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Notas sobre Manuel Belgrano y
el Rey Inca.
Por José Guillermo Godoy.
Materia: Temas de Historia Política Argentina, Siglo XIX- I.
Doctora Marcela Ternavasio.
Maestría en Historia.
Universidad Torcuato Di Tella.
2013.
A mi amigo Juan José Díaz, con quien comparto la admiración por
Manuel Belgrano aunque por motivos diferentes a los de él.
Página 2
Motivo.
En el Acta de sesión secreta del Congreso reunido en Tucumán el 6 de julio
de 1816, consta la exposición del General Manuel Belgrano en donde se explaya
sobre la conveniencia de instaurar una monarquía constitucional conducida por un
rey inca.
La historiografía ha discutidos los motivos que llevaron el creador de la
bandera nacional a formular esta propuesta.1 Mi insatisfacción ante algunas líneas
explicativa que se han brindado, es el motivo del presente artículo que trata de
aportar algunas consideraciones para una interpretación ordenada. Estas
consideraciones tratan de contextualizar el marco histórico y derivar de ellas los
dilemas y cuestiones que signaron la propuesta de Manuel Belgrano ante el
Congreso reunido en Tucumán.
Enfoque.
La figura de Manuel Belgrano está asociada, desde los inicios de la
historiografía argentina, con la independencia nacional. Existe incluso una
coincidencia entre los historiadores de que el texto que funda la historiografía
argentina es “Historia de Manuel Belgrano y la independencia argentina” de
Bartolomé Mitre2. El titulo de esta obra no es inocente y puede afirmarse además
que es fundador de una línea interpretativa que se ha caracterizado como “clásica”,
que, desde luego, no es privativa de Argentina. Antonio Annino afirma que “la
historiografía clásica”- hija de los imaginarios liberales del siglo XIX y de los
nacionalistas del XX- en su afán de construir historias patrias según los cánones de
las dos épocas, inventó el exitoso paradigma de unas naciones oprimidas que se
liberaron de la tiranía de una metrópoli colonialista. Esta perspectiva, sostiene,
“legitimó la centralidad del concepto de imperio y de la idea de que su quiebra se
1
Recientemente Araceli Bellota, del Instituto de revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano
Manuel Dorrego, ha polemizado en torno a esto en su artículo “Manuel Belgrano y el rey inca que quería
instaurar”. En la misma denuncia el hecho de que la propuesta no suele ser explicada en la enseñanza
escolar y cuando se la menciona aparece como una suerte de “delirio” que, sin embargo, y según la
autora, tenía un sólido fundamento que marcó desde el comienzo la división entre los revolucionarios.
¿Y cuál era la concepción que marcaba entonces la división en los revolucionarios? Según Bellota: “las
de quienes se proponían a romper los lazos coloniales con España y ser independientes para asociarse
con Inglaterra y la de quienes querían eliminar todas las formas de explotación, incluida la encomienda,
los obrajes, la esclavitud y también el dominio colonial. Unos pensaban en términos económicos, los
otros soñaban con modificar también la estructura social. A los primeros les bastaba el Río de la Plata.
Los segundos iban por todo el continente”. Bellota, Araceli. “Manuel Belgrano y el rey inca que quería
instaurar”. Revista el Federal. Edición 374.
2
Mitre fue, para el Historiador José Luis Romero, el “constructor de la historia de la Nación,,, alegato
irrebatible para la afirmación de nuestra existencia colectiva,,,”. Halperin Donghi caracteriza a la obra de
Mitre como un ejemplo particularmente exitoso, ponderando la historia de Belgrano en términos de
hazaña en la que la indagación erudita se combinada admirablemente con las ideas orientadoras. Citado
en Devoto, Fernando y Pagano Nora, Historia de la Historiografía Argentina. Pág. 14 y 15. Sudamericana.
Buenos Aires. 2009.
