Download PAU Filosofía modelo resuelto A 2010 Comunidad de Madrid
Document related concepts
Transcript
Historia de la Filosofía 1 Historia de la Filosofía 2 Historia de la Filosofía 3 MADRID MODELO CURSO 2009-2010 SOLUCIÓN DE LA PRUEBA DE ACCESO AUTOR: Francisco Ríos Pedraza Opción A Ideas y estructura argumentativa del texto. Este texto de Descartes comienza aludiendo a la necesidad del autor de acabar definitivamente con la duda que él mismo introdujo como una exigencia de su método. Esta duda le impide progresar en su intento de alcanzar un conocimiento cierto y seguro. Descartes afirma que el camino hacia la salida definitiva de la duda pasa inevitablemente por resolver el problema de Dios. Este problema tiene dos aspectos que hay que distinguir y resolver de manera sucesiva. El primero consiste en la prueba efectiva de la existencia de Dios, y el segundo es el de si Dios puede ser quien garantice la verdad de mis certezas. En el fragmento propuesto para comentar, Descartes se ocupa únicamente del problema de la existencia de Dios y ofrece una de las tres pruebas que propuso el filósofo francés. Concretamente se trata de la prueba en la que se parte de la idea de infinito que el sujeto encuentra en su mente para remontarse a Dios como su causa. El argumento empleado por Descartes parte de la afirmación según la cual el sujeto puede ser la causa de cualquiera de sus ideas que no le excedan en cuanto a su eminencia, pero no de aquellas que sean superiores a él. El sujeto es un ser finito y, por tanto, puede ser causa de todas las ideas que se encuentran en su mente y que tengan esa misma cualidad de finitud, pero no puede ser la causa de la idea de infinito que sin embargo encuentra en su mente. Por consiguiente, Descartes concluye que solo un ser infinito puede ser la causa de tal idea, y eso le lleva a afirmar la existencia de Dios como el ser infinito que es causa de su idea de infinito. El problema de Dios en Descartes. La existencia de Dios es una pieza clave en el sistema filosófico cartesiano para salir del aislamiento al que le someten primero la duda metódica y, más tarde, el cogito. La duda metódica, al anular la validez del testimonio de los sentidos, deja al conocimiento humano sin una garantía de la veracidad de sus avances. El cogito supone el primer paso para salir de la duda, pero con él, el sujeto no sale de sí mismo. Tras el cogito, Descartes tiene dos problemas que resolver: 쐌 Hacer avanzar el conocimiento. 쐌 Garantizar que el conocimiento conseguido se refiere fielmente a una realidad exterior al sujeto que conoce. La solución del segundo problema es más urgente que la del primero, puesto que de nada le serviría intentar construir un conocimiento si no puede estar seguro de su validez. © Oxford University Press España, S. A. Como ya hemos visto al responder a la cuestión anterior, la solución al problema de la garantía de validez de nuestro conocimiento se encuentra en Dios. Si se prueba la existencia de Dios como un ser infinitamente bueno y veraz, quedará garantizada la verdad de aquellos conocimientos que al sujeto se le presenten como ciertos. El motivo es que Dios, en su infinita bondad, no permitirá que el sujeto se confunda en aquello que concibe como claro y distinto. Dios puede ser considerado como la antítesis del genio maligno, engañador universal que había conducido a Descartes a formular la duda hiperbólica; duda que parecía conducir al escepticismo absoluto y de la que sale gracias al cogito. Una vez expuesto el papel que Dios desempeña en el sistema cartesiano veamos cómo llega a establecer su existencia. En primer lugar hay que reseñar que las pruebas que se propongan han de cumplir con dos requisitos fundamentales: 쐌 Han de partir del cogito, puesto que es lo único cierto que de momento ha quedado establecido en el sistema cartesiano. 