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* Envío de SERPAL 218 - 03
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Amigas, amigos,
El crecimiento de las posibilidades electorales de Lucio Gutiérrez fue saludado como
una esperanza de cambio para Ecuador, país sacudido en los últimos años por
desgobiernos como el de Bucarám y Mahuad y por las crecientes revueltas populares
contra sus medidas económicas y la sumisión a las políticas del Fondo Monetario
Internacional. Cuando se concretó su triunfo en las urnas, esas expectativas
crecieron, porque parecía próxima la posibilidad de que las demandas de amplios
sectores sociales y del movimiento indígena y campesino pudieran determinar un cambio
de rumbo. Después de todo, el coronel Lucio Gutiérrez se convirtió en alternativa por
su adhesión a la gran movilización encabezada por la CONAIE, la Confederación
indígena en enero del 2000. Esa posición activa y su trayectoria y actitudes
posteriores, hicieron posible que en torno a su figura se agruparan los sectores
sociales que venían luchando por cambios profundos, por el reconocimiento de derechos
a sectores ancestralmente postergados.
En pocas semanas, ese barco de esperanzas en el cual navegaban las expectativas de
millones de ecuatorianos, ha naufragado ante las medidas concretas dispuestas por el
coronel presidente. Algunos dirán que es pronto para certificar la catástrofe. Los
indicios parecen demostrar lo contrario. Como este proceso - quizás de modo
apresurado - llegó a ser asociado al intento transformador que iniciaba Lula en Brasil,
es importante conocer algunos detalles de lo sucedido para que en tan poco tiempo, el
proclamado "cambio" se fuera a pique. Y no solo las referencias internas, sino las del
marco internacional en el que se deben mover los gobiernos de los países dependientes.
( A veces calificados con eufemismos como "en desarrollo" o "emergentes" ) . En el
fondo, hay una dependencia real, objetiva, que no se puede romper ni con palabras ni
con voluntarismos. Harán falta inteligencia, desarrollo interno, acumulación social tras
objetivos comunes, políticas regionales. Y todo ello a partir de la conformación de
organizaciones sociales fuertes, independientes, capaces de construír a partir de sus
propias experiencias. La esperanza ya tiene demasiados naufragios en América Latina.
Y un interminable y doloroso listado de víctimas.
Valga este prólogo para presentarles y compartir dos trabajos sobre la realidad
ecuatoriana: uno del profesor y político Manuel Salgado Tamayo, con una interesante
aportación sobre el determinismo de la política imperial del gobierno Bush y el otro del
economista Alberto Acosta, con especial referencia al encadenamiento económico que
supone para Ecuador la deuda externa. Su atenta lectura es un "aviso a navegantes"
para todas y todos aquellos que en el continente trabajan y luchan por un tiempo
mejor. Habrá salidas. Pero no serán fáciles ni "mágicas".
Un abrazo, Carlos,
Redacción de SERPAL.
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>> Ecuador: el rápido naufragio de una esperanza
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** El primer mes del gobierno de Lucio Gutiérrez
Ecuador: Entre la esperanza y el desencanto (1)
por Manuel Salgado Tamayo (*)
La visita a Washington
Aún los que cabalgan por la vida en rocín flaco y lento están de acuerdo en que, el viaje del presidente
ecuatoriano Lucio Gutiérrez a los Estados Unidos de América, el pasado 10 de febrero, llevado de la mano
por el embajador y banquero Guillermo Lasso, marca el giro definitivo de su política nacional e internacional.
La firma de Carta de Intención con el Fondo Monetario Internacional, sin objetar ni una sola línea de las 22
condiciones impuestas, todas lesivas para los intereses nacionales, demuestra un nivel tan extremo de
sometimiento que la prensa del Imperio comentó que el nuevo presidente "es visto por los organismos
financieros internacionales como un político con ideas novedosas y los banqueros de Wall Street se sienten
muy a gusto con sus ideas económicas" (2)
El lunes 11 de febrero Lucio es recibido por Bush, analizan, entre otros temas, los relacionados con la Base
de Manta y la intervención del Ecuador en el Plan Colombia. Al salir de la reunión anuncia a la prensa
nacional y extranjera: "Le hemos dicho que queremos convertirnos en el mejor aliado y amigo de Estados
Unidos, en la lucha por la paz en el mundo, por fortalecer la democracia, por reducir la pobreza, por combatir
el narcotráfico y por acabar con otra lacra, el terrorismo" (3). El mismo día, en horas de la mañana, en un
acto público, en el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, definió como una de las prioridades de
la política oficial de su gobierno el luchar contra el terrorismo y el narcotráfico. "Si no apoyamos, todos, de
manera más protagónica a (Alvaro) Uribe, seguramente se seguirá sacrificando la vida de más gente". Para
sentenciar: "Uribe lleva de una manera muy adecuada una posible solución al problema( de Colombia)".