Página 3
debió a las revoluciones en la América hispánica”.3 La figura de Belgrano como
héroe en la gesta libertadora es el correlato lógico de esta trama histórica.
Interpretar el accionar de Belgrano requiere entonces reinterpretar un
contexto histórico, el de las llamadas “revoluciones hispanoamericana”. Antonio
Annino habla de una verdadera “revolución Copernicana” en la manera de pensar
los procesos históricos que llevaron a la independencia. Al respecto sostiene: “hoy
trabajamos con una mirada opuesta: consideramos que el derrumbe del orbe
hispánico fue consecuencia de la crisis de la Monarquía desencadenada por las
ilegitimas abdicaciones de Boyana en mayo de 1808”.4 Esta línea interpretativa,
que inserta los procesos emancipatorios americanos en el marco de la crisis
monárquica y hace hincapié en los factores jurídico-constitucionales para explicar
dicho proceso, es la que determinará el análisis de este escrito.5
Resumen histórico.
Los elementos que van a signar el proceso que deriva en 1810 pueden
estructurarse en tres: eclipse creciente de la Metropolí, mayor complejidad de las
Sociedades americanas y crisis monárquica de una naturaleza novedosa y
particular.
Según Halpering Donghi, el proceso de crisis monárquica comienza en 1796
cuando la monarquía católica se encuentra rehaciendo el pacto de familia. Los
pactos de familia (1733-1789) fueron tres alianzas acordadas en distintas fechas
del siglo XVIII entre las monarquías de España y Francia contra Inglaterra. La
causa principal de estos acuerdos la constituye el hecho de que España estaba
constantemente acosada por los avances británicos. A partir de 1796 se produce
un eclipse creciente de la Metrópoli. 1810 marca el fin de la resistencia española a
todas las presiones de las nuevas potencias coloniales que la habían venido
acosando desde la época de la conquista.6
Halpering Donghi describe como a partir de 1796 los súbditos se
acostumbran a tratar con un soberano que se sabe más débil, configurándose así
una delicada relación entre súbditos que se declaran sumisos pero que ponen
cuidadosamente los límites de su sumisión, y soberanos que se declaran
3
Annino, Antonio. La cuestión imperial. Los silencios del orbe hispánico. Pág. 1. Conferencia de cierre de
las XIII Jornadas Interescuelas Departamentos de Historia, Universidad Nacional de Catamarca,
septiembre 2011 (inédito).
4
Ibídem. Pág. 2.
5
Antonio Annino consiga que Tulio Halperin Donghi en “Tradición política española e ideología de
mayo”, (1961)- había ya adelantado el enfoque global. Sin embargo, la idea se quedo desaparecida.
Tanto es así que en la introducción a la segunda edición Halperin quiso decirlo explícitamente: “la
verdadera novedad del libro fue colocar a nuestra revolución de mayo en la secuencia de ascenso,
apogeo, decadencia, reforma y disolución de la monarquía española moderna {…} y que la revolución en
el Rio de la Plata es ahora un episodio en la crisis de la unidad monárquica de España. Tesis que el
mismo Halperin reitero en forma amplia en otra obra, Reforma y disolución de los imperios ibéricos,
publicada en el mismo año (1985). Esta propuesta tampoco tuvo eco aquella vez, según consigna
Annino. (Ibídem. Pág. 2).
6
Halperin Donghi, Tulio. “El momento de 1810”. Conferencia inaugural. Congreso “Entre Imperio y
Naciones: Iberoamérica y el Caribe alrededor de 1810". Fundación Juana de Vega.
Página 4
omnipotentes con plena consciencia de que no lo eran. De este modo se pudo
funcionar por mucho tiempo porque se sabía que en un futuro esta situación iba a
durar; pero a medida que comienza a eclipsarse la influencia metropolitana,
comienza a emerger a la vez la posibilidad de que el vínculo imperial termine.