쐌 No pueden realizarse apoyándose en un procedimiento deductivo, puesto que la deducción ha sido puesta en cuestión por la duda hiperbólica y el cogito no ha restablecido su validez, al tratarse de una certeza alcanzada por intuición. Con estos requisitos tan severos, a Descartes no le queda otra posibilidad que la de tratar de llegar a Dios por medio de una prolongación de la intuición del cogito. Esto será exactamente lo que haga, ofreciendo tres pruebas diferentes que siguen dos tipos de procedimientos distintos. Dos de las tres pruebas siguen un procedimiento que va desde una determinada realidad, considerada como efecto, hasta Dios, concebido como su causa. A este tipo de pruebas se les denomina pruebas a posteriori. La primera de ellas es la que parte de la idea de infinito que se encuentra en la mente del sujeto para concluir en Dios como su causa. Esta es precisamente la que aparece en el texto propuesto. La otra prueba a posteriori parte de la existencia misma del sujeto pensante y de la imposibilidad de que este sea causa de sí mismo. El hecho de que no posea perfecciones que conoce se considera prueba suficiente de que no puede haber sido su propia causa; puesto que de haberlo sido se habría dotado al menos con todas las perfecciones de las que tiene noticia. La tercera prueba es a priori, puesto que parte de la idea misma de Dios para concluir que esta idea incluye entre Historia de la Filosofía 4 MADRID sus notas características la existencia y, por tanto, no es posible pensar a Dios como no existente. Como por otra parte es evidente que podemos pensar a Dios, debemos concluir que Dios existe. Esta prueba cartesiana de la existencia de Dios es una versión de la prueba que ya ofreció Anselmo de Canterbury en el siglo XII y que ha pasado a la historia de la filosofía con la denominación de argumento ontológico. Una vez probada la existencia de Dios, Descartes considera garantizada la validez de su criterio de certeza y puede proceder a elaborar un saber sobre la realidad sin temor a que carezca de fundamento. Relación del pensamiento del autor con su marco histórico, sociocultural y filosófico. El contexto en el que se desenvuelve la vida y la obra de Descartes está dominado por la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), en la que él mismo participó como soldado llegando a luchar alternativamente en los dos bandos de la contienda. Este conflicto bélico se inició como un enfrentamiento por motivos religiosos pero acabó convirtiéndose en una lucha por el poder político en Europa y el predominio en el comercio internacional entre las distintas casas reales. La guerra provocó una enorme crisis que tardó decenios en superarse y acabó definitivamente con la pretensión de construir una Europa unida por la religión. Otra consecuencia de la guerra fue el surgimiento de un buen número de estados nacionales independientes que reivindicaban su soberanía. Este clima político trajo consigo la instauración del absolutismo monárquico. Esta nueva forma de gobierno facilitaba una concentración del poder en la figura del jefe del Estado con el fin de hacer valer los intereses nacionales en el concierto europeo y en el comercio internacional. El triunfo del absolutismo monárquico vino acompañado de un nuevo orden social basado en los estamentos sociales (la nobleza, el clero y el estamento popular) que institucionalizaba la desigualdad social. El mantenimiento del equilibrio en una sociedad estructurada de esta forma exigía establecer unos controles férreos que condujeron al incremento de la censura institucional. Este ambiente tan poco favorable al desarrollo del pensamiento científico y filosófico empuja a Descartes a trasladar su residencia desde su Francia natal a Holanda, donde hay una mayor tolerancia debido a la ausencia de la Inquisición. En Holanda conoció Descartes la condena de Galileo, lo que le hizo ser aún más precavido al exponer sus ideas. En el ámbito del pensamiento, la filosofía de Descartes está profundamente influida por el auge que la ciencia había experimentado durante el Renacimiento. El espectacular avance que experimenta el conocimiento en determinadas áreas del saber despierta un interés por conocer el método específico aplicado en esas disciplinas. © Oxford University Press España, S. A. MODELO CURSO 2009-2010 La finalidad es implantar ese método en aquellas que aún se encuentran estancadas. Descartes es uno de los representantes más destacados en esta empresa de búsqueda de un método de investigación científica que nos aparte del error y nos asegure el conocimiento. En la época de Descartes se produce un desplazamiento del interés filosófico desde la