Para demostrar, de inmediato, los resultados de la subyugación a la estrategia imperial en la región,
Gutiérrez anunció que Estados Unidos incrementará su ayuda a Ecuador con 116 millones de dólares (4). Al
parecer las ayudas incluyen pertrechos militares para la frontera norte. Para que nadie dude de su
adherencia al militarismo proimperialista, en una entrevista concedida a The Washington Times afirmó que:
"la población de la Isla( de Cuba) no debe sufrir las consecuencias de la política de Castro" (5).
El mejor aliado y amigo de EEUU
Las declaraciones del coronel presidente sólo ponen de manifiesto la efectividad que, a la postre, tienen los
acuerdos para la instrucción de nuestros militares. El excelente alumno de las Academias estadounidenses,
como ha sucedido casi siempre, besa la mano de sus instructores. Debe ser difícil para el coronel entender
que los Estados Unidos de América no tienen ni amigos ni enemigos, sino intereses. El 20 de Septiembre del
2002 el presidente George Bush declaró que los Estados Unidos es el "poder supremo" del mundo y advirtió
que no tolerará desafíos a su ventaja de poder. En un documento de 33 páginas enviado al Congreso bajo el
título: "La estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos" Bush señala:
"El presidente no tiene ninguna intención de permitir que algún poder extranjero alcance la enorme delantera
que Estados Unidos ha logrado desde la caída de la Unión Soviética hace más de una década...Nuestras
fuerzas serán lo suficientemente fuertes para disuadir a potenciales adversarios de promover una
acumulación militar con la esperanza de superar, o igualar, el poder de Estados Unidos".
Los analistas militares internacionales han comentado que la estrategia de Bush significa el abandono de los
elementos básicos de la disuasión y no proliferación, que eran el eje de la política exterior estadounidense, y
que, ahora, se impondría el concepto de la "contraproliferación" o desarme obligado de todo poder que
desafíe o presente una amenaza para los Estados Unidos. En tal sentido Estados Unidos se reserva el
derecho de desatar guerras preventivas, es decir, se hace tabla rasa de los compromisos militares firmados
con otros bloques o Estados y se advierte que tampoco sus soldados se someterán al derecho internacional
o a la nueva Corte Penal Internacional.
La estrategia de dominio mundial y regional de los Estados Unidos de América se ha ido definiendo cada vez
más en torno a tres ejes fundamentales: Una estrategia económica basada en la globalización neoliberal,
cuyas instituciones operadoras son el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización
Mundial de Comercio; Una estrategia política basada en democracias tuteladas y en gobiernos clientes; y,
una estrategia militar basada en el poder único del Estado Imperial. La militarización que impulsa el Imperio
en todas las latitudes tiene al parecer un doble componente:
a) Intervenciones militares unilaterales y directas del Ejército Imperial en aquellos casos en el que el
conflicto pueda resolverse por la vía de una intervención aérea y marítima masiva, con el menor costo social
para los agresores; y,
b) Utilización de los ejércitos de los gobiernos clientes, nacionales y regionales, en los casos en que las
condiciones topográficas y el grado de desarrollo de las fuerzas rebeldes puedan configurar un pantano que
repita la traumática experiencia del sudeste asiático.
La primera modalidad la presenciamos en Afganistán y, al parecer, en pocos días se iniciará una nueva
guerra de este tipo en Irak, desoyendo la repulsa de la opinión pública mundial y pisoteando las
resoluciones de la ONU.