Dado que el soberano necesita de sus vasallos más que antes, los vasallos
instintivamente advierten como exigir más de esa relación. Esto se hace cada vez
más marcado sobre todo porque dicho proceso también implica una adquisición
por parte de las sociedades americanas de una complejidad y madures que le
permite funcionar con mayor autonomía.7
La inserción de la crisis española en una crisis internacional dominará el
ritmo de la escena. Ante los acontecimiento ocurridos en 1808 en la Metrópoli,
Hispanoamérica parecía ofrecer una obediencia automática análoga incluso a la
que había tenido lugar un siglo antes frente a los acontecimientos de 1703 con la
Guerra de Sucesión. La guerra de sucesión sin embargo reflejaba una situación
totalmente diferente, ya que constituía un conflicto dinástico destinado a
resolverse en un campo de batalla. Desde luego, no era indiferente quien saliera
vencedor, pero nada iba a resolverse respecto de la estructura política, ya que era
bastante claro que la paz restablecería la continuidad constitucional -por un
momento quebrada- en el punto en que se había quebrado. En 1808 esto era
imposible de suponer. En 1809, y a raíz de los acontecimientos de 1808, la
autoridad que invoca el derecho a ser obedecida es una autoridad que pretende
restaurar la dinastía legítima pero no puede hablar en nombre de ella porque el
titular es prisionero.
El problema de la reubicación de la Soberanía.
Las abdicaciones de Bayona tuvieron lugar el 5 de mayo de 1808 en el
Castillo de Marracq de la ciudad francesa de Bayona. Allí los reyes Carlos IV y su
hijo Fernando VII renunciaron de manera sucesiva al trono de España en favor de
Napoleón Bonaparte, quien a continuación cedería los derechos a su hermano José
Bonaparte quien reinaría con el nombre de José I. Según Annino, de todos los
factores que pueden explicar la caída del Imperio español, es esta abdicación la
más determinante y fundamental, ya que precipitó en tres días a la monarquía a
una crisis irreversible.8 Esto producirá el problema de la reubicación de la
soberanía que será el gran tema, el gran conflicto entre América y España, y en
particular en el seno de la misma América. El contexto histórico que signará el
pensamiento y accionar de los personajes de la época –entre ellos Belgrano- estará
marcado por el dilema de cuál es el sujeto legítimo de imputación de la soberanía.
A tal punto esto es así, que Manuel Belgrano era el jefe del llamado
“carlotismo”. El carlotismo era el proyecto político para crear en el Virreinato del
7
Ibídem.
Annino, Antonio. Conferencia. “Disolución de imperios y formación de naciones en perspectiva
comparada: de España a la Unión Soviética”. Congreso “Entre Imperio y Naciones: Iberoamérica y el
Caribe alrededor de 1810". Fundación Juana de Vega.
8
Página 5
Río de la Plata una monarquía independiente cuyo titular sería la infanta Carlota
Joaquina de Borbón, hermana del rey Fernando VII de España y esposa y princesa
consorte del príncipe regente Juan de Portugal. Este programa era una solución al
problema de la legitimidad: en ausencia del rey de España, la legítima heredera era
la hija mayor de Carlos IV, Carlota Joaquina. Durante parte del siglo XVIII las
mujeres habían sido apartadas de la herencia real por la Ley Sálica importada de
Francia junto con la Casa de Borbón, pero ésta había sido anulada por la
pragmática Sanción de 1789 de Carlos IV cuando aún no había nacido Fernando y,
por consiguiente, su única heredera era aún Carlota. Belgrano mantuvo nutrida
correspondencia con ella y unió a su movimiento a muchos futuros destacados
independentistas.
