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TEMA: Descripción anatómica y bases fisiológicas del aparato
circulatorio: anatomía del corazón y grandes vasos.
Fisiología cardiovascular.
Esquema:
1. Introducción
2. Anatomía del aparato circulatorio
2.1 Corazón
2.2 Vasos sanguíneos
2.3 Sangre
2.4 Circulación sanguínea
A. Circulación sistémica o circulación mayor
B. Circulación pulmonar o circulación menor
C.Circulación fetal
3. Fisiología del aparato circulatorio
3.1 Ciclo cardíaco
3.2 Sistema de conducción del corazón
3.3 Presión arterial
3.4 Pulso
4. Sistema linfático
5. Aparato circulatorio y envejecimiento
6. Patología cardiovascular
7. Conclusiones
8. Bibliografía
1. INTRODUCCIÓN
Todas las células de cada uno de los tejidos que componen nuestro
organismo necesitan un suministro contínuo de oxígeno y nutrientes
para poder llevar a cabo sus funciones metabólicas. Así mismo, cada
célula precisa eliminar los productos de desecho generados en dicho
metabolismo. Dado que el lugar de obtención de oxígeno (el aparato
respiratorio) y el lugar de obtención de nutrientes (aparato digestivo)
están demasiado lejos para la mayoría de las células, es preciso el
funcionamiento de un transporte interno dinámico y contínuo que pueda
abastecer a todo el organismo rápida e ininterrumpidamente (la mayoría
de las células mueren si no reciben oxígeno en menos de 4 minutos). Lo
mismo sucede con los lugares de eliminación de desechos (el aparato
respiratorio y el aparato urinario principalmente): su ubicación está
demasiado lejos para la mayoría de los tejidos.
De esto precisamente se encarga el aparato o sistema circulatorio,
también conocido como aparato o sistema cardiovascular: de transportar
sustancias por todos los rincones del organismo, garantizando el
abastecimiento celular y la eliminación de residuos metabólicos (cuya
acumulación podría causar graves daños e incluso resultar letal para
cualquier persona). Igualmente, el aparato circulatorio es el rápido medio
de transporte para las células inmunitarias del organismo, así como para
otras sustancias esenciales en la comunicación e integración de
funciones del cuerpo humano (hormonas).
El aparato circulatorio consta de un órgano de bombeo que actúa como
un motor en contínuo funcionamiento (el corazón), de un tejido conectivo
líquido que transporta sustancias (oxígeno, nutrientes, desechos
metabólicos, etc.) hasta y desde las células (la sangre), y de un extenso
sistema de "tuberías" por las cuales circula la sangre bombeada por el
corazón hasta y desde cada una de las células del organismo (los vasos
sanguíneos).
2. ANATOMÍA DEL APARATO CIRCULATORIO
2.1 Corazón
A. Ubicación y tamaño
El corazón es un órgano musculoso situado en el mediastino (zona
media del tórax), y cuyas dos terceras partes se encuentran a la
izquierda de la línea media. En su parte anterior está protegido por el
cuerpo del esternón, entre la segunda y sexta costilla. En su parte
posterior se encuentran las vértebras dorsales (de la D5 a la D8). Este
encajamiento óseo es lo que permite comprimir el corazón de manera
externa cuando una persona se encuentra en parada cardíaca: basta
con presionar con el talón de la mano sobre la parte inferior del cuerpo
del esternón para estimular su bombeo artificialmente.
El latido apical (también denominado pulso apical) es el que se escucha
poniendo el fonendoscopio en el vértice del corazón, concretamente en
el quinto espacio intercostal, en línea con el punto medio de la clavícula
izquierda.
En la persona adulta, su forma y tamaño se asemeja a la de un puño
cerrado, pesando en el varón unos 310 g y en la mujer unos 225 g.
B. Estructura
a. Pared y envolturas
De su parte más externa a su parte más interna nos encontramos:
-Pericardio, que consta de dos membranas:
El pericardio fibroso es un tejido blanco y fuerte, inextensible, es una
bolsa que rodea y protege al corazón.
El pericardio seroso está formado por dos delgadas capas lisas y
húmedas; una reviste internamente al pericardio fibroso (hoja parietal) y
la otra reviste externamente al miocardio (hoja visceral o epicardio). El
espacio situado entre ambas hojas, conocido como espacio pericárdico,
contiene unos 10-15 ml de líquido lubricante (líquido pericárdico)
segregado por las células de la serosa.
El pericardio protege al corazón y le permite dilatarse y relajarse con
facilidad sin riesgo de irritarse por la fricción.
-Miocardio
Es la capa media del corazón. Se trata de un potente músculo, muy
grueso, y de inervación autónoma (involuntaria). Se contrae y se relaja
rítmicamente sin descanso desde la cuarta semana de gestación hasta
la muerte. Sus células o fibras musculares se encuentran distribuídas de
manera única y especial, formando complejas redes sincitiales. Un
sincitio es una unidad funcional cardíaca, compuesta por muchas células
ramificadas y acopladas unas a otras, de tal manera que la estimulación
de algunas de ellas es rápidamente transmitida a toda la unidad sincitial,
provocando la contracción coordinada de cada fibra muscular.
Además de estas células sincitiales, el miocardio cuenta con otras
células no contráctiles modificadas y especializadas en la conducción
eléctrica.
-Endocardio
Es la fina capa endotelial que tapiza internamente a todo el miocardio.
En determinadas zonas se repliega de manera especializada y
característica, formando las válvulas auriculoventriculares que regulan el
flujo de sangre intracardíaco.
b. Cavidades
Internamente, el corazón es una víscera hueca dividida en cuatro
cavidades: dos cavidades superiores (aurículas) y dos cavidades
inferiores (ventrículos). El miocardio de los ventrículos es más
voluminoso que el de las aurículas. A su vez, el ventrículo izquierdo es
mucho mayor que el derecho.
En las aurículas entran vasos sanguíneos denominados venas, que
traen la sangre de los tejidos del organismo. De los ventrículos salen
vasos sanguíneos denominados arterias, que llevan la sangre a los
tejidos.
La sangre nunca fluye de una aurícula a la otra ni de un ventrículo hacia
el otro, puesto que el corazón está dividido en dos mitades (derecha e
izquierda) por un fuerte tabique. La sangre de la derecha nunca se
mezcla con la de la izquierda.
La sangre entra en la aurícula derecha por las venas cavas, y de aquí
pasa al ventrículo derecho, saliendo de éste por la arteria pulmonar.
Simultáneamente, en la parte izquierda del corazón está entrando
sangre en la aurícula izquierda a través de las venas pulmonares, que a
continuación fluye hacia el ventrículo izquierdo y finalmente sale de éste
por la arteria aorta. Así pues, es como si tuviéramos dos motores de
bombeo independientes en el corazón.
c. Válvulas cardíacas
Son compuertas que permiten el flujo de sangre en una sola dirección
(en sentido anterógrado), impidiendo su retroceso.
Las válvulas auriculoventriculares son las situadas entre aurícula y
ventrículo. La válvula auriculoventricular derecha se denomina tricúspide
(ya que cuenta con tres valvas) y la válvula auriculoventricular izquierda
se denomina mitral o bicúspide (sólo cuenta con dos valvas).