La segunda modalidad es la que busca implementarse en Colombia. El ex presidente de la República, Pedro
Pinto reconoció que: "Estados Unidos insinúa que entremos en el conflicto de Colombia". Y el Ex Ministro de
Defensa, Hugo Unda, afirmó que "las relaciones entre Ecuador y Estados Unidos no son buenas por la
negativa ecuatoriana de inmiscuirse en el conflicto colombiano" (6).
Las presiones al Gobierno y las Fuerzas Armadas del Ecuador para que intervengan en un proyecto regional
de combate a las fuerzas insurgentes de Colombia fueron brutalmente transparentes el martes 15 de octubre
del 2002, cuando el jefe del Comando Sur, General James T. Hill, durante una entrevista con el presidente
Gustavo Noboa y el jefe del Comando Conjunto, general Oscar Isch, pidió abiertamente el apoyo de Ecuador
y de la región para luchar conjuntamente en la solución del conflicto interno colombiano (7). El incidente
desató una gran polémica que fue recogida por los principales medios de comunicación del Ecuador. Hay
que decir, en honor a la verdad, que el presidente Noboa habría rechazado la propuesta. Noboa la rechazó
pero Gutiérrez la acepta.
La subordinación de Ecuador al Plan Colombia
Aún en sectores ajenos a la intelectualidad adocenada, hubo voces que creyeron que el Plan Colombia y la
Iniciativa Regional Andina eran un plan de combate al narcotráfico. Ahora que las caretas han rodado por el
suelo está más claro que la guerra contra las drogas fue, desde el comienzo, un Caballo de Troya para
ocultar un vasto proyecto de militarización y subordinación de la región andina y América Latina a los
intereses geoestratégicos de los Estados Unidos de América.
Durante la Guerra Fría era poco creíble, pero al fin y al cabo admisible, que todos los conflictos de América
Latina se atribuyan a las nefastas proyecciones del "Imperio del mal", como llamaba Reagan a la URSS.
Desaparecido ese eje de contradicciones había que crear un nuevo fantasma y nada mejor que las drogas.
Francamente, nos pudieron conmover hasta las lágrimas por la preocupación que demostraban los señores
del Imperio por el destino de nuestros hijos. Pero las cosas han cambiado, la guerra contra las drogas se ha
transformado en la guerra interminable contra el terrorismo, después del ataque a las Torres Gemelas el 11
de septiembre del 2001, y, los fondos y las armas del Plan Colombia cuentan con la venia del Imperio para
utilizarse en la guerra contra la insurgencia. El proceso de paz en Colombia está roto y el único lenguaje que
se escucha en la región es el de la guerra. El jefe del Imperio ha dicho en West Point, el primero de junio del
2002:
"Alentaremos a nuestros socios regionales a llevar a cabo actividades coordinadas para aislar a los
terroristas. Una vez que la campaña regional localice la amenaza, nos esforzaremos por asegurar que el
Estado disponga de los medios militares, coercitivos, políticos y financieros para llevar a buen término su
tarea" (8).
Andrés Pastrana que gobernó sobre las expectativas generadas por el proceso de paz ha sido reemplazado
en el Palacio de Nariño por "El señor de las Sombras" (9), Álvaro Uribe Vélez. Personaje siniestro, vinculado
al narcotráfico y al paramilitarismo (10). Su propuesta central habla de incrementar el pie de fuerza del
Ejército y la policía y de crear un sistema generalizado de sospecha y denuncia, propio de los peores
momentos de las guerras. La guerra química contra los cultivos de coca y amapola tomó una dimensión
enorme desde el mes de septiembre del 2002: Los expertos norteamericanos que vuelan a 50 metros de
altura, protegidos por soldados colombianos, han lanzado miles de barriles de glifosatos, valorados en
millones de dólares, en una operación que busca destruir todos los cultivos, incluso los de alimentos
básicos, a fin de obligar a la población campesina a emigrar a las ciudades. Es la limpieza social o étnica que
precedió a otras guerras norteamericanas en el pasado. Las debilidades de la economía y la sociedad
estadounidense seguramente van a impedir que el apoyo al Plan Uribe se transforme en una intervención
masiva y directa de las fuerzas militares norteamericanas en el conflicto colombiano, por ahora, las
prioridades apuntan a Irak, pues las demandas esenciales buscan petróleo. Pero sería ingenuo suponer que
el colofón de la profundización de la guerra interna, no pueda ser, en algún momento, sobre todo, si los
tercos insurgentes resisten, la intervención militar directa de los ejércitos imperiales en Colombia. Al fin y al
cabo, un acucioso periodista mexicano, Gregorio Selser, ha recordado que los Estados Unidos han
intervenido, en los últimos dos siglos, en diversos puntos de América Latina, no menos de 1.500 veces, lo
que nos transforma en la región del mundo cuya soberanía ha sido la más violada del planeta.