José M. Portillo Valdez explica como los pueblos y provincias de la peninsula
ante la nueva situación, proceden a crear los cuerpos politicos denominados
“Juntas”, no con la idea de asumir revolucionaramiente la soberania sino
justamente de lo contrario, de conservarla para el Principe legitimo. Es por ello,
explica, que las Junta -tanto en America como en la Peninsula- aluden
permanentente al concepto de “deposito” para referirse a su relación con la
soberania. Las juntas procedian como si cada una de ellas fuera soberana, pero no
lo eran.9 En el Río de la Plata esta situación es replicada: se trata entonces de hacer
una Junta a instancia del Cabildo que efectúe una adaptación legal a esta situación
nueva. Belgrano participó en el cabildo abierto del 22 de mayo y votó por el
reemplazo del Virrey por una Junta, que fue la propuesta vencedora, de ese modo
se depuso al virrey en nombre del Rey. El 25 de mayo fue elegido vocal de la
Primera Junta de Gobierno junto con otros dos carlotistas: Castelli y Paso.
Es necesario entonces justificar este nuevo estado de situación. ¿En base a
qué las Juntas pueden ser depositarias de soberanía? Es allí donde surge el
problema de la representación. Se intenta suplir esto con la apelación a las
nociones de Nación y Pueblo. Tulio Halpering Dongui sostiene que la alusión a
Nación o a Pueblo tiene varios posibles significados precisos. François-Xavier
Guerra, por su parte, entiende que la noción de pueblo tiene el mismo significado
que en la revolución francesa desde donde dicho término se extrae. Mariano
Moreno parece justificar esta visión cuando en los primeros meses de la revolución
afirma: “la disolución de la Junta Central (..) restituyó a los pueblos la plenitud de
los poderes que nadie sino ellos mismo podían ejercer, desde que el cautiverio del
9
Portillo Valdés, José M. Crisis de la monarquía, 1808-1812. Borbones. Dinastía y memoria de la Nación
en la España del Siglo XVIII. Pág. 602. Actas del coloquio internacional celebrado en Madrid en mayo de
2000. Presentación de P Fernández Albaladejo. Marcial Pons Historia. Casa de Velázquez.
Página 6
Rey dejó acéfalo el reino y disueltos los vínculos que lo constituían centro y cabeza
del cuerpo social”.10
Portillo Valdez es claro en señalar que la alusión permanente a los pueblos
como los únicos posibles depositarios del deposito de soberania no adquiere el
significado que en otros procesos revolucionarios tiene. Los pueblos, sostiene, eran
exactamente una pluralidad de corporaciones locales y territoriales, un entramado
de instituciones tradicionales (Cabildos, ayuntamientos, juntas o cortes) y no un
conjunto de ciudadanos o una asamblea que de modo más o menos virtual lo
representaran en su conjunto. Según citado autor: “estos pueblos, ciudades y
territorios, no componían conjuntamente una persona moral con capacidad para
asumir exclusivamente la soberanía. Dicho de otro modo, no componían Nación”. 11
¿Que determina entonces que dichas Juntas depositarias de Soberanía se
conviertan en juntas revolucionarias para asumir como propia la soberanía? Una
respuesta satisfactoria la encontramos en los trabajos de François-Xavier Guerra
(1942-2002). Guerra enmarca la problemática planteada en la decisión de la Junta
Central de convocar a las Cortes y en la consulta general sobre la manera de
reunirlas y los fines de esa reunión. Allí se va oficializar el debate publico sobre la
representación que provocará, según Guerra, “la gran mutuación del sistema de
referencias de las elites hispanicas”. Debatir sobre la representacion conlleva,
entre otras cosas, un problema muy practico y urgente: ¿Qué lugar debia
concederse en la representación nacional a la España Peninsular y a la America?
Esta cuestión planteaba publica y tajantemente el problema de la igualdad entre
españoles y americanos que venía de la época de la Conquista. Según Guerra, el
rechazo práctico por parte de los peninsulares de la igualdad proclamada será la
causa esencial de la Independencia de América.12 Para los americanos, el problema
del sujeto de imputación de la soberanía seguirá abierto.
La Propuesta.
