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Transcript
LA INTEGRACIÓN DE RUSIA EN EL NUEVO ORDEN
ECONÓMICO MUNDIAL.
Elena Rocher Vicedo
U.I. “Formaciones Sociales en Transición”
Departamento de Economía Aplicada
Universidad de Valencia
1.- INTRODUCCIÓN.
El objeto de esta ponencia es examinar las posibilidades de la economía
rusa en relación a su integración en la economía mundial. Por ello se analizan
las características más relevantes que presenta el sector exterior ruso, y así
detectar las nuevas tendencias de especialización, factor clave que permitirá la
integración de Rusia en la DIT.
En primer lugar, las antiguas repúblicas soviéticas constituyen un
posible bloque de integración, y se contempla la evolución de las relaciones
económicas con los CEI.
En segundo lugar, se analiza el grupo de países que pertenecía al
CAME; se describe la evolución seguida por las relaciones comerciales entre
estos países tras la desintegración del bloque, marcada por un mutuo rechazo,
debido al objetivo primordial de intensificar las relaciones con Occidente y no
identificarse más con los antiguos socios.
Y en el contexto actual de formación de grandes bloques económicos en
el espacio económico global, se contempla la posible ampliación de la UE con
Rusia como miembro; se consideran las vías de integración, sus ventajas y los
inconvenientes.
En cuarto lugar, se ponen de manifiesto las potencialidades del Sudeste
Asiático, destacando los casos de China, Corea del Sur y los PRI.
Una vez examinadas estas alternativas, se opta por aconsejar la
adopción de una postura realista, acorde con las posibilidades de la economía
rusa y con sus actuales tendencias de especialización y se subraya la
importancia de la adopción de una estrategia adecuada de relaciones
exteriores para no quedarse relegado a la periferia de la economía mundial.
2
2.- EL SECTOR EXTERIOR RUSO.
Tras la desintegración de la URSS y el aparición de nuevos estados
soberanos en el territorio de la ex-Unión Soviética, el sector exterior y las
relaciones comerciales con el resto del mundo han pasado a un primer plano
en el proceso de transición en que están inmersas las ex-repúblicas soviéticas,
entre ellas, Rusia. Esto ha supuesto para Rusia un cambio en su dependencia
del mercado exterior. La apertura del comercio exterior es el camino hacia la
integración en la DIT vía comercio internacional, lo cual convierte al sector
exterior en un factor clave para el crecimiento económico y, tal vez, constituya
una posible salida a la crisis en que se haya inmersa actualmente.
Desde que el sector exterior ruso se liberalizó, las cifras muestran que
el volumen total del comercio exterior ruso se ha contraído en un 43% (período
1992-1994): el comercio con países no pertenecientes a la antigua Unión
Soviética disminuyó aproximadamente un 8%; con los CEI, un 50% en 1992 y
1993, y un 40% más en 1994 (Obolenskii, 1995); reducción que se ha dado
junto con un creciente superávit comercial: 6400 millones de dólares en 1991,
5400 millones de dólares en 1992, 17500 millones de dólares en 1993, 21800
millones de dólares en 1994, y el saldo continuaba siendo favorable en el
primer semestre de 1995 (OCDE, 1995. Cifras que no contienen el comercio
con los Nuevos Estados Independientes.).
La estructura de exportaciones e importaciones que presenta el sector
exterior ruso es válida a corto plazo como fuente de financiación generadora
de divisas que permitan cubrir el servicio de la deuda externa, pues las
tendencias de especialización que se están gestando reflejan un incremento
cada vez mayor de energía y materias primas sobre el total de exportaciones, y
una caída de las exportaciones de maquinaria y bienes de equipo, que sólo
representaban un 5,5% en 1994 junto con elementos de transporte. En cuanto
a las importaciones, han experimentado una reducción continuada debido a
factores de la crisis interna como el estrangulamiento industrial, que se ha
manifestado en una caída drástica de las importaciones de maquinaria, bienes
de equipo y tecnología, necesarias para reactivar el sector de las
3
manufacturas. La caída en la demanda efectiva interna ha propiciado a su vez
una caída en las importaciones de bienes de consumo (té, azúcar, aceite,
grano, detergentes,... productos básicos).
De modo que estamos ante un deterioro de la estructura de las
exportaciones. El incremento de la participación de la energía y materias
primas en el total de exportaciones consolidaría a largo plazo un sector
exterior característico de un país periférico, que se vería enormemente
afectado por las fluctuaciones que se produjeran en los precios de estos
productos. De hecho, sus precios han caído al nivel de los precios mundiales,
así que el aumento de la participación de estos productos en el total de
exportaciones se ha debido al incremento de cantidades físicas, y no al de los
precios.
