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HISTORIA DE ESPAÑA
TEMA 3º LA MONARQUÍA HISPÁNICA DE LOS AUSTRIAS (ss. XVI-XVII)
1
Se denomina así a la evolución histórica de la Monarquía Hispánica –más correcto que España como
concepto político, que surge en el XVIII- en los siglos XVI y XVII, o sea, la de los Austrias –mayores (Carlos V
y Felipe II) y menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II), el esplendor y la decadencia de la Monarquía
Hispánica, respectivamente-. En las cinco grandes parcelas de las historias sectoriales –economía,
demografía, sociedad, política y cultura-, se caracterizaría por:
 ECONOMÍA –partiendo de la distinción entre economía rural / economía urbana-:
La economía rural viene determinada por el enorme peso del primario –agricultura, ganadería, pesca,
explotación forestal y explotación minera- sobre el secundario y el terciario –economía urbana-, y, dentro
del primario, sobre todo de la agricultura.

La agricultura sigue dominada por el feudalismo tardío en cuanto a la estructura de la propiedad de
la tierra, o sea, la vinculación o la amortización1, en caso de la nobleza o la Iglesia, respectivamente
(mayorazgos, para la primera, beneficios para la segunda), que lastra considerablemente la
introducción del capitalismo en los cambios de titularidad y en la explotación. En la explotación, por
ser básicamente indirecta, es decir, por arrendamientos, bien a corto plazo –en la corona de
Castilla-, o a largo plazo –en la corona de Aragón, sobre todo en Cataluña (rabassa morta), o en
Galicia (el foro)-, por lo que la explotación directa, más capitalista y menor “rentista” apenas es
perceptible2.
En cuanto a los sistemas de cultivo y explotación, técnicas agrarias y productividad, pocos avances
(año y vez, barbecho, arado romano, rendimientos por debajo de 5 (por 1 grano sembrado, 5
cosechados), por lo que casi se atraviesa toda la Edad Moderna como en otras épocas anteriores, y
también habrá que esperar a las transformaciones de la contemporaneidad. La consecuencia de
esta situación son las famosas crisis de subsistencias, que, a su vez, producirán motines y
alteraciones sociales, y, por supuesto, las hambrunas.

En cuanto a la ganadería, dominio de la transhumante –no estabulada- vinculada a la gran
institución medieval de la Mesta, y muy protegida por lo menos hasta el XVIII por los Austrias, al
cobrar por cabeza de ganado y exportación de la lana, al asumir la corona, desde los Reyes
Católicos, los grandes maestrazgos de las órdenes militares, que antes percibían dichos ingresos.
1
Los cambios verdaderamente profundos en la estructura de la propiedad de la tierra se producirán a partir de las
revoluciones liberales, sobre todo para los beneficios eclesiásticos –desamortización-, no tanto para la nobleza, que se
transformó en propietaria sobre el señorío territorial, y que solo sufrió la desaparición del señorío jurisdiccional.
2
Los arrendamientos cortos, propios del régimen jurídico castellano, favorecen al propietario sobre el colono, porque
aquél puede revisar la renta cuando cumple el contrato –una manifestación del capitalismo en la tierra-, mientras que los
arrendamientos largos –por una vida o incluso hasta tres vidas (una o varias generaciones)-, propios del régimen foral,
favorecen al colono al controlar el dominio útil de la tierra, pero también al propietario, que de esta forma se garantiza
una renta fija.
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HISTORIA DE ESPAÑA
La economía urbana viene marcada, en el secundario, por el dominio de los gremios –o industria
corporativa, como también se la conoce-, que convivirán en algunas zonas con la industria a domicilio, con
lo que durante los siglos XVI y XVII apenas hay modificación en la estructura empresarial y laboral de aquel
sector desde la Edad Media, porque hasta el siglo XVIII no aparecerán las fábricas reales, y muy poca
presencia de la industria capitalista propiamente dicha –algo en las explotaciones mineras de Asturias y
Vascongadas, pero en modo alguno generalizable para toda la Monarquía-.