Las válvulas semilunares son las situadas entre ventrículo y arteria. Sus
valvas tienen forma de media luna, de ahí su nombre. La válvula
semilunar derecha (situada en la entrada de la arteria pulmonar) se
denomina válvula pulmonar, y la válvula semilunar izquierda (situada a
la entrada de la arteria aorta) se denomina válvula aórtica.
Flujo de sangre en la mitad derecha del corazón: venas cavas
aurícula derecha
válvula tricúspide
ventrículo derecho
válvula
semilunar pulmonar
arteria pulmonar
Flujo de sangre en la mitad izquierda del corazón: venas pulmonares
aurícula izquierda
válvula mitral o bicúspide
ventrículo izquierdo
válvula semilunar aórtica
arteria aorta
C. Irrigación
Del inicio de la arteria aorta salen dos pequeñas ramificaciones que
llevan la sangre oxigenada recién expulsada por el ventrículo izquierdo
hacia el miocardio: son las arterias coronarias. Tanto la arteria coronaria
derecha como la izquierda se dividen en dos, y continúan ramificándose.
Cada ventrículo recibe sangre de las dos arterias coronarias, tanto de la
derecha como de la izquierda; por el contrario, la aurícula derecha sólo
es abastecida por la arteria coronaria derecha, y la aurícula izquierda
por la arteria coronaria izquierda.
El ventrículo izquierdo se encuentra más irrigado que el derecho.
Cuando una arteria coronaria se estenosa completamente (se cierra, por
ejemplo, por la obstrucción de un coágulo de sangre), las células
miocárdicas a las que tiene que abastecer se quedan sin oxígeno y
nutrientes (sufren isquemia, es decir, falta de riego sanguíneo). Si esta
situación se mantiene varios minutos, dichas células morirán (es lo que
denominamos infarto).
Los desechos metabólicos de las fibras miocárdicas son recogidos por la
sangre de las venas coronarias, que terminan desembocando en la
aurícula derecha.
D. Sistema de conducción eléctrica
El miocardio, además de contar con fibras musculares especializadas en
la contracción coordinada, cuenta con otro tipo de fibras modificadas y
también especializadas, pero no en la contracción, sino en la conducción
de electricidad.
Dentro de estas fibras que conforman el sistema de conducción eléctrica
miocárdica, distinguimos distintas zonas:
Nódulo sinoauricular o seno: formado por cientos de células situadas en
la pared de la aurícula derecha, cerca de la unión con la vena cava.
Nódulo auriculoventricular o nodo: formado por fibras situadas en la
aurícula derecha, en una zona paralela a la parte inferior del tabique
interauricular.
Fascículo auriculoventricular o Haz de His: fibras que nacen en el nódulo
auriculoventricular y se prolongan hacia abajo, ramificándose a ambos
lados del tabique interventricular.
Fibras de Purkinje: ramificaciones del Haz de His que se distribuyen por
las paredes laterales de ambos ventrículos.
E. Inervación
El corazón está inervado por el Sistema Nervioso Autónomo.
Concretamente, está inervado tanto por fibras simpáticas (encargadas
de aumentar la actividad cardíaca) como parasimpáticas (el nervio vago
es el encargado de disminuir la actividad cardíaca). La mayoría de las
fibras nerviosas se encuentran conectadas al nódulo sinoauricular.
2.2 Vasos sanguíneos
A. Arterias
Son los vasos sanguíneos que salen del corazón (de los ventrículos), y
que posteriormente se van ramificando. Excepto la arteria pulmonar y
sus correspondientes ramas, las arterias llevan sangre rica en oxígeno a
todas las células del organismo.
Cuando una arteria se ha ramificado sucesivamente y adquiere un
pequeño calibre se denomina arteriola.
Tanto las arterias como las arteriolas están formadas por tres capas:
túnica adventicia: es la capa más externa. Se trata de tejido conjuntivo
fibroso fuerte, formado por fibras de colágeno y elásticas. Evita el
colapso o lesión arterial y es muy flexible.
túnica media: es la capa intermedia, y en este caso es la más gruesa
de las tres. Está formada por músculo liso (involuntario) revestido
internamente por tejido conjuntivo elástico. Permite la contracción y
dilatación arterial.
túnica íntima o endotelio: es la capa más interna. Es el revestimiento
liso de la pared arterial que está en contacto con la sangre circulante.
La función de las arterias es la de transportar la sangre desde el corazón
hasta las arteriolas y de éstas hasta los capilares, desde los cuales se
abastece a las células de los distintos tejidos. Si una arteria se obstruye
totalmente, puede provocar la disminución de riego sanguíneo en un
tejido (isquemia) que, si persiste varios minutos, provoca la muerte
celular por falta de oxígeno (infarto).
La arteria aorta es la arteria de mayor calibre, y la que recibe la sangre
del ventrículo izquierdo del corazón. Asciende desde este ventrículo
(aorta ascendente), curvándose 180º por encima del corazón (cayado de
la aorta) y continuando longitudinalmente hacia abajo por detrás de él
(aorta descendente, con su porción torácica y su porción abdominal).
Sirve como tronco para el sistema arterial, ya que de ella salen
numerosas ramificaciones.
Las arterias se ubican profundamente, siendo imposible visualizarlas o
palparlas directamente a través de la piel; sin embargo, la onda
provocada por el flujo sanguíneo a través de algunas de ellas sí es
perceptible en algunos puntos cutáneos (pulso).
B. Venas
Son los vasos sanguíneos que entran en el corazón (en las aurículas).
Excepto la vena pulmonar y sus correspondientes ramas, las venas
llevan sangre pobre en oxígeno y rica en dióxido de carbono, pues
retornan al corazón tras haber pasado por todas las células del
organismo y haber recogido sus desechos metabólicos.
Las venas más cercanas a las células son de pequeño calibre y se
denominan vénulas. Las vénulas van convergiendo entre sí formando
venas cada vez de mayor calibre. Algunas venas son bastante
superficiales, por lo que se pueden ver y palpar a través de la piel.
La función de las vénulas es recoger la sangre de los capilares y
transportarla hasta las venas, que llevarán la sangre hasta el corazón.
Tanto las venas como las vénulas están formadas por las mismas capas
que las arterias y arteriolas, pero con algunas diferencias:
túnica adventicia: es más delgada que en las arterias, y en este caso
es la más gruesa de las tres túnicas o capas.
túnica media: es más fina que en las arterias.
túnica íntima o endotelio: a lo largo de todo su recorrido cuenta con
válvulas semilunares que aseguran el flujo anterógrado de la sangre e
impiden su retroceso (garantizan la circulación sanguínea en un solo
sentido).
Todas las venas provenientes de los tejidos de cabeza, cuello, tórax y
brazos acaban desembocando en la vena cava superior, y todas las
venas provenientes del resto de los tejidos del organismo desembocan
en la vena cava inferior. Ambas cavas drenan su contenido en la
aurícula derecha.
C. Capilares
Son los vasos sanguíneos de menor calibre (son microscópicos). Su
longitud media es de 1mm. Son tan numerosos, que se estima que si
uniésemos un capilar a continuación de otro formaríamos una fila de
unos 100.000 km. Esta extensa red capilar tiene su explicación en que
son los vasos sanguíneos que están en contacto con el líquido
intersticial que rodea a todas y cada una de las células del organismo
(el resto de los vasos sanguíneos son demasiado gruesos para llegar
hasta las microscópicas células).