El sector energético se perfila como el sector clave por el que cualquier
reestructuración del sector exterior debe pasar. No obstante, este sector
también presenta graves problemas productivos que ocasionan la reducción de
las exportaciones de petróleo. Esta tendencia se debe a una caída en el
volumen de extracción, a la obsolescencia técnica, a la falta de liquidez
financiera para llevar a cabo las distintas transformaciones, a problemas en el
transporte de petróleo relacionados con la capacidad de los oleoductos. Esto
mermaría la capacidad para seguir teniendo superávits comerciales, y más si
se tiene en cuenta que al ser la principal partida exportadora apenas podría
compensarse con otra partida, al menos a medio plazo: un incremento de la
cantidad
física
de
otras
materias
primas,
mediante
el
recurso
al
desabastecimiento de los CEI es una posibilidad que está agotada, y sólo
sería posible reduciendo el consumo interno.
Por otro lado, satisfacer la demanda de nuevos mercados puede
originar cambios en la estructura de las exportaciones en favor de ramas no
conectadas directamente con la extracción de recursos naturales, como la
metalurgia y la industria química, lo cual se ha empezado a notar a principios
de 1994: la participación de productos derivados del hierro y de la metalurgia
(no del hierro) se está doblando.
En cuanto a las exportaciones con un elevado componente tecnológico,
especialmente armas, materiales fisionables y productos y servicios de la
4
industria aeroespacial, el mercado internacional está muy regulado política y
económicamente y resulta muy difícil la venta de tal tipo de productos. El
mercado tradicional de armas se ha comprimido y la cuota de mercado rusa se
ha reducido.
A corto plazo, esta estructura del sector exterior ruso permite la
obtención de ingresos (procedentes de las exportaciones de energía y
materias primas) que son necesarios para generar divisas que posibiliten las
importaciones necesarias en el proceso de reorganización industrial, acumular
recursos para acometer una política inversora y la reorganización estructural
del potencial exportador, seguir pagando la deuda externa así como las
obligaciones financieras con bancos comerciales extranjeros. Pero, como ya
se ha apuntado anteriormente, esos ingresos dependen de las fluctuaciones
de los precios mundiales y la futura evolución del sector energético, en la que
la ayuda occidental en forma de tecnología e inversión directa es fundamental.
Este sector atrae la atención de las compañías occidentales al ser un sector
estratégico y con gran potencial; las compañías anuncian grandes cifras a
invertir que no llegan a realizarse por las condiciones de inestabilidad
económica y política.
Sin embargo, a largo plazo son necesarias profundas reformas y
transformaciones estructurales de la política exterior para asegurar una
incorporación ventajosa de Rusia en la economía mundial, pues el intercambio
de materias primas y energía por maquinaria y productos agroalimentarios no
se corresponde con el potencial económico de Rusia. Políticas de apoyo a la
exportación, dedicar el superávit comercial a orientar la producción hacia
actividades exportadoras, potenciar las exportaciones de manufacturas, es
decir, emprender grandes cambios en la estructura industrial, con todas las
dificultades y enfrentamientos que ello conllevaría con determinados grupos de
interés.
Asegurar esta integración en el comercio internacional pasa por una
amplia diversificación del potencial exportador, estimular la competitividad de
los productos rusos y asumir la necesidad de llevar a cabo los cambios
necesarios, objetivos sólo posibles en un clima de estabilidad política.
5
3.- RUSIA Y LA CEI.
Tras la desintegración del COMECON y de la antigua Unión Soviética,
restablecer y mejorar las relaciones con los estados de la CEI y los PECO es
fundamental para que Rusia ocupe un papel importante en la nueva DIT.
La DIT a que Rusia tiene que adaptarse es sustancialmente distinta a la
división del trabajo impuesta por la planificación socialista. Ésta partía de una
división territorial y altamente especializada de la producción que se
manifestaba en un elevado grado de concentración industrial en un número
limitado de gigantescos complejos industriales, intentando así aprovechar las
economías de escala. Funcionó con un mecanismo autónomo de formación de
precios totalmente al margen de los precios mundiales, lo cual ha mermado la
capacidad de las empresas estatales para competir a nivel internacional, por lo
que reaccionan resistiéndose a cualquier reajuste estructural y sectorial,
problema que remite a la ya mencionada necesidad de reestructuración del
sector exterior.
Esta peculiar división del trabajo ha estado vigente durante muchos
años y supuso la existencia de un único espacio económico: la URSS. Aparte
de una función económica, fundamentalmente de complementariedad, también
realizó una función política, sirvió para evitar la separación de dichos estados.
Era un sistema altamente integrado, con una única red de comunicaciones e
infraestructura y una tecnología y standards comunes, reforzando así el
carácter de complementariedad del sistema.
Entre Rusia y la CEI hay pues una fuerte interdependencia,
sobradamente comprobada; por ello, tras la desintegración de la URSS, se
observan dos tendencias: por una parte, dicha interdependencia derivada de la
estructura industrial heredada de la planificación centralizada aún subsiste y,
por otro lado, la descomposición del comercio entre repúblicas que se daba
bajo la planificación está cambiando, reduciéndose el grado de especialización
y dando lugar a un dramático cambio en la división del trabajo, que ha causado
una drástica caída en el comercio.
6
Desde la disolución oficial de la URSS en 1991, las relaciones
comerciales entre las antiguas repúblicas soviéticas se han ido debilitando. Es
importante conservar esos mercados porque el comercio con los CEI supone
casi un 60% aproximadamente del comercio total (47% CEI, 10% los estados
bálticos, Georgia y Azerbaijan).
