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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00
L’OSSERVATORE ROMANO
EDICIÓN SEMANAL
EN LENGUA ESPAÑOLA
Unicuique suum
Año XLVI, número 7 (2.352)
Non praevalebunt
Ciudad del Vaticano
14 de febrero de 2014
En el Ángelus el recuerdo a los enfermos y el saludo a los atletas de los juegos olímpicos de Sochi
Como lámparas encendidas
Llamamiento a salvaguardar la creación para prevenir los desastres provocados por el mal tiempo
La vocación del cristiano es ser una
«lámpara encendida» que lleva a los
demás la luz de Cristo. Lo recordó el
Papa en el Ángelus del domingo 9 de
febrero, en la plaza de San Pedro.
Hermanos y hermanas,
¡buenos días!
En el Evangelio de este domingo,
que está inmediatamente después de
las Bienaventuranzas, Jesús dice a
sus discípulos: «Vosotros sois la sal
de la tierra... Vosotros sois la luz del
mundo» (Mt 5, 13.14). Esto nos maravilla un poco si pensamos en quienes tenía Jesús delante cuando decía
estas palabras. ¿Quiénes eran esos
discípulos? Eran pescadores, gente
sencilla... Pero Jesús les mira con los
ojos de Dios, y su afirmación se
comprende precisamente como consecuencia de las Bienaventuranzas.
Él quiere decir: si sois pobres de espíritu, si sois mansos, si sois puros
de corazón, si sois misericordiosos...
seréis la sal de la tierra y la luz del
mundo.
Para comprender mejor estas imágenes, tengamos presente que la Ley
judía prescribía poner un poco de
sal sobre cada ofrenda presentada a
Georges de La Tour, «La Magdalena penitente de la lamparilla» (1642-1644)
Dios, como signo de alianza. La luz,
para Israel, era el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre
las tinieblas del paganismo. Los cristianos, nuevo Israel, reciben, por lo
tanto, una misión con respecto a todos los hombres: con la fe y la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda a la humanidad. Todos
nosotros, los bautizados, somos discípulos misioneros y estamos llamados a ser en el mundo un Evangelio
viviente: con una vida santa daremos
«sabor» a los distintos ambientes y
los defenderemos de la corrupción,
como lo hace la sal; y llevaremos la
luz de Cristo con el testimonio de
una caridad genuina. Pero si nosotros, los cristianos, perdemos el sabor y apagamos nuestra presencia de
sal y de luz, perdemos la eficacia.
¡Qué hermosa misión la de dar luz
al mundo! Es una misión que tenemos nosotros. ¡Es hermosa! Es también muy bello conservar la luz que
recibimos de Jesús, custodiarla, conservarla. El cristiano debería ser una
persona luminosa, que lleva luz, que
siempre da luz. Una luz que no es
suya, sino que es el regalo de Dios,
SIGUE EN LA PÁGINA 2
A los obispos polacos en visita ad limina
El Pontífice con la comunidad de Sri Lanka
La misericordia de Dios no excluye a nadie
Junto al adversario de ayer
para construir el mañana
Divorciados y separados constituyen un desafío pastoral para la Iglesia. Es necesario, por lo tanto, preguntarse cómo ayudarles para no
hacerles sentir excluidos de la misericordia de Dios. Lo recomendó el
Papa Francisco el viernes 7 de febrero a los obispos polacos en visita
«ad limina Apostolorum». Hoy el
matrimonio «es considerado a menudo una forma de gratificación
afectiva —afirmó el Pontífice— que
se puede constituir de cualquier
modo y modificar según la sensibilidad de cada uno. Por desgracia,
esta visión influye también en la
mentalidad de los cristianos, facilitando el recurso al divorcio o a la
separación de hecho». Son personas
que no deben ser abandonadas por
la Iglesia. Y por esto los «Pastores
—subrayó— están llamados a preguntarse cómo ayudar a quienes viven en esta situación».
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Y
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7
No hay otros caminos: para construir un futuro de paz es necesario colaborar con el adversario de ayer. Lo dijo el Papa Francisco a los miembros de
la comunidad esrilanquesa residentes en Italia, durante el encuentro del sábado 8 de febrero, en la basílica de San Pedro.
«A vuestra Patria —recordó el Pontífice— se la llama la perla del Océano
Índico, por su belleza natural y su conformación. Se dice que la perla está
formada por las lágrimas de la ostra. Lamentablemente, muchas lágrimas
fueron derramadas en los últimos años con motivo del conflicto interno
que provocó tantas víctimas y causó numerosos daños». Por ello, aseguró,
«suplico al Señor que os done la paz».
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2
PÁGINA 3
En el debate
de preparación al Sínodo
Un método nuevo
de trabajo
LUCETTA SCARAFFIA
A treinta años
de la «Salvifici doloris»
El sentido
del sufrimiento
FERDINAND O CANCELLI
L’OSSERVATORE ROMANO
página 2
viernes 14 de febrero de 2014, número 7
Como lámparas encendidas
quien nos da esta luz y nosotros la
damos a los demás. ¡Lámpara encendida! Ésta es la vocación cristiana.
VIENE DE LA PÁGINA 1
es el regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz. Si el cristiano apaga
esta luz, su vida no tiene sentido: es
un cristiano sólo de nombre, que no
lleva la luz, una vida sin sentido. Pero yo os quisiera preguntar ahora:
¿cómo queréis vivir? ¿Como una
lámpara encendida o como una lámpara apagada? ¿Encendida o apagada? ¿Cómo queréis vivir? [la gente
responde: ¡Encendida!] ¡Lámpara
encendida! Es precisamente Dios
Al término de la oración mariana el
Pontífice recordó la celebración de la
Jornada mundial del enfermo, el 11 de
febrero, memoria litúrgica de la Virgen
de Lourdes. Saludó además, a los
participantes en los juegos olímpicos
invernales de Sochi, Rusia, y manifestó
su cercanía a las poblaciones italianas
inundadas por las lluvias.
Pasado mañana, 11 de febrero, celebraremos la memoria de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, y viviremos la Jornada mundial del enfermo. Es la ocasión propicia para poner en el centro de la comunidad a
las personas enfermas. Rezar por
ellas y con ellas, estar cerca de ellas.
El Mensaje para esta Jornada se inspira en una expresión de san Juan:
Fe y caridad: «También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1
Jn 3, 16). En especial, podemos imitar la actitud de Jesús hacia los en-
Hace treinta años se publicaba la «Salvifici doloris»
El sentido del sufrimiento
FERDINAND O CANCELLI
«Este es el sentido del sufrimiento,
verdaderamente sobrenatural y a la
vez humano. Es sobrenatural, porque se arraiga en el misterio divino
de la redención del mundo, y es
también
profundamente humano, porque en él el hombre se encuentra a sí mismo, su propia humanidad, su propia dignidad y su
propia misión». El 11 de febrero de
hace treinta años Juan Pablo II firmó la carta apostólica Salvifici doloris sobre el sentido del sufrimiento,
afrontando uno de los temas más
delicados.
La síntesis que el beato Juan Pablo II nos ofrece en la carta apostólica no sólo no ha perdido en absoluto su valor, sino que sigue ofreciendo sugerencias fundamentales
para la reflexión, mucho más a la
luz de la actitud actual de la sociedad occidental ante el sufrimiento,
que es de rechazo total o de intento
de ocultarlo. Un nexo ideal recorre
todo el documento: Dios y el hombre, divinidad y humanidad, sentido sobrenatural y sentido humano
van juntos, como si el Creador hubiera decidido decirle a la criatura
que precisamente allí donde el camino se vuelve más difícil, su brazo
y el del hombre son más fuertes el
uno en el otro. Así, el sufrimiento,
«inseparable de la existencia terrena
del hombre», no obstante la tentación de olvidarlo, tiene un primer
sentido sobrenatural justamente
porque —como afirmó Juan Pablo
II— entró con Jesús en la «dimensión de la redención», fue el instrumento con el que el Hijo de Dios
venció el pecado y la muerte. «En
la cruz de Cristo no sólo se ha
cumplido la redención mediante el
sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido», y «todo hombre tiene su
participación en la redención» mediante el sufrimiento, se convierte
en estrecho colaborador del proyecto divino.
El segundo sentido es el humano: aun siendo el sufrimiento «una
prueba, a veces una prueba bastante dura», en él el hombre puede encontrarse a sí mismo de dos modos.
Los pacientes a menudo nos muestran una madurez, una profundidad
de pensamiento y una visión de la
vida que nos falta a nosotros, sanos
y eficientes: rompiendo la dura capa del dolor, a veces algo parece
entreabrirse y hablar de la parte
más auténtica e íntima del hombre;
y, como hombres sanos, nos quedamos pasmados ante algunos enfermos, ante el hombre que «se encuentra a sí mismo».
«Cuando este cuerpo está gravemente enfermo, totalmente inhábil
y el hombre se siente como incapaz
de vivir y de obrar, tanto más se
ponen en evidencia la madurez interior y la grandeza espiritual, constituyendo una lección conmovedora
para los hombres sanos y normales», asegura el Papa en la carta.
¿Cómo no pensar en el testimonio
que él mismo daría al mundo apro-
L’OSSERVATORE ROMANO
EDICIÓN SEMANAL
Unicuique suum
EN LENGUA ESPAÑOLA
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00120 Ciudad del Vaticano
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http://www.osservatoreromano.va
TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE «L’OSSERVATORE ROMANO»
GIOVANNI MARIA VIAN
director
Carlo Di Cicco
subdirector
Marta Lago
redactor jefe de la edición
don Sergio Pellini S.D.B.
director general
ximadamente veinte años después,
al final de su vida terrenal?
El segundo modo de encontrar
«su propia humanidad, su propia
dignidad y su propia misión» es
ayudando a los que sufren a imitar
a Jesús, uniendo el sufrimiento al
Amor, «a aquel amor que crea el
bien, sacándolo incluso del mal».
El cristiano jamás permanece inerte
ante el sufrimiento, porque «la revelación por parte de Cristo» del
sentido salvífico de este último
«no se identifica de ningún modo
con una actitud de pasividad», de
ningún modo excluye los esfuerzos
por aliviar el padecimiento del
hombre.
«Manifestar plenamente el hombre al hombre y descubrirle la sublimidad de su vocación —concluye
Juan Pablo II citando la constitución Gaudium et spes— es particularmente indispensable. Sucede también —como lo prueba la experiencia— que esto es particularmente dramático. Pero cuando se realiza
en plenitud y se convierte en luz
para la vida humana, esto es también particularmente alegre».
«La dignidad —escribió el psiquiatra Harvey Max Chochinov—
es la manera como me veo en vuestros ojos». Dios y el hombre se encontrarán uno junto al otro, y este
último finalmente verá en los ojos
de Dios su verdadera dignidad, la
que hasta entonces quizá sólo entreveía en los ojos de quien se inclinaba sobre él.
Redacción
via del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano
teléfono 39 06 698 99410
Servicio fotográfico
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Via Monte Rosa 91, 20149 Milano
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fermos, enfermos de todo tipo: el
Señor se preocupa por todos, comparte su sufrimiento y abre el corazón a la esperanza.
Pienso también en todos los agentes sanitarios: ¡qué valioso trabajo
realizan! Muchas gracias por vuestro
trabajo precioso. Ellos encuentran
cada día en los enfermos no sólo los
cuerpos marcados por la fragilidad,
sino personas, a quienes ofrecen
atención y respuestas adecuadas. La
dignidad de la persona no se reduce
jamás a sus facultades o capacidades, y no disminuye cuando la persona misma es débil, inválida y necesita ayuda. Pienso también en las
familias, donde es normal preocuparse por cuidar a quien está enfermo; pero a veces las situaciones pueden ser más pesadas... Muchos me
escriben, y hoy quiero asegurar una
oración por todas estas familias, y
les digo: no tengáis miedo a la fragilidad. No tengáis miedo a la fragilidad. Ayudaos unos a otros con
amor, y sentiréis la presencia consoladora de Dios.
La actitud generosa y cristina hacia los enfermos es sal de la tierra y
luz del mundo. Que la Virgen María
nos ayude a practicarlo, y obtenga
paz y consuelo para todos los que
sufren.
En estos días tienen lugar en Sochi, Rusia, los Juegos olímpicos de
invierno. Quisiera hacer llegar mi saludo a los organizadores y a todos
los atletas, con el deseo de que sea
una auténtica fiesta del deporte y de
la amistad.
Saludo a todos los peregrinos presentes hoy, a las familias, a los grupos parroquiales y a las asociaciones.
En especial saludo a los profesores y
estudiantes procedentes de Inglaterra; al grupo de teólogas cristianas
de diversos países europeos, presentes en Roma para un congreso de
estudio; a los fieles de las parroquias
Santa María Inmaculada y San Vicente de Paúl de Roma, a los venidos de Cavallina y Montecarelli nel
Mugello, de Lavello y de Affi, la
Comunidad Sollievo, y a la escuela
de San Luca-Bovalino, de Calabria.
