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 PONENCIAS El reto de los edificios ZERO: el siguiente paso de la arquitectura sostenible Jone Belausteguigoitia Garaizar AmetsLab, Arquitecturas Modulares Ecotecnológicas SL [email protected] Jon Laurenz Senosiain AmetsLab, Arquitecturas Modulares Ecotecnológicas SL [email protected] Alberto Gómez Telletxea [email protected] LA MEDIDA DE LA SOSTENIBILIDAD EN LOS EDIFICIOS: REFLEXIONES Y PROPUESTA Dentro del marco de integración que constituye el desarrollo sostenible, los edificios y las ciudades cuentan con un papel fundamental; por un lado, su vida útil es larga (y formarán parte del futuro al que hace referencia la definición de desarrollo sostenible) y, por otro, son grandes consumidores de materias primas (1). Este consumo de recursos limitados hace necesario introducir parámetros de sostenibilidad en la interpretación del proceso constructivo completo: la implantación en el entorno, la aportación y retirada de materiales, y el mantenimiento durante su uso (2). Cabe añadir la demolición como parte de este proceso. Es por esto que muchos de los estándares más populares de sostenibilidad para edificios se centran, de una manera u otra, en la dimensión medioambiental de la sostenibilidad. Mientras en el Passivhaus alemán o el suizo Minergie el indicador principal es el consumo energético, los norteamericanos LEED (3) y Living Building Challenge (4), y el francés HQE (5) contemplan la influencia del edificio en distintas áreas de impacto a demás de la energía, como el agua, el entorno inmediato, o los materiales, entre otros. En relación con este enfoque que integra distintas áreas de impacto, existe actualmente una tendencia centrada principalmente en la neutralidad del consumo de energía y de las emisiones de CO2. Ejemplo de esto son los edificios de balance energético neutro o “Zero Energy Buidings” (ZEBs) y los edificios y desarrollos urbanos neutros en carbono o “carbon neutral”. Dejando de lado el aspecto de marketing de ambos términos, la novedad que comparten es la ambiciosa idea de minimizar al máximo el impacto energético (el edificio genera lo que consume), en algunos casos proponiendo incluso alcanzar un balance positivo (el edificio genera más de lo que consume). La primera reflexión sobre la medida de la sostenibilidad en los edificios surge de la combinación de estas dos líneas de acción: dentro de la dimensión medioambiental de la sostenibilidad, retomar el necesario enfoque más integral propio de ésta (y no el puramente energético o de emisiones), e intentar minimizar el consumo de recursos y generación de residuos hasta conseguir el balance neutro. Este es el espíritu tras lo que se plantea como “edificio ZERO” (6). Como sugiere el Living Building Challenge, el desafío está en la sencilla pregunta de qué pasaría si cada acto de diseño y construcción hiciera del mundo un lugar mejor (7). Más allá de la retórica, cabe determinar en qué consiste concretamente el concepto de edificio ZERO. La metodología seguida parte de la selección de tres áreas de impacto según el contexto del impacto medioambiental de los edificios, y se centra en la definición de la medida “cero” para cada una de ellas, con un breve análisis sobre los retos identificados para su aplicación. Planteadas como punto de partida, las tres áreas son energía, agua, y materiales. Las dos primeras están relacionadas con el consumo de recursos y la tercera con la generación de residuos. En el caso del balance energético neutro, el término como tal es de sobra conocido y el debate sobre su definición, aunque significativo, lleva tiempo en desarrollo. No es este el caso para agua y los residuos. En su definición se aplican las lecciones aprendidas del debate de la energía. 1 PONENCIAS Por otro lado, cabe comentar las ventajas e inconvenientes del carácter cuantitativo de muchas medidas de sostenibilidad en los edificios. La medida numérica supone una herramienta útil para determinar el progreso (o retroceso) hacia un objetivo concreto. Sin embargo, esto no quiere decir que la única forma de arquitectura sostenible sea aquella que cumple con los objetivos planteados al cien por cien. Es decir, el definir objetivos ambiciosos no debe disuadir de intentar cumplirlos y servir como excusa, mientras tanto, para justificar la pasividad. En contraposición con uno de los lemas del Cradle to Cradle, “Hacer menos mal no sirve de nada”, Canizaro y Tanzer abogan por una estrategia de tácticas diversas, ya que si se espera a que el campo de la sostenibilidad esté totalmente definido antes de actuar, puede que ya sea tarde (8). En este