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nuestra debilidad, el amor en nuestro anhelo, el sentido para
nuestras preguntas.
VER
¡HEMOS VISTO AL SEÑOR!
BUSCAR
Es una disposición necesaria. Buscar al que está vivo. Buscar
porque lo necesitamos. Buscar desde la sed que tenemos de
respuesta, de encuentro, de sentido. Buscar desde el deseo.
Buscarle. Buscarte, Dios vivo.
A veces uno anda buscando fuera de sitio. Quizás por eso es
tan difícil encontrarte. Sepulcros que pueden ser memorias difíciles,
espacios donde solo se vive en la superficie, falsas alegrías, egos
inflados…
Habitaciones pobladas por los propios demonios que a uno le
hacen sentir un poco más muerto. Lo mejor que se puede hacer es
salir de esos lugares de tiniebla y vacío, porque ahí no hay vida
posible.
En nuestra vida familiar, nuestro trabajo, nuestras relaciones…
¿Dónde estoy? ¿En lugares de vivos o de muertos?
(En un tiempo breve pensamos en qué lugares encontramos al
Señor resucitado. ¿Buscamos en el lugar oportuno o buscamos
fuera de sitio? Compartimos con el grupo)
Jesús Resucitado, sal a nuestro encuentro. Ayúdanos a creer. A
sentirte muy cerca, muy dentro, muy nuestro. Sé tú la fuerza viva en
¿Dónde te veremos? No sé si es fácil o difícil verte, Señor
Resucitado… Ciertamente es algo distinto. Pero de algún
modo estás. Esa es nuestra fe. Y esa es tu promesa. Esa es
la fuerza que movió a los discípulos. Estás y percibimos
centelleos de tu presencia. En los demás, en nuestro
corazón, en las historias pequeñas y en la historia grande. En lo que
otros nos contaron, en lo que nosotros intuimos… Apareces de
muchas formas, Señor resucitado.
resucitado
˜ APARECE LA ESPERANZA
“Llega María Magdalena anunciando
a los discípulos:
He visto al Señor y me ha dicho esto”
(Jn 20,18)
Cuando algo nos dice que la última palabra no estuvo en la cruz,
sino más allá. Cuando las bienaventuranzas se convierten en un grito
poderoso que describe y transforma las historias. Cuando las nubes
que a veces se ciernen sobre nuestras vidas no nos impiden seguir
avanzando. Cuando alguien perdona y nos recuerda que es posible
esa otra lógica tuya. Cuando en medio de las lágrimas se cuela
una sonrisa inesperada. Ahí apareces Tú.
¿Qué espero, qué deseo, por qué vivo, en qué sueño?
¿Aparecer Tú en mis sueños?
¿Soy feliz? ¿Qué me hace feliz?
˜ APARECE EL AMOR
“¿No se abrasaba nuestro corazón
mientras nos hablaba por el camino
y nos explicaba la escritura?”
(Lc 24, 32)
En gestos sencillos. En la entrega anónima de tantos hombres y
mujeres que viven para otros y me recuerdan tu evangelio. En la
fidelidad de mis gentes. En la acogida de las personas que nos
necesitamos unos a otros. En el trabajo callado que merece la pena.
En un abrazo sincero. En la visita al preso y al enfermo. En la
capacidad de dar la vida día a día sin esperar aplausos ni
reconocimientos. En la pasión por tu proyecto, que a veces nos llena
de energía y nos pone en camino una y otra vez. Ahí apareces Tú.
UN MENSAJE
Es claro, ¡Paz a vosotros! La misión encomendada también:
“Cómo el Padre me envió a mí también os envío yo a
vosotros”. Hemos de llevar las marcas de Jesús, las marcas
de una entrega a los demás. Nuestro anuncio como el suyo
será un anuncio de PAZ. No tengamos miedo, Él está con
nosotros.
˜ PAZ A VOSOTROS
¡Paz a vosotros! ¿Por qué estáis tan
asustados y por qué tenéis esas dudas en
el corazón? ¡Ved que soy yo mismo!
¿Qué hace vibrar, latir, abrasarse mi corazón?
˜ APARECE LA ALEGRÍA
“Ellos se postraron ante él
y se volvieron a Jerusalén muy
contentos”. (Lc 24, 52)
Al compartir vida, tiempo o sueños. Cuando el corazón nos dice
que no estamos solos, porque tú vienes con nosotros. Al apreciar
el valor de las cosas sencillas: un paseo, un café, unas risas… Al
trabajar codo con codo, arrimando la espalda y soñando con
mundos mejores. Cuando soy capaz de reírme de mí mismo.
Cuando percibo que me miras con ternura y me ves mejor de lo
que yo mismo me veo. Y entonces río por dentro y por fuera.
La experiencia de la Resurrección es una realidad que nos
trasciende. La conocemos por sus efectos. Esos efectos cambian la
vida: de la tristeza, el miedo, la incredulidad... a la alegría, el valor,
la fe , la gratuidad en perdón.
¿Vivo en paz y creo espacios de paz y concordia a mi alrededor?
- Reconciliándonos con todas las personas, nos damos un signos de
paz.
Padre nuestro
Jesús resucitado nos envía a dar una buena noticia. Experimentemos
la felicidad sentirnos enviados de Dios y no dejemos de anunciar de
palabra y sobre todo con la vida que Dios es amor.