de Guayaquil.
27 En 1930 se anunció la extinción de la peste bubónica en Guayaquil. Fue todo un esfuerzo del Estado
y de un conjunto de importantes higienistas del Ecuador y del continente, entre los que se destacó el
doctor Luis M. Cueva y el doctor Long que facilitaron la adopción y ejecución del Código Sanitario
Panamericano.
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ESTUDIO INTRODUCTORIO: ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ECUADOR DE LOS AÑOS 20
país y América Latina. En 1895 la región exportó a EEUU 209 millones de dólares, en
1913 aumentó a 471 millones, y en 1929 llegó a 994 millones. Las importaciones de
América Latina procedentes de EEUU en 1895 fueron de 90 millones, en 1913 suben a
357 millones, llegando a 1929 a 931 millones.28
En cuanto a nuestro país la guerra mundial marca un viraje respecto al mercado del
cacao y a la mayor presencia de EEUU en nuestra economía. Según Lois Crawford de
Roberts en 1916: “ las viejas casas compradoras en Londres y Hamburgo, salieron del
juego, y los exportadores de la mercancía buscaron un mercado libre apropiado. De ese
modo, Nueva York se convirtió en el centro mundial del mercado de cacao y retuvo tal
posición aún después de la guerra. El cuasi monopolio germano británico del comercio y la
inversión en América Latina fue finalmente roto. El comercio de importación del Ecuador
hizo nuevas y mayores conexiones en Nueva York”(Crawford de Roberts,1980, 159).
En sintonía con esta tendencia hacia una mayor relación y dependencia con la
economía norteamericana la prensa en los años veinte informa de dos hechos económicos
de significación relacionados con temas de servicios en las urbes y de exploración minera
en la amazonía ecuatoriana.
Así en febrero de 1925, la compañía norteamericana Electric Bond de New York
compra casi la totalidad de acciones de la empresa eléctrica de Guayaquil29. Y en agosto
1926 , el gobierno juliano y la Oriental Development Co. firman contrato para la
colonización de la región oriental en la zona del Pastaza.
LA LUCHA POLÍTICA EN LOS AÑOS 20
Los productores y exportadores del cacao no solo controlaron los circuitos y los
mecanismos económicos, monetarios y financieros de la economía ecuatoriana desde
1880 hasta 1925. Controlaron también el aparato estatal a través de un sistema de
préstamos a los distintos gobiernos anhelantes de recursos para enfrentar el sistemático
déficit presupuestario.
Sin embargo el dominio de las élites cacaoteras guayaquileñas fue más allá del ámbito
económico. Tuvieron la hegemonía del sistema político y de la representación estatal.
Desde 1912, luego del asesinato de Eloy Alfaro, hasta 1925 las elites agroexportadoras
y banqueras guayaquileñas dominaron el partido Liberal y colocaron en el palacio de
gobierno, en la presidencia de la república, a personas muy cercanas al Banco Comercial
y Agrícola. Los presidentes Leonidas Plaza Gutiérrez, Alfredo Baquerizo Moreno,
28 Ciro F.S. Cardoso y Héctor Pérez Brignoli, Historia Económica de América Latina, Barcelona
Ed. Crítica, 1979, 132-133, citado por Fernando Rodríguez Landívar, Inestabilidad monetaria
internacional y nacional. Cambios en la Orientación de la economía y de la política en el Ecuador
(1914-1927), en Crisis y Cambios de la Economía Ecuatoriana, op. Cit. Pp. 69
29 Esta compañía tiene control de las plantas eléctricas de Panamá, Colombia, Guatemala, y algunas
en los Estados Unidos.
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Milton Luna Tamayo
José Luis Tamayo y Gonzalo Córdoba, representantes del liberalismo plutocrático,
fueron fieles servidores de este sector. Ascendieron al poder a través de mecanismos
fraudulentos y se mantuvieron allí a pesar de la oposición armada del Coronel Concha
en los primeros años y del posterior desgaste político.
La profundización de la crisis cacaotera de los años veinte fue la principal causa
que precipitó el derrumbe circunstancial del poder de esta fracción liberal. El enorme
descontento social, particularmente instalado en la ciudad de Guayaquil, expresado
en las movilizaciones de trabajadores y artesanos, fue el detonante que más efectos
negativos tuvo sobre la hegemonía oligárquica.
La huelga general de trabajadores y su brutal represión el 15 de noviembre de 1922
conmocionó a la sociedad y a la política del Ecuador. Tres años después de este hecho,
el 9 de julio de 1925, el último gobierno de los banqueros guayaquileños sería desalojado
del Palacio de Carondelet.
EL 15 DE NOVIEMBRE. LA PRESENCIA POLÍTICA DE LOS
TRABAJADORES
El manejo arbitrario de la política monetaria de los cacaoteros en el poder desató
un proceso inflacionario que impactó negativamente en las condiciones de vida en los
sectores populares y en la emergente clase media. Una de las primeras repercusiones fue
el alza de los precios de los productos de primera necesidad. Los salarios experimentaron
la reducción su capacidad de compra. Entonces la lucha de los grupos organizados de
trabajadores no se hizo esperar, se organizaron huelgas y otras formas de protesta:
CUADRO 6
HUELGAS DE TRABAJADORES
AÑO
TIPO DE
ACCIÓN
TIPO DE
TRABAJADOR
1914
Huelga
Trabajadores del
ferrocarril
Bahía de
CaráquezChone
1916
Huelga
Trabajadores
Ingenio Valdez
1916
Huelga
Cacahueros
Guayaquil
LUGAR
MOTIVO
Pago de salarios
Por alza de salarios
y disminución de
jornada laboral
Elevación de
salarios
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ESTUDIO INTRODUCTORIO: ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ECUADOR DE LOS AÑOS 20
1916
Huelga
1916
1918
1918
1919
1919
Huelga
Huelga
Huelga
Huelga
Huelga
1919
Huelga
1919
Huelga
Conductores y
vagoneros de
carros urbanos
Ferroviarios
Peluqueros
Operarios sastres
Tipógrafos
Mineros
Operarios de
sastrería
Empleados de
boticas
Guayaquil
Elevación
de salarios y
cumplimiento
de jornada de
trabajo.
Durán
Guayaquil
Quito
Quito
Portovelo
Alza de salarios
Aumento salarial
Alza salarial
Aumento salarial
Riobamba
Alza salarial
Guayaquil
Aumento salarial
Tomado de: Milton Luna, Regiones, clases, y enfrentamientos sociales en los veinte, en Crisis y
Cambios de la Economía ecuatoriana en los años veinte, Banco Central, 1987.
Como se puede ver la segunda década del siglo XX culmina en un ambiente de
agitación y protesta social a causa del deterioro de las condiciones de vida y las exigencias
por mejoras salariales. Es evidente que el centro neurálgico del movimiento estuvo en la
costa, en Guayaquil en particular, aunque en la sierra, también los operarios artesanos
de manera inédita participaron y se movilizaron en defensa de sus intereses. Crece un
clima de descontento en el país.
El agravamiento de la crisis en los años veinte tiene otras secuelas. Haciendas dejan
de producir cacao, baja el ritmo de exportaciones, expulsión de trabajadores de las
haciendas, migración a la ciudad en busca de cualquier empleo y simultánea baja de
puestos de trabajo en Guayaquil. Se reactiva la lucha social. El 19 de octubre de 1922
los trabajadores de Eloy Alfaro y Durán de la compañía ferroviaria “Guayaquil and
Quito Railways Co.” se declaran en huelga por mejores condiciones de trabajo. Sus
pedidos son escuchados.
El triunfo de los trabajadores del ferrocarril alienta una ola generalizada de protesta
que paraliza la ciudad. La idea es emular el camino de los ferroviarios. Trabajadores
de servicios, obreros de fábricas, artesanos de todos los gremios, tipógrafos, mujeres
organizadas, ferroviarios, trabajadores de aseo de calles se lanzan a la huelga. Este impulso
fue canalizado por la recientemente fundada Federación de Trabajadores Regional del
Ecuador FTRE dirigida por jóvenes anarco-sindicalistas.
La agenda central de los huelguistas entre otros puntos centrales planteaba alza
salarial, empleo, estabilidad laboral y mejores condiciones de trabajo. Sin embargo,
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Milton Luna Tamayo
de manera hábil, la Confederación Obrera del Guayas presidida por el comerciante
Aurelio Sempértegui y, asesorada por banqueros ligados a los importadores, logró en
una asamblea general, modificar la dirección del movimiento hacia los postulados de los
importadores: la incautación de giros y el control del tipo de cambio.
En esos agitados días, los importadores a través de sus periódicos como el Telégrafo
pregonaban: “La baja del dólar es la única solución”. Los voceros de la Confederación
recalcaban “con las huelgas no se soluciona nada”.
Sin embargo, aunque con el sentido cambiado, el paro general de Guayaquil era
un peligroso signo a seguir por otros actores y regiones del país. El gobierno decidió
enviar al Ejército para restablecer el “orden y la seguridad”. El 15 de noviembre de
1922 se produjo la masacre más grande que ha tenido el país en su historia. Cientos de
trabajadores y trabajadoras fueron asesinados y lanzados al río Guayas.
Al día siguiente de este dramático hecho, el 16 de noviembre, el presidente
Tamayo firmó la incautación de giros, “principal reivindicación” de los trabajadores
guayaquileños y punto central de la agenda de los importadores.
A todas luces el movimiento laboral de octubre y noviembre del 22 fue utilizado por
los importadores y sus banqueros.30 Sin embargo, a pesar del fracaso coyuntural de la
acción popular, la fuerza de su presencia creó olas expansivas que removió el escenario
político y social del país, creando las condiciones políticas para el derrocamiento de la
trinca oligárquica cacaotera y abriendo la sensibilidad colectiva para reformas sociales e
institucionales demandadas por los trabajadores, empleados públicos y militares de baja
gradación.
Entre 1922 y 1925 se organizan e impulsan importantes acciones políticas de
sectores de oposición dirigidas hacia la democratización del país. El partido liberal
en 1923 realizó una convención en la que sectores radicales delinearon un programa
en el que integraron las demandas de los nuevos actores “obreros” y esbozaron líneas
de crítica a la fracción liberal dominante en el gobierno. El partido conservador se
reconfiguró bajo la doctrina social de la Iglesia. Sus líderes máximos, caso Jacinto Jijón y
Caamaño, lideraron en septiembre de 1924 un levantamiento armado en la provincia de
Imbabura. Otra acción militar conservadora también se presentó de manera simultánea
en Riobamba. El núcleos socialistas se organizan en todo el país entre 1922 y 1925.
Fundaron el partido Socialista en mayo de 1926. Un grupo de militares jóvenes, con
sus propias necesidades y reivindicaciones a favor de una mayor profesionalización del
ejército, pero con sensibilidad social y compromiso hacia la democracia31, conspiró y
30 Los banqueros ligados con La Previsora y el Banco del Ecuador que “asesoraron” a la Confederación
Obrera del Guayas fueron Víctor Emilio Estrada, BertinoBerrini y José Eduardo Molestina.
31 Algunos de estos oficiales habían resistido durante su carrera, aún a costa de arrestos, ser utilizados
para efectivizar los procesos de fraude electoral. Generalmente se pedía a los oficiales que con un
pelotón vayan a llenar de votos las urnas a favor del candidato oficial. Oscar Efrén Reyes, Los últimos
siete años,
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ESTUDIO INTRODUCTORIO: ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ECUADOR DE LOS AÑOS 20
ejecutó el 9 de julio de 1925 un golpe de estado que desalojó del poder a Gonzalo
Córdova, último representante político de la bancocracia en el poder desde 1912.
LA REVOLUCIÓN JULIANA
El 9 de julio de 1925 se efectivizó el golpe de estado de jóvenes militares contra
del gobierno del muy enfermo presidente Gonzalo Córdova. Proclamaron la acción
de fuerza a favor de “la igualdad de todos y la protección del hombre proletario”. Se
instauró una Junta Provisional de Gobierno con un carácter diverso y plural.32
La reacción política del Banco Comercial y Agrícola ante los julianos fue drástica:
retiró el circulante generando un vacío económico. La Junta tambaleó. Se quedó sin
recursos ni para pagar sueldos. En octubre de 1925 decretó la moratoria de pagos a los
bancos por sesenta días. Finalmente negoció un empréstito con el mismo Comercial y
Agrícola. Con esto se estableció las reglas del juego del nuevo momento político. En
este espacio de decisiones ingresaban las “derrotadas” elites a negociar el decurso de la
revolución. 33 No obstante, esta negociación se dio en un marco de tensiones en el que
se hizo uso del regionalismo.
La agenda prioritaria la revolución juliana en lo económico fue la fiscalización de
los bancos, el destino del oro, la reorganización de la hacienda pública, la recolección
de los impuestos. En lo social se apostó por medidas de protección del trabajo,
institucionalización de la asistencia social, ampliación de la oferta educativa, salubridad
y obras públicas.
Uno de los proyectos claves fue la fundación del Banco Central. Dillon lo tuvo
elaborado en septiembre de 1925, y lo presentó a la Junta revolucionaria, quien lo
sometió a consideración de la “opinión pública”, en especial a los dueños de los bancos,
en un desate de ingenuidad política.
Dillon viajó a Guayaquil y dialogó con los banqueros. Fruto de las reuniones el
proyecto original cambió. Esto fue percibido por los miembros de la Junta de Gobierno
como un paso atrás. Dillon tambaleó políticamente. Se fisuró la primera junta
revolucionaria. Los banqueros pasaron a la ofensiva. Dillon fue destituido.
Fueron momentos en los que se desplegó el regionalismo como arma poderosa para
frenar la transformación juliana, especialmente el tema del banco central. La lucha
se la llevó a las calles del puerto principal. En cartas personales escritas a Dillon se
32 Integraron la Primera Junta de Gobierno: Luis Napoleón Dillon, José Rafael Bustamante y los
generales Gómez de la Torre y Moisés Oliva.
33 Según Agustín Cueva, este fue el momento en que el proceso iba a adoptar una característica ambigua
y “zigzagueante frente a la oligarquía”. En definitiva el proyecto radical de cambio se frustró. Agustín
Cueva, El Ecuador de 1925 a 1960, en Enrique Ayala Mora, editor, Nueva Historia del Ecuador, Vol.
10, Epoca Republicana IV, 1990, pp. 92
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puede percibir el clima del momento político: “Por la nueve de octubre era de oír con
indignación los gritos de ¡Abajo los bolcheviques!, ¡Abajo el Banco Central! ¡Muera
Dillon! ¡Abajo los serranos!”34… “los bancos especialmente, eran capaces de todo en
aras de la defensa de sus menguados intereses…actualmente no tienen inconveniente
en provocar la desunión nacional y aún, según se dice aquí, están resueltos a pedir la
intervención extranjera para oponerse al Banco Central, y si esto no es posible, para
pedir el apoyo para independizar la región costanera”35
Se agudizó la crisis política. Se creó una segunda Junta. Esta retoma la idea del
Banco Central. La disputa gobierno- banqueros se tensiona aún más. El gobierno toma
como solución la contratación de una misión externa dirigida por el economista Edwin
Kemmerer. Mientras, el reemplazo de Dillon, el nuevo ministro de Hacienda Humberto
Albornoz evadía el regionalismo y enfrentaba con energía a los banqueros guayaquileños:
“Jamás he dicho que Guayaquil , la ciudad de Guayaquil, sea la responsable de la falta
de circulante ni de las emisiones de cheques de emergencia. La ciudad de Guayaquil
sufre las consecuencias de todo ello, pero no tiene ninguna responsabilidad, nada tiene
que ver en este debate. Para Guayaquil, para esa ciudad correcta, mi homenaje; para esa
ciudad de limpios antecedentes, laboriosa y honrada, mi respeto….; pero para los interese
creados, vergonzantes y vergonzosos, que no son horados ni limpios y tratan de escudarse
en el nombre de Guayaquil, porque no pueden exhibirse limpia y valientemente, ni mi
homenaje ni mi respeto, ni mis consideraciones, sino todo el peso de la ley, lo severo de
la autoridad, y el oprobio de la opinión pública” (Zapater: 1987:100)
En Abril de 1926 asume la presidencia interina Isidro Ayora inyectándole a la
Revolución de mayor firmeza y credibilidad. La correlación de fuerzas y la iniciativa
política se puso del lado del gobierno que pudo gobernar con relativa tranquilidad y
logros hasta 1930. De aquí en adelante, de la mano de la crisis mundial, el Ecuador
ingresa en uno de sus periodos políticos más inestables de su historia.
LOS ACTORES Y LAS RELACIONES SOCIALES EN LOS 20
Impulsado por el auge de la exportación cacaotera el país ingresó al mercado mundial.
Se instaló en el país un capitalismo marginal, mercantilista y dependiente, cuyo corazón
fue el cacao. A su amparo surgieron algunas fábricas, bancos, servicios públicos y nuevos
negocios. Desde 1895 hizo su irrupción en el escenario, con gran empeño, el Estado
como un actor más. Su aparato administrativo se regó por gran parte del territorio
34 Carta de Un compatriota a L.N. Dillon, Guayaquil 22 de noviembre de 1925, AHBC, en Milton
Luna Tamayo, Regiones, clases y enfrentamientos sociales en los veinte, en Crisis y Cambios de la
economía ecuatoriana en los años veinte, Banco Central del Ecuador, 1987, pp. 209
35 Carta de un amigo a L.N. Dillon, Guayaquil, 21 de noviembre de 1925, AHBC, en Milton Luna
Tamayo, Regiones…,op. Cit. Pp. 209
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nacional. De estas iniciativas privada y estatal emergieron tibiamente nuevas clases
y relaciones sociales y productivas. Este es un fenómeno parecido en todo el territorio
nacional, pero con diferencias de énfasis y tiempos en las regiones.
La vieja estructura social organizada y segmentada por castas, apellidos y color de la
piel fue lenta pero paulatinamente rasgada por las clases emergentes, por su organización,
demandas y luchas. Conviven las relaciones salariales con el concertaje y el huasipungo.
En las ciudades los grandes actores son los artesanos. En el campo las comunidades
indígenas también se movilizan.
Sea por el auge o la crisis económica las primeras décadas del siglo XX presentan dos
fenómenos simultáneos e interdependientes: la mayor migración del campo a la ciudad
y el crecimiento de las ciudades, de manera especial en Quito y Guayaquil. De 1895 a
1925 Guayaquil pasa de 45.000 habitantes a 100.000. Y Quito de 40.000 habitantes en
1894, pasa a 120.000 en 1930.
Se vive un proceso de modernización y de cambios que de a poco modifican la
tranquilidad pueblerina de antaño. Carros y camiones irrumpen en las calles36 todavía
pobladas de carretas y acémilas.
Los trabajadores se organizan en sus asociaciones y gremios. En la costa desde
inicios del siglo XX, las sociedades “obreras” fueron influidas por el liberalismo radical
y por el anarco sindicalismo. En la sierra en los años veinte todavía es muy potente
el pensamiento mutual37 y la doctrina social de la Iglesia, a pesar que el socialismo,
perseguido en Guayaquil, luego de la gran huelga y masacre del 15 de noviembre de
1922, aterriza en Quito donde lleva a cabo varias iniciativas relevantes culminando con
la fundación de su partido en 192638.
Frente a la crisis cacaotera los trabajadores de las urbes, artesanos y empleados,
redactan sus demandas: alza salarial, estabilidad laboral, puestos de trabajo, reducción
de horas de trabajo, descanso dominical. Estas aparecen como banderas en sus acciones
de lucha: huelgas y acciones de masas. La más importante fue la realizada en Guayaquil
en octubre y noviembre de 1922. De hecho, esta ciudad fue la más golpeada no solo por
depresión económica sino por la represión política.
Sin embargo, en esta década en otras zonas urbanas del país se presentaron distintos
tipos de conflictos sociales en los que figuraron los artesanos, obreros y policías.
36 En 1924 se registraba en Quito 159 automóviles y 28 camiones. Milton Luna Tamayo, Los mestizos,
los artesanos y la modernización en Quito de inicios del siglo XX, en Jorge Núñez, Historia, Ciencias
Sociales, Antología, Flacso, Ildis, 2000, pp. 167
37 Ayuda mutua.
38 En septiembre de 1925 en Quito se constituye el partido socialista obrero, antecedente de la fundación
del Partido Socialista en mayo de 1926
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Milton Luna Tamayo
CUADRO 7
CONFLICTOS SOCIALES URBANOS EN LA DÉCADA DE LOS VEINTE
FECHA
LUGAR
1921, Junio
ACCIÓN
Sociedad de Artesanos de León
propone la creación de una liga obrera
que unifique las organizaciones de
León, Pichincha, , Tungurahua, y
Chimborazo
Guayaquil
Huelga de obreros de la fábrica de
cigarrillos “La Corona”
1924,Enero
Esmeraldas
Conflicto obrero en aserraderos. 100
personas se quedan sin trabajo
1924,Mayo
Ambato
1924, Junio
Quito
1923, Agosto
1926, Febrero
Pichincha e Imbabura
1929, Marzo
Guayaquil
1929, Agosto
Guayaquil
Huelga de operarios de la industria
algodonera de Ambato.
Insurrección de gendarmes
esmeraldeños en cuartel de policía.
Movimientos “bolchevistas” asaltan
haciendas en Pichincha (Changalá)
e Imbabura (Patagua) para entregar
tierras a los comuneros.
Asamblea General Nacional de
Obreros
Huelga de empleados bancarios.
Rechazan el impuesto a la jubilación.
En estos mismos años la ruralidad serrana también se ve convulsionada. Aquí la
principal reacción se dio frente a la política tributaria y fiscalista del Estado. Hubo una
fuerte oposición a nuevos impuestos. También se presentaron problemas de tierras y de
explotación de la fuerza de trabajo. Fueron conflictos entre comunidad una hacienda
que sufría modificaciones presionada por un mercado en apertura. La gravedad del
enfrentamiento llevó a la intervención del Ejército, con la obvia y trágica consecuencia
de muerte de varios de los alzados.
Las acciones más relevantes de las comunidades indígenas en los años veinte fueron
las siguientes:
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ESTUDIO INTRODUCTORIO: ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ECUADOR DE LOS AÑOS 20
CUADRO 8
LEVANTAMIENTOS INDÍGENAS EN LOS AÑOS VEINTE
FECHA
LUGAR
ACCIÓN
Resistencia a los impuestos
territoriales.
1921 Mayo
Guano, Paquicahuan y
Cubijíes
1923 Junio
Paute-Azuay
Oposición a junta de fomento
agrícola. Dos muertos
1923 Agosto
Hacienda Leyto, Tungurahua
Levantamiento. Matanza de
indígenas
1924 Enero
Illinsichi
Comuneros se enfrentan con el
ejercito
1924 Enero
Región oriental
Guerreros Shuar atacan a
campamento de misioneros
salesianos
1924 Mayo
Región oriental
Cuarenta caucheros mueren a
manos de guerreros Shuar
1924 Mayo
1928 Febrero
Sicalpa, provincia de
Chimborazo
Tisaleo en la Provincia de
Tungurahua.
Levantamiento indígena
Levantamiento armado de
3.000 indígenas
1928 Marzo
Parroquias Cebadas y Flores.
Provincia del Chimborazo
Levantamiento indígena
1928
Diciembre
San José de Minas provincia
de Pichincha
Levantamiento indígena
1929 Enero
Colta
Seis mil indígenas se toman las
haciendas. Enfrentamientos
con el Ejército.
Todo este ambiente de movilización social, sobre todo el generado por la huelga de
trabajadores guayaquileños en octubre y noviembre, influyó para que todos los actores
políticos integren en sus agendas las reivindicaciones sociales, en especial las formuladas
por los “obreros”. Se crea una ola cultural y política a favor de los temas sociales que
durará hasta mediados de los años cuarenta.
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Milton Luna Tamayo
La primera respuesta efectiva de parte del Estado se dio a partir de la Revolución
Juliana. Ciertamente, esta transformación no solo impulsó cambios institucionales
en el ámbito económico, financiero y cambiario, sino también el en social. En efecto,
creó el Ministerio de Trabajo y Previsión Social y formuló una batería de leyes que
paulatinamente con los años se concretarían en la realidad. La ratificación mayor de
este impulso se dio en 1938 con la elaboración y ratificación del Código de Trabajo. Sin
embargo, las primeras formulaciones de este documento, se redactaron en 1926 bajo la
figura de proyectos de ley: Previsión de accidentes de trabajo, desahucio, agremiación
obligatoria e inquilinato.39 Adicionalmente se crearon las bases de la seguridad social.
Se promulgó la ley de jubilación, montepío civil, ahorro y cooperativa que regularía la
Caja de Pensiones, entidad que aseguraría a los trabajadores afiliados.40
La crisis, la movilización social y las reformas institucionales profundizaron crearon
mejores condiciones para la actoría de otros personajes sociales. El crecimiento de la
administración pública fortaleció a un segmento de clase media burócrata; empleados
públicos que fueron la base de los socialismos o del partido conservador y de la Iglesia.
La mayor inversión educativa fortaleció al sector docente, y dentro de él a la mujer,41
quien configuró un mayor protagonismo en la vida pública (Goetschel, 2007:109).
Aparecieron mujeres como figuras relevantes de la colectividad. En julio de 1921 la
prensa informaba que Pastoriza Flores se había graduado de doctora en Filosofía y Letras
en los EEUU, convirtiéndose en la primera ecuatoriana que se profesionalizaba en el
extranjero. De la misma manera, en noviembre de 1921, se informaba con orgullo sobre
la graduación de la primera médica ecuatoriana, Matilde Hidalgo.
La juliana activó políticamente a los jóvenes oficiales del ejército, sin embargo,
fueron las jerarquías de tropa, los cabos y sargentos, los que durante los veinte y treinta
liderarían sendas campañas, revueltas, cuartelazos y golpes de estado. Sin duda, los
soldados de base fueron el rostro más frecuente de la multitud.
Los estudiantes, los maestros y la intelectualidad tuvieron activa participación como
agentes de procesos políticos de reforma social, muchos de ellos estuvieron ligados a
expresiones culturales, artísticas y literarias, asumiendo algunos la militancia en el
reformado partido liberal o el partido socialista.
Desde los años veinte hasta mediados de los cuarenta, lo social estuvo por varios
años como punto relevante de la política y de las políticas públicas.
39 Milton Luna Tamayo, Historia y Sociedad: el rol del Estado y de las clases medias, en Historia de las
Literaturas, Vol 5, Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2002, pp. 25
40 Jorge Núñez, et, al, Historia de Seguro Social Ecuatoriano, IESS, 1992, pp. 34
41 En 1935 el 20% de funcionarios públicos eran mujeres, y de ellas el 80% trabajaban en el Ministerio
de Educación. Ana María Goetschel, Educación de las mujeres, maestras y esferas públicas, Quito en
la primera mitad del siglo XX, Flacso, 2007, pp. 111
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ESTUDIO INTRODUCTORIO: ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ECUADOR DE LOS AÑOS 20
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BONO DE FERROCARRIL
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Milton Luna Tamayo
PLAZA DEL TEATRO
Quito, 1925?: En primer plano, la Plaza del Teatro, donde se observan dos carruajes arreados por
caballos, un automóvil y algunas personas; en segundo plano la fachada del Teatro Nacional
BARRENDEROS INDÍGENAS
Quito, 1925?: En primer plano dos indígenas sentados en una vereda, a sus pies una escoba y una
carretilla; en segundo plano, varias personas circulando por la calle; y al fondo un carruaje arreado por
dos caballos y algunas vivienda
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INDÍGENAS
Quito, 1925?: En primer plano dos indígenas vendiendo sus tejidos en la esquina de las calles Sucre y
Guayaquil; los dos tienen una blusa en sus manos; en segundo plano parte del edificio donde funcionaba
la Fábrica Internacional
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BANCO DE PRÉSTAMOS
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Carlos Marchán Romero
ENSAYOS
CONMEMORATIVOS
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CRISIS Y CAMBIOS
DE LA ECONOMÍA
ECUATORIANA
EN LOS AÑOS 20
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Ediciones del Banco Central del Ecuador, 1988.
Fernando Sevilla, Gerente General.
Donato Yannunzzelli, Subgerente General.
Irving Iván Zapater, Director del Centro de Investigaciones y Cultura.
Banco Central del Ecuador.
Derechos reservados conforme a la ley.
ISBN 9978-72-020-0
Primera edición: Impresora Nacional Cía. Ltda., Quito, 1987, 2.000 ejemplares.
Segunda edición: Gráficas San Pablo, Quito, 1988, 5.000 ejemplares.
Portada: fachada de los tres edificios en los cuales ha funcionado la sede del Banco
Central del Ecuador en Quito. Idea de Irving Iván Zapater.
Levantamiento de textos, diagramación y diseño de la portada: Departamento Editorial
del Centro de Investigación y Cultura.
Las opiniones vertidas por los articulistas son de su exclusiva responsabilidad y no
representan el criterio oficial del Banco Central del Ecuador.
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Este libro es el resultado de la labor de
funcionarios y empleados del Centro de Investigación y Cultural
del Banco Central del Ecuador, que pusieron todo su interés
en conmemorar los 60 años de la institución, con un trabajo
de investigación histórica que suscite una más profunda reflexión sobre
el carácter de nuestra banca central y la pasión germinal que ella encierra.
En este esfuerzo se congregaron investigadores, levantadores
de textos, diagramadores, diseñadores, correctores de pruebas y
administradores, desde octubre de 1986 hasta julio de 1987.
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Carlos Marchán Romero
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FACHADA DEL BANCO CENTRAL DEL ECUADOR
Quito, 193-?: la postal retrata la fachada del Edificio del Banco
Central del Ecuador,local que funcionó desde 1929.
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PRESENTACIÓN
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a primera edición de este libro se efectuó en agosto de 1987, a propósito de
conmemorarse el sexagésimo aniversario de fundación del Banco Central del
Ecuador. Esta segunda, si no aumentada ciertamente corregida, se ha hecho con
el propósito exclusivo de distribuirla a todo el personal de nuestra institución.
Comparto plenamente la idea de que recordar aniversarios de fundación de una entidad
como la nuestra, no debe, ni mucho menos, incitar al boato del festejo intrascendente.
Debe servir, más bien, a la reflexión pausada y serena, al análisis histórico, a la crítica
objetiva. Precisamente esto lo ha pensado el Centro de Investigación y Cultura, y para
ello, es decir para recordar los 60 años del Banco Central del Ecuador, ha hecho un gran
esfuerzo de síntesis alrededor de un tema sugestivo: la crisis y los cambios de la economía
ecuatoriana de los años 20, esto es, el ámbito que envolvió al proceso de fundación del
instituto emisor, uno de los más interesantes de la historia ecuatoriana, y el contexto
político, social y cultural en el que se suscitó la creación del Banco Central del Ecuador.
Entiendo que esta obra encierra dos méritos incuestionables. El primero, tomar el
cauce del análisis histórico para el estudio de hechos económicos de significación para
nuestro país y para la entidad de la que formamos parte. Atrapados en el frenético
correr de las situaciones coyunturales, es importante reconocer, además, que recurrir a la
historia económica para comprender mejor la política económica es, por sí, beneficioso;
contar con la historia económica para diseñar una teoría, tal como lo sostiene Friedman,
es aún mejor. Por ello, que el Centro de Investigación y Cultura se enfrenta al reto de
“hacer” historia económica es de gran beneficio para nuestra institución, obligada como
está a examinar su pasado y aprovechar las experiencias de seis décadas.
El otro mérito del libro, que cabe destacar ahora, es ser resultado del exclusivo
trabajo de investigación del propio personal del Centro de Investigación y Cultura.
Para obtener este resultado, no se ha contado con ayuda externa a dicha dependencia
administrativa y los estudios que el libro contiene no son, entonces, sino el fruto del
desarrollo de la capacidad por la investigación que en algo menos de diez años se
ha logrado en el Centro de Investigaciones y Cultura. No digo con ello que la obra
sea perfecta o, al menos, que sea la mejor; tiempo hay todavía para corregir errores,
reexaminar interpretaciones, descubrir y utilizar nuevas fuentes documentales. Digo,
empero, que es uno de los primeros trabajos comunitarios en una unidad del Banco
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Central, dedicada –según los lineamientos de organización del instituto emisor–a la
investigación histórica y a la documentación científica.
El resultado de nuestros empeños debe ser siempre la medida de nuestros propósitos.
Creo, con fe, que nuevos trabajos como este libro que hoy presento, son reflejo del
dinamismo de nuestro Banco Central que va adelante por el esfuerzo de quienes lo
conforman. Y para no cansar con prólogos extensos, invito a seguir el hilo de las
siguientes páginas de esta obra. Seguro estoy, entonces, que el lector comprensivo,
funcionario o empleado del Banco Central, tendrá ocasión para mirar y comprender
la génesis de nuestra entidad, y para mirar y comprender que el empeño puesto en este
proceso, debe continuar ahora.
Quito, 15 de enero de 1988
Fernando Silva Herrero
Gerente General del Banco Central del Ecuador
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INTRODUCCIÓN
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os artículos recogidos en este volumen son fruto del esfuerzo colectivo de
los investigadores del Centro de Investigación y Cultura. Los trabajos son
interdisciplinarios y conjugan las dimensiones económicas, jurídicas e históricas.
En ellos el lector encontrará perspectivas e informaciones que representan una agregación
de reflexiones teóricas e históricas sobre el horizonte de la sociedad ecuatoriana de la
década de los 20. No obstante, el matiz metodológico dominante es el de la historia
económica. La novedad de esta disciplina radica en el uso de la teoría económica y la
estadística para examinar la historia.
En las páginas de este libro destaca la utilización de la teoría económica al establecer
la identidad de los sucesos productivos y monetarios, los rasgos comunes de toda
organización económica. Pero es también notorio el aprovechamiento del hontanar
histórico al momento de determinar las especificidades del proceso de la economía
ecuatoriana en estos años. Esta aproximación entre economía e historia pone de relieve
que su relación no es de oposición sino de confrontación, ya que, si bien se hace uso
de la teoría, no se razona en términos de modelos económicos puros, de significados
profundos, pero intemporales. Así mismo, aunque la crónica está presente, no existe
el prurito de anclarse en los hechos, en la erudición agobiante de fechas y de datos. El
objetivo y el espíritu que nos anima se propone vincular la teoría al contexto histórico,
a fin de que la ciencia económica adquiera un sentido temporal y espacial que rompa
con cualquier pretensión de esquematismo.
La temática del libro versa sobre la crisis y los cambios que marcan el panorama
económico del país, en la segunda década de este siglo. La crisis se anida y fermenta
con el derrumbe de la producción y precios del cacao, que se inicia en 1920, y socaba
profundamente las bases del modelo de desarrollo hacia fuera en que se inscribe la
economía ecuatoriana desde la Revolución Liberal de 1895. La falta de divisas que
provoca el hundimiento de la “pepa de oro”, pone límites a la vocación de dependencia
del país del mercado mundial, para la provisión de alimentos y manufacturas, y crea la
coyuntura para promover una estrategia de desarrollo del mercado interno. El desajuste
esconde en su seno una diferenciación regional y social de la crisis: la Costa pierde
el dinamismo que le había posibilitado el auge del cacao, y la Sierra, hasta entonces
relegada a un plano secundario, cobra renovada energía al impulsar su proceso industrial
embrionario y estimular el crecimiento de la agricultura andina. Por otro lado, el manejo
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de la política monetaria y cambiaria permite sortear la crisis a unos sectores sociales
con menos impacto que a otros. Las mutaciones económicas se traducen en cambios
políticos: el eje de poder se traslada del litoral al interior, provocando con la Revolución
Juliana una influencia política mayor de la Sierra.
Al presentar esta obra, que refleja las condiciones que rodean la creación del
Banco Central del Ecuador, el Centro de Investigación y Cultura desea contribuir al
conocimiento de su historia institucional que es, precisamente, una de las metas más
caras de esta unidad. Confiamos que será acogida con benevolencia por tratarse de un
esfuerzo que aún requiere maduración y trabajo.
Este libro no habría podido publicarse sin la ayuda del siguiente personal del
Departamento Editorial del Centro de Investigación y Cultura del Banco Central del
Ecuador: Ramiro Salvador Roldán, en el consejo editorial; Margarita Padilla de Guerrero,
Piedad Benítez de Villafuerte, Martha Guzmán de Peña y Jairo Villalba Monteros, en
el levantamiento de textos; Álvaro Iturralde, Mauricio Vargas y Jaime Calderón, en la
diagramación, y,en especial, Ramiro Cañas Benavidez, Jefe de Producción del propio
departamento, por su asesoría editorial y su oportuna cooperación.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ESTUDIOS
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AL FONDO BANCO CENTRAL DEL ECUADOR
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Primer plano Iglesia de la Compañía
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ESTUDIOS
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RESEÑA DE
UNA DÉCADA
QUE FORJARÍA HISTORIA
Bruno Andrade Andrade
A
l darnos crónica que allá por los años 20, el insigne patricio de la cultura,
don Jacinto Jijón y Caamaño, “obsequió” a la Corte Suprema de Justicia el
acta original de nuestra primera Constitución Política, un siglo después de
habernos declarado República independiente, nos invade un nocivo desencanto al
constatar otro ejemplo más de la manera cómo se habían manejado los asuntos de
trascendencia pública, precisamente los relacionados con la formación de nuestra
nacionalidad, con el rescate y desarrollo de nuestra identidad. En fin, si bien había sido
éste un país plagado de vicios circulares, por lo menos ahora se daba la oportunidad de
alcanzar su mayoría de edad al contar –de manera muy oficial, por cierto– con su partida
de nacimiento; signo de los tiempos o coincidencia inexplicable, el hecho es que se
vislumbraba una etapa que marcaría indefectiblemente los días venideros. Comenzarán
a jugar distintos valores; posiblemente la existencia adquiera otro sentido y los retos a
superar también disfracen otros significados; con seguridad, inclusive la forma de amar
esconderá igualmente impredecibles cartas bajo su nostálgico reino; en suma, se abre
un universo difícilmente aprehensible que apenas concede el incierto don de bastonear
–con intrépida y no menos audaz varilla– sobre aquellos aspectos sensibles y atrayentes
que, a manera de brújula, nos avizoren pautas para caminar hacia ese mundo, ojalá
eternamente nebuloso pero no menos fascinante, destinado a la exclusividad del ser
humano: la historia.
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1.
Una sociedad pausada
Imaginemos por un instante que la marcha del tiempo comienza a casi detenerse, su
inexorabilidad –hoy en día tan asfixiante– de repente cobra un sentido singularmente
relativo; sus relojes, al igual que sus portadores o mirones, han aprendido a caminar más
despacio, imbuidos quizá por el ritmo que les impone la época. El bullicio exasperante
aún no aparece y tan sólo compases de espera o búsqueda de algún augurio o intriga
que altere la angustiosa cotidianidad, dejan fluir su invisible hálito en el ambiente. Los
límites de la quimera, de lo mítico o lo exquisitamente imaginativo, apenas admiten
ser rebasados. Así, de un mundo de ensoñación surgen repentinamente evocadoras
fachadas de aristocráticas casonas coloniales, propias de este Quito cargado de magia,
que se resiste a abrir sus entrañas a la insensatez de los tiempos modernos. Sin embargo,
sus “carreras” finalmente tendrán que ser lastimadas por el enigmático tranvía eléctrico,
considerado, en el mejor de los casos, como la creación diabólica de moda. En segundo
plano, y en ostentosa colaboración para romper con el pausado aire de provincia, aparece
lentamente en escena el nuevo símbolo de superación social, el cómplice automóvil.
Los evocativos carruajes, en cambio, tendrán que esforzarse por sobrevivir al embate
que empiezan a asestar aquellos inconsecuentes intrusos. La vida que transcurría al son
marcado por tediosos trotones, ahora tendrá que volverse agitada, olvidar sus viejos
encantos, y abrir los ojos a una nueva realidad, a un proceso de inesperada mutación,
regido por inventos tecnológicos que día a día alterarán su pendular desenvolvimiento.
Los propio experimentará nuestro perenne puerto principal, a la sazón y más que
nunca, capital económica del país. Inclusive, ratificando su endémica pompa, inaugurará,
mediante ceremonia de orden, el nuevo servicio de autobuses para su transporte urbano,
en desleal competencia con aquellos carros que precisaban de mulares para su tracción.
Será en esta ciudad donde más asidero encuentre toda fiebre de progreso; no olvidemos que
el primer biplano encargado de batir los majestuosos Andes fue “el Telégrafo 1”,piloteado
por el famoso “cóndor andino”, Elia Liut, al decir de los diarios reseñadores de su hazaña,
un experto en “volación”. Vemos así cómo los primeros aleteos de la aviación nacional se
suscitan en esta década, los cuales sumados a la novelería que nos caracteriza, dieron por
resultado una plaga imaginaria de escuelas en la materia; no faltaría obviamente quien
proponga constituir desde ya una eficaz fuerza aérea. Siempre nos gustó volar. Pese a los
esfuerzos, el principal medio de transporte interregional continuará siendo el históricamente
polémico Ferrocarril del Sur, que en su momento habría de desplazar no sólo a los arrieros
de la vía Flores sino al servicio de diligencias; inclusive aquellas molestosas cuadrillas de
ladrones verían caer sus índices de ganancia neta a niveles verdaderamente alarmantes.
Una vez más los vientos de modernización saldrán al paso, y es que no sólo tendrán que
ver con las distintas formas de transporte sino, además, con toda una infraestructura
tendiente a mejorar las condiciones de vida de la población. De esta manera observaremos
cómo diversas ciudades del país comienzan a alumbrarse utilizando finalmente energía
eléctrica o, por ejemplo, las comunicaciones entre Quito y Guayaquil, acogiendo los
avances de la ciencia, se realizan por radio, así mismo, el milagro de la comunicación
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telefónica dentro de las principales urbes mostrará una novísima forma de matar el tiempo,
cuando no la reputación de los vecinos. Pero, ventajosamente, el campo de la salud de
ninguna manera había sido olvidado, las mejoras se verán a través de la construcción de
nuevos hospitales o gracias a la dotación de agua potable para importantes localidades. En
general, la nación trataba de ponerse a tono con los avances experimentados décadas atrás
por vastas regiones del orbe. Resulta curioso dar a conocer que fue precisamente durante
estos tiempos cuando se dio inicio a la identificación dactiloscópica en el Ecuador. Pasos
certeros hacia la adquisición de nuestra identidad.
En su ámbito, la vida cultural también descubrirá importantes transformaciones.
Acostumbrada a desenvolverse entre telones y bastidores, ahora se verá enriquecida
con la fascinante presencia del cine: de suerte que conocidas obras teatrales como
“Marianela”, del español Benito Pérez Galdós, tendrá que alternar con sensitivas películas
como “Los miserables”, obra del célebre Víctor Hugo, llevada a la pantalla. Será muy
común encontrar en los distintos diarios de amplia circulación, las correspondientes
invitaciones a la gran rendez-vous social, que bien podría llevarse a efecto en los teatros
Olmedo, Edén, Variedades, o en el tradicionalmente formal Sucre. Resulta obvio que
dichas invitaciones por una sencilla ley de exclusión, se dirigirán a una selecta minoría,
con la suficiente solvencia para asistir a los espectáculos e, inclusive, entenderlos y
comentarlos. No olvidemos que se trataba de una sociedad mucho más cerrada y
sumamente estricta en conservar sus convencionalismos, en la que, al parecer, cada
individuo sabía perfectamente el lugar que le correspondía dentro de la escala jerárquica
establecida socialmente. Si revisamos sus periódicos, tendremos la impresión de que se
trataba de un mundo en el cual todos sus integrantes se conocían entre sí, en donde se
permitía la encantadora exquisitez del estilo individual o de la tradición familiar, dentro
de un universo en el que por predestinación todos tenían un oficio que desempeñar, una
función por modesta que fuere a cumplir y una historieta que relatar. Se configura así
un ambiente doméstico, buscador de sensacionalismo, de novedades atrayentes de la
atención de un público que se mantenía prácticamente estático frente al devenir, cuando
no absorto en sus preocupaciones místicas. El terreno es propicio para que pululen
los correveidiles de siempre, gratuitos colaboradores de prensa que cumplidores de su
servicio de intriga de puerta a puerta, permitían que cada vecino estuviera en capacidad
de dar santo y seña del otro, con la mejor voluntad y buena intención, claro está. Los
diarios, por su parte, en inconsciente demostración de apología al desorden, ofrecerán
a través de sus páginas, informaciones del más variado color; no será de extrañar que
los trascendentes problemas políticos vayan codo a codo con inconsecuentes anuncios
comerciales, o con los de complaciente propaganda hacia el facultativo de moda; de
paso, la fecha conmemorativa del natalicio de algún genio benéfico para la humanidad,
será dada a conocer, sin faltar por supuesto, la gastronómica recomendación para acudir
a cenar en el restaurante que guarde consonancia con la postura y justas pretensiones del
animado lector; y, como si ello no fuera suficiente, encontraremos reforzando la carilla
a enjundiosos editoriales que preludian la correspondencia mantenida entre dirigentes
sindicales, irónicamente unida a las “estafetas del amor”.
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No obstante las circunstancias reseñadas, en digna actitud de rompimiento se
yergue la fulgurante presencia de toda una generación de seres creativos que tendrían
que apartarse –evadir– de una sociedad conventual en defensa de su creación artística.
Muchos de ellos, con el transcurrir de los años, serán reconocidos en toda su dimensión,
otros, no menos valiosos, reposarán en el olvido. Bastaría con mencionar a Jorge
Carrera Andrade, Medardo Ángel Silva, Ernesto Noboa y Caamaño o Humberto
Fierro, para asentir nuestro reconocimiento y admiración a su trabajo imperecedero: o
¿quién no habría de recordar a los directores-editores-colaboradores de la picante revista
Caricatura, Jorge A. Diez, Alberto Coloma Silva, Carlos Kanela Andrade, Benjamín
Carrión, Enrique Terán, entre otros, o al famoso caricaturista Guillermo Latorre? ¿Quién
no se habrá deleitado con los existenciales artículos periodísticos de Carlos H. Endara,
Dilettante? Vaya que sí dejaron huella en nuestra historia.
2.
Principales sectores económicos y sociales
El instante que el monótono trajinar de la vieja locomotora anunciaba la llegada
del ferrocarril a Quito, comenzaría a dibujarse en los rostros de la gente, no sin cierta
resistencia, aquella expresión inquisitiva de las novedades y cambios que vendrían con
la moderna y tan comentada vía de transporte y comunicación. La palabra “progreso”,
tan ajena a nuestra realidad de comarca, empezará a adquirir un significado concreto. Era
apenas el año de 1908 cuando las dos regiones tradicionalmente dominantes se unían,
y más que ello, se trataba de dos ciudades, dos estilos, que finalmente conquistaban
un medio idóneo de relación constante entre sí. Fue sin duda un paso decisivo para
articular la geografía de un país que, a duras penas, alcanzaba a mantener su nombre
como elemento unificador.
La situación hacia 1920 apenas habría cambiado. Aún se podrá distinguir dos
formaciones sociales con sus características propias, resultantes de todo un proceso
histórico de constitución. Así observaremos que parte de la Costa, con su centro
hegemónico en Guayaquil, había concentrado su capacidad productiva en el cultivo
del cacao, destinado prioritariamente a la exportación; hecho que permitió la
consolidación de todo un estrado social dominante, que controlaba tanto la producción
como la exportación del aurífero fruto. A su vez, siendo ésta la principal fuente de
obtención de divisas, resulta obvio que ejercieran además efectivo control sobre nuestro
comercio internacional. Colateralmente, pero así mismo con estrechas vinculaciones al
grupo anterior, estará presente la banca, representada especialmente por el Comercial y
Agrícola que, gracias a su manejo de las finanzas y su política de prestaciones a favor del
Estado, llegará a controlar casi absolutamente la economía del país. Otro bloque menos
decisivo lo conformarán importadores y comerciantes, cuyo banco de operaciones sería
el del Ecuador, ambos dependientes de los “gran cacaos”, debido a su requerimiento de
giros o letras sobre el exterior.
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La Sierra centro-norte, es decir con exclusión de las provincias del Azuay y Loja, tendrá
por eje económico a la capital. Su producción destinada principalmente al consumo
interno se basará en el sistema hacendario, controlado por los grandes terratenientes
que manejan la economía de la región. Muchos de ellos incursionarán además en el
campo de la industria (principalmente textil), bastante incipiente aún. Con menor
relevancia advertiremos la presencia de importadores, muchos de ellos extranjeros,
igualmente sujetos a la hegemonía económica guayaquileña, por su imposibilidad de
obtención de divisas.
De manera general observaremos otros grupos subalternos, sin mayor capacidad de
decisión. Por un lado estará la burocracia estatal, desde ya en impulsivo crecimiento y, por
otro, se harán presente con mayor fuerza, artesanos, aprendices y obreros, básicamente
de empresas de servicio público. Cabe señalar que la industria pesada estaba en manos
del capital extranjero (minería, ferrocarriles, petróleo, alumbrado, saneamiento, entre
otras), rezagando las de menor importancia a la inversión nacional. Consecuentemente,
el mayor porcentaje de mano de obra requerida para la producción, estará concentrado
en las grandes plantaciones cacaoteras, en los latifundios serranos y en el desempeño
de oficios artesanales, circunscritos a las principales urbes, centro de su demanda. Esta
situación ligeramente esbozada, entrañaba complejas relaciones sociales entre los
diferentes estratos mencionados. Así, se distinguirán, por una parte, los señores dueños
de plantaciones y haciendas y, en lógica contraposición, los sembradores o campesinos
que mantienen absoluta relación de dependencia frente a aquéllos, lo cual permite que
muchas veces exista abuso por parte de los dueños o por sus empleados, prevaliéndose de
una posición de privilegio. Quienes migren a las ciudades, difícilmente lograrán mejorar
sus condiciones de vida, cuando no las empeoren. Baste recordar la descripción que
nos hace Joaquín Gallegos Lara, a través de su novela Las cruces sobre el agua, para
darnos cuenta del estado de insalubridad y pobreza en que se debatía aquel mundo de
sobrevivientes. La situación en la Sierra tampoco sería sustancialmente distinta. La
única diferencia consistirá en que el peso de los atropellos recaerá sobre los centenarios
hombros indígenas.
Vale mencionar dentro del ámbito urbano de Guayaquil al importante grupo
de estibadores de cacao, estrechamente vinculado a las casas de exportación que,
conjuntamente con otros sectores, en su mayoría artesanales, cumplirá tarea muy
relevante en la realización del paro general de 1922.
3.
Un aparato estatal incipiente y desorganizado
El hecho de encontrarse el país dividido en varias regiones prácticamente autónomas,
conllevaba a una situación de desorden fiscal por demás explicable, tanto en lo que se
refiere a fijación cuanto a recaudación de tributos, de ahí que no resulte exageración
afirmar que cada parroquia era una república independiente, si tenemos en cuenta
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que existía una ley o reglamento diferente para cada provincia o cantón. Vemos cómo
intereses localistas habían creado distintas clases de rentas, sin pensar en absoluto en
la posibilidad de consolidación de un sistema general y centralizado de recaudación de
impuestos, proyecto que por otra parte resultaba imposible de llevar a cabo dentro de un
espacio en donde, bajo ningún aspecto, se había planteado la posibilidad de constituir
un Estado nacional o, de habérselo hecho, se lo hubiera combativo –como usualmente
sucede– por pesar de manera determinante los intereses regionalistas.
Pero el único problema no será la descentralización de rentas existente, sino además
la falta de organización contable y operacional que refleja el aparato estatal. Recordemos
que los catastros, por ejemplo, base de la recaudación de impuestos, o eran defectuosos,
obsoletos –es decir sus avalúos permitían la evasión o un pago irrisorio– o sencillamente
no existían. Si a ello sumamos la ausencia de registros contables y estadísticas dentro
de las entidades y organismos del sector público, los resultados son fáciles de prever. Así
tendremos presupuestos acostumbradamente deficitarios, o aplicables sucesivamente
para distintos períodos económicos, debido a la carencia de una política fiscal y peor aún
de planificación del gasto público; o simplemente se operaba sin presupuesto. Por otra
parte, la inadecuada recaudación de las rentas nacionales, la falta de celeridad en sus
cobros o la negligencia con que se procedía, colocaban al Estado en absoluta dependencia
frente a la banca privada, por ser ésta la que posibilitaba el funcionamiento a través de
incontables empréstitos. De manera que tantas obras públicas, inútiles o irrealizadas, o
la empleomanía burocrática, conjuntamente con los excesivos gastos militares, aparte
de esquilmar el mayor porcentaje del presupuesto, ataban de manos al Estado, frente
al ya mencionado Banco Comercial y Agrícola, dueño de los destinos del país o gran
benefactor, como quiera llamársele. Aparte de cualquier consideración, concluiremos
que “los males” provenían más bien de la falta de conciencia y condiciones para llegar
a constituir un Estado nacional, es decir, rebasar el ámbito local para pensar en lo
global, hecho que se demuestra plenamente por la ausencia de un poder central. Más
bien será la epidérmica presencia de juntas especiales, creadas para cumplir funciones
que rebasaban hasta lo inimaginable la característica relevante del ejercicio del poder,
las que complementadas con la existencia de un sinnúmero de monopolios (estancos,
recaudadores de impuestos, etc.) en manos particulares, reducirían losa mecanismos
de control político y económico a contadísimos grupos, que los utilizaban con el fin de
hacer o acrecentar fortuna.
4.
La crisis
Nuestra vida republicana bien podría resumirse en una sola palabra: ”crisis”. De ahí
que los contados períodos de gobiernos caracterizados por su estabilidad se consideren
verdaderos paradigmas de la manera cómo debería procederse para constituir un país.
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Sin embargo, lamentablemente una vez más nos encontramos frente a una década que
tampoco escaparía a las advertencias de la santa quiteña.
Es de suma importancia recordar que nuestro país ha mantenido la constante histórica
de articular su economía con el mercado internacional, a través de la exportación de un
producto determinado, cuya demanda se encuentra supeditada a los caprichos o avatares
del consumo mundial, situación que ratifica y agudiza nuestra dependencia frente a los
centros cosmopolitas de comercio. El hecho de que para la época le haya correspondido
el turno al cacao, convierte al sector agrícola de exportación, en el eje dinamizador
de nuestra economía interna. De suerte que los períodos de auge o recesión estarán
directamente vinculados con las condiciones de negociación de nuestro producto en
las grandes metrópolis. En esta oportunidad, enfrentaremos un período de recesión,
debido a la caída de precios del cacao, provocada por la baja de demanda de nuestro
producto en el mercado internacional (como uno de los efectos posteriores provocados
por la Primera Guerra Mundial), aparte de haber surgido otros centros de cultivo en
África y Brasil que, en dura competencia, arrebatarían a nuestro país su primacía de
exportador. Si a este antecedente añadimos las pestes ““escoba de bruja”” y ““monilla””,
que arrasaron con las extensas plantaciones de cacao, podremos claramente entender
que la situación se tornaba insostenible.
En primer lugar, al debilitarse nuestros términos de intercambio dentro del mercado
internacional, resultaba lógico que el flujo de letras o giros sobre el exterior (necesarias
para la importación) disminuyera, abriendo de esta manera claras posibilidades
de especulación para quienes las obtenían en forma preferencial (exportadores y
banqueros). En este sentido, dentro de los grupos económicamente poderosos de la
Costa, se conformarán dos bandos claramente definidos: agroexportadores y banqueros
contra importadores comerciantes. El motivo de la discordia: las letras sobre el exterior,
la posibilidad de comerciar, la necesidad de subsistir. En segundo lugar, debemos tener
en cuenta que al tratarse de un país con baja productividad, sin infraestructura industrial
ni vías de comunicación que integren su mercado interno, sin una economía global
organizada sino que funcionaba más bien regionalmente, es obvio que todos estos factores
lo conviertan necesariamente en un asiduo importador de productos manufacturados.
Consecuentemente, debido a que en gran medida, el nivel de importaciones se encuentra
determinado por el monto de las exportaciones, al entrar en crisis este sector en forma
casi natural, comprometía también al de importación; de suerte que uno y otro tendrán
que adoptar diferentes mecanismos para resguardar sus intereses. En tercer lugar, nos
encontramos frente a un Estado sin mayor presencia institucional ni organización,
que se debate en permanentes crisis fiscales y que debe, sin embargo, cumplir con
apremiantes deudas externa e interna, cuyas fuentes más seguras de ingresos consisten
en las recaudaciones aduanales, empréstitos del Banco Comercial y Agrícola. Ahora
bien, al disminuir los ingresos fiscales, por motivo de la reducción de importaciones,
al Estado no le queda otra salida que recurrir en forma absoluta al financiamiento del
citado banco. De ahí que éste, paulatinamente, se convertirá en la institución más
poderosa del país, hasta el punto de llegarlo a controlar a su antojo, valiéndose del
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aparato gubernamental que, bajo ningún concepto, desempeña funciones de regulador
de la política económica más conveniente a seguir, sino que será manipulado en defensa
de los sectores vinculados a la exportación o la banca.
Planteados como quedan los antecedentes de fondo de la crisis (economía
dependiente del mercado internacional que sufriría un debilitamiento acelerado de sus
términos de intercambio: país con niveles muy bajos de producción pero, así mismo,
con índices muy altos de importación de artículos manufacturados; y un aparato estatal
sin capacidad de autogestión y peor aún de dinamización de la economía) es necesario
enmarcarlos dentro de un contexto social que obviamente también se encuentra en
crisis, cuyas características más relevantes son la inmoralidad –tolerancia frente a los
vicios y síntomas de descomposición social– y el irrespeto de los derechos políticos,
burlados mediante los consabidos “paquetazos electorales”, consistentes en colmar de
votos falsos las urnas, a fin de sacar triunfante a la lista oficial, a tal punto que con días
y hasta meses de anticipación, se conocía quienes serían los ciudadanos “elegidos” por
el pueblo para desempeñar el cargo de confianza para el Ejecutivo. Además, se percibe
en forma notable, la venida a menos del principio de autoridad, puntal básico para que
no tambalee el régimen de legalidad. Dentro de todo este juego de circunstancias, le
corresponderá a cada sector de la sociedad, mover los hilos que tenga a su alcance para
sortear la mala temporada. Así por ejemplo, los señores dueños de plantaciones tendrán
que diversificar su producción agrícola hacia otros cultivos (azúcar, banano, tabaco,
café, etc.), aparte de “prescindir de los servicios” de aquellos plantadores que en mejores
días permitieron consolidar sus fortunas.
Capítulo aparte merecen exportadores y banqueros. La principal medida para
protegerse de la caída de los precios del cacao, consistirá en la especulación de letras
sobre el exterior, a fin de conseguir elevar su cotización en el mercado de divisas.
De paso, recordemos que no existía control alguno por parte del Estado, en lo que
respecta a regular su valor para exportación o importación. Por lo tanto, era muy
previsible que la cotización del dólar en el mercado sufriera amplios incrementos,
desatando el correspondiente proceso inflacionario, que se traducía en la subida de
precios de los productos de primera necesidad, a más de provocar la depreciación del
poder adquisitivo de la moneda, por la constante alza del tipo de cambio, gracias a su
libre flotación. Los banqueros, por su lado, tendrían a favor una vieja medida que les
otorgará uno de sus gobiernos ad hoc, hacia 1914, la llamada “Ley Moratoria”, que
consistía en la suspensión del cambio de los billetes bancarios por su equivalente en
moneda metálica, principalmente de oro, con el propósito de evitar su salida del país,
dada la gran demanda que experimentaba el precioso metal, por ser requerido para
transacciones internacionales, mientras se librada la Primera Guerra Mundial. Aquella
medida beneficiosa en un principio, tendría efectos perniciosos para lo venidero, por
cuanto permitió que se produjeran sinnúmero de emisiones inorgánicas para “ayudar”
al Estado a cumplir con los requerimientos ya mencionados. Gracias a este mecanismo,
el Banco Comercial y Agrícola, adalid de las prestaciones al Gobierno, evitó cualquier
clase de control sobre sus operaciones y mantuvo, además, la supremacía sobre las demás
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entidades de este género. De suerte que durante la crisis tuvieron la oportunidad de
realizar alegres negociaciones para no mermar sus ganancias, sin reparar en la grave
agudización económica que provocaban sus negligentes concesiones. En todo caso, el
país no contaba. El problema se reducía a continuar acumulando riqueza.
La crisis sin duda alguna recaerá con mayor fuerza sobre amplios sectores populares,
especialmente de la Costa y, de manera particular, en Guayaquil, quienes así mismo
deberán adoptar diferentes mecanismos para subsistir. Aquéllos sin un trabajo estable,
por ejemplo, muchos desempleados de último cuño por efectos de la propia crisis, tendrán
que volcarse hacia la criminalidad y el robo. No es de extrañar que los diarios porteños
critiquen constantemente la “ola de matonismo” que azota a la ciudad –más dañina
inclusive que la peste bubónica–, ante la cual la policía pasa desapercibida, obligando de
eta forma a mucha gente a caminar armada, para protegerse. Vemos pues otro problema
conexo quizá más grave: la crisis moral de las instituciones. Pero sigamos; los sectores
que mantienen empleo y, por tanto, salarios fijos, buscarán la oportunidad de aliarse en
diferentes tipos de sociedades gremiales destinadas a defender sus aspiraciones. Todos
en general sentirán la necesidad de organizarse, de constituir frentes de lucha común
que encaminen sus reivindicaciones de manera coherente. Sin embargo, al no ser éstas
atendidas, se asumirán otras medidas de hecho; de ahí que se tenga noticia de numerosas
huelgas y levantamientos indígenas, utilizados como mecanismos de protesta y presión,
para conseguir alza de salarios, mejores condiciones de trabajo por un lapso que no
rebase las ocho horas diarias, leyes que los protejan ante los accidentes de trabajo y,
sobre todo, un trato más humanitario y de mayor respeto a la persona. Los campesinos,
en su caso, se “levantarán” para rechazar los malos tratos impartidos por el terrateniente
o sus mayordomos, o para negarse a cumplir las gravosas contribuciones territoriales,
impuestas por el Estado.
El período más crítico, y que dejaría sangriento testimonio, fue el de los meses
de octubre y noviembre de 1922. Se origina con la huelga de los trabajadores de la
Guayaquil and Quito Railway Company, realizada a fin de conseguir aumento de sus
salarios, por ser demasiado exiguos frente a los percibidos por los empleados extranjeros
que contemplaban toda clase de prebendas, quienes, como si ello no fuera suficiente,
se solazaban en mantener actitudes de desprecio hacia el obrero nacional. Se solicita,
además, que su atención medica esté acorde con el monto de las aportaciones que cumplen
para el efecto. Tratándose de una empresa estratégica, y dado que la comunicación con la
Sierra no podía suspenderse por mayor tiempo, se llega a solucionar el conflicto gracias
al aumento de los jornales diarios en centavos de sucre; vaya si las cosas no habrán
cambiado. Sin embargo, la situación del resto de trabajadores es muy distinta a la de los
ferroviarios. Entre ellos se puede encontrar a motoristas de tranvías de la empresa de
carros urbanos, operarios de la Fábrica de Gas, responsable del alumbrado público, obreros
de la Compañía de Luz y Fuerza Eléctrica, así como de la Casa J. G. White, encargada
del saneamiento de Guayaquil y que se declara en huelga por haberse nombrado capataz
a un extranjero (obviamente con sueldo fabuloso); a la sociedad de tipógrafos entre
otras; trabajadores de piladoras, jabonerías, talleres mecánicos, canteras; a carpinteros,
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albañiles, estibadores de cacao, recolectores de basura, curtidores, cigarrilleras,
panaderos, etc., que configuran un heterogéneo bloque de intereses. Ante la tentativa
de aumentar las tarifas de transporte urbano, los ánimos se exasperan y el paro general
es declarado en forma terminante. Si bien todos están de acuerdo en solicitar aumento
de salarios y mejoramiento de sus condiciones de trabajo, es muy curioso observar
la vehemencia con que se exige la expedición de un decreto que incaute los giros y
conseguir, consecuentemente, la baja del tipo de cambio, quinta esencia del malestar
económico y social. Será la Confederación Obrera del Guayas la encargada de solicitar
al Ejecutivo su expedición, y al grito de “!Viva la huelga! ¡Abajo el cambio!”, desfilaron
un 15 de noviembre de 1922 por el bulevar 9 de Octubre, al son de bandas de músicos
que, sin saberlo, marcaban el paso a incógnitas pisadas hacia la masacre más dolorosa
que registra la historia sindical ecuatoriana. Irónicos resultados obtuvo el paro general;
por un lado, cientos de hombres, mujeres y niños enterrados en fosa común –eran tantos
sí–; y, por otro, un flamante decreto ejecutivo sobre incautación total de giros. El dólar
ya no experimentaría más alza –por el momento– y la economía del país mejoraría.
Nadie pensó que se estaba manipulando a los trabajadores en contra del presidente
Tamayo, para hacerlo cambiar de política económica, ninguno sugirió en círculos
laborales que posiblemente habían intereses ajenos a ellos, que pretendían beneficiarse
de su protesta, de su situación de desesperada miseria; nadie advirtió la habilidad con
que se estaba manejando la situación, para romper con el antiguo monopolio de letras
sobre el exterior y, a su vez, conformar otros nuevos, como una comprensible manera de
redistribución de la riqueza. Así, la célebre oficina de incautación, creada para llevar a
la práctica el decreto, repentinamente se convertirá en centro de especulación. En esta
oportunidad, serán deshonestos funcionarios de Gobierno quienes se beneficien de la
medida, a través de la reventa de letras a empresas extranjeras para que puedan repatriar
sus capitales, sin poner reparos en el precio a que se les “cediera” la divisa, quedando un
escaso remanente para el comercio. Nuestro devenir está plagado de ejemplos de esta
naturaleza, de pescadores a río revuelto con aguda visión para enriquecerse por arte de
magia. Los intereses populares, una vez conseguido el objetivo, podían descansar en paz.
Pero no todo fue saldo negativo, filántropas damas guayaquileñas fueron conmovidas a
tal grado que decidieron emprender tareas de ayuda hacia los necesitados.
El Gobierno justificaría el crimen afirmando que las huelgas tenían carácter
sedicioso, obras de agitadores políticos “bolcheviques” que pretendían sembrar el caos,
quedándole como única salida la represión con mano dura. En efecto, se pondrá en
prisión a periodistas simpatizantes de la causa, se procederá a disolver organizaciones
sindicales, y a tratar de volver todo a la normalidad. Quienes se mantengan alejados
del problema harán lo posible por transmitir su neutralidad para aplacar los ánimos de
rebeldía. Diarios comodines destacarán suficiencia al haber hecho funcionar su rotativa
con un motor caterpillar, que proveía de la ausente fuerza eléctrica. Vaya manera de
hacer propaganda. El asunto es desviar la atención de lo sucedido, el comercio tendrá
que volver a abrir sus puertas, los mercados comenzarán a abastecerse y los vehículos,
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una vez más, repetirán sus monótonos recorridos; sin embargo, la gente deberá aprender
un nuevo lenguaje: el de la justicia social.
5.
La Revolución Juliana
La línea de Gobierno que caracterizó a los presidentes impuestos por la plutocracia
bancaria conduciría al desprestigio cada vez mayor de aquella ala del Partido Liberal,
que consolidó su dominio luego de los crímenes de enero y marzo de 1912. Quienes
pongan fin a esta secuencia de ingratos cumplidores de órdenes, serán jóvenes oficiales
del Ejército, apoyados desde bastidores por terratenientes serranos, sumándoseles en
forma pública, obreros, empleados, estudiantes, y una fuerte dosis de regionalismo,
que no lograría meses atrás conseguir el poder mediante asonada conservadora. Fue el
histórico 9 de julio de 1925 cuando se produjo un nuevo cuartelazo, ventajosamente
incruento, para tratar de corregir de una plumada, o “por decreto”, el ineficaz sistema de
funcionamiento del Estado y sociedad ecuatorianos. En oposición a la llamada “política
del riel”, que consistía en ofrecer demagógicamente un ferrocarril para cada pueblo,
se pretenderá ilusoriamente que impere la técnica, la obra planificada, que beneficie a
intereses generales en la ejecución de los proyectos. El gran innovador se llamaba Luis
Napoleón Dillon, uno de los más contados personajes que pensaron en la necesidad de
conformar un Estado moderno, como base fundamental para el desarrollo del Ecuador,
y en este sentido irá encaminada su frenética obra de seis meses, previa a comedido
destierro que recayera en su persona.
Por otra parte, es necesario recordar que la ideología de avanzada que impone su
paulatina moda, es la de corte socialista: no podía ser de otra manera, encontrándose
tan próxima la influencia de la Revolución Rusa. Veremos así a los partidos Liberal y
Conservador renovar, con su característica novelería, los respectivos discursos políticos,
los que al menos en teoría no podrán dejar de lado ofrecimientos de reformas sociales,
consistentes en el reparto de tierras a favor de los campesinos, protección a los obreros
y mejoramiento de sus condiciones de trabajo, libertad de asociación e, inclusive,
promoción cultural de la mujer; o, en el caso de los conservadores, aceptar la tolerancia
de cultos no católicos y reconocer finalmente algunas leyes liberales en materia de
educación, matrimonio o religión; curiosamente, además, se suprime la exigencia que
obligaba a ser católico para afiliarse al partido (Hurtado, 1983: 144-145). Al parecer su
clientela política debe haber estado mermando considerablemente o, quizá, se pretendía
captar a través de sus postulados, a nuevos sectores sociales que emergían desde aquellos
momentos con un arribismo incurable, sediento de alguna cuota de poder. Una de sus
manifestaciones más circenses la encontraremos en ese baratillo de juntas provisionales
que consiguieron únicamente desprestigiar al movimiento, cuando no promocionar
grotescamente sus oficiales: 136 ascensos no era para menos (Pareja, 1979: 349).
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En fin, la tarea del señor Dillon como Presidente de la primera Junta de Gobierno
Provisional, en su calidad de Ministro de Hacienda, estará encaminada a la reorganización
de las finanzas públicas. En este sentido, se expedirán leyes y se adoptarán medidas para
incrementar los ingresos del Estado; entre otras podemos mencionar: la Ley de Impuestos
Internos, Ley de Impuestos Municipales, Ley de Timbres, revisión de los aranceles de
aduanas y, en cuanto a las segundas, se procederá a centralizar las rentas; los estancos de
alcohol y tabaco serán controlados por el fisco–lo cual significaba irse en contra de los
monopolios–; se revaluarán técnicamente los fundos rústicos con el objeto de actualizar
los catastros y así obtener mayores ingresos, pero siempre tomando en cuenta la riqueza
individual y zonal; se destituye a recaudadores de provincias, sujetando de esta manera
el sistema tributario al control del Gobierno central y así concentrar las recaudaciones
en las tesorerías; se pondrá orden en las Aduanas y se suprimirá aquellos impuestos
cuya recaudación resultaba una molestia y gasto inútil, debido a la insignificancia de
su monto. Por otro lado, y por primera vez en la historia del país, se logra elaborar un
presupuesto equilibrado y más que todo real. De esta manera, las medidas, en conjunto,
terminarán con aquel aparato estatal que serviría como mecanismo idóneo para el
enriquecimiento ilícito, gracias a la adjudicación de concesiones para el cobro de tasas
y contribuciones. Otra medida muy importante que tenía que ver con nuestro crédito
público, consistió en el pago puntual del servicio de la deuda externa, lo cual habilitaría
nuestra tan venida a menos solvencia exterior. Finalmente, se ocupará de moralizar las
instituciones e inclusive pretenderá descartar viejas formas de ganancia dolosa como el
contrabando.
Pese a las críticas burlonas en contra del señor Dillon, a quien se le acusaba de
soñar si quería curarlo todo con decretos, creemos firmemente que gracias a sus reformas
el Ecuador empieza a funcionar como país o, al menos, ello se esperaba al tratar de
romper con ese aislamiento localista que no observa otro horizonte que la cordillera o
la llanura más próxima. El hecho de articular al territorio nacional mediante un sistema
centralizado de recaudación y distribución de rentas, significa ya un importante paso
hacia la creación del concepto de lo público, de lo estatal, de intereses mayoritarios.
Cabe relievar, además, sus planteamientos de readaptación económica del Estado, con
el objeto de hacer rentable a la funcionalidad de su aparato administrativo. Por último,
no debemos olvidar su profunda vocación de servicio a los sectores populares, cuya
muestra imperecedera es el Ministerio de Trabajo y Previsión social.
Su política de reorganización de la hacienda pública y legislación a favor de los
trabajadores, será continuada por el doctor Isidro Ayora, encargado del poder en abril
de 1926. Pero sobre todo conseguirá llevar a efecto el proyecto más ambicionado por el
señor Luis Napoleón Dillon, la constitución del Banco Central del Ecuador.
El camino a librar, de ninguna manera sería fácil. Si bien los primeros intentos de
creación se remontan a épocas anteriores, será con la Revolución Juliana cuando más
fuerza adquiera el proyecto. Se veía en su fundación la panacea esperada para curar
todos los males económicos que paulatinamente acababa con el país. En este sentido, la
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mira estaría puesta con determinante resolución en el Banco Comercial y Agrícola, que
tendrá que utilizar todas las posibilidades a su alcance, para evitar su liquidación. Era el
banco de los bancos privados que, en caso de no manejar correctamente su baraja, sería
reemplazado por otro bajo el control gubernamental. La contienda, consecuentemente,
descendió a un nivel político. La Sierra, al encontrarse nuevamente con el control del
aparato estatal, no vacilaría en tratar de romper con la hegemonía financiera ejercida
por el citado banco, que representaba indudablemente poderosos intereses del litoral
(Alexander, 1985: 162). Para ello contaba con una base política muy interesante,
conseguida a través de la oposición a conservadores clericales y banqueros guayaquileños,
quienes, al criterio incipiente del común de los ciudadanos, eran los culpables de la crisis
en que se vivía (Drake, 1984: 229). Se mantenía así el apoyo de militares, terratenientes
progresistas que necesitaban crédito para trabajar y mediante un peculiar mecanismo
de suscripción de acciones y manifiestos de apoyo de organizaciones gremiales, se pudo
dar un matiz exageradamente populista al citado proyecto. La banca, por su parte,
movilizaría al pueblo guayaquileño en defensa de “su oro”, que se lo querían llevar a
Quito, a la prensa y demás grupos de presión, para frenar su ejecución. Si a ello sumamos
la escasez de circulante, provocada por un explicable pánico bancario, la nueva subida
de las divisas y la carencia de instituciones de crédito, la situación se ponía cada vez más
difícil para la ya maltratada economía.
Se logra finalmente llegar a una solución sensata. En primera instancia se creará, en
junio de 1926, la Caja Central de Emisión y Amortización que, con base en las reservas
metálicas que le entregarían los bancos privados –reservas mantenidas en respaldo de sus
billetes en circulación– emitiría moneda nacional y canjearía los billetes particulares por
los nuevos billetes de la caja, cumpliendo de esta manera con el proceso de amortización
de las distintas monedas papel que circulaban en el país, las que inclusive mantenían
premio entre sí. Fue el doctor Pedro Leopoldo Núñez, Ministro de Hacienda de Ayora,
el artífice de la medida.
De esta manera, el camino para la fundación del Banco Central estaba abierto. Se
contrataría al llamado “médico monetario”, el doctor Edwin W. Kemmerer, para que
nos otorgue la fórmula mágica que ponga orden a nuestra economía pública. Entregaría
una ley orgánica que regiría el funcionamiento de la institución y una nueva ley de
monedas, acorde con la distinta situación que debía afrontar el país. El presidente Ayora
expediría sendos decretos aprobatorios, en marzo de 1927. La contienda había sido
ganada. Contábamos finalmente con un organismo que tendría exclusivas atribuciones
de emisión y conversión de todos los billetes, que se encargaría de estabilizar el cambio
internacional, que regularía todos los tipos de intereses y que ayudaría a los bancos,
en caso de emergencia. Finalmente el país tenía a su alcance un instrumento idóneo
para regular su política económica, llenando de esta forma una crónica necesidad
de modernización de la estructura estatal, que cumpliera funciones de control y
dinamización de aquellos sectores que mueven la economía, como lo son el monetario
y financiero.
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El proyecto de modernización se verá enriquecido con la creación de otras entidades
de control y organización, como la Superintendencia de Bancos, Contraloría General
del Estado, Dirección General de Estadística, Dirección General de Aduanas, Dirección
de Obras Públicas, y otras de promoción crediticia a través del Estado, como lo fue el
Banco Hipotecario del Ecuador. En el campo social tendremos a la Inspección General
y a la Junta Consultiva del Trabajo, además de la Caja de Pensiones y Jubilaciones, para
protección de los empleados.
En su conjunto, las medidas recomendadas por el profesor Kemmerer tratarían de
poner en orden las finanzas públicas del Ecuador, eliminar los déficit presupuestarios,
regular el sistema fiscal y bancario, centralizar ingresos y gastos del Estado, fortalecer el
control gubernamental, etc., todas en general buscando la eficiencia en el funcionamiento
de las instituciones. Lamentablemente se le olvidó cambiar la idiosincrasia de nuestra
gente.
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BIBLIOGRAFÍA
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(1890-1930”, Quito, tesis de Maestría en Historia Andina, FLACSO, 1987.
Pareja Diezcanseco, Alfredo, Ecuador, la república de 1830 a nuestros días, Quito, Editorial
Universitaria, 1979.
Además se revisaron periódicos de la época (El Día, El Comercio, El Telégrafo, y El
Fuete) existentes en la Hemeroteca del Banco Central del Ecuador y en la Biblioteca
Carlos A. Rolando, de Guayaquil.
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ELOY ALFARO Y OTROS
Quito, 1908/06/25: En primer plano el General Eloy Alfaro sentado junto a Archer Harman y detrás
de pie 6 personas de pie miembros de su gabinete; al fondo una puerta
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ESTACIÓN DEL FERROCARRIL
en un lugar de los Andes.
PLAZA DEL TEATRO
Quito, 1930/00/00: En primer plano la Plaza del Teatro, donde se observan seis automóviles
estacionados al pie del Teatro Sucre; en segundo plano el edificio ubicado entre las calles Guayaquil y
Manabí, además se puede apreciar al tranvía, un carro estacionado, algunas personas transitando por
las calles, y al fondo la cúpula de la Iglesia de El Carmen Bajo y el Pichincha
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HACIENDA MARAVILLA
Región Litoral, 1920/00/00: En primer plano los patios de la hacienda
“maravilla” de propiedad del Sr. Julio González Tello con algunos
trabajadores tendiendo el cacao en los tendales para el secado; al fondo
algunas edificaciones de la hacienda
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ESTUDIOS
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PENSAMIENTO
DOMINANTE
Y ECONOMÍA
NACIONAL
EN LA DÉCADA DE LOS AÑOS 20
Patricio Almeida Guzmán y
Marco P. Naranjo Chiriboga42
En toda la larga historia del dinero, la década de los años 20–sus
consecuencias se extendieron a unos años más–es quizás la más instructiva.
John Kenneth Galbrati
L
a década de los años 20 fue una de las más significativas del presente siglo en
la historia universal y también en la historia patria. El optimismo del siglo XIX
en el progreso humano había recibido un golpe mortal con la gran catástrofe
de la Guerra del Catorce. El hombre de posguerra era un hombre desilusionado y
cuestionador, un hombre que creó la obra fundamental del existencialismo filosófico, y
un hombre que se alejó del realismo ingenuo, para sumergirse en las complejidades de la
interioridad humana y del subjetivismo. Pero, era a la vez el hombre que experimentaba
en escala jamás vista, los ideales del socialismo y de la sociedad sin clases. Época caótica
y fecunda que conmovió también nuestra patria, y en la que se sembraron, junto al
realismo de sus escritores que florecían en la década de los 30, los principios que el
Estado no podía seguir siendo sólo el guardián del bien común, sino que debía asumir
la responsabilidad de la conducción del bienestar nacional, dependiente, en un grado
hasta entonces insospechado, de sus estructuras económicas y financieras.
Rodrigo Espinosa Bermeo
42 En este trabajo colaboró el señor Rodrigo Andrade.
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1. Introducción
El presente trabajo pretende reconocer los hechos y el pensamiento que se gesta e
influye en el quehacer socioeconómico del país en los años 20 de este siglo, siendo éstos
de singular importancia para comprender la historia económica del Ecuador.
Ha sido tradicional en la investigación histórica del país, el relievar los hechos
ocurridos, sin que se tome en cuenta el análisis que sobre ellos han realizado los
pensadores que existen en la época. Por eso en este trabajo se busca dar una visión
general del pensamiento que surge en torno a la coyuntura socioeconómica de los
años 20, que resulta profundamente ilustrativa pues es un período en que se cuestiona
problemas de crucial importancia para el desarrollo del país, inaugurándose una nueva
forma de conducir la opinión pública, a través del debate de alto contenido académico.
La propia concepción de nuestra investigación lleva a definir una estrategia en
la exposición de este artículo. De ahí que, por razones metodológicas, se ha creído
conveniente dividirlo en tres fases, que vuelven dinámico al estudio y agilitan, en
último término, su cabal comprensión.
En la primera fase se hace una reseña de los hechos y se sistematiza el pensamiento
vigente en el mundo occidental en las primeras décadas de este siglo. Sin lugar a dudas,
en Europa occidental y en América, serán los postulados de la “escuela neoclásica”,
los que incidan en la forma de caracterizar la economía y en las decisiones de política
económica que asumen los gobiernos como correctivos a determinados problemas.
Por esta razón, se destaca que el pensamiento dominante se enmarca en la corriente
marginalista, siendo sus desarrollos más importantes la teoría del valor, el equilibrio
general, los precios absolutos, la teoría cuantitativa, etc.
La segunda fase corresponde a un análisis orgánico del pensamiento económico que
surge en nuestro país en la segunda y tercera décadas del presente siglo. Para realizar esta
exposición se han revisado, básicamente, los siguientes autores: Víctor Emilio Estrada,
Luis Napoleón Dillon y Eduardo Riofrío Villagómez, por cuanto sus estudios reflejan las
ideas más sobresalientes de la compleja coyuntura económica que vive el Ecuador en
los años 20.
Finalmente, la tercera fase tiene como meta fundamental relacionar el pensamiento
económico nacional con la teoría neoclásica, en razón de su notable influencia en
Occidente. Para este propósito se ha efectuado un riguroso inventario del pensamiento
de los tres autores nacionales, a fin de establecer su correspondencia con los primeros
neoclásicos. El paralelismo se hace notar mediante el uso de citas bibliográficas.
Resta por enfatizar que el estudio es un primer esfuerzo por develar y confrontar las
ideas económicas que surgen en el país, con el pensamiento económico de raigambre
internacional. De esta manera, puede identificarse el grado de influencia de la teoría en
el quehacer intelectual local y, al mismo tiempo, determinar su nivel de independencia
y de aporte autónomo.
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2. El pensamiento económico dominante en los años 20
La Primera Guerra Mundial (1914) deja como secuela profundas alteraciones
económicas. El alto nivel de inflación y envilecimiento de las monedas de los países que
se vieron afectados por este conflicto, crea una seria inestabilidad monetaria y cambiaria.
Para superar los problemas, se propone el regreso al sistema monetario anterior, que
descansa en la confianza sobre la eficacia de controles monetarios (patrón oro), para
asegurar el buen funcionamiento de la economía. Probablemente, esta coyuntura
da lugar a que los economistas se preocupen por reforzar y pulir los planteamientos
monetarios anteriores, sobre la base de que el saneamiento de la moneda conlleva al
equilibrio de los mercados de bienes y de trabajo.
Desde el siglo XIX, pero sobre todo a partir de 1870, aparecen una serie de estudios
e investigaciones que confieren una nueva visión al quehacer económico. En efecto:
A principios de este siglo la ciencia económica aparece dominada por la teoría del
equilibrio, tal como se fue formando entre 1879 y 1900. La teoría del equilibrio se
ha formado por las aportaciones de los economistas más importantes del siglo pasado:
Menger en Austria; Jevons, Edgewort y Marshall en Inglaterra; Walras en Francia; Pareto
y Barone en Italia; Clark yFisher en América; Wicksell en Suecia. Las diferencias entre
estos economistas versan sobre cuestiones sustancialmente marginales y existe, entre
ellos, una unidad de formulación y aún de desarrollos teóricos, que obliga a considerarlos
como coautores de una doctrina unitaria. (Napoleóni, 1964: 11).
En 1871, un economista británico, William Stanley Jevons, publica la Teoría de
la economía política, con la que intenta renovar por completo la ciencia económica,
mediante el uso de las matemáticas y basándose en el “principio marginalista”. En el
mismo año, el austríaco Carl Menger analiza los fenómenos económicos, aprovechando
el mismo principio marginalista, en una obra titulada Fundamentos de la economía política.
Finalmente, en 1874, el francés León Walras, sigue la misma línea de pensamiento.
Estos tres autores son los fundadores de lo que se ha dado en llamar “escuela neoclásica”.
Aunque, generalmente, es aceptado el criterio de que los autores señalados son los
pilares del pensamiento económico que dominará el mundo occidental desde finales del
siglo XIX, es preciso recordar que existieron precursores. Entre los más connotados se
puede señalar a Thunen, Gossen, Cournot; además Bentham, que ya había empleado
para su análisis el razonamiento marginal. Este autor daba gran importancia al hecho
de que las satisfacciones proporcionadas a un individuo por dosis sucesivas de un mismo
bien, son decrecientes.
Por otra parte, la teoría de la renta agrícola de Malthus y Ricardo estaban basadas en
el “razonamiento marginal”. El precio de los productos agrícolas depende del coste de
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producción en las tierras menos fértiles; utilizando el razonamiento neoclásico, se diría
que depende de su coste en tierras marginales o de su “coste marginal”.
El precursor alemán Von Thunen, apoyándose precisamente en el razonamiento
marginal para la elaboración de una teoría sobre los cultivos, llega a enunciar lo que se
conoce como “la ley de la igualación de los precios de los factores de producción y de sus
productos marginales”. La “aplicación de dosis sucesivas de trabajo a una parcela debe
continuar hasta que el rendimiento suplementario obtenido gracias al último trabajador
empleado sea igual en valor al salario que éste recibe”. Y agrega que la renta del capital
“está determinada por el rendimiento de la última dosis de capital empleado”.
A su vez, el economista Hermann Hinrich Gossen, en 1854, formula la ley según
la cual los consumidores tienden a igualar las satisfacciones que les proporciona las
unidades monetarias marginales, gastadas en la compra de diversos bienes. Finalmente,
Agustín Cournot busca la aplicabilidad práctica de la economía y señala que el método
científico es el matemático. Expresa que en el terreno de los hechos humanos, es posible
la aplicación del método matemático, gracias al cálculo de las probabilidades. (Denis,
1970: 389-391).
2.1 La teoría del valor marginalista
Varios economistas habían buscado el valor de las mercancías en la tierra o en el
trabajo; los “nuevos” economistas creerán que el desarrollo de la producción es tal que,
en estas condiciones, es erróneo pensar solamente en términos de tierra o de trabajo. Por
consiguiente, tratan de explicar el intercambio como una suerte de igualdad mediante
“grados finales de utilidad”; cuando el consumidor llega a “grados finales de utilidad”,
se igualan las relaciones entre sus precios. Existe un ejemplo muy conocido, citado por
Jevons, que explica lo anotado: si suponemos que el precio de un litro de vino es de
cuatro sucres, y si el precio de un kilogramo de pan es de un sucre, comprados los bienes
por un individuo, la relación de sus utilidades marginales deben ser iguales a cuatro,
lo que significa que la utilidad marginal del vino debe ser cuatro veces superior a la
utilidad marginal del pan. Concluyen los autores resaltando que los precios normales de
los bienes son los que satisfacen la condición de igualdad de las utilidades marginales
ponderadas, por lo que no hay que buscar en otra parte la explicación de la relación
de intercambio o de los precios de las mercancías. Este “rescate” de la “utilidad”, como
fijadora del valor, es lo que caracteriza y matiza el pensamiento neoclásico, como lo
pone de relieve Jevons:
El valor depende únicamente del grado final de utilidad. ¿Cómo podemos hacer variar
este grado de utilidad? Teniendo más o menos cantidad de mercancías paraconsumir.
Y ¿cómo obtendremos más o menos cantidad de mercancías? Empleando más o menos
cantidad de trabajo para lograr una oferta. (Denis, 1970: 398).
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Ahora bien, puesto que cada individuo, sin que medie coacción alguna, adapta
constantemente sus compras a los precios, de forma que las satisfacciones que obtenga
sean máximas, se debe admitir que la libertad de cambio es el único sistema que permite
a la sociedad entera obtener la plenitud de satisfacción:
En la medida –escribe Jevons– en que esto es compatible con la distribución de la
riqueza en cada comunidad, todas las mercancías se distribuyen por medio del cambio,
de tal forma que se obtiene el máximo de satisfacciones; por consiguiente, una perfecta
libertad de cambios tiene que ser ventajosa para todos. (Denis,1970: 399).43
Al igual que el de Jevons y Menger, aparece –en la última parte del siglo pasado–
el aporte del economista francés Marie Esprit León Walras, que permite definir la
situación en la que tiende a establecerse una economía basada en el intercambio libre
de productos. En la venta libre del trabajo, en la libre circulación de los capitales y el
arrendamiento libre de la tierra.
Por otra parte, León Walras complementa el enfoque de la teoría del valor por el
lado de la oferta. Sin embargo, no puede abordarse la explicación de los precios de los
factores de la producción, sin que se encuadre dentro del “equilibrio general”. Su aporte
fundamental es haber construido un “modelo completo del equilibrio general de los
precios y de los cambios”, que se define como la situación en la que los consumidores y
los productores no tienen interés en modificar las cantidades de bienes y servicios que
demandan o que ofrecen en diversos mercados. Detrás del modelo walrasiano está “la
ley de igualación de las utilidades marginales ponderadas de los bienes con los precios
de los productos”.
La oferta de bienes se encuentra íntimamente ligada a los precios de los “factores de
la producción”, que son trabajo, capital y tierra. Estos factores proporcionan “servicios”
que son vendidos y adquiridos por los empresarios encargados de usarlos eficientemente
en la producción. En situación de equilibrio, las cantidades de servicios ofertados son
función de sus precios, que responden a la ley de las utilidades marginales. De esta
manera, la venta de una unidad de un servicio comporta para su poseedor una privación
de utilidad (o “desutilidad”), por lo cual está en posición de exigir una compensación o
precio exactamente igual a la utilidad que deja de percibir.
Para ejemplificar el principio anterior, se puede pensar en un individuo que dispone
de una cierta cantidad de trabajo; toda persona puede escoger entre el trabajo y el
ocio, que se conciben como dos bienes económicos. Si el individuo elige el trabajo,
se concluye que, en equilibrio, la utilidad del salario debe ser exactamente igual a la
desutilidad del ocio; o dicho en otras palabras, la desutilidad del ocio es exactamente
43 Se recomienda ver la obra de W. Stanley Jevons (1957), en la que se encuentra lo esencial del
pensamiento de este autor sobre la teoría del valor.
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igual a la utilidad del trabajo. Igual procedimiento es el que se sigue tratándose de los
otros dos factores de la producción.
2.2 El modelo del equilibrio general
El principio del “equilibrio”, diseñado por Walras, tiene un carácter general, por
cuanto explica cómo se determinan los precios de los bienes y servicios, lo que permite
comprender el funcionamiento de la economía. “Se llama del equilibrio general,
porque se refiere no solamente al equilibrio de los sujetos económicos considerados
individualmente, sino, sobre todo, a la posición de equilibrio referida a la totalidad del
sistema económico” (Napoleoni, 1964: 12).
El equilibrio general es un sistema integrado por mercados, agentes y factores
productivos que llegan por sucesivas aproximaciones al equilibrio. El mercado se lo piensa
como un todo organizado, transparente, en que existe competencia perfecta. Walras
lo compara a la “mecánica pura, en donde se suponen las máquinas sin frotamiento”.
Tenemos, entonces, la creencia de que el mercado es una suerte de mecánica perfecta,
en donde se excluye lo humano, pues los precios de los bienes y servicios son resultado
de las fuerzas del mercado.
Pero los precios de que habla Walras son los precios relativos y no absolutos. Los
primeros se definen como el “precio de un bien expresado en términos del precio de
otro bien, que se toma como unidad; es, pues, el cociente entre ambos” (Diccionario
enciclopédico, 1980: 524). En esa medida, es posible seleccionar el precio de cualquier
bien e igualarlo a la unidad, convirtiéndolo en “numerario” (Napoleoni, 1964: 20).
El esquema del equilibrio general determina, por tanto, los precios relativos, lo
que implica que no contenga “una teoría monetaria, puesto que uno de los objetivos
fundamentales del dinero es, concretamente, el de la determinación del nivel absoluto
de precios” (Napoleoni, 1964: 20).
Por lo tanto, es sumamente importante resaltar que en el pensamiento neoclásico,
la fijación del sistema de precios relativos (incluida la tasa de interés) y las cantidades
producidas, siguen cauces distintos que la determinación del nivel absoluto de los
precios. Los primeros se determinan mediante el modelo del equilibrio general, mientras
que los segundos se establecen en relación con la teoría cuantitativa del dinero. Esta
circunstancia implica una separación muy clara y precisa entre el aspecto real y el sector
monetario de la vida económica.
Por otra parte, según Walras, se llega al equilibrio general a través de los equilibrios
parciales de los mercados de bienes, trabajo y monetario. Así, en el mercado de trabajo,
el equilibrio se halla en el punto en el cual el salario real (w/p) es igual a la productividad
marginal de trabajo (PML =w/p). De ahí que la demanda de trabajo (Nd) sea una función
decreciente del salario real, mientras que la oferta de trabajo (Ns) es una función directa
del salario real. Al existir un solo salario real de equilibrio, marca el punto en que se
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igualan la oferta y la demanda de trabajo, por lo que si existe un exceso de oferta de
trabajo a un determinado salario real, el pleno empleo se produce reduciendo el salario
real. De este razonamiento se desprende que el equilibrio en el mercado del trabajo se
alcanza con precios y salarios flexibles.
En el mercado de bienes interesa, sobre todo, conocer la magnitud del ahorro
(S), que se define como la parte del ingreso que no se destina al consumo. Para los
economistas neoclásicos, todo el ahorro es destinado a la inversión (I), que representa
básicamente la adquisición de medios de producción. Suponen, entonces, que existe
una igualdad permanente entre el ahorro y la inversión (S = I); el ahorro representa la
oferta de capitales en el mercado financiero y la inversión, la demanda. El primero está
en función directa a la tasa de interés, mientras que la segunda está en función inversa
de la misma. Por tanto, el punto de equilibrio entre la oferta de fondos (S) y la demanda
de éstos (I) determina la tasa de interés (i). Este postulado neoclásico del mercado
de bienes, confirma la validez de la “ley de Say”, en el sentido de que todo ingreso no
utilizado en el consumo se destina a la inversión.
Finalmente, tenemos el mercado monetario. Si se parte de que la producción total
es el resultado de la “óptima combinación de los factores de la producción” [capital (K),
tierra (T) y trabajo (L)], entonces, el nivel de producción es función de la cantidad de
factores utilizados, por lo que puede escribirse la siguiente función de producción:
q = f (K, L, T).
El valor de la producción (Y) está dado por la cantidad producida (q) multiplicada
por su precio (p). En general, el ingreso (Y) puede ser definido, por un lado, como el
ingreso monetario y, por otro lado, como el valor total de los intercambios efectuados
por el sistema:
Y = q.p.
La escuela neoclásica va a mantener la hipótesis según la cual el dinero es utilizado
para facilitar el intercambio de bienes, con lo que el valor de la producción está dado
por la cantidad de dinero (D), multiplicada por el número de veces que circula en una
unidad de tiempo (V):
MV = q.p = Y.
Este es un análisis de corto plazo y se supone una utilización óptima de los factores,
pleno empleo, nivel de producción (q) constante y velocidad de circulación del dinero
(v) estable, por cuanto son variables los hábitos de intercambio de la colectividad. Lo
que puede variar es la cantidad de dinero en circulación, afectando los precios (p) al
alza o la baja, si las autoridades monetarias lo deciden. Ahora bien, la mayor o menor
emisión de dinero se ajusta a la demanda que hace la colectividad por motivos de
facilidad transaccional. (Falconí, 1986: 1115-118).44
44 Para un mayor acercamiento al modelo del equilibrio general se puede consultar León Walras, 1954.
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El proceso seguido permite concluir que el equilibrio general es el resultado de los
equilibrios parciales; esto significa que el equilibrio en uno de los mercados asegura el
equilibrio general. “Este resultado se conoce como la ley de Walras. Establece dicha
ley que en una economía con n mercados, el equilibrio en n-1 de ellos asegura que el
equilibrio debe existir en el mercado n”. (Ferguson, 1979: 339).
En este punto, los agentes económicos maximizan utilidades y minimizan costos. Una
vez determinado el precio de equilibrio, se procede a la realización de las transacciones.
En el análisis walrasiano sólo habrá afectación de cantidades (para los cuantitativistas,
el ajuste es vía precios), pues se habla de precios relativos y no absolutos, es decir, hay
ausencia total de dinero; los precios se igualan a uno, que es el numerario y no existe
espacio para ninguna interpretación cuantitativa.
2.3 La teoría cuantitativa y los precios absolutos
Para la teoría del equilibrio general, los precios son relativos, por lo que le corresponde
al pensamiento cuantitativista fundamentar la determinación de los precios absolutos.
Los precios absolutos se determinan mediante una ulterior condición, que se puede
ilustrar como sigue: consideramos un bien (oro, por ejemplo) que haga de dinero
que es necesario al conjunto de los sujetos económicos para efectuar todas las
transacciones que tienen lugar en el sistema económico durante cierto período,
supongamos un año, tal cantidad de dinero posee una relación definida con dos
elementos: el valor anual de la producción y la velocidad de circulación de la
propia moneda (o sea el número de transacciones en que interviene una unidad
monetaria, en un año, en promedio q(V); precisamente la cantidad de dinero
demandada por los sujetos económicos es igual al valor anual de la producción
dividido por la velocidad de circulación. (Napoleoni, 1964: 20-21).
Por equilibrio general se conoce la cantidad producida y los precios relativos,
mientras que el aporte cuantitativista señala que la oferta de dinero debe corresponder
al nivel de transacciones. No obstante, la autoridad monetaria puede controlar el nivel
de ingresos (e indirectamente el nivel de precios), simplemente, variando el monto del
medio circulante.
Una primera versión de la teoría cuantitativa arranca con los escritos de David
Hume, en 1754. Expresa que el nivel de precios es una función de la cantidad de dinero
en circulación.
P = f(M)
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Este planteamiento se ha mantenido casi invariable a través del tiempo en el
pensamiento monetarista y su efecto es señalar claramente que el nivel de precios es
función de la oferta monetaria y no depende de la demanda de dinero. Esta última es
inelástica respecto de la tasa de interés. Las variaciones de la tasa de interés no tienen
relación con la masa monetaria, pues se trata de la tasa de interés real que se determina
en el mercado de bienes como los demás precios relativos, mientras que la tasa de interés
nominal se fija en el mercado monetario. En consecuencia, la tasa de interés real es el
precio de equilibrio que iguala la inversión y el ahorro.
Por tanto, la tasa de interés se establece en estrecha vinculación con la frugalidad
y la productividad, la demanda de dinero es inelástica a la tasa de interés y el medio
circulante determina el nivel de precios. A su vez, el oro y la plata están distribuidos en
proporción al desarrollo de la producción de cada país y, en virtud de ésta, se determina
la relación recíproca de los niveles de precios de cada uno de ellos. (Hansen, 1977: 61).45
La escuela marginalista recibe varios aportes de otros autores, entre los que cabe
destacar al inglés Alfred Marshall y al norteamericano Irving Fisher, quienes desarrollan
las teorías de los equilibrios parciales. Así mismo, Böhm Bawerk y Wicksell hacen
aportes significativos en el campo de la teoría monetaria.
2.4 El patrón oro
Es importante tener presente que la teoría cuantitativa manifiesta que los precios
varían en proporción directa a la cantidad de dinero en circulación, que es regulada por la
autoridad monetaria, de acuerdo al nivel de transacciones de la colectividad. Igualmente,
se recuerda que el oro y la plata están distribuidos en proporción a la producción de cada
país y, en razón de ésta, se determina la relación recíproca de los niveles de los precios
de cada uno de ellos. Por ende, el patrón oro se convierte en el regulador de la oferta
monetaria hasta los años 30 de este siglo, con ciertas inaplicabilidades, en determinados
períodos. El patrón oro se define como “[a]quel sistema monetario en el que el valor
en oro de la moneda viene fijado por ley. Las autoridades monetarias están obligadas,
si se les demanda, a dar oro de una calidad definida a cambio de moneda y viceversa”.
(Diccionario de economía Orbis, 1983: 400-405).
En un contexto global, el patrón oro es símbolo de “un sistema monetario
internacional”. En este sistema se considera que el patrón oro funciona de tal manera
que un movimiento notable de oro sería suficiente para corregir automáticamente una
serie de desequilibrios de las economías. Así se tiene que una salida de oro de un país,
provoca un descenso de su oferta monetaria, que conduce, probablemente, al aumento de
los tipos de interés; lo contrario sucede en el país receptor del oro. Los fondos de capital
tienden a fluir de los países con bajos tipos de interés hacia aquéllos que muestran altos
tipos de interés, corrigiéndose así el desequilibrio original que ha dado lugar a la salida
45 Esta obra ha sido utilizada ampliamente para el desarrollo de la teoría cuantitativa, especialmente el
apéndice A, dedicado a Hume y la teoría cuantitativa.
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de oro. Si esto es insuficiente, los tipos de interés más altos, que ocurren en los países
donde emigra el oro, da lugar a que se reduzca la demanda global (consumo, inversión e
importaciones) y, al mismo tiempo, estimulan las exportaciones; lo contrario sucedería
en el país en que ingresa el oro. Si los precios y los salarios son suficientemente flexibles,
el equilibrio internacional se restaura con un mínimo de perturbaciones en el nivel de
empleo y del ingreso real. El patrón oro implica, como premisa, un sistema internacional
que requiere de la cooperación de los países que lo adoptan.
El patrón oro no sólo controla la oferta monetaria y el nivel de precios, sino que
ofrece un sistema “ideal” de tipos de cambio fijos, que agilita el comercio a nivel mundial.
En efecto, el oro transita libremente de un país a otro, cuando los precios son demasiado
altos, el oro sale a otros países, provocando una “deflación” y devolviendo el equilibrio
a su balanza de pagos. Consiguientemente, los controles sobre el sector externo son
monetarios. (Enciclopedia práctica de economía, 1983: 205).
3.
Pensamiento económico nacional
El propósito de esta fase es realizar un análisis sistemático del pensamiento económico
vigente en el Ecuador, durante la década de los 20. Con fines de la exposición se agrupan
los principales problemas de la economía en torno a los mercados de bienes, trabajo y
monetario. En cada caso, se reseñan los puntos de vista de los autores nacionales más
representativos para el período; esto es, Víctor Emilio Estrada, Luis Napoleón Dillon y
Eduardo Riofrío Villagómez.
En la época hay un consenso sobre la existencia de una crisis, aunque no existe
acuerdo sobre sus causas. Sin embargo, la idea predominante gira en torno a la moratoria
o inconvertibilidad, que para unos es la piedra angular de la inestabilidad monetaria
financiera y fiscal, mientras que para otros no incide en el desequilibrio económico. Esto
lleva a poner especial interés en observar cómo enfocan los autores esta problemática,
que se encuentra en el trasfondo de la discusión general.
Para avanzar en el análisis, se explican las variables que se incluyen en el examen
de los distintos mercados. Empezando con el de bienes, se contemplan los siguientes
puntos: producción, exportación e importación; en el mercado de trabajo: los salarios y
el empleo, y en el mercado monetario, muy controvertido en esta coyuntura, se destacan:
el medio circulante, el tipo de cambio, los precios y la inflación, que reflejan lo medular
del desajuste. Sin embargo, se debe aclarar que la división metodológica no significa que
se pierda de vista la integración y correlación global que existe entre las variables y, en
segunda instancia, entre los autores estudiados. Con estas puntualizaciones necesarias,
entramos a profundizar en la visión y respuestas que se vierten en ese momento.
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3.1 Mercado de bienes
El tratamiento se inicia con la producción, que se divide entre la destinada al
mercado interno y la orientada a la exportación.
Estrada se preocupa, esencialmente, de la caída de las exportaciones cacaoteras e,
inclusive, para los primeros años de la década de los 20, deduce que la balanza de pagos
es deficitaria, aunque anota que para 1924 esta caída se compensa con abundantes y
valorizadas exportaciones de café, tagua y algodón. (Estrada: 1982, 127). En la misma
línea, Dillon estima que para compensar la baja de la “pepa de oro”, ya debieron
implantarse en el país nuevas producciones, como conservas de frutas, aceites vegetales
y textiles.
De otra parte, Estrada, en su libro La balanza económica, enfatiza que la balanza
comercial no debe medirse por las cantidades exportadas (porque parecería que
exportamos más o igual que antes), sino por los precios y, ya que existe una tendencia
a la baja, las exportaciones caen en términos de valor. No obstante, en cuanto a esta
cuestión, Dillon complementa el análisis, recordando que la ruina monetaria afectó
también a las producciones de caña de azúcar y de tabaco; de hecho, sólo se hacen
concesiones a las compañías monopólicas.
En lo que tiene que ver con la agricultura para el mercado interno, la situación es
aún más compleja y ninguno de los escritores logra explicar directamente lo sucedido en
el altiplano. En efecto, al no disponer de estadísticas de producción interna, infieren su
evolución del comportamiento de los precios. Dillon considera que su repunte obedece
a la desvalorización monetaria provocada por el exceso de circulante (Dillon, 1927:
41), mientras que Riofrío piensa que el circulante no provoca la elevación de precios,
ya que marchan rezagados frente al aumento de la oferta monetaria y, en consecuencia,
atribuye el alza a razones productivas, como la caída de la producción e, inclusive, al
aumento de los costos. En esto último, parecería que comparte el criterio de Estrada,
para quien el incremento de costos tiene dos vertientes: la exagerada alza de sueldos y
salarios y la inflación importada (Estrada: 1982, 241). Por consiguiente, no se analizan
las producciones para el mercado interno sino sus precios, que para Riofrío, deberían
estimular a los productores del interior (Riofrío, 1926: 143). En cambio, según Estrada,
la ayuda a la agricultura andina tendría sus raíces en la mayor demanda de la Costa, que
daría lugar a incrementos en la producción. El desfase entre los índices de crecimiento de
los precios y el medio circulante, permite a Riofrío concluir que la receta cuantitativista
no define la situación interna (Riofrío, 1926:157, 257,).
Corresponde ver la situación de la balanza comercial, puesto que para Estrada y
Riofrío, su déficit o superávit explican los movimientos de la tasa de cambio. Estrada
anota que la monoexportación del cacao es lo que ha hecho vulnerable nuestra balanza,
ya que la caída internacional de sus precios, por la desaparición de la demanda inglesa
y la merma de su producción, como efecto de las plagas, son las causas de la ruina de
nuestra economía. Sin embargo, la Sierra agrava la crisis, por cuanto sigue importando,
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sin aportar nada para la exportación (Estrada, 1982: 22). Aquí, precisamente, es donde
Riofrío critica a Estrada, al sostener que la subida de las importaciones es nominal y que
obedece a la demanda de bienes imprescindibles para sustentar un desarrollo industrial,
y no a un afán mezquino de deshacerse de la moneda, mediante la adquisición de bienes
suntuarios (Riofrío, 1926: 126, 153, 154, 257,). Criterio también expresado por Dillon,
que mira la industrialización como el medio para romper la dependencia con el sector
externo.
En el proceso descrito existen incongruencias que no logran explicarse, pues la
balanza comercial tiene superávit para el período, no habiendo razón aparente para que
el tipo de cambio suba. Cómo esto sucede, Riofrío acota que se trata de un contrasentido
teórico; Dillon, a su vez, afirma que el sucre se encuentra desvalorizado en extremo,
lo que debería conducir a la expansión de las exportaciones pero que en el Ecuador
sucede lo contrario. Por su parte, Estrada no dice nada en este sentido, puesto que la
desvalorización del sucre frente al dólar de 1920-1922 compensa la caída brutal de los
precios del cacao y, de esta forma, se evita la recesión económica que podría darse en
ese lapso (Estrada, 1982: 127).
3.2 Mercado de trabajo
Respecto del trabajo, los análisis son escuetos. Dillon estudia este asunto al referirse
a la relación de los salarios con los intereses, destacando que en el Ecuador se cumple la
fórmula de Smith, por lo que a los países pobres les corresponde enfrentar altos intereses
y bajos salarios (Dillon, 1927: 133). Así mismo, considera los salarios en la perspectiva
de la depreciación del sucre, haciendo entrever la situación crítica de la clase obrera,
que observa angustiada la disminución de su nivel de vida.
3.3 Mercado monetario
Los autores coinciden en señalar que la crisis tiene origen monetario. Se parte del
diagnóstico de la Ley Moratoria, promulgada en agosto de 1914, cuyo efecto sobre
la economía es discrepante a los ojos de cada uno de los analistas. Dillon la juzga,
abiertamente, como absurda, por los problemas que conlleva su aplicación (Dillon, 1927:
34-40). Estrada señala que la depreciación no es siempre un fenómeno concurrente a
la inconvertibilidad y, más todavía, para el caso ecuatoriano, manifiesta que la causa de
la inflación se explica por los desequilibrios de la balanza de pagos y por el exceso de
crédito comercial por parte del Banco del Ecuador (Estrada,1982: 87). El déficit fiscal es
liberado de culpa, y más bien se lo justifica por los problemas que vive el país (guerras,
revoluciones, obras públicas, etc.) (Estrada: 1982: 89), lo cual contribuye a elevar la
deuda pública. Estrada afirma que hay un ligamen absurdo entre la emisión y el oro,
pues el billete debe estar acorde con la actividad interna del país; coincide con Riofrío
al anotar que si la producción aumenta no hay inflación. Es el abuso del circulante por
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sobre las necesidades de intercambio, lo que genera inflación y, de hecho, la emisión
está justificada por las necesidades comerciales en general (Estrada, 1982: 118).
Por su parte,Riofrío escribe que muchos consideran la moratoria como causa de las
emisiones ilegales, de la depreciación del sucre y, por consiguiente, es directamente
el Banco Comercial y Agrícola la institución que forja nuestra ruina monetaria. Este
es también el caso de Dillon (Dillon, 1928: 94). No obstante, sostiene que debido a
que los medios de pago se hallan rezagados frente al aumento de los precios, la oferta
monetaria no es causa de la inestabilidad monetaria, como sugieren los planteamientos
cuantitativistas ortodoxos. Para ello destaca el ejemplo de Checoslovaquia, que practica
la deflación sin que se detenga la subida de los precios(Riofrío, 1926: 259.289); así
mismo, en 1918 se tiene un ascenso de precios que empieza en 1914, sin que se explique
por fenómenos monetarios.
De otro lado, Estrada anota que decir que el nivel de precios está en relación al
monto de billetes en circulación, es incompleto; fue verdad en los primeros tiempos de
la moneda, y destaca que en numerosos casos en la historia, el aumento de emisiones no
ha producido alza del oro o del cambio (Estrada, 1925: 118).
Mientras Estrada y Riofrío avizoran los defectos de la teoría cuantitativa, Dillon
señala que el billete es igualmente circulante como la moneda metálica que reemplaza,
por lo que se afirma en la idea de la depreciación del billete cuando excede de cierto
límite definido su emisión (Dillon, 1927: 30).
Otro aspecto importante a tratar es el de los cambios, íntimamente relacionados con
la depreciación de la moneda. Estrada rescata este proceso diferenciando tres momentos:
a) la revalorización del dólar en 1920, que provoca el desequilibrio de la balanza de
pagos vía desbalance de la cuenta comercial, ya que sube el valor de las importaciones,
sin que ocurra nada parecido por el lado de las exportaciones; b) la situación se agrava,
por cuanto existe una escalada de los precios internacionales, que incrementan aún más
el valor de las importaciones, agudizando la relación de los términos de intercambio,
y,c) por último, el panorama se complica por la pérdida de valor de las ventas de cacao
en el exterior, que termina por desvalorizar nuestras exportaciones (Estrada, 1922: 371).
Ahora bien, Estrada, recurriendo a Arnanué, expresa que, teóricamente, la
depreciación del cambio y del billete aparecen ligados, si bien en realidad no siempre
se cumple este enunciado (Estrada, 1982: 76); con esta tesis coincide Riofrío, al señalar
que el cambio en 1919 baja, a pesar del movimiento ascendente de los precios, debido a
que crece el circulante. Por el contrario, a partir de 1921 sube la tasa de cambio sin que
los precios aumenten en la misma proporción, debido a que el medio circulante queda
rezagado (Riofrío, 1928).
Por su parte, Dillon no comenta acerca del cambio; apenas destaca que el oro no
debe emigrar si se tiene una balanza comercial favorable (Dillon, 1927: 35).
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En lo que atañe a los precios, se debe considerar su ligazón con el medio circulante
y el tipo de cambio. En cuanto a esto último, Riofrío sostiene que la evolución de los
precios se halla influida por el tipo de cambio; en efecto, entre 1914 y 1921, los precios
internos se duplican, pero los de importación se triplican o cuadruplican. Sin embargo,
no toda el alza del índice de precios se explica por el tipo de cambio; así, en 1920, el
cambio permanece estable aunque los precios cambian (Riofrío, 1929: 256, 316-317).
Por último, corresponde tratar la inflación, que parece ser el punto crucial de
vinculación entre la crisis monetaria y política de los años 20. Para Dillon, el principal
problema del alza de precios, se debe a emisiones fraudulentas; enfáticamente subraya
que el aumento de la moneda encarna la proporcional y directa escalada de los precios.
Todo lo demás, ruina del cacao, deficiencia de producción, son “antiguallas científicas”.
Señala, además, que no hay medidas que corrijan las emisiones clandestinas del Banco
Comercial y Agrícola sino, por el contrario, que el Estado las avala al reconocer la
deuda a favor de dicha institución. Adicionalmente, aclara, que el billete del Banco
Agrícola no es moneda, aunque cuente con el respaldo del Estado, ya que no tiene el
amparo en oro ni el fisco es el verdadero perjudicado, sino el pueblo que entrega riqueza
a cambio de papel depreciado (Dillon, 1927: 45).
Riofrío comparte la idea de la responsabilidad del Estado en las emisiones
clandestinas, al fomentar la deuda; acerca de ésta, considera que puede garantizarse con
valores territoriales, a condición de que se cree un banco del Estado (Riofrío, 1926: 257,
327).
Por su parte, Estrada señala que la depreciación monetaria trae como consecuencia
las variaciones de su valor y el desastre de las relaciones económicas; se opone a la
práctica de la deflación, que algunos sectores sociales y políticos alientan, para recuperar
el poder adquisitivo de la moneda, dado que es un proceso que favorece a los acreedores
en detrimento de los deudores (Estrada, 1982: 238). Introduce un nuevo factor de
inflación, que son los depósitos y, de esta manera, responsabiliza en alto grado al Banco
del Ecuador como partícipe de la crisis. A su vez, Dillon agrega otra causa más de
alteración de los precios; las cédulas (Dillon, 1927: 77).
Desde otro ángulo, al relacionar el planteamiento concreto de las tasas de interés, las
posiciones de Estrada y Dillon difieren sustancialmente, dado que este último propone
que, en última instancia, los intereses deben ser bajos, mientras que Estrada dice que,
a nivel general, deben ser altos, para que no exista el abuso del crédito, puesto que este
factor ha sido determinante en la creación inorgánica del dinero (Estrada, 1925: 229).