Carecen de túnica adventicia y de túnica media, estando formados
exclusivamente por fino endotelio. Esta delgada capa, en muchas
ocasiones incluso fenestrada (porosa) es lo que permite el intercambio
de sustancias entre el plasma sanguíneo y el líquido intersticial de cada
célula. Así pues, el oxígeno y nutrientes difunden desde los capilares
hasta el líquido intersticial y de éste al interior de la célula, y ésta elimina
en el sentido inverso sus desechos metabólicos. Además, los capilares
son tan numerosos y tan pequeños que el flujo sanguíneo que los
atraviesa lo hace a una velocidad muy lenta, lo que permite el máximo
tiempo de contacto entre la sangre y las células, facilitándose aún más
el intercambio de sustancias.
La sangre que entra en los capilares proviene de las arteriolas, y la
sangre que sale de ellos desemboca en vénulas. Son el eslabón entre el
sistema arterial y el sistema venoso.
Flujo de sangre: corazón
venas
corazón
arterias
arteriolas
capilares
vénulas
2.3 Sangre
La sangre es un tejido conjuntivo líquido, formado en un 55% por el
plasma (agua en un 92% que contiene sales minerales, oxígeno y
dióxido de carbono, nutrientes, proteínas, hormonas, desechos
metabólicos) y en un 45% por células sanguíneas o elementos formes
(glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas).
Las proteínas plasmáticas, aparte de determinadas enzimas, son el
fibrinógeno (imprescindible para la coagulación sanguínea), la albúmina,
y las globulinas (alfa, beta y gamma). La albúmina y las globulinas son
imprescindibles para mantener la presión osmótica de la sangre
(retienen agua). Además, estas dos proteínas sirven de transporte para
algunas sustancias (ej. la lipoproteína de alta densidad HDL, encargada
de retirar el colesterol de la pared arterial, contiene globulina alfa). Así
mismo, las globulinas gamma contienen anticuerpos contra
determinadas enfermedades infecciosas (ej. sarampión, hepatitis vírica),
por lo que forman parte de nuestra inmunidad. Cuando al plasma se le
retiran todas sus proteínas pasa a denominarse suero sanguíneo.
En los seres humanos, el volumen total de sangre es alrededor del 8%
del peso corporal.
A. Glóbulos rojos
También llamados eritrocitos o hematíes. Los glóbulos rojos maduros
son anucleados, tienen forma de disco bicóncavo y son muy flexibles.
Miden 7-8 µm de diámetro y 1-2 µm de grosor. Tenemos unos cinco
millones por mm³ de sangre.
Se forman en la médula ósea roja de algunos huesos (vértebras,
costillas, esternón, huesos del cráneo y epífisis de huesos largos). Su
producción está regulada por la hormona renal eritropoyetina, que viaja
hasta la médula ósea y estimula la eritropoyesis en respuesta a la
disminución de oxígeno.
Contienen un pigmento proteínico llamado hemoglobina, que les da un
color rojizo. La hemoglobina, gracias al hierro que contiene, es capaz de
transportar gran cantidad de oxígeno y, por tanto, es la clave del
abastecimieno tisular de este gas. También transporta CO2.
Los hematíes viven unos 120 días. Cuando son "viejos" son fagocitados
por las células de los sinusoides hepáticos y esplénicos (bazo).
B. Glóbulos blancos
También llamados leucocitos. Son células inmunitarias. Se producen en
la médula ósea roja y en el tejido linfático. Tenemos unos 7000
leucocitos por mm³ de sangre. Su forma y tamaño es variada:
a. Leucocitos granulares (10-14 µm)
Poseen grandes núcleos lobulados y tienen gránulos citoplasmáticos
bien definidos.
Son los neutrófilos (fagocitan microorganismos y sustancias extrañas),
los eosinófilos (destoxifican sustancias, interviniendo especialmente en
las reacciones alérgicas y en algunas infestaciones) y los basófilos
(liberan histamina y heparina, interviniendo en zonas de lesión celular y
reacciones alérgicas; ayudan a prevenir la coagulación sanguínea).
b. Leucocitos agranulares
Su núcleo es redondeado o arriñonado. Carecen de gránulos
citoplasmáticos bien definidos.
Son los linfocitos, que miden entre 8-10 µm, y los monocitos (que a las
24 horas de su nacimiento abandonan la circulación sanguínea y pasan
a circular por los tejidos en forma de macrófagos. Son importantes
fagocitos de microorganismos, células muertas y restos celulares), que
miden entre 15-20 µm.
Hay distintos tipos y subtipos de linfocitos. En líneas generales,
podemos decir que los linfocitos B se encargan de la fabricación de
anticuerpos específicos, los linfocitos T ayudan a los linfocitos B en su
misión y atacan directamente células infectadas, extrañas (ej. órganos
trasplantados) y tumorales, y los linfocitos "natural killers" también
atacan directamente células infectadas y tumorales. Muchos se forman
en el tejido linfático.
Los neutrófilos son los leucocitos más numerosos (un 60% del total),
seguidos por los linfocitos (25-35%), los monocitos-macrófagos (6%), los
eosinófilos (1-3%) y los basófilos (1%).
C. Plaquetas
También llamadas trombocitos. En realidad son fragmentos
citoplasmáticos de células megacariocíticas de la médula ósea roja, por
lo que carecen de núcleo. Tenemos entre 150.000-400.000 por mm³ de
sangre. Viven unos 7 días. Su función es la formación de coágulos
sanguíneos en vasos lesionados para detener las hemorragias. Para ello
se adhieren a la zona afectada y liberan sustancias que activan los
factores de coagulación (proteínas que actúan en cascada para activar a
la protombina, albúmina fabricada en el hígado a partir de la vitamina
K), cuyo objetivo final es la conversión de la proteína plasmática
fibrinógeno en fibrina, sustancia insoluble que fija y asegura el coágulo.
2.4 Circulación sanguínea
La sangre fluye desde el corazón hacia los vasos sanguíneos y, a través
de éstos, retorna de nuevo al corazón siguiendo un circuito o patrón
circular. Como ya hemos comentado anteriormente, la parte derecha del
corazón trabaja simultánea e independientemente de la parte izquierda
del corazón, por lo que nos encontramos dos circuitos de flujo.
A. Circulación sistémica o circulación mayor
Es la encargada de abastecer de oxígeno y nutrientes a todas las
células del organismo.
Comienza en el ventrículo izquierdo. Éste expulsa su sangre
(oxigenada) hacia la arteria aorta. De la arteria aorta salen
ramificaciones que irrigan la parte superior del cuerpo (brazos, cuello y
cabeza) y el resto del organismo (suelen adoptar los nombres de los
tejidos hacia los que se dirigen), y que continúan ramificándose hasta
que finalmente dan lugar a pequeñas arteriolas. Las arteriolas conducen
la sangre hasta los finísimos capilares, donde se produce el intercambio
de sustancias entre el plasma y las células.
