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Los especialistas abogan por modificar el nombre del trastorno
Somos adictos a comer, no a la comida
Científicos españoles consideran que ‘adicción a comer’ define con mayor rigor la
conducta alimentaria de tipo adictivo ya que no existe, de momento, evidencia sobre las
propiedades adictivas de ciertos alimentos. El estudio no señala como culpable directo a
la industria de alimentación, pero le atribuye un papel clave en las políticas de
prevención de la obesidad.
Un nuevo documento de consenso que acaba de emitir el consorcio de investigadores
NeuroFAST, en el que participan varios países de toda Europa incluido España, concluye que
‘adicción a comer’, en lugar de ‘adicción a la comida’, detalla con mayor precisión
precisió la conducta
alimentaria de tipo adictivo.
El hallazgo, que acaba de ser publicado en la revista Neuroscience & Biobehavioral Reviews y
en el que ha participado Carlos Diéguez, del Centro de Investigación Biomédica en
Red‐Fisiopatología
Fisiopatología de la Obesidad y la
la Nutrición (CIBERobn), recoge argumentos sobre la
supuesta adicción que provocan alimentos, componentes o sustancias alimenticias concretas.
El trabajo concluye que, a día de hoy, no existe evidencia científica que apoye la hipótesis de
que los alimentos involucran mecanismos cerebrales comparables a las drogas de abuso, a
pesar de las opiniones de expertos de primer nivel, como el director general de Salud del Reino
Unido que manifestó que “la investigación demostrará que el azúcar es adictivo”.
Alimentos atractivos, no adictivos
“La gente trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y es fácil culpar a los
alimentos. Es cierto que algunos alimentos son más atractivos que otros, debido en parte a su
capacidad para estimular vías de recompensa
recompe
en el cerebro –también
también activadas por algunos
comportamientos naturales, como el sexo, y algunas drogas de abuso–”,
abuso ”, sostiene Diéguez,
investigador de la Universidad de Santiago de Compostela (USC).
“La gente trata de encontrar explicaciones racionales para
para el sobrepeso y es fácil culpar a los
alimentos”
Sin embargo, la evidencia científica actual no apoya la idea de que los distintos componentes
de los alimentos ejerzan los mismos efectos que las drogas adictivas en nuestros cerebros.
Con la posible excepción
pción de la cafeína, no hay pruebas significativas en humanos de que
cualquier alimento, o sus componentes, puedan causar cambios en el cerebro que se
asemejen a los observados por consumo de alcohol o nicotina.
“Es evidente que algunas personas tienen una relación de dependencia con los alimentos, en
el sentido de comer en exceso a pesar de ser conscientes de las graves consecuencias para
su salud. Pero sigue siendo una fuente de controversia sustancial el considerar que la comida
desarrolle una conducta adictiva similar a las drogas de abuso”, explica el jefe de grupo del
CIBERobn.
Industria alimentaria, cómplice no verdugo
La buena noticia para la industria de la alimentación es, según Diéguez, que no hay evidencia
de que los alimentos o nutrientes particulares provocan directamente una adicción basada en
una determinada sustancia. La mala noticia es que, si se asume que la adicción a comer es
frecuente, indica que depende de un entorno que fomenta su desarrollo.
De esa forma, “la facilidad de acceso y una amplia exposición a un gran número de alimentos
sabrosos (y baratos) -continúa el investigador del CIBERobn-, bien pueden implicar un riesgo
elevado de desarrollar una adicción como el comer”.
El experto argumenta que, gracias al trastorno de adicción al juego, “sabemos que tanto un
tratamiento individualizado y una prevención estructural –como la reducción del número de
salas de juego, la restricción de la publicidad de la promoción de los juegos de azar y el
cumplimiento de las restricciones de edad– son eficaces en un gran número de pacientes”.
Avogan por falar de ‘adición a comer’ en lugar de ‘adición á
comida’ para aludir á conduta alimentaria de tipo aditivo
Un equipo internacional no que se atopa Carlos Diéguez chega a esta conclusión tras
unha revisión extensa de documentos, informes e opinións
‘Adición a comer’ en lugar de ‘adición á comida’ define con maior precisión a conduta
alimentaria de tipo aditivo. É a principal conclusión do documento de consenso que acaba de
emitir o consorcio NeuroFAST, un grupo que trata de estudar a neurobioloxía da homeostase
enerxética, no que participan barios países de toda Europa e ao que pertence o catedrático
de Fisioloxía da USC e investigador principal do Centro de Investigación Biomédica en RedeFisiopatoloxía da Obesidade e a Nutrición (CIBERobn), Carlos Diéguez.
O achado, que acaba de ser publicado na revistaNeuroscience & Biobehavioral Reviews,
recolle extensamento argumentos e razoamentos de distintos campos sobre a suposta
adición que provocan alimentos, compoñentes ou substancias alimenticias concretas e
conclúe que, a día de hoxe, non existe unha evidencia científica que apoie a hipótese de que
os alimentos involucran mecanismos cerebrais comparables ás drogas de abuso.
Alimentos atractivos, non aditivos
“A xente trata de encontrar explicacións racionais para o sobrepeso e é fácil culpar os
alimentos. Sen dúbida, é certo que algúns son máis atractivos que outros xa que hai moitos
que imos comer con facilidade incluso cando non temos fame”, afirma o profesor e director
do Centro de Investigacións en Medicina Molecular e Enfermidades Crónicas da USC
(CIMUS), Carlos Diéguez, quen ademais considera que “este comportamento se debe en
parte á capacidade deste tipo de alimentos para estimular ‘vías de recompensa’ no cerebro”.
Engade ademais que estas vías son activadas por algúns comportamentos naturais “pero
sobre todo coñécense por ser moi estimuladas por moitas drogas de abuso”.