La desintegración de la URSS dejó a Rusia con más del 62% del capital
productivo, el 66% de la producción industrial, más del 70% de los productos
ofrecidos por la URSS al mercado mundial y con la mayor parte del potencial
científico y tecnológico.(Barkovskii et al., 1994); aunque también redujo a la
mitad la capacidad productiva de la industria de bienes de equipo y maquinaria
en los países de la CEI, disminuyó más de un tercio el consumo en Rusia y le
privó del acceso a algunas fuentes de materias primas , productos primarios
básicos, a los principales puertos, oleoductos y demás infraestructuras y
canales
de
distribución
imprescindibles
para
llegar
a
los
mercados
occidentales. Se interrumpió la distribución y provisión de materias primas ,
energía, etc.,...entre unas repúblicas y otras; al desintegrarse el complejo
económico, algunas repúblicas se convirtieron en productores monopolistas de
bienes intermedios y equipamiento necesarios para otras repúblicas, o en
únicos propietarios de algunos bienes semiacabados y materias primas.
Rusia se quedó con la mayor parte de las reservas petrolíferas y de gas
natural y, por tanto, se convirtió en una pieza clave del desarrollo económico
del resto de ex-republicas soviéticas como primer proveedor de petróleo,
consolidándose de este modo la interdependencia mutua entre Rusia y la CEI,
intercambiando productos energéticos por alimentos (carne, cereales, aceite) y
materias primas, fruto de la complementariedad del antiguo sistema socialista.
Poco a poco se están recuperando las relaciones con esos estados,
pero el proceso no está exento de problemas. Empezando por las continuas
disputas por la infraestructura (acceso a puertos, paso por oleoductos); la
crisis de los impagos y la deuda externa (Rusia es acreedor neto de la mayoría
de los estados de la CEI por la cuestión energética) agravada por la no
convertibilidad del rublo y el debate sobre la posible creación de una nueva
área del rublo frente al la aparición de distintas monedas nacionales tras la
liquidación
del
rublo.
La
proliferación
7
de
acuerdos
bilaterales
intergubernamentales para cubrir el vacío existente tras la desaparición de la
URSS y la paulatina aparición de trabas al comercio deterioran estas
relaciones. Factores políticos que se resumen en la oposición a la hegemonía
rusa en la zona, como la reticencia por parte de los CEI al mantenimiento de la
antigua estructura del comercio, los nacionalismos
y el ansia de
independencia política. Además, la cooperación con Rusia ofrece poco
atractivo por los problemas técnicos del sector petrolífero, la obsolescencia
técnica y la poca calidad de los productos.
No obstante, frente a todo ello, persiste la tendencia a corto y medio
plazo de mantener la estructura productiva y reproducir las antiguas relaciones
económicas: la producción les satisface mutuamente y es a un precio más
asequible que la proveniente de los países capitalistas. Y hay más razones
para intensificar las relaciones con estos países, razones de “seguridad
económica”, para paliar los efectos negativos (ya citados) de la desintegracion
de la URSS, como recuperar y asegurar el acceso a los mercados occidentales
vía infraestructura (puertos, oleoductos), evitar un efecto “desviación de
comercio” que desplace a Rusia de su posición actual entre los CEI, lo cual
sucedería si, por ejemplo, estos intensificaran sus relaciones con los PED o
con los NICs, o con los países desarrollados, en detrimento de sus
intercambios con Rusia.
Rusia es clave en la zona por sus exportaciones de petróleo, pero si
disminuyeran las necesidades de consumo de energía, o las repúblicas
importadoras cambiaran de proveedores, Rusia se vería gravemente
perjudicada.
Y si el comercio intra-CEI continuara colapsándose, las repúblicas
empezarán a desviar sus importaciones de Rusia al resto del mundo, como de
hecho ya ha sucedido con Ucrania y sus importaciones de petróleo e , incluso,
algunos CEI podrían emerger como exportadores de materias primas,
compitiendo con Rusia (Azerbaijan con petróleo, Turkmenistan con gas
natural, Uzbekistan con algodón y oro).
Estos mercados son actualmente los más importantes para los
productos rusos porque son sus mercados tradicionales, donde son
competitivos y suponen la mitad de los ingresos por comercio exterior, pero es
8
que además, las materias primas y otros componentes importados de las
repúblicas no pueden ser reemplazados inmediatamente por producción
doméstica o por importaciones del Tercer Mundo. Las posibilidades para los
productos rusos de conseguir nuevos mercados son muy escasas ya que no
pueden competir con los productos occidentales.
En septiembre de 1993, se firmó un tratado para la Unión Económica
entre los CEI. Y un año más tarde, las ex-repúblicas soviéticas firmaron un
acuerdo orientado a promover una efectiva integración económica, consistente
en crear una unión de pagos y un Comité Interestatal Económico de la Unión
Monetaria, apoyado por todos los miembros de la CEI excepto Turkmenystan.