Y, en cuanto al terciario, sobre todo por el descubrimiento, conquista y colonización de América,
que sin duda cambió la relación de Europa con América en muchos sentidos, y proceso que controló la Casa
de Contratación creada por los Reyes Católicos en 1503 en Sevilla –hasta los Borbones no se trasladará a
Cádiz-. No obstante, y pese al potencial enorme de este comercio transoceánico para el capitalismo por los
metales preciosos americanos, la enorme deuda que acumulará la Monarquía Hispánica por su política
exterior europea, hará que el aprovechamiento de aquéllos sea muy limitado y estén, ya desde Carlos V,
comprometidos o hipotecados al pago de los grandes compromisos financieros que los Austrias
establecieron con los banqueros alemanes (Carlos V), genoveses (Felipe II) y portugueses (a partir de Felipe
III), cuando no cayendo en las varias y sucesivas bancarrotas de la Monarquía que ritman toda la historia
económica de la Monarquía de los dos primeros siglos modernos. Por ello tampoco las grandes
instituciones financieras (bolsas y sobre todo bancos públicos) no estarán en el territorio peninsular, sino
en Holanda, la gran controladora y beneficiada del capitalismo moderno hasta el siglo XVIII, cuando este
papel pasará a Londres.
 DEMOGRAFÍA:
En este campo lo dominante sigue siendo el modelo de ciclo antiguo demográfico, caracterizado por una
alta tasa de natalidad, pero, sobre todo, una alta tasa de mortalidad extraordinaria o catastrófica –no
natural-, que viene marcada por las hambrunas, las epidemias –enfermedades infectocontagiosas, no todas
peste, pero sobre todo peste-, y las guerras, con lo que el crecimiento natural o vegetativo es siempre
limitado y frágil. También obviamente por los movimientos artificiales de las poblaciones, sobre todo en
relación a América y las expulsiones –judíos, musulmanes, moriscos-, que, sin embargo, no afectaron tanto
como es presumible el volumen final de la Monarquía peninsular, poblada por aproximadamente unos 9
millones de habitantes en el reinado de los Reyes Católicos, y que pierde en torno a 2 durante la famosa
crisis del XVII –de hecho, apenas llega a 11 en vísperas de la invasión francesa-.
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HISTORIA DE ESPAÑA
 SOCIEDAD
Lo determinante es la sociedad estamental, es decir, basada en la desigualdad jurídica ante la ley, que hará
que haya dos estamentos –de ahí el nombre de esta organización social- privilegiados 3y un tercer
estamento o estado llano, no privilegiado, que es la mayoría cuantitativa de la sociedad, más del 90%.4
Esta organización no es absolutamente inamovible, se permitía ciertos trasvases –del no
privilegiado a los privilegiados-, bien, en el caso de la nobleza, por concesión real de títulos, compra de
títulos o matrimonios mixtos, bien, en el caso del estamento eclesiástico, por la profesión religiosa, pero
esos movimientos son difíciles –necesitan desembolso y esfuerzo de varias generaciones, o la vocación
religiosa- y por tanto escasos. Y también existía el conflicto, básicamente por la desigualdad económica
inherente a la desigualdad social, por lo que las alteraciones sociales, que no revoluciones porque no hay
cambio radical de la organización social hasta el siglo XIX, fueron constantes en los dos primeros siglos
modernos. Finalmente, también hay que tener en cuenta la presión de la raza o la religión –minorías- o de
la marginalidad, para entender cómo funcionaba esta sociedad y el peso del otro –la “alteridad”controlado y ejercido por la Inquisición bajo el paraguas de la fe.
 POLÍTICA:
En este ámbito lo fundamental durante los Austrias es la creación y funcionamiento del llamado Estado
Moderno, compuesto, complejo o pactista –o de estructura federal o federada (del término latino foedus,
pacto)-, originado por el matrimonio de Isabel y Fernando que comprometió a personas pero no a
territorios, que mantendrán su lengua, leyes, fueros y costumbres en todo caso, solo unidos –de ahí lo de
compuesto o complejo- por la sola persona del monarca y el sistema administrativo común que a tal fin
específicamente se creará. A las coronas de Castilla y Aragón, núcleo primitiva de la Monarquía Hispánica, y
suma, a su vez, de reinos y otras estructuras políticas, se irán agregando las distintas conquistas y
territorios europeos, como el reino de Nápoles, el Milanesado, los Países Bajos del norte y del sur, y
Portugal, por lo que lo significativo de esta estructura es que, pese a su mezcolanza y posibilidad de
conflictos, durará dos siglos y medio, hasta que Felipe V al suprimir los fueros cree lo que podemos ya
considerar políticamente “España”. Monarquía, pues, muy poco cohesionada, hasta el punto de que hasta
1561 no tendrá capital fija en Madrid, y, en todo caso, el monarca podrá ejercer mejor su autoritarismo
siempre en Castilla que en Aragón, donde los fueros se la limitarán.