Para concluir, conviene resaltar las soluciones que ofrecen los autores para superar la
crisis. Dillon establece que el problema obedece a las excesivas emisiones de los bancos,
a la especulación del cambio, a lo absurdo de la incautación de giros que, a la larga,
estrangulan las exportaciones. “Es un absurdo controlar los tipos de cambio y precios
de consumo, sin controlar las importaciones y los giros de mercado” (Dillon, 1927:
77-78); pone de relieve que la crisis fiscal es inseparable de la inestabilidad monetaria
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y cambiaria. Plantea para la recuperación económica del país la creación del Banco
Central, que deberá asumir la tarea de estabilizar la moneda, regularizar el cambio,
unificar el circulante, centralizar las rentas y nivelar el presupuesto nacional.
A su vez, Estrada considera que la crisis se origina en los desequilibrios de la balanza
de pagos y en el exceso de crédito. Establece que los correctivos para sanear la moneda
deben ser implementados por una caja de emisión, que adopte un valor nuevo y fijo para
el dinero (Estrada, 1982: 398).
Finalmente, Riofrío estima que el descalabro económico se debe a causas reales
originadas en la caída de la producción global. Concluye destacando que la crisis
monetaria puede ser superada con la creación de un banco del Estado o banco central,
que regule la oferta monetaria a través de la “elasticidad de circulación” (Riofrío,1926:
256, 322).
4.
Pensamiento nacional y su relación con la teoría dominante
Para iniciar el análisis, es preciso destacar que ninguno de los otros escritores
nacionales, con excepción de Estrada, pueden ser encuadrados en alguna escuela
de pensamiento económico. Sus enfoque son coyunturales, por lo que sus respuestas
tratan de explicar la realidad inmediata, sin obedecer a un esquema teórico; en esa
medida, utilizan varios autores para avalar su visión de la economía ecuatoriana, aunque
pertenezcan a escuelas de pensamiento distintas. Como privilegian la realidad a la
teoría, llegan a decir que ciertos principios de una determinada teoría no explican el
comportamiento económico del país, lo que les lleva a buscar sustento académico en
otras escuelas. El uso de varios enfoques les conduce a veces a resultados contradictorios
en su análisis. En el caso de Estrada, su pensamiento se ajusta con mayor coherencia a los
desarrollos monetarios de la escuela neoclásica; sin embargo, por cuanto el pensamiento
neoclásico se halla en proceso de maduración, y por la necesidad de encontrar respuestas
inmediatas, sus ideas tienen cierta dosis coyuntural, que le apartan del uso riguroso de
la teoría.
Estrada explica las causas efectivas de la depreciación monetaria en base al trastorno
vital de nuestro comercio exterior, para lo que cita a Seligman: “no sólo es inflación
la que deprecia la moneda, sino los trastornos en la balanza de pagos”. Así mismo, se
respalda en Goschen cuando señala que “la depreciación es causa directa o indirecta de
las importaciones excesivas”. De hecho, asegura que desde 1916 las exportaciones se
comprimen mientras las importaciones se mantienen (Estrada, 1982: 121).
En otra parte de su estudio, identifica otra causa de la depreciación monetaria de
raigambre interna, cuando habla del aumento del crédito bancario y, al mismo tiempo
defiende la inconvertibilidad, diciendo que la depreciación no es fenómeno concurrente
a la misma. Cita para el efecto a Kemmerer, cuando señala que en 1920 el dólar había
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perdido la mitad de su capacidad de compra, sin existir la Ley de Inconvertibilidad en
los Estados Unidos (Estrada, 1982: 80).
Respecto de la ecuación de cambios, la expresión actual de la teoría cuantitativa
ya no se expresa P=M; hoy es M.V’+D.V’=P:C:V’; es decir, incorpora al análisis la
velocidad de circulación de monedas, billetes y cheques que afectan a los precios. Este
razonamiento es contrario a la versión moderna de la teoría, que considera la velocidad
como una variable independiente de la oferta monetaria. Sin embargo, lo expuesto lo
refuerza con la explicación dada por Fisher, en su obra el Poder adquisitivo de la moneda;
por Borden, en La corona austríaca; por Kemmerer, en La moneda y los instrumentos
de crédito en relación a los precios en general, y por Foster y Catchings, en su estudio
de la Moneda (Estrada,1925:105). Siguiendo el análisis, Estrada llega al cambio y la
sobrevaloración de las importaciones; recurre a Arnanué, que dice “la depreciación del
cambio y el billete aparecen ligadas”. No obstante, acota que tal ligamen no siempre
existen, pues el cambio puede estar depreciado sin que lo esté el billete, por lo que cita
a Jules Decamps para insistir en que el “curso forzoso del billete no es causa directa de
depreciación del cambio, sino que es consecuencia de la desfavorable balanza de pagos”
(Estrada, 1982: 76).
Retomando el problema de la inconvertibilidad y su relación con el patrón oro, Estrada
acude al profesor Cassel para apuntar la necesidad de mirar “menos protocolariamente”
el respaldo en oro, por cuando la guerra mundial fuerza a ser blanco con el talón oro;
es más, durante este conflicto existe una tendencia al ocultamiento del oro, tal como
lo narra Leroy Beauleu. Insiste que “el talón oro nunca fue automático, a lo más era
un buen aparato automático de señales”, como lo refiere O. R. Hobson (Estrada, 1982:
269).
En la parte final de su disertación, Estrada analiza el dilema respecto si le conviene
al país la inflación o deflación, inclinándose por la primera, para lo cual cita a Keynes,
quien señala “es preferible la devaluación con estabilización, y que la deflación transfiere
riqueza de la colectividad al rentista, mientras la devaluación hace lo contrario” (Estrada,
1925: 239). En este mismo sentido, señala que Seligman, Conart, Schmoller y Lexis,
analizan las inconveniencias de la deflación que, al pasar cierto límite, genera graves
dificultades comerciales y desastres para los negocios; además que los precios bajos no
benefician al pueblo, si la circulación está deflacionada y la producción interrumpida
(Estrada, 1982: 242, 245).
A su vez, Riofrío plantea que el caso ecuatoriano es muy particular y que ni siquiera
la teoría cuantitativa logra explicar el problema de la crisis; tampoco el patrón oro
ayuda, ya que el exceso de circulante, así esté perfectamente respaldado en oro, provoca
inflación, como lo resalta el mismo Fisher. Las emisiones sin respaldo legal no agravan
la depreciación monetaria, puesto que el valor del billete lo define las necesidades de la
economía, independientemente de la “idea” de respaldo y convertibilidad. Para afirmar
esto, se basa en lo escrito por B. S. Clepener, que anota “que el público se preocupa
con la conversión eventual del papel moneda, sin pensar en la metálica”; igualmente,
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se apoya en K. Menger, al hablar del origen de la moneda; diferencia la función legal
o bursátil del billete de su función histórica (el trueque) y sostiene, además, que el rol
del oro es ser regulador del empleo de la moneda de papel (Riofrío, 1926: 225, 322).
Más tarde rescata el planteamiento de Denis, cuando dice que “los fisiócratas no vieron
jamás en el dinero otra función que hacer circular las riquezas consumibles”. Así mismo,
anota que según Cassel, el poder adquisitivo de la moneda y, por ende, la paridad del
poder de compra, depende, exclusivamente, de la cantidad de medios de pago y no de su
respaldo en oro (Riofrío, 1926: 258, 271).
Riofrío critica a la teoría cuantitativa, ya que de las experiencias monetarias de 19141926, se deduce que los precios y el cambio no siguen el proceso que dictamina la teoría;
es decir, el alza del dólar no es igual a la depreciación del sucre (Riofrío, 1926:157, 258).
A nivel interno, plantea que la inflación es moderada, gracias a que la oferta monetaria
corre pareja a la evolución de las transaccionales, para lo que se basa en Cassel, que
sostiene que el poder de compra es igual a P.T. (P= precios; T=transacciones). Enfatiza
que en el país los movimientos de los precios no se explican, exclusivamente, por la
teoría cuantitativa; añade que los cuantitativistas se empeñan en ver en los precios
un efecto y jamás una causa de las transacciones monetarias (Riofrío, 1926: 258, 278).
El propio Fisher sostiene que los precios jamás causan movimientos monetarios ni
modifican el volumen circulatorio, porque los precios son inversamente proporcionales
al volumen de transacciones, pero directamente proporcionales a la cantidad de moneda
en circulación. En este sentido, Riofrío señala que la teoría cuantitativa exagera el
alcance de su fórmula algebraica y cita a Pareto, en cuanto dice que los metafísicos se
figuran que la ciencia experimental tiene proporciones absolutas (Riofrío, 1926: 256,
304-305). Cuando analiza el proceso de depreciación monetaria apunta que, en teoría,
la creación artificial de moneda, alza el cambio y, al mismo tiempo, destaca que según
Fisher “el único medio de desembarazarse del exceso de moneda es el alza de precios,
hacia una nueva correspondencia M:V:=P:T:”. Así mismo, afirma que según Cabiati y
Keynes, “el exceso injustificado de moneda rompe con el equilibrio O=D, por tanto el
volumen circulatorio alza los precios y posteriormente desnivela la balanza de comercio
y el cambio (Riofrío, 1926:142, 257).
Para concluir, vamos a destacar el ciclo de la crisis económica, que es manifiesto en
el período analizado, según Riofrío: a) alza de precios; b) desequilibrio de la balanza de
comercio; c) éxodo de oro; d) instauración de la inconvertibilidad; e) alza del cambio;
f) nueva alza de precios; g) aumento de la velocidad de circulación, y h) aumento del
circulante (Riofrío, 1926: 256, 310).
Por su parte, Dillon se diferencia de los anteriores autores, dado que su análisis
responde a un pensamiento más autónomo, es decir, cita menos teóricos de la economía.
En sus trabajos se refiere, únicamente, a tres economistas que no responden a una
posición determinada sino que, más bien, pertenecen a escuelas distintas. Cita a Marx,
cuando, al referirse a los monopolios, manifiesta que “el capital viene al mundo sudando
sangre y cieno por sus poros” (Dillon, 1927: 138); al hablar de la inconvertibilidad,
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recurre a C. F. Bastable, para señalar que “no duda que los billetes inconvertibles
equivalen a empréstitos forzosos o cupo de guerra sin interés alguno” (Dillon: 1927, 32),
mientras destaca que el Banco Comercial y Agrícola cobra altos intereses al Gobierno
por los préstamos que concede en base a emisiones inorgánicas. Por último, hace alusión
a la teoría cuantitativa del dinero (Fisher y Marshall) para explicar la situación del
sector monetario y financiero (Dillon, 1957: 30). Su acuerdo con esta teoría lo lleva a
propiciar la venida del profesor Kemmerer.
Como se puede apreciar, Estrada y Riofrío son los autores que más relacionan su
análisis con la teoría económica dominante, mientras que Dillon es más inmediatista
en sus observaciones y más político en sus proposiciones. Como Ministro de Hacienda
de la primera Junta de Gobierno Provisional, lucha afanosamente por la fundación del
Banco Central y redacta un proyecto de Ley Orgánica que, sancionado por el Gobierno,
nunca pudo ejecutarse; pero su idea e inquietud quedaron sembradas.
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OFICINAS DEL BANCO HIPOTECARIO DEL ECUADOR
Guayaquil, 1932/00/00: Vista de las Oficinas del Banco Hipotecario del Ecuador correspondientes a
la Sección Contabilidad, Estadística y Cuentas Corrientes, se observa los escritorios y algunos de los
empleados; al fondo una pared con estanterias
BANCO DEL ECUADOR
Guayaquil, 1910/00/00: Vista de la fachada del edificio del Banco del Ecuador con algunas personas
en su portal
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PROVEEDORA DE AGUA CONTRA INCENDIOS
Guayaquil, 1920?: Estación de bombas de la Junta Proveedora de Agua
para el Cuerpo de Bomberos, inaugurada el 1 de Enero de 1905, a la
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derecha la Iglesia y la Plaza de Santo Domingo
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ESTUDIOS
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INESTABILIDAD
MONETARIA
INTERNACIONAL Y
NACIONAL.
CAMBIOS EN LA ORIENTACIÓN DE LA
ECONOMÍA Y DE LA POLÍTICA EN EL
ECUADOR (1914-1927)
Fernando Rodríguez Landívar
1.
El contexto monetario internacional
A
ntes de entrar a examinar el período en estudio, 1914-1927, es fundamental
hacer referencia a la etapa anterior, lo que permitirá apreciar claramente
y entender mejor el fenómeno motivo de este estudio. A breves rasgos, las
características de los años que anteceden a la Primera Guerra Mundial son los siguientes.
Inglaterra, gracias a la Revolución Industrial, detenta la posición rectora dentro de
las potencias de mayor desarrollo; el liberalismo económico practicado implanta una
relación determinada entre las naciones industriales que demandan materias primas, lo
que lleva a la especialización de la producción y exportación de los países de la periferia
y a convertirlos en mercados de bienes manufacturados. Este sistema de división
internacional del trabajo significa, para nuestros países, la formación de un modelo
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de desarrollo hacia fuera, que sitúa a las economías latinoamericanas en un estado de
dependencia del comercio exterior. 46
El libre cambio guía las relaciones económicas internacionales, que en el campo
monetario y financiero están inmersas en el funcionamiento del sistema monetario del
patrón oro, pieza fundamental del liberalismo económico y que responde a la política
monetaria seguida por Inglaterra.47 El patrón oro reemplaza al patrón plata y bimetálico,
que funcionan años antes, en vista que el oro sustituye a la plata como dinero estándar
en la mayoría de los países; puesto que el oro es de aceptación para cubrir los pagos
internacionales, y que gran parte de las monedas son convertibles a ese metal, permite
que se considere como útil el funcionamiento del patrón oro. La necesidad evidente de
control y organización de la problemática monetaria determina que en Europa, en el
siglo pasado, se impulse la idea de banca central; prueba de ello es el paso del Banco de
Inglaterra, como instituto comercial privado, a banco de emisión nacional.
En lo referente a América Latina, las instituciones bancarias que operan en la región
lo hacen bajo los principios del patrón monetario vigente; esto es, a más de emitir
circulante, tienen la responsabilidad de mantener la convertibilidad de la moneda
emitida con oro. Los requerimientos mismos del sistema monetario latinoamericano
llevan a que, en ciertos casos, se creen las cajas nacionales de conversión o bancos
nacionales de emisión, encargados de centralizar la emisión monetaria; instituciones
que, a la larga, se convierten en una suerte de paso intermedio en la evolución del
sistema monetario de la región. Es decir, entre los bancos privados de emisión y el
surgimiento posterior de los bancos centrales.48
Con el inicio de la Primera Guerra Mundial, en 1914, el sistema económico
mundial ve seriamente afectada su estabilidad; las repercusiones de la conflagración
mundial no se hacen esperar e impactan sobre el comercio y el sistema financiero
internacional. A lo largo del período 1914-1918 la industria dedica sus esfuerzos a la
producción bélica, descuidando su anterior actividad; la producción agrícola de los
países beligerantes decae, la expansión del comercio internacional se interrumpe por
los bloqueos y disponibilidades de transporte y, además, las relaciones económicas del
orbe se alteran y se dan los primeros indicios de agotamiento del modelo de crecimiento
de Latinoamérica.
46 “La orientación del crecimiento de nuestras economías estuvo, desde sus comienzos, en razón de su
misma naturaleza dependiente, influido o determinado por condiciones externas; así ocurrió durante
el siglo XIX y primeras décadas del siglo XX”. (Sunkel y Paz, 1980: 380).
47 “Patrón oro. Aquel sistema monetario en el que el valor en oro de la moneda viene fijado por la ley.
Las autoridades monetarias están obligadas, si se les demanda a dar oro de una calidad definida a
cambio de moneda y viceversa, a un tipo fijo”. Seldon y Pennance, 1975: 404),
48 Tras hacer un análisis de la situación financiera y monetaria de América Latina en el siglo pasado
e inicios del presente, un estudio de la CEPAL revela lo siguiente: “Este panorama crítico de la
actividad financiera llevó a una mayor intervención del Gobierno en el mercado de cambio y a la
constitución de bancos públicos con derecho exclusivo de emisión de papel moneda, que empezaron
a ejercer ciertos controles sobre la expansión bancaria”. (Serra, 1974: 94).
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A partir del conflicto mundial, los Estados Unidos imponen su presencia en la
economía internacional, gracias a sus políticas y prácticas que habían fortalecido su
economía. Las inversiones directas de ese país se extienden de América Central hacia
el sur de continente; es palpable que la economía estadounidense interviene más
agresivamente en el comercio internacional, como prueba lo que sucede con la región.
América Latina, en 1895, exporta hacia ese país un total de 209 millones de dólares, en
1913 pasan a 471,9 y en 1929 se alcanza la suma de 994 millones de dólares; en tanto
que las importaciones de Latinoamérica, procedentes de Estados Unidos, son en 1895,
de 90 millones de dólares, en 1913, de 356,6, y en 1929, de 931,3 millones de dólares.
(Cardoso y Brignoli, 1979: 132-133).
La guerra mundial de 1914 conmueve las estructuras del sistema monetario
internacional por diferentes factores, como la separación de los países en bloques
antagónicos, las políticas estatales adoptadas en la esfera económica, el financiamiento
de la guerra con emisiones abundantes, entre otros. Frente a la coyuntura que se vive
en el mundo, gran cantidad de naciones asumen medidas en defensa del oro, como la
inconvertibilidad y la prohibición de exportar el metal, a fin de evitar que sus reservas
desciendan y, de esa manera, paulatinamente se abandona el patrón oro.49
Con la terminación de la Primera Guerra Mundial se pueden apreciar, en toda
su magnitud, las dificultades heredadas del conflicto, Así, los significativos déficits
presupuestarios ahogan las economías, muchos países quedan sumidos en deudas y
reparaciones de guerra, a lo que deben sumarse los problemas de comercio con que se
enfrentan los países europeos, por la pérdida de mercados; de otro lado, las monedas que
durante 1914-1918 se hallan sobrevaloradas con respecto al dólar, una vez terminada la
contienda bélica, bajan en comparación con la divisa estadounidense.
En este marco histórico, la inestabilidad de los cambios no se hace esperar, ya que
se los deja flotar libremente, comprobándose que las medidas adoptadas no surten los
efectos deseados. Es entonces que se intenta regresar al sistema monetario anterior,
para lograr la estabilidad monetaria, aduciendo que gracias a las bondades del patrón
oro fueron insignificantes las variaciones de los cambios. Justamente, en la conferencia
económica internacional de 1922, se sugiere la adopción de un patrón monetario
común, como requisito básico para la estabilización de las monedas y la creación de la
banca central para su pertinente manejo y desarrollo monetario, en todas y cada una de
las naciones que no la tenían.50
Durante la segunda década del presente siglo, y como respuesta a la prioridad
monetaria que tanto interés despierta en la época, las naciones encaminan sus economías
49 “Cuando llegó la guerra, en 1914, los patrones de moneda metálica hicieron quiebra en todas partes
del mundo y por varios años después la gente se encontró, casi en todas partes, bajo regímenes de
patrones de moneda papel que fluctuaba ampliamente”. (Kemmerer, 1946: 194).
50 “Se suponía que el patrón oro funcionaba automáticamente y que los países que obtenían oro iban
hacia una expansión y los que lo perdían iban hacia una contracción. Hacia la década de los años
veinte, este automatismo empezaba a perderse, y se necesitaba la coordinación de los bancos centrales
para apoyarlo a sustituirlo”. (Kindleberger, 1985: 77).
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bajo el marco de las diferentes modalidades del patrón oro. La generalidad se inclina por
el patrón de cambio oro, en el que el Banco Central tiene como responsabilidad conservar
el valor de la moneda del país a la par con la moneda de otras naciones, a través de la
compra y la venta de moneda extranjera a la paridad oro. Es decir, el compromiso de
la banca central es velar por el valor externo de la moneda nacional, tanto más si se
considera que buena parte de las reservas están constituidas por monedas extranjeras,
ante la carencia de reservas de oro.
Desde 1925 se inicia un corto y relativo período de recuperación económica mundial,
siendo visible un mayor dinamismo de la producción industrial que en el lapso 19141924; de hecho, la situación económica ha ganado la estabilidad de la que tanto se
necesitó años atrás. Precisamente, en 1925, Inglaterra retorna al patrón oro, ajustando
la libra esterlina a la misma paridad que tuvo con el dólar, antes de la guerra, con lo que
se marca la pauta para la consecución de la ansiada estabilidad de otras monedas.
No se puede dejar de mencionar, para la época, el intento por salvar las dificultades
referentes a las deudas de guerra, o el hecho de que el comercio mundial adquiriera
nuevamente un ritmo de expansión. Es un momento histórico, en el que losa Estados
Unidos detentan una posición dominante con clara influencia a nivel mundial. Dicha
nación se muestra como acreedora e inversionista internacional; su producción en
pujante expansión, se deja notar, especialmente en el sector automotriz, en la industria
de la construcción y en el área de la electricidad.
Si bien en 1896 se crea el primer banco central en la región (el Banco de la
República Oriental del Uruguay), el desarrollo de la banca central en América Latina
corresponde, justamente, a aquellos momentos en los que se preconiza la estabilización
de los cambios con el retorno al patrón oro. La realidad de Latinoamérica, inmersa en
un mundo de estrechas y amplias vinculaciones, especialmente con Inglaterra y Estados
Unidos, determina que la organización de sus sistemas monetarios y de la banca central
sigan los mismos patrones asumidos al interior de ambos países.
Efectivamente, los Estados Unidos prestan el asesoramiento especializado, a través
del cual se busca que los diferentes países adopten el sistema monetario en marcha.
Es así como el profesor Edwin Walter Kemmerer preside un buen número de misiones
económicas, cuya tarea es hacer realidad la banca central en aquellas naciones en las
que prestan sus servicios; estas misiones llegan, incluso, a plantear reformas en otros
aspectos económicos, con la finalidad de asegurar el adecuado funcionamiento del
sistema planteado.
A Edwin W. Kemmerer se debe la creación de los bancos centrales de Colombia
(1923), Chile (1925), Ecuador (1927), Bolivia (1929) y Perú (1931), instituciones que
tienen características del sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos.51 Antes de
seguir adelante, es menester puntualizar que todo lo concerniente a los planteamientos
51 “Estos bancos funcionarían en el marco del patrón oro: tendrían el monopolio de la emisión de
billetes, determinarían el tipo bancario, llevarían a cabo operaciones en el mercado libre y actuarían
en calidad de prestamistas de último recurso”. (Aldcroft, 1985: 182).
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de Kemmerer sobre el patrón oro y la banca central serán abordados, oportunamente,
cuando se trate el caso ecuatoriano.
2.
La inestabilidad monetaria nacional y los cambios en la economía
y la política
La fuerza económica de Inglaterra y sus prácticas económicas, enmarcadas en el
libre cambio, se hacen presente en nuestro territorio en el transcurso del siglo pasado;
el testimonio de su influencia se encuentra en el continuo ingreso de sus productos
en calidad de importaciones, en los préstamos otorgados para los asuntos bélicos de
la Independencia y en su intervención en la extracción de oro. Por diversos factores,
Ecuador no muestra mayor interés para rehacer el sistema capitalista, por lo que su
vinculación al contexto internacional es muy débil; sin embargo, es indudable que se
estaban sentado las bases de la sólida dependencia que manifestaría nuestra nación con
el devenir de los años.
A partir de los últimos 20 años de la centuria pasada, las exportaciones nacionales
presentan una bonanza, gracias al cacao; la prosperidad de la “pepa de oro” se debe al
incremento de su producción y también a que la demanda del producto se expande
y, por ende, son mejores sus precios. En este contexto del “boom” cacaotero, se
desarrolla una fracción costeña, conformada por los dueños de las plantaciones, grandes
comerciantes y banqueros. El auge cacaotero posibilita el surgimiento y avance de un
modelo de desarrollo hacia fuera, que hace gravitar la economía del país en torno al
sector agroexportador. De esta manera, el monocultivo del cacao se convierte en el eje
de la riqueza del país y, por tanto, la economía andina –orientada a cubrir la demanda
interna– adquiere una posición subordinada y los terratenientes un rol secundario.
La política liberal, que impulsará la fracción costeña, margina de sus prioridades el
fomento de estrategias tendientes a desarrollar la industria de bienes manufacturados,
que habría impedido adquirir la condición de importadores. En consecuencia, la
economía nacional queda dependiendo de un solo producto.52
En cuanto se refiere a los aspectos monetarios, es importante señalar que en 1884 se
establece el sucre como unidad monetaria del Ecuador, que se cotiza a la par con el dólar
y que representa cerca de la quinta parte de la libra esterlina. El sistema monetario que
52 “La economía ecuatoriana, en proceso de ininterrumpido desenvolvimiento progresivo, venía, desde
la segunda mitad del siglo XIX, basándose íntegra y temerariamente en el monocultivo del cacao. Con
tranquila indiferencia se abandonaron, poco a poco, las antiguas plantaciones de café y se perdieron
los mercados para el caucho. No obstante su formidable riqueza potencial, el país era tributario del
extranjero no sólo para la adquisición de la totalidad de los artículos manufacturados, sino aún de
alimentos de tan primordial importancia y fácil producción, como la harina y la manteca”. (Insúa
Rodríguez, 1939: 2-3).
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rige en el país es el bimetálico, basado en una relación fija entre el oro y la plata, y la
libre acuñación de ambos metales.
El abandono del sistema monetario citado, se produce en 1898, cuando se dicta la
Ley de Monedas, por la cual se adopta el patrón oro, estableciéndose nuestra divisa en
una paridad de $ 2.05 por dólar y $ 10 por libra esterlina. Como dicha ley determina
un plazo de dos años para la conversión del sistema monetario, en 1900 comienza la
convertibilidad del sucre por oro; a partir de ese año, y hasta 1914, los tipos de cambio
pasan por una etapa que se la podría catalogar como estable.
Ya para el presente siglo existen en el país cuatro instituciones privadas de emisión:
el Banco del Ecuador, el Banco Comercial y Agrícola, el Banco del Pichincha y el Banco
del Azuay; especialmente los dos primeros desempeñan un rol estelar en el contexto
nacional, pues al vincularse a los importadores y exportadores, respectivamente, influyen
notablemente en el ámbito económico y aún en el político, como se verá más adelante.
Una vez consumada la Revolución Liberal, de 1985, se cristaliza la hegemonía de la
burguesía costeña en el poder.53 Los gobiernos calificados como plutocráticos diseñan
una política que refuerza el modelo de crecimiento hacia fuera, por lo que colocan
en un plano secundario la promoción de las actividades productivas internas. Es más,
en la medida que los intereses de la fracción exportadora se encuentran íntimamente
ligados al sector externo, se entiende que pospongan cualquier expansión del mercado
interno. Los consumidores y el Estado se vieron favorecidos con esta política, mientras
hubo suficientes divisas y los precios de las importaciones eran bajos; no obstante, los
productores relegados por la dependencia al mercado mundial manifestaron siempre
signos de descontento y críticas a los gobiernos liberales.
A esta falta de claridad en la conducción gubernamental, se deben agregar ciertos
hechos que son de trascendencia en nuestro medio. Entre 1913 y 1916 se produce una
cruenta guerra civil, que arroja gran cantidad de víctimas y el endeudamiento fiscal,
para financiar la campaña del Gobierno. En 1916 se firma con Colombia un tratado
de límites por demás desfavorable a los intereses nacionales, cediendo territorios que
fueron de la Audiencia de Quito. Finalmente, no puede dejar de registrarse el sangriento
episodio que viven los trabajadores guayaquileños en 1922.
La economía del país, al sustentarse básicamente en un solo producto (el cacao),
adquiere un carácter vulnerable, ya que el futuro de nuestros ingresos depende
directamente de la suerte de la “pepa de oro”; esta situación de no tener una producción
diversificada se debe, como ya se advirtió, a la implantación del modelo de desarrollo
y también a la carencia de visión nacional para fomentar la agricultura y la industria,
que son parte fundamental de la prosperidad de un país. Pero difícilmente se puede
alentar y diversificar la producción, si el interés de los grupos hegemónicos del Ecuador
está fincado en la exportación; como dicha actividad no requiere de una infraestructura
53 “Los gobiernos liberales se basan en el militarismo y en el caudillismo, favorecen la inversión
extranjera, sirven los intereses de la oligarquía agroexportadora e institucionalizaron el fraude
electoral”. (Hurtado, 1977: 122).
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vial, se la descuida; es notoria la falta de vías de comunicación con transportes rápidos
y baratos, y el ferrocarril se traza como el único medio aceptable que conectaba la Costa
con la Sierra.54
Por tanto, de haber existido un intento real de explotar nuestros recursos, se habría
analizado el tipo de productos susceptibles de exportación, mejorando las condiciones
de los puertos, y construido más carreteras. La realidad es otra: los gobiernos no se
preocupan de promocionar los productos nacionales en el extranjero, de otorgar créditos
agrícolas con tipos de interés y plazos razonables o de importar maquinaria agrícola, para
mejorar la producción de ciertos cultivos.
Las pequeñas industrias que existen en el país están conformadas por ingenios
azucareros, fábricas de chocolate, textiles, que cubren la provisión de ciertos sectores del
mercado interno. En realidad, no se puede hablar en Ecuador de un desarrollo industrial
que haya representado un renglón de importancia; muy por el contrario, la actividad
más bien es marginal en esos años.55
Se ha hecho referencia a la importancia que tiene nuestro principal producto de
exportación; por ello es necesario puntualizar una serie de contingencias por las que
atraviesa su producción y venta; entre las más relevantes se tienen las siguientes: la
especulación de que es objeto el producto en ciertos mercados de Europa; el estallido de
la Primera Guerra Mundial provoca el cierre de importantes mercados y la caída de los
precios del cacao; desde 1917 aparece la plaga ““monilla””, que ataca la mazorca de la
planta; no se puede dejar de mencionar la importancia creciente que toman otros países
productores; entre 1920 y 1922, en el mercado de Nueva York, el precio de la “pepa de
oro” tiende a la baja, y una nueva peste afecta al árbol de cacao, la llamada ““escoba de
bruja””, de mayores consecuencias devastadoras que la anterior.
Las reveladoras cifras que proporciona Carbo sobre la producción anual del producto,
permite determinar que, a lo largo del período en estudio (1914-1927), la producción
cacaotera mantiene una serie de fluctuaciones y, en ningún momento, un crecimiento
sostenido; así se registra un máximo de producción en 1916, con 1’079.252 quintales y un
mínimo en 1926 con 447.111 quintales. Es importante evidenciar también el efecto de
las enfermedades: en 1917 la producción es de 1’008.767 quintales, en el siguiente año se
obtienen 819.099; en 1922, año en que se presenta la ““escoba de bruja””, la producción
llega a 877.404 quintales, para descender a 642.694 en 1923 (Carbo, 1979: 449).
54 “La insuficiencia de los medios de transporte no permite el desarrollo armónico de todas las riquezas
del país, lo que da lugar a grandes desigualdades entre las provincias. Una sola vía férrea importante
se ha construido en el Ecuador, la de Guayaquil a Quito; hay otra en construcción, la de quito a
Esmeraldas; y fuera de éstas, no existen sino cortas secciones de línea”. (Baudin, 1928: 2).
55 “La industrialización del país está fuera del horizonte histórico de entonces, como no sea en
ciertas actividades derivadas de la economía agroexportadora (pequeñas fábricas de elaboración de
chocolates, plantas piladoras de café, etc.). La producción textil se desarrolla lentamente, sobre todo
en la Sierra, pero a menudo como prolongación tardía de los obrajes coloniales antes que como una
verdadera industria moderna”. (Cueva, 1979: 292).
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En lo referente a asuntos fiscales, es menester subrayar su desorganización. Los
principales tratados de la época no dejan de reconocer el desacertado manejo del Estado
en ese campo; las pruebas están a la vista: en 1913, la revuelta de Concha en Esmeraldas
precipita al Gobierno de turno a un endeudamiento con el Banco Comercial y Agrícola,
para financiar esta campaña, con el consecuente incremento de la deuda pública
interna, ya afectada por el conflicto surgido en 1910 con el vecino país del sur. Esta
deuda, con el transcurso de los años, crece considerablemente, tanto por la concesión de
nuevos préstamos, cuanto por la capitalización de intereses que el Estado simplemente
no paga. Por otra parte, la deuda externa ecuatoriana está constituida, principalmente,
por obligaciones derivadas de la construcción del Ferrocarril del Sur.
No es de sorprenderse que los gobiernos de esos años no trabajen con presupuestos
debidamente elaborados, ya que la Hacienda Pública está desorientada y desorganizada.
Entre sus principales dificultades sobresalen las siguientes: desorden en las rentas, un
inadecuado sistema tributario, carencia de estadísticas, mal sistema de recaudación,
ejecución de obras públicas que implican egresos extraordinarios. Son notorios los
deficientes cálculos respecto a los ingresos y egresos anuales; se llega, incluso, a una
situación tal que, por diferencias entre el Congreso y el Ministro de Hacienda, no se
dicta, en 1921, el nuevo presupuesto del Estado, y rige el de 1920 hasta 1924.
Como se ve, no se puede negar la falta de criterio científico que predomina en el
país en el manejo fiscal; por ello, es una necesidad apremiante la reorganización en este
campo, tendiente al logro de entradas para satisfacer las obligaciones pendientes; todo
esto sustentado en un presupuesto equilibrado, con una pertinente conducción de las
rentas nacionales y limitando ciertos gastos. En suma, si bien crecen las necesidades del
país, y por ende los egresos, debe existir la contrapartida debidamente financiada para
afrontarlos.
Los constantes déficits del presupuesto, y la ascendente deuda interna, quedan
evidenciados en los datos que suministra Dillon para el lapso 1914-1925. Para el
período, el déficit efectivo asciende a $ 46’696.000; de otro lado, en 1914, el déficit
presupuestario es de $ 2’936.000, con una deuda interna de $ 15’229.485. Mientras
que en 1924 se obtiene un déficit efectivo de $ 9’546.000, con una deuda interna de
$ 39’834.541; estas dos últimas cifras son las más altas registradas en el período citado.
(Dillon, 1976: 17).
Al centrar este análisis en los aspectos monetarios y bancarios, se debe empezar por
señalar que, al iniciarse el conflicto mundial de 1914, se dicta la Ley Moratoria, por la
cual se abandona el patrón oro. En dicha ley se determina: la prohibición de exportar
oro; la suspensión de la convertibilidad de nuestra moneda con el metal y el Gobierno
respalda las emisiones de billetes de los bancos del Ecuador y Comercial y Agrícola,
en cantidad igual a los préstamos concedidos al Estado, puntualizándose que a partir
de esa fecha deberían cesar las nuevas emisiones de billetes. Es interesante mencionar
que para ese año, el último de los bancos citados ya cuenta con emisiones fuera de
la ley, de manera que de no haberse establecido la inconvertibilidad, posiblemente la
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institución porteña habría quebrado, al no poder canjear sus billetes con oro; es claro,
por tanto, que el Gobierno ayudó a ese banco. Sin embargo, no se puede negar que la
inconvertibilidad es un mecanismo necesario para evitar la fuga de las reservas de oro.
La referida ley de 1914, en los años en que rige, despierta un interesante debate
entre quienes la consideran perjudicial para el país, y quienes la justifican. Los primeros
argumentan que la moratoria convierte al billete bancario en papel moneda que
beneficia a los bancos particulares, y que la depreciación monetaria es consecuencia de
la inconvertibilidad, por cuando se continúa emitiendo billetes en cantidades mayores
que las requeridas. Por su parte, los defensores de la moratoria estiman que, debido a
la conflagración mundial, se resuelve asumir la inconvertibilidad para cuidar del oro,
pues de no dictarse la ley –ante la creciente demanda del metal– se habría producido su
exportación; también se argumenta que, en 1914, la economía nacional se ve afectada
como consecuencia de los abultados gastos originados en los sucesos de 1910 y 1913,
pero que el monto de emisiones a que dan lugar es necesario para cubrir las transacciones
comerciales y, por tanto, no hay lugar para la depreciación de la moneda.
Pasemos a revisar los hechos. A partir de 1914 aumenta, sustancialmente, la
circulación de billetes emitidos gracias a la acción del Banco Comercial y Agrícola;
así se tiene que en el año citado, del total de $ 10’897.147, corresponden al banco
guayaquileño $ 6’271.598; en 1925, de un total de billetes en circulación, que asciende
a $ 37’372.202, $ 25’790.394 son del comercial y Agrícola. La Ley de Monedas vigente
faculta a los bancos privados la emisión de billetes hasta por el doble del valor del
oro de su cajas, de manera que si se observan las cantidades de oro existentes en las
bóvedas del Banco Comercial y Agrícola, en 1914 y 1925 ($ 1’178.633 y $ 3’590.910,
respectivamente) se puede determinar, claramente, que las emisiones se encuentran
fuera de la ley, con porcentajes de reserva legal de apenas 19 y 14%, en 1914 y 1925.
La política seguida por el Banco del Ecuador se caracteriza por la reducción de sus
billetes en circulación, y el aumento en el monto de sus depósitos, con el propósito
de generar crédito sin necesidad de emitir billetes que tenían la limitante legal de las
reservas; sin este inconveniente, la institución bancaria incrementa su cartera. Las cifras
así lo demuestran: en 1917, los depósitos llegan a $ 1’741.911, mientras que en 1922 son
$ 6’038.965; en lo referente al crédito, en 1914 asciende a $ 3’308.591, para pasar en
1920 a $ 13’096.917 (Carbo, 1978: 80-116).
Lo anterior permite inferir que esa manifiesta tendencia inflacionista en el campo
monetario, originada en el aumento desmedido de la emisión de billetes y en el
incremento considerable del crédito bancario (entre otros factores),repercute en
el valor de nuestra moneda y, consecuentemente, en el nivel de precios. Además se
debe considerar que todas y cada una de las vicisitudes por las que tiene que pasar
nuestro principal producto de exportación, impactan sobre los ingresos provenientes
de las exportaciones y sobre la balanza de pagos, de manera que no se hacen esperar
las alteraciones en el poder adquisitivo del sucre, cuya situación se agudiza desde 1920.
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Justamente, a partir de ese año y hasta 1922, se presenta una deflación internacional
que, obviamente, impacta en las economías dependientes. Nuestros ingresos tienden
a la baja, como consecuencia de la caída de las exportaciones de cacao que, para ese
momento histórico, enfrentan disminuciones de precios y enfermedades, que llevan a
que se acuda al mecanismo de la devaluación monetaria, a través del cual la fracción
exportadora busca paliar la coyuntura existente.
El costo de vida se incrementa; los sectores con ingresos fijos sienten de lleno la
crisis económica y reaccionan. Tras la huelga general, decretada por las organizaciones
gremiales de Guayaquil, en protesta por la situación a la que se había llegado, el
Gobierno reprime brutalmente los reclamos populares el 15 de noviembre de 1922; al
siguiente día el Ejecutivo decreta la incautación de giros, en un intento por detener la
precipitada caída del valor del sucre.
En el ámbito nacional, los diferentes grupos de las clases altas, tienen como
propósito fundamental controlar la producción, las exportaciones e importaciones,
la circulación monetaria, los créditos, etc. Para la consecución de sus fines utilizan al
sistema bancario, mediante el cual influyen, directamente, tanto en la esfera política
como en la económica.
Al no existir un control estatal que regule la actividad bancaria, se expande
libremente el crédito, en beneficio de los exportadores e importadores y no de los
pequeños y medianos agricultores o industriales.La vinculación económica entre el
Gobierno y la banca privada, a través del endeudamiento, facilita su intervención en el
plano político; ese es el caso, especialmente, del Banco Comercial y Agrícola.56
Con el comienzo de la crisis de las exportaciones de la “pepa de oro” se erosiona la
base económica de la fracción exportadora. De otro lado, la gastada ideología de los
gobiernos liberales que, en ningún momento, encauzaron sus esfuerzos hacia el grueso
de la población ecuatoriana, motivan el florecimiento de ideas transformadoras. Esa
carencia ideológica posibilita que surjan nuevos pensamientos (socialismo, etc.) en
el país; además, las clases medias, con la experiencia vivida, cobran conciencia de su
rol en la sociedad, mientras que la fracción terrateniente recobra, paulatinamente, su
importancia.
El complejo período 1914-1925 llega a su fin. Tras él quedan múltiples problemas
económicos, políticos y sociales. La economía nacional sufre serias distorsiones como
consecuencia de los desequilibrios fiscales, de la producción concentrada en un solo
producto de exportación y de la política monetaria, en base a la cual se maneja la
economía ecuatoriana. En la esfera social, los problemas fundamentales prácticamente
no han sido abordados, y las condiciones de vida de los marginados persisten.
56 “El Banco comercial y Agrícola, inevitablemente, asumió el papel de orientador de la política, para
defender sus inversiones y precaverse de cualquier cambio desfavorable a sus intereses. Los ministros
de Estado obedecían a esta influencia y las elecciones de legisladores se hacían con el visto bueno del
banco, que las financiaba, de una u otra manera” (Pareja Diezcanseco, 1979: 340).
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Un sector de militares, que cuenta con el respaldo de terratenientes, clase media y
trabajadores, toma el poder el 9 de julio de 1925, provocando un giro político tendiente
a terminar con los gobiernos liberales. En la primera Junta de Gobierno Provisional
se conforman comisiones fiscalizadoras de bancos y de las oficinas de recaudación, se
intenta reordenar la cuestión tributaria, mejorar los ingresos fiscales, se realizan pagos
para el servicio de la deuda externa, se trata de centralizar las rentas públicas, se pretende
establecer un banco central, entre otras medidas, que propenden a implementar ciertos
controles que resultan insuficientes para la realidad existente. Posteriormente, gobierna
una segunda Junta de Gobierno Provisional, de corta duración, que antecede al régimen
del Dr. Isidro ayora, cuyo inicio data de abril de 1926 y bajo el cual se instaura el instituto
emisor ecuatoriano.57
Es pertinente ahora centrar el análisis en los antecedentes mismos de la creación
del Banco Central del Ecuador. Desde comienzos de la segunda década de este siglo,
ya se piensa en el país en la fundación de un banco central; tal es el caso del proyecto
presentado a la Cámara de Diputados, en 1922. Es palpable la aceptación que tiene
en nuestro medio la propuesta mundial de retornar al patrón oro y crear bancos
centrales, como fórmula económica indispensable para salvar la coyuntura económica
del momento; esta actitud se explica en la medida que la dependencia de nuestro país
con las potencias del mundo, determina la imperiosa necesidad de readecuar nuestros
asuntos monetarios a las necesidades del sistema internacional.
Además, como queda evidenciado en páginas anteriores, la economía nacional es
azotada por múltiples problemas, por lo que es indispensable reformar el caduco sistema
monetario y bancario, instaurar una institución que, a más de tener la capacidad de
mantener el valor externo de la moneda nacional, actúe directamente en los asuntos
de índole monetario. En toda la nación se reconoce la necesidad de estabilizar la
moneda. Para esos días, diferentes sectores claman por el aumento de circulante y una
oferta monetaria acorde con las necesidades, para lo cual propician la creación de una
institución que represente al Estado, y cuya función sería la de proporcionar circulante.
En el trecho que se tiene que recorrer hacia la creación definitiva de la banca central
en el país, se debe mencionar, indiscutiblemente, el proyecto que lo presenta Luis
Napoleón Dillon, personaje de tendencia liberal que a lo largo de su vida ocupa diversos
cargos públicos, hasta llegar a constituirse en un hombre clave de la Revolución Juliana.
Justamente, cuando se desempeñaba como Ministro de Hacienda de la primera Junta de
Gobierno, trató de cristalizar la idea de la banca central en el país.
Dillon se caracteriza por ser uno de los principales opositores de la aplicación que se
había dado a la Ley Moratoria, y lo hacía responsable directa de la situación económica
del Ecuador. Ya en 1921, en uno de sus célebres discursos, denuncia tal situación y pone de
manifiesto su posición frente a los bancos privados de emisión que, a la larga, despertaría
57 Para un mejor conocimiento del período comprendido entre el inicio de la Revolución Juliana y la
creación del Banco Central del Ecuador. Ver Llerena, 1959: 9-21.
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resentimientos profundos, como se verá más adelante.58 Los razonamientos de Dillon,
fundamentalmente, van dirigidos a criticar la legislación bancaria obsoleta, que había
dado lugar para que los bancos privados generen emisiones de billetes, sin respaldo legal,
que había permitido el aumento acelerado de los créditos, la inundación de cédulas
hipotecarias, entre otros tantos factores, que habían convertido al sistema bancario y
monetario en caótico y plagado de errores. De ahí que se manifiesta partidario de una
reforma radical; así, a modo de ejemplo, opina sobre la facultad de emitir de los bancos
privados: “Ese privilegio debe desaparecer, para otorgarlo sólo al Banco Central de la
nación, en cambio de ventajas bien claras y valiosas en beneficio del fisco”. También
piensa en la necesidad de un organismo central que norme el crédito y evite la inflación
de las carteras bancarias (Dillon, 1976: 53-108).
Una vez presentado su proyecto de Banco Central a la Junta de Gobierno, se lo
hace conocer a los banqueros del país, para que den sus puntos de vista sobre el tema,
lo que efectivamente sucede y se pueden apreciar ya las discrepancias entre los bancos
guayaquileños y el Gobierno. Una de ellas hace referencia a la sede principal de la
institución, ante lo cual Dillon está presto a negociar, no sólo en ese punto sino también
en otros sugeridos.59 Devuelto el proyecto reformado al Gobierno, se introducen nuevas
variaciones que no son consultadas al Ministro de Hacienda, y se dicta el 9 de octubre
de 1925 el decreto por el que se funda el Banco Central del Ecuador.
Este hecho suscita en determinados banqueros de Guayaquil una amplia oposición,
que levanta pasiones de claro tinte regionalista.60 En los últimos meses de 1925, los
bancos privados de emisión de Guayaquil presentan un nuevo proyecto que no
trasciende, e igual suerte corre el intento por parte del Gobierno, de salvar los puntos de
diferencia que existen con los banqueros. El 10 de enero de 1926, la primera junta deja
el poder, con lo cual se clausura la posibilidad de instaurar la banca central en el país.
58 “Si se quisiera hacer algo práctico y de inmediatos resultados, habría que derogar la ley de agosto
de 1914, llamada Moratoria, que es la causa primordial de la situación económica casi desesperada
del país, de la desvalorización enorme de nuestra moneda, del alza consiguiente del cambio, de
la desaparición del oro y planta de nuestro mercado, de la elevación formidable en los precios de
artículos y subsistencias importadas y no importadas, de la parálisis casi completa del comercio, del
hambre o estrechez de las clases asalariadas y sin fortuna y, finalmente, del enriquecimiento, con
el dinero que se le ha expropiado al pueblo, sin hacérselo sentir de aquéllos en cuyo provecho fue
expedida aquella ley desastrada (sic). Y esa ley no desaparecerá mientras el oro de los bancos de
emisión gobierne el país y elija presidentes”. (Conferencia sustentada por el señor don Luis N. Dillon
en el Teatro Sucre, el XXVI aniversario del 5 de junio de 1895, Archivo Histórico del Banco Central
del Ecuador, Fondo Luis Napoleón Dillon, 4-G-2, 35-36).
59 Víctor E. Estrada, en carta a Dillon, de 29 de octubre de 1925 (Archivo Histórico del Banco Central
del Ecuador, Fondo Luis Napoleón Dillon, 8-C-6, 2), destaca lo siguiente: “la resuelta actitud de
usted en pro de la selección de Guayaquil como base y se, de del proyectado instituto”, “la aceptación
por parte de usted y sus colaboradores de un gran número de variantes sustanciales en el proyecto
primitivo”.
60 “Cuando el proyecto de Banco Central tomó ya una forma más viable, se había perdido el impulso
sano de la revolución y los ánimos tenían ya el encono que muy luego tomó forma de regionalismo y
de resistencia al Banco Central”. (Estrada: s/a 10).
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Es necesario determinar a breves rasgos en qué consiste el polémico proyecto de
Luis N. Dillon, para tener mejores elementos de juicio. A lo largo de los 52 artículos
que contiene el proyecto, se pueden destacar las siguientes disposiciones: facultad para
operaciones de emisión, giro, depósitos y descuentos; acciones del banco de dos clases:
(a) suscritas y pagadas por los bancos de emisión y otras instituciones que realicen
operaciones bancarias y (b) suscritas y pagadas por el público; derecho exclusivo de
emisión; fondo de reserva en oro, por lo menos del 50% de la emisión total, y obligación
de convertir a la orden del portador los billetes que se presenten (Registro Oficial, 1925).
En suma, la propuesta de Dillon está dirigida a crear un órgano regulador de los
asuntos monetarios y a estabilizar la moneda. Evidentemente, el proyecto de instituto
emisor no es original; su contenido tiene mucha relación con similares presentados
anteriormente por Kemmerer, en otras naciones y, si se compara con el contenido de la
Ley Orgánica del Banco Central del Ecuador, de 1927, se pueden distinguir, sin duda,
sus semejanzas e inferir que la tendencia económica de Luis N. Dillon se sustenta en
las ideas que abogan por la reforma de los sistemas monetarios y la implementación de
bancos centrales.
El presente estudio demanda que se expongan las concepciones económicas de uno
de los más versados hombres públicos que ha tenido el país: Víctor Emilio Estrada.
Sus numerosos artículos de prensa, memorándums, ensayos y libros sobre cuestiones
económicas, dejan apreciar claramente que el banquero porteño se documenta y
actualiza constantemente; así lo demuestra su conocimiento de la ecuación M x V + D
x V’ = P x C x V”, para explicar su posición respecto de la depreciación monetaria y las
constantes referencias que hace de autores de la época.
En lo referente a su criterio respecto de los problemas nacionales, Estrada considera
que la depreciación interna de la moneda no se genera en el exceso de billetes, sino en
el exceso de crédito bancario y en su mala administración, encaminada a favor de los
importadores; destaca como causa efectiva de la inestabilidad de la moneda, el tipo de
interés artificialmente bajo, mostrándose partidario de una más alta tasa de interés, a la
que considera reguladora del crédito. No deja de reconocer el descontrol monetario, por
lo que se muestra partidario de la actuación del Estado en la solución del problema, a
través del establecimiento de la unidad monetaria y leyes bancarias que normen el flujo
de la circulación, de acuerdo a los requerimientos; además, su opinión es favorable a la
adopción del patrón de cambio oro, por cuanto es preferible convertir el billete en giros
oro, en vez de oro físico.
En la obra Monedas y bancos en el Ecuador, Estrada (1925), plantea una serie de ideas
sobre una caja central de emisión que, a su criterio, debía tener el derecho exclusivo de
emisión; debería estar bajo responsabilidad de los bancos asociados de manera que “la idea
de emisión central debe apartarse de conceder al Estado una intervención prevalente;
ésta no es una condición esencial en el sistema de emisión central” (Estrada, 1982:
321). La propuesta de Estrada también hace relación a la prohibición de la institución
para realizar ninguna operación que no sean las de emisión y redención de billetes;
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sugiere una reserva del 35% para la emisión de billetes y que la caja debe hacerse cargo
de todos los billetes bancarios en circulación. Como medida complementaria, piensa
que es necesario una ley bancaria para la adecuada relación entre la institución emisora
y los bancos distribuidores de crédito.
Con sus propias palabras expresa la problemática monetaria y su solución:
En primer lugar, hemos eliminado toda emisión de billetes que no responda a un
respaldo estrictamente bancario. Sería bastante esta circunstancia para vislumbrar la
sanidad de la moneda. Luego hemos encaminado la distribución del crédito dentro de
linderos también bancarios: no se podrá darlo sino guardando una reserva de caja para
los depósitos que el crédito crea. No se podrá obtener tal crédito si no pagando un tipo
graduado de interés que podrá parecer a veces alto, a veces bajo, pero que en el fondo
sólo expresará que abunda o falta el circulante (Estrada, 1982: 393-394).
Ciertamente, los planteamientos de Estrada no trascienden, pero es notoria su presencia
en el proceso de creación del instituto emisor. Efectivamente, antes de la revuelta de
julio, conjuntamente con otros banqueros y comerciantes (Arosemena, Game, Marcos,
Urvina Jado, entre otros), sugiere al Gobierno la contratación de Kemmerer para el
reordenamiento de la situación monetaria, llegando, incluso, a comprometer su apoyo
económico para hacer efectiva la venida del experto norteamericano. Posteriormente,
interviene en las discusiones del proyecto original de Dillon, sobre la banca central, del
que informa detalladamente a Kemmerer, al igual que lo había hecho desde antes, sobre
diferentes temas económicos nacionales.
El 23 de junio de 1926 el Gobierno crea la Caja Central de Emisión y Amortización,
institución que se hace cargo de todos los billetes en circulación de los bancos privados,
y a la cual se deben transferir todo el oro y la plata que respaldan los billetes. Este
intento de centralización bancaria, sin lugar a dudas, mejora las perspectivas de una
instauración efectiva de la banca central en el Ecuador.
Aunque la idea de contratar el asesoramiento de Kemmerer no es original de los
gobiernos julianos, es justamente el régimen de Ayora el que hace posible que se
cristalice tal posibilidad. Si se realiza un examen retrospectivo de las condiciones en
que se venía desarrollando la vida nacional, desde julio de 1925, se puede evidenciar
que cualquier intento gubernamental de reformar los asuntos monetarios y bancarios,
no tendría otro destino más que el fracaso, por cuanto son demasiados los intereses en
juego, pasiones y regionalismo, que imposibilitan pensar en sentido nacional, para llegar
a establecer medidas de beneficio general, que son esperadas por diversos sectores del
país. Por tanto, es necesaria la presencia de alguien que, con visión imparcial, analice
y determine el camino a seguir. He aquí una de las razones por las que se piensa en
Kemmerer, pero no es la única.
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Paul Drake, a lo largo de su obra, muy oportunamente señala varias razones por las
cuales en esa época se cree prioritaria la presencia de la Misión Kemmerer y sus reformas.
Entre las principales están: el Gobierno busca confirmar su hegemonía política sobre
la burguesía costeña; la oportunidad de aumentar el comercio entre Estados Unidos
y Ecuador; el tener acceso a créditos externos y atraer inversiones extranjeras; los
agricultores de la Costa y Sierra creen factible se resuelva la dificultad de la escasez de
circulante; la posibilidad de estabilizar la moneda; el incremento de ingresos fiscales a
través de una más adecuada recaudación de impuestos, y la implantación de técnicas
modernas en el manejo económico (Drake, 1984: 211-229).
Antes de pasar a examinar lo fundamental de los planteamientos del experto financista
sobre la banca central del Ecuador, y sobre cuestiones monetarias, se precisa destacar
que su labor no se centra únicamente en esas problemáticas, sino que también plantea
un buen número de leyes e informes que abordan aspectos fiscales y administrativos;
es que es tal la desorganización que campea en la conducción económica nacional
que, de no aprovecharse la coyuntura favorable, difícilmente se podrían enmendar los
desaciertos del pasado y conseguir el ordenamiento de las estructuras e instituciones
internas fundamentales, para un mejor manejo económico.61
La plataforma de acción de Edwin W. Kemmerer se sintetiza en las frases que se
reproducen a continuación, tomadas de la exposición de motivos del proyecto del
Banco Central:
La base de cualquier programa para la reconstrucción económica del Ecuador es la
estabilización de la moneda sobre el talón de oro. Para la realización de este propósito
la misión de consejeros financieros recomienda dos proyectos; el presente que provee
a la fundación de un Banco Central de emisión, y un segundo proyecto, sometido
simultáneamente, que crea una nueva unidad de valor y dispone la reorganización del
sistema monetario del Ecuador (Registro Oficial, 1927: 2.459).
Efectivamente, con la Ley de Monedas, de marzo de 1927, se adopta en el país el
régimen de talón de oro, determinándose una paridad de $ 5 por dólar; además, se
eliminan las restricciones sobre la importación y exportación del oro. De otro lado,
en la Ley General de Bancos, de septiembre de ese año, se establece un departamento
bancario, dependiente del Ministerio de Hacienda (Superintendencia de Bancos), que
tiene bajo su responsabilidad la ejecución de las leyes referentes a los bancos.
Mediante decreto del 4 de marzo de 1927, se crea el Banco Central del Ecuador,
cuyas principales funciones son: la emisión y conversión de los billetes; el mantener la
61 “Hemos adoptado principios científicos y fundamentales en nuestras organizaciones, cuales son:
equilibrar gastos y rentas, sin gastar más de lo que entra, talón de oro y convertibilidad del papel
por oro, reglamentación de la industria del crédito y organización de las diversas unidades bancarias
dentro de un sistema que aumente la seguridad que cada unidad puede ofrecer. Es decir un poco más
de orden y algo más de método” (Laso, 1930: 54-55).
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estabilidad del cambio internacional; la regulación de las tasas de descuento, y prestar
ayuda a las instituciones bancarias, en épocas de emergencia. Kemmerer considera que
para la adecuada administración del patrón monetario, el Banco Central debe obtener
el derecho exclusivo de emisión de papel moneda; conservar las reservas de oro y ser
dirigido por un consejo conformado por personas designadas por el Gobierno, por los
bancos miembros, por el comercio, etc. Bajo el modelo de Kemmerer, los instrumentos
que regulan el mercado monetario son la tasa de descuento y el tiempo de cambio,
mecanismos de control propios del patrón de cambio oro.
Es evidente que con la instauración de la banca central en nuestra nación, la
conducción monetaria experimenta una transformación radical, ya que el Estado
adquiere, como nunca antes, la capacidad de controlar la moneda y los cambios.
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FÁBRICA SANTA CLARA
Quito, 1922/00/00: En primer plano varias escobas y material para su fabricación; en segundo plano
algunas maquinarias y dos obreros
AUTOMÓVIL
Quito, 1925?: En primer plano, un automóvil descapotable con su conductor; y en segundo plano una
casa rodeada de jardines
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JUNTA PROVISIONAL DE GOBIERNO,
Quito, 1925, Foto con pie firmado de las personalidades
integrantes de la Junta.
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ESTUDIOS
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LA IDEA DE BANCA
CENTRAL EN LA
CONCEPCIÓN
POLÍTICA
DE LA REVOLUCIÓN JULIANA
Irving Iván Zapater
U
na breve reflexión sobre las razones que motivaron la creación del Banco
Central del Ecuador, conducirá inevitablemente a vincularla con los momentos
más interesantes de la Revolución Juliana, hecho político que se produjo a
partir de julio de 1925 y que, de algún modo, marca una línea de frontera en la historia
de nuestro país.
La hipótesis no es una mera afirmación que deba su sustento a que después de
producido el golpe militar del 9 de julio de 1925, se empieza a hablar seriamente
de fundar el Banco Central sino, más bien, a que en la concepción del movimiento
subversivo y en la filosofía de los tres regímenes julianos, estaba muy cierta la idea
de establecer el Banco Central como entidad autónoma ligada al interés público,
desapegada en consecuencia de las expectativas de lucro empresarial que eran, junto a
la Ley Moratoria de 6 de agosto de 1914, motivo de escándalo económico y detonante
inevitable de cualquier asonada.
Este trabajo pretende, entonces, el desarrollo de pocos conceptos alrededor de las
vinculaciones políticas de la idea de banca central. Estas ideas pueden considerarse
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preámbulo de conceptos más amplios que deberían aparecer algún día en una historia
del Banco Central del Ecuador.
Cuando el doctor Juan Cueva García regresó al país, luego de estudios concienzudos
de economía y ciencia de las finanzas, imaginó que podía contribuir, con su inteligencia
y saber, a la solución de un problema monetario que se decía comenzó cuando en
malhadada hora el Gobierno de Leonidas Plaza Gutiérrez decidió poner fin al patrón
oro, amparado en la posible especulación que provocaría la recién declarada guerra de
1914. En la ilusión del doctor Cueva prendió la idea de establecer el Banco de Reserva y,
ni corto ni perezoso, sin duda con la misma tenacidad que admiró en los Estados Unidos,
donde había estudiado, planteó un proyecto de ley que lo defendió no sólo con el ardor
y la pasión propios de nuestro provinciano medio, sino con argumentos respaldados
por la técnica y por la teoría. Su discurso para presentar el proyecto en la Cámara
de Diputados, en 1922, es pieza de cualquier antología del pensamiento económico
nacional. “Creo que , independientemente del deseo adverso de algunos bancos, el de
Reserva le conviene al país y debe organizárselo por encima de toda resistencia”. Pero
la idea no pasa de ser tal; queda sólo en el papel de las actas del Parlamento, ajadas
acaso por la continua lectura de los investigadores, amarillentas sin duda por el paso
del tiempo.
Para el propio Cueva García, este proyecto de Banco Central no pudo seguir,
simplemente por un veto del todopoderoso señor de Guayaquil, el banquero Urvina Jado,
quien le retiró un apoyo supuestamente concedido antes. “Me llamó a Guayaquil, diría
años después el propio Cueva, en confesiones truncas aparecidas en El Día, de Quito;
me recibió y me trató glacialmente, haciéndome ver que mi proyecto se archivaría más
temprano que tarde, como en efecto así sucedió”.
Otro hecho que cabe destacar en esta síntesis, es la aglutinación de ideas que se
produjo alrededor de un hombre que habría de ser, después de poco tiempo, el más
celoso defensor de la idea del Banco Central. La primera oportunidad que se le presentó
a Luis Napoleón Dillon, bisnieto de irlandés, bajo de estatura, ancho de cuerpo y de
celeste y penetrante mirada, fue en la sesión solemne conmemorativa del vigésimo sexto
aniversario de la Revolución Liberal de 1895. En esa sesión, recordada hace no mucho
por el estilo chispeante de Raúl Andrade, Dillon atacó sin piedad el régimen monetario
de la época y enfiló su palabra cortante y mordaz contrala hegemonía bancaria. Lo curioso
de todo esto, es que Dillon era Gerente de la Compañía de Préstamos y Construcciones,
y que aparentemente se debía a esa misma clase a la que él atacaba. Lo natural, que era
parte del ala más radical del Partido Liberal, de aquélla que en 1919 había pensado en
Córdova antes que en Tamayo y de aquélla que en las páginas de La Tribuna había acogido
a los escritores más brillantes de la oposición casa adentro. Lo que queda por descubrir,
es si este hecho no es parte de la sustancial diferencia de criterios entre liberales de
la Costa (comerciantes, exportadores y masones) y liberales de la Sierra (industriales,
importadores y racionalistas). Pero el caso fue que con ese discurso, quiérase o no, se
dio la primera estructura a una idea de política económica contraria al régimen, surgida
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en el propio seno del Partido Liberal. La segunda oportunidad fue concedida a Dillon
dos años después, en 1923, en la célebre Asamblea Liberal que aprobó una Declaración
de Principios muy novedosa para la época, por la audacia de su contenido, próxima, sin
duda, al Socialismo de moda. En esa asamblea no se habló concretamente de la idea
de banca central, tal vez porque no era aún necesario hacerlo. Se habló, en cambio,
de la justicia social y de la justicia económica, del derecho de la masa de trabajadores
y de las inconsistencias del régimen económico. Y eso sin duda bastaba a Dillon, quien
fue parte de la asamblea y, en ella, miembro del ala más radical de los liberales. Es muy
importante pensar que a este cónclave acudían liberales de todos los credos: de aquellos
laicos de la vieja escuela y de los otros, los más viejos de la época machetera; de los
de más arriba, comerciantes prósperos de lujoso modo de vida, y de los de más abajo,
profesionales apurados por figurar, y obreros deseosos por sobresalir. Y entonces en la
asamblea, a la que ya no impresionaban las glorias del general o las aventuras de sus
lugartenientes, empezaron a prender fuego otros conceptos de avanzada: tal vez aquéllos
de que aún los mismos liberales eran de varias clases, unos que aprovechaban el régimen
para su beneficio personal, y otros, los más, que eran tratados peor que conservadores de
antaño, es decir, marginados de las ventajas que el nuevo orden supuestamente había
implantado. La tercera oportunidad le fue dada a Dillon poco después. Al concluir el
Gobierno de Tamayo, llegó, al fin, la oportunidad de Córdova; aquélla tan deseada
en 1919 se hacía realidad recién en 1924,y 1924, para la edad, la salud y las ilusiones
de Córdova, no era ni la sombra de 1919. Pero los caballeros no olvidan ni favores ni
amistades y, reconociendo en Dillon a un financista, digamos más bien a un experto
en finanzas públicas, le propuso el Ministerio de Hacienda, en su primer gabinete. La
prensa liberal de Quito, que difundió esta noticia pocas semanas antes de la posesión de
Córdova, aplaudió sin reservas la elección, sobre todo por los méritos de Dillon y por su
trabajo político. Con ojos de historiador, se podría sostener, ahora, que lo que vino en
1925 no habría sido fácil que ocurra, si Dillon hubiese accedido al Ministerio. Lo cierto
es que, tras no disimuladas reservas, el mismo hombre de Guayaquil de los tiempos
de Cueva García, el mismo banquero de la Costa del que antes ya se habló, vetó ese
nombramiento y puso al propio Presidente electo en el difícil empeño de explicar que
nunca había pensado en Dillon, y que todo lo dicho no era sino otra nueva broma de la
prensa. El drama, en cambio, acababa de ser montado, porque, quiérase o no, el último
actor, el principal, había sido ya encontrado. Con la desilusión evidente de no poder
corregir el problema financiero, no tanto por la ambición personal de ser ministro,
Dillon creyó necesario dar fuerza, desde ese momento, a su vocación de rebelde, y
soltar las últimas amarras al aparente orden constitucional que había sobrevivido 18
años, demasiado tiempo ya para durar en las mismas condiciones críticas que él había
observado y denunciado.
En otros estudios de esta misma obra, se esbozan algunos conceptos alrededor de
la crisis económica que precedió a la Revolución Juliana. No cabe, entonces, que se
los vuelva a revisar. Lo que interesa advertir, en cambio, es la inacción del Gobierno
por resolver esta crisis. Contra toda lógica, más bien la profundiza y la agudiza, sea
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en parte por la enfermedad crónica del señor Presidente, sea por esa muy humana
condescendencia de los que no advierten la revuelta, vísperas de que ella se presente.
Oscar Efrén Reyes, en su envidiable ensayo sobre la Revolución Juliana, publicado con
el sugestivo nombre de Los últimos siete años, pinta a un gobernante de mirada lejana,
afecto tan sólo a la mañanera brisa marina que se filtra por los cuartos de la lujosa
estancia de Guayaquil que lo hospeda en su ya largo viaje de recuperación. Y la prensa
de la época, menos afecta a la poesía en momentos de tumulto, describe, en cambio,
la visita de dos horas que el propio Urvina Jado hace al Presidente antes de que éste,
por última vez, tome el tren a Quito, presionado por las circunstancias del momento
y, quién sabe, si no alarmado por la creciente distancia que quería mantener con él el
doctor Alberto Guerrero Martínez, Presidente del Senado. “Las últimas instrucciones”,
diría algún travieso escritor. “La parte final de esta comedia de ya largos trece años”,
diría otro. Lo cierto es que todo el edificio creado en los aciagos episodios de 1912,
estaba a punto de hacerse. El propio Raúl Andrade, en una de esas perdidas “radiografías
nacionales” que publicaba en El Comercio de Quito, concretamente en la que apareció
el 26 de febrero de 1972, afirmó sin temblor que en toda la época que va de 1912 a
1925,”la carrera entre pueblo depauperado y clase favorecida quedó establecida como
jamás”. ¿Y qué hacían los técnicos en ese entonces? El propio Andrade los describe así:
El país fue conducido a un extremo límite de debilidad y desmedro orgánicos y el
solo remedio que concibieron aplicar los súpersabios de la economía pública, consistió
en estimular y restablecer el capital privado, derrochado sin responsabilidad por los
pintorescos millonarios del cacao, la cebada y las patatas que a Europa iban en pos de
títulos averiados y en desuso.
Y, entonces, el cambio político que debía ocurrir, ocurrió. No se produjo en el seno
de asambleas políticas, como lo supusieron los liberales de 1923, ni en espectacular
movimiento de masas, como tal vez pudo acontecer en noviembre de 1922, ni peor
aún en la entraña del propio Gobierno, acostumbrado, eso sí a la intriga palaciega de
rigor. Sucedió que fueron, más bien, los militares jóvenes, los que cobijaron las ideas
revolucionarias y los que las mantuvieron bien protegidas, hasta el día del golpe, 9 de
julio de 1925, señalado por sus propios actores, con ese lenguaje tropical del que nunca
escaparemos, “acto grandioso que marca, por sus trascendentales fines, una segunda
epopeya del patriotismo en relación a la efectuada hace ya seis lustros por los gestores del
movimiento emancipador de la conciencia nacional” (Manifiesto de la Junta Suprema
Militar de Guayaquil, de 10 de julio de 1925).
No cabe duda que el golpe fue pensado durante algún tiempo. En esto coinciden los
historiadores y los protagonistas del suceso, en varias memorias escritas alrededor del
tema y aparecidas sobre todo en las páginas de los periódicos. Pero ¿qué influencia tuvo
la idea del Banco Central en el conjunto de los postulados de la revolución? ¿Qué grado
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de interés suscitaba la propuesta de fundación de un Banco Central en el contexto de
los planes y de los programas del Gobierno juliano?
Es verdad que la élite intelectual que inspiró a los militares revolucionarios pensó
romper la hegemonía bancaria lo más rápido posible. Con energía y aun con dureza, si
eso era preciso. Es necesario meditar si esa conducta se volvía indispensable más por
la naturaleza del espíritu militar que por un concepto claro de cómo se debían obtener
resultados en un proceso revolucionario. Lo cierto es que los teóricos (Dillon, Moncayo,
Moreno) supieron entenderse bien, al menos en un principio, con los militares del
complot (Mendoza, Pareja, Paz y Miño, Guerrero, Gómez de la Torre), y como fruto de
ese entendimiento, no por casualidad entonces, se redactó un programa de Gobierno, o
aún menos que eso, una lista de postulados. En lugar destacado de la nómina aparece uno
que está muy vinculado al tema que ocupa este artículo: la de crear un banco nacional
que dé valor a la moneda.
Como bien explica Dillon, en su libro La crisis económico-financiera del Estado, no fue sin
embargo la idea de Banco Central la que primero atrajo el interés del laborioso ministro.
Estuvieron antes la fiscalización de los bancos, el destino del oro, la reorganización de
la Hacienda Pública, los estancos de impuestos, los derechos consulares, en fin, tantos
otros problemas urgentes e indispensables de resolver. Para el Banco Central quedaron
los siguientes y más apasionantes rounds.
Toda revolución de las nuestras pasa por etapas muy definidas, que van de una
bulliciosa alabanza que por universal peca de falsa y que terminan en el leve desaparecer
de las ideas y de los postulados de la revuelta, perdidos sin duda por la habilidad de los
que no quieren nunca que los cambios sean ciertos, o sea, de los que siempre piensan
que la idea de cambio es buena sólo cuando queda atrapada en el texto de la proclama.
La Revolución Juliana siguió igual trayectoria casi en la ruta del condenado que no
sabe su destino. Al comienzo eran halagos y eran elogios, felicitaciones y enhorabuenas.
Pero cuando surgió la idea concreta de fundar el Banco Central, diría después Francisco
J. Boloña en entrevista concedida a El Ecuatoriano de Guayaquil, y publicada el 23 de
julio de 1926, ahí sí
se levantó siniestra la resistencia general y comenzaron a echarse mano de todos
los recursos, como que se tocaba el punto vulnerable, el punto sensible, ante el cual se
inclinan todas las voluntades, el becerro de oro ante el cual se habían ejercido tantas
venganzas, el ídolo judaico que cubría tantas infamias, el bolsillo pecador que había
comprado tantas conciencias, el eterno dispensador de todas las comodidades.
Es muy probable que Dillon haya formado un grupo de trabajo, integrado por
personas de su confianza, al cual sin duda asignó la tarea de redactar un proyecto de
ley del Banco Central del Ecuador. Es casi seguro que ese grupo debió contar con el
consejo y acaso con los escritos de Abelardo Moncayo Andrade. Es probable también
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que se haya recurrido a los servicios de Alejandro Ponce Borja, jurista conservador que
desempeñaba las funciones de Presidente de la Comisión Fiscalizadora de Bancos del
Interior. Y es posible que allí estuviera Gonzalo Pozo V., joven secretario privado de
Dillon, muerto trágicamente poco tiempo después, aun antes de graduarse de abogado.
Pero todas estas son meras suposiciones, porque nada escrito se ha encontrado
todavía de aquellos borradores que debieron servir para la redacción del proyecto. Lo
cierto es que diez semanas después del golpe militar, ya se cuenta con el documento listo
a pasar la durísima prueba de fuego, a que tuvo que ser sometido.
Para Dillon, la idea de Banco Central se concreta en el anexo de un informe que
presenta a la Junta de Gobierno Provisional, el 3 de septiembre de 1925. En dicho
informe sostiene que la creación inmediata del Banco Central contribuirá sin duda “a la
organización económica y financiera del país, de conformidad con el brillante programa
de la transformación política del 9 de julio”. La Junta accede al estudio del proyecto y
para ello cree necesario valerse de la más amplia participación de la opinión pública y,
sobre todo, de la que puedan ofrecer los propios banqueros del país. Craso error político,
como se verá luego.
El respaldo político de la Junta de Gobierno Provisional al proyecto de Banco
Central es evidente. Concitará, luego, toda una especie de gran debate nacional, que
procurará, como en las guerras declaradas, una abierta toma de posiciones; tan abierta
como lo permita el temperamento de las personas y la conveniencia del momento.
Y Dillon y su gente, apoyados políticamente por el Ejército y el Gobierno, se lanzan
a la lucha. Como Quijote envalentonado , después de ser armado caballero en noche de
vigilia, o como buen pastor que confía en convencer y no en imponer.
Como se conoce, Dillon y sus asesores viajaron a Guayaquil en septiembre de 1925, y
a partir del 17 de ese mes iniciaron largas reuniones con los banqueros, como si de ellas
pudiera surgir un consenso general para fundar el Banco Central. La realidad no fue así.
Si se quiere comprender el grado de respaldo político de la revolución hacia la idea de
Banco Central, es ésta la época que se debe estudiar con más cuidado. ¿Qué buscaba la
Junta Provisional de Gobierno con obtener la aquiescencia de los banqueros? O, en su
defecto, ¿qué pretendía Dillon con tratar en Guayaquil, en la mismísima Guayaquil, su
proyecto más soñado? Como es lógico suponer, el paso del tiempo, las conversaciones
interminables, y los diálogos tediosos, lo único que otorgarían sería espacio para la
maniobra de la oposición, confiada como estaba que sólo el transcurrir de los días
permitiría apaciguar, si no entorpecer, los propósitos de reforma. Por otro lado, en esos
difíciles días de septiembre de 1925, habían al menos cuatro fuerzas que pugnaban entre
sí: Dillon y sus asesores, casi aislados en Guayaquil; la Junta de Gobierno Provisional
en Quito y los militares que la respaldaban; los banqueros del país, y en especial los
de Guayaquil, que sin duda defendían sus intereses mercantiles, y, la opinión pública,
maltrecha y dividida, que en amplio espectro iba de las invectivas e improperios de
El Guante a la timorata o encubierta sospecha de los acomodaticios de siempre. Y en
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medio de esto, las armas que siempre se esgrimen en nuestra pobre patria, cuando no
puede prevalecer la razón y, entre ellas siempre en primer plano, cual ave espectral, el
regionalismo, el bendito regionalismo.
Mientras Dillon iba obteniendo consenso para su proyecto, iba renunciando también
a varios conceptos contemplados en el texto original. Por ejemplo, el de la sede del
banco que, al final de las reuniones no era otra que Guayaquil. Y mientras Dillon iba
cediendo, parece ser que los banqueros iban alimentando su fe de que el proyecto nunca
se convertiría en ley. Por ello, cuando el 27 de septiembre se concluyeron los estudios
del proyecto, y se aprobó uno que ya no era el mismo que conocían en Quito los otros
miembros de la Junta de Gobierno Provisional, Dillon dirigió desde Guayaquil un
telegrama circular a los gobernadores de provincia, mezcla de diplomacia no encubierta
y de candorosa política evidente: “Los gerentes de los bancos e instituciones de crédito
de esta ciudad, reunidos hoy en junta general, que me fue honroso presidir, aprobaron
definitivamente el proyecto del ministerio de mi cargo, para la fundación del Banco
Central del Ecuador”,y agregaba que ello no habría sido posible sin “la cooperación
legal, desinteresada y altamente patriótica de los bancos de la república y de sus gerentes
que, con la nobleza de los altos ideales, han contribuido con entusiasmo y desinterés
plausibles a esta reforma capital”.
Pero el proyecto aprobado no mereció el apoyo inmediato del Gobierno, como
así lo supuso Dillon. Los otros miembros de la Junta estuvieron convencidos que el
Ministro de Hacienda había cedido a los banqueros guayaquileños en aspectos de real
importancia, y se enfrascaron en largas discusiones para recomponer la idea original.
¿Hicieron bien? ¿Les faltó energía? Todo pudo ser. Lo más grave, tal vez, que un régimen
plural en país inmaduro, no era garantía de unanimidad, menos de consenso. Y aunque
se dictó la Ley del Banco Central del Ecuador (Ley No. 253, de 9 de octubre de 1925,
Registro Oficial No.78 de 14 de octubre del mismo año), ya se habían producido fisuras
en el seno mismo de la Junta y no pocos malos entendidos comenzaron a tomar cuerpo
en las fuerzas militares. Y los bancos, como era obvio, no estaban dispuestos a colaborar.
Para muestra, un botón: la Junta General de Accionistas del Banco del Ecuador, el 15
de octubre de 1925, aprobó presta un informe de una comisión especial de su seno,
(suscrito por A. B. Serrano, E. Cueva, E. Jaramillo, R. Insúa, E. Game y P. Arosemena)
que calificaba a la nueva ley como inconveniente porque “para el Banco del Ecuador, en
particular, significa la pérdida de la más honrosa posición bancaria en el país, adquirida
a costa de 57 años de labor perseverante, diligente y honrada”.
Para comprender la vinculación de la idea de banca central con los propósitos de
la Revolución Juliana, no pueden tampoco descuidarse otros hechos posteriores. El
primero, la persistencia de la idea en la segunda Junta de Gobierno Provisional. Su
Ministro de Hacienda, el banquero serrano Humberto Albornoz, no cometió el error de
su predecesor y prefirió llamar a los banqueros a Quito. Allí, en una célebre conferencia,
se baja el tono de la voz y se disminuye la prepotencia. “Cosas de la altura de la Sierra”,
diría alguno con desparpajo. “Cosas de que la revolución continúa”, diría el observador
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más avezado. En dichas reuniones, que duraron del 18 de febrero al 8 de marzo de 1926, se
produjeron dos hechos, al menos, que demostraron sin duda que continuaba el respaldo
político a la idea de establecer un Banco Central: el primero, la discusión de ciertos
aspectos que conducían a pensar en la unificación del billete y en el establecimiento de
una caja central de amortización; el segundo, el consenso para traer a Kemmerer, viejo
león de las finanzas internacionales y celebrado experto en eso que fue tan comentado
en la época: regresar al patrón oro. Por cierto que la idea de que venga Kemmerer ya
había surgido en la mente de Víctor Emilio Estrada, allá en 1925, pero esta venida era
vista ahora, sin equivocación, como tabla salvadora para crear el Banco Central, y que
éste debía establecerse, parece que ya era algo inevitable. Baste pensar la forma cómo
Albornoz empezó a manejar las difíciles relaciones con Guayaquil, que para Dillon
habían sido tan complejas y terribles. Albornoz no dudó en dejar el trato más bien
diplomático al que recurrió Dillon y por el cual tal vez las cosas no habían cambiado.
La caballerosidad, diría con firmeza en la conferencia económica ya antes tratada,
exige que no se tergiversen conceptos parta luego levantar la voz airada de protesta.
Jamás he dicho que Guayaquil, la ciudad de Guayaquil, sea la responsable de la falta de
circulante ni de las emisiones de cheques de emergencia. La ciudad de Guayaquil sufre
las consecuencias de todo ello, pero no tiene ninguna responsabilidad, nada tiene que
ver en este debate. Para Guayaquil, para esa ciudad correcta, mi homenaje; para esa
ciudad de limpios antecedentes, laboriosa y honrada, mi respeto; para esa ciudad que
con tanta galantería siempre me ha tratado, todas mis consideraciones; pero para los
intereses creados, vergonzantes y vergonzosos, que no son honrados ni limpios y que
tratan de escudarse en el nombre de Guayaquil, porque no pueden exhibirse limpia y
valientemente, ni mi homenaje ni mi respeto ni mis consideraciones, sino todo el peso
de la ley, lo severo de la autoridad y el oprobio de la opinión pública.
Otro elemento que contribuye a ilustrar el respaldo político juliano a la idea de
Banco Central, es la contratación de la Misión Kemmerer, a cargo del Gobierno en
su integridad. Se sabía, por los trabajos ya antes hechos en Colombia y en Chile, que
Kemmerer iba a recomendar fundar el Banco Central. Se intuía que el consejo de un
extranjero iba a acallar por completo cualquier crítica interna, no tanto por la sabiduría
de su opinión cuanto por el respeto casi ciego que profesamos con timidez al hombre
de afuera de nuestras fronteras. El respaldo que se brindó al trabajo de Kemmerer y
sus expertos de octubre de 1926 a marzo de 1927, no refleja otra cosa que la voluntad
del Gobierno por seguir en la idea de la revolución de 1925. Tal vez la contribución
más cierta es la que el mismo Kemmerer proporciona con su imperturbable sagacidad
de sajón culto. Pero nadie puede negar la firmeza del propio Isidro Ayora, Presidente
Interno a partir de acertada decisión militar de lo. de abril de 1926, o la cortés diligencia
y versación de Pedro Leopoldo Núñez, su infatigable Ministro de Hacienda.
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Cuando el informe de Kemmerer sobre el Banco Central del Ecuador estuvo listo, y
cuando Ayora se aprestaba a convertirlo en ley, surgió un imprevisto que debe añadirse
también a la serie de hechos políticos en todo al establecimiento del nuevo banco:
el 4 de marzo de 1927, el general Francisco Gómez de la Torre, el mismo que fue
indeciso cabecilla del golpe del 9 de julio, se rebeló contra el Gobierno y exigió el
inmediato retorno constitucional, a través de la convocatoria a la inefable Asamblea
Constituyente. Si fracasó el cuartelazo fue tal vez por la cobardía de unos cuantos líderes;
si se produjo fue tal vez porque el Banco Central iba al fin a ser realidad y, como bien
anotó cierto analista político que por desgracia ocultó su identidad en un extravagante
pseudónimo, “quien observe el desarrollo de la política desde la Revolución de Julio
hasta ayer, encontrará con no poca sorpresa, que todas las crisis se producen en vísperas
de fundarse el Banco Central”.62 Kemmerer, más parco, dirá tan sólo esto en su diario:
“una revolución. El Presidente se ha negado a renunciar. Núñez ha sido capturado a la
fuerza”.
Establecido el Banco Central del Ecuador, el resto fue ya curso necesario de un torrente
que por fuerza debía abrir el cauce. La comisión organizadora, primero, y el directorio
después, no hicieron otra cosa que añadir elementos más ciertos a una decisión política
adoptada tiempo atrás, y no dejaron de ser, tampoco, motivo de reflexión alrededor de
una institución que quizás fue tomada como idea de combate, pero que posiblemente
no fue entendida ensu complejidad técnica sino más adelante, precisamente cuando
otra crisis, tal vez más feroz, tuvo tiempo, largo tiempo, para derruir un andamiaje
celosamente construido.
¿Fue la idea de Banco Central, entonces, la que inspiró la Revolución Juliana?
Posiblemente no. Fue quizás al contrario: así como el hombre común somete sus
ilusiones a la palabra fácil del conductor de ocasión, así, tal vez, la conciencia política
ecuatoriana de los primeros años 20 se sometió a la creencia de que con el Banco Central
iban a cambiar las cosas que, en efecto, no han cambiado hasta ahora. Lo cierto es, en
todo caso, que la fundación del Banco Central es un hecho positivo de esa revolución
y que, como tal, pese a tantos dolores y tormentos, refleja un suceso económico de
trascendencia que es, además, un acto político de relieve.
El propio Gobierno juliano de Ayora dirá el 10 de agosto de 1927, que no podía haber
mejor hecho para celebrar el Grito de Independencia de 1809 que el de la fundación
del Banco Central, porque éste era “el paso más avanzado que ha dado la república
desde su fundación, ya que la reconstrucción económica significa nada menos que el
afianzamiento de la libertad conquistada con tantos sacrificios por nuestros próceres y
héroes”. Divertido, ¿no es cierto?
62 “La cuarta ofensiva bancaria”, por Carambú, artículo publicado en El Telégrafo, Guayaquil, 7 de
marzo de 1927.
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LUIS NAPOLEÓN DILLON
Rotativa de la época
FRANCISCO ARIZAGA LUQUE Y OTROS
Guayaquil, 1924/00/00: En primer plano el Dr. Francisco Arízaga Luque junto a 3 personas
miembros del Consejo formado en Guayaquil entre las que consta un militar; al fondo un grupo de
personas observando entre ellas algunos niños
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LUIS NAPOLEÓN DILLON
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DR. LEOPOLDO NÚÑEZ - Ministro de Hacienda,
DR. ISIDRO AYORA – Presidente de la República y
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DR. E. W. KEMMERER, Quito, 1926
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ESTUDIOS
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LAS REFORMAS
KEMMERIANAS
Y LA LEGISLACIÓN ECONÓMICA
ECUATORIANA
Juan Carlos Mancheno Ochoa
L
a legislación creada por Kemmerer sentó, en realidad, los pilares fundamentales
de la normativa jurídica que hasta hoy día sirve en muchos aspectos de marco
referencial, para la mayor parte de leyes e instituciones estatales existentes. Estos
proyectos de ley que la Misión Kemmerer presentara al Gobierno del doctor Isidro
Ayora, fueron: Ley Orgánica del Banco Central; Ley de Monedas; Ley de Bancos; Ley de
Contratos de Préstamos sobre Tierras; Ley de Presupuesto; Ley de Reconstrucción de la
Contabilidad Gubernamental; Ley de Impuesto a la Propiedad Rural, y Ley de Impuesto
a la Renta, entre las más importantes, además recomendó la creación de algunas
instituciones, como la Contraloría General de la Nación; y una serie de informes que
aproximadamente llegaban a de dos mil hojas.
De entre estas leyes, en el presente trabajo analizaremos cuatro, que se puede afirmar
son las más importantes; la de Bancos, Monedas, Orgánica del Banco Central y Orgánica
de Hacienda.
La Ley de Bancos, que fuera publicada el 8 de septiembre de 1927, derogaba a su
antecesora, la Ley de Bancos del año 1898, cuerpo legal que había padecido de tres
graves deficiencias:
1. La limitación de la emisión de los bancos al doble del valor en otro que poseían;
respaldo metálico que era únicamente exigido para los billetes en circulación;
2. La falta de elasticidad del medio circulante, y
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3.La descentralización bancaria, que impidió gravemente la cooperación y el
apoyo mutuo necesario en casos de crisis, ocasionando la existencia de reservas
monetarias diseminadas e inmóviles, y el retardo de cambios y transferencias.
Deficiencias que en la nueva ley fueron reformadas de manera radical, pues en ella se
contemplaron significativos cambios, como: el establecimiento de una reserva legal del
50% sobre circulación y depósitos; la adopción del gold standard point, sistema por el cual
se puede poner en circulación la cantidad de billetes que sea necesaria, siempre que en
los bancos acreditados en el extranjero se tengan reservas, dando así mayor elasticidad
al medio circulante; y, sobre todo, el cambio del sistema bancario libre de emisión por el
de centralización del sistema bancario a través de un banco central de emisión, el cual
determinaría en adelante la política monetaria y cambiaria del país.
Esta ley regulaba, a través de 17 títulos, todo lo concerniente a: 1. La definición de
varias palabras para su mejor y más fácil aplicación. 2. La creación de la Superintendencia
de Bancos, con la facultad de intervenir todas las instituciones bancarias, cuyos resultados
deberían remitirlos en un informe anual al Ministro de Hacienda; departamento que
tendría enorme proyección (al igual que otros creados durante este período) en el futuro
de la vida institucional ecuatoriana. 3. La organización de los bancos en sucursales,
tanto nacionales como extranjeras, así como de secciones. 4. El capital bancario.. 5 La
inspección de los bancos. 6. La anticresis judicial. 7. Los días de trabajo y descanso. 8.
Las reservas de depósito.. 9. La liquidación de los bancos. 10. Los bancos comerciales y
las secciones comerciales de otros bancos. 11. Los bancos de ahorro y de las secciones
de ahorro. 12. El mandato, y .13. Los bancos hipotecarios y las secciones hipotecarias.
Esta ley marcó una nueva época dentro de la actividad bancaria del país, pues asignó
a los bancos las funciones y operaciones que, lejos de la emisión, debían encargarse en
el futuro, transformándolos de esa manera a una concepción moderna, para que así se
conviertan en fuerzas activas en la vida nacional. Finalmente, derogó todo lo que en
relación a legislación bancaria se había dictado hasta ese entonces en el país, como por
ejemplo la Ley Hipotecaria, del 6 de agosto de 1869.
Otra de las grandes reformas del presidente Ayora, constituyó la fundación del Banco
Central. Medida que, conjuntamente con la Ley de Monedas, el Gobierno consideró
básica para la reorganización y recuperación financiera del país. Dicho proyecto, que
inicialmente fuera elaborado por Luis Napoleón Dillon y la primera Junta Militar, fue
posteriormente reelaborado y sugerido al Gobierno por la Misión Kemmerer, y adoptado
sin modificaciones por el presidente Ayora, bajo el nombre de Ley Orgánica del Banco
Central, promulgada el 4 de marzo de 1927 y publicada el 19 de ese mismo mes y año.
Esta ley establecía una compañía anónima denominada Banco Central del Ecuador,
cuyas operaciones serían: emisión, descuento, redescuento, y cambio; es decir, recibía
el “derecho exclusivo” de emitir moneda con un respaldo metálico del 50%, descontar
el papel aceptable, y manipular la tasa de descuento, además de estar autorizado para
hacer negocios con los bancos miembros y con el público. El Banco Central recibió
una licencia de vida de 50 años, para que pudiera operar libre de presión política,
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asignándole la tarea de proteger las reservas del Ecuador. Además, sería depositario de
los fondos del Gobierno y agente fiscal, con sede en la ciudad de Quito, cuya dirección
establecería la política para todas las sucursales, excepto la ciudad de Guayaquil, que
gozaba de autonomía en razón de su mayor movimiento comercial.
Se le dotó de una administración compleja, encabezada por una junta, encargada de
expedir los estatutos para la administración del banco, formada por nueve directores:
dos por el Gobierno, y los accionistas de la clase A, uno por los accionistas de la clase
B, la Cámara de Comercio de Quito, la Cámara de Comercio de Guayaquil, la Sociedad
Nacional de Agricultores, y organizaciones laborales ecuatorianas. De entre sus
miembros se elegiría un presidente, por un año, un vicepresidente y un administrador
general. La ley fijaba, además, en 10 millones de sucres el capital inicial de la institución,
y la división de sus acciones en dos tipos: las de clase A, a las que podían suscribirse los
bancos comerciales del Ecuador, y las de clase B, a las que podía suscribirse el público,
el Gobierno y las corporaciones. Otro aspecto importante de la ley era que el banco
actuaría como “cámara de compensación” para los bancos asociados. Finalmente, el
Banco Central inició sus operaciones con una buena cantidad de oro, entregado por la
Caja Central de Emisión y Amortización, la que a su vez lo había tomado de las reservas
de los bancos.
Así pues, a través de estas leyes, se puso en vigencia una legislación bancaria moderna,
fruto de un estudio detenido de las necesidades del país y de los nuevos sistemas bancarios
en el mundo; con las que se reemplazaba el caótico sistema bancario anterior, que había
demostrado ser deficiente, tanto en sus principios como en su aplicación.
Es preciso resaltar que gracias a la fundación del Banco Central del Ecuador, el país
abandonó definitivamente el sistema bancario “libre” de emisión –vigente desde el
inicio de su vida republicana y apartado de los avances que venían dándose a nivel
mundial– y pasó de un sistema desorganizado e incontrolable, a uno moderno, confiable
y, sobre todo, conducido por el propio Estado, gracias a la centralización del sistema
bancario a través de un Banco Central, el cual a futuro sería quien guie la política
económica, monetaria y financiera del país, de acuerdo a los verdaderos intereses del
Estado.
A esta entidad –que aparecía desde su fundación, como el centro mismo de la vida
económica nacional, y como la principal guía de su economía– se le encomendaron
las principales operaciones y facultades para conducir de modo adecuado los grandes
intereses de la economía nacional. Así, además de encargársele las tradicionales
operaciones propias de un banco, recibió el “derecho exclusivo” de emitir moneda,
con lo cual se estableció, por primera vez en el Ecuador, un sistema de emisión única,
guidada por el Estado, con la autorización de hacer préstamos y descuentos a los bancos
asociados, actuar como cámara de compensación para los demás bancos y, sobre todo,
ser el “único depositario de los fondos del Estado”, aspecto de enorme importancia, pues
–por primera vez en la historia ecuatoriana– la totalidad del metal precioso existente en
las bóvedas de los bancos, que meses antes habían sido emisores, pasaron a ser parte del
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tesoro nacional, y a servir, en consecuencia, de reservas del Banco Central, respaldando
la circulación monetaria nacional. Por lo dicho, bien se podría afirmar que la creación
del Banco Central del Ecuador, constituye el nacimiento de la moderna vida económica
del país.
Otra de las leyes de reforma, propuesta por la Misión Kemmerer y promulgada por
el Gobierno de Ayora, fue la Ley de Monedas, publicada el 19 de marzo de 1927. Entre
sus aspectos fundamentales, se destacan: (i) el retorno al patrón oro, patrón al que,
como veremos más adelante, se le harían grandes y profundas modificaciones, a fin de
adaptarlo a las nuevas necesidades ecuatorianas e internacionales; (ii) asignación de un
nuevo valor al sucre. El valor de nuestra moneda se fijó en cinco sucres por dólar, lo que
significaba una reducción del 41% sobre el valor legal anterior. Este tipo de cambio fue
sugerido por Kemmerer, en razón de que éste había sido el promedio de cambio de la
moneda ecuatoriana, durante los últimos cuatro años; y (iii) determinación de que, en
adelante, sería el Banco Central el encargado de acuñar las monedas: las de oro (uno
y dos cóndores), plata (50 centavos, uno y dos sucres), y monedas menores (uno, dos
y medio, cinco y diez centavos), previa la entrega del metal respectivo por parte del
Gobierno. Estas emisiones se hallarían sujetas a la autorización y dirección del Ministerio
de Hacienda, quedando el Banco Central autorizado para expedir reglamentos para el
retiro de monedas diferentes a las emitidas, que se hallaren en circulación.
Sin embargo, y como lo mencionamos antes, el principal cambio que le economista
Edwin Walter Kemmerer materializara en nuestro sistema monetario y económico, a
través de la Ley de Monedas, fue el retorno al patrón oro. Como se sabe, el Ecuador,
hasta mediados del siglo XIX, basaba su vida monetaria en el régimen bimetálico del oro
y de la plata, régimen que –a causa del alza de la plata a finales del siglo pasado– obligó
al Congreso del año 1898, a promulgar una nueva Ley de Monedas (publicada el 4 de
noviembre de 1898), que establecía únicamente el patrón oro. Este sistema se mantuvo
hasta el año 1914; sin embargo, a raíz de la Primera Guerra Mundial el Ecuador –
siguiendo el ejemplo de la mayoría de países del mundo, y obligado especialmente por los
intereses del sector bancario– dictó la famosa y controvertida Ley de Inconvertibilidad
Metálica de los Billetes de Banco, dentro de un sistema de “libre” emisión bancaria,
que rigió al país hasta el reformismo juliano, y que mantuvo al Ecuador en un proceso
de elevada depreciación monetaria e inflación, del que no habría salido, de no ser por
el movimiento revolucionario del 9 de julio de 1925, pues era el sector bancario que
gobernaba el país, el menos interesado volver al régimen de libre convertibilidad.
Afortunadamente, una de las principales preocupaciones de esta revolución fue la de
retornar al “patrón oro”, al que lo consideraba la única solución frente a la difícil situación
por la que atravesaba el país. El retorno a este patrón encontró serias dificultades, por
cuanto el Ecuador–junto a mayoría de países del mundo–había tomado una serie de
medidas de carácter proteccionista, con el objetivo de obtener la estabilidad de precios y
el pleno empleo al interior; por esta razón, el retorno al patrón oro debió enfrontar muy
serios tropiezos, hasta finalmente ser nuevamente aceptado, aunque profundamente
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modificado, pues lo que en realidad se implementó fue un sistema combinado, al que se le
llamó “patrón cambios-oro”, por el cual, junto al oro se guardaban y circulaban entre los
países las divisas más fuertes; en el caso ecuatoriano, el dólar y la libra esterlina, siempre
que fueran convertibles a ese metal precioso. De esta manera, en 1927, el presidente
Ayora, previo estudio del proyecto de Ley de Monedas presentado por la comisión
de expertos presidida por Kemmerer, y de los estudios efectuados por el Ministerio de
Hacienda, adoptó el sistema “patrón cambios-oro”.
Esta comisión de expertos, además de sugerir el patrón oro, sugirió también el valor
de nuestra moneda. Teniendo en cuenta lo sucedido durante los años de la dominación
bancaria, y la grave desvalorización que ésta había sufrido, se fijó el tipo de cambio
en diez sucres por libra esterlina, y cinco sucres por dólar americano, en razón de que
durante los cinco últimos años el valor oro del sucre papel del Ecuador, computado
en términos del tipo de cambio sobre los países regidos por el talón oro, había sido
considerablemente menor que la paridad legal de 24 peniques o de 44,665 centavos oro
americano, que contenía el sucre oro de la Ley de Monedas del año 1898. Estos valores
respondían también a que el nivel de precios y salarios se hallaba ajustado al valor oro
de un sucre equivalente, más o menos, a 20 centavos en moneda de los Estados Unidos;
a que se habían celebrado contratos con base en las tasas de cambio vigentes durante
los últimos cuatro años, y a que los comerciantes debían haber arreglado sus planes de
operaciones futuras, sobre la base de que las cotizaciones del cambio no se alejarían
mucho de los niveles de aquel año. La misión sostenía que cualquier tentativa de volver
a la paridad antigua de 2.0547 sucres por dólar, sería excesivamente desacertada.
Por último, la Ley Orgánica de Hacienda, expedida un año más tarde de la visita de
la Misión Kemmerer, organizó de manera definitiva todo lo relacionado a bienes y rentas
del Estado. Este cuerpo legal en realidad fue una recopilación de las recomendaciones
al Gobierno ecuatoriano de la Misión Kemmerer, varias de las cuales fueron iniciadas
durante el Gobierno de la primera Junta Militar.
Esta ley normaba los aspectos que competían a la Hacienda Pública; el Tesoro
Nacional; la Dirección de Ingresos; los bienes nacionales; la inversión de fondos públicos,;
la imprenta nacional: el crédito público; la administración de timbres y publicaciones;
los funcionarios y empleados públicos, y la Contraloría General del Estado.
Aparte de la enorme significación que estas leyes tuvieron para la reorganización,
modernización y mejoramiento de la vida económica del país, resulta fundamental
resaltar que ellas determinaron la creación de diversos “departamentos”, como la
Superintendencia de Bancos y la Contraloría General de la Nación, etc., los cuales,
conforme crecieron sus responsabilidades, necesidades y complejidad administrativa,
pasaron a contar con su propia personería y se convirtieron en organismos consustanciales
a la vida del Estado.
Dentro de este proceso de reforma resulta indiscutible el papel de trascendental
importancia desempeñado por la primera Junta Militar, encabezado y dirigido por Luis
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Napoleón Dillon, en calidad de Ministro de Hacienda. Esta Junta cumplió con un vasto
programa de reordenamiento y modernización, en todos los aspectos de la vida nacional,
especialmente en el económico. Incluso se puede afirmar que la Primera Junta realizó
un trabajo aún más complejo que el realizado por la comisión de expertos financieros
pues, además de adelantarse a la mayoría de aspectos que atendería esta misión, le tocó
en suerte encarar las reacciones s que este tipo de revolución conllevan, mientras que la
Misión Kemmerer realizó su trabajo una vez que ya se habían tranquilizado los ánimos,
y en el país reinaba un deseo casi vehemente por ayudar, en cuanto se pudiere, al trabajo
de dicha comisión.
Uno de los primeros y más trascendentales cambios que la Junta introdujo en la
vida económica del país, fue el nuevo concepto respecto del “circulante”, tema que
ya desde el año 1914, con la Ley Moratoria, había provocado una seria confrontación.
Pues, por un lado, Dillon, que representaba la cabeza del primero de los sectores en
disputa, veía en la emisión de los bancos, especialmente el Comercial y Agrícola de
Guayaquil, la directa responsable de la depreciación de la moneda y del acelerado
proceso inflacionario que comenzaba a vivir el Ecuador. Por esta razón, conjuntamente
con otros pensadores de la época, especialmente serranos, sostenía que un billete de
banco valía lo mismo que la moneda metálica que reemplazaba, lo que se confirmaba con
la inevitable depreciación que el billete sufría cuando su circulación excedía de cierto
límite definido. Por esto afirmaba que la única manera para detener dicha depreciación
era limitando el monto del papel moneda al del metal que estuvo previamente en
circulación, y que el medio más expedito para conseguir este objeto era dejando libre
el uso del billete del banco, haciéndolo convertible en moneda metálica a voluntad del
tenedor. Es decir, defendía la igualdad entre billete y moneda, y planteaba se obligue a
limitar la emisión descontrolada del papel moneda de los bancos al respaldo en metálico
que le correspondía tener, para lo cual sostenía que el mejor medio para asegurar este
respaldo era retornando a un sistema de libre convertibilidad.
Contraria a esta posición se encontraban los intereses del sector bancario,
especialmente costeño, a quienes no les convenía que se pusiera coto a su ilimitado
poder de emisión de papel moneda, y menos aún que se retornara a un sistema de libre
convertibilidad. La mayoría de autores de la época sostienen que el principal de esos
bancos, el Comercial y Agrícola, no poseía ni la cuarta parte del respaldo legal de las
emisiones que venido realizando desde varios años atrás, y había hecho costumbre el
que cada vez que el Gobierno necesitaba un empréstito, el dinero de salía por “cajones”.
No resulta, por tanto, difícil imaginar que con una ley en este sentido, este banco habría
quebrado a la media hora de abrir sus ventanillas, al tener que cambiar por oro y plata
el papel que por años había estado haciendo circular. Por esta razón vino la réplica de
los defensores y representantes del sector bancario, cuyos intereses y razonamientos se
vieron representados de manera especial en Víctor Emilio Estrada, quien, en oposición
a Dillon, sostenía la necesidad de la Ley Moratoria, y afirmaba que las críticas a esta ley
provenían de un falso concepto de lo que era el billete a bancario, definido generalmente
por su aspecto jurídico y no por el económico.
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Estrada defendía la legalidad de las emisiones que el Banco Comercial y Agrícola venía
haciendo pues, según él, el nacimiento del billete tenía su respaldo en las transacciones
que previamente habían sido realizadas por el público, el comercio, la industria y la
agricultura; transacciones de toda especie y plazo, que habían sido realizadas por medio
de pagarés, vales, letras de cambio, etc.; siendo estos documentos los que constituían la
clave para la emisión del billete, y no el oro que el banco guardaba en sus bóvedas: Para
él, cada billete estaba representado por una deuda del público o del Estado. Vemos, por
consiguiente, que Estrada se negaba a admitir la necesidad de la libre convertibilidad, y
que, por el contrario, defendía la Ley Moratoria. Además sostenía la idea de que no era
necesaria la igualdad entre billete y moneda, ya que según decía, se podía realizar cuanta
emisión de papel moneda fuera necesaria, pues a diferencia de la moneda, como ya se
dijo, éste tenía su respaldo en la serie de transacciones realizadas por los diversos sectores
de la población, y se hallaba respaldado o representado por una deuda del público o del
Estado. En definitiva, el sector bancario se oponía a limitar el monto de papel moneda al
del metal que guardaba en sus bóvedas, y peor aún aceptaba que se retorne al sistema de
libre convertibilidad, pues le hubiera significado la quiebra y la destrucción del cómodo
sistema que había creado, en beneficio de sus intereses.
Esta polémica llegó a su clímax con ocasión de la multa que la comisión fiscalizadora
de bancos del interior, nombrada por la Junta Militar, le impuso al Banco del Pichincha,
por haberse excedido en el duplo de emisión que le estaba facultado en razón del
50%, que determinaba la Ley de Bancos; multa que fue la chispa que encendió una
gigantesca discusión a nivel nacional sobre lo que comprendía el circulante, y en la
que intervinieron los dos sectores antes mencionados. El primero, el de Dillon, sostenía
que la circulación comprendía todos los billetes que hubieren sido emitidos, estén o
no en circulación; mientras que el segundo, los representantes bancarios, defendían
que dentro de la circulación no debía contarse los depósitos que se encontraren en
caja. Discusión que el Gobierno se limitaba a escuchar, y a la que finalmente puso fin,
expidiendo la Ley Interpretativa del Art. 5 de la Ley de Bancos, publicada en el Registro
Oficial, del 19 de agosto de 1925.
Esta ley, aunque transitoria, tuvo enorme repercusión en nuestro sistema económico,
pues introdujo dos importantes reformas al antiguo, férreo e invertebrado sistema:
en primer lugar, estableció que se consideraban pertenecientes a la circulación de
un banco todos los billetes que, habiendo sido emitidos, estuviesen destinados a las
operaciones diarias de dicho banco, ya sea que constaren como valores disponibles en
caja o estuvieren en manos del público; y, en segundo lugar, que los bancos regulasen su
circulante, de acuerdo con el oro y plata existente en sus bóvedas, y con los depósitos
en dólares y libras esterlinas en bancos acreditados en Nueva York o Londres. Estas
innovaciones, que hoy en día son aspectos del sistema monetario nacional, desde el año
1925 constituyen parte fundamental de nuestra legislación económica.
Pero ésta no fue sino una de las grandes obras que, en beneficio de la economía
ecuatoriana realizó Dillon, obras que poseen un valor aún más notable si se considera que
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fueron hechas dentro de un período de apenas seis meses. En primer lugar, las medidas
tendientes a reorganizar las finanzas del Estado, y que fueron: Ley de Impuestos Internos;
Ley de Timbres; Ley de Impuestos Municipales; asunción de los estancos por el fisco (pues
antes se hallaban en manos de particulares inescrupulosos); centralización de rentas;
actualización de los aranceles aduaneros; alza de los derechos consulares; revaluación de
los fundos rústicos; pago puntual de la deuda externa; elevación y reglamentación del
impuesto sobre herencias, legados y donaciones; revisión de sueldos, y reorganización del
tren de empleados públicos. En segundo lugar, las medidas tendientes al saneamiento y
organización de las instituciones monetarias y bancarias, para lo cual se adoptó dos tipos
de medidas: las transitorias y las definitivas. Entre las primeras se cuentan: el decreto
por el que se garantizaba la circulación de billetes del Banco Comercial y Agrícola;
ley sobre negociación de giros internacionales; nombramiento de la primera comisión
fiscalizadora de bancos del interior; prohibición de exportar oro; Ley Interpretativa del
Art. 5 de la Ley de Bancos; reformas a la Ley de Hacienda; decreto sobre los depósitos
del Banco Comercial y Agrícola; medidas punitivas contra los bancos infractores de la
Ley de Circulación, y normas para reemplazar el circulante en mal estado, por billetes
nuevos. Finalmente, entre las medidas definitivas, la principal preocupación del Ministro
de Hacienda, Dillon, fue la de establecer un Banco Central, siguiendo el modelo que
Kemmerer había instituido en Colombia y Chile, proyecto que lamentablemente chocó
contra los intereses opuestos del sector bancario, quienes levantaron a nivel nacional
una ola de oposición que terminó con la salida de Luis N. Dillon, no sin que antes
criticar duramente el exceso de entusiasmo de los ecuatorianos, por lo que podría hacer
la Misión Kemmerer, y la falta de confianza en lo que ya habían realizado sus propios
connacionales, en su famoso artículo periodístico intitulado “Patriotismo al revés”.
Sobre estos aspectos, el autor Raúl Andrade anota:
El innegable inspirador del incruento movimiento militar del 9 de julio de 1925
fue Luis Napoleón Dillon, con la cooperación desinteresada y patriótica de amplios
sectores nacionales. Dillon propuso y dejó en pie una reforma fiscal, que consistió en
el aniquilamiento parcial del sistema financiero asentado en la emisión de billetes sin
respaldo y la fundación del Banco Central del Ecuador como contrapartida.
Así, aunque la enorme obra desarrollada por Dillon fue opacada intencionalmente
por los mezquinos intereses de los sectores oposicionistas, hoy día brilla con luz propia
y da clara muestra de la gigantesca tarea realizada bajo su guía, pues incluso él desde
aquella época ya reconocía la real trascendencia de su obra, cuando mientras ocupaba su
cargo de Ministro, manifestó que lo que haría la Misión Kemmerer sería “perfeccionar
las reformas emprendidas” por la Primera Junta Militar. Afirmación que se hizo realidad,
ya que con las obras realizadas por su gabinete, y el trabajo desarrollado por la Segunda
Junta Militar, cuyo mayor logro fue el pactar con el sector bancario la creación de la
Caja Central de Emisión y Amortización, como paso previo a la fundación del Banco
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Central del Ecuador, la mayor parte del trabajo que le habría correspondido a Kemmerer,
ya había sido realizado antes de su llegada; cumpliéndose de esta forma lo que el ex
ministro Dillon ya había previsto con varios meses de anticipación.
Labor que ya ha sido reconocida en su real significación por autores como Paul
Drake, quien afirma: “los rebeldes dieron énfasis a la modernización del Estado y del
sector monetario y bancario. Sus reformas fiscales y financieras anticipaban casi todas
las recomendaciones que haría Kemmerer”.
Finalmente, sólo resta mencionar que aunque de la reorganización financiera
que implementara Kemmerer se esperaba la mejoraría de la capacidad crediticia del
Ecuador, esto no sucedió, lo que en parte se debió a que a pesar de haberse actualizado
la legislación económica, su economía se había estancado.
CONCLUSIÓN
Queda de esta manera expuesto el importantísimo papel que desempeñó la
comisión de expertos financieros, presidida por el economista Edwin Walter Kemmerer
dentro de la legislación económica ecuatoriana, comisión que vino a perfeccionar la
modernización del andamiaje bancario, monetario y fiscal, que se iniciaba en nuestro
país, y a otorgarle una nueva imagen económica, gracias a la que el Ecuador dejó de
ser el país que, en razón de la Primera Guerra Mundial, había dejado el patrón oro,
esto es su sistema de libre convertibilidad, y desarrollaba su vida económica basada en
un sistema bancario libre, por el cual el propio Estado devino en uno de los grandes
deudores de las emisiones ilegales de los bancos, especialmente del Banco Comercial
y Agrícola, para pasar, a edificar un Ecuador nuevo que contaría con una moderna
legislación económica, que había regresado nuevamente al sistema patrón cambios-oro,
que había roto su sojuzgamiento frente al poder del sector bancario costeño, que poseía
ahora un articulado sistema de rentas, de donde podría financiar sus necesidades, que
había estructurado un sector bancario que en adelante cumpliría su verdadero papel de
fuerza activa en el desarrollo nacional, que tenía pleno conocimiento de lo que era y
respaldaba su circulante, que poseía reservas áureas, un presupuesto bien estructurado,
que contaba con un sistema bien organizado de departamentos, quienes se encargarían
de las diversas funciones del Estado (como por ejemplo la contraloría General), que
había centrado finalmente su vida económica en un banco central, al que se le llamó
Banco Central del Ecuador.
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Carlos Marchán Romero
BIBLIOGRAFÍA
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DR. W. E. KEMMERER
Quito, 1926
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JUNTA PROVISIONAL DE GOBIERNO DE 1925.
De izquierda a derecha: Julio E. Moreno – Secretario General; Francisco Arízaga Luque, Modesto
Larrea Jijón, Luis Napoleón dillon, José Rafael Bustamante, Francisco Bolaños, Pedro Pablo Garaycoa
y General Francisco Gómez De la Torre, Quito, 1925.
REPRODUCCIONES SOBRE LA VIDA DE LUIS NAPOLEÓN DILLON,
Maquinaría textil de la fabrica La Internacional. 1926 aproximadamente.
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Sentados de izquierda a derecha: Humberto Albornoz, Pedro Leopoldo Nuñez, Alfonzo E. Gómez. De
pie de izquierda a derecha: Carlos Pérez Quiñonez, Modesto Sánchez Carbo, José Mora Arteta, Luis
Felipe Borja (hijo), Alberto Bustamante, Quito, 1926.
La Misión Kemmerer y el Dr. Pedro Leopoldo Núñez – Ministro de Hacienda, Quito, 1926.
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SECADORES DE CACAO
Bahía de Caráquez, 1912/00/00: En primer plano trabajadores agrícolas
pisando y pateando cacao en la calzada de una cale vista en perspectiva; a
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los lados algunas viviendas y al fondo una montaña
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ESTUDIOS
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FINANZAS
PÚBLICAS
ANTES Y DESPUÉS DE 1925
Rebeca Almeida Arroba,
Pedro Navas Cumba y
Alicia Pesantez Samaniego
1.
Breve reseña de la evolución de las finanzas públicas hasta 1930
E
l comportamiento de las finanzas públicas a lo largo de la historia no es monolítico,
evidenciándose características muy marcadas en distintos períodos.
De 1790 a 1860, la principal fuente de financiamiento proviene del tributo
indígena, cuyos ingresos son los que nutren las arcas públicas, a pesar de los continuos
intentos por erradicarlo, sin que en contraparte exista en el mercado interno, y menos
aún en el externo, una fuente alternativa (Van Aken: 1983, 68).
A partir de 1860 las actividades del país giran en torno al comercio exterior; en
un primer momento (hasta 1914) son los derechos de importación los que generan las
más altas rentas, mientras que de 1914 a 1920, las exportaciones proveen los mayores
ingresos a la Hacienda Pública, reemplazando al rubro importaciones, que disminuye
por efecto de las restricciones derivadas de la Primera Guerra Mundial.
Desde 1920 la crisis del cacao cuestiona el modelo de un Estado dependiente de los
ingresos del sector externo. La debilidad del comercio exterior conduce a la necesidad
de sustituir dichos rubros por partidas generadas en el mercado interno; no obstante,
su precariedad fuerza a insistir en seguir beneficiándose de los derechos arancelarios o
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bien de la entrada de importaciones y, al no ser esto suficiente, se recurre también al
mecanismo de la deuda. Por esta razón, la década de los 20 no sólo constituye un tiempo
de profundos cambios y modificaciones de orden social, político y económico, sino que
inaugura transformaciones que afectan la estructura misma del Estado, la naturaleza del
poder y las modalidades de Gobierno.