Rezo por quienes están sufriendo
daños e incomodidades por causa de
calamidades naturales, en diversos
países —también aquí en Roma—: estoy cerca de ellos. La naturaleza nos
desafía a ser solidarios y atentos para custodiar la creación, también para prevenir, en lo que sea posible, las
consecuencias más graves.
Y antes de despedirme, viene a mi
memoria la pregunta que hice: ¿lámpara encendida o lámpara apagada?
¿Qué queréis? ¿Encendida o apagada? El cristiano lleva la luz. Es una
lámpara encendida. ¡Siempre adelante con la luz de Jesús!
Deseo a todos un feliz domingo y
buen almuerzo. ¡Hasta la vista!
Tarifas de suscripción: Italia - Vaticano: € 58.00; Europa (España + IVA): € 100.00 - $ 148.00; América
Latina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00.
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En México: Arquidiócesis primada de México. Dirección de Comunicación Social. San Juan de Dios,
222-C. Col. Villa Lázaro Cárdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. México, D.F.; teléfono + 52 55 5594 11 25,
+ 52 55 5518 40 99; e-mail: [email protected], [email protected].
En Argentina: Arzobispado de Mercedes-Luján; calle 24, 735, 6600 Mercedes (B), Argentina; teléfono y fax
+ 2324 428 102/432 412; e-mail: [email protected].
En Perú: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Perú; teléfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82;
e-mail: [email protected].
número 7, viernes 14 de febrero de 2014
L’OSSERVATORE ROMANO
página 3
Con los esrilanqueses que viven en Italia
Junto al adversario de ayer
para construir el mañana
No hay otros caminos: para construir un futuro de paz es necesario colaborar
con el adversario de ayer. Lo dijo el Papa Francisco a la comunidad esrilanquesa
residente en Italia, durante el encuentro del sábado 8 de febrero, por la mañana,
en la basílica de San Pedro.
¡Buenos días!
Os saludo, queridos hermanos y
hermanas de la comunidad esrilanquesa en Italia. Saludo fraternalmente al cardenal Malcolm Ranjith
y a los demás obispos de vuestra patria. Y doy las gracias al cardenal
por la invitación a visitar Sri Lanka.
Acojo esta invitación y creo que el
Señor nos dará la gracia. Habéis venido en peregrinación a Roma para
rendir homenaje a la Virgen, al tér-
mino de las celebraciones por el 75°
aniversario de la consagración a Ella
de la Iglesia en Sri Lanka.
Hace setenta y cinco años, las oscuras nubes de lo que fue la segunda guerra mundial se acumulaban
en el cielo, y los fieles, guiados por
una segura intuición de fe, se encomendaron a la Virgen, que siempre
defiende a sus hijos de los peligros.
En 1940, en las dramáticas circunstancias de la guerra, el arzobispo de
Colombo, monseñor
Jean-Marie Masson,
de los Oblatos de
María Inmaculada,
hizo voto de hacer
construir un santuario en honor a la
Virgen si la isla era
preservada de la invasión
extranjera.
Así sucedió, y tras el
final de la guerra se
edificó el hermoso
santuario de Nuestra
Señora de Lanka, en
Tewatte, consagrado
hace ya cuarenta
años.
Queridos hermanos y hermanas, la
Virgen está siempre cerca de nosotros, nos mira a cada uno con amor
materno y nos acompaña siempre en
nuestro camino. No dudéis en recurrir a Ella en cada necesidad, sobre
todo cuando se hace sentir el peso
de la vida con todos sus problemas.
A vuestra patria se la llama la Perla del Océano Índico, por su belleza
natural y su conformación. Se dice
que la perla está formada por las lágrimas de la ostra. Lamentablemente, muchas lágrimas fueron derramadas en los últimos años con motivo
del conflicto interno que provocó
tantas víctimas y causó numerosos
daños. No es fácil, lo sé, curar las
heridas y colaborar con el adversario
de ayer para construir juntos el mañana, pero es la única senda que nos
da esperanza de futuro, esperanza
de desarrollo y esperanza de paz.
Por ello, os aseguro que ocupáis un
sitio especial en mi oración. Suplico
al Señor que os done la paz y la reconciliación, y que os ayude en el
intento de asegurar un futuro mejor
para todos los habitantes de Sri
Lanka.
Os encomiendo a la materna intercesión de María, Nuestra Señora
de Lanka. Os pido que recéis por mí
y de corazón os bendigo.
El Pontífice recuerda a los miembros de la universidad de Notre Dame el derecho a educar en los valores morales de la Iglesia
En defensa de la libertad de enseñanza
El Pontífice, el jueves 30 de enero, por
la mañana, recibió a los miembros de
la universidad católica estadounidense
de «Notre Dame», y destacó la
necesidad de un «testimonio valiente de
las universidades católicas respecto a la
enseñanza moral de la Iglesia y la
defensa de la libertad de apoyar tales
enseñanzas» a través de las
instituciones formativas de la Iglesia.
Queridos amigos:
Me complace saludar al Consejo
directivo de la Universidad de Notre
Dame con ocasión de vuestro encuentro en Roma, que coincide con
la inauguración del Centro universitario de Roma. Confío en que el
nuevo Centro contribuirá a la misión
de la Universidad, poniendo en contacto a los estudiantes con la unicidad de las riquezas históricas, culturales y espirituales de la Ciudad
Eterna, y abriendo sus mentes y corazones a la admirable continuidad
entre la fe de los santos Pedro y Pablo, la de los confesores y mártires
de cada época, y la fe católica a
ellos transmitida en las familias, en
las escuelas y en las parroquias. Desde su fundación, la Universidad de
Notre Dame ha dado una notable
aportación a la Iglesia en vuestro
país, con su compromiso en la educación religiosa de los jóvenes y en
la enseñanza de un saber inspirado
por la confianza en la armonía entre
fe y razón en la búsqueda de la verdad y la rectitud. Consciente de la
especial importancia del apostolado
para la nueva evangelización, deseo
expresar mi gratitud por el compromiso que la Universidad de Notre
Dame ha mostrado a lo largo de los
años, ayudando y reforzando la enseñanza católica en la escuela primaria y secundaria en Estados Unidos.
La inspiración que guió al padre
Edward Sorin y a los primeros religiosos de la Congregación de la
Santa Cruz al instituir la Universidad de Notre Dame du Lac sigue
siendo central, en las cambiantes cir-
cunstancias del siglo XXI, por la
identidad que caracteriza a la Universidad y su servicio a la Iglesia y a
la sociedad americana. En la exhortación apostólica sobre la alegría del
Evangelio destaqué la dimensión misionera del discipulado cristiano,
que debe ser evidente en la vida de
las personas y en el trabajo de cada
institución eclesial. Esta implicación
en un «discipulado misionero» se
debería percibir de un modo especial en las universidades católicas
(cf. nn. 132-134), que, por su naturaleza misma, están comprometidas en
mostrar la armonía entre fe y razón
y poner en evidencia la relevancia
del mensaje cristiano para una existencia humana vivida en plenitud y
autenticidad. Al respecto, es esencial
un testimonio valiente de las universidades católicas respecto a la enseñanza moral de la Iglesia y la defensa de la libertad de apoyar tales enseñanzas, en cuanto proclamadas
con autoridad por el magisterio de
los Pastores, precisamente en y a través de las instituciones formativas de
la Iglesia. Deseo que la Universidad
de Notre Dame siga ofreciendo su indispensable e inequívoco testimonio
a este aspecto de su fundamental
identidad católica, especialmente ante los intentos, de cualquier parte
que procedan, de diluirla. Y esto es
importante: la identidad propia, como se quiso desde el inicio. Defenderla, conservarla, hacer que siga
adelante.
Queridos amigos, os pido que recéis por mí, para que realice el ministerio que he recibido al servicio
del Evangelio, y os aseguro mis oraciones por vosotros y por todos
aquellos que desempeñan su misión
educativa en la Universidad de Notre
Dame. Sobre vosotros y sobre vuestras familias, de modo particular sobre los estudiantes, los profesores y
el personal de esta querida Universidad, invoco los dones divinos de sabiduría, alegría y paz, y cordialmente imparto mi bendición.
L’OSSERVATORE ROMANO
página 4
viernes 14 de febrero de 2014, número 7
COMUNICACIONES
Colegio episcopal
Audiencias pontificias
Mons. Daniel Sturla Berhouet, arzobispo de Montevideo (Uruguay)
Mons. José D. Jiménez, obispo-prelado de Cafayate (Argentina)
Mons. Ham Lim Moon, obispo auxiliar de San Martín (Argentina)
RENUNCIAS:
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la arquidiócesis de Montevideo (Uruguay) que
monseñor NICOLÁS COTUGNO FANIZZI, S.D.B., le había presentado en
conformidad con el canon 401 § 1
del Código de derecho canónico.
Nicolás Cotugno Fanizzi, S.D.B.,
nació en Sesto San Giovanni, archidiócesis de Milán (Italia), el 21 de
septiembre de 1938. Recibió la ordenación sacerdotal el 26 de julio de
1967. Juan Pablo II le nombró obispo de Melo el 13 de junio de 1996;
recibió la ordenación episcopal el
28 de julio sucesivo. El mismo Papa
le promovió a arzobispo de Montevideo el 4 de diciembre de 1998.
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral de la prelatura territorial de Cafayate (Argentina)
que monseñor MARIANO ANASTASIO
MORENO GARCÍA, O.S.A., le había
presentado en conformidad con el
canon 401 § 1 del Código de derecho canónico.
Mariano Anastasio Moreno García, O.S.A., nació en Milagros (Burgos, España) el 7 de septiembre de
1938. Recibió la ordenación sacerdotal el 9 de julio de 1964. Benedicto
XVI le nombró obispo-prelado de
Cafayate el 17 de noviembre de
2007; recibió la ordenación episcopal el 9 de marzo de 2008.
El Papa ha aceptado la renuncia al
gobierno pastoral del vicariato
apostólico de Soddo (Etiopía) que
monseñor RODRIGO MEJÍA SALDARRIAGA, S.J., obispo titular de Vulturia, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del
Código de derecho canónico.
Le sucede en el gobierno pastoral
del vicariato apostólico el coadjutor,
monseñor TSEGAYE KENENI DERARA.
Rodrigo Mejía Saldarriaga, S.J.,
nació en Medellín (Colombia) el 5
de septiembre de 1938. Recibió la
ordenación sacerdotal el 13 de diciembre de 1969. Benedicto XVI le
nombró obispo titular de Vulturia y
vicario apostólico de Soddo el 5 de
enero de 2007; recibió la ordenación
episcopal el 4 de marzo sucesivo.
Tsegaye Keneni Derara nació en
Metcha Borodo, vicariato apostólico de Nekemte, el 23 de noviembre
de 1943. Recibió la ordenación sacerdotal el 13 de julio de 1976. El
Papa Francisco le nombró obispo
titular de Massimiana di Bizacena y
EL SANTO PADRE
HA RECIBID O EN AUDIENCIA:
Jueves 6 de febrero
coadjutor de Soddo el 16 de octubre de 2013; recibió la ordenación
episcopal el 24 de noviembre del
mismo año.
—A la nueva embajadora de la
República Árabe de Egipto ante la
Santa Sede, Wafaa Ashraf Moharram Bassim, con ocasión de la presentación de las cartas credenciales.
EL PAPA
—A monseñor Franco Coppola,
arzobispo titular de Vinda, nuncio
apostólico en la República Centroafricana.
HA NOMBRAD O:
—Arzobispo de Montevideo (Uruguay) a monseñor DANIEL FERNAND O STURLA BERHOUET, S.D.B., hasta
ahora obispo titular de Felbes y auxiliar de la misma arquidiócesis.
Daniel Fernando Sturla Berhouet, S.D.B., nació en Montevideo el
4 de julio de 1959. Recibió la ordenación sacerdotal el 21 de noviembre de 1987. Benedicto XVI le nombró obispo titular de Felbes y auxiliar de Montevideo el 10 de diciembre de 2011; recibió la ordenación
episcopal el 4 de marzo de 2012.
—Obispo de Port Elisabeth (Sudáfrica) al padre VINCENT MDUDUZI
ZUNGU, O.F.M.
Vincent Mduduzi Zungu, O.F.M.,
nació en Mbongolwane, diócesis de
Eshowe, el 28 de abril de 1966. Recibió la ordenación sacerdotal el 8
de julio de 1995. Se licenció en teología moral en la Universidad católica de Estrasburgo, Francia. En su
Orden ha sido vicario parroquial;
maestro de novicios y guardián de
un convento; vicario provincial y
asistente del maestro de postulantes; provincial en Sudáfrica y, en el
último período, definidor general
para África y Oriente Medio en Roma.
—Obispo de Montepulciano-ChiusiPienza (Italia) a monseñor STEFANO
MANETTI.
Stefano Manetti nació en Florencia el 20 de abril de 1959. Recibió la
ordenación sacerdotal el 19 de abril
de 1984. Ha sido vicario parroquial;
párroco; consiliario eclesiástico de
la Acción católica; responsable del
centro diocesano para las vocaciones; miembro del consejo presbiteral y del colegio de consultores; formador y, en el último período, rector del seminario mayor florentino.