sentido, los objetivos del edificio ZERO plantean, a demás de la dificultad en su definición, numerosos retos en su aplicación o puesta en práctica. Pero no por esto debemos dejar de plantearlos y de trabajar hacia su alcance. IMPACTO DE LOS EDIFICIOS EN LA ENERGÍA, EL AGUA, Y LOS RESIDUOS MATERIALES Energía y emisiones Los edificios, a lo largo de su vida útil, tienen un impacto significativo en el consumo energético global. En Europa, los edificios, representados por el sector residencial‐servicios, son el mayor consumidor de energía (41%), por encima del transporte (31%) y la industria (28%). En España la cifra es de un 27%. Sin embargo, mientras el consumo energético de hogares y servicios se ha reducido a nivel europeo en un 1% en los últimos años (2001‐2006), en España ha aumentado en un 17% (9). En la Comunidad Autónoma Vasca (CAPV) las cifras se invierten respecto de las europeas: industria (46%), transporte (33%), y residencial‐servicios (19%). Sin embargo, en el último año (2008), este último ha sido el de mayor crecimiento (residencial 10%, servicios 8%), mientras que el del transporte ha descendido un 5% (10). En resumen, las cifras relativas al consumo energético de los edificios, tanto por la relevancia sobre el total como por el crecimiento del sector, indican una necesidad inminente de actuar al respecto. Por otro lado, el sector residencial ha visto aumentadas en un 24% sus emisiones de gases de efecto invernadero, respecto de 1990. El aumento más significativo, sin embargo, es el del sector servicios, de un 74%. La causa radica en gran medida a un mayor consumo de gas natural y a una mayor presencia de los gases fluorados existentes en los aparatos de refrigeración, aire acondicionado, y los equipos de extinción de incendios (11). Agua En cuanto al consumo de agua, los edificios en España, de nuevo representados por el sector residencial‐servicios, consumen el 15% del total; una cifra relativamente baja comparada con la del sector de la agricultura, el gran consumidor (75%) (12). Estos datos varían en gran medida en las distintas comunidades autónomas. En la CAPV, por ejemplo, el sector doméstico y el comercial suponen el 45% de la demanda consuntiva total y el 70% de la urbana (13). Cabe distinguir que el consumo de agua por parte del sector residencial es entre 4 y 5 veces mayor que el del sector servicios (14), convirtiendo los edificios de viviendas en una pieza clave en la estrategia de ahorro de agua. Cabe destacar también la vinculación entre el consumo de agua y el sector turístico; los municipios turísticos presentan un consumo medio de agua por habitante sustancialmente superior al de los municipios en donde la población estacional no es significativa, debido a la influencia de los sectores de la hostelería y los servicios recreativos, como balnearios o campos de golf (15). Dentro del panorama internacional, el consumo de agua en los países del mediterráneo resulta inquietante. No en vano, entre los diez países del mundo que mayor huella hídrica por consumo presentan, cinco son mediterráneos (Grecia, Italia, España, Portugal, y Chipre) (16). 2 PONENCIAS Residuos Los edificios generan una importante cantidad de residuos materiales en los procesos de construcción, rehabilitación, y demolición (Tabla 1). Según el Plan Nacional de Residuos, el volumen de residuos de construcción y demolición (RCD) oscila entre los 2 y 3 kilogramos por habitante y día, una tasa superior a la de la basura domiciliaria. Aunque los datos al respecto son escasos, se estima que en España en 2005 la generación de RCD rondó las 35 millones de toneladas/año. Esto supone un aumento significativo en los últimos años, un 44% entre 2001 y 2005, y es debido al aumento de la actividad en la construcción. El impacto medioambiental de los RCD no es tanto por la peligrosidad, ya que la mayor parte se pueden considerar inertes o asimilables a inertes. Sin embargo, si no se contempla el reciclaje, la pérdida de materiales supone un importante impacto negativo. También está el impacto visual, generalmente alto debido al gran volumen que ocupan los RCD y al escaso control ambiental ejercido sobre los terrenos que se eligen para su depósito (17). Tipo de obra Edificación toneladas de RCD 2005 25.427.670 73% crecimiento respecto 2001 44% obra nueva rehabilitación demolición total demolición parcial obras sin licencia Obra civil Total RCD generados 14.149.081 909.749 7.860.099 1.297.899 1.210.842 9.417.655 34.845.320 41% 3% 23% 4% 3% 27% 100% 38% ‐1% 75% 13% 44% 44% 44% RCD producido por m2 de edificación 120 339 1.129 903 kg/m2 kg/m2 kg/m2 kg/m2 Tabla 1. Generación de RCD en