Non obstante, a evidencia científica actual nona poia ai dea de que os distintos compoñentes
dos alimentos exerzan os mesmos efectos que as drogas aditivas no cerebro. En opinión de
Carlos Diéguez “é evidente que algunhas persoas teñen unha relación de dependencia cos
alimentos, no sentido de comer en exceso a pesar de ser conscientes das graves
consecuencias para a súa saúde”. Neste senso o investigador apunta que “coa posible
excepción da cafeína, na actualidade existe moi pouco fundamento para apoiar a idea de que
calquera ingrediente, alimentos, aditivo ou combinación de ingredientes ten propiedades
aditivas”
A influencia da contorna
“Se asumimos que a adición a comer é frecuente, isto indica que depende moi
probablemente dun entorno que fomenta o seu desenvolvemento”, suxire o profesor Diéguez
en referencia á facilidade de acceso e á exposición a un gran número de alimentos
apetecibles que “ben poden implicar un risco elevado de desenvolver unha adición como o
comer”.
A partir doutro trastorno do comportamento –o do xogo- “sabemos que tanto un tratamento
individualizado e unha prevención estrutural, como a redución do número de salas de xogo,
a restrición da publicidade da promoción dos xogos de azar e o cumprimento das restricións
de idade son eficaces nun gran número de pacientes”. Nunha liña similar, os expertos do
consorcio NeuroFAST están convencidos de que a sociedade actual necesita discutir cómo
tratar mellor e evitar a adición a comer. Unha discusión, opinan, que non debe centrarse na
cuestión de si ou non os alimentos provocan adición no sentido dunha dependencia, senón
en potenciar políticas de prevención e tratamento da obsesidade con iniciativas conxuntas
entre todos os axentes responsables.
CONDUCTA ALIMENTARIA
La comida no produce adicción,
comer tal vez
Diversos razonamientos determinarían que no existe ninguna
evidencia científica que afirme que los alimentos involucran
mecanismos cerebrales comparables a las drogas.
Adicción a comer en lugar de adicción a la comida define con mayor precisión la conducta
alimentaria de tipo adictivo. Es la conclusión del documento de consenso del consorcio
NeuroFAST, un grupo que trata de estudiar la neurobiología de la homeostasis energética, en
el que participan varios países europeos y al que pertenece el IP del Centro de Investigación
Biomédica en Red?Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (Ciberobn).
Para obtener esta conclusión, publicada en Neuroscience & Biobehavioral Reviews, se han
recogido argumentos y razonamientos de distintos campos médico?científicos sobre la
supuesta adicción que provocan alimentos, componentes o sustancias alimenticias concretas.
La revisión concluye que no existe una evidencia científica que apoye la hipótesis de que los
alimentos involucran mecanismos cerebrales comparables a las drogas.
"Es evidente que algunas personas tienen una relación de dependencia con los alimentos. Pero
sigue siendo una fuente de controversia sustancial considerar que la comida puede desarrollar
una conducta adictiva similar a las drogas de abuso.
Con la posible excepción de la cafeína, existe muy poco fundamento para apoyar que cualquier
ingrediente, alimento, aditivo o combinación de ingredientes tiene propiedades adictivas", dice
Carlos Diéguez, jefe de grupo del Ciberobn.
¿Adictos a la comida? ¿O a comer?
Investigadores
igadores del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología
Red Fisiopatología de la Obesidad y
la Nutrición (CIBERobn)) han participado en un estudio internacional del Consorcio 'NeuroFAST'
que ha observado que la adicción a comer define con mayor precisión la conducta alimentaria
de tipo adictivo que la adicción a la comida.
El trabajo, que publica en su último número la revista 'Neuroscience & Biobehavioral
Reviews',, recoge de forma extensa argumentos y razonamientos de distintos campos
médico-científicos sobre la supuesta
supuesta adicción que provocan alimentos, componentes o
sustancias alimenticias concretas.
Y ha sido así como han visto que, sorprendentemente, actualmente no existe una evidencia
científica que apoye la hipótesis de que los alimentos involucran mecanismos cerebrales
comparables a las drogas de abuso.
"La gente trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y es fácil culpar a los
alimentos",
os", ha reconocido Carlos Diéguez, autor de este estudio y director del Centro de
Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CIMUS) de la Universidade de
Santiago de Compostela (USC).
De hecho, este experto admite que algunos alimentos "son más atractivos que otros",
algo que se debe en parte a la capacidad de este tipo de alimentos para estimular 'vías de
recompensa' en el cerebro, que son activadas por algunos comportamientos naturales, pero
sobre todo se conocen por ser muy estimuladas
estimuladas por muchas drogas de abuso".
Sin embargo, la evidencia científica actual no apoya la idea de que los distintos componentes
de los alimentos ejerzan los mismos efectos que las drogas adictivas en nuestros cerebros.
LA CAFEÍNA, POSIBLE EXCEPCIÓN
Con la posible excepción de la cafeína, no hay fuerte evidencia en humanos de que cualquier
alimento, o cualquiera de sus componentes, pueden causar cambios en el cerebro que se
asemejen a los observados en respuesta al consumo de sustancias como el alcohol o la
nicotina.
"Es evidente que algunas personas tienen una relación de dependencia con los
alimentos (...) Pero en la actualidad existe muy poco fundamento para apoyar la idea de que
cualquier ingrediente, alimento, aditivo o combinación de ingredientes tiene propiedades
adictivas", explica este experto.
La diferencia entre adicción a la comida o al hecho de comer no es baladí a juicio del
consorcio 'NeuroFAST', dado el énfasis de algunas políticas en relación a que los componentes
de los alimentos, y sus efectos adictivos, serían los responsables del exceso de ingesta y, por
tanto, del incremento de la obesidad.
En este sentido, recuerda que otras adicciones conductuales, por ejemplo a los juegos
de azar, son reconocidas formalmente por los clínicos y los estamentos sanitarios.
La "buena noticia" para la industria de la alimentación es, según Diéguez, que no hay
evidencia de que los alimentos o nutrientes particulares provocan directamente una adicción
basada en una determinada sustancia. La mala es que, "si asumimos que la adicción a comer
es frecuente, nos indica que depende muy probablemente de un entorno que fomenta su
desarrollo".
EL FÁCIL ACCESO A ALIMENTOS PUEDE FAVORECER ESA ADICCIÓN
"Obviamente, la facilidad de acceso y una amplia exposición a un gran número de alimentos
sabrosos (y baratos), bien pueden implicar un riesgo elevado de desarrollar una adicción como
el comer", ha explicado.
