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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00
L’OSSERVATORE ROMANO
EDICIÓN SEMANAL
EN LENGUA ESPAÑOLA
Unicuique suum
Año XLVI, número 19 (2.364)
Non praevalebunt
Ciudad del Vaticano
9 de mayo de 2014
La preocupación del Pontífice por la grave situación en el país
Paz para Ucrania
Y oración por las víctimas del corrimiento de tierra en Afganistán
Una invitación a rezar por Ucrania y por las víctimas del
corrimiento de tierra que se produjo en la provincia de
Badakhshan, Afganistán, dirigió el Papa Francisco a los
fieles que participaron en el Regina caeli del domingo 4 de
mayo, en la plaza de San Pedro. Antes de recitar la oración
Queridos hermanos
¡buenos días!
y
hermanas,
El Evangelio de este domingo,
que es el tercer domingo de Pascua,
es el de los discípulos de Emaús (cf.
mariana el Pontífice habló del episodio evangélico de los
discípulos de Emaús, invitando a los cristianos a avivar en
el corazón «el calor de la fe y de la esperanza» a través de
la meditación de la Palabra de Dios y la comunión durante
la misa.
Lc 24, 13-35). Estos eran dos discípulos de Jesús, los cuales, tras su
muerte y pasado el sábado, dejan Jerusalén y regresan, tristes y abatidos,
hacia su aldea, llamada precisamente
Emaús. A lo largo del camino Jesús
Enfrentamientos en el centro de Odesa, Ucrania (Ansa)
Agradecimiento del Papa a la Guardia Suiza Pontificia
Detrás de esos uniformes
Vuestro servicio es «un auténtico testimonio, porque expresa
concretamente el deseo de entregarse a una tarea importante y
de gran responsabilidad». Así
agradeció el Pontífice a la Guardia Suiza Pontificia, su servicio
a la Santa Sede en el día del
aniversario del Saqueo de Roma
de 1527.
PÁGINAS 6
Y
7
resucitado se les acercó, pero ellos
no lo reconocieron. Viéndoles así
tristes, les ayudó primero a comprender que la pasión y la muerte
del Mesías estaban previstas en el
designio de Dios y anunciadas en las
Sagradas Escrituras; y así vuelve a
encender un fuego de esperanza en
sus corazones.
Entonces, los dos discípulos percibieron una extraordinaria atracción
hacia ese hombre misterioso, y lo invitaron a permanecer con ellos esa
tarde. Jesús aceptó y entró con ellos
en la casa. Y cuando, estando en la
mesa, bendijo el pan y lo partió,
ellos lo reconocieron, pero Él desapareció de su vista, dejándolos llenos de estupor. Tras ser iluminados
por la Palabra, habían reconocido a
Jesús resucitado al partir el pan,
nuevo signo de su presencia. E inmediatamente sintieron la necesidad
de regresar a Jerusalén, para referir a
los demás discípulos esta experiencia, que habían encontrado a Jesús
vivo y lo habían reconocido en ese
gesto de la fracción del pan.
El camino de Emaús se convierte
así en símbolo de nuestro camino de
fe: las Escrituras y la Eucaristía son
los elementos indispensables para el
encuentro con el Señor. También nosotros llegamos a menudo a la misa
dominical con nuestras preocupaciones, nuestras dificultades y desilusiones... La vida a veces nos hiere y nos
marchamos tristes, hacia nuestro
«Emaús», dando la espalda al proyecto de Dios. Nos alejamos de
Dios. Pero nos acoge la Liturgia de
la Palabra: Jesús nos explica las Escrituras y vuelve a encender en nuestros corazones el calor de la fe y de
la esperanza, y en la Comunión nos
da fuerza. Palabra de Dios, Eucaristía. Leer cada día un pasaje del
Evangelio. Recordadlo bien: leer cada día un pasaje del Evangelio, y los
domingos ir a recibir la comunión,
recibir a Jesús. Así sucedió con los
discípulos de Emaús: acogieron la
Palabra; compartieron la fracción del
pan, y, de tristes y derrotados como
se sentían, pasaron a estar alegres.
Siempre, queridos hermanos y hermanas, la Palabra de Dios y la Eucaristía
nos
llenan
de
alegría.
Recordadlo bien. Cuando estés triste, toma la Palabra de Dios. Cuando
estés decaído, toma la Palabra de
Dios y ve a la misa del domingo a
recibir la comunión, a participar del
misterio de Jesús. Palabra de Dios,
Eucaristía: nos llenan de alegría.
Por intercesión de María santísima, recemos a fin de que cada cristiano, reviviendo la experiencia de
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Misa de acción de gracias en la iglesia romana de San Estanislao
La piedra y la roca
Discurso a la Acción católica
italiana
Dinamismo misionero
PÁGINA 3
Al Consejo de asuntos económicos
Transparencia y eficiencia
al servicio del Evangelio
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L’OSSERVATORE ROMANO
página 2
viernes 9 de mayo de 2014, número 19
Visita a la Academia eclesiástica pontificia
Las raíces reales de la profecía
Ha sido un signo de atención especial y paterna la visita que el Papa
realizó de forma privada a la Academia eclesiástica pontificia. Allí pasó
toda la tarde del viernes 2 de mayo
con la comunidad, formada este año
por 29 sacerdotes —provenientes de
16 países de cuatro continentes— que
se preparan para vivir su ministerio
al servicio directo del Santo Padre
en las representaciones pontificias
diseminadas en todo el mundo.
Un clima de sencillez, confianza y
familiaridad caracterizó el encuentro,
vivido por los presentes con especial
intensidad. El Papa Francisco llegó
a la Academia hacia las 18.00, acogido con calor por el presidente, el arzobispo Giampiero Gloder, los superiores, las Hermanas Franciscanas
Misioneras del Niño Jesús que prestan servicio en la casa y los alumnos,
que lo recibieron como a un padre
que visita a sus hijos. El Santo Padre se dirigió a la capilla, donde presidió la oración cotidiana de Vísperas, y luego se entretuvo con toda la
comunidad para un diálogo abierto,
que tocó diversos temas de la formación y de la vida en la Iglesia.
Interpelado por las preguntas de
los sacerdotes, el Pontífice, entre
otras cosas, indicó las prioridades de
la formación del futuro diplomático
de la Santa Sede. Según el Papa hay
tres elementos fundamentales que la
sostienen: la preparación (estudio
profundo de las problemáticas que
evite la improvisación), la fraternidad (amistades sacerdotales que per-
mitan vencer la ambición y la crítica) y, sobre todo, la oración (además
de la oración litúrgica, el coloquio
silencioso delante del sagrario, llevando ante el Señor las situaciones y
los problemas que se viven en el ministerio).
Al Pontífice se le preguntó, entre
otras cosas, cómo puede un diplomático vivir la profecía y la utopía
del bien. El Papa Francisco respondió que son necesarias tres dimensiones para ser profetas. Ante todo, la
memoria del pasado: es la memoria
de la fidelidad de Dios y de la infidelidad del pueblo, que los profetas
mantienen viva, como se ve bien en
el Antiguo Testamento. Además,
quien es enviado como diplomático
debe conocer la historia de Dios con
el pueblo que está llamado a servir.
En segundo lugar, la capacidad de
mirar bien el presente. Y este realismo del presente está vinculado a la
preparación, al estudio y al conocimiento, para comprender a fondo
cuál es la situación de un país; y significa estudiar, conocer, visitar, hablar con la gente. En tercer lugar, la
utopía del futuro. ¿Cuál será el camino del futuro para cada pueblo?
No todos los caminos se pueden recorrer: aquí es necesaria también la
prudencia.
Un profeta —continuó el Papa
Francisco— debe basarse en estos
tres pilares para decir la palabra justa, realizar el gesto justo que se elabora en la oración. Cuando se pierde la memoria, la memoria del
Evangelio, la memoria de la Iglesia,
la memoria de la historia de un pue-
Regina caeli del domingo 4 de mayo
VIENE DE LA PÁGINA 1
los discípulos de Emaús, especialmente en la misa dominical, redescubra la gracia del encuentro transformador con el Señor, con el Señor resucitado, que está siempre
con nosotros. Siempre hay una Palabra de Dios que nos da la orientación después de nuestras dispersiones; y a través de nuestros cansancios y decepciones hay siempre
un Pan partido que nos hace ir adelante en el camino.
Tras la oración del Regina caeli, el
Papa se dirigió a los presentes con
estas palabras.
Queridos hermanos y hermanas:
Deseo invitaros a encomendar a
la Virgen la situación de Ucrania,
donde no cesan las tensiones. La situación es grave. Rezo con vosotros
por las víctimas de estos días, pidiendo que el Señor infunda sentimientos de pacificación y fraternidad en los corazones de todos.
Recemos también por los difuntos a causa del enorme corrimiento
de tierra que se precipitó hace dos
días sobre un poblado de Afganistán. Que Dios omnipotente, que
conoce el nombre de cada uno de
ellos, los acoja a todos en su paz; y
dé a los supervivientes la fuerza para seguir adelante, con el apoyo de
cuantos trabajan por aliviar sus sufrimientos.
Después de los llamamientos en favor
de Ucrania y Afganistán, el Papa
recordó la celebración de la Jornada
nacional de la Univesidad católica del
Sacro Cuore y saludó a algunos de
los grupos presentes, en especial a los
miembros de la asociación «Meter» y
a los participantes en la marcha por
la vida.
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy es la 90ª Jornada nacional
de la Universidad católica del Sacro
Cuore, que tiene por tema «Con
los jóvenes, protagonistas del futuro». ¡Hermoso tema! ¿Cuántos jóvenes hay hoy aquí? ¿Cuántos? Vo-
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TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE «L’OSSERVATORE ROMANO»
GIOVANNI MARIA VIAN
director
Carlo Di Cicco
subdirector
Marta Lago
redactor jefe de la edición
don Sergio Pellini S.D.B.
director general
sotros sois protagonistas del futuro.
Vosotros habéis entrado en el futuro, en la historia. Este es el tema de
hoy. Rezo por esta gran Universidad, para que sea fiel a su misión
originaria y actual en el mundo de
hoy. Si Dios quiere pronto iré a visitar aquí en Roma la Facultad de
medicina y cirugía y el Policlínico
«Gemelli», que cumple 50 años de
vida y pertenece a la Universidad
católica del Sacro Cuore.
Saludo a la Asociación «Meter»,
que desde hace casi veinte años lucha contra toda forma de abuso de
menores. Gracias por vuestro compromiso. Saludo también a los participantes en la Marcha por la vida,
que este año tiene carácter internacional y ecuménico. A «Meter» y a
los participantes en la Marcha por
la vida muchas felicidades y adelante, y a trabajar en esto.
Doy las gracias por su presencia
a los numerosos grupos parroquiales y juveniles.
A todos vosotros os deseo un feliz domingo. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!
Redacción
via del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano
teléfono 39 06 698 99410
Servicio fotográfico
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Publicidad: Il Sole 24 Ore S.p.A.
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Via Monte Rosa 91, 20149 Milano
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blo, todo acaba en la ideología. Para
comprender la realidad se debe leer
el presente con ojos de creyente. No
existen hermenéuticas asépticas: es
una ilusión pensar que se puede leer
la realidad prescindiendo de nuestra
condición de discípulos de Jesucristo. La interpretación con la cual es
necesario comprender el presente, la
hermenéutica cristiana, son los ojos
del discípulo. De aquí la conexión
con la utopía del futuro. Es la promesa: ¿qué nos promete Dios en el
futuro? La profecía es decir la palabra justa, la que el Espíritu sugiere
decir, después que se hizo el esfuerzo en la oración, en el estudio y en
la reflexión para hacer memoria del
pasado, leer el presente y decir una
palabra sobre el futuro.
El Papa Francisco afrontó además
algunos aspectos de la vida en las
nunciaturas. Por un lado destacó la
importancia de ese servicio para la
Iglesia y la necesidad de que los representantes pontificios cultiven un
clima de fraternidad con los obispos
de los países donde viven; por otro
lado, indicó los peligros en los que
puede caer quien desempeña este
ministerio.
Durante la conversación, antes de
cenar con la comunidad de la Academia, el Papa habló también de
otros temas de actualidad en la Iglesia, como el compromiso por la tutela de la dignidad de la vida humana
también a nivel internacional, las expectativas relativas al próximo Sínodo de los obispos sobre la familia, la
dimensión carismática de toda institución eclesial. El Santo Padre escuchó con atención a los sacerdotes
que se preparan para el servicio en
las nunciaturas, mostrando los rasgos de humanidad, paternidad y cercanía que caracterizan su modo de
entrar en relación con los demás y
que constituyen un modelo, además
de serlo para cada pastor, también
para quien se prepara para representar al Papa ante las comunidades católicas y en los países de todo el
mundo.
Visita del Papa a la
Secretaría de Estado
El martes 6 de mayo, por la mañana, el Papa Francisco visitó la Secretaría de Estado donde, junto con el
sustituto, el arzobispo Angelo Becciu, quiso acudir a las oficinas que
no pudo conocer por falta de tiempo en su visita precedente que tuvo
lugar el 15 de abril pasado.