España según tipo de edificación y obra civil, crecimiento de RCD respecto de 2001, y RCD producido por m2 de edificación. Fuente: Ministerio de Medio Ambiente. OBJETIVOS “ZERO”: PROPUESTA, DEFINICIÓN, Y APLICACIÓN Zero Energy: energía consumida = energía producida Más allá de la popularidad y el gancho comercial del término “edificio de balance energético neutro” o su homónimo en inglés “zero energy building” (ZEB), es interesante el debate acerca de en qué consiste exactamente. No parece haber una definición común, y los distintos matices afectan directamente la finalidad del objetivo y las estrategias para alcanzarlo, como la limitación de la demanda, estrategias de generación, o la compra de energía externa (renovable o no, según el objetivo) (18). De manera general el concepto sugiere optimizar la demanda del edificio hasta el punto en que ésta se pueda suplir por él mismo. El balance neto entre generación y demanda es por tanto neutro. Si la demanda es mayor, el balance es negativo. Si es mayor, es positivo. Investigadores del Laboratorio Nacional de Energías Renovables americano analizan en detalle los pros y contras de cuatro enfoques: edificio energía cero (en adelante, EEC) neta en la parcela, EEC neta en la fuente, EEC en coste neto, y EEC en emisiones netas (19). El primero se refiere a que el edificio produzca al menos tanta energía como utiliza al año, medida en el punto de consumo (la parcela). El concepto es sencillo y la medición fácil de implantar, aunque alcanzar el objetivo es más difícil que siguiendo otras definiciones, debido a la equiparación de los factores de conversión entre distintos tipos de energía. En este sentido, el EEC neta en la fuente sí considera dichos factores, por lo que el objetivo es más fácil de 3 PONENCIAS alcanzar. Sin embargo, la dificultad de obtención de datos dificulta su medición y por tanto, su implantación. La medición se considera según la fuente energética; la energía primaria utilizada para generar y distribuir la energía a la parcela. Esto requiere factores de conversión que, por un lado facilitan el alcance de la meta, pero, por otro, requiere cálculos para los distintos tipos de energía e información no siempre fácil de adquirir. En el EEC en coste neto, la suma que el propietario recibe por generar energía es igual a la que paga por el consumo. La implantación del concepto es bastante sencilla, pero a la larga, al estar directamente sujeto al mercado, las fluctuaciones de las tarifas energéticas dificultan el seguimiento del balance energético. El EEC en emisiones netas es aquel que produce tanta energía libre de emisiones y renovable como la que utiliza de energías generadoras de emisiones. De los cuatro, este concepto es el único que hace hincapié en el aspecto de las emisiones. Para ello requiere factores de conversión entre distintos tipos de energía (esta vez en relación a las emisiones), lo que, por un lado, dificulta su implantación y, por otro, facilita el alcance de la meta cero. Otras aproximaciones al concepto abogan por que el edificio utilice únicamente energías renovables, como el Living Building Challenge (20) o el movimiento británico ZED (Zero Energy Development) (21). Esto facilita la implantación; el concepto es fácil de comprender y medir. Sin embargo, al menos en España, el alcance es sumamente difícil ya que prácticamente requiere que el edificio funcione al margen de la red de suministro, la cual proviene generalmente de fuentes no renovables. En este contexto, la propuesta de objetivo energético para los edificios ZERO toma prestado el concepto EEC en parcela, debido a la facilidad de verificación de datos y a pesar de que su alcance sea más difícil que en otros enfoques. Así, el edificio, anualmente, debe generar tanta energía como la que consume, medida en el punto de consumo. A demás, la energía consumida debe provenir de fuentes renovables, con independencia de que hayan sido generadas por el edificio. De esta forma, el objetivo ZERO tiene dos indicadores para medir su grado de alcance: por un lado, el balance energético (energía generada menos energía consumida), medido en kWh/m2año en el punto de consumo, y por otro, el porcentaje de energía consumida proveniente de fuentes renovables. Las estrategias planteadas para el alcance del objetivo se basan en la secuencia de, primero, reducir la demanda energética, segundo, maximizar la eficiencia de las instalaciones, y, por último, generar la energía necesaria. En relación con la primera, existe numerosa bibliografía sobre estrategias de diseño pasivo relacionadas con la mejora de la captación solar en invierno, el