Ante este hallazgo, los expertos del consorcio 'NeuroFAST' están convencidos de que la
sociedad necesita discutir cómo tratar mejor y evitar la 'adicción a comer'.
Una discusión, según opinan, que no debe centrarse en la cuestión de si los alimentos
provocan adicción similar a una dependencia de las drogas, sino en potenciar políticas de
prevención y tratamiento de la obesidad con iniciativas conjuntas entre todos los agentes
responsables.
"Por otro trastorno del comportamiento --trastorno del juego-- sabemos que tanto un
tratamiento individualizado y una prevención estructural, como la reducción del número de
salas de juego, la restricción de la publicidad de la promoción de los juegos de azar y el
cumplimiento de las restricciones de edad son eficaces en un gran número de pacientes", ha
explicado.
Adictos a comer, no a la comida
Investigadores
nvestigadores del consorcio NeuroFAST han llegado a la conclusión de que hablar de
«adicción a comer» en lugar de «adicción a la comida» define con mayor precisión la
conducta alimentaria de tipo adictivo. El consorcio, al que pertenece el Centro de
Investigación Biomédica en Red Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn),
dependiente
ependiente del Instituto de Salud Carlos III llegó a esta conclusión ayer a través de un
documento de consenso publicado en la revista Neuroscience & Biobehavioral Reviews. El
estudio concluye que, a día de hoy, no existe una evidencia científica que apoye...Más
apoye
información
Somos adictos a comer, no a la comida
Un nuevo documento de consenso que acaba de emitir el consorcio de investigadores
NeuroFAST, en el que participan varios países de toda Europa incluido España, concluye
que ‘adicción a comer’, en lugar de ‘adicción a la comida’, detalla con mayor precisión la
conducta alimentaria de tipo adictivo.
El hallazgo, que acaba de ser publicado en la revista Neuroscience & Biobehavioral
Reviews y en el que ha participado Carlos Diéguez, del Centro de Investigación Biomédica
en Red‐Fisiopatología
Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), recoge argumentos sobre
la supuesta adicción que provocan alimentos,
alimentos, componentes o sustancias alimenticias
concretas.
El trabajo concluye que, a día de hoy, no existe evidencia científica que apoye la hipótesis
de que los alimentos involucran mecanismos cerebrales comparables a las drogas de
abuso, a pesar de las opiniones de expertos de primer nivel, como el director general de
Salud del Reino Unido que manifestó que “la investigación demostrará que el azúcar es
adictivo”.
Alimentos atractivos, no adictivos
“La gente trata de encontrar explicaciones racionales para
para el sobrepeso y es fácil culpar a
los alimentos. Es cierto que algunos alimentos son más atractivos que otros, debido en
parte a su capacidad para estimular vías de recompensa en el cerebro –también
también activadas
por algunos comportamientos naturales, como el sexo, y algunas drogas de abuso–”,
abuso
sostiene Diéguez, investigador de la Universidad de Santiago de Compostela (USC).
“La gente trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y es fácil culpar a los
alimentos”
Sin embargo, la evidencia científica
científica actual no apoya la idea de que los distintos
componentes de los alimentos ejerzan los mismos efectos que las drogas adictivas en
nuestros cerebros. Con la posible excepción de la cafeína, no hay pruebas significativas en
humanos de que cualquier alimento,
alimento, o sus componentes, puedan causar cambios en el
cerebro que se asemejen a los observados por consumo de alcohol o nicotina.
“Es evidente que algunas personas tienen una relación de dependencia con los alimentos,
en el sentido de comer en exceso a pesar de ser conscientes de las graves consecuencias
para su salud. Pero sigue siendo una fuente de controversia sustancial el considerar que la
comida desarrolle una conducta adictiva similar a las drogas de abuso”, explica el jefe de
grupo del CIBERobn.
Industria alimentaria, cómplice no verdugo
La buena noticia para la industria de la alimentación es, según Diéguez, que no hay
evidencia de que los alimentos o nutrientes particulares provocan directamente una
adicción basada en una determinada sustancia. La mala noticia es que, si se asume que la
adicción a comer es frecuente, indica que depende de un entorno que fomenta su
desarrollo.
De esa forma, “la facilidad de acceso y una amplia exposición a un gran número de
alimentos sabrosos (y baratos) -continúa el investigador del CIBERobn-, bien pueden
implicar un riesgo elevado de desarrollar una adicción como el comer”.
El experto argumenta que, gracias al trastorno de adicción al juego, “sabemos que tanto un
tratamiento individualizado y una prevención estructural –como la reducción del número de
salas de juego, la restricción de la publicidad de la promoción de los juegos de azar y el
cumplimiento de las restricciones de edad– son eficaces en un gran número de pacientes”.
Investigadores de toda Europa
Europa concluyen que
somos adictos a comer y no a la comida
•
Afirman que no hay evidencia de componentes adictivos en los alimentos
•
El estudio describe la conducta alimentaria de tipo adictivo
•
Al parecer la adicción a comer depende de un entorno que fomenta su
desarrollo
Un consorcio de investigadores en el que participan varios países de toda Europa incluido
España, NeuroFAST,, ha concluido en un estudio que la ‘adicción a comer’,
comer en lugar de
‘adicción a la comida’, detalla con mayor precisión la conducta alimentaria de tipo
adictivo.
A juicio de estos científicos, de momento no existe evidencia sobre las propiedades
adictivas de ciertos alimentos.
alimentos. El estudio no señala como culpable directo a la industria
de alimentación,
imentación, pero le atribuye un papel clave en las políticas de prevención de la
obesidad.
Son las conclusiones que se reflejan en un nuevo documento de consenso que acaba de
emitir NeuroFAST y que ha publicado la revista Neuroscience & Biobehavioral Reviews,
Revie
según recoge Sinc.
Adicciones sin evidencia científica
El estudio recoge argumentos sobre la supuesta adicción que provocan alimentos,
alimentos
componentes o sustancias alimenticias concretas.
Así concluye que, a día de hoy, no existe evidencia científica que apoye la hipótesis de
que los alimentos involucran mecanismos cerebrales comparables a las drogas de abuso,
a pesar de las opiniones de expertos de primer nivel, como el director general de Salud del
Reino Unido que manifestó que “la investigación demostrará que el azúcar es adictivo”.
