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TEMA 3: LA EUROPA FEUDAL El termino Edad Media hace referencia a un largo periodo de diez siglos, desde el final del Imperio Romano de Occidente, en el siglo V, hasta la conquista de Constantinopla por los turcos a mediados del siglo XV. Inicialmente unida bajo el Imperio Carolingio, desde la desintegración de éste, Europa estuvo formada por un mosaico de reinos y estados, cuyos elementos comunes fueron la religión cristiana y un tipo de organización política, económica y social que adoptaron, llamada feudalismo. Por este motivo, la Europa medieval recibe también las denominaciones de Cristiandad y de Europa feudal. 1. EL IMPERIO CAROLINGIO 1.1. LOS FRANCOS A finales del siglo V y comienzos del VI, los francos, pueblo germano, fueron ocupando toda la Galia. Uno de los caudillos francos , Clodoveo, eliminó a todos los que se le oponían, expulsó a los visigodos de la Galia y creó el reino franco, que se extendía desde el valle del Rin hasta los Pirineos. Los sucesores de Clodoveo fueron dejando los asuntos de gobierno en manos de los mayordomos de palacio, altos funcionarios de la corte. Con el tiempo, los mayordomos se hicieran con el control efectivo del reino. Uno de ellos, Carlos Martel, derrotó a los musulmanes en la batalla de Poitiers (732) y detuvo el avance del Islam en Europa. A su muerte, su hijo, Pipino el Breve, depuso al último rey franco y se coronó rey. El Papa, a quien Pipino había ayudado en su lucha contra los lombardos, lo aceptó como monarca. Nacía con ello la dinastía carolingia. 1.2. CARLOMAGNO (738-814) A la muerte de Pipino, el reino franco comprendía casi toda la actual Francia, Belgica, parte de Holanda y Alemania del Sur. Desde su llegada al trono, Carlos se dedicó a ampliar el territorio para recuperar el desaparecido Imperio Romano: derrotó a los lombardos en Italia; luchó contra los musulmanes en España (donde su ejército sufrió una dura derrota en Roncesvalles), conquistando Gerona y Barcelona; y se anexionó el territorio desde Germania hasta el río Danubio. El día de Navidad del año 800, el Papa coronó emperador a Carlomagno en Roma. Con esta ceremonia nació el Imperio Carolingio, que se extendía por el noreste de la Península Ibérica (Marca Hispánica), el centro y sur de Europa, desde el mar Báltico hasta el río Danubio, y por gran parte de la península itálica. 1.3. LA ORGANIZACIÓN DEL IMPERIO CAROLINGIO La capital del nuevo Imperio se situó en Aquisgrán (actual Aachen, en Alemania) . Para organizar el Palacio, Carlomagno creó un cuerpo de funcionarios (chambelán o mayordomo; mariscal; canciller y conde de palacio) y el Tribunal Palatino, que administraba justicia en nombre del emperador. Asimismo, dividió su imperio en condados (gobernados por un conde, funcionario nombrado por el emperador, con poder militar, administrativo y judicial) y marcas (zonas defensivas situadas en áreas fronterizas y gobernadas por un marqués) y, para controlarlos creó los missi dominici o inspectores de palacio, funcionarios encargados de inspeccionar los condados y las marcas de manera periódica y vigilar que cumpliesen las leyes. Aunque Carlomagno apenas sabía leer ni escribir, demostró un gran interés por la cultura. Estableció la Escuela Palatina de Aquisgrán en la capital de su imperio para formar a los hijos de los nobles, atrajo a la corte a los mejores hombres de letras de su época e impulsó un nuevo tipo de letra, la minúscula carolingia, para facilitar la redacción y lectura de todos los documentos que se generaban en la corte. 1.5. LA DESCOMPOSICIÓN DEL IMPERIO CAROLINGIO A Carlomagno le sucedió su hijo Luis el Piadoso .Tras su muerte, sus herederos se enfrentaron y dividieron el Imperio en el Tratado de Verdún (843). Como consecuencia, el Imperio carolingio desapareció y Europa quedó dividida en nuevos reinos que, lejos de una convivencia pacífica, continuarían luchando entre sí. 2. EL FEUDALISMO 2. 1. LOS ORÍGENES DEL FEUDALISMO Desde ese momento, el poder de los reyes sufrió un proceso imparable de decadencia y fragmentación. Este proceso se vio favorecido por la inseguridad creada por las llamadas segundas invasiones (ataques de normandos (vikingos), musulmanes y eslavos) y por la falta de autoridad del poder ante los nobles, quienes frecuentemente luchaban entre sí y atacaban a los campesinos libres para hacerse con sus tierras, lo que aumentaba el clima de violencia. No obstante, la única forma que tenían los reyes para gobernar y pacificar sus territorios era contar con los nobles, a quienes debía ceder tierras para asegurarse su fidelidad. Esto se hizo por medio de un sistema de relaciones personales conocido como vasallaje. 