El Consejo de Estado convocado por Posadas en 1814 aprobó la propuesta
de enviar a Europa a Belgrano y Rivadavia en misión ante Fernando VII para
felicitarlo por la recuperación del trono, paralizar los preparativos de la península
para una gran expedición a América, amenguar los planes ofensivos de Abascal y
apaciguar los recelos del Brasil. En el caso que España insistiera en la
subordinación servil de las provincias, las gestiones debían ser encausadas ante
otras Cortes para sacar algún partido ventajoso que asegurase la libertad civil, sin
detenerse en aceptar tratados políticos y de comercio, ya que el fin era obtener una
10
Mariano Moreno, “Sobre el congreso convocado”, en Gazeta de Buenos Aires, 1, 6, 13, 15 de
noviembre de 1810, citado en JC. Chiaramonte, Ciudades, Provincias, Estados: Orígenes de la Nación
Argentina (1800-1846), P. 341. Biblioteca del Pensamiento Argentino. Ariel Historia.
11
Portillo Valdés, José M. obra citada. Pág. 604.
12
Guerra, François-Xavier. Modernidad e independencia. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas. Pág.
44. Editorial Mapfre. Fondo de Cultura económica. México 1992.
Página 7
protección respetable de alguna potencia de primer orden contra las tentativas
opresoras de España.
Ocupaba un lugar importante en la agenda diplomática las gestiones frente
a la nación inglesa, contemplándose incluso la posibilidad de que dicho Estado
envíe un príncipe de la Casa real -o de otra de sus aliadas- para que se corone en
esta parte del mundo bajo la constitución que fijen estos pueblos o bajo otras
formas liberales. Asimismo se ideó otra combinación, la de proponer a Carlos IV,
residente en Italia, la coronación de su hijo Francisco de Paula en el trono del Río
de la Plata. La nueva monarquía que se proponía a Carlos IV se llamaría “Reino
Unido del Río de la Plata” y abarcaría al antiguo virreinato, la presidencia de Chile y
las provincias de Puno, Arequipa y Cuzco con las costas o islas adyacentes. Todas
estas alterativas fracasaron.
Como puede notarse, el problema en torno al sujeto de imputación de la
soberania signa el viaje diplomatico. A su vez, los fracasos en las distintas opciones
que fueron apareciendo como solución a aquel problema, determinan la propuesta
que Belgrano presentará al Congreso de Tucumán a su regreso a America. Dicha La
propuesta, de instaurar una monarquia inca en las provincias del Río de la Plata,
responde sustancialmente al problema del sujeto de imputacion de soberania,
heredado de la crisis monarquica.
Existe aún dos cuestiones a dilusidar de la propuesta belgraniana: la
primera es la referente a la forma de gobierno propuesta <monarquia>, la segunda,
al hecho de que el trono sea dado a un sujeto de la familia Inca. Los motivos de la
primera están expresamente señalados en el acta secreta del 6 de julio, lo segundo
está implicito en el clima de época.
No eran ajenas a Belgrano las ideas monarquicas (de hecho años atrás habia
sido el fundador del carlotismo en el Rio de la Plata) pero sin duda su viaje
diplomatico a Europa fue determinante en su propuesta. Allí observó la feroz
hostilidad de casi todos los gobiernos europeos de entonces a los Estados
republicanos o democráticos. Se trataba de la época de la Santa Alianza en Europa.
Esto está expresado de manera categórica en el acta secreta del 6 de julio: …“había
acaecido una mutación completa de ideas en la Europa en lo respectivo a las
formas de gobierno; que como el espíritu general de las naciones en años
anteriores era republicano todo, en el día se trataba de monarquizarlo todo; que la
nación inglesa, con el grandor y majestad a que se ha elevado, no por sus armas y
riqueza, sino por una Constitución de monarquía temperada, había estimulado a
los demás a seguir su ejemplo: que la Francia la había adoptado; que el rey de
Prusia, por si mismo, y estando en el goce de su poder despótico, había hecho una
revolución en su reinado, y sujetándose a bases constitucionales iguales a las de la
nación inglesa, y que esto mismo había practicado otras naciones”.13
13
Manuel Belgrano: informe al Congreso de las Provincias Unidas sobre el establecimiento de una
Monarquía (1816). Romero, José Luis y Romero, Luis Alberto. Pensamiento Político de la emancipación.