Fue este un ulterior gesto de amabilidad y delicadeza con el que el
Santo Padre quiso manifestar su gratitud por el trabajo que realizan los
oficiales de la Secretaría de Estado
al servicio de la Santa Sede.
Tarifas de suscripción: Italia - Vaticano: € 58.00; Europa (España + IVA): € 100.00 - $ 148.00; América
Latina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00.
Administración: 00120 Ciudad del Vaticano, teléfono + 39 06 698 99 480, fax + 39 06 698 85 164,
e-mail: [email protected].
En México: Arquidiócesis primada de México. Dirección de Comunicación Social. San Juan de Dios,
222-C. Col. Villa Lázaro Cárdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. México, D.F.; teléfono + 52 55 5594 11 25,
+ 52 55 5518 40 99; e-mail: [email protected], [email protected].
En Argentina: Arzobispado de Mercedes-Luján; calle 24, 735, 6600 Mercedes (B), Argentina; teléfono y fax
+ 2324 428 102/432 412; e-mail: [email protected].
En Perú: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Perú; teléfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82;
e-mail: [email protected].
número 19, viernes 9 de mayo de 2014
L’OSSERVATORE ROMANO
página 3
El Papa Francisco a la Acción católica italiana
Dinamismo misionero
Permanecer con Jesús, ir más allá de
los propios confines y gozar en el Señor.
Son las tres actitudes que alimentan el
dinamismo misionero y evitan la
tentación de una vida como «estatuas
de museo». Así resumió las consignas
el Papa Francisco a los miembros de la
Acción católica italiana, a quienes
recibió en audiencia el sábado 3 de
mayo, en el aula Pablo VI, con ocasión
de la Asamblea nacional.
Queridos amigos de la Acción católica:
Os doy la bienvenida a todos vosotros, que representáis a esta hermosa realidad eclesial. Saludo a los
participantes en la Asamblea nacional, a los presidentes parroquiales, a
los sacerdotes consiliarios y a los
amigos de la Acción católica de
otros países. Saludo al presidente
Franco Miano, a quien agradezco la
presentación que ha hecho, y al nuevo consiliario general, monseñor
Mansueto Bianchi, a quien deseo todo bien en esta nueva misión, y a su
predecesor monseñor Domenico Sigalini, que tanto ha trabajado: le
doy las gracias por la entrega con la
que sirvió durante muchos años a la
Acción católica. Dirijo un saludo especial al cardenal Angelo Bagnasco,
presidente de la Conferencia episcopal italiana, y al secretario general,
monseñor Nunzio Galantino.
El tema de vuestra Asamblea,
«Personas nuevas en Cristo Jesús,
corresponsables de la alegría de vivir», se inserta bien en el tiempo
pascual, que es un tiempo de alegría. Es la alegría de los discípulos
en el encuentro con Cristo resucitado, y requiere ser interiorizada dentro de un estilo evangelizador capaz
de incidir en la vida. En el actual
contexto social y eclesial, vosotros
laicos de la Acción católica estáis llamados a renovar la opción misionera, abierta a los horizontes que el
Espíritu indica a la Iglesia y expresión de una nueva juventud del
apostolado laical. Esta es la opción
misionera: todo en clave misionera,
todo. Es el paradigma de la Acción
católica: el paradigma misionero. Esta es la opción que hoy hace la Acción católica. Sobre todo las parroquias, especialmente las marcadas
por el cansancio y la cerrazón —y
son muchas. Parroquias cansadas,
parroquias
cerradas...
¡existen!
Cuando saludo a las secretarias parroquiales, les pregunto: ¿Pero usted
es secretaria de esas que abren las
puertas o de las que cierran la puerta? Estas parroquias necesitan vuestro entusiasmo apostólico, vuestra
total disponibilidad y vuestro servi-
cio creativo. Se trata de asumir el dinamismo misionero para llegar a todos, privilegiando a quien se siente
alejado y a los grupos más débiles y
olvidados de la población. Se trata
de abrir las puertas y dejar que Jesús
pueda salir fuera. Muchas veces tenemos a Jesús encerrado en las parroquias con nosotros, no salimos
fuera y no dejamos que Él salga fue-
ra. Abrir las puertas para que Él salga, al menos Él. Se trata de una
Iglesia «que sale»: siempre Iglesia
que sale.
Este estilo de evangelización, animado por una fuerte pasión por la
vida de la gente, es especialmente
adecuado a la Acción católica, formada por el laicado diocesano que
vive en estrecha corresponsabilidad
con los Pastores. En esto os ayuda la
popularidad de vuestra asociación,
que a los compromisos intraeclesia-
El lunes 5 de mayo, por la mañana, el Papa Francisco recibió a los miembros de la presidencia
de la Conferencia de los superiores mayores de Estados Unidos
les sabe unir el compromiso de contribuir a la transformación de la sociedad para orientarla al bien. He
pensado entregaros tres verbos que
pueden constituir para todos vosotros una guía de camino.
El primero es: permanecer. Pero
no permanecer encerrados, no. ¿Permanecer en qué sentido? Permanecer
con Jesús, permanecer gozando de su
compañía. Para ser anunciadores y testigos de Cristo es
necesario permanecer ante todo cercanos a Él. Es en el encuentro con Aquél que es
nuestra vida y nuestra alegría,
que nuestro testimonio adquiere cada día nuevo significado y nueva fuerza. Permanecer en Jesús, permanecer
con Jesús.
Segundo verbo: ir. Jamás
una Acción católica estática,
¡por favor! No detenerse: ¡ir!
Ir por las calles de vuestras
ciudades y vuestros pueblos,
y anunciar que Dios es Padre
y que Jesucristo os lo ha dado a conocer, y que por ello
vuestra vida ha cambiado: se
puede vivir como hermanos,
llevando dentro una esperanza que no defrauda. Que viva
en vosotros el deseo de hacer
circular la Palabra de Dios
hasta los confines, renovando
así vuestro compromiso de encontrar
al hombre donde quiera que se encuentre, allí donde sufre, allí donde
espera, allí donde ama y cree, allí
donde están sus sueños más profundos, los interrogantes más auténticos, los deseos de su corazón. Allí os
espera Jesús. Esto significa: salir fuera. Esto significa: salir, ir saliendo.
Y, por último, gozar. Gozar y alegrarse siempre en el Señor. Ser personas que cantan la vida, que cantan
la fe. Esto es importante: no sólo recitar el Credo, recitar la fe, conocer
la fe, sino cantar la fe. Esto es. Decir
la fe, vivir la fe con alegría, y a esto
se llama «cantar la fe». Y no lo digo
yo, lo dijo san Agustín hace 1600
años: «¡cantar la fe!». Personas capaces de reconocer los propios talentos y los propios límites, que saben
ver en sus jornadas, incluso en las
más sombrías, los signos de la presencia del Señor. Alegrarse porque el
Señor os ha llamado a ser corresponsables de la misión de su Iglesia.
Alegrarse porque en este camino no
estáis solos: está el Señor que os
acompaña, están vuestros obispos y
sacerdotes que os sostienen, están
vuestras comunidades parroquiales,
vuestras comunidades diocesanas
con las que compartís el camino.
¡No estáis solos!
Con estas tres actitudes: permanecer en Jesús, ir hasta los confines y
vivir la alegría de la pertenencia cristiana, podréis llevar adelante vuestra
vocación, y evitar la tentación de la
«quiete», que nada tiene que ver
con el permanecer en Jesús; evitar la
tentación de la cerrazón y del intimismo, tan edulcorada, disgustosa
por cuanto es dulce, la del intimismo... Si vosotros salís, no caeréis en
esta tentación. Y evitar también la
tentación de la seriedad formal. Con
este permanecer en Jesús —ir hasta
los confines, vivir la alegría evitando
estas tentaciones—, evitaréis llevar
adelante una vida más parecida a estatuas de museo que a personas llamadas por Jesús a vivir y difundir la
alegría del Evangelio. Si queréis escuchar el consejo de vuestro consiliario general —es muy pacífico, porque lleva un nombre apacible, él, es
Mansueto—, si queréis acoger su
consejo, convertíos en burritos, pero
jamás en estatuas de museo, por favor, jamás.
Pidamos al Señor, para cada uno
de nosotros, ojos que sepan ver más
allá de la apariencia; oídos que sepan escuchar gritos, susurros y también silencios; manos que sepan sostener, abrazar y curar. Pidamos, sobre todo, un corazón grande y misericordioso, que desee el bien y la salvación de todos. Que os acompañe
en el camino María Inmaculada, y
también mi bendición. Y os doy las
gracias porque sé que rezáis por mí.
Ahora os invito a rezar a la Virgen, que es nuestra Madre, que nos
acompañará en este camino. La Virgen siempre iba detrás de Jesús, hasta el final, lo acompañaba. Pidámosle que nos acompañe siempre en
nuestro camino, este camino de la
alegría, este camino del salir, este camino del permanecer con Jesús.
Año teresiano en las
diócesis de España
«El Papa Francisco ha concedido
la gracia de Año Jubilar Teresiano
para todas las diócesis de España,
desde el día 15 de octubre de 2014
hasta el 15 de octubre de 2015,
con el fin de celebrar con solemnidad el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús».
Lo anuncia la Conferencia episcopal española en un comunicado.
«El Santo Padre —continúa la
nota— ha concedido al presidente
de la Conferencia episcopal y al
obispo de Ávila la gracia de impartir, durante el Año jubilar, la
bendición papal y la indulgencia
plenaria a todos los fieles cristianos presentes en las celebraciones
que se determinen, y que, arrepentidos y movidos por la caridad, hayan asistido a los ritos sagrados, según las condiciones canónicas», es decir, la Confesión,
la Eucaristía y la oración por las
intenciones del Papa Francisco.
L’OSSERVATORE ROMANO
página 4
viernes 9 de mayo de 2014, número 19
A los obispos de Botsuana, Sudáfrica y Suazilandia el Papa subraya la vivacidad de la Iglesia en esa región
Una semilla que crece
en medio de las dificultades
En la mañana del viernes 25 de abril
el Papa recibió en audiencia a los
prelados de la Conferencia episcopal de
Botsuana, Sudáfrica y Suazilandia en
visita «ad limina Apostolorum».
Publicamos una traducción del discurso
en inglés que el Papa les entregó.
Queridos hermanos obispos:
Os doy una cordial bienvenida
mientras realizáis esta peregrinación
ad limina Apostolorum, que os ha
conducido aquí para rezar ante las
tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo y para reflexionar conmigo sobre
las alegrías y los desafíos de la Iglesia en Botsuana, Sudáfrica y Suazilandia. Vuestra presencia expresa
vuestra unión con el Sucesor de Pedro y os ofrece la oportunidad de renovar vuestra fe y vuestro ministerio
de guiar al pueblo de Dios. Agradezco al cardenal Napier las afectuosas palabras de saludo pronunciadas
en nombre de los católicos de vuestras diócesis, sacerdotes, religiosos y
fieles laicos. A través de vosotros, les
aseguro mi amor y mi solidaridad
orante.
Nuestro encuentro de hoy nos
permite dar gracias a Dios Padre por
el crecimiento de la Iglesia en vuestros países, merced a los esfuerzos
de los misioneros provenientes de
muchas tierras, los cuales, junto con
los hombres y las mujeres nativos de
Sudáfrica, Botsuana y Suazilandia,
han plantado, profundamente, las
semillas de la fe de vuestra gente.
Durante generaciones han salido a
su encuentro dondequiera que se encontraba, en las aldeas, en los pueblos y en las ciudades, y especialmente en las áreas urbanas en constante expansión. Han construido las
iglesias, las escuelas y los
hospitales que han servido a
vuestros países durante casi
dos siglos; esta herencia resplandece aún hoy en el corazón de cada creyente y en las
obras duraderas de apostolado. El Evangelio enseña que
la semilla de la Palabra, una
vez plantada, crece por sí sola incluso cuando el agricultor duerme, cumpliendo su
voluntad «de formas muy diversas que suelen superar
nuestras previsiones y romper
nuestros esquemas» (Evangelii gaudium, 22).
A pesar de sus numerosos desafíos, vuestros países han sido bendecidos con parroquias florecientes que
a menudo prosperan incluso en las
mayores adversidades: largas distancias entre las comunidades, carencia
de recursos materiales y acceso limitado a los sacramentos. Sé que en
algunas diócesis estáis formando a
diáconos permanentes para ayudar
al clero donde hay pocos sacerdotes.