—Obispo-prelado de Cafayate (Argentina) al padre JOSÉ DEMETRIO
JIMÉNEZ SÁNCHEZ-MARISCAL, O.S.A.
José Demetrio Jiménez SánchezMariscal, O.S.A., nació en Los Cerralbos (Toledo, España), el 8 de
octubre de 1963. Ingresó en la Orden de San Agustín, donde recibió
la ordenación sacerdotal el 23 de junio de 1988. Se licenció en filosofía
en el «Angelicum» de Roma. En su
SIGUE EN LA PÁGINA 10
A los obispos de la Conferencia
episcopal de Polonia, en visita «ad
limina Apostolorum»:
—Monseñor Józef Michalik, arzobispo de Przemyśl de los latinos,
con los auxiliares: monseñor Adam
Szal, obispo titular de Lavello;
monseñor Stanisław Jamrozek, obispo titular de Chełm.
—Monseñor
Jan
Franciszek
Wątroba, obispo de Rzeszów.
—Monseñor Marian Rojek, obispo de Zamość-Lubaczów.
—Monseñor Stanisław Budzik, arzobispo de Lublin, con los auxiliares: monseñor Mieczysław Cisło,
obispo titular de Auca; monseñor
Artur Grzegorz Miziński, obispo titular de Tarasa di Numidia; y monseñor Józef Wróbel, S.C.I., obispo
titular de Suas.
—Monseñor Krzysztof Nitkiewicz,
obispo de Sandomierz, con el auxiliar emérito: monseñor Edward Marian Frankowski, obispo titular de
Tigamibena.
—Monseñor Zbigniew Kiernikowski, obispo de Siedlce, con el auxiliar: monseñor Piotr Sawczuk,
obispo titular de Ottana.
—Monseñor Edward Ozorowski,
arzobispo de Białystok, con el auxiliar: monseñor Henryk Ciereszko,
obispo titular de Dices.
—Monseñor Antoni Pacyfik Dydycz, O.F.M., obispo de Drohiczyn.
—Monseñor Janusz Bogusław
Stepnowski, obispo de Łomża, con
el auxiliar: monseñor Tadeusz Bronakowski, obispo titular de Tigisi di
Mauritania; y el obispo emérito:
monseñor
Stanisław
Stefanek.
S.CHR.
Rancagua, vicepresidente; monseñor
Cristián Caro Cordero, arzobispo
de Puerto Montt, miembro; monseñor Fernando Natalio Chomalí Garib, arzobispo de Concepción,
miembro; y monseñor Ignacio Francisco Ducasse Medina, obispo de
Valdivia, secretario general.
—Al
cardenal Angelo Amato,
prefecto de la Congregación
para las causas de los santos.
S.D.B.,
A los obispos de la Conferencia
episcopal de Polonia, en visita «ad
limina Apostolorum»:
—Monseñor Józef Piotr Kupny,
arzobispo de Wrocław, con el auxiliar: monseñor Andrzej Siemieniewski, obispo titular de Teuzi.
—Monseñor Stefan Cichy, obispo
de Legnica, con el auxiliar: monseñor Marek Mendyk, obispo titular
de Rusuccuru.
—Monseñor Ignacy Dec, obispo
de Świdnica, con el auxiliar: monseSIGUE EN LA PÁGINA 10
Representaciones
pontificas
El Papa ha nombrado nuncio
apostólico en Malí a monseñor
SANTO GANGEMI, arzobispo titular de Umbriático, nuncio apostólico en Guinea.
Santo Gangemi nació en Messina (Italia) el 16 de agosto de
1961. Recibió la ordenación sacerdotal el 28 de junio de 1986.
Entró en el servicio diplomático
de la Santa Sede el 1 de julio de
1991. Benedicto XVI le nombró
arzobispo titular de Umbriático
y nuncio apostólico en las Islas
Salomón el 27 de enero de 2012;
recibió la ordenación episcopal el
17 de marzo sucesivo. El mismo
Santo Padre le nombró también
nuncio apostólico en Papúa Nueva Guinea el 24 de marzo de dicho año. El Papa Francisco le
nombró nuncio apostólico en
Guinea el 6 de noviembre de
2013.
Viernes, día 7
—Al embajador de la ex República yugoslava de Macedonia ante la
Santa Sede, Gjoko Gjorgjevski, en
visita de despedida.
Sínodo
de los obispos
—A monseñor Ricardo Ezzati Andrello, S.D.B., arzobispo de Santiago
de Chile (Chile), presidente del Comité permanente de la Conferencia
episcopal de Chile: con monseñor
Alejandro Goić Karmelić, obispo de
El Santo Padre ha nombrado
subsecretario del Sínodo de los
obispos a monseñor FABIO FABENE, hasta ahora jefe de oficina en
la Congregación para los obispos.
número 7, viernes 14 de febrero de 2014
L’OSSERVATORE ROMANO
página 5
Misa con el Papa en Santa Marta
Lo que dejamos
a los demás
Vivir durante toda la vida en el seno
de la Iglesia, como pecadores pero
no como traidores corruptos, con
una actitud de esperanza que nos
lleva a dejar una herencia hecha no
de riqueza material sino de testimonio de santidad. Son las «grandes
gracias» que el Papa Francisco indicó durante la misa celebrada el jueves 6 de febrero, por la mañana, en
la capilla de la Casa Santa Marta.
El obispo de Roma centró su reflexión en el misterio de la muerte,
partiendo de la primera lectura —tomada del primer libro de los Reyes
(2, 1-4.10-12)— en la que, dijo, «hemos escuchado el relato de la muerte de David». Y «recordamos el inicio de su vida, cuando fue elegido
por el Señor, ungido por el Señor».
Era un «jovencito»; y «después de
algunos años comenzó a reinar», pero era siempre «un muchacho, tenía
veintidós o veintitrés años».
Por lo tanto, toda la vida de David es «un recorrido, un camino al
servicio de su pueblo». Y «así como
comenzó, así terminó». Sucede lo
mismo en nuestra vida, señaló el Papa, que «comienza, camina, sigue
adelante y termina».
El relato de la muerte de David
sugirió al Pontífice tres reflexiones
surgidas «del corazón». En primer
lugar puso en evidencia que «David
muere en el seno de la Iglesia, en el
seno de su pueblo. Su muerte no lo
encuentra fuera de su pueblo» sino
«dentro». Y así vive «su pertenencia
al pueblo de Dios». Sin embargo
David «había pecado: él mismo se
llama pecador». Pero «jamás se
apartó del pueblo de Dios: pecador
sí, traidor no». Ésta, dijo el Papa,
«es una gracia»: la gracia de «permanecer hasta el final en el pueblo
de Dios» y «morir en el seno de la
Iglesia, precisamente en el seno del
pueblo de Dios».
Al subrayar dicho aspecto, el Papa
invitó «a pedir la gracia de morir en
casa: morir en casa, en la Iglesia». Y
remarcó que «ésta es una gracia» y
«no se compra», porque «es un regalo de Dios». Nosotros «debemos
pedirlo: Señor dame el regalo de
morir en casa, en la Iglesia». Aunque fuésemos «todos pecadores», no
debemos ser ni «traidores» ni «corruptos».
La Iglesia, precisó el Pontífice, es
«madre y nos quiere también así»,
quizás incluso «muchas veces sucios». Porque es ella quien «nos limpia: es madre, sabe cómo hacerlo».
Pero está «en nosotros pedir esta
gracia: morir en casa».
El Papa Francisco propuso luego
una segunda reflexión sobre la
muerte de David. «En este relato
—apuntó— se ve que David está tranquilo, en paz, sereno». Hasta el
punto que «llama a su hijo y le dice:
yo emprendo el camino de todo
hombre sobre la tierra». En otras
palabras David reconoce: «¡Ahora
me toca a mí!». Y después, se lee en
la Escritura, «David se durmió con
sus padres». He aquí, explicó el
Pontífice, el rey que «acepta su
muerte con esperanza, con paz». Y
«ésta es otra gracia: la gracia de morir con esperanza», con la «consciencia de que esto es un paso» y
que «del otro lado nos esperan». Incluso después de la muerte, en efecto, «continúa la casa, continúa la familia: no estaré solo». Se trata de
una gracia que hay que pedir sobre
todo «en los últimos momentos de
la vida: nosotros sabemos que la vida es una lucha y el espíritu del mal
quiere el botín».
El obispo de Roma recordó también el testimonio de santa Teresita
del Niño Jesús, quien «decía que, en
sus últimos momentos, había en su
alma una lucha y cuando pensaba
en el futuro, a lo que le esperaba
después de la muerte, en el cielo,
sentía como una voz que le decía:
pero no, no seas tonta, te espera la
oscuridad, te espera sólo la oscuridad de la nada». Ese, precisó el Papa, «era el demonio que no quería
que se confiara a Dios».
De aquí la importancia de «pedir
la gracia de morir con esperanza y
morir confiándose a Dios». Pero el
«confiarse a Dios —afirmó el Pontífice— comienza ahora, en las pequeñas cosas de la vida y también en los
grandes problemas: confiarse siempre al Señor. De esta manera uno
coge este hábito de confiarse al Señor y crece la esperanza». Por lo
tanto, explicó, «morir en casa, morir
con esperanza» son «dos cosas que
nos enseña la muerte de David».
La tercera idea sugerida por el Papa fue «el problema de la herencia».
Al respecto «la Biblia —precisó— no
nos dice que cuando murió David
vinieron todos los nietos y bisnietos
a pedir la herencia». A menudo
existen «muchos escándalos sobre la
herencia, muchos escándalos que dividen en las familias». Pero no es la
riqueza la herencia que deja David.
Se lee, de hecho, en la Escritura: «Y
el reino quedó establecido sólidamente». David, más bien, «deja la
herencia de cuarenta años de gobierno por su pueblo y el
pueblo consolidado, fuerte».
Al respecto el Pontífice
recordó «un dicho popular» según el cual «cada
hombre debe dejar en la
vida un hijo, debe plantar un árbol y debe escribir un libro: y ésta es la
mejor herencia». El Papa
invitó a cada uno a preguntarse: «¿Qué herencia
dejo yo a los que vienen
detrás de mí? ¿Una herencia de vida? ¿He hecho tanto bien que la
gente me quiere como
padre o como madre?».
Tal vez no «planté un árbol» o «escribí un libro»,
«pero ¿he dado vida, sabiduría?». La auténtica
«herencia es la que David» revela dirigiéndose
ya a las puertas de la
muerte a su hijo Salomón con estas palabras:
«Ten valor y sé hombre.
Guarda lo que el Señor
tu Dios manda guardar
siguiendo sus caminos,
observando sus preceptos».
Así las palabras de David ayudan
a entender que la verdadera «herencia es nuestro testimonio de cristianos que dejamos a los demás». Existen, en efecto, algunas personas que
«dejan una gran herencia: pensemos
en los santos que vivieron el Evangelio con tanta fuerza» y precisamente
por esto «nos dejan un camino de
vida, un modo de vivir como herencia».
Al concluir, el Papa resumió los
tres puntos de su reflexión transformándolos en una oración a san David, a fin de que «nos conceda a todos estas tres gracias: pedir la gracia
de morir en casa, morir en la Iglesia;
pedir la gracia de morir en esperanza, con esperanza; y pedir la gracia
de dejar una hermosa herencia, una
herencia humana, una herencia hecha con el testimonio de nuestra vida cristiana».
Volver a la primera Galilea
A Jesús se le debe anunciar y testimoniar con fuerza y claridad, sin
medias tintas, volviendo siempre a la
fuente del «primer encuentro» con
Él y sabiendo vivir también la experiencia de la «oscuridad del alma».
La «imagen del discípulo» trazada
por el Papa Francisco corresponde a
los elementos esenciales de Juan el
Bautista. Y precisamente en la figura
del precursor el Pontífice centró la
meditación en la misa celebrada el
viernes 7 de febrero en la capilla de
la Casa Santa Marta.
Partiendo del relato de su predicación y su muerte, narrado por el
Evangelio de Marcos (6, 14-29), el
Papa dijo que Juan era «un hombre
que tuvo un breve tiempo de vida,
un breve tiempo para anunciar la
Palabra de Dios». Él era «el hombre
que Dios envió a preparar el camino
a su Hijo».
Pero «Juan acabó mal», decapitado por orden de Herodes. Se convirtió en «el precio de un espectáculo
para la corte en un banquete». Y,
comentó el Papa, «cuando existe la
corte es posible hacer de todo: la corrupción, los vicios, los crímenes.
Las cortes favorecen estas cosas».
El Pontífice trazó el perfil de Juan
el Bautista indicando tres características fundamentales. «¿Qué hizo
Juan? Ante todo —explicó— anunció
al Señor. Anunció que estaba cerca
el Salvador, el Señor; que estaba cerca el reino de Dios». Un anuncio
que él «había realizado con fuerza:
bautizaba y exhortaba a todos a
convertirse». Juan «era un hombre
fuerte y anunciaba a Jesucristo: fue
el profeta más cercano a Jesucristo.