2.2. EL PACTO FEUDAL O VASALLÁTICO Según este pacto, el noble de rango superior, llamado señor, recibía bajo su protección al de rango inferior, que se convertía en su vasallo. A cambio de su fidelidad, el vasallo obtenía del señor un beneficio o feudo. La relación de dependencia que se establecía entre ambos era mutua, y si uno de ellos la rompía, se le consideraba traidor. El más importante de los señores era el rey, que tenía como vasallos a los principales nobles. A su vez, estos también establecían pactos con otros nobles de menor categoría, convirtiéndose en sus señores al entregarles feudos de menor importancia. Un señor podía tener varios vasallos, y estos, a su vez, tener los suyos propios. Así, se formaba una pirámide de fidelidades que mantenía unidos los niveles más altos de la sociedad. El acto por el cual un señor se ponía bajo la dependencia del rey o de otro señor, convirtiéndose en su vasallo se llamaba vasallaje. Constaba de dos partes: el homenaje y la investidura. La primera parte era la ceremonia del homenaje. En ella, el vasallo pronunciaba el juramento de fidelidad a su señor, por el cual le prometía consejo (consilium), ayuda militar (auxilium, es decir, acudir a ayudar a su señor cuando éste estuviese en guerra contra sus enemigos) y económica (como ayudar al pago del rescate si el señor era hecho cautivo y contribuir a los gastos del casamiento de su hija). LA CEREMONIA DEL HOMENAJE El día siete de los idus de abril, jueves, fue de nuevo prestado homenaje al conde. En primer lugar hicieron el homenaje de la siguiente manera: El conde preguntó si quería hacerse por entero vasallo suyo y él respondió: “Sí, quiero”, y juntando las manos el conde las apretó entre las suyas al mismo tiempo que quedaron ligados uno a otro por medio de un beso. En segundo lugar, el que había prestado vasallaje hizo juramento de fidelidad: “Yo prometo en mi fidelidad ser fiel de ahora en adelante al conde Guillermo y guardarle mi homenaje y defenderle contra todos, de buena fe y sin engaños. Y en tercer lugar juró sobre las reliquias de los santos. Después el conde, con una vara que tenía en la mano, dio la investidura a todos los que por medio de este pacto le habían prometido protección, rendido vasallaje y prestado juramento. M.Artola. Textos fundamentales para la historia La segunda parte era la investidura y consistía en la entrega del feudo al vasallo: feudo de tierra y el derecho de gobernarla, impartir justicia y cobrar impuestos a sus habitantes (señorío); o “feudo de bolsa”, es decir, una suma de dinero. En nombre del Señor, yo, Rogelio de Besiers, te doy en feudo a ti, Arnaldo de Corleano y a tus descendientes, y os entrego el castillo para que lo tengáis en feudo mío, salvo mi fe, mis derechos señoriales y mi justicia. Año 1138 de la Encarnación del Señor. Concesión de un feudo. Año 1138 Al principio, estas relaciones finalizaban con la muerte de una de las partes, pero, con el tiempo, se renovaban automáticamente, haciéndose hereditarias. Con ello, el verdadero poder quedaba en manos de estos señores feudales, que se transformaron en la única autoridad de los diferentes territorios del reino y se hicieron casi independientes. Debido a la inseguridad de la época, pronto se establecieron pactos similares entre los señores territoriales y los campesinos libres. Y también este caso, el señor era el más beneficiado. A cambio de su protección, el campesino se convertía en su siervo y debía obedecer las órdenes del señor, aceptar su justicia y cumplir obligaciones de todo tipo: formar parte de su ejército si entraba en guerra (auxilium); cederle parte de la cosecha; trabajar para él un número de días al año, y usar el molino, la prensa de aceite y el horno del señor, a cambio del pago de una cantidad determinada (rentas). 2.3. LA ECONOMÍA FEUDAL Como consecuencia de las guerras y las invasiones de la época, el comercio y la artesanía casi desaparecieron, por lo que la economía altomedieval era casi exclusivamente agraria. La unidad básica de esta economía era el feudo. El feudo era la extensión de tierra que el rey o un noble entregaba a su vasallo para contribuir a su mantenimiento. También había feudos eclesiásticos, bajo el señorío de un obispo o de un monasterio. El feudo incluía las tierras, las aldeas, los edificios de labranza, los aperos y, lo que era más importante, el dominio sobre los campesinos que trabajaban en él (señorío jurisdiccional). La organización del feudo El feudo se dividía en dos zonas: la reserva señorial y los mansos. - La reserva señorial era la zona reservada al señor. En ella estaban las mejores tierras de labor, que eran trabajadas por los siervos y por los