Es un esfuerzo concertado para renovar y profundizar la formación de
catequistas laicos que ayuden a las
madres y a los padres a preparar a
las generaciones futuras en la fe. Los
sacerdotes, los religiosos y las religiosas tienen un solo pensamiento y
un solo corazón en su servicio a los
hijos y a las hijas más indefensos de
Dios –viudas, madres solas, divorcia-
dos, niños en peligro y, especialmente, los millones de niños huérfanos a
causa del sida–, muchos de los cuales están al frente de familias en
áreas rurales. En verdad, los católicos viven y comparten la riqueza y
la alegría del Evangelio con las demás personas que están a su alrededor. Minoría católica en países de
religión mixta, los fieles deben confiar cada vez más en sus propios medios y cada vez menos en la ayuda
de los países que fueron los primeros
consecuencia, la vida de la sociedad
en su conjunto. En este mar de dificultades nosotros, obispos y sacerdotes, debemos dar un testimonio coherente de la enseñanza moral del
Evangelio. Confío en que no disminuya vuestra determinación a enseñar la verdad «a tiempo y a destiempo» (2 Tm 4, 2), con el apoyo de la
oración y del discernimiento, y siempre con gran compasión.
Aprecio el hecho de que vosotros,
obispos de Botsuana, Sudáfrica y
en mandar misioneros. Muchos de
ellos trabajan con gran generosidad
en numerosos proyectos caritativos,
mostrando el rostro amoroso de
Cristo a cuantos tienen más necesidad de Él. ¡Cada uno es signo de
esperanza para toda la Iglesia! Ruego para que sigan perseverando en
la edificación del reino del Señor
con sus vidas, que dan testimonio de
la verdad, y con el trabajo de sus
manos, que alivia el sufrimiento de
muchos.
Me habéis hablado de algunos de
los difíciles desafíos pastorales que
deben afrontar vuestras comunidades. Las familias católicas tienen menos hijos, con repercusiones en el
número de las vocaciones al sacerdo-
Suazilandia, estéis unidos a vuestra
gente en los lugares donde vive, trabaja y estudia, solidarios con el gran
número de desempleados en vuestros países. La mayor parte de las
personas logra identificarse inmediatamente con Jesús, que era pobre y
marginado, que no tenía un lugar
donde apoyar la cabeza. Al responder a estas exigencias pastorales, os
pido que ofrezcáis, además de vuestro apoyo material, una mayor ayuda
espiritual y una sólida guía moral,
recordando que la ausencia de Cristo es la mayor pobreza. También
aquí debemos encontrar modos nuevos y creativos para ayudar a las
personas a encontrar a Cristo a través de una comprensión más profunda de la fe.
Otro desafío importante al que ya
he aludido es el número reducido de
sacerdotes —vuestros primeros colaboradores en la tarea de la evangelización—, así como una disminución
significativa de los seminaristas. Es
necesario un nuevo impulso: una
promoción nueva y auténtica de las
vocaciones en todos los territorios,
una selección atenta de los candidatos para los estudios en el seminario,
el aliento paterno a cuantos se están
formando, y el acompañamiento
atento en los años posteriores a la
ordenación.
Junto con los sacerdotes, los religiosos y los catequistas laicos han
desarrollado y siguen desarrollando
un papel fundamental en el crecimiento de vuestras comunidades. Es
esencial que reciban de vosotros
aliento y apoyo, especialmente a través del desarrollo de programas de
formación permanente, basados firmemente en la palabra inspirada de
Dios, y dando a conocer a niños y
adultos la vida de oración y la recepción fecunda de los sacramentos. En
particular, el sacramento de la reconciliación debe redescubrirse como
dimensión fundamental de la vida
de gracia. La santidad y la indisolubilidad del matrimonio cristiano,
que a menudo se resquebraja bajo
las enormes presiones del mundo secular, deben profundizarse a través
de una doctrina clara y sostenerse
cio y a la vida religiosa. Algunos católicos se alejan de la Iglesia para
dirigirse a otros grupos que parecen
prometer algo mejor. El aborto se
suma al dolor de muchas mujeres,
que ahora llevan en sí profundas heridas físicas y espirituales, tras haber
cedido a las presiones de una cultura
secular que disminuye el don de
Dios de la sexualidad y el derecho a
la vida de los hijos por nacer. Además, la tasa de separaciones y divorcios es alta, incluso entre las familias
cristianas, y con frecuencia los hijos
no crecen en un ambiente familiar
estable. También observamos con
gran preocupación, y no podemos
dejar de deplorarlo, un aumento de
la violencia en perjuicio de mujeres
y niños. Todas estas realidades amenazan la santidad del matrimonio, la
estabilidad de la vida familiar y, en
mediante el testimonio de parejas casadas comprometidas. El matrimonio
cristiano es una alianza de amor para toda la vida entre un hombre y
una mujer; comporta sacrificios auténticos para evitar las nociones ilusorias de la libertad sexual y para favorecer la fidelidad conyugal. Vuestros programas de preparación para
el sacramento del matrimonio, enriquecidos con la enseñanza del Papa
Juan Pablo II sobre el matrimonio y
la familia, se están revelando como
instrumentos prometedores y, de hecho, indispensables
para
transmitir la verdad
que libera acerca del
matrimonio cristiano, y
están infundiendo en
los jóvenes una nueva
esperanza para sí mismos y para su futuro
como esposos y esposas, padres y madres.
He notado también
la preocupación que habéis expresado por el resquebrajamiento de la
moral cristiana, incluyendo la creciente tentación de pactos deshonestos. Se trata de una cuestión que habéis afrontado proféticamente en
vuestra declaración pastoral sobre la
corrupción. Como habéis destacado,
«la corrupción es un robo a los pobres…, hiere a quien es más vulnerable…, daña a toda la comunidad…,
destruye la confianza». La comunidad cristiana está llamada a ser coherente con su testimonio de las virtudes de honradez e integridad, para
que podamos estar ante el Señor y
ante nuestro prójimo con las manos
limpias y el corazón puro (cf. Sal 24,
4) como levadura del Evangelio en
la vida de la sociedad. Teniendo presente este imperativo moral, sé que
seguiréis afrontando esta y otras graves preocupaciones sociales, como la
plaga de los refugiados y los inmigrantes. Que nuestras comunidades
católicas acojan siempre a estos
hombres y mujeres y que encuentren
en ellas corazones y casas abiertos
mientras tratan de comenzar una vida nueva.
Queridos hermanos obispos: En
mi exhortación apostólica Evangelii
gaudium, publicada al final del Año
de la fe, con el que se conmemoró el
quincuagésimo aniversario de la
apertura del concilio Vaticano II, expresé mi esperanza de que todos los
cristianos comiencen un nuevo capítulo de la evangelización caracterizado por la alegría evangélica, buscando nuevos «caminos para la marcha
de la Iglesia en los próximos años»
(cf. n. 1). ¡Ha llegado la hora de reavivar el precioso don de la fe, para
que renovéis vuestro celoso servicio
al pueblo de Dios! Que los santos
de África os sostengan con su intercesión. Que Nuestra Señora de África esté siempre a vuestro lado y os
guíe mientras participáis en la misión de Cristo de enseñar, santificar
y gobernar.
Con estos sentimientos, y con
gran afecto, os imparto mi bendición
apostólica a vosotros y a todos los
amados sacerdotes, religiosos y fieles
laicos de vuestros países.
L’OSSERVATORE ROMANO
número 19, viernes 9 de mayo de 2014
página 5
Misa del Santo Padre en la iglesia romana de San Estanislao en acción de gracias por la canonización de Juan Pablo
II
La piedra y la roca
Juan Pablo II fue una «piedra» anclada firmemente
en la «gran roca» que es Cristo. El Papa Francisco
utilizó esta imagen para recordar el testimonio del
Pontífice polaco durante la misa celebrada el domingo
En el pasaje de los Hechos de los
Apóstoles hemos escuchado la voz
de Pedro, que anuncia con fuerza la
resurrección de Jesús. Pedro es testigo de la esperanza que es Cristo. Y
en la segunda lectura también Pedro
confirma a los fieles en la fe en Cristo, al escribir: «por medio de Él,
creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos..., de manera que
vuestra fe y vuestra esperanza estén
puestas en Dios» (1 P 1, 21).
Pedro es el punto de referencia
firme de la comunidad porque está
cimentado en la Roca que es Cristo.
Así fue Juan Pablo II, auténtica
piedra anclada en la gran Roca.
Una semana después de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo
II, nos reunimos en esta iglesia de
los polacos en Roma, para dar gracias al Señor por el don del santo
obispo de Roma hijo de vuestra nación. En esta iglesia a la que él vino
más de 80 veces. Siempre venía
aquí, en los diferentes momentos de
su vida y de la vida de Polonia.
4 de mayo, por la mañana, en la iglesia romana de
San Estanislao en vía «delle Botteghe Oscure», en
acción de gracias por la canonización del pasado 27
de abril. Publicamos a continuación la homilía.
En los momentos de tristeza y de
abatimiento, cuando todo parecía
perdido, él no perdía la esperanza,
porque su fe y su esperanza estaban
puestas en Dios (cf. 1 P 1, 21). Y así
era piedra, roca para esta comunidad, que aquí reza, que aquí escucha
la Palabra, prepara para los Sacramentos y los administra, acoge a
quien pasa necesidad, canta y hace
fiesta, y desde aquí sale hacia las periferias de Roma...
Vosotros, hermanos y hermanas,
formáis parte de un pueblo que ha
sido muy probado en su historia. El
pueblo polaco sabe bien que para
entrar en la gloria es necesario pasar
a través de la pasión y la cruz (cf. Lc
24, 26). Y lo sabe no porque lo ha
estudiado, lo sabe porque lo ha vivido. San Juan Pablo II, como digno
hijo de su patria terrena, recorrió este camino. Lo siguió de manera
ejemplar, recibiendo de Dios un despojamiento total. Por ello «su carne
descansa en la esperanza» (cf. Hch
2, 26; Sal 16, 9).
¿Y nosotros? ¿Estamos dispuestos
a seguir este camino?
Vosotros, queridos
hermanos, que formáis hoy la comunidad cristiana de los
polacos en Roma,
¿queréis seguir este
camino?
San Pedro, también
con la voz de san
Juan Pablo II, os dice: «Comportaos con temor durante
el tiempo de vuestra peregrinación»
(1 P 1, 17). Es verdad, somos viandantes, pero no errantes. En camino,
pero sabemos adonde vamos. Los
errantes no lo saben. Somos peregrinos, pero no vagabundos, como decía san Juan Pablo II.
Los dos discípulos de Emaús al ir
eran errantes, no sabían dónde acabarían, pero a la vuelta no. Al regresar eran testigos de la esperanza que
es Cristo. Porque lo habían encontrado a Él, al Viandante Resucitado.
Este Jesús es el Viandante Resucitado que camina con nosotros. Jesús
está aquí hoy, está aquí entre noso-
tros. Está aquí en su Palabra, está
aquí en el altar, camina con nosotros, es el Viandante Resucitado.
También nosotros podemos llegar
a ser «viandantes resucitados», si su
Palabra caldea nuestro corazón, y su
Eucaristía nos abre los ojos a la fe y
nos nutre de esperanza y de caridad.
También nosotros podemos caminar
al lado de los hermanos y hermanas
que están tristes y desesperados, y
caldear su corazón con el Evangelio,
y partir con ellos el pan de la fraternidad.
Que san Juan Pablo II nos ayude a
ser «viandantes resucitados». Amén.
Los trabajos de la Comisión pontificia para la protección de los menores
No tratará casos individuales de
abuso la Comisión pontificia para la
tutela de los menores instituida por
el Papa Francisco el 22 de marzo de
este año. Más bien presentará recomendaciones sobre las directrices para asegurar el deber de la responsabilidad y las mejores prácticas a seguir para sensibilizar a las personas
sobre las trágicas consecuencias de
comportamientos tan detestables.
La precisión llegó al término del
primer encuentro de la Comisión
que, iniciado el jueves 1 de mayo en
el Vaticano, prácticamente concluyó
el sábado 3, por la mañana, con el
encuentro con los periodistas en la
Oficina de prensa de la Santa Sede.
El cardenal Séan Patrick O’Malley,
arzobispo de Boston, único purpurado llamado por el Santo Padre a formar parte de la Comisión, al ofrecer
un breve resumen de los trabajos,
aseguró que entre las directrices que
formarán parte de los estatutos figuran precisamente las propuestas para
la sensibilización de las personas no
sólo «sobre las trágicas consecuencias de los abusos sexuales respecto
a los menores» sino también sobre
las igualmente devastadoras «falta
de escucha, ausencia de información
ante la sospecha de abusos y falta de
apoyo a las víctimas de abusos sexuales y a sus familias».
En el encuentro con los periodistas estuvieron presentes todos los actuales miembros de la Comisión. El
director de la Oficina de prensa, padre Federico Lombardi, acompañaba
al cardenal O’Malley, al jesuita alemán Hans Zollner y a la irlandesa
Mary Collins, víctima ella de abusos
sexuales.
El cardenal O’Malley inició su intervención —explicativa de la misión
confiada por el Papa al nuevo orga-
Responsabilidad y transparencia
nismo— con palabras dirigidas a las
víctimas. «Mientras iniciamos juntos
nuestro servicio —dijo el purpurado—
deseamos expresar nuestra profunda
solidaridad a todas las víctimas que
han sufrido abusos sexuales, como
niños o adultos vulnerables, y deseamos hacer público que, desde el inicio de nuestro trabajo, hemos adoptado el principio de que el bien de
un niño o de un adulto vulnerable
es prioritario en el momento en el
que se toma cualquier decisión».