La vulnerabilidad del Estado y su dependencia respecto al sector agroexportador,
determina una adecuación del aparato jurídico institucional que propicia el fomento de
la exportación, de cuyo incremento depende el financiamiento de sus gastos, así como
el mantener la burocracia civil y militar asociada a cada Estado. Esta dependencia de la
economía con el sector externo y la incorporación del Estado al mercado mundial, motiva
una especialización de actividades de las regiones del país. “La Costa tomó a su cargo la
producción agrícola para la exportación, que en la primera fase adoptaría la forma de
monocultivo del cacao, mientras que la Sierra se especializó en la producción agrícola y,
en menor medida, industrial, para el consumo doméstico” (Moncayo, 1986: 4).
Son características de este período, en el campo de las finanzas, gran número de figuras
tributarias, la mayor parte de las cuales proporciona ingresos irrelevantes de recaudación
irregular, y la aplicación de complicados mecanismos de tributación. La asignación de
recursos es arbitraria, pues no responde a una política definida, siendo su único propósito
el mantenimiento del aparato estatal, cuya gestión prioriza los intereses locales. Además,
el manejo de la deuda es utilizado principalmente para suplir los frecuentes déficit
presupuestarios que se acumulan desde inicios de la República, comprometiendo recursos
por concepto de empréstitos contratados para las guerras de la Independencia.
La situación señalada provoca desequilibrios fiscales, que se agudizan progresivamente.
Así, por ejemplo, Víctor Emilio Estrada cataloga al “régimen hacendario”, como:
Prehistórico, desgraciadamente tan primitivo, no dejó huellas inventariables de
patrimonio nacional alguno. Tampoco el régimen colonial fue propicio para semejante
capitalización, y así la República sólo heredó tierras y montañas, en las que se dice hay
abundantes y variadas minas, halagüeña y única expectativa para este tipo de ingresos
(Estrada, 1919: 96).
A su vez, Luis Napoleón Dillon hace hincapié en que:
[La] pobreza endémica del fisco, déficit incurable del presupuesto nacional,
provenientes de la escasez de rentas públicas a causa de su mala recaudación, del pésimo
sistema tributario y de la bomba succionante de los gastos militares, fueron el legado
fatal que recibimos de nuestros padres, legado que lo hemos mantenido hasta hoy como
tradición sagrada (Dillon, 1979: 10).
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Las opiniones, en este sentido, se suceden. Los informes de Hacienda dan cuenta de
los descalabros del fisco, poniendo de manifiesto la ausencia de catastros, contabilidad,
estadística, la falta de organización de las entidades y organismos públicos y la inequidad
en el impuesto.
Este es el panorama y el antecedente de la Hacienda Pública y de la situación
económica en el país, en una época en que no logra consolidarse un Estado nacional
sino de élite, con escasa incidencia social, prescindente de planificación y caracterizado
más bien por la improvisación y la discontinuidad, lo que se evidencia en una fuerte
descentralización, no sólo administrativa sino también presupuestaria.
2.
Las finanzas públicas: la limitante de un Estado descentralizado
La descentralización y el regionalismo son aspectos característicos de la época, y de
la Hacienda Pública en particular, características que revelan la ausencia de un Estado
nacional consolidado y, más bien, el incremento de organismos regionales en los que el
Estado ha delegado su autoridad. El informe de la Comisión Permanente, presentado al
Congreso de 1922, evidencia esta situación, indicando:
Se han multiplicado juntas administrativas de caudales públicos, colecturías y
tesorerías especiales, a tal punto que el Estado y los municipios recorren la vía de un
progresivo despojo de sus atribuciones naturales, que nos da como consecuencia la
debilitación de la vida nacional y municipal, la incoherencia y la confusión rentísticas
y el desastre financiero (Ministro de Hacienda, 1931: 98).
La jurisdicción administrativa del Estado y de las municipalidades no estaba
delimitada, siendo imposible definir las funciones y adjudicar responsabilidades y recursos
a cada uno. Hay una autoridad central débil, frente a un sinnúmero de organismos
autónomos, que generan rentas descentralizadas y requieren, para su funcionamiento, la
creación de juntas especiales con sus respectivos tesoreros, colectores, etc., lo que da, a
nivel nacional, una sensación de fragmentación.
La anarquía tributaria, resultante de tal sistema, era horrorosa. No había dos
provincias, cantones o parroquias, hasta el 9 de julio de 1925, que estuvieren igualmente
gravados en la república. [...] los numerosos impuestos, [...] convertían a cada provincia
o a cada cantón, a veces, a cada parroquia, en repúblicas económicas independientes,
con imposiciones tributarias propias y con métodos de recaudación e inversión también
especiales (Dillon, 1976: 11).
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El malestar fiscal se refleja, además, en la asignación de recursos, para lo cual prima
el criterio regional y local, en detrimento del Gobierno central y sus ingresos.
En 1900 se hizo, por el Ministerio de Hacienda, cuenta prolija de los fondos de
libre disposición para el Gobierno, después de separar los descentralizados, y resultó que
aquéllos montaban apenas al 25% del valor del presupuesto de ese año (Dillon, 1976: 13).
En 1916, de un total de 16.5 millones de sucres recaudados por el Gobierno Central,
13.1 millones se asignaron a cuentas especiales y a entidades autónomas, dejando
únicamente 3.4 millones para gastos de administración general (Goode y Fox, 1955: 14).
Lo precedente explica los orígenes exiguos de los ingresos del Gobierno Central,
producto del desorden administrativo, de la deficiencia en el control de actividades y de
la descentralización que superpone los intereses locales, regionales, y aún individuales,
a los colectivos y nacionales.
3. Presupuesto: un objetivo técnico o un mecanismo de política
fiscal
La elaboración de presupuestos realizada tanto por la Función Ejecutiva como
Legislativa, no corresponde a las reales condiciones de la economía en su conjunto;
adolece de profundas fallas, como la no renovación, pues los presupuestos son mantenidos
por largos períodos; así, para el ejercicio 1909-1913, rige el presupuesto dictado por el
Congreso de 1908. Igual situación se da en 1917 y 1918, en que se mantiene el de 1916
(Estrada, 1919: 57).
Las modificaciones que se introducen a los presupuestos anteriores no responden a un
análisis detenido de sus rubros. El informe del Ministro de Hacienda de 1920 da cuenta
de esta situación, al referirse a los ingresos: “Se han calculado entradas en una cantidad
mayor que el ingreso del ejercicio anterior, sin más probabilidad que aquélla que todo año
posterior trae como consecuencia un aumento” (Ministro de Hacienda: 1919, VII).
Cuando se prepara una nueva Ley de Presupuesto, ésta no contempla las reales
condiciones y necesidades del país; la falta de previsión se observa en el presupuesto que
se hace en 1919, que “no tiene por fundamento la evolución fiscal de este año, sino la
del anterior (1818) y como va a regir en 1920, resulta que la base de apreciación tiene
dos años de atraso” (Estrada, 1919: 59).
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De otra parte, deliberada y permanentemente, se sobrestiman las entradas y se
subestiman los egresos y, es así que, en lugar de calcular un nuevo esquema de ingresos y
gastos, el Gobierno prefiere mantener el presupuesto de 1920 durante cinco años.
Las contribuciones y los impuestos aumentan anualmente, pero no va a acrecentar
las rentas de administración, sino que se destinan a servicios independientes del Poder
Central. En cuanto a los ingresos comunes, es notoria su disminución, por efecto de la
descentralización de rentas y por la adjudicación que de ella se hace para otros servicios.
El presupuesto utilizado en el país
sólo es un resumen de entradas y salidas reales, que apenas si son un factor de los varios
que integran el concepto de una economía nacional. […] es más que incompleto, pues
hace caso omiso de los créditos pendientes contra el Tesoro, originados en préstamos a
corto plazo en las instituciones bancarias, [...] elude tratar de cuantiosos pagos reales que
pesan fuertemente en la práctica sobre su haber y destruyen forzosamente su equilibrio
anual (Estrada, 1919: 62)
Así se formulan los presupuestos, sin ninguna coherencia ni ajustados a una política
definida; su objetivo “no es sino el de equilibrar los ingresos con los egresos, la necesidad
efectiva no importa nada, mientras lo esencial es el [balance] de las operaciones
numéricas” (Ministro de Hacienda, 1920: VII). Por esta razón, el presupuesto no
constituye un instrumento de política económica para los gobiernos, pues no usan los
ingresos para afectar la distribución de la riqueza; la asignación de recursos no responde
a determinaros criterios, y simplemente es un requisito que debía cumplirse cada año,
bajo la responsabilidad de un nuevo Ministro de Hacienda Pública. Para ejemplificar
este orden caótico, es suficiente recordar que en el período 1895-1919, se suceden 23
ministros en 24 años de Gobierno liberal (Estrada, 1919: 32).
La anarquía en las finanzas públicas propicia y agudiza los problemas de orden
económico y social, que afectan el normal desarrollo de las actividades del país.
4.
Ingresos públicos: un Estado desestabilizador
Un aspecto importante en la preocupación del Estado es la forma a través de la
cual puede proveerse de entradas para financiar su presupuesto y, de esta manera, poder
cumplir con su política fiscal. Para realizar esta tarea, el Estado tiene tres opciones:
ingresos provenientes del mercado interno, recursos que se originan en el sector externo
y la deuda pública.
La revolución de 1895 dibuja un Estado liberal dependiente del sector externo.
Mientras dura el auge del cacao, que sustenta y hace viable el modelo promovido por la
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fracción exportadora, el fisco no tiene obstáculos para hacer gravitar el financiamiento
presupuestario de los derechos de importación y, por lo mismo, no es un agente
desestabilizador de la economía. No obstante, la crisis cacaotera hace perder firmeza a
dicho modelo de crecimiento y erosiona profundamente el comercio exterior, sin que el
Estado pueda, abruptamente, cortar las ataduras que lo ligan con los derechos arancelarios.
En efecto, en los años 20, las plantaciones de cacao son azotadas por dos fenómenos
que se conjugan para provocar su descalabro: la caída de su precio internacional y la
ostensible baja de sus cosechas como secuela de las plagas. En el mercado de Nueva
York el cacao baja de 26 a 6 dólares por quintal, situación que se da cuando llega a
representar más del 70% del valor total de las exportaciones del país (Hurtado, 1983:
97).63 Sin embargo, el descenso del cacao no es seguido por una caída drástica del peso
de los derechos de importación en el financiamiento del presupuesto del Estado, sino que
la pérdida de importancia de su participación es progresiva (el 30 y 40% de los ingresos
del Estado continúan siendo fruto de los impuestos recaudados a través de las aduanas)
(Anexo 4). Esta tendencia decreciente se explica por el esfuerzo que realiza el Estado por
mantener estable esta fuente primordial de ingresos para las arcas fiscales y, lo que es más,
trata de compensar la disminución de sus entradas por las exportaciones, fomentando
los impuestos o el volumen de las importaciones. Así, los impuestos al comercio exterior
quedan reducidos a un poderoso y eficiente instrumento de recaudación, que proporciona
el mayor porcentaje de los ingresos de la Hacienda Pública.
Dada la recesión de la economía interna, son las rentas provenientes del comercio
exterior las que sirven para sustentar los gastos estatales, especialmente en lo que se
refiere al mantenimiento de la burocracia y el ejército (Bonilla y otros, 1978: 12). De
esta manera, los gravámenes a las importaciones no se asumen como un instrumento de
política de comercio exterior, para protección y aliento económico de las actividades
productivas internas, sino como un mecanismo fiscal que asegura el financiamiento de
lo sustancial de los ingresos del Estado.
Esta forma peculiar de aprovecharse de los impuestos al sector externo, convierte al
Estado en un actor interesado en el proceso de inestabilidad monetaria, ya que utiliza los
aranceles a las importaciones o el fomento de las mismas, como un recurso indispensable
para cubrir las necesidades del fisco.
En razón de que el Estado no puede prolongar indefinidamente su estrategia de
desestabilizar la economía, como medio para financiar sus presupuestos, se ve obligado a
imprimir un giro a sus intereses y a comenzar a poner atención en las entradas generadas
por el mercado interno.
A partir de 1920, ocurre un quinquenio de incremento desordenado de gravámenes,
principalmente en la forma de recargos adicionales sobre bases tributarias existentes o
de nuevos impuestos particularizados sobre determinadas actividades y determinados
63 Además, véase anexos 1 y 2.
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productos; gravámenes que dieron origen a injustas e irritantes exenciones y
contribuyeron al quebranto de la economía nacional, no tanto por su cuantía cuanto por
las odiosas trabas que crearon para el comercio y para la movilización de los productos
dentro de la república (Ministro de Hacienda, 1931: 97).
El hecho marca un cambio en el carácter del Estado: va progresivamente perdiendo
su espíritu liberal y cobrando una fuerza nacional; más específicamente, comienza a
preocuparse por las actividades internas, que pasan a adquirir un mayor peso en los
ingresos del Estado. La nueva aspiración del Estado se refleja en aumento de los impuestos
internos; sin embargo, esta tendencia al alza no es mayor por la parálisis de la producción
interna y por las reacciones que provoca entre los productores y consumidores cualquier
intención por subir las recaudaciones fiscales. Las fricciones conducen a la Hacienda
Pública a efectuar concesiones, entre las que cabe resaltar las siguientes: la asignación
de obras públicas de escasa trascendencia nacional. pero eficaces para contener las
animosidades locales y provinciales; el remate de partidas presupuestarias, caso de los
estancos de tabaco y azúcar, que arrojan pérdidas a las arcas fiscales pero que, en cambio,
representan un importante filón de riqueza complementaria para sus rematistas.
Tanto los monopolios de tabaco, alcohol y explosivos, cuanto la recaudación de
impuestos, eran repartidas por el Estado; los primeros entregaban pocos réditos al
Gobierno, en tanto que los agentes que fungían de recaudadores de impuestos para el
Gobierno en provincias, adquirieron mala fama por no recaudar muchos de los impuestos
vencidos, por cobrar otros lentamente, por invertir esos fondos para su propio beneficio,
y por cobrar frecuentemente al Gobierno más de lo que entregaban (Drake, 1984: 222).
Aunque el remate de los estancos o monopolios representa un renglón vital para el
florecimiento de grandes fortunas del sector privado (Dillon, 1976: 145), también es
un ítem fundamental de ingresos no tributarios para el Estado: incluso en 1923 y 1924
llegan a representar el 44.79 y 45.21 % del total del presupuesto (Anexo 8). Con esa
actitud, la Hacienda Pública adquiere una posición ambivalente: por un lado, al gravar
la producción del tabaco, azúcar, alcohol y aguardiente, presiona sobre la estructura
productiva; por otro lado, al permitir el remate de los estancos, favorece la acumulación
de capitales en el sector privado.
El afán del fisco por, paulatinamente, inclinarse por los impuestos internos como
medio sustancial para nutrir sus ingresos, choca con serias limitantes: la frágil producción
interna, la necesidad de hacer concesiones a los contribuyentes y la ausencia de una
adecuada técnica fiscal, la cual hace que las entradas originadas en el mercado interno
sean erráticas y exiguas.
Esa notable imperfección de nuestros catastros, otro grave factor que concurre a la
falta de generalidad y de justicia del sistema tributario vigente, pues muchas fortunas
agrícolas y mercantiles, por no figurar en los padrones, se sustraen al pago del impuesto,
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y otros constan en ellos con avalúos muy interiores o muy superiores a los que realmente
les corresponde (Ministro de Hacienda, 1922: 31).
El problema anotado da lugar a que la estrategia del Estado, de mirar hacia la
economía interna, sea una solución parcial. La deuda se convierte así en el mecanismo
indispensable para el sostenimiento de las arcas públicas. Al recurrir a los préstamos
internos, el fisco se convierte en actor protagónico del descalabro monetario y financiero,
pero al proponer, mediante su elevación, el incremento de los impuestos, coadyuva a
apuntalar los niveles de ingreso de los productores y consumidores.
La mayor parte de los créditos son internos y financiados primordialmente por la
banca de Guayaquil; los déficit registrados en el período 1920-27, con excepción de
1926, que hay superávit (Anexo 10), son cubiertos con recursos internos adquiridos
principalmente por el Banco Comercial y Agrícola que, en 1925, llega a controlar el
70.81% de la deuda interna pública.
No obstante, es preciso destacar que en el quinquenio 1920-25, las entidades
descentralizadas manejan préstamos que no son registrados en la contabilidad general de
la Hacienda Pública, por lo que es difícil saber la cuantía total de la deuda. El manejo de
ésta es irregular; así, en 1925, el servicio de amortización e intereses es suspendido, lo que
oficializa un comportamiento frecuente de los gobiernos, por no pagar las obligaciones
adquiridas. Es sólo a raíz de 1928 que el presupuesto del Estado incluye la partida destinada
al servicio de la deuda, lo cual queda establecido para el futuro. “En 1928 se incluye el
servicio anual completo de la deuda externa entre las asignaciones presupuestarias, y
principian las labores de la comisión revisora de la deuda interna para la organización
definitiva del servicio anual respectivo” (Ministro de Hacienda, 1931: 105).
El proceso descrito muestra a un Estado envuelto en un trágico papel: ser al mismo
tiempo agente desestabilizador de la economía y equilibrador de las relaciones productivas
existentes. La tensión que se suscita es creciente, ya que el fisco pugna por dejar atrás
los rasgos de una política liberal pero, simultáneamente, no encuentra en una política
nacional la posibilidad de cubrir satisfactoriamente sus necesidades, debido a la debilidad
del mercado interno.
Los matices y cambios señalados pueden observarse segmentando el período en
cuestión en dos fases: 1920-25 y 1925-30. En la primera, el Estado mantiene inalterable su
antigua dependencia con el comercio internacional, si bien se realiza un primer intento
de centralización (Alexander, 1985: 173) de las rentas fiscales y se aspira a introducir
gravámenes tributarios y no tributarios sobre las actividades internas, circunstancia que
refleja la nueva estrategia por relievar el peso del mercado interno en la financiación de
los recursos del Estado. En efecto, se puede constatar que en este primer quinquenio, las
únicas reformas tributarias de carácter general, corresponden al remate del Estanco de
Alcoholes y Tabaco, cedido a empresas privadas, el impuesto a las ventas y el cobro en
oro de los derechos de exportación (Ministro de Hacienda, 1971: 97).
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En la segunda fase, con la Revolución Juliana, se pretende introducir modificaciones
sustanciales a las finanzas públicas, que tienden a consagrar la
CUADRO 1
DEUDA INTERNA Y DEL GOBIERNO CON EL BANCO COMERCIAL Y
AGRÍCOLA
Años
Deuda interna
1914
1920
1925
1930
15’229.458,60
25’449.148,83
38’600.680,23
10’836.977,83
Deuda del Gobierno con BCA
6’247.045
9’646.347
27’262.496
%
42,02
37,87
79,81
Fuentes: Luis Napoleón Dillon: 1976, 16.
Ministerio de Hacienda y Crédito Público: 1931, 97.
Luis Alberto Rodríguez: 1985, tabla 33.
Elaboración: Rebeca Almeida A., y Alicia Pesantez S.
orientación hacia el mercado interno. A partir de 1920, la economía ecuatoriana se
deteriora progresivamente; la crisis del cacao deja como secuela un profundo desequilibrio
monetario y fiscal, que mina la confianza de la ciudadanía sobre la capacidad de los
gobiernos liberales para manejar la economía. Es más, se le responsabiliza del desorden
bancario, del caos fiscal, del endeudamiento, de la depreciación del sucre y del alto costo
de la vida (Drake, 1984: 223-225 y Anexo 3). Los fenómenos anotados crean el espacio
para la revolución del 9 de julio de 1925, que pone las bases para una organización fiscal
que responda a la expansión de los sectores productivos del interior. Las principales
innovaciones de la Primera Junta podrían resumirse en las siguientes: la nacionalización
de los estancos de alcohol y tabaco; supresión de la multitud de pequeños impuestos de
escaso valor financiero, simplificando la contabilidad rentística y sujetando el proceso
de recaudación a un control eficiente: derogación de los impuestos de explotación para
muchos productos nacionales y reducción de los gravámenes para cuatro: cacao, tagua,
cuero y paja toquilla que, por consideraciones financieras, continúan sujetos a impuestos
de exportación; eliminación de numerosos recargos adicionales y otros se agrupan en el
principal respectivo; desaparición de multitud de organismos autónomos, subsistiendo en
este grupo la Asistencia Pública y Rentas Patrimoniales de Instrucción Pública; supresión
de las colecturías y, posteriormente, las llamadas receptorías fiscales, concentrándose las
recaudaciones en las tesorerías; revisión del arancel de aduanas, tasas portuarias, derechos
consulares y Ley de Timbres, poniendo fin a una serie de oscuros manejos entre aduaneros
e importadores; establecimiento de una reglamentación y recargo de impuestos sobre
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herencias, legados y donaciones; se fija una linderación precisa y definitiva entre las bases
de tributación fiscal y las municipales (Ministro de Hacienda, 1931: 101-102).
El saneamiento fiscal ocasiona el descontento de las personas que obtenían provecho
de la anarquía fiscal; las clases altas de ambos lados de los Andes aúnan esfuerzos para
impedir que se consagren estas modificaciones y para derrocar a la primera Junta de
Gobierno, autora de dichas reformas. De esta manera, se nombra una segunda Junta
de Gobierno, cuyo régimen fenece el 31 de marzo de 1926, que mientras permanece
en el Poder reactiva las negociaciones con la Misión Kemmerer, que se erige en árbitro
del conflicto existente. Sin embargo, es al Gobierno de Isidro Ayora al que le toca en
suerte llegar a un feliz acuerdo con la misión norteamericana, ello. de abril de 1926
(Alexander: 1985, 164-165).
El profesor Kemmerer no sólo se ocupa de una reorganización monetaria, sino que
pone especial interés en armonizar las finanzas públicas. El problema medular se centra
en eliminar los frecuentes déficit presupuestarios, para lo que recomienda plegar a una
nueva técnica fiscal que posibilite sortear el caos de los ingresos y gastos que efectúa
el Estado. Sobre asuntos fiscales propone un novel cuerpo de leyes que, en materia
presupuestaria, impuestos a la renta, aranceles, etc., vaya aceleradamente saneando las
arcas públicas. El resultado de sus esfuerzos se ve premiado con un incremento en las
recaudaciones, fruto de este manejo más ordenado y eficiente. “El aumento de ingresos
es efecto de una serie de medidas deliberadas, determinadamente calculadas en cuanto
a sus resultados y concertadas para la realización de un plan de conjunto maduramente
preparado en todos sus detalles, cuyo objetivo es el saneamiento hacendario y
económico” (Ministro de Hacienda, 1931: 105).
La transformación no se detiene ahí pues, precisamente, el espíritu de las reformas
es otorgar una mayor participación a las entradas derivadas del comercio interno en
la financiación del presupuesto. En el segundo quinquenio, las rentas provenientes
del comercio exterior disminuyen progresivamente, registrando un comportamiento
decreciente (la tasa de crecimiento es de -7.56%); mientras que los impuestos internos,
que en 1926 representan el 12,44% se elevan al 15% en 1930, debido a la eficiencia en
el cobro de impuestos y a los nuevos gravámenes que se crean.
Los ingresos no tributarios pasan a ser los más significativos en el presupuesto total
(48% en promedio), lo cual se debe al incremento de la recaudación proveniente de
los estancos, que pasan a ser controlados directamente por el Estado. La recaudación
por la venta de timbres fiscales disminuye y los ingresos por tasas y rentas patrimoniales
se mantienen constantes; el rubro de otros ingresos no tributarios sufre un notable
incremento, debido a las reformas introducidas y a la recaudación de cuentas pendientes
de pago, que se agrupan. Los ingresos por rentas de años anteriores, alcances de cuentas
y otros ingresos no especificados llegan, en 1927, a $ 17’408.838,41, que representa el
26,72% del presupuesto total; porcentaje que casi triplica la recaudación, por concepto
de exportaciones en el mismo año.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
En conclusión, las reformas introducidas por la Misión Kemmerer, fortalecen el
poder del sector público, al aumentar su autonomía y al otorgarle un mayor dinamismo,
gracias a su reciente capacidad de planificación y administración de sus recursos.
5.
Gastos: un Estado estabilizador
Los egresos del sector público “reflejan los criterios de asignación de recursos, las
políticas sectoriales y funcionales, las políticas del servicio y empleo, y en general la
concepción de la política de desarrollo del Estado” (Tantaleán, 1979: 28).
Sin embargo, en el país esta situación no se evidencia, ya que el presupuesto y,
particularmente, los gastos, se distribuyen sin responder a una política que redunde en
el desarrollo de la economía interna.
En los primeros años de la década, las asignaciones presupuestarias se agotan,
fundamentalmente en gasto corriente, tocándole en suerte al Ministerio de Guerra, Deuda
e Instrucción Públicas, ser el más beneficiado del reparto de las recaudaciones, en el primer
quinquenio (21,62, 19,44 y 12,53 %, en promedio, respectivamente (Anexos 6 y 7).
Este resultado no debe sorprender, pues se trata de un Estado liberal, cuyos principales
ingresos se deben al comercio exterior y, por consiguiente, no tiene interés alguno en
promocionar la actividad industrial y la agricultura del altiplano.
La crisis cacaotera hace tambalear y, a la postre, sucumbir al sistema de
subordinación del Estado a las rentas provenientes del sector externo. El fisco no puede,
bruscamente, cortar su dependencia de los derechos arancelarios y se convierte en
agente desestabilizador de la economía, al alentar la elevación de importaciones o el
incremento de impuestos, como medio para atenuar el impacto del desequilibrio de las
exportaciones; pero, al mismo tiempo, se ve forzado a desarrollar el mercado interno,
con el propósito de convertirlo en una fuente creciente de ingresos para la Hacienda
Pública. Así, en el siguiente quinquenio, se altera el gasto y es notorio el comienzo
de una política tendiente a impulsar las actividades productivas internas, mediante la
construcción de obras públicas, que pasan a ser el principal renglón del gasto fiscal
(Obras Públicas 17,25%; Ministerio de Guerra, 16,81%, y Deuda Pública, 15,15%).
Como ya se estableció, los recursos del mercado interno son limitados por la
debilidad de la estructura productiva interna, lo que lleva al Estado a endeudarse
progresivamente. La deuda pública interna, aunque contribuya a exacerbar la plétora de
oferta monetaria, causa de la zozobra económica, posibilita la difusión de obras públicas,
pospone el incremento de impuestos y el fortalecimiento de una clase media que ocupa
diferentes funciones civiles y militares. Este rol que juega el gasto público, en gran parte
financiado con deuda interna, lo convierte en un poderoso instrumento que empieza a
ser utilizado como estímulo a la economía.
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CONCLUSIONES
Desde una perspectiva fiscal, durante el período 1920-30, se pueden distinguir
dos etapas marcadas: (a) una fase de anarquía y descentralización en el manejo de los
recursos públicos (1920-26), en que no existe ninguna programación presupuestaria, y
(b) una etapa de utilización de los ingresos, gastos y endeudamiento, para atender a una
política de centralización (1927-30).
Hasta alrededor de 1920, las finanzas públicas gravitan en torno a los recursos del
sector externo, que son la principal fuente de ingresos del Estado.
Después de dicha fecha, sobre todo en el segundo quinquenio (1925-30), el Estado
procura cortar sus vinculaciones con los ingresos del sector externo, para poner atención
en aquéllos generados en el mercado interno. El cambio refleja la transformación del
Estado liberal, que progresivamente busca orientar su política hacia el desarrollo de la
actividad industrial y de la agricultura del altiplano.
El Estado recurre a la deuda frente a la estrechez del mercado interno, que no llega
a aportar con los recursos suficientes para cubrir sus gastos. La situación de la deuda es
ambivalente, pues, por el lado de los ingresos, contribuye a desestabilizar la economía,
al presionar por crédito ante la banca privada (fundamentalmente la de Guayaquil),
pero, por el lado del gasto, se convierte en un instrumento de apoyo a la expansión de
las actividades productivas internas.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
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Cuadros
No.
Deuda interna y del Gobierno con el Banco Comercial y Agrícola.
Anexos
No. 1 Valor de la exportación total del Ecuador, exportación de cacao y relación
porcentual.
No. 2 Volumen y valor de las exportaciones e importaciones. 1920-30.
No. 3 Cotizaciones e índices de precios, 1914-30.
No. 4 Resumen de los ingresos del presupuesto del Estado, tasas de crecimiento y
porcentajes del total. 1920-30. Sucres corrientes.
No. 5 Resumen de los ingresos del presupuesto, tasas de crecimiento y porcentajes del
total. 1920-30. Sucres constantes.
No. 6 Resumen de los egresos del presupuesto del Estado, tasas de crecimiento y
porcentajes del total. 1920-30. Sucres corrientes.
No. 7 Resumen de los egresos del presupuesto del Estado, tasas de crecimiento y
porcentajes del total. 1920-30. Sucres constantes.
No. 8 Resumen de los ingresos agregados 1920-30.
No. 9 Presupuestos y liquidaciones de ingresos y gastos agregados. 1920-30.
No. 10 Deuda pública, déficit o superávit de liquidaciones. 1920-30.
No. 11 Ingresos liquidados 1920-30. Sucres corrientes.
No. 12 Egresos liquidados 1920-30. Sucres corrientes.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 1
VALOR DE LA EXPORTACIÓN TOTAL DE CACAO DEL ECUADOR, Y
RELACIÓN PORCENTUAL (MILES DE SUCRES)
Exportación
Años
1914
1915
1916
1917
1918
1919
1920
1921
1922
1923
1924
1925
1926
1927
1928
1929
1930
Total
(a)
26.876
26.533
36.152
33.558
27.500
43.221
49.592
33.969
46.107
38.386
61.268
72.512
63.571
95.757
98.379
86.037
80.647
Exportación
Cacao en grano
%=b/a
(b)
20.769,3
19.938,1
26.235,8
21.947,2
11.116,6
29.491,0
35.573,4
20.363,0
30.241,0
18.890,4
30.249,7
33.986,2
26.436,1
36.908,1
29.653,1
21.256,3
23.403,6
77,28
75,14
72,57
65,40
40,42
68,23
71,73
59,95
65,59
49,21
49,37
46,87
41,59
38,54
30,14
24,71
29,02
Fuentes: Hans Heiman, Estadísticas de las exportaciones del Ecuador 1940-1942 (Con series
históricas anteriores), Quito,Ministerio de Economía, 1943,tabla 1
Elaboración: Rebeca Almeida., Alicia Pesantez S.
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43.495
23.486
33.582
36.805
52.003
55.235
47.073
57.050
82.924
84.835
63.981
49.892
33.969
46.107
38.386
61.268
72.512
63.571
95.757
98.379
86.037
80.647
Importación Exportación
6.397
10.483
12.525
1.581
9.265
17.277
16.498
38.707
15.455
1.202
16.666
Saldo
43.495,00
23.221,28
29.357,46
29.415,76
36.803,26
37.559,50
25.529,04
33.238,17
59.024,84
58.126,07
44.143,09
Importación
49.892,00
33.586,11
40.306,84
30.679,35
43.360,23
49.307,77
34.476,38
55.789,44
70.025,62
58.949,64
55.641,64
Exportación
6.397,00
10.364,83
10.949,38
1.263,59
6.556,97
11.748,27
8.947,34
22.551,27
11.000,78
823,57
11.498,55
Saldo
(Miles de sucres 1920=100)
Miles de kilos1-2
50.896
43.846
63.717
67.130
84.611
79.126
75.585
83.852
102.003
101.451
89.445
82.598
89.887
91.926
80.496
84.883
87.244
92.812
137.945
224.695
234.251
235.427
Importación Exportación
Fuente: BCE, 1954; Heiman, 1943; Alexander, 1985. Elaboración: Rebeca Almeida A., Alicia Pesantez S.
1920
1921
1922
1923
1924
1925
1926
1927
1928
1929
1930
Años
(Miles de sucres corrientes) 1-2
VOLUMEN Y VALOR DE LAS EXPORTACIONES E IMPORTACIONES 1920-1930
ANEXO No 2
1-2
Carlos Marchán Romero
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 3
COTIZACIONES E ÍNDICE DE PRECIOS 1914-1930
Años
1914
1915
1916
1917
1918
1919
1920
1921
1922
1923
1924
1925
1926
1927
1928
1929
1930
Aduana del Ecuador
(Ministerio de
Hacienda)
2,11
2,15
2,23
2,48
2,57
2,14
2,25
3,46
4,27
4,79
5,03
4,32
5,12
5,01
5,02
5,03
5,05
Superint. de
Bancos
(Término Medio)
2,101
2,119
2,270
2,497
2,588
2,147
2,245
3,555
4,214
4,836
5,060
4,305
5,110
4,990
5,002
5,053
5,050
Sucres por
Dólar
2,10
2,16
2,27
2,44
2,35
2,11
2,38
4,14
4,55
4,00
5,41
4,41
4,69
5,00
5,02
5,06
5,05
Índice de
Precios
100,00
101,14
114,39
125,12
141,30
147,06
184,39
171,64
140,49
145,95
144,94
Fuentes: Paul Drake, 1984; Hans Heiman, 1943; Linda Alexdander, 1985.
Elaboración: Rebeca Almeida A., Alicia
179
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Derechos
Timbres fiscales
Tasas
Rentas patrimoniales
Otros no tributarios
Ingresos extraordinarios
Saldos en tesorerías y consulados
Saldos de cuentas
Total de ingresos
Ingresos de la actividad empresarial
Sobre el patrimonio
A la transmisión de dominio
A las transacciones financieras
A la producción y consumo
Sobre movilización y transporte
Otros ingresos
No tributarios
A la renta
Al comercio exterior
Exportaciones
Importaciones
Impuestos internos
Tributarios
INGRESOS
Ingresos corrientes u ordinarios
26.240.756
2.112.550
732.189
774.158
150.422
206.502
78.373
439.766
3.034.031
486.734
490.690
13.161
604
375.399
128.874
43.581
8.586.857
3.748.303
4.838.554
2.963.202
1.013.357
771.306
639.412
164.770
197.812
67.112
638.047
24.797.575
11,56
8,05
2,79
2,95
0,57
0,79
0,30
1,68
100,00
72
74
846
35
12
32
18
24
76
9
75
48
44
212.624
508.606
14.664
529
409.187
144.296
1,85
1,87
0,05
0,00
1,43
0,49
84
8.505.556
3.414.334
5.091.221
1921
Valor
41.532
32,72
14,28
18,44
%
0,17
45
66
33
99
1920
Valor
828
38
89
98
2
6
4
76
48
97
64
39
82
21
58
64
39
3
100,00
4,09
3,11
2,58
0,66
0,80
0,27
2,57
11,95
0,86
2,05
0,06
0,00
1,65
0,58
0,17
34,30
13,77
20,53
%
26.828.607
1.360.756
823.413
777.672
161.174
512.166
183.141
243.651
4.141.970
711.500
1.509.557
15.834
340
394.720
153.483
17.138
7.911.042
3.424.849
4.486.193
1922
Valor
RESUMEN DE LOS INGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 4
846
35
12
32
18
24
76
74
72
9
75
48
44
84
45
66
33
99
100,00
5,07
3,07
2,90
0,60
1,91
0,68
0,91
15,44
2,65
5,63
0,06
0,00
1,47
0,57
0,06
29,49
12,77
16,72
%
Carlos Marchán Romero
180
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 181
Al comercio exterior
Exportaciones
Importaciones
Impuestos internos
A la renta
Sobre el patrimonio
A la transmisión de dominio
A las transacciones financieras
A la producción y consumo
Sobre movilización y transporte
Otros ingresos
No tributarios
Ingresos de la actividad empresarial
Derechos
Timbres fiscales
Tasas
Rentas patrimoniales
Otros no tributarios
Ingresos extraordinarios
Saldos en tesorerías y consulados
Saldos de cuentas
Total de ingresos
Tributarios
Ingresos corrientes u ordinarios
INGRESOS
26.926.770
4.836.201
1.408.937
923.097
831.989
182.807
370.421
399.564
566.655
65.739
500.988
667.335
15.679
562
330.924
169.561
7.828.151
2.452.517
5.375.634
Valor
868
10
65
41
85
37
32
12
100,00
17,96
5,23
3,43
3,09
0,68
1,38
1,48
2,10
91
60
26
27
99
62
0,24
1,86
2,48
0,06
0,00
1,23
0,63
29,07
9,11
19,96
%
51
63
22
85
1923
30.075.775
4.992.021
1.921.299
1.016.178
1.007.305
168.746
688.386
877.508
292.679
49.415
566.457
603.641
17.804
992
386.348
184.505
8.651.241
2.653.548
5.997.693
Valor
857
70
78
26
45
90
2
43
46
17
64
50
1
4
85
40
63
35
98
1924
100,00
16,60
6,39
3,38
3,35
0,56
2,29
2,92
0,97
0,16
1,88
2,01
0,06
0,00
1,28
0,61
28,76
8,82
19,94
%
53.356.809
6.510.033
3.714.862
1.396.420
1.434.021
244.223
1.364.128
25.099
144.574
1.096.178
1.125.291
56.712
2.345.476
556.561
261.878
16.540.673
7.241.897
9.298.775
Valor
836
78
45
56
17
70
73
53
10
31
72
2
79
84
2
95
37
32
1925
100,00
12,20
6,96
2,62
2,69
0,46
2,56
0,05
0,27
2,05
2,11
0,11
4,40
1,04
0,49
31,00
13,57
17,43
%
RESUMEN DE LOS INGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 4
Tasas de Creci.
18,68
17,57
23,10
14,34
14,93
11,56
62,20
59,83
16,87
77,57
51,06
44,30
50,10
23.629,16
10,02
15,91
18,54
28,82
41,65
Per. 1920-1925
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
181
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 182
INGRESOS
Saldos en tesorerías y consulados
Saldos de cuentas
Total de ingresos
Ingresos corrientes u ordinarios
Tributarios
Al comercio exterior
Exportaciones
Importaciones
Impuestos internos
A la renta
Sobre el patrimonio
A la transmisión de dominio
A las transacciones financieras
A la producción y consumo
Sobre movilización y transporte
Otros ingresos
No tributarios
Ingresos de la actividad empresarial
Derechos
Timbres fiscales
Tasas
Rentas patrimoniales
Otros no tributarios
Ingresos extraordinarios
18,59
3,79
1,93
3,94
0,39
4,50
11
11.441.233
2.332.363
1.184.592
2.422.722
242.414
2.771.373
2.204.853
0,39
11
242.246
560
52
12
37
31
52
14
3,58
100,00
4,62
3
20.586
85.589.423
13.215.784
2.837.216
1.236.194
2.618.131
240.146
17.408.838
240.402
3.283.440
123.726
1.720.764
1.765.505
0,14
1,66
2,26
2.844.438
20.439.343
6.116.078
14.323.264
Valor
1927
27,10
8,91
18,19
73
27
43
21
76
97
%
89.170
1.019.947
1.388.101
16.673.001
5.480.701
11.192.300
Valor
1926
645
9
41
97
17
16
17
46
84
69
36
86
19
64
40
4
0,02
100,00
15,44
3,31
1,44
3,06
0,28
20,34
0,28
3,84
0,14
2,01
2,06
23,88
7,15
16,73
%
3.565.101
86.324.726
15.178.183
3.936.630
1.711.427
2.685.436
960.229
842.930
108.547
2.507.301
1.461.930
2.471.116
1.398.489
24.748.699
5.110.424
19.638.274
Valor
1928
RESUMEN DE LOS INGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 4
986
84
62
87
55
47
77
34
74
87
73
82
66
72
57
29
4,13
100,00
17,58
4,56
1,98
3,11
1,11
0,98
0,13
2,90
1,69
2,86
1,62
28,67
5,92
22,75
%
Carlos Marchán Romero
182
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Saldos en tesorerías y consulados
Saldos de cuentas
Total de ingresos
Otros ingresos
No tributarios
Ingresos de la actividad empresarial
Derechos
Timbres fiscales
Tasas
Rentas patrimoniales
Otros no tributarios
Ingresos extraordinarios
Ingresos corrientes u ordinarios
Tributarios
Al comercio exterior
Exportaciones
Importaciones
Impuestos internos
A la renta
Sobre el patrimonio
A la transmisión de dominio
A las transacciones financieras
A la producción y consumo
Sobre movilización y transporte
INGRESOS
18,44
6,69
2,12
1,70
1,57
1,59
63
15.304.250
5.552.873
1.755.432
1.412.478
1.305.575
1.318.736
636
40
86
51
7
60
100,00
0,01
53
5.784
82.994.621
2,64
52
327.228
80.955.490
19.624.720
3.144.764
1.839.702
4.046.966
1.426.372
1.123.043
2.160.102
2.711.543
2.720.304
1.562.700
2,98
2,90
2,18
2.194.743
20.134.019
3.829.377
16.304.642
813
89
99
47
50
88
93
75
73
35
65
15
39
3
42
1930
Valor
28,59
4,67
23,91
61
71
4
38
6
44
%
2.476.556
2.403.448
1.813.060
23.725.840
3.879.776
19.846.064
Valor
1929
0,40
100,00
24,24
3,88
2,27
5,00
1,76
1,39
2,67
3,35
3,36
1,93
24,87
4,73
20,14
%
5.676,04
9,66
14,86
14,52
12,54
37,44
86,03
118,65
-50,09
5,56
299,80
30,69
5,56
6,10
-7,56
12,07
13,20
14,73
17,36
12,19
22,44
40,19
78,56
-7,86
23.629,16
158,71
37,80
24,38
11,71
11,39
25,65
Per. 1926-1930 Per. 1920-1930
Tasas de Creci. Tasas de Creci.
RESUMEN DE LOS INGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 4
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
183
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Libro Crisis economiaf.indd 184
INGRESOS
Saldos de cuentas
Total de ingresos
Ingresos corrientes u ordinarios
Tributarios
Al comercio exterior
Exportaciones
Importaciones
Impuestos internos
A la renta
Sobre el patrimonio
A la transmisión de dominio
A las transacciones financieras
A la producción y consumo
Sobre movilización y transporte
Otros ingresos
No tributarios
Ingresos de la actividad empresarial
Derechos
Timbres fiscales
Tasas
Rentas patrimoniales
Otros no tributarios
Ingresos extraordinarios
Saldos en tesorerías y consulados
26.240.756
3.034.031
2.112.550
732.189
774.158
150.422
206.502
78.373
439.766
43.581
486.734
490.690
13.161
604
375.399
128.874
8.586.857
3.748.303
4.838.554
Valor
846
35
12
32
18
24
76
74
100,00
11,56
8,05
2,79
2,95
0,57
0,79
0,30
1,68
72
9
75
48
44
24.518.069
2.929.802
1.001.935
762.612
632.204
162.912
195.583
66.356
630.855
41.064
210.227
502.874
14.499
523
404.575
142.670
0,17
1,85
1,87
0,05
0,00
1,43
0,49
84
66
33
45
Valor
8.409.685
3.375.849
5.033.835
%
1921
32,72
14,28
18,44
99
1920
929
63
43
33
81
92
26
69
73
53
48
4
10
6
61
45
91
70
61
100,00
11,95
4,09
3,11
2,58
0,66
0,80
0,27
2,57
0,17
0,86
2,05
0,06
0,00
1,65
0,58
34,30
13,77
20,53
%
23.453.631
3.620.920
1.189.576
719.830
679.842
140.898
447.737
160.102
213.000
14.982
621.995
1.319.658
13.842
297
345.065
134.176
6.915.851
2.994.010
3.921.840
Valor
1922
RESUMEN DE LOS INGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CONSTANTES)
ANEXO NO 5
969
42
70
55
92
87
22
83
5
5
31
23
47
57
60
62
78
86
64
100,00
15,44
5,07
3,07
2,90
0,60
1,91
0,68
0,91
0,06
2,65
5,63
0,06
0,00
1,47
0,57
29,49
12,77
16,72
%
Carlos Marchán Romero
184
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Al comercio exterior
Exportaciones
Importaciones
Impuestos internos
A la renta
Sobre el patrimonio
A la transmisión de dominio
A las transacciones financieras
A la producción y consumo
Sobre movilización y transporte
Otros ingresos
No tributarios
Ingresos de la actividad empresarial
Derechos
Timbres fiscales
Tasas
Rentas patrimoniales
Otros no tributarios
Ingresos extraordinarios
Saldos en tesorerías y consulados
Saldos de cuentas
Total de ingresos
Tributarios
Ingresos corrientes u ordinarios
INGRESOS
21.520.756
3.865.250
1.126.068
737.769
664.953
146.106
296.052
319.345
452.889
52.541
400.406
533.356
12.531
449
264.485
135.519
6.256.515
1.960.132
4.296.383
Valor
681
31
15
92
2
14
60
67
100,00
17,96
5,23
3,43
3,09
0,68
1,38
1,48
2,10
89
18
50
17
38
77
50
0,24
1,86
2,48
0,06
0,00
1,23
0,63
29,07
9,11
19,96
%
17
17
5
22
1923
30.075.775
4.992.021
1.921.299
1.016.178
1.007.305
168.746
688.386
877.508
292.679
49.415
566.457
603.641
17.804
992
386.348
184.505
8.651.241
2.653.548
5.997.693
Valor
857
70
78
26
45
90
2
43
46
17
64
50
1
4
85
40
63
35
98
1924
100,00
16,60
6,39
3,38
3,35
0,56
2,29
2,92
0,97
0,16
1,88
2,01
0,06
0,00
1,28
0,61
28,76
8,82
19,94
%
36.282.340
4.426.787
2.526.086
949.558
975.126
166.070
927.599
17.067
98.309
745.395
765.192
38.563
1.594.911
378.458
178.075
11.247.567
4.924.450
6.323.117
Valor
1011
71
93
69
59
48
45
39
68
66
41
86
30
65
55
6
82
88
1925
100,00
12,20
6,96
2,62
2,69
0,46
2,56
0,05
0,27
2,05
2,11
0,11
4,40
1,04
0,49
31,00
13,57
17,43
%
RESUMEN DE LOS INGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 5
Tasas de Creci.
10,13
8,72
13,47
6,11
6,20
3,86
48,94
44,52
8,89
65,81
37,90
32,90
40,55
45.402,73
2,30
7,70
10,44
20,45
7,85
Per. 1920-1925
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
185
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 186
INGRESOS
Saldos en tesorerías y consulados
Saldos de cuentas
Total de ingresos
Ingresos corrientes u ordinarios
Tributarios
Al comercio exterior
Exportaciones
Importaciones
Impuestos internos
A la renta
Sobre el patrimonio
A la transmisión de dominio
A las transacciones financieras
A la producción y consumo
Sobre movilización y transporte
Otros ingresos
No tributarios
Ingresos de la actividad empresarial
Derechos
Timbres fiscales
Tasas
Rentas patrimoniales
Otros no tributarios
Ingresos extraordinarios
18,59
3,79
1,93
3,94
0,39
4,50
76
6.204.909
1.264.907
642.438
1.313.911
131.468
1.502.995
1.195.755
33.369.196
0,39
3
131.377
751
47
35
28
99
59
61
3,58
100,00
4,62
55
11.993
49.865.663
7.699.711
1.653.004
720.224
1.525.361
139.913
10.142.646
140.062
1.912.981
72.084
1.002.543
1.028.609
0,14
1,66
2,26
1.542.620
11.908.263
3.563.317
8.344.945
Valor
1927
27,10
8,91
18,19
49
74
69
29
19
48
%
48.359
553.146
752.807
9.042.248
2.972.342
6.069.906
Valor
1926
670
76
48
17
90
98
6
29
25
6
51
3
71
61
64
25
0,02
100,00
15,44
3,31
1,44
3,06
0,28
20,34
0,28
3,84
0,14
2,01
2,06
23,88
7,15
16,73
%
2.537.619
61.445.459
10.803.746
2.802.071
1.218.184
1.911.478
683.486
599.993
77.263
1.784.683
1.040.594
1.758.927
995.437
17.615.986
3.637.571
13.978.414
Valor
1928
RESUMEN DE LOS INGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 5
736
65
32
28
79
55
87
42
68
51
20
20
11
63
76
39
4,13
100,00
17,58
4,56
1,98
3,11
1,11
0,98
0,13
2,90
1,69
2,86
1,62
28,67
5,92
22,75
%
Carlos Marchán Romero
186
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 187
Saldos en tesorerías y consulados
Saldos de cuentas
Total de ingresos
Ingresos corrientes u ordinarios
Tributarios
Al comercio exterior
Exportaciones
Importaciones
Impuestos internos
A la renta
Sobre el patrimonio
A la transmisión de dominio
A las transacciones financieras
A la producción y consumo
Sobre movilización y transporte
Otros ingresos
No tributarios
Ingresos de la actividad empresarial
Derechos
Timbres fiscales
Tasas
Rentas patrimoniales
Otros no tributarios
Ingresos extraordinarios
INGRESOS
742
55
39
47
64
4
100,00
18,44
6,69
2,12
1,70
1,57
1,59
52
10.485.954
3.804.641
1.202.762
967.782
894.536
903.553
56.865.105
0,01
36
3.963
225.768
55.854.405
13.539.812
2.169.701
1.269.285
2.792.166
984.112
774.833
1.490.342
2,64
97
1.870.803
1.876.848
1.078.170
2,98
2,90
2,18
1.503.763
13.891.278
2.642.042
11.249.235
970
52
72
37
76
83
21
88
71
52
80
88
81
94
75
1930
Valor
28,59
4,67
23,91
76
71
37
58
24
82
%
1.696.852
1.646.761
1.242.247
16.256.142
2.658.291
13.597.851
Valor
1929
0,40
100,00
24,24
3,88
2,27
5,00
1,76
1,39
2,67
3,35
3,36
1,93
24,87
4,73
20,14
%
6.955,91
16,87
22,65
23,25
21,38
45,14
108,96
129,27
-44,37
0,17
366,49
41,07
11,25
14,34
1,39
21,25
11,814
13,42
16,03
11,60
21,16
45,51
76,18
10,51
22.701,43
179,50
35,38
20,95
10,96
9,67
12,43
Per. 1926-1930 Per. 1920-1930
Tasas de Creci. Tasas de Creci.
RESUMEN DE LOS INGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 5
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
187
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 188
TOTAL GASTOS
Externa
Reserva del tesoro
Gastos generales
22.874.857,46
100,00
0,96
17,76
218.785,94
4.062.252,13
Interna
0,29
1,11
1,70
11,30
14,39
23,25
2,84
6,88
15,78
3,70
0,04
66.929,31
252.919,60
387.938,60
2.585.766,19
3.292.599,60
5.319.108,25
649.675,20
1.573.803,08
3.610.495,42
845.668,14
8.916,00
Poder Ejecutivo
Poder Legislativo
Poder Judicial
Ministerio de Hacienda
Ministerio de lo Interior
Ministerio de Guerra
Ministerio de Relaciones Exteriores
Obras Públicas
Ministerio de Instrucción Pública
Ministerio de Previsión Social
Dirección General de Agricultura
Otros egresos
Gastos extraordinarios
Deuda pública:
%
Valor
EGRESOS
1920
1921
21.450.306,70
189.064,57
2.250.315,39
59.512,91
158.019,62
495.360,26
2.383.690,04
3.314.265,40
5.501.804,05
678.511,44
1.844.400,64
3.676.244,09
890.034,99
9.083,30
Valor
100,00
0,88
10,49
0,28
0,74
2,31
11,11
15,45
25,65
3,16
8,60
17,14
4,15
0,04
%
1922
26.568.452,04
865.320,15
5.068.029,23
106.581,90
168.696,91
426.515,84
2.588.549,36
3.535.210,99
5.869.255,48
1.067.569,63
2.134.995,33
3.826.695,92
903.823,96
7.207,34
Valor
RESUMEN DE LOS EGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 6
100,00
3,26
19,08
0,40
0,63
1,61
9,74
13,31
22,09
4,02
8,04
14,40
3,40
0,03
%
Carlos Marchán Romero
188
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 189
TOTAL GASTOS
Externa
Reserva del tesoro
Gastos generales
Interna
29.375.673,84
100,00
25,47
0,92
7.480.884,96
269.654,66
Deuda pública:
0,36
0,69
2,03
9,04
12,87
21,08
4,23
9,57
10,63
3,07
0,05
105.224,07
202.208,11
596.090,64
2.656.318,36
3.781.225,03
6.191.362,70
1.241.251,57
2.812.493,16
3.122.137,07
901.770,80
15.052,71
Poder Ejecutivo
Poder Legislativo
Poder Judicial
Ministerio de Hacienda
Ministerio de lo Interior
Ministerio de Guerra
Ministerio de Relaciones Exteriores
Obras Públicas
Ministerio de Instrucción Pública
Ministerio de Previsión Social
Dirección General de Agricultura
Otros egresos
Gastos extraordinarios
%
Valor
EGRESOS
1923
1924
35.002.011,61
9.174.951,15
684.928,17
175.460,19
275.941,37
591.259,41
3.244.639,62
4.318.377,61
6.709.678,89
1.350.899,52
3.992.733,33
3.561.541,07
894.229,63
27.371,65
Valor
100,00
26,21
1,96
0,50
0,79
1,69
9,27
12,34
19,17
3,86
11,41
10,18
2,55
0,08
%
1925
43.889.838,80
7.749.977,78
33.281,30
37.423,93
452.998,66
3.975.192,83
3.604.479,92
8.110.321,58
1.529.112,72
8.701.776,14
3.081.013,32
899.242,04
27.270,94
5.687.747,64
Valor
100,00
17,66
0,08
0,09
1,03
9,06
8,21
18,48
3,48
19,83
7,02
2,05
0,06
12,96
%
RESUMEN DE LOS EGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 6
Tasas de Creci.
14,55
27,07
107,32
10,49
-12,17
5,87
9,61
2,39
8,97
20,02
44,92
-2,38
1,26
34,31
Per. 1920-1925
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
189
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 190
TOTAL GASTOS
38.892.040,86
100,00
71.646.151,04
25.446.467,85
100,00
35,52
0,08
0,01
0,72
6,20
6,46
14,13
2,05
13,19
5,58
1,97
0,24
13,86
%
1928
6.918.086,15
143.976,78
383.254,71
787.850,85
8.247.672,69
6.899.053,41
8.798.280,46
2.253.704,50
10.667.082,19
4.769.183,13
2.097.131,18
251.169,00
5.197.694,87
Valor
58.595.660,45
5.118.086,19
1.181.520,53
13,81
54.929,77
4.769,25
515.264,10
4.439.618,45
4.628.117,80
10.123.281,23
1.465.757,61
9.449.622,18
4.000.641,36
1.413.781,58
171.411,70
9.932.488,16
1927
Externa
Reserva del tesoro
Gastos generales
5.372.587,89
Deuda pública:
0,13
0,01
1,35
9,76
11,50
23,68
3,49
16,26
9,28
3,50
0,31
6,92
Valor
1.799.999,96
51.240,27
5.809,10
523.220,44
3.794.014,62
4.471.521,54
9.209.852,32
1.356.359,18
6.322.287,44
3.610.781,02
1.362.274,88
121.947,51
2.690.144,65
Poder Ejecutivo
Poder Legislativo
Poder Judicial
Ministerio de Hacienda
Ministerio de lo Interior
Ministerio de Guerra
Ministerio de Relaciones Exteriores
Obras Públicas
Ministerio de Instrucción Pública
Ministerio de Previsión Social
Dirección General de Agricultura
Otros egresos
Gastos extraordinarios
%
Interna
Valor
EGRESOS
1926
RESUMEN DE LOS EGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 6
100,00
2,02
11,81
0,25
0,65
1,34
14,08
11,77
15,02
3,85
18,20
8,14
3,58
0,43
8,87
%
Carlos Marchán Romero
190
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 191
TOTAL GASTOS
Externa
Reserva del tesoro
Gastos generales
Interna
Deuda pública:
Poder Ejecutivo
Poder Legislativo
Poder Judicial
Ministerio de Hacienda
Ministerio de lo Interior
Ministerio de Guerra
Ministerio de Relaciones
Exteriores
Obras Públicas
Ministerio de Instrucción
Pública
Ministerio de Previsión Social
Dirección General de
Agricultura
Otros egresos
Gastos extraordinarios
EGRESOS
21,29
10,16
4,56
0,72
4,56
11.432.185,45
5.455.349,29
2.449.601,76
385.618,93
2.450.900,91
53.693.754,69
2.414.013,60
1.529.961,39
773.611,81
100,00
4,50
4,29
4,59
2.463.569,39
2.303.573,20
0,38
1,30
1,52
13,96
11,66
16,51
%
204.210,97
697.091,82
818.596,75
7.497.482,25
6.258.872,88
8.862.687,49
Valor
1929
7,72
1,06
1,91
60.821.470,71 100,00
2,62
4.698.199,09
643.782,61
1.158.837,06
10,35
0,54
0,92
4,15
11,12
17,32
3,37
0,28
0,87
1,57
19,74
12,09
14,71
%
1.594.677,07
6.292.876,16
329.611,80
557.636,81
2.525.799,66
6.763.487,42
10.535.582,90
2.052.263,06
169.412,83
531.550,22
953.187,19
12.008.102,09
7.352.224,56
8.947.116,34
Valor
1930
17,73
211,21
-45,51
-52,00
5,39
101,82
20,54
46,31
18,01
17,09
15,42
13,61
48,53
1.994,05
17,93
38,46
15,19
-0,37
Per. 1926-1930
Tasas de Creci.
RESUMEN DE LOS EGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 6
Tasas de Creci.
14,37
54,26
35,68
7,83
5,65
28,63
15,45
24,66
791,53
10,11
20,19
7,27
4,34
Per. 1920-1930
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
191
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 192
22.874.857,46
100,00
0,96
17,76
218.785,94
4.062.252,13
TOTAL GASTOS
0,29
1,11
1,70
11,30
14,39
23,25
2,84
6,88
15,78
3,70
0,04
66.929,31
252.919,60
387.938,60
2.585.766,19
3.292.599,60
5.319.108,25
649.675,20
1.573.803,08
3.610.495,42
845.668,14
8.916,00
Poder Ejecutivo
Poder Legislativo
Poder Judicial
Ministerio de Hacienda
Ministerio de lo Interior
Ministerio de Guerra
Ministerio de Relaciones Exteriores
Obras Públicas
Ministerio de Instrucción Pública
Ministerio de Previsión Social
Dirección General de Agricultura
Otros egresos
Gastos generales
Gastos extraordinarios
Deuda pública:
Interna
Externa
Reserva del tesoro
%
Valor
EGRESOS
1920
1921
21.208.529,48
186.933,53
2.224.950,95
58.842,11
156.238,50
489.776,80
2.356.822,27
3.276.908,64
5.439.790,44
670.863,60
1.823.611,47
3.634.807,29
880.002,96
8.980,92
Valor
100,00
0,88
10,49
0,28
0,74
2,31
11,11
15,45
25,65
3,16
8,60
17,14
4,15
0,04
%
1922
23.226.201,63
756.464,86
4.430.482,76
93.174,14
147.475,23
372.861,12
2.262.915,78
3.090.489,54
5.130.916,58
933.271,82
1.866.417,81
3.345.306,34
790.124,98
6.300,67
Valor
RESUMEN DE LOS EGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CONSTANTES)
ANEXO NO 7
100,00
3,26
19,08
0,40
0,63
1,61
9,74
13,31
22,09
4,02
8,04
14,40
3,40
0,03
%
Carlos Marchán Romero
192
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 193
23.478.000,17
100,00
0,92
25,47
215.516,83
5.978.968,16
TOTAL GASTOS
0,36
0,69
2,03
9,04
12,87
21,08
4,23
9,57
10,63
3,07
0,05
84.098,52
161.611,34
476.415,15
2.123.016,59
3.022.078,83
4.948.339,75
992.048,89
2.247.836,60
2.495.314,15
720.724,74
12.030,62
Poder Ejecutivo
Poder Legislativo
Poder Judicial
Ministerio de Hacienda
Ministerio de lo Interior
Ministerio de Guerra
Ministerio de Relaciones Exteriores
Obras Públicas
Ministerio de Instrucción Pública
Ministerio de Previsión Social
Dirección General de Agricultura
Otros egresos
Gastos generales
Gastos extraordinarios
Deuda pública:
Interna
Externa
Reserva del tesoro
%
Valor
EGRESOS
1923
1924
24.771.416,55
484.733,31
6.493.242,14
124.175,65
195.287,59
418.442,61
2.296.277,15
3.056.176,65
4.748.534,25
956.050,62
2.825.713,61
2.520.552,77
632.858,90
19.371,30
Valor
100,00
1,96
26,21
0,50
0,79
1,69
9,27
12,34
19,17
3,86
11,41
10,18
2,55
0,08
%
1925
29.844.851,62
5.269.942,73
22.631,10
25.448,07
308.036,62
2.703.109,50
2.451.026,74
5.514.974,55
1.039.788,33
5.917.160,44
2.095.072,30
611.479,70
18.544,09
3.867.637,45
Valor
100,00
17,66
0,08
0,09
1,03
9,06
8,21
18,48
3,48
19,83
7,02
2,05
0,06
12,96
%
RESUMEN DE LOS EGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CONSTANTES)
ANEXO NO 7
Tasas de Creci.
5,86
85,88
15,72
0,48
-20,08
-1,68
1,37
-5,41
1,03
10,76
-34,75
-9,71
-6,10
-23,71
Per. 1920-1925
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
193
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 194
2.913.708,93
Deuda pública:
Interna
Externa
Reserva del tesoro
21.092.272,28
27.789,07
3.150,44
283.757,49
2.057.603,24
2.425.034,73
4.994.767,79
735.592,59
3.428.758,31
1.958.230,39
738.800,85
66.135,64
1.458.942,81
Poder Ejecutivo
Poder Legislativo
Poder Judicial
Ministerio de Hacienda
Ministerio de lo Interior
Ministerio de Guerra
Ministerio de Relaciones Exteriores
Obras Públicas
Ministerio de Instrucción Pública
Ministerio de Previsión Social
Dirección General de Agricultura
Otros egresos
Gastos generales
Gastos extraordinarios
TOTAL GASTOS
Valor
EGRESOS
1926
100,00
13,81
0,13
0,01
1,35
9,76
11,50
23,68
3,49
16,26
9,28
3,50
0,31
6,92
%
1927
41.742.106,18
14.825.488,14
32.002,90
2.778,64
300.200,48
2.586.587,30
2.696.409,81
5.897.973,22
853.972,04
5.505.489,50
2.330.832,77
823.690,04
99.866,99
5.786.814,35
Valor
100,00
35,52
0,08
0,01
0,72
6,20
6,46
14,13
2,05
13,19
5,58
1,97
0,24
13,86
%
1928
41.708.064,96
4.924.255,21
1.281.229,95
3.643.025,26
840.999,74
102.481,87
272.798,57
560.787,85
5.870.647,51
4.910.707,82
6.262.567,06
1.604.174,32
7.592.769,73
3.394.678,01
1.492.726,30
178.780,70
3.699.690,27
Valor
RESUMEN DE LOS EGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CONSTANTES)
ANEXO NO 7
100,00
11,81
3,07
8,73
2,02
0,25
0,65
1,34
14,08
11,77
15,02
3,85
18,20
8,14
3,58
0,43
8,87
%
Carlos Marchán Romero
194
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 195
36.789.143,32
100,00
4,29
2,85
1,44
1.578.330,39
1.048.277,76
530.052,63
TOTAL GASTOS
0,38
1,30
1,52
13,96
11,66
16,51
4,59
21,29
10,16
4,56
0,72
4,56
4,50
139.918,44
477.623,72
560.874,79
5.137.021,07
4.288.367,85
6.072.413,49
1.687.954,36
7.832.946,52
3.737.820,69
1.678.384,21
264.213,04
1.679.274,34
1.654.000,41
Poder Ejecutivo
Poder Legislativo
Poder Judicial
Ministerio de Hacienda
Ministerio de lo Interior
Ministerio de Guerra
Ministerio de Relaciones Exteriores
Obras Públicas
Ministerio de Instrucción Pública
Ministerio de Previsión Social
Dirección General de Agricultura
Otros egresos
Gastos generales
Gastos extraordinarios
Deuda pública:
Interna
Externa
Reserva del tesoro
%
Valor
EGRESOS
1929
1930
41.963.205,93
4.341.711,16
1.100.232,56
3.241.478,60
444.171,80
116.884,80
366.738,11
657.642,60
8.284.877,94
5.072.598,70
6.172.979,40
1.415.939,74
7.268.927,07
4.666.405,01
1.742.651,90
384.736,31
227.412,58
799.528,81
Valor
100,00
10,35
2,62
7,72
1,06
0,28
0,87
1,57
19,74
12,09
14,71
3,37
17,32
11,12
4,15
0,92
0,54
1,91
%
25,02
112,29
6,61
213,04
-47,19
63,86
2.439,44
27,47
50,36
24,73
5,72
23,26
23,61
24,91
27,25
55,86
29,88
-51,66
Per. 1926-1930
Tasas de Creci.
RESUMEN DE LOS EGRESOS DEL PRESUPUESTO DEL ESTADO, TASAS DE CRECIMIENTO Y
PORCENTAJES DEL TOTAL, 1920 - 1930 (SUCRES CONSTANTES)
ANEXO NO 7
Tasas de Creci.
12,94
52,78
25,79
965,74
10,15
20,83
7,19
2,80
14,69
26,82
5,11
7,85
34,20
Per. 1920-1930
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
195
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 196
25
38
89
34
61
3
17.653.898
439.766
Saldos de cuentas
Total de Ingresos
Saldos en tesorerías y consulados
630.855
16.108.384
63
47
43
66.356
35
5.685.051
7.009.854
No tributarios
12
74
78.373
27
1.316.434
96
61
05
8.409.685
1.539.046
Ingresos extraordinarios
1922
18.917.565
7.911.042
41,82%
2.802.575
14,81%
7.777.154
41,11%
183.141
0,97%
243.651
1,29%
Valor
46
18
48
69
42
69
16.537.778
213.000
160.102
6.798.806
2.450.017
6.915.851
5
42
70
44
85
64
1923
Valor
19.098.617
7.828.151
40,99%
1.750.791
9,17%
8.553.454
44,79%
399.564
2,09%
566.655
2,97%
15.264.240
452.889
319.345
6.836.201
1.399.289
6.256.515
(SUCRES CONSTANTES; 1920=100)
16.292.019
8.505.556
52,21%
1.331.441
8,17%
5.749.861
35,29%
67.112
0,41%
638.047
3,92%
Impuestos Internos
99
47
35
12
96
5
69
8.586.857
17.653.898
8.586.857
48,64%
1.539.046
8,72%
7.009.854
39,71%
78.373
0,44%
439.766
2,49%
1921
Valor
1920
Valor
Al comercio exterior
Tributarios
Ingresos corrientes u ordinarios
Saldos de cuentas
Total de ingresos
Saldos en tesorerías y consulados
Ingresos extraordinarios
No tributarios
Impuestos internos
Tributarios
Al comercio exterior
Ingresos corrientes u ordinarios
RESUMEN DE LOS INGRESOS AGREGADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 8
59
31
15
24
67
22
83
10
98
25
85
1924
15.162.443
207.133
621.025
6.931.307
1.280.371
6.122.605
21.424.533
8.651.241
40,38%
1.809.164
8,44%
9.793.937
45,71%
877.508
4,10%
292.679
1,37%
Valor
45
55
32
51
28
79
59
70
78
52
61
98
1925
25.034.771
17.067
9.971.229
3.798.907
11.247.567
36.816.136
16.540.673
44,93%
5.586.672
15,17%
14.663.690
39,83%
25.099
0,07%
Valor
23
71
53
11
88
4
78
14
80
32
Carlos Marchán Romero
196
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 197
63
52
57
57
97
20.586,00
0,03%
65.150.079
20.439.343
31,37%
7.133.839
10,95%
37.556.311
57,65%
41
9
34
94
4
Saldos de cuentas
Total de Ingresos
Saldos en tesorerías y consulados
3
11.993
37.957.399
45
76
21.880.861
11.060.631
No tributarios
47
88
58
1.195.755
24.326.947
56
4.156.280
50
25
3.028.311
11.908.263
Impuestos Internos
48
9.042.248
Ingresos extraordinarios
1928
3.565.101
5,79%
61.576.026
24.748.699
40,19%
7.947.386
12,91%
25.314.838
41,11%
Valor
2.537.619
43.829.472
18.018.961
5.656.905
17.615.986
(SUCRES CONSTANTES; 1920=100)
2.204.853
4,92%
44.856.457
16.673.001
37,17%
5.583.903
12,45%
20.394.698
45,47%
1927
Valor
1926
Valor
Al comercio exterior
Tributarios
Ingresos corrientes u ordinarios
Total de ingresos
Saldos de cuentas
Saldos en tesorerías y consulados
Ingresos extraordinarios
No tributarios
Impuestos internos
Tributarios
Al comercio exterior
Ingresos corrientes u ordinarios
97
65
23
70
39
57
84
62
82
29
1929
Valor
40.608.962
18.259.230
6.093.589
16.256.142
59.268.780
23.725.840
40,03%
8.893.593
15,01%
26.649.347
44,96%
RESUMEN DE LOS INGRESOS AGREGADOS 1926 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 8
60
61
17
82
92
7
41
44
1930
225.768
41.963.205
21.529.992
6.316.165
13.891.278
327.228
0,54%
60.821.470
20.134.019
33,10%
9.154.650
15,05%
31.205.571
51,31%
Valor
95
52
77
91
75
71
89
52
8
42
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
197
19/04/13 11:17
Libro Crisis economiaf.indd 198
44.856.457
2.868.457
Producto Líquido de Ingresos
Mayor o Menor Valor Recaudado
41.988.000
38.892.040
3.095.959
Valor Presupuesto de Egresos
Total de Egresos
Mayor o Menor Valor Gastado
Gastos:
(con respecto a lo Presupuestado)
41.988.000
1926
19.995.660
22.874.857
2.879.197
19.995.660
17.214.132
2.781.527
1920
Ingresos:
Valor del Presupuesto de Ingresos
(con respecto al Presupuesto)
Ingresos:
Valor del Presupuesto de Ingresos
Producto Líquido de Ingresos
Mayor o Menor Valor Recaudado
(con respecto a lo Presupuestado)
Gastos:
Valor Presupuesto de Egresos
Total de Egresos
Mayor o Menor Valor Gastado
8
92
64
64
46
46
84
16
29.658.151
5
1.297.408
58.595.660
71.646.151
61.576.026
1.682.957
59.893.068
1928
20.035.380
26.568.452
6.533.072
59.893.068
5
44
44
73
73
68
32
20.035.380
18.917.565
1.117.814
1922
41.988.000
65.150.080
23.162.080
41.988.000
1927
19.995.660
21.450.306
1.454.646
19.995.660
16.292.019
3.703.640
1921
39
45
84
73
57
84
49
51
6.206.245
53.693.754
59.900.000
59.268.780
631.220
59.900.000
1929
20.035.380
29.375.673
9.340.293
20.035.380
19.098.617
936.762
1923
31
69
6
94
86
86
15
85
3.215.729
60.821.470
64.037.200
60.821.470
3.215.729
64.037.200
1930
20.174.330
35.002.011
14.827.681
20.173.830
21.424.533
1.250.702
1924
PRESUPUESTOS Y LIQUIDACIONES DE INGRESOS Y GASTOS AGREGADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 9
29
71
29
71
64
64
60
60
35.833.080
43.889.838
8.056.758
35.833.080
36.816.136
983.055
1925
35
81
46
63
9
46
Carlos Marchán Romero
198
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Libro Crisis economiaf.indd 199
61
6.496.070
5.964.416
Superávit o Déficit
2.980.366
58.595.660
5
71.646.151
92
72
38.892.040
Gastos Efectivos
44
6.918.086
61.576.026
65.150.080
85
64
25.446.467
1928
Déficit o superávit de liquidaciones
44.856.457
Ingresos Efectivos
80
1927
41
1.799.999
5.118.086
1.181.520
5.372.587
30
18.917.565
26.568.452
7.650.886
5.068.029
1922
Interna
Externa
Reserva del Tesoro 2%
Deuda Pública
1926
16.292.019
21.450.306
5.158.287
16
73
32
2.250.315
13
Deuda Pública
4.062.252
Interna
Externa
Reserva del Tesoro 2%
Déficit o superávit de liquidaciones
Ingresos Efectivos
17.214.132
Gastos Efectivos
22.874.859
Superávit o Déficit
5.660.725
46
39
1921
1920
12
45
57
53
19
96
15
49
51
23
5.575.026
53.693.754
59.268.780
1.529.961
773.611
2.303.573
1929
19.098.617
29.375.673
10.277.056
7.480.884
1923
25
69
94
81
39
20
1
86
85
96
60.821.470
60.821.470
1.594.677
4.698.199
6.292.876
1930
21.424.532
35.002.011
13.577.479
9.174.951
1924
DEUDA PÚBLICA, DÉFICITS O SUPERÁVITS DE LIQUIDACIONES 1920-1930
(SUCRES CORRIENTES)
ANEXO NO 10
71
71
9
7
16
4
64
60
15
36.816.136
43.889.838
7.073.702
7.749.977
1925
72
81
9
78
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
199
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
Corrientes u ordinarios
Tributarios
al comercio exterior
Exportación General
Adicionales sobre exportación
Recargos locales sobre exportación
Derechos de exportación
Exportación de ganado vacuno en Loja
Importación general
Adicionales sobre importación
Recargos locales sobre importación
Derechos de importación
Importación de licores
11% sobre importación en la oficina postal
de Guayaquil
1920
1921
1922
8.485,68
4.859,17
3.739.103,65
714,00
3.408.781,22
694,00
3.424.703,02
146,00
4.682.652,30
127.009,22
28.596,64
8.586.857,99
4.888.358,34
190.696,55
12.166,75
8.505.556,03
4.352.555,59
114.317,33
19.320,75
7.911.042,69
40.481,45
38.632,58
13.338,62
3.100,00
2.900,00
3.800,00
43.581,45
41.532,58
17.138,62
362.628,92
152.226,74
499.281,66
296,50
Impuestos internos
a la renta
Impuesto a la renta
Utilidades en bancos
Dividendos bancarios
Retiro militar
Impuesto al juego
Impuesto a las profesiones liberales
Impuesto a los sorteos
Al patrimonio
A los capitales en giro
A los capitales a mutuo
Impuesto a las instituciones bancarias
Contribución general
Cuotas bancarias
Adicionales sobre establecimientos
comerciales
Sobre predios urbanos
Adicionales sobre predios urbanos
Sobre predios rústicos
Adicionales sobre predios rústicos
Especial sobre propiedad urbana y rural
Impuestos adicionales
128,00
10.710,23
108.839,29
4.556,40
486.734,84
3.248,22
56.844,25
177,00
212.624,21
803,25
211.014,44
401,42
711.500,77
200
Libro Crisis economiaf.indd 200
19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
1920
1921
1922
A la transmisión de dominio
Impuesto a las herencias legados y donaciones
Alcabala
490.690,44
508.606,82
1.509.557,44
490.690,44
508.606,82
1.509.557,44
Seguro contra incendios
9.550,14
10.046,41
10.834,19
Seguro de vida y marítimos
3.611,34
4.617,88
5.000,21
13.161,48
14.664,29
15.834,40
604,00
529,00
340,00
604,00
529,00
340,00
64.515,11
64.576,85
62.553,78
A las transacciones financieras
Impuesto a los seguros
Otros seguros
Impto. del 1 y 2% anual sobre cupones
de cédulas emitidas
A la producción y consumo
Impuesto a las ventas
Impuesto a las cervezas y licores
Venta de ganado vacuno en Loja
Impuesto a las mercaderías y productos agrícolas
1% sobre el valor del ganado de las haciendas
5% sobre espectáculos públicos
Sobre movilización y transporte
Fletes y pasajes
2 1/2 ctvs. Movilización bultos en Manta
0,39
Movilización bultos por exportación
200.683,87
206.932,48
196.080,17
Movilización bultos por importación
109.496,08
136.609,82
134.993,52
704,30
1.068,49
1.092,74
375.399,75
409.187,64
394.720,21
63.304,35
71.882,92
76.394,77
10 ctvs. Por cada bulto del equipaje del exterior
Exceso de equipaje
Impuesto a la movilización de sombreros y
petróleo en Santa Elena
Otros ingresos
Jubilaciones
Montepío militar
6% retiro militar
6% Montepío militar
65.569,74
72.414,05
77.089,21
128.874,09
144.296,97
153.483,98
201
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
1920
1921
1922
No Tributarios
Renta de la actividad empresarial
Publicaciones oficiales
2.537,28
2.607,83
Litografía
2.042,50
1.505,35
1.576.875,30
1.667.161,56
2.427.316,51
969.896,48
736.895,42
953.563,47
Estanco de sal
4.718,05
Estanco de fósforos
Estanco de aguardiente
Estanco de tabaco
482.680,16
555.032,32
756.372,42
3.034.031,72
2.963.202,48
4.141.970,45
1.742.105,51
708.054,26
936.324,40
Derechos
Consulares
De remolque y flete
4.002,37
4.430,46
32.705,10
De embarque
119.062,62
131.676,33
131.234,85
De desembarque
179.484,10
114.713,71
163.374,13
11.077,23
9.391,94
52.124,76
56,00
203,00
463,00
De tránsito de paquetes postales
30.733,30
19.180,00
21.915,82
De piso
1.232,06
1.288,10
923,53
9.467,55
15.601,96
16.441,35
De reembarque
De faro
De obvención y rol
De muelle
De reconocimiento de bultos
Dobles
Emisiones de banco
15.330,00
8.818,00
5.250,00
2.112.550,74
1.013.357,76
1.360.756,94
Fijos
273.989,52
285.254,51
279.287,35
Móviles
169.991,60
189.075,68
208.048,50
Postales
169.954,49
184.999,84
207.993,20
Telegráficos
118.254,15
111.976,01
128.084,74
732.189,76
771.306,04
823.413,79
Timbres fiscales
Otros
202
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19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
Tasas
Ferrocarriles
Telégrafos
Teléfonos
Correos
Apartados de correos
Bonificaciones postales
Tasas postales y de correo
Tasas portuarias
Cuadrilla de muelle y aduana
Cuadrilla de muelle
Cuadrilla de aduana
Carga o descargue de buques
Registros y anotaciones
Marcas de fábrica
Patentes marítimas
Patentes de agentes viajeros
4.20 Tonelaje
2.50 Tonelaje adicional
Rentas patrimoniales
Arrendamientos de minas y edificios públicos
Peaje en Loja y El Oro
Otros ingresos no tributarios
Multas
Intereses
Alcances de cuentas
Rentas de años anteriores
Otros ingresos no especificados
Ingresos extraordinarios
Ingresos extraordinarios
Terrenos baldíos
Remates
Reintegros
Saldos en tesorerías y consulados
Saldos de Cuentas
Total de ingresos
1920
1921
1922
40.506,76
44.368,25
37.689,45
7.518,00
3.443,29
20.080,01
782,00
3.185,75
16.334,95
13.150,00
14.231,70
155.438,83
111.444,98
300,02
147.976,77
8.654,00
1.148,00
7.900,00
255.515,88
8.307,19
100.029,61
154.319,26
250,00
136.457,97
9.914,00
1.275,00
6.400,00
157.788,08
6.255,16
145.476,32
150.063,52
1.100,00
185.402,62
6.555,00
736,00
8.600,00
205.651,86
774.158,24
639.412,06
777.672,26
149.680,78
741,40
150.422,18
163.946,32
823,70
164.770,02
160.195,37
978,90
161.174,27
13.690,30
25.827,37
10.251,80
156.732,85
21.023,64
36.890,96
28.400,88
111.497,50
13.799,64
33.950,52
36.256,20
428.160,62
206.502,32
197.812,98
512.166,98
77.048,31
1.324,81
65.998,48
1.114,41
182.438,72
702,76
78.373,12
439.766,35
67.112,89
638.047,38
183.141,48
243.651,18
439.766,35
17.653.898,47
638.047,38
16.292.019,15
243.651,18
18.917.565,46
16.992,33
203
Libro Crisis economiaf.indd 203
19/04/13 11:17
Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
1923
1924
1925
Corrientes u ordinarios
Tributarios
al comercio exterior
Exportación General
Adicionales sobre exportación
Recargos locales sobre exportación
Derechos de exportación
Exportación de ganado vacuno en Loja
Importación general
Adicionales sobre importación
Recargos locales sobre importación
Derechos de importación
Importación de licores
11% sobre importación en la oficina
postal
de Guayaquil
2.451.824,22
693,00
292,48
786.070,42
2.653.220,87
35,00
6.455.826,95
2.238.652,86
5.240.747,93
107.804,78
5.832.215,30
133.359,47
7.024.811,65
27.081,92
32.118,86
35.311,44
7.828.151,85
8.651.241,98
16.540.673,32
62.439,51
46.215,40
3.300,00
3.200,00
65.739,51
49.415,40
Impuestos internos
A la renta
Impuesto a la renta
Utilidades en bancos
Dividendos bancarios
Retiro militar
Impuesto al juego
Impuesto a las profesiones liberales
Impuesto a los sorteos
Al patrimonio
A los capitales en giro
A los capitales a mutuo
Impuesto a las instituciones bancarias
Contribución general
Cuotas bancarias
Adicionales sobre establecimientos
comerciales
Sobre predios urbanos
Adicionales sobre predios urbanos
Sobre predios rústicos
Adicionales sobre predios rústicos
Especial sobre propiedad urbana y rural
Impuestos adicionales
55.997,22
86.272,30
2.280,00
24,50
144.574,02
177.896,53
60.873,54
23.721,84
316.424,66
381.583,01
3,00
16.253,19
17.786,98
165.845,78
931,20
500.988,62
4.955,49
179.456,35
460,00
566.457,85
254.009,45
559.481,57
3.942,72
1.096.178,84
204
Libro Crisis economiaf.indd 204
19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
1923
1924
1925
A la transmisión de dominio
Impuesto a las herencias legados y donaciones
Alcabala
188.702,93
667.335,99
603.641,04
936.588,86
667.335,99
603.641,04
1.125.291,79
10.772,34
13.397,71
17.377,52
4.906,93
4.406,30
A las transacciones financieras
Impuesto a los seguros
Seguro contra incendios
Seguro de vida y marítimos
Otros seguros
5.129,73
25.696,00
Impto. del 1 y 2% anual sobre cupones
8.508,77
de cédulas emitidas
15.679,27
17.804,01
56.712,02
A la producción y consumo
Impuesto a las ventas
1.799.376,38
Impuesto a las cervezas y licores
Venta de ganado vacuno en Loja
385.753,83
562,00
992,50
Impuesto a las mercaderías y productos agrícolas
787,00
111.898,46
1% sobre el valor del ganado de las haciendas
10.935,08
5% sobre espectáculos públicos
36.725,97
562,00
992,50
2.345.476,72
37.350,72
55.454,56
53.273,17
Movilización bultos por exportación
148.511,83
166.356,53
296.668,38
Movilización bultos por importación
144.088,30
163.502,79
184.833,46
973,41
1.034,76
Sobre movilización y transporte
Fletes y pasajes
2 1/2 ctvs. Movilización bultos en Manta
10 ctvs. Por cada bulto del equipaje del exterior
8.228,37
Exceso de equipaje
1.762,85
11.075,08
Impuesto a la movilización de sombreros y
petróleo en Santa Elena
720,00
330.924,26
386.348,64
556.561,31
Otros ingresos
Jubilaciones
39.706,45
Montepío militar
6% retiro militar
85.076,95
92.600,57
111.007,14
6% Montepío militar
84.484,65
91.904,60
111.164,51
169.561,60
184.505,17
261.878,10
205
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
1923
1924
1925
No Tributarios
Renta de la actividad empresarial
Publicaciones oficiales
2.783,15
4.579,35
2.487.696,40
2.666.540,39
2.456.984,93
1.511.240,20
1.485.824,04
2.625.268,46
834.482,16
831.625,18
1.413.049,04
4.836.201,91
4.992.021,46
6.510.033,53
997.566,18
1.434.029,10
3.028.772,77
De remolque y flete
12.752,49
12.875,75
5.179,25
De embarque
92.634,18
97.779,47
112.503,96
203.834,57
242.709,98
251.077,06
58.158,05
76.451,41
82.078,62
341,00
Litografía
Estanco de sal
14.731,10
3.452,50
Estanco de fósforos
Estanco de aguardiente
Estanco de tabaco
Derechos
Consulares
De desembarque
De reembarque
De faro
De obvención y rol
De tránsito de paquetes postales
De piso
De muelle
210,63
349,00
280,00
21.785,58
21.589,10
884,13
10.767,46
199.385,56
17.022,94
20.442,16
24.465,44
De reconocimiento de bultos
1,90
Dobles
Emisiones de banco
10.846,54
3.950,00
4.375,00
1.408.937,12
1.921.299,43
3.714.862,73
Fijos
275.757,02
253.172,82
255.054,72
Móviles
244.965,28
299.111,06
500.825,57
Postales
221.585,00
248.498,13
298.989,79
Telegráficos
180.790,02
215.396,01
329.412,63
923.097,32
1.016.178,02
1.396.420,70
Timbres fiscales
Otros
12.137,99
206
Libro Crisis economiaf.indd 206
19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
1923
1924
1925
Tasas
Ferrocarriles
Telégrafos
Teléfonos
Correos
Apartados de correos
Bonificaciones postales
Tasas postales y de correo
Tasas portuarias
Cuadrilla de muelle y aduana
Cuadrilla de muelle
Cuadrilla de aduana
Carga o descargue de buques
Registros y anotaciones
Marcas de fábrica
Patentes marítimas
Patentes de agentes viajeros
4.20 Tonelaje
2.50 Tonelaje adicional
Rentas patrimoniales
Arrendamientos de minas y edificios públicos
Peaje en Loja y El Oro
Otros ingresos no tributarios
Multas
Intereses
Alcances de cuentas
Rentas de años anteriores
Otros ingresos no especificados
Ingresos extraordinarios
Ingresos extraordinarios
Terrenos baldíos
Remates
Reintegros
Saldos en tesorerías y consulados
Saldos de Cuentas
Total de ingresos
133.553,06
63.971,40
69.474,85
77.143,30
14.396,90
12.779,47
21.962,00
8.027,71
14.344,68
20.724,00
33.875,95
51.189,71
12.916,83
171.595,72
160.385,85
900,00
149.347,44
6.409,00
648,00
6.000,00
232.638,76
6.729,48
206.224,71
239.393,76
1.550,00
145.437,09
5.823,00
1.039,00
6.800,00
280.499,62
831.989,37
1.007.305,90
23.033,91
207.499,82
269.861,45
1.650,00
158.098,39
6.350,00
1.167,10
8.800,00
308.880,71
132.193,77
1.434.021,17
182.051,75
756,10
182.807,85
167.495,55
1.250,90
168.746,45
243.083,22
1.140,34
244.223,56
20.071,75
27.717,37
66.192,79
256.439,50
34.288,06
127.280,69
88.300,59
438.516,92
370.421,41
688.386,26
117.838,30
125.995,84
39.587,41
1.077.437,85
3.269,05
1.364.128,45
399.537,15
27,50
876.956,14
552,64
399.564,65
566.655,10
877.508,78
292.679,70
566.655,10
19.098.617,83
292.679,70
21.424.532,59
1.441,20
1.507,55
22.151,03
25.099,78
0,00
36.816.136,04
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
Corrientes u ordinarios
Tributarios
al comercio exterior
Exportación General
Adicionales sobre exportación
Recargos locales sobre exportación
Derechos de exportación
Exportación de ganado vacuno en Loja
Importación general
Adicionales sobre importación
Recargos locales sobre importación
Derechos de importación
Importación de licores
11% sobre importación en la oficina postal
de Guayaquil
1926
1927
1928
5.480.701,76
6.116.078,40
5.110.424,57
11.192.300,21
14.323.264,64
19.638.274,72
16.673.001,97
20.439.343,04
24.748.699,29
89.170,43
123.726,19
1.128.460,76
Impuestos internos
A la renta
Impuesto a la renta
Utilidades en bancos
Dividendos bancarios
Retiro militar
Impuesto al juego
Impuesto a las profesiones liberales
Impuesto a los sorteos
Al patrimonio
A los capitales en giro
A los capitales a mutuo
Impuesto a las instituciones bancarias
Contribución general
Cuotas bancarias
Adicionales sobre establecimientos
comerciales
Sobre predios urbanos
Adicionales sobre predios urbanos
Sobre predios rústicos
Adicionales sobre predios rústicos
Especial sobre propiedad urbana y rural
Impuestos adicionales
109.205,64
224.264,26
89.170,43
123.726,19
1.461.930,66
24.941,90
76.012,18
320.308,61
995.005,37
1.644.752,68
2.150.808,21
1.019.947,27
1.720.764,86
2.471.116,82
208
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19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
1926
1927
1928
311.831,41
1.076.270,32
1.388.101,73
367.699,32
1.397.806,04
1.765.505,36
340.088,38
1.058.401,35
1.398.489,73
1.795.107,33
1.049.330,70
2.146.243,95
1.137.196,74
2.506.555,77
746,10
2.844.438,03
3.283.440,69
2.507.301,87
120.810,23
121.435,88
242.246,11
119.915,69
120.487,15
240.402,84
A la transmisión de dominio
Impuesto a las herencias legados y donaciones
Alcabala
A las transacciones financieras
Impuesto a los seguros
Seguro contra incendios
Seguro de vida y marítimos
Otros seguros
Impto. del 1 y 2% anual sobre cupones
de cédulas emitidas
A la producción y consumo
Impuesto a las ventas
Impuesto a las cervezas y licores
Venta de ganado vacuno en Loja
Impuesto a las mercaderías y productos agrícolas
1% sobre el valor del ganado de las haciendas
5% sobre espectáculos públicos
Sobre movilización y transporte
Fletes y pasajes
2 1/2 ctvs. Movilización bultos en Manta
Movilización bultos por exportación
Movilización bultos por importación
10 ctvs. Por cada bulto del equipaje del exterior
Exceso de equipaje
Impuesto a la movilización de sombreros y
petróleo en Santa Elena
Otros ingresos
Jubilaciones
Montepío militar
6% retiro militar
6% Montepío militar
108.547,74
108.547,74
209
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
1926
1927
1928
No Tributarios
Renta de la actividad empresarial
27.501,50
Publicaciones oficiales
Litografía
Estanco de sal
2.757.452,81
3.365.681,14
1.429.445,50
Estanco de aguardiente
6.490.985,80
7.295.153,94
8.723.748,95
Estanco de tabaco
2.192.794,50
2.554.949,38
4.066.483,39
11.441.233,11
13.215.784,46
15.178.183,34
2.332.363,14
2.837.216,17
3.936.630,77
2.332.363,14
2.837.216,17
3.936.630,77
Estanco de fósforos
931.004,00
Derechos
Consulares
De remolque y flete
De embarque
De desembarque
De reembarque
De faro
De obvención y rol
De tránsito de paquetes postales
De piso
De muelle
De reconocimiento de bultos
Dobles
Emisiones de banco
Timbres fiscales
Fijos
263.284,10
240.674,40
274.861,68
Móviles
200.549,80
244.595,89
469.620,95
Postales
357.344,42
377.538,75
509.788,87
Telegráficos
363.414,20
373.385,12
457.155,97
1.184.592,52
1.236.194,16
1.711.427,47
Otros
210
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
1926
1927
1928
203.816,27
157.800,34
395.917,37
82.196,50
86.628,60
91.396,24
Tasas
Ferrocarriles
Telégrafos
Teléfonos
Correos
Apartados de correos
Bonificaciones postales
Tasas postales y de correo
Tasas portuarias
Cuadrilla de muelle y aduana
Cuadrilla de muelle
Cuadrilla de aduana
Carga o descargue de buques
Registros y anotaciones
Marcas de fábrica
Patentes marítimas
Patentes de agentes viajeros
4.20 Tonelaje
2.50 Tonelaje adicional
Rentas patrimoniales
Arrendamientos de minas y edificios públicos
Peaje en Loja y El Oro
Otros ingresos no tributarios
Multas
Intereses
Alcances de cuentas
Rentas de años anteriores
Otros ingresos no especificados
Ingresos extraordinarios
Ingresos extraordinarios
Terrenos baldíos
Remates
Reintegros
Saldos en tesorerías y consulados
Saldos de Cuentas
Total de ingresos
109.574,20
1.753.471,20
2.005.053,77
1.700.400,42
383.238,34
368.648,46
388.148,32
2.422.722,31
2.618.131,17
2.685.436,55
242.414,37
240.146,97
960.229,87
242.414,37
240.146,97
960.229,87
94.335,00
216.834,76
35.876,47
29.008,92
1.598.663,23
1.143.700,97
2.771.373,12
54.920,96
1.425.300,95
15.928.616,50
17.408.838,41
495.884,39
842.930,62
2.204.853,52
2.204.853,52
44.856.457,63
20.586,09
20.586,09
65.150.080,41
3.565.101,84
3.565.101,84
61.576.026,57
211
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
Corrientes u ordinarios
Tributarios
al comercio exterior
Exportación General
Adicionales sobre exportación
Recargos locales sobre exportación
Derechos de exportación
Exportación de ganado vacuno en Loja
Importación general
Adicionales sobre importación
Recargos locales sobre importación
Derechos de importación
Importación de licores
11% sobre importación en la oficina postal
de Guayaquil
1929
1930
3.879.776,06
3.829.377,03
19.846.064,38
16.304.642,39
23.725.840,44
20.134.019,42
1.782.232,27
1.979.024,44
458.117,95
5.584,54
230.621,28
732.518,71
2.476.556,04
2.711.543,15
Impuestos internos
A la renta
Impuesto a la renta
Utilidades en bancos
Dividendos bancarios
Retiro militar
Impuesto al juego
Impuesto a las profesiones liberales
Impuesto a los sorteos
Al patrimonio
A los capitales en giro
A los capitales a mutuo
Impuesto a las instituciones bancarias
Contribución general
Cuotas bancarias
Adicionales sobre establecimientos
comerciales
Sobre predios urbanos
Adicionales sobre predios urbanos
Sobre predios rústicos
Adicionales sobre predios rústicos
Especial sobre propiedad urbana y rural
Impuestos adicionales
168.693,76
253.840,62
183.393,32
1.980.914,33
2.536.911,33
2.403.448,71
2.720.304,65
212
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
1929
1930
A la transmisión de dominio
Impuesto a las herencias legados y donaciones
Alcabala
570.246,37
1.242.814,24
1.813.060,61
407.581,86
1.155.118,49
1.562.700,35
2.194.743,52
2.160.102,73
2.194.743,52
2.160.102,73
A las transacciones financieras
Impuesto a los seguros
Seguro contra incendios
Seguro de vida y marítimos
Otros seguros
Impto. del 1 y 2% anual sobre cupones
de cédulas emitidas
A la producción y consumo
Impuesto a las ventas
Impuesto a las cervezas y licores
Venta de ganado vacuno en Loja
Impuesto a las mercaderías y productos agrícolas
1% sobre el valor del ganado de las haciendas
5% sobre espectáculos públicos
Sobre movilización y transporte
Fletes y pasajes
2 1/2 ctvs. Movilización bultos en Manta
Movilización bultos por exportación
Movilización bultos por importación
10 ctvs. Por cada bulto del equipaje del exterior
Exceso de equipaje
Impuesto a la movilización de sombreros y
petróleo en Santa Elena
Otros ingresos
Jubilaciones
Montepío militar
6% retiro militar
6% Montepío militar
5.784,53
5.784,53
213
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
1929
1930
No Tributarios
Renta de la actividad empresarial
Publicaciones oficiales
28.712,27
Litografía
Estanco de sal
30.948,75
11.406,71
2.339.857,79
2.584.071,38
532.636,00
969.127,96
Estanco de aguardiente
8.583.109,42
16.029.165,95
Estanco de tabaco
3.819.935,15
Estanco de fósforos
15.304.250,63
19.624.720,75
3.690.085,32
3.144.764,93
Derechos
Consulares
De remolque y flete
De embarque
De desembarque
De reembarque
De faro
71.427,13
De obvención y rol
De tránsito de paquetes postales
De piso
De muelle
183.898,51
1.607.462,64
De reconocimiento de bultos
Dobles
Emisiones de banco
5.552.873,60
3.144.764,93
635.491,43
Timbres fiscales
Fijos
244.380,73
Móviles
407.741,41
Postales
596.737,49
735.432,13
Telegráficos
506.572,44
468.779,32
1.755.432,07
1.839.702,88
Otros
214
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19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 11
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
INGRESOS
1929
1930
Tasas
Ferrocarriles
Telégrafos
Teléfonos
Correos
Apartados de correos
Bonificaciones postales
Tasas postales y de correo
Tasas portuarias
Cuadrilla de muelle y aduana
Cuadrilla de muelle
Cuadrilla de aduana
Carga o descargue de buques
Registros y anotaciones
Marcas de fábrica
Patentes marítimas
Patentes de agentes viajeros
4.20 Tonelaje
2.50 Tonelaje adicional
Rentas patrimoniales
Arrendamientos de minas y edificios públicos
Peaje en Loja y El Oro
Otros ingresos no tributarios
Multas
Intereses
Alcances de cuentas
Rentas de años anteriores
Otros ingresos no especificados
801.958,60
1.886.786,35
111.543,50
130.495,00
75.794,41
79.060,95
1.577.559,12
432.182,00
373.065,08
1.421.478,51
4.046.966,50
1.305.575,86
1.426.372,47
1.305.575,86
1.426.372,47
373.808,57
112.938,66
51.315,71
321.720,65
166.380,56
73.987,13
780.673,46
1.318.736,40
560.955,65
1.123.043,99
Ingresos extraordinarios
Ingresos extraordinarios
Terrenos baldíos
Remates
Reintegros
Saldos en tesorerías y consulados
Saldos de Cuentas
Total de ingresos
327.228,89
59.277.780,92
327.228,89
60.821.470,71
215
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 12
EGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
EGRESOS
Poder Ejecutivo
Presidencia de la República
Secretaría del Consejo de Estado
Secretaría de la Junta de Gobierno
Poder Legislativo
Asamblea Nacional
Comisión permanente de legislación
Archivo del poder legislativo
Poder Judicial
Corte Suprema
Cortes Superiores
Juzgados:
de letras
de contrabando
Gastos judiciales
Ministerio de Hacienda
Tribunal de cuentas-contraloría
Tesorerías de hacienda
Colecturías fiscales-receptorías fiscales
Muelles fiscales
Especies fiscales
Devolución de derechos fiscales
Aduanas
Transporte de cargas y caudales
Comisaría fiscal de bancos
Estanco de sal
Receptoría de sal
Aguardiente y tabaco (estanco)
Viáticos
Suscripciones y subvenciones
Terrenos baldíos
Sección de inspección y fiscalización
Reintegros
Dirección del tesoro
Dirección de ingresos
Fiscalización e inspección de impuestos
Comisión de avalúos de predios rústicos
Inspección de minas
Dirección de suministros
Comisión de presupuestos
Departamento de bancos
Departamento legal
Oficinas técnicas
Emisión de timbres
Pensiones del Estado
Jubilados
1920
1921
1922
64.169,31
2.760,00
56.747,91
2.765,00
103.806,72
2.775,18
66.929,31
59.512,91
106.581,90
248.565,07
153.869,42
164.604,16
4.354,53
252.919,60
4.150,20
158.019,62
4.092,75
168.696,91
44.453,81
122.506,82
495.360,26
44.242,68
137.182,52
164.214,13
56.763,84
387.938,60
106.074,44
107.170,52
116.344,73
182.331,82
502.750,29
190.915,66
9.651,32
458.361,07
15.031,85
182.890,41
495.360,26
104.645,37
62.200,23
426.515,84
577.740,91
118.683,83
164.259,81
393.144,94
77.908,22
2.112,89
525.963,92
6.612,66
3.441,75
573.342,39
119.670,96
110.129,32
121.736,25
216.762,16
470.811,61
141.630,83
89.392,91
488.417,58
5.023,90
6.792,00
504.594,21
177.815,56
27.803,64
113.774,37
289.028,83
34.262,92
90.282,51
180.276,41
21.639,42
111.671,80
2.585.766,18
2.383.690,04
2.588.549,36
216
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19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 12
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
EGRESOS
Ministerio de lo Interior
Gobernadores
Procuraduría general
Consejos provinciales
Tenencias políticas urbanas
Policía nacional
Penitenciaría
Registro civil:
Dirección general
Oficinas cantonales
Oficinas parroquiales
Pensiones vitalicias civiles y militares
Correos
Telégrafos y teléfonos
Remuneraciones ocasionales
Imprenta y encuadernación
Ministerio de Guerra
Ejército permanente
Marina
Capitanías de puerto
Faros
Montepío militar
Inválidos y retirados
Ministerio de Relaciones Exteriores
Cuerpo diplomático
Cuerpo consular
Archipiélago de Colón
Región oriental
Repatriaciones
Obras Públicas
Dirección general de obras públicas
Servicio de ferrocarriles
Intervención del ferrocarril de Guayaquil a Quito
Ministerio de Instrucción Pública
Secretaría de Consejo de instrucción pública
Instrucción Pública:
Enseñanza superior
Enseñanza secundaria
Enseñanza primaria
Enseñanza especial
Otros institutos
Escuela de bellas artes
Escuela de artes y oficios
Biblioteca nacional
Becas
Conservatorio nacional de música
Alameda de Quito
Teatro Sucre
Observatorio astronómico
1920
1921
1922
32.165,85
108.610,93
32.248,32
107.646,12
32.493,90
112.117,88
13.962,38
1.648.985,83
55.385,64
13.735,21
1.797.878,72
58.953,51
13.900,91
1.888.951,46
69.527,43
16.280,90
67.945,41
145.530,96
59.462,83
337.168,19
752.356,63
13.576,00
64.385,50
141.649,30
64.841,28
366.136,60
605.298,08
11.884,48
65.054,47
147.378,03
83.269,22
378.531,08
675.227,62
54.744,05
3.292.599,60
47.916,76
3.314.265,40
56.874,51
3.535.210,99
10.194,30
4.392.456,36
150.110,17
51.763,78
24.207,88
274.691,92
415.683,84
5.319.108,25
9.960,00
4.343.076,03
232.223,61
53.733,87
162.605,10
276.673,39
423.531,55
5.501.803,55
12.277,20
4.717.610,92
257.017,58
51.548,16
95.138,50
282.877,90
452.785,22
5.869.255,48
36.609,67
192.455,58
317.218,28
5.248,59
98.143,08
35.875,39
181.353,11
281.207,41
4.454,16
175.621,37
34.695,38
523.869,74
356.636,63
4.860,00
147.507,88
649.675,20
300.505,51
13.318,87
1.249.435,97
10.542,73
1.573.803,08
25.408,15
3.112,75
678.511,44
641.990,86
19.962,80
1.171.082,65
11.364,33
1.844.400,64
25.599,84
2.789,75
3.517.609,07
1.067.569,63
883.371,18
19.995,55
1.221.177,14
10.451,46
2.134.995,33
24.496,08
1.470,00
647.161,18
650.849,93
2.011.836,74
5.224,05
126.367,35
25.579,62
35.629,16
5.411,16
47.336,79
15.934,54
3.600,00
1.248,00
5.796,00
3.610.495,42
21.904,78
36.295,92
5.640,00
35.387,56
16.000,00
3.600,00
5.321,17
6.096,00
3.676.244,09
428.556,30
1.021.891,53
2.073.374,95
3.000,00
141.266,08
24.000,00
34.294,89
6.119,96
38.095,27
15.996,00
3.600,00
4.638,86
5.896,00
3.826.695,92
217
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 12
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
EGRESOS
Ministerio de Previsión Social
Departamento de Previsión Social
Beneficencia
Hospitales
Otros
Sección de estadística general
Sección de trabajo
Cuerpo de Bomberos
Inmigración y colonización
Sanidad Pública
Dirección General de Agricultura
1920
1921
1922
642.502,39
631.566,08
215.893,86
845.668,14
247.532,60
890.034,99
272.257,88
903.823,96
8.916,00
9.083,30
7.207,34
218.785,94
189.064,57
865.320,15
4.062.252,13
2.250.315,39
5.068.029,23
4.062.252,13
2.250.315,39
5.068.029,23
22.703.919,35
21.252.158,33
25.758.124,78
413.499,36
216.274,92
Otros egresos
Intereses de préstamos
Imprevistos
Gastos Generales
Gastos extraordinarios
Reserva del tesoro
Deuda pública:
Interna
Externa
Total de egresos:
218
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19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 12
EGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
EGRESOS
Poder Ejecutivo
Presidencia de la República
Secretaría del Consejo de Estado
Secretaría de la Junta de Gobierno
Poder Legislativo
Asamblea Nacional
Comisión permanente de legislación
Archivo del poder legislativo
Poder Judicial
Corte Suprema
Cortes Superiores
Juzgados:
de letras
de contrabando
Gastos judiciales
Ministerio de Hacienda
Tribunal de cuentas-contraloría
Tesorerías de hacienda
Colecturías fiscales-receptorías fiscales
Muelles fiscales
Especies fiscales
Devolución de derechos fiscales
Aduanas
Transporte de cargas y caudales
Comisaría fiscal de bancos
Estanco de sal
Receptoría de sal
Aguardiente y tabaco (estanco)
Viáticos
Suscripciones y subvenciones
Terrenos baldíos
Sección de inspección y fiscalización
Reintegros
Dirección del tesoro
Dirección de ingresos
Fiscalización e inspección de impuestos
Comisión de avalúos de predios rústicos
Inspección de minas
Dirección de suministros
Comisión de presupuestos
Departamento de bancos
Departamento legal
Oficinas técnicas
Emisión de timbres
Pensiones del Estado
Jubilados
1923
1924
102.454,87
2.769,20
172.700,19
2.760,00
31.584,80
1.696,50
105.224,07
175.460,19
33.281,30
198.135,31
271.492,07
4.072,80
202.208,11
596.090,64
4.449,30
275.941,37
591.259,41
19.294,99
13.299,54
4.829,40
37.423,93
596.090,64
174.816,91
591.259,41
323.135,98
121.129,00
272.346,37
532.638,53
165.891,55
42.002,77
514.763,27
7.825,44
6.792,00
687.924,25
126.476,48
318.590,37
611.434,16
320.307,16
42.868,43
545.745,61
13.763,24
6.792,00
729.971,09
9.101,10
27.312,71
93.774,46
12.193,16
72.109,48
121.212,46
1925
52.260,00
151.257,75
159.969,67
34.750,29
54.760,95
452.998,66
191.026,70
124.099,51
115.686,15
309.987,67
634.107,63
1.599.407,48
529.157,78
55.628,25
53.348,31
11.891,57
118.389,44
2.656.318,36
3.244.599,62
232.462,34
3.975.192,83
219
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 12
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
EGRESOS
Ministerio de lo Interior
Gobernadores
Procuraduría general
Consejos provinciales
Tenencias políticas urbanas
Policía nacional
Penitenciaría
Registro civil:
Dirección general
Oficinas cantonales
Oficinas parroquiales
Pensiones vitalicias civiles y militares
Correos
Telégrafos y teléfonos
Remuneraciones ocasionales
Imprenta y encuadernación
Ministerio de Guerra
Ejército permanente
Marina
Capitanías de puerto
Faros
Montepío militar
Inválidos y retirados
Ministerio de Relaciones Exteriores
Cuerpo diplomático
Cuerpo consular
Archipiélago de Colón
Región oriental
Repatriaciones
Obras Públicas
Dirección general de obras públicas
Servicio de ferrocarriles
Intervención del ferrocarril de Guayaquil
a Quito
1923
1924
1925
32.272,20
111.728,01
34.451,87
124.833,31
41.671,52
114.172,48
13.910,03
2.021.464,31
64.273,70
224.903,60
14.012,30
2.470.310,11
90.868,00
224.929,30
14.510,47
1.864.794,43
81.238,92
77.261,66
434.535,83
744.543,13
76.772,84
462.953,70
758.797,59
10.778,65
61.017,61
143.576,45
66.899,87
403.847,72
751.401,55
56.332,56
3.781.225,03
60.448,59
4.318.377,61
50.570,25
3.604.479,92
9.980,00
5.071.907,30
277.631,20
55.046,59
13.430,52
290.060,07
473.307,02
6.191.362,70
12.217,91
5.457.687,30
260.227,41
52.823,58
144.181,67
299.339,36
483.201,66
6.709.678,89
19.486,39
6.964.357,96
228.024,26
45.007,93
13.685,13
304.553,87
535.206,04
8.110.321,58
39.675,71
632.040,40
371.639,03
5.144,92
192.751,51
46.925,01
717.813,64
387.096,43
4.459,19
194.605,25
39.678,76
760.336,31
423.792,42
4.158,31
301.146,92
1.241.251,57
1.350.899,52
1.529.112,72
991.971,84
22.382,00
1.787.793,53
1.722.091,90
20.301,28
2.236.250,03
8.452.473,02
11.156,58
232.118,17
10.345,79
14.090,12
6.028,37
2.812.493,16
3.992.733,33
8.701.776,14
220
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 12
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
EGRESOS
Ministerio de Instrucción Pública
Secretaría de Consejo de instrucción
pública
Instrucción Pública:
Enseñanza superior
Enseñanza secundaria
Enseñanza primaria
Enseñanza especial
Otros institutos
Escuela de bellas artes
Escuela de artes y oficios
Biblioteca nacional
Becas
Conservatorio nacional de música
Alameda de Quito
Teatro Sucre
Observatorio astronómico
Ministerio de Previsión Social
Departamento de previsión social
Beneficencia
Hospitales
Otros
Sección de estadística general
Sección de trabajo
Cuerpo de bomberos
Inmigración y colonización
Sanidad pública
Dirección General de Agricultura
Otros egresos
Intereses de préstamos
Imprevistos
Gastos Generales
Gastos extraordinarios
Reserva del tesoro
Deuda pública:
Interna
Externa
Total de egresos:
1923
1924
1925
25.889,59
26.436,55
39525,35
2.186,00
2.044,98
1.690,00
2.929.986,21
3.315.428,50
408.198,74
711.854,10
1.638.735,20
23.984,74
57.037,30
5.431,88
35.775,00
19.993,07
23.490,63
90.501,82
6.695,98
46.814,02
23.455,78
129.427,93
23.560,44
46.749,31
5.122,25
38.169,00
20.411,64
8.110,00
13.743,28
3.122.137,07
10.295,10
16.377,71
3.561.541,07
3.000,00
14.569,36
3.081.013,32
670.249,45
667.049,43
345.432,90
62.339,76
218.799,60
231.521,35
901.770,80
15.052,71
227.180,20
894.229,63
27.371,65
272.669,78
899.242,04
27.270,94
0,00
0,00
54.244,51
5.633.503,13
5.687.747,64
269.654,66
684.928,17
7.480.884,96
9.174.951,15
7.749.977,78
7.480.884,96
29.375.673,84
9.174.951,15
35.001.971,61
7.749.977,78
43.889.838,80
221
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 12
EGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
EGRESOS
Poder Ejecutivo
Presidencia de la República
Secretaría del Consejo de Estado
Secretaría de la Junta de Gobierno
Poder Legislativo
Asamblea Nacional
Comisión permanente de legislación
Archivo del poder legislativo
Poder Judicial
Corte Suprema
Cortes Superiores
Juzgados:
de letras
de contrabando
Gastos judiciales
Ministerio de Hacienda
Tribunal de cuentas-contraloría
Tesorerías de hacienda
Colecturías fiscales-receptorías fiscales
Muelles fiscales
Especies fiscales
Devolución de derechos fiscales
Aduanas
Transporte de cargas y caudales
Comisaría fiscal de bancos
Estanco de sal
Receptoría de sal
Aguardiente y tabaco (estanco)
Viáticos
Suscripciones y subvenciones
Terrenos baldíos
Sección de inspección y fiscalización
Reintegros
Dirección del tesoro
Dirección de ingresos
Fiscalización e inspección de impuestos
Comisión de avalúos de predios rústicos
Inspección de minas
Dirección de suministros
Comisión de presupuestos
Departamento de bancos
Departamento legal
Oficinas técnicas
Emisión de timbres
Pensiones del Estado
Jubilados
1926
1927
1928
46.056,72
54.229,77
143.976,78
5.183,55
51.240,27
54.229,77
143.976,78
1.247,00
377.822,61
4.562,10
5.809,10
4.769,25
4.769,25
5.432,10
383.254,71
67.320,00
173.515,35
61.020,00
187.380,25
143.597,34
238.572,12
216.846,51
220.263,85
297.740,76
65.538,58
523.220,44
270.834,01
160.769,92
153.046,10
392.945,39
631.402,15
81.052,82
46.600,00
515.264,10
245.752,25
149.518,33
156.720,00
362.400,00
107.940,63
787.850,85
126.682,59
601.922,35
678.429,71
1.234.516,00
864.551,34
70.941,36
1.488.767,34
73.560,00
46.822,63
73.104,62
45.585,44
67.623,46
110.434,42
112.411,80
259.680,15
3.794.014,62
289.708,28
4.439.618,45
643.662,91
213.055,55
2.542.385,69
30.987,65
2.362.799,49
881,00
265.708,63
110.521,92
180.064,86
218.351,50
163.035,49
16.800,00
382.764,48
18.902,27
174.633,56
10.417,74
397.150,56
8.247.672,69
222
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19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 12
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
EGRESOS
Ministerio de lo Interior
Gobernadores
Procuraduría general
Consejos provinciales
Tenencias políticas urbanas
Policía nacional
Penitenciaría
Registro civil:
Dirección general
Oficinas cantonales
Oficinas parroquiales
Pensiones vitalicias civiles y militares
Correos
Telégrafos y teléfonos
Remuneraciones ocasionales
Imprenta y encuadernación
Ministerio de Guerra
Ejército permanente
Marina
Capitanías de puerto
Faros
Montepío militar
Inválidos y retirados
Ministerio de Relaciones Exteriores
Cuerpo diplomático
Cuerpo consular
Archipiélago de Colón
Región oriental
Repatriaciones
Obras Públicas
Dirección general de obras públicas
Servicio de ferrocarriles
Intervención del ferrocarril de Guayaquil
a Quito
1926
1927
1928
56.855,67
157.849,60
57.979,34
161.808,00
88.196,64
200.943,01
19.548,34
21.149,43
2.263.464,41
120.247,25
25.009,88
2.300.000,00
120.467,65
39.147,01
2.782.270,92
165.277,19
120.247,25
120.467,65
165.277,19
13.320,00
83.514,93
196.826,67
75.563,34
454.689,35
13.020,00
84.372,00
209.068,32
80.296,61
476.316,00
966.136,61
1.038.000,00
22.510,00
109.262,87
301.850,83
1.168.167,79
755.276,83
1.243.897,15
2.704,83
61.904,28
4.471.521,54
61.780,00
4.628.117,80
6.899.053,41
17.932,77
7.738.770,63
22.800,00
8.460.383,25
26.040,00
8.133.963,83
424.981,29
567.580,13
638.276,63
311.651,46
716.516,17
320.074,46
752.443,39
9.209.852,32
10.123.281,23
8.798.280,46
59.984,50
595.005,70
505.791,36
7.440,00
61.320,00
670.000,00
540.800,00
5.927,53
188.137,62
187.710,08
117.902,55
1.092.289,51
829.307,31
17.369,40
191.950,46
4.885,27
1.356.359,18
1.465.757,61
2.253.704,50
6.227.662,62
9.322.879,16
10.510.950,20
94.624,82
126.743,02
156.131,99
6.322.287,44
9.449.622,18
10.667.082,19
223
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 12
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
EGRESOS
Ministerio de Instrucción Pública
Secretaría de Consejo de instrucción
pública
Instrucción Pública:
Enseñanza superior
Enseñanza secundaria
Enseñanza primaria
Enseñanza especial
Otros institutos
Escuela de bellas artes
Escuela de artes y oficios
Biblioteca nacional
Becas
Conservatorio nacional de música
Alameda de Quito
Teatro Sucre
Observatorio astronómico
Ministerio de Previsión Social
Departamento de previsión social
Beneficencia
Hospitales
Otros
Sección de estadística general
Sección de trabajo
Cuerpo de bomberos
Inmigración y colonización
Sanidad pública
Dirección General de Agricultura
Otros egresos
Intereses de préstamos
Imprevistos
Gastos Generales
Gastos extraordinarios
Reserva del tesoro
Deuda pública:
Interna
Externa
Total de egresos:
1926
1927
1928
54.857,93
58.145,14
99.774,22
507.163,22
712.698,79
1.990.893,28
548.282,45
793.845,29
2.216.004,26
735.837,94
816.076,76
2.652.098,32
144.975,32
31.729,10
46.861,69
10.371,60
56.166,80
34.527,18
150.091,83
29.939,92
68.125,72
9.699,82
69.291,52
33.360,00
223.229,34
37.969,34
25.782,66
14.298,09
93.702,58
60.373,04
1.249,76
19.286,35
3.610.781,02
1.249,92
22.605,49
4.000.641,36
10.040,84
4.769.183,13
84.647,85
96.840,00
133.094,25
643.524,15
17.400,76
655.600,00
18.000,00
912.425,70
228.299,92
229.499,92
388.402,20
1.362.274,88
413.841,66
1.413.781,58
427.802,15
35.608,00
588.201,08
2.097.131,18
121.947,51
171.411,70
251.169,00
2.690.144,65
2.690.144,65
9.932.488,16
9.932.488,16
5.197.694,87
5.197.694,87
5.372.587,89
25.446.467,85
1.181.520,53
5.372.587,89
27.491.500,59
25.446.467,85
61.623.740,59
1.799.999,96
5.118.086,19
6.918.086,15
42.718.403,74
224
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19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 12
EGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
EGRESOS
Poder Ejecutivo
Presidencia de la República
Secretaría del Consejo de Estado
Secretaría de la Junta de Gobierno
Poder Legislativo
Asamblea Nacional
Comisión permanente de legislación
Archivo del poder legislativo
Poder Judicial
Corte Suprema
Cortes Superiores
Juzgados:
de letras
de contrabando
Gastos judiciales
Ministerio de Hacienda
Tribunal de cuentas-contraloría
Tesorerías de hacienda
Colecturías fiscales-receptorías fiscales
Muelles fiscales
Especies fiscales
Devolución de derechos fiscales
Aduanas
Transporte de cargas y caudales
Comisaría fiscal de bancos
Estanco de sal
Receptoría de sal
Aguardiente y tabaco (estanco)
Viáticos
Suscripciones y subvenciones
Terrenos baldíos
Sección de inspección y fiscalización
Reintegros
Dirección del tesoro
Dirección de ingresos
Fiscalización e inspección de impuestos
Comisión de avalúos de predios rústicos
Inspección de minas
Dirección de suministros
Comisión de presupuestos
Departamento de bancos
Departamento legal
Oficinas técnicas
Emisión de timbres
Pensiones del Estado
Jubilados
1929
194.465,00
9.745,97
1930
150.539,18
18.873,65
204.210,97
169.412,83
689.882,72
524.492,37
7.209,10
697.091,82
164.207,32
239.455,83
7.057,85
531.550,22
26.400,00
171.032,40
317.145,25
285.921,69
304.958,24
129.011,91
818.596,75
99.755,69
585.809,73
526.512,89
47.057,21
133.651,30
953.187,19
244.507,89
529.651,26
536.578,58
61.834,57
2.069.478,49
1.988.251,65
496.133,63
2.050.401,78
2.666.237,10
8.444,84
2.679.097,87
16.493,20
483.469,47
109.209,86
180.504,90
219.200,86
170.651,52
28.604,51
37.007,15
26.805,00
153.378,61
507.903,50
77.794,02
144.218,74
200.408,64
159.626,27
23.830,59
35.289,84
19.928,37
180.210,24
85.354,40
7.497.482,23
195.278,79
1.860.662,66
12.008.102,09
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Carlos Marchán Romero
ANEXO NO 12
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
EGRESOS
Ministerio de lo Interior
Gobernadores
Procuraduría general
Consejos provinciales
Tenencias políticas urbanas
Policía nacional
Penitenciaría
Registro civil:
Dirección general
Oficinas cantonales
Oficinas parroquiales
Pensiones vitalicias civiles y militares
Correos
Telégrafos y teléfonos
Remuneraciones ocasionales
Imprenta y encuadernación
Ministerio de Guerra
Ejército permanente
Marina
Capitanías de puerto
Faros
Montepío militar
Inválidos y retirados
Ministerio de Relaciones Exteriores
Cuerpo diplomático
Cuerpo consular
Archipiélago de Colón
Región oriental
Repatriaciones
Obras Públicas
Dirección general de obras públicas
Servicio de ferrocarriles
Intervención del ferrocarril de
Guayaquil a Quito
1929
180.700,23
199.936,23
32.568,33
37.222,15
2.906.221,38
155.449,77
423.956,72
1930
318.624,18
230.242,57
36.436,71
47.997,21
41.325,43
3.081.071,16
179.028,53
617.634,91
777.172,38
1.323.402,48
1.907,25
220.335,96
6.258.872,88
1.069.544,97
1.467.534,87
262.784,02
7.352.224,56
33.600,00
8.093.917,54
735.169,95
24.337,14
8.185.799,15
736.980,05
8.862.687,49
8.947.116,34
132.417,89
1.231.576,87
902.844,31
167.001,70
986.910,75
707.381,12
196.730,32
190.969,49
2.463.569,39
2.052.263,06
10.960.899,73
471.285,72
10.043.585,54
464.517,36
27.480,00
11.432.185,45
10.535.582,90
226
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19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
ANEXO NO 12
INGRESOS LIQUIDADOS 1920 - 1930
(SUCRES CORRIENTES)
EGRESOS
Ministerio de Instrucción Pública
Secretaría de Consejo de instrucción
pública
Instrucción Pública:
Enseñanza superior
Enseñanza secundaria
Enseñanza primaria
Enseñanza especial
Otros institutos
Escuela de bellas artes
Escuela de artes y oficios
Biblioteca nacional
Becas
Conservatorio nacional de música
Alameda de Quito
Teatro Sucre
Observatorio astronómico
Ministerio de Previsión Social
Departamento de previsión social
Beneficencia
Hospitales
Otros
Sección de estadística general
Sección de trabajo
Cuerpo de bomberos
Inmigración y colonización
Sanidad pública
Dirección General de Agricultura
Otros egresos
Intereses de préstamos
Imprevistos
Gastos Generales
Gastos extraordinarios
Reserva del tesoro
Deuda pública:
Interna
Externa
Total de egresos:
1929
805.234,48
932.612,19
2.898.996,49
6.440,00
270.501,64
44.200,00
101.658,90
17.640,60
129.618,69
96.214,49
1930
998.839,60
1.034.206,90
3.475.964,20
684.389,87
82.139,48
154.678,58
9.365,10
23.579,68
5.336.062,26
6.430.218,63
104.208,22
194.888,55
1.252.914,89
24.205,80
30.144,46
415.509,02
39.883,80
582.735,57
2.449.601,76
1.306.940,64
379.579,65
8.977,50
635.413,32
2.525.799,66
385.618,93
557.636,81
2.450.900,91
2.450.900,91
329.611,80
329.611,80
2.414.013,60
1.158.837,06
643.782,61
1.529.961,39
773.611,81
2.303.573,20
53.188.848,71
1.594.677,07
4.698.199,09
6.292.876,16
59.930.565,11
227
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Carlos Marchán Romero
CASA DE EXPORTACION JULIAN ASPIAZU
Guayaquil, 1910/00/00: En primer plano un grupo de hombres en un patio llenando sacos con cacao;
en segundo plano varios sacos de cacao y algunas personas viendo; al fondo la casa
HACIENDA WINCHELA
Esmeraldas, 1925/00/00: En primer plano un barco con varias personas en su cubierta llegando a la
Hacienda; en segundo plano el río; al fondo una montaña
228
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19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
PANADERÍA LA RIVAL
Ambato, 1928/00/00: En primer plano una niña junto a 4 trabajadores de la panadería de pie en un
corredor; al fondo una pared con 2 puertas
TRABAJADORES DEL FERROCARRIL
Ibarra, 1923/00/00: En primer plano un grupo de trabajadores en la construcción del ferrocarril a San
Lorenzo, se puede ver un grupo de hombres transportando el material y abriendo el camino para el paso
del ferrocarril; al fondo la vegetación
229
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Carlos Marchán Romero
230
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19/04/13 11:17
CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
HUELGA 14 NOVIEMBRE de 1922,
previo a la Masacre del 15 de Noviembre, denominada como el bautizo
de sangre del proletariado ecuatoriano, que dio origen a la novela Las
231
Cruces sobre el Agua, de Joaquín Gallegos Lara.