campesinos del feudo de forma gratuita, como una parte de sus obligaciones. En ella estaba también el castillo donde el señor residía, así como zonas de bosque y de caza. - Los mansos eran las parcelas de terreno que el señor repartía entre los siervos del señor o campesinos libres, para que las trabajaran a cambio del pago de unas rentas, como una cosecha obtenida u otros servicios de forma gratuita (trabajar en las tierras de la reserva, cortar la leña que necesitase, limpiar los fosos del castillo, reparar los caminos …). Junto a ellas, en el feudo podían existir tierras que eran propiedad de otros campesinos libres, de la Iglesia o tierras comunales, en las que los campesinos podían recolectar frutos, leña o apacentar el ganado, previo pago de un impuesto. Además, el señor feudal poseía el derecho de jurisdicción sobre todas las tierras del feudo, ya fuesen propias o no, es decir, podía dictar órdenes y leyes, impartir justicia, controlar todos los servicios (puentes, molinos, hornos, etc), cobrar impuestos por estos servicios e imponer tributos. “Por san Juan los campesinos deben segar los prados del señor y llevar los frutos al castillo. Después deben limpiar los fosos. En agosto deben llevar a la granja la cosecha de trigo, pero no deben entrar sus gavillas hasta que el señor haya retirado su parte. En septiembre deben entregar un cerdo de cada ocho y de los más buenos […]. A comienzos del invierno deben trabajar la tierra del señor para prepararla, sembrarla y rastrillarla. Por san Andrés, un pastel; por Navidad, los pollos buenos y finos. Después, la cebada y el trigo. El domingo de Ramos deben entregar los corderos. Después deben trabajar en la herrería, ir al monte y cortar la leña para el señor y hacer con su carreta todos los transportes del señor. A eso hay que añadir, además, que el molinero del castillo, por moler el trigo del campesino, se queda con una parte del grano y otra de la harina; que para cocer el pan también hay que pagar, y que si el panadero no se lleva su parte, cuece mal el pan y lo quema.” Cuento del siglo XIII citado por J.Hunger, Historia de Verson. Caen, 1908. Vivir en el feudo En el feudo, las labores agrícolas eran la principal actividad de los campesinos. Se cultivaban cereales (trigo, centeno, cebada…), que eran el alimento principal de hombres y animales; el olivo y la vid, además de productos de huerta. La agricultura era muy poco productiva porque las técnicas que se empleaban eran muy rudimentarias: se usaba el arado romano de madera, que apenas removía la tierra; la mayoría de los instrumentos de trabajo eran de mano (azada, hoz, guadaña)y cuando la tierra se agotaba había que recurrir a la rotación bienal de cultivos o al barbecho, Los meses de trabajo más intensos eran julio, mes en el que se segaba el trigo; agosto, dedicado a los trabajos de separación del grano en la era, y septiembre, mes de la vendimia. Durante el resto del año había otros trabajos: en marzo, podar las viñas; en abril, sembrar, etc. Y a todo ello había que sumarle los trabajos para el señor: arreglar los caminos, limpiar el foso… Entre las labores propias del feudo, también eran de gran importancia el pastoreo y la crianza de animales. Abundaban los bueyes (usados como animales de tiro para carretas y arados), las ovejas, las cabras, los cerdos y las aves de corral (gallinas, patos, ocas, gansos),así como caballos para la guerra. En los siglos XII y XIII, la situación de los campesinos mejoró. En estos siglos, coincidieron varios hechos que permitieron aumentar las cosechas, y, consecuentemente, mejorar la vida de los campesinos: Una mejora en el clima, que provocó cosechas más abundantes. Comenzaron a usarse nuevas técnicas agrícolas, que permitieron el aumento de la producción: la rotación trienal de los cultivos (que permite producir dos cosechas anuales); la selección de las semillas mas pruductivas y resistentes ; el empleo del estiércol como abono ; el nuevo arado de vertedera tirado por caballos (se inventan la collera y la herradura), y la generalización de los molinos de agua para moler el cereal, más rápidos y productivos. La consecuencia fue el espectacular aumento de la producción agrícola. Al poder disponer de mayor cantidad de alimentos, la población europea creció , lo que, a su vez, provocó el poblamiento de nuevos territorios, produciéndose nuevas roturaciones (puesta en cultivo de campos hasta entonces baldíos u ocupados por bosques) y el crecimiento de las aldeas y las ciudades, que estudiaremos en el próximo tema. 2.4. LA SOCIEDAD FEUDAL 2.4.1. UNA SOCIEDAD ESTAMENTAL La sociedad feudal era una sociedad jerarquizada. Estaba dividida en estamentos, grupos sociales muy