Al tratar sobre los contenidos de
estos primeros días de trabajo, el
purpurado explicó que cada uno
«pudo compartir ideas, experiencias
y aspiraciones. Respondiendo a las
peticiones del Santo Padre, estos debates se dedicaron a la naturaleza y
a los objetivos de la Comisión, y al
aumento del número de los miembros, de forma que se incluyan personas procedentes de otras zonas
geográficas y de otros ámbitos de
competencia».
Se examinaron luego muchas propuestas acerca de los modos en los
cuales la Comisión podría colaborar
con expertos de diversos sectores relacionados con la salvaguarda de niños y adultos vulnerables.
«Nos hemos reunido también con
algunos miembros de la Curia romana —precisó el arzobispo de Boston—
en relación a ámbitos de futura cooperación, entre los cuales, representantes de la Secretaría de Estado, de
la Congregación para la doctrina de
la fe, de la Congregación para el cle-
Encuentro con la Comisión
para la tutela de los menores
El jueves 1 de mayo se reunió por primera vez en el Vaticano la Comisión pontificia para la tutela de los menores, cuyos trabajos prosiguieron hasta el día 3. Los miembros del nuevo organismo participaron en
la misa matutina que celebró el Papa Francisco en la capilla de la Casa
Santa Marta, donde tuvo lugar el encuentro.
ro, de la Oficina de prensa de la
Santa Sede y de la Gendarmería vaticana».
En cuanto Comisión consultiva
del Santo Padre, la primera tarea es
comunicar al Papa Francisco los resultados del trabajo. A su tiempo,
precisó el cardenal O’Malley, se propondrán las iniciativas para alentar
«la responsabilidad local en el mundo y el recíproco compartir de los
“procedimientos mejores” para la
protección de todos los menores»,
con programas de educación, formación y respuestas a los abusos.
En el encuentro del viernes 2 con
el Papa, los miembros de la Comisión compartieron también, precisó
el cardenal, «la importancia que atribuimos a algunos sectores de nuestro futuro trabajo». «Consideramos
particularmente importante garantizar el ejercicio de la responsabilidad
en la Iglesia —continuó— incluido el
desarrollo de los instrumentos para
protocolos y procedimientos eficaces
y transparentes». El purpurado anticipó que se propondrán al Santo Padre los estatutos destinados a expresar con mayor precisión «la naturaleza de la Comisión, su estructura,
su actividad y sus objetivos».
El arzobispo de Boston concluyó
pidiendo la oración «de todos los
que deseen apoyar el trabajo de la
Comisión»; a los católicos solicitó
en especial que se comprometan «a
hacer de nuestras parroquias, escuelas e instituciones, lugares seguros
para todos los menores. Nosotros
nos empeñamos juntamente con las
personas de buena voluntad a garantizar que los niños y los adultos vulnerables estén protegidos de los
abusos».
L’OSSERVATORE ROMANO
número 19, viernes 9 de mayo de 2014
páginas 6/7
El gracias del Papa a la Guardia Suiza pontificia
Detrás de esos uniformes
Un servicio que expresa un auténtico testimonio. Y por este servicio realizado con
fidelidad y abnegación, el Papa Francisco quiso dar las gracias a la Guardia Suiza
pontificia el lunes 5 de mayo —víspera del día que se conmemora el aniversario del
Saqueo de Roma— durante la audiencia que tuvo lugar en la sala Clementina.
Señor comandante, queridos Guardias,
queridos familiares y amigos de la Guardia Suiza pontificia:
Con alegría os recibo en este día importante para vosotros, ¡un
día de fiesta! Os saludo a todos con afecto y gratitud. El 6 de
mayo es una fecha que permanecerá grabada en vuestra mente
y os permitirá, a lo largo de vuestra vida, revivir con alegría
un momento significativo de vuestra permanencia en el Cuerpo de la Guardia Suiza. Es un día especial, porque conmemoramos el Saqueo de Roma y el acto heroico de vuestros predecesores que, en
1527, entregaron la propia vida para defender a la Iglesia y al Papa.
Vuestra entrega es la confirmación de que su valentía
y su fidelidad han dado
fruto, como dice el Evangelio: la semilla arrojada a
la tierra y muerta ha dado
fruto (cf. Jn 12, 24).
El contexto social y eclesial ha cambiado mucho
desde entonces: la sociedad
es distinta respecto a aquellos tiempos. Pero el corazón del hombre, su capacidad de ser fiel y valeroso
—acriter et fideliter, dice
vuestro lema— sigue siendo
el mismo. Vuestro servicio
es, por lo tanto, un auténtico testimonio, porque expresa concretamente
el deseo de entregarse a una tarea importante y de gran responsabilidad. A esta
opción habéis llegado
con la ayuda de vuestras familias y de
las comunidades que os han educado.
También a ellas dirijo mi sincero agradecimiento.
Prestar servicio en la Guardia Suiza
pontificia significa vivir una experiencia
que contempla el encuentro del tiempo
y del espacio de modo particular: Roma cuenta con la riqueza de innumerables monumentos y lugares históricos y
artísticos que manifiestan la grandeza
de su cultura y su historia. Sin embargo, esta ciudad no es sólo un gran museo, sino una encrucijada de turistas y
peregrinos que provienen de todo el
mundo: personas de diversas lenguas,
tradiciones, religiones y culturas llegan
aquí con motivaciones diferentes. En
este movimiento de historia y de historias personales está también cada uno
de vosotros. Con vuestro peculiar servi-
El juramento de treinta guardias
La mano izquierda cerrada en torno a la bandera; tres
dedos de la mano derecha abiertos y elevados hacia
lo alto invocando a la Santísima Trinidad como testigo de su fidelidad. Así, treinta nuevos alabarderos de
la Guardia Suiza pontificia han prestado juramento el
martes 6 de mayo, por la mañana. La ceremonia, que
tuvo lugar en el patio de San Dámaso del palacio
apostólico, fue presidida por el arzobispo Angelo
Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado. El prelado, en las palabras de su discurso no dudó en invitar
a que «en la base de todo esté el sentido de fe y de
amor a la Iglesia y a su Pastor universal», y renovó
en nombre del Papa Francisco «la expresión de la
más cordial gratitud —dijo a los guardias— por el trabajo que desempeñáis en el territorio del Vaticano».
La ceremonia fue inaugurada por un breve saludo
del comandante Daniel Rudolf Anrig, quien, tras depositar una corona de laurel ante el monumento en
memoria de los 147 soldados que dieron su vida en el
año 1527 en defensa del Papa Clemente VII, destacó la
especificidad de la misión que el Cuerpo está llamado
a realizar con fidelidad, lealtad y honor, pero sobre
todo con amor, al servicio del Papa.
Características de un servicio que, precisó luego
monseñor Markus Heinz —oficial de la sección alemana de la Secretaría de Estado, a quien se le ha confiado «ad interim» la atención espiritual de la Guardia
Suiza—, los jóvenes alabarderos se comprometen a desempeñar con espíritu de sacrificio, dispuestos también
a entregar la propia vida. Y ciertamente no se trata sólo «de un riesgo profesional, similar al de un soldado
o de un agente de seguridad. La razón profunda está
Robert Schiess, «Un cortejo de mercenarios suizos cruza los Alpes»
(siglo XX, cuartel de la Guardia Suiza pontificia)
en la entrega de sí mismo que Jesús vivió en primera
persona», especificó monseñor Heinz al recordar lo
que escribe el evangelista Juan: «Nadie tiene un amor
más grande que el que da la vida por sus amigos».
Además de la valentía, «vuestro servicio —continuó
el prelado— se funda en la fidelidad: es decir, estar
dispuestos a comprometerse totalmente no sólo en la
situación extrema, sino también en las ocupaciones
cotidianas del servicio y de la vida en el Cuerpo de la
Guardia». Fiel y fuerte, añadió, es quien sabe resistir
a las dificultades y a las tentaciones, tratar siempre de
hacer el bien y superar los obstáculos. «El juramento
de hoy —volvió a destacar— vale precisamente en los
momentos fatigosos del servicio, en la cotidianidad,
que es el lugar de vuestro heroísmo».
Por último, monseñor Heinz propuso la fórmula
del juramento en alemán, francés e italiano, las tres
expresiones lingüísticas de los cantones suizos de los
que son originarios los treinta nuevos alabarderos.
Tras el juramento la banda del Cuerpo ejecutó un
breve repertorio musical.
Asistieron a la ceremonia una decena de cardenales,
entre ellos el presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, Giuseppe Bertello, numerosos arzobispos y obispos, entre los que se contaba el prefecto de la Casa pontificia Georg Gänswein;
los monseñores Peter Bryan Wells, asesor de la Secretaría de Estado, José Avelino Bettencourt, jefe del
Protocolo, y Alfred Xuereb, prelado secretario general
de la Secretaría de asuntos económicos.
Entre las numerosas autoridades presentes, el embajador Pierre-Yves Fux, de la Confederación helvética,
que en breve presentará las cartas credenciales al Santo Padre. La delegación del gobierno de Svitto, cantón invitado de este año, estaba representada por el
presidente Walter Stählin, mientras que al ejército suizo lo representaba el comandante de división HansPeter Walser.
cio, estáis llamados a dar un sereno y
gozoso testimonio cristiano a cuantos
llegan al Vaticano para visitar la basílica de San Pedro y para encontrar al Papa. Vivid intensamente vuestras jornadas. Manteneos firmes en vuestra fe y
generosos en la caridad hacia las personas que encontráis.
El uniforme que lleváis, este año cumple
cien años. Sus colores
y su estilo son conocidos en todo el mundo: recuerdan entrega,
seriedad,
seguridad.
Identifican un servicio
singular y un pasado
glorioso. Sin embargo,
detrás de cada uniforme hay una persona
concreta: con una familia y una tierra de
proveniencia, con una
personalidad y una
sensibilidad, con deseos y proyectos de vida. Vuestra divisa es
un sugestivo rasgo característico de la
Guardia Suiza y atrae la atención de la
gente. Pero recordad que no es el uniforme sino el que lo lleva puesto quien
debe impresionar a los demás por su
amabilidad, por el espíritu de acogida,
por la actitud de caridad hacia todos.
Tened presente esto también en las re-
laciones entre vosotros, dando importancia, incluso en vuestra
vida comunitaria, al
compartir los momentos alegres y aquellos
más difíciles, sin ignorar a quien entre vosotros se encuentra en
dificultad y a veces
tiene necesidad de una
sonrisa y de un gesto
de aliento y de amistad; evitando una distancia negativa que divide a los compañeros
y que, en la vida de
todas las personas del
mundo, puede generar
desprecio,
marginación o racismo.
Queridos guardias
suizos, cada día experimento de cerca
vuestra entrega y vuestra diligencia: por
ello os estoy muy agradecido. Sed fieles
a lo que habéis cultivado en el corazón
y tened la certeza de que el Señor está
siempre a vuestro lado y sostiene vuestro camino, especialmente cuando se
siente el cansancio y la incertidumbre
al caminar. Él no abandona jamás.
También yo deseo expresaros mi cercanía y, mientras os encomiendo a vosotros y a vuestras familias a la maternal
protección de la Bienaventurada Virgen
María y a la intercesión de vuestros
santos patronos Nicolás, Sebastián y
Martín, os bendigo de corazón.
Misa del cardenal secretario de Estado para la Guardia Suiza pontificia
Un tiempo para acrecentar la fe
«Acceder al rico patrimonio de fe y
de valores espirituales que han marcado la historia» de la Guardia Suiza
pontificia, para volver a encontrar en
ella «los orígenes del peculiar y apreciado servicio» ofrecido a la Iglesia y
al Papa. Y de este modo «ser valerosos testigos de Cristo y del Evangelio
en el ámbito del Vaticano y en cualquier otro ambiente» frecuentado.
Fue esta la consigna que el cardenal
Pietro Parolin, secretario de Estado,
encomendó el martes 6 de mayo, por
la tarde, al comandante, a los oficiales
y suboficiales, y a los alabarderos del
cuerpo militar.
En el altar de la cátedra de la basílica de San Pedro, el purpurado presidió la misa con la que se concluyó la
jornada conmemorativa de la heroica
muerte de 147 soldados helvéticos que
cayeron defendiendo al Pontífice en el
saqueo de Roma de 1527.
De esta forma, con la
presencia del secretario
de Estado se concluyó el
programa celebrativo de
este año, precedido por
el encuentro en la víspera
con el Papa Francisco y
cuyo momento culminante fue el del juramento
de treinta y nueve reclutas el martes por la mañana.