sombreamiento y la ventilación, o la iluminación natural, entre otros; desde numerosos ejemplos en la arquitectura tradicional en distintas culturas y climas, hasta las recientes tendencias de arquitectura bioclimática, pasiva, verde, solar, etc. Por ejemplo, el Passivhaus Institut lleva desde 1996 investigando y desarrollando sistemas energéticos de alta eficiencia, planteando un estándar para el clima europeo por el cual los edificios no deben presentar una demanda anual para calefacción mayor de 15 kWh/m²año y de 120 kWh/m²año para el conjunto de calefacción, agua caliente sanitaria, y electricidad (22). La segunda estrategia se centra principalmente en los sistemas de calefacción y aire acondicionado, tanto por su elevado consumo energético como por la emisión de gases de efecto invernadero, buscando una significativa reducción en ambos. En cuanto a la generación de energía, recientemente impulsada por el CTE, ésta se limita mayormente a paneles térmicos y fotovoltaicos. Su viabilidad económica es debatible, ya que en cierta forma está sujeta a la voluntad política al regular el precio del kWh de venta. Desde el punto de vista del edificio como un todo, los paneles a menudo se plantean como un mero añadido; son pocos los sistemas que forman parte del edificio como tal, por ejemplo, en elementos de fachada, y su precio es elevado. Por otro lado, las administraciones europea, nacional, y autonómicas están realizando esfuerzos para desarrollar regulaciones e incentivos para reducir el consumo energético y las emisiones en la edificación, y fomentar la utilización de energías renovables. Estos aspectos quedan reflejados en el DB‐
HE Ahorro de Energía del CTE y en el RD 47/2007 sobre certificación de eficiencia energética de edificios de nueva construcción. En marzo de 2009 el Parlamento Europeo propuso que a partir de 2019 todos los edificios sean de balance energético neutro, enmendando la antigua directiva relativa al rendimiento energético de los edificios de 2002 (23). 4 PONENCIAS En resumen, aunque la eficiencia energética es un tema que recientemente se ha empezado a enfocar en los proyectos como tal, el conocimiento técnico no es el mayor reto para el alcance del balance energético neutro. Tampoco lo es el marco normativo, consciente de la relevancia del asunto. Los mayores retos tienen un origen tecnológico y, en parte ligado a éste, económico. Particularmente, los sistemas de generación de energía para conseguir el balance neutro, o bien resultan excesivos económicamente, o están en desarrollo, o aún por desarrollar. Zero Water: agua consumida = agua recogida Si bien el debate sobre la definición de balance energético neutro está bastante avanzado, el de balance hídrico neutro está prácticamente por comenzar, ya que pocos lo definen. El concepto, a priori, es similar al de la energía; perseguir un balance neutro entre el agua consumida y el agua “generada” (en este caso, por la recogida de pluviales). El objetivo ZERO para el agua toma prestado el concepto “net zero water” del Living Building Challenge: el 100% del uso de agua por parte de los ocupantes del edificio debe provenir de agua pluvial capturada o de sistemas de agua cerrados que den cuentas sobre los impactos en los ecosistemas río abajo y que estén apropiadamente purificados sin el uso de sustancias químicas (24). En el consumo de agua se exime el agua que debe ser potable por razones de regulaciones locales de salud, incluyendo lavabos, fregaderas, y duchas, pero excluyendo irrigación, inodoros, y cuartos de limpieza. En cuanto a los sistemas de agua cerrados, la compra inicial de agua para llenar las cisternas no se computa. La medida propuesta para el objetivo ZERO es litros por habitante y día, la utilizada por las estadísticas de consumo habituales. Según éstas, la media estatal es de 160 l/hab/día, y en la CAPV es de 130 (25). Considerando las excepciones para agua en lavabos, fregaderas, y duchas, el consumo del edificio ZERO debe ser 0 l/hab/día. Sin embargo, para determinar el alcance del objetivo la dificultad radica en diferenciar el consumo de los puntos de consumo que son excepciones, de aquellos que no lo son. Una manera es establecer un consumo mínimo, y esto a su vez difiere mucho según el uso del edificio (siendo mucho mayor en edificios residenciales que en terciarios). Otra pega respecto la consideración de las excepciones es que deja de lado el ahorro de agua en estos puntos de consumo. Hasta aquí el objetivo se refiere al agua que entra al edificio. Pero, ¿qué hay de la que sale de él? Con la intención de mantener el balance hidrológico del solar previo a la urbanización, y