Tras el intercambio esta sangre, ahora pobre en oxígeno y rica en
dióxido de carbono, desemboca en vénulas, que van convergiendo
hasta formar venas (que suelen adoptar los nombres de los tejidos
desde los que salen) y que acaban desembocando en la gran vena cava
(en la cava superior drena la sangre proveniente de los tejidos de la
cabeza y cuello, y en la cava inferior drena la sangre proveniente de los
tejidos del resto del organismo). Las dos venas cavas vierten su
contenido en la aurícula derecha del corazón, donde finaliza la
circulación sistémica. A continuación, la sangre debe recorrer el circuito
de la circulación pulmonar antes de comenzar de nuevo la circulación
mayor.
Ventrículo izquierdo
arteriolas
capilares
aurícula derecha.
arteria aorta
arterias de los tejidos
vénulas
venas de los tejidos
venas cavas
B. Circulación pulmonar o circulación menor
Es la encargada de recoger el oxígeno en los alveolos pulmonares
(recién introducido mediante la inspiración) y de depositar en ellos el
dióxido de carbono recogido de las células (que se eliminará durante la
espiración).
Comienza en el ventrículo derecho. Éste contiene sangre proveniente
desde la aurícula derecha, donde ha drenado la sangre venosa rica en
dióxido de carbono traída desde todas las células del organismo. El
ventrículo derecho expulsa esta sangre hacia la arteria pulmonar, que se
divide en dos ramas (una irá al pulmón derecho y la otra al pulmón
izquierdo). Cada arteria pulmonar va ramificándose y disminuyendo de
calibre, hasta llegar a las arteriolas. Éstas drenan su sangre en los
capilares anexos a los alveólos pulmonares, donde se produce el
intercambio gaseoso entre la sangre capilar y el aire alveolar. De este
modo los capilares, que al principio tenían gran cantidad de dióxido de
carbono y que eran pobres en oxígeno, ahora se vuelven ricos en
oxígeno y pobres en dióxido de carbono. Esta sangre oxigenada
abandona los capilares hacia las vénulas, que van agrupándose y
convergiendo entre sí hasta formar venas.
Finalmente, cuatro venas pulmonares (dos provenientes de cada
pulmón) desembocan en la aurícula izquierda, donde termina la
circulación menor. De este modo la aurícula izquierda ha sido recargada
de sangre oxigenada, lista para pasar al ventrículo izquierdo y comenzar
la circulación sistémica.
Ventrículo derecho
capilares alveolares
aurícula izquierda.
arteria pulmonar
arteriolas pulmonares
vénulas pulmonares
venas pulmonares
C. Circulación fetal
El feto no obtiene oxígeno del aparato respiratorio ni obtiene nutrientes
del aparato digestivo, sino que se abastece del oxígeno y nutrientes de
la sangre materna. El aparato circulatorio del feto no pasa por sus
pulmones ni por su hígado.
La placenta es el lugar donde se va a producir el intercambio de
sustancias (oxígeno y nutrientes maternos, desechos metabólicos
fetales) entre los capilares del feto y los de la madre, sin que estos
lleguen nunca a tocarse.
El cordón umbilical cuenta con dos arterias y una vena. Las dos arterias
umbilicales provienen de las arterias ilíacas internas del feto y se dirigen
a la placenta con desechos metabólicos. La vena umbilical devuelve la
sangre oxigenada y con nutrientes desde la placenta, penetra en el
cuerpo del feto a través del ombligo y termina drenando en su vena cava
inferior.
3. FISIOLOGÍA DEL APARATO CIRCULATORIO
La hemodinámica es el mecanismo corporal mediante el cual se
consigue que la sangre circule eficientemente. No sólo basta con que el
flujo sea contínuo y llegue a todas las células, si no que ha de variarse el
volumen y la distribución de la sangre circulante de forma que las zonas
corporales más activas tengan asegurado mayor flujo de sangre que las
menos activas. Incluso dependiendo del momento (ejercicio, reposo,...),
las células más activas necesitarán más o menos oxígeno y nutrientes.
A continuación describimos los mecanismos que mantienen la
hemodinámica y, por tanto, la homeostasia del organismo
constantemente.
3.1 Ciclo cardíaco
El ciclo cardíaco es el latido completo del corazón. Comprende el
movimiento de sístole (contracción del miocardio auricular o ventricular)
y el movimiento de diástole (relajación del miocardio auricular o
ventricular). A continuación describimos los pasos del ciclo cardíaco:
Sístole auricular: las aurículas se contraen simultáneamente, mientras
impulsan su sangre a través de las válvulas auriculoventriculares hacia
los ventrículos (que se encuentran en diástole). Las válvulas
semilunares están cerradas.
Contracción ventricular isovolumétrica: ambos ventrículos comienzan a
contraerse, pero las válvulas semilunares aún permanecen cerradas. La
sangre que intenta retornar hacia las aurículas provoca el cierre
repentino de las válvulas auriculoventriculares, lo que produce el primer
tono cardíaco.
Eyección: la presión intraventricular es mayor que la de las arterias
adyacentes, por lo que las válvulas semilunares se abren y la sangre es
expulsada del corazón. En cada sístole el ventrículo no se vacía
completamente, sino que conserva una cantidad de sangre denominada
volumen residual (inferior al volumen expulsado hacia la arteria).
Relajación ventricular isovolumétrica: comienza la diástole ventricular.
Parte de la sangre expulsada a las arterias intenta retornar al ventrículo,
provocando el cierre de las válvulas semilunares (segundo tono
cardíaco). Las válvulas AV aún permanecen cerradas.
Llenado ventricular pasivo: las aurículas están llenas de sangre
proveniente del retorno venoso, por lo que se abren las válvulas AV y la
sangre cae en los ventrículos relajados.
El flujo de sangre durante el ciclo cardíaco se desplaza desde donde
hay mayor presión a donde hay menor presión. Lo mismo ocurre con la
sangre expulsada del corazón: circula desde el ventrículo izquierdo y
retorna a la aurícula derecha porque existe un gradiente de presión de la
sangre entre ambas cavidades y a lo largo de todo el recorrido vascular.
Ejemplo: la presión en la arteria aorta durante la sístole del ventrículo
izquierdo (presión o tensión arterial sistólica) es de unos 120 mm Hg, y
de unos 80 mm Hg durante la diástole del ventrículo izquierdo (presión o
tensión arterial diastólica). Cuando la sangre llega a las venas cavas y
drena a la aurícula derecha su presión es de 0 mm Hg.
3.2 Sistema de conducción del corazón
El impulso cardíaco normal que inicia la contracción mecánica del
corazón nace en el nódulo sinoauricular o seno (también conocido como
el marcapasos natural del corazón). Las células del seno poseen un
ritmo intrínseco, es decir, inician por sí mismas los impulsos eléctricos a
intervalos regulares, sin necesidad de estimulación por parte del sistema
nervioso autónomo. Por lo general, en un adulto en reposo el seno
produce unos 60-80 latidos por minuto de manera rítmica, lo que se
conoce con el nombre de ritmo sinusal.
Los impulsos nacidos en el seno se desplazan rápidamente por las
fibras musculares de ambas aurículas, provocando el inicio de su
contracción. Cuando el potencial de acción llega al nódulo
auriculoventricular
o
nodo,
la
conducción
se
enlentence
momentáneamente para permitir la contracción auricular completa.