Tan cercano que precisamente él lo
indicó» a los demás. Y, en efecto,
cuando vio a Jesús, exclamó: «¡Es
aquél!».
La segunda característica de su
testimonio, explicó el Papa, «es que
no se adueñó de su autoridad moral» aunque se le había ofrecido «en
una bandeja la posibilidad de decir:
yo soy el mesías». Juan, en efecto,
«tenía mucha autoridad moral, muSIGUE EN LA PÁGINA 9
L’OSSERVATORE ROMANO
número 7, viernes 14 de febrero de 2014
páginas 6/7
El Papa Francisco a los obispos de la Conferencia episcopal polaca en visita «ad limina Apostolorum»
En el debate de preparación al Sínodo
La misericordia de Dios
no excluye a nadie
Un método nuevo
de trabajo
Divorciados y separados constituyen un
desafío pastoral para la Iglesia. Por eso es
necesario preguntarse cómo ayudarles a que
no se sientan excluidos de la misericordia
de Dios. Es lo que recomendó el Papa
Francisco el viernes 7 de febrero, por la
mañana, a los obispos polacos, a quienes
recibió en visita «ad limina Apostolorum».
Queridos hermanos en el episcopado:
Os saludo cordialmente a cada uno
de vosotros y a las Iglesias particulares
que el Señor ha confiado a vuestra guía
paterna. Doy las gracias a monseñor
Józef Michalik por sus palabras, sobre
todo por haberme asegurado que la
Iglesia que está en Polonia reza por mí
y por mi ministerio.
Se puede decir que nos encontramos
en vísperas de la canonización del beato Juan Pablo II. Todos llevamos en el
corazón a este gran pastor que, en todas las etapas de su misión —como sacerdote, obispo y Papa—, nos dio un
ejemplo luminoso de abandono total a
Dios y a su Madre, y de dedicación
completa a la Iglesia y al hombre. Nos
acompaña desde el cielo y nos recuerda
cuán importante es la comunión espiritual y pastoral entre los obispos. La
unidad de los pastores, en la fe, en la
caridad, en la enseñanza y en la solicitud común por el bien de los fieles
constituye un punto de referencia para
toda la comunidad eclesial y para
quienquiera que busque una orientación segura en la senda diaria por los
caminos del Señor. Que nada ni nadie
cree divisiones entre vosotros, queridos
hermanos. Estáis llamados a construir
la comunión y la paz arraigadas en el
amor fraterno, y a dar a todos un ejemplo alentador. Ciertamente, esta actitud
será fecunda y dará a vuestro pueblo
fiel la fuerza de la esperanza.
Durante nuestros encuentros de estos
días confirmé que la Iglesia en Polonia
tiene grandes potencialidades de fe, de
oración, de caridad y de práctica cristiana. Gracias a Dios, en Polonia hay una
buena frecuencia a los sacramentos, hay
valiosas iniciativas en los sectores de la
nueva evangelización y la catequesis,
hay una amplia actividad caritativo-social y un desarrollo satisfactorio de las
vocaciones sacerdotales. Todo esto favorece la formación cristiana de las personas, la práctica motivada y convencida,
la disponibilidad de los laicos y de los
religiosos a colaborar activamente en las
estructuras eclesiales y sociales. Respecto al hecho de que también se verifica
cierta disminución en diferentes aspectos
de la vida cristiana, se requiere un discernimiento, una búsqueda de los motivos y de los modos de afrontar los nuevos desafíos, como por ejemplo la idea
de una libertad sin límites, la tolerancia
hostil o desconfiada de la verdad, o el
malhumor por la justa oposición de la
Iglesia al relativismo imperante.
Ante todo, en el ámbito de la pastoral ordinaria, quiero focalizar vuestra
atención en la familia, «célula básica de
la sociedad», «lugar donde se aprende
a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros, y donde los padres transmiten la fe a sus hijos» (Evangelii gaudium, 66). Hoy, en cambio, el matrimonio es considerado a menudo una forma de gratificación afectiva que se puede constituir de cualquier modo y modificar según la sensibilidad de cada
uno (cf. ibíd.). Por desgracia, esta visión influye también en la mentalidad
de los cristianos, facilitando el recurso
al divorcio o a la separación de hecho.
Los pastores están llamados a preguntarse cómo ayudar a quienes viven en
esta situación, a fin de que no se sientan excluidos de la misericordia de
Dios, del amor fraterno de los demás
cristianos y de la solicitud de la Iglesia
por su salvación; cómo ayudarles a que
no abandonen la fe y eduquen a sus
hijos en la plenitud de la experiencia
cristiana.
Por otra parte, es preciso preguntarse
cómo mejorar la preparación de los jóvenes al matrimonio, de manera que
descubran cada vez más la belleza de
esta unión que, bien fundada en el
amor y en la responsabilidad, es capaz
de superar las pruebas, las dificultades
y el egoísmo con el perdón recíproco,
reparando lo que corre el riesgo de
arruinarse y no cayendo en la trampa
de la mentalidad del descarte. Es necesario preguntarse cómo ayudar a las familias a vivir y apreciar tanto los momentos de alegría como los de dolor y
debilidad.
Las comunidades eclesiales han de
ser lugares de escucha, de diálogo, de
consuelo y de apoyo para los esposos
en su camino conyugal y en su misión
educativa. Que siempre puedan encontrar en los pastores el apoyo de auténticos padres y guías espirituales que los
protejan de la amenaza de las ideologías negativas y los ayuden a ser fuertes
en Dios y en su amor.
La perspectiva del próximo encuentro mundial de la juventud, que tendrá
lugar en Cracovia en 2016, me lleva a
pensar en los jóvenes, quienes, junto
con los ancianos, son la esperanza de la
Iglesia. Hoy, un mundo rico en instrumentos informáticos les ofrece nuevas
posibilidades de comunicación, pero, al
mismo tiempo, reduce las relaciones interpersonales de contacto directo, de
intercambio de valores y de experiencias compartidas. Sin embargo, en el
corazón de los jóvenes hay un anhelo
de algo más profundo, que valore plenamente su personalidad. Es preciso
satisfacer este deseo.
En este sentido, la catequesis ofrece
amplias posibilidades. Sé que en Polonia participa en ello la mayor parte de
los alumnos de las escuelas, quienes logran un buen conocimiento de las verdades de la fe. La religión cristiana, sin
embargo, no es una ciencia abstracta, sino un conocimiento existencial de Cristo, una relación personal con Dios que
es amor. Quizá sea necesario insistir
más en la formación de la fe vivida como relación, en la que se
experimenta la alegría de
ser amados y de poder
amar. Es indispensable
intensificar la solicitud de
los catequistas y de los
pastores, para que las
nuevas generaciones puedan descubrir plenamente
el valor de los sacramentos como medios privilegiados de encuentro con
Cristo vivo y fuente de
gracia. Los jóvenes han
de ser animados a formar
parte de los movimientos
y de las asociaciones, cuya espiritualidad se basa en la Palabra
de Dios, en la liturgia, en la vida comunitaria y en el testimonio misionero.
También han de tener la oportunidad
de expresar su disponibilidad y su entusiasmo juvenil en las obras de caridad
promovidas por los grupos parroquiales
o escolares de Cáritas o en otras formas
de voluntariado y de misión. Su fe, su
amor y su esperanza han de reforzarse y
florecer en su compromiso concreto en
el nombre de Cristo.
El tercer punto que quiero recomendaros son las vocaciones al sacerdocio y a
la vida consagrada. Con vosotros doy
gracias al Señor porque en los últimos
decenios ha enviado a la tierra polaca
numerosos obreros para su mies. Muchos buenos y santos sacerdotes polacos desempeñan con dedicación su ministerio tanto en sus propias Iglesias locales como en el extranjero y en las misiones. Pero la Iglesia
en Polonia no debe
cansarse de seguir rezando por las nuevas
vocaciones sacerdotales. A vosotros, queridos obispos, os compete la tarea de preocuparos de que esta
oración se traduzca en
un compromiso concreto en la pastoral
vocacional y en la
buena preparación de
los candidatos en los
seminarios.
En Polonia, gracias
a la presencia de buenas universidades y fa-
cultades teológicas, los seminaristas adquieren una valiosa preparación intelectual y pastoral. Esta debe ir acompañada siempre por la formación humana y
espiritual, para que vivan una intensa
relación personal con el buen Pastor y
sean hombres de oración asidua, abiertos a la acción del Espíritu Santo, generosos, pobres de espíritu y llenos de
amor ardiente al Señor y al prójimo.
En el ministerio sacerdotal, la luz del
testimonio podría ofuscarse o «ponerse
debajo del celemín» si faltara el espíritu misionero, la voluntad de «salir»
con una conversión misionera siempre
renovada para buscar —también en las
periferias— y llegar a quienes esperan la
buena nueva de Cristo. Este estilo
apostólico requiere también espíritu de
pobreza y abandono para ser libres en
el anuncio y sinceros en el testimonio
de la caridad. Con este propósito, recuerdo las palabras del beato Juan Pablo II: «De todos nosotros, sacerdotes
de Jesucristo, se espera que seamos fieles al ejemplo que Él nos dejó. Por tanto, que seamos “para los demás”. Y si
“tenemos”, que tengamos también “para los demás”. Más aún, porque si tenemos, tenemos “de los demás” (…). Con
un estilo de vida cercano al de una familia media, mejor todavía, al de una
familia más pobre» (Discurso a los seminaristas, al clero y a los religiosos en la
catedral de Stettino, 11 de junio de
1987, 9).
No olvidemos, queridos hermanos,
las vocaciones a la vida consagrada, sobre todo las femeninas. Como habéis
observado, preocupa la disminución de
la adhesión a las congregaciones religiosas también en Polonia: es un fenómeno complejo, cuyas causas son múltiples. Deseo que los institutos religiosos femeninos sigan siendo, de modo
adecuado a nuestros tiempos, lugares
privilegiados de la realización y el crecimiento humano y espiritual de las
mujeres. Que las religiosas estén dispuestas a afrontar también las tareas y
las misiones difíciles y exigentes que
valoren su capacidad intelectual, afectiva y espiritual, sus talentos y carismas
personales. Recemos por las vocaciones
femeninas y acompañemos con estima a
nuestras hermanas que, a menudo en
silencio y sin ser observadas, entregan
su vida por el Señor y por la Iglesia,
LUCETTA SCARAFFIA
uando Jesús dirigió a la samaritana algunas de sus palabras más significativas, enviándola a testimoniar a la gente, no
parecía, en absoluto, impresionado
por el hecho de que había tenido
cinco maridos. Acogió con misericordia su sed de verdad y amor, y le
ayudó a cambiar. Este es el episodio
que viene enseguida a la memoria leyendo las primeras síntesis de las
respuestas al cuestionario de preparación al Sínodo sobre la familia.
Las preguntas tocaron el punto
central del problema, que a su vez es
el corazón de la confrontación entre
la Iglesia y la sociedad hoy, es decir,
el hecho de que los católicos quieren
sentirse parte de una institución dispuesta a comprender, acoger y perdonar más que a juzgar, levantar barreras y marcar confines entre lo que
se debe hacer y lo que se tiene que
vivir después, día a día. Los problemas morales existen —por cierto, nadie los niega—, pero la cuestión urgente es cómo hay que afrontarlos
con las personas reales enfrente, que
presentan sus sufrimientos, sus deseos traicionados por la realidad, sus
ideas equivocadas y, a menudo, su
sed de aceptación y de perdón.
Como especificó bien el teólogo
Serge-Thomas Bonino en «La
Croix», el punto crucial es comprender «si las respuestas expresan lo
que los católicos viven en lo más
hondo o, más bien, reflejan la influencia del espíritu del mundo».
Este trabajo de discernimiento será
sin duda tarea de quienes, en el Vaticano, ya se están dedicando al examen de las respuestas que van llegando de todo el mundo.
Cierto, no todas las Conferencias
episcopales fueron tan rápidas y
abiertas con los fieles, no en todos
los países los cuestionarios suscitaron discusiones apasionadas y el
mismo fervor, marcando verdaderamente el comienzo de un método
C
Encuentro con las familias en la plaza de San Pedro en el Año de la fe, 26 de octubre de 2013
en la oración, en la pastoral y en la caridad.
Concluyo exhortándoos a ser solícitos
con los pobres. También en Polonia, a
pesar del actual desarrollo económico
del país, hay muchos necesitados, desempleados, sin vivienda, enfermos y
abandonados, así como muchas familias
—sobre todo las numerosas— sin medios
suficientes para vivir y educar a sus
hijos. Estad cerca de ellos. Sé cuánto
hace la Iglesia en Polonia en este campo, mostrando gran generosidad no sólo en su patria sino también en otros
países del mundo. Os doy las gracias a
vosotros y a vuestras comunidades por
esta obra. Seguid alentando a vuestros
sacerdotes, a los religiosos y a todos los
fieles a tener la «fantasía de la caridad»,
y a practicarla siempre. Y no olvidéis a
quienes, por diferentes motivos, dejan el
país y tratan de comenzar una nueva vi-
da en el exterior. Su número creciente y
sus exigencias quizá requieran mayor
atención por parte de la Conferencia
episcopal. Acompañadlos con adecuado
cuidado pastoral, para que conserven la
fe y las tradiciones religiosas del pueblo
polaco.