con ello contribuir a la calidad del agua, la reducción del riesgo de inundación y erosión, y la necesidad de expansión de redes municipales, el objetivo ZERO propone no verter a la red municipal de pluviales. Es decir, las aguas pluviales sobrantes y las grises se retienen, tratan, e infiltran en la parcela del edificio. De esta forma, el único vertido del edificio es el de las aguas negras a la red de fecales. Para ello existen numerosas soluciones técnicas desde la utilización de materiales permeables y el diseño paisajístico. Las estrategias planteadas para el alcance de la primera parte del objetivo ZERO parten de una reducción inicial del consumo (tanto de agua potable como de la pluvial recogida) y una posterior utilización y tratamiento de las aguas pluviales y grises. Existen numerosas soluciones de mercado para lo primero: inodoros de bajo consumo, aireadores, y reguladores de caudal, entre otros. Para lo segundo, existen prometedoras soluciones de mercado, pero su uso es reducido. Por ejemplo, sistemas que reciclan el agua proveniente de ducha y lavabo a través de un proceso biológico‐mecánico sin aditivos químicos, consistentes en procesos de prefiltrado, tratamiento biológico, sedimentación, y desinfección ultravioleta (26). Cuando la tecnología para la potabilización de agua esté suficientemente desarrollada y comercializada, se podrá plantear el balance hídrico neutro sin incluir excepciones. En este sentido, el edificio de oficinas 60L en Melbourne depende en un 95% de agua de lluvia, incluso para lavabos, ducha, y cocina (27). Lo consigue gracias a un sistema de almacenamiento y tratamiento con potabilización para consumo humano. Con dos tanques de 10,000 litros de capacidad, el edificio recoge una media de 500 kilolitros anuales de agua de lluvia, que le permiten ser prácticamente autosuficiente. 5 PONENCIAS En España la escasez de agua ha llevado a la reutilización de aguas residuales depuradas para limpieza de calles y alcantarillado, riego de parques y jardines, y agricultura. El aumento de volumen de agua reutilizada entre los años 2000 y 2005 fue del 69%. Sin embargo, el uso en edificios se complica, ya que el uso de aguas regeneradas está prohibido para consumo humano, salvo situaciones de declaración de catástrofe y, en todo caso, con las garantías sanitarias oportunas (28). Si bien el ahorro energético en la edificación tiene un fuerte apoyo normativo, el ahorro de agua no cuenta con éste. El CTE se limita a una somera mención al respecto, en el DB‐HS4 Suministro de Agua, exigiendo que los edificios en los que se prevea la concurrencia de público cuenten con dispositivos de ahorro de agua en los grifos (29). Los mayores retos que plantea la aplicación del objetivo ZERO para el agua son el técnico y el normativo. El técnico, por la dificultad de verificación de datos para determinar el grado de alcance del objetivo. Esto no sería un reto si éste no considerase excepciones para lavabos, fregaderas, y duchas, lo que requeriría una tecnología de potabilización de aguas pluviales para consumo humano que aún está en ciernes. El normativo, por la falta de un apoyo regulador e incentivador para el ahorro de agua en los edificios, más allá de la concienciación ciudadana sobre el ahorro de agua en el hogar. Regulaciones para el uso necesario de aparatos de bajo consumo e incentivos para la utilización de agua regenerada en inodoros y urinarios, supondrían una reducción drástica en el consumo de agua de los edificios. Zero Waste: materiales utilizados = materiales recuperables El término “zero waste” (cero residuos) tiene su origen en una compañía de los años 70 dedicada al reciclaje de sustancias químicas excedentes de la industria electrónica (Zero Waste Systema Inc). El concepto se ha extendido a otros ámbitos, siempre bajo la idea de diseñar los ciclos de vida para que los productos puedan ser reutilizados y los residuos enviados a vertedero sean mínimos. Como sugiere el enfoque “cradle to cradle” (de la cuna a la cuna) el eliminar el concepto de residuo requiere diseñar las cosas desde un principio entendiendo que el residuo no existe. Con un diseño adecuado, los productos, compuestos de materiales biodegradables o técnicos (provenientes de recursos naturales no biodegradables), podrán volver y cerrar su ciclo biológico o técnico correspondiente para formar parte de nuevos productos (30). En esta línea, la propuesta de objetivo ZERO aplicado a los residuos es que el edificio está construido en su totalidad por elementos y materiales que son recuperables para reutilización o reciclaje. La idea es reducir la generación de residuos