Los peligros de una guerra que no es nuestra
En dos libros (11) y decenas de artículos he demostrado que el Ecuador de inicios del siglo XXI no tiene en
su agenda prioritaria los problemas del narcotráfico y la insurgencia (12). Comprometer a nuestras Fuerzas
Armadas y a nuestro pueblo en una guerra que no es nuestra no sólo constituye una grave violación de los
principios que han animado la política internacional del Ecuador a lo largo de su historia y que se
encuentran consagrados en nuestra Carta Magna: el respeto a la independencia, la soberanía y la
autodeterminación de los pueblos, la no ingerencia en los asuntos internos de otros Estados, la solución
pacífica de las controversias, la condena de todo tipo de colonialismo, neocolonialismo y hegemonismo.
Además, el Ecuador, sumido en una de las peores crisis de su historia y con graves problemas económicos
y sociales que afectan a la mayoría de sus habitantes, no puede cometer la irracionalidad y la injusticia,
como se pretende, de militarizar al Estado nacional para servir a los intereses de la gran potencia. El
Congreso Nacional en Pleno tiene que oponerse a la Proforma enviada, en estos mismos días por el
Ejecutivo que pretende recortar drásticamente el Presupuesto para el frente social y los sectores
productivos a fin de dedicar esos recursos a la insensata tarea de financiar la guerra de la gran potencia en
Colombia. En efecto, la primera sorpresa de la proforma es el descomunal incremento del presupuesto
destinado a la defensa nacional ( 40.5 %) y a la policía nacional ( 30.2 %).
Algunos analistas han querido interpretar que éstas asignaciones obedecen a la búsqueda, por los militares
en el poder, de una base de apoyo, en el caso, bastante previsible, de que reactive la lucha social por efecto
de la continuidad de las políticas de ajuste fondomonetaristas y de la dolarización. Sin embargo, la
explicación central de este incremento se encuentra en la subordinación del presidente Gutiérrez a la política
de la administración Bush para la región que prepara de modo acelerado una salida militar al problema de la
insurgencia en Colombia. "Ser el mejor socio de los Estados Unidos en la región" significa, desde el punto
de vista militar, aceptar la propuesta formulada en Noviembre pasado, en Quito, por el jefe del Comando Sur
que promovió abiertamente la participación de las Fuerzas Armadas del Ecuador en las operativo regional,
encabezado por la alianza norteamericana colombiana, para desarrollar un vasto plan de guerra cuyo
objetivo declarado es la derrota de las fuerzas insurgentes de Colombia. El presidente Álvaro Uribe Vélez ha
dicho reiteradamente que, luego de que culmine la guerra contra Irak, los Estados Unidos deberían
desarrollar operativos semejantes en Colombia con la participación de sus fuerzas terrestre, aéreas y
marítimas. Desde que Lucio Gutiérrez se entrevistó con Uribe Vélez, en los mismos días en que Fidel Castro
y Hugo Chávez inauguraban la Capilla del Hombre, en Quito, creación excelsa y póstuma del mayor artista
plástico del Ecuador en el siglo XX, a la que el Coronel no concedió ninguna importancia, se supo que el
presidente Electo ecuatoriano había comprometido la participación de las Fuerzas Armadas del Ecuador en
operativos conjuntos con los Ejércitos de Colombia y asesores norteamericanos. Lo dicho en Washington el
11 de febrero no hace otra cosa que ratificar un compromiso que significa la subordinación total del
Gobierno ecuatoriano al Plan Colombia y la Iniciativa Regional Andina. Como ha señalado el historiador
Enrique Ayala Mora, implicar a las Fuerzas Armadas en el conflicto interno de Colombia puede ser
catastrófico y hasta trágico para el Ecuador.