Queridos hermanos, os agradezco
vuestra visita. Llevad mi saludo cordial
a vuestras Iglesias particulares y a todos
vuestros compatriotas. Que la Virgen
María, Reina de Polonia, interceda por
la Iglesia en vuestro país: proteja con su
manto a los sacerdotes, a los religiosos,
a las religiosas y a todos los fieles, y obtenga a cada uno y a cada comunidad
la plenitud de las gracias del Señor. Invoquémosla juntos: Sub tuum praesidium
confugimus, Sancta Dei Genitrix, nostras
deprecationes ne despicias in necessitatibus,
sed a periculis cunctis libera nos semper,
Virgo gloriosa et benedicta.
Hacia la
JMJ
La invitación a la JMJ programada en Cracovia en 2016, en
coincidencia con el 1050° aniversario del bautismo de Polonia, renovó al Papa Francisco el arzobispo Józef Michalik,
presidente de la Conferencia episcopal polaca, en conclusión de la visita ad limina.
Presentando al Pontífice la situación de las 44 diócesis de
la Iglesia del país, el prelado afirmó que el 93 por ciento de
los casi 38 millones de habitantes «se consideran cristianos
porque están bautizados. Nuestro episcopado —afirmó— está
unido en cuestiones de fe, moral y disciplina pastoral. Las
diócesis disponen de un clero con celo pastoral y formación.
Hay diez universidades y facultades teológicas», con 4.262
candidatos al sacerdocio y 501 novicias. «Más del 50 por
ciento de los católicos participa en la misa dominical», dijo,
recordando, entre otras cosas, que «el 75 por ciento de los
polacos están en contra del aborto».
En materia de evangelización, monseñor Michalik puso
de relieve que hay «2.015 misioneros polacos». Además, «la
catequesis de los niños y de los jóvenes se asegura en todas
las escuelas, incluso en las estatales». En cuanto a los medios de comunicación, el arzobispo destacó que «nacen
nuevos semanarios y revistas, fundados por laicos cercanos a
de Cracovia
la Iglesia. Desde hace veinte años la televisión nacional reserva algunas horas a la semana a programas católicos. Existe y está activa la televisión católica «Trwam» y en cada diócesis hay radios católicas. La tirada de los semanarios y de
las revistas católicas alcanza el millón de copias».
Con respecto a la pastoral, continuó, «hemos iniciado programas de nueva evangelización, coordinados con las iniciativas ya existentes y dirigidas en especial a las personas que se
alejaron de la Iglesia». Y en las iniciativas de pastoral juvenil
a nivel nacional «participan decenas de miles» de jóvenes.
Tras subrayar el compromiso de la fundación eclesial
«Opera Nuovo Millennio», que «ayuda con becas de estudio
a más de 2.500 jóvenes procedentes de familias numerosas»,
el arzobispo puso de relieve las numerosas peregrinaciones a
pie al santuario mariano de Częstochowa y a otros santuarios,
donde cada año van cientos de miles de personas.
Por último, entre los desafíos a afrontar, habló de la emigración de millones de jóvenes en busca de trabajo. «La crisis de la familia —concluyó— es real y grave: casi el 30 por
ciento de las parejas se divorcian y la natalidad registra una
disminución dramática».
nuevo de trabajo. Pero donde esto
sucedió —como se nota por las reacciones y los artículos publicados no
sólo en Francia, sino también en
Alemania, Estados Unidos y Suiza—,
se manifestó una notable vitalidad.
Y ésta es la novedad más interesante: una ferviente voluntad de comprender más, de hacerse una idea y
confrontarla pacíficamente sustituyó
a la contraposición entre jerarquía y
fieles, que sólo se podía resolver mediante la obediencia o el alejamiento.
Esto se ve sobre todo en Francia,
hoy en el centro de innovaciones serias en el plano legislativo que afectan a la institución familiar y a la filiación: en lugar de la dura contraposición entre las dos partes del
conflicto, que obviamente asumió
enseguida el tono de un enfrentamiento de carácter político —sólo
atenuado parcialmente por la presencia de una patrulla determinada
de intelectuales laicos contrarios a
dichas innovaciones—, se está llevando a cabo una discusión libre. También en el seno de la Iglesia, como
testimonian los artículos más recientes de «La Croix», se da voz a opiniones diferentes y a la discusión
moderada. Por ejemplo, a quien disiente del compromiso de Manif
pour tous no se le considera traidor,
sino que sus objeciones son escuchadas con atención. Y cuanto más libre esté de la hipoteca de la política,
tanto más libre e interesante llegará
a ser la discusión y atraerá a otras
personas que se habían alejado por
desconfianza ante el rumbo que estaba tomando el debate.
Los católicos han vuelto a pensar
con vivacidad y pasión, y esto permitirá afrontar, a largo y a corto plazo, los problemas no sólo en el último momento, cuando los cambios
culturales ya se están transformando
en leyes, sino también antes, en el
mismo momento en que se prevé un
nuevo desarrollo. Esto es particularmente importante en una situación
histórica como la actual, donde los
cambios en el ámbito de la estructura familiar y de la procreación son
rapidísimos, impulsados por las tecnociencias.
También en Francia, por ejemplo,
se está discutiendo sobre la educación con respecto al género, impuesta en las escuelas. Pero para afrontar
este problema es necesario saber que
en los próximos treinta años, o incluso antes, se prevé la realización
del útero artificial, así como la posibilidad de engendrar por sí solo un
hijo, creando con las propias células
madre un óvulo y un espermatozoide. En vez de perseguir el progreso,
hay que saber preverlo, para afrontar
las nuevas situaciones con mayor sabiduría y seguridad.
Todo esto impulsa a la Iglesia a
presentarse de modo positivo. Así,
lo que se ve como prohibición, debe
proponerse como riqueza de un
ofrecimiento alternativo, que ya existe pero que hoy, a menudo, precisamente sobre los temas de la sexualidad y la familia, se olvida o se transmite mal.
L’OSSERVATORE ROMANO
página 8
viernes 14 de febrero de 2014, número 7
Los rollos del mar Muerto consultables con altísima resolución en la red
Qumrán en archivo digital
Más de diez mil nuevas imágenes
multiespectrales, descripciones más
detalladas de los manuscritos, traducciones ahora disponibles también
en ruso y en alemán, un motor de
búsqueda más veloz y enlaces facilitados desde Facebook y Twitter: son
las novedades que Israel Antiques
Authority anunció para el archivo digital (The Leon Levy Dead Sea Scrolls
Digital Archive) de los rollos del mar
Muerto, la extraordinaria colección
(conservada en el Israel Museum de
Jerusalén) de miles de pergaminos y
papiros encontrados en 1947 en algunas cuevas del desierto de Judá y
consultables en la red en un portal
(deadseascrolls.org.il), que permite
ver los valiosos documentos en alta
resolución, con la posibilidad de
agrandar hasta el mínimo detalle y
percibirlo con sorprendente nitidez.
«Es una extraordinaria unión entre alta tecnología e historia antigua», escribió Ian Black en el
«Guardian» del 4 de febrero pasado, que permite tener en un ordenador o en un smartphone tesoros que
sólo cinco personas en el mundo están autorizadas a tocar físicamente.
«La novedad —explica Pnina Shor,
responsable del proyecto— reside en
la altísima calidad de las imágenes
obtenidas con un sistema ideado específicamente para los rollos: son
absolutamente idénticos a los originales». Una tecnología ideada por
la Nasa para permitir que cualquiera
se acerque a esta extraordinaria colección.
Pero ¿qué son los manuscritos de
Qumrán? Se trata de cerca de setecientos cincuenta textos encontrados
en once cuevas, escritos en hebreo,
arameo (la lengua, muy cercana al
hebreo, hablada por Jesús) y griego,
ahora divididos en casi quince mil
trozos, desde los grandes rollos de
pergamino —pero hay uno, celebérrimo, en cobre— hasta los fragmentos
de papiro, a veces más pequeños que
un sello postal. Son textos escriturísticos (canónicos y no canónicos), comentarios a textos bíblicos y documentos religiosos, expresión de una
comunidad formada por judíos marginados y contrarios a los sacrificios
en el Templo de Jerusalén, quizá
cercanos a los esenios.
Entre los manuscritos más importantes figura el rollo del profeta
Isaías, trece siglos más antiguo que
el rollo conservado hasta ahora, y entre los más discutidos, un fragmento
(7Q5) que en 1972 el papirólogo José
O’Callaghan propuso que se reconociera, con escaso consenso, como un
pasaje del evangelio de Marcos (sobre este tema es útil el tomo a cargo
de Flavio Dalla Vecchia, Ridatare i
Vangeli?, editado por Queriniana).
En suma, un grupo de textos que como ningún otro permite contextualizar los orígenes del cristianismo descrito en el Nuevo Testamento. Los
manuscritos se remontan efectivamente a una época que va desde el
siglo III antes de la era cristiana hasta casi la mitad del siglo I de la era
cristiana y tocan dos aspectos fundamentales: la evolución del judaísmo
que llevó al primer cristianismo y la
historia del texto bíblico.
Este tesoro fue descubierto casualmente por Muhammad al-Dib
(«Mahoma el Lobo»), un joven pastor que, en abril de 1947, entró en
una cueva y encontró decenas de tinajas, muchas intactas, algunas volcadas y destapadas y otras rotas.
Muhammad y un amigo suyo enseguida procuraron vender algo, pero
en Belén, adonde iban habitualmente, nadie quiso pagar las veinte
esterlinas que pedían por el primer
rollo de pergamino. Por fin, un mercader cristiano se convenció y adquirió el manuscrito. Así comenzó una
extraordinaria historia en la que entraron y salieron, como en un escenario, beduinos, mercaderes, anticuarios, eclesiásticos, autoridades
públicas y estudiosos, en el contexto
cada vez más dramático que al año
siguiente llevaría al nacimiento del
Estado de Israel. Mientras tanto, los
manuscritos del mar Muerto iban de
un país a otro, a veces desperdigándose, fragmentados por los mismos
vendedores para obtener mayor ganancia, y su historia daba la vuelta
al mundo despertando legítima cu-
riosidad e hipótesis
fantasiosas, tan interesantes como inverosímiles.
Muchas son las
ediciones de los textos de Qumrán, a
partir de la edición
crítica de Oxford en
la serie «Discoveries
in the Judaen Desert». En el marco
de una bibliografía
inmensa destaca «La
Revue de Qumrán»,
y ahora la colección
«La Bibliotèque de
Qumrân», dirigida
por Katell Berthelot,
Fragmento del «Rollo del Templo 11Q19»
Thierry Legrand y
(siglo II antes de la era cristiana)
André Paul, que
desde 1998 publica
Éditions du Cerf; desde 2013 Edizio- tos del mar Muerto en nueve tomos,
ni Dehoniane de Bolonia publica en reuniéndolos en tres partes, según
Italia una adaptación de la misma a las Escrituras hebreas: Ley, Profetas
cargo de Giovanni Ibba. Esta inicia- y Escritos; y testimoniada, además,
tiva prevé la publicación de los tex- por los Evangelios.
El Papa Francisco invita a no permanecer callados porque el Evangelio no es silencioso
El sentido nuevo de las palabras
JORGE MILIA
«Hacer lío» es una expresión común en boca de los argentinos.
«Hacen lío» los niños cuando gritan, los hinchas cuando celebran un
triunfo, los adolescentes lo hacen
de buena gana en sus dormitorios
ignorando los auriculares. «Hacen
lío» los estudiantes cuando festejan
que se recibieron, pero también
«hacen lío» las manifestaciones que
convierten en un infierno la ciudad
de Buenos Aires, bloqueando las
calles para protestar; o los que
quieren hacerse escuchar a toda
costa, a veces con el típico bombo
que el mismo Papa hizo entrar a la
audiencia con los jugadores de fút-
bol argentinos, provocando no poco revuelo en el protocolo vaticano.
«Hacer lío», entonces, es un término corriente, que el Papa utilizó en
su diálogo con los jóvenes en Río
de Janeiro. Pero lo hizo de una manera peculiar. «Quisiera decir una
cosa. ¿Qué es lo que espero como
consecuencia de la Jornada de la
Juventud? Espero lío. (…) quiero
lío en las diócesis, quiero que se
salga afuera, quiero que la Iglesia
salga a la calle (…)».
Quiere que haya lío, alboroto,
ruido, movimiento, que los jóvenes
reclamen espacio en la sociedad, y
por qué no, también en la Iglesia.
Las iglesias están apagadas —parece
decir el Papa argentino— cuando
los cristianos no «hacen
lío», cuando los sacerdotes no salen al encuentro
de las «ovejas» que le han
sido confiadas. Y la existencia misma no tiene la
sal de la buena masa de
evangélica memoria.