metafísica hacia la epistemología. Como consecuencia de ello pronto se cae en la cuenta de que al conocer nos hacemos una representación de la realidad. Este descubrimiento les llevó a sostener que es esa representación y no la realidad misma el objeto de nuestro conocimiento. Esas representaciones de la realidad son lo que comúnmente llamamos ideas y la doctrina filosófica que sostiene que nuestro conocimiento recae sobre ideas es el idealismo. Descartes, como la mayoría de los filósofos de la modernidad, puede ser considerado idealista en este sentido. El problema de Dios en Tomás de Aquino. Tomás de Aquino dedicó especial atención a la prueba de la existencia de Dios. Sus motivos eran bien diferentes de los de Descartes. La existencia de Dios no es puesta en duda por Tomás de Aquino, puesto que para él esta es una verdad de fe. Pero hay verdades de fe que pueden alcanzarse por la razón, y la existencia de Dios es una de ellas. Por tanto, al demostrar la existencia de Dios por medio de la razón se facilita la comprensión de aquello que ya se sabía por la fe. Tomás de Aquino propone cinco pruebas distintas de la existencia de Dios, conocidas con la denominación genérica de las cinco vías. Todas ellas coinciden en seguir un mismo esquema de prueba: a) se parte de un fenómeno natural observable; b) se aplica el principio de causalidad; c) se plantea la imposibilidad de una cadena causal infinita; d) se concluye con la necesidad de la existencia de Dios como primera causa incausada. La diferencia entre las cinco vías radica en el hecho observable desde el que se parte y en el aspecto de Dios al que se atiende en la conclusión de cada una de las cinco pruebas. Por ejemplo, la primera vía parte de la constatación del movimiento en la naturaleza y concluye con la existencia de Dios concebido como motor inmóvil; la segunda prueba se inicia con la afirmación según la cual en el mundo sensible es causa de sí mismo y se llega a la conclusión de que Dios es la primera causa incausada de todas las realidades que integran el mundo sensible; y así sucesivamente. Las pruebas de la existencia de Dios son a posteriori, como dos de las pruebas cartesianas; sin embargo, Descartes, a diferencia de Tomás de Aquino, no recurre en ningún momento a los datos observables para emplearlos como punto de partida de la prueba. Historia de la Filosofía 5 MADRID MODELO CURSO 2009-2010 Opción B Ideas y estructura argumentativa del texto. Las ideas fundamentales del texto se pueden resumir en dos: 쐌 Existen entidades universales separadas de los entes particulares a las que llama «lo igual en sí», «lo bello en sí» o «lo bueno en sí», etcétera. 쐌 Conocer, para el ser humano, no es otra cosa que recordar lo que se supo antes de nacer y se olvidó al nacer. Para exponer la estructura argumentativa empleada por Platón en este texto nos tendremos que referir a partes de su doctrina que no aparecen expresamente en el texto. Platón afirma que la verdadera realidad la constituyen esos entes universales que subsisten de modo separado y que podemos denominar Ideas (lo bello en sí, lo bueno en sí…). El verdadero conocimiento se ha de referir a tales entidades universales que, por otra parte, no encontramos en el mundo sensible. Por tanto, este conocimiento verdadero hemos debido de adquirirlo antes de formar parte de este mundo. En una existencia anterior nuestra alma llegó a conocer las Ideas y la unión con el cuerpo que se produce al nacer provoca el olvido de ese saber sobre las Ideas. El conocimiento sensible no es más que la oportunidad para despertar el recuerdo de lo que supimos pero olvidamos al nacer. El problema del conocimiento en Platón. Ideas. El proceso de recuperación del conocimiento se inicia con la intervención de los sentidos, que presentan al alma el objeto sensible. La contemplación del objeto sensible por parte del alma hace que en esta se despierte el recuerdo del original perfecto que conoció con anterioridad. De este modo se completa la recuperación del verdadero conocimiento que el alma había perdido en su unión con el cuerpo. La doctrina de la dialéctica establece una separación más tajante entre el conocimiento sensible y el de las Ideas. El primero produce la opinión, una forma de conocimiento inestable, insegura y cambiante; características que por otra parte también presentan sus objetos de conocimiento: los seres sensibles. El conocimiento de las Ideas da lugar a la ciencia, que es segura, estable y no cambia. La distinción entre estas dos formas de conocimiento ya había sido establecida por Parménides, aunque este, obviamente, no refirió la ciencia al conocimiento de las Ideas platónicas. La verdadera novedad introducida por Platón consistió en subdividir estos dos tipos generales de conocimiento. Subdividió la opinión en: 쐌 Imaginación. Tiene por objeto las imágenes y reflejos de los seres sensibles. 