Proceso gradual, en etapas, a largo plazo: una primera etapa zona de libre
comercio, posteriormente una unión aduanera, y, finalmente, un mercado
común con libre circulación de bienes, capitales y mano de obra, unión
monetaria,...Dicho acuerdo ha tenido a corto plazo poca incidencia, pues las
relaciones comerciales siguen fundamentándose sobre el bilateralismo. No
obstante, ha contribuido a una paulatina liberalización del comercio. El
acuerdo refleja el mutuo interés : Rusia no quiere perder mercados y, el resto
de la CEI pretende asegurarse el acceso y el suministro de energía y materias
primas en el mercado ruso.
Por otra parte, Rusia no puede sustraerse a las tendencias de la
economías mundial a la formación de áreas económicas integradas en mayor o
menor grado, y más cuando se le presenta una en la que podría ocupar una
posición predominante en comparación con lo que le ofrecen el resto de
bloques.
Esta unión económica debe construirse gradualmente, ir restableciendo
los lazos comerciales, coordinando las políticas económicas, las legislaciones,
etc. para llegar a todo lo que supone un mercado común. Este proceso pasa
por un programa conjunto de acciones que ayude a las economías a salir de la
crisis, superar el estrangulamiento industrial, llevar a cabo las pertinentes
reformas de mercado y restaurar los lazos económicos y cooperativos entre los
miembros. Para ello deberán realizarse reformas estructurales, cambio
tecnológico, renovación del equipo y de la capacidad productiva, todo lo cual
requiere enormes inversiones y, también, una voluntad de cooperación, de
9
coordinación mutua de intereses; estabilidad política en la zona, para lo que
Rusia debería adoptar una actitud de flexibilidad en sus relaciones con otras
repúblicas, evitar tomar decisiones supranacionales, pero el resto de
repúblicas deberían asumir a su vez el carácter transnacional de algunas
cuestiones, como los problemas con la infraestructura. Se trataría de una unión
puramente económica, sin inmiscuirse en la esfera política, que aglutinara los
intereses económicos. No tendría por qué asumir la misma forma que la UE.
Nuevas formas de integración se están dando en la esfera productiva, a
nivel sectorial e industrial, entre estados, acuerdos entre empresas, basadas
en la cooperación en proyectos industriales (tecnología, comunicaciones,
energía eléctrica, ecología,...), y reflejan una voluntad efectiva de cooperación,
por ejemplo, la Zona de cooperación económica del Mar Negro, creada en
junio de 1992, que trabaja en proyectos de infraestructura apelando a la
iniciativa privada. Esa parece ser la forma que adoptará la unión económica en
la zona, que además resulta muy atractiva para atraer capital financiero,
humano y know-how occidental. Rusia, con su potencial científico, tecnológico
y humano tiene en estas formas de cooperación una gran oportunidad para
modernizarse en cuestiones tecnológicas y encaminarse hacia una posible
especialización en productos de alto contenido tecnológico (a largo plazo) y
asegurarse en un futuro una posición más ventajosa en la DIT.
4.-RUSIA Y LOS PAÍSES DEL CAEM.
El CAEM era una unión económica que desde 1949 regía los
intercambios comerciales entre los países del Este. Fruto de la planificación
centralizada, fue concebido bajo una peculiar DIT, una división socialista del
trabajo, basada en relaciones de complementariedad económica, al margen de
la especialización según las ventajas comparativas de cada país y aislada de
la economía mundial por la no convertibilidad del rublo. Estuvo vigente hasta
1990, momento en que se disolvió oficialmente.
Esta división socialista del trabajo originó una realidad diferente a la que
se pretendía, hasta que llegó un momento en que el CAEM era más bien un
10
obstáculo y su desaparición pasó a ser una condición indispensable para
progresar en las reformas económicas y políticas, para alcanzar una inserción
exterior sólida en el escenario internacional. La división socialista del trabajo
agotó sus posibilidades y alcanzó el límite; seguir manteniéndola implicaba
costes muy significativos: un aparato productivo obsoleto, el progresivo
deterioro en la calidad y cantidad de los productos, la dificultad para asegurar
el suministro de ciertos inputs estratégicos (energéticos), el choque con los
intentos reformistas, los crecientes desembolsos en divisas fuertes que debían
efectuarse para financiar la participación en proyectos de especialización e
integración económica y para atender la demanda regional en productos
modernos.
La complementariedad se llevaba a cabo mediante acuerdos de
especialización de la producción (que no se basaban en ventajas
comparativas); sectores como la industria química, la industria del automóvil
(camiones y autobuses) y la informática son sectores donde la especialización
intra-CAEM ha sido importante. La URSS (Rusia) exportaba materias primas y
energía (petróleo y gas) al resto de países del CAEM, e importaba productos
industriales (maquinaria y equipamiento de países como Checoslovaquia) y
agrícolas (de Bulgaria y Hungría, por ejemplo). El mantenimiento de este
modelo de cooperación no suponía únicamente beneficios para Rusia, ya que
los productos recibidos eran de más baja calidad que los de los mercados
occidentales, y Rusia salía perjudicada por el coste de oportunidad que
suponía exportar petróleo a sus socios del CAEM a precios inferiores al
mundial, subvencionándolos permanentemente, además de otros costes
indirectos como desviar presupuesto de otros sectores decisivos para la
modernización del tejido productivo hacia el sector energético para cubrir sus
altos costes de extracción, almacenamiento y transporte.