La idea de que la Casa
de Dios debe abrir sus
puertas no es nueva. Es
tan vieja como el cristianismo. El «hagan lío» de
Francisco es para que las
puertas de las iglesias estén siempre abiertas de
par en par y puedan dar
refugio a la humanidad
dolorida del pueblo de
Dios en camino por el
mundo. Pero también para que desde adentro del
lugar de culto se pueda
salir para llevar al mundo,
a todos, el tesoro que custodia.
«Hagan lío», no se
queden callados, repitió
cuando volvió a Roma, ya
dentro de los muros vaticanos. La Buena Noticia
no es silenciosa. Nos está pidiendo
que no nos quedemos callados. No
lo estuvo Jesús cuando echó a los
mercaderes del templo o cuando
querían lapidar a la adúltera. «Háganse escuchar», es otra forma de
referirse a lo mismo. Un protagonismo, un hacerse ver, pero con algo positivo adentro. Y que no involucra solamente a la Iglesia.
En un clima de enfrentamiento
político que se creía superado desde hace décadas en la sociedad argentina, donde incluso familias,
amigos y colegas han dejado de hablarse o frecuentarse solamente por
diferencias de opinión política,
donde empezando por los políticos
hay muchos que quieren sacarse
una foto con «Francisco» y hasta
los enemigos de un tiempo hoy son
—realmente es el caso de decirlo—,
«más papistas que el Papa», se ha
empezado a escuchar, después de la
Jornada mundial de la juventud,
que es necesario «hacer lío», pero
en un sentido nuevo, así como lo
entiende el Papa.
Lo que asombra es que todos,
absolutamente todos, más allá de la
inevitable instrumentalización política, están seguros de haber comprendido, precisamente por la fuerza y la expresividad de la frase, qué
significa ese «positivo». «Lo dijo el
Papa», agregan. Y por lo tanto está
claro.
Por eso la expresión está cambiando de sentido. Es más, ya lo hizo. Más que cambiar, podemos decir que el Papa Francisco la ha
«transfigurado». Es evidente que no
se trata solo de un tema para filólogos o semiólogos. No. Como cualquier transfiguración que sigue ocurriendo, hace ver bajo una nueva
luz, ha re-creado, lo que ya estaba.
Y lo ha vuelto a poner en marcha.
número 7, viernes 14 de febrero de 2014
L’OSSERVATORE ROMANO
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Misa con el Papa en Santa Marta
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cha. Toda la gente iba a él. El Evangelio dice que los escribas» se acercaban para preguntarle; «¿Qué debemos hacer?». Lo mismo hacía el
pueblo y los soldados. «¡Convertíos!» era la respuesta de Juan, y
«no estaféis»
También «los fariseos y los doctores» miran la «fuerza» de Juan, reconociendo en él a «un hombre recto. Por ello fueron a preguntarle:
¿pero eres tú el mesías?». Para Juan
fue «el momento de la tentación y
de la vanidad». Hubiese podido responder: «No puedo hablar de esto...», terminando por «dejar la pregunta en el aire. O podía decir: no
lo sé... con falsa humildad». En
cambio, Juan «fue claro» y afirmó:
«No, yo no soy. Detrás de mí viene
el que es más fuerte que yo y no soy
digno de agacharme para dasatarle
la correa de sus sandalias».
Así no cayó en la tentación de robar «el título, no se adueñó del oficio». Dijo claramente: «Yo soy una
voz, sólo eso. La palabra viene después. Yo soy una voz». Y «ésta —resumió el Papa— es la segunda cosa
que hizo Juan: no robar la dignidad». Fue un «hombre de verdad».
«La tercera cosa que hizo Juan
—continuó el Pontífice— fue imitar a
Cristo, imitar a Jesús. En tal medida
que, en aquellos tiempos, los fariseos
y los doctores creían que él era el
mesías». Incluso «Herodes, que lo
había asesinado, creía que Jesús fuese Juan». Precisamente esto muestra
hasta qué punto el Bautista «siguió
el camino de Jesús, sobre todo en el
camino del abajamiento».
En efecto «Juan se humilló, se
abajó hasta el final, hasta la muerte». Y fue al encuentro del «mismo
estilo vergonzoso de muerte» del Señor: «Jesús como un malhechor, como un ladrón, como un criminal, en
la cruz», y Juan víctima de «un
hombre débil y lujurioso» que se dejó llevar «por el odio de una adúltera, por el capricho de una bailarina». Son dos «muertes humillantes».
Como Jesús, dijo de nuevo el Papa, «también Juan tuvo su huerto de
los olivos, su angustia en la cárcel
cuando creía haberse equivocado».
Por ello «manda a sus discípulos a
preguntar a Jesús: dime, ¿eres tú o
me equivoqué y existe otro?». Es la
experiencia de la «oscuridad del alma», de la «oscuridad que purifica».
Y «Jesús respondió a Juan como el
Padre respondió a Jesús: consolándole».
Precisamente hablando de la «oscuridad del hombre de Dios, de la
mujer de Dios», el Papa Francisco
recordó el testimonio «de la beata
Teresa de Calcuta. La mujer a la que
todo el mundo alababa, el premio
Nobel. Pero ella sabía que en un
momento de su vida, largo, existió
sólo la oscuridad dentro». También
«Juan pasó por esta oscuridad», pero fue «anunciador de Jesucristo; no
se adueñó de la profecía», convirtiéndose en «imitador de Jesucristo».
En Juan está, por lo tanto, «la
imagen» y «la vocación de un discípulo». La «fuente de esta actitud de
discípulo» ya se reconoce en el epi-
sodio evangélico de la visita de María a Isabel, cuando «Juan saltó de
alegría en el seno» de su madre. Jesús y Juan, en efecto, «eran primos»
y «tal vez se encontraron después».
Pero ese primer «encuentro llenó de
alegría, de mucha alegría el corazón
de Juan. Y lo transformó en discípulo», en el «hombre que anuncia a
Jesucristo, que no se pone en el lugar de Jesucristo y que sigue el camino de Jesucristo».
En conclusión, el Papa Francisco
sugirió un examen de conciencia
«acerca de nuestro discipulado» a
través
de
algunas
preguntas:
«¿Anunciamos a Jesucristo? ¿Progresamos o no progresamos en nuestra
condición de cristianos como si fuese un privilegio?». Al respecto es
importante mirar el ejemplo de Juan
que «no se adueñó de la profecía».
Y luego un interrogante: «¿Vamos
por el camino de Jesucristo, el camino de la humillación, de la humildad, del abajamiento para el servicio?».
Papa Francisco recordó que el Señor
habló a su pueblo no sólo con palabras. «Los profetas —dijo— referían
las palabras del Señor. Los profetas
anunciaban. El gran profeta Moisés
dio los mandamientos, que son palabra del Señor. Y muchos otros profetas decían al pueblo aquello que
quería el Señor». Sin embargo, «el
Señor —añadió— habló también de
otra manera y de otra forma a su
pueblo: con las teofanías. Cuando Él
se acerca al pueblo y se hace sentir,
hace sentir su presencia precisamente en medio del pueblo». Y recordó,
además del episodio propuesto por
la primera lectura (1 Re 8, 1-7.9-13),
algunos pasajes referidos a otros
profetas.
«Sucede lo mismo también en la
Iglesia» —explicó el Papa—. El Señor
nos habla a través de su Palabra, recogida en el Evangelio y en la Biblia; y a través de la catequesis, de la
homilía. No sólo nos habla, sino que
también «se hace presente —precisó—
en medio de su pueblo, en medio de
Según el Pontífice, si nos damos
cuenta de no estar «firmes en esto»,
es bueno «preguntarnos: ¿cuándo
tuvo lugar mi encuentro con Jesucristo, ese encuentro que me llenó
de alegría?». Es un modo para volver espiritualmente a ese primer encuentro con el Señor, «volver a la
primera Galilea del encuentro: todos
nosotros hemos tenido una». El secreto, dijo el Papa, es precisamente
«volver allí: reencontrarnos con el
Señor y seguir adelante por esta senda tan hermosa, en la que Él debe
crecer y nosotros disminuir».
su Iglesia. Es la presencia del Señor.
El Señor que se acerca a su pueblo;
se hace presente y comparte con su
pueblo un poco de tiempo». Esto es
lo que sucede durante la celebración
litúrgica que ciertamente «no es un
buen acto social —explicó una vez
más el obispo de Roma— y no es
una reunión de creyentes para rezar
juntos. Es otra cosa» porque «en la
liturgia eucarística Dios está presente» y, si es posible, se hace presente
de un modo aún «más cercano». Su
presencia, dijo nuevamente el Papa,
«es una presencia real».
Y «cuando hablo de liturgia
—puntualizó el Pontífice— me refiero
principalmente a la santa misa.
Cuando celebramos la misa, no hacemos una representación de la Última Cena». La misa «no es una representación; es otra cosa. Es propiamente la Última Cena; es precisamente vivir otra vez la pasión y la
muerte redentora del Señor. Es una
teofanía: el Señor se hace presente
en el altar para ser ofrecido al Padre
para la salvación del mundo».
Así, el Papa Francisco volvió a
proponer, como lo hace a menudo,
un comportamiento común en los
fieles: «Nosotros escuchamos o decimos: “pero, yo no puedo ahora, debo ir a misa, debo ir a escuchar mi-
En misa sin reloj
A misa no se va con el reloj en la
mano, como si se debieran contar
los minutos o asistir a una representación. Se va para participar en el
misterio de Dios. Y esto es válido
también para quienes vienen a Santa
Marta a la misa celebrada por el Papa, que, dijo en efecto el Pontífice el
lunes 10 de febrero, a los fieles presentes en la capilla de su residencia,
«no es un paseo turístico. ¡No! Vosotros venís aquí y nos reunimos
aquí para entrar en el misterio. Y ésta es la liturgia».
Para explicar el sentido de este
encuentro cercano con el misterio, el
sa”. La misa no se escucha, se participa. Y se participa en esta teofanía,
en este misterio de la presencia del
Señor entre nosotros». Es algo distinto de las otras formas de nuestra
devoción, precisó nuevamente poniendo el ejemplo del belén viviente
«que hacemos en las parroquias en
Navidad, o el vía crucis que hacemos en Semana Santa». Éstas, explicó, son representaciones; la Eucaristía es «una conmemoración real, es
decir, es una teofanía. Dios se acerca
y está con nosotros y nosotros participamos en el misterio de la redención».
El Pontífice se refirió luego a otro
comportamiento muy común entre
los cristianos: «Cuántas veces
—dijo— contamos los minutos... “tengo apenas media hora, tengo que ir
a misa...”». Ésta «no es la actitud
propia que nos pide la liturgia: la liturgia es tiempo de Dios y espacio
de Dios, y nosotros debemos entrar
allí, en el tiempo de Dios, en el espacio de Dios y no mirar el reloj. La
liturgia es precisamente entrar en el
misterio de Dios; dejarnos llevar al
misterio y estar en el misterio».
Y, dirigiéndose precisamente a los
presentes en la celebración continuó
así: «Por ejemplo, yo estoy seguro
de que todos vosotros venís aquí para entrar en el misterio. Tal vez, sin
embargo, alguno dijo “yo tengo que
ir a misa a Santa Marta, porque el
itinerario turístico de Roma incluye
ir a visitar al Papa a Santa Marta todas las mañanas....”. ¡No! Vosotros
venís aquí, nosotros nos reunimos
aquí, para entrar en el misterio. Y
esto es la liturgia, el tiempo de Dios,
el espacio de Dios, la nube de Dios
que nos envuelve a todos».
El Papa Francisco compartió con
los presentes algunos recuerdos de
su infancia: «Recuerdo que siendo
niño, cuando nos preparábamos para la Primera Comunión, nos hacían
cantar “Oh santo altar custodiado
por los ángeles”, y esto nos hacía
comprender que el altar estaba custodiado por los ángeles, nos daba el
sentido de la gloria de Dios, del espacio de Dios, del tiempo de Dios.
Y luego, cuando hacíamos el ensayo
para la Comunión, llevábamos las
hostias para el ensayo y nos decían:
“mirad que éstas no son las que recibiréis; éstas no valen nada, porque
luego estará la consagración”. Nos
hacían distinguir bien una cosa de la
otra: el recuerdo de la conmemoración». Por lo tanto, celebrar la liturgia significa «tener esta disponibilidad para entrar en el misterio de
Dios», en su espacio, en su tiempo.
Y, llegando ya a la conclusión, el
Pontífice invitó a los presentes a
«pedir hoy al Señor que nos done a
todos este sentido de lo sagrado, este sentido que nos haga comprender
que una cosa es rezar en casa, rezar
en la iglesia, rezar el rosario, recitar
muchas y hermosas oraciones, hacer
el vía crucis, leer la Biblia; y otra cosa es la celebración eucarística. En la
celebración entramos en el misterio
de Dios, en esa senda que nosotros
no podemos controlar: sólo Él es el
único, Él es la gloria, Él es el poder.
Pidamos esta gracia: que el Señor
nos enseñe a entrar en el misterio de
D ios».