Libro Crisis economiaf.indd 231
19/04/13 11:17
Carlos Marchán Romero
ESTUDIOS
232
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19/04/13 11:17
REGIONES,
CLASES Y
ENFRENTAMIENTOS
SOCIALES
EN LOS 20
Milton Luna Tamayo
1. Introducción
L
a disciplina histórica, en los últimos años, ha llegado a constatar que el Ecuador
no puede ser estudiado como unidad económica social y política. Por varias
condiciones que inicialmente se remontan a la economía, cultura y política
aborigen y al sistema colonial español, que desde el siglo XVIII son más marcadas, se
van estructurando regiones en el espacio que llegaría a ser nuestro país.
La regionalización económica influye en el carácter de las luchas independistas
(Chiriboga, 1980: 171) y en las formas de los enfrentamientos políticos que dan lugar a
la conformación del Estado nacional (Luna, 1984).
Ciertamente, durante el siglo XIX y los inicios del XX, las regiones Sierra centronorte, sur y Costa (Guayaquil y zonas aledañas), se mantienen todavía como unidades
independientes, con estructuras político-administrativas y esferas de circulación
distintas.64
64 Estas constataciones se infieren de los trabajos de Ives Saint Geours, 1986: 209.
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A consecuencia de políticas integracionistas impulsadas por el garcianismo y,
fundamentalmente, por los regímenes liberales —en especial el de Eloy Alfaro que, en
base a reformas en el aparato estatal, a cambios en la educación y al impulso en las obras
públicas (apertura de caminos, construcción del ferrocarril, dotación de luz, teléfono,
telégrafo)— se crea, en lento proceso, el espacio nacional que recibe mayor impulso con
la Revolución Juliana de 1925.65 El espacio nacional, dificultosamente construido, se
afirma cada vez más después de 1925, pero los problemas originados por la permanencia
de regiones tienen vigencia hasta la actualidad.66
Por esta razón, el examen del comportamiento de los grupos humanos en la década
de los 20 no puede ser, como se ha acostumbrado hasta hoy, solamente visto a través de
la perspectiva de las clases sociales en conflicto, sino también observado a través de las
determinaciones regionales que condicionaron la actuación de aquéllas en sus luchas
por intereses divergentes y en sus disputas por el poder.
Sobre esta base metodológica, aunque con ausencia de información de la Sierra sur,
por carencia de estudios sobre la región en la época, se levanta el análisis que viene a
continuación.
2.
Dominio de la Costa: del auge a la especulación
En 1895 el liberalismo machetero, los terratenientes, agroexportadores y financistas
costeños, desplazan del Poder político del Estado a los terratenientes del altiplano. En
1912, después del asesinato de Alfaro, la fracción exportadora del primer puerto del país
se consolida en el manejo estatal hasta que, en 1925, es despojada del poder por obra
y gracia de los grupos sociales y regionales (ricos, medianos y pobres), afectados por
su dominio en especial por la remozada y “progresista” clase terrateniente e industrial
serrana.
Durante estos 30 años, no sólo el dominio del grupo regional se expresa en términos
políticos, sino también en los económicos. En efecto, en todo este tiempo, a pesar de
que se viven diferentes momentos de auge y crisis, la fracción exportadora los aprovecha
para incrementar su poder y ganancias.
Ciertamente, la fuerza de los grupos dirigentes costeños radica en la producción y
exportación del cacao, activistas que se convierten en el eje de la economía ecuatoriana
durante el espacio temporal señalado. Sin embargo, la hegemonía de la mono
exportación de la “pepa de oro” comenzará a declinar bruscamente a inicios de 1920. La
65 Sobre esta temática consultar Deler, 1983.
66 Entendemos como región no sólo la unidad geográfica, ecológica y climática, sino un
conjunto económico y social que se desarrolla y actúa en determinado espacio y cuyas
fronteras pueden varias en relación al cambio en el proceso económico y social antes
referido.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
crisis de exportación cacaotera, motivada en un primer momento por la sobreoferta, el
cierre paulatino de mercados y la competencia del cacao de África y Brasil y, en segundo
momento, por las devastadoras enfermedades fungosas, tiene repercusiones diferentes y
contradictorias en las regiones y clases sociales del país; en efecto, los agroexportadores
y banqueros guayaquileños se defienden de la crisis en base a la especulación financiera
y monetaria, a la diversificación de sus recursos hacia otras áreas productivas y a la
mantención del poder político por mecanismos fraudulentos. No puede decirse lo
mismo de muchos productores cacaoteros, de los importadores de la Costa y de la Sierra
y de los trabajadores de la ciudad de Guayaquil, que salen maltrechos en este proceso.
En cambio, otra es la situación de los terratenientes serranos, de los industriales y de los
trabajadores urbanos del altiplano, que son afectados de distinta manera por las políticas
económicas y sociales, dictadas por los gobiernos plutocráticos.
3.
Síntomas de la crisis y primeras respuestas sociales
Los síntomas de la debacle cacaotera comienzan a sentirse desde 1914, a medida
que la guerra avanza y los mercados de Inglaterra y Francia cierran sus puertas a nuestro
producto. No obstante, una elevación del consumo de chocolate a nivel mundial y un
incremento de compra por parte de los Estados Unidos atenúan el golpe (Crawford de
Roberts, 1980: 156-157).
Empero, la guerra influye para que el público, temiendo una escasez de oro en el cambio
internacional, empiece a sacar fondos de los bancos y a comerciar notas bancarias por
otro. Algunos bancos y casas comerciales rehúsan recibir las notas del Banco Comercial
y Agrícola, institución financiera de los agroexportadores, que emite la mayor cantidad
de notas, poniendo en serio peligro sus intereses. El Gobierno de Leonidas Plaza
Gutiérrez corre, inmediatamente, a salvar la situación de sus amigos y dicta la famosa
Ley Moratoria, del 6 de agosto de 1914, la que establece la inconvertibilidad y prohíbe
la exportación de oro del Ecuador.
Pero, aprovechando de la misma coyuntura, se pone en vigencia la interpretación
de la ley bancaria, por la cual los bancos de emisión y, principalmente el Comercial
y Agrícola, pueden emitir moneda con el respaldo del 50% en oro y con la garantía
del monto de la deuda que mantenía el Estado con los bancos, en particular con el
gerenciado por el señor Urvina Jado.
Con esto se sella un pacto de mutuo interés entre el Gobierno plutocrático –
necesitado de fondos para solventar los gastos ocasionados por los preparativos militares
de 1910, debido a la amenaza peruana y a la movilización castrense contra la montonera
conchista– y el Banco Comercial y Agrícola que, a través de estos mecanismos monetarios
y financieros, incrementa sus utilidades. De esta manera se inicia el recorrido del
voluminoso endeudamiento del Estado con el banco, que emite moneda sin respaldo.
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Carlos Marchán Romero
Este hecho, junto con el control de giros por parte de la asociación de agricultores de
este mismo banco, deterioran el valor de la moneda y desatan un proceso inflacionario.
Ambas situaciones favorecen a los agroexportadores y especuladores y, al mismo tiempo,
perjudican a los productores, a los importadores y a los sectores popular.
Efectivamente, el sucre pasa de un valor de 48,6 centavos de dólar en 1914, a
37 centavos en noviembre de 1917. Esto beneficia al exportador que compra grano
con dinero barato y lo vende caro en el exterior. Como se puede ver, el mismo grupo
económico, a consecuencia de la guerra, obtiene beneficios por varios lados.
Otro sector relativamente golpeado, pero indirectamente favorecido, es el de los
industriales y terratenientes serranos, ya que si bien, de una parte, son perjudicados
por el mayor costo de la importación de materia prima y maquinaria, de otra (como
efecto de la contracción de importaciones de bienes y alimentos), se ve incrementada
la producción de la industria y de la hacienda andina. De esta forma, la prosperidad
económica de las clases dirigentes de la región Sierra centro-norte, no sufre reveses.
En definitiva, los importadores y las clases subalternas del país son los mayormente
lesionados por la mentada política económica. En Quito, ciertamente, grupos de
artesanos-comerciantes protestan contra tal situación y proceden, ante la inefectividad
de sus reclamos, a organizar agrupaciones de autodefensa para sostener sus negocios. Tal
es el caso de los influyentes maestros sastres que, ante el “alza sufrida por la mercadería
en general y los nuevos impuestos que tenemos, que por el anterior motivo y el alto
precio de las subsistencias ha sobrevenido la escasez de trabajo; que las casas europeas
venden sus mercaderías al contado […] Acuerda: formar una Liga de Sastres para la
venta al contado”,67 con el objeto de presionar a los clientes morosos para que cancelen
sus deudas y así mantener abiertos sus talleres.
De otra parte, a causa de la inflación, se disparan los precios de los artículos de
primera necesidad.68 Un estudio efectuado para la Misión Kemmerer, sobre la base de
la relación entre un índice de precios de varios artículos mayormente consumidos en la
época (arroz de castilla, arvejas, azúcar, cebada, camote, carne, carbón, fréjol, huevos,
harina de cebada, habas, lentejas, manteca, maíz grueso, maíz delgado, morocho,
mellocos, ocas, papas gruesas, papas delgadas, queso, raspadura, zanahoria y yuca) y una
serie de datos sobre la circulación monetaria, se establece que, entre 1914 y 1918, hay
un aumento de precios de los artículos vitales, en un 138%.
67 Papeles no clasificados de la Intendencia de Policía de Quito, Archivo Nacional de Historia
(ANH), 14 de enero de 1920, en Luna: 1987.
68 Referencias periodísticas hablan de un incremento de precios de los artículos de primera
necesidad en las principales ciudades del país: Quito, Guayaquil y cuenca. El periódico
El Tren, de Cuenca, señala que “los precios de los alimentos aumentaron a tan punto que
los pobladores estaban en realidad sufriendo” (Crawford, 1980: 159). De otra parte, el
aumento de precios también puede ser atribuido a la acción de los especuladores. Así en la
época se señala que “los precios de mercancías localmente producidas para uso doméstico
están subiendo diariamente y creando una situación difícil, utilizando la guerra como un
pretexto. (Ibíd, 158).
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
CUADRO NO. 1
Año
1913
1914
1915
1916
1917
1918
1919
1920
1921
1922
1923
1924
1925
Circulación
billetes
1913-100
100
77
84
115
129
137
150
158
160
179
197
237
259
Circulación
Billetes
1914-100
100
105
148
166
177
193
294
206
230
254
394
334
Precios 25
Artículos
100
100
Precios 24
Artículos
100
100
Manteca
100
100
204
238
214
183
194
215
208
242
245
168
192
171
171
171
188
179
215
221
332
400
316
269
268
280
308
324
320
Cambios*
98
100
104
110
119
116
103
115
179
192
205
239
207
*Datos delo Banco del Ecuador S.G. de Crédito y Oficina Bancaria de los señores Almeida y Cía.
Fuente: papeles Kemmerer, Archivo Histórico, Banco Central, citado por Luna: 1987, 46.
El alto costo de la vida impacta duramente en el bolsillo popular y motiva el
levantamiento de trabajadores, principalmente en Guayaquil y Quito. En la Costa se
registran los siguientes alzamientos populares: huelga de trabajadores del ferrocarril, en
Bahía de Caráquez-Chone, por pago de salarios, en 1914; huelga de trabajadores del
Ingenio Valdez, por alza de salarios y disminución de la jornada de trabajo, en 1916;
huelga de cacahueros de Guayaquil, por elevación de salarios, en 1916; huelga de
conductores y vagoneros de los carros urbanos de Guayaquil, por elevación de salarios
y cumplimiento de jornada de trabajo, en 1916; huelga de ferroviarios de Durán y de
otras estaciones del ferrocarril; huelga de peluqueros de Guayaquil, por alza de salarios,
en 1918; huelga de mineros de Zaruma, por alza de salarios, en 1918; huelga de los
obreros de las minas de Portovelo, por aumento salarial, en 1919; huelga de operarios de
sastrería de Riobamba, por alza de salarios, en 1919; huelga de empleados de boticas de
Guayaquil, por aumento salarial, en 1920 (Albornoz, 1969). Como se puede observar,
la mayoría de estas acciones persiguen compensaciones que permitan contrarrestar la
erosión de sus salarios frente a la depreciación del sucre.
También en Quito, por primera ocasión, se nota un gran movimiento en las bases
de los talleres artesanales y en otros sectores subalternos de la ciudad. Por aumento
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salarial se declaran en huelga (en enero de 1918) los operarios de la gran sastrería del
maestro A. T. Cevallos, siendo seguidos en su actitud por la mayoría de operarios de
otros grandes y medianos talleres de la capital. Similar medida adoptan, un año más
tarde, los tipógrafos de muchas imprentas quiteñas.
Los panaderos, los empleados de bares y hoteles, los albañiles, no desbordan hacia
acciones mayores, pero sí reclaman mejores condiciones de trabajo y aumento de jornal,
para lo cual organizan sus propias estructuras de representación con carácter clasista (Luna,
1987: 52). Haciéndose eco de las angustias populares, la antigua y elitista organización de
maestros quiteños, la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha (SAIP), por primera
vez, también une su voz de protesta, a fin de que sean controlados los precios de los
artículos de primera necesidad (Chiriboga, 1918: 45). En definitiva, la segunda década del
presente siglo finaliza con una fuerte ola de protestas a nivel nacional.
4.
Nunca perdieron los amigos del señor Urvina Jado
Entre 1914 y 1920 se genera una sobre oferta de cacao a nivel mundial; la pepa de
oro ecuatoriana tiene que ser almacenada en grandes cantidades, en depósitos de Nueva
York y Guayaquil.69 Al mismo tiempo, varios países europeos cierran sus puertas al
producto ecuatoriano, a fin de dar cabida al de sus colonias. La competencia de la Costa
de Oro y del Brasil que, para 1920 se habían convertido en la primera y segunda fuerza
productora de cacao,70 precipitan los precios en forma espectacular. Efectivamente, en
marzo de 1920, en el mercado de Nueva York, la cotización llega a un precio récord de
26,76 dólares por quintal, pero en diciembre de ese mismo año cae bruscamente a 12
dólares, hasta llegar a un mínimo de 5,75 dólares (Velasco, 1981).
A más de estos graves problemas en la década del 20, se suma un tercero y definitivo,
relacionado con la difusión de las enfermedades “monilla” y “escoba de bruja”, que
devastan muchas haciendas cacaoteras, con la consiguiente baja de la producción. ¿Cómo
enfrentan esta peligrosa coyuntura los agroexportadores y banqueros guayaquileños?
Desde años antes, los agroexportadores de cacao, con el objeto de defender los
precios de sus productos, se organizan en la Sociedad de Agricultores, institución que
prácticamente monopoliza la exportación, llegando a controlar un 71% en 1917. La
asociación compra cacao a los productores, pagándoles el 50% en efectivo y el porcentaje
restante en vales, circunstancia que le permite especular, en perjuicio de estos últimos.
69 En 1920 Nueva York almacena en sus depósitos 46.000 quintales de cacao ecuatoriano. En Guayaquil
se encuentran 7.500 quintales del mismo producto. (Crawford, 1980: 163).
70 Para 1914 la Costa de Oro lidera la producción con 126.596 toneladas, seguida de Brasil con 56.654
toneladas y el Ecuador con 43.000. (Ibíd., 163).
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Por otra parte, el control de la asociación de las exportaciones de cacao, le posibilita
disponer del grueso de divisas del país y, por tanto, estar en condiciones de realizar
prácticas especulativas en perjuicio de los necesitados importadores. Mientras tanto, a
medida que los precios internacionales bajan, la asociación, para compensar las pérdidas,
paulatinamente se endeuda con la banca nacional, en especial con el Banco Comercial
y Agrícola, y con financistas internacionales, entre los que se cuenta al Mercantil Bank
of América, (MBA) al que, en 1920, entrega las negociaciones del cacao en Nueva York
(Chiriboga, 1980: 397 y siguientes). La brusca caída del precio del cacao en este año,
por debajo del 80% del pactado con el banco norteamericano, le lleva a éste a tratar de
asegurarse una indemnización por las pérdidas sufridas; la asociación se ve conminada
a desembolsar mucho dinero a favor de sus acreedores: el MBA, que presiona con el
apoyo del Departamento de Estado; el Banco Comercial y Agrícola, y los productores
cacaoteros.
Por tal efecto, el MBA y el banco del señor Urvina Jado se disputan los tres sucres
que la asociación recibe por cada quintal exportado del país. De hecho, la batalla por
cancelación de deudas de la asociación, obviamente, la ganan los financistas nacionales
que pertenecen al mismo grupo de socios que conforman ésta. Así:
Los socios principales y preferidos en la asociación, de 1914 a 1922, fueron
de acuerdo a sus propiedades: Enrique Seminario, Caamaño Tenguel State Ltd.,
Plantaguen Clementina, Deustche Ecuador Cacao, Lautaro Aspiazu y los Morla.
La lista de los mayores accionistas creció de 872, en diciembre de 1913, a 3.441, en
diciembre de 1921, pero esos productores no se desempeñaban como los directivos. De
los 12 hombres principales de la junta directiva, la asociación retenía solamente, uno
del comité original de 1912. El presidente de la junta, en 1922, era Lorenzo Tous, uno
de los principales directores del Banco Comercial y Agrícola. Examinado el directorio
de estas dos instituciones, encontramos que Francisco Urvina Jado, gerente perenne del
banco, era miembros del directorio de la asociación, en 1922, como lo eran otros dos
grandes banqueros, Juan Illingworth y Enrique Baquerizo Moreno. Carlos Marcos, padre
de Juan, estaba también en el directorio del Banco (Crawford, 1980: 171).
Tanto el proceso de endeudamiento de la asociación con el Banco Comercial, cuanto
la imbricación de intereses económicos y personales entre las dos instituciones, da lugar
a que, paulatinamente, la segunda monopolice los giros y utilice dicha hegemonía para,
a través de la especulación y el alza de cambio, reponerse de sus pérdidas, cargando el
peso de la crisis en los hombros de los importadores y de los sectores medios y populares
del país.
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Carlos Marchán Romero
CUADRO NO. 2
EVOLUCIÓN DEL TIPO DE CAMBIO
Año
1918
1919
1020
1921
1922
1923
1924
1925
1926
1927
Enero
2,30
2,15
2,08
3,30
4,10
5,35
4,75
4,00
4,70
5,00
Mayo
2,70
2,12
2,43
3,90
3,50
5,05
5,15
4,15
4,80
Septiembre
3,10
2,12
2,70
3,50
3,90
6,08
5,48
4,18
5,65
Fuente: Chiriboga, 1980: 402.
La “trinca” plutocrática”, además de lo anotado, busca oros mecanismos para capear el
temporal y salir adelante. Así, conscientes de que la Asociación de Agricultores se torna
en una carga pesada e ineficiente, deciden abandonarla en manos de administradores
particulares que aseguren el pago de los haberes adeudados.
De la misma manera, con la perspicacia y olfato de hombres de negocios, algunos
miembros de la fracción exportadora anticipan que la actividad altamente especulativa
del Banco Comercial y Agrícola, lo torna peligroso y altamente impopular, razón por la
cual empiezan a desplazar sus capitales hacia una nueva red de instituciones bancarias.
Efectivamente, algunos miembros de la cúpula de dicho banco fundan otros cuerpos
financieros, como el Banco de Descuento y el Banco de la Previsora (Chiriboga, 1980:
399). Con toda seguridad, el suceso delata un resquebrajamiento del grupo dominante.
De otra parte, como efecto de los múltiples préstamos hipotecarios, de la reducción de
precios, de la mantención de un lujoso tren de vida, de la reducción de la producción a
consecuencia de las plagas, y de la desvalorización de las haciendas cacaoteras enfermas,
algunos grandes y medianos terratenientes cacaoteros (como los Morla, los Puga, los
Burgos, los Roldós, los Barreiro, los Contreras, etc.), pierden sus haciendas, produciéndose
un reordenamiento y concentración de la propiedad, en beneficio de los agroexportadores
y financistas del tradicional grupo plutocrático (Chiriboga, 1980: 411-412).
Finalmente, miembros de este mismo equipo, en estos años, esbozan y ejecutan una
nueva estrategia económica, al diversificar sus recursos en actividades agroindustriales,
en la producción arrocera, bananera y, en especial, en la azucarera.71 Esta última
71 Revisar Rafael Quintero, 1980; Rafael Guerrero, 1979; Sabine Fischer, 1983:55. No sólo la actividad
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
producción cobra gran impulso en la Primera Guerra Mundial, gracias a la escasez
internacional del azúcar y al aumento de sus precios; pero sigue siendo igualmente
rentable en la década del 20, por la mantención de los precios altos (Fisher, 1983: 63),
lo que sirve para que este sector salga bien librado de la bancarrota cacaotera.72
Como se puede ver, este grupo económico regional que se desarrolla bajo la sombra
del Banco Comercial y Agrícola, a pesar de la crisis del cacao, de las insurrecciones
populares y políticas gestadas en su contra (como la de noviembre de 1922 y la de
julio de 1925), sale fortalecido y recompuesto. En definitiva, nunca pierden los amigos
del señor Urvina Jado, más bien ganan fuerza para seguir presionando, con mucha
consistencia, sobre la historia nacional futura.
5.
La política plutocrática y la acción contestataria regional y clasista
Sin lugar a dudas, en los 20, los sectores mayormente perjudicados por el descalabro
del cacao, por la política especulativa del Banco Comercial y Agrícola y los gobiernos
liberales que responden a sus lineamientos, son los importadores y los sectores populares
costeños, principalmente urbanos. En diferente forma, son alcanzados los industriales,
terratenientes y grupos subalternos urbanos del altiplano. El indio serrano sigue, como
siempre, viviendo y trabajando en las peores condiciones.
5.1. Los importadores contra el “banco de los billetes falsos”
La posesión de giros por parte del Banco Comercial y Agrícola y su política
especulativa, levantó en su contra a los importadores, que se agrupaban en torno del
Banco del Ecuador.
En 1921, ante la tendencia alcista del cambio, el Banco del Ecuador intenta bajar
la cotización. Debido a su actitud puede reducir el precio de los giros, en el mes de
mayo, a 3,85 el dólar, logrando un descenso de 14 puntos en tres semanas (Chiriboga,
1940:400). Sin embargo, los exportadores ejecutan una fuerte acción especulativa,
comprando grandes cantidades de giros en espera de “la ocasión propicia para salir a la
reventa en exceso” (Chiriboga, 1980:400), consiguiendo agotar las reservas del banco.
Similares medidas son impulsadas en 1922 sin resultado satisfactorio. El Banco del
Ecuador, ahogado por los agroexportadores y financistas, fracasa en su intento de defender
los intereses de importadores e industriales. Sin embargo, éstos y sus bancos, entre los que se
encuentra La Previsora, utilizarían la movilización popular para materializar sus objetivos.
azucarera se esboza como estrategia, sino también la bananera y arrocera. Así, la producción de arroz
en 1923 supera en un 30% el consumo nacional (Comisión Ejecutiva Económica, 1923).
72 En esta estrategia, el Banco Comercial y Agrícola compra, en 1922, el Ingenio San Carlos.
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Carlos Marchán Romero
Efectivamente, en octubre y noviembre de 1922, grandes conglomerados de
trabajadores guayaquileños, agobiados el costo de vida y por la reducción de plazas
de trabajo (caso de los ligados a la exportación cacaotera), propician varias huelgas
sectoriales, que desembocan en un gran paro general, en noviembre del mismo año.
La Confederación Obrera del Guayas (COG), cuyo presidente es el comerciante
Aurelio Sempértegui, identifica la causa medular del empobrecimiento de los trabajadores:
el alza del tipo de cambio. El 19 de noviembre, la COG discute y aprueba un importante
documento, que influye enlas ideas del movimiento popular, texto que señala que:
La situación es insoportable para todos, y es lógico suponer que todos aspiran a
comer y vestir para vivir; ante una expectativa que puede ser desastrosa para el país, es
necesario que esta corporación se esfuerce por poner remedio inmediato a esta situación,
que no puede prolongarse indefinidamente, y creo [...] que la fuente de todos los males
que nos aflige ha sido, es y será, la desmedida alza del cambio (Muñoz Vicuña, 1978: 55).
En este mismo documento, la COG, para viabilizar el movimiento y establecer
soluciones, resuelve nombrar un cuerpo asesor compuesto por notables banqueros
ligados a La Previsora y al Banco del Ecuador; estos son: Víctor Emilio Estrada, Bertino
Berrini y José Eduardo Molestina. En ese momento, la enorme protesta popular pasa
a responder a los intereses de los importadores, que inmediatamente plantean como
consigna básica la incautación de giros.
El Gobierno de Tamayo, temeroso de los alcances de tal manifestación popular y
regional, cede ante las presiones y nombra una comisión que redacta un proyecto de
ley que recoge las reivindicaciones de la huelga. La comisión se compone por Eduardo
Game (gerente general del Banco del Ecuador), José Rodríguez Bonín (gerente del mismo
banco) y por Víctor Emilio Estrada (gerente de La Previsora), que redacta y envía el
proyecto a Quito. El 16 de noviembre se pone al decreto el ejecútese, un día después
de la gran masacre. Su objetivo es la incautación de giros y la creación de una comisión
ejecutiva económica (integrada por Víctor Emilio Estrada (presidente), A. Carrera, J.
J. de Icaza Noboa, Leonardo Sotomayor y Luna, y Federico Coello), cuya finalidad es
la de “evitar la creciente desvalorización de la moneda y la consiguiente elevación de
las mercancías importadas; nada más” (Comisión Ejecutiva Económica, 1923). De esta
manera, los importadores e industriales coyunturalmente consiguen sus objetivos.
La comisión adopta como lema “Produzcamos más”, a fin de restringir las
importaciones y propiciar el desarrollo de la industria nacional; pero la esporádica
efectividad de su labor, reflejada en la baja de la tasa de cambio, trae aparejada una fiebre
de compras del exterior, que perjudica a los intereses de los industriales. El bloque de
importadores industriales se disuelve por la contradicción de sus intereses y la comisión
se ve frustrada, debido a que no puede unificar posiciones tan discrepantes: los unos
amantes del librecambio y los otros, defensores del proteccionismo.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Sin embargo, no mucho tiempo dura la bonanza de los importadores; la incautación,
impulsada por la comisión, no detiene la crisis. Los agroexportadores financistas,
descontentos con el control de giros, no entregan los dólares a la comisión, formándose
un mercado paralelo. Los importadores, precipitadamente endeudados por la favorable
coyuntura anterior, son presa fácil de los exportadores que manipulan el tipo de cambio,
como mecanismo para resarcirse de sus pérdidas, debido a la crisis cacaotera. Así se
instaura nuevamente el dominio de la fracción agroexportadora.
Estos problemas, sumados a los que se derivan de la continuidad de la política monetaria
a través de la vigencia de la Ley Moratoria, hacen comprender a los importadores que la
labor de la comisión está destinada al fracaso y que la única solución es unificar fuerzas
con otros sectores, para derrocar del poder del Estado a los agroexportadores financistas.
5.2 Los trabajadores de la Costa: situación y reacciones diferentes
Indudablemente, el grupo de trabajadores de Guayaquil, y parte de los jornaleros
dependientes de algunas haciendas cacaoteras en quiebra, son los más golpeados por
las condiciones económicas resultantes de la crisis cacaotera, de la restricción de
importaciones, del proceso inflacionario, de la reducción de plazas de trabajo, del alto
costo de la vida y del manejo económico gubernamental.
Ciertamente, el grueso de trabajadores del campo costeño, si bien enfrenta las duras
situaciones derivadas del derrumbamiento de la producción cacaotera, su carencia de
trabajo es momentánea y se produce mientras dura la reversión de cultivos de las haciendas
cacaoteras a la producción de arroz, azúcar y banano (Crawford, 1980).73 Las haciendas
que quiebran y no logran sustituir la producción, expulsan a los trabajadores y les obligan
a trasladarse a otras ocupaciones en el agro y a la ciudad, en condiciones económicas
lamentables (Chiriboga, 1980: 410). Como reflejo de la distinta situación económica que
viven los trabajadores en la región de Guayaquil, sus reacciones ante la crisis adquieren
rasgos diferentes en las zonas rural y urbana. Mientras en el campo no se presentan brotes
de protesta,en el puerto de Guayaquil la explosión social cobra caracteres dramáticos. El
17 de octubre de 1922 los trabajadores de Eloy Alfaro y Durán de la compañía ferroviaria
Guayaquil and Quito Railways Co., a consecuencia de las lamentables condiciones de
trabajo y de vida, presentan un pliego de peticiones no aceptado por la administración de
la empresa. Debido a esto, el 19 del mismo mes, los trabajadores se declaran en huelga y
con el apoyo ciudadano logran conseguir sus objetivos.
Los trabajadores de otras empresas, al observar el triunfo obtenido por los ferroviarios,
emprenden en una desenfrenada carrera por organizarse y lanzarse a la acción; esta
inusitada y sorprendente actitud, producto de la zozobra económica, toma por sorpresa
a un reducido número de anarquistas que, por entonces, se encuentran organizando la
73 Lois Crawford, Op. cit., p. 230. Al respecto, la Comisión Ejecutiva Económica, en su revista dice:
“gran número de braceros que antes producían aguardiente y tabaco han pasado ahora a producir
arroz y otros alimentos”.
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Federación de Trabajadores Regional del Ecuador (FTRE), institución alternativa a la
ya conservadora y mutual COG.
La avalancha popular es relatada por el secretario general de la FTRE, el joven
anarcosindicalista Luis Maldonado Estrada, en los siguientes términos:
Nosotros no habíamos hecho la huelga de los ferroviarios, nos adherimos a ella. Esta
huelga determinó un entusiasmo general en Guayaquil, en todos los gremios. Nosotros
únicamente nos solidarizábamos, pero no teníamos la capacidad para dirigir. Esta
federación, que nace el 15 de octubre, que nace con doce embriones de organizaciones,
empieza a ser una organización a toda máquina, de gente que llega y dice: “¡organícennos!”.
Y Había que organizarlos. No podíamos decir: “Esperen que vamos a hacer un curso
para estudiar esto y después del curso los organizamos”. Nosotros, la verdad, es que no
teníamos un momento de descanso, ni siquiera para dormir. Había ocasiones en que nos
pasábamos toda la noche en la Sociedad de Cacahueros. Al día siguiente teníamos que
continuar, porque no podíamos darnos el lujo de dormir (Maldonado, 1982: 55).
Constituida la FTRE, nuevos y viejos gremios y sindicatos se precipitan, entusiastamente,
a la huelga; todos quieren seguir el ejemplo de los ferroviarios. Para noviembre el número
de huelgas crece y la movilización popular, prácticamente se convierte en paro general. La
nómina de organizaciones que participan en el movimiento es la siguiente:
Trabajadores de la Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica; Trabajadores de la Empresa de
Carros Urbanos: Asociación Unión de Trabajadores del Gas; Unión de Trabajadores
de la Fábrica La Fama; Unión de Trabajadores del Molino Nacional; Trabajadores de la
fábrica El Progreso; Sindicato de la Fábrica La Roma; Unión de Trabajadores del Arsenal;
Trabajadores del Muelle; Sindicato de la Fábrica La Universal; Trabajadores de la Jabonería
Nacional; Trabajadores de la Casa Americana; Unión de Trabajadores del Aserrío La
María; Trabajadores de la Tenería La Iberia; Unión de Trabajadores de la Piladora San Luis:
Sociedad de Tipógrafos; Asociación de Empleados; Asociación Febres Cordero; Sociedad
Unión de Estibadores; Sociedad Cosmopolita de Cacahueros Tomás Briones; Asociación
30 de Julio; Trabajadores de la Cervecería Nacional; Junta Proveedora de Agua Potable;
Trabajadores de la Fábrica Nacional de Calzado; Trabajadores de la Fábrica de Aceite;
Trabajadores de la Desmontadora de Algodón de Klaere y Shotel; Trabajadores de la
Curtiembre La Palma; Trabajadores de Rohde y Cía.; Trabajadores de la Jabonería Victoria;
Trabajadores de Villa Pilar; Sindicato de la Fábrica Italia; Comité Gremial del Transporte
de Frutas; Trabajadores de Santa Rosa; Trabajadores de San Francisco, Trabajadores de Las
Mercedes; Trabajadores de La Germina; Sociedad de Joyeros y Plateros; Liga Obrera del Gas;
Empleados del Servicio Sanitario; Empleados de Comercio, Trabajadores de la Proveedora
de Agua del Cuerpo de Bomberos; Gremio de Vendedores de Periódicos; Centro Feminista
La Aurora; Escuela Taller de Liga Obrera; Sociedad de Vivanderos; Sociedad de Plomeros
y Gasfiteros; Sociedad de Areneros; Trabajadores de la Casa Witing; Trabajadores de La
Corona; Sociedad Obrera de Yaguachi; Centro Feminista Rosa Luxemburgo; Ferrocarrileros
de Durán; Gremio de Trabajadores del Aseo de Calles (Albornoz, 1984: 31).
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Las reivindicaciones iniciales por alza salarial, seguridad de empleo y mejores
condiciones de trabajo, auspiciadas por las bases de los trabajadores, y por los jóvenes
inexpertos y sorprendidos anarcosindicalistas, son dejadas de lado por influencia de la
COG y sus asesores, para adoptar el programa de los importadores y sus banqueros, cuyo
punto central era la incautación de giros. Este hecho trascendental, comentado por
uno de los máximos dirigentes de la huelga y de la FTRE, señala lo que a continuación
extensamente se copia, por lo revelador del relato:
Les ruego tener un poco de comprensión, de benevolencia para que se den cuenta
que nosotros no éramos teóricos, no éramos activistas con experiencia, que no teníamos
idea exacta de lo que debía hacerse o no. No teníamos ningún manual que consultar, y
no había ningún compañero más viejo que nos pudiera aconsejar. Hicimos todo lo que
pudimos. Nosotros creíamos controlada la situación, jamás nos imaginábamos lo que
después se supo: que desde antes del 15 de noviembre, el Ejército se venía preparando para
atacar al pueblo. ¿Quién iba a suponer siguiera esa situación? La clase trabajadora iba a una
huelga, cada gremio planteaba su pliego de peticiones a la empresa. La empresa tenía que
resolver, aceptando o rechazando, y así se arreglaba. Nunca tuvimos nada que ver con el
Gobierno, con el cambio, con las manifestaciones públicas. No teníamos otra táctica y esta
seguía perfectamente bien. Los grandes capitalistas, el imperialismo yanqui, los burgueses,
banqueros, y sus instrumentos, las autoridades, etc., estaban conspirando; teníamos toda
la prensa en contra. El Telégrafo publicaba grandes titulares: “La baja del dólar es la única
solución”. La prensa, pues, nos silenciaba o tergiversaba nuestras soluciones, y nosotros
no podíamos hacer nada, no teníamos periódicos para decir la verdad, sino pequeñísimos
semanarios, quincenarios, etc. De manera que fue así la situación. Había garantía en la
pugna que existía entre la Confederación Obrero y nosotros, eso sí. Pero de repente, de
buenas a primeras, va el gran directorio de la Confederación Obrera a entrevistarse con
nosotros que estábamos en una asamblea general de huelguistas. Nadie les había invitado, ni
siquiera sabíamos que estos señores venían. Habían conseguir hablar con el doctor Trujillo.
Yo le doy por sentado absolutamente, que hubo infiltración; es que se estaban jugando
el todo por el todo, y por qué no iban a infiltrar a elementos novatos para distorsionar,
para cambiar la dirección y la forma de la huelga que teníamos hasta ese momento. Yo
le creo absolutamente. No le puedo decir “me consta, yo lo vi”; pero es elemental, sobre
todo después de 60 años en que uno se pone a pensar lo que pasó. Pero ese momento no
teníamos ninguna idea. Entran estos señores y plantean la solución; el doctor Trujillo nos
dice: “no es con los aumentos de los salarios como vamos a resolver el problema, por que
mientras suben los precios y no baja el dólar, no hay solución; tiene que bajar el dólar
para que puedan bajar los precios y se solucione el hambre, la miseria. Con las huelgas no
se soluciona nada”. Diga eso ahora, no hace 60 años, ahora, a una masa sin preparación
que no sabe que le están mintiendo y se darán iguales resultados. Nosotros nos opusimos
totalmente. Yo, en ese entonces, creo que tenía facilidad de palabra, entusiasmo y fervor
para hablar; me puse frenético. Le acusé de que estaba traicionando los intereses de los
huelguistas; quise rebatir y decir que nosotros no teníamos que hacer nada con la baja
del dólar, que a mayores precios mayores huelgas, y a partir de ese momento estaremos
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impidiendo que el movimiento ceda. Pero no, no cuajó esa poca defensa que pude haber
hecho. Entonces la asamblea aprobó el manifiesto que debía ser presentado a las autoridades
(INFOC, 1982: 57-58).
Así, el movimiento huelguístico pasa a manos de los directivos de los bancos La
Previsora y Ecuador.
El 15 de noviembre la huelga general fue aplastada a sangre y fuego, con más de mil
muertos tirados a la ría. Pero el 16 de noviembre el presidente Tamayo firma el decreto
que aprueba el objetivo de la movilización popular: la incautación de giros. Algunos
asesores de la huelga fueron designados directivos de la comisión ejecutiva económica,
encargada de llevar adelante el control de giros, mientras los dirigentes de los trabajadores
son perseguidos, encarcelados, deportados, y sus organizaciones pasan a la ilegalidad.
Después de la huelga, el movimiento popular guayaquileños entra en un gran
período de reflujo, que durará toda la década del 20; sin embargo, a medida que las
condiciones se agravan, los trabajadores lentamente reconstruyen sus organizaciones.
Participan, aunque sin mucha fuerza, en el movimiento de julio y apoyan a Dillon y al
nuevo régimen, con iniciativas para dotarlo de una fuerte base social, a fin de sostenerlo;
esto último se traduce de la correspondencia que Luis Napoleón Dillon mantiene con
algunos dirigentes obreros, y que reposan en su archivo personal.
5.3 La región centro norte y su comportamiento: el modernismo terrateniente e
industrial. Su iniciativa política
Mientras en la Costa el grupo agroexportador financiero enfrenta la crisis cacaotera,
en base a la reorientación de la producción y a la implantación de medidas especulativas,
la Sierra centro-norte crece económicamente, en base a la producción.74
En el período analizado se dinamiza la producción de la hacienda serrana, a medida que
sus productos agropecuarios encuentran nuevos mercados, facilitados por el ferrocarril
y por el contacto comercial con el sur de Colombia. Surge una nueva generación de
terratenientes, que desea modernizar el campo e importa tecnología, ganado extranjero,
pastos, semillas y abonos (Espinosa, 1984: 184-185, e Ives Saint Geours, s/a: 35).
La dinamización del campo repercute en el desarrollo de la industria textil, de la
producción algodonera, de la producción de cueros y de calzado, de la industria molinera, etc.
La Guerra Mundial de 1914 impacta de distintas maneras a la regiones de ambos lados
de los Andes; en la Sierra centro-norte tiene efectos satisfactorios, ya que la contracción
de importaciones disminuye el ingreso de alimentos, telas, zapatos y otros artículos que
venían produciéndose en el norte del altiplano, con lo cual, la producción del campo y
74 El crecimiento económico de la Sierra centro-norte es una tesis sustentada por J. P. Deler, Ives Saint
Ceours, Carlos Arcos, Carlos Marchán, Roque Espinosa y Wilson Miño, cuyos trabajos son citados
en este estudio.
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de la industria, se incrementa notablemente. La expansión de la producción andina se
da no obstante el encarecimiento de los bienes de capital importados, que el conflicto
bélico ocasiona.
De hecho, a raíz de la política económica del Gobierno plutocrático de la época de
plena crisis cacaotera, las importaciones siguen restringidas, con lo cual se favorece,
indirectamente a los intereses de los industriales y terratenientes de la Sierra; sin embargo,
la política gubernamental, al controlar el crédito y el cambio, estancan el pleno desarrollo
de la región. Por esta razón los potentados de la Sierra centro-norte apoyan cualquier
intento de derrocar al régimen imperante, hecho que lo consiguen en julio de 1925.
Los terratenientes e industriales, para impulsar las tendencias modernizantes,
organizan la Sociedad Nacional de Agricultura (Arcos, 1984). En lo político, junto con la
clase, media, con los artesanos y otros sectores sociales, organizan partidos con programas
democráticos, a fin de enfrentar con nuevo discurso a la vieja plutocracia que se obstina
en el Poder, a través del fraude electoral.75 En efecto, desde 1923, con mucha intensidad,
se comienzan a observar reuniones y concentraciones políticas de liberales, conservadores
y grupos socialistas, que se concretan en la fundación oficial de sus respectivos partidos,
inmediatamente después del 9 de julio de 1925. La figura principal de estas actividades
es Luis Napoleón Dillon,76 que se convierte en el alma y mente de la revolución de julio.
Ya en el Poder, los jóvenes militantes, con Dillon a la cabeza, impulsan reformas
modernizantes de tipo fiscal, monetario, financiero y social, que después del aval de
la Misión Kemmerer, serán ejecutadas por Isidro Ayora. Entre las reformas se pueden
contar las siguientes: la centralización del gasto público, la creación del Banco Central,
de la Superintendencia de Bancos, de la Contraloría General, del Banco Hipotecario,
del Ministerio de Previsión Social y de la Caja de Pensiones. Los cambios no son bien
vistos por el antiguo bloque plutocrático costeño, por lo que, para defender sus intereses,
no duda en remover antiguos problemas regionalistas e, incluso, plantear aspiraciones
independentistas. Al respecto, en noviembre de 1925, llegan de Guayaquil las siguientes
informaciones:
Fracasado de este modo el intento subversivo del capitalismo bancario, ahora se
ha entrado de lleno a una labor separatista y criminal bajo la máscara de aspiraciones
federalistas. Yo creo que manifesté a usted en carta anterior que el capitalismo de esta
ciudad, y los bancos especialmente, eran capaces de todo en aras de la defensa de sus
menguados intereses; ya que usted señor Ministro, como mi apreciación es exacta, pues
actualmente no tienen inconveniente en provocar la desunión nacional y aún, según se
75 Sobre el comportamiento político de las clases de la época y la organización en partidos, ver Quintero,
1980.
76 Dillon participa de la Sociedad Nacional de Agricultura; es militante del Liberalismo Radical,
editorialista del primer órgano sociales de Quito (La Chispa), y en 1926 se proclama socialista
doctrinario (Arcos, 1984, INFOC, y papeles de Dillon, Archivo Histórico, Banco Central.
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dice por aquí, están resueltos a pedir la intervención extranjera para oponerse al Banco
Central, y si esto no es posible, para pedir el apoyo para independizar la región costanera.77
Efectivamente, estos grupos no recelan en impulsar organizaciones paramilitares y
movilizaciones callejeras, alentando el regionalismo y el anticomunismo.
La noche que se formó el batallón de voluntarios y que desfilaron por la9 de Octubre
era oír con indignación los gritos de ¡Abajo los bolcheviques! ¡Abajo el Banco Central!
¡Muera Dillon! ¡Abajo los serranos! Los que deambulaban con el grupo, puede usted
conocer a los que más vociferaban. Eran los de El Guante, Lautaro Aspiazu, los Benítez
Icaza, los Chiriboga, Benítez y gran número de empleados de la banca y el comercio, la
mayoría de ellos amigos.78
A través de los mecanismos expuestos, la fracción exportadora logra atenuar
las medidas e incluso participar en el proceso de reformas. De cualquier manera, las
modernizaciones se imponen, se transforma el Estado y la historia avanza.
5.4 La clase media y los trabajadores urbanos de la Sierra centro-norte
La política económica del Gobierno plutocrático incide, tanto negativa cuanto
positivamente, en los sectores medios y subalternos de la región, en especial sobre los
de Quito.
Por un lado, el alza y especulación del cambio, tiene como consecuencia que gran
contingente de importadores de Sierra y Costa observen disminuidas sus actividades
económicas; dentro de este grupo se encuentran varios maestros artesanos, sastres,
zapateros, peluqueros, que convierten sus grandes talleres en almacenes de expendio de
artículos importados, como casimires, perfumes, sombreros, bastones, etc. (Luna, 1987).
De hecho, en todo este período no ven con simpatía las gestiones de un Gobierno
que atenta contra la estabilidad y prosperidad de sus negocios. Por otro lado, el proceso
inflacionario eleva el costo de los artículos de primera necesidad, golpeando, sobre todo,
al conjunto de maestros pobres, operarios, aprendices y otros grupos urbanos desposeídos,
como cargadores, limpiabotas, voceadores, albañiles, panaderos, etc.
Protestas contra esta situación se hacen presentes en el período de 1914 a 1920. En
los siguientes años, el aumento del costo de vida es poco considerable en relación al
espacio temporal antes referido;79 por esta razón no se producen incidentes mayores sino
que el malestar que agita nuevamente a los artesanos, es una respuesta a los maltratos de
77 Un amigo a L. N. Dillon, Guayaquil 21 de noviembre de 1925, Archivo Histórico del Banco Central
del Ecuador (AHBCE), Fondo Dillon (FD), E-4, 95-141.
78 Un compatriota a L. N. Dillon, Guayaquil, 22 de noviembre de 1925, AHBCE, FD, 78-117-C. 11.
79 Ver en el Cuadro No. 1, en donde se expone el nivel que alcanza el costo de vida para estos años.
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los patrones, las excesivas horas de trabajo y al incumplimiento del descanso dominical
(Luna, 1987: 67).
Los gobiernos plutocráticos, después de superar los déficit estatales producidos por
las campañas militares contra el Perú y la montonera conchista, mantienen un agresivo
endeudamiento interno, llegando con el régimen de Tamayo a la suma de 39’834.671,70,
de los cuales 21’772.253,77 son adeudados al Banco Comercial y Agrícola (Crawford,
1980:179); los fondos son invertidos en obras públicas y en la mantención del aparato
estatal, en especial en gasto de las Fuerzas Armadas.
La forma de canalizar la política fiscal redunda en la prosperidad de la región, vía
redistribución de la riqueza a través del Estado. Efectivamente, a medida que crece el
aparato estatal, cuyos cuerpos administrativos fundamentales residen en la capital, se
expande la clase media; al mismo tiempo la burocracia amplía la demanda en beneficio
de los talleres artesanales, que proporcionan los bienes requeridos por este sector de clase.
Por una parte, desde 1920, el Ministerio de Guerra y Marina deja de importar tela,
uniformes confeccionados y calzado, para las distintas ramas de las Fuerzas Armadas,
imponiendo más bien una política de adquisición de tela nacional, preferentemente de
las fábricas del señor Jacinto Jijón y Caamaño. Además, llega a establecer una relación
directa con maestros sastres, zapateros y con “obreras del pueblo”, esto es, con costureras
para la confección de uniformes y calzado (Luna, 1987). Los nuevos rasgos de la política
estimulan la producción y el empleo, favoreciendo a todas las clases sociales, con
excepción de los trabajadores del campo.
Finalmente, la inversión estatal en obras públicas, junto con la inversión privada en el
área de la construcción, que la ciudad en franca expansión y desarrollo demanda, origina
mayores fuentes de trabajo para albañiles, cantereros, carpinteros, herreros y mecánicos.
La situación de estabilidad laboral de los sectores subalternos urbanos de la región,
lleva a que miren con cierta indiferencia los movimientos insurreccionales de Guayaquil,
lo que puede apreciarse al observar las tibias notas de protesta contra la masacre, que
aparecen en algunos periódicos de la capital.
Sin embargo, el manejo monetario de los regímenes liberales y su permanencia
fraudulenta en el poder, su desgaste político y la propaganda de agitación por mejores
días, desplegada por terratenientes e industriales, impulsó a los trabajadores a apoyar al
Gobierno juliano y a sus reformas.
Un dirigente del gremio de albañiles Unión y Paz, ligado al Centro Obrero Católico
(institución controlada por miembros del Partido Conservador), escribe a Dillon en los
siguientes términos:
Me es altamente honroso manifestar a usted que el Directorio de la Sociedad de
Albañiles Unión y Paz, en sesión de ayer, acordó: tributar a los honorables miembros de
la Junta de Gobierno Provisional sus más entusiastas felicitaciones, por el muy merecido
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nombramiento de miembro de esta junta, llamada a salvar la república de la postración
en que malos hijos le han hecho caer.
La clase obrera, especialmente el gremio que tengo el inmerecido honor de presidir,
confía plenamente que tan dignos ciudadanos sabrán cumplir fielmente sus sagrados
derechos para la Patria y sus ciudadanos, y manifiesta que está listo a prestar su
contingente personal en cualquier emergencia que pudiera presentarse.80
De todas formas, los sectores subalternos no son defraudados por el nuevo Gobierno
que impulsa y radicaliza su accionar a favor de los trabajadores; medidas dictadas por el
“antiguo régimen” se actualizan y modifican para favorecer a los intereses laborales; es
el caso de la ley de 1916 que, reformada en octubre de 1921, reglamenta las horas de
trabajo y decreta el descanso dominical, pero que, sin embargo, queda en letra muerta,
por más que el Estado se esfuerza en hacerla cumplir, a través de la Intendencia y de las
comisarios de gremios.
La nueva administración no sólo promueve esta ley, sino que a través del
recientemente fundado Ministerio de Previsión Social, alienta la creación del Código
de Trabajo. Al respecto:
Esta dirección ha presentado algunos proyectos de leyes de trabajo que no tenemos
todavía, como son la previsión de accidentes de trabajo, el desahucio del trabajo,
agremiación obligatoria y de inquilinatos. Cuando se promulguen todas las leyes
reformadas, se va a formar el Código de Trabajo, que en casi todos los países por más
atrasados que sean, existe.81
Muchos de los proyectos quedan como simples intenciones de los julianos, pero son
precedentes importantes de la legislación laboral dictada en 1938. De todas formas, el
ministerio crea nuevos instrumentos, como las inspecciones de trabajo para el control
de las leyes vigentes, y se preocupa de que éstos sirvan de efectivos mecanismos de
mediación obrero-patronal, con ciertas inclinación a favor de los trabajadores.
Sobre una reclamación obrera, el ministerio aconseja a su inspector del trabajo,
lo siguiente: “usted haga el papel de mediador, procurando por medios conciliatorios
ver la manera de resolver amistosamente las disidencias que se susciten. Si después
de esforzarse por conseguir no hubiera lugar a ningún convenio, entonces ayude a los
reclamantes”.82
80 José Collahuazo a L. N. Dillon y más miembros de la Junta de Gobierno, Quito, 13 de julio de 1925,
AHBCE/FD, C. 10 45 (60).
81 Carlos D. Mosquera a César Barriga, Quito, 30 de septiembre de 1926, Archivo Nacional de Historia
(ANH), papeles no clasificados de la Intendencia de Policía (PNCIP).
82 Carlos D. Mosquera al Inspector del Trabajo de la II zona, Quito, 8 de noviembre de 1926, AND/
PNCIP.
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La actitud pro obrera del inicial accionar ministerial le trae problemas con los
empresarios que comienzan a minar su prestigio.83 Para 1931 desaparecen las inspecciones
de trabajo y son restablecidas las comisiones de gremios, dependientes de la Intendencia
de Policía. No obstante, la preocupación juliana por la cuestión social es evidente y
se materializa en la creación de la Caja de Pensiones que, aunque con una cobertura
limitada en un inicio, es un importante antecedente de la seguridad social en el país.
5.5 En los 20 nada cambió para los indios
La situación de los indígenas de la Sierra centro-norte depende de la forma cómo la
hacienda serrana y los terratenientes enfrentan el proceso de expansión económica de
la zona.
La apertura del mercado costanero y del internacional dinamiza la producción de la
hacienda y conduce, dadas las condiciones tradicionales de su tecnología y a pesar de
los líricos discursos y resoluciones en torno a la abolición del concertaje, a sobreexplotar
la fuerza de trabajo y a reformar el sistema tradicional de relaciones de producción
(Trujillo, 1979: 269).
De hecho, este proceso tiene matices que se relacionaron con las diferentes estrategias
productivas de la hacienda, surgidas de sus particulares condiciones ecológicas y de su
mayor cercanía o lejanía de las vías de comunicación, en especial del ferrocarril (Deler,
1983: 187). Esto le permite menor o mayor desarrollo y le lleva a establecer conductas
diversas con respecto a la mano de obra. Así, para Jorge Trujillo, las haciendas cercanas
a las vías de comunicación
[sufren] un relativo y lento proceso de descomposición de las formas precapitalistas de
explotación de la mano de obra, con una correspondiente ampliación de las relaciones
semi asalariadas y asalariadas de trabajo. Simultáneamente, las grandes propiedades con
otras condiciones ecológicas y que no contaron con medios de comunicación adecuados,
permanecieron al margen del proceso, conservando las formas más tradicionales y agudas
de explotación de la renta en trabajo, así como las prácticas extensivas de explotación
de los recursos (Trujillo, 1979: 284).
En todo caso, en la década del 20, en pleno auge de la región y por su consecuencia,
se generaliza el reforzamiento de las relaciones de producción precapitalistas, a través
83 La tendencia a favor de los trabajadores por parte del ministerio se expresa también en la imposición
a los empleadores de varias normas y reglamentos, sin los cuales sus empresas no pueden legalmente
funcionar. Entre las normas que el ministerio exige se pueden mencionar las siguientes: “la empresa
fijará en lugar visible y pondrá en conocimiento de todos los empleados el horario de trabajo […]
Ningún empleado o trabajador podrá ser obligado a trabajar mayor tiempo que el de ocho horas en
sus labores diurnas, y siete cuando se tratare de trabajo nocturno […] El salario se estatuirá al tiempo
del contrato, sin que jamás pueda ser menor que el salario mínimo establecido por las leyes de la
república”. AND/PNCIP.
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del sistema de huasipungo. En uno de los tantos contratos de trabajo revisados, el dueño
de las haciendas Cotogchoa y San Agustín aclara que:
El peón concierto gana a razón de 20 centavos, pero yo deseo que a partir del 14
de mayo se les liquide a 30 centavos diarios, quedando la diferencia de lo que gana un
peón suelto, que es 80 centavos diarios y últimamente hasta un sucre, por concepto de
arrendamiento del terreno y casa para huasipungo, conservación de animales, leña, etc.,
o sea, todas las gangas que tienen los conciertos de las haciendas. […] Pero los días sin
justificación que no han salido al trabajo, exijo que se le cargue el valor de 80 centavos
diarios, pues las haciendas no pueden tener conciertos para que permanezcan en sus
casas o vayan a trabajar a otra parte. […] [Déjese en claro] que por concesión especial
tienen libre el día sábado, cuando no hay cosechas (AND/PNCI),
Como se puede ver, por vía de la multa se deja legalmente consignado el camino hacia
el endeudamiento del trabajador indígena; se sujeta al indio a la hacienda y se perpetúan
las relaciones de trabajo tradicionales. Esta dura vida laboral se agrava por el maltrato
físico que comúnmente se practica en muchas haciendas. Sobre este asunto, en febrero de
1928, los peones de la hacienda Tolontag, de la parroquia Pintag, denuncian que:
Es costumbre, señor, en dicha hacienda el flagelarnos por cualquier falta leve,
incluyéndose en éstas la de no asistir cumplidamente al rezo de la doctrina. El tal
mayordomo es nuestro tirano que se complace en azotarnos y en hacer trabajar a
nuestras mujeres y hasta a nuestros hijos muy tiernos, sin pagar nada por dichos trabajos,
y cuando éstos no le obedecen pronto, es el látigo el arma de dicho mayordomo.84
De otra parte, a consecuencia de la prosperidad económica, se produce una
revalorización del suelo, cuestión que genera un importante mercado de tierras (Miño,
1985: 69 y siguientes). Bajo estas premisas, muchos terratenientes y propietarios medios
prefieren impulsar la expansión de sus propiedades a costa de las tierras de la comunidad.
Al respecto, el Ministerio de Previsión Social informa que, en 1930:
Los propietarios vecinos (de la comunidad) de la manera más cómoda y lenta, se
dedicaban a redondear sus predios, por medio de derechos y acciones a los comuneros,
por contratos privados, por anticipos de dinero que se hacen pagar con lotes y por
cuantos medios más les suministra su indiscutible superioridad racial. Durante el
transcurso de muchísimos años, los indígenas han dejado invadir paulatinamente sus
propiedades.
84 Antonio Andrade al Intendente, Quito, 7 de septiembre de 1928, AND/PNCIP.
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De la misma manera, en 1932, el Ministro de Previsión Social señalaba que “algunos
individuos, prevalidos de su mejor condición económica o de su mayor capacidad
intelectual, o sencillamente por su mayor capacidad física, se han apropiado violenta o
taimadamente de grandes extensiones de tierras comunales” (Ministerio de Gobierno y
Previsión Social, 1931, 35).
Por esta razón se acrecientan los enfrentamientos y litigios por tierras entre
comunidades y terratenientes. De la refriega, los perjudicados son los indígenas. Frente
a la inutilidad de los reclamos por la vía legal, los campesinos se levantaron en abiertas
actitudes de rebelión, ante las cuales, como diría el Ministro de Gobierno, “dolorosa pero
inevitablemente ha tenido que intervenir la fuerza pública, para despejar situaciones
violentas y amenazadoras” (Ministerio de Gobierno y Previsión Social, 1931, 36).
En definitiva, el progreso y modernidad de los terratenientes de la Sierra centro-norte
se erige no sólo sobre el reforzamiento de las condiciones de trabajo tradicionales,85
sino sobre el combate contra la ideología y cultura indígenas que impiden a muchas
haciendas penetrar en una racionalidad capitalista (Arcos, 1984).
De otro lado, a pesar de la línea paternalista ejecutada a favor de los indígenas por los
regímenes julianos, la poca fuerza del Estado y el peso del localismo, colocan al indio en
las mismas condiciones que las existentes cientos de años atrás. Así, en esta década de
transformaciones, se les obliga a trabajar en obras públicas bajo un tipo de organización
que recuerda a las mitas.
Sobre el trabajo compulsivo en obras públicas, los indios de Pifo denunciaban que:
El señor Cruz Díaz, actual Teniente Político de la citada parroquia de Pifo, ha
tomado el sistema de condenarnos a trabajar forzadamente ya en los deshierbes de la
plaza de la parroquia, ya en las limpias de la acequia pública, ya en fin en el barrido de
la población, sin que nunca se nos abone el más mínimo jornal por ese obligado trabajo.
Muy al contrario, se ha establecido un turno perfecto entre las personas que constan en
el encabezamiento de esta solicitud, de modo que, de que no nos prestemos a su querer,
a esos servicios gratuitos, que nos reduce a prisión y nos condena al pago de multa.86
Como se ha visto, en toda esta década analizada, nada cambia para los indios, a no
ser el redoblamiento de medidas en su contra.
85 Incluso la industria textil se levantó sobre la fuerza de trabajo de conciertos (Espinosa, 1976).
86 Manuel Chancay al Intendente de Pifo, 1926, AND/PNCI.
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Carlos Marchán Romero
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CACAO
Chone, 1912/00/00: Arbol de cacao de cuatro años, sembrado en terreno quebrado en la Finca El
Levante del Sr. Juan Pólit; a la izquierda un cazador joven con su escopeta
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
PORTADA DE LA FÁBRICA LA INTERNACIONAL
Quito, 1922/00/00: En primer plano parte de la calle Pedro Gual con un automóvil en el que hay 5
hombres y dos de pie delante; al fondo la portada de la antigua fábria de tejidos “La Internacional”,
posteriormente el Colegio Femenino Quito, con dos personas de pie
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
BARRIO LAS PEÑAS
Guayaquil, 1910/00/00: En primer plano parte del río con algunas
embarcaciones y el malecón; al fondo el cerro Santa Ana y 261
el barrio
Las Peñas
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ESTUDIOS
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CRISIS NACIONAL,
APROVECHAMIENTO REGIONAL
Y DISCRIMINACIÓN SOCIAL
DE SUS EFECTOS ECONÓMICOS
(1920-1927)
Carlos Marchán Romero
1.
La idea de la crisis: Estrada y Dillon (1920-1927)
E
strada y Dillon escriben para dar respuestas a los conflictos más apremiantes de
la economía ecuatoriana, en la década de 1920, debido a lo cual privilegian las
soluciones a los problemas controvertidos del momento. De ahí la necesidad de
rediseñar los respectivos discursos, a fin de que se ajusten a una exposición académica,
que permita desentrañar las raíces teóricas, la firmeza de los principios y la debilidad
de los planteamientos, si existiere. El otro reto es realizar una síntesis orgánica del
pensamiento de ambos, que rebase la mera reseña e identifique las partes sobresalientes
de la argumentación y las relaciones entre las distintas variables o elementos principales
del discurso.
Por otra parte, con el afán de reproducir rigurosamente sus ideas, se prescinde de
cualquier comentario personal que no contribuya a aclarar la visión de los hechos. Para
que la lógica de sus respectivos puntos de vista resalte con toda nitidez, se insertan los
razonamientos por separado; e incluso, cuando sea menester, se repiten los discursos
para que el lector pueda constatar el estrecho paralelismo en el tratamiento de algunos
temas. En consecuencia, el objetivo de este primer punto es transmitir lo más fielmente
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posible los pensamientos de Estrada y Dillon para, a partir de las siguientes secciones,
efectuar el análisis de su particular enfoque sobre la economía ecuatoriana durante los
años 20.
1.1 La visión de los hechos: consenso y conflicto
1.1.1.La producción
El sector agropecuario
Para Víctor Emilio Estrada, las dificultades de la producción para el mercado externo
arrancan en 1920. El origen del desequilibrio no radica en una baja de las cosechas, sino
en una pérdida de valor del cacao, que constituye el principal producto de exportación
(Estrada, 1982: 122, 126 y 179). El problema se agrava a partir de 1923, a raíz de la caída
de la producción del cacao “nada menos que en 30% bajo la normal” (Estrada, 1982:
126). Por esta razón, el país ve disminuida su capacidad de compra o, si se prefiere, el
mercado cambiario dispone de menos letras (divisas) para cancelar los compromisos
en el exterior (Estrada, 1982: 113). La incidencia de la “pepa de oro” sobre la balanza
comercial es muy alta porque el Ecuador “no tiene otro artículo capaz de reemplazar
al cacao en su comercio y así la crisis de precio en su único producto exportable es un
fenómeno mortal para nuestra economía” (Estrada, 1922: 75).
Por su parte, Dillon no hace referencia a la pérdida de valor de nuestras exportaciones
a principios de los 20. Únicamente rescata el menoscabo de las cosechas de cacao,
debido a la “monilla” y a la “escoba de bruja”, que atacan las variedades extranjeras
y nacional del producto (Dillon, 1985): los estragos causados por esta peste ponen
en evidencia los rasgos rudimentarios del cultivo del cacao, pues se hace descansar
tal actividad en la relación de sembraduría, que consiste en la entrega a un pequeño
agricultor de un pedazo de terreno para su siembra y sólo cuando la huerta está lista
para producir, se la incorpora al resto de la plantación (Dillon, 1985: 116 y 128). Si a
este problema se suma el peso del cacao en las exportaciones, se entiende su incidencia
en el andamiaje económico. La pérdida del cacao lleva a los agricultores del litoral a
plantearse otras opciones: los grandes hacendados buscan revertir sus cultivos hacia el
azúcar, mientras los medianos y pequeños productores, carentes de capital, persiguen
desarrollar los cultivos de arroz, apoyados en el sistema de aparcería y en el crédito
(Dillon, 1985: 128 y 136). Al Banco Comercial y Agrícola no se le escapa este nuevo
filón de riqueza, por lo que muestra esmerada diligencia al conceder crédito para el azúcar
y el arroz, como antes lo hacía para el cacao; incluso, en el caso de la caña de azúcar y sus
derivados (alcohol, aguardiente, panela, etc.), consigue —mediante su influencia sobre
el presidente Tamayo, y valiéndose del Ingenio San Carlos, bajo su control— el estanco
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o monopolio de la producción, consumo, transporte y cobro de impuestos de “todas las
provincias” de la Costa (Dillon, 1985: 49, 128, 136 y 145).
A su vez, la producción de la Sierra, orientada a la satisfacción de la demanda interna,
experimenta un notable incremento a raíz de la terminación del ferrocarril QuitoGuayaquil, que posibilita poner al alcance del callejón interandino el mercado del litoral.
Este crecimiento puede apreciarse observando el mayor volumen de productos agrícolas
transportados por el Ferrocarril del Sur a la Costa, entre 1912 y 1922: 1912, 17.154
toneladas y 1922, 50.230 toneladas; un aumento del 194%” (Estrada, 1982: 96). Esta
situación contrasta con el limitado crecimiento de la producción agropecuaria serrana
para la exportación, pues los únicos artículos que merecen destacarse son los cueros de
res (bajo el supuesto de que el ganado del interior suministra el mayor porcentaje de
cueros para esa actividad) y los sombreros de paja toquilla, elaborados en el austro.
Fuera de estos dos artículos, no hay ninguno que revista importancia en la
exportación que suministra la Sierra: mantequilla, bayetas, pañoletas, hilos de Chillo,
quesos, no llegan a valer $ 200.000 anuales. Durante la Guerra, la exportación de lana
animal, sí tomó gran desarrollo, valiendo cerca de un millón de sucres, pero desaparece
de la estadística el año 1920, que sólo llega a significar $ 20.000 (Estrada, 1922: 75).
La comparación entre la producción para el exterior y la destinada a cubrir las
necesidades internas, permite establecer que siguen dos derroteros distintos: la primera
se contrae y la segunda se expande.
En cambio, Dillon no incluye anotaciones sobre la producción agropecuaria serrana,
salvo una observación general sobre su rendimiento. Manifiesta que la rentabilidad de
las haciendas del interior no es mayor al 6 o 7%, por lo que el precio de dinero (12%) y
la discriminación en el crédito son un freno para su dinamismo (Dillon, 1985: 66-67).
El sector manufacturero
Estrada no habla de la industria de la Costa, Se circunscribe a analizar en términos
generales la manufactura serrana; acerca de ésta identifica seis factores que contribuyen
a impulsar su desarrollo: (a) la Primera Guerra Mundial, que introduce una forzosa
limitación de importaciones y obliga al país a crear sustitutos de las mismas (Estrada,
1982: 95); (b) el Ferrocarril del Sur, que permite a la industria serrana de alimentos y
textiles contar con el consumo de la Costa (Estrada, 1923ª: 11); (c) el tipo de cambio
alto, que ayuda a la producción fabril local a competir con la importada (Estrada,
1982: 224); (d) las necesidades fiscales, que presionan por elevar los aranceles a las
importaciones, subiendo su costo y dando lugar a que el productor nacional fije sus
precios “a muy poca distancia [… de su] similar extranjero” (Estrada, 1982: 213); (e)
la facilidad con que el Banco del Ecuador concede abundante crédito confirmado para
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adquirir bienes importados, por lo que los acreedores en el exterior podían estar seguros
de que la mercadería iba a ser pagada, cualquiera que fuese el tipo de cambio en ese
momento (Estrada, 1982: 125), y (f) un tipo de interés significativamente bajo frente al
nivel de los precios, que posibilita al importador no tener ninguna traba para solicitar
crédito y poder realizar sus pedidos alexterior (Estrada, 1982: 149 y 153-154).
Por su lado, Dillon se refiere a la industria nacional sin hacer distinciones. Opina que
el tipo de cambio alto y lo excesivo de los aranceles para la importación, al encarecer la
maquinaria y las materias primas que requiere, lejos de representar un acicate constituye
un serio obstáculo para incentivar la industria (Dillon, 1985: 297-298). Así mismo,
rechaza que el precio crecido del artículo local pueda ser considerado como argumento
para demostrar el fracaso de la industrialización, pues el mérito de su fabricación en el
país no es sólo bajar su precio, sino sustituir importaciones, aliviando la balanza de pagos
(Dillon, 1985: 297).
1.1.2 Mercado de trabajo y nivel de vida
“Con cambio alto el mayor costo resultante para los artículos importados va seguido,
tarde o temprano, de un paralelo incremento de los salarios” (Estrada y otros, 1923:
20). De esta manera, Estrada libra de culpa inicial al alza de salarios como factor
que repercute en el incremento generalizado de los precios, pues reconoce que las
reivindicaciones de mayores remuneraciones responden a la necesidad de “elevar el
nivel de vida del proletariado” como consecuencia de la desvalorización de la moneda
“por otras causas”. Sin embargo, una vez que hay la decisión de aumentar los salarios,
así sea –como se dio en este período– disminuyendo la jornada de trabajo en una hora
al día y elevando el jornal en un “50% más o menos” (el jornal mínimo sube de 1,20
a 1,80 sucres entre 1913 y 1925) (Estrada, 1982: 80), la medida deja de ser un efecto
para convertirse en causa de inflación por costos. A su vez, en la “agricultura donde
la mano de obra constituye la mayor parte del costo de producción, el alza de jornales
implica el mayor encarecimiento y dado que de la agricultura emana la mayor parte de
los alimentos, se concibe como lógico resultado un sensible encarecimiento del costo de
la vida” (Estrada, 1982: 214).
Precisamente los obreros, en la huelga general del 15 de noviembre de 1922,
abandonan su pedido inicial de alza de salarios, por ser conscientes de su incidencia
en el nivel de los precios, y se concentran en demandar la “baja del cambio, bajo la
creencia de que los precios estaban afectados exclusivamente por este factor” (Estrada,
1982: 215 y 1923: 5-6).
Por su parte, Dillon recuerda que la crisis del cacao fuerza a reducir los gastos. Los
propietarios liberan mano de obra “reduciendo los braceros al mínimo necesario”
(Dillon, 1985: 125). Los sembradores expulsados pasan a engrosar la oferta de trabajo en
las recientes plantaciones azucareras, o bien se mantienen como pequeños agricultores
dedicados al cultivo del arroz. En este último caso, el negocio es para el dueño de la tierra
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y para quien proporciona el crédito (ya sea un banco o una persona particular), a pesar de
que los riesgos de la cosecha son del pequeño productor (Dillon, 1985: 136). Situación
similar se observa con el trabajador del callejón interandino (Dillon, 1985: 137). No
se habla de salarios, pero se indica que la depreciación de la moneda configura una
“terrible presión” sobre las clases trabajadoras, en razón de que sus jornales permanecen
“estables o no, ascienden [en medida] proporcionada a la pérdida del valor adquisitivo
de la moneda” (Dillon, 1985: 31). Por lo dicho, puede inferirse que el descalabro del
cacao permite utilizar eficientemente y con ventaja (a causa del rezago de los salarios
frente a los precios) los jornaleros que se quedan en la plantación, sortear el escollo de
falta de fuerza de trabajo para los sembríos de azúcar y hacer recaer en los ex sembradores
de cacao los infortunios de las cosechas del arroz.
1.1.3 El sector externo
Del lado de las exportaciones, es preciso centrar el diagnóstico en la evolución del
cacao, por representar este producto la “fuente prominente del cambio en esta época”
(Estrada, 1982: 113). El problema por el que atraviesa este bien es doble y acumulativo:
en 1920, la baja de su precio internacional por la revalorización del dólar y, en 1923,
la reducción en un 30% de las cosechas. Estos hechos provocan la “desvalorización” de
nuestras remesas al exterior y el recorte de su cantidad (Estrada, 1982: 122).
A su vez, Dillon hace hincapié en que, a causa de las plagas, se destruyen
progresivamente las “huertas productoras del principal artículo de retorno al exterior:
del cacao” (Dillon, 1985_ 112). La quiebra de la producción es el aspecto “más grave y de
mayores consecuencias en el campo de la economía nacional”, por cuanto compromete
la “capacidad productiva” del país (Dillon, 1985: 111). Como solución para fomentar las
ventas en el exterior, se crea la Asociación de Agricultores del Ecuador y se le concede
el monopolio de la exportación del cacao y la facultad de cobrar un impuesto de tres
sucres por quintal remitido afuera, dinero que debía destinarse a levantar su precio
y hacer propaganda en el exterior. Los recursos para que la asociación compre cacao
provienen principalmente del Banco Comercial y Agrícola, con el compromiso de que
las letras o divisas obtenidas por su venta en el exterior le sean entregadas; de esta
manera, se establece una estrecha vinculación entre las dos instituciones: la asociación
gana un socio y una fuente inagotable de crédito para sus compras de la “pepa de oro”
y el banco pasa a controlar el mercado de giros, pues el cacao es el principal renglón de
exportación (Dillon, 1985: 46-49).
Del lado de las importaciones, el examen debe detenerse primordialmente en la
demanda de bienes del extranjero, lo que involucra la organización de la incipiente
industria de la Sierra. La elaboración de alimentos y la confección de tejidos en el interior
andino, hacen que esta región importe “mercaderías extranjeras, maquinaria en especial,
en una escala creciente” (Estrada, 1923ª: 11). Igualmente, es menester considerar la
importante entrada de telas de fuera del país por intermedio de comerciantes foráneos
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residentes en la ciudad de Guayaquil, quienes han convertido al rubro en la principal
línea de importación del país; este fenómeno se da sin que la manufactura local haya
logrado sustituir este tipo de demanda (Estrada, 1982: 163-165). A esta circunstancia
de aumento de las compras al exterior, visible desde 1920, viene a sumarse la creciente
importación de oro (1916, 500.000 sucres; 1920, 1’709.000 sucres), con la finalidad de
respaldar las nuevas emisiones de billetes (Estrada, 1982: 202-205).
Por su parte Dillon establece que la posibilidad de conseguir divisas mediante la
incautación “casi por la mitad del precio de [las] que se compraban en la calle” (Dillon,
1985: 104) y el “abuso del crédito” (Dillon, 1985: 111) hicieron de las compras en el
exterior un buen negocio, provocando un “diluvio de importaciones innecesarias [el
subrayado es mío]” (Dillon, 1985: 111).
Para Estrada, el “comercio importador […] es el que crea y aumenta [el subrayado es
mío] el desequilibrio de la balanza de pagos, porque obtiene crédito aunque la exportación se
demuestre anémica”. (Estrada, 1982: 133). No obstante, la estadística aduanera muestra
saldos positivos en la balanza comercial, como resultado de asignar un mayor valor a las
exportaciones que a las importaciones; pero estas cifras no son confiables, por cuanto
sólo consignan el valor de las mercaderías extranjeras en el lugar de origen, sin agregar
el importe de fletes, seguros, comisiones, etc. Por regla general, debe añadirse un 20%
al valor CIF de las importaciones, lo cual convierte a la balanza comercial en deficitaria
(Estrada, 1982: 51-52).
Dillon no se aparta del enfoque de Estrada. El revés del cacao, pilar fundamental de
la riqueza del país, debilita nuestro potencial de compra; sin embargo, el volumen de las
importaciones se “infla de manera increíble”, agobiando la balanza comercial (Dillon,
1985: 104-105).
El carácter negativo de la balanza comercial incide desfavorablemente en la balanza
de pagos, y la situación se torna más compleja si se tiene presente lo que acontece en las
cuentas de capital y de servicios. En el movimiento de capitales hay que reparar en los
pagos por amortización de la deuda externa y en la huida de capitales que la depreciación
de la moneda trae como secuela. Respecto a lo primero, si bien los desembolsos para
cubrir los préstamos del exterior no son puntuales, y por lo mismo son recurrentes a
dilaciones, al final se pagan, ahondando el déficit de la balanza de pagos (Estrada, 1982:
52 y 85); en cuanto a lo segundo, expresa lo siguiente:
Fortunas enteras han salido al exterior amparándose en la estabilidad de otras
monedas, estabilidad que faltaba al sucre por influjo de esa misma emigración de oro en
letras de cambio. La provisión de libras esterlinas era enorme en los bancos de Guayaquil
el año 1920 y cuando bajó a siete sucres fue absorbida en gran parte por la exportación
de capitales. Pero aún el tipo de cambio relativamente alto no influía en contener la
salida; ¡se huía de una depreciación mayor! (Estrada, 1982: 209).
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Para mayor precisión, Estrada considera que anualmente salen fuera del país dos
millones de sucres, que equivalen a un 7% de sus exportaciones, agravando el desnivel
existente en la balanza de pagos (Estrada, 1923b:4).
Dillon sigue lo dicho. Subraya que la amortización de la deuda externa y la fuga de
capitales “para mantener a los ricos ociosos que viven fuera”, desorganizan la balanza de
pagos (Dillon, 1985: 110 y 212),
Por último, en lo que atañe a la balanza de servicios, debe destacarse el pago de
intereses en la deuda externa, aunque sobre este particular es válida la observación
insertada a propósito de la amortización de capitales por este concepto. En términos
generales, la situación de las balanzas comercial, de capitales y de servicios, contribuye
al desequilibrio de la balanza de pagos.
1.1.4 Moneda y banca
¿Qué es el medio circulante? La pregunta no es obvia, pues en ese momento histórico
existe discrepancia de opiniones. La Ley de Bancos vigente considera circulante
únicamente a los billetes y por ello estima que únicamente éstos influyen sobre el
comportamiento de los precios (Estrada, 1982: 57 y 102). Por esta razón, es preciso
controlar la emisión de billetes sobre la base del patrón oro; de aquí que la Ley de
Bancos limite su creación al doble del valor de la reserva en oro que tienen los bancos
de emisión; de esta manera, los depósitos monetarios quedan sin ningún obstáculo que
impida su crecimiento.
En cambio, para Estrada el “término moneda comprende no solamente los billetes
circulando sino aquéllos que aún sin circular, todavía en forma de depósitos monetarios,
forman parte de la ’existencia monetaria’ de la colectividad” (Estrada, 1982: 83). Que
los billetes y los depósitos bancarios se consideren dinero significa aceptar que ambos
actúan con la misma intensidad sobre el nivel de precios (Estrada, 1982: 105).
Dillon enreda la noción anterior. Establece que la oferta monetaria no sólo se compone
de billetes en circulación y de depósitos monetarios, sino también de los billetes en caja
de los bancos, aunque aún no estuvieron en manos del público (Dillon, 1985: 216-217). La
vida económica del billete se inicia con su emisión y no con su circulación; que esté en
la bóveda de un banco o en el bolsillo de un ciudadano es un mero “accidente” (Dillon,
1985: 218). Esta peculiar definición es de vital importancia al instante de identificar las
instituciones de crédito culpables de emisiones sin respaldo, ya que los bancos (léase
Banco Comercial y Agrícola, Pichincha, etc.) caen en el ilícito por el simple hecho de
producir billetes aunque no los hayan lanzado a circulación (Dillon, 1985: 33, 220, 241243). Respecto a los depósitos monetarios, que se traducen en movimiento de cheques,
se consideran dinero porque su profusa circulación, a partir de 1925, venía a llenar la
falta de billetes y no a crear carencia, pues “¿cómo podía producir escasez de circulante
un nuevo circulante que venía a añadirse al existente?” (Dillon, 1985: 228). En cuanto
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a su garantía, se pregunta “¿qué respaldo tiene un gran número de cheques que se giran
sobre simple crédito abierto por los bancos?”, cuando la Ley de Bancos señala que los
depósitos bancarios no son dinero y por tanto no están protegidos por el talón de oro
(Dillon, 1985: 228).
Por otra parte, la tesis del talón de oro como respaldo de la circulación de billetes no
queda al margen de la crítica de Estrada, ya que lo que determina la cantidad de dinero
en circulación no es un “precepto arbitrario de la ley”, sino “el crecimiento económico
de la nación” (Estrada, 1982: 93); es decir, el número de billetes no es independiente
de los ciclos económicos: contracción o expansión de la producción. No obstante, la
opinión pública “se aferra en establecer un ligamen absurdo entre la emisión y el oro,
condenando al país a vegetar sin medios de cambio interior a causa de que el cambio
exterior, dislocado por la Guerra, le niega todo el oro que la ley pretende señalar como
base de la circulación” (Estrada, 1982: 94). Sin embargo, con posterioridad a 1924,
piensa que de todas maneras se precisa el “restablecimiento del talón de oro y […] la
unificación de la emisión de billetes”, como mecanismos necesarios para el saneamiento
de la moneda, al establecerlos como condición para aceptar el Ministerio de Hacienda.
El doctor Gonzalo Córdova, frente al planteamiento realizado, desiste de su ofrecimiento
(Estrada, 1934: 7-8).
Dillon mantiene, igualmente, una posición difusa. Por un lado, piensa que el “billete
ideal sería aquel que estuviese respaldado, por un valor idéntico en metálico”; agrega
que el “único modo” de impedir la desvalorización de la moneda sería dejar a la libre
voluntad del tenedor la conversión del billete en moneda metálica (Dillon, 1985: 30).
La moratoria, al propiciar una circulación ilegal es, por consiguiente, causa de la pérdida
del valor de la moneda y, en general, de trastornos en la economía (Dillon, 1985: 31 y
33). Por otro lado, se sugiere que la reserva de nuestro país se encuentra en la producción,
pues cuando se promulga la inconvertibilidad, el “oro no habría emigrado jamás”, por
ser la “balanza comercial favorable”. En consecuencia, el respaldo de la moneda no
está en el talón de oro sino en la estructura productiva, por lo que la moratoria es un
“craso error en materia de política económica” (Dillon, 1985: 35). No obstante, vacila y
vuelve con fuerza a la idea del respaldo en oro como principio de sanidad de la moneda.
A su vez, la coincidencia de Estrada con la teoría cuantitativa del dinero, le lleva
a sostener que la tasa de crecimiento de los precios, manteniéndose constante la
producción, obedece al incremento de la cantidad de dinero. El alza del nivel de
los precios por subida de costos es consecuencia de la previa inflación por exceso de
demanda, de tal suerte que sigue siendo válido el principio de que la inestabilidad de los
precios es exclusivamente un fenómeno monetario. Ahora bien, para Estrada la oferta
monetaria se compone de billetes y depósitos monetarios. Examinemos ésta sobre la base
de que el estadio de la actividad económica determina su crecimiento y no el volumen
y valor de la reserva en oro. Hasta 1914, aunque los bancos del país están fuera de la
ley, porque la suma de billetes y depósitos monetarios se encuentra muy por encima
del doble del valor de sus existencias de oro (reserva de metal en todos los bancos:
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3’702.000 sucres; billetes en circulación y depósitos: 17’567.000 sucres) (Estrada, 1982:
57-58), la mayor circulación tiene su respaldo en la riqueza productiva; es decir, no “es
una inflación: carece del distintivo característico de ese abuso que es el incremento del
circulante sobre las necesidades naturales del intercambio” (Estrada, 1982: 96). Como
prueba de este aserto señala que, en 1915, en “plena inconvertibilidad”, el dólar se
vende con descuento, esto es, a 1,95 sucres, lo cual es “una lección objetiva […] para
demostrar la influencia del balance internacional en la apreciación o depreciación de
la moneda” (Estrada, 1982: 122). Sin embargo, después de 1916, la situación del país
cambia. En efecto:
El mercado de exportación para nuestros productos se encuentra comprimido
y desorganizado. Nuestro mayor aporte para el comercio internacional es el cacao,
sustancia de no indispensable consumo y, por tanto, pospuesta en las importaciones del
mundo entero en la Guerra. Esto significa ya la génesis de la depreciación de nuestro
cambio puesto que es el artículo que “cambiamos” con lo que importamos. Mientras
tanto la importación se vuelve necesario activarla porque los stocks se consumen. El
Ecuador importa considerables cantidades de sustancias alimenticias y de vestido: ambos
ramos han sufrido alzas de su precio oro, a causa de la activa demanda y de la escasa
producción que la guerra desorganiza. Así, nuestra exportación se halla desvalorizada
y falta de mercado; nuestra importación se halla súper valorizada y se la obtiene con
dificultad. Según las opiniones que sólo conciben la inconvertibilidad como causa
de la depreciación, lo que ocurre desde el año 1916 no se relaciona con el desorden
monetario, a pesar de que eso es el cambio; pero científicamente no se puede menos que
rechazar ese supuesto y dejar campo a la causa real: la alteración de la balanza de pagos
(Estrada, 1982: 122-123).
Partiendo del desequilibrio de la balanza de pagos, que tiene sus raíces –y conviene
recordarlo y tenerlo presente para posteriores reflexiones– en los problemas por los que
atraviesa el cacao, que constituye la principal fuente de riqueza para el país en ese período,
volvamos a examinar la evolución de la oferta monetaria. Los años de 1917 a 1919 son
de relativa inestabilidad de la economía, como consecuencia del “estado comercial y
[…] la valorización de la exportación en especial”, que ocasiona fluctuaciones de los
precios y de la tasa de cambio (el dólar, tan pronto está en 3,80 sucres como baja a
la par). Esta circunstancia se da en el contexto de la “inconvertibilidad” y “bajo una
cantidad igual y a veces creciente de emisiones de billetes”, lo cual garantiza que ni
uno ni otro fenómeno sean causa de la aceleración de la tasa de inflación, cuando la
dilatación del medio circulante tiene el suficiente respaldo en la producción (Estrada,
1982: 124-125).
Sin embargo, el año 1920 inicia una etapa crucial para la estructura productiva del país.
La exportación (se entiende que por los avatares del cacao) se ve doblemente afectada;
baja su precio oro, esto es, se desvaloriza y, a partir de 1923, se reduce considerablemente
su volumen. A la baja de la producción no sigue una contracción del circulante de la
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misma magnitud, sino que, por el contrario, se expande considerablemente la oferta
monetaria, provocando serios desequilibrios de la balanza de pagos, de la tasa de cambio
y de los precios en general. En esta situación, la moratoria es un mecanismo para evitar
el drenaje del oro y no la causa de la depreciación de la moneda (Estrada, 1982: 64 y
66). Veamos esto descomponiendo la masa monetaria en sus dos elementos: billetes y
depósitos bancarios.
En virtud de que el talón de oro se exige como garantía para la emisión de billetes,
en una coyuntura de declive de la producción se importa oro para crear más circulante,
que tiene su respaldo legal, pero que, en términos económicos, aumenta aún más el
exceso de oferta monetaria (Estrada, 1982: 202 y 205). No obstante, y paradójicamente,
manifiesta, en otro momento, que la debilidad de la moneda “no ha sido originada en
el exceso de billetes, sino en el exceso de crédito bancario de aquél que se cristaliza en
forma de cheques, no de billetes” (Estrada, 1982: 90). Los depósitos de las instituciones
de crédito se inflan a causa, precisamente, de que no están sujetos a control por no
ser mirados como dinero; así, el crédito, abandonado a la política laxa de los bancos,
se amplía notoriamente para ir a cubrir el déficit fiscal (Estrada, 1982: 86) y nutrir el
comercio de importación, distorsionando aún más el medio circulante y perjudicando,
consecuentemente, a la economía en su conjunto (Estrada, 1982: 125). El auge de los
préstamos tiene su explicación en una tasa de interés baja, en relación con el nivel de
precios (Estrada, 1982: 149).
El déficit externo se traduce en una elevación relativa de la oferta monetaria. La
baja de las exportaciones (léase cacao) ocasiona un exceso de circulante, por lo que,
al no contraerse la demanda a un nivel compatible con la oferta, acarrea un alza del
tipo de cambio y de los precios. Nuevamente, puede observarse que, acorde con el
planteamiento monetarista, los desequilibrios de la balanza de pagos son en esencia un
fenómeno monetario. Si, adicionalmente, se engrosa la masa monetaria, el resultado
lógico es un incremento mayor de la tasa de cambio. La alta cotización del dólar lleva,
como resultado de la huelga general del 15 de noviembre de 1922, a que se decrete al
día siguiente la incautación de giros. El efecto de la medida se cristaliza en la baja del
valor de la divisa norteamericana: de 4,80 a 3,20 sucres (Estrada, 1923a: 8); no obstante,
como la banca y, en especial el Banco del Ecuador (Estrada, 1923b: 5, 8), continúan con
su habitual política de ampliación del crédito por encima del límite de la producción,
el desajuste de la balanza de pagos, el repunte de la tasa de cambio y la subida del nivel
de precios no se detienen. A esta tendencia al alza del tipo de cambio se suma, en 1923,
una “causa anormal”, la acción del Estado, a través del Ministerio de Hacienda, que
eleva “inconsultamente” la cotización de la divisa. “En este caso, la balanza de pagos
no tiene culpa de la depreciación: el cambio se ve influenciado por una fuerza ciega y
temporal: la incautación mal conducida y peor interpretada” (Estrada, 1982: 126). Mas,
como se estima que la incautación es la responsable de que el tipo de cambio siga en
aumento y de que la exportación haya disminuido debido al control de los embarques,
se decide, en 1925, suprimir tal mecanismo cambiario sin que, por cierto, se paralice la
devaluación de la moneda (Estrada, 1923b: 5 y 9).
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Empero, el tipo de cambio alto es bien acogido por los exportadores, industriales
y hacendados del interior; en efecto, los pedidos a la Comisión Ejecutiva Económica,
encargada de manejar la incautación de giros, son como siguen: “El exportador nos dice:
’si el cambio subiese a 3,80 se podrían sacar 200.000 quintales de arroz’; el productor
del interior nos dice: ’si el cambio sube a 3,80 la harina, la manteca nacional irían a la
Costa a competir con la extranjera que costaría más que ahora’” (Estrada, 1982: 124).
Estrada ataca tales pretensiones. No es posible condenar al país a producir más a
cambio de exacerbar la depreciación de la moneda. “¿Vamos a crear una industria y una
agricultura nueva que vivirán bajo el artificio de un cambio alto; y que lógicamente nacen
sentenciadas a una muerte automática el día que el cambio baje?” (Estrada, 1982: 224).
A su vez, Dillon no se aparta de Estrada, si bien razona con menos precisión. La
irregularidad de las exportaciones provocada por el desorden del cacao da lugar a un
exceso de dinero frente al nivel de la oferta; como no se recoge el sobrante de moneda sino
que, contrariamente, se abusa del crédito para el fisco y para aumentar las importaciones
–en esto cita a Estrada–, el desequilibrio del sector externo se agrava y se extiende el
malestar a toda la economía. La tasa de cambio alcanza “alturas imprevistas” (Dillon,
1985: 98, 104-105) y es el Banco Comercial y Agrícola el que controla el mercado de
divisas. “Exasperado el pueblo con la especulación desenfrenada del cambio” recurre
a la huelga del 15 de noviembre de 1922, que termina al día siguiente con el decreto
de incautación de giros (Dillon, 195: 95-97). Acude a Estrada para demostrar que el
enemigo de esta última medida es el crédito otorgado por el Banco del Ecuador, que
hizo imposible regular el tipo de cambio (Dillon, 1985: 105). Concluye insistiendo en
que los bancos “han explotado la crisis nacional en toda forma y sin pararse en pelillos,
como lo prueba el hecho de que en medio de esta situación de dolor general […] sólo
ellos flotan en abundancia, según lo testifican los dividendos repartidos y los suntuosos
palacios que ellos construyen” (Dillon, 1985: 106). Concretamente, en el caso del
Banco Comercial y Agrícola, manifiesta que en los 15 años que gozó del favor oficial,
logró “ganancias desmedidas […] que se hallan cristalizadas en propiedades muebles e
inmuebles que no sufren depreciación si se hallan sujetas a la fluctuación de los billetes
sin respaldo” (Dillon, 1985: 244).
1.1.5 El fisco y el Estado
El punto de partida es someter a juicio la tesis de que la inflación por exceso de billetes,
obedece al déficit fiscal, mientras que la debida a los abusos en los depósitos monetarios,
tiene su origen en el crédito comercial. Es una “leyenda” asociar el crecimiento de la
deuda interna pública al abultamiento de la emisión, por cuanto la entrega de dinero al
Estado se efectúa mediante préstamos bancarios, sin llegar a generar una salida igual de
billetes; la prueba está en que la deuda del Gobierno es superior a la cifra de circulación
de billetes (Estrada, 1982: 86). Pero, incluso, la creación de billetes debido a las exigencias
de la Hacienda Pública, no es causa de la inflación, pues toda su emisión responde a las
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necesidades de la economía, si bien su monto es superior a las reservas de oro de los bancos
–ya se vio que a este respecto no existe un pensamiento unívoco– (Estrada, 1982: 93).
Quedaría como opción que la depreciación de la moneda responda al exceso de depósitos
monetarios no traducidos en circulación de billetes, sino en cheques entregados al Gobierno
para cubrir su déficit. Mas también esta posibilidad se la descarta o, cuando menos, se
pone en entredicho el peso de su incidencia en la elevación del nivel de precios, ya que el
incremento de la deuda interna pública “obedece en gran parte no a préstamos de capital
nuevo sino a intereses capitalizados” (Estrada, 1982: 86).
Pero, por otro lado, Estrada muestra un Estado dependiente del sector externo para
cubrir lo sustancial de las finanzas públicas. Al disminuir las exportaciones, las entradas
del fisco pasan a gravitar en torno a los derechos de importación, que se asumen como un
instrumento de política fiscal y no de comercio exterior, de tal suerte que los aranceles se
elevan “desde 1914, en forma a veces desconsiderada” (Estrada, 1982: 213) y se alienta las
importaciones, sin otra opción para las arcas públicas. No obstante, los impuestos no se
han incrementado aún más, por cuanto los déficit o gastos extraordinarios del presupuesto
nacional se ha buscado solucionarlos con el aumento de la deuda, “prorrogándole al
contribuyente el plazo fatal para pagar más impuestos” (Estrada, 1982: 89).
Dillon no comparte plenamente la opinión vertida. Asocia el aumento de los déficit
presupuestarios al crecimiento de la deuda interna (Dillon, 1985: 17) y ésta al incremento
del crédito de los bancos, ya sea que este último se traduzca en una elevación de la emisión
de billetes –el caso del Banco Comercial y Agrícola (Dillon, 1985: 37, 61, 240-241)– o bien
en una ampliación de los depósitos monetarios —el caso del Banco del Ecuador (Dillon,
1985: 61). El resultado en uno y otro caso es la depreciación de la moneda y todo un cortejo
de calamidades que agotan la economía (Dillon, 1985: 241). En cambio, sí muestra su
conformidad con la observación de la supeditación de los ingresos de la Hacienda Pública
a los derechos arancelarios. De ahí la urgencia de revisar la Ley de Aduanas, para permitir
mayores entradas al fisco (Dillon, 1985: 181). En términos generales, plantea que existe
una anarquía tributaria que perjudica al Estado y beneficia al sector privado. Pone algunos
ejemplos para ilustrar su tesis: (a) el remate de los estancos o monopolios de alcohol,
aguardiente y tabaco, que deja a los beneficiarios utilidades de hasta el 45% (Dillon, 1985:
147) y a las arcas fiscales pérdidas de más de seis millones de sucres (Dillon, 1985: 175);
los que salen ganando con el remate son el Banco Comercial y Agrícola, en la Costa, y
ciertos hacendados privilegiados en la Sierra (Dillon, 1985: 145).(b) La anticuada Ley
de Impuesto a los Predios Rústicos, que favorece a los propietarios de tierras, por estar
mal avaluadas y mal gravadas, pero que sobre todo ayuda a los dueños de plantaciones del
litoral, quienes, no obstante ser ésta una región más rica, pagan menos que los hacendados
del interior; y (c) los todavía bajos aranceles y la sujeción al fomento de importaciones para
nutrir lo fundamental de las finanzas públicas, coadyuvan a desequilibrar el sector externo,
pero amparan el desarrollo de los hacendados e industriales de la Sierra, necesitados de
adquirir bienes de capital del exterior (Dillon, 1985: 183-189). La transformación de julio
de 1925 se cristaliza, entre otras acciones, en conseguir la centralización y reordenación
de la masa impositiva del fisco; para el efecto, la primera Junta de Gobierno rescinde los
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contratos con compañías o personas particulares para la recaudación de impuestos en los
estancos de alcohol, aguardiente y tabaco; moderniza las leyes de impuesto territorial y de
aduanas, todo lo cual se refleja en un aumento de las entradas de la Hacienda Pública. No
obstante, la segunda Junta de Gobierno se deja envolver por las presiones y modifica el
presupuesto, básicamente alterando los derechos consulares que se pagan en divisas por la
importación de mercaderías (Dillon, 1985: 156-204).
1.1.6 La banca central
Estrada y Dillon participan de la idea de establecer un sistema de banca central
como medio para sanear la moneda. Ven en éste la manera de corregir las emisiones
ilegales, a través de la vuelta a la convertibilidad de la moneda, el control del crédito
y la regularización del tipo de cambio, mediante pautas claras sobre la dimensión de la
oferta monetaria (Dillon, 1985: 206). La reacción de los bancos de emisión no tarda en
expresarse, a través de mecanismos diversos, para despertar la zozobra en la ciudadanía;
he aquí algunos ejemplos de sus estrategias: liquidar el negocio y entregar el oro a sus
accionistas, cerrar operaciones, cancelar cuentas pendientes y notificar categóricamente
a los deudores para el cobro de los créditos (Dillon, 1985: 265).
Una vez creado el Banco Central, y con posterioridad a los años 30, comienza a ser
utilizado por los vocales serranos del directorio, para canalizar gran parte del crédito
hacia las actividades de esta región, primordialmente en el sector industrial. Este hecho
es denunciado por Víctor Emilio Estrada, en una serie de artículos publicados en el
periódico El Universo, de la ciudad de Guayaquil y, más tarde, recopilados en su libro La
estrategia monetaria del Ecuador.
Es relevante hacer hincapié en tal situación, para poder comprender el significado de
la banca central en el mediano plazo, pues la insistencia de Estrada es que la institución
se cree para regular la oferta monetaria y no para estimular la estructura productiva. En
sus propias palabras:
Tuvimos que pelear […] ante la tentativa de usar el Banco Central como un elemento
de fomento para la industria y no como un instituto prevalentemente monetario para
uso y provecho de toda la nación y no para un grupo industrial que desde entonces –y
no se diga ahora– había conseguido imponer la doctrina de que ellos son los únicos
intereses vitales del país y todo lo demás pasa a segundo término; hasta los víveres para
la Costa (Estrada, 1940: 61).
1.1.7Conclusiones
Los análisis de Estrada y Dillon de la economía ecuatoriana en el período, permiten
arribar a los siguientes resultados que, con fines metodológicos, se dividen en tres
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aspectos: (a) causas de la crisis, (b) agentes beneficiarios del desajuste económico, y (c)
actores perjudicados por la inestabilidad productiva y monetaria.
a)
Causas de la crisis
1. Ambos autores sostienen que entre los años 1920 y 1927 se vive una crisis
que tiene su origen en un desajuste monetario, toda vez que el desequilibrio de la
balanza de pagos tiene sus raíces en una causa monetaria. El acceso de la oferta
monetaria, que se produce como consecuencia de la alteración de la balanza
comercial (por los escollos del cacao, que representa la principal fuente de
riqueza del país), se traduce en demanda de importaciones y por tanto en la
disminución de las reservas de oro. La inestabilidad se presenta porque no se
elimina el sobrante de demanda, a fin de hacerla compatible con el nuevo
nivel de la oferta, para lo que habría sido necesario restringir el circulante y
encarecer el crédito.
2. La crisis se agrava por cuanto se ahonda la plétora de la oferta monetaria,
debido a la expansión de los depósitos monetarios. Para Estrada la ampliación
desmedida del crédito no se traduce en un aumento similar de emisión de
billetes, pero, en todo caso, responsabiliza de este fenómeno especialmente al
Banco del Ecuador. Por su parte, Dillon está de acuerdo con el efecto nocivo
de los préstamos de dicha institución de crédito, pero manifiesta que en el
caso del Banco Comercial y Agrícola el incremento del crédito se refleja en
exceso de emisiones ilegales, siendo ésta la causa principal del desequilibrio
económico. Como secuela de la sobreabundancia de crédito se robustecen los
desajustes de la balanza de pagos, la tasa de cambio y el nivel de precios.
3. Estrada hace caer en cuenta que el Estado ahonda la elevación de la tasa
de cambio, sin que la decisión responda a las fuerzas del mercado. Apunta
que, en 1923, como “una causa anormal” se suma el Gobierno para provocar
un reforzamiento en la tendencia alcista de las divisas, sin que este hecho
se corresponda con la situación de la balanza de pagos. Probablemente, al
adoptar esta medida, las autoridades buscaban evitar una deflación a los
productores de cacao, que veían bruscamente disminuidas sus cosechas, por
las plagas y, al mismo tiempo, mantener o aumentar la tasa de ganancia en
sucres de los exportadores de cacao y del Banco Comercial y Agrícola, que
tenía el monopolio del mercado cambiario; es así como el tipo de cambio se
convierte en un colchón amortiguador frente a la caída de la producción y de
la exportación de la “pepa de oro”.
4.El fisco también rubrica la crisis. Estrada, sin embargo, no es claro al
identificar la manera cómo incide en el comportamiento de la economía. En
principio establece que la inmoderada elevación de los préstamos bancarios
no repercute mayormente en el crecimiento de la deuda interna pública,
por, precisamente, la concesión de nuevos créditos. Incluso, la parte de los
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préstamos que se traduce en creación de billetes, en vez de ser perniciosa para
la producción, suple una necesidad, aunque existe ambigüedad al respecto,
ya que más tarde sostiene que la emisión coadyuva a la inestabilidad de la
moneda. En todo caso, se inclina por el primer planteamiento, e insiste en
que el déficit fiscal no es causa de la depreciación del dinero. Por otro lado, y
con aún mayor imprecisión, afirma que la dependencia del fisco respecto del
sector externo, conduce al Estado a elevar los aranceles y a ser blando, con las
importaciones. Esta circunstancia convierte a la Hacienda Pública en actor
interesado en el desbalance de la cuenta corriente, por cuanto los impuestos a
las importaciones y éstas mismas son parte esencial de las entradas del Estado;
no obstante, no hay precisión estrecha entre la exageración del crédito y los
aumentos de la deuda interna, ya sea que se traduzca en ampliación de la
emisión ilegal o en circulación de cheques. Igualmente, está de acuerdo en
que la subordinación del presupuesto estatal a los derechos de importación
y a la internación de mercaderías, convierte al fisco en desestabilizador de la
situación económica.
5. Por último, para Estrada, la moratoria o inconvertibilidad del billete es una
medida que busca frenar la caída de las reservas de oro, por causa del desequilibrio
de la balanza de pagos y no provoca la desvalorización de la moneda. Empero,
con posterioridad a 1924, sostiene que es necesario restablecer el talón de
oro como medio para sanear la situación monetaria. Esto le acerca a Dillon,
que ve en la moratoria la fuente de emisiones ilegales que corrompieron la
moneda. En realidad, se trata de una aparente contradicción, pues considero
que ambos autores (también Estrada, después de 1924) están pensando en un
encaje (talón de oro) que garantice una circulación de dinero ajustada al nivel
de la producción y, en este sentido, la moratoria deja sin dicho respaldo y es
causa de emisiones ilegales (esto es, en términos económicos, moneda sin base
en la producción y no, en lenguaje jurídico, dinero sin garantía en oro). Mas,
al producirse la sobreabundancia de oferta monetaria (en un comienzo por el
desajuste de la balanza de pagos y posteriormente por el exceso de crédito),
la inconvertibilidad ayuda a detener la fuga de las reservas de oro; pero luego
se convierte en causa de inestabilidad monetaria, al ser aprovechada por los
bancos de emisión para crear circulante sin respaldo.
b)
Los agentes beneficiarios del desajuste económico
1. El interés fijo, entrampado en su trágico destino de impulsar el cobro de
aranceles más altos y de ser flexible con las importaciones, en razón de la
sujeción del presupuesto estatal a tales partidas, incluso a sabiendas de que
propicia el desequilibrio de la economía.
2. Los bancos de emisión y, en especial, los bancos del Ecuador y Comercial y
Agrícola. Para Estrada, por cuanto atribuye al primero un comportamiento
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netamente empresarial que busca beneficiarse del exceso de crédito para
los importadores, despreocupándose de los efectos nocivos sobre el tipo de
cambio; esta expansión del circulante tiene como objetivo aumentar sus
utilidades, aunque esto sea lesivo a sus clientes, los importadores, quienes
se perjudican con esta política. Para Dillon, por cuanto destaca la estrecha
vinculación del segundo con la Asociación de Agricultores del Ecuador, a la
que proporciona crédito sin respaldo, a cambio del compromiso de la entrega
de las divisas provenientes de la venta de cacao en el exterior; esta unión le
permite beneficiarse de la presión que ejerce la asociación para elevar el tipo
de cambio, pero, simultáneamente, también el banco refuerza la tendencia
alcista de la tasa de cambio como mecanismo para protegerse frente a la
disminución del valor y del volumen del cacao. Por consiguiente, no existe
oposición entre ambos bancos sobre los efectos alcistas de la tasa de cambio,
provocados por su política empresarial, ya que buena parte de sus ganancias se
derivan del alcance de tales resultados.
En el caso del Banco Comercial y Agrícola, Dillon añade que el dinero sin
respaldo le permite hacerse de bienes muebles y rurales, entre los que se destaca
el Ingenio San Carlos, que le permite controlar la producción, consumo y
cobro de impuestos del estanco de alcoholes y aguardientes del litoral.
3.Los exportadores, pues un nivel alto del tipo de cambio, aumentado
artificialmente por el Estado, promueve y diversifica las ventas al exterior,
entre las que cabe mencionar el café y los sombreros de paja del Austro. Dillon
llega a no excluir de las ganancias a los exportadores de cacao, pues mediante
la Asociación de Agricultores del Ecuador pasan a detentar el monopolio de
su comercialización, a disponer de la facultad de cobro de impuestos y, además,
cuentan con crédito abundante y barato por parte del Banco Comercial y
Agrícola, para adquirir cacao a los productores.
4. Los industriales, especialmente los fabricantes de textiles de la Sierra, que si
bien tienen que soportar el encarecimiento de sus demandas de materias primas
y bienes de capital del extranjero, al mismo tiempo cuentan con la ventaja de
constatar la progresiva elevación del artículo importado por la tendencia alcista
del tipo de cambio, lo cual vuelve competitiva a la producción nacional, de
mayores costos en el mercado interno, posibilitando su desarrollo. Así mismo,
la supeditación del fisco a los aranceles por importaciones y al estímulo de
éstas coadyuva al fortalecimiento de la industrialización.
5. Los terratenientes de la Costa, que logran transformar sus cultivos de cacao
en plantaciones de caña de azúcar y arroz, no sólo por la subida de su precio
internacional e interno, sino, sobre todo, porque la crisis de la “pepa de oro”
nutre de mano de obra a estos recientes renglones productivos, impidiendo el
aumento desmesurado de los salarios por el incremento de la oferta de trabajo.
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6.Los hacendados del callejón interandino que, previamente beneficiados
por la terminación del Ferrocarril del Sur (llega a Quito en 1908) y por la
limitación y subida de precios de las importaciones que la Primera Guerra
Mundial trae apareja, ven igualmente con buenos ojos, el repunte de la tasa
de cambio que torna prohibitiva algunas compras del exterior y convierte a
la Costa en más dependiente de la producción agropecuaria del interior, de
costos superiores. De la misma manera, la sujeción del presupuesto estatal a
los derechos de importación y al fomento de las importaciones, constituye un
fuerte respaldo para sus demandas de maquinaria y otros insumos para mejorar
sus unidades productivas (Estrada). Por su parte, Dillon apunta la anarquía
en la recaudación tributaria como una ventaja adicional pues, por un lado,
el remate del estanco de alcoholes y aguardiente reporta grandes utilidades a
los dueños de propiedades rusticas y, por otro, la obsoleta Ley de Impuestos
Territoriales permite engrosar sus ganancias al tener que abonar impuestos
que representan entradas irrisorias para la Hacienda Pública.