Tras atravesar lentamente el nodo, la velocidad de conducción aumenta
a lo largo del Haz de His hasta los ventrículos. Aquí, las ramas derecha
e izquierda del haz de His y las fibras de Purkinje en las que terminan
conducen los impulsos por el miocardio de ambos ventrículos,
provocando su contracción casi de manera simultánea.
La conducción de impulsos produce débiles corrientes eléctricas en el
corazón que se difunden a la superficie corporal, donde pueden ser
captadas y dibujadas por un aparato llamado electrocardiógrafo. La
interpretación del electrocardiograma, donde se registra la actividad
eléctrica del corazón, nos da mucha información clínica: zonas de
isquemia actual, zonas necrosadas, cambios de ritmo,...
Cuando el marcapasos natural del corazón (el seno) o el sistema de
conducción no funciona adecuadamente, puede que la persona necesite
la implantación de un marcapasos artificial encargado de generar los
latidos cardíacos de manera rítmica y coordinada. Aunque es un método
eficaz que salva muchas vidas, tiene el inconveniente de tener pautado
un ritmo fijo, invariable, cosa que no ocurre con el marcapasos natural:
el nódulo sinoauricular puede aumentar la frecuencia cardíaca si así se
lo pide el sistema nervioso autónomo (ej. durante el ejercicio) o
disminuirla (ej. reposo).
3.3 Presión arterial (PA)
La presión o tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre mientras
circula sobre el endotelio arterial. Como ya hemos comentado, existe
una presión arterial sistólica y una presión arterial diastólica, definidas
en base a la arteria aorta. Cuando tomamos la tensión arterial con un
esfigmomanómetro y un fonendoscopio en el brazo del paciente, lo
hacemos sobre su arteria braquial o humeral, que refleja la presión
transmitida a través de ondas pulsátiles desde la aorta.
En un adulto sano, las cifras normales de tensión arterial oscilan entre
100/60 mm Hg y menos de 140/90 mm Hg. Las cifras tensionales no son
exactamente iguales a lo largo del día (si hemos dormido bien, lo normal
es que por la mañana al levantarnos la tensión arterial sea más baja, e
irá subiendo a lo largo del día hasta llegar a unos límites máximos por la
tarde), ni siquiera tenemos la misma tensión en el brazo derecho que en
el brazo izquierdo (en unas personas es más alta en el derecho y en
otras en el izquierdo. Normalmente no hay una diferencia mayor de 5
mm Hg entre ambos brazos). La presión arterial también es distinta
dependiendo de la postura en que nos encontremos (en decúbito es
más baja que en sedestación, y ésta más baja que en bipedestación).
Cuando se dice familiarmente que la tensión arterial está
“descompensada” nos referimos a que el valor sistólico y el diastólico
están demasiado aproximados entre sí, es decir, que entre ambos hay
una diferencia menor de 30 mm Hg (ej. 100/80 mm Hg es una tensión
normal, pero está descompensada).
Cuando hablamos de tensión arterial siempre decimos dos cifras: en una
persona que tiene 120/80 mm Hg, el 120 corresponde a la tensión
arterial sistólica y el 80 a la tensión arterial diastólica.
Un mínimo de presión es imprescindible para mantener la circulación
sanguínea y para conseguir su objetivo: el adecuado intercambio de
sustancias entre la sangre y los tejidos. Si la tensión arterial fuese muy
baja, no habría apenas rozamiento con las paredes arteriales y, por
tanto, apenas llegaría flujo a los capilares (se disminuiría o incluso
anularía el abastecimiento celular de nutrientes y oxígeno en los tejidos,
así como la recogida de sus productos metabólicos de desecho). Sería
como un pequeño arroyo que apenas tiene fuerza para discurrir y regar
todos los campos colindantes. Un exceso de tensión arterial tampoco es
beneficioso, ya que daña el endotelio arterial y capilar, volviéndolo rígido
y menos eficaz a la hora de permitir la circulación y el intercambio de
sustancias entre sangre y tejidos. Así pues, tanto la tensión arterial alta
como la baja pueden provocar isquemia (falta de riego sanguíneo) en
algunas zonas, predisponiéndolas al infarto (muerte celular) si no se
corrige a tiempo.
La presión arterial ha de mantenerse más elevada que la presión venosa
para garantizar la circulación sanguínea. A mayor volumen de flujo por la
arteria, mayor es su presión. A continuación describimos los factores
que influyen en el volumen sanguíneo y, por tanto en la presión arterial.
A. Gasto cardíaco (GC)
Es la cantidad de sangre que bombea el ventrículo izquierdo hacia la
arteria aorta en un minuto.
Gasto cardíaco = volumen sistólico x frecuencia cardíaca.
El gasto cardíaco puede verse aumentado por una elevación del
volumen sistólico (ej.aumento del volumen sanguíneo por retención
hídrica debida a un exceso de sodio en la dieta) y/o por una elevación
de la frecuencia cardíaca (ej. Taquicardia por algún esfuerzo físico o
mental, como el estrés y la ansiedad). Así mismo el gasto cardíaco
puede verse disminuído por un descenso del volumen sistólico (ej.
Hipovolemia por hemorragia, vasodilatación por calor ambiental) o por
un descenso de la frecuencia cardíaca (ej. Reposo absoluto, fármacos
que inducen a la bradicardia).
a. Volumen sistólico
Es la cantidad de sangre expulsada en una sístole del ventrículo
izquierdo (que en un adulto sano es de unos 70-100 ml). Está
directamente relacionado con la cantidad de sangre que llena el
ventrículo antes de su contracción (sangre que proviene del retorno
venoso). El retorno venoso se ve favorecido, entre otros factores, por el
movimiento de los músculos esqueléticos y por el aumento del volumen
sanguíneo (relacionado con la presión osmótica de las proteínas
plasmáticas, que atraen moléculas de agua, y por la regulación
neuroendocrina de la ADH y el sistema renina-angiotensina-aldosterona,
comentados a continuación)
-La hormona antidiurética o ADH (sintetizada por el hipotálamo y
liberada por la neurohipófisis, glándula encefálica) es secretada en caso
de hipotensión, y su misión es retener agua en el riñón. De esta manera
se incrementa la volemia sanguínea y, por tanto, la tensión arterial. El
volumen de orina queda disminuído.
-Sistema renina- angiotensina- aldosterona: cuando aparece
hipotensión, el aparato yuxtaglomerular del riñón libera a la sangre la
enzima renina, encargada de estimular a la hormona sanguínea
angiotensina. La angiotensina provoca vasoconstricción (disminución del
diámetro de las arteriolas, venas y vénulas, lo que incrementa la presión
sanguínea) y es la responsable de que la corteza suprarrenal libere
aldosterona. La aldosterona es también una hormona, y se encarga de
viajar hasta el riñón para producir allí la reabsorción de sodio y agua,
con lo que se aumenta el volumen sanguíneo y, por tanto, la tensión
arterial. El volumen de orina queda disminuído.
b. Frecuencia cardíaca (Fc)
Es el número de latidos por minuto (en un adulto en reposo oscila entre
60-100 lpm). El sistema nervioso autónomo puede incrementar la
frecuencia cardíaca establecida por el nódulo sinoauricular mediante la
liberación simpática de noradrenalina , así como disminuirla mediante la
liberación parasimpática (nervio vago) de acetilcolina.