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Colegio episcopal
VIENE DE LA PÁGINA 4
ministerio ha sido, entre otras cosas,
vicario parroquial y párroco en diversas parroquias; docente en diversas instituciones en Argentina y vicario regional dentro de su Orden.
—Obispo auxiliar de la diócesis de
San Martín (Argentina) al presbítero HAM LIM MO ON.
Ham Lim Moon nació en Suwon
(Corea del Sur) el 16 de junio de
1955. Recibió la ordenación sacerdotal el 12 de octubre de 1984, incardinado en la arquidiócesis de Buenos
Aires. Obtuvo la licenciatura en
teología espiritual en la Pontificia
Universidad Gregoriana de Roma.
En su ministerio ha sido vicario parroquial y capellán de un hospital;
párroco en diversas parroquias; responsable del curso de formación
permanente para el clero de Buenos
Aires y miembro del consejo presbiteral.
—Obispo titular de Feradi maggiore
y auxiliar de San Salvador da Bahía
(Brasil) al presbítero ESTEVAM SANTOS SILVA FILHO.
Estevam Santos Silva Filho nació
en Vitória da Conquista, archidiócesis de San Salvador da Bahía, el 10
Congregación para las causas de los santos
de abril de 1968. Recibió la ordenación sacerdotal el 9 de junio de
1995. Cursó una especialización en
comunicación en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia). En su ministerio ha sido
párroco en diversas parroquias; director espiritual y formador en diversos seminarios; miembro del consejo de formadores, del consejo
presbiteral y del colegio de consultores; ecónomo y asesor eclesiástico
de la pastoral archidiocesana de comunicación y del sector juvenil.
—Visitador apostólico para los fieles
sirios residentes en Europa Occidental a monseñor BASILE GEORGES
CASMOUSSA, arzobispo emérito de
Mossul (Irak) y obispo de la curia
patriarcal siro-católica.
Basile Georges Casmoussa nació
en Karakoche, archieparquía de
Mossul de los sirios, el 25 de octubre de 1938. Recibió la ordenación
sacerdotal el 10 de junio de 1962. El
Sínodo de la Iglesia siro-católica lo
eligió arzobispo de Mossul el 8 de
mayo de 1999; recibió la ordenación
episcopal el 9 de diciembre del mismo año. El 26 de junio de 2010 fue
trasladado a la función de obispo
de la curia patriarcal de Antioquía
de los sirios.
Audiencias pontificias
VIENE DE LA PÁGINA 4
ñor Adam Bałabuch, obispo titular
de Aurusuliana.
—Monseñor
Wiktor
Paweł
Skworc, arzobispo de Katowice.
—Monseñor Jan Kopiec, obispo
de Gliwice, con el auxiliar: monseñor Gerard Alfons Kusz, obispo titular de Tagarbala.
—Monseñor Andrzej Czaja, obispo de Opole, con el auxiliar: monseñor Paweł Stobrawa, obispo titular de Eca.
Lityński, obispo titular de Cemeriniano; y con el auxiliar emérito:
monseñor Paweł Socha, C.M., obispo titular de Tunigaba.
—Monseñor
Sławoj
Leszek
Głódź, arzobispo de Gdańsk, con el
arzobispo emérito: monseñor Tadeusz Gocłowski. C.M.
—Monseñor Ryszard Kasyna,
obispo de Pelplin, con el auxiliar:
monseñor Wiesław Śmigiel, obispo
titular de Beatia.
—Monseñor Wacław Depo, arzobispo de Częstochowa.
—Monseñor Andrzej Wojciech
Suski, obispo de Toruń, con el auxiliar: monseñor Józef Szamocki,
obispo titular de Clipia.
—Monseñor Henryk Marian Tomasik, obispo de Radom, con el auxiliar: monseñor Adam Odzimek,
obispo titular de Tadamata.
—Monseñor Wojciech Ziemba, arzobispo de Warmia, con el auxiliar:
monseñor Jacek Jezierski, obispo titular de Liberalia.
—Monseñor Grzegorz
obispo de Sosnowiec.
Kaszak,
—Monseñor Jan Styrna, obispo
de Elbląg, con el auxiliar: monseñor
Józef Wysocki, obispo titular de
Precausa.
—Al cardenal Marc Ouellet, P.S.S.,
prefecto de la Congregación para
los obispos.
—Monseñor Jerzy Mazur, S.V.D.,
obispo de Ełk, con el auxiliar: monseñor Romuald Kamiński, obispo
titular de Agunto.
Sábado, día 8
—Al cardenal Julián Herranz.
A los obispos de la Conferencia
episcopal de Polonia, en visita «ad
limina Apostolorum»:
—Monseñor Andrzej Dzięga, arzobispo de Szczecin-Kamień, con el
auxiliar: monseñor Marian Błażej
Kruszyłowicz, O.F.M.CONV., obispo
titular de Adrumeto.
—Monseñor Edward Dajczak,
obispo de Koszalin-Kołobrzeg, con
el auxiliar: monseñor Krzysztof Zadarko, obispo titular de Cavaillon.
—Monseñor Stefan Regmunt,
obispo de Zielona Góra-Gorzów,
con el auxiliar: monseñor Tadeusz
viernes 14 de febrero de 2014, número 7
Promulgación de decretos
El viernes 7 de febrero de 2014, el
Santo Padre Francisco recibió en
audiencia privada al cardenal Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la
Congregación para las causas de los
santos. Durante la audiencia el Romano Pontífice autorizó a la Congregación la promulgación de los siguientes decretos:
—el martirio del siervo de Dios
FRANCESCO ZIRANO, sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Menores Conventuales, nació en Sásari
(Italia) en 1564, y fue asesinado, por
odio a la fe, en Argel (Argelia) el 25
de enero de 1603;
—el martirio de los siervos de
Dios PABLO YUN JI-CHUNG, laico, y
123 compañeros, asesinados, por
odio a la fe, en Corea entre 1791 y
1888;
—las virtudes heroicas del siervo
de Dios JESÚS MARÍA ECHAVARRÍA
Y AGUIRRE, obispo de Saltillo (Mé-
xico), fundador del instituto de las
Hermanas Catequistas Guadalupanas; nació en Real de San Pedro de
Bacubirito (México) el 6 de julio de
1858 y murió en Saltillo (México) el
5 de abril de 1954;
—las virtudes heroicas del siervo
de Dios FAUSTINO GHILARDI (en el
siglo: Guglielmo Giacomo), sacerdote profeso de la Orden de los
Frailes Menores; nació en Pieve a
Nievole (Italia) el 6 de mayo de
1858 y murió en San Vivaldo di
Montaione (Italia) el 25 de octubre
de 1937;
—las virtudes heroicas de la sierva
de Dios MARÍA RO CÍO DE JESÚS
CRUCIFICAD O (en el siglo: María
Josefa Rodríguez Xuárez de la
Guardia), religiosa profesa de la
congregación de las Hermanas del
Amor de Dios; nació en Colmenar
(España) el 23 de mayo de 1923 y
murió en Roma (Italia) el 30 de
marzo de 1956.
Lutos en el episcopado
—Monseñor CORNELIUS JOHN PASICHNY O.S.B.M., obispo emérito de la
eparquía de Toronto de los ucranianos y de Canadá oriental, falleció el
30 de enero. Había nacido en Winnipeg el 27 de marzo de 1927. Era
sacerdote desde el 5 de julio de
1953. Juan Pablo II le nombró obispo de Saskatoon de los ucranianos
el 6 de noviembre de 1995; recibió
la ordenación episcopal el 17 de
enero de 1996. El mismo Papa le
trasladó a la eparquía de Toronto
de los ucranianos y de Canadá
oriental el 1 de julio de 1998; y
aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha sede el 3 de mayo de
2003.
—Monseñor ROSEND O ÁLVAREZ
GASTÓN, obispo emérito de Almería
(España), falleció el 3 de febrero.
Había nacido en Mues, archidiócesis de Pamplona, el 10 de agosto de
1926. Era sacerdote desde el 22 de
julio de 1951. Juan Pablo II le nombró obispo de Jaca el 16 de noviembre de 1984; recibió la ordenación
episcopal el 12 de enero de 1985. El
mismo Papa le trasladó a Almería el
12 de mayo de 1989; y aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha diócesis el 15 de abril de 2002.
—Monseñor PERE TENA GARRIGA,
obispo titular de Cerenza y auxiliar
emérito de Barcelona (España), falleció el 10 de febrero. Había nacido
en Hospitalet de Llobregat, archidiócesis de Barcelona, el 14 de mayo de 1928. Era sacerdote desde el
29 de julio de 1951. Juan Pablo II le
nombró obispo titular de Cerenza y
auxiliar de la archidiócesis de Barcelona el 9 de junio de 1993; recibió
la ordenación episcopal el 5 de septiembre del mismo año. El Papa
aceptó su renuncia a la función de
auxiliar de dicha sede el 15 de junio
de 2004.
Credenciales de la embajadora
de la República Árabe de Egipto
Lunes, día 10
—Al cardenal Antonio Cañizares
Llovera, prefecto de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos.
—Al cardenal Agostino Vallini, vicario general para la diócesis de
Roma.
—A monseñor Gerhard
Müller, arzobispo, obispo
de Ratisbona (Alemania),
de la Congregación para la
de la fe.
Ludwig
emérito
prefecto
doctrina
—A monseñor Cesare Nosiglia,
arzobispo de Turín (Italia).
El jueves 6 de febrero, por la mañana, el Papa Francisco recibió en audiencia a la señora
Wafaa Ashraf Moharram Bassim, embajadora de la República Árabe de Egipto, con ocasión de la
presentación de las cartas credenciales con las que es acreditada ante la Santa Sede
número 7, viernes 14 de febrero de 2014
L’OSSERVATORE ROMANO
página 11
11 de febrero de 2013
El instante en el que se dividieron las aguas
Publicamos el editorial del periódico
italiano «Avvenire» del 11 de febrero.
PIERANGELO SEQUERI
Ese momento de estremecimiento,
que pareció secar el tiempo, duró
verdaderamente un instante. El pueblo de Dios —debemos decirlo— fue
el primero en reanimarse. Mientras
que los doctores discutían, en el
templo y fuera del templo, el sentido
de la fe comenzó a hacer circular un
aire de respeto, de admiración, de
comprensión y de reconocimiento,
tan espontáneo y envolvente, que incluso los doctores dejaron de agitarse y comenzaron a reflexionar. Por
un instante, la sobria compostura
del anuncio no se nos presentaba como el claro signo de su meditada
inspiración: primero sufrida, luego
acogida y, por último, resuelta en la
pacificación del Espíritu. Por un instante, la humildad del gesto nos
consternó —y hasta nos afligió— como si fuese una humillación del ministerio petrino, en lugar de la exaltación de su restablecimiento total a
la Iglesia que el Señor guía. Por un
instante, la serena determinación de
ese acto extremo —acto de magisterio y de ministerio del Papa incluso
eso, no lo olvidemos— se nos presentó como un gesto de humana y comprensible liberación del peso. En
cambio, era la imprevisible audacia
de la libertad cristiana; la que retoma totalmente sobre sí, para no cargarla sobre el ministerio eclesial, la
fragilidad de la vasija de arcilla donde todos llevamos el misterio.
En la realidad, un escenario de altísima tensión, polarizado en torno a
la casa de Pedro, era improvisamente
obstaculizado y hasta alterado por
un último llamamiento de Pedro a
toda la Iglesia. Su poder conmovedor estaba todo en lo ordinario entre
los tonos y el gesto. Las palabras
eran apacibles y mínimas, al borde
del silencio que se siguió después.
El gesto elevaba la montaña y le ordenaba tirarse al mar.
La audacia impensada del gesto
profético del Papa Benedicto XVI entregaba abiertamente a la Iglesia el
testimonio de la dureza y de la urgencia de una hora que no podía ya
esperar. La Iglesia no puede ya limitarse a custodiarse a sí misma, al
amparo del viento y del fuego de
Dios. Mientras tanto, el afectuoso
minimalismo de la despedida, que se
disponía a honrar la continuidad de
su intercesión en la forma de una
presencia transfigurada y discreta,
comenzaba a iluminar las sombras
con la serenidad de sus modos. E
inauguraba, precisamente así, la inédita continuación «monástica» del
ministerio de un Papa «emérito»:
pura presencia testimonial e invisible
intercesión orante. Ministerio de la
confirmación de la fe que se prolonga espiritualmente, y sin interferencia alguna, con otros medios. Mediación oculta, cierto, pero también
—y esto inmediatamente— fidelidad
de una presencia que quita todo pretexto para los mezquinos moralismos
de los grillos parlantes. El servidor
de los siervos de la Iglesia no huye.
Se retira, cuando el Señor llama, para allanar el camino —en perfecta
obediencia— a aquél que el Señor ha
destinado a la sucesión de Pedro.
