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El Logro del Libre Albedrío: Una Perspectiva Budista B. Alan Wallace aborda el tema del libre albedrío: cómo el budismo se enfoca en cómo lograr mayor libertad en las elecciones que hacemos, en vez de forcejear con la problemática metafísica de si ya contamos con libre albedrío. Central a la pregunta del libre albedrío es la naturaleza de la identidad humana, y es en este sentido que la visión budista de la vacuidad y la interdependencia es verdaderamente revolucionaria. El tema del libre albedrío es algo que los filósofos occidentales, los científicos y los teólogos han estado debatiendo en occidente por más de 2,000 años. No veo ninguna solución clara a la vista. La gente aún se encuentra adoptando perspectivas muy diferentes: si, no y tal vez. En vez de evocar la pregunta ontológica, la pregunta metafísica: ¿contamos con libre albedrío?, existe una pregunta mucho más pragmática: ¿podemos lograr el libre albedrío y cómo podríamos hacerlo? E incluso podríamos preguntar: ¿hasta qué punto y en qué situaciones no somos libres de ejercer libre albedrío? EL ESPECTRO DE LA LIBERTAD Cuando nos encontramos en el sueño profundo sin sueños no estamos haciendo elecciones en absoluto. Estamos aturdidos, atontados. Cuando estamos inmersos en un sueño pero no sabemos que estamos soñando, estamos reaccionando principalmente por hábito, sin mucha libertad. Si fuéramos libres, entonces cuando encontráramos algo desagradable en el sueño simplemente diríamos: “Bueno, esto es un sueño, me voy de aquí.” Respondemos emocionalmente y en cualquier otra manera como si esto realmente se estuviera llevando a cabo en alguna realidad objetiva allá afuera. Pero, por supuesto, no es así. Así que en un sueño no lúcido en el que no sabemos que estamos soñando, estamos fundamentalmente equivocados. Dentro del estado de vigilia, cuando una persona se encuentra en coma, vegetativa, tiene Alzheimer, está senil, no se tiene mucha libertad. Debe existir un espectro entre no tener nada de libertad en absoluto y otras ocasiones en que tenemos más. ¿Cuál es el alcance de nuestra libertad cuando estamos atrapados por la ira o un poderoso deseo o adicción? No podemos simplemente despertar una mañana y decir: “Sabes, estoy cansado de estar enojado. Creo que ya no voy a hacer eso.” o “Oh, eso no parece estar funcionando muy bien como estrategia para encontrar la felicidad. Creo que mejor dejaré el deseo y el apego.” En el budismo, este problema se plantea de una manera muy dinámica. Existen momentos en que parecemos ser radicalmente libres y otros en que estamos profundamente carentes de libre albedrío. Pero ahora, ¿liberad de qué? Voy a definir al libre albedrío de una forma práctica, como la habilidad de hacer elecciones que son conducentes a apoyar y nutrir tanto nuestro propio bienestar como el de otros: nuestra propia felicidad genuina y la de los demás. ¿Qué quiero decir con felicidad genuina? La felicidad genuina es una cualidad de bienestar que viene no porque hemos encontrado algún estímulo placentero del mundo (una comida muy buena, una fragancia o incluso un pensamiento agradables), sino en cambio una cualidad de bienestar que proviene de lo que traemos al mundo, en vez de lo que obtenemos de él. SUEÑOS LÚCIDOS Y LA NATURALEZA DE LA REALIDAD La gente que ya ha tenido sueños lúcidos ya ha tenido una probada de esto. Se encontrarán inmersos en un sueño no-­‐lúcido, en su mayoría desagradable y con demasiada ansiedad. Y de repente, reconocen “¡Estoy soñando!” Es una discontinuidad radical del sueño no-­‐lúcido al sueño lúcido, el de repente darse cuenta: “¡Estoy soñando!”