La complementariedad del sistema acabó degenerando en una fuerte
dependencia mutua, p.e.:Rusia representaba de 65% a 75% del comercio de la
zona con la URSS (80% de las exportaciones soviéticas totales y 60% de las
importaciones, en 1991), y en 1989, los PECO dependían un 70-80% de la
URSS (de Rusia principalmente) en sus importaciones de petróleo, y 95-100%
para las de gas.(Céline Bayou, 1995).
11
A pesar de esa dependencia energética y por todas las razones
explicadas anteriormente, el comercio entre Rusia con sus antiguos socios ha
ido deteriorándose desde los tiempos previos a la disolución oficial del CAEM;
la mayor parte de los PECO comenzaron a firmar acuerdos bilaterales para
mantener un cierto nivel de intercambios con algunas repúblicas soviéticas,
eran acuerdos de trueque, de compensación o de clearing, lo cual no impidió
que el volumen de intercambios ex-URSS-PECO cayera de un 30% en 1990
respecto al año anterior a cerca de 60% en 1991 ( Céline Bayou, 1995) y
siguiera cayendo en 1992.
Las tendencias actuales en la zona reflejan la vuelta a un bilateralismo
intenso, basado en la mutua compensación, en las relaciones económicas
entre los antiguos países del bloque comunista, que contribuye al deterioro en
los intercambios entre Rusia y los PECO; así, los PECO representaban en
1991 un 34% en los intercambios totales de Rusia, frente a un 12% en 1993.
(Céline Bayou,1995).
La estructura global por productos de los intercambios subsiste (por la
naturaleza de la división socialista del trabajo y la interdependencia que creó),
aunque los de productos agrícolas se ha reducido, así como las
construcciones mecánicas (debido a las reestructuraciones industriales y la
caída de la producción), y los bienes de consumo, ya que los consumidores
prefieren los bienes occidentales.
La división socialista del trabajo está siendo sustituida por otra DIT
basada en las ventajas comparativas de cada uno a través de un proceso largo
y costoso en el que tendrán que encontrar la forma de integrarse en la
economía mundial, y ahí radica la ventaja de Rusia, en la dependencia
energética de sus antiguos socios. Ése sería el camino para lograr una
posición privilegiada en la relación con estos países. Pero Rusia afronta dos
problemas: los PECO son reacios a intensificar relaciones con Rusia ya que
no quieren ser identificados con el antiguo orden, y en cambio persiguen el
mito de una integración rápida con Occidente, actitud que ha provocado una
clara desviación de comercio por parte de los CAEM en favor de los países
desarrollados occidentales.
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A estos problemas hay que añadir los de la deuda y la cuestión
energética: las disputas por la infraestructura, los canales de distribución de la
energía (gas, petróleo,...), pues la mayor parte de los oleoductos pasan por los
PECO, es la vía al mercado occidental, y, por otra parte, estos países están
desviando sus importaciones de petróleo de Rusia al resto del mundo; p.e.:el
85% de las importaciones de petróleo que hace Rumanía son de origen no
ruso (de Irán y de compañías occidentales); Bulgaria, de Irán y Libia; Polonia,
de Gran Bretaña y Noruega; Hungría, de Kazakhastan, ejemplo que confirma a
algunas ex-repúblicas soviéticas como futuros competidores. Es un efecto
desviación de comercio.
La cooperación económica con los PECO es básica, pues son el puente
hacia Europa Occidental y sus mercados, además de los principales
proveedores de bienes de consumo y equipamiento. No obstante, una unión
económica que reconstruya el bloque no es la solución más adecuada porque
los PECO están mucho más interesados en la UE. Mantener esos mercados es
importante porque es donde los productos rusos son más fácilmente
comercializables dada la relación histórica que une a esos países; al mismo
tiempo debería tratar de conseguir mayor calidad en sus productos para poder
alcanzar los standard de calidad requeridos en los mercados occidentales.
El sector energético es la mejor baza que posee Rusia para consolidar
una posición favorable en la zona por la dependencia energética de sus exsocios, sin embargo, debe hacer atractiva esta dependencia y elevar la calidad
de este bien, y aquí es donde nuevas formas de cooperación entran en
escena.
Se están creando efectivamente redes de cooperación entre los
antiguos países del CAEM y Rusia a diversos niveles, manifestándose de esta
manera una voluntad de cooperación y ayuda común: el Consejo de
cooperación internacional ( coordinación en materias de organización de ferias
comerciales, formación e intercambio de información); la Eurorregión de los
Cárpatos (cooperación directa entre colectivos locales, organización de ferias
comerciales, investigación); el Consejo del Báltico (cooperación en materia
económica, cultural, medioambiental, transportes, comunicaciones), en la que
Rusia está especialmente interesada para promocionar las relaciones de
13
algunas regiones rusas; la Zona de Cooperación del Mar Negro (llevar a cabo
proyectos concernientes a infraestructuras apelando a la iniciativa privada).