A la luz de la integridad que el
gesto ha conservado, y de la exhuberancia de hechos que se siguieron, su
inspiración nos persuade, cada día
que pasa, del alcance histórico y teológico de su carisma y de su promesa. Hemos aprendido algo sobre el
ministerio petrino en la Iglesia, que
tal vez habíamos olvidado. En cuanto herencia personalmente entregada
por el Señor, para la edificación de
la Iglesia, el ministerio de Pedro no
es propiedad identitaria, sino un
bien común. No se le ocupa como
dueños, sino como servidores. En
ese gesto, que volvió a abrir la historia a la Iglesia, hemos aprendido algo también sobre el Papa Benedicto
XVI, que aún no habíamos comprendido. (Y quien tiene oídos para entender, tiene ojos para ver, ahora).
Desde ese instante, en el que se
dividieron las aguas, ya ha pasado
todo un año. El poder de ese gesto,
que desafió, por amor a la Iglesia, la
incomprensión mundana de los sa-
El Papa Francisco pide en tuit rezar por Benedicto
Valentía y humildad
XVI
bios y de los inteligentes, iluminó
milagrosamente el camino para el
pueblo de Dios que estaba entre las
sombras. Pero no dejó de golpear
—al menos por un momento— la mirada astuta e incrédula de los poderosos de la tierra, que se sintieron
mucho menos ágiles en el impulso y
en la renovación.
Un apacible y culto sacerdote bávaro, tras haber instruido y confirmado también como Papa la fe de la
Iglesia entre las aguas, resonó por
último, con su despedida del ministerio supremo, la campana del despertar para la Iglesia del tercer milenio. Su tañido resonó como un golpe de martillo para toda incautación
propietaria del ministerio eclesial,
madre de todas sus corrupciones: de
la autoridad en el privilegio, del
misterio de la intriga, del carisma en
la carrera. En un relámpago de silencio atónito, que duró casi media
hora, el fundamentalismo religioso y
la condescendencia mundana, que
asechan a los aspirantes líderes de la
comunidad, en la Iglesia, se vieron
desnudos y vacíos de legitimación.
Ahora toca de verdad al pueblo de
Dios, y a sus jefes, moverse a la altura de ese gesto.
En una entrevista del arzobispo Gänswein al Centro televisivo vaticano
De Benedicto a Francisco
«El 11 de febrero del año pasado —recuerda el arzobispo Georg Gänswein en una entrevista al Centro televisivo vaticano (CTV)— fue una jornada muy especial.
Los sentimientos, tras el anuncio de la renuncia del Papa Benedicto eran de tristeza, pero también de gratitud. Está claro, despedirse es siempre algo triste, algo
que hace mal, que es doloroso. Por otro lado, estaba
también el sentimiento de gratitud por estos años que
pude vivir junto a un gran Papa. Lo supe poco antes,
y, ciertamente, cuando el Papa me lo dijo, me lo dijo
con la orden de no decirlo a nadie, y yo no dije nada.
Lo sabía, sin embargo, en el momento que lo dijo, me
sacudió. El último día del Pontificado fue para mí un
día de un dolor bastante fuerte».
En el curso de la entrevista realizada por Alessandro
Di Bussolo —cuya primera parte se encuentra en la red
en el sitio del CTV, mientras que la versión completa se
publica el 14 de febrero— Gänswein añadió: «Ha sido
un gran acto de valentía, un acto incluso revolucionario, que abrió la posibilidad que nadie podía ver en ese
momento».
Usted ya dijo —le hace presente Di Bussolo— que
fue el gesto de Benedicto lo que favoreció también el
gran impacto emotivo de Francisco entre los fieles.
«Creo fuertemente en esto —repite Gänswein—, es un
aspecto que no se debe subestimar.
Todos estamos viendo que el impacto del Papa Francisco en el mundo, no sólo en los fieles de la Iglesia, si-
no en el mundo, es un impacto enorme, y este impacto
fue favorecido también por el Papa Benedicto con la renuncia. Abrió una posibilidad que hasta ahora no existía, y se ve que el Papa Francisco tomó entre las manos
esta situación y nos alegramos que hoy sea así».
Con ocasión de sus treinta años, el CTV realizó también un estuche de cinco DVD titulado De Benedicto a
Francisco, que presenta las más importantes transmisiones en directo que marcaron el cambio de Pontificado.
Desde el 11 de febrero al 27 de marzo, desde la renuncia de Benedicto hasta la primera audiencia de Francisco: imágenes sin comentarios de un tramo crucial de la
historia de la Iglesia. Y del mundo.
L’OSSERVATORE ROMANO
página 12
viernes 14 de febrero de 2014, número 7
En la audiencia general del miércoles 12 el Papa Francisco continúa sus reflexiones sobre la Eucaristía
Un encuentro que cambia la vida
Una celebración eucarística puede ser
incluso impecable desde el punto de
vista exterior, pero si no conduce al
encuentro con Jesús corre el riesgo de
no llevar ningún sustento a nuestro
corazón y a nuestra vida. Es el punto
central de la reflexión propuesta por el
Papa Francisco el miércoles 12 de
febrero, por la mañana, durante la
audiencia general en la plaza de San
Pedro.
Queridos hermanos
¡buenos días!
y
hermanas,
En la última catequesis destaqué
cómo la Eucaristía nos introduce en
la comunión real con Jesús y su misterio. Ahora podemos plantearnos
algunas preguntas respecto a la relación entre la Eucaristía que celebramos y nuestra vida, como Iglesia y
como cristianos. ¿Cómo vivimos la
Eucaristía? Cuando vamos a misa el
domingo, ¿cómo la vivimos? ¿Es sólo un momento de fiesta, es una tradición consolidada, es una ocasión
para encontrarnos o para sentirnos
bien, o es algo más?
Hay indicadores muy concretos
para comprender cómo vivimos todo
esto, cómo vivimos la Eucaristía; indicadores que nos dicen si vivimos
bien la Eucaristía o no la vivimos
tan bien. El primer indicio es nuestro modo de mirar y considerar a los
demás. En la Eucaristía Cristo vive
siempre de nuevo el don de sí realizado en la Cruz. Toda su vida es un
acto de total entrega de sí por amor;
por ello, a Él le gustaba estar con
los discípulos y con las personas que
tenía ocasión de conocer. Esto significaba para Él compartir sus deseos,
sus problemas, lo que agitaba su alma y su vida. Ahora, nosotros, cuando participamos en la santa misa,
nos encontramos con hombres y mujeres de todo tipo: jóvenes, ancianos,
niños; pobres y acomodados; originarios del lugar y extranjeros; acompañados por familiares y solos...
¿Pero la Eucaristía que celebro, me
lleva a sentirles a todos, verdadera-
Los tuits en
@Pontifex_es
7 FEB [11.07 AM] Cuando nos
inunda el amor de Dios, la vida
adquiere otro sabor
8 FEB [10.08 AM] Los sacramentos, especialmente la Penitencia y
la Eucaristía, son momentos privilegiados para el encuentro con
Cristo
10 FEB [12.10 PM] Pidamos por
todos los sacerdotes buenos y fieles, que se entregan a los demás
con generosidad y abnegación,
sin hacer ruido
11 FEB [12.05 PM] Saludo a los
enfermos y a cuantos sufren. Cristo crucificado está con ustedes:
acójanse a Él
13 FEB [11.13 AM] Pidamos por
los seminaristas, para que, oyendo
la voz del Señor, la sigan con decisión y alegría
mente, como hermanos y hermanas?
¿Hace crecer en mí la capacidad de
alegrarme con quien se alegra y de
llorar con quien llora? ¿Me impulsa
a ir hacia los pobres, los enfermos,
los marginados? ¿Me ayuda a reconocer en ellos el rostro de Jesús? Todos nosotros vamos a misa porque
amamos a Jesús y queremos compartir, en la Eucaristía, su pasión y su
resurrección. ¿Pero amamos, como
quiere Jesús, a aquellos hermanos y
hermanas más necesitados? Por
ejemplo, en Roma en estos días hemos visto muchos malestares sociales
o por la lluvia, que causó numerosos
daños en barrios enteros, o por la
falta de trabajo, consecuencia de la
crisis económica en todo el mundo.
Me pregunto, y cada uno de nosotros se pregunte: Yo, que voy a misa,
¿cómo vivo esto? ¿Me preocupo por
ayudar, acercarme, rezar por quienes
tienen este problema? ¿O bien, soy
un poco indiferente? ¿O tal vez me
preocupo de murmurar: Has visto
cómo está vestida aquella, o cómo
está vestido aquél? A veces se hace
esto después de la misa, y no se debe hacer. Debemos preocuparnos de
nuestros hermanos y de nuestras
hermanas que pasan necesidad por
una enfermedad, por un problema.
Hoy, nos hará bien pensar en estos
hermanos y hermanas nuestros que
tienen estos problemas aquí en Roma: problemas por la tragedia provocada por la lluvia y problemas sociales y del trabajo. Pidamos a Jesús,
a quien recibimos en la Eucaristía,
que nos ayude a ayudarles.
Un segundo indicio, muy importante, es la gracia de sentirse perdonados y dispuestos a perdonar. A veces
alguien pregunta: «¿Por qué se debe
ir a la iglesia, si quien participa habitualmente en la santa misa es pecador como los demás?». ¡Cuántas
veces lo hemos escuchado! En realidad, quien celebra la Eucaristía no
lo hace porque se considera o quiere
aparentar ser mejor que los demás,
sino precisamente porque se reconoce siempre necesitado de ser acogido
y regenerado por la misericordia de
Dios, hecha carne en Jesucristo. Si
cada uno de nosotros no se siente
necesitado de la misericordia de
Dios, no se siente pecador, es mejor
que no vaya a misa.
Nosotros vamos a misa
porque somos pecadores y queremos recibir
el perdón de Dios, participar en la redención
de Jesús, en su perdón.
El «yo confieso» que
decimos al inicio no es
un «pro forma», es un
auténtico acto de penitencia. Yo soy pecador
y lo confieso, así empieza la misa. No debemos
olvidar nunca que la
Última Cena de Jesús
tuvo lugar «en la noche
en que iba a ser entregado» (1 Cor 11, 23). En
ese pan y en ese vino
que ofrecemos y en torno a los cuales nos reunimos se renueva cada
vez el don del cuerpo y
de la sangre de Cristo
para la remisión de
nuestros pecados. Debemos ir a misa humildemente, como pecadores, y el Señor nos reconcilia.
Un último indicio precioso nos
ofrece la relación entre la celebración
eucarística y la vida de nuestras comunidades cristianas. Es necesario tener siempre presente que la Eucaristía no es algo que hacemos nosotros;
no es una conmemoración nuestra
de lo que Jesús dijo e hizo. No. Es
precisamente una acción de Cristo.
Es Cristo quien actúa allí, que está
en el altar. Es un don de Cristo,
quien se hace presente y nos reúne
en torno a sí, para nutrirnos con su
Palabra y su vida. Esto significa que
la misión y la identidad misma de la
Iglesia brotan de allí, de la Eucaristía, y allí siempre toman forma. Una
celebración puede resultar incluso
impecable desde el punto de vista
exterior, bellísima, pero si no nos
conduce al encuentro con Jesucristo,
corre el riesgo de no traer ningún
sustento a nuestro corazón y a nuestra vida. A través de la Eucaristía, en
cambio, Cristo quiere entrar en
nuestra existencia e impregnarla con
su gracia, de tal modo que en cada
comunidad cristiana exista esta coherencia entre liturgia y vida.
El corazón se llena de confianza y
esperanza pensando en las palabras
de Jesús citadas en el Evangelio: «El
que come mi carne y bebe mi sangre
tiene vida eterna, y yo lo resucitaré
en el último día» (Jn 6, 54). Vivamos la Eucaristía con espíritu de fe,
de oración, de perdón, de penitencia, de alegría comunitaria, de atención hacia los necesitados y hacia las
necesidades de tantos hermanos y
hermanas, con la certeza de que el
Señor cumplirá lo que nos ha prometido: la vida eterna. Que así sea.
A los fieles presentes en la plaza de San Pedro
Misioneros en todos los ambientes
El cristiano no debe tener miedo
de dar, compartir y amar; y «dejemos que Cristo, presente en la Eucaristía, nos transforme y nos guíe
para salir de nosotros mismos». Es
la recomendación dirigida por el
Pontífice a los fieles de lengua
árabe presentes en la audiencia general en la plaza de San Pedro.
Además, refiriéndose al tema de la
catequesis, a los peregrinos de lengua española dijo: «Invito a todos
a vivir la Eucaristía con espíritu de
fe y de oración, sabiendo que
quien come el Cuerpo de Cristo y
bebe su Sangre tendrá la vida
eterna».
Por último, al dirigir su saludo
a los jóvenes, a los enfermos y a
los recién casados, expresó: «Un
pensamiento especial dirijo a los
jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. El viernes próximo
celebraremos la fiesta de los santos
Cirilo y Metodio, evangelizadores
de los pueblos eslavos y patronos
de Europa. Que su testimonio os
ayude a vosotros, queridos jóvenes, a llegar a ser en cada ambiente discípulos misioneros; os aliento
a vosotros, queridos enfermos, a
ofrecer vuestros sufrimientos por
la conversión de los pecadores;
que sea ejemplo para vosotros,
queridos recién casados, a hacer
del Evangelio la norma fundamental de vuestra vida familiar».