7. Los distintos agentes económicos, ya se trate de empresas o de consumidores,
por cuanto según lo recuerda Estrada, los déficit fiscales cubiertos con
ampliación de deuda posibilitan posponer el aumento de gravámenes a la
colectividad; de esta manera, el Estado subsidia a las actividades del sector
privado.
c)
Actores perjudicados por la inestabilidad productivos y monetaria
1. Los propietarios de plantaciones cacaoteras, por la pérdida de valor, en 1920,
y por la baja de sus cosechas, en 1923, que determina la caída del principal
productor de exportación. No obstante, existen paliativos que evitan la
deflación o disminución más violenta de los ingresos de los productores de
la “pepa de oro”: (a) los niveles altos de la tasa de cambio, cuya propensión
al alza, incluso en 1923 (año en que se inicia el derrumbe de la producción
cacaotera), es –como lo expresa Estrada–artificialmente reforzada por el Estado
para frenar la ruina de los dueños de cacao; (b) la transferencia de buena parte
de la crisis a los trabajadores, en razón de que los salarios corren rezagados
frente a los precios y por cuanto se procede a expulsar de las plantaciones a un
número significativo de jornaleros (Dillon), y (c) también la desorganización
en el cobro de los impuestos a la propiedad rural es un alivio, ya que el litoral –
región más rica– paga menos valores por este concepto que la Sierra (Dillon).
2.Los trabajadores en general, por cuanto los salarios marchan retrasados
frente a los precios, por lo que absorben gran parte del peso de la crisis
económica. Sin embargo, los más afectados son los obreros vinculados a las
diversas actividades relacionadas con la producción y exportación de cacao;
pero, también para este caso, hay circunstancias que mitigan la fuerza del
impacto: (a) el descalabro del cacao da origen al rompimiento de la relación
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de sembraduría (forma precaria de trabajo) y al surgimiento de relaciones
salariales de trabajo, o dicho en otras palabras, nace un mercado de trabajo en
la Costa al adquirir el jornalero la posibilidad de trasladarse de un lugar a otro,
respondiendo a la demanda de los circuitos mercantiles, y (b) la misma baja de
la producción cacaotera posibilita la liberación de mano de obra que alimenta
la oferta de trabajo para las plantaciones de caña de azúcar y arroz.
3. Las conclusiones remiten a la necesidad de formular la siguiente interrogación:
¿hay una crisis nacional para el período 1920-27, como sostienen Estrada y
Dillon?; o bien –como ambos autores también lo sugieren–, ¿existe un uso
y administración de la crisis en beneficios de unos agentes económicos y en
perjuicio de otros sectores sociales? La respuesta se encuentra a lo largo de este
estudio.
1.2
Los planteamientos de Estrada y Dillon: ¿teoría económica o economía política?
La revisión y síntesis de los análisis de ambos autores permite observar su estrecho
paralelismo, a pesar de que puede existir la tentación de presentarlos como enfoques
discrepantes (Estrada Icaza, 1976: 282). Sin embargo, hay serios puntos de ruptura,
siendo probablemente el principal la noción de circulante. Dillon considera como dinero
no sólo los billetes en circulación (caso de Estrada, y como es en estricta técnica), sino
toda su emisión, hayan o no salido a manos del público. Con esta peculiar definición
arremete contra los bancos de emisión, especialmente contra el Banco Comercial y
Agrícola, para responsabilizarlos de la acuñación ilegal de moneda por los billetes
impresos que no entran aún en circulación. Política o error en la teoría, quién sabe. Por
otra parte, Estrada no establece una mayor relación entre los déficit fiscales, la deuda
interna y la ampliación del crédito, ya que el incremento de los depósitos bancarios no
se traduce en una emisión similar de billetes (además, la parte que se refleja en creación
de moneda llena el vacío requerido por la producción y no origina inestabilidad
económica) y, por otro lado, la deuda se infla por capitalización de intereses y no por
concesión de préstamos nuevos. Dillon no participa de esta tesis, pues considera que hay
un estrecho nexo entre los desajustes presupuestarios, el aumento de la deuda interna, el
trastorno del crédito y el desenfreno del nivel de precios. Por último, mientras Estrada
es sumamente prolijo al detallar las operaciones del Banco del Ecuador, Dillon descarga
todo el ácido de su pluma contra el Banco Comercial y Agrícola.
En consecuencia, a pesar de las diferencias, hay una teoría y un propósito que los
acerca. En cuanto a la teoría, es innegable que en Estrada puede constatarse un manejo
más docto y riguroso, por lo que el enfoque de Dillon parecería cargado de resonancias
de economía política. Como recuerda Julio Estrada en la “Nota Preliminar” a la obra
de su padre, Dillon no esconde la debilidad de su discurso teórico (Estrada Icaza, 1982:
29) por evidenciar el propósito político que lo envuelve: sanear la moneda mediante,
primordialmente, la demolición del Banco Comercial y Agrícola, símbolo de la banca
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guayaquileña, que había contribuido a la zozobra de la estructura productiva al forzar la
emisión de dinero con el objeto de engrosar sus ganancias; de tal suerte que se altera el
rol esencial de la banca: servir de apoyo al sector real, al colocar la producción al servicio
de las instituciones de crédito (Dillon, 1985. 859). Si el problema es institucional, la
solución adquiere el mismo carácter: arrasar con el Banco Comercial y Agrícola, signo
de la tragedia monetaria, para dar paso al Banco Central.Sin embargo, la perspectiva de
endosar la responsabilidad de la tragedia económica a la banca porteña, que confiere a
su análisis una aureola política, no debe inducir al lector a soslayar el bagaje teórico que
encierra la obra de Dillon.
En cambio, Estrada hace un discurso que rebasa la orientación micro o institucional;
según su diagnóstico el mal no se incuba en la banca guayaquileña, sino en la falta de
capacidad de las autoridades para diseñar correctivos frente al desajuste de la balanza de
pagos y a la ampliación del crédito. El análisis se desvincula de los actores económicos
y de las fuerzas sociales, permitiéndole adquirir un tinte más científico. Empero, no se
debe caer en confusiones: por extraño que resulte, en su caso, hacer buena teoría es el
mejor medio para hacer economía política. En efecto, como serio y hábil profesional,
gerente del reciente e innovador Banco La Previsora (fundado en 1920), no puede dejar
de sorprenderse y reaccionar ante las operaciones perturbadoras de los bancos Comercial
y Agrícola (vinculado a los exportadores) y del Ecuador (ligado a los importadores), que
contribuyen a profundizar el malestar general de la economía, socavando la rentabilidad
de los importadores, industriales y terratenientes de la Costa, y erosionando los salarios
de los trabajadores que, precisamente, son los principales clientes de la institución
(El Telégrafo, 3 de mayo de 1926: 1). Esta circunstancia coloca a los importadores,
hasta ahora aliados de los exportadores, en una situación muy difícil; por un lado, la
política de inflación y de recurrentes devaluaciones provocadas, desde 1920, por los
exportadores y el Banco Comercial y Agrícola, como instrumento para resarcirse de
las pérdidas que ocasionan las persistentes bajas del valor y de las cosechas de cacao,
comprometen sus intereses como comerciantes que realizan sus compras en el extranjero
y ven con desesperación cómo se fomenta el alza del tipo de cambio, por lo que no les
resta otra opción que desligarse de la fracción exportadora y vincularse a los industriales
y propietarios de bienes rurales del litoral; por otro lado, el Banco del Ecuador, defensor
inicial del sentir de los importadores, abandona –desde 1920– esta tarea primordial
para reivindicar sus intereses como empresa, fomentando desenfrenadamente el crédito
para aumentar sus utilidades, no obstante que tal práctica contribuye a elevar el tipo
de cambio, perjudicando a sus clientes (Guerrero, 1979: 76-77). Por esta razón, los
importadores rompen con dicha institución y, junto con los industriales y terratenientes
de la Costa, constituyen el Banco La Previsora, que se convierte en portavoz de sus
aspiraciones: estabilidad monetaria y revalorización del sucre (Quintero, 1980: 193).
Desde luego, el carácter subordinado de los industriales en el nuevo bloque importadorindustrial-terrateniente frustra sus propios anhelos de perseguir un alza del tipo de cambio
como medio para proteger su desarrollo, por lo que las reivindicaciones de la novel
alianza surgen con ribetes monopólicos. Sin embargo, como destaca Rafael Quintero, el
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sector importador estará de acuerdo con el empuje industrial a condición que no afecte
al comercio (Quintero, 1980: 198 y siguientes).
Por lo expuesto, Estrada asume a través de sus escritos y de la firmeza teórica de
sus conocimientos, la defensa de esta nueva fracción, cristalizada en las acciones de
La Previsora (Quintero, 1980: 197), que sustenta sus negocios en la estabilidad de la
tasa de cambio y del mercado interno, puesta a prueba por la política desestabilizadora
de los exportadores cacaoteros y de los bancos Comercial y Agrícola y del Ecuador,
como desesperado recurso para detener la caída de sus ganancias. Así, nuevamente, se
unen los pensamientos Estrada y Dillon, esta vez no sólo por la teoría presente en sus
análisis, sino por el espíritu de economía política que late en sus escritos, necesario para
enrumbar la actividad productiva interna por mejores cauces.
2.
Las estadísticas y la idea de la crisis
No existen indicadores sobre la producción global. Las cifras del sector externo son
una mera aproximación, y se insertan a falta de mejores datos. El cuadro que sigue
permite observar el volumen y valor de nuestras exportaciones e importaciones desde
1920.
Volumen y valor de las exportaciones e importaciones
(en miles de kilos y miles de sucres)
1920 = 100
Año
Exportaciones
Valor
Importaciones
Valor
Saldo
1920
82.598
49.892,00
50.896
43.495.00
6.397.00
1921
89.887
33.586,11
43.846
23.221,28
10.364,83
1922
91.926
40.306,84
63.717
29.357,46
10.949,38
1923
80.496
30.679,35
67.130
29.415,76
1.263,59
1924
84.883
43.360,23
84.611
36.803,26
6.557,97
1925
87.224
49.307,77
79.126
37.559,50
11.748,27
1926
92.812
34.476,38
75.585
25.529,04
8.947,30
1927
137.945
55.789,44
83.852
33.238,17
22.551,27
Fuentes: Banco Central del Ecuador, 1954: 1; Hans Heiman, 1943, tabla.; Linda AlexanderR., 1985,
tabla 42, 171.
Elaboración: Centro de Investigación y Cultura (Rebela Almeida, Pedro Navas y Alicia Pesantez).
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Como se recordará, Estrada y Dillon sugieren que existe déficit en la balanza
comercial, en razón del impacto negativo de las dificultades del cacao, que representa el
principal producto de exportación. No obstante, no hay tal cosa; aunque se mantiene
la sombra de la crítica del primero de ellos respecto a que los indicadores oficiales no
son confiables por la subfacturación de las importaciones, a fin de evadir los gravámenes
fiscales. Pero si se considera que las cifras disponibles son reales, hay un saldo favorable
en la cuenta comercial en la que, en cambio, sí son notorios los sucesos referidos por
ambos autores:
a) Como resultado de la desvalorización de nuestras exportaciones en 1920; si bien
el remanente positivo se conserva, disminuye ostensiblemente con respecto
a 1919. En efecto, como consecuencia de la baja del precio internacional
del principal producto de exportación, el valor de la producción se contrae,
provocando un exceso relativo de oferta monetaria, que alienta la demanda de
importaciones, que no termina por desequilibrar la balanza comercial, gracias
a la acumulación de sobrantes anteriores y al aumento de la producción, que
reduce la incidencia de la revalorización del dólar. Empero, el saldo disminuye,
aunque sigue siendo propicio, por lo que si la cuenta corriente es negativa (no
existe información al respecto, si bien es lo que suponen los dos autores),
no se debe a la incidencia de la balanza comercial, como plantea Estrada.
La depreciación del sucre frente al dólar es especialmente significativa para
nuestra economía, ya que la mayoría de nuestras exportaciones se destina a los
Estados Unidos (1920, 56%: 1921, 32%: 1922, 39%; 192, 45%; 1924, 42% y
1926, 39% (Drake, 1984: 214), y
b) La caída de las cosechas de cacao en 1923 también impacta en el saldo de la
cuenta comercial, originando un sensible descenso, aunque no es suficiente
para hacerle perder su carácter positivo.
Nuevamente, este hecho es compensado por las mismas dos circunstancias anteriores,
que impiden el desajuste de la balanza comercial. Por tanto, si sigue siendo desfavorable
la balanza de pagos internacionales, no obedece a los resultados del comercio exterior.
En suma, los progresivos aumentos de las importaciones a que da lugar el exceso de
oferta monetaria, a causa de los problemas del sector externo y de la abundancia de
crédito, se hallan respaldados por el incremento del volumen de las exportaciones, pero,
cada vez menos, por el precio y cantidad de cacao que, a partir de 1914, va perdiendo
su sitial de principal producto de venta en el exterior. El cuadro siguiente ilustra lo
afirmado.
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Ventas de cacao y porcentaje con respecto al total de exportaciones
(en miles de kilos y miles de sucres)
1920 = 100
Año
X
(exportaciones) Valor
Ventas
de cacao
Valor
%
kilos
%
valor
1919
1920
1921
1922
1923
1924
1925
1926
1927
78.985
82.598
89.887
91.926
80.496
84.883
87.244
92.812
137.945
38.864,31
49.892,00
33.586,11
40.306,84
30.679,35
43.360,23
49.307,77
34.476,38
55.789,44
44.680
46.779
42.858
44.248
30.879
33.241
32.895
21.769
23.574
26.520,71
35.573,39
20.133,47
26.436,78
15.097,50
21.408,14
23.110,45
14.337,00
21.503,19
56,56
56,63
47,46
48,13
38,36
39,16
37,70
23,45
17.98
68,24
71,3
59,94
65,58
49,21
49,37
46,86
41,58
38,54
Fuente:Lois Crawford de Roberts, 1980: 254.
Elaboración: Centro de Investigación y Cultura (Carlos Marchán).
De tal suerte que si la balanza de pagos muestra desde 1920 a 1927 saldos desfavorables,
la circunstancia no es atribuible a la cuenta comercial sino a las balanzas de capitales
y de servicios. Dado que, lamentablemente, no se dispone de datos sobre la cuenta de
capitales, sólo es posible quedarse con las afirmaciones de Estrada y Dillon, de que la
crisis es un freno para la afluencia de inversiones (las inversiones norteamericanas en
el país sólo se incrementan de 20 millones de sucres, en 1920, a 25 millones en 1928)
(Drake, 1984: 215) y un estímulo para la salida de capitales (aproximadamente dos
millones de sucres anuales por ausentismo; esto es, estimativamente, el 7% del valor de
las exportaciones, como anota Estrada).
En cuanto al funcionamiento del mercado de trabajo, únicamente se cuenta con
información aislada sobre los salarios que perciben algunos tipos de trabajadores. No se
dispone de un índice de salarios que permita ser relacionado con la tasa de inflación,
para poder determinar fehacientemente el nivel de vida de las clases trabajadoras. Por
esta razón, me limito a respaldar la afirmación de la erosión de los salarios de que hablan
Estrada y Dillon, así como otros autores contemporáneos que son de igual opinión:
Manuel Chiriboga (1980), Sabine Fisher (1983) y Lois Crawford, para mencionar sólo
unos pocos. Pero si esto no basta, la huelga general del 15 de noviembre de 1922 es una
prueba irrefutable de que los salarios corren rezagados frente a los precios.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
La crisis tiene sus raíces en la oferta monetaria, por lo que es preciso echar luz sobre
las estadísticas del medio circulante. Estas cifras, de especial significación para orientar
la discusión sobre la época, no han sido aprovechadas; en buena parte, la falta de
diligencia obedece, como ya se hizo notar, a la falta de claridad sobre lo que se entiende
por dinero. Por un lado está la Ley de Bancos que, inspirada en la escuela bancaria,
considera como moneda exclusivamente a los billetes; y, por otro está Estrada que,
amparado en los principios de la teoría cuantitativa o neoclásica, estima que la masa
monetaria la integran los billetes y los depósitos monetarios. Adicionalmente, Dillon
propone su definición de propio peculio, que establece que el circulante comprende los
billetes en manos del público y los que aún no se movilizan y se encuentran en la cartera
de los bancos. Ante tal confusión, es vital depurar los términos señalando qué es medio
circulante, pues aunque hoy –por el devenir de los años– parece una noción precisa, no
es clara para la época; medio circulante son las especies monetarias (moneda y billetes
en poder del sector privado) y los depósitos bancarios. Con esta base, se presenta el
siguiente cuadro, donde no se hace constar las monedas, por no existir datos.
Medio circulante para el período 1920-27
1920 = 100
Año
Oro
Billetes(1)
DEPÓSITOS
monetarios(2)
Medio
circulante
(1 y 2)
Expansión
%
1920
9’324.322.0
22’455.896.0
13’711.835.0
36.167.731,00
100.00
1922
8’346.240,9
16’671.484,4
13’697.009,3
30’368.493,70
1923
7’688.158,6
24’328.490,2
14’420.577,0
38’749.067,30
7,10
1925
6’669.754,5
25’412.894,0
15’801.331,4
41’214.225,50
13,95
22’525.412,7
11’193.707,2
34’125.950,20
1927(2)
Contracción
%
16,40
5,65
1. Para transformación de los valores corrientes del medio circulante en valores constantes, aprovecho
el índice de precios que aparece en este estudio.
2. Las cifras de medio circulante corresponden a las creadas por el Banco Central del Ecuador
Fuente: Carbo, 1978: 108 y 116-117.
Elaboración: Centro de Investigación y Cultura (Carlos Marchán).
El comportamiento de la oferta monetaria real (a precios de 1920) posibilita dilucidar
algunos puntos de controversia. Para empezar, la evolución del medio circulante no es
homogénea durante todo el período ni, menos aún, muestra permanentes signos de
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expansión, tal como sugieren los dos autores en cuestión. Así, antes de la creación
del Banco Central del Ecuador (en 1922) e inmediatamente después de su fundación
(1927), se puede constatar una estimable contracción de la liquidez de la economía: en
el primer caso, de 16,04% y en el segundo, de 6,65%. Sin embargo, en los años en que
se asiste a un repunte de la base monetaria (1923 y 1925), su grado de crecimiento no
es mayor e, incluso, es ostensiblemente menor al avance del índice general de precios
para los mismos años, lo cual puede fácilmente inferirse, cotejando las cifras siguientes.
Índices del medio circulante y de precios
(1920-1927)
Años
Medio
Circulante
Precios
1920
100,00
100,00
1922
83,96
114,3
1923
107,13
125,12
1925
113,95
147,06
1927
94,35
171,64
Fuente: La información registrada en los cuadros anteriores.
Elaboración: Centro de Investigación y Cultura (Carlos Marchán).
En consecuencia, la restricción del medio circulante es un paliativo para detener
la escalada de precios internos, cuya lógica se vincula más estrechamente a las pautas
fijadas por la tasa de cambio, lo que se explicará posteriormente. Por el momento, es
suficiente adelantar que el nivel del tipo de cambio no guarda mayor relación con el
estadio de la oferta monetaria, pues aunque se es consciente que las monedas extranjeras
son un activo, esto es, una cosa o bien económico y que, por tanto, su demanda depende
de la cantidad de circulante existente, en ese momento histórico la determinación de
la tasa de cambio no se encuentra muy influenciada por las fuerzas del mercado, como
ya se verá.
Siguiendo con el análisis de la moneda, salta a la vista –en términos globales– la
poca correspondencia existente entre los billetes y el encaje oro, pero ciertamente la
vinculación se torna remota entre este último y la masa monetaria. Si exclusivamente
se considera la definición de circulante dada por la Ley de Bancos, es decir, los billetes a
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
disposición del público y, al mismo tiempo, se tiene presente que ésta sólo faculta a los
bancos a emitir moneda por el doble del valor del talón de oro, es claro concluir que hay
un exceso de dinero, como se puede apreciar en las cifras siguientes.
Emisión ilegal de circulante
(1920 – 1927)
Año
Billetes
Emisión
legal (1)
1920
22’455.896,0
3’807.252
1922
16’671.484,4
20.998
1923
24’328.490,2
8’952.173
1925
25’412.894,0
12’073.385
(1) Se trata de un excedente de circulante en términos jurídicos: esto es,
sobre la base de la Ley de Bancos y no en términos económicos.
Fuente: Las registradas en los cuadros anteriores.
Elaboración: Centro de Investigación y Cultura (Carlos Marchán)
Es evidente, ajustados a una óptica legal, la falta de respaldo de la oferta monetaria.
El problema se agrava si se contemplan los depósitos monetarios que la ley no establece
como dinero, por lo que pueden abultarse sin ninguna limitación. No obstante, si se
deja de lado las reservas de oro como justificativas del circulante y se estima que la
oferta monetaria debe crecer a un ritmo compatible con la estructura productiva más
el porcentaje correspondiente al incremento de los precios, se topa uno con el vacío
de estadísticas sobre producción global, por lo que no se puede señalar si, en términos
económicos, hay o no abundancia de moneda. Lo cierto es que el aumento de la masa
monetaria marcha rezagado frente al alza general de precios.
Por otra parte, la conducta de los billetes y préstamos bancarios es diferente.
La cantidad de estos últimos es manifiestamente inferior a la de los billetes y, por
consiguiente, su peso es menor en el total de la oferta monetaria, lo que llevaría a darle
la razón a Dillon frente a Estrada. En cambio, su tasa de crecimiento es ligeramente
superior a la de los billetes (excepto para 1923 y 1927), lo que estaría de acuerdo con
Estrada. Sin embargo, no cabe duda que la ampliación del crédito se traduce mayormente
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Carlos Marchán Romero
en emisión de billetes, que es lo que sostiene Dillon, a despecho de Estrada. El cuadro
siguiente libera de cualquier otro comentario.
Participación en el medio circulante e índices de crecimiento
de los billetes y depósitos monetarios (1920-1927)
Años
Medio
Circulante
(MC)
Billetes
Participación
MC
Índice
Depósitos
monetarios
Participación
MC
1920
100,00
62,08
100,00
37,91
100,00
1922
83,96
46,00
74,24
37,86
99,89
1923
107,13
67,26
108,34
39,86
105,16
1925
113,95
70,96
113,17
43,68
115,24
1927
94,35
62,27
100,31
30,94
81,63
Índice
Fuente: Información registrada en los cuadros anteriores.
Elaboración: Centro de Investigación y Cultura (Carlos Marchán).
Ahora bien, los billetes y depósitos monetarios corren por cauces distintos. De
la emisión de los primeros es responsable fundamentalmente el Banco Comercial y
Agrícola y de los segundos, sustancialmente el Banco del Ecuador, de tal suerte que
si la oferta monetaria sobrepasa el volumen de producción, la primera institución es
responsable de la inestabilidad económica. Por el momento, sólo puede precisarse que
la base monetaria se incrementa en menor proporción que el índice general de precios.
El cuadro siguiente permite determinar el grado de participación, destacándose el papel
preponderante del Banco Comercial y Agrícola.
La incidencia de la oferta monetaria sobre la tasa de cambio resulta difícil de
averiguar. Por un lado se desconoce si existe un remanente del circulante sobre el
nivel de la producción global y, por otro lado, no se dispone de cifras sobre la balanza
de pagos. Se tienen sólo la palabra de Estrada y Dillon, que sostienen que la cuenta
corriente es deficitaria e, incluso, los dos manifiestan que el desajuste tiene su causa
en la balanza comercial. Ya se ha visto que no es así, quedando como opción que el
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
desbalance responda a las cuentas de capitales y de servicios. Al no haber datos, se
puede establecer, por referencias y como acto de fe, que hay un desequilibrio de la
balanza de pagos y que el fenómenos tiene sus raíces en dificultades en las balanzas de
capitales y de servicios. No obstante, también existe información en Estrada y Dillon
respecto que la tasa de devaluación de la moneda se halla íntimamente ligada a la suerte
del cacao, que constituye el principal producto de exportación. El problema es que los
dos escritores asimilan la crisis del cacao al descalabro de la balanza comercial, lo que no
es cierto. Dejando a un lado esta aseveración, estimo preciso revalorizar la primera parte
del planteamiento de ambos: el alza del tipo de cambio se encuentra vinculada a los
avatares de la “pepa de oro”. La afirmación constituye un acierto de Estrada y Dillon, por
dos razones: (a) el Estado, como mecanismo para atenuar los problemas de valor (1920)
y de baja de la producción del cacao (1923) y, a fin de evitar esta deflación entre los
productores, decide elevar artificialmente el tipo de cambio, es decir, no se consideran
las fuerzas del mercado; y (b) el Banco Comercial y Agrícola, ligado a la Asociación
de Agricultores del Ecuador, a cambio del monopolio de las divisas provenientes de la
exportación de cacao, persigue también presionar sobre el mercado cambiario con el
objeto de compensar la menor entrada de divisas a causa del alza del tipo de cambio que,
precisamente, constituye uno de sus principales renglones de utilidad. Carbo ratifica la
estrecha vinculación de la tasa de cambio con el cacao: “La única solución practicable
para hacer frente a esta doble crisis –la causada por la disminución en la producción y
exportación de cacao y la proveniente de la fuerte baja de sus precios en los mercados
del exterior– fue la elevación de nuestros tipos de cambio” (Carbo, 1978: 105).
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18’923.488
11’510.601
19’233.451
14,31
2’064.772
70,57
17’168.679
37,32
2’869.988
1923
20’845.122
20,93
3’307.794
69,00
17’537.327
36,61
2’441.798
1925
8’192.373
31,43
4’309.981
17,28
3’882.392
22,03
2’054.625
1920
Elaboración: Centro de Investigación y Cultura (Carlos Marchán).
Fuente: Luis A. Carbo, 1978: 108, 109, 116, 117.
1922
6’584.641
38,54
5’279.277
7,82
1’305.364
21,38
1’784.685
87 Los porcentajes son sobre el total de oro, billetes y depósitos monetarios.
88 Para transformar en valores constantes, se ha utilizado el índice de precios que aparece en este trabajo.
% 87 y Depósitos Monedas88
Total
42,59
Monedas
1,71
2’152.184
5’840.677
Depósitos
9’358.416
56,13
13’082.811
37,61
3’139.1999
3.635.179
38,98
1922
1920
58,26
%
Billetes
%
Oro
Medio
Circulante
(1920 = 100)
4’625.432
24,41
3’521.066
4,53
1’104.366
21,11
1’623.674
1923
1925
4’967.145
18,54
2’929.739
8,01
2’037.405
20,71
1’381.948
Incidencia de los Bancos Comercial y Agrícola y del Ecuador en la creación del medio circulante
Carlos Marchán Romero
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
La medida no sólo favorece a los exportadores, especialmente a los vendedores
de cacao, sino también a la banca, industriales y hacendados, como ya se dijo. A
continuación se relacionan los índices de la oferta monetaria, de la tasa de cambio y
de los precios, lo que permite subrayar el rezago de la tasa de crecimiento de la masa
monetaria frente a la tendencia alcista del nivel del tipo de cambio, que corrobora
su determinación, respondiendo a intereses particulares y no a los indicadores de la
economía. A su vez, el índice de precios se ve afectado por dos fuerzas de sentido
contrario: de un lado, la tasa de cambio que presionaría al alza y, de otro, el índice del
medio circulante, que forzaría a la baja.
El cuadro que reproduzco a continuación permite arribar a la siguiente conclusión:
los indicadores del volumen de circulante, de la tasa de cambio y de los precios, no
guardan la relación que la teoría permitiría esperar, por cuanto no se ajustan a los
dictámenes de una política monetaria y cambiaria, sino que adquieren los valores que
determina la reacción de los distintos intereses sociales en pugna. El Gobierno (muy
articulado a los intereses del Banco Comercial y Agrícola, si seguimos la literatura
existente), la banca, los comerciantes, los industriales y los hacendados, envueltos en
aspiraciones comunes y dispares, a la vez, desfiguran las líneas orientadoras de la teoría
económica para caer en los terrenos movedizos de la economía política. La crisis es así
usada y administrada para alcanzar beneficios para determinados estratos sociales, con el
consiguiente detrimento de otros. El resultado: la teoría deja en buena medida de hablar
y de explicar los acontecimientos, por lo que para encontrar nuevamente el camino, se
hace preciso acudir a los actores que han oscurecido los principios económicos.
Índices de medio circulante,
tipo de cambio y precios
1920 = 100
Años
1920
1922
1923
1925
1927
Medio
Circulante
100
83,96
107,13
113,95
94,35
Tipo de
Cambio
100
218,69
210,29
272,41
360,59
Precios
100
114,39
125,12
148,06
171,64
Fuente: Paul Drake, 1984: 220.
Elaboración: Centro de Investigación y Cultura (Carlos Marchán).
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Carlos Marchán Romero
Empero, antes de analizar regional y sectorialmente la crisis, se debe esclarecer lo que
sucede con los ingresos del Estado, al que Dillon responsabiliza de inyectar gran parte
del exceso de circulante a la economía, a través de los déficit. Estrada discrepa, pues el
aumento de la deuda no se debe a préstamos nuevos sino a la capitalización de intereses
y, además, la parte del crédito que se traduce en billetes llena una necesidad de la
economía y está, por consiguiente, lejos de ser un factor desestabilizante de la estructura
productiva. Las cifras siguientes muestran la evolución de los déficit, de la deuda total,
de los préstamos del Banco Comercial y Agrícola al Gobierno, y del porcentaje de esta
deuda frente al total.
La situación del sector fiscal
1920 = 100
Año
Déficit
Deuda (1)
Deuda al
BCA (2)
Porcentaje
de 2 en 1
1920
5’660.775
4’062.252,00
660.365,00
16,26
1921
5’100.145,34
2’224.950,95
690.593,23
32,04
1922
6’688.422,06
4’430.482,76
772.328,00
17,43
1923
8’213.759,59
5’978.968,16
552.551,95
9,24
1924
9’608.973,10
6’493.242,14
473.242.74
7,28
1925
4’810.0078,87
5’269.942,73
9’985.170.67*
1926
3’234.674,32
2’913.708,93
1927
3’784.706,36
14’825.488,14**
* a) En 1925 se consolida la deuda de las instituciones del sector público, antes dispersa, y b) se
contabiliza el servicio de la deuda, cuyo pago se venía haciendo irregularmente.
** a) la consolidación de la deuda de las instituciones del sector público y b) desde 1925 los presupuestos
no contienen una partida de servicios de la deuda (amortización e intereses); el año 1927 se incluye
dicho ítem con los valores hasta entonces acumulados.
Fuente: Los datos originales y la bibliografía aparecen en el trabajo de Rebeca Almeida, Pedro Navas
y Alicia Pesantez, que consta en este volumen.
Elaboración: Centro de Investigación y Cultura (Carlos Marchán).
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Lo primero que llama la atención de los números anteriores es que la situación
financiera del presupuesto estatal, durante 1920-27, no es uniforme. No sólo que existe
superávit en 1926,sino que durante 1921 y 1925 se logra reducir el déficit. Por tanto, no
hay un faltante permanente y constante, como insinúa Dillon, lo cual únicamente se da
en los otros años. La deuda guarda relación con la coyuntura fiscal, pues en los años de
superávit o de disminución del faltante, es visible una reducción en la contratación de
la deuda. Durante buena parte del período (entre 1920 y 1924) el pago del servicio de
la deuda es irregular, y desde 1925 no llega a consagrar la insólita situación de eliminar
del presupuesto la partida correspondiente al abono de la amortización e intereses de
los préstamos, circunstancia que conduce al arrastre de los valores correspondientes a
tales rubros hasta 1927, año en que se decide contemplar un ítem para cubrir el servicio
de la deuda. Por este motivo, en dicho año, la deuda comprende no sólo lo contratado
en ese momento –los préstamos de otras entidades del sector público– sino también
la capitalización de los valores reseñados. En consecuencia, ambos autores tienen
parcialmente razón. Dillon al señalar que la deuda crece por nuevas contrataciones,
y Estrada, al manifestar que su repunte obedece a la capitalización de los intereses. La
apreciación se vuelve infundada cuando se aspira a absolutizarla, pues no es cierto que
la deuda aumente exclusivamente por nuevos préstamos o por la sola acumulación de
intereses.
Por otra parte, el comportamiento de la deuda del Banco Comercial y Agrícola con
el Gobierno, es asimétrico. Cuando se reducen el déficit fiscal y el total de la deuda
pública, crecen los préstamos de dicho banco al Estado y viceversa; salvo el año 1925, en
que la deuda engloba lo contratado y la capitalización de los intereses. La actitud puede
ser reflejo de cierto rigor en el manejo administrativo: prestar más cuando el cliente
revela signos de recuperación y mayor solvencia, y no cuando se agudiza el déficit y se
requiere de un incremento de la ayuda. Es importante resaltar este hecho para desvirtuar,
o cual menos mitigar, la creencia de que el Banco Comercial y Agrícola se encuentra
indefenso ante las presiones del Gobierno, en demanda de ingentes recursos financieros,
para aliviar sus necesidades; por lo que se ve, la institución puede conservar una distancia
que le permite oponer los principios de la técnica bancaria a las pretensiones del Estado.
Sin embargo, el nexo entre los índices de crecimiento de la deuda al Gobierno y del
medio circulante del Banco Comercial y Agrícola es también irregular, pues el primero
de estos se eleva cuando baja la tasa de aumento del dinero. La vinculación anómala
entre ambos indicadores puede denotar la “sospecha de que para 1924, o antes, no sólo
no se publicaba el verdadero monto del circulante, sino que se seguía igual sistema en
la deuda del Gobierno. Y que sería la fiscalización de 1925 la que haría aparecer ambos
datos en su verdadero valor” (Estrada Icaza, 1976: 276). A continuación se presentan
los índices de aumento de los indicadores, que se mencionan anteriormente.
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Carlos Marchán Romero
Índices de crecimiento del déficit fiscal, del total de la deuda, de los préstamos
del Banco Comercial y Agrícola al Gobierno
y del incremento de su medio circulante
*
*
*
Año
Déficit
Deuda
Pública
1920
1921
1922
1923
1924
1925
1926
1927
100,00
90,09
118,15
145,1
169,74
84,97
*
66,85
100,00
57,77
109,06
147,18
159,84
129,72
71,22
*
Préstamos del
BCA al
Gobierno
100,00
104,57
116,95
83,67
71,66
*
Medio
circulante
del BCA
100,00
60,82
101,63
110,15
Para 1925, se publica la deuda contratada y también los intereses adeudados.
Para 1926 existe superávit en el presupuesto estatal.
Para 1927 la deuda comprende: a) lo contratado ese año; b) la deuda de otras instituciones del
sector público, y c) el servicio de la deuda.
Fuente: La bibliografía aparece citada en el trabajo de Rebeca Almeida, Alicia Pesantez y Pedro Navas,
que consta en este volumen.
Elaboración: Centro de Investigación y Cultura (Carlos Marchán).
Recapitulando, la revisión de los principales indicadores económicos permite confirmar
la idea de la existencia de una crisis en el período 1920-27, puesta de manifiesto por Estrada
y Dillon. Es incontrastable la caída del valor (1920) y de las cosechas (1923) del cacao,
que constituye el principal rubro de exportación y en torno al cual gravita el empuje de
la economía del país. La balanza de pagos, si se cree en las múltiples referencias de los
autores, es negativa, a causa de los desajustes de las cuentas de capitales y de servicios. La
inestabilidad monetaria y financiera ocasiona la elevación del tipo de cambio y del índice
general de precios, que da lugar a que se deteriore el nivel de vida de los trabajadores
que miran con angustia la erosión de sus salarios, que corren por debajo de la subida
de los precios. Por último, el déficit fiscal contribuye a ahondar la crisis como principal
responsable del abultamiento del exceso de circulante. El panorama es crítico, pues en el
horizonte de los mercados de bienes de trabajo y monetario, late y se agita febrilmente el
espíritu de una crisis nacional que abarca todos los rincones de la sociedad.
La conclusión parecería irrefutable, pero los propios autores (más claro Dillon que
Estrada) llaman la atención respecto a que la crisis nacional es usada y administrada
294
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
con el propósito de readecuar el porcentaje del reparto de la riqueza de la comunidad
entre los distintos agentes económicos, por lo que pierde su carácter general y cobra
una dimensión regional y sectorial. En consecuencia, la crisis, inicialmente nacional,
es explotada y profundizada en beneficio regional y de unos sectores sociales, con el
consiguiente perjuicio de otros.
3.
Uso y administración de la crisis: la readecuación de las fuerzas
económicas y políticas
3.1 De la crisis nacional a su aprovechamiento regional
Desde la Revolución Liberal, en 1895, la economía ecuatoriana se inscribe en
un modelo económico orientado hacia fuera, gracias al auge de las exportaciones, la
estabilidad monetaria y tasas de cambio favorables. La holgada disponibilidad de divisas
por las remesas de cacao, posibilita adquirir en el exterior no sólo bienes suntuarios sino
también alimentos y vestidos para el mercado interno, sin que esta práctica contribuya
a estimular la industria y agricultura del interior. Es preciso subrayar que los altos
costos de producción localmente dicho artículos, vuelve claramente ventajoso para la
importación, importarlos, posponiendo cualquier estrategia de desarrollo hacia adentro.
El primer escollo que debe enfrentar el modelo liberal se presenta con la Primera
Guerra Mundial, que representa un serio obstáculo para conseguir artículos importarlos,
ocasionando la elevación de sus precios. Sin embargo, la política económica se mantiene
firme en virtud de la gran provisión de divisas que la plenitud de las exportaciones hace
posible, y el trazo del ferrocarril entre Guayaquil y Quito, que contribuye a dilatar la
demanda costeña de productos serranos (Arcos y Marchán, 1976: 47). Pero, a medida
que se diluyen las trabas al comercio internacional y los mayores costos de producción
y dificultades de la agricultura del callejón interandino provocan un repunte de sus
precios, se vuelve nuevamente la mirada al mercado exterior, como mecanismo para
romper la tendencia alcista de los precios internos (Guerrero, 1979: 71). La política de
libre cambio puede actuar en defensa de los intereses del consumidor para mantener su
nivel de vida, gracias a las compras de alimentos y vestidos importados que trastornan las
actividades productivas internas. El propio Estado obtiene provecho de esta orientación
de la economía al mercado mundial, en razón de que el grueso de sus ingresos proviene
de las tarifas aduaneras sobre el comercio exterior (Fisher, 1983: 44). La ausencia de
lineamientos proteccionistas por parte de los gobiernos liberales o, lo que es lo mismo,
su desdén por impulsar la industrialización y modernización de la agricultura del interior,
se explica por las copiosas divisas generadas por las exportaciones de cacao.
El modelo liberal entra en crisis cuando la estructura productiva cacaotera comienza
a naufragar por la baja del valor y volumen de productos de sus frutos. A partir de 1920
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Carlos Marchán Romero
empieza a sentirse una falta de divisas que hace imperioso realizar una selección de la
composición de la demanda de bienes al exterior, creándose recién en ese momento
una coyuntura propicia para promocionar la industria y la agricultura de alimentos de
consumo interno. Este campo, inicialmente abonado por la falta de dólares, se torna aún
más fértil por la política desestabilizadora del sector exportador cacaotero y del Banco
Comercial y Agrícola, que profundiza la crisis para su provecho, elevando artificialmente
el tipo de cambio, en un intento para frenar la caída de su tasa de ganancia en sucres
(Guerrero, 1979: 74-75, y Fischer, 1983: 78). Así, la propia conveniencia de la fracción
exportadora, reflejada en su interés por incrementar la tasa de cambio, favorece –como
efecto no consentido ni buscado– el fortalecimiento de la industria y agricultura para
el mercado interno, pues permite subir sus precios hasta un nivel similar a los artículos
extranjeros fuertemente encarecidos como resultado de las sucesivas devaluaciones.
Es más, el proceso descrito invierte la relación de precios, terminando los productos
importados por tener valores superiores a los nacionales, recortándose ostensiblemente
su demanda (Fischer, 1983: 84-85). El apoyo a estas dos ramas productivas adquiere
nuevos bríos a raíz de 1923, cuando el Estado, para evitar probablemente una deflación a
los productores de cacao ante la brusca caída de sus cosechas, decide sumarse a las falsas
tareas devaluatorias, aumentando el tipo de cambio sin ninguna correspondencia con
la situación de la balanza de pagos, como anota Víctor Emilio Estrada (véase también
Crawford, 1980: 188). De esta manera, la estrategia del sector exportador de patrocinar
el alza progresiva de la tasa de cambio, si bien coadyuva a frenar la erosión de sus
ganancias en sucres, socava las bases del modelo de desarrollo hacia fuera, al constituir
un sólido respaldo a la industria y actividad agropecuaria serranas.
Puede argumentarse que el alto precio del dólar obliga a los industriales y hacendados
del interior a enfrentar el costo creciente de la importación de materias primas y
maquinarias, lo cual escamotea sus posibles utilidades. No obstante, su impacto se
compensa con los siguientes factores: (a) la espiral inflacionaria, que alientan las
frecuentes devaluaciones, acarrea el rezago de los salarios frente a los precios y comprime
los costos de producción; )b) por la disminución de las divisas y sobre todo por la
elevación de los precios de los bienes importados, el país pasa paulatinamente a depender
de la provisión de alimentos y vestidos del mercado interno, es decir, la industria y la
agricultura andina ganan la demanda que antes se volcaba a las compras en el exterior, y
(c) el fisco, dependiente del sector externo para cubrir lo sustancia de sus ingresos, ahora
disminuidos por el descalabro de la producción cacaotera, no tiene más remedio que
propiciar el desequilibrio comercial, fomentando los impuestos o las importaciones como
mecanismo para reducir sus déficit, lo cual limpia de mayores trabajas la internación de
bienes de capital para dichos sectores productivos (Fischer, 1983: 81).
A este panorama general, la crisis del cacao agrega mejoras específicas a la agricultura,
industria y banca de la Costa. Los males que agobian a la “pepa de oro” conducen a
buena parte de sus propietarios a vender sus plantaciones y a expulsar mano de obra,
favoreciendo con ello a los cultivos de azúcar y arroz, necesitados de tierras y fuerza
de trabajo. Para que tenga mayor sentido la precedente afirmación, es suficiente tener
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
presente que los principales sembríos del complejo hacienda-ingenios azucareros y de
la indicada gramínea, se localizan fundamentalmente en el cantón Yaguachi, una de las
más importantes zonas cacaoteras (Marchán, 1986: 57). A su vez, el nuevo contingente
de trabajadores que el desajuste cacaotero trae consigo, nutre la oferta de trabajo para
la agroindustria del azúcar, tirando a la baja los altos jornales que inicialmente estaban
obligados a pagar (Guerrero, 1979: 70-71). Por otro parte, cuando las vicisitudes
de la “pepa de oro” arrecian, los exportadores de cacao trasladan sus capitales hacia
otras actividades productivas:–arroz (Valverde, 1980), industrias del azúcar, sacos,
calzados, fósforos (Guerrero, 1979: 66 y 82)– y financieras, bancos de Descuento y,
secundariamente, de La Previsora (Quintero, 1980: 195).
En consecuencia, a pesar de la política abiertamente inflacionista del núcleo exportador
y del Banco Comercial y Agrícola, tendiente a mitigar la caída de sus utilidades en sucres,
la crisis del cacao conduce inevitablemente al agotamiento del patrón de acumulación
agroexportador, y abre paso a una intensa disputa por el control del Estado. El propio desorden
económico y financiero, aunque funcional y útil para los intereses de los agroexportadores
(Chiriboga, 1980: 11), les hace perder confianza en su capacidad para conducir el Estado
y dibuja el espacio necesario para la reacción de los sectores excluidos del poder y de los
trabajadores que sufren el acelerado deterioro de sus niveles de vida (Crawford, 1980: 184).
Entre las clases altas marginadas conviene citar a los importadores, industriales,
terratenientes de la Costa y hacendados de la Sierra. Los primeros, en un inicio, aliados
de la fracción exportadora, rompen sus vínculos con ésta y con el Banco del Ecuador
que, originariamente, representa sus aspiraciones, a raíz de su política propiciadora de
la inestabilidad monetaria, especialmente del alza del tipo de cambio. Esto les lleva a
fundar La Previsora y buscar como asociados a los otros sectores (Quinto, 1980: 188190). Víctor Emilio Estrada, gerente de dicha institución de crédito, apoya la creación
del Banco Central, como medio para sanear la moneda y, por eso mismo, puede declarar
sin ningún empacho que las quiebras de los bancos Comercial y Agrícola y del Ecuador
contribuyen “poderosamente al saneamiento del crédito y el comercio, eliminando
los sectores descompuestos” (Estrada, citado por Quintero, 1980: 201). Así mismo, las
directrices liberales, al someter el proceso industrial a las fluctuaciones del mercado
internacional, no permite que prospere la embrionaria industria del país. Ésta recién
alcanza la fuerza que requiere para desarrollarse desde el momento en que la crisis obliga
a los exportadores cacaoteros a devaluar constantemente la moneda para resarcirse de
sus pérdidas. Cosa similar puede decirse de los hacendados del litoral y del altiplano.
La ruptura de la matriz de acumulación agroexportadora desplaza nuevamente el eje
del poder político de la Costa a la Sierra (Crawford, 1980: 192). La Revolución Juliana
(producida el 9 de julio de 1925), si bien puede ser interpretada como un movimiento
militar de oficiales de baja graduación y de clase media (Guerrero, 1979: 85), marca
–en realidad– el liderazgo político del nuevo grupo constituido por comerciantes,
industriales y hacendados de ambos lados del callejón interandino, que plantean un
ideal compartido por las clases trabajadoras: estabilidad monetaria y modernización de
la economía (Quintero, 1980: 198 y Fischer, 1983: 88-89).
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No obstante, el bloque que se destaca encierra serias contradicciones entre
importadores e industriales que sólo pueden posponer en virtud del carácter subordinado
del grupo industrial. Los primeros únicamente pueden consentir en un empuje industrial
que no comprometa sus intereses como comerciantes; por ello, “a pesar de la protección
industrial, la política económica global [sigue] fomentando un modelo económico hacia
fuera, descuidando una estrategia orientada hacia el mercado interno” (Fischer, 1983:
89). En cambio, los segundos, una vez que alcanzan prerrogativas tributarias para la
importación de maquinaria gracias a la promulgación de la Ley de Fomento del Desarrollo
de Industrias en 1921, no pueden mostrar tu total acuerdo con la reivindicación de una
estabilidad monetaria, pues, precisamente, su desajuste y la tendencia alcista del tipo de
cambio, estimulan su crecimiento (Fischer, 1983: 93). La aspereza entre los dos grupos
económicos se patentiza al momento de definir la política del Banco Central, ya que, por
un lado, Víctor Emilio Estrada –miembro del directorio y hablando en representación de
los intereses dominantes de los importadores en la canasta de acciones de La Previsora–
argumenta que su actividad debe circunscribirse a la inherente a un instituto emisor y
regulador de la oferta monetaria; por otro lado, los industriales (sobre todo de la Sierra),
miembros del directorio, se esfuerzan por convertirlo en una entidad de fomento al
desarrollo y, por tanto, de asignación de crédito selectivo y barato para sus actividades
productivas. Este último procedimiento provoca la desazón y rechazo de Estrada.
Los párrafos anteriores revelan el tránsito de la crisis nacional a la crisis regional.
Sin duda, la Costa soporta el mayor peso de las penurias del cacao y su debilitamiento
económico se traduce en el traslado del espectro político al interior: el Banco Comercial
y Agrícola –símbolo de la banca de Guayaquil– pierde la capacidad de plasmar gobiernos
que respondan a sus principios liberales y, lo que es más, termina por desaparecer como
institución y salir fuera de la escena política.
Ahora bien, aunque las fuerzas económicas y políticas del litoral se derrumban con
la crisis del cacao, el malestar no se deja sentir con la misma intensidad en todos los
sectores. Igual puede decirse del callejón interandino, pues si bien puede reclamar para
sí el haber salido mejor librado de la zozobra económica, no puede evitar que afecte a
los sectores populares. De manera que la crisis regional esconde aún una crisis sectorial o
socialmente segmentada, como se verá a continuación.
3.2 De la crisis regional a la discriminación social de la crisis
El problema del cacao corroe las bases del patrón de acumulación agroexportador,
por lo que los diferentes sectores económicos pugnan por transferir el peso de la crisis
a otras fuerzas sociales, o bien por conseguir ganar terreno en el reparto de la riqueza
social. El manejo de la crisis, ya sea ahondándola o desviándola hacia otras capas
sociales, arroja como resultado un cuadro distinto del reparto de la producción entre los
miembros de la sociedad, mejorando unos su posición a cambio del menoscabo de la de
otros. Con el fin de ilustrar los antagonismos entre los agentes económicos, se procede
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a dividirlos en dos grupos; aquéllos que salieron beneficiados del evento y aquéllos que
vieron afectados sus intereses.
La vida económica no es unívoca. Las medidas económicas, aunque diseñadas para sortear
un conflicto general, pueden conseguir su objetivo o, al contrario, agravar la situación de los
sectores económicos. Puede mirarse bien, e incluso respaldarse plenamente, que en el caso
del severo desequilibrio de una economía mono exportadora, se busque desesperadamente
devaluar la moneda para tornar más competitivo un producto en el mercado internacional
y estimular sus ventas en el exterior. Si la acción concluye exitosamente, se dispone de
un contingente de divisas para promover la economía; de no ser así, al menos se tiene
la expectativa que el encarecimiento de las importaciones no conduzca a agudizar el
desequilibrio de la balanza de pagos. ¿Es ésta la situación de la década de 1920? Difícilmente
puede responderse afirmativamente a esta pregunta, pues el derrumbe del cacao se debe a la
sobreoferta de este producto en el mercado mundial, y a la estrepitosa caída de las cosechas
internas, por las plagas. Es evidente que las periódicas depreciaciones de la moneda no van
a contribuir seriamente al despegue de las plantaciones cacaoteras, por cuanto la demanda
tiene una alta dosis de inelasticidad; la respuesta es más contundente si se piensa que la
medida se asume para favorecer a este fruto, ya que la balanza comercial es positiva. Por
esta razón, la pérdida de valor de nuestro signo monetario se usa para atenuar la caída de la
ganancia en sucres en las ventas de cacao. El cuadro siguiente muestra cómo baja el precio
en dólares de las exportaciones de cacao, mientras su valor en sucres aumenta, como efecto
de las constantes depreciaciones de la moneda.
Precios de exportación de cacao por 100 kilogramos
en dólares y sucres
(1920-1927)
Año
1920
1021
1923
1924
1925
1926
Precio en dólares
33,7
12,7
16,1
17,1
23,5
30,1
Precio en sucres
76
47
61
103
156
Fuente y elaboración: Fischer, 1983: 77 y 90.
En consecuencia, la disminución de la capacidad adquisitiva del dinero, permite a
los exportadores de cacao recuperar parcialmente sus niveles de ingreso en sucres, pero
ciertamente no se asiste a un mejoramiento del volumen físico de ventas. Adicionalmente,
la Asociación de Agricultores del Ecuador se beneficia del monopolio de las remesas de
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cacao, pues para 1917 controla el 81% de la producción de la “pepa de oro” (Chiriboga,
1980: 380). Las dificultades del cacao les posibilita manejar el grueso de las cosechas, contar
con la facultad de cobrar un impuesto para defender su precio internacional, y obtener
crédito abundante y barato por parte del Banco Comercial y Agrícola, para realizar sus pagos
a los productores. De esa manera se redondea el negocio de las prácticas devaluatorias por
ellos propugnadas: no sólo obtienen más sucres por sus exportaciones, sino que adquieren
divisas u oro mientras pagan a los productores con dinero depreciado (Crawford, 1980: 171).
Para elevar la rentabilidad de las divisas obtenidas, la asociación se dedica a actuaciones
especulativas, reteniendo los giros o letras o bien demorando las ventas de cacao al exterior
(Crawford, 1980: 169-170 y Guerrero, 1979: 74). Una vez que la asociación comienza a
tener problemas financieros (desde 1921), los exportadores se esfuerzan por dejarla a un
lado o transferirla al Estado para reiniciar sus actividades independientemente (Chiriboga,
1980: 398-399). Los ingresos alcanzados les permiten presentarse como compradores
de plantaciones de escaso valor por la crisis cacaotera y de propiedad de terratenientes
arruinados, como secuela de la tragedia de la “pepa de oro” (Grawford, 1980: 232).
Pero la política diseñada por los exportadores de cacao para escapar o reducir el
impacto de la baja de volumen y valor de sus productos no sólo les favorece a ellos,
sino que la escalada de devaluaciones representa un fuerte incentivo para el cuerpo
orgánico de exportadores. Tratándose de la comercialización del café, del azúcar y de los
sombreros de paja toquilla, la inestabilidad monetaria coadyuva a mejorar sus ingresos
en sucres y a conquistar mercados en el exterior (Fischer, 1983: 82).
Se suma al festín del dinero la banca en general, pero especialmente la de Guayaquil,
representada por los bancos Comercial y Agrícola y del Ecuador, que obtienen crecidos
réditos por la expansión del circulante sin respaldo en oro. Al sector monetario se le
atribuye todos los males de la década de 1920, por lo que la panacea para superar la
corrupción financiera radica en la fundación del Banco Central y en la destrucción
de los bancos Comercial y Agrícola y del Ecuador (Alexander, 1985: 126). Por tanto,
sorprende que Linda Alexander Rodríguez manifieste que dicho propósito encierra
la voluntad de clausurar instituciones que han “financiado una parte importante del
desarrollo del Ecuador a comienzos del siglo XX” (Alexander, 1985: 126). Si se recuerda,
Víctor Emilio Estrada es de una opinión distinta, pues celebra la desaparición de dichas
instituciones por ser las autoras del caos monetario existente en el período. Por mi parte
considero que ambos escritores tienen razón, por más contradictoria que pueda aparecer
la aseveración. En efecto, considero que la banca, al no someterse al precepto legal de la
Ley de Bancos, de emitir moneda por el doble del valor del oro disponible en caja, sino
al hacerlo de acuerdo con el nivel de la producción, salvó de una recesión y promovió
el dinamismo del país. Y más aún; a pesar de que en respuesta a sus lineamientos de
empresa privada, y siguiendo estrechamente los efectos perniciosos de los vaivenes
del cacao, propicia la inestabilidad monetaria que golpea a ciertos pobres y, sobre
todo, siembra la miseria popular, que no se le puede tampoco negar que sigue –como
resultado no consentido ni buscado– alentando la industria y la agricultura del interior,
que ven con buenos ojos las periódicas depreciaciones de la moneda, que tornan sus
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actividades competitivas frente a los productos importados. Por consiguiente, aunque
el procedimiento bancario no es ortodoxo y, por lo mismo, les reporta significativas
utilidades que les posibilitan hacerse de bienes inmuebles hipotecados, la zozobra
monetaria sirve de caldo de cultivo para apuntalar la industria y modernizar la agricultura
del altiplano. Además, no conviene olvidar que la financiación del déficit fiscal puede
también ser reivindicada como un importante aporte de la banca, principalmente del
Guayas, para el despegue económico del país, al posponer el incremento de gravámenes
para cubrir el faltante presupuestario por el aumento de la deuda. Pero estos resultados
no pueden soslayar las sustanciales utilidades que resalta Dillon en su libro, y de las que
también hablan algunos autores (Crawford, 1980: 226; Guerrero, 1979: 74, y Fischer,
1983: 82). Pero la necesidad de eclipsar a la banca de Guayaquil, sobre todo al Banco
Comercial y Agrícola, no se explica por las ganancias que puede haber conseguido, sino
por su asociación a la fracción exportadora de cacao, pues al agotarse el principal foco
de acumulación por la crisis cacaotera, los nuevos vientos económicos y políticos que se
viven conducen las fuerzas que luchan por derrumbar el modelo económico liberal y las
instituciones que apoyan y alimentan sus principios.
La industria debe su fortalecimiento a la crisis cacaotera y financiera de la época.
La inestabilidad monetaria y cambiaria es el precio de su desarrollo, pues eleva su tasa
de ganancia con la consecuente atracción de capitales y arrincona la competencia del
producto extranjero que amenaza su dinamismo (Pérez Sainz, 1984: 19). Las actividades
que descuellan son la agroindustria del azúcar en la Costa y la producción manufacturera
en la Sierra, siendo preciso distinguir entre el renglón textil de la zona norte y la
fabricación de sombreros de paja toquilla del Austro (Espinosa, s/f).
A lo largo del estudio se ha venido señalando diversos factores que se conjugan
para promover el perfeccionamiento de la industria; sin duda, el más importante es la
frecuente alza del tipo de cambio que, aunque castiga las importaciones de maquinaria y
materias primas, fomenta un clima de protección que asegura su progreso. Pero incluso
las perturbaciones por el lado de las importaciones de bienes de capital se alivian en
parte con las conquistas tarifarias plasmadas en la Ley de Protección Industrial de 1921,
y con la reducción de sus costos de producción que se originan en el rezago de los
salarios frente a los precios (Drake, 1984: 217). A estos beneficios de carácter general
se suman, en el caso del complejo hacienda-ingenios azucareros, otros específicos que
se desprenden de la crítica situación de la “pepa de oro”; la venta de plantaciones
cacaoteras y la liberación de mano de obra solucionan la falta de tierras para ampliación
del cultivo de caña y la escasez de trabajadores libres (Fischer, 1983: 66). Las medidas
adoptadas conducen a un aumento considerable de la producción de azúcar que se pone
de relieve si se compara los niveles alcanzados durante el período inicial de auge (19141919), que resultan ser inferiores a la primera mitad de la década de los 20; semejante
dilatación de la producción se puede observar sólo a partir de 1945 (Fischer, 1983: 66).
Por su parte, la industria textil de la Sierra centro-norte pretende agregar a los
mecanismos apuntados, la utilización del Banco Central como ente de desarrollo
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mediante la consecución de créditos selectivos, como denuncia Víctor Emilio Estrada.
La prueba de que el contexto de la década de 1920 propicia al impulso de las fábricas
de tejidos del callejón interandino la ofrecen las estadísticas: para 1928 existían en el
espacio comprendido entre Ibarra y Riobamba “15 empresas que empleaban a 2.500
personas y representaban más de 10 millones de sucres de capital invertido (entre ellas
8 empresas, 1.300 personas y 6 millones de sucres para Quito)” (Deler, 1987: 228). La
mayoría de dichas firmas se especializa en la elaboración de tejidos de algodón para el
mercado interno y para Colombia (González, 1937:40-43).
A su vez, la coyuntura monetaria y cambiaria y el propio desarrollo de la industria,
incentivan el andamiaje agrario andino; empero, el espíritu de progreso de los hacendados
del altiplano no se cristaliza en esta época; sus raíces son anteriores (Arcos, 1984: 107 y
siguientes). La discusión, sin embargo, sigue abierta, ya que hay otro enfoque más difundido
y aceptado sin mayores cuestionamientos, que adjudica a los terratenientes una mentalidad
reacia al cambio, por lo que el Estado debe intervenir a través de la reforma agraria para
forzarles a transformarse (A. Guerrero, 1983: 14 y siguientes). Pero si se considera que
la reforma agraria es otros de los hitos dentro del proceso de modernización que venía
madurándose en la Sierra de algún tiempo atrás, se debe erradicar los mitos y esforzarse por
detectar los aires renovadores que emergen de la hacienda desde muy temprano (Marchán,
1984: 63 y siguientes). En esta perspectiva, el período 1920-27 es sumamente rico en datos
sobre cómo la inestabilidad monetaria y cambiaria refuerza los cambios que venían gestándose
e introduce nuevos matices en el panorama agropecuario de la Sierra centro-norte.
Para tener presentes únicamente los antecedentes inmediatos, es suficiente destacar
que el Ferrocarril del Sur (1908) altera profundamente el paisaje rural andino. Se
mejoran e introducen nuevas técnicas de cultivo, se importa maquinaria agrícola,
se construyen acequias para perfeccionar el sistema de regadío, se habilitan grandes
terrenos abandonados, se valoriza y aumenta la demanda de trabajo, se importan semillas
de pastos extranjeros, como el raigrás italiano e inglés, el pasto azul, etc., se introducen
semillas mejoradas de gramíneas, leguminosas y otras, que conducen al aumento de la
productividad del suelo, se importa ganado para cruzarlo con el nacional: en bovinos las
razas holstein friasian, durham, normanda, flamenca, ayshire, etc.; en ovinos, las razas
southdron, shropshire y otras. Los rendimientos agrícola y pecuario se elevan: en papas,
del 10 al 20 por uno; en maíz, del 50 al 100 por uno, y en cebada, del 10 al 25 por uno.89
A esto se añade un recorte de las haciendas, el crecimiento de sus valores, el aumento
de los cánones y la disminución del tiempo de los arrendamientos (Arcos y Marchán,
1976: 68 y siguientes). Las citadas mutaciones son resultado del arribo del ferrocarril a
Quito, que permite incorporar establemente el mercado de la Costa para la actividad
productiva de la Sierra. Esta obra pública, aunque estimula la importación de bienes
de capital de las tierras altas, sin que paralelamente –como enfatiza Estrada– aporte
mayormente para engrosar la exportación de mercaderías, en cambio nos vuelve menos
dependientes del mercado mundial en la importación de alimentos. La alternativa es la
89 Sobre este punto ver los artículos de Ramón Ojeda reproducidos por Carlos Marchán,
1986: 605 y siguientes.
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siguiente: se opta por el principio de las ventajas comparativas, ahondando la sujeción
al comercio mundial para el consumo de alimentos, o bien, se prefiere la autonomía
alimentaria, a pesar de los mayores costos comparativos. La Sierra cumple ese papel,
pues si bien sus productos constituyen una ínfima parte de las exportaciones, en cambio
–y asumiendo como ejemplo el año de 1921– “alimentan un tráfico interno de 26 mil
toneladas sobre el eje Guayaquil-Quito; [por su parte] el cacao y el café que contribuían
en un 55% a las exportaciones totales del país, no proporcionaban sino un 1,5% del
tonelaje ferroviario sobre la misma línea (Deler, 1987: 221).
El siguiente impulso viene dado por la Primera Guerra Mundial (1914) que obstruye y
encarece la importación de alimentos para el mercado interno. La política librecambista
y la disponibilidad de divisas, animan la internación de bienes de consumo no sólo
para las clases altas sino también para los sectores populares (Fischer, 1983: 82-82).
No obstante, el conflicto bélico internacional representa un freno a esta vocación
de dependencia del comercio exterior para la provisión de alimentos, ampliando el
mercado para la producción agropecuaria serrana. La coyuntura en Guayaquil eleva los
precios internos de la harina, el tocino, las lentejas, la cebolla, etc., favoreciendo a los
productores serranos (Chiriboga, 1980: 387). Para evitar el deterioro del nivel de vida,
se prohíbe la exportación de alimentos del callejón interandino (Freile Zaldumbide,
1925: 2-3) y de la Costa (Guerrero, 1979: 71); pero no sólo eso, sino que al concluir
la guerra se vuelve a depositar la confianza en la adquisición de alimentos del exterior,
cuyos precios más bajos se esgrimen como argumento para privilegiar los intereses del
consumidor en desmedro de los productores del interior (Fischer, 1983: 43-44).
Por esta circunstancia, el respaldo definitivo y seguro para que germine un pensamiento
adscrito a la tesis de autosuficiencia alimentaria, no obstante los mayores costos que pueda
implicar, deviene de la crisis del cacao. La carencia de divisas impone la necesidad de una
selectividad en las importaciones y, por otro lado, el intento desesperado de la fracción
exportadora por ahondar la crisis elevando la tasa de cambio, como medio para amortiguar
la caída de su tasa de ganancia, provoca el desplazamiento de la atención desde el mercado
mundial hacia la agricultura del interior, como proveedora de alimentos para el mercado
interno. El sostenido repunte de los precios internos, fervientemente alimentado por la
política económica del sector exportador de cacao, que alienta el incremento del tipo de
cambio, se convierte en el arma más contundente para, progresivamente, ir barriendo con la
competencia de artículos extranjeros, al mismo tiempo que se aumenta la tasa de ganancia
de la actividad agropecuaria serrana, volviéndola rentable y auspiciando su modernización.
La Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) –fundada para representar los intereses de
los hacendados del callejón interandino– es directa en su opinión acerca de la escalada de
precios de los productos agropecuarios:
Es error […] creer que el alza de los artículos agrícolas proviene en gran parte del
abuso de los productores e intermediarios que, con inmoderada codicia contribuyen a
producirla […] El alza de los precios es hoy un fenómeno generalizado que se observa
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en todo el país y que se extiende así a los artículos de la producción nacional como
a los que vienen de los mercados extranjeros […] Esta causa general no se halla ni
puede hallarse sino en la depreciación de la moneda que es la medida de los valores
(Bustamante, 1925: 119).
El alza general de los precios arrastra también la subida de los valores de los alimentos
generados en el mundo rural andino, pero tratándose del aumento de los precios de
los productos pecuarios, su razón de ser se encuentra también en su industrialización;
tal es el caso de la leche, que dinamiza su aprovechamiento para la elaboración de
mantequilla y quesos para consumo interno y para la exportación (SNA, 1935: 123). El
cuadro siguiente ilustra su ostensible crecimiento.
Precios de los productos agropecuarios básicos,
producidos en la Sierra (sucres por quintal)
Productos
1913
1927
Papas
Harina de
trigo
Cebada
Maíz
Mantequilla
Quesos
2,00
8,00
9,00
35,00
2,50
3,00
25,00
8,90
13,00
18,00
110,40
57,00
Fuentes: Ojeda, 1927: 12; Trujillo, 1986: 155
Elaboración: Centro de Investigación y Cultura (Carlos Marchán).
Los precios del mercado en permanente alza, permiten engrosar el margen de las
utilidades de los dueños de predios rústicos del altiplano, lo que constituye un fuerte
estímulo para acelerar el proceso de transformación y de inversión en sus unidades
productivas (Trujillo, 1986: 155). Se aúnan esfuerzos y se concreta la idea de formar
la Cooperativa Agrícola Ecuatoriana (1924), que cuenta entre sus miembros con
connotados hacendados del interior (Gangotena, Zaldumbide, Larrea, Arteta, Freile,
Fernández, Salvador, Chiriboga, etc.), cuyo propósito es fomentar la producción y
comercialización agropecuaria, a través de encontrar en el Gobierno el respaldo necesario
para sus afanes de exportación, de importación de bienes de capital y de crédito (SNA,
1924: 2-3). A instancias de la SNA, ya el Congreso de 1921 había derogado las trabas
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a la libertad de exportación agrícola de la Sierra, logro largamente ambicionado por
los propietarios de heredades de esta región (SNA, 1925, No. 48, 3); por ello no es de
extrañar que los terratenientes del altiplano asuman como una auténtica cruzada el
apoyar la tendencia alcista del tipo de cambio y, por lo mismo, abran fuego contra el
decreto de incautación de giros (1922) que “baja artificialmente” la cotización de las
divisas (letras), frenando el impulso de las ventas al exterior y abaratando los artículos
importados, cuya competencia se busca eliminar (SNA, 1925, 17). La exportación
dilata el mercado para los productos andinos y refuerza su producción, que posibilita
a partir de 1921 intensificar las remesas de productos andinos al exterior y refuerza
su producción, que posibilita, a partir de 1921, intensificar las remesas al exterior de
alimentos agrícolas: legumbres, papas, maíz y trigo, fundamentalmente; no obstante,
el tráfico de artículos pecuarios (carne, quesos, mantequilla) es más significativo. Las
ventas se realizan primordialmente a Colombia y Perú (Trujillo, 1986: 175-179).
Los frutos de estas mayores ganancias no desaparecen en un consumo suntuario,
sino que representan el más firme asidero para promocionar la adquisición de materias
primas y maquinaria para reactivar y modificar la faz de la agricultura serrana. Para
los años 1929 y 1930 se importa maquinarias por un valor de 701.876 y 519.538
sucres, respectivamente, de los cuales, el 25,1% corresponde a la actividad agrícola,
siendo relevante la compra de tractores, rastras, arados de disco, rodillos, cultivadoras,
trilladoras, etc.; así mismo, en el lapso de 1916 a 1925 se importan 1.954 quintales de
abono y 3.904 quintales de semillas (Trujillo, 1986: 144-151).
La modernización no sólo se avizora en los cambios en la infraestructura física sino,
sobre todo, en una especialización lechera de la producción del callejón interandino.
Aunque los rasgos iniciales de esta transformación de cultivos (tierras agrícolas por
pastizales) se explican por la construcción del ferrocarril, las mutaciones se tornan más
pronunciadas en la década de los 20 (Arcos y Marchán, 1976: 68 y siguientes). El proceso
conduce, paulatinamente, a ver el sistema de huasipungo como antieconómico, por cuanto
se vuelve necesaria la incorporación y uso más eficiente de la tierra para la ganadería que,
precisamente, se caracteriza por una explotación intensiva en bienes de capital, y por un
aprovechamiento marginal de mano de obra (Barsky, 1984: 19 y siguientes).
Para lograr plasmar todos estos cambios, y frente a la crisis cacaotera que corroe
el patrón de acumulación de la fracción exportadora, el grupo de hacendados de la
Sierra aspira a conquistar el Poder para definir una nueva política económica que
proteja los cimientos de las actividades orientadas al mercado interno. Propósito que
llevan adelante mediante la alianza con los sectores importadores e industriales y que
consiguen cristalizar con la Revolución Juliana (Saint-Geurs, s/a: 42).
Por otra parte, el otro actor beneficiado con el desequilibrio económico es el fisco. La
política liberal no sólo subordina a los consumidores y empresarios al mercado mundial,
sino también al Estado, que pasa a depender de los aranceles a las importaciones para
cubrir la parte medular de sus ingresos (Anónimo, 1922: 4). De tal suerte que al sobrevenir
el descalabro del cacao y reducirse en valor y volumen las exportaciones, las arcas
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públicas no tienen más remedio que propiciar el desajuste económico, favoreciendo las
importaciones, pues caso contrario se agudizaría el déficit. Por esta práctica, los gravámenes
a la introducción de artículos extranjeros nunca se entienden como una estrategia de
política de comercio exterior para fomentar las labores productivas internas, sino como un
recurso fundamental para asegurar el equilibrio fiscal; la opción de política fiscal es doble:
elevar los aranceles y beneficiarse de este mayor cobro, sin que interese si con la medida
disminuyen o no las de importaciones; o bien reducir los impuestos y obtener provecho
vía una mayor internación de mercaderías extranjeras, sin preocuparse de la suerte de
las actividades locales. Así mismo, para evitar recargas de mayores o nuevos impuestos
a los contribuyentes, el fisco se convierte en un activo agente desequilibrador, al recurrir
frecuentemente a los bancos para financiar el déficit, lo que coadyuva a la inestabilidad
monetaria; de todas maneras, dadas las ingentes necesidades de la Hacienda Pública y a fin
de soslayar un exceso de la deuda, se recure a estancar o monopolizar los ramos de caña de
azúcar, aguardiente, alcohol y tabaco, para que su remate proporcione un incremento de
los ingresos (Anónimo, 1922: 4). El procedimiento, antes que favorecer al fisco, beneficia
al Banco Comercial y Agrícola en la Costa, y a connotados hacendados en la Sierra, que
se aprovechan del remate para aumentar sus utilidades.
Ahora bien, este nuevo cuadro económico y social no puede dibujarse si no es
en desmedro de otros sectores sociales. Una mejora en la participación de la riqueza
nacional sólo puede alcanzarse –sin que aumente significativamente la producción
global– perjudicando las posiciones logradas por otros agentes económicos. La crisis
nacional y regional, pues, es administrada para discriminar su impacto entre los diversos
actores sociales.
A los hacendados cacaoteros les toca desempeñar este papel oscuro en la década de
los 20. Los grandes propietarios más que agricultores son exportadores desvinculados de la
organización de la producción (gracias a la relación de sembraduría que hace descansar en
el pequeño productor el peso de las tareas agrícolas hasta que la huerta se encuentra lista
para producir, y sólo en ese momento se la incorpora al resto de la plantación), por lo que
pueden eludir en parte la crisis del cacao mediante el control del tipo de cambio, y cuando
el malestar campea, trasladan su riqueza a la producción azucarera y a otros renglones de
la economía (Marchán, 1986: 54 y siguientes). No sucede lo mismo con los medianos y
pequeños productores cacaoteros, pues el derrumbe de la “pepa de oro” los envuelve y
atrapa en una cadena de deudas hipotecarias que fuerza a muchos de ellos a deshacerse de
sus propiedades (Crawford, 1980: 231). Aquéllos que pueden sortear los aciagos efectos
de la caída del cacao, por falta de capitales, dedican sus cultivos al arroz, sobre la base de
la relación de aparcería, que constituye una forma precaria de trabajo (Marchán, 1986:
59-60). La carga financiera y los riesgos de la actividad agrícola recaen sobre los hombros
del aparcero, pues el dueño de la plantación asume el rol de arrendatario.
El otro grupo afectado por la crisis es el de los comerciantes importadores, ya que la
política económica liberal de auspiciar la constante alza del tipo de cambio resquebraja
su negocio al encarecer progresivamente los artículos extranjeros. Esto les lleva a
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repudiar su antigua vinculación con la fracción exportadora y a buscar la alianza con
los industriales y hacendados del altiplano. Sin embargo, ya se advirtió que la relación
no tiene soportes muy firmes, por cuanto los dos últimos sectores son partidarios de
las sucesivas elevaciones de la tasa de cambio, por lo que la articulación tiene un
límite: favorecer su incremento hasta un nivel que no atente contra los intereses de los
importadores (Fischer, 1983: 88).
Por último, los estragos del descenso del cacao son en gran medida absorbidos por
la clase trabajadora, que mira angustiada cómo sus sueldos y salarios pierden capacidad
adquisitiva frente a la escalada de los precios (numerosos son los testimonios, baste
citar a Crawford, 1980: 182; Fischer, 1983: 81-82; Chiriboga, 1980: 390). No obstante,
es preciso introducir una serie de matices y diferencias entre los miembros del sector
laboral. En el litoral, los rasgos se distancias para el caso de los obreros del campo y los
de la ciudad; para los primeros aún es trascendente distinguir a los jornaleros cacaoteros
de los demás trabajadores rurales. La mano de obra de las plantaciones de cacao —si
bien la crisis provoca la reducción de su número y la erosión de su nivel de vida—
logra romper con la anacrónica relación de sembraduría y acceder a relaciones de trabajo
asalariadas; por otra parte, su expulsión no origina una migración a la ciudad, sino que
se incrementa la oferta de trabajo para los sembríos de caña, café, arroz, etc., lo cual,
aunque actúa en su contra al presionar por la baja del valor de su trabajo, les posibilita
escapar del desempleo al hallar ocupación en sus nuevas actividades (Crawford, 1980:
230; Fischer, 1983: 66). En cambio, los obreros de la ciudad de Guayaquil sufren todo el
peso de la crisis, no sólo por el deterioro de sus salarios sino por la pérdida de sus puestos,
tratándose de peones ligados a la actividad de exportación; el desmedro de sus ingresos
les conduce, principalmente a esta masa de obreros urbanos, a participar activamente en
la huelga general del 15 de noviembre de 1922 (CEDIS, 1985: 31 y siguientes).
A su vez, en el caso de la Sierra, el proceso es diverso, ya que el desbalance del nivel
de vida de las clases populares de la urbe es relativamente menor al de los trabajadores
del campo. El panorama alcista de los precios que alienta la industrialización favorece
la demanda de fuerza de trabajo urbana y el dinamismo de las tareas artesanales (véase
el trabajo de Milton Luna, en este volumen); en general, la expansión económica de
la región andina provoca un notable impulso del proceso de urbanización, por lo que
las ciudades andinas se convierten en un espacio para la migración de la mano de obra
del campo (Deler, 1986: 231). En el sector rural es preciso diferenciar entre la fuerza
de trabajo del interior del sistema hacendario y la existente en la economía indígena.
Desde la construcción del Ferrocarril del Sur, la organización hacendaria vive un
movimiento de ruptura y especialización productiva a su interior: unidades productivas
que transforman sus cultivos agrícolas en pastizales para dedicarse a la ganadería, lo que
simultáneamente les conduce a reemplazar mano de obra por bienes de capital; mientras
otras haciendas mantienen diferenciado su carácter productivo (agrícola y pecuario),
conservando vigorosamente el sistema de huasipungo. No obstante, el desarrollo del
mercado interno (por el crecimiento de las ciudades, el nuevo giro de la demanda
costeña hacia los productos serranos y la tendencia al alza de los precios) patrocina a
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uno y otro tipo de haciendas, pero su respuesta es distinta: las propiedades ganaderas
expulsan jornaleros y las heredades agrícolas refuerzan el celo por el huasipungo, ambas
en un afán de reaccionar positivamente a las exigencias del mercado (Marchán, 1984b).
La mano de obra liberada opta por migrar temporalmente a la Costa (especialmente
para ocuparse en las plantaciones de caña), o bien por ir a las ciudades del altiplano
(Lentz, 1986: 45 y siguientes).
La actitud de reforzamiento del huasipungo amerita una mayor aclaración. La
consolidación del sistema hacendario es resultado de un proceso paralelo de deterioro
y dispersión de la economía indígena, por lo que progresivamente la hacienda se
convierte en refugio de la masa indígena frente a las adversas condiciones reinantes en
el exterior. Son, pues, medidas de carácter general las que se conjugan para malograr y
sembrar un repudio a la vida en comunidad y las que llevan a los indígenas a preferir
escapar y vincularse estrechamente al sistema hacendario (Marchán, 1984a: 96-97). Esta
misma lógica, que su código de vida les ha inculcado y que ahora se ve enriquecida por
el notable incremento del costo de subsistencia, se aplica nuevamente al momento de
elegir mantenerse en la organización hacendaria (a pesar de la supresión del concertaje
en 1918, que elimina la prisión por deudas), donde, aunque se les ha aumentado las
exigencias de trabajo, cuentan con una parcela y con los adelantos en dinero de los
hacendados. Por esta razón, la proliferación de juicios por abandono de trabajo a raíz de
la abolición del concertaje, se explica no por un deseo de escapar del sistema hacendario,
sino por el afán de querer trasladarse de una hacienda a otra, en procura de mejores
condiciones de vida; esta aspiración es la que los hacendados buscan conculcar, ya sea
redoblando los cuidados para evitar fugas, ya sea interponiendo los recursos legales
del caso, pues en esta coyuntura de mejora ostensible de la demanda se vuelven más
vulnerables y dependientes de la mano de obra (Marchán, 1984b).
En cambio, el desarrollo del sistema hacendario (haciendas ganaderas y agrícolas)
atenta contra la estabilidad de la economía indígena de fuera de la hacienda, por cuanto
existe entre estas dos instituciones una relación inversa. Al ganar terreno la hacienda,
como oferente de bienes agropecuarios, lo hace en desmedro del pequeño productor
campesino. Para conservar su pedazo de terreno se moviliza a trabajar en las ciudades
para completar sus ingresos.
En conclusión, la crisis del período 1920-27 esconde en su seno efectos distintos para
la Sierra y la Costa, lo que hace necesario descender de un plano nacional a uno regional.
Pero el curso de los hechos obliga a seguir adelante a fin de diagnosticar en el espacio
regional qué actores salen mejor o peor librados del desequilibrio de la economía. El
análisis revaloriza la teoría económica, ya que su conocimiento permite adentrarse en el
uso y manejo de las variables macroeconómicas para librar a la sociedad de los vientos
desequilibradores de las crisis; pero también concede valor a la economía política, pues su
seguimiento posibilita observar la manipulación de los instrumentos de política económica,
para sortear y discriminar socialmente los impactos de los desbalances económicos.
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BANCO CENTRAL DEL ECUADOR
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FÁBRICA DE LA ÉPOCA junto a la ría
HACIENDA SAN ANTONIO
Machachi, 1929?: En primer plano 3 vacas y 5 personas de pie; al fondo el portón de la hacienda
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JOSE LUIS TAMAYO Y NN. PETRI
Ecuador, 192-?: Retrato de José Luis Tamayo de pie junto a un
aeroplano en el que se encuentra el aviador italiano Petri
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DOCUMENTOS
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TEATRO SUCRE
Quito, 1926/00/00: Fachada del Teatro Nacional Sucre
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DOCUMENTOS
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HOJAS SUELTAS
(1921-1927)
Mauro Álvarez Mantilla
INTRODUCCIÓN
L
as hojas sueltas, llamadas también hojas volantes, son documentos de contenido
relativamente corto, que tratan sobre informaciones del momento, y acerca de
opiniones o comentarios relativos a un problema específico coyuntural. Su forma
simple de una sola hoja, ha permitido que a través de la historia se constituya en un
medio de difusión de ideas ágil y oportuno.90
Se ha dispuesto que una parte de la Sección Anexos de este libro contenga una
selección de los documentos referidos correspondientes a temas económicos de la década
de 1920 a 1929, con el propósito de hacer trascendente su importancia como fuente
primaria para el conocimiento de nuestra historia; pues es notorio que su utilización, al
menos en lo que a la investigación de asuntos económicos se refiere, ha sido mínima.
La producción de hojas sueltas en el Ecuador, a partir de 1830, ha sido muy fructífera,
no sólo en su cantidad sino, lo que es más importante, en la calidad de su contenido.
Ciertamente, al ser parte de la “literatura polémica” que llaman los historiadores,
estos documentos se han convertido en los portavoces de las opiniones que tanto a nivel
colectivo como individual, se han vertido en el transcurso de la historia sobre los más
variados temas: desde la simple discusión personalista, ya sea por injurias mutuas u otras
causas aún más ínfimas, hasta la polémica más elevada y brillante sobre problemas de
cuyas soluciones ha dependido el desarrollo mismo de la nación.
Hasta 1920, la discusión sobre aspectos políticos y religiosos predomina en el contenido
de estos documentos, y no es de admirarse que así haya ocurrido. Los conocimientos
económicos en general eran muy escasos y si bien los efectos de los hechos de este
90 No cabe compararles con los periódicos (que tienen objetivos parecidos), porque no
tienen una secuencia en su aparición y porque, además, sus autores son distintos en cada
hoja suelta.
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género no pasaban en la práctica desapercibidos, en cambio las discusiones teóricas eran
“patrimonio” de muy pocos entendidos.
De ese año en adelante empiezan a darse varios hechos que determinan cambios
sustanciales en el comportamiento de la sociedad ecuatoriana frente a los problemas
económicos del país. Se pueden citar tres como los más fundamentales:
1. El tratamiento de los asuntos económicos deja de ser locatario o regional para
convertirse en nacional. Así por ejemplo, más importancia empieza a darse a
problemas como la emisión de billetes en exceso o al exagerado incremento del
precio del dólar o a la idea de fundar un banco central, cuyas consecuencias
atañen a todos, a que si la construcción de tal tramo del ferrocarril o carretera, va
o no a pasar por un determinado lugar;
2. Comienza a darse una organización obrera que contribuye a que la gente se
interese más por estudiar las causas de los malestares económicos que les aflige, y
3.Se crea una conciencia pública respecto a la necesidad de reorganizar y
reestructurar mejor la administración de la economía por parte del Estado, que
hasta el momento había resultado caótica e ineficaz.
La concurrencia de estos factores y la dinámica que presenta la década de los años 20,
tanto por los múltiples problemas económicos que tuvieron que enfrentarse como por
las innegables reformas estructurales que se dieron en el ordenamiento de la economía
del país, producto de la Revolución Juliana de 1925, trajeron como consecuencia
que, como en ninguna otra época anterior, los políticos, los obreros, los estudiantes,
los industriales, los financistas, los comerciantes, los periodistas, etc., se pronuncien
utilizando, entre otros medios de difusión, a las hojas sueltas en contra o a favor de tal o
cual medida o proyecto de índole económica.
Indudablemente que en esta década hubo mucho de que hablar… Se cuestiona la
prolongada vigencia de la Ley de Inconvertibilidad de Billetes Ley de Inconvertibilidad
de Billetes, dictada en 1914; se ataca, y también se defiende, por supuesto, la excesiva
emisión de billetes del Banco Comercial y Agrícola; se dicta, en 1922, la primera
incautación de giros y, consecuentemente, el primer control de cambios en la historia
del país; se polemiza sobre la creación del Banco Central; se opina sobre la conveniencia
de la venida de la Misión Kemmerer y, posteriormente se discute acerca de sus reformas;
se trata sobre la nacionalización del Ferrocarril del Sur; se alude al proceso inflacionario
en los artículos de primera necesidad más grave que el país había sufrido hasta esa
época; se critica las alzas bruscas del precio del sucre en relación al dólar; se habla sobre
impuestos, el funcionamiento de los estancos de sal, fósforos y alcoholes, la situación
de la industria, especialmente del azúcar, planes de colonización, infraestructura; en fin,
tantos otros temas que parecía que al Ecuador prácticamente le faltaba todo y que lo
que tenía necesitaba de profundas modificaciones para lograr una mejor satisfacción de
sus necesidades.
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Desgraciadamente por razones de espacio y de coherencia con el contenido de esta
publicación, esta selección de hojas sueltas recoge los principales criterios vertidos en
torno a las polémicas que se dieron con respecto a temas financieros y monetarios, entre
los que constan la Ley de Inconvertibilidad de Billetes, conocida popularmente como la
Ley Moratoria; la incautación de giros; la fundación del Banco Central; la situación del
Banco Comercial y Agrícola y de los demás bancos en general y, considerando que de los
procesos históricos siempre emergen figuras preponderantes que perduran en la memoria
de los pueblos, las actuaciones de dos personajes de por sí polémicos y vinculados a las
dos instituciones citadas: Luis Napoleón Dillon y Francisco Urvina Jado; el uno, por
ser un apasionado luchador porque se cristalice la idea de la fundación del Central y, el
otro, por haber sido el principal responsable de la cuestionada política del Comercial
y Agrícola durante cerca de un cuarto de siglo. Cabe resaltar que los temas citados
guardan una estrecha relación entre sí, por lo que no deberá causar sorpresa que varios
de ellos estén contenidos a la vez en una misma hoja suelta.
El material que se reproduce a continuación pertenece a las bibliotecas Carlos
Alberto Rolando Lobatón, del Municipio de Guayaquil; Aurelio Espinosa Pólit
de Quito, y Alfonso Andrade Chiriboga y Víctor Manuel Albornoz, del Centro de
Investigación y Cultura de la Sucursal del Banco Central del Ecuador, en Cuenca, para
cuyos responsables expreso mi especial agradecimiento, por la colaboración prestada.
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LA MORATORIA
M
uy a pesar del pesimismo que prima entre nosotros, como ciudadanos
conscientes que somos, en todo en cuanto se relaciona con los dirigentes de
la patria, incluyendo entre ellos a los voceros de la opinión pública, jamás
se incubó en nuestro criterio la creencia de que en el Congreso actual, integrado, a
excepción de unos pocos, por ciudadanos de valor real, se pretendía llevar al tapete de
la discusión el viejo tema de la moratoria, decretada el 20 de agosto de 1914. Nunca nos
imaginamos, repetimos, que hubiesen individuos capaces de proceder de tal guisa, una
vez que siempre hemos creído a ciegas en el patriotismo de todos nuestros hermanos, que
entrelazados y cobijados en la misma bandera, vivimos gloriosos entonando el Himno
sacrosanto del Carchi al Macará; pero, por desgracia, la ambición de unos, la pasión de
otros y la bobería de los menos, quieren hacer de la piedra que cae y rompe la calma de
la tranquila laguna, sin caer en la cuenta de que se enturbia con ello la fuente de la que
todos bebemos.
La fatalidad no puede ser el signo de los ecuatorianos, por más que sólo de tarde
en tarde tengamos la suerte de que nos gobiernen hombres de arreo propio como el
doctor Tamayo; no merecemos la tristeza eterna, puesto que el Ecuador cuenta con una
historia de heroísmo, escrita con sangre de patriotas, cuyos labios besan el cielo y han
recorrido sus manos el diapasón del sacrificio! Sin embargo, a ese destino [se nos quiere]
conducir. El Comercio de Quito y El Telégrafo de Guayaquil, convertido este último en
sociedad comercial, han echado las campanas al vuelo. Quieren producir escándalo y
se presentan asazmente malévolos: aquél contra la moratoria; éste contra el Gobierno,
y ambos juntos, cual la uña al dedo, soplan incansables en las hornillas de la discordia
y del común desastre.
Pero será bueno analizar, magníficos psicólogos que somos, los motivos íntimos de los
dos decanos. Para ello vamos a partir de acuerdo con la cronología, es decir, en orden
de enunciación.
Nombrado primeramente El Comercio, nos presentamos con él en la liza.
El día de ayer, que está consagrado a la festividad de los locos por ser de “Nuestra
Señora del Tránsito”, quiso El Comercio endilgarnos, a manera de obsequio, con un
editorial que favorece la derogación de la moratoria y condena la opinión de los
hombres honrados, que son el señor Presidente de la República y el señor Ministro de
Hacienda, cuyos argumentos a favor de la moratoria constan, respectivamente, en el
Mensaje Presidencial y en la Memoria del Ministerio de Hacienda.
Al leer el susodicho editorial, bilioso de principio a fin, nos dispusimos a bucearlo,
seguros de hallar las perlas del razonamiento; pero, pese a nuestros esfuerzos, sólo topamos
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con la cita que se hace de Paul Leroy Beauleu, quien recomienda la circulación de los
metales preciosos como el medio más seguro y eficaz para la prosperidad de las naciones.
Después, no hay que ver en el susodicho sino palabras insustanciales, pronunciadas
tres veces como dijo Hamlet y otras tantas que enunciara Napoleón, acerca de las
necesidades de guerra: ¡dinero, dinero, dinero!
No siempre encajan bien las citas, en cosa averiguada y que anda puesta su discusión;
así mismo, en este caso la de Leroy Beauleu, estaba demás, bien entendido que al hombre
no le agrada navegar con las piedras de la calle ni con majada; pues claro se está que los
metales preciosos nos pelan hasta la niña de los ojos y por eso, son éstas de toda nuestra
predilección. Luego pues, huelga la erudición del editorialista.
Que de aquella cita derive la conclusión de que debe derogarse la moratoria, no nos
convencen ni quemándonos vivos, por lo mismo vamos a replicarle a El Comercio, cuyas
palabras han presumido de canónicas.
Los metales preciosos, en gracia de los fenómenos de la guerra iniciada por
el incidente de Sarajevo, han sido premiados en su valor de antaño; y esos metales
son, de preferencia, el oro y la plata, sustrayéndonos por el momento del estaño y sus
derivados. El cóndor ecuatoriano es de oro; el sol, la peseta, el décimo, de la sonada
plata; naturalmente, ciertas monedas por ser hechas con estos metales, han ganado el
valor, sin tasa ni medida. Y esto aparte, en los mercados poderosos del mundo escasea el
metal precioso y se lo cotiza en el día a precio fabuloso. La prudencia y el propio interés
aconsejan guardar y esconder los pocos metales de éstos con que cuenta el Ecuador,
gracias a la moratoria y sin la cual no dispondríamos a estas horas de reservas efectivas.
Sin esta medida sabia, que la conservan la mayoría de los países indoamericanos,
se entiende que nuestros metales preciosos habrían emigrado ya en alas del capital
extranjero. Los turcos y los chinos se habrían llevado el oro y la planta nuestros,
dejándonos en cambio un Himalaya de billetes, precursores del papel moneda.
¿Por qué? Pues al amparo de nuestra propia Ley de Bancos, que no exige en ninguna
parte del mundo una emisión garantizada con el ciento por ciento.
Que el dólar haya subido de valor no se debe sino a que el mercado de yanquilandia
produce en tal magnitud que abastece a todo el mundo. Es el resultado de un fenómeno
económico, ni más ni menos que el que ha ocurrido, al revés, en Alemania y Francia, y
cuyos marcos y francos, en el orden respectivo, han sido fuertemente castigados.
El Ecuador, cuya exportación difiere comparada con su importación, se ve obligado a
pagar el capricho del Tío Sam, pero sólo en virtud de que carecemos del equilibrio entre
la producción y la demanda. Si no, nos hallaríamos en la rivera opuesta.
¿Tenemos nosotros la culpa de todo esto, es decir, de que en el mundo hayan subido
de valor los metales preciosos?
Respóndasenos y, también, si convendría que salga el oro de los bancos. El negocio,
por supuesto, sería fatal para nosotros; puesto que al derogarse la moratoria, los que
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acumularán cóndores a razón de diez sucres, nos revenderían a 30, 50 y 100 sucres: la
cuestión es clara y no admite vuelta de hojas.
Otras de las cantinelas a que ha acudido El Comercio, es la de que nuestros billetes
de banco se hallan depreciados; queriendo establecer igualdad entre el papel moneda y
la moneda de papel; pero no razona, tampoco, el señor editorialista y ello es semejante
a eso de no haber aprendido bien la lección.
Quisiéramos nosotros, para que se ponga de mayor relieve la malevolencia de ciertos
hombres, que se nos diga acerca de lo siguiente:
¿Hay alguien a quien en el comercio y en donde quiera se le haya hecho oferta por
un billete de a un sucre?
Nadie osará respondernos afirmativamente, una vez que poseemos la moneda de papel
y no el papel moneda: no son cotizables nuestros billetes, ni obedecen al capricho de
nadie. Y esto equivale a sostener el valor real de los billetes, pues no existe la cacareada
depreciación de que nos habla El Comercio.
Hay, señores, subida de los metales preciosos y del dólar; pero este fenómeno no es
sino el efecto de una causa económica a prueba de ciencia y a base del mundo en que
vivimos.
Más claro, ni el agua! Y apoyamos nuestro criterio en el de los doctores Luis
Felipe Borja, hijo, Ricardo A. Ruiz y en el de don Víctor Emilio Estrada, personas
honorabilísimas y suficientemente conocidas.
La política que suele mediar en todos nuestros asuntos, nos pierde a los hombres, tal
cual le echó a mala parte al divino Dante Alighieri, en la lucha entre sirios y troyanos;
y es por esto que ahora El Telégrafo, que se presenta como una sociedad anónima de
comercio, ha abierto el aljaba y asomándose con las flechas primitivas, dispara a torpe
tolondra pero con blanco fijo, para ver si le resulta alguna operación de bolsa, tales como
las que se presentan en el Wall Street de Nueva York. Y como El Telégrafo está endulzado
con el obsequio en bonos de 400.000 sucres con que le favorecieran no ha mucho, a
cambio de sus aplausos, supone tal vez que el doctor Tamayo es de los mismos. He ahí el
móvil que alimenta la campaña inicua de El Telégrafo.
Por esto mismo, desde que posee un tesoro en bonos, apoya y aplaude la fundación
del banco federal, proyecto de don Enrique Baquerizo Moreno, otro tenedor de bonos
del Estado, que los adquirió a huevo.
Ventajosamente hay todavía vigor en nuestra sangre y arrestos para descubrir a los
farsantes.
Quito, 16 de agosto de 1921.
Ecuatorianos.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
LA SITUACIÓN ECONÓMICA ACTUAL
E
l problema económico es muy amplio, tiene diversas faces, comprende un
sinnúmero de cuestiones y así hoy, con relación al estado económico del Ecuador,
podríamos tratarlo detalladamente bajo todos sus aspectos; pero como escribimos
para el pueblo, para que se tenga ideas claras y precisas de lo esencial, del todo, nos
limitaremos a la Ley de Inconvertibilidad de los Billetes y al problema de los cambios.
El Congreso de 1914 aprobó el decreto ejecutivo que ordenaba a los bancos no
canjear sus billetes con oro; esto es, dijo: “os mando que no paguéis vuestros billetes, no
obstante que son los pagaré por excelencia a la vista y al portador”. Desde entonces sus
tenedores ya no pudieron cobrarlos.
¿Hasta qué punto es o no constitucional la presente Ley?, no lo estudiaremos; puesto
que es cosa ya hecha y su resolución, si bien nos serviría para las responsabilidades
históricas, en nada nos ayudará para aliviar la situación actual.
Disposiciones de tal naturaleza relativas al medio circulante, a la esencia misma de la
moneda, todo lo minan, todo lo dañan y trastornan completamente el orden económico.
En efecto, con esa ley se procede irremediablemente a la depreciación de la moneda,
puesto que los billetes son los únicos que la representan e incambiables ya con ella,
nunca pueden tener el valor de la misma. Si a esto agregamos que los bancos, por
autorización legal, pueden tener en circulación billetes por el doble del valor en oro
que guardan en sus cajas y que se deja campo abierto a las emisiones clandestinas o
autorizadas por la falta de vigilancia o complicidad de los empleados públicos, se verá
que la desvalorización es fuertísima, el peligro inmenso.
Con la depreciación de la moneda, el aumento de precios viene enseguida y de día
en día es mayor, sufriendo las consecuencias aquéllos que, por circunstancias anormales,
no pueden aumentar el precio de lo suyo.
La moneda verdadera de oro o plata también adquiere mayor precio y va
desapareciendo más o menos rápidamente, según el influjo de la depreciada: los billetes.
Como los billetes, signos de la moneda, no tienen ya precio fijo y no hay otra, los
cambios con el exterior se trastornan completamente y se originan un sinnúmero de
especulaciones, cada vez más cuantiosas y atrevidas, conforme va contagiándose el mal
ejemplo y se ve el lujo y esplendor de los que a aquéllas se dedican.
Podríamos seguir pintando un cuadro desolador, pero no hay necesidad: estamos
viendo y sufriendo las terribles consecuencias.
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Aún cuando, para hacernos menos doloroso que paguemos tipos altos de cambio, se
ha dicho repetidas veces y con exageración, que nuestras importaciones son mayores
que las exportaciones; es lo cierto que según informes ministeriales, en todos los años
el resultado ha sido lo contrario y así, de 1914 a 1920, hemos tenido un exceso de
exportaciones de más de 80 millones de sucres. Pero se ha observado que los datos son
mal tomados y que no se consideran las ingentes sumas que gastan los que, teniendo
bienes en el Ecuador, residen en el extranjero, a lo que tan bien podía agregarse el hecho
manifestado ya, del traslado de bienes al exterior, para evitar siempre las consecuencias
de la inconvertibilidad de los billetes. En definitiva, podemos asegurar que no se tiene
datos precisos para saber el monto de lo que se exporta e importa: lo dicen según las
conveniencias personales.
Sin moneda, con sus signos los billetes depreciados, sin datos precisos acerca de
nuestro comercio internacional, los especuladores han encontrado ancho campo,
camino abierto para subir a su antojo el tipo de las letras de cambio. Los perjuicios
enormes que por ello sufre el país, diciéndolo están el hablar incesante de la prensa, las
protestas y quejas repetidas de las asociaciones obreras. Nosotros haremos la siguiente
exposición, para que se vea a cuántos millones ascienden.
Si no existiera la Ley de Inconvertibilidad de los Billetes, en el Ecuador los precios
de los artículos que se exportan se determinarían naturalmente, según los que sean en
los mercados de consumo del exterior; pero debido a dicha ley, a la ambición y a la
dejadez o aquiescencia de los empleados públicos, lo que se hace es fijarlos según el tipo
de cambio, siendo para los especuladores hasta cierto punto indiferente el que tengan
en el exterior; pues si allá bajan, alzan el tipo de cambio y si, afortunadamente suben,
también lo conservan alto o lo disminuyen en tan pequeña escala que es una ridiculez, o
lo que es peor y un escándalo, hacen al exterior ofertas a la baja, para que siendo allá el
precio menor no haya ninguna causa para que rebaje el tipo de cambio, y consiguen así
seguir vendiendo los fondos que ya tienen en el exterior, a precios fabulosos.
Lo que acabamos de mencionar, esto es, subir o bajar a voluntad los tipos de
cambio, les es muy fácil, porque hoy rige la ley de suspensión de pago de los billetes;
no obstante ser los mejores pagarés a la vista y al portador; existe la prohibición de
exportar oro; existe, autorizada por el Ejecutivo, una asociación claramente ilegal de
todos los productores de cacao, que es el principal y casi único artículo que se exporta,
y así los fondos que tenemos en el exterior se hallan en poder de pocas manos: fuertes,
ambiciosas y especuladoras.
Al subir el tipo de las letras de cambio, con las que se pagan los artículos que se
importan, lo que se hace es obligar a todos los que viven o tienen bienes en el Ecuador,
a que contribuyan con su trabajo, con sus cosas, con su dinero, a que sea mayor el
lucro proveniente de lo que se exporta, a que paguen los impuestos de exportación
no sólo nacionales y municipales, sino también el particular , como la Asociación de
Agricultores de Cacao, manteniendo así la injusticia más irritante.
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¿A cuántos millones de sucres por años ascienden esos impuestos? ¿A cuántos esa
famosa y tiránica especulación?
Para que se comprenda y se admire lo cuantioso de ello, podríamos fijarnos en
varios artículos de exportación: cacao, tabaco, plátano, tagua, etc.; indicar su costo de
producción, sus precios en el Ecuador, en el extranjero e indicar los tipos de cambio;
pero lo haremos sólo respecto del cacao, por ser el principal, pues se exportan más de
700.000 quintales al año, y lo que de él se dice puede aplicarse a los demás.
Según informes que hemos recibido, el costo de producción del cacao no puede
ser mayor de ocho a diez sucres el quintal; la exportación asciende de 700 a 800.000
quintales al año y está gravada con un impuesto nacional de seis centavos y medio
el kilo; para el Municipio de Guayaquil, con centavo y medio, con otros pequeños,
para varias obras públicas provinciales y con el particular de tres sucres el quintal para
la Asociación de Agricultores. Su precio en el Ecuador, incluso todos los impuestos,
no podía ser mayor de 21 sucres el quintal; sin embargo, hoy se lo vende de 30 a 35,
valiéndose del tipo alto de cambio: del 400 al 450%. Si por complacer, sólo disminuimos
el impuesto particular de tres sucres el quintal y hacemos las debidas operaciones, sin
olvidar que se exportan como 700.000 quintales al año, veremos a cuántos millones
asciende la especulación y a cuántos lo que, en forma de impuesto, se nos exige para
ambiciones particulares.
Si a esto agregamos lo que pasa también con los demás artículos de exportación, no
podemos menos de sulfurarnos y promover que trabajaremos, sin descanso y sin temor,
por nuestra redención económica.
Se nos replicará “los precios en el Ecuador y en el extranjero han sido, en ocasiones,
muy bajos”. Sin entrar a examinar el cuánto ni por el tiempo que lo hayan sido, damos
por un hecho esa afirmación; pero yo diré, de ello no se deduce que todos debamos
contribuir con una dádiva forzosa para los dueños de aquellos objetos ni tampoco pagar
impuestos particulares; ya que es indudable y la experiencia de muchísimos años lo
atestigua, que el tipo de cambio nunca ha sido tan alto por más bajo que haya sido en el
exterior el precio de lo que se exporta. Su alza desmedida se debe, entre otras causas, a
la Ley de Inconvertibilidad de los Billetes, y a las maquiavélicas combinaciones de los
especuladores.
Como era natural, los congresos de la República han tratado de remediar el mal
y poner coto a tan horripilante especulación y así, varios han ordenado se contrate
empréstitos para, previo pago de la deuda a los bancos, proceder a la derogación de la
moratoria; el de 1917 mandó también al Ejecutivo fijar el tipo de cambio; el de 1921
intentó la incautación de giros, Pero todo ha sido en vano; el descrédito nacional, las
condescendencias o participación de algunos empleados y el poderoso influjo de los
especuladores, han hecho imposible obtener empréstitos externos y conseguir que se
cumplan las disposiciones legales.
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Ante este estado tan desesperante no caben paliativos; es necesario medidas
enérgicas, radicales, cortar de raíz todo lo malo, aunque se produzcan trastornos; la
especulación sólo se humillará ante la fuerza y la energía.
Hemos visto que, entre otras causas muy importantes, la Ley de Inconvertibilidad
de los Billetes es el principio de todo lo malo; su derogación, pues, se impone, cueste
lo que costare. Vamos resueltamente a ello y veamos cómo se puede hacerlo del modo
menos sensible.
Para mayor claridad, dando los datos en globo y números redondos, los bancos,
al 30 de junio de 1921, tenían en oro y plata 10’500.000, en billetes en circulación,
16’600.000 y la nación les debía 15’500.000; todo en sucres.
Para que la derogación de la moratoria no ocasione trastornos, se necesita pagar a los
bancos una parte de la deuda; pero por desgracia, hoy no tenemos los fondos suficientes
y más bien nuestro presupuesto nacional se halla desequilibrado (en el último año
tuvimos un déficit de 2’700.000 y en el anterior de 3’000.000, en números redondos);
nos falta una buena reglamentación y honradez en la recaudación de las rentas públicas
y no hay la debida franqueza y energía para suprimir los gastos superfluos.
Ante semejante estado (pues que debemos tomar a los hombres tales como son, con
sus vicios y sus pasiones) y ante la imposibilidad de conseguir un empréstito externo, no
cabe otra cosa sino que todos, haciendo un esfuerzo y un sacrificio, contribuyamos con
nuevos impuestos y, si fuere necesario, con un empréstito interno obligatorio al pago de
una parte de aquella deuda.
Se nos dirá que es una medida extrema y no necesaria; porque con los estancos de
aguardiente, tabaco, etc., se obtienen algunos millones más. Cierto que se consigue algo
más, pero nunca lo suficiente, pues son partícipes las municipalidades, la instrucción
pública y varias obras nacionales y provinciales. Seguramente con lo que sobra no se
alcanzará ni a equilibrar el presupuesto. Es notorio que el consumo de aguardiente ha
disminuido y ojalá su uso llegara extinguirse por completo.
Se nos observará tal vez que el mal reside en la descentralización de rentas: por ella
se gasta mucho más en la recaudación y no hay el debido control y vigilancia para evitar
las filtraciones. Cierto, sí puede aceptarse a primera vista la centralización de rentas
y la admito respecto de varias: pero en la práctica, por la experiencia de muchísimos
años, se ha visto la necesidad imperiosa de establecer un medio fuerte, un freno para
que el Ejecutivo no desatienda ciertos servicios, como los de instrucción pública,
sanidad, ferrocarriles, que son por lo general los que tienen rentas separadas. Y no se nos
argumente que los tiempos han cambiado. Para convencerse de lo contrario baste leer
las últimas memorias de los señores ministros de Hacienda (Incluso la del señor Aguirre
y Overweg) y se verá que han dispuesto de las rentas centralizadas, sin sujetarse a las
prescripciones del legislador.
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La descentralización, dado nuestro modo de ser, es un mal necesario, es la defensa
del débil contra el fuerte, es el medio de que se valen las provincias para asegurar los
impuestos particulares con que gustosas contribuyen al progreso seccional y no es,
como injustamente se pondera, que con esas rentas no se atienden servicios nacionales:
son para los mismos y quizá los más importantes: instrucción pública, sanidad, Poder
Judicial, obras públicas nacionales y provinciales. Además será poco lo que se ahorre, y
mientras tanto se pone en peligro servicios nacionales importantísimos y se quita todo
afán por el progreso seccional; puesto que no habiendo ya seguridad en la inversión,
seguramente no se crearán nuevos impuestos provinciales y se hará lo posible por
derogar los existentes.
No es pues necesario, indispensable, pagar nuevos impuestos; sólo con este medio
doloroso podremos sacudir el yugo de la especulación que nos defrauda al año en más de
8’000.000 de sucres, según los precios actuales.
Si no nos resolvemos a ello y no hacemos lo posible por conseguir la derogación de
la moratoria, no por eso dejarán de establecerse nuevos impuestos o se destinarán los
fondos de obras públicas, para el aumento de sueldos a los empleados de la nación; ya
que es reconocido que ganan poco con relación al precio, cada día mayor, tanto de lo
que se importa como de lo que se produce en el país; pues el aumento de precios es uno
de los principales efectos de dicha ley.
La provisión de nuevos fondos podría obtenerse del siguiente modo:
1. Reacuñación de la moneda de plata existente en poder de los bancos, dándole
un valor nominal mayor de el que hoy tiene. La plata en sí misma vale hoy más
y probablemente en lo sucesivo no disminuirá de precio; por esto, es muy justo
darle como a moneda también un mayor valor, y así lo han hecho otras naciones.
2. Un recargo extraordinario de los derechos de importación, por dos años, siendo
en el primero mayor que en el segundo. Este impuesto tendría el principal objeto
de evitar perjuicios al comercio; ya que con la derogación de la moratoria la baja
del cambio sería brusca, y así tampoco habría aumento de precios de lo que se
importa: sería sólo un cambio beneficioso al país.
3. Un tanto por ciento sobre el valor de los billetes de banco que exceda del valor
en oro y plata que tengan en sus cajas. Esto es muy justo; porque han gozado
por muchos años de la concesión de no pagar sus billetes y además porque
gratuitamente se les autoriza emitirlos por el doble de valor en oro que poseen.
4.Y por último, si fuese necesario, un préstamo forzoso interno. Los hemos
tenido en otras ocasiones menos urgentes, pero si se argumentare acerca de su
constitucionalidad, podría adoptarse la forma de impuesto extraordinario. Para
determinarlo podría tomarse como base la renta de que goza cada persona o fijar
una cuota milesimal sobre la propiedad, capitales en giro y a mutuo.
El remedio es grave, fuerte, nos exige un sacrificio, pero yo pregunto ¿será posible
dejar que nos especulen en muchísimos millones, por no dar una cantidad relativamente
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pequeña para el pago de aquellas deudas? ¿Seremos tan mezquinos para no contribuir
con una pequeñez a sacudir el yugo de la especulación, especie de esclavitud económica?
¿No hemos recibido acaso ejemplo de nuestros antecesores, que sacrificando sus bienes
y sus vidas nos dieron patria y libertad? Claro que seguiremos sus huellas y daremos
no sólo eso y con el mayor agrado. Hagamos pues entonces un esfuerzo, pongamos en
práctica la idea e iniciemos la lucha: el enemigo es poderosos, pero lo vencerá la unión,
la generosidad y la constancia.
Libertad.
Tomado de El Correo del Norte.
Tipografía El Comercio, Ibarra.
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LA MUERTE DEL ORO
C
on esta frase, el gran historiador Guillermo Ferrero, desde las columnas de La
Ilustración, notable revista que se edita en París, acaba de hablar al mundo
financiero, haciéndole pensar profundamente acerca de las modalidades que
el capital dinero ha tomado últimamente. M. Labardié, famoso cerebro europeo, está
también revolucionando el sistema financiero de la tierra con sus comentarios al gran
pensamiento de Ferrero. “El oro no hace falta”, ha dicho; y está verdad va acentuándose
día a día, en fuerza de su certidumbre.
El mundo de las finanzas ha cambiado notablemente y son muy otras las fórmulas que
los estados, al igual que los bancos, adoptan, al presente, para la circulación monetaria.
El oro, conforme se viene observando, ya no es el talón legal; es el cheque, basado en
la confianza pública, el que determina el movimiento financiero en boga. Aquel metal,
que siempre atormentó el alma humana, desde los primeros tiempos del planeta, ha
desaparecido de los mercados, yéndose a reconcentrar, ora en lingotes, ora acuñado, en
los Estados Unidos, en Inglaterra y en el Japón. Sólo el primero de los pueblos nombrados
ha llegado a acumular en sus arcas públicas y particulares 6.000 toneladas de dicho
metal, hasta el punto de sentirse agobiado por ese enorme acervo. El vicepresidente
del trust de banqueros estadounidenses, al hablar de la crisis mundial, se expresaba así,
hace un año, poco más o menos: “Los principios económicos que antes eran enseñados
en las universidades del mundo civilizado, han llegado a sufrir alteraciones notables,
después de la magna guerra. Ésta, como consta a todos, ha demandado un capital que
la imaginación más fantástica apenas podría formarse idea; y, sin embargo, el oro y la
plata no han servido para nada, puesto que las naciones en lucha, como también las que
permanecieron neutrales, no los vieron circular. Sólo con montañas de papel creadas
por el crédito mutuo, se ha sostenido el movimiento más grande de fuerza y energía que
contemplarán los siglos.
Expuesto esto, tenemos que convenir en que el oro, tanto en los países extranjeros
como en el nuestro, maldita la falta que ha hecho para la vida nacional, en todas sus
variadas formas. Desde 1914, año en que se dictó la Ley de Inconvertibilidad de los
Billetes, el oro no ha sido visto en el mercado ecuatoriano; y, no obstante este particular,
hemos vivido una vida intensa, que ha exigido un desembolso de millones y millones,
durante los últimos ocho años.
La moneda de papel, aceptada generalmente por el pueblo ecuatoriano, sin que
nadie le haya impuesto, es el único medio que nos ha servido para nuestras diferentes
transacciones; de manera que el oro o ha permanecido tranquilo en las arcas bancarias,
o ha sido a abarrotarse en las cajas de los avaros, inutilizándose en absoluto. Más de una
vez hemos observado lo siguiente: ricos, de esos que viven devorados por la codicia,
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desesperase ante los montones de oro, sepultados en sus cajas de fierro, por no sacar
utilidad alguna. Pero estos desgraciados, sin embargo de que están convencidos del
hecho cierto de la inutilidad del oro, quisieran acaparar más y más, llevándose la última
libra que guardan los bancos. Quienes, como nosotros, están convencido de que aquel
metal, por las causas ya apuntadas, ha perdido su importancia, como talón legal, miran
con indiferencia que el oro esté o no custodiado por los bancos; es decir, que circule
o no circule. Mas los avaros, que no quieren compenetrarse de los principios nuevos
que regulan las finanzas de hoy, están empeñados en arrebatar el poco oro que tienen
nuestros establecimientos de crédito, sin otro objeto que de encerrarlo en los sótanos
de sus casas.
Ellos, más que cualesquiera otros, allí se están gritando a todo pulmón y extraviando
el criterio público, con aquello de que hay miseria. Cierto, ciertísimo, que ésta existe, y
en la forma más dolorosa y en todas las clases sociales; pero, como lo vamos a demostrar,
el origen no tiene “la moratoria”, sino la falta de producción y el alto cambio, la ociosidad
y el amor al lujo. Sin estos males, la situación del país no fuera tan aflictiva.
Un pensador alemán, de aquéllos que basan su palabra en la experiencia de las
cosas, aconsejó al Gobierno de su pueblo que emprendiese en la propaganda, a fin de
aliviar la situación difícil a que quedó éste reducido, después de la guerra; de que debía
intensificarse, más que nunca, la producción agrícola y manufacturera, empleando
para ello las energías del país; que la nación toda debía contraerse a vivir de sus
propios productos, tanto en la alimentación como en el vestuario; que el estanco, en
su forma moderna, debía ser únicamente privilegio de la república, la que solamente
debía entenderse en todo lo concerniente al comercio de exportación; que hasta que
se normalice la balanza comercial, aunque fuera por una centuria, debía prohibirse la
importación de todos los artículos de lujo.
Y tal programa económico, propio de la sabiduría teutona, se está llevando a cabo.
Los alemanes, esos hombres de sentido práctico, no dan valor ninguno a la circulación
del oro; sólo, en sus diferentes transacciones, emplean el cheque; debido a esto, la nación
surge rápidamente, hasta el punto de constituirse en benefactora de sus enemigos de ayer,
los pueblos todos de Rusia. El oro permanece casi intocado en ese pueblo y custodiado
por los bancos, a los que, en lugar de perseguir y desacreditar, se los rodea de la mayor
confianza. La remuneración del trabajo se hace con moneda de papel, al propio tiempo
que el Gobierno procura, apoderándose de todos los mercados, la colocación de lo que
produce la iniciativa de ese gran país.