“La gente trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y es fácil culpar a
los alimentos. Es cierto que algunos
gunos alimentos son más atractivos que otros,
otros debido en
parte a su capacidad para estimular vías de recompensa en el cerebro -también
también activadas
por algunos comportamientos naturales, como el sexo, y algunas drogas de abuso-”,
abuso
sostiene Carlos Diéguez, investigador
investigador de la Universidad de Santiago de Compostela
(USC).
Sin embargo, la evidencia científica actual no apoya la idea de que los distintos
componentes de los alimentos ejerzan los mismos efectos que las drogas
adictivas en nuestros cerebros.
Con la posible excepción de la cafeína,
cafeína, no hay pruebas significativas en humanos de
que cualquier alimento, o sus componentes, puedan causar cambios en el cerebro que se
asemejen a los observados por consumo de alcohol o nicotina.
“Es evidente que algunas personas
personas tienen una relación de dependencia con los alimentos,
en el sentido de comer en exceso a pesar de ser conscientes de las graves consecuencias
para su salud. Pero sigue siendo una fuente de controversia sustancial el considerar que la
comida desarrolle una conducta adictiva similar a las drogas de abuso”, explica el jefe de
grupo del CIBERobn.
Industria alimentaria, cómplice no verdugo
La "buena noticia" para la industria de la alimentación es, según afirma Diéguez, que no
hay evidencia de que los alimentos o nutrientes particulares provocan directamente una
adicción basada en una determinada sustancia. La mala noticia es que, si se asume que la
adicción a comer es frecuente, indica que depende de un entorno que fomenta su
desarrollo.
De esa forma, “la facilidad de acceso y una amplia exposición a un gran número de
alimentos sabrosos (y baratos)", continúa el investigador del CIBERobn, "bien pueden
implicar un riesgo elevado de desarrollar una adicción como el comer”.
El experto argumenta que, gracias al trastorno de adicción al juego, “sabemos que tanto un
tratamiento individualizado y una prevención estructural -como la reducción del número de
salas de juego, la restricción de la publicidad de la promoción de los juegos de azar y el
cumplimiento de las restricciones de edad- son eficaces en un gran número de pacientes”.
¿Adictos a la comida o a comer?
•
Los expertos coinciden en que no existe evidencia científica de
que algunos alimentos tengan propiedades adictivas, de ahí
que recomienden hablar de "adicción a comer"
La diferencia entre adicción a la comida, o a un tipo de alimento como el azúcar, o al hecho de
comer, como conducta alimentaria, no es “baladí”, a juicio del grupo NeuroFAST, que estudia la
neurobiología de la homeostasis energética, y en el que participan varios países europeos. Por
España está el Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad
y la Nutrición (CIBERobn). La cuestión radica en que algunas políticas de salud responsabilizan
a los componentes de los alimentos y sus efectos adictivos del exceso de ingesta y, por tanto,
del incremento de la obesidad.
Si asumimos que la adicción a comer es frecuente, nos indica que depende muy probablemente de un
entorno que fomenta su desarrollo.
Sin embargo, el grupo de estudio cree que se trata, más bien, de adicciones conductuales y
recomienda hablar de "adicción a comer" en lugar de "adicción a la comida", pues define con
mayor precisión la conducta alimentaria de tipo adictivo. “La buena noticia para la industria de
la alimentación es que no hay evidencia de que los alimentos o nutrientes particulares
provocan directamente una adicción basada en una determinada sustancia”, dice el doctor
Carlos Diéguez, director del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades
Crónicas de la Universidad de Santiago de Compostela y miembro de CIBERobn. “La mala
noticia es que, si asumimos que la adicción a comer es frecuente, nos indica que depende muy
probablemente de un entorno que fomenta su desarrollo”.
Otra conclusión del estudio, publicado en la revista Neuroscience & Biobehavioral Reviews,
es que, a día de hoy, no existe una evidencia científica que apoye la hipótesis de que los
alimentos involucran mecanismos cerebrales comparables a las drogas de abuso. “La gente
trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y es fácil culpar a los alimentos”,
afirma el doctor Diéguez. “Sin duda, es cierto que algunos alimentos son más atractivos que
otros y que hay muchos alimentos, a menudo aquellos con alto contenido de azúcar, que
vamos a comer con facilidad incluso cuando no tenemos hambre”.
¿Adictos a la comida o a comer?
•
Los expertos coinciden en que no existe evidencia científica de
que algunos alimentos tengan propiedades adictivas, de ahí
que recomienden hablar de "adicción a comer"
La diferencia entre adicción a la comida, o a un tipo de alimento como el azúcar, o al hecho de
comer, como conducta alimentaria, no es “baladí”, a juicio del grupo NeuroFAST, que estudia la
neurobiología de la homeostasis energética, y en el que participan varios países europeos. Por
España está el Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad
y la Nutrición (CIBERobn). La cuestión radica en que algunas políticas de salud responsabilizan
a los componentes de los alimentos y sus efectos adictivos del exceso de ingesta y, por tanto,
del incremento de la obesidad.
Si asumimos que la adicción a comer es frecuente, nos indica que depende muy probablemente de un
entorno que fomenta su desarrollo.
Sin embargo, el grupo de estudio cree que se trata, más bien, de adicciones conductuales y
recomienda hablar de "adicción a comer" en lugar de "adicción a la comida", pues define con
mayor precisión la conducta alimentaria de tipo adictivo. “La buena noticia para la industria de
la alimentación es que no hay evidencia de que los alimentos o nutrientes particulares
provocan directamente una adicción basada en una determinada sustancia”, dice el doctor
Carlos Diéguez, director del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades
Crónicas de la Universidad de Santiago de Compostela y miembro de CIBERobn. “La mala
noticia es que, si asumimos que la adicción a comer es frecuente, nos indica que depende muy
probablemente de un entorno que fomenta su desarrollo”.
Otra conclusión del estudio, publicado en la revista Neuroscience & Biobehavioral Reviews,
es que, a día de hoy, no existe una evidencia científica que apoye la hipótesis de que los
alimentos involucran mecanismos cerebrales comparables a las drogas de abuso. “La gente
trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y es fácil culpar a los alimentos”,
afirma el doctor Diéguez. “Sin duda, es cierto que algunos alimentos son más atractivos que
otros y que hay muchos alimentos, a menudo aquellos con alto contenido de azúcar, que
vamos a comer con facilidad incluso cuando no tenemos hambre”.