. De pronto están despiertos dentro del sueño. Existe una euforia que acompaña a los sueños lúcidos, una especie de dicha que surge de comprenderlo, de conocer de manera experiencial la naturaleza de la realidad que estás experimentando en el momento presente. ¡Lucidez! Y entre más a fondo comprendas la naturaleza de la realidad de ese sueño, francamente, mayor será la dicha. No es porque algo lindo te pasó en el sueño. Proviene de tu entendimiento profundo de la naturaleza del sueño. Así, el libre albedrío sería entonces algo a ser cultivado en vez de simplemente jalar nuestras barbas y preguntarnos: “¿La tengo? ¿O no la tengo? ¿La tengo? ¿O no la tengo?” ESPECTROS DE SIGNIFICADOS Aquí tenemos una declaración que extraje de las propias enseñanzas del Buda durante sus cuarenta y cinco años de enseñanza hace alrededor de 2,500 años. Él declaró: “Aquello que una persona considere y en lo que reflexione por un largo tiempo, a eso se dirigirá e inclinará su mente.” Aquello a lo que atendemos, lo que consideramos, en lo que reflexionamos, a lo que ponemos atención, ahí es a donde irá nuestra mente. Es enormemente relevante para la cuestión del libre albedrío el enfocarse en a lo que la gente realmente está poniendo atención. Los físicos observan el comportamiento carente de propósito de configuraciones inorgánicas de masa-­‐
energía. Una bola acelerando por una rampa no está tratando de llegar ahí rápidamente. No tiene un propósito. Simplemente está sucediendo. Los movimientos de los cúmulos de galaxias no cuentan con un propósito allá afuera. Éstas son configuraciones inorgánicas de masa-­‐energía que simplemente suceden. El físico observa cómo sucede y trata de encontrar patrones o leyes que podrían darle sentido a los movimientos. Ése es un espectro de la realidad. Otro espectro de la realidad es el comportamiento intencional de los organismos conscientes. Esto es a lo que los zoólogos atienden. Los animales se mueven por una razón. Observas hormigas agrupándose en torno a la miel derramada en la cocina. “¿Por qué es que la hormiga va para allá? Oh, ya veo, hay un poco de comida ahí. ¿Por qué se comporta el ave de esa manera? Oh, ya veo, está defendiendo su nido.” Existe un propósito. Eso es algo que no encuentras en los electrones o las galaxias. Los psicólogos observan el comportamiento significativo de agentes humanos. No sólo somos intencionales, sino también existe un significado para lo que hacemos: la creación del arte, por ejemplo, de la música, de la ciencia, la filosofía y la religión, así como muchas otras empresas humanas. Y finalmente, yo añadiré al espectro, a los contemplativos. Los contemplativos atienden a muchas cosas, pero un foco primario de atención es la dimensión espiritual de la existencia humana, buscando esta dimensión más trascedente de nuestra existencia, para la cual la búsqueda de la felicidad genuina es algo central. DETERMINISMO En el tiempo del Buda existían grandes pensadores, filósofos y contemplativos que abordaban estas cuestiones fundamentales de nuestra propia existencia. Y produjeron dos hipótesis: el determinismo y el indeterminismo, con varios matices. Una teoría del determinismo dice que todo lo que ocurre es debido a nuestro karma pasado. Esto es, nuestras acciones en vidas previas, lo que sea que nos esté sucediendo ahora, todo lo que nos sucede ahora: “Oh, ése es tu karma.” Tienes un matrimonio feliz, un matrimonio podrido, te enfermas, te alivias, tienes un accidente, evitas una desgracia, te vuelves rico, te vuelves pobre, un status alto, un status bajo: “Eso es tu karma.” Todo lo que está aconteciendo: “Oh, sólo es mi karma pasado.” Había aquellos que sostenían la creencia determinista de que todo se debe a la voluntad de Dios. Existe una mente maestra, un CEO del universo, que está produciendo todo el espectáculo, y todo lo que te sucede es la voluntad de Dios. Y nosotros pasivamente asentimos. “Es la voluntad de Dios. ¿Qué se le puede hacer?” Luego también: “Está en los astros. Está en el tablero de Ouija. Está en las cartas del Tarot. Está allá afuera. Simplemente sucederá.” Entonces, el determinismo, la predestinación, brota tanto en oriente como en occidente. Existen algunos neurocientíficos que dicen que todo lo que haces está predeterminado por actividad cerebral inconsciente. Cada aparente elección que haces nunca fue una elección en un principio. Lo que realmente gobierna a nuestro comportamiento, ellos dicen, es la química cerebral, las sinapsis neuronales, las dendritas, las neuronas, la activación de las células gliales, la química general del cuerpo, y los genes: nosotros sólo somos básicamente peones en el