Tanto en las arterias carótidas como en el cayado de la aorta existen
barorreceptores que detectan los cambios bruscos de presión arterial.
Estos barorreceptores, cuando son estimulados, envían información a
través de fibras nerviosas aferentes al centro de control cardíaco
autónomo situado en el bulbo raquídeo (órgano encefálico). Éste, a su
vez, está conectado mediante fibras nerviosas eferentes al nódulo
sinoauricular. De este modo, si los barorreceptores detectan un
incremento brusco de la PA, el centro de control cardíaco estimulará la
inhibición vagal, reduciendo la Fc (y, consecuentemente, puede reducir
el GC y así la presión arterial); si los barorreceptores detectan un
descenso brusco de la tensión arterial, el centro de control cardíaco
estimulará la actividad simpática, aumentando la Fc (y,
consecuentemente, puede aumentar el GC y así la PA).
Otros reflejos que modifican la frecuencia cardíaca son las emociones
(la ansiedad, el temor y la ira la aumentan), el ejercicio (la aumenta), la
temperatura sanguínea (su aumento incrementa la Fc, y su descenso la
disminuye), el dolor intenso y brusco de vísceras abdominales (puede
disminuir tanto la Fc que el sujeto alcance la inconsciencia).
El gasto cardíaco de un adulto en reposo es de 5 a 6 litros/minuto.
Gracias al aumento del volumen sistólico y de la frecuencia cardíaca
mediados por el sistema nervioso autónomo, el gasto cardíaco durante
el ejercicio puede verse incrementado hasta 30-40 litros/minuto.
B. Resistencia periférica
La resistencia periférica es la oposición al flujo sanguíneo impuesta por
la fuerza de fricción entre la sangre y las paredes de los vasos. Esta
fricción puede ser provocada por la viscosidad o adhesividad de la
sangre (ej. hematocrito alto) o por la disminución del calibre de las
arteriolas y capilares (ej. la vasoconstricción arteriolar y capilar impide la
salida de sangre desde las arterias hacia las arteriolas, por lo que
aumenta su volumen sanguíneo y, por tanto, la PA). Además, la luz
arterial, incluso la de arterias de gran calibre, se puede ver disminuída u
obstruída parcial o totalmente por el tabaquismo (produce
endurecimiento de la pared arterial), hipercolesterolemia (se depositan
placas de ateroma en el endotelio), tumores externos que comprimen la
arteria, obesidad, diabetes mellitus (el exceso de glucosa hipertrofia el
endotelio).
A mayor resistencia periférica, mayor presión arterial.
Los barorreceptores carotídeos y aórticos anteriormente comentados
también llevan información sobre los cambios bruscos de PA al centro
vasomotor situado en el bulbo raquídeo. Este centro es el encargado de
ordenar vía eferente al músculo liso de venas, vénulas y arteriolas la
relajación (vasodilatación) o contracción (vasoconstricción) según sea
preciso: la vasodilatación disminuye la resistencia periférica y dificulta el
retorno venoso, lo que desciende la presión arterial, y la
vasoconstricción aumenta la resistencia periférica y favorece el retorno
venoso, lo que incrementa la PA.
El centro de control vasomotor del bulbo ejerce un papel muy importante
no sólo en la regulación de la presión arterial, sino también en casos de
urgencia como hipercapnia (exceso de dióxido de carbono en sangre) o
isquemia cerebral/miocárdica: en estas situaciones estimula la
vasoconstricción, de manera que desvía el mayor flujo de sangre desde
la periferia (donde no es tan imprescindible) hacia los órganos vitales
como el corazón y el encéfalo.
3.4 Pulso
La frecuencia cardíaca es el número de latidos cardíacos que tienen
lugar en un minuto. Podemos tomarla con ayuda de un fonendoscopio
directamente sobre el vértice del corazón (pulso apical) o mediante la
palpación del pulso arterial. El pulso es un reflejo de los latidos
cardíacos, ya que cada vez que el ventrículo izquierdo expulsa sangre
hacia la arteria aorta, la onda iniciada en la elástica pared de esta arteria
se propaga por toda la red arterial. De esta manera, cuando palpamos el
pulso lo que detectamos es la onda o vasodilatación que está teniendo
lugar en esa zona de la arteria elegida al pasar a través de ella el flujo
de sangre impulsado desde el corazón. Es, por tanto, lógico deducir que
el número de latidos cardíacos coincide con el número de pulsaciones.
Los valores normales en una persona adulta en reposo oscilan entre 60
y 100 pulsaciones por minuto (en los recién nacidos las cifras normales
en reposo son de 120 a 160 latidos por minuto). En los deportistas es
normal tener en torno a 50 pulsaciones por minuto en reposo, ya que su
corazón está fuerte y entrenado y expulsa un volumen sistólico mayor
que en una persona no deportista (su corazón necesita trabajar menos
para impulsar la misma cantidad de sangre). Con lo que ya sabemos,
entenderemos lo siguiente perfectamente: para mantener el gasto
cardíaco, si el volumen sistólico está aumentado, la frecuencia cardíaca
estará disminuída.
Zonas corporales donde tomar el pulso:
Son zonas donde las arterias están cerca de la superficie cutánea y
pueden comprimirse con facilidad sobre huesos o músculos presionando
sobre la piel con el segundo y tercer dedo de la mano.
Arteria temporal: se palpa sobre el hueso temporal, entre la ceja y la
oreja.
Arteria carótida: se palpa en la cara anterior del cuello, entre éste y el
lóbulo de la oreja. Es la arteria palpable más cercana al ventrículo
izquierdo y, por tanto, la más significativa a la hora de valorar la
situación cardíaca (en caso de parada cardiorrespiratoria y de
reanimación cardiopulmonar es ésta la que hay que valorar).
Arteria humeral: se palpa en la cara anterior del brazo, a la altura de
la flexura del codo. Es la que palpamos en la medición de tensión
arterial.
Arteria radial: se palpa en la cara anterior de la muñeca, a la altura
del primer dedo. Es la que se toma normalmente en consulta.
Arteria femoral: se palpa en la parte media de la ingle.
Arteria poplítea: se palpa en la parte posterior de la rodilla.
Arteria pedia: se palpa en el dorso del pie, a la altura entre el primer y
el segundo dedo.
4. SISTEMA LINFÁTICO
Es un sistema circulatorio no sanguíneo, pero anexo y coordinado con el
sistema cardiovascular.
4.1 Estructuras que lo componen
Vasos linfáticos: vasos parecidos a las venas (cuentan con más válvulas
semilunares para impedir el flujo retrógado). Por ellos circula la linfa
(líquido transparente acuoso, y que contiene el exceso del líquido
intersticial, lípidos y numerosos linfocitos). El movimiento de los
músculos esqueléticos ayuda al flujo linfático (al igual que hace con el
retorno venoso), que termina drenando en la vena subclavia para
incorporarse a la sangre. Todas las células del cuerpo cuentan con
capilares linfáticos adyacentes. Después, estos capilares linfáticos se
agrupan aumentando su calibre hasta formar los vasos linfáticos.