Nuestro malestar económico, según nos decía un extranjero amigo, de gran
experiencia financiera, estriba, no tanto en la falta de circulación del oro, que bien
puede estar atesorado en los bancos, sino en que nuestros gobiernos, con indolencia
musulmana, han dejado la exportación en manos de cuatro acaparadores, para que
la malbaraten en el mercado mundial; indemnizándose de las pérdidas aparentes que
aseguran tener en dicho comercio, con el alza del cambio que, a la hora de hoy, se hace
insoportable.
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Están en un error quienes creen que la normalidad en las finanzas ecuatorianas sería
alcanzada fácilmente, si acaso nuestro billete se volverá convertible en oro; porque las
letras, de seguir monopolizadas por la especulación de los particulares, lejos de venderse
a la baja, tendrán que subir más y más, así se las compre con el propio oro acuñado. La
depreciación de nuestra moneda de papel tiene su origen, no tanto en la prohibición
de la circulación del oro, cuanto en la mala fe de los exportadores, de aquéllos que
comercian con los giros contra las plazas extranjeras. Nuestros billetes, por otra parte,
no tienen porqué ser despreciados; puesto que las emisiones varias que de ellos han
hecho los bancos, a más de estar respaldadas por el encaje de oro, han sido y son
colocadas con la seguridad tierra, que es el mayor capital que reconoce la economía
moderna. Los billetes, cuando salen de los bancos, no van a circular así no más; aquéllos
son asegurados, desde el primer momento, con la garantía del caso, ya consistente en
la honorabilidad de los asociados, ya en la propiedad urbana o rural; de modo que, por
decirlo así, adquieren, en virtud de las operaciones que hacen los banqueros, un doble
respaldo; el oro y la garantía rendida. Por ello es que los bancos, en lugar de haber
sufrido perjuicios en estos últimos tiempos, han alcanzado cuantiosas ganancias, hecho
que no podrá ser puesto en duda.
Verdad es, y grande, que estamos atravesando por una crisis económica, consecuencia
natural de la anormalidad financiera que se ha producido en el mundo, por motivo de
la guerra europea; pero ella es fácil de ser conjurada, a poco se pongan en práctica los
consejos que, por fortuna, tenemos recibidos de los grandes economistas europeos.
Aquéllos son, como tenemos dicho, la incautación, por parte del Estado, de la
exportación en general; la prohibición de importar, en ningún caso, artículo alguno de
lujo; resignación para concretarnos a vivir, hasta que la normalidad de las finanzas se
restablezca en la tierra, de nuestros propios productos; fomentando, en su beneficio, el
trabajo en todas sus manifestaciones, particularmente en el agrícola industrial.
Si a esto la Legislatura añadiera leyes que ordenen el mantenimiento y la centralización
de todas las rentas fiscales y municipales en un solo tesoro, invirtiéndolas únicamente
en la administración general, sin crearnos nuevas necesidades nacionales; la suspensión
de todas las obras públicas, estén o no en construcción, siquiera por cuatro años; si esto
se hiciera, decimos, nuestra balanza comercial vendría a equilibrarse inmediatamente.
Entonces sí la miseria, mal del siglo, desaparecería de entre nosotros; y, por lo mismo,
alcanzaríamos un firme bienestar, basado no en la circulación del oro, que ya permanece
muerto, sino enla aplicación y práctica de las modernas doctrinas económicas.
Quito, 6 de septiembre de 1922.
Ecuatoriano.
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EL DECRETO DE INCAUTACIÓN DE GIROS
EXPEDIDO AYER POR EL GOBIERNO
Noviembre 16 de 1922
Gobernador:
Para su conocimiento y demás fines transcribo el siguiente decreto ejecutivo, expedido
hoy.
El Presidente de la República
Considerando:
1. Que la especulación con los giros sobre el exterior ha ultrapasado los límites de
lo tolerable a consecuencia de lo cual sufren grave quebranto los vitales intereses
públicos;
2. Que le ha sido insistentemente solicitada la incautación total de los giros, así por
los principales establecimientos bancarios y comerciales, como por la opinión
pública en general; y
3. Que, en tal virtud, está obligado a considerar esta medida de emergencia para
reprimir los abusos de la especulación y aliviar la situación económica de la
nación.
Decreta:
Art. 1. No podrá hacerse ninguna exportación por los puertos nacionales sin la
licencia correspondiente que se otorgará por los respectivos administradores de aduana,
en la forma y bajo las condiciones de fiscalización que se especifican en este decreto.
Art. 2. Créase una Comisión Ejecutiva Económica, con residencia en Guayaquil,
compuesta [por] tres miembros que designará el Poder Ejecutivo, para intervenir con
amplias facultades en todo lo relativos a la ejecución de este decreto.
Los administradores de Aduana de los puertos de embarque prestarán su contingente
oficial a las resoluciones de esta comisión.
Art. 3. El precio total de la mercadería expedida, inclusive los derechos de aduana
y servicios causados por la exportación, será computado en libras esterlinas, dólares,
francos, liras o pesetas, según su destino, y entregado a la comisión a su orden, previo
pago del equivalente en sucres, al cambio que fija, según se dispone ,en este decreto.
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Los embarques para los puertos de países que no correspondan a las monedas
designadas en el artículo anterior, serán computados en su equivalente en dólares o
libras esterlinas, y las letras se entregarán en cualquiera de estas dos monedas.
Art. 4. Las letras que entregaren los exportadores se respaldarán con documentos de
embarque y, eventualmente, con pólizas de seguro y se recibirán sólo con plazos máximos
de 90 días vista, computándose el interés del 8% anual. Se incluirá, así mismo, en la
incautación las letras provenientes de impuestos consulares que recaudan las juntas de
embellecimiento de Quito y Guayaquil. Tales fondos serán directamente enviados por
los cónsules a la Comisión Ejecutiva Económica y ésta los devolverá, convertidos en
sucres, a los colectores respectivos.
Art. 5. Son obligaciones de la Comisión Ejecutiva Económica:
a) Designar un presidente de entre sus miembros y determinar el orden con que este
dignatario ha de ser subrogado.
b) Ejercer fiscalización en las solicitudes de licencias para exportar, de modo que el
administrador las conceda sólo después del visto bueno de la comisión.
c) Entenderse con los importadores y los bancos para la provisión de los fondos
con que se han de adquirir las letras incautadas, procedentes del valor de las
mercaderías.
d)Distribuir directamente las letras procedentes del valor de las mercaderías
exportadas bajo la siguiente norma y orden de preferencia.
El 60% de los fondos que se obtengan cada 10 días, se empleará así:
1. Para la importación de consumos necesario;
2. Para la importación de maquinarias industriales y agrícolas;
3. Para los gastos de ecuatorianos o familias ecuatorianas residentes en el
exterior y para seguros de incendio, marítimos, etc.;
4. Para importaciones no necesarias ni indispensables, las letras que se concedan
para los residentes en el exterior o para artículos de lujo, sufrirán un recargo
en sucres por el 25% de su valor, recargo que acrecentará el fondo constituido
por el valor de la mercadería exportada.
El 10% de los fondos que se obtengan cada 10 días, se podrá emplear en la adquisición
de materiales para las obras públicas fiscales o municipales que, a juicio de la comisión,
fuesen de imperiosa necesidad.
El 30% restante se empleará, discrecionalmente, en cubrir los compromisos
atrasados del comercio hasta el 30 de junio de 1922. Las letras respectivas se registrarán
y comprobarán ante la comisión, en un término máximo de 30 días. Pagados los atrasos,
lo que sobrare de este 30% acrecentará el fondo común.
Art. 6. Los tipos de cambio serán diariamente fijados por la comisión, la que, para
el efecto, procederá sobre los precios que tuviera el cacao ora en Nueva York, ora en
Londres, de manera que los cambios fijados permitan pagar a los productores de cacao
un precio ni mayor al 28% ni menor de 22 sucres por cada quintal.
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Los cónsules de Ecuador en Nueva York, Ámsterdam, Hamburgo y los demás que
sean requeridos por la comisión, darán cuenta diaria de las cotizaciones del cacao en esos
mercados, quedando ella facultada para investigar esos precios por los medio que estime
conducentes. La comisión comunicará diariamente a la prensa diaria de la repúblicalos
tipos de cambio que fijare.
Art. 7. La comisión indicará al Ejecutivo la necesidad de aumentar los gravámenes
aduaneros a las importaciones de lujo, si observase que la demanda de letras para los
artículos necesarios es superior a la provisión posible de fondos.
Art. 8. Para los efectos de la fiscalización, la Comisión Ejecutiva Económica
organizará un servicio de estadísticas que publicará mensualmente por lo menos; cada
semana se publicará la lista de letras concedidas, con especificación de su objeto, su
valor y el nombre del concesionario.
La comisión revenderá las letras con el 1% de recargo sobre el precio de compra, y
empleará la mitad del recargo en pagar los gastos administrativos de la comisión, y la
otra en pagar intereses a los que la proveyeren de fondos anticipados para la adquisición
de letras.
Art. 9. Queda facultada la comisión para organizar la fiscalización que estime
necesaria para el mejor éxito de este decreto, con el personal suficiente en relación con
la importancia de las funciones que le están encomendadas.
Art. 10. La comisión solicitará al Poder Ejecutivo la necesaria autorización para
intervenir en las licencias para exportar, si lo estimara preciso para reprimir posibles
abusos.
Art. 11. Las falsas declaraciones de valor, concerniente a los artículos exportados,
serán penadas con multas equivalentes al doble del valor omitido.
La comisión las impondrá por mayoría de votos, y en caso de reincidencia se podrán
negar las licencias al falso declarante. Respecto de los cablegramas, la comisión podrá
exigir la presentación de las claves correspondientes y, en general, proveer a la oficina
cablegráfica del respectivo censor.
Art. 12. Esta última sanción podrá también ser impuesta por la comisión, en los
casos en que las letras entregadas por los exportadores regresaran legalmente protestadas
por falta de provisión de fondos.
Art. 13. Todas las letras que se concedan a los importadores o a los residentes
en el exterior, serán visadas y numeradas por la comisión, considerándose como de
contrabando las que no tengan este requisito y quedando, por el hecho mismo, fuera
del amparo legal.
Los giradores de las letras de contrabando podrán ser penados con una multa por el
doble del valor girado, lo mismo que los endosantes de las letras protestadas.
Art. 14. Si los falsos declarantes de valores exportables y los giradores y endosantes
de letras de contrabando o protestadas fueran extranjeros, se les aplicará la ley de
extranjeros perniciosos. Esta prescripción será aplicada aún en el caso de que las letras
giradas lo fuesen por casas nacionales con gerentes o gerentes extranjeros, y por más que
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el giro o la falsa declaración de valor fuesen hechos por empleados o gerentes nacionales,
pues en este caso será aplicado el castigo al gerente o los gerentes extranjeros.
Art. 15. La comisión entregará al Gobierno todas las letras que necesitare el Ministerio
de Hacienda, para las necesidades administrativas, sacándolas preferentemente del
producto de los derechos de exportación, y debiendo acrecentar el saldo al fondo
procedente del valor de las mercaderías.
Art. 16. Las letras que produjeren las aduanas de los otros puertos nacionales y las
aduanas terrestres, serán enviadas sin demora a la Comisión Ejecutiva Económica, o
entregadas a la que está designada en cada lugar, que les reembolsará su valor en sucres;
la misma comisión determinará el reparto de dichas letras entre los importadores de esos
puestos y poblaciones.
Art. 17. Sólo la Comisión Ejecutiva Económica podrá vender letras sobre el exterior,
quedando obligados todos los actuales tenedores de giros con el perentorio término de
ocho días, a entregarlos a la Comisión Ejecutiva Económica, la que comprará los que
crea convenientes a los tipos que acordare y los demás los depositará en el banco que
determine para que, con autorización de la misma, puedan ser retirados.
Art. 18. El reparto de fondos procedentes de las letras a que se refiere el artículo
anterior, será hecho libremente por la comisión, la que los revenderá con el recargo
indicado en el Art. 8.
Art. 19. Quedan exceptuados de lo estatuido en el presente decreto, que comenzará
a regir desde el 17 inclusive del mes en curso, los tenedores de letras de marcos y coronas.
Art. 20. Dese cuenta con el presente decreto, de cuya ejecución queda encargado el
Ministro de Hacienda, a la próxima legislatura.
Dado en el Palacio e Gobierno, en Quito, a 16 de noviembre de 1922.
José Luis Tamayo.- El Ministro de Hacienda, A. B. Larrea.
EL BANDO DE AYER
Jorge Pareja
Gobernador de la Provincia del Guayas.
El señor Ministro de Gobierno, en telegrama fechado el día de hoy, me dice:
Hoy se ha dictado el siguiente Decreto Ejecutivo No. 730. El Presidente de la
República. Considerando. Que deben adoptarse todas las medidas necesarias para
el restablecimiento y conservación del orden público, en virtud de las facultades
extraordinarias concedidas por el Consejo de Estado; y que las reuniones populares,
con pretexto de huelgas, han dado lugar a movimientos subversivos; Decreta: Primero.
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[Se prohíben] todas las manifestaciones colectivas y hasta la formación de grupos en
las calles públicas. Segundo. El Ministro de Gobierno encárguese de la ejecución del
presente decreto. Dado en el Palacio Nacional de quito, a 16 de noviembre de 1922.
José Luis Tamayo, El Ministro de Gobierno, Delfín Triviño. Es copia. El Subsecretario
de Gobierno. Nicolás Jiménez. Lo que transcribo a usted para su conocimiento y a fin de
que sirva hacerlo publicar por bando. Ratificaré. Ministro de Gobierno.
Por tanto y para que llegue a conocimiento del público, publíquese por bando.
Dado en la sala de mi despacho, y refrendado por mi secretario, en Guayaquil, a 16 de
noviembre de 1922.
El Gobernador,J. Pareja.- El Secretario,, R. Medina
Francisco Murillo Haro, Secretario Primero de Hacienda de la Provincia de Guayas,
certifica que en esta fecha y en los lugares más públicos de la ciudad, se puso en
conocimiento del público el decreto anterior, por medio de carteles fijados en dichos
lugares.
Guayaquil, 16 de noviembre de 1922.
El Secretario Primero de Hacienda, F. Murillo Haro.
Imprenta El Universo.
Alcance al “5 de Junio” No. 42
Un banco del pueblo
La labor altamente patriótica de los actuales gerente del Banco Comercial y Agrícola.¿Cuál fue la institución bancaria que salvó al país de la bancarrota el año 14? -¿Cuál el
banco que en todas las oportunidades ha salvado a la nación de una segura quiebra?– El
Banco Comercial y Agrícola y la opinión pública. – Los señores Urvina Jado y Benítez
son dos patriotas que, como se sabe, últimamente se negaron a facilitar fondos a base de
los impuestos destinados a la defensa nacional.
Este título, y aún otro más alto si lo hubiere, merece el Comercial y Agrícola, por su
labor noble y amplia en la difícil situación en que el pueblo ha sido colocado a la hora
del justo reclamo y la solidaridad ante la coacción burocrática. Banco modernamente
constituido sobre la base total y única de la ayuda económica al pueblo, ya en el terreno
de la agricultura, ya en el de la industria, no puede por menos que merecer la gratitud de
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las clases trabajadoras y de los más puros demócratas. Si nuestra vida económica sigue
todavía soportable es gracias a la abnegación de este banco, abnegación que se traduce
en la superación de todo obstáculo que hiciere difícil cualquiera de sus operaciones. Y
esto no es sólo en el momento actual, sino que ha sido el proceso de toda su vida, tan
significativa para la nación. Hay que recordar que quien salvó al país de la bancarrota
en el año 1914, por medio del exagerado préstamo y del adelanto agrario, fue el Banco
Comercial y Agrícola, que también hizo fijar la cotización del cacao por medio de un
empréstito hecho a la Asociación de Agricultores. Y en el establecimiento de la moratoria
misma, este banco del pueblo no se aprovechó para pescar en río revuelto por medio de
la emisión de billetes sin respaldo, sino que, por el contrario, honradamente mantuvo
el oro en sus arcas, cerrando así la puerta al papel moneda. Muy pocas instituciones
bancarias podrán enseñar al pueblo un blasón de tanto lustre.
Ahora bien, ¿podía ser de otro modo el Comercial y Agrícola, teniendo, como tiene,
un personal tan selecto, tanto en los pueblos mínimos como en la gerencia, en la cual
desenvuelven sus actividades de alta finanza los señores Francisco Urvina y Rogelio
Benítez Icaza? Los eternos malquistadores, que hallan placer en manchar con su baba las
cosas más dignas, los hombres más prestigiosos, las más nobles instituciones, han tratado
también de abrir su orificio en la fama del Banco Comercial y Agrícola, pretendiendo
hacerle aparecer ante el pueblo como el causante del alza del cambio, lo cual es falso
¡mil veces falso!, ya que este banco es para el pueblo y está atento a satisfacer hasta sus
más pequeñas necesidades.
Los ecuatorianos que en verdad amamos a nuestro país, los ecuatorianos
verdaderamente patriotas –para decirlo de una vez– estamos en el deber de salir a
la defensa de los compatriotas dignos y pundonorosos que, como los señores Urvina
Jado y Benítez Icaza, por sus conocidos rasgos de patriotismo, por su honradez a toda
prueba, por sus profundos conocimientos en lo que a finanzas se refiere, constituyen dos
legítimas glorias nacionales. Eso es precisamente lo que nos corroe y nos mata: el afán
de amontonar lodo sobre la conciencia de nuestros hombres de mérito, cuando en todas
partes, por el contrario, se trata de glorificar, o por lo menos prestigiar en alguna forma,
a sus hombres representativos, llámense éstos literatos, artistas, políticos o, como en el
caso presente, economistas de primer orden.
No queremos en esta ocasión hacer una biografía de estos dos personajes que, en
el actual momento de pánico financiero, han salvado el buen nombre del país, por
medio de hábiles operaciones bancarias, en los círculos comerciales del exterior; y no
queremos hacerlo en esta oportunidad, sencillamente porque tal biografía, en todo caso,
es inútil en el concepto de todos cuantos nos preciamos de conocer a fondo a nuestros
hombres de valor que, como los actuales gerentes del banco que nos ocupa, no necesita
panegíricos de ninguna laya, ya que su actuación –a todas luces meritoria– es de sobra
conocida en el país y en más de una ocasión ha sido aplaudida por todos los espíritus
imparciales y desinteresados.
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Como nunca faltan en torno de los hombres eminentes, los imprescindibles
malquerientes de siempre (recuérdese que hasta Cristo los tuvo), ello es que en el
transcurso de la semana trágica que acaba de pasar, algunos de esos enemigos subterráneos
del Banco Agrícola y Comercial, en forma de agentes pagados por no se sabe qué gente
interesada en ello, se entretuvieron en la criminal labor de hacerle creer a nuestro
pueblo que el banco en cuestión era el directamente responsable de que el tipo de
cambio haya alcanzado el alza escandalosa de la hora actual, campaña que desde luego
no surtió el efecto que esperaban los susodichos enemigos de los señores Urvina Jado
y Benítez Icaza, en primer lugar porque el pueblo guayaquileño aprecia debidamente
la labor financiera de ambos caballeros y, en segundo término, porque nuestro pueblo,
al cual ya no se le puede hacer comulgar con ruedas de molino, al lanzarse a la calle
en solicitud de una baja en lo que a cambios se refiere, sabía bien lo que hacía; es
decir, sabía bien en dónde estaba el quid de la cuestión, y es por eso que atinadamente
vociferaba, no contra el Banco Comercial y Agrícola, sino contra ciertos tenedores de
letras que aquí son harto conocidos, que aquí son los verdaderos judíos explotadores de
la situación y a quienes, por lo demás, la opinión pública ya los tiene señalados como los
causantes inmediatos, que son, de la depreciación de nuestro sucre.
¿Y qué diremos? Nada más por ahora a este respecto. Únicamente queremos recordarle
al pueblo, para terminar, que los señores Urvina Jado y Benítez Icaza son sus verdaderos
amigos, según lo acaban de demostrar, sin ir muy lejos, al negarse últimamente a
facilitarle fondos al Gobierno a base de los impuestos destinados a la defensa nacional,
impuestos de carácter sagrado por razones que no hay para qué explicar.
Imparciales.
Guayaquil, 21 de noviembre de 1922.
Imprenta 5 de Junio.
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¿NOS VAMOS A LA QUIEBRA…?
E
n nuestro bendito país, en el que a todo nos resignamos, la moneda de oro o
plata estaba definitivamente relegada al olvido y no la veíamos ni en nuestra
imaginación. Y avenidos y conformes vivíamos con los billetes inconvertibles,
considerándolos como las únicas monedas usuales y corrientes, para nosotros, desde
luego, ¿cupe mayor anomalía? Claro que sí, en la tierra de los desatinos.
Y nos encontramos conque no tenemos ni esos billetes inconvertibles; de tal manera
que, hoy por hoy, es nada menos que imposible obtener mil sucres en préstamo con un
documento suscrito por dos personas, aun de las más solventes.
Hemos llegado, pues, a un momento en que el crédito personal no sirve para nada.
¿Ni qué va a hablarse de crédito personal… en esta situación en que las puertas se han
cerrado hasta al crédito territorial? ¿Cómo pretender conseguir dinero con la garantía de
dos firmas, cuando no sirve ni la fianza hipotecaria? ¿Al dueño de un predio de 10.000
sucres, le sirve acaso éste para obtener 4.000 sucres en préstamo?
Ahora resulta lastimosa candorosidad el que alguien, así fuese el más gamonal, se
presente en la oficina de un banco a proponer que se le preste dinero a mutuo imposible,
“!están cerradas las operaciones!”.
¿Y hasta cuándo va a durar ésta, sobremanera inaguantable situación? ¿Hasta cuándo
los bancos mantendrán cerradas las puertas del crédito para el público? ¿Hasta cuándo…?
Seguramente sabrán o no querrán contestar ni los mismos señores banqueros. ¿Qué les
pasa? ¿Por qué los bancos guardan hasta su billete inconvertible?
Pero aunque se nos conteste que la principal causa es la perspectiva de que se derogue
la Ley de Inconvertibilidad de los Billetes, lo cierto es que el público está sufriendo las
consecuencias de aquel atrincherarse para la lucha que ha de trabarse el día formidable
de las cuentas, en que se ha de hacer efectiva la obligación constante en cada billete:
“El banco N.N. pagará al portador, a la vista, un sucre…”.
El público se halla en la imposibilidad de cumplir con sus compromisos a causa de la
anomalía de la falta de moneda circulante.
La escasez de la única moneda que nuestra situación económica nos había impuesto;
esto es, la falta de billete, así inconvertible y todo, ha traído por consecuencia no sólo el
desastre del crédito personal y de la garantía hipotecaria, sino también la imposibilidad
o, cuando menos, el entorpecimiento de los negocios y transacciones. Ante esta
situación, ¿no será llegado el caso de que se arbitre algo que proteja al público de la
ruina que se avecina?
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La Ley de Inconvertibilidad de los Billetes se dijo que se la dio por el temor de que
la moneda metálica emigrara del país; y si los considerandos de esa ley pasaron como
aceptables, mucho más puesto en razón es el considerando de una quiebra general, para
que se dicte una ley que la conjure.
Propondría, pues que, por cierto tiempo, se suspenda el derecho de exigir el pago de
los capitales dados en préstamo o en calidad de depósito; quedando en todo su vigor, el
derecho de exigir el pago de los intereses pactados.
¿Se ha permitido que durante tantos años los bancos no paguen el valor de sus
billetes? Pues no será mucho que, en bien general, se imponga la mentada suspensión.
Si, aun en situaciones normales los acreedores, por conveniencia propia, conceden
esperas a sus deudores, en esta desastrosa situación general, encontramos mucho más de
un considerando para un decreto que salve al país de una catástrofe, cual sería una serie
de quiebras en expectativa.
Hasta que el Gobierno le sea dado obtener, no sabemos cuándo, el empréstito
recetado por más de uno de nuestros financistas, nosotros mismo, en la forma indicada,
apoyémonos siquiera en los propios capitales.
Con lo anterior ya tendríamos una base para la derogatoria de la Ley de
Inconvertibilidad, toda vez que, disminuyendo la demanda de capitales, no habría que
temer, mayormente la exigencia del canje de los billetes; ya que, no estando en manos
de los capitalistas los billetes que podrían cobrar a sus deudores, es claro que estarían en
la imposibilidad de presentarlos para cambiarlos por oro.
A todo trance, deróguese aquella malhadada Ley de Inconvertibilidad de los Billetes,
causa principal que ha empujado al país al borde del abismo en que se encuentra. Cueste lo
que costare, venga esa derogatoria; liquidémonos y quedémonos con lo que buenamente
tengamos. No puede subsistir por más tiempo este andamiaje de la inconvertibilidad
del billete, que si pareció favorable para los bancos, ahora a ellos mismo les trae a mal
andar, hasta el extremo de que unos han declarado a los otros una guerra que a todo nos
llevará al desastre.
Aquella ley ha colocado al país en una situación económica falsa; aquella ley, origen
de tantas anomalías, debe acabarse ahora o nunca. Deróguese aquella ley, única causa
y provocación del funesto afán de emitir cédulas de a cinco sucres, que acabarían por
dejar al país perpetuamente empapelado…
¿Que hay el peligro de que el banco o bancos que han acumulado en sus cajas billetes
de los otros bancos desvalijen a éstos de sus reservas metálicas? Pues para los siete vicios
hay siete virtudes: díctese una ley basada en la verdadera situación de las cosas.
¿No es verdad que en los pizarrones de ciertos bancos hemos leído el aviso de que
se compran libras esterlinas a razón de 14 o 15 sucres cada una? Hoy ¿cuántos billetes
se dan para obtener una libra esterlina? ¿No es cierto que en la actualidad, en ciertos
bancos, pagan 15 o 16 sucres o billetes por un cóndor o una libra esterlina?
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Pues, prescríbase que quien vaya a un banco con billetes emitidos en el transcurso de
1914 a esta fecha, para canjearlos, esté obligado a dar 16 sucres o billetes para obtener
un cóndor o una libra esterlina. ¿No es cierto que esto estaría en conformidad con la
verdad de los hechos y la realidad de las cosas?
Sin necesidad de ley, voluntariamente, espontáneamente, se está pagando 15 o 16
sucres o billetes por cada libra esterlina. ¿Qué habría que observar si una ley no hiciese
sino confirmar, sancionar lo aceptado ya desde antes por todos: por los particulares y
por las instituciones de crédito? Una ley así no sería sino la declaración de la voluntad
soberana: que es en lo que precisamente consiste una verdadera ley.
Y cuando llegue el caso de que los acreedores cobren a sus deudores, éstos deberían
pagar en billetes de la época en que contrajeron sus obligaciones; o en oro, entendiéndose
que cada libra esterlina vale 16 sucres o billetes de un sucre. ¿Qué más se podía exigir a
quien, en realidad, no recibió sino —pongamos por caso—mil sucres en billetes, en una
época en que cada sucre o billete no equivalía sino a 60 centavos oro? Sería justo, sería
equitativo, que un acreedor exigiese una libra esterlina, por sus 10 sucres o billetes que
prestó en una época en que, para obtener una libra, era menester dar 16 sucres o billetes?
Tales son las observaciones que, prevalido sólo de la libertad de hablar, someto
respetuosamente a la consideración de los maestros en ciencias económicas, y de quienes
están llamados a velar por los intereses de la patria.
En lo expuesto ¿encontráis anomalías? Pues, aceptad, a lo menos, la sinceridad de la
intención, la franqueza del patriotismo.
Quito, abril 28 de 1923.
Gustavo Arroyo.
Impreso por Nicolás A. Cevallos.
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ALZA DE CAMBIO
R
ecordando que el señor don V. E. Estrada, en telegrama al señor Ministro
de Hacienda, publicado en El Telégrafo, de 21 de julio último, dijo que los
“exportadores se abstenían de comprar cacao para bajar el precio”, y se abstenían
de “exportarlo” para embarcar después que la Comisión Ejecutiva Económica hubiera
desaparecido; viendo ahora que en La Prensa, del 22 del presente, se dice que algunos
exportadores han pedido por conducto del señor gobernador que el cambio se suba
de $ 3,20 a $ 4,20 por dólar; habiéndose subido ya hoy en la oficina de incautación el
cambio sobre Nueva York a $ 4, y en proporción sobre los demás mercados; y por último,
habiendo llegado a nuestro conocimiento que no falta quien diga que nosotros tenemos
gran existencia de cacao en nuestras bodegas, para especular con él, creemos deber
nuestro dejar constancia de lo siguiente:
1. Que como tantas veces hemos dicho en privado y en público, como exportadores,
que no somos agricultores, no tenemos nunca interés en que el cambio suba ni
baje, si no sólo que sea fijo o libre para todos; pues con uno de estos dos requisitos
podemos comprar y hacer frente a toda competencia, como lo prueba el hecho
de que venimos haciendo ese negocio desde 1880, bajo todas las situaciones que,
desde entonces, ha atravesado el mercado de cambios, y más o menos en escala
igual a la de nuestras compras y embarques en los meses que lleva de vigencia la
incautación de giros.
2.Que habiendo embarcado el 16 de junio último el resto de las órdenes de
compra que habíamos recibido, desde esa fecha suspendimos la compra de cacao,
porque no podíamos conseguir órdenes que nos permitieran competir con otros
compradores, que por un motivo u otro, hacían compras a precios que nosotros
no podíamos conseguir.
3. Que el 29 de julio logramos vender a los precios del día 250 sacos de cacao, los
que compramos entre los días 29 y 31 de julio, en su mayor parte, completándolos
con reemplazo de calidades que resultaron deficientes, con fecha 4 de agosto,
de cuyos 250 sacos embarcamos 200 sacos por el vapor Palena el 6 de agosto, y
50 sacos por vapor “Buenos Aires”, el día 22 del presente, sin preocuparnos de
esperar alza de cambio, y siendo estos 250 casos de cacao los únicos que hemos
vendido y comprado desde el referido 16 de junio último, y
Finalmente, que no hemos tenido ninguna intervención en el alza de cambios
actual, que como dejamos dicho, ella no nos favorece ni nos perjudica; y que con ella
seguiremos comprando cacao y otros productos, cada vez que consigamos órdenes para
comprar y absteniéndonos de comprar cuando carezcamos de tales órdenes, como lo
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hemos hecho siempre en los muchos años que llevamos de trabajar en este negocio, sin
haber especulado nunca, acopiando ningún artículo para venderlo después, porque sólo
compramos cuando tenemos orden de hacerlo.
Guayaquil, 23 de agosto de 1923.
L. Guzmán e hijos.
Imprenta Guayaquil.
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EXPOSICIÓN
Señor
Presidente del Honorable Congreso Nacional
Señor:
Conocida es por los dirigentes de la cosa pública, la angustiosa situación económica
por la que atraviesa la nación; el alza de los precios de los artículos de primera necesidad;
la anulación del comercio tanto de importación como de exportación; la falta de capitales
para las transacciones mercantiles; la paralización de las industrias nacionales; el
malestar de la agricultura, y otros fenómenos presagiadores de una verdadera bancarrota
nacional, nos han obligado a llamar la atención del primer Poder del Estado, con esta
solicitud que, fundada en la ley y la justicia, tiene por objeto obtener la suspensión de
los gravísimos males ocasionados con el decreto ejecutivo sobre incautación de giros,
expedido el 16 de noviembre de 1922.
No es nuestro ánimo inculpar al jefe del Poder Ejecutivo, ninguna dañada intención
al expedir el referido decreto. Lejos de nosotros toda censura y acusación por las ilegales
medidas ordenadas en ese documento. Tenemos la persuasión que el señor Presidente
de la República pretendió hacer el bien colectivo y poner límite a las especulaciones
vergonzosas de que han sido objeto los giros sobre el exterior. Mas, desgraciadamente, ni
la forma en que fue expedido tal decreto, ni su legalidad, ni las conveniencias nacionales,
ni los intereses particulares, abonan la conveniencia de esa medida.
Reducido el comercio de exportación de las provincias del Azuay y Cañar, al sombrero
de paja toquilla, toda medida administrativa que, de algún modo limite su comercio, es
un golpe de muerte contra la existencia económica de estas provincias. El sombrero de
paja toquilla significa el esfuerzo, la labor perseverante, el ahorro y el campo de acción
de nuestros industriales; el sombrero es un producto para cuya confección se ponen en
juego las energías de estas poblaciones; significa, pues, su sangre y es al mismo tiempo la
savia que vigoriza su vida financiera.
El decreto de incautación de giros, que limita la libertad de comercio, que ataca la
industria nacional, que dispone de la propiedad privada, debe ser estudiado con criterio
sereno e imparcial para deducir que, no es sólo ilegal sino contrario a los intereses, tanto
públicos como particulares.
El ligero análisis que de ese decreto nos permitimos exponer ante la sabiduría del
soberano Congreso Nacional, no dudamos que influirá decisivamente, para que vos y los
honorables representantes de la nación, declaréis la inconstitucional e inconveniencia
de tal decreto.
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La primera cuestión que se ofrece es: el Poder Ejecutivo tuvo o no la facultad para
expedir el decreto de 16 de noviembre de 1922.
Principio de nuestra organización constitucional es la debida separación de las
funciones de la soberanía y el ejercicio libre e independiente de las atribuciones que
compete a cada órgano, según nuestra Carta Política. La democracia, señor Presidente
del Congreso Nacional, no puede subsistir cuando un Poder del Estado se abroga
atribuciones que le corresponden a otro. La república desaparece cuando el Poder
Administrativo legisla y juzga; y el fantasma del despotismo sustituye al Gobierno
republicano representativo. Esto se ha declarado en nuestra Constitución, cuando en el
Art. 4 se dice: “que el Gobierno del Ecuador se distribuye en tres poderes: Legislativo,
Ejecutivo y Judicial, cada uno de los cuales ejerce las atribuciones señaladas por la
Constitución y las leyes”; y, en el Art. 82 de nuestra misma Carta Política, se le hace
responsable al Presidente de la República, por atentar contra los otros poderes.
Establecido el deber del Poder Ejecutivo de respetar el ejercicio de las facultades que
corresponden a los otros órganos de la soberanía, resta que examinemos si pudo el señor
Presidente de la República, en virtud de sus atribuciones constitucionales, expedir el
decreto de 16 de noviembre de 1922.
El Art. 80, numeral 1 de la Constitución, atribuye al Poder Ejecutivo la facultad de
dar reglamentos para la ejecución de las leyes, reglamentos que no las interpreten ni alteren.
Cabe ahora preguntar: ¿el decreto de incautación de giros ha podido ser expedido en
virtud de la atribución que al Presidente de la República la confiere el articulo citado?
Juzgamos que no habrá persona de recto criterio que sostenga que el aludido decreto
ha sido legalmente expedido. Las razones que tenemos para ello son las siguientes:
corresponde al Congreso, por el numeral 7 del Art. 54 de la misma Constitución,: “crear
empleos, determinar las atribuciones de los empleados, señalar su duración y sus rentas”.
Por el número 19 del mismo artículo, es así mismo atribución propia del Congreso
“expedir los códigos nacionales, dictar leyes, interpretarlas, reformarlas y derogarlas”.
En el decreto de incautación de giros, “se crea una comisión ejecutiva económica”
(Art. 2); se determinan las atribuciones y deberes de la comisión (Art. 5); se reforma
la Ley de Aduanas y el Código de Comercio (Art. 1); se reforma y adiciona el Código
Penal, estableciendo el delito de contrabando e imponiendo las respectivas penas (Arts.
11, 12, 13 y 14). Como se ve, el Poder Ejecutivo no pudo expedir el decreto en que
nos ocupamos, por no tener facultad para ello, por ser la material de tal decreto de
atribución propia de la Legislatura, y al haberlo expedido el Presidente de la República
ejerció funciones legislativas e infringió manifiestamente la Constitución del Estado.
Pero hay algo más grave que compromete la responsabilidad del Jefe de la nación.
La incautación de giros es una restricción al derecho de propiedad, desde que el precio
de las mercaderías vendidas en el extranjero no puede ser libremente dispuesto por
nosotros, sino que está sujeto a las trabas creadas en tal decreto, ya al tiempo de vender
la mercadería, así como también el valor de las letras no se deja [... a] la ley económica
de la oferta y la demanda sino que el Estado, por sí y ante sí, con perjuicio de los
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exportadores, fija de antemano el tipo de cambio. La libertad de trabajo y de industria
[se hallan] violadas, así como la de transitar por el territorio de la república, y la facultad
de ausentarse del Ecuador, llevando y trayendo libremente sus bienes. Se han infringido,
pues, los numerales 7 y 12 del Art. 26 de la citada Constitución.
Si alguna ventaja proporciona la convivencia política es, a no dudarlo, la
consagración y respeto de los derechos individuales; la persona, la propiedad y la
industria son sagradas. Los poderes públicos no nos conceden estos derechos, pero
tienen la obligación de respetarlos, y las constituciones modernas, al consignarlos, lo
han hecho con el fin de que sean las verdaderas limitaciones al ejercicio de las funciones
de la soberanía. No se concibe Estado constitucionalmente organizado, que no imponga
restricciones al ejercicio de la autoridad; y tales límites son, precisamente, la única
garantía que se tiene al vivir en comunidad política; mas, si el Poder Ejecutivo invade
todos los derechos, viola las garantías nacionales e individuales, ejerce facultades que
no le competen, por el mismo hecho desaparece la forma de Gobierno republicana,
representativa-democrática, y de hecho se establece el Gobierno absoluto, sobre los
escombros de las instituciones fundamentales del país.
Mas el decreto que analizamos no sólo es inconstitucional y atentatorio a los derechos
individuales, sino altamente perjudicial a los intereses de los obreros y exportadores del
Azuay y Cañar. El precio de los sombreros de paja toquilla en los mercados extranjeros,
es el legítimo equivalente del valor de la materia prima, de los gastos de producción y
del beneficio a que tiene derecho tanto el productor como el exportador; ese precio está
en relación, naturalmente, con la ley económica de la oferta y la demanda, ley que no
puede ser alterada por las disposiciones del Estado sin cometerse una injusticia y una
inconveniencia. Según esto, la fijación del tipo de cambio por las comisiones nombradas
por el Ejecutivo, perjudican los intereses de los exportadores, desde que no es posible
que el tipo que se fije corresponda exactamente a la fecha en que se verifique la venta
de los artículos exportados, en el extranjero. Por otra parte, se le priva al comerciante
del aliciente de vender a buen precio sus letras, poderoso estímulo para la conservación
y fomento de la industria.
Más, señor Presidente del Senado. Los resultados obtenidos con el decreto de 16 de
noviembre de 1922 han sido desastrosos: la prensa de toda de la república ha denunciado
las vergonzosas especulaciones perpetradas a la sombra de la comisión ejecutiva; el alza
exorbitante del cambio sobre las plazas extranjeras, la ruina del comercio internacional
de importación y exportación y, como consecuencia última, la miseria general y casi la
bancarrota fiscal.
Estas consideraciones nos han obligado a dirigirnos a vos para que, inspirándoos
en el verdadero patriotismo y en los bien entendidos intereses nacionales, excitéis
al Poder Ejecutivo la derogatoria del decreto de 16 de noviembre de 1922, ya que,
por la independencia de los poderes del Estado, no puede el honorable Congreso, que
dignamente presidís, hacer por sí tal derogatoria; mas esto no impide que la legislatura
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declare que el referido decreto es inconstitucional y lesivo a los derechos individuales
garantizados por la Constitución de la República.
Esperamos que esta representación será acogida por vos y vuestros dignísimos colegas,
representantes genuinos de la opinión nacional, llamados por lo mismo, a salvar las
instituciones republicanas, volviendo por el respeto a los principios fundamentales del
Estado, dando nuevas energías a la vida económica de la república, lo que sólo se podrá
obtener con el imperio de la ley y el respeto absoluto a la libertad y propiedad humanas.
[...]
Federico Malo e hijos, M. Delgado e hijos, Benigno Polo, José Daniel Barrera, Benjamín
G. Sojos, Daniel Ordóñez, Manuel Arce Fernández, Emiliano Donoso, León Andrade,
Alberto Merchán, José María Montesinos I., P. P. Juan Álvarez Delgado, R. Álvarez Barrera
Merchán y Co., Eduardo Arias e hijo, Carlos Tosi, F. A. Barrera, C. V. Merchán, Miguel
I. Ochoa, M. A. Cisneros, Carlos Ortiz, Miguel I. Vélez, Gabriel E. Valdivieso, Benigno
Terreros G., Lizardo Jaramillo, Manuel Ruiz Aguirre, A. Cueva, Manuel Álvarez, A. Díaz
C., J. M. Álvarez C., Teófilo G. Ochoa, Francisco León M., Andrés Iñiguez, V. Adolfo
Vásquez, Alfredo Abikaram, H. Virgilio Ruiz, Miguel L. Andrade, D. Jaramillo, Celso Ochoa
G., Agustín Vélez y hnas., Leonidas Amador Ordóñez, Alfonso Ordóñez, Wilfrido Sánchez
M., Alfonso Vásquez, Ezequiel Banegas, Dositeo Merchán, Antonio Contreras, Querubín
Delgado, Benigno Herrera, Gregorio Luna, Trinidad Campoverde, Daniel Merchán, Adolfo
Peñafiel,M.Jesús Naula, Antonio Pesantez J., Eloy Bernal, Luis A. Jaramillo, Aurelio
Ortega, Víctor Tenesaca, Jesús Lazo, JoséM. Gutiérrez, Virgilio Merchán, C. Cordero C.,
Miguel Merchán, L. Merchán A., José Antonio Álvarez, Rodolfo Galán G., Tomás Coronel,
Benigno Beltrán, Luis A. Ordóñez, Arsenio Carpio, Ricardo Guillén, Ángel B. Guamán,
Benigno Arias, Juan Antonio Bravo, Fidel Rivera C., Daniel Moscoso, Vicente Mogrovejo,
Lorenzo Centeno, Antonio Ordóñez, Juan Coronel, Tomás Delgado, Rosendo Ávila, David
Vélez, José Delgado, Manuel Jesús Narváez.
(Siguen las firmas).
Cuenca, 7 de septiembre de 1923.
Tipografía Tren.
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¡SIN COMENTARIOS!
L
a siguiente solicitud ha sido presentada ante el señor Gobernador de la Provincia,
para que dicha autoridad, a su vez, la eleve ante el señor Presidente de la República
[...]:
Señor Presidente de la República:
Los abajo firmantes del presente memorial o manifiesto, ante su autoridad
respetuosamente exponemos:
Que con motivo de conmemorarse próximamente el Primero de Mayo, fecha
clásica y luctuosa para la clase trabajadora a la que pertenecemos, venimos ante los
altos poderes del Estado que representáis, en demanda de las medidas o arbitrios que
creemos sinceramente adecuados para aliviar siquiera en algo la espantosa miseria del
proletariado ecuatoriano. Aquellos arbitrios salvadores, a nuestro entender, son del
orden siguiente.
1. Suspensión inmediata, severa y gradual de la mal llamada Ley de Moratoria, o
sea la de la inconvertibilidad del billete bancario. Como complemento de tal
arbitrio, esperamos:
a. Que el Gobierno procederá con tal actitud a la compleja restricción de
emisiones fraudulentas de papel moneda, valorizando en esta forma,
progresivamente, nuestra moneda nacional; y
b. La prosecución de incineración de los billetes bancarios, ante una junta
especial del Gobierno, compuesta por representantes elegidos por todas
las agrupaciones gremiales de trabajadores e instituciones y corporaciones
comerciales, para que respondan ante el proletariado por la honradez y
moralidad de los procedimientos.
2. Prohibición absoluta de importación de artículos que no sean de primera
necesidad para la vida, ya que al restringir las exportaciones se nivelaría, en
parte, nuestra balanza comercial internacional, perfectamente desequilibrada en
el presente, por falta de prevención de los poderes públicos.
3. Facilidades para las exportaciones en los productos del país.
4. Impulso y protección a las industrias nacionales y, en especial, a la agricultura.
5. Abolición de todo impuesto en los artículos indispensables de alimentación,
medicina y tejidos de algodón.
6. Efectividad de las leyes punibles para los monopolios y acaparamientos de los
víveres que, como el sindicato azucarero, succionan y explotan la necesidad
pública, y
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7. Estricto cumplimiento de las leyes de ocho horas de trabajo y de la de accidentes
de trabajo, en las faenas de hombres y mujeres, tanto en los trabajos rurales como
urbanos.
Porque no puede ocultarse a vuestra sagacidad y talento, señor Presidente, que la
causa fundamental del alto cambio del dólar con nuestra moneda, está en depreciación
de la nuestra por las emisiones fabulosas de papel moneda circulante en el país sin
el respaldo de oro legal. Tampoco puede ocultarse que la prohibición absoluta de
importación de artículos que no sean de primera necesidad para la vida, tendría como
corolario la normalización en parte, de nuestra balanza económica. Las facilidades para
las exportaciones de los productos del país, crearían nuevas fuentes de trabajo y sería
otra medida tendiente a que refluya favorablemente la economía nacional. El impuso y
la protección a las industrias nacionales y, particularmente, a la agricultura, son medios
que convergen al mismo fin: el mejoramiento económico. Con la abolición de todo
impuesto a los artículos indispensables para la alimentación, como también en los de
medicina y tejidos de algodón, se pondría en condición de alimentarse, medicinarse y
vestirse la clase proletaria ecuatoriana, haciéndola más apta para el trabajo. La eficiencia
de las leyes contra los monopolios o acaparamiento de los víveres, es una medida que se
impone como indispensable, ya que estas extorsiones van directamente contra la clase
menesterosa, que es la que trabaja y produce la riqueza nacional. Y, en fin, el estricto
cumplimiento y observancia de las leyes de ocho horas de trabajo y la de accidentes de
trabajo, traerían como lógica consecuencia un relativo beneficio al trabajador y a su
mejor desarrollo para la vida económica del país.
Éstos son, señor Presidente de la República, los puntos primordiales de nuestros
reclamos, los que presentamos a vuestra consideración no en tumulto ni alharaca como
los cambistas del histórico 15 de noviembre al solicitar una ley intrascendental como
es la incautación de giros, que sólo favoreció la especulación nacional y extranjera con
mengua de los intereses de la mayoría; sino, serenos y conscientes, aleccionados por
la experiencia y conocedores de las causales de esta espantosa crisis económica que
atraviesa en la hora solemne de su historia, la clase trabajadora de la república.
Conciudadanos como somos, con derecho a obtener de los poderes públicos la
resolución correspondiente a nuestras peticiones, esperamos ser atendidos por el Jefe
de Estado en los pedimentos presentados, ya que ellos contemplan ecuánimemente y
armonizan los intereses de la clase capitalista y de la clase proletaria.
Justicia.
Guayaquil, 26 de abril de 1924.
José A. Vargas, Arturo Aguilera, Toribio Salas, M. Ibarra D., Sigunfredo Murillo, Manuel
Galarza, Adriano Alvarado, Manuel Morales S., Rosa Becerro, Victoria Rosales, Javiera F.
Castillo, Juan Jiménez, Pedro Veloz, Carmen L. Manrique, Victoria Moncada, Mercedes
Miranda de Clavijo, Concepción Mora, Adolfo Fuentes, Vicente Alvarado, Guillermo
Franco.
Imprenta Idea Libre
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Carlos Marchán Romero
SORPRESAS DE LA POLÍTICA
UN SESGO INESPERADO91
D
ecíamos ayer, dando cuenta de las novedades de la política, que parecía cosa
resuelta la formación del gabinete con el que iniciará el doctor Córdova su
administración; gabinete del cual formaría parte don Luis Napoleón Dillon, en
la Cartera de Hacienda.
Como no era ésta una cosa inverosímil, sino una confirmación de los sabidos
entronques que tiene el Gerente de la Internacional con el Presidente electo, también
nosotros dimos fe a la versión, y hasta nos permitimos emitir ciertos conceptos respecto
del señor Dillon.
Pero, parodiando la sentencia popular, en este caso cabe decir que los del Tribunal de
Cuentas proponen, el doctor Córdova dispone y la trinca lo descompone; pues, con sólo
la enunciación del nombre del señor Dillon como probable candidato para la Cartera de
Hacienda, por motivos que ignoramos, los hilos telegráficos se han puesto en inusitada
actividad, y después de largas y acaloradas discusiones, telegramas van y telegramas
vienen, se nos comunica que antenoche, un conocido político guayaquileños –el que va
a ser ya en dos períodos seguidos Presidente de la Cámara del Senado– se ha instalado en
casa del electo, y no ha salido de allí mientras no estar convencido de que no irá el señor
Dillon a la Cartera de Hacienda, porque no les conviene a los bancos de Guayaquil; que
le dejan al doctor Córdova la libertad de nombrar al resto de ministros, pero se reservan
el derecho de nombrar al de Hacienda. ¡Y el doctor Córdova ha convenido en ello…!
¿Qué tal?
Nosotros no somos ni aspiramos a ser profetas, pero sí merece dejar constancia de
que pocas horas antes de que sucedieran estos ajetreos, que han dado por resultado el
fracaso del Ministerio Dillon, escribíamos que este señor no tiene buena suerte en ese
despeñadero de la política.
¡Dicho y hecho! No le conviene a la banca guayaquileña que vaya un Dillon a la
Cartera de Hacienda, sino una persona de confianza que haga lo que convenga a la
trinca, conveniencia que, naturalmente, no se ha avenido ni se avendrá jamás con los
intereses de la nación.
¿Qué nos toca, pues, esperar de la futura administración? La misma noria, igual círculo
vicioso, con sólo el cambio de personajes de segunda esfera, ya que los de primera siguen
y seguirán siendo, por desgracia, el general de Isinche y su plana mayor civil y militar,
91
Tomado de El Porvenir, No. 1375, 18 de agosto de 1924.
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que bien les conocemos y reconocemos, a través de todas las comedias que se presentan
en esta república de opereta.
Y a la dinastía Córdova le pasará lo mismo que a la dinastía Baquerizo Moreno, a la
dinastía Tamayo y a la dinastía inglesa: reinará, pero no gobernará; porque al mandarín
de las barbas de Buda no le conviene otro orden de cosas. Él se ha de decir para su
coleto; “hay que aprovechar y seguiré aprovechando, mientras el pueblo duerma”.
¡Ah las sorpresas de la política ecuatoriana! En ella se suceden cosas que debieran
hacer llorar y, que a veces, paradojalmente, nos hacen reír, y ésta es una de ellas.
Nuestro colega, El Día, comentando el proyectado nombramiento del señor Dillon
para la Cartera de Hacienda, se felicitó muy cumplidamente, en su edición de antier y
como buen asambleísta y dillonista, dijo que la idea del señor Dillon al gabinete era un
nuevo triunfo de la Asamblea Liberal, la que iba a estar espléndidamente representada
en el Poder.
Ya se le habrá ido al colega el gozo al pozo, y muy discretamente, estará echando
de ver que no es fácil llegar al puesto, repudiando el tutelaje. “Creer que la Asamblea
Liberal–aunque hubiera sido radical, roja de crin a cola– hubiera podido prevalecer
en la repartición de cargos sobre la trinca dueña y señora de los inconvertibles, de la
incautación, de la aduana y demás filones de explotación, era creer en lo excusado!
Quedamos, pues, en que a buen tiempo no ha dicho todavía el doctor Córdova
–como su antecesor– que no tendrá tutores; porque ya estamos viendo y eso antes de
tiempo, que el que reine va a ser Córdova, el que gobierne, Plaza, y el que explote…
pues, los de siempre!
Imprenta El Porvenir.
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COMERCIAL Y AGRÍCOLA
Gobernantes y gobernados deben darse perfecta cuenta de la situación.
La liquidación del Banco Comercial y Agrícola es imprescindible,
de acuerdo con las leyes del país,y dada su actual situación.
La falta política más tremenda es la debilidad.
Éste es un pecado contra el Espíritu Santo de la política.
Treschke, filósofo alemán.
C
olocadas las cosas dentro de un plano de honradez política y de verdadera
garantía para los derechos de la comunidad, se hace menester un estudio claro
y detallado de la situación del Banco Comercial y Agrícola, cuyo efectivo y
verdadero estado toca por igual a grandes y chicos, ricos y pobres, pues todos, en mayor o
menor escala, estamos pendientes por saber qué vale la inmensa cantidad de papel que,
abusivamente, ha venido emitiendo este banco.
Se pretende dar el carácter de víctima al gerente, señor Urvina, por la prisión que,
en acto de estricta justicia, le impusiera la Junta Militar y [por parte de] sus amigos, sus
colegas de instituciones subsidiarias, y accionistas y gestores del mismo banco, se pide la
libertad para este caballero o el permiso para que pueda abandonar el país.
Ambas pretensiones las conceptuamos equívocas: la libertad del señor Urvina Jado
implicaría su retorno a la gerencia del banco, o a la dirección del mismo desde su casa,
y esto equivale a la entrega irrestricta de un formidable arsenal de guerra –los paquetes
de billetes nuevos que tienen por llevar a la circulación– para que se defienda y triunfe
de la situación en que hoy se ve comprometido; en marcha al exterior –ambición que
venía acariciando hace algún tiempo y que acaba de frustrar el impensado desarrollo
de los acontecimientos– representaría la imposibilidad de poder desentrañar en forma
alguna los infinitos misterios y combinaciones allí existentes, y de las que buen ejemplo
presenta El Universo, con documentos de todo punto fidedignos.
Nosotros creemos que se están alterando los términos y que la víctima no es el
señor Urvina Jado, ni muchísimo menos, sino por el contrario, el pueblo trabajador y la
clase media, que por largos años han [visto] mermar día a día su salario, sin alcanzar a
satisfacer las más premiosas necesidades de la vida, a fin de dar lugar a que los accionistas
retiren grandes repartos de dividendos y a los gerentes se les otorgue las más estupendas
gratificaciones que registra la historia de la humanidad, en relación con el medio en que
se han desarrollado estas actividades.
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La política de los gestores del Agrícola ha tendido siempre a cerrar los ojos del
Gobierno, con ofertas de continuos préstamos para administración; registrándose el
caso curiosísimo de un deudor que no paga siquiera los intereses de sus deudas, pero
a quien el acreedor sigue imperturbable en su afán de facilitarle dinero. Naturalmente
esto entrañaba la obtención de permisos constantes para la importación de nuevas y
cada vez más fuertes remesas de circulante, que nunca vinieron por el valor que había
sido concedido, sino por el que ellos quisieron introducir. Tampoco se han hecho los
retiros de billetes viejos correspondientes a las nuevas emisiones, y así vemos, pese a
todas las importaciones hechas en los últimos años, circular siempre y en abundancia
billetes en el más completo estado de descomposición y deterioro. Estos billetes, en lugar
de ir a la caldera de incineración, fueron siempre conservados para, bajo pretextos de
sanidad, efectuar nuevas emisiones, cuando no era posible conseguirlas con el aliciente
del préstamo.
Y ahora ¿cómo desentrañar estos enredos? El ministro Cabezas dejó dicho, en sus
famosas cartas al Presidente del Directorio del Banco, que no constan anotaciones en
los libros de esos famosos retiros de emisión; y que el señor Urvina le manifestara que era
vieja costumbre del banco sujetarse a tales procedimientos; así como seguramente lo era
también la de sellar billetes cuándo y cómo les conviniera. Pero es menester que alguien
alentare estas cosas, y este alguien no puede ser otro que don Francisco Urvina Jado,
quien por tantos años manejara a su absoluto arbitrio esta institución.
Los intereses de la comunidad, en general, están de tal modo afectados por el
funcionamiento de este banco, que no creemos posible se descuiden cuantas precauciones
sea menester tomar, a fin de que se garanticen tales intereses y se ejerza sanción sobre los
que hubieran defraudado, de manera tan infame, la confianza pública.
No vemos en qué forma se justificaría el dejar de lado el interés general, no herir la
susceptibilidad de ciertos banqueros, quizá también comprometidos no pocos de ellos,
cuando precisamente, si el movimiento libertador militar ha gozado desde el primer
momento de todas las simpatías, ha sido por haber levantado muy alto el estandarte
de la redención económica, a cuya sombra esperamos encontrar lenitivo a las zozobras y
amarguras padecidas durante largos años.
Pedimos la liquidación del Banco Comercial y Agrícola, por infracción de los Arts.
5, 15, 22 y 25 de la Ley de Bancos vigente, así como también de los Arts. 3 y 4 del
Decreto Legislativo de 3 de octubre de 1924, y el Art. 1 del 6 de agosto del mismo año.
Además, exigimos se dé estricto cumplimiento al Art. 23 de la misma Ley, que dice:
Los gerentes de bancos son responsables por fraude, ineptitud o mala conducta en
el desempeño de sus cargos, así como por las operaciones que hicieren, contrarias a esta
Ley o a los estatutos del establecimiento, debiendo, por consiguiente, indemnizar los
perjuicios que causaren al banco, y responder de las obligaciones que por estos actos
hubiesen cometido para con el público.
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Sabemos que el señor Urvina ha sacado al exterior sumas de dinero que totalizan
muchos millones, no teniendo en el país ninguna inversión de capital apreciable, no
obstante los inmensos beneficios de todo orden que año a año ha venido obteniendo. Es
menester que estos fondos en oro regresen a la nación, para contrarrestar la baja de la
moneda nacional, a lo que contribuyera como principal autor este señor.
Quedamos pendientes de las resoluciones que adopten nuestros libertadores; pero
estamos seguros que ellas no serán otras que satisfacer al pueblo que hoy herido pide a
gritos ¡justicia y sanción!.
El Universo, 12 de julio de 1925.
Obreros sacrificados.
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VIENDO PASAR…
A
medida que los días se deslizan, parece que poco a poco se olvida la triste
suerte que le ha cabido a un distinguido ciudadano, que ayer, en medio de su
esplendor y comodidad, supo servir con marcado desinterés, no sólo a su patria,
sino también a buena parte de sus conciudadanos. Nos referimos al señor Francisco
Urvina Jado.
No hemos sido favorecidos por tal caballero en el más pequeño e insignificante
servicio, y jamás nos hemos acercado a él solicitándole su apoyo pecuniario, ni su
influyente recomendación; hasta hemos tratado de evitar un indiferente saludo, pero sí
hemos sabido aplaudir sus procedimientos, en 1918, cuando la suerte del país se debatía
en medio de la gran tempestad europea, y el cacao embodegado y la incomunicación
mundial de nuestro puerto, pusieron al Ecuador al borde del abismo…
El señor Urvina Jado, lejos de seguir el edificante ejemplo de encerrarse en la torre
de marfil de su egoísmo dinerístico, y cortar las cooperaciones bursátiles para que la
calamidad fuera mayor, sumiendo a todos en la ruina, abrió las puertas del banco que
dirigía y del cual ha sido motor, nervio y cerebro, y facilitó el dinero necesario para que
la Asociación de Agricultores comprara el cacao para almacenarlo, sin esperanzas de
realización tal vez, y sostuviera un mercado con su crédito.
Los agricultores, al salvarse en medio de ese pánico –bien o mal fundado– pero
siempre pánico, alimentaron a sus peonadas, quienes atendieron a sus necesidades, y
sirvieron para mitigar la penuria de un comercio languidecente.
Esa obra tan grandiosa, por lo mismo que fue audaz y decisiva, fue obra del señor
Urvina Jado, obra exclusiva, por la cual, si el éxito no lo hubiera coronado su vida
hubiera sido pequeña para satisfacer las exigencias de los que se hubieran llamado
perjudicados.
Desgraciadamente, el espíritu de los pueblos es tan voluble, tan superficial, que pronto
se olvida de las buenas acciones de sus conciudadanos, y la novelería, las impresiones del
momento, ofuscándoles la mente, los precipita en la comunión del error, como rueda en
plano inclinado, mientras la verdad lucha por subir la cuesta de la razón…
Para muchos, estamos seguros, ha de ser sorprendente saber que al señor Urvina Jado
le debe el Ecuador algunos días de calma, durante la terrible crisis de 1916 y 1917. Sin
embargo, así es la verdad, así nos consta a todos los que de lejos miramos debatirse a un
número de propietarios con productos por vender, muchas necesidades de dinero y sin
compradores ni esperanza de realizar tales productos…
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Urvina Jado es un héroe nos decía un respetable agricultor, a quien salvó de una ruina
segura; saca dinero de dónde no lo hay para descontar los vales de cacao embotellados
que no será exportado, porque no hay nave en dónde embarcarlo.
Y el dinero del Agrícola salía y alcanzaba para agricultores, comerciantes, propietarios
y profesionales. Se limitaba el crédito por allí; se exigían ahorros aunque pequeños, por
allá; se facilitaban diversas sumas por acullá. Para todos había, para todos alcanzaba.
Y la época fue tan dolorosa que rentistas ausentes ordenaban a sus apoderados y
representantes que realizaran todo el papel bancario a cualquier precio y lo redujeran a
oro, sólo oro, dado el pánico monetario mundial.
No es la voz de la gratitud ni el pago de una vil soldada que se descuenta; es el
grito de justicia que brota de nuestro pecho y haciendo vibrar nuestros pulmones de
ecuatorianos, nos impulsa a pedir que cese ya la prolongada prisión de un ciudadano que
si ha cometido algún error, también ha prestado muy grandes y numerosos servicios al
país, probando así ser un verdadero patriota, demasiado audaz, a favor de la comunidad,
cualidad superior que la de haber sido un mezquino, incapaz de sacrificarse por salvar a
los demás.
Desaparezca el seño arrugado para ese caballero y procédase a ponerlo en libertad,
ya que la situación del Banco Comercial y Agrícola está muy por encima del estado
deplorable, en que lo hubieran colocado la emulación, el interés y el odio personales.
Lino Delgado.
Imprenta Gómez.
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REPARACIÓN PARA UN BUEN CIUDADANO
C
uando la revolución del 9 de julio creyó oportuna y conducente la prisión del
señor Francisco Urvina Jado, El Telégrafo esperó que, realizada la indagación
que pudiese poner en claro y justificar acaso esa medida, la situación aleatoria
del indicado caballero quedaría precisada y clara.
Amigos y conocedores cercanos de los méritos de ese eminente compatriota, no
hemos querido, por ello mismo, estorbar la acción gubernativa ni influenciar en modo
alguno las gestiones, oficiales o extraoficiales, alrededor de las acusaciones y perjuicios a
cuyo torno parecen girar todas las suspicacias que llevaron al señor Urvina a un buque
de guerra nacional.
Pero hoy ya cabe levantar nuestra voz, clamando justicia y reparación, en forma de
libertad inmediata para el señor Urvina. En efecto, examinado el Banco Comercial y
Agrícola por la Comisión Fiscalizadora, nada ha encontrado que pueda justificar un
día más la continuación de una atroz injusticia. Todo lo contrario, han sido disipadas
especies que tenían embargado el ánimo de algunos elementos sociales. El banco ha
comprobado que tenía oro en sus bóvedas, por mayor valor del que tienen los similares
institutos bancarios; y en cuanto al exceso de emisión de billetes, ha resultado que él se
inició en aras de una causa santa y patriótica: suministrar ese billete para movilizar a la
frontera al ejército, que el año 1910 fue a defender [la patria] contra el Perú, y tres años
después, para movilizar las reservas y el ejército que marchaba a Esmeraldas, a defender
el orden y la Constitución, contra la más cruenta y costosa de nuestras revoluciones. En
una y otra ocasión, el señor Urvina tuvo el suficiente valor cívico de suplir la deficiencia
legal y la capacidad económica del país, y puso todo el esfuerzo del banco, todo el
empeño de su potente voluntad, para salvar al país contra el enemigo internacional y
contra la anarquía interior.
Luego, en las sombrías horas de la guerra europea, el Ecuador falto de producción
y sujeto, en cambio, a importar hasta alimentos, habría sucumbido si el señor Urvina
no hubiera cortado el nudo gordiano de la dificultad, convirtiéndose en el defensor de
la agricultura y de la industria, que a falta de oro, que la guerra no dejaba llegar, pedía
el billete del Agrícola, como el único y eficaz medio de subsistir. El banco fue así arca
abierta a toda iniciativa, y en ella encontraron elementos el Gobierno, el industrial, el
comerciante, el agricultor, en todas y cada una de sus horas de amargura y de escasez…
Cuando el egoísmo y el temor se esparcían por el país y la desmoralización cundía
en el ánimo de sus más encumbrados dirigentes, Urvina tenía el valor de mantener
abiertas las operaciones bancarias y daba al empresario, al hombre de energías, el billete
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que suplía la falta de moneda, y merced a cuyo concurso el país subsistía, la industria se
vivificaba y la agricultura hallaba un tónico oportuno.
¿Hemos olvidado acaso que desde 1914 el mundo entero sufrió las horas más difíciles
de la historia, y que el Ecuador surgió de ellas, menos mal, menos agraviado que las
más ricas naciones?¿Sabe acaso el pueblo que durante estos diez años han encontrado
trabajo remunerado y amplio, y que el brazo obrero es cada día más solicitado y que, sin
el billete del Agrícola, tendríamos hoy la misma legión de los “sin trabajo”, que pululan
en las calles de las viejas capitales europeas? ¿Acaso no palpamos ya que las dificultades
puestas al sistema bancario por la insidia, están produciendo los trastornos inevitables
a la escasez de billetes?
La revolución del 9 de julio no es la que tiene preso al señor Urvina. Sería una
bonhomía muy grande achacar a los hombres que actuaron en ese movimiento una
directa culpa en la injusticia cometida. Ellos han empezado a actuar bajo el influjo de
una atmósfera adversa al señor Urvina, y esa atmósfera es la obra de otros hombres
que han amasado, durante diez años, la bola de nieve que al fin enfrió la conciencia
colectiva, la adormeció poniéndola un velo ante los ojos y haciéndola olvidar el esfuerzo
y la resolución de un hombre, lo señaló más bien como víctima propiciatoria para la
hora en que la encrucijada llegara a ser factible. Y lo fue.
Pedimos, pues, a los hombres nuevos que tienen en mano la responsabilidad histórica
del momento, que sean fuertes y justos para poder apartar esa atmósfera viciada que
encontraron en sus primeros momentos de acción y renovación. Que reflexionen un
instante, inspirándose en los consejos de la historia. En ese gran libro de la humanidad
hallarán las páginas del Ecuador, satisfaciendo su contribución de injusticia en aras de
los errores colectivos.
(Tomado de El Telégrafo).
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
EL BANCO DEL PICHINCHA
ESTÁ FUERA DE LA LEY
EXPOSICIÓN RAZONADA Y JURÍDICA DEL
SR. DR. ALEJANDRO PONCE Y BORJA,
PRESIDENTE DE LA SEGUNDA COMISIÓN
FISCALIZADORA DE BANCOS
Quito, a 14 de agosto de 1925
Señor don Luis N. Dillon,
Ministro de Hacienda
Ciudad.Señor ministro:
En el oficio que, por orden del ministerio a su cargo, dirigí a usted el 11 del presente,
manifesté que en mi concepto, los $ 726.663 que el Banco del Pichincha, en sus billetes
propios, tuvo el 3 del mes que corre como parte de su saldo de Caja, pertenecen a la
circulación, por lo que, según sus propios estados, existía un exceso sobre lo legal.
De acuerdo con la petición que usted me hace en su oficio No. 85, de hoy, cúmpleme
exponer de manera sucinta las irrefragables razones en que fundo mi criterio que defiende
así el cumplimiento de la ley, como los trascendentales intereses del público.
En el Art. 5 de la Ley de Bancos se lee: “La emisión de billetes no excederá del duplo
del capital suscrito, ni la circulación será mayor que el duplo del valor efectivo en oro
que tenga el banco en su caja, como reserva en numerario”.
Profunda es la diferencia entre la emisión y la circulación; y porque muy diferente
es la una de la otra, la ley permite la emisión por el doble del capital suscrito, y limita
la circulación tan sólo al duplo del valor efectivo en oro a que ascienda la reserva en
numerario.
Billete emitido es el billete fabricado que, con las firmas respectivas y demás
requisitos, se lo ha de destinar a la circulación cuando el banco, teniendo la reserva
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metálica, sienta la necesidad de dedicarlo a sus operaciones. Mientras al billete emitido
no se lo destine a la circulación, es papel sin valor legal, es como si no existiera.
Cuando a los valores y a las mercancías se les destina a pasar de una mano a otra, a la
venta, a la permuta, al préstamo, etc., los valores y las mercancías están en circulación.
En una palabra, los valores y las riquezas se hallan en circulación desde que se les
destina al movimiento comercial. Por esto, los maestros de la economía política, las más
prestigiosas autoridades de la ciencia, enseñan que toda mercadería está en circulación
cuando se la destina a pasar de una mano a otra. Con el brillo de su claro ingenio dice
Charles Coquelin: “La circulación es la destinación al movimiento”.
Si la circulación, como es de evidencia inmediata, es la destinación al movimiento,
a la venta, a la permuta, al préstamo, etc., clarísimo es que un billete emitido estará
en circulación cuando se lo destine ya a las operaciones bancarias, ya al movimiento
económico del banco.
Y, ¿cuál de las cuentas de la contabilidad del banco revela que el banco destina
ya sus billetes al movimiento de sus negocios? ¿Cuál de las cuentas revela los valores
disponibles, los valores circulantes de la institución?
Esta cuenta es la de caja, centro, corazón y medida del movimiento circulatorio
del banco. Los valores de la cuenta de caja son valores esencialmente destinados al
movimiento, destinados al conjunto de operaciones bancarias, son valores disponibles,
valores en circulación. En la cuenta de caja no puede figurar lo que no es valor, como
no puede figurar lo que el banco no puede disponer sin salirse del marco que la ley fija.
Aun en los textos de contabilidad elemental, la cuenta de caja es cuenta de valores
circulantes.
Aun los niños de nuestras escuelas, si se les pregunta “¿para qué se ha establecido
la cuenta de caja?”, responden: “la cuenta de caja se ha establecido para todos los
valores en numerario, billetes de banco, papel moneda, letras pagaderas al portador, y
generalmente para todo lo que se considera como dinero contante”.
Y claro es que el dinero contante está en circulación.
La cuenta de caja revela, pues, que el banco, ingresando en ella sus billetes emitidos,
los destina a la circulación, porque la cuenta de caja es cuenta del movimiento de los
valores, es cuenta de circulante, cuenta de numerario o de lo que haga sus veces.
A la luz de tan obvios principios, la cuenta de caja del Banco del Pichincha, en su
estado especial de 3 de agosto, manifiesta que los $ 726.663 que en esa fecha tuvo en
billetes propios como parte del saldo de su cuenta de caja, por su esencia, da cuenta de
los valores circulantes.
Dichos billetes no pueden considerarse como meramente emitidos, porque los
meramente emitidos son como si no existieran, y en la cuenta de caja, cuenta de valores
en movimiento, no pueden figurar objetos que valen tanto como si no existieran. Dichos
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billetes que forman parte del saldo de caja no pueden ser considerados como meramente
emitidos, porque figurando como están en la cuenta de numerario, están en circulación.
No cabe, pues, señor Ministro, la menor duda de que, a la luz de los preceptos legales,
de las enseñanzas de la economía política y de las reglas de la contabilidad técnica, los
billetes propios del Banco del Pichincha, que forman parte de su saldo de caja al 3 de
agosto, pertenecen a la circulación.
Por tanto, para conocer la verdadera circulación del Banco del Pichincha, debió
hacerse lo que hice e indiqué al señor Ministro: añadir a la circulación que arroja el
estado general, los $ 726.663 que tuvo como parte de su saldo de su cuenta de caja.
El procedimiento que para presentar su estado general ha seguido el Banco del
Pichincha, como quizá lo han seguido los otros bancos, tiene por resultado ocultar la
verdadera circulación del banco, atribuyendo a la cuenta de billetes meramente emitidos
los que, por constar en la cuenta de caja, pertenecen a la circulación.
En efecto, el Banco del Pichincha hace constar en su estado de caja, como parte
de su saldo, sus billetes propios; pero estos billetes los suprime en la caja de su estado
general del mismo día. De manera que, a primera vista, resalta el absurdo manifiesto de
que el banco tiene en el mismo día y a la misma hora dos estados de caja diversos. Y de
esta supresión en el estado general resulta ocultamiento de la verdadera circulación. De
modo que, en el sistema, de las dos cajas, la una, la mutilada, le sirve para presentarla al
Gobierno y al público en su estado general, y la otra, la verdadera, para el movimiento
de sus negocios.
Y con esto, a más de ocultar la verdadera circulación, se falta a las reglas técnicas
de la contabilidad. Sabido es que el estado de un banco, como el de cualquiera otra
institución, se forma con los saldos de todas las cuentas, entre las que figura en primera
línea la de caja, sin alterar esos saldos, sin mutilarlos en manera alguna. El banco, para
formar su estado general, mutila el saldo de caja, suprimiendo sus billetes propios, lo que
da por resultado el ocultamiento de la verdadera circulación.
Además, de aceptarse la absurda idea de que los billetes que forman el saldo de caja
no pertenecen a la circulación, resultaría que un banco que está fuera de la ley por
exceso en la circulación, se pondrá en estado legal sin más que conseguir que sus clientes
depositen billetes en el banco.
Podría extenderme en la exposición de los absurdos que se seguirían de aceptarse el
gravísimo error de que los billetes propios que un banco tiene en su saldo de caja, no
corresponden a la circulación, y de los serios peligros que tal error tiene para la economía
nacional; pero la índole de este documento me lo impide. Lo haré oportunamente, si
fuere necesario.
He justificado, señor Ministro, una vez más en este oficio, el concepto que expresé a
usted en la conferencia de la mañana del 8 de este mes, a la cual concurrieron también
los señores peritos contabilistas, quienes manifestaron que no estaban de acuerdo en
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considerar como parte de la circulación los billetes propios del banco, que figuraban
en su cuenta de caja, aun cuando juzgaron que existía el peligro de que se dispusiera de
ellos. Posteriormente, en cumplimiento de órdenes de usted, le dirigí los oficios de 9 y
11 del presente, en los que me limité a dejar constancia de los hechos y a expresar mi
concepto.
Plenamente convencido, concluyo transcribiendo las siguientes palabras del célebre
economista inglés, Leonard M. Courtney, que se leen en la Enciclopedia Británica, que
parecen escritas precisamente para nuestro caso:
Los billetes que están en la sección de operaciones bancarias, no solamente forman
parte de la circulación del país, sino que son la parte más importante y más activa de
ella. Esos billetes conjuntamente con el metálico que se halla en la misma sección,
constituyen los medios con que el banco lleva a efecto todas sus operaciones bancarias y
son evidentemente tan parte de la circulación como los billetes que están en los cajones
de banqueros privados o en los bolsillos de individuos particulares. Por consiguiente,
en el cómputo de los billetes en circulación nunca deben omitirse los billetes que están
en dicha sección del banco. Estos últimos y los que están afuera, son idénticos; y, en
general, nada importa que el poseedor de los billetes sea la sección de operaciones
Bancarias o que lo sean individuos particulares.
Del señor Ministro, muy atento servidor,
Alejandro Ponce Borja, Presidente de la Comisión Fiscalizadorade los Bancos del
Interior.
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LA LIGA OBRERA DEL GUAYAS
EN SESIÓN EXTRAORDINARIA DEL 11 DEL PRESENTE MES
Considerando:
Que en vista de ciertas publicaciones lanzadas en hojas volantes por algunos
obreros oponiéndose directamente a la libertad del señor Francisco Urvina Jado,
Gerente del Banco Comercial y Agrícola, en las que se hacen aparecer que toda la clase
trabajadora está de común acuerdo, y que siendo la Liga Obrera del Guayas, en todo
tiempo una entidad consciente y que sabe imprimir a sus actos un carácter de equidad
e independencia,
Acuerda:
1. Manifestar categóricamente que no pone dificultad alguna a la libertad de dicho
ciudadano;
2. Que siendo las autoridades militares las llamadas a resolver favorablemente los
motivos de esta detención, solicitar respetuosamente del Gobierno provisional
y de la Honorable Junta Militar de esta zona, la revocatoria de su prolongada
prisión, a fin de que se confirme una vez más, con este acto de hidalguía cívica, los
altos sentimientos de confraternidad y justicia con que lleva a cabo su programa
de regeneración nacional, y
3. Transcribir este acuerdo al Gobierno Provisional, a la Junta Militar de esta zona
y a la prensa, en espera de una resolución favorable.
Dado en la Sala de Sesiones de la Liga Obrera del Guayas, a los once días del mes de septiembre
de mil novecientos veinticinco.
El Presidente,
Bolívar P. García.- El Vicepresidente,Zacarías Landívar.- El Secretario,
Enrique Gueliber.- La Presidenta del Centro de Laboristas,Dina R. Salazar.- El Presidente del
Centro de Oficios Varios, J. C. Sánchez Vinces.Delegados, Alfredo Gómez G.,Sergio
Núñez,Sixto García D.
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BOLETÍN CONTRA LOS BANQUEROS
GUAYAQUILEÑOS
PROLETARIOS ¡LEVANTAOS!
Cuando los desheredados de los talleres o de los cuarteles, tienen en sus
manos las bayonetas del Estado como en vía de redención, es necesario
mancomunidad de clase ejercer “sanción proletaria” contra la clase parasitaria,
pero esa sanción radical y efectiva.
E
n el presente caso del Banco Comercial y Agrícola, de ese banco que con menos
de 3 millones de sucres en oro en sus sótanos tiene en emisión más de 100
millones de sucres en papel moneda en toda la república, merece el más severo
castigo y hasta la pena de muerte para todos los responsables de ese crimen inaudito,
escarnecedor de la fe pública.
Porque esa emisión fabulosa y sin respaldo de oro del mencionado banco, como
primer fenómeno de su inflación hizo deprimir el valor efectivo de nuestra moneda en el
exterior, por su situación económica en falso y, por reflejo, repercutió esa depreciación
monetaria en la vida económica del Ecuador, creando la anormalidad y catástrofe
que palpamos; y, tal estado de cosas, afectó, como es natural, directamente a la clase
trabajadora del país, haciendo mermar el valor efectivo de sus salarios, valor que en
realidad sólo representa la cuarta parte del valor nominal de nuestra moneda.
Por otra parte, mientras este delito se perpetraba con complicidad de los poderes
públicos, y a la sombra protectora de la Ley de Inconvertibilidad, los políticos y toda la
burguesía, e incluso su prensa, enmudecían por el terror o el cohecho, haciendo causa
común con el gerente principal del Agrícola, desde su estrado de banquero, elegía
Presidente de la República y dictaba leyes a su antojo.
En el exterior, entre tanto, se desarrollaba el drama sangriento mundial, que paralizó
la industria de las naciones, y engendró su postración desastrosa por el periodo de
posguerra, haciendo encarecer enormemente las subsistencias o artículos extranjeros, o
sea herramientas, vestidos o telas, medicamentos y otros artículos del exterior.
En resumen, en vez de haber percibido aumento proporcional o equivalente a la
situación económica, la clase trabajadora del Ecuador, o sea en relación al alza de
precios de los artículos del exterior, por la cesación o paralización de la industria en
la Guerra Mundial, con cuyo motivo el proletariado de otros países vio aumentar sus
salarios o percibió, desde entonces, altos salarios, el proletariado del Ecuador, decimos,
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vio mermar o rebajar a una cuarta parte sus salarios, por la depreciación de la moneda
nacional a causa de las finanzas fraudulentas de los banqueros guayaquileños.
He aquí, compañeros, dos de las numerosas causas que han encarecido para nosotros
los alimentos, los vestidos, las habitaciones y medicinas; causas por las que andan
escuálidos y hambrientos nuestros hijos, harapientos nosotros y nuestras esposas; por
las que han muerto, también, prematuramente, muchos de nuestros seres queridos,
llevando en sus rostros una mueca de maldición contra la civilización burguesa y los
banqueros guayaquileños.
Además, con esa inflación portentosa de billetes bancarios, se han multiplicado
las instituciones bancarias o sucursales del mismo Banco Agrícola, que se dedican
sólo a conceder créditos ilimitados (¡claro, qué les importa!) a los traficantes con el
hambre proletaria, a los agiotistas o especuladores con las necesidades públicas, como
acaparamientos de víveres, o sea, el Sindicato Azucarero, el Sindicato de Boticas y
Farmacias, el acaparamiento de ganado y el monopolio de la leche; y, por último, esa
emisión fraudulenta ha servido también para encender las guerras civiles, fomentar
el caudillaje político, levantar templos soberbios la burguesía masónica, fomentar el
alcoholismo embrutecedor y para que la prensa burguesa levante grandes palacetes, en
pago de su consigna.
Por las razones expuestas, de alta trascendencia social para el proletariado, pedimos
lo siguiente:
1. Sanción contra Urvina Jado, Gerente Principal del Banco Comercial y Agrícola,
como también contra su directorio o directorios, inclusive abogados o ex
gobernantes o ex mandatarios o ex congresistas, que han patrocinado al banco, en
esa verdadera “alta traición” a los intereses y vidas de los ecuatorianos proletarios,
disfrazada y defendida hoy con los nombres de finanzas bancarias, de protección
a la industria y al comercio, y de beneficio de trabajo u ocupación para la clase
trabajadora.
2. La derogación inmediata de la Ley de Inconvertibilidad del Billete Bancario, que
ha servido a maravilla para que los ladrones de la banca guayaquileña exporten
el oro y plata sellados al exterior y nos den, en cambio, el sucre –papel o marco–
ecuatoriano, sin ningún valor del Agrícola.
3. El pago de nuestros salarios en moneda saneada con su valor real, sea en plata, oro
o dólar.
4.La clausura, liquidación o quiebra inmediata del Banco Agrícola, por su
“situación económica en falso”, pues a nosotros no nos importa tal quiebra,
puesto que “somos quebrados desde que hemos nacido” y, antes por el contrario,
ese estado de desesperación y hambre [...]unido a la escasez actual del circulante
monetario –experimento atrevido de los banqueros guayaquileños con el hambre
y mansedumbre proletarias– dará ocasión oportuna a un movimiento eficaz en pro
del ideal proletario, y a una reacción humana contra el capitalismo estrangulador,
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contra los bandidos de la banca guayaquileña, verdaderos y grandes verdugos del
proletariado ecuatoriano.
5. ¡Abajo el papel moneda! ¡Queremos nuestro salario en oro, porque el Banco
Comercial y Agrícola está en quiebra!
¡Viva el proletariado en marcha!
Guayaquil, a 23 de septiembre de 1925.
Obreros conscientes.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
EL MINISTRO DE HACIENDA Y LOS BANCOS DE
PAPEL MONEDA
¿QUÉ DIRÁ DE ESTO LA PRENSA GUAYAQUILEÑA?92
Quito, 28 de octubre de 1925
Señor don Víctor Emilio Estrada
Distinguido amigo:
Usted que fue el mejor y más entusiasta colaborador en nuestra obra del Banco
Central, usted que conoce íntimamente la forma leal y sincera con que defendimos los
intereses de Guayaquil; usted que ha sido testigo presencial de la amplitud de nuestro
criterio y de nuestra condescendencia para herir lo menos posible los intereses de los
bancos de esa metrópoli, estará seguramente indignado, o por lo menos, sorprendido de
la conjuración ahora en marcha contra la política económica del Gobierno, quien no
mira sino los intereses nacionales en su más alto concepto. Ya sé por los periódicos de
esta ciudad que se me ataca rudamente con motivo del decreto que establece sanciones
contra los bancos que llevasen sus resistencia hasta la liquidación de sus negocios. Con
esta ocasión se le está de nuevo engañando al pueblo de Guayaquil y haciéndosele creer
que el Gobierno trata de trasladar el oro de los bancos guayaquileños para fundar el
Banco Central de Quito.
Como usted comprende, ésta es una especie calumniosa que maneja la insidia de
quienes están directamente interesados en mantener indefinidamente el régimen del
papel moneda al amparo del cual se han improvisado enormes fortunas, a costa del
infeliz pueblo ecuatoriano. usted que es un hombre patriota, desinteresado y veraz,
espero que no ha de negarme su cooperación para desvirtuar esta nueva compaña de
desprestigio contra la obra redentora del Ecuador. usted comprende que no podemos
tener la pretensión de fundar un banco central al gusto de todos y cada uno, y que por
fuerza tenemos que herir ciertos intereses privados para servir los del país. usted sabe que
el Gobierno no puede mantenerse indiferente ante la amenaza, dictada por el capricho
más antipatriótico, de echar a los cuatro vientos, so pretexto de liquidación, el acervo
metálico que constituye una de las bases de la riqueza nacional y el respaldo necesario
para la vida económica del país.
Sobre el oro de los bancos prima el derecho del tenedor del billete sobre cualquier
otro derecho, y el tenedor del billete es el ciudadano ecuatoriano, por cuyos intereses
92 Tomado de El Comercio, “Telegrama a Guayaquil”, 28 de octubre de 1925.
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debe velar la autoridad. El Gobierno no puede consentir que los bancos que han
realizado enormes ganancias al amparo de la concesión de emitir por el doble del valor
de ese oro, facultad privativa del Estado, quieran hoy negarle su concurso, sobre todo
después de que ese mismo Estado ha ido hasta dictar leyes ruinosas para el país, como la
de inconvertibilidad del billete bancario, por proteger ese mismo oro, por salvaguardar
los intereses de esos mismos bancos, y para asegurar las pingües ganancias al amparo del
régimen nefasto del papel moneda. El pueblo esquilmado con ese régimen, el pueblo que
sufre hambre y padece sed, como consecuencia de esa ley proteccionista de los bancos,
tiene ahora el perfecto derecho de exigir de ellos alguna compensación o, por lo menos,
el derecho de evitar que se le hiera de nuevo de muerte, dilapidando, derrochando,
negociando ese oro que es del pueblo y no de los bancos.
Este es el único fin que persigue el decreto por el cual se me ataca de nuevo
inmisericordemente. Estoy orgulloso de esos ataques que no hacen sino infundirme
nuevos bríos para realizar la obra fundamental, en lo económico, que se ha propuesto
el Gobierno.
Le saludo atentamente. Su amigo,
Luis N. Dillon,Ministro de Hacienda.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
EL PROBLEMA
La cuestión cambios. Factores de desvalorización de la moneda.
La economía política de don v. E. Estrada.
Sofismas y argumentaciones que no resisten el más insignificante
estudio.
Una campaña de descrédito que honra al banco del ecuador93
I
C
uando iniciáramos esta campaña moralizadora sobre cambios, con el objeto
de impedir que se continuara engañando impunemente al pueblo sobre los
verdaderos factores que creaban las continuas devaluaciones de la moneda,
advertimos al público, y a nuestro empecinado contendor don V. E. Estrada, que el
móvil que nos guiaba al defender al Banco del Ecuador de los injustos ataques que le
prodigaba con intencionada malevolencia, no era otro que el de la defensa de la verdad
y de la justicia conculcadas por quienes, como él, tienen interés en arrimar sobre otros
hombros las propias culpas y los propios errores.
El público imparcial ha podido juzgar la lógica abrumadora con que hemos venido
día a día refutando al señor Estrada [...] sobre los puntos que él mismo fijara, y cuya
deleznable veracidad hemos hecho rodar por los suelos, al ligero impulso de un estudio
sereno que no requiere el aporte de citas técnicas, la mayor parte de ellas no aplicables,
en tanto que no van acompañadas del estudio completo de los demás factores que crean
la situación.
La economía política, dice Henry George, no es un conjunto de dogmas, sino la
explicación de cierto conjunto de hechos. Es la ciencia que en la correlación de ciertos
fenómenos procura hallar sus relaciones mutuas y enlazar la causa y el efecto, lo mismo
que las ciencias físicas tratan de hacer con otro grupo de fenómenos. Pone sus cimientos
sobre tierra firme y las premisas de que extrae sus deducciones con verdades que tienen
la más alta sanción.
93 Tomado de El Universo, 2 de julio de 1925.
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Pero el señor Estrada hace todo lo contrario y, en su afán impetuoso de notoriedad,
lanza citas de todo género y de estudios que no han sido hechos ni son aplicables para
casos como el nuestro, pero que pueden herir la reputación del contrario; y sin que se
dé cuenta que esto lo está conduciendo a caer en contradicciones de todo género, de las
que pueda quedar muy mal parado, cuando al hacer la crítica de sus obras se encuentra
que ella no se basa sino en el despecho, el interés propio, la maledicencia o un prurito
de figuración, que graves daños le va causando al país.
Que el lector [saque sus verdades] de nuestras afirmaciones, después de contemplar
las siguientes líneas. Hace apenas 44 días, el 17 de mayo de 1925, don V. E. Estrada decía
en un extenso artículo publicado en El Guante, y titulado “Los movimientos erráticos
del cambio y los errores del Banco del Ecuador”.
El pobre criterio que se satisface con señalar a la especulación como causade las
fluctuaciones del cambio, vive en un mundo imaginario. Cualquier análisis que se lleve
a profundizar las causas de la fluctuación, encuentra sin gran tropiezo causas verdaderas
y palpables de las fluctuaciones erráticas del cambio, que vienen a constituir factores
temporales superpuestos a las causas más poderosas que han producido la depreciación
primitiva. Estos factores temporales no son en sí mismo causa de depreciación. Ésta ya
se ha realizado bajo otros influjos: aquéllos producen simplemente la fluctuación dado
un grado de depreciación pre-establecido. Son factores que producen la fluctuación
unas veces en pro, otras en contra, de la moneda, y algunas veces neutralizándose entre
sí. Señalemos en forma genérica estas causas, diciendo que son las producidas por el aumento
o disminución del volumen de importaciones y por los movimientos de capitales que entran o
salen del país.
Un mes después, en sendos artículos dirigidos “al público”, con fecha 26 y 28 de
junio, y que han visto la luz en el mismo diario, el señor Estrada cambia de opinión y
dice:
El cambio no subirá por la importación de tabaco, porque el Estanco aprovechó de
la baja artificial que realizaba el Banco del Ecuador en enero y febrero, para adquirir los
cien mil dólares que necesitaba para el tabaco.
El Estanco necesitaba letras para importar tabaco y empezó en gestión con el
Gobierno desde hace algunos meses. Siendo evidente que el cambio subirá una vez
más bajo la errada política del Banco del Ecuador. El Estanco se apresuró a hacer lo
que hubiera hecho otro cualquiera en su caso: compró las letras cuando el Banco del
Ecuador forzó al tipo hacia abajo.
Adquiridos en el momento que la situación era artificial la baja ficticia del Banco del
Ecuador, la influencia de esa compra hecha fraccionadamente ningún efecto tiene.
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Es decir, que en mayo era sólo el volumen total de exportaciones e importaciones
y los movimientos de entrada y salida de capitales, las causas de las averiguaciones del
cambio. En junio tal salida de capitales y tal importación (pues se trataba de tabaco para
los estancos que dirige el señor Estrada) no produce ningún efecto!!
¿Qué deduciría cualquiera de esto? ¿No es verdad que la obra de don Víctor Emilio
Estrada sólo es guía para el interés propio?
Otro ejemplo: en el mismo artículo de mayo, al que arriba nos referimos, decía más
adelante el señor Estrada, en su afán de atacar al Banco del Ecuador:
Véase la concatenación lógica de los tipos de cambios que han regido en Guayaquil
desde octubre pasado hasta hoy. En ellos ha pretendido intervenir la taumaturgia y
adscribirse las bajas, rechazando por supuesto las alzas. La ortopedia monetaria del Banco
del Ecuador no ha existido sino como pose y propaganda parásita de los hechos: a la sombra
de ellos ha querido ver triunfos propios que la realidad ha descarnado muy en breve potentes
causas de las fluctuaciones del cambio [que]vamos a verlas actuar y producir alzas y bajas
desde octubre de 1924, sin que el Banco del Ecuador tenga otra participación en las bajas,
excepto la de ir apropiándoselas.
Y ahora en junio argumenta:
Dícese que el Estanco ha acaparado letras durante la baja artificial, provocada por el
Banco del Ecuador.
Siendo evidente que el cambio subiría bajo la errada política del Banco del Ecuador
de mantener una baja artificial del cambio. El Estanco se apresuró a comprar las letras cuando
el Banco del Ecuador forzó el tipo hacia abajo.
Lo que equivale a decir, en pocas palabras, que en mayo eran potentes causas de otro
orden las que producían alzas y bajas desde octubre de 1924, hasta la fecha en que él
escribía –17 de mayo de 1925– sin que el Banco del Ecuador tuviera otra participación
que la de ir adscribiéndose las bajas. Pero en junio ya no eran tales potentes causas sino
que, como el sistema había fracasado al impulso del mismo señor Estrada, era el Banco
del Ecuador el que creó y mantuvo ese cambio ficticio, artificial, etc.; sin que nada tenga
que hacer con la nueva alza, la salida de capitales ni la importación de una nueva línea
de artículos: el tabaco.
¿Qué juicio puede formar el público de ese curioso economista? ¿No se ve claramente
que a más del interés propio está guiados por ingénita maledicencia?
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Pero no es esto todo. Hemos dicho además que el señor Estrada es empujado por otro
factor importantísimo, que inmensos daños le ha causado al país: el afán de notoriedad.
Y es menester que lo probemos:
En diciembre de 1920 presentaba, a nombre de la compañía de préstamos y
construcciones de Quito, un “voto razonado ante la Junta Consultiva Económica sobre
fijación de tipos de cambio, y entre otras cosas decía:
La corrección del cambio por medio de decretos sin fundamentos y en la experiencia
nuestra siempre extemporáneos, es utópica; pero la necesaria situación que atraviesa
nuestro régimen monetario también exige como compañía, una determinación a base
científica de la batuta del cambio, pues la experiencia ha demostrado que aun en los
momentos que el cambio oficial guardaba relación con el cambio del mercado libre,
hubo un error de apreciación que no tiene otro origen que el absoluto olvido en que
hemos tenido el postrer factor que quedó en pie para determinar el valor del cambio de
nuestra moneda, factor que no es otro que el salido de la balanza económica que debió y
que debe estar en adelante a la vista de quienes fijen los tipos de cambio quienes quiera
que ellos sean (La crisis de los cambios en el Ecuador, 1924, p. 10).
Dos años después, el destino que parece complacerse en estas cosas, puso en manos
del señor Estrada la fijación de los tipos de cambio, como Presidente de la Comisión
Ejecutiva Económica, y ¿saben ustedes lo que hizo con su famosa teoría? La tiró al
canasto de papeles y comenzó a bajar el cambio a su arbitrio, sin importarle un pepino
la balanza económica, sino el objeto de aparentar enormes dotes de economista, que iba
encarrilando el país con sólo tomar las riendas de sus finanzas. ¿Desean ustedes conocer
exactamente el resultado, según la revista de la misma comisión?
Mes
Cambio
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Total
3,65-3,50
3,50-3,40
3,40-3,20
3,2
3,2
3,2
Diferencia en contra de la
balanza económica Sucres
843.721,14
1’772.272,87
2’539.016,70
1’653.820,74
922.023,50
2’010.275,64
9’741.130.19
¡He aquí el hombre y he aquí su obra!
¿Y después de todo esto, cree el señor Estrada que pueda aún merecernos la más
insignificante consideración de imparcialidad a los trabajos que él presenta?
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Con todo, mañana volveremos sobre el asunto para probar al público [lo deleznable]
del nuevo argumento que ayer nos lanzara don Víctor Emilio, y desde luego siempre
contra el Banco del Ecuador. Una supuesta inflación del crédito, que como en todo lo
dicho por este señor, hasta el presente no hay base alguna sólida que lo sustente.
Pero si ha llegado la hora de decir las verdades todas, aconsejamos que el que tema
mojarse, abra el paraguas.
El doctor TIGS
La cuestión cambios. Factores de desvalorización de la moneda.
Las teorías de don V. E. Estrada.
La supuesta inflación de créditos bancarios.
Una campaña que honra al Banco del Ecuador
II
Decíamos en nuestro artículo anterior que hoy estudiaríamos la nueva acusación
presentada por don V. E. Estrada al Banco del Ecuador: la de una supuesta inflación de
créditos, que se traduce por el valor de una cartera de cerca de diez millones de sucres,
cuando en el año 1916 esta misma cartera estuvo casi reducida a cero.
El Banco del Ecuador, después de cerrar sus operaciones con sus propios billetes
y recoger casi el monto total de su emisión, reabrió éstas, y comenzó a ver invalidas,
entonces, sus ventanillas de depósitos; por billetes provenientes de la inflación de
circulante que venía efectuando el otro banco de emisión de este puerto. Estos billetes
eran recibidos como depósitos de especial denominación, y no pudiendo acumularlos en
sus bóvedas, hasta totalizar una fuerte suma de millones –ya que con este procedimiento
iría contra sus propios intereses, y tendría que pagar créditos sobre lo que nada produjera–
comenzó a darlos al público en préstamos a corto plazo, formando una nueva cartera. Y
es que un banco no es otra cosa que un intermediario entre el que necesita dinero y el
que requiere invertirlo; su misión consiste precisamente en pasar de unas manos a las
otras el dinero que recibe, mediante una comisión por los riesgos que estos movimientos
de valores, por él garantizados, le obligan a correr. Es así como el banco que ha llegado
a recibir en total de depósitos una suma de S/. 12’000.000 de sucres –los que unidos
a su valor en circulación de S/. 2’900.000 y a su capital de S/. 4’500.000, o sea en
todo S/. 19’400.000– tuviera que ir gradualmente elevando su cartera, siempre con la
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moderación y seguridades que caracterizan esta institución y que le ha valido el crédito
inmenso de que goza, hasta llegar a la cifra que hoy tiene, de S/. 9’936.034,03.
De modo que a un banco, cuyo principal negocio es el de descuentos, que tiene
como fondos para disponer o invertir, una suma de S/. 19’400.000 y que solamente ha
empleado un valor de S/. 9’936.000, o sea el 51% de sus disponibilidades, se le puede
acusar de inflación de créditos. ¿Dónde ve el señor Estrada esta inflación?
Pero estudiemos qué ha hecho a este respecto el mismo don Víctor Emilio, gerente
ya no de un banco de descuentos, sino más bien de una especie de caja de ahorros
hipotecaria, con los valores que tiene en disponibilidad.
Sobre un capital del S/. 1’000.000 (pagados) y depósitos por valor de S/. 5’048.000,
o sea en total S/. 6’048.000, ha invertido en descuento la suma de S/. 3’288.00, o sea
¡qué casualidad!, el mismo 51% que tiene invertido el Banco del Ecuador.
Una vez más comprobamos el valor que tienen las acusaciones del señor Estrada
contra el Banco del Ecuador, acusaciones que como ya hemos dicho, parecen ser para un
público no solamente de ignorantes, sino también de ciegos y tontos de remate.
Profundicemos algo más en estos asuntos, y supongamos qué habría sucedido si,
como quiere el señor Estrada, el Banco del Ecuador, en vez de conferir los créditos por
valor de cerca de S/. 10’000.000 que constituyen hoy su cartera, hubiera depositado
estos valores en una bóveda para pasto de moho y polillas. La escasez de circulante
que se nota actualmente, que llegó a poner en calzas prietas a don V. E. Estrada y a
muchos bancos en el mes de noviembre del año pasado, obligando a nuestro tan citado
economista a volar a Quito para proponer al Supremo Gobierno una de sus tantas
lucubraciones, la devaluación oficial del circulante, sería mil veces peor, y sabe Dios en
qué terrible situación se habría encontrado y se encontrarán muchos establecimientos
bancarios de solidez poco comprobada, o qué formidable nueva emisión habría sido
menester que soportara el país, para poder evitar una bancarrota de estas instituciones.
¡A Guayaquil entero le consta los ajetreos del personal directivo de ciertos bancos, en
casas de comercio y particulares, rogándole depositarles billetes, cada vez que el Banco
del Ecuador, cerrando sus puertas, se ha visto forzado a embovedar tales billetes!
Además, si en algo se puede cohonestar los efectos de una inflación fiduciaria, es
haciendo trabajar ese papel, dándole en préstamo de quienes puedan crear nuevas
fuentes de producción, de riqueza, de progreso. Es así como nosotros hemos entendido
el proceder del Banco del Ecuador, y es así como éste merece el aplauso de los que no
están cegados por el despacho y la obsesión más tenaz.
El Ecuador –así lo creemos– es el único del mundo en donde se permite la publicación
de balances bancarios falsos. Pero los que así proceden no pueden convenir en que al
lado de tales balances se publiquen otros totalmente reales, y cuya comprobación puede
efectuarse en cualquier momento. El mondo de acreencias o inversiones que tiene el
Banco del Ecuador, está siempre sintetizado por documentos de primera clase, la palabra
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cartera; el monto de las acreencias de otros bancos no puede conocerse; a más de las
acreencias por pagaré que constituye la cartera, una fuerte línea de inversiones está
pagando por las concesiones de créditos en cuentas corrientes que no figuran en los
balances, como tampoco figuran en compensación los excedentes de sus emisiones. ¿Y
puede darse una idea el país de cuánto valdrá esto y qué escasa seguridad representan
tales créditos?
De aquí que la consigna sea distraer la atención del público; lanzar la pelota en el
campo del vecino y hacer que hacia allá se dirija [su] atención [...], escudriñando lo que
pueda suceder en realidad y evitando así que se fijen en las enormes lacaduras por las que
se van filtrando la riqueza y el ahorro del pobre espectador, que a la postre es el eterno
engañado.
¡Cuánta similitud encontramos en este proceder, con el de aquéllos tan conocidos
sacamuelas de coche, que a cada rato vemos deambulando por nuestras calles y plazas!
Sube un paciente con la esperanza de extraerse una muela sin dolor, según le ofrecen,
pero que no sucede así [...]. El público que rodea el coche no oye estas lamentaciones.
El ayudante del sacamuelas grita más que el paciente, contando cuentos, distrayendo
la atención del público, en forma tal que éste no llega a percibir [...]los sufrimientos del
otro. Y tan a conciencia desempeña su papel, y tan poco se enteran los mirones, que al
momento, entusiasmado, sube uno nuevo del concurso.
¿No le parece a usted, señor lector, que don Vicente Emilio sólo ha cambiado de
plataforma, y que en vez de usar un coche, usa columnas de periódicos?
Dejamos para mañana el comento de las apreciaciones que de los señores Seminario
Burbano Aguirre y doctor R. H. Erizalde, hiciera el señor Estrada, aplicándolas a su
manera y a la propaganda de sus desvaríos.
El doctorTIGS.
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LA HISTORIA DEL BANCO CENTRAL
Cuál es el verdadero motivo de la oposición.- La suprema razón para
oponerse a su fundación. Cuáles fueron las gestiones del Ministro de
Hacienda en Guayaquil.- Negarse a organizar el Banco Central es
negarse a organizar el país.
Guayaquil, 29 de octubre de 1925
Señor don Luis N. Dillon
Muy estimado amigo:
Ni sorpresa ni indignación, pero sí gran desconcierto, me causa la cercana observación
del proceso y desarrollo que va teniendo el debatido asunto que nos preocupa. Esa
persistente y opositora tendencia a “no tocar” la cuestión monetaria, a “dejar las cosas
como están”, representa, en mi humilde opinión, la más tremenda sentencia contra el
porvenir. No concibo cómo pueda el país soportar las consecuencias de la inestabilidad
monetaria, si no sea en la misma forma que la ha soportado ya en diez años, agravada
ahora por las consecuencia socioeconómicas que complican a estas horas la gravedad
del caso.
El criterio prevalente en la oposición, implica un círculo vicioso y exige una voluntad
capaz de romper el cerco. En efecto, se dice que no es posible ir al Banco Central en un
país desorganizado, pero al mismo tiempo es aceptado que uno de los modos de organizar
una economía moderna es establecer un Banco Central. Negarse a organizar el Banco
Central es, por tanto, negarse a organizar el país.
Su gestión en Guayaquil estuvo encuadrada en términos que le hacen honor y
atestiguan de su caballerosidad. El sentimiento de abierta cordialidad y compañerismo
que primó en su largo discurso de la primera sesión; la resuelta actitud de usted en pro de
la selección de Guayaquil como base y sede del proyectado instituto; la insistencia suya
sobre el particular cuando el decreto instituyó una solución mediocre, insistencia que
le hace acreedor a la simpatía de los guayaquileños, por la forma en que hizo patente en
su conferencia con los Ministros Arízaga, Boloña y Garaicoa; la personal diligencia de
usted ante algunos banqueros que demostraban poco apego a la realización del banco;
la ecuánime actitud que asumió en las dos ocasiones que sus convocatorias oficiales
encontraron inexplicable indiferencia, tanto más inexplicable cuanto que usted invitaba
a ejercer el más noble derecho de cada cual: el de expresar su pensamiento, el de objetar
lo objetable, para lo cual usted ofreció, y espero que aún ofrezca, su apoyo; la misma
prolongada permanencia de usted en esta ciudad, a primera vista incompatible con las
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urgencias del momento, pero seguramente realizada en aras de una idea de cooperación
y armonía; la aceptación por parte de usted y de sus colaboradores de un gran número de
variantes sustanciales en el proyecto primitivo; en suma, todos los pasos dados por usted
y visibles por todos los que interesábamos en el asunto que lo trajo a usted a Guayaquil,
están demostrando que su intención y su deseo han estado conducidos por los más
sanos y patrióticos dictados. De esto he hablado a cuantos amigos me han indagado
por los detalles de sus gestiones y solamente siento que el concepto de “amistad” esté,
por algunos, mal entendido al extremo que quisieran encontrarse un “chauvinista” que
coopere a fomentar pasiones y a defender “intereses creados”, ansiosos de conservarse y
hasta de fortificarse, si fuere preciso.
Así como me vengo expresando con entera libertad de criterio, permítame continúe
para señalarle el escollo real que tiene ante sí el banco decretado. Digo el escollo real,
porque todos los demás que se observan son [...] un afiligranado “camuflaje” que alberga
simplemente la negativa al Banco Central, por la suprema razón de que no conviene.
Pero sí es escollo sólido el hecho de que el Banco Central tenga dos sedes nominales y
una efectiva, y que la efectiva esté situada en Quito, donde no responde a las premiosas
necesidades de la vida comercial, único, verdadero y supremo objetivo de una institución
central de emisión. usted conoce tanto como cualquier otro hombre de negocios, que la
producción exportable del país se siembra y envía del litoral, en su abrumadora mayoría.
Decir exportación equivale a decir cambio y valor monetarios y esto implica
circulación o medios de cambio. Colocar la fuente de la circulación lejos de la fuente
de producción es procrear las mayores dificultades. Destruir una relación ya establecida
en el sentido indicado, es destruir o entrabar seriamente el delicadísimo ciclo de la
producción y exportación.
Por razones geográficas insuperables, el país no puede esperar en muchos años que el
interior contribuya eficazmente a la exportación y, entonces, ha resultado que el litoral
efectúa ese servicio –digámoslo así– que beneficia a todo el país. Toda la organización
económica del litoral responde a esa necesidad propia y de las demás provincias, y la
espina dorsal de esa organización es su sistema bancario, que encuentra cerca sus medios
financieros y los desarrolla.
Por esas evidentes razones notará usted –y notó ya seguramente, cuando apoyó
abiertamente la ubicación del banco en Guayaquil– que la transferencia del núcleo de
fuerza económica a la capital, implica un profundo trastorno en la vida económica del
litoral, que no puede atenuarse con el tiempo y el espacio que median entre Guayaquil
y Quito. Ninguna de las resistencias contra el Banco tiene tan respetable y atendible
origen, como ésta originada en la sede del instituto.
Es una resistencia natural, amparada por la necesidad más noble: la vitalidad
económica. No es una resistencia sistemática en este caso, sino el reflejo de un cuerpo
que se siente tocado en sus órganos íntimos, en sus afecciones más profundas. Es la
natural y espontánea protesta de quien cede todo lo necesario para construir un rumboso
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edificio y ve que este edificio, síntesis de sus recursos, se levanta lejos de su vista, fuera
de su radio de acción y beneficio.
Porque el sistema bancario de Guayaquil, si coopera al Banco Central, está precisado
a aportar a esa obra salvadora, una buena parte de sus recursos activos; es el mayor
contribuyente para levantar el banco y no cabe exigirle que olvide su función eminente
en la vida local y en la nacional, para ocupar un sitio y ejercer una acción secundaria,
vinculada a una dirección ajena a sus necesidades, desligada de las impresiones personales
que en un banco de esa importancia, constituyen la base de las más importantes
resoluciones.
Considero pues oportuno que se precise la ubicación del Banco Central en el
sitio que corresponde a la necesidad económica más importante, sin dejarse guiar
por sentimentalismo dañosos a la armonía, que debe presidir en un acto de tanta
trascendencia, para la felicidad pública, como es éste de colocar la piedra fundamental
de la reconstrucción del país. Obtenida esta rectificación, creo que la reflexión y el
patriotismo surgirán airosos en el espíritu de los opositores y cooperarán a suavizar los
obstáculos secundarios, que un desesperado instinto de defensa ha procurado amontonar.
Éstas son mis sinceras impresiones al leer su telegrama de anoche, y se las da con toda
lealtad e intenso sentido de patria grande, su amigo afectísimo.
Víctor Emilio Estrada.
LA LIGA PATRIÓTICA NACIONAL
Considerando:
1. Que uno de los fines primordiales de la transformación del 9 de julio fue la
reorganización económica del país;
2. Que para conseguir esa regeneración es indispensable la cesación de la funesta Ley
de Inconvertibilidad de los Billetes de Banco, por la cual el pueblo ecuatoriano
viene derramando su sangre desde el trágico 15 de noviembre de 1922;
3. Que la creación y establecimiento inmediato del Banco Central constituye el
medio más eficaz para la pronta cesación de la Ley de Inconvertibilidad de los
Billetes de Banco, y
4. Que la banca, especialmente la de Guayaquil y, en general, la plutocracia, principian
por organizarse a fin de continuar su vieja obra de especulación inmoral y punible,
y que, para esto, sin fundamento alguno, se oponen al establecimiento del Banco
Central, y pretenden la renuncia del actual Ministro de Hacienda, en quien el
Ejército y el pueblo han confiado la realización del problema económico,
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Resuelve:
1. Protestar contra esa banca y esa plutocracia, por procedimiento tan antipatriótico
y criminal;
2. Apoyar al actual Gobierno del Ecuador, para que, con energía y sin
contemporizaciones, lleve a cabo, pronta y eficazmente, la realización del Banco
Central,
3. Excitar al proletariado y obrerismo de la república para que cooperen a la
redención económica que demanda el momento actual; y para que apoyen al
Gobierno por todos los medios, a efecto de que éste lleve a la práctica, en el
menor tiempo posible, la creación del Banco Central, y
4. Comunicar esta resolución a la Junta de Gobierno Provisional y publicarla por
la prensa.
Dado en el Salón de Sesiones, en Quito, a 3 de noviembre de 1925.
El Presidente, Luis Donoso E.- El Secretario,José M. Sánchez Carrión.
¡AHORA O NUNCA!
Asistimos en estos momentos históricos a la batalla final y decisiva entre las trincas
bancarias que han explotado al país como a feudo propio, desde hace muchos años,
y el régimen democrático inaugurado en la fecha gloriosa del 9 de julio de 1925. El
choque tenía que producirse fatalmente; más tarde o más temprano, con motivo del
Banco Central o con cualquier otro. Es imposible que puedan convivir en un mismo
país y en una misma época dos tendencias antagónicas, dos sistemas opuestos, dos
elementos que se excluyen como el agua y el aceite, como el agua y el fuego. El uno debe
triunfar necesariamente sobre el otro, y asegurar, tal vez para siempre, su hegemonía
y su predominio en esta tierra ecuatoriana. O vamos a quedar eternamente uncidos
al carro vencedor de la bancocracia que dictó la inconvertibilidad del billete, que
eligió presidentes y compró legislaturas, o el pueblo recobra sus derechos y se arregla
satisfactoriamente la economía de la nación. La Revolución de Julio proclamó las
reformas financieras, la fundación del Banco Central, como uno de los primeros y
principales números de su programa de regeneración patriótica y, la resistencia audaz,
insolente e inmotivada de la banca guayaquileña a la realización de esas medidas sabias
y eficaces, no significa otra cosa que el reto final de las trincas acostumbradas, hasta
hoy, a burlarse de las autoridades, a menospreciar a los presidentes, y a derrocar a los
ministros de Estado, cómo y cuándo les ha dado su real gana. Esas trincas de agiotistas y
especuladores que han medrado durante once años al amparo del papel moneda creado
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por ellos y para ellos, descamisando literalmente al pueblo ecuatoriano, no pueden
consentir –está claro– que se arreglen las finanzas del país, que se estabilice el cambio,
que se controle las emisiones de billetes, que se nos dé una moneda sana. Todo esto quiere
decir para ellos cesación de sus negocios en grande escala; término de sus especulaciones
con utilidades de millones en poquísimo tiempo, fin y remate de su poder omnímodo
sobre el Gobierno y los ciudadanos; y he ahí por qué se aprestan a la gran batalla, a la
batalla final, a favor de sus intereses mezquinos y sus gollerías de antaño; he ahí por
qué alborotan el cotarro y arman el escándalo del siglo, ayudados por una prensa que
les pertenece, porque toda ella es deudora de ingentes sumas a los bancos, a causa de la
simple orden dada por el Gobernador del Guayas para que se aplace la publicación de
un documento oficial hasta que fuera conocido y resuelto por la autoridad competente.
No se trata de la libertad de imprenta –que el Gobierno no ha coartado en forma
alguna– sino de probar la solidez del Gobierno y su capacidad para realizar su programa
regenerador de julio; y ésta es la razón por qué nosotros que formamos el pueblo trabajador,
explotado inmisericordemente por esas trincas, nos creemos obligados a intervenir en la
lucha titánica que se lleva a cabo en estos momentos entre el Gobierno y la bancocracia,
para apoyar decididamente al primero y dar nuestro voto de plena y absoluta confianza
al señor Ministro de Hacienda, pidiéndole, en nombre de la patria y en nombre de la
Revolución de Julio, para sin debilidades, sin vacilaciones ni contemporizaciones, lleve
a cabo inmediatamente la fundación del Banco Central, del que el pueblo ecuatoriano
espera su redención económica.
¡Ahora o nunca!
Quito, 3 de noviembre de 1925.
Luis F. Donoso E., Víctor Miño, Ricardo E. López G., J. Luis Clavijo, Ignacio Sánchez,
Benjamín Almeida, Dr. Reinaldo Cabezas Borja, Jorge Isaac Guerrero, Salvador Cobos,
José Ignacio Rueda, José A. Yánez, Dr. Antonio Suárez Jijón, José Quintana, José Moya,
Miguel A. Suárez, Víctor M. Velasco, Jorge Salgado, Carlos de la Cadena, V. Miño, Héctor
Iturralde, Antonio Freile, Ricardo Yépez, Víctor A. Paredes, Jorge Játiva Z., S. Guzmán,
Eloy Alejandro Rojas, Alfredo Cifuentes, Mayor Alejandro Guzmán, Miguel Vargas Oña,
Aurelio Fabara, José M. Sánchez Carrión, César A. Ortiz, Alfredo Salazar M., Luis Antonio
Zaldumbide, Enrique Padilla J., E. Dávila T., Julio Peña H., J. Alberto Gavilanes, Ignacio
Aldás I., Manuel G. Recalde, César A. Recalde,Pancho Ribera, José E. Rivas, Francisco
Rivas, Tomás M. Martínez, I. Gabriel Arroba, José Antonio Aguirre, José J. López, Ramón
E. Velásquez G., Enrique Silva, M. M. Analuisa J., César Arízaga, Roberto Acuña, Manuel
Chiriboga A., Manuel Vásconez,Juan Cruz, Ángel M. Ortiz, J. Rafael Salazar C., José M.