En la homilía el cardenal Parolin comentó el
pasaje
evangélico
de
Juan (6, 30-35) donde Jesús hace referencia al maná que el pueblo de
Israel, huido de la esclavitud de Egipto, comió en el desierto. Y al respecto
alertó contra ese «modo inmaduro de
vivir la religión, que nos afecta un poco a todos, porque es muy humano»,
y que se manifiesta en la actitud de
no mirar a Cristo, sino las cosas que
de Él nos esperamos.
Sin embargo, recordó, el Señor «no
se escandaliza, es paciente» y «quiere
conducirnos a dar el paso decisivo de
creer en Él». De aquí la invitación «a
ir más allá de las apariencias, para reconocer que en sus palabras, en sus
gestos y, sobre todo, en el don que
hace de su vida, está el verdadero pan
del cielo, el pan de la vida». En efecto, explicó el secretario de Estado,
también nosotros «a veces somos tentados de no ver las gracias que Dios
nos regala y las maravillas con que
circunda nuestra vida. El don más
grande es Jesús en medio de nosotros,
con su palabra que ilumina nuestro
camino y con sus sacramentos que
sostienen nuestros pasos. En todo momento Él se presenta a nosotros como
Aquel que da la vida al mundo».
Y puesto que —prosiguió refiriéndose de nuevo a las circunstancias de la
celebración— «en cada Eucaristía se
renueva el sacrificio de Cristo que
muriendo en la cruz ha dado su vida
por la salvación de los hombres, hoy
nuestro recuerdo se dirige» a esos suizos que, el 6 de mayo de hace 487
años, «no vacilaron en inmolar su
existencia defendiendo» a Clemente
VII. De ahí, pues, la exhortación a los
presentes en el rito —que fue alegrado
por los cantos del coro Singkreis
Brunnen— a ser para «todos “signo”
de caridad y esperanza evangélica», a
través de un «testimonio que puede
llegar a ser extremadamente exigen-
te». Por lo demás, aseguró el purpurado, «la fuerza que viene de Dios y
que es su Santo Espíritu nos hace capaces de afrontar toda dificultad y de
no echarnos para atrás ante los pequeños y grandes sacrificios» que tal
«testimonio conlleva».
Finalmente el cardenal pidió «trabajar con alegría y confianza, sin dejarse perturbar por dificultades e incomprensiones» y sabiendo «acoger
este tiempo de servicio a la Santa Sede como una ocasión providencial para crecer en la fe y llegar a ser con Jesús “pan bueno” para las personas
que encuentran en su actividad cotidiana». Un buen deseo también para
los jóvenes guardias suizos que prestaron juramento, viviendo —destacó el
secretario de Estado— un «momento
especial y significativo», por el «don
que han recibido» y por la «responsabilidad que, libre y generosamente,
han asumido».
L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 9 de mayo de 2014, número 19
Misa del Santo Padre en Santa Marta
Ningún miedo a la alegría
Hay muchos cristianos que tienen
«miedo a la alegría». Cristianos
«murciélagos», los definió «con un
poco de humor» el Papa Francisco,
que van con «cara de funeral», moviéndose en la sombra en lugar de
dirigirse «a la luz de la presencia del
Señor».
El hilo conductor de la meditación del jueves 24 de abril en la capilla de la Casa Santa Marta fue
precisamente el contraste entre los
sentimientos que experimentaron los
Apóstoles después de la resurrección
del Señor: por una parte, la alegría
de saber que había resucitado, y, por
otra, el miedo de verlo de nuevo en
medio de ellos, de entrar en contacto real con su misterio viviente. Inspirándose en san Lucas (24, 35-48)
propuesto por la liturgia, el Papa recordó, en efecto, que «la tarde de la
resurrección los discípulos estaban
contando lo que habían visto»: los
dos discípulos de Emaús hablaban
de su encuentro con Jesús durante el
camino, y así también Pedro. En resumen, «todos estaban contentos
porque el Señor había resucitado:
estaban seguros de que el Señor había resucitado». Pero precisamente
«estaban hablando de estas cosas»,
relata el Evangelio, «cuando se presenta Jesús en medio de ellos» y les
dice: «Paz a vosotros».
En ese momento, observó el Papa,
sucedió algo diferente de la paz. En
efecto, el Evangelio describe a los
apóstoles «aterrorizados y llenos de
miedo». No «sabían qué hacer y
creían ver un fantasma». Así, prosiguió el Papa, «todo el problema de
Jesús era decirles: Pero mirad, no
soy un fantasma; palpadme, ¡mirad
mis heridas!».
Se lee además en el texto: «Como
no acababan de creer por la alegría…». Este es el punto focal: los
discípulos «no podían creer porque
tenían miedo a la alegría». En efecto, Jesús «los llevaba a la alegría: la
alegría de la resurrección, la alegría
de su presencia en medio de ellos».
Pero precisamente esta alegría se
convirtió para ellos en «un problema
para creer: por la alegría no creían y
estaban atónitos».
En resumen, los discípulos «preferían pensar que Jesús era una idea,
un fantasma, pero no la realidad».
«El miedo a la alegría es una enfermedad del cristiano». También
nosotros, explicó el Pontífice, «tenemos miedo a la alegría», y nos decimos a nosotros mismos que «es mejor pensar: sí, Dios existe, pero está
allá, Jesús ha resucitado, ¡está allá!».
Como si dijéramos: «Mantengamos
las distancias». Y así «tenemos miedo a la cercanía de Jesús, porque esto nos da alegría».
Esta actitud explica también por
qué hay «tantos cristianos de funeral», cuya «vida parece un funeral
permanente». Cristianos que «prefieren la tristeza a la alegría; se mueven mejor en la sombra que en la
luz de la alegría». Precisamente «como esos animales —especificó el Papa— que logran salir solamente de
noche, pero que a la luz del día no
ven nada. ¡Como los murciélagos! Y
con sentido del humor diríamos que
son “cristianos murciélagos”, que
prefieren la sombra a la luz de la
presencia del Señor».
En cambio, «muchas veces nos sobresaltamos cuando nos llega esta
alegría o estamos llenos de miedo; o
creemos ver un fantasma o pensamos que Jesús es un modo de
obrar». Hasta tal punto que nos decimos a nosotros mismos: «Pero nosotros somos cristianos, ¡y debemos
actuar así!». E importa muy poco
que Jesús no esté. Más bien, habría
que preguntar: «Pero, ¿tú hablas con
Jesús? ¿Le dices: Jesús, creo que estás vivo, que has resucitado, que estás cerca de mí, que no me abandonas?». Este es el «diálogo con Jesús», propio de la vida cristiana, animado por la certeza de que «Jesús
está siempre con nosotros, está siempre con nuestros problemas, con
nuestras dificultades y con nuestras
obras buenas».
Por eso, reafirmó el Pontífice, es
necesario superar «el miedo a la alegría» y pensar en cuántas veces «no
somos felices porque tenemos miedo». Como los discípulos que, explicó el Papa, «habían sido derrotados» por el misterio de la cruz. De
ahí su miedo. «Y en mi tierra —añadió— hay un dicho que dice así: el
que se quema con leche, ve una vaca
y llora». Y así los discípulos, «quemados con el drama de la cruz, dijeron: no, ¡detengámonos aquí! Él está
en el cielo, está muy bien así, ha resucitado, pero que no venga otra vez
aquí, ¡porque ya no podemos más!».
El Papa Francisco concluyó su
meditación invocando al Señor para
que «haga con todos nosotros lo
que hizo con los discípulos, que tenían miedo a la alegría: abrir nuestra
mente». En efecto, se lee en el
Evangelio: «Entonces les abrió el
entendimiento para comprender las
Escrituras». Así pues, el Papa deseó
«que el Señor abra nuestra mente y
nos haga comprender que Él es una
realidad viva, que tiene cuerpo, está
con nosotros y nos acompaña, que
ha vencido: pidamos al Señor la gracia de no tener miedo a la alegría».
La comunidad cristiana
en tres pinceladas
Armonía, testimonio, atención a los
necesitados: «tres pinceladas» de la
imagen que representa a una comunidad cristiana, obra del Espíritu
Santo según el modelo del «pueblo
nacido de lo alto», personas «que
aún no se llamaban cristianos» pero
sabían dar testimonio de Jesucristo.
Es la imagen presentada por el Papa
el martes 29 de abril, por la mañana,
durante la misa en Santa Marta. Se
refirió a un pasaje de los Hechos de
los Apóstoles (4, 32) para subrayar
cómo la Iglesia, tras recordar durante toda la semana de Pascua el sentido del «renacer de lo alto», presenta
ahora la imagen de lo que era «la
comunidad de los nuevos cristianos»: un «pueblo recién nacido»,
formado por personas que «aún no
se llamaban cristianos».
«La multitud de aquellos que se
habían convertido en creyentes —destacó— tenía un solo corazón y una
sola alma: y este es el primer rasgo».
El segundo lo constituye el hecho de
que se trataba de una multitud que
«con gran fuerza daba testimonio del
Señor Jesús». El tercero es que entre
ellos «nadie pasaba necesidad».
Son las «tres peculiaridades —explicó el Santo Padre— de este pueblo
renacido: la armonía entre ellos, la
paz; el testimonio fuerte de la resurrección de Jesucristo y los pobres».
Sin embargo, «no siempre funcionó
así», añadió. En efecto, con el paso
del tiempo «llegaron las luchas internas, las luchas doctrinales, las luchas de poder entre ellos. Incluso en
la relación con los pobres surgieron
problemas; las viudas se lamentaban
de que no se las atendía bien»: en
resumen, no faltaban dificultades.
Sin embargo, esta imagen muestra
cómo deber ser realmente «el modo
de vivir de una comunidad cristiana», de quienes creen en Jesús. Ante
todo, destacó el Papa Francisco, es
necesario construir un clima en el
que reine «la paz y la armonía. “Tenía un solo corazón y una sola alma...”. La paz, una comunidad en
paz. Esto significa —añadió— que en
esa comunidad no había espacio para las murmuraciones, las envidias,
las calumnias, las difamaciones», sino sólo para la paz. Porque «el perdón, el amor, lo cubría todo».
Para calificar a una comunidad
cristiana de este modo —especificó el
Papa Francisco— «debemos preguntarnos: ¿cuál es la actitud de los cristianos? ¿Son mansos, humildes? ¿En
esa comunidad hay luchas entre
ellos por el poder, conflictos por la
envidia? ¿Se critica? Entonces no
van por la senda de Jesucristo». La
paz en una comunidad, en efecto, es
una «peculiaridad muy importante.
Tan importante porque el demonio
trata de dividirnos, siempre. Es el
padre de la división; con la envidia,
divide. Jesús nos hace ver este camino, el camino de la paz entre nosotros, del amor entre nosotros».
Pasando luego a explicar el segundo rasgo característico de esta imagen, el Santo Padre invitó a preguntarse si la comunidad cristiana «da
testimonio de la resurrección de Jesucristo: esta parroquia, esta comunidad, esta diócesis, ¿cree de verdad
que Jesucristo ha resucitado?». En el
caso en el que la respuesta no sea
explícita y decidida, «el corazón tal
vez está lejos» de esta certeza. Es
necesario, en cambio, «dar testimonio de que Jesús está vivo, entre nosotros»: sólo así se puede verificar
cómo va una comunidad.
Por último, el Pontífice habló de
los pobres y del lugar que ellos ocupan entre nosotros. Al respecto se debe hacer un examen de conciencia
que, precisó, se puede subdividir en
dos partes: «¿Cuál es tu actitud, o la
actitud de esta comunidad hacia los
pobres?»; y después, «¿es pobre esta
comunidad? ¿Pobre de corazón y pobre de espíritu? ¿O pone la confianza
en las riquezas, en el poder?».
Como conclusión, el Papa reafirmó
las tres características que identifican
a una comunidad cristiana: «Armonía, testimonio, pobreza y estar atentos a los pobres». Precisamente esto
—recordó— es lo que Jesús explicaba
a Nicodemo», destacando que todo
es obra del Espíritu Santo, «el único
que puede hacer esto». Porque «el
espíritu construye la Iglesia. El Espíritu construye la unidad; el Espíritu
te impulsa hacia el testimonio; el Espíritu te hace pobre, porque Él es la
riqueza; y lo hace para que tú puedas
ocuparte de los pobres. Por ello Jesús
dice: «El viento sopla donde quiere y
oyes su voz, pero no sabes de dónde
viene y adónde va». Así es quien ha
nacido del Espíritu.
«Pensemos —fue la invitación final— en nuestras comunidades, en
nuestras parroquias, en nuestros movimientos, en nuestros colegios, en
nuestras diócesis. Nos hará bien
compararnos un poco con esto: ¿mi
comunidad está en paz y en armonía
o está dividida? ¿Mi comunidad da
testimonio de Jesucristo o sabe que
Cristo ha resucitado, lo sabe intelectualmente pero no hace nada, no lo
anuncia? ¿Se ocupa mi comunidad
de los pobres? ¿Es una comunidad
pobre?». Que el Espíritu Santo, fue
el deseo del Santo Padre, «nos ayude a ir por este camino, el camino
de quienes han renacido en el bautismo».