Ganglios linfáticos: masas de tejido linfático (tejido conjuntivo rico en
linfocitos) por las que pasan los vasos linfáticos. Limpian la linfa de
microorganismos y sustancias nocivas (contienen numerosos
macrófagos). Se sitúan a intervalos determinados a lo largo de todo el
sistema linfático.
Amígdalas: son tres pares de masas de tejido linfático situadas en la
faringe (las de la rinofaringe se denominan adenoides cuando se
inflaman; en la orofaringe tenemos las amígdalas palatinas y las
amígdalas linguales). Filtran microorganismos y sustancias extrañas el
aire inspirado por nariz o boca.
Timo: órgano situado en la zona media- superior del tórax
(mediastino). Por él pasa la linfa, y es el encargado de seleccionar y
madurar a los linfocitos T, destruyendo a los no aptos. Se cree que
esta función la lleva a cabo principalmente en el periodo neonatal y en
la primera infancia.
Bazo: órgano situado en el hipocondrio izquierdo, bajo el diafragma.
Contiene numerosos macrófagos que filtran la sangre y es el lugar de
maduración de los monocitos y de muchos linfocitos, entre otras
funciones.
4.2 Funciones
Recoger el exceso de líquido intersticial: cuando el capilar sanguíneo
llega a la célula, en su extremo arterial tiene una presión mayor que el
líquido intersticial que la rodea, por lo que sale parte del plasma. El
oxígeno difundido, junto con los nutrientes y otras sustancias necesarias
es recogido por la célula, a la vez que elimina sus desechos
metabólicos. En el extremo venoso del capilar, que posee menos
presión, parte de este plasma difundido retorna a la circulación
sanguínea. Pero un 10 % del plasma extravasado al principio no regresa
a los capilares y queda acumulado en el líquido intersticial. Si los
capilares linfáticos no recogieran este exceso de líquido extracelular
(rico en agua y proteínas) y lo devolvieran a la circulación sanguínea, el
sistema cardiovascular perdería mucho plasma y la persona podría morir
en 24 horas. Cuando los capilares linfáticos no realizan adecuadamente
su cometido, se acumula líquido intersticial en los tejidos (edema).
Absorber las grasas del quilo duodenal: especialmente triglicéridos, que
no pueden atravesar las paredes de los capilares sanguíneos pero sí la
de los capilares linfáticos.
Síntesis y maduración de linfocitos.
5. APARATO CIRCULATORIO Y ENVEJECIMIENTO
A medida que transcurre la edad adulta, especialmente al final de la
misma, pueden aparecer diversos cambios degenerativos en el corazón
y en los vasos sanguíneos.
Uno de ellos es el endurecimiento de la pared arterial y la consecuente
pérdida de elasticidad: la arterioesclerosis. Esta patología es un factor
de riesgo cardiovascular, ya que predispone al estrechamiento de la luz
arterial y, por tanto, a la isquemia del tejido irrigado que, si no es
revertida en pocos minutos, termina en infarto. Esto explica porqué la
mayoría de los casos de infartos de miocardio y de ictus (infartos
cerebrales) tienen lugar en personas de edad adulta y ancianos.
La arteriosclerosis es mayor y, por tanto, más grave, si la persona tiene
antecedentes de tabaquismo, es sedentaria y lleva una alimentación rica
en grasas saturadas.
Las válvulas cardíacas y el miocardio también degeneran con la edad,
endureciéndose, lo que disminuye la eficacia de bombeo del corazón.
Esto puede desembocar en una insuficiencia cardíaca, patología en la
cual el corazón no es capaz de bombear suficiente sangre al organismo
para mantenerlo abastecido adecuadamente.
6. PATOLOGÍA CARDIOVASCULAR
Arterioesclerosis: endurecimiento de la pared arterial, con lo que pierde
elasticidad. Puede ser debida a degeneración relacionada con la vejez,
a causas genéticas, a hipertensión arterial no controlada, a la diabetes
mellitus no controlada, al tabaquismo, a la acumulación de lípidos y
otras sustancias en el endotelio arterial (este tipo de arteriosclerosis se
conoce como aterosclerosis),... En cualquier caso, la luz arterial se
estrecha y permite un menor flujo de sangre (o, en el peor de los casos,
lo impide totalmente), lo que conduce a isquemia del tejido irrigado y, si
no se soluciona a tiempo, a infarto del mismo.
Pericarditis: inflamación del pericardio. Sus causas son diversas
(traumatismo, infección, tumores,...). Se produce un edema local que
provoca la fricción de las membranas pericárdicas entre sí, lo que
produce dolor torácico intenso. Si aparece acumulación de líquido (o pus
o sangre) en el espacio pericárdico (derrame pericárdico), el pericardio
comprime al corazón, dificultando su bombeo, lo que puede resultar
letal.
Valvulopatía: las válvulas cardíacas (auriculoventriculares o
semilunares) pueden tener defectos, en ocasiones congénitos, que las
impidan abrirse parcial o totalmente (válvulas estenosadas) o que las
impidan cerrarse parcial o totalmente (válvulas incompetentes o
insuficiencia valvular). En el primer caso el flujo de sangre que pretende
avanzar hacia delante no puede, o puede hacerlo en muy poca cantidad
porque la válvula permanece cerrada o casi cerrada; en el segundo caso
el flujo de sangre avanza a través de la válvula, pero parte de él retorna
hacia atrás y, al encontrarse la válvula abierta, vuelve a la cavidad
anterior de la que acaba de salir. Algunas valvulopatías son infecciosas
(ej. fiebre reumática por estreptococo). Dependiendo de su gravedad,
pueden resultar letales. En los casos más graves se recurre a la
sustitución quirúrgica de la válvula fallida por una válvula artificial o una
válvula de cerdo.
Arteriopatía coronaria: es la isquemia del miocardio debida a una
estenosis (obstrucción) parcial o total de alguna arteria coronaria.
Dependiendo del grado de isquemia y del tiempo que ésta se mantenga,
las células miocárdicas pueden sufrir necrosis (muerte) por falta de
oxígeno, lo que conocemos como infarto de miocardio. Sus causas son
diversas (trombosis o embolia coronaria, aterosclerosis coronaria,...).
Angina de pecho: es el dolor miocárdico provocado por la isquemia. Es
un aviso que, si no se soluciona a tiempo, antecede al infarto de
miocardio. Puede aparecer en sujetos con arteriopatía coronaria,
insuficiencia cardíaca, valvulopatías, hipertensión arterial,... cualquier
causa que disminuya el aporte sanguíneo al músculo cardíaco.
Insuficiencia cardíaca: es la incapacidad del ventrículo de bombear la
sangre a la arteria. Puede ser derecha o izquierda. Sus causas pueden
ser varias, como haber padecido un infarto de miocardio previo (lo que
disminuye la cantidad de miocardio sano funcional), valvulopatías,...
Accidente cerebrovascular agudo o ictus: es la isquemia cerebral
ocasionada por tromboembolismos o hemorragias cerebrales. Según la
cantidad de tejido afectado y la zona cerebral lesionada, los efectos del
ictus pueden ser apenas observables o resultar incapacitantes o incluso
letales.
Varices o venas varicosas: son venas cuya pared está anormalmente
dilatada, por lo que tienden a retener sangre. Al dilatarse, la distancia
entre las valvas de las válvulas semilunares aumenta, terminando por
hacerlas incompetentes (con fugas), lo que agranda aún más la variz.