Herrera, Francisco Eduardo Pérez, Miguel Ángel Pérez Flores,José Miguel Alvear, Reinaldo
Herrera, Lizardo Rubio Y., Manuel Acosta F., Luis A. Acosta, P. Eliecer Miño A., José E.
Salazar, Florentino Terán, Felicísimo Beltrán, Julio Taipe, Segundo Luis Herrera, Alfonso
Díaz, Telmo Navas, José Ignacio Galarza S., Alfonso R. Rodríguez, Elías Vázconez, Enrique
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Hernández, J. Urcísino Castillo G., Segundo A. Bonilla L., Segundo C. Fierro, Alfonso
Rueda C., Carlos M. Casteló, José Ramón Paredes, Segundo J. Carrera, Enrique Yépez,
Segundo J. Herrera, Eloy Noriega, Gonzalo Suárez N., Abelardo Viteri, Alonso Viteri,
Luis Viteri, Abel Moscoso, Gabriel Almeida, Agustín Galarraga, José M. Arauz, Elías
Salas Arellano, Antonio Oliveros, Pablo Vega, Alfredo Salvador V., Alejandro Narváez, S.
Telésforo Montalvo V., Miguel Arroyo, José Antonio Povea, Pedro P. Tapia, Lucio Jácome,
Pedro P. Pavón, León Pacífico Bravo, Carlos A. López, Ricardo A. Paredes, Ezequiel Rivera,
Luis A. Pazmiño, Víctor R. Pérez, Luis Antonio Lema, Luis Valverde J., Manuel M. Parra,
José María Utreras, Segundo M. Yépez, Joaquín Morillo, Sebastián Ortiz, Seferino Romero,
Marcos Tejada, Ramón N. Núñez, José María Bedoya, Serafín A. Rodríguez, José Salazar,
Luis E. Molina, José I. Ortega, A. J. Fernández, A. E. Bravo, Genaro Miño, Eulogio Navas,
Alonso Ayala, José Viteri, Carlos A. Gutiérrez, Alfredo Salvador C., Bernardino Andrade,
José T. Beltrán, Isidoro Mateus, Juan F. Bedón, Rafael Mateus, Juan Díaz B., Julio Torres V.,
Zoilo Vaca, Genaro Bedoya, Heleodoro Navas, Salvador Ríos J., José María Tuasa, Ezequiel
Mora T., Mariano Tello, José Rafael Borja, Jaime Mafla A., Antonio P. Calderón, Ángel
M. Urvina, Santos Eloy Pérez F., Jorge Pérez Rodríguez, Guillermo Antonio Pérez Hurtado,
Rafael Cruz, Jorge Pérez Hurtado, Esteban Orquera, Julio César Araúz, Manuel Berna,
Antonio Rodríguez P., Luis Humberto Guerra L., M. Isaac Pazmiño, José García, Rafael C.
Franco, Ricardo Molina, Miguel A. Jurado, Manuel Alberto Naranjo, José Antonio Paredes,
Luis F. Salazar, Eleodoro Salazar L., José A. Paredes, Alfonso Trejo, Francisco Castañeda,
Abel Angulo, Antonio Montaquiza, Luis Arias, Víctor Donoso, Antonio Moreno Z., Nicolás
A. Cevallos, Luis Villalba, Antonio Navas, Carlos Alfonso Erazo, Ignacio Proaño, Carlos
Rodríguez A., Miguel Díaz, Manuel Miranda, Víctor Velasco, Luis Muñoz, Manuel Díaz,
Vicente Manzano, Ricardo Olalla P., Abel Alzuro J., Carlos Criollo, Marcos J. Burbano,
Manuel M Tapia, Antonio Estrella, amable Peña, José Troncoso, Daniel Estévez, Carlos
O. Martínez, José A. Morales, Belisario Escobar, Gualberto Herrera, Luis M. Maldonado,
Antonio Cevallos, Luis Bedoya, Francisco Guerrero, Alberto Bedón, Amable I. Recalde, Julio
A. Días, Carlos Cifuentes, Segundo A. Espín, Segundo Jacinto Jácome, Luis A. Chiriboga,
Víctor R. Pérez, Luis A. Espinosa, Teodorino Espinosa, Eliecer Enríquez, Segundo S. Sierra,
José E. Salazar, Carlos Salcedo, Manuel Salcedo, Adolfo Flor, Mario A. Zapata, Luis A.
Tipán, Rafael Palacios, Antonio Germán, Víctor G. Salazar, Alberto Zurita, Manuel M.
Tapia, Rafael Mermeo, Pedro Povea, enrique Montúfar. (Siguen muchísimas firmas).
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LA PREPONDERANCIA DE LOS
BANCOS DE EMISIÓN
E
l problema entre el Gobierno y los capitalistas banqueros era precisamente lo
que tenía que resolver la transformación. Nada más grave y trascendental que
equilibrar los elementos de la riqueza del país.
La preponderancia de los bancos, la dominación que éstos han ejercido, teniendo
sometida a sus intereses la actuación gubernativa, y callada la protesta con su influencia
en la vida comercial y económica general, ha hecho que las prerrogativas a favor de
estas instituciones se extralimitasen de lo justo y de lo honrado.
El pueblo, el Gobierno y el Ejército no pueden hacer otra cosa que unirse firmemente
para reaccionar contra esta oposición tiránica que viene desconcertando la economía
de la nación. La prensa, hoy más que nunca, debe interpretar honradamente los
intereses nacionales, desligándose con altivez de consideraciones o compromisos, a fin
de conducir a la opinión pública con nobles y patrióticos ideales.
La crisis de circulante, por la que atravesamos, tiene dos soluciones, dada las
presentes circunstancias: la emisión de valores del Estado, es decir, el papel moneda o la
expropiación del oro a los bancos emisores, para que con este respaldo pueda fundarse
el Banco Central, quien determinará la cantidad de circulante necesaria, estableciendo
un valor fijo de la moneda.
La primera hipótesis, el papel moneda del Estado ocasionaría el consumatunm de
nuestra postración y el completo descrédito en el extranjero. Nada más grave podría
sobrevenirnos que el papel moneda y el país entero debe contribuir para evitarlo. El
profesor Fisher, de la Universidad de Nueva Orleans, refiriéndose a Alemania dice:
“A mi juicio, Alemania ha sufrido más perjuicios con motivo del papel moneda que
los ocasionados directamente por la guerra misma”. En Francia han dejado acuerdos
indelebles las consecuencias producidas por la emisión de papel moneda, existiendo
allí este aforismo: tras la emisión del papel moneda, la emisión de la guillotina. No
es concebible, pues, que un propósito honrado propenda a colocar al Gobierno en
situación de tomar estas medidas extremas, arriesgando la suerte de la patria. ¿Pero, qué
haría el Gobierno para resolver la crisis del circulante producida por la actitud de los
bancos, exigiendo el pago a sus deudores y guardándose sus billetes? ¿Con qué vendría
a reemplazarlos al no fundarse el Banco Central? ... No queda otro medio que el papel
moneda.
El perjuicio ocasionado por esta resolución, principiaría por los bancos, ya que su
cartera acreedora vendría a quedar casi sin valor.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Esto no llegará a suceder, pues no cabe concebirse que el país se arruine por respetar
la propiedad del oro, como sagrada e intocable, distinguiéndola de las otras propiedades
como las inmuebles.
Cuando se trata de embellecer una ciudad, abriendo calles o mejorándolas,
dándolas mayor espacio, ni siquiera se vacila en la expropiación; lo mismo ocurre en las
construcciones de carreteras, ferrocarriles, etc.; una vez que es muy justo que el interés
público sea primero que el individual. Eso es lo que ocurre ahora en la república, con
respecto al oro. Tenemos oro dentro de la república, pasa de 40 millones anuales nuestra
exportación. ¿Por qué no va a tener respaldo nuestra moneda? … ¿Por qué se sacrificaría
el crédito nacional por no someter a los dueños del oro a la misma ley que a los dueños
de otras clases de propiedades?...
La fundación del Banco Central, reconocida por todos como el punto de partida
de nuestra rehabilitación económica, se encuentra con una dificultad, a mi parecer,
perfectamente subsanable. Los poseedores del oro se niegan a concurrir a su fundación,
a pesar de hallarse protegidos con amplias garantías; pero, como se trata de un recurso
imprescindible para conseguir un bien público, preciso y fundamental, no queda otra
cosa que la expropiación del oro a los tenedores, procedimiento conocido como justo
para realizar el provecho público, sin mayor menoscabo del interés privado.
Al tratarse de restituir el crédito nacional, de garantizar la viabilidad de las funciones
del Estado, ¿no sería permitido en esa ocasión expropiar el oro a las instituciones de
emisión?
Uno de los importantes resultados que traería el Banco Central es el de fijar el
poder adquisitivo de nuestra moneda, requisito necesario para equilibrar la economía
pública y privada. Mientras tanto, toda labor presupuestaria resulta falsa; porque no es
posible conocer, con la oscilación de la moneda, ni lo que representan como valor las
contribuciones ni tampoco el costo de las necesidades públicas.
El resultado de la primera tentativa de la política del Ministro de Finanzas, da
una explicación que justifica cualquier medida coercitiva, conveniente para salvar a
la nación del caos en que se encuentra, ya que no han tenido resultado los recursos
conciliatorios adoptados por dicho funcionario, creyendo conseguir del patriotismo de
los capitales banqueros, un pequeño sacrificio de sus exorbitantes utilidades a favor del
interés general.
La política económica sostenida por la transformación no entraña tan sólo un
éxito personal, sino que significa la redención de la república, al establecer el cimiento
para levantar el edificio de nuestras finanzas, en que está comprendido el bienestar y
tranquilidad de todos.
Quito, 3 de noviembre de 1925.
L. G. Peñaherrera P.
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A NUESTROS HERMANOS DEL GUAYAS
“O
h pueblo –decía Guillermo Valencia– al comenzar una oración– todo
en tu nombre y nada para mi”. Cómo las palabras del poeta y orador de
Colombia han venido a cobrar una dolorosa actualidad, en el momento
de vorágine porque atraviesa nuestro desgraciado país, sin embargo de su matemática
exactitud en el tiempo y en el espacio. Porque, a nombre del pueblo no se ha protestado
en todas las formas y en todos los tonos, contra el salvador proyecto del Banco Central,
dirigidas a calmar nuestra tremenda angustia económica, provocada únicamente por la
codicia y rapacidad de los banqueros, no obstante de que el pueblo nunca participó de
sus monstruosas utilidades sino que, por el contrario, siempre contribuyó con su sudor y
con su sangre a condimentar el banquete de los potentados.
Pero el pueblo no puede seguir así engañado. Es preciso que abra los ojos y
desenmascare a los falsos apóstoles que trafican con sus sentimientos, que falsifican sus
aspiraciones, que corrompen la pureza de sus ideales. Es preciso que los bancos adquieran
la ruda certidumbre de que si continúa su ciega oposición al Banco Central, la reacción
popular puede ser terrible y funesta. Porque el bolcheviquismo tendrá entonces una
magnífica oportunidad para estallar y hacer nuevos prosélitos, y en el momento de la
convulsión, llevar la bandera roja por sobre todas las cosas; no será respetado el sagrado
hogar doméstico, las cajas de caudales serán saqueadas y se quemarán en la hoguera de
todas las purificaciones, cien años de dominio capitalista y de explotación inmisericorde
de la miseria del pueblo…
Mas, lo terrible de la situación es que los banqueros están poniendo en juego las
armas más equívocas y los más hábiles recursos para hacer fracasar el más dulce anhelo
del proletariado nacional. Conociendo esa hermosa virtud del pueblo guayaquileño, su
adoración por la patria chica, los agiotistas, con aquella astucia que da el amor al dinero,
se han propuesto, y van consiguiéndolo por desgracia, que el sentimiento suicida del
regionalismo se enseñoree en el corazón de los ecuatorianos de la Costa.
Ahora bien, señores, ¿qué defendéis? ¿Hacia dónde vais al intentar proclamaros
independientes? El problema no es oscuro ni complejo: los bancos de Guayaquil quieren
seguir llenando sus arcas de libras esterlinas, mientras por otro lado se hunde en el
más monstruoso desconcierto, se precipita en la más tremenda banca rota y naufraga
en la miseria más ignominiosa, el mismo pueblo al que intentan hacer renegar de sus
hermanos. Por eso, llenos de un profundo estupor, de una honda sorpresa, volvemos
a repetir: ¿Cómo es que Guayaquil, el pueblo patriota por excelencia, cuna de todas
las redenciones, se lanza contra sus hermanos de la Sierra, a mutilar la patria, cual
un hijo desnaturalizado que clavara el puñal matricida en el vientre de su madre, por
favorecer tan sólo los intereses de los bancos, que se enriquecieron con su hambre, que
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se cubrieron de regia púrpura con la desnudez del pueblo, que explotaron cruelmente
su miseria y que, por fin, hoy sólo aspiran a que se os garantice la consecución de sus
infames negociados y se les dé patente de corso para seguir ensañándose en su presa ya
inerme, que sólo abandonarán cuando vean convertido este desventurado país en una
descarnada carroña?
Por poco que uno se esfuerza en demostrar, salta a la vista el absurdo de que el pueblo
de Guayaquil haga causa común con los bancos, se declare solidario de sus opresores
y humille su criterio altivo e independiente a las conveniencias sórdidas y de una
plutocracia insolente y rapaz. No. El pueblo de Guayaquil, cuyo nombre se invoca sin
su consentimiento desde las columnas de una prensa venal, no puede prestarse para ser
el instrumento ciego e inconsciente del desastre nacional. El pueblo de Guayaquil, el
primero del Ecuador que ha ofrendado su sangre en aras de las reivindicaciones sociales,
no puede borrar con su propia mano la gloriosa página que escribió en la historia del
proletariado universal el 15 de noviembre.
La opinión de la prensa, por otra parte, no es la expresión genuina y honrada del
sector del pueblo guayaquileño, porque las redacciones de los periódicos no son hoy otra
cosa que laboratorios de la farsa y de la mentira, donde se comercia con la credulidad
del público. Dicen que defienden una de las más nobles conquistas humanas: la libertad
de imprenta para su abominable industria, una absoluta libertad de explotación. De ahí
su oposición sistemática al proyecto del Banco Central, en connivencia con la banca
guayaquileña, que le paga espléndidamente. ¿Dónde está, pues, la generosa defensa de
ideales, cuando no se ve otra cosa que una lucha desesperada por el oro?
[Por] último, si es que el proyecto del Banco Central no se realiza, el socialismo
obrero está en el deber de vengar el fracaso de las aspiraciones populares, la bancarrota
de la democracia, aunque sea preciso salpicar nuevamente con sangre de mártires las
fachados de los palacios de los ricos.
Nosotros, que venimos del otro lado de la cordillera, pero que somos ecuatorianos
antes que todo, y que aspiramos a la conquista de la felicidad para todos los hombres,
porque son nuestros hermanos, jamás creímos que el proletariado de Guayaquil defienda
a los bancos que le tiranizan y le esquilman, por el hecho de ser de Guayaquil, cuando
esa defensa significa la aceptación suicida de hambre de sus propios hijos y la desnudez
de sus esposas, que aúllan de desesperación en los hogares miserables…
Guayaquil, 22 de noviembre de 1925.
J. Luis r. Astudillo, Luis A. Troja, Manuel A. Peñaherrera, José Sola, M. Rivadeneira,
Leonidas Jarrín, José Garzón, P. Zaldumbide, M. Ordóñez, Víctor M. Castro Soto, Manuel
Beltrán, J. Cesáreo Merizalde, A. Muñoz Cárdenas y P. Auz.
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Carlos Marchán Romero
LA NACIÓN Y EL BANCO CENTRAL
El Banco Central y el Partido Socialista
El núcleo central del Partido Socialista Ecuatoriano
reunido en sesión extraordinaria,
Considerando:
1. Que la explotación de los bancos ha perturbado gravemente la economía
nacional y ha producido aguda crisis, causante de atroz miseria en las clases
pobres;
2. Que, para atenuar los daños efecto de esa especulación, el Gobierno proyectó
fundar un Banco Central, con la cooperación de todas las instituciones de
crédito de la república;
3. Que los bancos, después de introducir modificaciones ventajosas para sus intereses
en el proyecto primitivo, han emprendido labor tenaz contra la formación del
Banco Central, a fin de que subsista la eterna especulación que estrangula al
pueblo ecuatoriano, y
4. Que la modificatoria del proyecto primitivo de función del Banco Central no
llena las aspiraciones nacionales,
Acuerda:
1. Pedir al Gobierno la inmediata incautación de todo el oro y valores de los
bancos, y
2. Que con esos fondos se realice el Banco Central, conforme el proyecto primitivo.
Dado en la Sala de Sesiones, a 4 de noviembre de 1925.
El Director de la Junta, Luis F. Chávez.- El Secretario, Ricardo A. Paredes.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
NUESTRA VOZ
S
umamente graves y de incalculable trascendencia han sido los acontecimientos
que se han desarrollado en nuestra patria durante los últimos tiempos, y en todos
los ámbitos de la república se ha hecho oír la voz del patriotismo, opinando
sobre asuntos de tan vital importancia, aunque se dejaran relegados al olvido multitud
de tópicos que tienen en tensión la conciencia nacional, sin que se sepa el modo de
solucionarlos.
Dos de ellos, especialmente, no pueden quedar preteridos por los ciudadanos que
tienen la alta misión de velar por la salvación de la patria, sobre todo cuando ésta
atraviesa el más crítico momento de su vida. Nos referimos a la fundación del Banco
Central y al tratado de límites entre el Perú y Colombia.
Asuntos de tan vital importancia son éstos que han conmovido profundamente la
vida nacional, agitando las masas en forma tal, que apenas ha podido dominarse la
efervescencia de las pasiones dispuestas a estallar, contemplando la magnitud de estos
problemas, ambos tan complejos y cuya solución apenas ha podido entreverse, aunque
siempre en forma perjudicial para el país.
El señor ministro Dillon que, desde que ingresó a la Cartera de Hacienda ofreció
aportar todas sus energías en pro de la salvación económica del Ecuador, trabajó
tesoneramente el proyecto de ley para la fundación del Banco Central, y por creerlo
acertado se trasladó a Guayaquil para cruzar ideas con los banqueros del puerto,
uniformar la opinión y, por último, introducir en el proyecto aquellas reformas que no
estuvieran reñidas con las conveniencias económicas del pueblo.
Pero los banqueros guayaquileños, acostumbrados a una antigua especulación, sin
dar oídos a la voz del patriotismo que se halla ahogada en ellos y sólo atendiendo a
sus intereses personales que veían en peligro de ser obstaculizados, acumularon los
inconvenientes para que la ley en cuestión no llegara a promulgarse, y tomando tiempo
y estableciendo un complot entre ellos, cambiaron tan sustancialmente el proyecto
primitivo que en nada se parecía al formulado por el señor ministro, llegando a extremar
la suspicacia ni con su propia obra se conformaron y, alegando como punto de partida
que Guayaquil es la sede comercial y bancaria de la república, pidieron que allí se
estableciera el banco, con el deliberado propósito de impedirlo en expectativa de que
pudieran mermarse las facultades omnímodas de los banqueros.
Por último, solicitan que se difiera el establecerlo hasta cuando se reúna la
Constituyente, convencidos de que entonces el triunfo será de ellos, por disponer en el
cuerpo legislativo de una exorbitante mayoría.
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Carlos Marchán Romero
¿No es, ecuatorianos, la burla más irritante hecha al Gobierno y a los ciudadanos
la imposición de una pequeñísima minoría plutocrática que lleva trazas de triunfar en
todo terreno, significando la primacía del capitalismo sobre la ley y sobre todos? ¿No es
el más clamoroso de los fracasos, en presencia de las conveniencias nacionales y de la
unificación de la marcha económica de la república, el ver imponerse un odioso grupo
de logreros sobre el Ecuador entero, con una convicción de su poder que raya en la más
incalificable audacia? ¿Será posible que la revolución del 9 de julio no pueda imponerse
enérgicamente y dominar la voluntad de esos especuladores, dejándolos siempre oprimir
al pueblo descaradamente y jugar con la miseria de dos millones de víctimas, que son
los ecuatorianos?
En cuanto al tratado de límites, sólo cabe manifestar nuestra sorpresa por el poder
desleal de Colombia que ha negociado en secreto, sin embargo de las tradiciones ya
seculares que nos ligan con ella, aceptando un pacto que hiere nuestros más vitales
intereses y que tiende a realizar el consumatum de nuestra pérdida territorial en el
codiciado Oriente; hoy especialmente en que todos los ecuatorianos se han conmovido
como por impulso mágico para trabajar en pro de la colonización de esas ricas y fértiles
regiones.
Nuestra voz de reprobación, de formal reprobación para estos hechos que hieren la
dignidad y la conciencia nacionales, tenía que hacerse oír, y aquí la expresamos con toda
la vehemencia de nuestro patriotismo ultrajado de la manera más temeraria y alevosa.
Latacunga, 11 de noviembre de 1925
Sociedad Artesanos de León.
(Tomado de una hoja suelta).
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
LA POLÍTICA ECONÓMICA DEL
PARTIDO LIBERAL
La conferencia del señor Ministro de Hacienda
El pasado – el presente94
E
l señor don Luis Napoleón Dillon, desde hace cuatro meses Ministro de Hacienda
de un Gobierno cuya finalidad suprema, según la mente de los que lo formaron,
debió ser depurar las costumbres administrativas, especialmente las económicas,
y reparar la reconstrucción del país, da gran autoridad a la conferencia que dictara en
el Teatro Sucre, pues obligado estaba a estudiar detenidamente la gestión económica
de los anteriores gobernantes y, como Ministro de Hacienda, conoce los informes
aún reservados de las comisiones fiscalizadoras de bancos. Él ha estudiado también los
documentos relativos a la Oficina de Incautación de Giros, y no es posible hacerle el
agravio de suponer que haya descuidado la investigación de todo aquello que sirva para
determinar las causas de la crisis financiera del Ecuador.
Presidente de la Cámara de Comercio de la capital, desde hace algún tiempo,
gerente primero de la Sociedad Bancaria de Préstamos y Construcciones, y luego de
la de Crédito Internacional, Ministro de Estado durante la segunda administración del
general Plaza, miembro de algunas legislaturas, personaje prominente del liberalismo y
uno de los factores de la Asamblea Liberal de 1923, especialista en cuestiones de finanzas,
nadie tan preparado como él para determinar por qué hoy la nación y el Gobierno se
encuentran cerca de la bancarrota.
Y el señor Dillon disertó el martes por casi dos horas ante un inmenso público, no
sobre el Banco Central, al que apenas hizo referencia y de paso al concluir, sino sobre
las causas de la postración económica en que está el Ecuador.
Habríamos deseado se publicase el texto de la conferencia, mas como hasta ahora
no ha visto la luz pública, creemos oportuno hacer sobre ella algunas reflexiones.
Podríamos referirnos a lo dicho por el señor Ministro de Hacienda, pero, como las
palabras vuelan, preferimos hacerlo teniendo a la vista los resúmenes publicados por la
prensa y, especialmente de El Día, diario de filiación radical, pues así no se podrá acusar
que falseamos lo por él afirmado:
Preciso es, en muchos casos, distinguir cuidadosamente dos conceptos [...]. Una
doctrina política es un conjunto de principios verdaderos o falsos, relativos al Gobierno
94 Editoriales de El Porvenir, en las ediciones del 13 y 14 de noviembre de 1925.
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de las naciones; partido político es un conjunto de ciudadanos que profesando una
doctrina política, procuran que el Gobierno de una nación se conforme con esos
principios. Liberalismo no es sinónimo del Partido Liberal. Si tratamos de establecer
qué males ha causado a la nación la doctrina liberal, será preciso investigar la influencia
que las enseñanzas del liberalismo han ejercido en el país, y hasta qué punto han sido
maléficas. La persecución religiosa iniciada en 1895, con la consiguiente opresión de
un inmenso número de ciudadanos, en aquello que en el hombre es más sagrado, la
conciencia, debe atribuirse a la doctrina liberal, así como culpa suya es la relajación de
los vínculos morales, por haber implantado el divorcio, especialmente el consensual,
etc. etc.
Si el Ecuador ha progresado, si se ha enriquecido en 30 años de dominio liberal, para
determinar los méritos adquiridos por el liberalismo, necesario será investigar hasta qué
punto las enseñanzas de este sistema filosófico han sido la causa, o en qué medida han
contribuido a producir la prosperidad y riqueza, la agrupación humana, Partido Liberal,
como usufructuaria del poder; o la diligencia privada de los ciudadanos.
La nación está cruzada por cien magníficos ferrocarriles y miles de modernas
carreteras construidas por el Gobierno, en condiciones ventajosas para el pueblo, no
por un Gobierno sino por varios, pertenecientes a un mismo partido. ¿De quién será
el mérito? ¿Deberá atribuirse a los principios filosóficos de la escuela filosófica? No por
cierto pertenecerán al partido que dirigía la administración, mientras se ejecutaron esas
obras.
Ha progresado la industria y la agricultura, merced a la iniciativa particular. ¿Se
enorgullecerá por ello el partido que gobierne? Indudablemente que no.
Los méritos o responsabilidades de un partido tienen una limitación inherente a ser
agrupación humana, los de la doctrina permanecen mientras ésta subsiste. Gobierno
liberal fue el del general Veintimilla, cuyo ministro fue uno de los prohombres de este
partido en el Ecuador, don Pedro Carbo.
Los actos de esta administración, que son consecuencia lógica de los principios
profesados por el liberalismo, tales como la persecución religiosa que entonces se
ensayó, deben atribuirse a la doctrina, pero los abusos, tropelías, cometidos en aquella
época, habrán de achacarse al partido que dominó y sería injusto culpárselo al actual,
tan o más cuanto que el mismo Alfaro combatió contra ese Gobierno y aun cuando así
no fuera, por no ser los que hoy forman el Partido Liberal los que fueron defensores de
la dictadura de Veintimilla.
Los males que ha sufrido el país en 30 años de continua hegemonía liberal, unos
serán causados por la doctrina, otros por el partido. Si éstos se han producido en varios
períodos presidenciales consecutivos, como los de Alfaro, Plaza, Baquerizo, Tamayo y
Córdova, en todos igualmente, si no han sido sólo obra del Ejecutivo, sino también
del Poder Legislativo, si se tiene en cuenta que cada mandatario ha tenido su círculo
y que es, por consiguiente, enorme el número de personas entre las que debe repartirse
la responsabilidad. Si el Gobierno ha estado exclusivamente en manos de liberales,
“forzoso es confesar que es el Partido Liberal el responsable de estos males y que ha
demostrado en la práctica que su hegemonía es dañosa a la nación o, por lo menos,
incapacidad para el Gobierno”.
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El señor Dillon en su conferencia en el Teatro Sucre afirmó que la guerra europea
no era la causa de los males económicos del país, sino un biombo tras el cual se
ocultaban los verdaderos motivos, como lo confirmó citando el ejemplo de otros países
en condiciones análogas al Ecuador –neutrales–,que lejos de sufrir perjuicios habían
mejorado su economía.
Descartada esta razón, procedió a establecer que el mal provenía de la inconsulta
política financiera seguida por los gobernantes, “que han sido liberales”, como lo sabe
todo el Ecuador.
Y recordamos bien, el conferencista insistió que de tal culpa sólo está libre el Poder
Judicial.
Los gobiernos no han tenido política económica razonable: ni se ocuparon
de equilibrar efectivamente los presupuestos, ni emprendieron en ahorrar gastos
superfluos, derroches y filtraciones, ni se cuidaron de no gravar a la nación anualmente
con varios millones de deuda que se acumulaba fatalmente… Congresos y ejecutivos,
sin orientación económica, siguiendo tradicionalmente la política extraña de
descentralización rentística, entregando fondos públicos a manos llenas, para obras sin
importancia general, que se ahogaron siempre en el abismo del derroche y el reparto
particular. Durante la última década, la deuda del Estado a los bancos ha subido de tres
a 37 millones de sucres!, consumidos improductivamente.
He allí lo que, según el señor Dillon, radical de subidos quilates, ha sido la
administración económica del liberalismo.
¿Desde cuándo? No lo dice, pero cita una fecha (1910), narrando un ejemplo
edificante.
Después de haber oído al señor Ministro de Hacienda, ¿será aventurado decir que la
bancarrota nacional es obra del liberalismo?
Algo más dijo el señor Dillon, y es que la desastrosa política económica data de hace
más de 5 años. ¿Habrá exageración en afirmar que el Gobierno del liberalismo ha sido
fatal para el Ecuador?
Un cómplice, un instrumento, han tenido los gobiernos liberales, como lo manifestó
el conferencista: la banca, o para hablar verdad, un banco, pues el señor Dillon fue
injusto al equiparar a los que han procedido honradamente con los que han emitido
moles de billetes, o de créditos, bajo los cuales, según las expresiones del Ministro
de Hacienda, gimen los ciudadanos. Mas, eran sólo cómplices. La autoridad tenía
obligación de velar por los intereses de la comunidad y en las carpetas de los ministros
de Hacienda “se olvidaron los informes acerca de la verdadera situación de los bancos”,
uno de los cuales, antes que se dictase la moratoria “tuvo como todo encaje metálico 15
mil libras esterlinas, mientras sus billetes en circulación montaban a 9 millones de libras
esterlinas”. Y las emisiones ilegales databan desde 1896! “¿No será de este inmenso mal,
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el culpable el liberalismo?” Se inició en su hegemonía, tolerándolo sus dirigentes, ¿a
quién la responsabilidad?
¿Cuál es la causa de la descentralización de rentas? “La convicción de la falta
de honradez de los gobiernos liberales. ¿Por qué han sido malbaratados los fondos
descentralizados? Por ninguna vigilancia de los gobernantes. ¿a qué partido pertenecían
éstos? Al liberal!
La incautación de giros, tan desastrosa, que produjo 700 mil sucres de pérdida, de la
que tantas lindezas nos cuenta el señor Dillon, la estableció un Gobierno liberal; los que
se enriquecieron con ella fueron liberales.
Después de haber escuchado la autorizada exposición del señor don Luis Napoleón
Dillon, ¿podrá dudarse de que el Gobierno del Partido Liberal ha causado infinitos males
económicos al país?
Después de tan negra experiencia, que ha durado tantos años, ¿podrá aún el pueblo
ecuatoriano confiar sus destinos a un partido que ha causado la ruina económica de la
nación?
Ayer, basándonos en la autorizadísima palabra del señor don Luis Napoleón Dillon,
corifeo del liberalismo, Ministro de Hacienda del actual Gobierno, demostramos que
la hegemonía del partido rojo, considerada tan sólo bajo el punto de vista económico,
ha sido fatal para el Ecuador; nada dijimos para no desviarnos de nuestro tema, de los
muchos bienes que le debe la nación, por la celosa y eficaz defensa de sus derechos
territoriales, por los inmensos beneficios que él ha recibido en el orden moral, por el
cuidadoso respeto de las libertades públicas, principiando por la de imprenta (que lo
diga sino la historia de este diario), para terminar por la del sufragio, niña de los ojos
del liberalismo.
El señor don Luis Napoleón Dillon ha hecho justicia a los gobiernos liberales de los
últimos años, al afirmar que no han tenido política económica, que los fondos nacionales
naufragaron “siempre en el abismo del derroche y del reparto particular”, que la deuda
del Estado a los bancos, en los últimos 10 años ha subido de 3 a 37 millones de sucres,
“consumidos improductivamente”.
El Ministro de Hacienda se ha referido especialmente a las administraciones de
Córdova, Tamayo, Baquerizo y Plaza, a los últimos 11 años, a partir del 14 de agosto
de 1914, en que se dictó la famosa moratoria; pero no ha hecho excepción para los
gobiernos anteriores; nos cita un ejemplo de 1910 y menta de paso un período de más
de 25 años de desastrosa gestión económica.
Un varón preclaro, que jamás quiso pertenecer a ningún partido político, cuyos dichos
recogerá la historia con veneración, definió en términos muy precisos y elocuentes, en
1904, no sólo la política financiera, sino en general la gestión del liberalismo ecuatoriano.
González Suárez escribió las siguientes frases, cuya veracidad la comprueban la
postración económica en que está hoy el Ecuador, cuyas causas ha analizado el señor
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Dillon con toda la autoridad del cargo que desempeña y el alto rango que ocupa en
las filas liberales, y publicadas están desde hace 21 años, diez antes de que dictase la
Moratoria, cuando ejercía el Poder Supremo el general don Eloy Alfaro:
La patria, la madre común de todos los ecuatoriano, merced al liberalismo dominante,
se ha convertido en nodriza de unos cuantos hermanos nuestros, que echándose
voluntariamente una venda sobre los ojos, no advierten el peligro que amenaza a la
nación y buscan al tanteo solamente los pechos del tesoro, con que amamantar el
egoísmo de sus almas duras como el oro, heladas como un cadáver.
Han pasado los años; no hay leche en los pechos de la nodriza; escuálida y macilenta
está, ya desfallece, parece que agoniza, le faltan fuerzas, tambalea. Y la nodriza es la
patria, la debilitada, la enferma, es la nación! ¡Salve liberalismo, tu obra es óptima!
¡Mereces estrepitosos aplausos! ¡Viva el liberalismo! ¡Viva el partido que ha redimido
al Ecuador!!!
¿Exageramos? ¡No, por cierto! Nuestro elogio de la política económica del Partido
Liberal, es aún pálido. Muchos, inmensos son los beneficios que ha hecho a la nación.
¡Son tantos que es casi imposible que pueda pagar la deuda contraída! Los 37 millones
que se adeuda a los bancos, con una bicoca en comparación a la deuda externa, cuyos
intereses no satisfechos montan sumas fabulosas! Las entradas de aduana garantizan a
los tenedores de bonos del Ferrocarril del Sur, y no las embargan porque no quieren!
Los contratos celebrados en 30 años, son ventajosísimos para los empresarios; el del
Ferrocarril de Guayaquil a Quito puede servir de modelo para los negocios leoninos!
La reciente compra de las acciones del señor Hartman, mereció el aplauso de todos los
hombres honrados! El liberalismo ha sido tan bueno, tan generoso, que ha regalado
fortunas ajenas a sus afiliados. ¿Se recuerda las cuantiosas donaciones hechas por el
vencedor de Chasqui a un general que entonces era su compinche? ¡Qué hermosas han
sido las magnanimidades del partido rojo! No las están pregonando las quintas, las casas
y haciendas adquiridas por los jefes de los cuerpos de línea durante la administración
del inolvidable Tamayo!
Y a propósito ¿por qué no se siguen pesquisando los fraudes cometidos en los gobiernos
anteriores, como tan laudablemente se hizo al iniciarse el actual Gobierno? ¿Gastó éste
ya la dosis de honradez y energía con que había nacido, o se estima más la honra del
partido que la honra de la nación?
¡Ah! González Suárez calumnió al Partido Liberal; Dillon es injusto y no habla la
verdad, ¿decís? Pues bien, que hablen Catle y los escritores de La Prensa de Quito, sobre
el régimen alfarista; que nos cuente El Tiempo lo del peculado de Londres; que nos diga
Andrade y El Intransigente¿cuál fue la administración de Plaza y la influencia de este jefe
del liberalismo?; que nos narre El Día los aciertos de Tamayo.
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Y Dillon y Andrade y Calle son lumbreras del liberalismo; La Prensa, El Tiempo, El
Intransigente, El Día, periódicos radicales!
30 años de despilfarros, de política económica orientada no al provecho de la nación,
sino para beneficio “exclusivo” de los afiliados a la causa, han conducido al país a la
bancarrota. ¿De quién la culpa? De los poderes públicos. ¿A qué partido pertenecían?
¡Al liberal! ¿En nombre de quién y para quién han gobernado? ¡Del liberalismo! ¿Y
todavía podrá usufructuar el poder una agrupación política tan nefasta a la patria?
¿Hasta cuándo? No ha sido el Partido Liberal, sino las facciones en que se ha dividido,
las responsables de tanto mal. ¿Cuáles? ¡Todas! Todas se han turnado en el mando;
¡ninguna ha sido mejor que las demás! ¿Cuál está impoluta?
Los tiempos han cambiado; el Gobierno que se inició en julio, que mereció aplauso
unánime por su espíritu nacional, apenas reconocible a través de la espesa capa roja que
la domina, ¿va a iniciar la reconstrucción económica y remediar los males hechos por
sus predecesores?
Hemos aplaudido la Revolución de Julio; oportunamente ofrecimos al nuevo
Gobierno nuestro apoyo, mientras no se desviase del bello programa militar; quisiéramos
conservar íntegra la fe que abrigamos. [Desde] hace cuatro meses esperamos aún que
la cordura y el patriotismo no sean ahogados por los intereses del partido, que no se
sacrifiquen los ideales a la causa radical.
Mas esta confianza nuestra, cada día más débil, no nos impide reconocer que la obra
ejecutada por el régimen juliano en cuatro meses de vida, especialmente en el campo
económico es poco menos que nula.
Cuando mandaba el doctor Córdova, después de que hubieron transcurrido cuatro
meses de la brillante ceremonia en que ciñó la banda, la prensa toda de la nación volvía
la vista al pasado y se preguntaba inquieta ¿qué ha hecho el nuevo Presidente? La misma
pregunta podemos hacer hoy.
Según el señor Dillon, la primera condición para que haya política financiera
acertada, es un buen presupuesto, bien equilibrado. Preguntamos al señor Ministro de
Hacienda ¿cuál es el presupuesto al que ajusta los gastos la Junta de Gobierno? ¿Lo hay
o no? Si no lo hay, continúa el caos económico, el desbarajuste fiscal.
Dice el señor Dillon que un presupuesto bueno debe estar bien equilibrado. De julio
acá hemos visto suprimir entradas y aumentar los gastos. Hubo primero dos ministerios
más; más tarde sólo uno, con todo un tren de empleados, amén de una serie de juntas y
comisiones bien rentadas. ¿Estará equilibrado el presupuesto? ¿Podrá el señor Ministro
de Hacienda decir en cuánto ha crecido la deuda interna?
La exportación debe favorecerse; el prohibir la salida de artículos que tienen buen
mercado en el exterior, so pretexto de abaratar la vida para el pueblo, afirma, y con
razón, el señor Dillon, es un error de funestas consecuencias ¿Se lo ha corregido? No se
permite la salida del arroz por la Aduana de Guayaquil. (El Día de ayer, “Una pregunta”);
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sabemos de un negocio de mantequillas en el Perú, que se iniciaba muy halagüeño, y
que ciertas órdenes dadas por el Gobierno, hace poco más o menos tres meses, volvió
imposible.
¿Será la actual política económica más acertada que la anterior?
El exceso de importaciones fue otro de los factores anotados por el señor Dillon
como causantes de la depreciación del sucre. ¿Se ha revisado la tarifa aduanera?..., ¿qué
medidas se han adoptado para restringir la introducción de artículos suntuarios?
Los fondos del erario no deben dispersarse entre muchas obras públicas, ni ejecutarse
por lo pronto, aquéllas que no son de imperiosa necesidad. ¿De julio acá ha cambiado
en esto de algún modo, la manera de obrar del Gobierno?
La economía es indispensable, aseveró el señor Dillon. ¿Qué economías se han
hecho? ¿Cuántos trenes expresos han necesitado los señores ministros de Estado? ¿No
se han subvencionado en estos días de angustia económica, compañías teatrales¿ ¿No
se multiplicó el sueldo de cada ministro, como los de muchos otros funcionarios? ¿Qué
caudal va a costar la embajada que va a Chile? ¿Cuál es el monto de lo invertido en
fiestas sociales? ¿Dónde están, por fin, las economías?
La crisis del circulante, tan aguda hace poco, fue provocada por un desacierto del
señor Ministro de Hacienda: la multa que tan violentamente impuso al Banco Pichincha,
y obligó a la Junta de Gobierno a dictar leyes especiales, a fin de hacerla pronta efectiva,
para luego, cuando el señor Dillon se ahogaba en la tempestad que él desencadenara,
tener que ofrecer bajo su palabra de honor el devolver la cantidad percibida, y tener que
autorizar las emisiones con respaldo en plata.
Se han combatido los monopolios (estancos) por injustos y antieconómicos, y la
Casa Ashton, al creer lo denunciado por El Día, tiene privilegio gravoso para el fisco
para introducir azúcar a Quito y en el mismo diario se anuncia que sólo un fabricante
podrá elaborar tacado.
¿En qué consisten las reformas? ¿Qué se han hecho los bellos programas?
La misma conferencia dictada por el señor Ministro de Hacienda, en el Teatro Sucre,
¿no fue, acaso, un desacierto? La injusta crítica a los bancos sin distinguir a aquéllos
que han ceñido su conducta a la ley del que la ha violado; el pintarlos como antros de
ladrones, desconociendo los servicios que han prestado al pueblo, justamente cuando
necesita de la buena voluntad de esas instituciones, para poder coronar la empresa del
establecimiento del Banco Central, ¿no es un desatino? Si fueron o no prudentes los
draconianos decretos expedidos últimamente para vencer las resistencias que se oponen
a la formación del Banco Central del Ecuador, que lo digan los hechos acaecidos hace
poco en Guayaquil.
Partidarios y defensores hemos sido del Banco Central, pero no podemos participar
del criterio del señor Dillon. No será una panacea de los males financieros del país, no
aporta ningún capital nuevo, no entra en circulación mayor riqueza, será un regulador
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de la vida económica de la nación; si “funciona con acierto” producirá beneficios, de lo
contrario agravará los daños causados por una política económica equivocada o perversa.
¿Qué podemos esperar? ¿Será creíble que un partido de 30 años, que ha causado la
ruina del país, pueda ahora salvarla? ¿Son nuevos los hombres que lo dirigen? o ¿son
los mismos causantes de la bancarrota? Contesten los nombres de los dirigentes de la
reorganización del liberalismo.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
LOS PROYECTOS ANÁRQUICOS DEL
MINISTERIO DE HACIENDA
Telegrama circular para todos los gobernadores
y jefes de zona de la República
C
omo algunos ciudadanos pertenecientes al núcleo de banqueros, que en
Guayaquil forman el centro de resistencia a la política económica del Gobierno,
se han permitido calificar en un documento público de “anárquicos” los planes
del Ministerio de Hacienda, he creído conveniente dirigir a usted esta circular, con
el objeto de que no se extravié el criterio público y de que se conozcan con la mayor
amplitud y exactitud posibles, las ideas directrices y las reformas fundamentales que
la Junta de Gobierno Provisional tiene la firme intención de llevar a cabo, con el
objeto de reorganizar la vida económica y financiera del país, de acuerdo con los ideales
proclamados el 9 de julio.
La base fundamental de toda esa obra es la fundación inmediata del Banco Central,
del cual tienen que derivarse como inmediatas consecuencias, los siguientes beneficios
para el país: estabilización de la moneda, fijación de los precios en los consumos internos
y en el cambio internacional; unificación y elasticidad del circulante, derogación de
la moratoria, control efectivo del crédito y de las operaciones bancarias; cooperación
de éstas en la vida financiera del Estado; rebaja del tipo de interés; desaparición del
agiotaje; provisión suficiente de circulante para las necesidades del país; cobro efectivo
y oportuno de los impuestos públicos; economía, eficiencia y seguridad en el manejo de
los fondos nacionales; consolidación y conversión de la deuda pública interna y externa;
puntual servicio de amortización de esta deuda, etc.
El Banco Central será organizado de acuerdo con los principios más modernos
adoptados y experimentados suficientemente en países de elevada cultural y de
gran desarrollo bancario, comercial e industrial, como son los Estados Unidos de
Norteamérica, México, Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Colombia, Guatemala, etc.
Conjuntamente con esta institución, el Gobierno desarrollará un plan de reformas,
fundamentales en el régimen tributario, simplificando, unificando y haciendo más justos
los gravámenes e impuestos actuales, de modo que ellos queden reducidos a un corto
número y que su cobro sea efectivo, a fin de obtener un aumento considerable en las
entradas nacionales, sin necesidad de crear nuevos impuestos y con el propósito de
nivelar los gastos con los ingresos, y evitar así los empréstitos del fisco a los bancos, que
han producido siempre tan funestos resultados.
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La reorganización de los estancos de aguardientes y tabaco, que se halla ya en
vigencia desde septiembre próximo pasado, permitirá seguramente duplicar, en el año
entrante, el rendimiento de estas cuantiosas rentas, pasando así a beneficiar a la nación
las considerables utilidades que antes quedaban en manos de individuos particulares.
Se hallan ya nombradas las comisiones técnicas que enseguida van a principiar el
avalúo científico y justo de todos los predios rurales de la república, de modo que pronto
obtendremos una estadística agrícola de alto valor para la administración del país, y de
este modo podremos también doblar o triplicar el producto de los impuestos prediales.
Las reformas aduaneras se hallan ya muy avanzadas y se espera ponerlas en vigencia
en los primeros días del año entrante. Esas reformas tienden principalmente a la
unificación de los innumerables impuestos que hoy existen, y al cambio del sistema
arancelario por otro que consulte la mayor eficacia, justicia y sencillez en el cobro de los
impuestos aduaneros.
Las reformas a la Ley de Hacienda se proponen también obtener la simplificación
en la tramitación de los asuntos, la fiscalización efectiva del movimiento hacendario
del país y la recaudación inmediata de las sumas que se adeuden al fisco, por cualquier
motivo.
Con estas reformas principales, rápidamente esbozadas, y otras varias de carácter
secundario, que no es del caso enumerar, el Gobierno tiene la seguridad de que variará
totalmente el aspecto económico y financiero del país. Tendremos buena moneda,
moneda estable, cambios fijos, precios bajos, intereses moderados, presupuesto
equilibrado, rentas suficientes, y holgura y bienestar para todos.
Tales son los proyectos anárquicos que han merecido la condenación de un reducido
círculo de antiguos explotadores de este país, a quienes conviene denunciar como los
verdaderos enemigos de la patria en sus más caros intereses.
Sírvase usted dar a esta comunicación la mayor publicidad posible en esa provincia y
aceptar las consideraciones con que me suscribo su atento y seguro servidor.
Quito, 24 de noviembre de 1925.
Luis Napoleón Dillon, Ministro de Hacienda.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
LA DISOLUCIÓN SOCIAL
E
staba reservado al Ministro de Hacienda, Luis Napoleón Dillon, como último
recurso de su estrambótica política económica, enviar mesnadas de gente maleante
del Pichincha a regar simiente de cultura en el suelo guayaquileño.
Un falso apostolado, lleno de contradicciones y odios, [...] como retorcerse de
epilepsia.
Guayaquil ha sufrido en la forma de decretos gobernativos, los ultrajes más amargos
a su dignidad; y no por otra cosa que por ello, la juventud de la ciudad, compactada
con todas las clases sociales, desde el modesto empleado de comercio y el universitario
hasta el humilde aprendiz de taller, se ha erguido virilmente a establecer la muralla de
resistencia, para que el hombre nefasto, que con sonrisas de sirena ha cautivado la pobre
voluntad de sus compañeros y ha encendido el fuego fatuo de mentidas reivindicaciones
en el alma de unos cuantos vagabundos, se detenga en el límite preciso a donde pueda
llegar el civismo de un pueblo y su espíritu de sacrificio, listo a convertirse en la fuerza
de rechazo, con que supo, en todo tiempo ser, no campo abonable a la abyección y la
mentira sino cuna de libertades.
¡Proletariado! ¡Plutocracia!
Y es el fracasado banquero quiteño el libertador de las clases oprimidas de Guayaquil.
¡Provincialismo! ¡Regionalismo!
Y es don Luis N. Dillon, el jefe nato de unas pocas almas torcidas que han creado
rencor contra la Costa, porque cualquier campesino fanfarrón haya derrochado el fruto
de su trabajo, en las veleidosas atracciones de Quito, quien por boa de los irresponsables
matones con quienes pretende cambiar nuestro criterio y aplastarnos si somos rebeldes
a la magna idea de un Banco Central cuya necesidad y utilidad, todos sabemos, es
imperiosa al país, pero no en la forma espoliadora de los recursos del litoral y de la región
sur de la república, víctimas de un odio incomprensible en un hombre de aparente
cultura, sino en la forma serena y justa que deben organizarse los elementos propulsores
del progreso que interesa a todos los ciudadanos, decimos es quien pretende engañar la
buena fe del proletariado guayaquileño, para lanzarlo contra lo que él llama capitalismo
absorbente.
En términos claros, no es la clase trabajadora de Guayaquil o de la Costa la que vive
en el dolor supremo del hambre y la desnudez; es el infeliz proletariado del interior,
obligado a pastar sus rebaños durante largo tiempo para tejer sus propios vestidos, es
el pobre indio irredento, latigueado como bestia después de las rudas faenas del campo
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estéril que fecunda con su sudor y su sangre, la víctima propiciatoria de un capitalismo
inhumano que no reside en la Costa.
Y es don Luis Napoleón Dillon el alma mater del Gobierno actual, quien echa del
Ejército a todo el elemento ilustrado de la Costa, quien habla de regionalismo... e inunda
de hojas volantes incendiarias toda la extensión de la vía férrea y todos los ámbitos de
la ciudad de Guayaquil, con una gran campanada de odio de clases, en Guayaquil, cuna
y baluarte de la democracia, donde modestos obreros, al calor del trabajo y del buen
sentido, formaron el ahorro elevado a capital, gracias a la cooperación de la familia, en
medio de privaciones y amarguras.
Hombres anónimos, turiferarios del alma enfermiza que pretenden establecer orden
en medio de las proclamaciones de odio y disolución social, no son quienes pueden
venir desde los Andes a sembrar cultura en el puerto de Guayaquil, que es quien recibe
primero la influencia evolutiva de toda la civilización. Y a través de las líneas de una
“sinceridad y patriotismo”, jamás sentido, porque el códex bolchevique tiene como
fuerza inicial la criminal renegación de la patria; es una infeliz adaptación de lugares
comunes y de frases insustanciales de un poeta del norte, que lanza la injuria, único
brote de sinceridad, contra el pueblo de Guayaquil, dando como un hecho positivo que
el pueblo guayaquileño aliente odio regionalista.
No, nunca puede dejarse sorprender el pueblo guayaquileño de las falsas proclamas, y
para poner la realidad de la situación claramente, trataremos de decir en términos breves,
los fundamentos de nuestra resistencia y el motivo de nuestro anhelo de federación:
La situación monetaria. Desvalorizada la moneda nacional, fundamentalmente por
el desequilibrio de alza de materias primas y jornales de todo cuanto necesita importar
de naciones extranjeras manufactureras, el Ecuador vio agravada su situación, porque
el tónico de la moneda nacional, cacao, café, algodón, sombreros y ganadería, carecían
de solicitud en los mercados de consumo a precios razonables. Las provincias del
litoral y las de Loja y Azuay, son las únicas que aportan con sus productos naturales o
manufacturados el tónico de la moneda ecuatoriana, mientras nuestros hermanos de las
provincias del Norte, a motivos de un ferrocarril costoso y falta de artículos exportables
de buen precio o singular estima en mercados extranjeros, no aportan nada y solamente
nos conducen a la gravedad del peso enorme de su consumo.
Si el litoral y la región del sur tuvieran la libertad de organizar su sistema tributario
sin la imposición de obligaciones que han sobrepasado de su límite, podrían carear
con ventaja los problemas económicos en su relación internacional, que es como debe
plantearse la cuestión científicamente.
No a nosotros los guayaquileños, que tributamos con placer a la patria grande y que,
en razón de nuestra posición geográfica, tenemos ciertas ventajas naturales para afrontar
la crisis monetaria, aunque sea con grandes sacrificios que nos mantienen estacionarios
en el progreso. Es lo clamoroso que el Azuay y Cañar, con sus industrias y su minería,
pueden equilibrar su situación económica. Es nuestra hermana, la provincia de Loja,
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aislada por la enorme distancia la que en una superproducción agrícola que, luego de
suministrarse al Azuay, a El Oro y al norte del Perú, luego de bastarse a sí misma, y que
podría comprar por el saldo favorable de su balanza comercial un dólar con un sucre, por
el honor nacional, por su orgullo ecuatoriano, ve perdida su moneda, en una imposición
de tributo indirecto a la nación, que culmina en el más santo de los sacrificios y en la
más admirable de las abnegaciones.
No es posible, racionalmente, que la situación siga adelante; y a ello nos ha
obligado no un insensato odio regional sino la presión innoble de quien, por mantener
su plataforma política con su literatura financiera, nos obliga a ello defensivamente;
aunque nuestra acción afecte al interior, no en sus fuerzas vitales que sí tiene, sino a la
gran porción de hombres que viven en la molicie y en el placer alardeando de valores
políticos, de factores sociales y de redentores de pueblos.
Nuestra actitud es indeclinable, pese a toda las fuerzas, expúlsese o no a todos los
soldados de la Costa, sospechosos de prestarnos su apoyo en la lucha regional planteada
por Luis Napoleón Dillon.
Si en la mecánica funcional de los valores económicos hemos probado, y podemos
probar científicamente, que las regiones del litoral y del sur son las contribuyentes únicas,
vamos también a decir a los falsos apóstoles de la reivindicación social, y especialmente
al ciudadano Luis N. Dillon, la poderosa cabeza financiera que nos gobierna, ahora que
lo gobierna todo, ¿qué ha hecho a favor del proletario costeño?
¿Por qué lanzar su proyecto inentendible de Banco Central, sacando todas las fuerzas
de nuestra región? Dictar un decreto el 13 de noviembre, condenando a un banco de
la Costa en multa por una falta que él forzó, como cómplice de gobiernos pasados;
preparar una conferencia, por fortuna fracasada, en los mismos días, anhelosos de
convertirse en el ídolo del proletariado, y lanzar otro decreto de capciosos considerandos
pseudoproteccionistas del proletariado, alzando el jornal a la cuadrillas de Aduana y
Muelle de Guayaquil, vigentes desde el 16 de noviembre, no es otra cosa que lanzar
cínicamente al conocimiento universal, su política de maldad y de falsía para establecer
antagonismos entre el capital y el trabajo, en días de dolorosa recordación para el pueblo
guayaquileño.
Pero estas teatralidades tan propias del falso apóstol, son una carga más para el
pueblo guayaquileño y de toda la república, porque esta generosidad del señor Dillon
ha aumentado al doble el precio de esos servicios que haremos de pagar en el más alto
costo de la mercancía.
¡No hay regionalismo en Guayaquil, hermanos del Pichincha!
Las obras públicas que nos permitieran ser no una ciudad elegante sino una ciudad
sana, no pueden llevarse a cabo porque se absorbe todos nuestros recursos; mientras
vosotros erigís palacios hasta en las aldeas, nosotros carecemos de todo, no tenemos
agua, no tenemos drenaje en la ciudad, no tenemos muelle, no tenemos edificios para
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escuelas y a vosotros que lo tenéis todo, no os hemos dicho nada, jamás, hasta que
vuestro señor Dillon ha puesto la bota de su odio sobre nuestra cabeza. ¡No somos
regionalistas!
Nuestra mercancía cubre una contribución de 40% para embellecimiento de Quito,
mientras permite un 12% las obras de Guayaquil; y mientras la querida capital de nuestra
patria aparece como dama fastuosa y derrochadora, nosotros yacemos en la miseria y en
el dolor de un trabajo sin remuneración equitativa.
No puede engañarse el pueblo de Guayaquil con literaturas patrioteras. Mientras el
sabotaje de las pequeñas embarcaciones del proletariado piloto de la Costa, tributa S/.
2,80 por la vela de su barco, para dragar el río Guayas, que nunca se draga porque el
dinero como el de las otras grandes obras costeñas son absorbidas por la administración
general, en forma de préstamos para jolgorios y bailes en Quito, para el embellecimiento
de la capital de la república y otras obras del interior, paga $ 42.
¿Nosotros regionalistas, señor Ministro de Hacienda, sabio regulador de la economía
nacional y protector del proletariado de la república?
Vean claramente, nuestros hermanos del Pichincha, si somos nosotros sus enemigos,
o lo es el odio insano y la incapacidad científica del señor Luis N. Dillon, Ministro de
Hacienda de la República.
Guayaquil, 24 de noviembre de 1925.
Guayaquileños.
.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
LA FARSA BANCARIA ¡ALERTA PUEBLO!
N
o es el hermano obrero del Guayas el que se opone a la fundación del Banco
Central: es el capitalismo que, en un desahogo de venganza y en el rictus de la
desesperación, hace aparecer al altivo obrero como un fantasma de desolación:
como un bólido enorme que con su ígneo fuego quisiera incendiar al mundo.
No, ¡mentira! El obrero del Guayas, el indómito campeón del derecho, lucha con la
luz de la justicia y con el arma noble del pensamiento y no con el instinto de la bestia,
arma propia del absurdo dios-oro. Y, como una elocuente prueba del verdadero ideal del
obrero de la Perla del Pacífico, tenemos el agrado de reproducir dos de las tantas cartas
que nos han llegado en el último correo, cartas que sintetizan la fidelidad del pueblo y
la vil y rastrera política de la banca.
He aquí las cartas dirigidas al señor Presidente de la Liga Patriótica Nacional, don
Luis F. Donoso E.:
Guayaquil,25 de noviembre de 1925
Señor Luis F. Donoso E.
Quito.Suplicamos la publicación de la adjunta para que se sepa que ya no nos dejamos
sorprender. En ésa pueden hacerlo, aquí no es posible; ninguna imprenta quiere hacerlo.
Atentos camaradas, Gustavo M. Sánchez, J. Murillo c.
“Guayaquil, 12 de noviembre de 1925
El momento psicológico porque atraviesa el país, nos obliga imperiosamente a salir
por los fueros de la verdad y la justicia, uniéndonos en una sola idea y un solo corazón para
derrocar la bancocracia que nos ahoga con sus especulaciones monstruosas, de la cual
somos las únicas víctimas los obreros, que hasta aquí habíamos dormido con esperanzas
de días mejores, siempre ofrecidos por esta prensa asalariada que desgraciadamente ha
sentado sus reales en Guayaquil.
Ahora o nunca también fue y es la frase de los obreros que gimen en los calabozos,
tildados de bolchevismo, de ese bolchevismo que sólo existe en la mente de los que
hasta aquí sólo han querido acallar nuestras protestas, haciéndonos aparecer como
seres capaces de horrorosas infamias, para escudados con esto, hacer odiosa nuestra
propaganda de nivelación económica, mediante la fundación del Banco Central.
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Vemos que se nos está preparando para una lucha que no será entre hermanos, sino
entre redentores quiteños y asalariados de acá.
Gustavo M. Sánchez,
J. Murillo C.”
“Por cartas de varios particulares y obreros de Guayaquil, dirigidas a distintos
miembros de la Liga, se deduce claramente que el tan decantado movimiento bolchevique
o comunista, que personas mal intencionadas han dado en denominarlo, es la gran farsa
de la bancocracia guayaquileña. Todos los obreros del litoral nos manifiestan que sus
anhelos y aspiraciones son sólo el mejoramiento económico y social de la clase obrera;
aquella campaña depravada no es sino el aborto del dinero, el siniestro corruptor de
conciencias y sobornador del pensamiento.
¡Pueblo del Guayas, hermanos del muslo y la pujanza!, no es dejéis engañar por
la fementida labor del capitalismo! Vuestros hermanos de aquende los Andes os
estrechan vuestras generosas manos, para así, unidos, empujar el carro del progreso y la
reivindicación!
Quito, 16 de noviembre de 1925.
Honor y Trabajo
Obreros del interior”
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LA TERQUEDAD Y ANTI PATRIOTISMO
DE UN MINISTRO
¿Hasta dónde se quiere llegar por fundar el Banco Central? La política
de división y el momento internacional. La venta del territorio
nacional. Traición, felonía y terquedad
V
ivimos en la hora de las revelaciones. El afán renovador que llevó al Poder,
en hora malhadada para el Ecuador, al ciudadano Luis Napoleón Dillon, ha
permitido que se manifieste completamente de cuerpo entero en el desarrollo
de su labor para establecer el Banco Central.
Si nos remontáramos en la genealogía del Ministro de Hacienda y verificáramos el
examen de su personalidad, encontraríamos, quizás, el verdadero motivo de su firmeza
en el sostenimiento de su decantado y atrabiliario proyecto, constataríamos el por qué
de su animadversión a todo lo que se refiere a esta región y comprenderíamos la razón
de venganza que lo asiste para no atender la defensa de nuestras instituciones bancarias,
recordando que nunca mereció su dudosa conducta anterior al 9 de julio, frases
laudatorias y que su actuación financiera tuvo que evolucionar en sentido contrario a
las normas patrióticas que primaron en la parte mayor de la banca guayaquileña.
Pero…, no nos detengamos a considerar puntos de poca importancia ante el desastre
considerable que está significando para el Ecuador todo, la testarudez del ciudadano
árbitro de la Hacienda Pública.
Felizmente, los hechos desvirtúan las palabras del hombre y permiten se las
aprecie en su verdadero valor: el de la falsía y el engaño. Cuando El Guante proclamó
valientemente la animosidad del señor Dillon contra nosotros, lanzó éste dos o tres
frases de amistad oropelesca y consiguió se tachara al prestigioso vocero porteño de
“regionalista”, sino él que siembre la visión y exacerba las pasiones separatistas con sus
violentas y deprimentes disposiciones. ¿Quién el gran “antipatriota” sino él que, con
su testarudez inconcebible y deslealtad vituperable debilita a la nación en momentos
en que debe presentarse fuerte, unida y valerosa por los fueros de su dignidad y por la
integridad de su territorio? ¿Quién sino él el “desleal”, que quiere arrasar con todos los
bancos, guardadores del tesoro del pueblo, y que son los llamados luego a alimentar con
sus arcas la potencia de su soberanía?
Que se aprecie en toda su extensión y gravedad el perjuicio que acarrea al Ecuador
la permanencia de Dillon en el Gobierno. Es necesario revelar los hechos y prever las
intenciones, antes de que sea tarde, cuando se puede aún impedir que tomen el carácter
de “consumados”, con detrimento enorme e irreparable para nuestra nacionalidad libre
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e independiente, conseguida con la sangre de nuestros héroes y el cerebro de nuestros
hombres, y legada por Bolívar con recomendación especial de mantenerla incólume.
Colombia, la que creíamos hermana, víctima de un Gobierno inconsecuente,
pretende irrogarnos grave ofensa y ocasionarnos lesión enorme en nuestros intereses.
Si, no habiéndose extinguido todavía en el alma ecuatoriana el espíritu libertario y el
orgullo de energía, la amenaza y la imposición arrancaron de nosotros el grito altivo y
la protesta rebelde ante el pensamiento atropellado; el ultraje y el peligro internacional
debían haber borrado toda huella de resentimiento y toda intención de persistencia
en una actitud contraria y combatida, para resistir, en la armonía fraternal de una sola
colectividad y solo terruño, el bofetón con que se nos ultraja. Si Dillon, colombiano
por ascendencia pero ecuatoriano por nacimiento, hubiera correspondido a su deber
para con su patria, habría sentado el timbre de su hidalguía y merecido el aplauso de sus
conciudadanos.
Pero no es así. Y, en su eterno y pernicioso afán quiere disgregar más nuestra
nacionalidad. Quiere vender Galápagos, esa importante sección, ambicionada de todas
las potencias y baluarte magnífico de estrategia militar. La noticia circulante de que “el
Gobierno conseguirá un empréstito de 25 millones de dólares, que serán facilitados por
una casa bancaria de Estados Unidos” es muy cierta y quiere decir la venta o hipoteca
de nuestras islas…
Es así como a la terquedad y a la falsía, se quiere agregar la traición. Esa traición que
nunca ha llegado a realizarse, porque los ecuatorianos la impedimos siempre y que no se
realizará nunca, tampoco, porque aún tenemos patriotismo, energía y altivez.
¡La patria está en peligro, conciudadanos! Así lo comprendemos, desde nuestro
dirigente, el patriota y honrado comandante Mendoza, gestor del movimiento de julio,
hasta el último de nosotros, de los que queremos se conserve puro el ideal de esa jornada
y no medren a su amparo la traición, la felonía y la terquedad.
Compatriotas, para protestar por la actitud de Colombia y el proceder maquiavélico
del ciudadano Dillon, os invitamos a una reunión en la Plaza de San Francisco, hoy 3
de noviembre, a las 8 p.m.
Guayaquileños del 95.
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BANCO CENTRAL
El plan de Gobierno y el plan de los bancos
Comparaciones instructivas
E
l proyecto del Banco Central, formulado por los bancos del Ecuador, Comercial y
Agrícola y de Descuento, es un documento de enorme importancia para ilustrar
el criterio nacional respecto del vital problema, tan apasionadamente discutido
en estos momentos, pues permite fijar con exactitud los graves puntos de discrepancia
sobre los cuales versa, en realidad, el debate.
Puede decirse ahora, sin temor de contradicción, que toda la nación está unánime
en cuanto a lo esencial, que es el establecimiento de la nueva institución, llamada a
resolver la actual crisis de la economía nacional. Los mismos bancos, cuya oposición
parecía inconciliable, se manifiestan ahora dispuestos a prestar su apoyo a la ejecución
de los anhelos del Gobierno, que no son otros que los de salvar los intereses de todos
los ecuatorianos, peligrosamente amenazados por la prolongación indefinida de los
actuales desórdenes. Las discrepancias –muy graves, por cierto– se presentan, por fin,
claramente definidas en las diferencias que se precisan entre el proyecto del Gobierno y
el de los bancos. La prensa [banquera] de Guayaquil, encargada de exponer un criterio
de consigna que nunca llegó a comprender, no había hecho sino crear confusiones,
echando por el camino vagas generalidades y venenosas diatribas. Los bancos callaban.
Ahora puede ya decirse que han hablado y que se sabe lo que piensan. Corresponde pues
a la nación, formar un juicio exacto entre los dos criterios expuestos, entre el plan del
Gobierno y el de los bancos de Guayaquil.
Dejando a un lado las cuestiones de importancia secundaria, tales como la de la sede,
vamos a examinar, frente a frente, las cuestiones fundamentales que más interesan al
porvenir económico de la república.
A.Capital
El Plan del Gobierno propone la cooperación de todos los bancos no hipotecarios,
con un 12% de sus capitales y reservas, lo que aseguraría para el nuevo banco un
capital inicial de S/. 4’589.000, sin contar con el que resultara de las suscripciones
particulares y de las gestiones que el Gobierno se propone hacer para obtener apoyo
financiero del exterior. Se ha dicho que este plan significa una confiscación de parte
de los capitales bancarios. Nada tan inexacto. Se trata simplemente de una inversión
muy lucrativa y muy conveniente, en todo sentido, de dichos capitales, por los cuales
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deben recibir los bancos las correspondientes acciones en la nueva institución, con
todos los derechos respectivos. Se ha dicho también que la expresada suscripción por
los bancos reduce la capacidad operativa individual de cada institución. Nada tampoco
tan inexacto. El objeto principal del Banco Central es, justamente, poner término a
las frecuentes paralizaciones de operaciones bancarias de que sufre constantemente la
economía nacional; acudir en apoyo de los bancos que lo necesiten, descontando sus
carteras y suministrándoles el numerario indispensable para el desenvolvimiento de sus
operaciones. Para ello, [se juzgaba] necesario un capital de alguna consideración, aparte
de los demás recursos que resultan del plan propuesto, cuyas ventajas, por consiguiente,
benefician tanto a los bancos mismos como al público.
El plan de los bancos de Guayaquil limita el capital a S/. 868.000, no establece
posibilidad alguna de incremento y pone a la nueva institución en manifiesta
imposibilidad de cumplir las principales funciones que le corresponden. Pero significa
una aceptación del principio, limitando la discrepancia al porcentaje y a la participación
de los bancos no emisores.
B. Respaldo de la emisión
En la actualidad, la circulación del Banco del Ecuador tiene un respaldo de 95%,
la del Banco Comercial y Agrícola un respaldo de 14,51% y las de los demás bancos
un respaldo de más o menos 50%. Suponiendo, sin embargo, que se unificara toda la
circulación y que se añadiera el saldo legal que guarda en sus bóvedas el Banco del
Ecuador, congregado, por otra parte, en una sola caja los respaldos metálicos de todos
los bancos de emisión, tendríamos una emisión total de S/. 39”507.237, respaldada con
una reserva metálica de s/. 10’670.093, es decir, de un 27%.
El plan del Gobierno propone esta unificación del billete y esta concentración
del respaldo.El plan de los bancos propone respaldar S/. 12’000.000 de la circulación
exclusivamente con bonos del Estado y el saldo con 25% en oro y plata, 25% en cédulas
hipotecarias y 50% en bonos del Estado. La comparación entre los dos planes resulta
como sigue:
Plan de Gobierno
Oro y plata
Deuda
pública
Cartera
Total
Activo
%
10’670.093,95
27,01
20’084.488,00
50,84
8’752.655,05
39’507.237,00
22,15
100.00
Pasivo
Circulación
39’507.237
39’507.237
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Plan de los Bancos de Guayaquil
Activo
Oro y plata
Deuda
pública
Cédulas
hipotecarias
Total
Pasivo
6’876.809,25
17,41
26’753.618,50
65,18
6’876.809,00
39’507.237
17,41
100.00
Circulación
39’507.237
39’507.237
Se observa, pues, que el plan de los bancos reduce el porcentaje de reserva a 17,41%,
lo que no dejará de producir una baja inmediata en el valor del billete bancario. Por
otra parte, mientras el propósito del Gobierno es aumentar el encaje metálico y tienden
a ello varias provisiones de la ley, los bancos de Guayaquil aspiran, simplemente, a un
contrato que haga definitiva la moratoria, inconvertibles los billetes, e indefinida la
fluctuación de los valores monetarios.
Además, el plan del Gobierno quiere que para principiar, tenga la circulación un
respaldo fiduciario siquiera del 22,15% en valores líquidos de 90 días de vencimiento,
mientras que los bancos quieren que el 82,59% consista en títulos a plazos mayores de
20 años y enteramente irrealizables. En otros términos, aspiran a la consolidación y
perpetuación del desorden monetario.
Bastan, por ahora, las precedentes comparaciones para que el público juzgue entre
los dos planes. Nos reservamos el derecho de continuar estos estudios.
Quito, lo. de diciembre de 1925,
Analista,
Imprenta La Liga.
EL CONTRAPROYECTO DE LOS BANCOS DE GUAYAQUIL
Quieren ganar de golpe S/. 37’000.000
Entre los sorprendentes espectáculos que el mundo ha podido contemplar en medio
de las catástrofes de estos últimos tiempos, ninguno tan digno de admiración como
el desprendimiento con que las fuerzas financieras han acudido, en todas partes a la
salvación de las sociedades. Durante la gran guerra, los bolsillos privados se vaciaron
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sin contar en las arcas públicas, en forma de contribuciones o de empréstitos que no
apelaban a la codicia sino al patriotismo de los suscritores. Después, cuando llegó la
hora de reparar los daños de la guerra, todas las grandes agrupaciones de dinero [se
pusieron] al servicio de las colectividades. En Francia, en Inglaterra, en Italia, en otros
países, los grandes bancos han dado cuenta a sus accionistas de cuantiosas pérdidas
conscientemente sufridas en defensa de los intereses generales, han declarado que su
primer deber es para el público y para la nación, y que la cuestión de ganancia y de
dividendos es secundaria. Ninguna voz se ha alzado en oposición a este principio.
Muy otro es, por desgracia, el cuadro que en el Ecuador contemplamos. Los planes de
salvamento económico propuestos por el Gobierno han encontrado áspera resistencia en
intereses que se han supuesto heridos únicamente porque no se les ha ofrecido ocasión
de inmoderada ganancia. El Gobierno ha estudiado escrupulosamente la situación de
los derechos e intereses afectados por la propuesta reforma, ha cuidado de resguardarlos,
de impedir que sufran merma o perjuicio alguno; pero se ha considerado que esto es
insuficiente. Se quieren, además, ganancias inmediatas que puedan contarse sucre
sobre sucre y materializarse en la forma de dividendos, sobresueldos y gratificaciones.
[Se estima] inaceptable el plan del Gobierno porque no permite que a las ganancias
exorbitantes obtenidas en el proceso de depreciación monetaria y fluctuación del
cambio, se sumen nuevas ganancias materiales como consecuencia del saneamiento de
la moneda.
El plan de Gobierno propone relevara los bancos emisores de la obligación
proveniente de los billetes en circulación y les pide para ello una cantidad de activo igual
a la del pasivo que el Banco Central tomaría a su cargo. Esto no entraña pérdida alguna
para las instituciones o para los accionistas. Más aún, les ofrece el beneficio proveniente
de recibir el respaldo fiduciario de la emisión al tipo de cotización determinado por la
depreciación monetaria. Pero los grandes banqueros de Guayaquil no se contentan con
esto. Quieren ganancias y las quieren enormes, por eso se ha elaborado el contraproyecto
de los bancos de emisión del Guayas, cuyos resultados [...] vamos a exponer para asombro
de los ecuatorianos.
Después de deducir del actual monto de la circulación –que asciende a $ 39’507.240–
la suma de $ 12’000.000 que se propone respaldar exclusivamente con deuda pública, se
arbitra para el respaldo del saldo –esto es, de $ 27’507.240– una reserva de 25% en oro y
plata, 25% en cédulas y 50% otra vez en bonos de Estado, lo que supone un respaldo de
17,41% en metálico y 82,90% en valores a largo plazo, despreciados e irrealizables. La
primera consecuencia de este plan es la inconvertibilidad definitiva del billete bancario,
asegurada nada menos que por contrato. Por consiguiente, la fluctuación indefinida del
cambio extranjero, con enorme pérdida para la economía nacional, pero con enormes
beneficios para lo que aprovechan de las diferencias que resultan de las alzas y bajas del
cambio. Pero hay otras consecuencias.
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Las cédulas están considerablemente despreciadas y sin esperanzas de recobrar su valor
primitivo. Los bancos se proponen transferirlas a la par al Banco Central, realizando la
consiguiente ganancia del descuento, que no puede rebajar de 15%. Para verificar esta
ganancia insisten en el loco empeño de monetizar la tierra, tantas veces propuesto a los
gobiernos y congresos y otras tantas rechazado, en vista del desastroso error que entraña.
La monetización de la tierra es el sistema que más ruina ha producido a los países que lo
han ensayado. Pero a los bancos de Guayaquil les atrae la idea de ganar un millón sobre
los $ 6’876.809 en cédulas, que quieren endosar al Banco Central, y cierran los ojos a
toda otra consideración.
La deuda del Estado a los bancos está al día en su servicio. Sin embargo, convertida
en bonos no encontraría colocación sino con un descuento que no sería menor de 30%.
Los bancos acreedores lo saben perfectamente pero quieren endosarla al Banco Central
a la par y recibir su valor en billetes. Esto significa la monetización del crédito del
Estado, es decir, el papel moneda. Pero como la ganancia resulta enorme, los bancos
cierran otra vez los ojos a toda otra consideración.
La circulación representa para los bancos emisores una obligación en oro a la par,
que asciende a $ 3’950.724 cóndores. El proyecto de los bancos significa la cancelación
de esta deuda, con 687.681 cóndores en metálico y 1’631.521 cóndores en cédulas
hipotecarias y bonos de Estado; es decir, con un descuento de 1’631.522 cóndores que,
en este momento, representa una ganancia líquida para los bancos de $ 32’630.440.
El atractivo de esta utilidad es demasiado formidable para que los bancos emisores de
Guayaquil no pasen por encima de todas las conveniencias nacionales.
El plan de los bancos de Guayaquil libera $ 3’793.284 oro de las reservas que, por
ley, están obligados a mantener como respaldo de la circulación. Proyectan librarse
de toda obligación legal con entregar al Banco Central $ 6’876.809 oro y quedan en
libertad de disponer a su arbitrio del expresado saldo. Pueden utilizarlo de dos maneras.
La primera, la menos perjudicial para la economía del país, sería que exportaran ese
saldo y lo convirtieran en fondo de giros, con una ganancia inmediata de $ 3’793.284
y lo que gotee. La segunda, la que sería el colmo del desastre nacional vendría a ser
la resultante de lo previsto en la cláusula quinta del proyecto, que dice: “Tanto para
garantizar las emisiones en curso como para obtener billetes del Banco Central, los
bancos interesados entregarán, etc.”
En otros términos, los bancos interesados obtendrán los billetes que a bien tengan,
previa entrega del 25% de su valor en oro, ofrecerán al Estado la tentación de nuevos
préstamos para obtener el necesario respaldo de deuda pública, y lanzarán así al país a
los abismos de la inflación.
De la precedente exposición resulta que los beneficios que los bancos emisores de
Guayaquil esperan de su contraproyecto, son los siguientes:
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Por descuento de cédulas
1’031.400
Por descuento del valor legal de la circulación
32’630.440
Por liberación y disposición del saldo de la reserva oro 3’793.284
En total37’455.124
La avidez de la codicia no ha inventado nada más estupendo.
Quito, 4 de diciembre de 1925.
Analista.
.
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CONTRIBUCIÓN A LA RECONSTITUCIÓN
ECONÓMICA
Dedicada a las discretas autoridades militares de la plaza, que han
defendido la libertad de imprenta
E
ntre los decires públicos de la hora presente corre la noticia de que el elemento
militar de Guayaquil, que fue el activo gestor de la transformación política, tiene
el propósito de promover una junta de banqueros para concurrir a ella y asesorarse
de lo concerniente a la fundación del Banco Central, en vista de la violenta situación
creada por el combatido decreto de la Junta de Gobierno y sus adicionales.
De ser efectiva esta versión, la celebraríamos como un paso muy discreto y acertado
de parte del número militar que interviene en los destinos públicos y se distingue por su
espíritu conciliador y su respeto a las garantías constitucionales.
Ojalá, decimos, se lleva a cabo esa reunión, en un ambiente sereno, donde sea posible
encontrar la solución razonable a un problema que ha sido festinado por la precipitación
absurda y la violencia temeraria.
Nosotros, sin pretensiones de suficiencia, pero con algún estudio sobre la materia,
podemos anticipar nuestra contribución espontánea y bien intencionada, dedicándola a
los jóvenes militares que invisten autoridad en nuestra plaza, como un acto de deferencia
y simpatía por su brillante actitud en defensa de la libertad de imprenta.
Y vamos a explicarnos:
Hay muchas personas que dicen en la actualidad, somos partidarios del Banco del
Estado; pero no en las condiciones propuestas para su establecimiento. Todas esas
personas tienen razón.
Si la intención del Estado fuera la de fundar un banco, aportando oro al país por vía
de un empréstito, para ensanchar las esferas del crédito y contribuir con los demás bancos
privados a desarrollar las fuentes de la producción, base de la riqueza pública, hasta las
piedras de la calle aplaudirían tan benéfico proyecto y sería obra de alto patriotismo
arrimar el hombre a la naciente institución.
Tal es el ejemplo que nos han dado las naciones que tienen bancos del Estado. Y
en caso tal, es muy justo que los bancos de tal naturaleza ejerzan la exclusiva de emitir
billetes y presten los servicios de bancos centrales respecto de los demás a quienes
suministran el circulante.
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Pero el caso nuestro es enteramente distinto. El Estado no tiene base alguna para
fundar el banco y se empeña en despojar de una gran parte de sus tesoros a los bancos
privados, para adquirir vitalidad prestada y problemática.
De aquí la oposición, legalmente fundada en el derecho de propiedad, que sería
violado si bajo el imperio de la fuerza, con amenazas de prisión y destierro, se obligara a
las sociedades bancarias a rendir el desastroso tributo que se les exige.
¿Y qué ganaría la nación después de este atropello? ¿Conseguiría la restitución
económica que está prometida? De ninguna manera.
El Banco Central, tal como está proyectado, no añadiría un centavo más a la fortuna
pública, puesto que va a manejar los mismos caudales que tienen en movimiento los
bancos privados.
Sería menester un nuevo “milagro” de los cinco panes para que la república salga
de sus angustias y entre en un período de holgura económica, por la sola virtud de un
Banco Central, que desviste a los demás para vestirse así mismo.
Desengañémonos; para salir de pobrezas es preciso que venga a ayudarnos el caudal
de fuera y se incorpore en el debilitado organismo financiero de la república. Lo demás
sería pretender el absurdo de sacar fuerzas de la flaqueza.
Suele decirse que los bancos privados, por las prerrogativas que se les ha concedido,
se hallan en el deber de ayudar al Estado en sus penurias. A esto es preciso responder
que no sólo han ayudado, sino que se han dejado desollar, si se nos permite la vulgaridad
de la expresión, en gracia de la propiedad. Y en efecto, casi todos los capitales y reservas
de los bancos han ido a parar, de mucho tiempo atrás, al Tesoro Público, por medio
de empréstitos consecutivos para cubrir los “déficits” de la administración. ¿Qué más
pueden dar cuando lo que les queda es el caudal ajeno exigible de parte de sus sueños?
¿Y qué más puede pedir un deudor que no cumple con sus compromisos y mira con la
más completa indiferencia su pasivo?
Otro error, de suma entidad, propalado principalmente en el interior de la república,
y del cual participan ingenuamente las personas no versadas en el movimiento bancario,
es el de creer que los bancos obtienen ganancias fabulosas y enriquecen a sus accionistas
con los dineros del pueblo.
Los bancos (léase cualquier tratado sobre la materia) no están destinados a crear
riqueza, sino a fomentar y desarrollar el crédito. Su función fundamental, en torno de
la cual giran las demás, consiste en recibir dinero del que quiere colocarlo y prestarlo
al que lo necesita, con las debidas garantías. La utilidad del intermediario está limitada
por la ley, y si se observan las repartidas anuales entre los socios de las instituciones
bancarias, se hallarán porcentajes de muy relativa consideración, que son inferiores a los
que obtiene cualquier otro comercio o industria con menos capital.
Nadie se ha hecho millonario con el producto de sus acciones de banco, que apenas
rinden un 12, 14 o 16% anual; pero el capitalista busca, sin embargo, estas acciones,
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no por ambición de lucro sino por la seguridad que ofrecen los bancos para fuertes
inversiones de dinero y por la ventajosa situación que ofrecen en materia de crédito.
Los bancos no son, pues, tumbas absorbentes de dinero, sino órganos de inteligencia
entre el capital y el trabajo, que levantan el edificio del crédito. Y el crédito es el que
pone en acción las fuerzas útiles del país y labra la riqueza nacional.
El Ecuador, como dijimos al principio, no reaccionará jamás en el sentido económico
si comienza por debilitar a los bancos actuales para fundar otro con [sus rebanadas]. Es un
sistema de concentración absurdo, que no permite fundar esperanzas de mejoramiento
económico, por mucho que se dore la píldora.
Fundado el Banco Central en tales condiciones, ¿qué sucedería? Que su primer oficio
sería el de convertirse en paño de lágrimas de la administración, siempre escasa de
recursos.
Los préstamos de millones que han estado soportando los bancos privados, durante
medio siglo, lloverán de un modo más copioso sobre el Banco Central –dueño de los
billetes– y en un próximo día del porvenir nos encontraríamos con el verdadero y
legítimo “papel moneda”.
El oro que se quiere sacar hoy de los bancos habría desaparecido, tanto más de prisa
cuanto que una de las fases atrayentes del Central es la de conversión de billetes por
oro, so pena de quiebra.
¡Qué momentos los elegidos para la conversión, cuando tenemos perdida la mitad de
la fuente que produce oro en el Ecuador, o sea el cacao, arruinado por la plaga!
De su peso se cae que todo el que tenga billetes en su mano no perderá un momento
en cambiarlos por oro. Y como hay en los bancos muchos millones de billetes en
depósito a plazo, ganando un interés muy moderado, todos esos millones de billetes
serán retirados para convertirse en oro e ir a esconderse en las gavetas de los capitalistas
bajo la forma de metal precioso.
Es metal no volverá a la circulación. Le bastará estar en acecho para ganar tanto más
cuanto más elevado se presente el cambio internacional y sea menor el valor de la divisa
ecuatoriana, a la cual se ha desvalorizado legalmente y se desvalorizará más todavía.
Pasará el tiempo, y cuando el país se dé cuenta de su ruina, entonces se dirá, como se
dice en toda época: “!los errores del Gobierno pasado…!”.
Hay otras incongruencias en el decreto sobre el Banco Central que no vale la pena
de objetarlas, porque se rechazan por sí mismas, como aquélla de quitar a Guayaquil
su potencia económica, que es inherente a su vida propia, para trasladarla a la capital.
Tanto valdría quitarle los servicios de Marina, Muelle, Aduana, etc., y llevarlos a las
faldas de la cordillera.
Nada decimos tampoco de las tremendas sanciones decretadas contra los opositores a
la centralización bancaria; así no se fundan bancos, no se hace administración. Lo único
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que se consigue es asustar al poco capital que hay en el país y provocar su ocultación o
emigración, dejándonos peor de lo que estamos.
Sin embargo, si se quiere banco útil, seamos razonables y hagamos lo mismo cuando
se construye un edificio: comencemos por la base. Ya pasó el tiempo en que las varillas
mágicas sacaban de la nada palacios encantados.
Como primera providencia, puede conseguirse la unificación de los billetes de banco
y el necesario control sobre su circulación. Esto lo puede hacer el Gobierno por medio
de una caja de emisión o por cualquier otro medio que halle a su alcance. Puede también
convertir su deuda a los bancos en bonos prestigiados por estas mismas instituciones, a
fin de acreditar el papel oficial y asegurarle ventajosa cotización.
Aliviado así el Estado de tan fuertes obligaciones, y puesta la mirada en la verdadera
regeneración económica, dedicarse a la centralización de sus rentas, de las cuales el 60%
por lo menos, se distribuye entre infinitos partícipes que pueden y deben ser propuestos;
establecer una oficina de recaudación, bien organizada, para salvar los millones que se
pierden hoy por inactividad o dejación (actualmente se están cobrando impuestos de
1920, con cinco años de atraso); regularizar los servicios del crédito externo o sea de
una deuda que ha subido cuarenta millones, sobre el monto primitivo, por servicios
incumplidos y diferencias de cambio.
Cuando el Estado sepa cuánto tiene y cuánto puede gastar, cuando logre restablecer
su crédito interno y externo; cuando su papel esté bien prestigiado en el mercado
fiduciario, entonces conseguirá todo lo que quiera dentro o fuera del país y podrá fundar
bancos sin menoscabo de intereses ajenos, y antes bien, para aumentar los factores de
la actividad pública.
Mientras tanto, como medidas indispensables de orden posible e inmediato, sólo
encontramos en lo que se refiere a la moneda fiduciaria, la unificación de los billetes; y si
es necesario, para conjurar la crisis del circulante, el restablecimiento de la antigua Ley
de Bancos, que permitía emitir sobre el triple del encaje metálico, añadiéndole alguna
otra garantía para no debilitar el respaldo.
No creemos que se pueda hacer más, al menos de la manera vertiginosa que lo desea
la Junta de Gobierno.
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EL PUEBLO Y SUS EXPLOTADORES
El Banco Central y el pánico de los capitales. Cuando la prensa
burguesa se une, la derrota de la democracia es un hecho.
Salvemos la libertad, salvando la democracia
E
n estos momentos de enorme expectativa nacional, en que un círculo estrecho,
pero poderoso por sus capitales, trata de impedir la formación del Banco Central
de la República, deber de los ecuatorianos honrados es enfrentarse con el grupo
explotador del pueblo y decirles muy alto y muy claro que el impuesto de la explotación
ha cesado, y que la Revolución de Julio se verificó para salvar al pueblo de su estado
económico y acabar con las trincas políticas que tan funestas han sido para la república.
Los que hicieron asesinar al pueblo el trágico 15 de noviembre, los explotadores
del hambre y sus miserias, los capitalistas que hoy se enfrentan al Gobierno, tomando
cínicamente el nombre del pueblo, son los que están oponiendo la barrera formidable
de sus capitales para impedir la reforma radical bancaria que necesita de urgencia el
Ecuador para salvar la economía nacional y hacer que predomine en las transacciones
comerciales, el mayor espíritu de honradez.
El pánico del capitalismo es grande, y ante las resoluciones adoptadas por la Junta
de Gobierno de Quito, concibieron la idea, para ellos salvadora, de reconciliar a la
prensa asalariada de Guayaquil, a esa prensa vendida en tantas ocasiones, cuantas son
las oportunidades que se le han presentado para ello, para que unida en un solo bloque,
haga campaña contra el Banco Central y los ministros. Y la campaña ha empezado:
pareja, uniforme, violenta, es la oposición que hoy hacen al Banco y a la Junta de
Gobierno. Pero lo que no quieren tratar de saber es cómo terminará para ellos esa
campaña, ya que el pueblo, el verdadero pueblo, que ha soportado todas las exacciones
de estos infames explotadores, no consentirá en mixtificar la ideología revolucionaria
de julio, y se apresta para luchar en comunión de ideas con sus hermanos, los soldados,
por el triunfo de la genuina democracia y en beneficio del proletariado en general, sea
éste descalzo o de levita.
La amalgama hecha por los periódicos de la localidad es un aliciente más para la
lucha empeñada entre el capitalismo y el pueblo; ya sabemos pues, que todo es un solo
bloque que tendremos que demolerlo en cualquier forma y de cualquier manera. A la
lucha nos han llamado. A ella vamos resueltos y valerosos, pero con fe en el triunfo de
clavar muy en alto el pabellón rojo símbolo de las grandes redenciones, aunque para
ello sea menester ofrecer en holocausto a nuestra libertad, la sangre que se necesitare.
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Los capitalistas y los periódicos de la localidad nos dicen a diario que los banqueros
están defendiendo el oro del pueblo y que es éste el beneficiado. Y, nosotros les decimos,
con toda la fuerza de nuestros pulmones, “mentira farsantes”. ustedes están defendiendo
sus capitales, sus enormes ganancias, sus indecorosos negociados; la fatuidad y el lujo
de los suyos, que muellemente recostados en los livianos asientos de un automóvil,
pasean gallardamente la insolencia del burgués adinerado, por las calles asfaltadas de
la ciudad. Nosotros, pueblo, somos los dueños del oro de los bancos, porque están en
los bolsillos de los dos millones de ecuatorianos los asquerosos billetes que han lanzado
con asombrosa enormidad a la circulación. Y los bancos no tendrán cómo recoger esos
billetes para canjearlos con el oro, como dice el señor Game, que los defiende. Y nosotros
no tenemos por qué defender el oro de los capitalistas; no tenemos por qué defender el
valor de las acciones bancarias, ya que estos grandes especuladores no defendieron a su
debido tiempo el oro del proletariado, el oro del pueblo. Y son ellos los que han abusado
de la confianza popular para enriquecerse, a costa de este pueblo, que debe pedirles
estrecha cuenta de todos sus actos.
Al integérrimo comandante Mendoza, al aguerrido ejército de Guayaquil, pedimos
firmeza y decisión para castigar a los malos hijos de la patria, que tratan de envolverla
en el caos más absoluto para provecho exclusivo del capitalismo. Las grandes reformas
requieren grandes sacrificios; y, si es menester sacrificar por “un momento” el ideal
libertario de la comunidad, en aras del mismo ideal, sacrifiquémoslo por “un momento”,
erigiéndole en dictadura benéfica del proletariado y barramos las malezas que se
presenten en el camino revolucionario del progreso para llevar triunfante el carro de la
libertad.
Pueblo guayaquileño: si queréis conservar al tope el trapo rojo del 5 de julio y del 19
de enero, desconfiad de los falsos apóstoles, de la prensa asalariada, de las alabanzas que
te prodiguen y sé fuerte sólo por la unión de tus camaradas que serán los que salven la
libertad, salvando a la democracia. Lo demás será traición como lo de Colombia, cuna
de los principales redactores de cierto diario, que a pesar de la felonía de ellos tienen
todavía el coraje para enfrentarse ante nuestras autoridades, reclamándonos libertad...
Continúe la prensa asalariada en su campaña, que nosotros seguiremos la ruta del
deber que nos hemos impuesto: la de indicarle al pueblo sus verdugos.
Verdaderos proletarios.
Imprenta Ideal.
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AL PUEBLO DE GUAYAQUIL
Mientras tenga la república un hombre honrado,
la verdad ha de ser dicha
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l telegrama que reproducimos a continuación, de ese gran carácter que se llama
José María Barona, quien en su vida pública sólo tiene altiveces dignas de ser
rememoradas por la historia; que no quiso formar parte de la Junta de Gobierno
Provisional del 9 de julio por motivos de delicadeza política, que le hacen acreedor
al mayor aprecio de sus conciudadanos y de sus propios enemigos; que no ha deseado
ahora integrar la nueva Junta de Gobierno, no porque esté en oposición a la ideología
regeneradora del movimiento militar, sino porque comprende que son muy grandes y
muy profundas las raíces que tiene aquí la plutocracia, en connivencia con la funesta
bancocracia; el señor José María Barona, decimos, ha reconocido la patriótica labor
del patriota ciudadano señor Luis N. Dillon, ex Ministro de Hacienda de la Junta de
Gobierno, y le ha dirigido, con tal motivo, el siguiente telegrama, que dice lo suficiente
para desenmascarar a los farsantes y a los periodistas venales al servicio incondicional
del capitalismo en auge.
Telegrama para Guayaquil,
Urgente
Enero 8 de 1926
Señor Luis N. Dillon,
Ministro de Hacienda.
Señor:
Siempre me he considerado como el último de los ecuatorianos, pero abrigo la
pretensión de tener un rayo de luz en mi cerebro. Con esa luz alcanzo a ver la justicia de
su causa y la grandeza de su triunfo, que es también mío, porque usted con los hechos,
probará, bien pronto, toda la terrible verdad de mis afirmaciones rotundas.
Poco importa si mi persona no fuera a usted grata; sería puerilidad si esta
circunstancia me impidiera aplaudir la justicia. Si cuando el destino nos puso frente
a frente en el Congreso, y a pesar de la violencia del incidente, reconocí en usted
talento y otras grandes cualidades, no puedo callar hoy que con ese mismo talento
hace esfuerzos heroicos para salvar a la patria. Solo, pero no desolado: aislado pero
novencido, y resuelto irrevocablemente a no recibir jamás del Gobierno nada que sea
en mi beneficio para que no se confundan mis propósitos, levanto mi voz, en medio
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de la más injustificable de las oposiciones para decirle: “no son los guayaquileños los
que combaten al ministro Dillon, sino los especuladores responsables de la bancarrota
nacional”.
De usted, atento S. S.
José María Barona.
No son pues, los guayaquileños, ni los ecuatorianos, los que han combatido al señor
Dillon. Es la obra del capital, es la nefanda obra de los bancos que trata de ofuscar las
conciencias: es la obra de la prensa mercantilista del Ecuador,, muy bien pagada para la
campaña, la que ha hecho ruda oposición a los proyectos económicos del señor Dillon,
proyectos que beneficiaban “directamente” al ”proletariado” ecuatoriano, sea éste de
camiseta o leva. Desconózcansela redentora labor del señor Dillon en el Ministerio y
quedara ese grupo de parias que forman la mayoría: pueblo, ejército, empleados, en las
mismas condiciones de inferioridad en que se encuentra hoy.
El triunfo de la bancocracia y del capitalismo será una triste realidad, si la nueva
Junta de Gobierno atiende las sugerencias diarias que hace la prensa nacional en vista
solamente de sus intereses particulares.
La hora de redención ha sonado y es preciso que el pueblo del 5 de Junio aproveche
las lecciones de la experiencia, para sostener muy en alto la bandera roja, símbolo de la
democracia.
Guayaquil, 15 de enero de 1926
Ecuatorianos libres.
Imprenta Confederación.
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ABAJO LA MÁSCARA
La plutocracia del oro y la capacidad de los bancos
puestas de relieve por un banquero
E
l conocido capitalista guayaquileño, señor don José Rodríguez Bonín, representante
del Banco del Ecuador para las conferencias financieras que se realizan actualmente
en esta capital, ha tenido el día viernes, en plena sesión de banqueros, una fase
formidable que es preciso recogerla y anotarla en toda su magnitud, pues ella por sí
sola constituye una enorme acusación contra la terrible argolla de los bancos que, a
lo largo de 20 años, ha conducido al país al abismo más hondo de la bancarrota. ¿Qué
es lo que ha dicho, en efecto, el señor Rodríguez Bonín? Pues este rey de la banca
guayaquileña, en un momento inexplicable de confusión, acaba de manifestar que el
Banco del Ecuador ha prestado al Banco Agrícola durante muchos años sus famosas
talegas de oro, sacándolas en “altas horas de la noche” del fondo de sus bóvedas, a fin
de que el Comercial y Agrícola pueda presentar el respaldo metálico que manda la ley.
La monstruosa declaración del señor Rodríguez Bonín viene a probar, ¡oh
conciudadanos! que la inmoralidad y la corrupción de los banqueros ha llegado en
esta república al más alto grado de cinismo. Honradez, honorabilidad, procedimientos
probos, son vanos fantasmas de un pasado ya lejano y muerto. La pertinaz aspiración
de los bancos por mantener su hegemonía, lo ha corrompido todo: el fraude y la intriga
política, la emisión fraudulenta y el escamoteo de la ley, las armas más vedadas, los
medios más vergonzosos, las combinaciones más equívocas; no ha faltado ardid ni
vergüenza que no se lleve a la práctica con tal de no perder un ápice de la influencia
política y económica, que ha convertido a este país en un feudo desventurado de la
plutocracia bancaria que, ¡en tanto colmaba de oro sus arcas, iba sumiendo al pueblo en
una miseria negra e inmisericorde...!
El señor Rodríguez Bonín ha venido a probar con su declaración dos cosas, desde
luego, que nadie ignoraba en el Ecuador. Primero, que el Banco Agrícola no sólo ha
hecho emisiones ilegales o fraudulentas por más de 20 millones de sucres, sino también
–y esto es lo que colma los límites de lo inaudito y lo increíble– que ni siquiera ha
tenido el pudor de guardar en sus arcas el respaldo en oro que le mandaba la ley para
garantizar su emisión inicial. En segundo término, es indispensable poner de relieve la
conducta que adoptan los bancos cuando se trata de defender sus intereses y su poderosa
influencia. Nadie ignora en el país que el Banco del Ecuador ha mantenido por muchos
años con el Agrícola una rivalidad tan feroz que puede decirse estaba preñada de odio.
¡Ah señores! Pero esa rivalidad ha sido tan sólo afán de hegemonía única, aspiración al
mando supremo, acaso envidia de don Pancho Urvina, que quitaba y ponía presidentes
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de la república. La prueba irrefragable está en que los dos bancos antagónicos confundían
su oro, se daban besos de paz y abrazos de confraternidad, cuando el peligro de una
revelación súbita de su situación económica los colocaba frente a frente del pueblo
y del Gobierno. El terror a la nación, el horror de que el pueblo comprenda en toda
su horrenda magnitud la estafa de que eran víctimas fue siempre en los banqueros un
sentimiento más alto y superior que sus disensiones y sus querellas. Abrazar al banco
enemigo antes que al pueblo: ¡he ahí la política de los reyes del oro ecuatoriano! Y eso
no sólo se ha hecho en Guayaquil. También en Quito, la farsa y el fraude sirvió para
enriquecer a los banqueros sin escrúpulos que han vivido echando millones de billetes
al pueblo sin respaldo alguno. ¿Qué respaldo iban a tener cuando el oro que presentaban
en las revistas de comisario era alquilado a un conocido millonario de esta ciudad que,
no obstante llevar en sus blasones y en su estirpe el nombre de un ilustre mandatario de
la república, siempre contribuyó por un puñado de calderilla a manchar su apellido y a
estafar al pueblo, haciéndose cómplice de la falacia bancaria?
¡He ahí, pueblo, he ahí, conciudadanos, rebelada por un banquero la forma como se
nos ha explotado y cómo de agonía en agonía, de exacción en exacción, de intriga en
intriga, se ha llevado a la muerte a esta pobre república que, en la actualidad, parece
tan sólo una mortecina abominable, abandonada en medio del desierto para que aún
sirva de carroña a sus expoliadores implacables! … Pero la hora de las reivindicaciones
populares parece que va a sonar en el reloj de las glorias patrias. Los mismos banqueros
empiezan ya a combatirse: el ensoberbecimiento de tantos años de hegemonía, el
orgullo satánico que nace del despotismo y la omnipotencia, les ha llevado a cumbres
tan enhiestas que, aun cuando bajan la vista, no alcanzan a divisar el peligro que ruje a
sus pies. El peligro es la represalia de un pueblo que se muere de hambre, que tirita de
desnudez, que agoniza de desesperación y que, entre oleadas de cólera, aguarda frenético
el minuto de la revancha.
La revancha de un pueblo, señores, es terrible y santa. Porque las venganzas
populares no son otra cosa que actos de justicia y comportan la reclamación de derechos
conculcados, la reconquista de la libertad extinta, el amor a la felicidad perdida y, lo
que es más que nada, el derecho a la vida de que carece el pueblo ecuatoriano, hace
ya muchos años. Porque, señores banqueros, cuando por vuestros salones tibios y por
vuestros comedores elegantes y pródigos, jamás llegáis a imaginaros el espectáculo
macabro que presentan los hogares de abajo, las zahúrdas lamentables en que vive
y se debate y lucha a brazo partido con el hambre un pueblo miserable y explotado.
Explotado, sí, porque el hambre nace de la desvalorización de nuestra moneda. Y se
ha desvalorizado nuestra moneda porque la Ley Moratoria, las emisiones fraudulentas,
el préstamo del oro entre los bancos para mantener la farsa, mató, proscribió el oro y
la plata que antes tenía el país. El problema es claro, señores y amigos: la inundación
de billetes hizo que el oro se escondiera, como hoy la catarata de cheques circulares ha
hecho; por último, que desaparezca hasta el billete, el lamentable billete ecuatoriano
que siquiera valía una peseta de las que antaño usaron nuestros abuelos.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
La guerra entre el pueblo y los bancos está declarada. Ya no caben conciliaciones,
ya no son posibles ni factibles las medidas de concordia: el señor Rodríguez Bonín
ha venido a encender la chispa y la experiencia de toda una vida de mentiras vuelve
irrealizables el abrazo que, tal vez soñó el actual Gobierno que podrían darse explotadores
y explotados. Pero la succión económica de tantos años, la rapacidad bancaria tan
pertinaz, sólo reclaman ahora resoluciones enérgicas y decisivas. Un pueblo que se ha
muerto de hambre durante cuatro lustros, mientras los banqueros se prestaban el “oro
en altas horas de la noche” para seguir [recargando] sus arcas, vuelven en este momento
imposible todo afán tolerante o conciliador. El Gobierno se halla entre el pueblo y los
banqueros. Y el señor Albornoz, Ministro de Hacienda, juega su última carta. Queremos
hacerle presente que en Guayaquil fracasó el señor Dillon en sus conferencias con estos
mismos señores que tienen la astucia que dicta la avaricia y el amor al oro. Este es un
antecedente indispensable para que el joven Ministro de Hacienda sólo confíe en las
fuerza del Gobierno. Porque no debe olvidar tampoco que el oro ha querido ser más
fuerte que la misma Revolución de Julio, y lo ha conseguido ampliamente. Por ventura,
la hora de los militares está pasada ya. La felicidad nacional sólo el pueblo sabrá amasarla
con la sangre de sus hijos y la heroicidad de sus mártires. Porque sólo el pueblo es grande
y poderoso y sabe encontrar entre el dolor de los fracasos, el secreto de la felicidad.
Quito, 20 de febrero de 1926.
Socialistas quiteños.
Imprenta de El Mundo.
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Carlos Marchán Romero
LAS OREJAS DEL LOBO
Disuelto el coro de los doctores, aparece la realidad desnuda.
Un engaño más, y el más pérfido, para el pueblo ecuatoriano.
Palabras de sinceridad
A
penas disuelto el coro de los doctores, convocados, como los de la zarzuela
inmortal del teatro español, para dictaminar sobre la enfermedad de nuestra
moneda y cuando aún no llega a Guayaquil el tren expreso que conduce a los
héroes de la justa magna en la que campearán la cordialidad (sobre todo la cordialidad),
la ciencia y el acierto, ya muestra las orejas mal disfrazadas el lobo de la política personalista
y las ambiciones arribistas de quienes buscaron en la teatral y ridícula conferencia de
banqueros, antes que la solución verdadera y única de los problemas económicos que nos
afligen, una plataforma política para saciar sus mal contenidas, prematuras y absurdas
ambiciones. Allí está para confirmarlo el telegrama que, dirigido de Ambato, publica
esta mañana en primera página, uno de los diarios de la localidad. Resulta, pues, lo que
no podía menos que resultar, que los probos, virtuosos, sabios y nuevos (nuevecitos
sobre todo) gobernantes que nuestra buena suerte nos ha deparado, no han tenido la
sangre fría suficiente para dejar correr un poco el tiempo y disimular siquiera lo que
había detrás de la aparatosa conferencia, que no ha resuelto ni uno solo de nuestros
múltiples problemas económicos y que ha terminado dejando en el país la impresión de
la honda decepción, como acaba de decirlo, con su voz autorizada, el probo Ministro
Fiscal de la Corte Suprema de Justicia, señor doctor Adolfo Páez.
Ni podía suceder de otra suerte; desde luego que los bancos, únicos causantes de
nuestra ruina, no podían jamás ser, al mismo tiempo, nuestros salvadores, porque ello
les significaría el aniquilamiento de su preeminencia y la destrucción de sus múltiples
intereses creados. Eso lo saben ellos perfectamente y eso lo sabe mejor que nadie la trinca
nacionalista de la jurídico-literaria (la eterna trinca acaparadora de honores, empleos
y prebendas, bajo todos los gobiernos, como les dijo crudamente Ángel Meneses, en
su valiente artículo publicado en El Provenir) que hoy usufructúa el poder hábilmente
en esta anarquizada república. Se trataba únicamente de crear una plataforma política
y no de resolver ningún problema; por esto, es que la elevada ciencia del señor Ministro
de Hacienda no asomó por ninguna parte, no hubo plan alguno que pusiera de relieve
la política económica del Gobierno, el cual se limitó a dejarse arrastrar por la discusión
tortuosa, vacua y sofística, de una multitud de asuntos insignificantes, sin que se
llegara a resolver ninguna, sin que se echara siquiera una base sólida para la futura
reconstrucción económica de este infortunado país. Fijémonos que todos los votos de la
conferencia se reducen a simples declaraciones, perfectamente bien sabidas antes, y de
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una generalidadtal que dentro de ellas caben todas las soluciones más contradictorias
y los intereses más opuestos. Por qué se huyó ex profeso por el Presidente de la Junta el
[abordaje] a fondo de ningún punto de detalle, a sabiendas de que por ese camino se iba
al fracaso, como lo demostró la discusión de aquel mamarracho de Caja de Emisión que
hubo de abandonarse, porque ya empezaron los señores delegados a pelearse en defensa
de sus intereses propios. A pesar de esto, basta revisar las actas de la celebérrima Junta,
para ver que no hay un solo voto que haya obtenido la unanimidad a firme, pues en el
mejor de los casos los delegados contestaron que iban a consultar a sus poderdantes, y
la respuesta no llegó jamás.
Como resultado de la Junta sabemos sólo tres cosas, de las cuales son dos viejísimas
y resabidas hasta por el Teniente Político de Sangolquí y por los picapedreros del
ferrocarril de Quito a Esmeraldas, a saber: que no tenemos oro en el país para sanear
nuestra moneda, y que debemos devaluarla. La otra cosa sí es nuevecita, y ella basta para
tranquilizar a los ecuatorianos, porque la felicidad de la patria está asegurada y esa cosa
es la candidatura del señor Albornoz a la Presidencia de la República.
Quito, 10 de marzo de 1926.
Ecuatorianos imparciales.
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Carlos Marchán Romero
A LA NACIÓN
E
l Ejército, al investir al suscrito de atribuciones supremas para el Gobierno y mando
de la nación, sustituyendo al Gobierno plural con el sistema de un Presidente
Provisional de la República, comprobaba, una vez más, que su anhelo no era sino
el muy desinteresado y comprensivo de que el Ecuador caminase abiertamente hacia
el punto en que el poder civil tenía que asumir la plena dirección y las consiguientes
responsabilidades de este excepcional momento de la política ecuatoriana.
Fue el Ejército el leal intérprete de la opinión pública en su movimiento de protesta
contra un Estado de profunda descomposición moral, económica y política del país
y, si en los primeros meses de la transformación de julio, por la inflexible lógica de
las cosas, se esbozó algún principio de dominio militar, la revolución misma empezaba
orientándose hacia el régimen civil, al constituir la Junta de Gobierno, pues todo el
elemento ilustrado de dicho Ejército creyó, invariablemente, que la misión de éste era
no dirigir sino defender la nación.
Es de estricta justicia dejar constancia así de que la Junta Militar se inspiró siempre en
aquel elevado criterio, demostrando, además, una firme, constante y bien intencionada
voluntad de que el Gobierno ganase cada vez en autoridad y prestigio, a fin de que lograra
resolverlo todo de conformidad con los sagrados intereses de la patria ecuatoriana.
Sin embargo, por múltiples circunstancias que no es del caso analizar aquí, se ha
difundido e insistido en mantener la especie de que el Ecuador estaba a merced de la
caprichosa voluntad de la Junta Militar, por lo cual se suscitaban resistencias de varia
índole a la labor gubernativa.
Una generosa y honrada conciencia del momento político ha determinado a los
miembros de la Junta Militar a dictar el decreto que consulta el caso de subrogación
del Presidente Provisional de la República, así como el acuerdo por el que renuncian
irrevocablemente los cargos de vocales, declarando, al mismo tiempo, que cesa
definitivamente en sus funciones la expresada Junta Militar.
Se ha eliminado, pues, el último pretexto para la agitación de los enemigos de la
supuesta dictadura militar, y para la desconfianza de los que hablaban de la inestabilidad
gubernativa o de la falta de independencia del actual Ejecutivo. El Gobierno civil, que
prácticamente ha obrado con entera independencia, queda, desde ahora, de un modo
formal y exclusivo, al frente de los destinos de la nación, y el Ejército torna por completo
a su abnegada misión profesional.
Y bien; si ese Ejército ha reiterado, por medio del que fue su centro representativo,
la expresión de su plena confianza en el actual Gobierno, correspóndele a éste afirmar,
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a su vez, en tan solemne ocasión, la sinceridad de sus propósitos de luchar con entereza
por el triunfo de los ideales de la Revolución de Julio.
El Gobierno, de acuerdo con los principios doctrinarios de sus dirigentes, ha
desarrollado y desarrollará una política genuinamente liberal. Y, hoy, cuando
desaparecen definitivamente las razones o pretextos que se han invocado como
justificación de tentativas revolucionarias, hace formal y pública declaración de que su
voluntad es laborar por la reorganización política y administrativa del país, en un ambiente
de confraternidad y concordia, mientras el mal fermento de los intereses particulares,
su color de ideal político, no venga a amenazar la paz pública. Con tal fin hace un
llamamiento al civismo de todos los ecuatorianos y reclama su concurso y colaboración
en la obra emprendida. Las medidas de relativa violencia que ha sido obligado a tomar,
cesarán en breve y tan pronto como la premiosa necesidad que los determinó, desaparezca.
El Gobierno quiere unión, paz, cordialidad; no guarda rencores ni animadversión contra
nadie y tiende a crear un ambiente de buena voluntad en todos, como base y condición
primera para poder consagrar todo su esfuerzo y eficiencia al bien de la patria. Pero,
por lo mismo que su mayor empeño actual es la cimentación de la paz y, para ello, ha
tratado y tratará de eliminar toda razón que pueda justificar afanes revolucionarios,
declara también que, si llegaren a presentarse nuevos intentos subversivos, íntimamente
convencido de que no es un ideal político el que los inspira, ni un interés patrióticoy honrado
el que los mueve, no vacilará en castigar con mano ruda el execrable crimen ni en
sentar el saludable escarmiento que la honrada conciencia ciudadana viene reclamando
como supremo remedio de ese inveterado y maldecido afán que corroe el empobrecido
organismo nacional.
Quiere además el Gobierno poner de manifiesto ante la nación, en forma solemne,
que ningún interés personal entra, para nada, en su programa. La sola, la exclusiva
aspiración de todos y cada uno de sus miembros es llevar a la práctica la reforma de todas
o gran parte de las irregularidades que afectan a la administración pública y cuyo remedio,
como lo ha venido probando una larga experiencia, no ha podido imponerse eficazmente
en muchos regímenes constitucionales, porque la urdimbre de los intereses creados, al
amparo de los trámites y fórmulas legales, hace estéril todo esfuerzo encaminado a tal
fin. Cuando, en breve plazo, esa necesidad nacional se haya realizado, con la íntima
complacencia de haber contribuido a la regeneración de la patria –preciado galardón
de su esfuerzo–todos los miembros del actual Gobierno se retirarán a su vida privada, pues no
ambicionan, no quieren poder; si han aceptado las graves responsabilidades del momento,
lo han hecho plenamente avisados de que su actuación es por esencia transitoria y
provisional, como dictadura honrada que no puede tener otro fin que preparar el retorno
a la constitucionalidad, pero a una constitucionalidad regeneradora y pura, que devuelva
al Estado su decoro y su autoridad.
Y, pese a las naturales contradicciones de la lucha, durante esa dictadura se están
sentando las bases de la reconstrucción moral, económica y política del país. Probidad,
severa probidad en el manejo de la cosa pública; sanción rápida y enérgica para todo
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Carlos Marchán Romero
abuso o fraude en materia rentística; celo vigilante para que la clase burocrática ponga
orden y consagración en sus labores; rechazo sistemático de elementos desprestigiados
o gastados en la vida política; reacción permanente contra el engranaje formidable de
los intereses creados; indeclinable afán por restituir la nación a los causes normales y
efectivos de la disciplina cívica, de la honradez y del trabajo: he allí la obra emprendida
por la dictadura.
Como el primero y más decisivo de los éxitos concretos obtenidos por ella, hay que
anotar el arreglo de la situación del Banco Comercial y Agrícola. Sólo la actitud firme
del Gobierno y su inflexible voluntad de evitar el avance del proceso de disolución de
nuestra economía, pudo ponerla en camino de su rehabilitación. Esa rehabilitación,
felizmente iniciada, continuará el Gobierno hasta coronarla definitivamente con el
concurso de la Misión Kemmerer. El régimen anormal de nuestra moneda y de nuestras
finanzas ha sido un problema insoluble para muchos gobiernos y congresos y, lejos de ser
resuelto, se agravó cada día. Confiemos en que, en esta vez, bajo el actual régimen, la
solución será una realidad palpitante.
Haya una honrada actitud de todos los ciudadanos para que no sea estéril el esfuerzo
incruento de la Revolución de Julio, y la dictadura, que sólo tiene un alcance temporal y
relativo, logrará marcar una huella perdurable en la historia de nuestra evolución social
y política.
Las aspiraciones populares que en nuestro medio comienzan a esbozar el problema
social, serán objeto de especial atención de los poderes públicos, a fin de impedir
que lleguen a presentarse las graves situaciones que se producen cuando las legítimas
aspiraciones encuentran una sistemática resistencia al reconocimiento de la razón y la
justicia.
Además, el Gobierno, correspondiendo a la alta confianza con que el Ejército ha
depositado en sus manos, sin reserva alguna, el poder soberano, quiere en esta ocasión
manifestarle públicamente que nada debe temer en orden a que los intereses vencidos y
arrollados por su honrada actuación, que culminó el 9 de julio, pudieran dañar su obra
ideológica, torcer el idea que inspiró el movimiento de julio o empañar el brillo de su
purísima intención, claramente manifestado en todo momento.