También hoy se mata
en nombre de Dios
El Papa Francisco lloró al recibir la
noticia de los cristianos que en estos
días fueron crucificados en un país
no cristiano. Lo dijo él mismo en la
celebración de la misa en la capilla
de la Casa Santa Marta, el viernes 2
de mayo, por la mañana. También
hoy, dijo, hay gente que piensa en
adueñarse de las conciencias y así
«en nombre de Dios mata, persigue». Y hay cristianos que, como los
apóstoles, «son dichosos al ser juzgados dignos de sufrir ultrajes por el
nombre de Jesús».
Precisamente esta «alegría de los
mártires cristianos» es una de las
«tres imágenes» propuestas por el
Pontífice. Mártires «hoy —afirmó—
hay muchos: pensad que en algunos
países sólo por llevar el Evangelio vas
a la cárcel. No puedes llevar una
cruz, te harán pagar la multa. Pero el
corazón está alegre». Una imagen, la
de la «alegría del testimonio», que ve
precisamente juntos a los apóstoles
con los mártires de hoy. Y de la predicación de los apóstoles el Papa quiso hablar en la homilía, al recordar
que cuando fueron arrestados y flagelados se sentían dichosos por haber
dado testimonio del Señor.
Las otras dos imágenes presentadas por el Pontífice son: Jesús con
todo su amor por la gente y «la hipocresía de los dirigentes eclesiásti-
número 19, viernes 9 de mayo de 2014
cos con todas sus maniobras políticas» para oprimir al pueblo.
El pasaje del Evangelio de san
Juan (6, 1-15) relata que a Jesús le
seguía «mucha gente, porque habían
visto los signos que hacía con los
enfermos, con los endemoniados».
Pero lo seguían también para escucharlo, explicó el Papa, «porque la
gente decía de Él: ¡éste habla con
autoridad! No como los demás, los
doctores de la ley, los saduceos, toda
esta gente que hablaba pero sin autoridad». Estas eran personas, en
efecto, que «no tenían un discurso
fuerte como el de Jesús». Y «fuerte
no porque Jesús gritase: fuerte en su
mansedumbre, en su amor, fuerte en
la mirada» con la que el Señor «miraba a la gente, con mucho amor».
La fuerza es precisamente el amor:
he aquí la autoridad de Jesús, y por
eso «la gente lo seguía». «Jesús ama
a la gente» y «piensa en el hambre
de la gente: “Los que están aquí tienen hambre, ¿cómo podemos darles
de comer?”». Jesús «se ocupa de los
problemas de la gente. A Él no se le
pasa por la cabeza hacer, por ejemplo, un censo: veamos cuántos nos
siguen, ¿ha crecido la Iglesia?». Jesús «habla, predica, ama, acompaña,
camina con la gente». Es «manso,
humilde». Hasta tal punto que
«cuando la gente, dejándose llevar
un poco por el entusiasmo de ver a
una persona tan buena que habla
con autoridad, que ama tanto, quiere
hacerlo rey, Él los detiene. Y les dice: ¡no, esto no! Y se marcha».
El Papa Francisco hizo referencia
también a la primera lectura (Hch 5,
34-42), que presenta a los discípulos
con el «problema del Sanedrín,
cuando los saduceos lo detienen tras
la curación de un enfermo». Y recordó que, después de la curación,
«el sumo sacerdote con los que estaban de su parte, es decir, la secta de
los saduceos, llenos de celos, tomaron a los apóstoles y los llevaron a la
prisión pública». Pero «sabemos que
el ángel hizo salir a los apóstoles de
la prisión»; y así fueron inmediatamente al templo a enseñar. La reacción del sumo sacerdote y de su
gente, fue la de llevar a los apóstoles
ante el sanedrín.
«Pero yo —dijo el Papa— quisiera
detenerme un poco en esta palabra:
llenos de celos». Estaban celosos
porque «no toleraban que la gente
siguiese a Jesús. No lo soportaban»,
y por ello «estaban celosos». Pero se
trata de «una mala actitud»: de los
celos, en efecto, se pasa a la envidia.
Sin embargo, continuó, «esta gente sabía bien quién era Jesús, lo sabía». Por lo demás, «esta gente era
la misma que había pagado a los
guardias para que dijeran que los
apóstoles habían robado el cuerpo
de Jesús. Habían pagado para silenciar la verdad». Y «cuando se paga
para esconder la verdad, estamos en
una maldad muy grande». También
L’OSSERVATORE ROMANO
el pueblo sabía quiénes eran estas
personas y, en efecto, no las seguían.
Más bien las «toleraban, porque tenían la autoridad: la autoridad del
culto, la autoridad de la disciplina
eclesiástica en ese tiempo, la autoridad del pueblo».
En cambio «la gente seguía a Jesús», quien les dice claramente a los
poderosos que «cargaban pesos
opresores sobre los fieles y los ponían sobre los hombros de la gente».
Poderosos que no toleraban la mansedumbre de Jesús, no toleraban la
mansedumbre del Evangelio, no toleraban el amor y llegaban incluso a
pagar por envidia, por odio.
He aquí, por lo tanto, «dos imágenes» que se contraponen. La imagen de Jesús conmovido con la gente porque, dice el Evangelio, veía a
las personas «como ovejas que no
tienen pastor». Y luego «éstos con
sus maniobras políticas, con sus maniobras eclesiásticas para seguir dominando al pueblo».
En definitiva, destacó el Papa,
«algo tenían que hacer» y decidieron: «les daremos unos buenos bastonazos y después, ¡a casa!». Cometieron una injusticia, porque se consideraban «dueños de las conciencias» y «se sentían con el poder de
hacerlo». Y, añadió el Pontífice,
«también hoy en el mundo son muchos» los que se comportan así.
Precisamente al respecto el Papa
Francisco confesó haber llorado al
recibir la noticia de los «cristianos
crucificados en cierto país no cristiano». Sí, afirmó, «también hoy esta
gente en nombre de Dios mata, persigue». Pero «también hoy hay gente» con la misma actitud de los
apóstoles que —se lee en los Hechos— «se marcharon del Sanedrín
alegres de haber sido juzgados dignos de sufrir ultrajes por el nombre
de Jesús». Y precisamente esta es
«la tercera imagen de hoy» propuesta por el obispo de Roma: «la alegría del testimonio».
Son tres imágenes para observar
bien, porque tienen relación con la
cuestión central de «nuestra historia
de salvación».
Quien tiene sitio en la Iglesia
En la Iglesia no hay sitio para quien
sigue a Jesús sólo por vanidad, por
deseo de poder y por deseo de acumular dinero. Sólo hay sitio para
quien lo ama y lo sigue precisamente
porque lo ama. Ha sido muy claro el
Papa Francisco al reafirmar la actitud
justa del cristiano que se pone en camino por la senda del Señor. Y el lunes 5 de mayo, por la mañana, en la
misa que celebró en la capilla de
Santa Marta, pidió que nos preguntemos de qué modo seguimos a Jesús.
El Pontífice partió del pasaje de
san Juan (6, 22-29) en el que se dice
que la multitud, que comió gracias al
milagro de la multiplicación de los
panes y de los peces realizado por Jesús, al no verlo ya, lo va a buscar «a
la otra orilla del mar». Jesús, dijo el
Papa, «llama la atención de la gente
sobre algunas actitudes que no son
buenas y, es más, hacen mal». Después de la multiplicación de los panes «la gente estaba alegre» por lo
que había hecho Jesús, hasta el punto que «querían convertirlo en rey».
Pero Él «huyó, solo. Fue a rezar al
monte. Luego, esta gente, que lo seguía con el corazón, lo amaba, al enterarse que Jesús estaba en la otra
orilla, fueron a buscarlo. Jesús los reprende por esta actitud: “En verdad
os digo: vosotros me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque
comisteis pan hasta saciaros”». Es como si dijese: «Vosotros me buscáis
por un interés». Y «creo —añadió el
Pontífice— que nos hace siempre bien
preguntarnos: ¿por qué busco a Jesús? ¿Por qué sigo a Jesús?».
«Nosotros somos todos pecadores», explicó el Santo Padre. Y, por
lo tanto, siempre tenemos algún interés, algo «que purificar al seguir a
Jesús; debemos trabajar interiormente para seguirlo, por Él, por amor».
Pero también la gente de la que
habla el Evangelio lo amaba. «Lo
amaba de verdad», destacó el Papa,
porque «hablaba como uno que tiene autoridad». Sin embargo había
también ventajas. Y «en mi seguimiento de Jesús —se preguntó de
nuevo el obispo de Roma— ¿busco
algo que no es precisamente Jesús?
¿Tengo rectitud de intención o no?».
La respuesta se puede encontrar en
las enseñanzas mismas de Jesús, el
cual «indica tres actitudes que no
son buenas al seguirlo a Él o al buscar a Dios».
La primera es la vanidad, en relación a la cual el obispo de Roma hizo referencia a las advertencias de
Jesús contenidas en el Evangelio de
Mateo (6, 3-5; 16-17). Y esto, destacó, «lo dice sobre todo a los dirigentes, que querían hacerse ver, porque
les gustaba —para decir la palabra
justa— darse importancia. Y se comportaban como auténticos pavos reales. Pero Jesús dice: no, esto no funciona. La vanidad no hace bien».
Algunas veces también «nosotros
hacemos cosas buscando sobresalir»
por vanidad. Pero, advirtió el Pontífice, la vanidad es peligrosa porque
puede hacernos resbalar hacia el orgullo, la soberbia. Y cuando sucede
esto, «todo se acaba». Por ello, sugirió, siempre debemos preguntarnos:
«¿Cómo hago las cosas? Las cosas
buenas que hago, ¿las hago a escondidas o para que me vean?». Y si Jesús dice esto a los dirigentes, a los jefes, es como si «lo dijese a nosotros,
a nosotros pastores. Un pastor que es
vanidoso no hace bien al pueblo de
Dios». A esos dirigentes de los que
habla Jesús en el Evangelio les gustaba vestirse con trajes de lujo, destacó
entre otras cosas el Papa. Y confesó
página 9
que cuando ve «a un pastor, a un sacerdote, a un obispo que va por la
calle vestido majestuosamente, como
si fuese a una fiesta mundana», se
pregunta: «¿Qué piensa la gente de
esto? Que ese pastor no sigue a Jesús; sea sacerdote u obispo, no sigue
a Jesús. Luego le sigue un poco pero
le gusta la vanidad».
Esta es una de las cosas que Jesús
reprocha. Y del mismo modo reprende a quien busca el poder. «Algunos siguen a Jesús porque inconscientemente buscan el poder», explicó el Santo Padre. Y recordó las peticiones de Juan y Santiago, los hijos
de Zebedeo, que querían un sitio de
poder cuando llegase el reino prometido. «En la Iglesia hay trepadores, y son muchos...», comentó el
Papa. Pero sería mejor, añadió, que
fuesen «hacia el norte e hicieran alpinismo. Y más sano. Pero no vengan a la Iglesia para trepar». Jesús,
recordó también, «reprende a esos
trepadores que buscan el poder. A
Santiago y a Juan, a quienes tanto
quería, que buscaban el poder, les
dijo: pero vosotros no sabéis lo que
pedís, no lo sabéis».
El deseo de poder por parte de los
discípulos de Jesús, recordó una vez
más el Santo Padre, se prolongó hasta el último instante, hasta el momento en el que Jesús estaba a punto
de subir al cielo. Ellos pensaban que
estaba casi llegando el momento del
reino y su pregunta al Señor era:
«¿Ahora llega el reino, el momento
de nuestro poder?». Sólo cuando
desciende sobre ellos el Espíritu Santo, explicó, los discípulos comprenden y cambian de actitud. En nuestra
vida cristiana, sin embargo, «el pecado —destacó el obispo de Roma—
permanece. Y por ello nos hará bien
hacernos la pregunta: ¿cómo sigo yo
a Jesús? ¿Sólo por Él, incluso hasta
la cruz, o busco el poder y uso a la
Iglesia, a la comunidad cristiana, a la
parroquia, a la diócesis para tener un
poco de poder?».
La tercera cuestión «que nos aleja
de la rectitud de intención es el dinero». Están, en efecto, «los que siguen a Jesús por el dinero —afirmó
sin medias tintas el Papa— y con el
dinero. Buscan aprovecharse económicamente de la parroquia, de la
diócesis, de la comunidad cristiana,
del hospital, del colegio... Esta tentación existió desde el inicio. Y hemos conocido muchos buenos católicos, buenos cristianos, amigos, bienhechores de la Iglesia, incluso con
varias honorificencias, muchas. Y
que luego se descubrió que hicieron
negocios un poco oscuros. Eran auténticos especuladores e hicieron
mucho dinero. Se presentaban como
bienhechores de la Iglesia, pero acumulaban mucho dinero y no siempre
era dinero limpio».
Y aquí el Santo Padre repitió las
preguntas: «¿Cómo sigo yo a Jesús?