En las venas varicosas tienden a formarse coágulos de sangre, que
pueden producir una trombosis local (obstrucción en el sitio donde se
han formado) o viajar hasta llegar al sistema arterial y obstruir algún
pequeño vaso lejos del lugar de origen (embolia). Su causa puede ser
hereditaria o adquirida (ej. pasar mucho tiempo en bipedestación sin
moverse). Las hemorroides son varices del conducto anal.
Arritmia: alteración del ritmo cardíaco normal. Hay muchos tipos de
arritmias, algunas no tienen gran repercusión clínica (ej. taquicardias
ocasionales), pero otras sí pueden resultar letales (ej. fibrilación
ventricular).
Bradicardia: arritmia caracterizada por una frecuencia cardíaca lenta,
menor de 50 latidos por minuto en un adulto. La bradicardia leve es
normal durante el sueño y en los deportistas entrenados.
Taquicardia: arritmia caracterizada por una frecuencia cardíaca rápida,
superior a 100 latidos por minuto en un adulto en reposo. Es normal
durante y después del ejercicio, así como en situaciones de estrés.
Hipertensión arterial: es la elevación persistente de la tensión arterial por
encima de los límites considerados normales (> 140/90 mm Hg).
La hipertensión arterial es un factor de riesgo cardiovascular importante,
con una incidencia de enfermedad coronaria (y, por tanto, de infarto de
miocardio), muerte súbita y enfermedad vascular periférica doble que el
paciente normotenso; el riesgo de accidente cerebrovascular es
cuádruple. La hipertensión no controlada acelera la acumulación de
placas de ateroma en las arterias (favorece la aterosclerosis), y como ya
se ha comentado, daña al endotelio vascular, especialmente al de las
arterias coronarias, riñones, cerebro (riesgo de infarto cerebral) y retina
(riesgo de pérdida de agudeza visual).
Su origen en un 90% de los casos es desconocido o hereditario (lo que
se conoce como hipertensión arterial primaria o esencial); en el 10%
restante se debe a otra patología de base (hipertensión arterial
secundaria), como pueden ser afecciones renales (ej. Glomerulonefritis),
afecciones hormonales (ej. Síndrome de Cushing) o tratamientos
farmacológicos (corticoides, anticonceptivos orales). Cuando la
hipertensión arterial es primaria, se trata de una enfermedad crónica que
precisa de seguimiento clínico toda la vida; si es secundaria, en cuanto
se trate la enfermedad que la cause puede que las cifras tensionales se
normalicen por sí solas.
Hipotensión arterial: es la disminución persistente de la tensión arterial
por debajo de los límites normales (> 100/60 mm Hg). Si la hipotensión
es muy baja, la perfusión sanguínea a los tejidos (riñón, hígado, cerebro,
corazón,…) se ve comprometida, lo que puede provocar graves
consecuencias e incluso la muerte.
Muchas personas son hipotensas de manera fisiológica, y su organismo
funciona perfectamente con tensiones de 90/50 mm Hg.
Algunas personas, independientemente de si son normotensas,
hipertensas o hipotensas, presentan hipotensión ortostática (postural).
Podemos definirla como un descenso repentino de la tensión arterial
cuando cambiamos de postura bruscamente (de sedestación a erguido,
de decúbito a sedestación, agacharse a recoger algo,…), y que se
manifiesta con mareos y obnubilación. Lo peligroso de la hipotensión
ortostática es el riesgo de caída que supone. Las personas que la
padecen deben hacer cambios suaves de postura para evitarla (ej.
Levantarse despacio por la mañana, permaneciendo un rato en
sedestación antes de incorporarse; agacharse lentamente para recoger
algo, y doblando las rodillas, no el tronco y cabeza, etc)
Anemia: déficit de hemoglobina (no siempre acompañada por una
disminución del número de eritrocitos). Esto implica un menor
abastecimiento de oxígeno tisular, lo que explica que la persona
presente astenia. Sus causas principales son las hemorragias intensas
(ej. menstruaciones masivas en algunas mujeres), escasa producción de
hemoglobina (ej. por falta de hierro, por falta de vitamina B12), o aumento
del ritmo de destrucción eritrocitaria (anemias hemolíticas como la
anemia de células falciformes, hereditaria).
Leucemia: cáncer de la médula ósea que afecta a la producción normal
de los leucocitos. Éstos no maduran y son anormales, por lo que la
persona queda inmunodeprimida. Además, la colonización invasiva de
estas células cancerosas puede afectar al correcto desarrollo de los
hematíes y las plaquetas, causando anemia y hemorragias en el sujeto.
7. CONCLUSIONES
El corazón actúa como una bomba, manteniendo la sangre en
movimiento constante por el circuito vascular (arterias, arteriolas,
capilares, vénulas y venas). El objetivo del aparato circulatorio es
mantener a los capilares abastecidos con la cantidad adecuada de
sangre, ya que son los encargados de llevar a las células sustancias
esenciales para su funcionamiento y de recoger de las mismas sus
desechos metabólicos.
Además, el sistema cardiovascular cumple con otras importantes
funciones: transporta hormonas desde las glándulas de origen hasta
sus células diana (las hormonas son importantes mensajeros
intracorporales, reguladas por el sistema neuroendocrino), defiende al
organismo frente a infecciones (transporta, al igual que el sistema
linfático, a las células inmunitarias) y ayuda al mantenimiento de la
temperatura
intracorporal
(mediante
los
mecanismos
de
vasoconstricción y vasodilatación).
Recorrido del flujo sanguíneo: ventrículo izquierdo (comienzo de la
circulación sistémica)
arteria aorta
arterias de los tejidos
arteriolas
capilares
vénulas
venas de los tejidos
venas
cavas
aurícula derecha (fin de la circulación sistémica)
ventrículo derecho (comienzo de la circulación pulmonar)
arteria
pulmonar
arteriolas pulmonares
capilares alveolares
vénulas
pulmonares
venas pulmonares
aurícula izquierda (fin de la
circulación pulmonar)
...
El sistema linfático es imprescindible para la recuperación del plasma
(rico en agua y proteínas) extravasado a los tejidos, ya que
constantemente lo recoge y lo devuelve a la circulación sanguínea.
:
La coordinación e interactuación entre el sistema neuroendocrino, el
aparato respiratorio, el aparato digestivo, el sistema linfático y el
sistema cardiovascular nos recuerda la importancia de considerar al
organismo como un todo, en el que cada aparato cumple una función
dentro de un trabajo en equipo que permite el mantenimiento del
equilibrio interno.
8. BIBLIOGRAFÍA
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“Anatomía y fisiología” Gary A. Thibodeau, Kevin T. Patton. Ediciones
Harcourt, S.A. Año 2000.
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McGraw-Hill Interamericana Editores S. A. Año 2001. Quinta edición.
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Fernández. McGraw-Hill/Interamericana de España S.A.U. Año 2000
“Enfermería medico-quirúrgica” Brunner y Suddarth. Suzanne C.
Smeltzer, Brenda G. Bare. McGraw-Hill Interamericana Editores S.A.
Año 2002. Novena edición.
“Diccionario Mosby” Medicina, enfermería y ciencias de la salud.
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