Acuerdos entre empresas, entre regiones, entre estados, etc. son formas de
cooperación que no conducen necesariamente a una unión económica tal y
como se concibe actualmente, pero que resultan especialmente atractivas para
la inversión extranjera, y ayudarían a la estabilización y reestructuración de la
economía en esos países, factor fundamental para la integración de cualquier
país en la economía mundial.
5.- RUSIA Y LA OPCIÓN OCCIDENTAL: LA UNIÓN EUROPEA.
Rusia ha sido tradicionalmente el puente entre Europa y Asia, ubicada
privilegiadamente entre la UE y las boyantes economías del Pacífico asiático.
Históricamente, Rusia ha estado más vinculada a Europa Occidental, que
hasta hoy supone casi la mitad del comercio exterior ruso con un balance
tradicionalmente positivo (no se incluyen los países de la CEI) y, a su vez,
Rusia es el quinto socio comercial de la UE, tras Estados Unidos , Suiza y
China.
Alemania es el principal socio comercial de Rusia tanto en la UE como
en el mundo y líder también en todos los aspectos de las relaciones exteriores
con Rusia. Le siguen Italia, Gran Bretaña y Francia. Finlandia es un socio
nada despreciable, que podría convertirse en el puente entre Rusia y la UE a
través de formas de cooperación en proyectos empresariales conjuntos, zonas
de libre comercio en territorios fronterizos, etc.
En junio de 1994 se firmó un Acuerdo de asociación y cooperación en
Corfú; describe el entramado legal para el comercio de bienes y servicios e
inversiones extranjeras, que será revisado en 1998 para determinar si puede
establecerse un régimen de libre comercio entre la UE y Rusia. No obstante,
los productos rusos sufren un boicot por parte de algunos países de la UE, así
como la amenaza de controles voluntarios a la exportación.
La postura de la UE hacia la admisión de Rusia como miembro no es
muy clara. No se desea la competencia de Rusia en sectores estratégicos
14
altamente subsidiados (uranio y acero) y en la producción petrolífera. Esta
actitud se hace extensiva a la mayoría de los países de Europa del Este; la
orientación inicial de la CE hacia el Este en 1989, pasaba en primer lugar por
una integración paulatina de Europa Central mediante inversiones en
infraestructura que mantuviesen su demanda interna en el período de
transición que absorbiera el excedente de la oferta de las economías
comunitarias y, en segundo lugar, ayudas directas a Rusia para el repliegue
de sus tropas estacionadas en Europa Central.
La integración de Rusia en la UE podría hacerse mediante dos vías: a
través de sus ventajas comparativas y vía cooperación intraindustrial.
La primera opción presenta los problemas que se han visto
anteriormente: Rusia es abundante en recursos naturales y energía, y posee
mano de obra barata y cualificada, mientras que
la UE es abundante en
capital y alta tecnología y posee ventajas comparativas en servicios. Promover
las ventajas comparativas de Rusia significaría afectar a sectores muy
protegidos dentro de la UE y competir con los países del Sur de la UE
(España, Portugal, Grecia). La UE considera que esta opción amenaza sus
propios intereses económicos.
La otra vía se caracteriza por una división del trabajo a nivel
microeconómico, economías de escala y diferenciación de producto. La mano
de obra cualificada sería el factor clave en este caso, pero el stock de capital
no es el adecuado para este tipo de especialización. La inversión privada sería
la solución para renovar todo ese capital porque el presupuesto de la UE y de
las organizaciones internacionales es limitado, pero no inversión privada
oportunista,
sino
productiva,
para
reestructurar,
enseñar,
suministrar
información sobre el mercado y sus instituciones.
Existen otras formas de integración en la DIT de la UE (Peter Gowan,
1995):
-como tecnologías de segundo nivel para el mercado mundial, a imagen y
semejanza del Este Asiático. Una forma de producir bajo licencia mientras las
tecnologías punteras se desarrollan en Occidente. Podría llegar a tener éxito y
crear la fuerza tecnológica e industrial en algunos sectores que permitiera a la
economía entrar a formar parte de la producción occidental, pero la tendencia
15
es que se establezcan las propias fábricas subsidiarias en estos países.
Además, los países occidentales no están dispuestos a reconstruir las
industrias del Este, con lo que subsistiría toda la problemática derivada de la
necesidad de reestructuración industrial. La atracción de capital extranjero es
fundamental en este caso, que a su vez depende de la estabilidad política y la
situación económica, lo cual no se corresponde con el caso ruso.
-economías de subcontratación. Si las empresas de los países occidentales
utilizaran empresas subcontratadas en Rusia, las empresas rusas se
beneficiarían de la tecnología y personal cualificado extranjeros. Esta opción
atraería más inversión extranjera en infraestructuras, pero acarrearía gastos y
conllevaría una reestructuración en Occidente porque este modelo funciona
para productos ya en circulación más que para nuevos productos.
-acuerdos de lazos de ensamblaje en los ciclos de producción de las
multinacionales
de
la
Europa
Occidental.
Las
multinacionales
se
aprovecharían así de los bajos costes laborales y de las ventajas fiscales que
ofrece la legislación rusa con el objetivo de mejorar su propia competitividad
en los mercados internacionales. Esto conllevaría pocos efectos positivos para
el resto de la economía.