Selección, notas y cronología. Biblioteca Ayacucho.
Página 8
La propuestas de ofrecer el trono a los descendientes de los Incas, cuyo
título probablemente hubiese correspondido a Juan Bautista Condorcanqui Túpac
Amaru único hermano sobreviviente conocido de Túpac Amaru II, tuvo la intención
de atraer la adhesión de las poblaciones de las actuales zonas andinas de Bolivia,
Perú y Ecuador al movimiento emancipatorio que se gestaba. Esto revelaba la
obstinación de la clase dirigente criolla de recuperar el alto Perú, que reconocía a
su vez causas muy profundas. Durante más de 300 años toda la económica de los
territorios, que a partir de 1776 comprenderían el virreinato del Rio de la Plata,
giró en torno a la riqueza del alto Perú. Recuperar ese baluarte respondía a un
hecho histórico, pero a la vez a factores económicos y sociales. El accionar de la
dirigencia criolla de por aquel entonces es consecuente con esa obsesión y
Belgrano es un ejemplo de ello. Como jefe del ejército del norte, en abril del 1813,
inicia una campaña hacia los territorios altoperuanos que, tras sucesivos traspiés
militares, fracasa. Incluso después de su regreso de Europa, y sancionada la
independencia, en agosto de 1816 se hizo cargo nuevamente del Ejército del Norte
pero no pudo organizar una cuarta expedición al Alto Perú como era su sueño, solo
alcanzó a enviar al teniente coronel La Madrid en una campaña menor en marzo de
1817. Recuperar en la política lo que aún no podía recuperarse en el terreno
militar, es la intención que subyace en la propuesta belgraniana del 6 julio de 1816.
Reflexiones finales.
El fracaso de los diferentes intentos de configurar en el territorio del Rio de
la Plata un gobierno de tipo monarquico –en su variante europea o inca- como
solución al problema del sujeto legitimo de imputación de la soberania, explica, en
cierta medida, el extraño fenomeno que tanto llama la atención a François-Xavier
Guerra, que consiste en el hecho singular de que cuando toda Europa había vuelto
a regímenes monárquicos e incluso absolutistas solo los países hispanoamericanos
continuaban siendo repúblicas y poseyendo constituciones y libertades modernas.
Guerra explica este fenómeno con el argumento de que al romperse el vínculo de
América con la Península también se rompe el vínculo con el rey, es decir, con la
legitimidad histórica. No quedaban entonces más vías para legitimar el poder que
la moderna soberanía del pueblo. Por eso, sostiene Guerra, toda instauración de
una Monarquía fracasará en América, aun cuando una buena parte de las elites
estuviese tentada en algunas épocas por esta solución. Reflexiona: ¿Qué
legitimidad podía tener un rey que no fuese el señor natural del reino?14
En este sentido, la propuesta de Belgrano de instaurar una monarquía Inca,
lejos de ser inoportuna, responde a las exigencias que presenta el escenario de la
época en varios aspectos. En primer lugar, soluciona el problema crucial de la
imputación de la soberania con un tipo de gobierno monarquico que representaba
entonces la forma de gobierno más aceptada. Por otro lado, busca una base de
legitimidad en la historia del territorio americano al proponer que el trono sea
14
Guerra, François-Xavier, obra citada. Pág. 51.
Página 9
detentado por una persona de la familia Inca. Por ultimo, dicha propuesta
representa un original intento de recuperar los territorios del alto Perú, base
fundamental de la economia del ex virreynato.
Fin
Página 10