de construcción y demolición (RCD) en las fases de construcción, renovación, y demolición del edificio. De hecho, más que demolición, se trata de deconstrucción. El alcance del objetivo supone que ningún material que forme parte del edificio acabe en un vertedero. La generación de RCD por superficie construida, rehabilitada, y demolida debe ser nula. Esta triple medida implica que el grado de alcance del objetivo solo se pueda determinar tras acabar cada una de las tres fases (construcción, renovación, y deconstrucción). El aspecto de la deconstrucción frente a la demolición es clave en la reducción de RCD, ya que es aquí donde más se generan (1.129 kg/m2, Tabla 1). Los sistemas que se pueden recuperar son aquellos que son “secos”, en los que no se unen distintos materiales de manera permanente. Por ejemplo, un tabique tradicional de ladrillo no permite una recuperación posterior ni de los materiales que lo componen (cerámica, mortero, y yeso) ni de sí mismo como elemento a reutilizar. A demás, los sistemas industrializados son más eficientes en el uso de materiales que la construcción convencional. Así, los sistemas de industrialización abierta son los más idóneos para el alcance del objetivo ZERO. Estos sistemas están constituidos por elementos o componentes de distinta procedencia aptos para ser colocados en diferentes tipos de obras, industrializadas o no, y en contextos diversos. Suelen valerse de juntas pretenciosamente universales; gamas modulares acotadas; flexibilidad de proyecto prácticamente total, etc. (31). La reducción de RCD en este tipo de sistemas es significativa: un 100% en yeso, entre un 74 y un 87% en madera, entre un 50 y un 60% en hormigón, y entre un 35 y un 55% en armadura (32). 6 PONENCIAS En países como el Reino Unido o Japón los sistemas de industrialización abierta y la construcción modular industrializada se encuentran en un estado avanzado. En España, sin embargo, ésta aún está empezando, con reducidas aplicaciones en comparación con la construcción convencional, aunque abarcando una variedad de usos (oficinas, hoteles, colegios, y guarderías, entre otros). La principal ventaja es la reducción en plazo de ejecución. La mayoría de empresas de edificación modular utilizan estructura de acero y a menudo combinan la fabricación de pequeños edificios modulares con la fabricación de casetas de obra. Generalmente el producto que ofrecen estas empresas compite por coste, y por ello su diseño y soluciones constructivas son limitadas. Sin embargo, empresas consultadas a principios de 2009 comentaban que, a pesar de la crisis, la demanda de este tipo de construcción se mantiene estable y en ligero aumento, y más cuando la oferta de calidad es mayor. El cumplimiento del CTE en general y del apartado de acústica en particular es complicado cuando se utilizan sistemas constructivos secos y ligeros, ya que el CTE está orientado a la construcción tradicional. Por otro lado, la percepción general del mercado sobre este tipo de construcciones es de temporalidad y baja calidad, cuando ejemplos construidos (cuando no compiten en coste) muestran lo contrario (33). El marco legal para el objetivo ZERO en residuos lo constituye el Plan Nacional de Residuos, ya que el CTE sólo contempla la recogida y evacuación de residuos ordinarios generados en la vida útil del edificio. Dado el bajo porcentaje de RCD que son reutilizados o reciclados en España (5%), el Plan Nacional de Residuos fijó para 2006 como objetivo una tasa de reutilización o reciclado de, al menos, el 60%. En comparación, en Holanda un 90% de los RCD son reutilizados o reciclados, en Bélgica un 87%, y en Dinamarca un 81% (34). Con todo esto, la propuesta de objetivo ZERO en residuos conlleva una manera de construir radicalmente distinta a la actual. Construir de manera más eficiente en lo que respecta a materiales y residuos, y que en un momento dado se pueda deconstruir, es algo relativamente nuevo y hay un amplio camino por recorrer en lo tecnológico, normativo, y económico. La tecnología de los sistemas industrializados, secos, y ligeros, si bien lleva tiempo en desarrollo, aún presenta limitaciones para el diseño de edificios y el cumplimiento de las normativas actuales. En este sentido, y al igual que en el caso del agua, se echa en falta regulaciones e incentivos que fomenten, o al menos consideren, la utilización de estos sistemas constructivos. Económicamente, la percepción del mercado de que lo desmontable, ligero, o prefabricado es malo no ayuda, aunque la rapidez de plazos es una ventaja competitiva importante. NUEVOS RETOS Y METAS PARA LA ARQUITECTURA SOSTENIBLE La práctica