Somos adictos a comer, no a la
comida
Científicos españoles consideran que ‘adicción a comer’ define con mayor rigor la
conducta alimentaria de tipo adictivo ya que no existe, de momento, evidencia sobre las
propiedades adictivas de ciertos alimentos. El estudio no señala como culpable directo a la
industria de alimentación, pero le atribuye un papel clave en las políticas de prevención de
la obesidad.
Un nuevo documento de consenso que acaba de emitir el consorcio
de investigadores NeuroFAST, en el que participan varios países de
toda Europa incluido España, concluye que ‘adicción a comer’, en
lugar de ‘adicción a la comida’, detalla con mayor precisión la
conducta alimentaria de tipo adictivo.
El hallazgo, que acaba de ser publicado en la revista Neuroscience
& Biobehavioral Reviews y en el que ha participado Carlos Diéguez,
del Centro de Investigación Biomédica en Red‐Fisiopatología de la
Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), recoge argumentos sobre la
supuesta adicción que provocan alimentos, componentes o
sustancias alimenticias concretas.
El trabajo concluye que, a día de hoy, no existe evidencia científica
que apoye la hipótesis de que los alimentos involucran mecanismos
cerebrales comparables a las drogas de abuso, a pesar de las
opiniones de expertos de primer nivel, como el director general de
Salud del Reino Unido que manifestó que “la investigación
demostrará que el azúcar es adictivo”.
Descubren que la conducta alimentaria de
tipo adictivo está más relacionada con el
hecho de comer que con la comida
El Semanal Digital
Investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la
Nutrición (CIBERobn) han participado en un estudio internacional del Consorcio ´NeuroFAST´ que
ha observado que la adicción a comer define con mayor precisión la conducta alimentaria de tipo
adictivo que la adicción a la comida.
Investigadores del Centro de Investigación Biomédica en RedFisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) han participado
en un estudio internacional del Consorcio ´NeuroFAST´ que ha
observado que la adicción a comer define con mayor precisión la
conducta alimentaria de tipo adictivo que la adicción a la comida.
El trabajo, que publica en su último número la revista ´Neuroscience &
Biobehavioral Reviews´, recoge de forma extensa argumentos y
razonamientos de distintos campos médico-científicos sobre la supuesta
adicción que provocan alimentos, componentes o sustancias alimenticias
concretas.
Y ha sido así como han visto que, sorprendentemente, actualmente no
existe una evidencia científica que apoye la hipótesis de que los
alimentos involucran mecanismos cerebrales comparables a las drogas
de abuso.
"La gente trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y
es fácil culpar a los alimentos", ha reconocido Carlos Diéguez, autor de
este estudio y director del Centro de Investigación en Medicina Molecular
y Enfermedades Crónicas (CIMUS) de la Universidade de Santiago de
Compostela (USC).
De hecho, este experto admite que algunos alimentos "son más
atractivos que otros", algo que se debe en parte a la capacidad de este
tipo de alimentos para estimular ´vías de recompensa´ en el cerebro,
que son activadas por algunos comportamientos naturales, pero sobre
todo se conocen por ser muy estimuladas por muchas drogas de abuso".
Sin embargo, la evidencia científica actual no apoya la idea de que los
distintos componentes de los alimentos ejerzan los mismos efectos que
las drogas adictivas en nuestros cerebros.
LA CAFEÍNA, POSIBLE EXCEPCIÓN
Con la posible excepción de la cafeína, no hay fuerte evidencia en
humanos de que cualquier alimento, o cualquiera de sus componentes,
pueden causar cambios en el cerebro que se asemejen a los observados
en respuesta al consumo de sustancias como el alcohol o la nicotina.
"Es evidente que algunas personas tienen una relación de dependencia
con los alimentos (...) Pero en la actualidad existe muy poco fundamento
para apoyar la idea de que cualquier ingrediente, alimento, aditivo o
combinación de ingredientes tiene propiedades adictivas", explica este
experto.
La diferencia entre adicción a la comida o al hecho de comer no es baladí
a juicio del consorcio ´NeuroFAST´, dado el énfasis de algunas políticas
en relación a que los componentes de los alimentos, y sus efectos
adictivos, serían los responsables del exceso de ingesta y, por tanto, del
incremento de la obesidad.
En este sentido, recuerda que otras adicciones conductuales, por
ejemplo a los juegos de azar, son reconocidas formalmente por los
clínicos y los estamentos sanitarios.
La "buena noticia" para la industria de la alimentación es, según
Diéguez, que no hay evidencia de que los alimentos o nutrientes
particulares provocan directamente una adicción basada en una
determinada sustancia. La mala es que, "si asumimos que la adicción a
comer es frecuente, nos indica que depende muy probablemente de un
entorno que fomenta su desarrollo".
EL FÁCIL ACCESO A ALIMENTOS PUEDE FAVORECER ESA ADICCIÓN
"Obviamente, la facilidad de acceso y una amplia exposición a un gran
número de alimentos sabrosos (y baratos), bien pueden implicar un
riesgo elevado de desarrollar una adicción como el comer", ha explicado.
Ante este hallazgo, los expertos del consorcio ´NeuroFAST´ están
convencidos de que la sociedad necesita discutir cómo tratar mejor y
evitar la ´adicción a comer´.
Una discusión, según opinan, que no debe centrarse en la cuestión de si
los alimentos provocan adicción en el sentido de una dependencia de las
drogas, sino en potenciar políticas de prevención y tratamiento de la
obesidad con iniciativas conjuntas entre todos los agentes responsables.
"Por otro trastorno del comportamiento --trastorno del juego-- sabemos
que tanto un tratamiento individualizado y una prevención estructural,
como la reducción del número de salas de juego, la restricción de la
publicidad de la promoción de los juegos de azar y el cumplimiento de
las restricciones de edad son eficaces en un gran número de pacientes",
ha explicado.
¿Adictos a la comida o a comer?