Para terminar, quiero reiterar la constancia de la honradez y sinceridad con que el
Ejército ha procedido en la consecución práctica de sus aspiraciones. Si hubo errores,
ello no fue debido a falta de lealtad con sus propósitos primeros, sino tan sólo al
impaciente ardor con que quiso apartar las poderosas resistencias que se obstinaban en
combatir su anhelo.
Quito, 13 de mayo de 1926.
Isidro Ayora,Presidente Provisional de la República.
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MANIFIESTO
La Confederación Obrera del Guayas
frente a la actual situación
E
l cúmulo de acontecimientos que diariamente se vienen produciendo, en
forma altamente alarmante y sistemática, cuyas consecuencias no se alcanzan a
columbrar, mueve a esta confederación a encarar la presente situación, a fin de
estar pronta a intervenir eficazmente a favor de la colectividad obrera, en los probables
sucesos que están por desarrollarse, y que tienen honda y directa relación con la clase
proletaria.
Por consiguiente, esta confederación cree de su deber, ante todo, explicar la situación
actual, difícil y desesperante, a fin de evitar que se extravíe el criterio de las multitudes
y se las conduzca a situaciones equívocas y contraproducentes.
Cuestión bancaria
La situación difícil por la que atraviesan los bancos, no es sino la resultante de esa
política financiera inmoral que ha permitido la inflación de la moneda-papel hasta
extremos inverosímiles y que se traduce por el desconcierto y total desequilibrio de la
economía nacional. El capitalismo, en el afán de asegurar su predominio absoluto, ha
conservado integral hegemonía política, es decir, ha sido el único factor dirigente de
los destinos del país, consiguiendo así que todos los gobiernos contemporicen con su
situación y, más que contemporizar, que sean cómplices de las muchas incorrecciones
de sus llamadas finanzas. Es perfectamente sabido que ningún Gobierno, por su mismo
origen, hasta antes del 9 de julio, fue capaz de entrar a revisar las operaciones bancarias,
y que todos los congresos, con una complicidad criminal y manifiesto cohecho, han
venido sirviendo de guardianes del privilegio plutócrata; por esto la situación del país,
año por año, ha venido empeorando; la deuda del Gobierno ha subido progresivamente,
convirtiendo al Estado en un esclavo de los bancos; el tipo de cambio, rompiendo la
normalidad legal, se ha elevado hasta $ 6,40 como el actual; el comercio ha obtenido
una inflación de crédito atroz y todas las operaciones financieras, comerciales, etc., se
han verificado a base de incorrecciones, instituyéndose como normas la inmoralidad, el
cohecho, el fraude, el robo y hasta el mismo crimen.
Hoy la situación es difícil para los bancos, porque el Gobierno de facto, si bien no
ha atacado como se debía estas incorrecciones, procediendo a la inmediata liquidación
de los bancos transgresores de la ley y eternos esquilmadores de la riqueza general, las
medidas que ha tomado en orden a impedir nuevas incorrecciones, han sido suficientes
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para desequilibrar la precaria situación de estas instituciones de crédito que, como
el Banco Agrícola, a pesar del convenio con el Gobierno, la Sociedad Bancaria de
Chimborazo, de Riobamba y Guayaquil, y quizá próximamente otras entidades de esta
índole, no pueden resistir a estas medidas. Su situación no está determinada por la
actitud del Gobierno, sino que es más bien la resultante de un pasado falto de escrúpulo,
de manejos anteriores perfectamente dudosos y, por qué no decirlo, de incorrecciones
manifiestas; sumado todo lo cual viene dando el resultado que conocemos, pudiendo
decir por lo mismo que sus propias obras de incorrección se vuelven hoy contra sus
creadores para encerrarlos en un férreo círculo de crisis, que hoy culmina y se agudiza…
Cuestión comercial
La prensa que no se halla vinculada a los poderosos intereses creados, y que aún
conserva gallardamente su independencia, ha dado ya su autorizada opinión respecto de
éste como de otros problemas. Por ella venimos en conocimiento de que la situación del
comercio es perfectamente explicable y debidamente justificada por hechos anterior. El
comercio se halla vinculado a los bancos y, por lo mismo, la situación de éstos se refleja
honda y directamente en él, produciendo la consiguiente desarticulación. El comercio
ha basado sus operaciones en un crédito desmedido y ampuloso, y en una importación
a todas luces absurda y no en concordancia con las necesidades actuales. Los bancos no
han trepidado en conceder toda clase de facilidades a los comerciantes, especialmente
a los extranjeros, que han inflado sus operaciones con este ilimitado crédito y cuyo
capital no ha sido sino el mismo crédito. En crisis los bancos, estos comerciantes faltos
de la nutrición de crédito consolidado, sufren el desequilibrio total, que los precipita
a la bancarrota y de la cual pretenden evadirse mediante el cambio de razón social
que les inhibe de sus compromisos y obligaciones, mediante la quiebra fraudulenta que
aumenta el desconcierto, o mediante, también, la fuga que les permita cargar con ajenas
riquezas; y todos estos procedimientos vienen en mengua del crédito del país, siendo los
mismos individuos que necesitan de este crédito en el exterior, los más empeñados en
que el Ecuador represente al país en bancarrota, toda vez que anteponen criminalmente
sus intereses personales y sus bastardas ambiciones a los sagrados intereses [de la patria],
tan proclamados por los plumarios defensores de la plutocracia, que saben teorizar muy
bien, pero no hacen obra efectiva de patriotismo.
En consecuencia, nosotros creemos que esta crisis es hasta cierto punto necesaria.
El pueblo debe soportarla heroicamente, convencido que con una atinada labor
se salvará el momento crítico, cuya resolución traerá como consecuencia la natural
depuración del comercio, o sea su saneamiento necesario para que caigan bajo la
sanción correspondiente todos los comerciantes inmorales que han lanzado al abismo al
país, con sus operaciones torpes y egoístas, se fiscalicen enérgicamente las operaciones
del comercio, y se limite la importación de mercaderías.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Junta de subsistencias
La creación de esta junta fue determinada por la necesidad de frenar enérgicamente
la especulación de los víveres. Hoy ha sido suprimida por el Gobierno, y si esta medida
no viene acompañada de algún control para los explotadores, la situación se agravará
enormemente, creando serias dificultades. Tenemos conocimiento que los concejales
socialistas han conseguido del municipio, que recabe la autorización del Gobierno
para que esta entidad cree una junta de subsistencias con las mismas atribuciones
de la fenecida; esta labor es plausible y deber de todos los obreros es apoyar a dichos
concejales, para que salgan triunfantes con su laudable propósito.
Tipo de cambio
Una vez más se ha comprobado cómo los enemigos del pueblo, aun en situaciones
como la actual, que de un momento a otro pueden resolverse trágicamente en su contra,
tienen la audacia de desafiar las iras populares, creando la más angustiosa situación
con el alza del tipo de cambio. Esta alza no puede estar determinada por las leyes de la
economía, porque es imposible concebir motivos que justifiquen una fluctuación brusca,
de un día para otro, de cien puntos en sentido ascendente, así como otra de cien puntos
en sentido contrario; lo cual indica la mano criminal que juega con la suerte del país,
acomodando las situaciones a su especial modo de obrar. Otras veces también hemos
visto cómo cuando los bancos se proponen hacer baja el tipo de cambio, lo consiguen
fácilmente, lo que prueba que quizá ellos mismos y sus secuaces son los autores de estas
violentas fluctuaciones que provocan grande alarma en el pueblo, encarecen la vida y
procuran enormes e inmorales ganancias a esa argolla infame de plutócratas.
Esta confederación está atenta a todas las situaciones del momento, y se halla pronta
a iniciar una gran cruzada para impedir el alza del tipo de cambio; sabe perfectamente
contra quienes dirigirá su acción y tiene la seguridad de que el pueblo sabrá apoyarla en
su obra [de reivindicación] y de justicia. Es por lo mismo peligroso este juego, porque bien
puede suceder hoy lo que no ha sucedido en muchos años, y la justicia tarda pero llega...
Parea no cansar la atención del pueblo, no seguimos comentando la actual situación.
La confederación para estar pronta a toda emergencia, ha resuelto sesionar pasando un
día, porque considera que su misión en esta hora de dura prueba, es vigilar atentamente los
horizontes, ya sea para dar la voz de alerta al pueblo frente a un peligro, ya sea para salir al
campo de la lucha con virilidad y presteza, o ya para orientar las gestiones populares que
tienden a cristalizarse en hechos. Por lo mismo, la clase obrera debe saber que esta entidad
acogerá gustosa toda reclamación, todo entusiasmo y todo anhelo, para concretarlo de
modo inteligente y enérgico, llevándole al campo de los hechos, sincera y honradamente.
Guayaquil, 16 de junio de 1926.
Imprenta Confederación.
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LA CUARTA OFENSIVA BANCARIA
contra el Banco Central de Emisión, fracasa con el
golpe político-militar de Quito95
L
a Revolución de Julio fue una tentativa generosa de espíritus patrióticos para regenerar
económicamente el país. Pero en su misma génesis logró deslizarse la maquinación de
los intereses creados y el primer paso de la revolución se caracterizó por lo que fue el
episodio final en la lucha de dos bancos, que se disputaron un cuarto de siglo la hegemonía
político-financiera; pareció el triunfo del uno sobre el otro, triunfo que arrastró al puente de
un cañonero al gerente principal y dejó tambaleante la institución misma hoy clausurada.
Pero una revolución se puede desencadenar mas no controlar. La institución bancaria
vencedora del primer episodio, se dio cuenta muy pronto que los mismos revolucionarios
necesitaban justificarse ante el país y que una de las más grandes razones morales para
ello reposaba en la fundación del Banco Central, que salve a la economía nacional. Pero
el Banco Central era casualmente la pesadilla de la institución vencedora y también
de la vencida. Aquélla volvía a quedar entre Scilla y Carybdis! Desde ese momento
empieza su desastre, en un debilitamiento lento y progresivo, acelerado a veces por los
esfuerzos que ha intentado guiar contra el Banco Central.
Quien observe el desarrollo de la política desde la Revolución de Julio hasta ayer,
encontrará con no poca sorpresa, que todas las crisis se producen en vísperas de fundarse
el Banco Central. Resortes manejados con relativa habilidad mueven el casillero
político, y a menudo hombres de buena voluntad actúan en esas crisis, sin darse cuenta
cabal de que los acontecimientos no obedecen exclusivamente a necesidades generales
sino a la oculta, hábil y tiñosa movilización de los recursos bancarios.
El país se asfixiaba por falta de crédito bien dispensado, ya desde el año 1924. La
fundación del Banco Central no sólo se necesitaba para aniquilar la hegemonía bancaria,
sino también para fortalecer el sistema y permitirle atender con más holgura al país. El
primer Gobierno juliano se entregó de lleno a esa tarea y quiso fundar el Banco Central.
La política bancaria se prestó engañosamente al principio y aparentó secundar la tarea:
estaba muy reciente la declaración de principios de la revolución! Pero en cuanto vio
que el Banco se fundaba, dio pie atrás y organizó la más completa estafa a la opinión
pública, a la cual engañó miserablemente, arrastrándola por el sendero regionalista,
y llegando a armar a gente de buena fe y de indudable patriotismo, con el propósito
de repeler bolcheviques, pero abiertamente con el fin de repeler al Banco Central. El
resultado es que se hizo imposible la vida ministerial y se produjo la crisis; el Banco
95 Tomado de El Telégrafo, No. 15.000, de 7 de marzo de 1927.
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Central quedó pospuesto, y las condiciones económicas del país comenzaron por tanto
a empeorar. Había triunfado la engañifa bancaria! La nueva combinación ministerial,
deseosa de llevar adelante lo que en conciencia era una necesidad inmediata del país,
quiso entrar por la vía de las componendas y pidió a los bancos la fórmula para fundar el
Banco Central; la respuesta es el documento más ignominioso firmado por los gerentes
de los bancos de emisión, en el cual ni se cuidan de disfrazar el papel moneda que
proponen emitir para su provecho exclusivo. ¡Nuevo fracaso del banco!
El gabinete que sucede al primero entra de lleno al asunto y se llega hasta las famosas
conferencias de banqueros, en Quito, en que corrieron pareja entre varios de ellos para
exhibirse… como expertos! Ya parece que se funda el Banco Central, pero salta la liebre
política de nuevo y gruñe por la constitucionalidad! Si no se fija fecha para reunir la
Constituyente se desbarata el ministerio y se desbarata el Banco Central, y se desbarató
efectivamente! Tercer fracaso del banco y tercer triunfo de la política bancaria.
Ahora, con la Misión Kemmerer en el país, el Banco Central tiene perfiles más o menos
conocidos y algunos de ellos disgustan enormemente a los dos grandes bancos de emisión
de Quito y Guayaquil, que se creían triunfantes! Pues, manos a la obra! Lo mejor que se
puede hacer es otro engaño de grueso calibre: un golpe militar-político-bancario, en el
cual se levante como bandera dos cosas que mutuamente se destruyan, a saber: primero,
poner en vigencia las leyes de la Misión Kemmerer, y segundo, la vuelta inmediata a la
constitucionalidad! Es claro que no habrá Congreso alguno que ponga en vigor las leyes
Kemmerer! Cada vez que se propuso algo por el estilo en los congresos, y especialmente
cada vez que se propuso un Banco Central, los bancos de emisión de Guayaquil y Quito
pasaban por alto sus resentimientos; los gerentes se abrazaban y se decían: “lo que hagas tú
está bien hecho” y… el Congreso negaba en tercera discusión toda tentativa salvadora. La
Constituyente, nombrada por un “golpe bancario” (como acertadamente califica el doctor
Ayora al fracasado de ayer), jamás aprobaría las leyes Kemmerer.
La actitud patriótica, sublimemente inspirada del Ejército legal, ha salvado a la
nación de la cuarta ofensiva contra el Banco Central. Sus instigadores quedarán ufanos
en sus poltronas, porque tienen experiencia y no dejan rastro. Unos pocos oficiales de
buena fe pagarán la culpa de otro origen!
Los dos bancos que, con tanta iniquidad y sangre fría tratan de continuar esquilmando
al país en Quito y Guayaquil, están ya señalados por la opinión pública. Uno de ellos
sufre a estas horas las vergüenzas que sobre él arrojó una institución afiliada y se debate
inútilmente para salvar un girón siquiera del prestigio que, hasta 1916, logró crearse con
muy diversos procederes. Lo que acaba de ocurrir en Quito debe quitarle las esperanzas
que fincó en la Revolución de Julio, y en los diversos golpes directos o indirectos con
que trató de evitar la fundación del Banco Central. La honda sima que cayó contra su
rival también lo atrae a sus profundidades!
Carambu.
Imprenta Nacional, Quito.
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Carlos Marchán Romero
BANCO CENTRAL DEL ECUADOR
Se lo declara oficialmente abierto
Una nueva era para el país. Hoy queda derogada la moratoria
N
o es necesario rememorar los hechos. La Revolución de Julio, que fue acogida
con beneplácito general, tuvo por objeto principal salvar a la nación de la
bancarrota a que se precipitaba de manera irremediable, causando, no sólo la
ruina económica, sino la disgregación moral: los hombres y las instituciones. Las ideas y
los sistemas seguían la corriente precipitada y turbia de la combinación financiera, que
no era ciencia, sino arte de acomodamiento, con grave perjuicio para los asociados y
desprestigio de la nación.
Uno de los postulados de la Revolución de Julio tuvo que ser, pues, el cumplimiento,
la cristalización del anhelo público de resurgimiento, del ansia de salvarse que agitaba
al país. De esta manera, el criterio público se enderezó desde los primeros momentos
hacia el arreglo de las finanzas del país. Una comisión de expertos fue contratada para
el efecto, y el doctor Kemmerer, el sabio profesor de la Universidad de Princeton, que
ya había estado con el mismo objeto en Colombia, Chile y Polonia, vino al Ecuador,
para pasar después a Bolivia. Una de las medidas aconsejadas por la misión, fue la de la
creación del Banco Central. El Ecuador conoce la exposición que hicieron los expertos
y la ley que para el efecto prepararon.
La fundación del banco ha demandado no pocos esfuerzos, que han sido vencidos
ante la firmeza del propósito. El Gobierno surgido de la revolución sabía que su principal
deber estaba en llevar a cabo los consejos tendientes al restablecimiento económico de
la nación, y a ello ha ido con energía, laboriosidad y constancia, hasta alcanzar el fin
propuesto.
Hoy que el Ecuador celebra, una vez más, el aniversario glorioso del Primer Grito
de Independencia dado en la América española, tiene que celebrar también, por feliz
coincidencia, la fundación del Banco Central, el paso más avanzado que ha dado la
república desde su fundación; ya que la reconstrucción económica significa nada menos
que el afianzamiento definitivo de la libertad conquistada con tantos sacrificios por
nuestros próceres y héroes.
Una nueva era comienza hoy. Que el Ecuador, libre de las reacciones a que se veía
conducido por el abuso de instituciones y mandatarios, entre en el camino de la paz y
del trabajo, que es el camino de la civilización del proceso.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Con la instalación del Banco Central queda establecido, desde hoy, el libre cambio
de billetes en oro y derogado el decreto legislativo de 1914, conocido con el nombre de
Ley Moratoria.
He aquí el decreto por el cual el Gobierno de la Revolución declara abierto el Banco
Central:
Isidro Ayora
Presidente Provisional de la República
De conformidad con lo prescrito en el inciso último del Art. 64 de la Ley del Banco
Central del Ecuador,
Decreta:
Artículo único. Declárase oficialmente abierto el Banco Central del Ecuador, desde
el 10 de agosto del presente año,
Dado en el Palacio Nacional, en Quito, a nueve de agosto de mil novecientos veintisiete.
Isidro Ayora, Presidente Provisional de la República.- P. L. Núñez,Ministro de Hacienda y
Crédito Público.- M. Stacey,Primer Subsecretario de Hacienda.
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DOCUMENTOS
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INFORMES
CONSULARES
FRANCESES
(1920-1929)
Lucía Suárez de Ríos
INTRODUCCIÓN
L
os documentos que se presentan a continuación, como una unidad de apoyo a
los diferentes temas tratados en el presente volumen, corresponden al período
que marcó una etapa de cambios fundamentales en la economía de nuestro país,
y pretenden ampliar la información con documentos, la mayor parte inéditos o poco
conocidos.
Los informes consulares del Quai D’Orsay (Francia) son las cartas, comunicaciones,
informes, telegramas, etc., intercambiados entre los funcionarios franceses, representantes
diplomáticos en nuestro país, y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, sobre
la situación política, social y económica del Ecuador.
A partir de 1910, aproximadamente, la información está clasificada por temas:
política, tratados internacionales, finanzas públicas, el ferrocarril, el Archipiélago de
Galápagos, etc.
En muchos de estos documentos hay datos de gran interés, pues si bien en la mayoría
de los casos transcriben informes publicados en el Registro Oficial y demás publicaciones
similares, como boletines ministeriales, otros consignan su propia investigación
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con datos y cifras precisas acerca de nuestra economía. Por otra parte, su criterio de
representantes diplomáticos que defienden y representan los intereses de su país, les
obliga a la mayor veracidad y exactitud en la información que transmiten.
La depresión económica que sucedió a la Primera Guerra Mundial les constriñe a
buscar con avidez un mercado para sus productos(principalmente con Alemania), el
mismo que es fuertemente competitivo en nuestro país. Esto se observa sobretodo en
cuestiones relativas a la instrucción pública y armamento.
La constante intervención americana en nuestro país es una permanente amenaza a
sus intereses, por lo cual es duramente criticada y analizada fríamente, pues presienten,
por otro lado, la cada vez mayor dependencia económica de los Estados Unidos.
Respecto a las reformas económicas que se plantearon a raíz de la Revolución Juliana,
y concretamente sobre la Misión Kemmerer, se percibe en principio cierta desconfianza
sobre el acierto de dicha misión para reorganizar nuestras finanzas, pero posteriormente
se termina reconociendo la efectividad de la misma, siempre y cuando se produzca “un
cambio de mentalidad en nuestro país”, cuyas grandes deficiencias son tratadas con
imparcialidad.
[A] éstos y otros asuntos de carácter económico [se refiere] la documentación relativa
a la década 1920-30 que reviste particular interés, por ser la visión de nuestra realidad
percibida por los extranjeros, testigos presenciales de la época.
Por razones de espacio se han seleccionado sólo algunos despachos consulares de
los representantes diplomáticos Giachetti y Clavery, que son de interés para ampliar la
visión sobre las reformas económicas que se dieron en dicha época.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
EL MINISTRO RESIDENTE DE FRANCIA EN QUITO,
A SU EXCELENCIA PRESIDENTE DEL CONSEJO,
MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES EN PARÍS
Quito, 17 de noviembre de 1920
Por un cablegrama fechado el 13 de este mes, vuestra excelencia ha tenido a bien
solicitarme información en lo que concierne al Ecuador, sobre las causas y efectos de la
crisis comercial y financiera que se vive en este país, así como a los remedios que podrían
ser aplicados.
Tengo el honor de informar al Departamento que esta crisis, cuyos efectos comienzan
a sentirse solamente en esta parte de la América del Sur, se debe únicamente al alza del
dólar. Por este motivo, numerosas casas de comercio que ese año habían hecho sus
pedidos a los Estados Unidos, han telegrafiado estos últimos tiempos, [a fin de] que no se
les envíe las mercaderías solicitadas.
En este país, donde no existe ninguna industria, se desea reanudar y desarrollar las
relaciones comerciales con Francia, pero hasta el momento el comercio ecuatoriano
apenas ha obtenido satisfacción a causa, yo supongo, de la falta, de nuestra parte, de una
producción suficiente y de medios de transporte.
Hacer propaganda, resistir nosotros a los americanos y ocupar aquí un lugar
preponderante desde el punto de vista comercial, sería el mejor remedio de solucionar
la crisis.
L. Francqueville.- AH. F. A. I. III. R. 15. Ref. 22.
EL MINISTRO RESIDENTE DE FRANCIA EN QUITO,
A SU EXCELENCIA, PRESIDENTE DEL CONSEJO,
MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES EN PARÍS
Quito, 6 de marzo de 1922
Por una circular del 28 de abril último, recibida el 15 de junio, el departamento ha
querido, sobre la demanda del Ministerio de Finanzas, invitar a esta legación al envío
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de un conjunto de informaciones concernientes a la situación financiera del país de mi
residencia.
Yo no he perdido de vista las indicaciones contenidas en la comunicación citada,
solamente que en razón de la rareza y a menudo inexistencia de documentos impresos,
o que no se refieren específicamente al asunto de este orden, es particularmente difícil
recoger los datos requeridos para llegar a conclusiones suficientemente precisas. Es así
que de cinco memorias presentadas, según la costumbre para el año 1921, al Congreso,
por [parte de] los diferentes departamentos ministeriales, el relativo a finanzas no ha sido
todavía, desde hace seis meses, ni distribuido a los miembros de la Asamblea Nacional,
ni remitido al Cuerpo Diplomático.
Además, los múltiples y diversos asuntos de carácter urgente han retenido
necesariamente mi atención desde mi llegada. Sin embargo, tengo `…] ahora los
principales elementos de respuestas que comportan las cuestiones planteadas. Creo
poder en un plazo [cercano] hacerle llegar en la forma prescrita. Hasta mientras, estoy en
[condiciones] de comunicarle algunas indicaciones recogidas recientemente de fuente
segura y que pueden describir parece, de manera bastante clara, la situación.
Las entradas de aduanas, la fuente más conocida de rentas de la república, y debido
al pequeño número de los que en principio están a la disposición directa del Gobierno,
sin la intervención de juntas o comités especiales, están en baja muy sensible desde hace
un año.
En razón del alza del cambio, en particular del dólar y la libra esterlina, los
importadores han sido obligados a restringir más y más sus pedidos. En consecuencia,
los derechos percibidos en los principales puertos de Guayaquil, Manta y Esmeraldas,
han disminuido y el producto reducido, subsistente de todas maneras, se encuentra
absorbido casi entero, no solamente por la garantía de intereses en las acciones del
ferrocarril Guayaquil-Quito, construido hace 15 años por una compañía americana,
sino más todavía, por la difícil explotación de esta vía de 470 km., partiendo del mar y
trepando por la meseta interandina a 2.800 m. de altura, después de haber pasado por
niveles que llegan cerca de los 4.000 m.
Resulta pues que el fisco está casi vacío; la deuda del Gobierno bis a bis con los
bancos del Ecuador, Crédito Agrícola y Pichincha, asciende por lo menos a 25 millones
de sucres, mientras que nominalmente el producto total de los impuestos y rentas del
Estado alcanza a un máximo de 19 a 20 millones de sucres por año.
Los profesores de las facultades no han sido saldados en sus sueldos desde hace cuatro
meses y los oficiales de la Armada, desde hace tres.
Para remediar este [...]estado de cosas, para realizar diversos trabajos públicos,
principalmente para acabar [...] o al menos avanzar eficazmente los trabajos del
ferrocarril, cuya construcción está emprendida tal como la de Quito-Esmeraldas,
Riobamba-Cuenca, etc., el Gobierno ha buscado [desde] hace dos meses [...]un
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empréstito de 20 millones de dólares a los Estados Unidos. [En caso] de obtenerse, ocho
millones deben ser destinados al pago de la deuda a los bancos, y el resto sería destinado
a los caminos del ferrocarril. Para los fines de llegar bien a la negociación, el señor
Rafael Vásconez Gómez, Presidente de la Cámara de Comercio de Quito, ha viajado a
Nueva York, encargado de esta misión oficial (sus gastos que han sido anticipados según
las condiciones que le fueron puestas a su partida, debían ser reembolsados a razón de
cuatro mil dólares, pero solamente en caso de realización del proyecto); [sin embargo]
acaba de regresar habiendo fracasado en sus tentativas.
Ayer El Comercio publica una carta enviada desde Washington el 7 de febrero, por
el Ministro del Ecuador en Estados Unidos al señor Vásconez, poco después que éste se
embarcó en Nueva York para Quito. El señor R. H. Elizalde expone brevemente, pero
de manera exacta y clara a mi modo de ver, las principales razones del fracaso ante los
financieros de Wall Street. No creo poder hacerlo [mejor] que reproduciendo aquí lo
esencial de este documento:
He admirado el conocimiento exacto y minucioso tanto de los detalles como del
conjunto que usted se ha permitido explicar a Bradem, sobre la vialidad de la operación
tendiente a convencerlo como usted lo había convencido antes al embajador Mathieu
y al firmante de estas líneas. Yo me he dado cuenta perfectamente del entusiasmo y
de las energías desplegadas por usted, en la labor ingrata de luchar contra la flota de
descrédito de nuestro pobre país; y esto es humanamente todo lo que se puede hacer.
No haber obtenido lo que nosotros deseábamos no le debe preocupar un instante. Más
que esto, no me preocupa, pues nadie habría podido vencer el obstáculo de nuestra
falta de [buen] crédito para realizar una operación, para la cual [éste] es un elemento
indispensable y el Gobierno lo sabía perfectamente. Por eso era suficiente haber leído
mis notas enviadas desde hace mucho tiempo al Ministro de Relaciones Exteriores,
pero especialmente mi último informe, en el cual he rendido cuenta de las gestiones del
señor Dillon (Luis Adriano Dillon, director en Guayaquil de la sucursal del comercial
Bank for South Company) y [mías] ante la Guaranty Trust Company. Rehabilitar
nuestro crédito no es fácil; ahí en Ecuador hay gente que con decir: “es suficiente que
se sepa que un técnico se embarca en New York para prestar sus servicios al Gobierno,
para que se nos abra las puertas del crédito”. Esto no es verdad. El técnico no serviría
en lo que concierne a mejor administrar nuestras finanzas, de tal suerte que nosotros
podamos hacer frente a nuestros compromisos con el exterior al punto que cambiaría
la forma de concebir nuestro crédito, tal como aparece en todas las publicaciones en
las cuales los círculos financieros y bancarios del mundo plantean sus informaciones.
El Anuario X y la Referencia “Book” deben decir: “El Ecuador ha reorganizado sus
finanzas de manera tan eficaz que ha sido capaz de pagar no solamente los intereses y la
amortización de su antigua deuda sino más aún, los de la consolidación hecha, intereses
y fondos de amortización vencidos en el curso de los años anteriores y no pagados en el
momento requerido”. Solamente cuando nuestra excelente administración de finanzas
nos haga merecer sus apreciaciones y otras análogas, nosotros podremos presentarnos a
los banqueros de Nueva York con este manual a la mano, para responder con esto a las
aserciones que subsistirían todavía contra nuestro crédito. Lamentablemente nuestro
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país encierra muchos elementos corrompidos que hacen prevalecer sus conveniencias
individuales contra los intereses verdaderamente nacionales. Los elementos sanos no se
hacen sentir o no protestan sino de manera aislada, porque les falta organización para
resistir a la presión constante de los que creen y prosperan como individuos a expensas
de la comunidad; quien esquiva el pago de los derechos de importación o exportación,
porque ejercen impunemente el soborno, el que practica contrabando de “agua de
vida”, el usuario que compra su remuneración al funcionario, el que en una palabra
está por debajo de la ley, porque no se le puede forzar a que la respete, toda esta gente
monta en furia a la sola idea de que se le pueda impedir continuar en el libre ejercicio
de sus fraudes y hasta crímenes. Porque organizar las finanzas públicas significa, desde
el principio, barrer todo esto; la resistencia podrá ser muy fuerte pero todo Gobierno
podría reírse y lo mismo enorgullecerse de que está en estado de contar con loa fidelidad
de la Armada y la inflexibilidad de los jueces.
Es necesario comenzar con alguna cosa. Usted es un hombre de energía y de acción.
Poniendo sus cualidades permitirá constituir la sociedad recaudadora (sociedad cerrada
de contribuciones), que sería como el comienzo del orden en medio del caos. Que se
empiece por crear la estadística en nuestro país, sin la cual es imposible distinguir la ruta
a seguir, pues estamos en las tinieblas y la estadística es la luz. ¿Cuántos somos? ¿Cuántos
consumidores de tal artículo? ¿Cuánto producimos? ¿Cuánto poseemos?... Vaya usted a
saber… Perdone mi querido amigo este parlamentar; tengo el alma llena de amargura y
trato de eliminarla por la vía epistolar, cuando me dirijo a hombrescomo usted, capaces
de hacer cualquier cosa por la patria.
[...]tenemos delante el Uruguay, más pequeño que nosotros, como modelo que
debemos esforzarnos en imitar. Este país no solamente posee crédito sino que armoniza
los créditos. [...] R. Elizalde.
Esta carta me parece un acto de coraje de parte de quien la escribe; expone con
franqueza y competencia la situación actual. Yo no tengo, por el momento, sino poco que
añadir a las observaciones y consideraciones que ella contiene. Me limitaré por ahora a
referirme a mi carta del 15 de enero No. 5 bajo el presente timbre, exponiendo cómo los
dos expertos ingleses venidos a bordo del crucero Cambrian, habían rendido cuenta de
la imposibilidad de obtener algún pago a título de cupones atrasados de las obligaciones
del ferrocarril Ecuador Central Railway, u otras empresas fundadas para funcionamiento
de la ayuda de capitales ingleses. Que me sea permitido, igualmente, recordar que en
mi correspondencia tanto con la Subdirección de América como con la de Relaciones
Comerciales, el problema de cambio en lo que concierne al Ecuador (causas y efectos
del alza del dólar, ineficacia práctica y consecuencias jurídicas de la ley estableciendo
una cotización oficial) ha sido tratado en muchas ocasiones, principalmente en las
fechas 21 de octubre y 10 de diciembre últimos.
E. Lavery.- AH.F.A. I.III.R. 16. 10/13
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EL MINISTRO RESIDENTE DE FRANCIA EN ECUADOR,
A SU EXCELENCIA, PRESIDENTE DEL CONSEJO,
MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES EN PARÍS
Quito, 2 de septiembre de 1922
El Ministro de Finanzas acaba de hacerme llegar su Exposición a la Nación,
concerniente a la situación del país, desde el punto de vista de las finanzas públicas en
el curso del presente ejercicio. Tengo el honor de enviarle adjunto un ejemplar de este
documento.
En lo que toca a las relaciones con el extranjero, la parte más interesante de este
estudio (64 páginas, más 214 de anexos), es la que trata sobre el crédito público (p. 4954), y especialmente el monto de deudas tanto exterior como interiores.
Al 31 de diciembre último, el primer monto en capital a
$ 36’713.283,30,
El segundo a$ 28’251.542,75
Total$ 65’234.855,95
El señor Cucalón dice a este propósito:
La fría y terrible elocuencia de los últimos números que preceden, no podría ser más
desoladora para el patriotismo nacional. La deuda pública ecuatoriana, que en 1880
llegaba apenas a 12 millones de sucres, es elevada en 41 años a la suma enorme de 65
millones (o sea de 200 a 260 millones de francos, siguiendo las oscilaciones del cambio).
Estas sumas representan, en síntesis, la dolosa historia de todas las faltas y todos los
errores de nuestra vida política y financiera sin orientación. Es en efecto notorio que una
buena parte de este pasivo considerable, no tiene su origen en necesidades primordiales
extraordinarias del Estado o de la nación, tales como la defensa de la soberanía, la
ejecución de grandes obras públicas, etc., como debería ser si entre nosotros se habrían
observado los principios científicos en lo que concierne a los empréstitos; al contrario,
una fracción importante de este pasivo deriva del despilfarro extremo, el último
público, a consecuencia de las revoluciones y desequilibrios crónicos de los presupuestos
imputables al Congreso que, privando al Poder Ejecutivo de las rentas suficientes para
atender los gastos comunes del Estado, han sido liberar sus conciencias, autorizando a
contraer para este objeto, empréstitos interiores ilimitados, sin considerar que de esta
manera están remitiendo sobre las generaciones futuras este peso aplastante de una
deuda comprometida para fines que no aportan ningún beneficio a las mismas.
A despecho de todos los extravíos a los cuales [se debe] principalmente la génesis
de nuestras obligaciones financieras desorbitantes, está fuera de todo equívoco que ellas
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no alcanzarían el nivel elevado al que han llegado ahora, si de parte de los legisladores
habría existido la voluntad de parar, como conviene a sus servicios de amortización y
de interés. Pero lejos de ello, ha mirado con la más condenable indiferencia este punto
vital. Es el resultado de grandes retardos en el pago de intereses y, por consecuencia, el
acrecentamiento de los mismos, en virtud de la capitalización de los intereses vencidos.
Estableciendo los presupuestos, los congresos no tienen por así decir, nunca asignado, ni
el 50% de las rentas indispensables requisadas para el buen servicio del crédito público
y las sumas insuficientes destinadas a este objeto han sido fijadas en cantidades globales,
dejando su distribución a merced del capricho y de la negligencia de muchos gobiernos,
que no han tenido ni un poco de celo para satisfacer decorosamente los compromisos
contraídos por el Estado.
El régimen actual ha consagrado a este importante objetivo uno de los primeros
lugares en su programa y ha hecho bastante a fin de recuperar dentro de los límites
permitidos por la insuficiencia presupuestaria y las dificultades que presentan ahora los
cambios internacionales.
El servicio regular de la deuda pública actual del Ecuador, el cual ahora está afectado
en el presupuesto, solamente el crédito de 3’638.000 sucres exige anualmente el
desembolso de 12 millones de sucres, aproximadamente; es decir que absorberá más
de las dos terceras partes de las rentas del fisco, si nosotros los estimamos a 15 millones
de sucres, lo expuesto consigna aquí (p. 54-57) en detalle los diversos elementos de la
deuda exterior.
Bonos cóndores; bonos del ferrocarril Guayaquil-Quito más 6% preferencia. Bonos
del mismo camino del ferrocarril, 5% primera hipoteca. Certificados de salud.
Es de notar que nada ha sido previsto para las obligaciones del ferrocarril Ecuador
Central Railway Manta a Santa Ana ni para el de Bahía de Caráquez a Chone y
prolongamiento. No puedo sino referirme a este sujeto a mis anteriores comunicaciones
del 2 y 6 de agosto, Nos. 58 y 61, a la Subdirección de América.
Segundo. Deuda interior: deuda inscrita-liquidación a pagar después de 1919.
Banco del Pichincha: deuda consolidada-cuenta corriente. Banco del Ecuador. Deuda
consolidada. ingresos de aduanas de Guayaquil.
En resumen: los intereses y el servicio de amortización de la deuda exterior suben
a S/. 3’513.764,80, mientras que la deuda interior exige 8’945.508,59 (en total S/.
12’459.273.39).
Declaro sinceramente que no veo la posibilidad de efectuar cada año la suma
indicada al servicio de la deuda pública, que nosotros podemos calificar bien de fabulosa
con respecto a nuestras condiciones actuales económicas y financieras tan difíciles.
Pero, por el contrario, yo creo que a costa de tal o cual sacrificio, nosotros debemos
por el honor del país y la mirada puesta hacia el futuro, asignar dentro del presupuesto
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para los fines que nosotros tenemos aquí todo o al menos la mitad del valor susodicho.
Solamente a este precio nosotros estaremos en estado, por consiguiente, de hacer
frente como conviene a los pagos requeridos por nuestra deuda exterior y de liquidar
gradualmente los servicios retrasados de esta misma deuda.
Como conclusión de la sección de su memoria relativa al crédito público, el ministro
se muestra opuesto a la idea lanzada por algunos, de tramitar un gran empréstito exterior
para consolidar la deuda extranjera. A este sujeto, el señor Cucalón dice: “es seguro
que nosotros no podemos negociar el nuevo empréstito a un tipo inferior al del 8%,
como acaba de ocurrir en Bolivia, mientras que nuestras obligaciones al presente apenas
alcanzan los tipos del 4, 5 y 6%. A esta parte sobre la tasa de interés, se necesitaría
añadir la no menos considerable que entraña la tasa de descuento”.
Otro problema de interés actual para el Ecuador, y desde hace algún tiempo debatido
con ardor por la prensa del país, es el de la Ley Moratoria establecida en 1914, a
principios de la gran guerra y en virtud de la cual los billetes de seis bancos de emisión
[que] funcionan en Quito, Guayaquil y Cuenca, no son provisoriamente convertibles
en metal.
A este propósito, el ministro se expresa así, al final de su exposición:
La mejor prueba [de] que la Ley de Moratoria no ha producido necesariamente un
alza en el cambio, nos es dada por las oscilaciones súbitas en la cotización desde que rige
esta ley. Así, en 1915, el dólar ha sido cotizado en nuestras plazas a 200%, en 1918 a más
del 300%, en 1919 a 211% y desde 1920 se mantiene en alrededor del 400%, bien que
las cotizaciones oficiales han sido y sean más bien bajas. No es cierto, como se asegura,
que la carestía del precio de los artículos de primera necesidad producida al interior
del país, sea una consecuencia de la Ley de Moratoria, la cual habría contribuido a
depreciar los billetes. Esta carestía reviste actualmente los caracteres de un fenómeno
universal, que se hace sentir lo mismo en las naciones donde no hay moratoria, como
América del Norte, donde los efectos se manifiestan con más asiduidad que en Ecuador.
Menos cierto todavía es lo que se dice de la depreciación de los billetes, que gracias a las
importaciones de oro efectuadas por los bancos, bajo el régimen de la Ley de Moratoria,
son ahora cubiertos por una garantía metálica superior a la que ellos poseían antes de la
puesta en vigor de esta ley.
Para convencernos, es suficiente considerar que en 1914 las reservas de oro de
nuestros bancos ascendían a 3’754.700 sucres y que en 1921 alcanzan a 9’527.995
sucres. Conviene considerar también que las acciones de algunos bancos, como las del
Ecuador y Comercial y Agrícola, son cotizadas ahora más alto [que] en 1914. Es un
hecho reconocido [también] en el exterior, que la garantía metálica de los billetes de los
bancos ecuatorianos es más elevada que la de billetes parecidos que circulan en España,
Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia y que es sobrepasada por las emisiones
fiduciarias hechas en Uruguay y Argentina.
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En otro pasaje dentro de lo expuesto por el ministro, es interesante analizar
principalmente lo que ha sido tratado en el plan propuesto por el Gobierno para evitar
la bancarrota, a la centralización de los ingresos del fisco, a la clausura de alcoholes
y tabacos establecidos desde hace dos meses, en virtud de un decreto votado por la
precedente legislatura, a la formación de una caja central para la construcción de vías
férreas, etc. Yo me propongo volver próximamente sobre estos puntos, en la medida
en que el servicio general de correo me deja el tiempo libre para hacerlo. En cuanto
al presente, me limitaré a señalar que las grandes líneas del presupuesto de 1921 son
indicadas en las páginas 21 y 22, y se resumen así:
Ingresos: 15’653.971,94 sucres,
Gastos: 18’816.851,11 sucres.
Diferencia, o sea déficit del presupuesto de 1921
3’162.879,17 sucres.
Analizando las condiciones de este desequilibrio, el ministro declara en conclusión
(p. 24) “nosotros podemos fijar bien a más de 5 millones de sucres, aproximadamente,
el total verdadero del déficit presupuestario correspondiente a 1921”. El señor Cucalón
añade:
es muy probable que un déficit igual se produ[zca] en el presente año fiscal de 1922,
ya que el presupuesto del ejercicio anterior es el mismo que el que está actualmente
en vigor, y si a decir verdad, dentro del segundo semestre enero-junio de 1922, habrá
un aumento de ingresos proveniente de la clausura de estancos de alcohol y tabaco,
por el contrario será sensible la baja experimentada por los ingresos aduaneros a la
importación, como resulta de los datos siguientes que se refieren al primer trimestre de
1922, comparado con el período correspondiente a 1921.
Primer trimestre19211922Diferencia
Impuestos de importación
2’096.124,75
1’483.233,73
- 612.891.08
Impuestos de exportación
874.707,66
899.422,40
+ 24.714,74
Edmund Clavery
P. D. 8 de noviembre de 1922: En su memoria, el ministro dice, como lo informa al
final de la carta que precede, que los fondos de garantía en metal de emisiones fiduciarias
circulantes en Ecuador, representan el 50% del valor nominal de estas emisiones. A
este [respecto] yo debo referirme a mi comunicación del 16 de agosto, formulando
algunas reservas en cuanto al optimismo oficial en este aspecto. En confirmación del
contenido de eta última carta, debo reproducir aquí el pasaje siguiente de un artículo
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
publicado esta mañana, en El día, bajo el título “Contra el banco de reserva”, donde
las conclusiones son en realidad favorables a esta institución: “Si desde el año pasado
habríamos tenido un solo banco de emisión, muy probablemente el Congreso y el país
conocerían ya lo que ellos ignoran hasta el presente: el informe oficial del Inspector de
Bancos, empleado cuya existencia efectiva debe traducirse en las cuentas de sueldos
del Ministerio de Finanzas”. En el mismo número, un artículo intitulado “Estado de los
bancos” dice: “De todas maneras, si una situación hace indispensable el control positivo
y permanente de bancos de emisión, está bien la que resulta de la inconvertibilidad
del billete, situación apropiada a las tentaciones conducentes a la inflación fiduciaria
clandestina y al comercio del oro”. Desaparecido el correctivo de la conversión del
papel del banco para el portador, a todo momento y de otra parte, siendo dado que falta
el control del Estado, parece que no habría temor a creer tales inflaciones.
AH. F. A. I. III. R. 16. Ref. 15/18.
EL MINISTRO RESIDENTE DE FRANCIA EN ECUADOR
A SU EXCELENCIA MINISTRO DE RELACIONES
EXTERIORES DE FRANCIA
Quito, 21 de julio de 1923
A pesar de las lamentaciones y exhortaciones de la Comisión Ejecutiva Económica,
el cacao continúa representando alrededor del 85% del total de exportaciones del
Ecuador. Esta condición de cuasi monocultivo actualmente entraña para la economía
nacional, una crisis bastante continua.
En efecto, como se demuestra en la continuación de este informe, la cosecha del
principal producto de exportación está en disminución muy sensible estos años, y al
mismo tiempo el precio del grano ecuatoriano ha sufrido bajas en Nueva York. Además,
lamentablemente, la causa de la reducción del rendimiento de plantaciones no parece
que pueda desaparecer muy pronto.
Estas breves indicaciones no me han parecido superfluas por la interpretación de
los datos siguientes, concernientes a las exportaciones del cacao durante el segundo
trimestre de 1923: 148.974 sacos (12’152.337 Kgm) en lugar de 80.190 sacos (6’543.789
Kgm) durante el primer trimestre.
El aumento durante los tres últimos meses es pues de 68.784 sacos y 5’608.546
Kgms., según informe de los tres primeros meses del ejercicio de 1923. No hay de otra
parte, en modo alguno, lugar para asombrarse de este resultado esperado desde tiempo
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Carlos Marchán Romero
inmemorial: la mayor parte de la cosecha de la “pepa de oro” que continúa [...]todo el
año, llega a Guayaquil durante los meses de abril, mayo y junio.
Los principales puertos de destino han sido, por orden de importancia decreciente:
Nueva York, Hamburgo, Ámsterdam, San Francisco, Londres, Malmos, Copenhague,
Boston, El Havre, etc.
Los envíos de Guayaquil a Havre, que antes de la guerra se practicaban en gran
escala por los vapores de la compañía alemana Cosmos, han cesado completamente. El
principal mercado de cacao ecuatoriano es actualmente Nueva York. Es de notar, por otra
parte, que el aumento en el segundo trimestre sobre el primero, no impide que el total
del primer semestre 1923, en lo que concierne a los despachos de cacao a Guayaquil, es
el más bajo que ha sido registrado desde hace cinco años, ya que no ha superado 379.110
en lugar de 397.803 en 1921, 454.780 en 1919, 470.131 en 1920 y 487.570 en 1922.
La principal causa de esta disminución sensible se debe lamentablemente a una plaga
de naturaleza parasitaria, que desde hace algunos meses ha afectado gran número de
plantaciones de las provincias del Guayas y El Oro. Los estragos denominados para este
flagelo “escoba de bruja”, anteriormente detectados en Surinam (Guayana) son tales
que un número de propietarios ha comenzado ya a arrancar sus plantas del grano dañado
para reemplazarlas por cultivos de arroz, algodón, banano, etc.
…
Cambio de moneda. Cuando a continuación de los motines de Guayaquil, el Gobierno
[expedía] el 16 de noviembre último el decreto estableciendo el alza general de letras
de comercio (ver los informes del 25 de noviembre de 1922 y 30 de marzo de 1923),
una buena parte de la opinión de este país creyó que esta medida habría sido la panacea
a la crisis de cambios. Una comisión económica ejecutiva establecida en Guayaquil, y
compuesta por los representantes de los principales bancos, debía recoger todas las divisas
del extranjero, pagar a los emisores sobre la base del cambio del dólar en Nueva York (Art.
6 del decreto) y repartir a continuación, de la manera más equitativa entre todos ellos
(importadores y otros) teniendo que hacer estos pagamentos o remisas en el exterior.
Ahora bien, actualmente la situación es la siguiente. La comisión ha tratado,
desde hace largos meses, en sucres [y] a la tasa establecida por ella según el decreto, la
contrapartida de una cantidad de facturas y otros documentos, representando los títulos
de acreedores del extranjero sobre los negociantes o industriales ecuatorianos, pero esto
no ha procurado sino una muy débil proporción de dólares, libras esterlinas o francos,
necesarios para liquidar las dichas deudas. Esta legación ha conocido directamente de
una infinidad de casos de esta especie. El Comercio, principal órgano de la ciudad de mi
residencia, se ha expresado esta mañana así, a propósito de este estado de cosas:
Se puede decir que el comercio importador de Guayaquil se divide a la hora presente
en dos grupos: uno del cual se ocupa la Comisión Ejecutiva y que por consecuencia se
encuentra al día en sus cuentas. El otro, hacia el cual se observa un orden riguroso en la
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expedición de cartas de comercio: los que pertenecen a este segundo grupo no están en
estado de continuar su comercio de importación, porque están comprendidos en la lista
de los que tienen documentos a recibir en los bancos de Guayaquil, de los cuales, uno
de ellos, el del Ecuador, acaba de hacernos conocer el monto de 17 millones de sucres,
suma enorme que está encargada de recobrarse sobre nuestros importadores.
Durante este tiempo el banco continúa imperturbablemente anunciando las
cotizaciones, tales como S/. 3,20 el dólar, 14,58 la libra esterlina, 0.1878 el franco
francés, 0,4544 la peseta española, 0,136 la lira italiana, etc.; de otra parte, hace esperar
indefinidamente a los que han hecho pagos en sucres sobre esta base, al apoyo de sus
demandas, teniendo a obtener las letras de comercio o letras de cambio, dentro de las
monedas precisadas.
Por lo demás, a despecho de las prohibiciones formales de la ley, las divisas dan
lugar a un comercio negro que va desarrollándose más y más y, en el fondo, con el
consentimiento tácito de la comisión. La cotización practicada en la calle ha sufrido en
los últimos tiempos variaciones bastante sensibles; es así que el dólar ha subido a más
de 5 sucres, la libra esterlina a más de 24, el franco a más de 0,30 centavos. Pero hay
desde hace una quincena una tendencia marcada a la baja, en correlación con la Bolsa
de Nueva York y, de otra parte, en este sentido, hay diferencias bastante sensibles de un
lugar a otro, específicamente entre Quito y Guayaquil.
En una carta enviada el 19 de mayo último a la Cámara de Comercio de Quito,
y reproducida por ésta en el Boletín del mismo mes, el señor Jijón y Caamaño se ha
expresado así;
La situación anormal del cambio, las dificultades probadas para obtener las letras de
comercio en el exterior, conllevan grandes obstáculos para el desarrollo de la industria
nacional y convendría estudiar la manera de dar, en este sentido, las facilidades a
los manufactureros, ya que en efecto, en gran parte la modificación de condiciones
económicas del país no pueden estar sino en función del acrecentamiento de la
producción.
El autor de esta carta, un industrial muy importante (tejidos de lana y de algodón,
fabricante de botones de corozo, dueño de un ingenio azucarero), y también historiador
y arqueólogo distinguido, goza con razón a este doble título, de una gran autoridad
en el Ecuador. Por consiguiente, sus palabras me parecen plasmar la mejor conclusión
a algunas advertencias que precedentemente conciernen al aspecto particularmente
agudo producido en este país por la crisis general de cambios, el cual sufre actualmente
el mundo entero como consecuencia de la gran guerra.
Por el Ministro Residente de Francia (impedido), Kodler Leute.AH. F. A. I. III. R. 15. Ref. 74/80.
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Carlos Marchán Romero
EL MINISTRO RESIDENTE DE FRANCIA EN ECUADOR A
SU EXCELENCIA PRESIDENTE DEL CONSEJO,
MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES EN PARÍS
Quito, 20 de noviembre de 1923
En el número 4 de la revista Ecuador Comercial, recientemente aparecida, impresa
en Quito, se publican algunos datos hasta la presente inéditos, sobre el comercio de
importación y exportación del Ecuador, durante los dos ejercicios 1921-1922.
Según estos datos, el país debería encontrarse en un estado de prosperidad excepcional,
puesto que durante estos dos últimos años las exportaciones habrían muy sensiblemente
sobrepasado las importaciones. En efecto, siguiendo el resumen estadístico de las páginas
26 a 30 del fascículo señalado, el excedente a favor de las exportaciones no habría sido
menor a 10’482.704 sucres en 1921.
Estos resultados le dejan a uno perplejo, si se tiene en cuenta el hecho notorio de la
crisis de cambios, consecuencia de la insuficiencia de exportaciones que, por aplicación
del principio que los productos no se intercambian sino por productos, acarrea el alza de
monedas extranjeras: dólar, libra esterlina, franco, lira, etc., y la baja del sucre, a pesar
de todas las tentativas de reacción artificial a la medida del decreto particularmente a
las fechas del 16 de noviembre de 1922 y 31 de agosto de este año. Yo no retomaré este
asunto tratado ya tantas veces en mi anterior correspondencia; recordaré solamente
que, como lo han señalado diversas personas competentes y principalmente el diputado
Paz en su exposición de motivos al apoyar su posición de moratoria, el pasivo comercial
privado del Ecuador alcanza cerca de los 50 millones de sucres al 31 de agosto último.
¿Cómo resolver esta contradicción manifiesta con los citados antes, que parecen ser
considerados como seguros?
Diversos elementos, [...] ayudarán quizá a explicar el déficit real efectivo, contrastando
la balanza comercial en apariencia favorable al Ecuador:
1. En principio las exportaciones no corresponden del todo a las ventas cerradas. Se
me ha asegurado que una parte apreciable de cantidades de cacao a la salida, es
simplemente expedido en los depósitos a Nueva York, Havre, Hamburgo. Muchas
veces los remitentes deben esperar mucho tiempo antes de alcanzar el precio de
sus mercancías.
2. El Ecuador no tiene prácticamente flota comercial, por consecuencia, debe pagar
a los buques extranjeros el costo de todo el flete especialmente a la llegada que,
en los otros países, constituye una parte de utilidades que revienen a la industria
del armamento nacional que [...] en el tráfico entre puertos de otras ciudades van
igualmente a reportar beneficios.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
3. Cada año sumas bastante importantes deben salir del país para el sostenimiento
de familias ecuatorianas que viven fuera, principalmente en París, Londres,
Alemania, Italia. Algunas de estas familias se cuentan entre las más opulentas del
país; el total de sus gastos en el extranjero alcanzan un monto bastante apreciable.
4. En fin, conviene tomar en cuenta los encargos del Estado a Europa o América,
encargos que no son siempre señalados a su entrada en el país. En su concienzudo
Resumen Estadístico Comercial del Ecuador 1910-1920, el señor Eduardo
Vásconez, Jefe del Servicio Estadístico del Ministerio de Finanzas, compara el
monto total de exportaciones y el de importaciones durante la década señalada.
El resultado es un saldo de cerca de 109 millones de sucres (108’837.985,92) a
favor del mercado ecuatoriano.
El autor de este trabajo distingue bien que un tal resultado teórico es como una
paradoja estadística, a la cual los hechos patentes dan un constante mentís. Él se da
cuenta que hay lugar de dar a este [respecto] una prueba de explicación. Ahora bien,
en el cuadro conducente a la suprema conclusión que viene a ser añadida, se adjunta
el comentario siguiente: “ese saldo a nuestro favor ha sido absorbido por entero por los
diversos movimientos de importaciones invisibles”.
Lamentablemente el autor no hace ningún esclarecimiento sobre lo que entiende
por “importaciones invisibles”. ¿Falta comprender si se trata de relojes y joyas que los
viajeros pueden disimular en sus baúles o lo mismo en sus prendas? Estas introducciones
ocultas no sabrían, parece dar razón, sino de una proporción bastante mínima de la
“absorción” de la cual habla el señor Vásconez.
De otra parte, como ya lo he indicado antes, hay que tomar en cuenta los encargos
del Ecuador que no figuran como entradas sino de una manera incompleta. Demos
un ejemplo a este sujeto. En 1921, el Gobierno ha aprobado un contrato con la casa
Westermann de Brunwik para reproducciones: la impresión de un monto de 6 mil
ejemplares de un mapa del Ecuador. Hasta la presente, sólo diez ejemplares han llegado
al Ecuador en el equipaje del señor Tufiño, Director del Observatorio, quien en diez
años de trabajo ha enviado la minuta de la labor cartográfica grabada en Alemania.
Pero si a esta fecha diez ejemplares solamente han sido enviados, el precio total ha sido
pagado ya a la citada casa, en virtud del contrato.
Tales son las explicaciones que me ha parecido conlleva el fenómeno constatado
a propósito de la balanza comercial del Ecuador, gravemente deficitario de hecho,
mientras que las estadísticas parecen nuevamente señalar como excedente considerable
a las exportaciones.
Sea lo que sea, aparte de esta disidencia entre la contabilidad de la aduana y la
realidad, los datos continúan en el Resumen Estadístico publicado por el Ecuador
Comercial, concordando con los resultados hechos por otras fuentes…
Edward Clavery, AH. F. A. I. III. R. 15. Ref. 79/82.
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Carlos Marchán Romero
EDMOND CLAVERY, MINISTRO PLENIPOTENCIARIO
DE FRANCIA EN ECUADOR A SU EXCELENCIA SEÑOR
HERRIOT, PRESIDENTE DEL CONSEJO,
MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES EN PARÍS
Quito, 29 de septiembre de 1924
Así como yo lo había anotado, inevitablemente en el curso de mis comunicaciones
del 17 y 23 de los corrientes, el convenio suscrito el 6 de este mes entre banqueros y
exportadores para asegurar las bajas del cambio extranjero y el alza del sucre, era por su
naturaleza de lo más frágil e inestable. De hecho ha durado tanto como la estadía en
Guayaquil del señor Miguel Albornoz, Ministro de Finanzas.
Apenas éste ha retornado a Quito, he conocido, hace tres días a título privado y
confidencial, [...] los exportadores todos se habían retirado del convenio, fijando la
cotización del dólar en 4,30 sucres.
Ahora El Comercio publica la noticia siguiente: “desde ayer a las dos de la tarde, se
ha extendido la nueva del rompimiento del convenio que no estuvo sino más o menos
sostenido entre banqueros y exportadores”.
Se señala así mismo que la intervención del Gobierno a última hora de la discusión,
habría acabado de hundir el clavo y de conducir al fracaso las intensiones de entenderse;
algunos estiman que quizá sin la tutela administrativa, las diferencias y los desacuerdos
habrían podido arreglarse y el entendimiento futuro sería una realidad tangible en el
tiempo y en el espacio.
A partir de ahora, el cambio será libre, sin reglas impuestas ni trabas, con la ventaja
de que el país no tiene otros compromisos susceptibles de alterar el funcionamiento
de este sistema, que los de un número limitado de casas de comercio a vencimientos
escalonados, que podrán ser bien liquidados en su fecha, a condición de que predominen
la seriedad, la honorabilidad y la buena fe, entre quienes deben mantener clara y limpia
su firma y su palabra.
Habiendo tenido conocimiento de la ruptura de la convención, diversos bancos
habrían, por otra parte, hecho ya su entrada en el mercado, a fin de operar la adquisición
de cartas de comercio sobre la base de S/. 4,80 por dólar.
Las otras divisas se establecerán por equivalente sobre este tipo. Ahora ellas
determinarán la cotización en sus pizarras de compra y venta, a fin de que el público sepa
a qué atenerse en cuanto a los recursos y letras de cambio; por otra parte, las operaciones
están, por el momento al principio de su desarrollo, ya que ellas han permanecido
paralizadas durante tantos días en perjuicio de un número infinito de personas, cuyo
crédito en el banco permanece en suspenso.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Como lo deja presentir mi correspondencia anterior, el pretendido reglamento entre
banqueros y exportadores, tendiente a subir cueste lo que cueste el valor del sucre, tenía
la fragilidad de un castillo de naipes.
En efecto, permaneciendo fuera del ring cambista, los disidentes negociantes
exportadores se asegurarían en realidad el monopolio del mercado del café y del
cacao a la salida de Guayaquil, ya que ellos podían pagar un exceso de 5 sucres
más por quintal.
Desde entonces los firmantes del arreglo podrían bien anunciar el dólar a 4,30,
pero faltaban completamente las divisas para responder a las demandas que le
eran enviadas sobre la base de esta tasa. Ellos se encontraban, en suma, en la
misma situación que precedentemente la Junta Económica, ya que el delegado al
secuestro anunciaba la venta de letras de comercio a una tasa mínima, pero no
disponiendo en realidad sino de una cantidad ínfima de estos valores.
Una vez más está demostrado que es en vano que el hombre pretenda, lo mismo a
medida de una organización de Estado, oponerse a la ley de oferta y demanda, ésta
rige el mundo económico de la misma manera que los principios de la gravedad
el orden físico.
Edmond Clavery.AH. F. A. I. III. R. 17. REF. 159/160.
EL ENCARGADO DE NEGOCIOS DE FRANCIA EN
ECUADOR A SU EXCELENCIA EL MINISTRO DE
RELACIONES EXTERIORES EN PARÍS
17 de octubre de 1925
Hago referencia a mi despacho del 12 de agosto último, No. 85. La situación política
parece mejorar día a día; han ocurrido, sin embargo después del 12 de agosto, incidentes
bastante serios entre la Asamblea de Juntas Militares y la Junta de Gobierno. Los
rumores más alarmantes han sido propagados en Quito y si se habría de tornar todos en
serio, habría tenido cada día un informe nuevo. Estos rumores estaban, por otra parte,
regularmente desmentidos al día siguiente, lo cual no impedía lanzar inmediatamente
otros. La mayoría del Cuerpo Diplomático lamenta amargamente que algunos de sus
colegas de primer rango, como el Encargado de Negocios de España, haya creído, por el
sólo placer de parecer bien informado, tomar por su cuenta los más fantásticos de estos
rumores.
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Carlos Marchán Romero
El incidente más grave desde el punto de vista político, ha sido ciertamente el
movimiento reaccionario de la provincia de Manabí, donde a la cabeza de tres oficiales
descontentos, la tropa se ha rebelado arrastrando a continuación a las autoridades y al
pueblo. Ha sido suficiente para restablecer el orden, enviar 120 hombres y un jefe de
batallón. Los revoltosos han sido reducidos sin combatir y el jefe de la expedición ha
podido [dar]se el lujo de enviar al Gobierno el telegrama enfático siguiente: “Tengo el
honor de ofrecer al Gobierno la provincia de Manabí pacificada”.
Una de las cuestiones más serias que el Gobierno debe arreglar, y que ha conseguido
provocar la dimisión de toda la Junta de Gobierno, ha sido la de los tribunales populares
militares, que fueron creados espontáneamente en Guayaquil y las provincias. El
primero, yo, he sido llevado a protestar contra la justicia sumaria de estos tribunales
que rinden juicios sin convocatoria y son inmediatamente ejecutados. Bajo la orden
de un tribunal de Guayaquil, un sirio muy honorable, había sido encarcelado sin que
él pueda conocer los motivos de esta medida y su prisión, siendo prolongada le llevó a
telegrafiarme para solicitar mi intervención. Por otra parte, otro sirio, el señor Najas,
había sido amenazado de prisión si no pagaba inmediatamente una suma de 7 mil sucres,
que él asegura no deber, reforzando con pruebas sus palabras, pues después de todo,
además este asunto era claramente de la competencia de los tribunales civiles.
Yo declaré al señor Bustamante que en ningún caso nosotros no reconoceríamos
como válidos los juicios emitidos por los tribunales populares, que no tenían por otra
parte ningún carácter legal y que si se le confería como tal por decreto, debería ajustarse
a las reglas del proceder legal en vigor y dar las garantías a los acusados.
El señor Bustamante ha invocado la justicia sumaria de los tribunales de la Revolución
Francesa; yo le he respondido que no niego cierto abuso de nuestra revolución, pero que
no había ninguna analogía entre las dos situaciones, y que ningún paralelo podría ser
establecido. Además le he señalado que los plenipotenciarios extranjeros acreditados
entonces en Francia, no habían faltado como era su deber, en protestar contra todas
las medidas ilegales impuestas a sus nacionales. El señor Bustamante no contradice,
por otra parte, lo bien fundada de mis reclamaciones y me promete intervenir ante
los militares para detener el abuso que le he señalado. Debo decir que no he sabido de
ningún otro reclamo similar.
Reclamaciones análogas han sido presentadas por los ministros de Italia, Alemania y
el Encargado de Negocios de España, y han tenido menos éxito que yo. Ha sido necesaria
la intervención de [todo el] Cuerpo Diplomático y el envío de una comisión de tres
miembros, los ministros de Alemania, Italia y yo, para obtener un decreto de disolución
de los tribunales populares. Actualmente esta cuestión parece definitivamente arreglada.
Si la situación política parece devenir cada día más estable, no ocurre lo mismo con
la situación financiera y económica. Al momento del golpe de Estado, el ministro de
finanzas, señor Dillon ha declarado que ciertos bancos, como el Comercial y Agrícola de
Guayaquil, serían perseguidos por emisiones ilegales. El señor Urvina Jado, presidente
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de este banco ha sido apresado y no ha sido puesto en libertad condicional sino en estos
últimos días.
El Banco del Pichincha de Quito ha sido afectado por una multa por exceso de
circulación de billetes. Estas torpes medidas han enojado a la opinión pública y
atemorizado a los otros bancos, que han retirado de la circulación lo más posible de sus
billetes, escaseando así la circulación fiduciaria a un punto tal que todo comercio está
paralizado.
Esta actitud de todos los banqueros de la república no ha sido solamente motivada
por el temor a las sanciones, sino también por su aversión común hacia el Ministro de
Finanzas, y por el deseo de molestar al nuevo Gobierno, que ha debido tomar una carga
muy pesada y que se ha encontrado desde el principio al frente de una situación fiscal
muy trastornada; salvo la Armada, ningún funcionario civil ha sido pagado regularmente
y los profesores de colegios esperan sus sueldos desde hace tres meses.
El señor Dillon ha creído encontrar un remedio a esta situación con la creación de
un Banco Central de emisión. Él fue a Guayaquil para ponerse de acuerdo con todos los
directores de bancos de ese puerto. El Banco Central no podría crearse, en efecto, sin el
concurso financiero de todos los bancos. Se ha llegado, sobre el papel, a un acuerdo y la
creación del Banco Central ha sido decidida. Un decreto orgánico ha sido publicado,
pero existe la posibilidad para que permanezca letra muerta.
Hay en efecto grandes protestas de parte de Guayaquil [respecto] a la sede central.
Se había decidido que sería fijada en el puerto, lo que parece normal, ya que es el centro
comercial más importante del Ecuador, pero Quito también ha hecho escuchar su voz
y, por complacer a todos, se ha decidido que habría dos sedes, una en Quito y otra en
Guayaquil, con atribuciones iguales; primera y muy grave falta.
El Gobierno declara que el banco es independiente y que no intervendrá de ninguna
manera en sus operaciones; sin embargo, está previsto que tres de los miembros del
Consejo de Administración serán nombrados por él.
En fin, cada banco establecido en Ecuador [incluidas] las sucursales de bancos
extranjeros, deberá obligatoriamente ser accionista del Banco Central por un mínimo
del 12% de su capital. Esta institución centralizará las reservas de oro de cada uno de los
bancos de emisión, reservas cuyo monto se ignora y, desde el día de su creación, ningún
otro banco gozará del derecho de emisión que le será exclusivamente reservado por un
período de 44 años. Todos los billetes en circulación le serán remitidos y la institución
dará en canje sus propios billetes, garantías para las reservas de oro, recogidas de cada
uno de los bancos actuales de emisión y para los efectos sobre el extranjero. Estos nuevos
billetes serán reembolsables en metálico a la presentación. El decreto no fija el plazo
para el canje de billetes actuales en circulación.
La creación del Banco Central pone pues fin, virtualmente, al moratorium. No se
ha dicho además si el pagamento del contravalor en metal será reservado únicamente
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Carlos Marchán Romero
a los billetes destinados a pagar deudas en el extranjero, y parece bien que todos los
billetes sin excepción del Banco Central, serán reembolsados en oro a la presentación.
Siendo ésta la situación económica actual del Ecuador, esto significa un grave peligro y
lógicamente el sucre debería sufrir de aquí a poco una grande depreciación.
Por las razones que preceden, la mayoría de financieros se inclina a pensar que
el Banco Central no será nunca creado, al menos tal como lo ha previsto el decreto
orgánico. Haré traducir este documento que enviaré a V. E. en uno de los próximos
correos.
Giachetti.
P.D. 17 de octubre de 1925. Por un decreto de la Junta de Gobierno aparece esta mañana
la promulgación del decreto orgánico del Banco Central; esta decisión ha sido tomada a pedido
mismo del Sr. Dillon.
AH. F. A. I. III. R. 17. Ref. 171/173.
EL ENCARGADO DE NEGOCIOS DE FRANCIA EN
ECUADOR A SU EXCELENCIA
PRESIDENTE DEL CONSEJO, MINISTRO DE
RELACIONES EXTERIORES EN PARÍS
Quito, 25 de junio de 1926
Me remito a mis últimos despachos políticos sobre la situación financiera.
Tengo el honor de hacer llegar a V. E. adjunto a este pliego, el texto de la traducción
del decreto presidencial instituyendo la “Caja Central de emisión y amortización”.
El presidente Ayora ha vencido finalmente la resistencia de los banqueros y del
alto comercio de Guayaquil, lo que no había podido hacer ninguno de los gobiernos
anteriores al golpe de Estado del 9 de julio.
La situación, a decir verdad, ha cambiado mucho y los dos principales bancos de
Guayaquil, Comercial y Agrícola y del Ecuador, están con tal malestar por no serles
permitido pretender más dirigir un Gobierno, en el cual ninguno de los miembros
puede ser acusado de haberse equivocado en las combinaciones deshonestas que yo he
señalado en mi despacho No. 51.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Ahora, Eduardo Game, Gerente del Banco del Ecuador y Presidente del Consejo de
Administración de la Sociedad Bancaria de Chimborazo, que es a mi modo de ver, el
principal responsable del faltante fraudulento de este último establecimiento, acaba de
enviar un telegrama de felicitación al Presidente, por la creación de la Caja Central de
emisión.
Ahora bien, es este personaje quien ha sido siempre el alma de la resistencia a los
proyectos análogos del ministro Luis Napoleón Dillon. Este súbito cambio se explica
por la situación financiera gravemente amenazada de este empresario, cuyo hijo y
yerno están en prisión en Quito, y quien, gozando de su influencia,, todavía grande en
Guayaquil, intenta colocarse en el Gobierno con aire de ayudar y de salvar su fortuna y
su libertad. El presidente Ayora está completamente informado sobre sus cuentas y no
se dejará sorprender por este astuto muchacho.
En mi telegrama No. 35 hacía saber a V. E. que el Banco del Ecuador estaba
virtualmente en bancarrota. El Gobierno, después del escándalo de la Sociedad Bancaria
del Chimborazo, no ha querido dejar declarar esta bancarrota, que habría impedido la
creación del Banco Central.
El Banco del Ecuador habría aprovechado para repatriar todos sus fondos del
extranjero y habría podido así hacer frente a sus obligaciones más inmediatas.
Este establecimiento está, sin embargo, siempre en una situación precaria y sería
peligroso consentir una cobertura de crédito y permaneciendo el señor Eduardo Game
en su dirección, será difícil restablecer la confianza.
Yo espero que el Gobierno le obligará a retirarse y no me sorprendería que sea pronto
arrestado como su hijo y transferido a Quito, pues las comisiones de encuesta para el
Banco del Chimborazo y del Ecuador no han presentado todavía su informe.
La creación de la Caja Central de emisión es un gran paso hacia la recuperación
financiera y constituye de parte del presidente Ayora un acto de coraje, el cual conviene
felicitar. No hace falta disimular en efecto que los financieros de Guayaquil no aceptando
el decreto que les presiona y fuerza, harán lo imposible para crear al Gobierno todas las
dificultades que puedan en el momento de la realización práctica.
Los puntos principales son los siguientes: no habrá más diferencia del valor real entre
los billetes de los diversos bancos de emisión. La totalidad de depósitos en oro garantizará
toda la circulación actual, esperando que los billetes puedan ser reemplazados por los
de la Caja Central. Este establecimiento se compromete igualmente hacia los bancos
de emisión que tenían el depósito legal a reembolsarles su parte de hecho de depósitos
insuficientes a ciertos bancos, como el Comercial y Agrícola. Esta indemnización se
hará con los valores en cartera y en oro paulatinamente y a medida de las adquisiciones
de este metal.
El Gobierno además garantiza el valor de los billetes de bancos que tenían un
depósito de oro deficitario. Fija el cambio de la transferencia de oro de los bancos de
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Carlos Marchán Romero
emisión a la Caja Central y adopta así el sistema de la desvalorización con tendencia a
la medida de un plan de amortización, a la convertibilidad del billete.
En fin, ha declarado expresamente que esta Caja Central de emisión y amortización
no es un establecimiento de Estado, sino una institución de carácter privado con
solamente el derecho de vigilancia de parte del Gobierno.
V. E. apreciará ciertamente como conviene a la lectura del decreto adjunto, el
carácter preciso de los compromisos asumidos por el Gobierno, en lo que concierne a la
deuda del Estado con los bancos.
Giachetti.AG. F. A. I. III. R. Ref.16, 32/33.
EL ENCARGADO DE NEGOCIOS DE FRANCIA EN
ECUADOR A SU EXCELENCIA EL MINISTRO DE
RELACIONES EXTERIORES EN PARÍS
Quito, 28 de enero de 1927
Desde que el gabinete del doctor Ayora ha sido constituido, V. E. sabe cómo y con
cuántas dificultades el Gobierno provisorio se da cuenta que necesita no solamente
intentar reorganizar el país, si esto es posible, sino más todavía y sobre todo procurarse
los recursos en el extranjero a no importa qué precio. Esto ha sido expuesto en informes
por intermedio de su Encargado de Negocios en Nueva York con el profesor Kemmerer,
quien ha consentido en formar una misión de expertos.
Se piensa con razón en los medios oficiales que el prestigio mundial del cual goza
el profesor Kemmerer facilitaría después de los trabajos de la misión en el Ecuador,
la negociación de un empréstito de los Estados Unidos... Pero esto no se puede hacer
sino a condición de: primero, persuadir a los expertos americanos que el Gobierno
tendría la voluntad firme de proceder a las reformas; segundo, mostrar el país tal como
es con sus vicios y sus miserias tanto en su funcionamiento como en las estadísticas
cuidadosamente preparadas, y tercero, no esconder la verdadera razón de la situación
muy difícil que atraviesa el país, es decir, la deshonestidad generalizada.
La misión ha sido contratada por cinco meses a un precio convenido de 70.000
dólares pagables en una suma de anticipo y el saldo antes de su partida (Kemmerer ha
tomado sus precauciones para no encontrarse en blanco, con las mismas dificultades que
habría, parece, encontrado en Polonia).
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Los gastos del viaje de los miembros de la misión y de su familia, relativos a estadía,
alojamiento, alimentación, servicio de automóviles, están enteramente a cargo del
Gobierno ecuatoriano. Se calcula que el gasto total se elevará a 250.000 dólares como
mínimo.
Sin embargo, los representantes diplomáticos y consulares ecuatorianos reciben
instrucciones de publicar artículos sobre Ecuador, mostrando este país bajo los más bellos
colores, tanto en lo moral como en lo síquico. Uno de estos artículos es particularmente
notable por la acumulación de mentiras que encierra y la imprudencia que demuestra su
autor que no es otro que el señor Elizalde, Ministro en Chile. Este artículo fue publicado en
diciembre último en el Neptuno de Anvers, bajo la responsabilidad del cónsul ecuatoriano
en esa ciudad, hermano del señor Elizalde.
El Gobierno del doctor Ayorno ha descuidado nada para equivocar la opinión pública
en el extranjero sobre la situación real del Ecuador.
La Misión Kemmerer se ha puesto a trabajar tan pronto como llegó. Acumula los estudios
sobre el país y los expertos, cada uno por su parte, se han dedicado a encuestas severas, no
se contentan solamente con informaciones oficiales sino manteniendo conversaciones con
todas las personalidades juzgadas por ellos, susceptibles de su “religión”.
El valor de su trabajo de preparación depende únicamente de la experiencia profesional
y del grado de sicología de los expertos y nada no se puede apreciar, pues la misión ha
trabajado dentro del más grande secreto y nada ha trascendido ni de sus trabajos ni de las
conclusiones a las cuales han llegado. Si se juzga, sin embargo, por el primer proyecto de
ley presentado al Gobierno sobre la reorganización de aduanas, se puede creer que todo lo
que la misión habrá hecho no es sino engaño. Es poco más o menos cierto que este primer
proyecto ha sido calcado del presentado por la misma misión al Gobierno chileno: se limita
a los detalles de organización, la exposición de motivos es muy pobre de argumentos y se
podría creer que ha sido elaborado por un agente de aduanas americanas no habiendo
puesto nunca los pies en el país.
Yo haré llegar un informe especial a V. E. sobre este proyecto y enviaré en el futuro y a
medida de sus publicaciones y de su traducción, los proyectos siguientes.
Es de notar que el profesor Kemmerer ha interrogado sobre todo a diversas personalidades
que él ha visto en el curso de los estudios sobre las razones por las cuales el Ecuador no
habría hecho [...] honor a su firma ni cumplido los compromisos más solemnes a los cuales
se había suscrito.
Si como yo lo pienso, la misión ha trabajado conscientemente por el Ecuador, no ha
olvidado sin embargo que es americana y creo que desde este punto de vista, el Gobierno
ecuatoriano dentro de su gran deseo de obtener el dinero, ha hecho todo para recordarle.
Hasta el 15 de diciembre, un mes y medio después de su llegada, el doctor Kemmerer,
dejando en Quito a sus expertos, ha hecho un viaje a Estados Unidos. Se dice que habría
ido a interceder por la causa del Ecuador ante los grupos financieros americanos. Se
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asegura igualmente que la Standar Oil, bajo el nombre de una compañía anónima creada
para el efecto, habría obtenido concesiones importantes de terrenos al borde del trazado
de la línea proyectada del ferrocarril Quito-Esmeraldas, en el trecho Esmeraldas-Quinindé.
Estos rumores parecen estar corroborados por la opinión que ha emitido el experto de
caminos del ferrocarril, quien desaconseja la construcción en la parte Ibarra-Quito, e
insiste vivamente por la construcción del trecho Ibarra-Esmeraldas. Evidentemente, si la
Standard Oil encuentra yacimientos, tiene interés de contar a su disposición con una vía
de evacuación por el océano, sea por Esmeraldas, sea por San Lorenzo y el acceso a Quito
le interesa poco. Además de estas concesiones de terreno, es cierto, dado el pasado más
que dudoso del país, que ningún consorcio americano consentirá en la colocación de un
empréstito ecuatoriano sin las garantías serias.
La sola garantía suficiente de la que puede disponer el Ecuador consiste en la aduana
de Guayaquil. Aún más, sus entradas están hipotecadas en su totalidad en provecho de
las obligaciones del ferrocarril Quito-Guayaquil. Pero con estas obligaciones a despecho
de la hipoteca y bien que el rendimiento de aduanas sea veinte veces superior a las sumas
necesarias al interés de la deuda, no han tocado nunca regularmente el monto de sus cupones
y parece que un acuerdo podría hacerse muy fácilmente por los portadores de obligaciones,
siendo muy felices de trocar su garantía ecuatoriana por una garantía americana.
La Misión Kemmerer ha obtenido ya un resultado apreciable para los Estados Unidos,
[...]que el Ecuador apreciará menos de aquí a unos meses. Para establecer un control en vista
de un empréstito probable, ellos han preconizado y sin duda impuesto el comprometimiento
de cinco expertos, todos americanos bien entendidos: uno será Superintendente de Bancos,
otro Superintendente de Aduanas y tercero, cuarto y quinto, respectivamente, a los
caminos del ferrocarril, a las finanzas públicas, a la contabilidad aplicada. Cada uno de
estos cinco consejeros recibirá los módicos honorarios de 80.000 sucres mensuales o sea,
cinco sucres aproximadamente por dólar, la alegre suma de 1.600 dólares por mes (esta
cuestión de honorarios habría dado lugar a un negocio serio, pero el profesor Kemmerer
habría sido irreductible y el Gobierno habría cedido). Estos súper controladores no tendrán
oficialmente otras atribuciones que hacer entender sus criterios al Gobierno ecuatoriano,
que les pedirá rara vez y los descuidará siempre; pero ellos serán en realidad vigilantes, cuya
verdadera misión será la de informar a los banqueros americanos sobre el estado del país.
Sobre este último punto, yo creo que al señor Kemmerer le ha faltado suspicacia, pues
una vez [que] su misión termine partirá para Bolivia, donde un nuevo contrato le llama;
una vez el empréstito tan deseado, consentido, y sobre todo cobrado, a menos que yo me
equivoque y que este país haya cambiado de mentalidad de un día a otro, hay un millón que
apostar contra uno que el Gobierno, sea el que sea, empleará todas las medidas en su poder
para eludir sus obligaciones.
Los Estados Unidos tendrán entonces que hacer valer sus derechos sea por la persuasión
que no conseguirá nada, sea por la fuerza, lo que será siempre muy delicado.
[…]
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Sea lo que sea, el Ecuador es un país más entre tantos otros de Sudamérica, deseosos de
confiarse de pies y manos a la finanza americana, no por simpatía, sin duda, sino por interés
y necesidad. La acogida de este deseo depende únicamente de la buena voluntad de Wall
Street, pues el Gobierno ecuatoriano aceptará finalmente todas las decisiones que le serán
impuestas con la idea antigua de no respetar ninguna.
Giachetti.
AH. F. A. I. III. R. 16, Ref. 41/44.
EL ENCARGADO DE NEGOCIOS DE FRANCIA EN
ECUADOR A S. A. MINISTRO DE RELACIONES
EXTERIORES EN PARÍS
Quito, 18 de abril de 1927
Para continuar con mis precedentes comunicaciones sobre los trabajos de la Misión
Kemmerer en Ecuador, tengo el honor de hacer llegar a V. E., lo siguiente:
1. Un informativo oficial conteniendo el texto de la Ley Orgánica del Banco Central
y la exposición de motivos.
2. La traducción de la Ley Orgánica del Banco Central.
3. La traducción de la exposición de motivos.
4. Un informativo oficial conteniendo el texto de la Ley de Monedas y la exposición
de motivos.
5. La traducción de la Ley de Monedas.
El documento más interesante es la exposición de motivos de la Ley Orgánica del
Banco Central. La misión demuestra un conocimiento profundo de la mentalidad del país
y toma todas las precauciones contra los manejos políticos de una parte, y la injerencia del
Gobierno o de los bancos asociados (antiguos bancos de emisión) de otra.
Ciertas consideraciones son muy duras para el Ecuador y particularmente para los
bancos y los diversos gobiernos que se han sucedido desde 1914. En fin. Está redactado
tan claramente que está al alcance de todos y comprendido por el doctor Núñez, actual
Ministro de Finanzas.
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A partir del presente, todos los bancos asociados han suscrito sus acciones obligatorias a
la prorrata de su capital y reservas y la suscripción de acciones del público está en buena vía.
La comisión organizadora funciona con pleno rendimiento y se espera que el Banco
Central será definitivamente organizado en un mes y medio. El día en que comience sus
funciones, la Caja Central de emisión y de amortización cesará automáticamente las suyas.
El Banco Central asumirá la responsabilidad de todas las emisiones antiguas y nuevas, al
mismo tiempo que recibirá de la Caja Central la totalidad de las reservas de oro y dinero
confiadas a la guardia de la última.
Si se sigue al pie de la letra las indicaciones de la Misión Kemmerer, el mismo día de la
apertura del Banco Central, el Ecuador volverá al régimen de la convertibilidad de billetes
sin restricciones. Éste será un gran paso de hecho, en la vía del restablecimiento económico
del país, y el Gobierno del doctor Ayora tendrá todo el honor.
Falta desear que los consejos de la Misión Kemmerer sean aplicados desde el principio
y que no se detengan en el buen camino. Bien que yo conozco los esfuerzos loables del
Presidente provisorio, que tuvo a menudo que luchar contra sus ministros no puedo impedir
estar un poco escéptico en cuanto al resultado definitivo de todas sus reformas, deseando
que ellas se logren plenamente. He tenido muchas experiencias lamentables en este país,
conozco mucho su mentalidad profundamente deshonesta y su falta de cultura para poder
creer, sin reservas, en su renovación económica con una dictadura tan dulce y algunas
veces timorata como la del doctor Ayora.
Giachetti.
AH. F. A. I. III. R. 16. Ref. 83/84.
INFORME96 SOBRE LA SITUACIÓN FINANCIERA DEL
ECUADOR
(1925-1927)
Primera parte: finanzas públicas
La misión americana de expertos financieros presidida por el señor Kemmerer,
que ha permanecido en el Ecuador de 1926 a 1927, ha resuelto casi enteramente los
problemas técnicos de las cuestiones financieras sometidas a su consideración. Lo que
96 Sin firma ni destinatario
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este país debe hacer ahora es adoptar su estructura económica a un presupuesto, cuyo
volumen no se reduzca a una deuda considerable por la amortización de la cual ningún
efecto serio no ha sido hasta la presente intentado, y a una misma moneda que acaba de
ser establecida sobre una base-oro. Esta tarea anuncia ser de larga duración y susceptible
de dificultades serias: la reciente apertura del Banco Central de emisión nos ha dado ya
una idea.
El presupuesto. El Gobierno actual que ha tomado el poder al día siguiente del golpe
de Estado del 9 de julio de 1925, ha encontrado a su arribo las finanzas completamente
desorganizadas. Desde este acontecimiento, ha consagrado toda su energía a asegurar
el equilibrio del presupuesto 1926-1927. Ha conseguido, por lo demás, bien que la
situación política y económica (rumores repetidos de revoluciones, disminución de las
exportaciones del cacao cuyo tráfico ahora reducido por una plaga en las plantaciones,
ha sido siempre considerado el termómetro de la salud económica del país; puesta en
vigor de las medidas legislativas insuficientemente estudiadas) ha sido constantemente
contraria a los resultados presupuestarios satisfactorios.
No habiendo sido todavía publicado el presupuesto de 1927, me limitaré a estudiar
el precedente. Con sus 41’988.000 sucres de ingresos, haciendo frente a 41’988.000
sucres de gastos, el presupuesto referente al ejercicio de 1926 ha sido presentado como
exactamente en equilibrio. Creo útil comunicar más adelante, a título por otra parte
puramente documentario, los principales capítulos de ingresos y de gastos, pero va
de suyo que yo trasmito estas informaciones formulando las más expresas reservas en
cuanto a su sinceridad, los presupuestos establecidos bajo el régimen dictatorial actual
lo están bajo el sólo control del Presidente de la República.
Ingresos
Derechos de aduanas percibidos por importaciones
7’000.000
Monopolio del aguardiente5’000.000
Derechos de aduanas percibidos por exportaciones
4’000.000
Monopolios del tabaco4’000.000
Derechos consulares3’000.000
Monopolios de la sal3’000.000
Saldos de cuentas descentralizadas
2’288.000
Impuestos a las ventas2’000.000
Tasas portuarias2’000.000
Impuestos a los predios rústicos
1’600.000
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Alcabalas1’200.000
Tasas sobre los licores1’200.000
Timbres fiscales1’100.000
Impuesto a las rentas1’000.000
Ingresos imprevistos 600.000
Total
41’988.000
Gastos
Ministerio de Obras Públicas9’384.000
Ministerio de Guerra, Marina y Aviación
8’875.800
Ministerio de Instrucción Pública
5’268.972
Servicio de la deuda pública
5’000.000
Ministerio del Interior4’594.324
Ministerio de Finanzas3’509.236
Imprevistos generales2’344.576
Ministerio de Previsión Social, Agricultura y Colonización
1’708.972
Servicio de pensiones1’302.120
Ministerio de relaciones Exteriores
Total
1’302.120
41.988.000
El Ecuador que se procura la parte más grande de ingresos fiscales por medio de
impuestos indirectos y que ahora, todavía, espera el restablecimiento de su situación
financiera de la nueva ley aduanera, elaborada por la Misión Kemmerer y entrada
en vigencia el 1o. de julio pasado, acaba de someter a estudio hace algunos meses un
programa de reforma que proyectan principalmente una revisión general del catastro de
propiedades construidas y explotaciones agrícolas, así como una forma de apreciación
más sincera del valor de los inmuebles y terrenos.
En estas condiciones, la evolución presupuestaria, si se liberan elementos accesorios
y momentáneamente susceptibles de modificar el aspecto exterior, no aparece como
particularmente inquietante. Ella muestra una situación que es seriamente saneada
en el curso de estos últimos años, un equilibrio satisfactorio entre los ingresos y los
gastos. El gran punto negro es la no amortización de la deuda pública y la inejecución
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de obligaciones asumidas por el Estado ecuatoriano, en razón de contratos [que han]
recibido la sanción de la ley.
La deuda pública. Todo observador que somete a un examen objetivo la situación
del Ecuador se ve obligado a reconocer que la gestión de la deuda pública, que habría
debido constituir la más grande preocupación de los gobiernos que se han sucedido en
el poder, ha sido siempre negligente en esto. Ningún esfuerzo serio se ha hecho nunca
en vista de su amortización, de su acondicionamiento de vencimientos y de la reducción
de sus tasas de interés.
Un informe del Ministro de Finanzas que me ha sido comunicado, de otra parte,
a título confidencial, constata que a la fecha del 31 de diciembre de 1926, las deudas
exteriores e interiores de este país se elevan respectivamente a: 777’258.041,60 y a
41’531.589,99, dando un total de 118.531.631,59.
Creo útil reproducir a continuación el detalle confuso en la exposición oficial, de los
diversos elementos de la deuda exterior:
Bonos cóndores
1’084.460,00
Bonos Ferrocarril del Sur- 6% preferencia
1’164.000,00
Bonos comunes72’075.781,60
Total77’258.041,60
Es de notar que este documento omite mencionar como deuda del Estado, de una
parte, las obligaciones de la Central Ecuadorian Company of the Railway Manta-Santa
Ana; de otra parte, las que han sido emitidas por la cuenta del Gobierno ecuatoriano para
la compañía francesa de caminos del ferrocarril del Ecuador. De resto, si el gabinete de
Quito ha asegurado en 1926, de manera satisfactoria, el servicio de bonos del ferrocarril
Quito-Guayaquil, 6% preferencia, así como los certificados de sal, [... ha descuidado]
otros valores de la deuda exterior oficialmente reconocida. Bonos cóndores y bonos
comunes presentan retrasos considerables. Es así que los cupones inherentes a los bonos
comunes no han sido pagados desde 1912.
En cuanto a la deuda interior, corresponde por los dos tercios de su monto exactamente
32’037.997,30 sucres a las deudas que el Gobierno de este país había asumido bis a bis de
los antiguos bancos de emisión y que acaban de ser centralizados en el Banco Central. El
tercio restante representa el valor de muchas emisiones de bonos del fisco y de un cierto
número de empréstitos concedidos al Estado por diferentes establecimientos públicos y
privados (la deuda del Estado hacia los bancos ha sido objeto en agosto pasado de una
conversión, declarada reducida de sus tres quintos, conforme a leyes del 4 de marzo de
1927, ha bajado de S/. 32’037.997,30 a 12’020.877,35).
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La tabla siguiente indica las sumas destinadas al servicio de la deuda pública durante
estos dos últimos años:
Ejercicio 1925:
Deuda interior
2’392.488
Deuda exterior
912.000
Pensiones1’393.895
Total4’393.383
Ejercicio 1926:
Deuda interior y exterior
5’000.000
Pensiones1’302.882
Total6’302.882
La situación monetaria: [...] apertura del Banco Central de emisión, régimen del
talón-oro, monto de la circulación fiduciaria.
Desde el 10 de agosto de 1927, fecha en la cual fue abierto el Banco Central de
emisión, el Ecuador no se encuentra más, en teoría al menos, bajo el régimen inaugurado
en 1914, de la inconvertibilidad de billetes y el establecimiento de su moneda por el
talón-oro; resultado que puede ser en principio considerado más o menos aceptado.
Así, los dos grandes proyectos elaborados por la Misión Kemmerer: creación del Banco
Central de emisión y nueva unidad de valor reorganizante sobre una base-oro, el sistema
monetario parece haber sido realizado. El sucre que era cotizado estos últimos días a 21
centavos 1/5 en Nueva York, tiende a aproximarse a un nuevo curso legal que ha sido
fijado en 20 centavos (0,300933 gramos de oro fino).
Toda la competencia y buena voluntad aportada en sus trabajos por los expertos
financieros americanos no habrían podido bastar para conducir las reformas tan
urgentes, si ellas no habrían sido iniciadas y preparadas desde el 25 de junio de 1926
con la fundación de una Caja Central de emisión y de amortización, que el doctor
Ayora, Presidente de la República, despreciando la oposición de los antiguos bancos de
emisión, había abiertamente declarado “el oro y el dinero que garantizan actualmente
las emisiones de billetes en curso reservado metálico común a todos los bancos”,
estableciendo así la unificación de billetes de banco.
Hábilmente dirigido por los doctores Ruiz, Bustamante y Borja, esta institución que
conforme a la ley ha dejado de existir el día de la apertura del Banco Central de emisión,
ha realizado plenamente la misión que le había sido confiada: ha procedido al retiro
de la circulación de la mayor parte de billetes de bancos particulares, ha emitido en
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reemplazo una nueva moneda-papel que tendrá curso hasta la impresión de billetes del
Banco Central de emisión y ha dejado a este establecimiento el conjunto de reservas
metálicas de oro y de dinero de los antiguos bancos de emisión, que había sido encargada
de centralizar por un total de 25’7373.703 sucres.
Sin querer cuestionar la importancia de los resultados que acababan de ser así
obtenidos por la apertura del Banco Central de emisión y de la entrada en vigor del
nuevo sistema monetario, yo debo, sin embargo, constatar que el monto de suscripciones
recogidas por esta institución en vista de la constitución de su capital social, permanece
por debajo de la cifra esperada. El Banco Central de emisión que, en términos de la
Ley Orgánica del 4 de marzo de 1927, habría debido comenzar sus operaciones el 1o.
de junio pasado con un capital de 10 millones de sucres (la fecha de inauguración
fue postergada para el 9 de julio, día conmemorativo del golpe de Estado de 1925), el
Gobierno actual [... ha] decidido a abrir sus ventanillas el 10 de agosto, con un capital
suscrito exactamente de 4’771.600 sucres, correspondiendo a las acciones A, es decir a
las suscripciones obligatorias impuestas a los bancos a la prorrata de su capital y de sus
reservas. Las suscripciones voluntarias no representan pues sino 1’882.300 sucres.
Me parece, por otra parte, interesante reproducir a continuación el primer balance
del Banco Central de emisión, establecido a la fecha del 6 de septiembre:
Activo
Oro en bodega
15’292.457,01
Oro en el extranjero
13’386.518,07
(Londres y Nueva York)
Total26’678.976,08
Dinero y niquel
828.452,84
Cheques
147.635,89
Remisas del exterior
Total
83,49
976.1622,22
…
La situación del Ecuador parece pues haber mejorado bajo la dictadura del Gabinete
actual. El reajuste económico que acaba de ser tomado bajo los consejos de la Misión
Kemmerer, y que se anuncia como una obra de largo plazo,de una parte asegurará a este
país el equilibrio presupuestario y, de otra, preservará desde ahora a sus gobiernos (se
puede formular al menos el augurio) del abuso de la libertad de emisión que les había
arrastrado a la angustia financiera en 1914 y en 1925.
AH. F. A. I. III. R. 17. Ref. 4/20
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PALACIO DE MÁRMOL - BANCO DEL AZUAY
Cuenca
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PERIODISTAS
Del Ferrocarril del Norte
HACIENDA EL CARMEN
Gualaceo, 1947/00/00: En primer plano un camino con una motocicleta y algunas personas
caminando; a los lados árboles; al fondo montañas
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TEATRO EDEN
Guayaquil, 1930?: Vista parcial de la Avenida o Boulebard 9 de Octubre. Fachada del
Teatro Edén donde se observa un letrero anunciando la película Aves sin Nido con Mary
Pickford.
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CRONOLOGÍA
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CRONOLOGÍA
1920-1929
Max Rosero Vargas y Pablo Carrión Serrano
1920
Enero
1. Decreto ejecutivo que reglamenta el expendio de estampillas de emisión especial.
4. Se inaugura un puente sobre el río Puyango en la provincia de El Oro.
5. Se presenta la compañía de teatro Saullo en el Teatro Nacional Sucre, dentro de
un programa para recabar fondos para la defensa nacional.
14.Gana las elecciones el liberal José Luis Tamayo, convirtiéndose en el nuevo
Presidente de la República, cargo del que tomó posesión el 31 de agosto.
17.Se presenta la obra teatral La pasión y muerte de Jesús, con la compañía de Enrique
Zumel, en el Teatro Nacional Sucre de Quito.
23.La sociedad de maestros sastres de la capital acuerda formar la Liga de Sastres.
Se informa que la biblioteca Municipal de Quito adoptó el sistema decimal
americano para la clasificación de sus libros.
Se publica en Quito el libro de sonetos Del sentir, del escritor Augusto Arias
Robalino.
Febrero
1. Se informa que el señor Jacinto Jijón y Caamaño obsequió a la Corte Suprema de
Justicia el acta original de la Constitución del Ecuador, cuando se convirtió en
República independiente (1830).
6. Se inaugura la línea naval Nueva Orleans-Guayaquil con la llegada del vapor
Nika al puerto ecuatoriano.
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Marzo
7. Aparece en Guayaquil el semanario La Bandera Roja.
Abril
4. El Presidente de la República, doctor Alfredo Baquerizo Moreno se entrevista
con el primer Mandatario colombiano, doctor Marco Fidel Suárez, en el puente
de Rumichaca.
16.Se inaugura el servicio de radiocomunicación entre Quito y Guayaquil.
21.El señor José María Quevedo es nombrado Gobernador Interino de la Provincia
de León (actual Cotopaxi).
Mayo
1. Se inaugura en Guayaquil el Teatro Parisina.
3. Se in augura en Guayaquil el Banco Nacional de Crédito La Previsora.
15.Llega a Quito el Ministro Plenipotenciario del Brasil ante el Ecuador, doctor
Carlos Lengrünber Krepf.
24.Se inaugura en Quito la estación de ferrocarril de Chimbacalle.
Se inaugura en Guayaquil y Quito las primeras estaciones de radiotelefonía.
Se inaugura el agua potable de Loja.
Junio
25.El Presidente de la República expide el Acuerdo No. 6653, mediante el cual
ordena la liquidación del Banco Sur Americano de Quito.
27.Se inaugura en Guayaquil el Anfiteatro Anatómico Julián Coronel.
Julio
29.Llega a Guayaquil el vapor italiano Ansaldo San Gregorio IV, trayendo el biplano
El Telégrafo 1, para que el piloto italiano Elia Liut viaje por aire desde Guayaquil
a Quito.
31.Se presenta el pianista Gustavo Bueno en el Teatro Sucre de Quito.
Agosto
8. En la ciudad de Cuenca aparece el semanario liberal 476
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
10.Se inaugura el período ordinario de sesiones del Congreso Nacional de 1920,
siendo elegido Luis Vernaza Presidente de la Cámara de Diputados, y José Julián
Andrade Presidente de la Cámara de Senadores.
Se enfrentan los equipos de fútbol de las universidades de Quito y Guayaquil en
el parque de El Ejido. El resultado final queda empatado a dos goles por bando.
Se inaugura la exposición anual de bellas artes en el parque de La alameda en
Quito, otorgándose el premio Mariano Aguilera al pintor Moscoso.
11.Se inaugura en Ambato el Teatro Viteri.
13.Se crea el Aeroclub del Ecuador en la ciudad de Quito.
21.Un tren de carga se descarrila en Alausí y cae a un abismo, pereciendo el
maquinista.
22.Se inaugura un puente sobre el río Cutuchi, en Latacunga, con la presencia del
presidente Baquerizo Moreno.
31.Asume la Presidencia de la República del Ecuador el doctor José Luis Tamayo, en
ceremonia llevada a cabo en el Congreso Nacional
Se inaugura en Guayaquil el Banco de Descuento, con un capital inicial de
1’000.000 de sucres, dividido en mil acciones de 1.000 sucres cada una.
Septiembre
1. Aparece el libro La flauta de onix con versos de Arturo Borja.
2. Se proyecta por primera vez en los cines de Quito una película de Charles
Chaplin.
4. Se informa de la publicación del libro Quito monumental de José D. Laso.
7. Se presenta en el Teatro Sucre de Quito la obra nacional Junto al zaguán, de
Rafael Alvarado, representada por la Compañía Dramática.
27.El Congreso Nacional eleva a la categoría de Academia Nacional de Historia a la
Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos, en Quito.
Octubre
7. Se inaugura en Guayaquil el boulevard 9 de Octubre y la Plaza del Centenario.
9. Se inaugura en Ambato la biblioteca Popular Celiano Monge.
La ciudad de Guayaquil celebra su primer centenario de Independencia (18201920).
11.Se inaugura en Guayaquil el Hospital de Niños de la Sociedad Protectora de la
Infancia.
27.el Congreso Nacional autoriza al Ejecutivo la creación de escuelas de aviación en
el Ecuador.
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Noviembre
3. Cuenca celebra su primer centenario de independencia política.
4. El piloto italiano Elia Liut inicia su raid aéreo desde Guayaquil hacia Cuenca,
Riobamba y Quito, cruzando por primera vez en avión los Andes ecuatorianos.
En Cuenca aparece el semanario independiente La Aurora.
8. Se inaugura la biblioteca pública de Azogues.
24.Se expide una ley sobre boticas y droguerías.
Diciembre
27El Gobierno del Ecuador contrata una misión militar aeronáutica de Francia para
que estructure la aviación militar del país.
El padre José Le Gonir rodas, S. J., publica la Historia de la República del Ecuador.
Se publica el poemario Yaraví métrico de Remigio Tamariz Crespo.
1921
Enero
1. Se inaugura el servicio de comunicación inalámbrica en Esmeraldas.
19.Se informa que el señor Jacinto Jijón y Caamaño ha sido nombrado Director de
la Academia Nacional de Historia.
22.Nace el poeta Enrique Noboa Arízaga en Guayaquil, autor de las obras Epopeya
del pueblo mártir: tres cantos a Lídice.
Febrero
15.Llegan a Guayaquil los restos del general Eloy Alfaro para ser enterrados en el
cementerio local.
Marzo
3. Se proyecta en los cines Edén, Variedades y Puerta del Sol, de Quito, la película
Los miserables, basada en la obra de Víctor Hugo.
Se informa sobre la publicación en Cuenca del folleto Tomebamba de los incas, del
doctor Tomás Vega Toral.
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En Cuenca aparece el periódico mensual conservador La acción social, órgano de
la Sociedad de Obreros de La Salle.
10.Fallece el pintor Rafael Troya, nacido en Ibarra el 25 de octubre de 1845.
25.Se informa que un voraz incendio consumió casi la mitad de la ciudad de
Esmeraldas.
Abril
1. Se informa de la expedición del decreto ejecutivo que reglamenta la venta de
giros de que dispondrán las aduanas de la república.
10.Se inaugura en Guayaquil el servicio de autobuses.
14.En Quito se presenta la banda del Regimiento No. 1 Bolívar, con el programa:
Coro de las hilanderas, de la ópera El buque fantasma, de Wagner: Vals No. 3 de
F. Salgado y La guitarra, canción de N. Calvo.
Mayo
13.Se establecen relaciones diplomáticas entre el Ecuador y Alemania.
16.Se informa sobre nuevos levantamientos indígenas en Guano, Paquicahuan y
Cubijíes, por resistencia a cumplir con las leyes de impuestos territoriales.
28.Se informa que obtuvieron los premios “La flor natural” y “la violeta de oro” de
los literatos José R. Burbano y Manuel Palacios, en la Fiesta de la Lira, realizada
en Cuenca.
Junio
5. Se crea en Guayaquil la Escuela de Aviación.
12.Se inaugura el campo de aviación El Cóndor, en Eloy Alfaro, cerca de Guayaquil.
21Se constituye la Sociedad Internacional de Crédito, con un capital inicial de
1’000.000 de sucres, siendo su primer gerente Luis N. Dillon.
24.La Sociedad de Artesanos de León propone la formación de una liga obrera que
incluya las provincias de León, Pichincha, Tungurahua y Chimborazo.
Julio
5. Recital poético del señor Máximo Soto Hall (guatemalteco) en el salón de gala
de la Universidad de Guayaquil.
Se informa sobre la aparición de la revista de la Sociedad Teosófica, en Guayaquil.
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9. El Gobierno del Perú ordena a su encargado de negocios en Quito, don Alberto
Bressani, regresar a ese país, con lo que prácticamente quedan rotas las relaciones
entre los dos estados.
Se informa sobre la circulación del primer número de la revista Patria, en
Guayaquil.
19.Se informa que Pastoriza Flores se graduó de doctora en Filosofía y Letras en los
Estados Unidos, convirtiéndose en la primera ecuatoriana que se profesionaliza
en el extranjero.
Agosto
5. Nace en Guayaquil el teniente Hugo Ortiz Garcés, héroe durante la invasión
peruana de 1941.
10.Se instala la sesión ordinaria del Congreso Nacional. El senador José Julián
Andrade es elegido Presidente de la Cámara del Senado, y el señor Juan de dios
Martínez obtiene la de Diputados.
Se inaugura en Ambato el Banco del Tungurahua.
14.Se presenta en el Teatro Olmedo de Guayaquil el violinista Andrés S. Salmau
(argentino).
Se publica el acta de fundación de la Asociación de Empleados de Babahoyo.
20.
El Congreso en pleno acuerda unánimemente la censura del Ministro de
Hacienda, Aguirre Overveg.
23.El Congreso revoca el voto de censura en contra del Ministro de Hacienda.
Septiembre
2. Se informa sobre la publicación del libro El río Daule, de Federico A. Caicedo,
realizada en Quito.
13.Llega a Guayaquil la compañía italiana de ópera “Bracale” y estrena su temporada
con La Traviata, de Verdi, en el Teatro Olmedo de esta ciudad.
16.Se funda en Guayaquil el diario El Universo.
Octubre
8. El Congreso Nacional autoriza al ejecutivo el establecimiento de una escuela de
policía.
Noviembre
1. El Banco Comercial y Agrícola inaugura su sucursal en Babahoyo.
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En este año se gradúa en la Universidad Central la primera médica ecuatoriana,
doña Matilde Hidalgo.
De Víctor Manuel Albornoz se publica el poemario Ojos de éxtasis.
Se publica Poemas íntimos de Augusto Arias.
Se publica el ensayo Los Hermes de J. J. Pino de Icaza.
1922
Enero
1. Aparece en Cuenca la publicación bisemanal La Lucha.
Se informa sobre la publicación de la Revista de estudios históricos y geográficos, en
cuenca.
Febrero
En Quito se abre al público la biblioteca de don Jacinto Jijón y Caamaño.
Marzo
15.Se inaugura en Riobamba la Sociedad Bancaria del Chimborazo.
Abril
29.Se inaugura la fábrica textil La Internacional, en Quito.
Mayo
24.Se inaugura la avecina 24 de Mayo en Quito, donde estuviera la quebrada de
Jerusalén.
Inician sus actividades las estaciones inalámbricas de Quito y Guayaquil.
26.Se inaugura en Quito el colegio 24 de Mayo.
Junio
30.La compañía italiana de ópera “Bracale” se presenta en el Teatro Olmedo de
Guayaquil, con la ópera Aída, con Olga Canara y el tenor, José Palet.
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Julio
19.Se inaugura la exposición de pintura de la chilena Luisa González de corona, en
la casa Begué de Guayaquil.
26.Se celebran cien años de la entrevista entre Simón bolívar y José de San Martín,
en Guayaquil (1822-1922).
27.Se inaugura en Guayaquil el Teatro Edén, presentándose la compañía española
de alta comedia “Martha Fábregas”, con la obra Amores y amoríos.
30.Se inaugura la Escuela Técnica de Aviación en Guayaquil.
Agosto
10.El Congreso Nacional inicia su período ordinario de sesiones hasta el 8 de
octubre. Presidente del Senado, José Julián Andrade; Presidente de la Cámara de
Diputados, Carlos Arroyo del Río.
23.Concierto de canto y piano a cargo de la norteamericana Eleonore Leclair de
Terán y del ecuatoriano Gustavo Bueno, en el Teatro Edén de Guayaquil.
Septiembre
2. Se inaugura en Guayaquil un parque de diversiones denominado American Park,
donde funcionan los últimos adelantos en aparatos eléctricos de diversión.
6. Se publica un comunicado de la Cámara de Comercio y Agricultura de Guayaquil
al Congreso de la República, en el que se defiende la Ley Moratoria y se manifiesta
la preocupación por su posible derogación.
8. Se sanciona el decreto que deroga la ley que fijaba los tipos de cambio.
23.El Congreso de la República decreta la cantonización de Manta, de Manabí.
25.La Corte Suprema de Justicia informa que durante 1921 se recibieron 30 nuevos
abogados en las distintas universidades del país. La Corte Suprema considera
excesivo este número
Noviembre
15.En Guayaquil se produce una huelga de obreros que deja como resultado cientos
de muertos de la clase trabajadora.
16.El Presidente de la República decreta la incautación total de giros.
Diciembre
1. Se inaugura una planta eléctrica en el Valle de los Chillos, cerca de Quito.
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3. Se informa de la inauguración de la primera iglesia evangélica en la ciudad de
Quito.
Se pública el libro de poemas Cromos tropicales, de Remigio Tamariz Crespo.
Se publica el poemario Romanza de las horas, de Ernesto Noboa Caamaño.
Se publica el ensayo El indio ecuatoriano, de Pío Jaramillo Alvarado.
Se publica el poemario Las parábolas olímpicas de Gonzalo Escudero.
Se publica el poemario El estanque inefable, de Jorge Carrera Andrade.
1923
Enero
8. Se inaugura en Quito la línea de tranvías eléctricos en la carrera Guayaquil.
Se descubre en la calle Boyacá, de Guayaquil, un fumadero de opio de chinos.
21.Se informa sobre la inauguración en Quito de la fuente “La insidia”, realizada por
el artista Antonio Salgado.
Febrero
Se producen varios temblores de consideración en la ciudad de Machachi.
Abril
1. Se establece la sociedad Unión de Zapateros, en Cuenca.
15.Se organiza la Academia de guerra Nacional.
21.Aparece en Cuenca el diario La Crónica.
22.Se informa que una banda de más de 40 forajidos asaltó y saqueó la población de
Celica, provincia de Loja.
26.Se informa sobre la publicación del poemario Ella y yo del escritor cuencano José
Romero y cordero.
Mayo
2.Se informa sobre la publicación del libro Juan Bautista Vásconez. Apuntes
biográficos documentales, de Alvio de Alvez, en cuenca.
En Cuenca se publica el libro Cartas políticas de Gabriel García Moreno a Carlos
Ordoñez Laso. 1860.1873, recopilado por Alfonso Ordoñez Mata.
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24.En la Fiesta de la Lira, realizada en Cuenca, resultan ganadores, en el tema
nacional, los doctores Manuel María Palacios y José R. Burbano, con Elegía del
Pichincha y La Criada, respectivamente, y en tema libre, La imagen del rubí de
Gonzalo Cordero, El sauce de Agustín cuesta y Poema fúnebre de José Romero y
Cordero.
30.Se informa sobre la publicación del poemario Místicos de Manuel Coello Noritz,
en Cuenca.
Se informa sobre la publicación del libro Importancia política del combate de Riobamba
en la historia de la emancipación de Francisco Mancero Villagómez, en Riobamba.
Junio
29.Nace en la ciudad de Ambato el escritor Jorge Enrique Adoum.
Se produce un amotinamiento de indígenas en el sector de Paute, provincia del
Azuay, con un saldo de dos muertos y varios heridos, debido a la oposición del
campesinado a la Junta de Fomento Agrícola.
Julio
2. Decreto que autoriza la exportación de azúcar hasta un 25% de la producción
nacional.
18.Se estrena en el teatro Variedades de la ciudad de Cuenca, la producción
cinematográfica nacional Centenario de Quito 1820-1920.
Agosto
Se funda en Guayaquil el diario La Prensa.
7. Se produce un levantamiento de los obreros de la fábrica de cigarrillos La Corona,
en Guayaquil.
10.Se inaugura en Portoviejo la biblioteca Dolores Sucre.
Se inician las sesiones ordinarias del Congreso Nacional. Presidente del Senado,
Alberto Guerrero Martínez. Presidente de la Cámara de Diputados, Carlos
Arroyo del río.
Septiembre
13.En Tungurahua, en la hacienda Leyto, se realiza una matanza de campesinos.
22.Mediante decreto se establece la autonomía de la Junta de Beneficencia de
Guayaquil.
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Noviembre
4. Se inicia el servicio de luz eléctrica en la ciudad de Tulcán.
15.Aparece en Cuenca el semanario independiente La República.
Diciembre
17.Se produce un terremoto en la ciudad de Tulcán, con un saldo estimado de 150
víctimas y la destrucción de la ciudad.
Se publica el poemario La elegía del Pichincha, de Manuel María Palacios Bravo.
Se publica el libro de poemas Labios sonámbulos de Miguel Ángel León Pontón.
Se publica el libro de poemas Unción de José María Egas.
1924
Enero
3. Se estrena en el teatro Olmedo de Guayaquil la comedia Calla corazón de Felipe
Larrone.
En Esmeraldas se produce un conflicto obrero y se clausuran dos aserraderos,
quedando sin trabajo un centenar de personas.
19.Se informa sobre hallazgos arqueológicos en el sector de Pumapungo, en cuenca.
20.comuneros de Illinsichi pretenden atacar a la población de Latacunga. Se
producen enfrentamientos entre éstos y las fuerzas del Ejército, produciéndose
bajas en los dos grupos.
24.Se producen enfrentamientos violentos entre jíbaros en la región de Gualaquiza;
posteriormente, los vencedores intentan asaltar la casa de los misioneros
salesianos, sin resultado.
Febrero
12.Se publica el libro de Carlos H. Endara, con el seudónimo “Dilettante”, Al cabo
de los éxtasis, volumen de cuentos y crónicas.
13.Se publica el libro Ciencias y letras de Ricardo Palma y Bartolomé Huerta.
21.Se publica el libro El reverendo padre Manuel guzmán, jesuita cuencano, de Isaac A.
Ulloa, en Cuenca.
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Marzo
1. Se publica el primer número de la Revista de la Universidad de Cuenca.
11.Mediante decreto se inaugura la identificación dactiloscópica en el Ecuador
Abril
3. Se inaugura en Guayaquil la Policlínica Nacional.
17.Una gran creciente de los ríos de Cuenca destruye los puentes de la ciudad.
Mayo
7. Espantosa carnicería humana. Más de 40 muertos en nuestro Oriente. Los jíbaros
quitan la vida a los caucheros.
11.Los operarios de la Industria Algodonera de Ambato se declaran en huelga.
16.Se publica el libro El quechua y el cañari. Contribución para la historia precuencana
de las provincias azuayas, de Octavio Cordero Palacios.
23.Se reforma la letra del Himno Nacional en la parte hiriente para España.
24.Por primera vez en la historia del deporte nacional un grupo de deportistas
ecuatorianos participará en las VIII olimpíadas a celebrarse en París.
Los premios anuales en la Fiesta de la Lira de Cuenca se otorgan de la siguiente
manera: tema nacional, Salmos rurales de Luis cordero Crespo, tema libre, El alma
del agua de José Rafael Burbano Vásquez.
29.Se produce un levantamiento indígena en Sicalpa, provincia de Chimborazo.
Junio
10.Se inaugura la nueva línea férrea que conduce a Riobamba.
16.Insurrección de gendarmes esmeraldeños en el cuartel de policía de Quito.
29.Aparece en Guayaquil la revista semanal ilustrada Anarkos.
Julio
6. Se inaugura uno de los principales logros de la Junta de Beneficencia Municipal
de Guayaquil, el Hospital General.
8. Se inaugura el Teatro Maldonado en la ciudad de Riobamba.
10.Se decreta amnistía política a favor de los confinados conservadores doctores
Moisés Luna, director del diario El Porvenir y Nicolás Barba y Barba.
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CRISIS Y CAMBIOS DE LA ECONOMÍA ECUATORIANA EN LOS AÑOS 20
Agosto
3. Llega la nave exposición Italia al puerto de Guayaquil.
10.Se inician las sesiones ordinarias del Congreso Nacional. Presidente del Senado,
Alberto Guerrero Martínez; Presidente de la Cámara de diputados, Ricardo
Villavicencio Ponce.
14.Se publica el informe que presenta el Presidente de la República, doctor José Luis
Tamayo, al congreso ordinario de 1924.
El congreso en pleno declara electo al nu