cerrados a los que se pertenecía por nacimiento, y entre los que era difícil ascender. Los estamentos eran tres: dos privilegiados , la nobleza y el clero, y uno no privilegiado, el estado llano o plebeyo. Los privilegios consistían en una serie de ventajas legales, económicas y sociales, que otorgaban a sus poseedores una posición dominante. Algunos de estos privilegios, disfrutados “[…] La ciudad de Dios, que se cree una sola, por nobleza y clero, eran: está dividida en tres órdenes: algunos - no tener la obligación de pagar ruegan, otros combaten y otros trabajan. impuestos Estos tres órdenes viven juntos y no - no realizar trabajos manuales soportarían una separación. Los servicios de - gozar de ciertos derechos judiciales uno de ellos permiten los trabajos de los - desempeñar en exclusiva ciertos cargos otros dos. Cada uno, alternativamente, en la corte o en la Administración. presta su apoyo a todos” El pueblo llano, por el contrario, carecía Aldaberón de Laón, Carmen ad Robertum regem de privilegio alguno, y la suya era una francorum (año 998) vida de miseria, trabajo y humillaciones. Según una teoría vigente durante toda la Edad Media, a cada estamento le correspondía una función en la sociedad. Para el hombre medieval, el mundo terrenal tiene que imitar al mundo celestial. Al igual que Dios manda en la jerarquía del cielo, el rey lo hace como representante de Dios en la tierra. Junto al monarca, aparece el resto de la sociedad, dividido en tres órdenes sociales, que, a imitación de los órdenes celestiales, se complementan para lograr un perfecto equilibrio:: los bellatores (los guerreros, es decir, los nobles, que defienden a la sociedad), los oratores (los que rezan por la salvación de todos, es decir, el clero) y los laboratores (los que trabajan para alimentar a los otros dos, es decir, los campesinos) La sociedad medieval estaba, por lo tanto, basada en el principio de la desigualdad y, como se consideraba que la situación que cada uno ocupaba en ella era voluntad de Dios, los más desfavorecidos no podían sino conformarse. 2.4.2 EL REY En la cúspide de la sociedad se encontraba el rey. En un sistema como el feudal, el rey era considerado como primus inter pares por los otros nobles. En teoría, el rey era la máxima autoridad política (controlaba el reino al tener bajo su dependencia directa a los grandes nobles y eclesiásticos), legislativa (elaboraba las leyes), judicial (administraba justicia), económica (acuñaba moneda y recaudaba impuestos) y militar (declaraba la guerra y dirigía el ejército formado por las mesnadas de sus nobles vasallos). Sin embargo, su poder estaba limitado a sus propios feudos, el llamado dominio real o tierras de realengo. Sólo en ellas imponía justicia y obtenía impuestos, auque, en ocasiones, podía demandar ingresos extraordinarios, como cuando se producía una guerra. Junto al rey estaba la Corte. Estaba formada por la familia del rey, servidores, guerreros, funcionarios, y por una asamblea de nobles y eclesiásticos que asesoraba al rey en los asuntos de gobierno, la Curia Regia o Consejo Real. Ni el rey ni su Corte tenían residencia fija, sino que se movían entre las distintas residencias que había en sus territorios o las de sus vasallos. 2.4.3 LA NOBLEZA Por debajo del rey se situaba la nobleza. Dentro de ella también había categorías: la alta nobleza (duques, marqueses y condes) y la baja nobleza (barones, hidalgos, caballeros). Era el estamento superior de la sociedad feudal, y función primordial era la defensa de esta sociedad, para la cual tenía que hacer la guerra. La mayor parte de los nobles eran, a la vez, señores feudales. En su señorío llegaron a tener tanto poder que actuaban como reyes: cobraban multas e impuestos, impartían justicia, El estribo comenzó a conocerse en Europa hacia el organizaban ejércitos privados, etc siglo VIII. Era una pequeña pieza de metal, madera Los caballeros formaban un grupo especial dentro de la nobleza. Eran o cuero, que permitía al jinete apoyar todo el peso de su cuerpo, afianzar la postura y evitar caídas. nobles que no poseían tierras, sino sólo su caballo y sus armas de guerra, y que se ponían al servicio de un señor feudal para poder subsistir, Su uso tuvo una enorme repercusión en la convirtiéndose en su vasallo y pasando a formar parte de su séquito. caballería medieval, al permitir al caballero atacar con mayor seguridad y resistir sin caer a la primera Debían reunir una serie de valores ( valentía, lealtad, humildad, embestida. disposición a ayudar a los indefensos…) que se convirtieron en los ideales de la nobleza y conformaron el ideal caballeresco que aparece en la literatura. El modo de vida de la nobleza