gran juego de la bioquímica. Si traemos a la física cuántica, la teoría de complejidad y la teoría del caos, tal vez todo se reduce a los movimientos aleatorios de las partículas elementales en el cerebro. El Buda examinó las múltiples interpretaciones del determinismo y las desechó todas. Primero que nada, no sabemos que ninguna de éstas sea cierta. Así que no estamos obligados a creer ninguna de ellas. En segunda, si aceptamos el determinismo, esto se llevará nuestro incentivo para evitar los comportamientos malsanos y dañinos, y se llevará nuestro incentivo de transformarnos a nosotros mismos, de buscar vidas más significativas, vidas más felices, vidas más satisfactorias. Nos convertirá en apáticos. Y eso no es algo bueno. Así que si fuera absolutamente claro que el determinismo es cierto, entonces tendríamos que morder la bala, y decir: “Ok, es cierto.” En ese caso, la apatía sería acorde a la realidad. INDETERMINISMO Si no existe el determinismo, ¿existe el indeterminismo? ¿Es que las cosas suceden sin razón alguna? ¿Es todo sólo aleatorio y caótico? ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? En otras palabras, ¿vivimos en un universo de ‘lo quieras o no’? ¿Un universo estocástico y aleatorio? El Buda rechazó eso también por razones muy pragmáticas. De nuevo, primero que nada, no sabemos que esto sea cierto. En segundo lugar, esto, también, se llevará cualquier incentivo para la responsabilidad moral. Si todo lo que haces está predeterminado, entonces simplemente no puedes ser responsable por nada tanto más como tu refrigerador es responsable por enfriarse demasiado cuando la perilla está ajustada a un nivel demasiado bajo. Y de la misma manera, si las cosas son completamente indeterminadas, sucediendo sin ninguna razón en absoluto, de nuevo simplemente no hay bases para ninguna responsabilidad moral en absoluto. Así que éstas son dos hipótesis peligrosas. El Buda rechazó ambas primariamente por motivos pragmáticos: adoptarlas como una forma de vida conlleva resultados profundamente dañinos. EL LIBRE ALBEDRÍO Y EL YO AUTÓNOMO Normalmente cuando se formula el libre albedrío alguien debe poseerlo, ¿no es así? Lo que el Buda encontró fue una completa ausencia de evidencia de cualquier yo autónomo que exista ya sea dentro o aparte de los agregados, los componentes y los procesos del cuerpo-­‐mente. En ningún lugar de esa mezcla, este nexo de interrelación causal entre cuerpo-­‐mente y ambiente, encontró el Buda evidencia alguna de que existiera un yo separado, algo que se encuentre ya sea dentro del cuerpo-­‐mente o fuera del cuerpo-­‐mente. Si no existe tal yo independiente, ¿entonces quién podría poseer un libre albedrío que opere independientemente de causas y condiciones previas? Y ahora, empecemos a realizar unos experimentos. Piensa en toronjas. ¡Unas rosas! Y conejos blancos. Y cuando sugiero esto, puedes acceder o puedes decir: “A mí no me van a dar órdenes. No habrá conejos blancos para mí. Yo voy a pensar en manzanas. Tú sigue con tu experimento de toronjas, pero yo voy a hacer lo mío. No soy parte de la manada. Yo soy un hombre de manzanas.” Tuviste alguna injerencia en el asunto. No tuviste que súbitamente pensar en toronjas, aunque tal vez lo hiciste muy fugazmente, pero si querías redirigir tu atención, a algo más, podías, ¿no es así? Así que, ¿no pareciera que sí existes como algo separado de tu cuerpo y mente? ¿Es eso una ilusión? Una gran pregunta. EL KARMA COMO UNA ACTIVIDAD VOLUNTARIA De acuerdo al budismo, tenemos una medida del libre albedrío. Podemos reflexionar en nuestras opciones: “¿Debería o no debería?” Si no podemos reflexionar en nuestras opciones en absoluto, entonces no hay una elección teniendo lugar, y entonces la cuestión de libre albedrío se disuelve completamente. Somos libres en la medida en que podamos realizar elecciones que estén bien informadas y conduzcan a nuestro bienestar y al de otros. Ésa es una medida del libre albedrío. EL CULTIVO DEL LIBRE ALBEDRÍO Otra dimensión de consciencia es postulada en el budismo. Es llamada la “mente brillantemente radiante”. Esto es algo que han descubierto contemplativos de diferentes