¿Hay vanidad en mi seguimiento de
Jesús? ¿Hay deseo de poder? ¿Hay
deseo de dinero? Nos hará bien —exhortó— examinar un poco nuestro corazón, nuestra conciencia sobre la
rectitud de intención en el seguimiento de Jesús. ¿Lo sigo sólo por Él? Y
este es el camino de la santidad. ¿O
lo sigo por Él pero también para tener alguna ventaja para mí?». Y esto
no es cristiano. Por lo tanto, concluyó, «pidamos al Señor la gracia de
enviarnos el Espíritu Santo para seguirlo con rectitud de intención: sólo
por Él, sin vanidad, sin deseo de poder, y sin deseo de dinero».
L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 9 de mayo de 2014, número 19
COMUNICACIONES
Colegio episcopal
RENUNCIAS:
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la diócesis de
Kharkiv—Zaporizhia (Ucrania) que
monseñor MARIAN BUCZEK le había
presentado en conformidad con el
canon 401 § 2 del Código de derecho canónico.
Marian Buczek nació en Cieszanów, diócesis de Zamość—Lubaczów
(Polonia), el 14 de marzo de 1953.
Recibió la ordenación sacerdotal el
16 de junio de 1979. Juan Pablo II le
nombró obispo titular de Febiana y
auxiliar de la archidiócesis de Lviv
de los latinos el 4 de mayo de 2002;
recibió la ordenación episcopal el 20
de junio del mismo año. Benedicto
XVI le nombró obispo coadjutor de
la diócesis de Kharkiv—Zaporizhia el
16 de julio de 2007. Pasó a ser obispo residencial de dicha sede el 19 de
marzo de 2009.
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la diócesis de
Limburg (Alemania) que monseñor
FRANZ-PETER TEBARTZ-VAN ELST le
había presentado en conformidad
con el canon 401 § 2 del Código de
derecho canónico.
Audiencias pontificias
EL SANTO PADRE
HA RECIBID O:
Viernes 2 de mayo
—A monseñor Gabriele Giordano
Caccia, arzobispo titular de Sepino, nuncio apostólico en Líbano.
—Al presidente de la República
de Angola, José Eduardo Dos Santos, con su esposa y el séquito.
Sábado, día 3
—Al cardenal Reinhard Marx, arzobispo de München und Freising
(República federal de Alemania),
coordinador del Consejo para la
economía.
—Al cardenal Marc Ouellet,
P.S.S., prefecto de la Congregación
para los obispos.
A los obispos de la Conferencia
episcopal de Sri Lanka, en visita
«ad limina Apostolorum»:
—Al cardenal Albert Malcolm
Ranjith Patabendige Don, arzobispo de Colombo, con los auxiliares:
monseñor Fidelis Lionel Emmanuel Fernando, obispo titular de
Orta; monseñor Sampathawaduge
Maxwell Grenville Silva, obispo titular de Lesina.
—Monseñor Norbert Marshall
Andradi, O.M.I., obispo de Anuradhapura.
—Monseñor Julian Winston Sebastian Fernando, S.S.S., obispo de
Badulla.
—Monseñor Joseph
obispo de Batticaloa.
Ponniah,
—Monseñor Warnakulasurya Wadumestrige
Devsritha
Valence
Mendis, obispo de Chilaw.
—Monseñor Raymond Kingsley
Wickramasinghe, obispo de Galle.
—Monseñor Harold Anthony Perera, obispo de Kurunegala.
—Monseñor Rayappu
obispo de Mannar.
Joseph,
—Monseñor Cletus Chandrasiri
Perera, O.S.B.SILV., obispo de Ratnapura.
—Monseñor Joseph Kingsley
Swampillai, obispo de Trincomalee.
Lunes, día 5
—Al cardenal Juan Luis Cipriani
Thorne, arzobispo de Lima (Perú).
—Al cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de San
Cristóbal de La Habana (Cuba).
—A monseñor Marek Solczyński,
arzobispo titular de Cesarea de
Mauritania, nuncio apostólico en
Georgia, en Armenia y en Azerbaiyán.
A los obispos de la Conferencia
episcopal de Burundi, en visita «ad
limina Apostolorum»:
—Monseñor Simon Ntamwana,
Arzobispo de Gitega.
—Monseñor Joachim Ntahondereye, obispo de Muyinga.
—Monseñor Gervais Banshimiyubusa, obispo de Ngozi, con el obispo emérito, monseñor Stanislas
Kaburungu.
—Monseñor Bonaventure Nahimana, obispo de Rutana.
—Monseñor Blaise Nzeyimana,
obispo de Ruyigi.
—Monseñor Evariste Ngoyagoye,
arzobispo de Bujumbura.
—Monseñor Thomas Savundaranayagam Emmanuel, obispo de
Jaffna.
—Monseñor Jean Ntagwarara,
obispo de Bubanza, con el obispo
coadjutor, monseñor Georges Bizimana.
—Monseñor Joseph Vianney Fernando, obispo de Kandy.
—Monseñor Venant
obispo de Bururi.
Bacinoni,
Franz-Peter Tebartz-van Elst nació
en Kevelaer-Twisteden, diócesis de
Münster, el 20 de noviembre de
1959. Recibió la ordenación sacerdotal el 26 de mayo de 1985. Juan Pablo II le nombró obispo titular de
Giro di Tarasio y auxiliar de la diócesis de Münster el 14 de noviembre
de 2003; recibió la ordenación episcopal el 18 de enero de 2004. Benedicto XVI le nombró obispo de Limburg el 28 de noviembre de 2007.
EL PAPA
HA NOMBRAD O:
—Obispo de Kharkiv—Zaporizhia
(Ucrania) a monseñor STANISLAV
SZYROKORADIUK, O.F.M., hasta ahora
obispo titular de Surista, auxiliar de
Kyiv-Zhytomyr
y
administrador
apostólico «ad nutum Sanctae Sedis» de Lutsk de los latinos (Ucrania).
Stanislav Szyrokoradiuk, O.F.M.,
nació en Kornachovka, diócesis de
Kamyanets-Podilskyi de los latinos,
el 23 de junio de 1956. Recibió la ordenación sacerdotal el 4 de junio de
1984. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Surista y auxiliar de la
diócesis de Kiev-Zhytomir el 26 de
noviembre de 1994; recibió la ordenación episcopal el 6 de enero de
1995. Benedicto XVI le nombró administrador apostólico «ad nutum Sanctae Sedis» de Lutsk de los latinos
el 24 de julio de 2012.
—Obispo de Lutsk (Ucrania) a monseñor VITALIY SKOMAROVSKYI, hasta
ahora obispo titular de Bencenna y
auxiliar de Kyiv-Jitomir.
Vitaliy Skomarovskyi nació en
Berdychiv (Ucrania) el 30 de diciembre de 1963. Recibió la ordenación
sacerdotal el 27 de mayo de 1990.
Juan Pablo II le nombró obispo titular de Bencenna y auxiliar de KyivJitomir el 7 de abril de 2003; recibió
la ordenación episcopal el 7 de junio
del mismo año.
—Obispo de Abeokuta (Nigeria) a
monseñor PETER KAYODE ODETOYINBO.
Peter Kayode Odetoyinbo nació
en Ibadan el 28 de enero de 1964.
Recibió la ordenación sacerdotal el 7
de octubre de 1989. Obtuvo el doctorado en historia de la Iglesia en la
Pontificia Universidad Gregoriana
de Roma. En su ministerio ha sido
vicario parroquial y párroco; docente
en diversos seminarios y en un instituto; presidente de una asociación
para sacerdotes en Ibadan y en el último período, vicario general.
Curia romana
El Santo Padre ha nombrado secretario encargado de la vicepresidencia de la Comisión pontificia para América Latina al profesor abogado GUZMÁN CARRIQUIRY, hasta ahora secretario de la
misma Comisión.
Lutos en el episcopado
—Monseñor FRANCISCO OVIDIO VERA INTRIAGO, obispo titular de Autenti y auxiliar de Portoviejo (Ecuador), falleció el 21 de abril. Había
nacido en Junín, arquidiócesis de
Portoviejo, el 7 de octubre de 1942.
Era sacerdote desde el 28 de junio
de 1970. Juan Pablo II le nombró
obispo titular de Autenti y auxiliar
de Portoviejo el 16 de diciembre de
1992; recibió la ordenación episcopal
el 2 de febrero de 1993.
—Monseñor JOSÉ MOREIRA BASTOS
NETO, obispo de Três Lagoas (Brasil), falleció el 26 de abril. Había nacido en Simonésia, diócesis de Caratinga, el 25 de enero de 1953. Era sacerdote desde el 28 de octubre de
1979. Benedicto XVI le nombró obispo de Três Lagoas el 7 de enero de
2009; recibió la ordenación episcopal el 19 de abril del mismo año.
—Monseñor ALOÍSIO RO QUE OParzobispo emérito
de Uberaba (Brasil), falleció el 27 de
abril. Había nacido en São Vendelino, diócesis de Montenegro, el 19 de
junio de 1936. Era sacerdote desde el
29 de junio de 1961. Juan Pablo II le
nombró obispo de Ituiutaba el 22 de
enero de 1983; recibió la ordenación
episcopal el 21 de abril sucesivo. El
mismo Papa le nombró obispo coadjutor de Campanha el 9 de noviembre de 1988. Pasó a ser obispo residencial de dicha sede el 15 de mayo
de 1991. El Santo Padre le promovió
a arzobispo de Uberaba el 28 de febrero de 1996 y aceptó su renuncia
al gobierno pastoral de dicha archidiócesis el 7 de marzo de 2012.
PERMANN, S.C.I.,
—Monseñor PROTACIO G. GUNGON,
obispo emérito de Antipolo (Filipinas), falleció el 26 de abril. Había
nacido en Santa María, diócesis de
Malolos, el 19 de junio de 1925. Era
sacerdote desde el 29 de marzo de
1952. Pablo VI le nombró obispo titular de Obba y auxiliar del arzobispo de Manila el 8 de julio de 1977;
recibió la ordenación episcopal el 24
de agosto del mismo año. Juan Pablo II al erigir la diócesis de Antipolo le nombró obispo de la misma sede el 24 de enero de 1983. El Papa
aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha diócesis el 18 de octubre de 2001.
L’OSSERVATORE ROMANO
número 19, viernes 9 de mayo de 2014
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El Pontífice a los miembros del Consejo de asuntos económicos
Transparencia y eficiencia al servicio del Evangelio
La Iglesia tiene la «responsabilidad de
tutelar y gestionar con atención los
propios bienes a la luz de su misión de
evangelización con especial atención
hacia los necesitados». Lo recordó el
Papa Francisco a los miembros del
Consejo de asuntos económicos, a
quienes recibió en audiencia el viernes
2 de mayo, por la mañana, en la sala
de los Papas, con ocasión del primer
encuentro del nuevo organismo, creado
el pasado 24 de febrero. Tras el saludo
del cardenal Reinhard Marx,
coordinador del Consejo, el Pontífice
pronunció las siguientes palabras.
Os doy las gracias por esta reunión
y por el trabajo que realizaréis. Muchas gracias! Lo necesitamos, vosotros lo sabéis, para llevar adelante
este trabajo en el sentido que el cardenal Marx ha explicado. El Consejo de asuntos económicos ha sido
instituido con el Motu proprio Fidelis dispensator et prudens, el pasado
24 de febrero, juntamente con la Secretaría de asuntos económicos y la
Oficina del auditor general. El Motu proprio subraya la misión tan relevante de este acto: la consciencia
que tiene la Iglesia de su responsabilidad de tutelar y gestionar con atención los propios bienes a la luz de
su misión de evangelización, con especial atención hacia los necesitados.
El cardenal lo destacó bien, y no debemos salir de este camino. Todo,
transparencia, eficiencia, todo para
este fin. Todo es para esto.
La Santa Sede se siente llamada a
poner en práctica esa misión, teniendo en cuenta especialmente su responsabilidad hacia la Iglesia univer-
sal. Además, estos cambios reflejan
el deseo de poner en práctica la necesaria reforma de la Curia romana
para servir mejor a la Iglesia y a la
misión de Pedro. Este es un desafío
importante, que requiere fidelidad y
prudencia: «fidelis dispensator et prudens». El itinerario no será sencillo y
requiere valor y determinación. Una
nueva mentalidad de servicio evangélico debería establecerse en las diversas administraciones de la Santa
Sede. El Consejo de asuntos económicos desempeña un papel significativo en este proceso de reforma; tiene la tarea de vigilar la gestión económica y controlar las estructuras y
actividades administrativas y financieras de estas administraciones; desempeña su actividad en estrecha relación con la Secretaría de asuntos
económicos. Aprovecho para dar las
gracias también al cardenal Pell por
su esfuerzo, su trabajo; también por
su tenacidad de «rugbyer» australiano... ¡Gracias, eminencia!