REDACCIÓN / MADRID
Día 11/09/2014 - 17.13h
Los expertos coinciden en que no existe evidencia científica de
que algunos alimentos tengan propiedades adictivas, de ahí que
recomienden hablar de "adicción a comer".
La diferencia entre adicción a la comida, o a un tipo de alimento como el azúcar, o
al hecho de comer, como conducta alimentaria, no es “baladí”, a juicio del grupo
NeuroFAST, que estudia la neurobiología de la homeostasis energética, y en el que
participan varios países europeos. Por España está el Centro de Investigación
Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn).
La cuestión radica en que algunas políticas de salud responsabilizan a los
componentes de los alimentos y sus efectos adictivos del exceso de ingesta y, por
tanto, del incremento de la obesidad.
Si asumimos que la adicción a comer es frecuente, nos indica que depende muy
probablemente de un entorno que fomenta su desarrollo.
Sin embargo, el grupo de estudio cree que se trata, más bien, de adicciones
conductuales y recomienda hablar de "adicción a comer" en lugar de "adicción a la
comida", pues define con mayor precisión la conducta alimentaria de tipo adictivo.
“La buena noticia para la industria de la alimentación es que no hay evidencia de
que los alimentos o nutrientes particulares provocan directamente una adicción
basada en una determinada sustancia”, dice el doctor Carlos Diéguez, director del
Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas de la
Universidad de Santiago de Compostela y miembro de CIBERobn. “La mala noticia
es que, si asumimos que la adicción a comer es frecuente, nos indica que depende
muy probablemente de un entorno que fomenta su desarrollo”.
Otra conclusión del estudio, publicado en la revista Neuroscience & Biobehavioral
Reviews, es que, a día de hoy, no existe una evidencia científica que apoye la
hipótesis de que los alimentos involucran mecanismos cerebrales comparables a las
drogas de abuso. “La gente trata de encontrar explicaciones racionales para el
sobrepeso y es fácil culpar a los alimentos”, afirma el doctor Diéguez. “Sin duda, es
cierto que algunos alimentos son más atractivos que otros y que hay muchos
alimentos, a menudo aquellos con alto contenido de azúcar, que vamos a comer con
facilidad incluso cuando no tenemos hambre”.
Dependencia a los alimentos
Lo que sucede con este tipo de alimentos es que estimula “vías de recompensa” en
el cerebro, que inducen a cierto comportamiento. Quizás la única excepción sea la
cafeína, que puede equipararse al alcohol o la nicotina. “Estas vías son activadas por
algunos comportamientos naturales, como el sexo, pero sobre todo se conocen por
ser muy estimuladas por muchas drogas de abuso”, prosigue el doctor Diéguez. “Es
evidente que algunas personas tienen una relación de dependencia con los
alimentos, en el sentido de comer en exceso a pesar de ser conscientes de las graves
consecuencias para su salud. Pero sigue siendo una fuente de controversia
sustancial el considerar que la comida puede desarrollar una conducta adictiva
similar a las drogas de abuso”.
Somos adictos a comer, no a la comida
11-09-2014 | Interesante
Científicos españoles consideran que ‘adicción a comer’ define
con mayor rigor la conducta alimentaria de tipo adictivo ya que
no existe, de momento, evidencia sobre las propiedades adictivas
de ciertos alimentos.
El estudio no señala como culpable directo
directo a la industria de alimentación,
pero le atribuye un papel clave en las políticas de prevención de la
obesidad.
Un nuevo documento de consenso que acaba de emitir el consorcio de
investigadores NeuroFAST, en el que participan varios países de toda
Europa incluido España, concluye que ‘adicción a comer’, en lugar de
‘adicción a la comida’, detalla con mayor precisión la conducta
alimentaria de tipo adictivo.
El hallazgo, que acaba de ser publicado en la revista Neuroscience &
Biobehavioral Reviews y en el que
ue ha participado Carlos Diéguez, del
Centro de Investigación Biomédica en Red‐Fisiopatología
Red Fisiopatología de la Obesidad
y la Nutrición (CIBERobn), recoge argumentos sobre la supuesta adicción
que provocan alimentos, componentes o sustancias alimenticias
concretas.
El trabajo concluye que, a día de hoy, no existe evidencia científica que
apoye la hipótesis de que los alimentos involucran mecanismos
cerebrales comparables a las drogas de abuso, a pesar de las opiniones
de expertos de primer nivel, como el director general
general de Salud del Reino
Unido que manifestó que “la investigación demostrará que el azúcar es
adictivo”.
Alimentos atractivos, no adictivos
“La gente trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y
es fácil culpar a los alimentos. Es cierto que algunos alimentos son más
atractivos que otros, debido en parte a su capacidad para estimular vías
de recompensa en el cerebro –también
también activadas por algunos
comportamientos naturales, como el sexo, y algunas drogas de abuso–”,
abuso
sostiene Diéguez, investigador
investigador de la Universidad de Santiago de
Compostela (USC).
Sin embargo, la evidencia científica actual no apoya la idea de que los
distintos componentes de los alimentos ejerzan los mismos efectos que
las drogas adictivas en nuestros cerebros. Con la posible
posible excepción de la
cafeína, no hay pruebas significativas en humanos de que cualquier
alimento, o sus componentes, puedan causar cambios en el cerebro que
se asemejen a los observados por consumo de alcohol o nicotina.
“Es evidente que algunas personas tienen
tienen una relación de dependencia
con los alimentos, en el sentido de comer en exceso a pesar de ser
conscientes de las graves consecuencias para su salud. Pero sigue siendo
una fuente de controversia sustancial el considerar que la comida
desarrolle una conducta adictiva similar a las drogas de abuso”, explica
el jefe de grupo del CIBERobn.
Industria alimentaria, cómplice no verdugo
La buena noticia para la industria de la alimentación es, según Diéguez,
que no hay evidencia de que los alimentos o nutrientes particulares
provocan directamente una adicción basada en una determinada
sustancia. La mala noticia es que, si se asume que la adicción a comer
es frecuente, indica que depende de un entorno que fomenta su
desarrollo.
De esa forma, “la facilidad de acceso y una amplia exposición a un gran
número de alimentos sabrosos (y baratos) -continúa el investigador del
CIBERobn-, bien pueden implicar un riesgo elevado de desarrollar una
adicción como el comer”.