escuelas del budismo. El Buda dice que cuando se cultiva, esta mente es enormemente flexible, no fijada en granito, no absolutamente determinada por nada: ni los genes, ni la bioquímica, ni Dios, ni el karma, ni nada más. Ésta es una nota prometedora. Él declaró: “Monjes, no conozco ningún otro proceso tan rápido para cambiar como lo es esta mente.” Cuando vamos a esta base de la cual los pensamientos, las emociones, las memorias, etc. emergen, existe un substrato que puede ser accedido a través de la meditación. Su propia naturaleza es luminosidad, hace a las apariencias manifiestas. “Esta mente es brillantemente radiante, pero está velada por impurezas adventicias.” Así que esta dimensión luminosa de la consciencia está recubierta, está oscurecida por el aferramiento conceptual, por el odio, por el deseo vehemente, y por otras aflicciones de la mente. Es decir, cuando se sondan las profundidades de la consciencia, se descubre una dimensión que no está manchada, no está contaminada, no está ocultada por estas aflicciones mentales o impurezas. Es, por naturaleza, pura. Si esto es cierto, entonces esto sugiere que la libertad puede ser alcanzada purificando a la mente de sus tendencias aflictivas y cultivando entendimientos más profundos. También sugiere que la libertad es algo que puede ser descubierto penetrando los velos del funcionamiento ordinario de nuestra psique hacia una dimensión más profunda. Los seres sintientes ordinarios no son libres. Estamos constreñidos por las aflicciones mentales, tales como el deseo vehemente, la hostilidad y la confusión. En mi opinión, eso es un hecho empírico. Algunas personas pudieran estar absolutamente obsesionadas con adquirir mucho dinero, fama, etc. En otros momentos, la mente se ve nublada por la hostilidad, la ira. ¿Dónde está la libertad? ¿Alguna vez podemos sólo chasquear los dedos y decir: “He tenido suficiente”? La mente brillantemente radiante que no está contaminada por las aflicciones es una fuente de libertad. Así la libertad no es algo que tengamos que crear sino algo que puede ser descubierto. Podemos simplemente desechar la pregunta: “¿La tenemos o no la tenemos?” y decir: “¿Cómo podemos cultivarla más?” El gran filósofo budista, contemplativo y santo indio del siglo octavo Shantideva comenta: “Una persona cuya mente está distraída vive entre los colmillos de las aflicciones mentales.” Cuando esto es diagnosticado clínicamente, es conocido como Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), una mente que se ve atrapada en un pensamiento errante tras otro, o que empieza a caer en un estupor, a estar en las nubes. En la medida en que nuestras mentes estén propensas a tales desbalances de la atención, es como si nuestro sistema inmune psicológico estuviera deshecho. Tenemos VIH de la mente. Sabes que cuando la mente se distrae y cualquier aflicción mental la domina, la aflicción probablemente nos enganchará, ¿y dónde están las defensas? Esto es algo que he venido a llamar el “trastorno obsesivo-­‐compulsivo delirante”. EL VAJRAYANA E IMAGINANDO EL FUTURO Finalmente, volteemos al Vajrayana, una dimensión más esotérica de la teoría y práctica budista. La idea básica en el budismo es que al cultivar la mente, causalmente nos movemos hacia una mayor libertad, hacia la liberación, al despertar, y un día en el futuro nos convertiremos en budas. La premisa subyacente es que cada ser sintiente tiene la capacidad de estar perfectamente iluminado, cada ser sintiente tiene la capacidad de ser libre, de verse liberado del sufrimiento y sus causas. De acuerdo a la visión filosófica del Camino Medio, el tiempo no existe inherentemente independiente a las designaciones conceptuales. Esto implica que la realidad que experimentamos en el momento presente no es simplemente presentada a nosotros. En cambio, la estamos co-­‐creando por el modo en que conceptualmente designamos aquello que estamos experimentando. Y somos libres de designarlo en las maneras que sean más conducentes a nuestro propio bienestar y el de otros. Más aún, el pasado no está inherentemente fijado en concreto. Éste, también, existe sólo en relación a designaciones