El Consejo representa a la Iglesia
universal: ocho cardenales de diversas Iglesias particulares, siete laicos
que representan varias partes del
mundo y que contribuyen con su experiencia al bien de la Iglesia y a su
especial misión. Los laicos son
miembros a pleno título del nuevo
Consejo: no son miembros de segunda clase, ¡no! Todos al mismo
Primera reunión del Consejo
de asuntos económicos
El Consejo de asuntos económicos
—instituido por el Santo Padre con
el motu proprio Fidelis dispensator
et prudens del 24 de febrero pasado— tuvo su primera reunión en la
jornada del viernes 2 de mayo, en
la sala Bolonia del palacio apostólico. Los trabajos, que iniciaron en
Audiencia a la Papal Foundation
Asistencia y formación
Agradecimiento por la actividad de asistencia y formación
desempeñada al servicio de la misión de la Iglesia expresó
el obispo de Roma a los miembros de la «Papal
Foundation», a quienes recibió en audiencia el viernes 2 de
mayo, por la mañana, en la sala Clementina. Tras el
saludo del cardenal Donald William Wuerl, arzobispo de
Washington y presidente de la asociación, el Pontífice
pronunció el siguiente discurso.
Señor cardenal,
queridos amigos,
Dirijo mi cordial bienvenida a vosotros, miembros
de la Papal Foundation, con ocasión de vuestra peregrinación anual a Roma. Durante el período pascual todos los cristianos del mundo se unen para celebrar la
victoria del Señor sobre el pecado y sobre la muerte, el
alba de la nueva creación y la efusión del Espíritu Santo. Que la alegría de la resurrección colme vuestros corazones de esa paz que el mundo no puede dar (cf. Jn
14, 27), y vuestra oración junto a las tumbas de los
apóstoles y mártires os renueve en la fidelidad al Señor
y a su Iglesia.
Desde su constitución, la Papal Foundation ha tratado de promover la misión de la Iglesia, con el apoyo a
una amplia serie de obras de caridad especialmente
queridas por el sucesor de Pedro. Estoy muy agradecido por la asistencia que la Fundación ha dado a la
Iglesia en los países en vías de desarrollo a través de
donaciones para sostener proyectos educativos, caritativos y apostólicos, pero también por las becas de estudios que pone a disposición de laicos, sacerdotes y religiosos para sus estudios aquí en Roma. De este modo,
vosotros contribuís a asegurar la formación de una nue-
nivel. El trabajo del Consejo es de
gran peso y de gran importancia, y
ofrecerá una aportación fundamental
al servicio realizado por la Curia romana y las diversas administraciones
de la Santa Sede.
Os deseo un buen trabajo y os
agradezco mucho lo que hacéis y lo
que haréis. ¡Muchas gracias! Y rezad
por mí, que lo necesito.
va generación de guías de la comunidad, los cuales, en
la mente y en el corazón están forjados por la verdad
del Evangelio, la sabiduría de la doctrina social católica
y el profundo sentido de comunión con la Iglesia universal en su servicio a toda la familia humana.
En estas jornadas de gran importancia, marcadas por
la canonización de dos extraordinarios Papas de nuestro
tiempo, Juan XXIII y Juan Pablo II, oro para que seáis
confirmados en la gracia de vuestro Bautismo y en el
compromiso de ser discípulos misioneros llenos de la
alegría que brota del encuentro personal con Jesús Resucitado (cf. Evangelii gaudium, 119). Confío a vosotros
y a vuestras familias a la intercesión de María, Madre de
la Iglesia, y cordialmente os imparto mi bendición apostólica como prenda de alegría y de paz en el Señor.
la mañana y terminaron a las 18.00,
fueron presididos por el cardenal
coordinador, Reinhard Marx. Además de los quince miembros, participaron también los cardenales Pietro Parolin, secretario de Estado, y
George Pell, presidente de la Secretaría de asuntos económicos, así
como el prelado secretario de dicho
Consejo, monseñor Brian Ferme.
El Papa Francisco recibió al
Consejo el viernes por la mañana y
les dirigió un breve discurso. Como evidenciaron tanto el Santo Padre en su discurso, como el cardenal coordinador en su saludo, los
miembros eclesiásticos y laicos del
Consejo están al mismo nivel, con
igual responsabilidad y derechos.
Esto se vio concretamente en la
reunión misma por el hecho de que
eclesiásticos y laicos ocuparon lugares alternados y no separados en
torno a la mesa de los trabajos.
El encuentro, que se desarrolló
en un ambiente positivo y constructivo, tuvo como objeto, en primer lugar, el borrador de los estatutos del Consejo mismo, cuyo
examen se proseguirá también en
la próxima reunión para que puedan ser presentados a la aprobación del Santo Padre. Además, se
presentó al Consejo el trabajo realizado por la Comisión de estudio y
de dirección de la organización de
la estructura económico-administrativa de la Santa Sede (COSEA), instituida por el Santo Padre el 18 de
julio de 2013. La información y la
continuidad del trabajo realizado
están garantizadas por el hecho de
que el presidente y otros dos
miembros de la COSEA son ahora
miembros del Consejo de asuntos
económicos.
La próxima reunión quedó fijada
para el 5 de julio. Otras dos reuniones están previstas en septiembre y en diciembre de este año.
L’OSSERVATORE ROMANO
página 12
viernes 9 de mayo de 2014, número 19
En la audiencia general el Papa Francisco habla del don de consejo
La mamá, la Virgen y el muchacho
Al don de consejo —a través del cual
«es Dios mismo, con su Espíritu,
quien ilumina nuestro corazón, de tal
modo que nos hace comprender el modo
justo de hablar y de comportarse»—
dedicó el Papa Francisco la catequesis
de la audiencia general del miércoles 7
de mayo en la plaza de San Pedro.
Queridos hermanos
¡buenos días!
y
hermanas,
Hemos escuchado en la lectura
del pasaje del libro de los Salmos
que dice: «El Señor me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente» (cf. Sal 16, 7). Y este es otro
don del Espíritu Santo: el don de
consejo. Sabemos cuán importante es,
en los momentos más delicados, poder contar con las sugerencias de
personas sabias y que nos quieren.
Ahora, a través del don de consejo,
es Dios mismo, con su Espíritu,
quien ilumina nuestro corazón, de
tal forma que nos hace comprender
el modo justo de hablar y de comportarse; y el camino a seguir. ¿Pero
cómo actúa este don en nosotros?
En el momento en el que lo acogemos y lo albergamos en nuestro
corazón, el Espíritu Santo comienza
inmediatamente a hacernos sensibles
a su voz y a orientar nuestros pensa-
mientos, nuestros sentimientos y
nuestras intenciones según el corazón de Dios. Al mismo tiempo, nos
conduce cada vez más a dirigir nuestra mirada interior hacia Jesús, como
modelo de nuestro modo de actuar y
de relacionarnos con Dios Padre y
con los hermanos. El consejo, pues,
es el don con el cual el Espíritu Santo capacita a nuestra conciencia para
hacer una opción concreta
en comunión con Dios, según la lógica de Jesús y
de su Evangelio. De este
modo, el Espíritu nos
hace crecer interiormente, nos hace crecer positivamente, nos hace crecer en la comunidad y
nos ayuda a no caer en
manos del egoísmo y del
propio modo de ver las
cosas. Así el Espíritu
nos ayuda a crecer y
también a vivir en comunidad. La condición
esencial para conservar
este don es la oración.
Volvemos siempre al
mismo tema: ¡la oración!
Es muy importante la
oración. Rezar con las
oraciones que todos sabemos desde que éramos
niños, pero también rezar con nuestras palabras. Decir al Señor:
«Señor, ayúdame, aconséjame, ¿qué debo hacer
ahora?». Y con la oración hacemos espacio, a
fin de que el Espíritu venga y nos
ayude en ese momento, nos aconseje
sobre lo que todos debemos hacer.
¡La oración! Jamás olvidar la oración. ¡Jamás! Nadie, nadie, se da
cuenta cuando rezamos en el autobús, por la calle: rezamos en silencio
con el corazón. Aprovechamos esos
momentos para rezar, orar para que
el Espíritu nos dé el don de consejo.
Los tuits en
@pontifex_es
1 MAY [11.25 AM] Les pido a
quienes tienen responsabilidad
política de no olvidar dos cosas: la dignidad humana y el
bien común
2 MAY [12.00 PM] Nadie es
más paciente que Dios Padre.
Nadie comprende y sabe esperar como Él
3 MAY [12.00 PM] No tengas
miedo, abre las puertas a Cristo
5 MAY [11.05 AM] ¿Qué significa evangelizar? Dar testimonio con alegría y sencillez de
lo que somos y creemos
6 MAY [12.00 PM] Una sociedad que abandona a los niños
y a los ancianos cercena sus
raíces y oscurece su futuro
El abrazo a un grupo de detenidos
«Salimos de los muros de la cárcel para vivir una jornada de libertad y de serenidad en el Vaticano». En
nombre de los veinte detenidos que están pagando su
pena en la cárcel italiana de Viterbo, uno de ellos no
esconde «la alegría, la emoción y sobre todo la esperanza que suscita el encuentro con el Papa en nosotros
y en nuestras familias». Esperanza, especificó, de tener
«la fuerza interior para recomenzar». Y en la audiencia
general en la plaza de San Pedro presentaron al Pontífice todas sus ansias, pero también sus «deseos de volver a ser libres».
Hablan de una «experiencia única e incluso impensable» hecha posible gracias a la directora Teresa
Mascolo, a una religiosa y al magistrado de vigilancia.
«Los que hoy han encontrado al Papa —explica la directora— están en régimen de alta y media seguridad y
por lo tanto, están ya realizando un itinerario de reeducación y reinserción».
Hace algún tiempo, añade, tuvieron «la oportunidad
de visitar la basílica vaticana y rezar ante las tumbas de
los Papas, en particular de Juan XXIII y Juan Pablo II.
Con ellos se encontraba también una representación de
la guardia del personal carcelario.
Hablando de «itinerarios difíciles pero posibles»,
estuvieron presentes también los 450 familiares de los
jóvenes seguidos por la comunidad de San Patrignano,
que desde hace años está en primera línea en la recuperación de los drogadictos.
En la intimidad con Dios y en la
escucha de su Palabra, poco a poco,
dejamos a un lado nuestra lógica
personal, impuesta la mayoría de las
veces por nuestras cerrazones, nuestros prejuicios y nuestras ambiciones,
y aprendemos, en cambio, a preguntar al Señor: ¿cuál es tu deseo?,
¿cuál es tu voluntad?, ¿qué te gusta
a ti? De este modo madura en nosotros una sintonía profunda, casi connatural en el Espíritu y se experimenta cuán verdaderas son las palabras de Jesús que nos presenta el
Evangelio de Mateo: «No os preocupéis de lo que vais a decir o de
cómo lo diréis: en aquel momento se
os sugerirá lo que tenéis que decir,
porque no seréis vosotros los que
habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros» (Mt
10, 19-20). Es el Espíritu quien nos
aconseja, pero nosotros debemos dejar espacio al Espíritu, para que nos
pueda aconsejar. Y dejar espacio es
rezar, rezar para que Él venga y nos
ayude siempre.
Como todos los demás dones del
Espíritu, también el de consejo constituye un tesoro para toda la comunidad cristiana. El Señor no nos habla
sólo en la intimidad del corazón,
nos habla sí, pero no sólo allí, sino
que nos habla también a través de la
voz y el testimonio de los hermanos.
Es verdaderamente un don grande
poder encontrar hombres y mujeres
de fe que, sobre todo en los momentos más complicados e importantes
de nuestra vida, nos ayudan a iluminar nuestro corazón y a reconocer la
voluntad del Señor.
Recuerdo una vez en el santuario
de Luján, yo estaba en el confesonario, delante del cual había una larga
fila. Había también un muchacho
todo moderno, con los aretes, los tatuajes, todas estas cosas... Y vino para decirme lo que le sucedía. Era un
problema grande, difícil. Y me dijo:
yo le he contado todo esto a mi mamá, y mi mamá me ha dicho: dirígete a la Virgen y ella te dirá lo que
debes hacer. He aquí a una mujer
que tenía el don de consejo. No sabía cómo salir del problema del hijo,
pero indicó el camino justo: dirígete
a la Virgen y ella te dirá. Esto es el
don de consejo. Esa mujer humilde,
sencilla, dio a su hijo el consejo más
verdadero. En efecto, este muchacho
me dijo: he mirado a la Virgen y he
sentido que tengo que hacer esto, esto y esto... Yo no tuve que hablar, ya
lo habían dicho todo su mamá y el
muchacho mismo. Esto es el don de
consejo. Vosotras, mamás, que tenéis
este don, pedidlo para vuestros
hijos: el don de aconsejar a los hijos
es un don de Dios.
Queridos amigos, el Salmo 16,
que hemos escuchado, nos invita a
rezar con estas palabras: «Bendeciré
al Señor que me aconseja, hasta de
noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con Él a mi derecha no vacilaré»
(vv. 7-8). Que el Espíritu infunda
siempre en nuestro corazón esta certeza y nos colme de su consolación y
de su paz. Pedid siempre el don de
consejo.