El experto argumenta que, gracias al trastorno de adicción al juego,
“sabemos que tanto un tratamiento individualizado y una prevención
estructural –como la reducción del número de salas de juego, la
restricción de la publicidad de la promoción de los juegos de azar y el
cumplimiento de las restricciones de edad– son eficaces en un gran
número de pacientes”.
Somos adictos a comer, no a la comida
Un nuevo documento de consenso que acaba de emitir el consorcio de investigadores
NeuroFAST, en el que participan varios países de toda Europa incluido España, concluye que
‘adicción a comer’, en lugar de ‘adicción a la comida’, detalla con mayor precisión la conducta
alimentaria de tipo adictivo.
El hallazgo, que acaba de ser publicado en la revista Neuroscience & Biobehavioral Reviews y en
el que ha participado Carlos Diéguez, del Centro de Investigación Biomédica en
Red‐Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), recoge argumentos sobre la
supuesta adicción que provocan alimentos, componentes o sustancias alimenticias concretas.
El trabajo concluye que, a día de hoy, no existe evidencia científica que apoye la hipótesis de
que los alimentos involucran mecanismos cerebrales comparables a las drogas de abuso, a
pesar de las opiniones de expertos de primer nivel, como el director general de Salud del Reino
Unido que manifestó que “la investigación demostrará que el azúcar es adictivo”.
Alimentos atractivos, no adictivos
“La gente trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y es fácil culpar a los
alimentos. Es cierto que algunos alimentos son más atractivos que otros, debido en parte a su
capacidad para estimular vías de recompensa en el cerebro –también activadas por algunos
comportamientos naturales, como el sexo, y algunas drogas de abuso–”, sostiene Diéguez,
investigador de la Universidad de Santiago de Compostela (USC).
“La gente trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y es fácil culpar a los alimentos”
Sin embargo, la evidencia científica actual no apoya la idea de que los distintos componentes
de los alimentos ejerzan los mismos efectos que las drogas adictivas en nuestros cerebros.
Con la posible excepción de la cafeína, no hay pruebas significativas en humanos de que
cualquier alimento, o sus componentes, puedan causar cambios en el cerebro que se
asemejen a los observados por consumo de alcohol o nicotina.
“Es evidente que algunas personas tienen una relación de dependencia con los alimentos, en
el sentido de comer en exceso a pesar de ser conscientes de las graves consecuencias para
su salud. Pero sigue siendo una fuente de controversia sustancial el considerar que la comida
desarrolle una conducta adictiva similar a las drogas de abuso”, explica el jefe de grupo del
CIBERobn.
Industria alimentaria, cómplice no verdugo
La buena noticia para la industria de la alimentación es, según Diéguez, que no hay evidencia
de que los alimentos o nutrientes particulares provocan directamente una adicción basada en
una determinada sustancia. La mala noticia es que, si se asume que la adicción a comer es
frecuente, indica que depende de un entorno que fomenta su desarrollo.
De esa forma, “la facilidad de acceso y una amplia exposición a un gran número de alimentos
sabrosos (y baratos) -continúa el investigador del CIBERobn-, bien pueden implicar un riesgo
elevado de desarrollar una adicción como el comer”.
El experto argumenta que, gracias al trastorno de adicción al juego, “sabemos que tanto un
tratamiento individualizado y una prevención estructural –como la reducción del número de
salas de juego, la restricción de la publicidad de la promoción de los juegos de azar y el
cumplimiento de las restricciones de edad– son eficaces en un gran número de pacientes”.
Somos adictos a comer y no a la
comida, según estudio
Un nuevo documento emitido por el consorcio de investigadores
NeuroFAST, un proyecto que estudia la neurobiología de las costumbres
alimenticias, del apego y de la tensión, en el que participan varios países de
toda Europa, concluye que ‘adicción a comer’,
comer’, en lugar de ‘adicción a la
comida’, detalla con una mejor precisión la conducta alimentaria de tipo
adictivo.
El hallazgo, que acaba de ser publicado en la revista Neuroscience &
Biobehavioral Reviews, recoge argumentos sobre la supuesta adicción que
provocan
rovocan alimentos, componentes o sustancias alimenticias concretas.
El trabajo concluye que, hasta la fecha, no existe evidencia científica que
apoye la hipótesis de que los alimentos involucran mecanismos cerebrales
comparables a las drogas de abuso, a pesar
pesar de las opiniones de expertos de
primer nivel, como el director general de Salud del Reino Unido que
manifestó que “la investigación demostrará que el azúcar es adictivo”.
Existen alimentos atractivos, mas no adictivos
“La gente trata de encontrar explicaciones
explicaciones racionales para el sobrepeso y es
fácil culpar a los alimentos. Es cierto que algunos alimentos son más
atractivos que otros, debido en parte a su capacidad para estimular vías de
recompensa en el cerebro –también
también activadas por algunos comportamientos
comport
naturales, como el sexo, y algunas drogas de abuso–”,
abuso ”, sostiene Diéguez,
investigador de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), según
recoge la agencia Sinc de noticias sobre ciencia.
“La gente trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y es
fácil culpar a los alimentos”, afirma.
Sin embargo, la evidencia científica actual no apoya la idea de que los
distintos componentes de los alimentos ejerzan los mismos efectos que las
drogas adictivas en nuestros cerebros. Con la posible
posible excepción de la
cafeína, no hay pruebas significativas en humanos de que cualquier
alimento, o sus componentes, puedan causar cambios en el cerebro que se
asemejen a los observados por consumo de alcohol o nicotina.
“Es evidente que algunas personas
personas tienen una relación de dependencia con
los alimentos, en el sentido de comer en exceso a pesar de ser conscientes
de las graves consecuencias para su salud. Pero sigue siendo una fuente de
controversia sustancial el considerar que la comida desarrolle una
u
conducta
adictiva similar a las drogas de abuso”, explica el jefe de grupo del
CIBERobn.
Industria alimentaria
De acuerdo al medio científico, la buena noticia para la industria de la
alimentación es, según Diéguez, que no hay evidencia de que los alimentos
o nutrientes particulares provocan directamente una adicción basada en una
determinada sustancia. La mala noticia es que, si se asume que la adicción
a comer es frecuente, indica que depende de un entorno que fomenta su
desarrollo.