La entrega de Lucio al imperio: Un viaje sin retorno
Un segmento de la izquierda y el movimiento indígena del Ecuador han sido entrampados por el coronel
Lucio Gutiérrez en el peor de los escenarios posibles: la inconsecuencia y la traición. Cierto que Lucio
Gutiérrez nunca dejó de decir sus verdades, nacidas de su formación militar e ideológica, pero tuvo la
intuición suficiente para comprender el grado de descomposición a que habían llegado, tras dos décadas de
globalización neoliberal, los viejos partidos políticos y la política, así como también la necesidad de
enancarse en la ola creciente del movimiento indígena y de la izquierda, que venía creciendo, poniendo en
peligro la continuidad de los privilegios insultantes de una minoría, aliada al Imperio.
A los socialistas, que por poco firman un acuerdo de fusión orgánica con el pequeño movimiento de
Gutiérrez, la Sociedad Patriótica, nos sacó del atolladero León Roldós Aguilera, al que, al menos, siempre
deberemos reconocer el habernos evitado el estigma de estar en la misma estructura política de un militar
reaccionario y proimperialista. Para el Movimiento Popular Democrático, el Partido Comunista del Ecuador y,
sobre todo, el Movimiento Plurinacional Pachakútik y la CONAIE se abre un proceso de urgentes
definiciones si quieren conservar el único patrimonio que ha caracterizado a las fuerzas revolucionarias en
la historia: la fidelidad a los principios y a los intereses permanentes de los explotados y ofendidos, a los
que jamás podrá servir Lucio Gutiérrez desde su opción neoliberal y militarista, arrodillada frente a un
Imperio que nos desprecia.
En el Proyecto Político de la CONAIE (13) se levantan como principios de vida: el humanismo, el
comunitarismo, el anticolonialismo, el anticapitalismo, el antiimperialismo, el antisegregacionismo. La
independencia total de la nación plurinacional ecuatoriana, frente a la dependencia económica, política,
ideológica y tecnológica del exterior. Es decir, casi los mismos principios por los que, el sábado 15 de enero
del 2003, han salido a las calles, en las principales ciudades del mundo, más de 30 millones de mujeres y
hombres, enarbolándolos como expresión de rechazo a las políticas imperialistas de guerra y muerte que
pretende imponer al mundo George Bush que, hasta ahora sólo tenía un aliado descalificado en la región
andina: Álvaro Uribe Vélez, a cuyo cortejo fúnebre de ha unido el coronel presidente del Ecuador.
Se ha cerrado entonces el primer capítulo de esta historia. El pueblo ecuatoriano ha transitado de la
esperanza al desencanto. Lucio, en sus andanzas por las entrañas del monstruo, ha conseguido una
Malinche dispuesta a justificarlo todo. Pero el pueblo ecuatoriano no ha cesado de luchar un solo instante y
su fuego purificador, como ha sucedido tantas veces en la historia de América Latina, barrerá por los
mentirosos y traidores.
Quito, 15 de febrero del 2003.
Notas
(*) Profesor de la Universidad Central del Ecuador y ex vicepresidente del Congreso Nacional de la República
del Ecuador.
(1) Fragmento de la ponencia: El fracaso del neoliberalismo y la construcción de una alternativa popular en
el Ecuador.
(2) Diario "El Comercio" de Quito, jueves 13 de febrero del 2003, 1ª. Página.
(3) Diario "El Comercio" de Quito, miércoles 12 de febrero del 2003, p. A 3.
(4) Diario "Hoy" de Quito, jueves 13 de febrero del 2003, 1ª. Página.
(5) Citado por el Diario "Hoy" de Quito, página A-3.
(6) Diario "Hoy" de Quito, sábado 16 de noviembre del 2002, p. A-2.
(7) Diario "El Comercio" de Quito, domingo 20 de octubre del 2002, C1.
(8) Citado por el Diario "El Comercio" de Quito, Domingo 20 de octubre del 2002, C1.
(9) Adjetivación tomada del libro de Joseph Contreras, Biografía no autorizada de Álvaro Uribe Vélez, Bogotá,
Editorial Oveja Negra, 1ª. Edición, mayo del 2002.