Encabezada por el rey, la organización administrativa a nivel central girará en torno al sistema
polisinodial (muchos consejos), que son el núcleo de la administración estatal, Consejos territoriales –
3
Es decir, con leyes privadas (básicamente dos, la exención fiscal y el tener justicia propia)-, que no pagan impuestos,
pese a ser los más poderosos económicamente, como son la nobleza y la Iglesia, y que tienen justicia privativa.
4
Sí paga impuestos –se les denomina pecheros, según la terminología medieval de la palabra “impuesto”- y que solo
tienen la justicia ordinaria.
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Flandes, Portugal, Indias…- y temáticos –Hacienda, Órdenes militares, Inquisición…-, a la que se añadirán
con los Austrias Menores la institución del valimiento, reflejo de la decadencia de la institución monárquica
y de la función fundamental que debía jugar el rey en una Monarquía tan extensa y heterogénea en su
sustancia, y de las juntas, a hechuras de los validos, para evitar los Consejos de la Monarquía. Y papel
fundamental jugarán también los virreyes en aquellos espacios más alejados de la Monarquía, incluyendo
América. A nivel intermedio o territorial estarán las Audiencias, con funciones judiciales y a veces militares,
sobre todo en las zonas más conflictivas. Y a nivel local los regidores, los componentes de los cabildos
municipales, nobles propietarios de sus cargos políticos, y los jurados, en principio, los defensores del
pueblo, aunque a lo largo del siglo XVII irán abandonando esta función. El poder central se hace presente a
nivel local a través de los corregidores, para controlar a los regidores y hacer cumplir la voluntad real.
Este sistema político-administrativo entrará en seria crisis con Felipe IV, aunque desde Felipe II
viene dando síntomas, cuando el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, atropellando la constitución
histórica de la Monarquía Hispánica que, como ya se ha dicho, debía respetar las leyes, fueros y costumbres
de cada lugar, querrá imponer una centralización y uniformidad que provocará el levantamiento de
Cataluña en la corona de Aragón, de Portugal, de los Países bajos del norte, y del sur de Italia, en lo que se
conoce como la gran crisis de la Monarquía Hispánica de los años cuarenta del siglo XVII, y del que solo se
perdió Portugal y Holanda, pues la terminación de la guerra en Cataluña se vinculó al reconocimiento
expreso de los fueros por Felipe IV y su sucesor –lo que se denomina “neoforalismo”-.
 CULTURA
En este terreno, si hablamos de cultura “libresca”, dominio de los llamados “Siglos de Oro”, esplendor de
las letras y el arte español –literatura, mística, filosofía política…, y arquitectura, escultura, pintura,
respectivamente-, pero si aplicamos de forma más amplia el término “cultura”, el balance sería
analfabetismo generalizado en la sociedad, y primeros pasos muy tímidos del cientifismo entre los
pensadores y científicos –sobre todo por las dificultades de contacto con Europa-, y gran presencia de la
sacralización y clericalización de la sociedad, por el peso enorme de la religión desde la cuna hasta la
sepultura y del clero como intermediario, ayudado además por la gran institución controladora de la fe y las
costumbres que va a ser la Inquisición española, creada con los Reyes Católicos como un tribunal especial al
estar subordinado a la Corona, pero que, a la larga, y en nombre de la fe, se va a convertir en una
institución de enorme poder social por el recelo que llegó a despertar.
Por último, y en la relación Iglesia-Estado, dominio del Patronato Regio que hará de los monarcas
españoles, desde los Reyes Católicos, y por merced especial del Papa, los grandes protectores de la religión
católica a un lado y otro del Atlántico en agradecimiento papal a los desvelos de la Monarquía por erradicar
la herejía y extender la fe católica a América, pero también los responsables del nombramiento de cargos
eclesiásticos para toda la Monarquía.
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