-dominación parasitaria. Supone una economía débil, con una considerable
deuda externa, inversiones especulativas, un sistema totalmente privatizado
que ha permitido el de grandes fortunas por parte de unos pocos con la ayuda
de capital occidental, en fin, una estructura muy compatible con el caso
anterior.
La integración con la UE no ofrece perspectivas muy halagüeñas para
Rusia, y tampoco acaba de definir su posición respecto a su incorporación en
un futuro, mientras que se decanta claramente por otros países de la Europa
Central. No aprovecharía todo el potencial de la economía rusa.
6.- LA ALTERNATIVA: RUSIA Y EL SUDESTE ASIÁTICO.
La parte de Rusia que está en el continente asiático es la más rica en
recursos naturales: la región del Extremo-Oriente ruso, sobre el océano Glacial
16
Ártico y el Pacífico, vecina de China, Japón, Estados Unidos y de las dos
Coreas; por donde pasan las vías de transporte más cortas entre Europa
Occidental y la región del Pacífico Asiático, situación extremadamente
favorable para el tráfico internacional de mercancías por tierra, mar y aire. Un
tercio del territorio ruso que contiene unas reservas forestales de 20,8 miles de
m3 de bosques; una zona costera de 200 millas marinas con un gran potencial
para la pesca; yacimientos de carbón, gas natural y petróleo, recursos
hidráulicos, geotérmicos y la posibilidad de desarrollar energías eólicas y
maremotrices; más de sesenta minerales entre férreos y no férreos, diamantes,
oro, plata, materias primas para la siderurgia y la química.
Las relaciones con los países de esa zona han sido históricamente
conflictivas, y parece que ahora se van normalizando, pasando a ocupar un
primer plano el aspecto económico. Por ejemplo, de existir una cifra cercana a
cero en 1980 en el comercio bilateral entre Rusia y Corea del Sur, se ha
pasado a $890 millones en 1990, y se espera $10 billones para 1995. Están
creciendo los intercambios comerciales de Rusia con los estados de la región:
con Mongolia, la provincia de Jilin, Corea del Norte, China, Japón, etc. (Zhao
Fengbin, 1995). El comercio con el Pacífico asiático asciende a un 20% del
comercio exterior total ( Silvestrov, 1995).
El tipo de integración que se está creando en la zona es de naturaleza
muy diferente al de la UE. La ventaja que ofrece es que las razones que
dificultan la integración con la UE son el factor clave del éxito del Sudeste
Asiático: el que haya diferentes niveles de desarrollo económico y estructuras
contribuye a su crecimiento económico, de forma que cada país desempeña
sus funciones del modo que más se adecua a su grado de desarrollo, pero
sabiendo que hay perspectivas de prosperar a través del comercio y la
inversión. Se basa en una división del trabajo en una estructura a muchos
niveles, según una diferenciada dotación de factores de producción por la que
cada país crece usando sus propias ventajas comparativas, existiendo una
complementariedad en la demanda y unas bases para la cooperación. Es una
forma de integración más flexible, en base a propias iniciativas de cooperación
que surgen conforme van siendo necesarias, a nivel transnacional, iniciativas
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locales, según zonas fronterizas, los mares, ríos, se va hacia una cooperación
regional multinacional, según una DIT multilateral.
Así sí podría aprovechar el enorme potencial de la economía rusa
desarrollando una fuerte cooperación con algunos de esos países en cuanto a
ciencia y tecnología, lo cual permitiría una integración de Rusia en la
economía mundial en unos términos mucho más favorables y en condiciones
de competir con Occidente con exportaciones de productos intensivos en
contenido tecnológico, gracias a su fuerza de trabajo más barata.
Sin embargo, esta opción no está exenta de problemas. El crecimiento
económico experimentado por China convierte a este país en un serio
competidor por el capital y la tecnología de Japón y Corea del Sur. El
desarrollo del potencial ruso requiere de grandes sumas a invertir, pero la
situación política y económica no le respalda como mejor candidato.
Japón está interesado en Siberia y Extremo Oriente ruso por sus
recursos naturales. Como sus posibilidades de expansión en los mercados
occidentales encuentra muchas barreras, necesitará en un futuro el amplio
mercado ruso. De estas relaciones podría derivarse la cooperación científica y
tecnológica que necesita Rusia. Corea del Sur es un inversor considerable en
Rusia, y exporta mercancías básicas al Extremo Oriente ruso a cambio de
materias primas.
Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos manifiestan también interés
por la realización de proyectos comunes en el terreno de la transformación de
materias primas.
China merece un capítulo aparte. Las relaciones económicas con China
se han intensificado enormemente y presentan un elevado grado de
dinamicidad y de complementariedad. China ha pasado a ser el primer socio
comercial de Rusia en la zona, relegando a Japón a una segunda posición.
China posee mano de obra en abundancia y equipamiento electrónico, pero un
déficit de materias primas, mientras que la mano de obra es escasa en el
Extremo Oriente ruso, y faltan bienes de consumo.