de la arquitectura sostenible está en constante evolución, a medida que los medios para que se pueda desarrollar lo van permitiendo. Nuevos conocimientos, avances tecnológicos, situaciones de mercado, y voluntad institucional hacen posibles nuevas metas y a su vez condicionan su alcance. Los edificios ZERO son un paso más en esta constante evolución. La novedad que proponen es que el edificio persiga el balance neutro no sólo en energía, concepto extendido, sino también en agua y residuos, como punto de partida. Empezando por estas tres áreas de impacto, se propone como siguiente paso para la arquitectura sostenible que ésta persiga el mínimo impacto ambiental posible. La Tabla 2 resume la propuesta de objetivos para los edificios ZERO, el indicador y medida para poder determinar el grado de alcance del objetivo, y los mayores retos que se han identificado para su aplicación o puesta en práctica. Se trata de objetivos ambiciosos, y conseguir el “cero absoluto” en las tres áreas de energía, agua, y residuos, es hoy en día prácticamente una utopía. Más que alcanzarlos en su totalidad, el planteamiento de objetivos y medidas persigue el apuntar lejos y el poder verificar el progreso o retroceso hacia cada objetivo. A medida que los retos técnicos, tecnológicos, económicos, y normativos se vayan superando, los objetivos serán más fáciles de alcanzar, y probablemente entonces éstos se modifiquen hacia nuevas metas más ambiciosas. Al final, la concepción y la práctica de la arquitectura sostenible forman un círculo vicioso; como sugieren Guy y Moore, los debates sobre la 7 PONENCIAS arquitectura sostenible se reconfiguran por la experiencia de la práctica, mientras que la práctica se reformula por el debate público acerca de en qué consiste la sostenibilidad (35). OBJETIVO ZERO DEFINICIÓN INDICADOR Y MEDIDA MAYORES RETOS PARA LA APLICACIÓN ENERGÍA El edificio, anualmente, debe generar tanta energía como la que consume, medida en el punto de consumo, y ésta provenir de fuentes renovables. Balance energético = 0 kWh/m2año tecnológico (generación energética) AGUA 100% del consumo es renovable económico (coste) El edificio utiliza agua únicamente proveniente de agua pluvial capturada o de sistemas de agua cerrados, exceptuando lavabos, fregaderas, y duchas. Consumo de la red = 0 l/hab/día técnico (verificación datos) El edificio retiene, trata, e infiltra el total de las aguas pluviales y grises dentro de la parcela. Vertido a la red de pluviales = 0 m3 tecnológico (sistemas de potabilización) normativo (regulación e incentivación) RESIDUOS El edificio está construido en su totalidad por elementos y materiales que son recuperables para una posterior reutilización o reciclaje, en las fases de construcción, renovación, y deconstrucción. Generación de RCD por superficie construida, renovada, y deconstruida 2 = 0 kg/m tecnológico (industrialización abierta) económico (mercado) normativo (regulación e incentivación) Tabla 2. Objetivos ZERO: definición, indicador y medida, y mayores retos para su aplicación. BIBLIOGRAFÍA (1) B. Edwards. Guía básica de la sostenibilidad. p. 10, Gustavo Gili, Barcelona, 2004. (2) Editorial: “Bajo Consumo [1]”. Arquitectos 181 nº 2/2007, CSCAE, pp. 43. (3) LEED, Leadership in Energy and Environmental Design, considera las siguientes áreas como claves: solar, agua, energía y atmósfera, materiales y recursos, calidad ambiental interior, situación y conexiones, conciencia y educación, innovación en el diseño, y prioridad regional. (4) El Living Building Challenge considera siete áreas de comportamiento: solar, agua, energía, salud, materiales, equidad, y belleza. (5) La asociación francesa HQE, Haute Qualité Environnementale, propone, dentro del apartado de eco‐
gestión, las áreas de energía, agua, residuos de la actividad, y gestión del mantenimiento. Dentro del apartado de eco‐construcción, las de solar/entorno inmediato, materiales, y molestias derivadas de la obra. 8 PONENCIAS (6) El término “Edificio ZERO” está registrado por AmetsLab, Arquitecturas Modulares Ecotecnológicas S.L. en la Oficina Española de Patentes y Marcas. (7) J. F. McLennan and E. Brukman. Living Building Challenge 2.0 A Visionary Path to a Restorative Future. p.5, International Living Building Institute, Seattle, 2009. (8) Canizaro, V. y Tanzer, K.: “Introduction”. Journal of Architectural Education, Vol. 60, nº4 (2007), pp. 4‐14. (9) European Communities. Energy Yearly Statistics 2006. p. 11 y 151, Eurostat Statistical Books, Luxembourg, 2008. doi: 10.2785/15095. (10) Ente Vasco de la Energía (EVE). Energía 2008 Datos Energéticos del País Vasco. p. 44, Departamento