conceptuales, de modo que alterando la manera en que designamos al pasado, éste nos influenciará de diferentes maneras. Cambiar nuestras actitudes y maneras de concebir el presente y el pasado es un elemento central del género del “entrenamiento mental” (lojong) de la práctica del budismo tibetano, y esto da pie a nuevas dimensiones de libertad. El budismo Vajrayana va aún más allá. Ya que el tiempo no existe de manera absoluta, entonces nuestra budeidad en el futuro no está absolutamente en el futuro. Así que en vez de esperar por ella, podemos lanzar a nuestra atención y a nuestra imaginación al futuro en el que estaremos iluminados y tomar el fruto como el sendero. De este modo, no sólo estamos influenciados por nuestro propio pasado y por el momento presente, sino nos permitimos ser influenciados por lo que aún no ha sucedido. Tomamos el fruto del sendero a la liberación como el sendero en sí mismo. E imaginamos que somos un buda, ahora mismo. ¿Por qué habríamos de detenernos ahí? Podemos transformar nuestro propio sentido de identidad. Ésta es un constructo conceptual de todos modos, así que podemos deconstruirlo y disolverlo en la vacuidad. Permite que se disuelva en la mente brillantemente radiante, esta naturaleza luminosa de la consciencia en la base más profunda de la mente. Y desde ahí podemos designarnos a nosotros mismos como budas. Esto no es simplemente un juego de la imaginación, una especie de fantasía. Dejamos ir nuestro sentido ordinario de quiénes somos, reconociendo su vacuidad de cualquier existencia inherente de su propiedad. Es simplemente un constructo conceptual, el cual ahora soltamos en la vacuidad, reemplazándolo con el “orgullo divino”. En esta práctica Vajrayana, asumimos la identidad de un buda y desarrollamos percepción pura con respecto a otros también, percibiendo todo lo que surge como expresiones de la naturaleza búdica. Esto trae mucho mayor libertad. Mucha, mucha mayor libertad. ¿QUÉ SIGNIFICARÍA TENER PERFECTO LIBRE ALBEDRÍO? Entonces, ¿quiénes somos? Esta pregunta es fundamental a toda la cuestión del libre albedrío, ya sea que lo tengamos o no, ya sea que pueda ser cultivado o no. ¿Qué significaría tener perfecto libre albedrío? Si esto es una gradiente, ¿existe alguna clase de punto final, una perfección de la libertad? Yo diría que sí. Podemos concebirla. Contamos con perfecta libertad cuando las elecciones que realizamos momento a momento, sin importar lo que surja, están motivadas por la compasión, guiadas por la sabiduría, y son justo las mejores elecciones basadas en un profundo entendimiento de lo que es verdaderamente conducente a nuestro propio florecimiento y bienestar y el de otros, para el alivio del sufrimiento, para la libertad de todos. Pero, ¿qué tanta libertad es posible? El anhelo de ser mejores personas, ser más compasivos, más solidarios, más comprensivos, más pacientes, más sabios, y tener felicidad genuina, es un impulso, una dimensión dentro de nosotros que nos deja insaciables de una manera que es tanto el aspecto más doloroso como el más prometedor de nuestra existencia, yo creo. ¿Y no es maravilloso que ya sea que se trate de sexo, comida, posesiones, fama, reputación, o el amor y la apreciación de otros, sea lo que sea, no es maravilloso que simplemente no estamos satisfechos? Porque si lo estuviéramos, nos acortaríamos muchísimo a nosotros mismos. Es esa insatisfacción que nos mueve, y nos mueve, y nos mueve. No nos deja descansar hasta que encontremos aquello que sea de mayor significado, hasta que descubramos por nosotros mismos nuestra dimensión más profunda y nuestra capacidad para la libertad, para el despertar, para la felicidad genuina. Esto es parte de una charla pública por B. Alan Wallace en Santa Bárbara en agosto del 2008. Las selecciones y la edición fueron hechas por Ven. Tenzin Chönyi. El Dr. Wallace ha sido un académico y practicante de budismo desde 1970. Es Presidente y Fundador del Instituto Santa Bárbara para los Estudios de la Consciencia y el autor de muchos libros, el más reciente de los cuales es Embracing Mind: The Common Ground of Science and Spirituality (Shambhala Publications, 2008)