Desde la infancia, los hijos de las familias nobles eran educados y entrenados como guerreros. Bajo la vigilancia de otro caballero, que se convertía en su tutor, al os 7 años, el joven entraba a su servicio primero como paje y después como escudero, iniciando entonces su formación militar. Con 21 años, su familia le costeaba un caballo y una armadura, y era nombrado caballero. A partir de ese momento, estaba disponible para formar parte de la hueste de su señor (el rey u otro noble) y luchar junto a él. Los nobles hacían la guerra para defender su territorio o enfrentarse a otros nobles, o porque tenían que ayudar al monarca o a otro señor al que debían obediencia. La guerra, si se ganaba, proporcionaba tierras y riqueza, con lo que el poder de la nobleza era cada vez mayor. En la Edad Media las mujeres, aunque fueran de familia noble, estaban sometidas a los hombres, bien el padre o el esposo. Sus estudios se limitaban al aprendizaje del latín y a tocar algún instrumento musical. Podían heredar y, en caso de ausencia de varones, hasta ser titulares de los feudos, pero no era lo habitual. Normalmente, se concertaba su matrimonio con un noble adecuado a su rango y sus tierras pasaban a engrosar el patrimonio de la familia del marido. Si no era posible un matrimonio adecuado, ingresaban en un convento. Una vez casada, la función de la mujer noble era la administración de la economía doméstica, la organización de las fiestas y banquetes y, en ausencia de su marido, dirigir la defensa del castillo si era atacado.a residencia de los nobles: el castillo La residencia de la nobleza era el castillo. Solía estar construido en piedra y era símbolo del poder del señor, asi como su residencia. También servía como refugio a la población del entorno en caso de guerra El castillo se situaba un lugar elevado y estaba guardado por sólidas murallas reforzadas con torres. Si tenía foso, sólo se podía entrar en él cuando el puente levadizo no estaba elevado. La mayoría poseían una pesada reja (rastrillo) frente a la puerta , que la protegía de los ataques enemigos. El patio del castillo era como un pueblo , con viviendas, pozo, establos, almacenes y talleres artesanales (herrería, carpintería, etc.) donde se producían los artículos necesarios para la vida cotidiana. Las principales dependencias eran la casa señorial, la capilla y la armería. La casa señorial era el edificio habitable del castillo, con una sala de recepción y la sala de la chimenea. Allí vivían el señor y su familia. En todos los castillos había una torre del homenaje, donde se refugiaban el señor y su familia a la espera de ayuda en caso de que el resto del castillo fuese conquistado. Los castillos perdieron su utilidad a finales de la Edad Media, cuando se extendió el uso de la pólvora y de la artillería. Los lujos o comodidades de los castillos eran escasos: algunos tapices para cubrir las paredes y unos cuantos muebles (mesas, bancos, arcones) y colchones, en ocasiones de paja. En una misma habitación solían dormir diversas personas de la familia, en camas con doseles y cortinas para mantener el calor. La servidumbre, la corte y los animales domésticos dormían en el suelo. En el castillo, el noble recibía a sus vasallos, conversaba con sus amigos, impartía justicia y se encargaba de recaudar tributos y alimentos que les debían entregar sus siervos. También se dedicaban a entrenar para la guerra, ejercitándose en equitación, en el uso de la lanza y de la espada. A menudo participaban en justas y torneos (batallas simuladas)o salían de caza, con ballestas o con ayuda de halcones (cetrería). En ocasiones, la rutina se rompía con la celebración de banquetes o fiestas, en los que juglares y trovadores eran los encargados de distraer a los señores y sus invitados. 2.5. EL CLERO En la Edad Media, los hombres y mujeres dedicados a la Iglesia eran el otro grupo privilegiado de la sociedad feudal. Su importancia, en un mundo marcado por la religión, estaba fuera de toda duda. La importancia de la Iglesia en la Edad Media En la Edad Media, la Iglesia se convirtió en una institución muy poderosa, pues la mayor parte de los habitantes de Europa occidental eran cristianos y tenían el sentimiento de pertenecer a una misma comunidad, la Cristiandad, con creencias comunes y ritos semejantes. La Iglesia mantenía la unidad de los creyentes, y se encargaba de fijar sus obligaciones religiosas. También prescribía la caridad, la vida virtuosa y la donación de bienes a la Iglesia al morir. Seguir estas normas servía para redimir los pecados, alcanzar la vida eterna y evitar la condena al infierno. En el terreno político, la Iglesia aconsejaba a los reyes y arbitrando en