de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio del Gobierno Vasco, CAPV, 2009. (11) Ihobe Sociedad Pública de Gestión Ambiental. Plan Vasco de Lucha contra el Cambio Climático 2008‐2012. p.57, Departamento de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio del Gobierno Vasco, CAPV, 2008. (12) Instituto Nacional de Estadística: “Estadísticas e indicadores del agua”. Cifras INE Boletín informativo del Instituto Nacional de Estadística, 1/2008, pp.4. (13) Ihobe Sociedad Pública de Gestión Ambiental. El estado del medio ambiente en la CAPV 2009. p.12, Departamento de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio del Gobierno Vasco, CAPV, 2009. (14) En España, el sector residencial representa un 12% del consumo de agua total y el de servicios un 3% (INE, 2008). En la CAPV, 37% y 8%, respectivamente (Ihobe, 2009). (15) Instituto Nacional de Estadística: “Estadísticas e indicadores del agua”. Cifras INE Boletín informativo del Instituto Nacional de Estadística, 1/2008, pp.4. (16) “Huella hídrica” es el volumen total de agua utilizado globalmente para producir los bienes y servicios consumidos por los habitantes de un país. Hails C. Informe Planeta Vivo 2008. p.18, WWF ‐
World Wildlife Fund For Nature, Gland (Suiza), 2009. (17) Ministerio de Medio Ambiente. Borrador Anexo 6 II Plan Nacional de Residuos de Construcción y Demolición, Borrador del Plan Nacional Integrado de Residuos 2007 – 2015. p. 358‐368. (18) Torcellini, P., Pless, S., Deru, M., Crawley, D.: “Zero Energy Buildings: A Critical Look at the Definition”, Conference Paper, ACEEE Summer Study, Pacific Grove, California, 2006. (19) Torcellini, P., Pless, S., Deru, M., Crawley, D.: “Zero Energy Buildings: A Critical Look at the Definition”, Conference Paper, ACEEE Summer Study, Pacific Grove, California, 2006. (20) Net Zero Energy, el 100% de las necesidades energéticas de un proyecto deben ser suplidas por energía renovable producida en el solar, en una base anual neta. El edificio puede depender de la red o ser independiente a ésta. J. F. McLennan and E. Brukman. Living Building Challenge 2.0 A Visionary Path to a Restorative Future. p.23, International Living Building Institute, Seattle, 2009. (21) El movimiento ZED propone desarrollos que utilicen únicamente fuentes renovables de energía sin emisiones de carbono netas directas. B. Dunster, C. Simmons, B. Gilbert. The ZED book: Solutions for a shrinking world. p.5, Taylor & Francis Group, Oxon y Nueva York, 2008. (22) Passivhous Institut, www.passiv.de 9 PONENCIAS (23) Parlamento Europeo, Comunicado de prensa: “All new buildings to be zero energy from 2019”, Commité de Industria, Investigación y Energía, 31‐03‐2009. (24) J. F. McLennan and E. Brukman. Living Building Challenge 2.0 A Visionary Path to a Restorative Future. p.20, International Living Building Institute, Seattle, 2009. (25) Ihobe Sociedad Pública de Gestión Ambiental. El estado del medio ambiente en la CAPV 2009. p.12, Departamento de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio del Gobierno Vasco, CAPV, 2009. (26) www.pontos‐aquacycle.com (27) Pushard D.: “A Benchmark for Zero Water Use in Commercial Building: Melbourne's 60L”. HarvestH20.com The On‐Line Rainwater Harvesting Community. (28) Instituto Nacional de Estadística: “Estadísticas e indicadores del agua”. Cifras INE Boletín informativo del Instituto Nacional de Estadística, 1/2008, pp.4. (29) Código Técnico de la Edificación. Documento Básico DB‐HS4 Suministro de Agua, 2.3 Ahorro de Agua. p. HS4‐3. 2006. (30) McDonough, W. y Braungart, M. Cradle to Cradle. Remaking the Way We Make Things. p.104, North Point Press, New York, 2002. (31) Salas, J.: “De los sistemas de prefabricación cerrada a la industrialización sutil de la edificación: algunas claves del cambio tecnológico”. Informes de la Construcción, Vol. 60, nº 512 (2008), pp.19‐
34. (32) Tam, V.W. Y. Tam, C. M. Cutting Construction Waste by Prefabrication. Capitulo 15 en Open Building Manufacturing: Core Concepts and Industrial Requirements. ManuBuild y VTT Technical Research Centre of Finland, Finlandia, 2007. (33) Información obtenida de un conjunto de visitas realizadas por parte de los autores a diversas empresas de edificación modular industrializada en Bizkaia y Navarra en febrero de 2009. (34) Ministerio de Medio Ambiente. Borrador Anexo 6 II Plan Nacional de Residuos de Construcción y Demolición, Borrador del Plan Nacional Integrado de Residuos 2007‐ 2015. p. 351‐403, 2006. (35) Guy s. y Moore S.A.: “Sustainable Architecture and the Pluralist Imagination”. Journal of Architectural Education, Vol. 60, nº4 (2007), pp. 15‐23. 10