De esa forma, “la facilidad de acceso y una amplia exposición a un gran
número de alimentos sabrosos (y baratos) -continúa el investigador del
CIBERobn-, bien pueden implicar un riesgo elevado de desarrollar una
adicción como el comer”.
CB web
Grasas y azúcares son adictivas como las
drogas?
El hallazgo, que acaba de ser publicado en la revista Neuroscience & Biobehavioral Reviews y
en el que ha participado Carlos Diéguez, del Centro de Investigación Biomédica en
Redâ? Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), recoge argumentos sobre la
supuesta adicción que provocan alimentos, componentes o sustancias alimenticias concretas.
El trabajo concluye que, a día de hoy, no existe evidencia científica que apoye la hipótesis de
que los alimentos involucran mecanismos cerebrales comparables a las drogas de abuso, a
pesar de las opiniones de expertos de primer nivel, como el director general de Salud del Reino
Unido que manifestó que "la investigación demostrará que el azúcar es adictivo".
Alimentos atractivos, no adictivos
La gente trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y es fácil culpar a los
alimentos. Es cierto que algunos alimentos son más atractivos que otros, debido en parte a su
capacidad para estimular vías de recompensa en el cerebro ?también activadas por algunos
comportamientos naturales, como el sexo, y algunas drogas de abuso?", sostiene Diéguez,
investigador de la Universidad de Santiago de Compostela (USC).
Sin embargo, la evidencia científica actual no apoya la idea de que los distintos componentes
de los alimentos ejerzan los mismos efectos que las drogas adictivas en nuestros cerebros.
Con la posible excepción de la cafeína, no hay pruebas significativas en humanos de que
cualquier alimento, o sus componentes, puedan causar cambios en el cerebro que se
asemejen a los observados por consumo de alcohol o nicotina.
Es evidente que algunas personas tienen una relación de dependencia con los alimentos, en el
sentido de comer en exceso a pesar de ser conscientes de las graves consecuencias para su
salud. Pero sigue siendo una fuente de controversia sustancial el considerar que la comida
desarrolle una conducta adictiva similar a las drogas de abuso", explica el jefe de grupo del
CIBERobn.
Industria alimentaria, cómplice no verdugo
La buena noticia para la industria de la alimentación es, según Diéguez, que no hay evidencia
de que los alimentos o nutrientes particulares provocan directamente una adicción basada en
una determinada sustancia. La mala noticia es que, si se asume que la adicción a comer es
frecuente, indica que depende de un entorno que fomenta su desarrollo.
De esa forma, "la facilidad de acceso y una amplia exposición a un gran número de alimentos
sabrosos (y baratos) -continúa el investigador del CIBERobn-, bien pueden implicar un riesgo
elevado de desarrollar una adicción como el comer".
El experto argumenta que, gracias al trastorno de adicción al juego, "sabemos que tanto un
tratamiento individualizado y una prevención estructural ?como la reducción del número de
salas de juego, la restricción de la publicidad de la promoción de los juegos de azar y el
cumplimiento de las restricciones de edad? son eficaces en un gran número de pacientes".
¿Adictos a la comida" ¿O a comer?
Investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición
(CIBERobn) han participado en un estudio internacional del Consorcio 'NeuroFAST' que ha observado
que la adicción a comer define con mayor precisión la conducta alimentaria de tipo adictivo que la
adicción a la comida.
El trabajo, que publica en su último número la revista 'Neuroscience & Biobehavioral Reviews', recoge de
forma extensa argumentos y razonamientos de distintos campos médico-científicos sobre la
supuesta adicción que provocan alimentos, componentes o sustancias alimenticias concretas.
Y ha sido así como han visto que, sorprendentemente, actualmente no existe una evidencia científica
que apoye la hipótesis de que los alimentos involucran mecanismos cerebrales comparables a las
drogas de abuso.
"La gente trata de encontrar explicaciones racionales para el sobrepeso y es fácil culpar a los alimentos",
ha reconocido Carlos Diéguez, autor de este estudio y director del Centro de Investigación en Medicina
Molecular y Enfermedades Crónicas (CIMUS) de la Universidade de Santiago de Compostela (USC).
De hecho, este experto admite que algunos alimentos "son más atractivos que otros", algo que se
debe en parte a la capacidad de este tipo de alimentos para estimular 'vías de recompensa' en el cerebro,
que son activadas por algunos comportamientos naturales, pero sobre todo se conocen por ser muy
estimuladas por muchas drogas de abuso".
Sin embargo, la evidencia científica actual no apoya la idea de que los distintos componentes de los
alimentos ejerzan los mismos efectos que las drogas adictivas en nuestros cerebros.
LA CAFEÍNA, POSIBLE EXCEPCIÓN
Con la posible excepción de la cafeína, no hay fuerte evidencia en humanos de que cualquier alimento, o
cualquiera de sus componentes, pueden causar cambios en el cerebro que se asemejen a los observados
en respuesta al consumo de sustancias como el alcohol o la nicotina.
"Es evidente que algunas personas tienen una relación de dependencia con los alimentos (...) Pero
en la actualidad existe muy poco fundamento para apoyar la idea de que cualquier ingrediente, alimento,
aditivo o combinación de ingredientes tiene propiedades adictivas", explica este experto.
La diferencia entre adicción a la comida o al hecho de comer no es baladí a juicio del consorcio
'NeuroFAST', dado el énfasis de algunas políticas en relación a que los componentes de los alimentos, y
sus efectos adictivos, serían los responsables del exceso de ingesta y, por tanto, del incremento de la
obesidad.
En este sentido, recuerda que otras adicciones conductuales, por ejemplo a los juegos de azar, son
reconocidas formalmente por los clínicos y los estamentos sanitarios.
La "buena noticia" para la industria de la alimentación es, según Diéguez, que no hay evidencia de que los
alimentos o nutrientes particulares provocan directamente una adicción basada en una determinada
sustancia. La mala es que, "si asumimos que la adicción a comer es frecuente, nos indica quedepende
muy probablemente de un entorno que fomenta su desarrollo".