sus disputas. El Papa era el representante de Dios en la tierra, y emperadores y reyes debían respetar sus indicaciones. De no hacerlo, podían ser excomulgados, es decir, expulsados de la Iglesia, lo que permitiría a sus vasallos romper el juramento de obediencia. En el terreno social, la Iglesia ejercía una gran influencia en la sociedad: imponía obligaciones religiosas (asistir a misa, ayunar, confesar) y vigilaba el comportamiento de las personas. Además, asistía a los pobres y los enfermos, recogía a los huérfanos y ofrecía refugio a los perseguidos. La Iglesia era también una institución muy rica. Poseía inmensos feudos y, además de las rentas de siervos y campesinos que cultivaban sus tierras, cobraba a todos los cristianos el diezmo o décima parte de la cosecha para el mantenimiento del clero. También fue muy importante desde el punto de vista cultural. En sus parroquias y monasterios se guardaban y copiaban los libros que atesoraban el saber antiguo, especialmente de Grecia y Roma. Asimismo, la Iglesia organizaba la enseñanza y era, junto con la nobleza, uno de los principales mecenas para artistas de todo tipo (arquitectos, escultores, pintores…) El estamento religioso. La Iglesia era una organización jerárquica, en la que el Papa tenía una autoridad absoluta. Como representante de Dios en la Tierra, sus decretos (bulas) y sus instrucciones sobre doctrina (encíclicas) debían seguirse sin objeciones. Por debajo del papa, los prelados de mayor categoría eran los cardenales, los obispos (diócesis) y los sacerdotes (parroquia). Todos ellos constituían el clero secular, así llamado porque sus miembros realizaban su función en contacto con el resto de la sociedad (seglares). Frente a ellos, frailes, monjes y monjas constituían el clero regular, pues vivían en un convento siguiendo los dictados de una regla. Dentro del clero había grandes diferencias. Mientras los miembros del alto clero o prelados (cardenales, arzobispos, obispos y abades) gozaban de la posición y de las mismas ventajas de los nobles, el bajo clero (sacerdotes, monjes y monjas), por el contrario, vivía en condiciones humildes, compartiendo la pobreza de los campesinos. El clero secular: las parroquias La sociedad medieval era profundamente religiosa. Toda la vida de la población estaba controlada por la Iglesia, a través de la asistencia a misa, la confesión y la práctica de los sacramentos. En la mayoría de las aldeas, el único que sabía leer y escribir era el cura, y su autoridad moral era completa sobre los feligreses. La iglesia, mayor o menor, solía ser el único edificio sólidamente construido. El toque de campana era el que regulaba la vida campesina: despertaba, marcaba la hora de comer, la de dejar el trabajo, la de acudir a las misas o las asambleas, y la de avisar de posibles peligros. El clero regular: conventos y monasterios Un monasterio era un conjunto de edificios y dependencias (establo, granero, bodega…), además de huerto, molino y tierras de su propiedad. Al igual que cualquier feudo, disponía de campesinos y siervos para trabajar. El centro del monasterio era la iglesia, donde los monjes y las monjas iban a rezar varias veces al día. La oración representaba su principal actividad, ya que la vida monástica tenía como objetivo alejarse del mundo y tener un contacto directo con Dios. Quienes aspiraban a la vida monástica entraban en el monasterio y, tras un período de aprendizaje (noviciado), hacían tres votos o promesas: obediencia, pobreza y castidad, y vestían un hábito que los identificaba. Todas las órdenes religiosas estaban sometidas a una regla, es decir, un conjunto de normas que regulaban todas las actividades monásticas. En ella se establecían las horas dedicadas al rezo, a la lectura de los textos sagrados y al trabajo de cada monje o monja: copiar en el scriptorium (biblioteca) manuscritos en latín o griego, cultivar el huerto o cuidar enfermos.Hasta las actividades más sencillas, como la comida, las horas de sueño o las visitas, estaban sujetas a unos horarios y a unas normas. Durante la Edad Media existieron distintas órdenes religiosas. La más importante fue la de los benedictinos, fundada en Italia por San Benito de Nursia (siglo VI), pero también fueron importantes las de los dominicos, agustinos, franciscanos, y sus respectivas ramas femeninas. 