El Extremo Oriente ruso es clave para la integración en la zona. Alejado
de los principales centros económicos de Rusia, mantiene con el resto de la
federación relaciones principalmente comerciales, y sus estructuras de
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producción y de consumo son complementarias a los países del Sudeste
Asiático. No obstante, para explotar el inmenso potencial de esta región en sus
relaciones con el Sudeste Asiático se requiere la intervención del capital y
tecnologías extranjeras, pues se carece de recursos financieros y de medios
técnicos, que deberían provenir del resto de países de la zona, fruto de las
diferentes formas de cooperación surgidas de los intercambios comerciales.
Éstas se realizan fundamentalmente como comercio transfronterizo, que cada
vez es más importante. Por el momento, el capital japonés es el que ha llevado
a cabo más iniciativas en el Extremo Oriente ruso, seguido de sociedades
americanas, y esta inversión se concentra en el sector servicios y en el de la
pesca, principalmente. Es de destacar que las sociedades mixtas creadas con
capital japonés utilizan tecnologías y equipo japoneses.
Se están creando Zonas Económicas Especiales, que se adaptan a las
particularidades locales de las diferentes regiones en el Extremo Oriente ruso,
confirmando las tendencias de cooperación y división del trabajo particulares
de la zona.
La integración de Rusia en esta zona se produciría con el desarrollo
económico del Extremo Oriente ruso, tal vez en perjuicio de la parte europea
rusa, lo cual remite a la polémica entre europeistas y partidarios de una mayor
integración con Asia, con el correspondiente choque de intereses entre los
distintos grupos de presión y “lobbies” en el gobierno. De todos modos, para
conseguir una mayor integración en la zona, habría que concentrarse en el
aspecto puramente económico en aras a lograr una mutua cooperación que le
permita llevar a cabo la reestructuración necesaria para su integración , en
condiciones más favorables en la economía mundial.
7.- CONCLUSIÓN.
En la última década ha habido una reorganización estructural de la
economía mundial: la producción intensiva en alta tecnología se ha
concentrado en unas pocas naciones que son los líderes; los países en
desarrollo se han convertido en proveedores de recursos naturales y en ellos
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se concentran los procesos de producción de alto contenido contaminante; y el
volumen de ingresos de las multinacionales se ha incrementado enormemente.
Se está dividiendo la economía mundial en bloques económicos a la vez que
las organizaciones internacionales como el GATT intentan liberalizar el
comercio mundial. Este es el panorama con que se enfrenta Rusia y donde
debe integrarse.
La forma en que se produzca la integración de Rusia en la economía
mundial no está exenta de problemas; son muchos los factores decisivos en el
proceso. Para empezar, no está integrada en el GATT. Históricamente se ha
visto fuera de la DIT ya que estaba inmersa en la suya propia, lo cual ha hecho
que estuviera fuera de la concentración y flujos internacionales de capital,
requisito importante para la modernización de la producción, y que no
participara en las tendencias y formas de inversión y cooperación que se
estaban conformando en el resto del mundo. Al estar al margen, por la
planificación, los costes laborales y la calidad de los bienes producidos no
podían ser determinados realísticamente, y ello ha afectado seriamente a la
competitividad de los productos rusos en el mercado mundial.
Cuando se disolvieron tanto la URSS como el COMECON hubo una
cierta euforia pensando que Occidente y la economía de mercado eran la
panacea de todos los males y que vendrían con su capital, sus conocimientos
a resolver la situación. La realidad ha sido muy distinta, el sector exterior ruso
se está consolidando como un sector exterior propio de un país periférico y no
acorde con su potencial económico.
Las nuevas formas de cooperación e integración que se están dando
entre Rusia, las repúblicas de la CEI y los países del ex-CAEM aparecen
como la forma más probable que adoptaría una unión económica en la zona.
Se trata de formas de integración más flexibles, basadas en la cooperación a
nivel interregional e interestatal, entre empresas situadas en distintos países,
movidas por intereses comunes y proyectos conjuntos.
Se observa un esfuerzo por conservar los antiguos mercados y un
progresivo reconocimiento de la mutua dependencia económica.
Respecto a las relaciones con la UE, no están exentas de ambigüedad
por parte de la UE, y están claramente determinadas por la inestabilidad
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política en Rusia. La trayectoria política influiría enormemente en estas
relaciones; podría producirse un alejamiento entre Rusia y la UE si el gobierno
ruso se reafirmara en su rechazo a la OTAN.
A mi parecer, la integración con los países asiáticos se presenta como
la más atractiva puesto que aprovecharía todo el potencial de la economía
rusa. La naturaleza particular de las tendencias de integración en esa zona
permitirían modificar el patrón de intercambios actual por uno donde hubiera
una mayor participación de productos intensivos en tecnología y capital.
Sin embargo, la integración de Rusia en el nuevo orden mundial
depende del proceso de transición hacia la economía de mercado
manteniendo la integridad del espacio económico. Es muy importante
desarrollar y llevar a cabo una estrategia efectiva de relaciones exteriores
basadas en las ventajas comparativas del país y su especialización óptima en
la economía mundial y crear para ello las condiciones institucionales,
estructurales y empresariales, para que Rusia no quede relegada a la periferia
de la economía mundial.
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