쐌 Creencia. Se ocupa del conocimiento directo de los seres sensibles y da lugar a la física. A lo largo de su obra Platón elaboró dos propuestas diferentes para explicar cómo se produce el conocimiento, es decir, cómo pasamos de la ignorancia al saber. La primera propuesta se conoce con el nombre de teoría de la anamnesis o reminiscencia, y aparece recogida en el texto propuesto. La segunda es la doctrina de la dialéctica y es expuesta fundamentalmente en el Banquete y en la República. Dentro de la ciencia Platón distinguió entre: Ambas doctrinas comparten cuatro supuestos básicos: 쐌 Las Ideas están comunicadas entre sí de algún modo. 쐌 Dialéctica. Origina el verdadero conocimiento, al tener por objeto a las Ideas y proceder de modo inverso a como lo hace el conocimiento discursivo. La dialéctica inicia el recorrido en hipótesis, pero en lugar de descender hacia una conclusión, asciende hacia un principio no supuesto que sirva de fundamento a la hipótesis de partida. Así, la hipótesis deja de serlo para convertirse en una verdad conocida y además se alcanza el saber de los primeros principios, que es el fundamento último de todo conocimiento. La teoría de la reminiscencia sostiene que el alma humana ha tenido una existencia anterior a su unión con el cuerpo; durante ese período el alma se encuentra en el mundo de las Ideas contemplándolas en su perfección. Al unirse al cuerpo, el alma olvida el conocimiento que poseía pero poco a poco lo va recordando gracias a que los objetos del mundo sensible son una copia de las La doctrina de la dialéctica platónica implica una concepción jerarquizada del mundo de las Ideas, ya que en su ascenso desde las hipótesis el pensamiento dialéctico pasa de unas Ideas a otras hasta llegar a la Idea suprema. Esta Idea suprema varía de unas obras de Platón a otras. En el Banquete es la Idea de Belleza y en la República es la Idea del Bien. 쐌 La verdadera realidad está compuesta por entidades universales, inmateriales y eternas a las que denominamos Ideas. 쐌 Los objetos del mundo sensible imitan o participan de las Ideas. 쐌 El alma humana, en la que reside la capacidad de conocer, es una realidad intermedia entre las Ideas y los seres sensibles. © Oxford University Press España, S. A. 쐌 Conocimiento discursivo. Es el propio de los que se dedican a las matemáticas, tiene por objeto los objetos matemáticos y procede desde una hipótesis hacia una conclusión. Esta forma de conocimiento no es todavía el verdadero saber que busca Platón, puesto que su base no es sólida al descansar en hipótesis, es decir, en supuestos cuya verdad no es segura. Historia de la Filosofía 6 MADRID Relación del pensamiento del autor con su marco histórico, sociocultural y filosófico. El interés de Platón por la filosofía y la decisión de dedicar a ella su vida tiene su origen en un hecho singular que le marcó: el juicio, condena y posterior ejecución de su maestro, Sócrates. El impacto que causó en Platón este acontecimiento le convenció de la necesidad de diseñar una sociedad en la que no sea posible que desde el poder político se cometa una injusticia como aquella. Atenas, la polis de Sócrates y Platón, tenía en tiempos de la condena de Sócrates un régimen político democrático que había sucedido al gobierno de los Treinta Tiranos implantado por Esparta tras su victoria sobre Atenas en la Guerra del Peloponeso. Los atenienses habían conocido una época de esplendor tras el fin de las guerras médicas y su victoria sobre los persas. Pero pronto se acabó aquella época dorada y llegó una crisis política que trajo consigo el desgobierno, los abusos y las injusticias cometidas