2.6. EL ESTADO LLANO 2.6.1. LOS CAMPESINOS La inmensa mayoría de la población estaba constituida por campesinos libres y por siervos. Los campesinos libres o villanos generalmente trabajaban las tierras del señor a cambio de una renta (apenas había campesinos propietarios de sus tierras), pero no estaban sujetos a ellas: podían abandonarla, y eran libres para poder casarse o para legar sus bienes a sus hijos. Los siervos, también llamados siervos de la gleba, estaban sujetos a la tierra que trabajaban, que no podían abandonar. Si el señor vendía la propiedad, el siervo iba incluido en la venta. Asimismo, debía rendir cuentas al señor en muchas ocasiones de la vida cotidiana: debía pedirle permiso para poderse casar, enterrar un familiar o dejar en herencia sus posesiones, etc. Además, entre sus obligaciones estaban trabajar las tierras del señor y realizar una serie de prestaciones personales (cortar leña para el señor, arreglar los caminos…). Tanto unos como otros, los campesinos que vivían en un feudo estaban sometidos a la justicia del señor. En general, los nobles trataban con dureza a sus campesinos, a quienes despreciaban y consideraban una clase inferior. La vida de los campesinos La vida de los campesinos medievales era tremendamente dura. Trabajaban desde la salida hasta la puesta del sol, con instrumentos rudimentarios (arado romano, hoz, guadaña…). La vivienda campesina era pequeña y de una sola planta. Las ventanas, sin cristales, se cerraban con telas bastas o con postigos de madera para impedir la entrada de la lluvia o las corrientes de aire. El suelo era la propia tierra que, a veces, se cubría con paja. Una mesa, unos taburetes o bancos y una o dos camas eran todos los muebles de que disponía la familia. Una chimenea servía para cocinar y mantener un cierto calor. Los animales, cuando los tenían, eran guardados al anochecer en la misma vivienda, protegiéndolos y obteniendo un poco más de calor. La comida consistía en un puchero hecho con verduras al que, en ocasiones especiales, se le añadía algo de carne. Completaban su dieta un pan moreno, amasado a base de trigo, avena o centeno, y la leche, el queso y los huevos que proporcionaban alguna vaca y las gallinas de corral. 2.6.2. LA POBLACIÓN URBANA Hasta el siglo XI, las ciudades europeas estuvieron en decadencia. La mayoría no superaba unos cuantos miles de habitantes. En ellas había algunos talleres y comercios, pero apenas tenían peso en la vida económica de los reinos. El nivel de vida de los trabajadores urbanos no era mucho mejor que el de los campesinos. Trabajaban con dureza y cobraban salarios muy reducidos. Sólo algunos comerciantes, que vendían objetos de lujo, acumulaban alguna riqueza. Además, apena circulaba moneda, y muchos intercambios se realizaban por trueque, como en los mercados de las aldeas. 2.7. EL ARTE DE LA ALTA EDAD MEDIA: PRERROMÁNICO Y ROMÁNICO 2.7.1 EL ARTE PRERROMÁNICO Llamamos arte prerrománico al que se desarrolla en Europa occidental desde la caída de Roma hasta los inicios del siglo XI, es decir, el arte de los pueblos germánicos y el arte carolingio. Como los pueblos germánicos nómadas, carecían de tradición arquitectónica. Su principal aportación son los objetos suntuarios, realizados en metal, con piedras preciosas y esmaltes: fíbulas, hebillas, joyas, coronas votivas, relicarios y cálices. Por lo que se refiere al arte carolingio, Carlomagno promovió la construcción de castillos, iglesias y grandes monasterios, para que actuasen como núcleos de colonización en su imperio. En todos ellos, los arquitectos carolingios imitaron el arte romano. Sin embargo, queda muy poco: algunos restos de monasterios y la Capilla de su palacio en Aquisgrán. De sus artes plásticas destacan algunos objetos en marfil y, sobre todo, los libros miniados o iluminados, verdaderas obras de arte. 2.7.2. EL ARTE ROMÁNICO La arquitectura románica En el siglo XI surge un nuevo estilo artístico, con reminiscencias del arte romano (de ahí su nombre), pero distinto a aquel. Surge como consecuencia de la crisis del año 1000: la construcción de iglesias y monasterios fue forma en que el hombre medieval dio gracias a Dios por no destruir el mundo. Iniciado en Francia, este estilo artístico se extendió por toda Europa gracias a la expansión de las órdenes monacales y a las peregrinaciones a los lugares sagrados, como Santiago de Compostela (Camino de Santiago) Aunque quedan castillos, edificios civiles y obras de ingeniería de la época, el edificio más importante es la iglesia. Características de la iglesia románica: Horizontalidad y aspecto sólido y macizo, debido al empleo de muros gruesos realizados con sillares de piedra La planta inicialmente tenía elementos constructivos de origen romano y era de un solo brazo (planta basilical) con una o tres naves. Muy pronto se le añadió un brazo más corto, el transepto, que otorgaba a las iglesias una forma de cruz latina semejante al cuerpo de Cristo en la cruz. El lugar donde se cruzaban los dos brazos se llama crucero y se cubría normalmente