(10) Ver Joseph Contreras, Biografía no autorizada de Álvaro Uribe Vélez ( El Señor de las Sombras ) ,
Bogotá, Editorial La Oveja Negra, 1ª. Edición, mayo del 2002.
(11) Ver ¿ Guerra sucia en Ecuador? Los documentos secretos de Manta, Quito, Ediciones La Tierra, 1ª.
Edición, marzo del 2000. Drogas, Terrorismo e Insurgencia, del Plan Colombia a la Cruzada Libertad
Duradera, Quito, Ediciones La Tierra, 1ª. Edición, mayo del 2002.
(12) No los tiene con la gravedad de nuestros vecinos: Colombia, Perú y Bolivia. Nota del autor.
(13) Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, Proyecto Político de la CONAIE,
Quito, 1994.
Fuente: La Insignia. Ecuador, marzo del 2003.
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>> Ecuador, un país exportador de dólares.
por Alberto Acosta, economista ecuatoriano.
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> Como en un espejo se reflejan en la pro forma presupuestaria las intenciones políticas. El mundo de
ficción pintado en los años de lucha política concluye abruptamente ante cifras y prioridades. Las palabras
esperanzadoras de la campaña electoral se transforman en farsa. Los ilusionistas, que cosecharon votos
ofreciendo cambios, tienen que esmerarse por tratar de demostrar que hacer lo mismo que criticaron y
combatieron, es ahora diferente y hasta positivo. La ambición y la mediocridad obran milagros. Y esto, que
sucedió antes, se repite en el gobierno del coronel Lucio Gutiérrez, con el agravante de que se presenta
como un gobierno distinto... porque habría neutralizado las protestas de los ponchos con unos cuantos
cargos burocráticos.
Cautivada por las voces de triunfo de los medios de comunicación -en especial luego de la firma de la 'Carta
de Intención' y del espaldarazo recibido por el coronel de parte de 'su mejor aliado': Jorge Bush II, el
francotirador global de Washington-, la sociedad parece ajena a su propia desgracia. ¿Será tan difícil leer y
entender las cifras de la proforma? Con el pretexto de que no había otra cosa que hacer y que nadie ha
presentado alternativas creíbles y viables, y que sería calamitoso repudiar la deuda externa, el país seguirá
exportando dólares por el pago de dicha deuda. En la pro forma se escribe que 'el país se volvió exportador
neto de divisas, financiando de esta manera al resto del mundo'. En el 2002 se recibieron préstamos por 138
millones de dólares y se amortizaron 710 millones, un saldo negativo de 572 millones. En el 2001 el saldo
negativo se acercó a los 400 millones, se obtuvo préstamos por 330 millones y se pagó 733 millones.
Exportación de dólares que se suma a una cifra negativa acumulada en las décadas anteriores de más de 10
mil millones. Y que se repetirá en el año 2003: por desembolsos, que incluyen los aplaudidos créditos del
FMI y de otros organismos multilaterales, se recibirían 791 millones, mientras que por pago de la deuda
externa pública saldrán 919 millones. En la práctica se exportarán más de 128 millones de dólares, pues la
diferencia del precio establecido en la proforma -18 dólares por barril, con el del mercado, que ya supera
los 30 dólares, está destinado a alimentar el pago de la deuda. A esta sangría, con la que se compra la
'confianza' de los agentes económicos, se suma otra carga producida por el servicio de la deuda pública
interna, en su mayoría por el salvataje bancario, que en el 2003 significará una transferencia neta negativa
de 397 millones. Y como para completar el cromo del calendario, el coronel, sin transparencia alguna, apura
un nuevo acuerdo con el FMI -su verdadero plan económico-, que empezó con el alza de los precios de la
gasolina y de las tarifas de la electricidad, y que anuncia reducir los ingresos de los servidores públicos y
las pensiones de los jubilados, mermar las inversiones de la empresa estatal de petróleo, privatizar las
empresas públicas, eliminar el subsidio al gas, abaratar y flexibilizar la mano de obra, así como tantas otras
recetas archiconocidas en un ajuste cortoplacista y recesivo.
Este, como van las cosas, será un gobierno peor que los otros, porque es distinto...
Alberto Acosta.
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6 de marzo de 2003.
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