por quienes han de mirar por el bien común. Todo ello llevó a Platón a plantearse la necesidad de revisar las estructuras que sustentan la polis, con el fin de recuperar el sendero que conduce hacia una sociedad justa en la que sus ciudadanos se sienten a salvo del peligro y pueden desarrollar su actividad en beneficio propio y de la comunidad. La filosofía Platónica posee en su raíz una vocación política innegable que, en cualquier caso, es propia del ambiente filosófico de la época. Los sofistas y Sócrates ya habían centrado la atención de la filosofía en los temas relacionados con la ética y la política. En este contexto, la solución platónica se inscribe en la línea iniciada por Sócrates. Frente al relativismo de los sofistas en relación con las normas éticas y las leyes políticas, Platón, junto con su maestro Sócrates, se declara defensor de la existencia de valores universales que proporcionen unidad y criterios objetivos a la hora de decidir sobre la bondad o maldad de las acciones humanas y de las organizaciones políticas. Las influencias de la filosofía platónica van más allá de Sócrates y se remontan a los filósofos presocráticos. Ello se debe a que Platón, a diferencia de Sócrates, considera que la ética y la política han de fundamentarse en una concepción global de la realidad. De este modo su reflexión regresa a los temas que habían centrado el interés de los primeros filósofos y que habían sido abandonados por los sofistas y Sócrates. Así, los valores universales que buscaba su maestro se corresponden, según Platón, con realidades subsistentes que integran lo que él consideró como el mundo de las Ideas. Cada una de esas entidades universales a las que llama Ideas posee las características que Parménides atribuyó al Ser; es decir, son únicas, eternas e inmutables. Por su parte, el mundo de los seres sensibles posee las características que Heráclito atribuyó a la realidad; es decir, es múltiple, cambiante y fluye sin cesar. © Oxford University Press España, S. A. MODELO CURSO 2009-2010 El problema del conocimiento en Hume. Hume aborda el problema del conocimiento tratando de dar respuesta a tres interrogantes fundamentales: 쐌 ¿Cuáles son los elementos básicos que componen nuestro conocimiento de la realidad? 쐌 ¿Cómo se combinan entre sí estos elementos? 쐌 ¿Dónde se encuentran los límites de nuestro conocimiento de la realidad? A la primera pregunta respondió estableciendo una distinción entre impresiones e ideas. Una impresión consiste en una percepción originada en nuestros sentidos; una idea, por su parte, no es otra cosa que el recuerdo actual de una impresión pasada. Por tanto, las ideas remiten a las impresiones y estas tienen su origen en los sentidos. Entre impresiones e ideas se pueden establecer dos diferencias fundamentales: 쐌 Las impresiones se presentan a nosotros con una mayor vivacidad que las ideas, debido a que se producen en presencia del objeto que las genera. 쐌 Las impresiones son siempre anteriores a las ideas, puesto que estas proceden de aquellas. A la segunda pregunta respondió Hume afirmando que las impresiones simples pueden dar lugar a impresiones complejas cuando en ellas participa más de un órgano sensorial. Por ejemplo, al comer un plato de comida experimentamos sensaciones visuales, olfativas y gustativas que generan una impresión compleja de lo que estamos comiendo. De igual modo, las ideas simples se combinan formando ideas complejas. La idea que tenemos de aquel plato de comida una hora después de habérnoslo comido es una idea compleja. La respuesta a la tercera pregunta lleva a Hume a establecer un estricto criterio de validez para las ideas de nuestra mente: solo serán válidas aquellas ideas para las que podamos señalar la impresión de la que proceden. Puesto que las impresiones se originan ineludiblemente en la sensación, esto quiere decir que no se admite más conocimiento que aquel que procede de nuestros sentidos. Esta posición se conoce con el nombre de empirismo y es radicalmente opuesta a la sostenida por Platón. El empirismo radical al que conduce la posición defendida por Hume le llevó a negar validez a las ideas de sustancia y causa, que habían desempeñado un papel fundamental en la metafísica. Historia de la Filosofía 7