con una torre, llamada cimborrio. La cabecera de la iglesia, el ábside, solía ser semicircular y, a veces, las naves laterales se prolongaban y lo rodeaban, formando la girola. En ella podía haber capillas o absidiolos. La girola es característica de las iglesias de peregrinación Para cubrir los edificios se levantaron sólidas bóvedas, que se sostenían sobre gruesos muros y enormes pilares o columnas, unidos por arcos de medio punto. Lo habitual es que la nave central (más elevada) estuviese cubierta por bóveda de cañón, y las laterales, por bóveda de arista. Para el ábside se usaba la bóveda de horno (o de cuarto de esfera). Como las bóvedas de piedra pesaban mucho, los muros que las sustentaban debían ser muy anchos, y para reforzarlos se adosaban sólidos contrafuertes a las paredes exteriores.Igualmente, se abrían muy pocos huecos en los muros y las ventanas eran estrechas y alargadas. El interior de las iglesias románicas suele ser, por lo tanto, muy oscuro, invitando al recogimiento y la reflexión. También era habitual colocar una torre-campanario en el exterior, unida a la iglesia o separada de ella, que servía para llamar a la oración o como torre de vigía. Asimismo, en los monasterios y en algunas grandes iglesias era habitual la construcción de claustros. La decoración es escasa, y se encuentre localizada generalmente en las fachadas, portadas y capiteles. En algunas ocasiones, aparecen también decoradas las ventanas y los aleros de los tejados (canecillos). El ejemplo más sobresaliente de arquitectura románica en España es la catedral de Santiago de Compostela. La escultura y la pintura románicas: enseñar y decorar. El estilo románico decoraba el interior y el exterior de las iglesias con esculturas y pinturas de carácter religioso, que tenían la función de explicar al pueblo los hechos sagrados de la Biblia. Eso era así porque, en el mundo medieval, la mayoría de la población era analfabeta y, por lo tanto, incapaz de leer por sí misma ningún libro sagrado. Así, las imágenes se convirtieron en libros donde los cristianos podían leer y aprender sobre la religión. Por eso se dice que la escultura románica es una “Biblia en piedra”. Además de su función didáctica, las pinturas y esculturas poseían una función decorativa. Escultura La escultura románica tenía una fuerte dependencia de la arquitectura, y las figuras solían adoptar las proporciones y la forma de la superficie sobre la que eran esculpidas (“ley de adaptación al marco”). En las portadas de las iglesias, se situaban esculturas en las arquivoltas que rodean el arco de la portada, en las columnas que enmarcan las puertas y, especialmente, en el tímpano o parte superior de la portada. En ellas se reproducen imágenes de Cristo y de la Virgen, escenas del Juicio Final y figuras de santos, apóstoles o profetas. También eran muy importantes los capiteles de las columnas o pilares, tanto del interior de la iglesia como de la portada o de los claustros. En la decoración de los capiteles, a los temas religiosos se añadían figuras vegetales y geométricas y escenas de la vida cotidiana. Por último, también eran abundantes las tallas religiosas en piedra o madera, policromadas en vivos colores. Se solían colocar en los altares de iglesias, monasterios o ermitas, y los principales motivos representados eran la crucifixión de Cristo, la figura de la Virgen sentada en un trono con el niño Jesús y las imágenes de santos. Todas ellas se caracterizan por su frontalidad, rigidez y ausencia de expresión. Pintura Las pinturas románicas tienen una gran fuerza expresiva, pero técnicamente son muy sencillas. Se utilizaba, esencialmente, la técnica de la pintura al fresco: sobre el muro se extendía una gruesa capa de yeso y, cuando aún estaba húmedo, se pintaba sobre él para que, al secarse, se fijasen mejor los colores. Se trazaban los dibujos, de personajes u objetos, con gruesas líneas, y el color ( generalmente colores puros, sin mezcla) se extendía uniformemente. No había ni profundidad ni volumen, y la disposición era frontal con predominio de las figuras aisladas. Los motivos más utilizados en la pintura románica eran las representaciones del Pantocrátor con el Tetramorfos (representación simbólica de los evangelistas) que se situaba en el ábside y ocupaban una posición central dentro de la iglesia. También se pintaban escenas de la Biblia, de los evangelios y de las vidas de los santos. Además de los frescos, se realizaban pinturas sobre tablas: maderas cubiertas con una fina capa de yeso. Las tablas cubrían los frontales de los altares o la cabecera de la iglesia. También tenían importancia las miniaturas, pinturas que ilustraban los libros religiosos.