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ÁMBITO FARMACÉUTICO
Educación sanitaria
Exposición solar
Beneficios, riesgos y prevención
El sol no es sólo una gran fuente de
energía que hace posible la vida en el
planeta Tierra, también influye
decisivamente sobre la salud del ser
humano. La incidencia de la radiación
solar sobre la piel causa diversas
alteraciones que dependen de su
intensidad, del tiempo de exposición
y del tipo de radiación. La autora
aborda, entre otros, aspectos como
las características de las radiaciones
solares, sus efectos nocivos sobre la
piel, el factor de protección solar
y la amplia gama de productos
relacionados con el bronceado
y la fotoprotección.
abemos que para que se produzca la vida en nuestro
planeta es indispensable que éste reciba la radiación
procedente del sol. Aparte de proporcionar ese tono
dorado que resulta tan favorecedor, esta radiación hace
posible procesos muy importantes para la vida y el desarrollo
de los seres vivos. Uno de ellos es la síntesis de vitamina D a
través de sus precursores. La vitamina D tiene una acción antirraquítica que favorece el buen estado de los huesos, especialmente en la edad adulta, ya que ejerce un efecto protector
contra la osteoporosis y evita la osteomalacia. Asimismo, también se conoce el efecto antidepresivo de la radiación solar al
actuar sobre ciertas funciones cerebrales, lo que influye directamente sobre el estado de ánimo. Además, hace posible la fotosíntesis y gracias a ésta que se produzca el oxígeno necesario
para la respiración. Tampoco hay que olvidar el efecto terapéutico que ejerce la radiación ultravioleta (UV) sobre algunas enfermedades cutáneas, como la psoriasis, la ictericia del
recién nacido y la dermatitis atópica.
Sin embargo, aunque es indispensable para la vida, si nos
exponemos de forma incontrolada a la radiación del sol nuestra salud puede resentirse, como veremos a continuación.
S
LAURA GONZÁLEZ BOSQUET
FARMACÉUTICA.
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O F F A R M
VOL 25 NÚM 5 MAYO 2006
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Radiación solar y su efecto en la piel
Las radiaciones solares son radiaciones electromagnéticas de las que sólo una pequeña parte llega a alcanzar la superficie terrestre (sólo las superiores a
280 nm).
Las de longitud de onda superior son más energéticas e incompatibles con la vida en nuestro planeta
y se absorben en las capas más altas de la atmósfera.
El espectro solar se clasifica en distintas zonas en
función de su longitud de onda:
• Infrarrojo: 780-1.400 nm.
• Visible: 380-780 nm.
• Ultravioleta A: 315-380 nm.
• Ultravioleta B: 280-315 nm.
• Ultravioleta C: 180-280 nm.
La radiación UVC la absorbe la capa de ozono situada a 60 km de altura, lo que es indispensable para
la vida en nuestro planeta, ya que este tipo de radiación es incompatible con los seres vivos.
Cuando la radiación solar incide sobre la piel se
producen alteraciones que dependen de la intensidad de ésta, del tiempo de exposición y del tipo de
radiación. Además de los efectos beneficiosos que ya
hemos visto en el apartado anterior, un exceso de
radiación sin la protección adecuada puede causar
desde una simple quemadura hasta alteraciones más
graves, como el fotoenvejecimiento o incluso el
cáncer de piel. Cuanta más radiación absorba la capa
córnea y menos llegue a las capas más profundas de
la piel, menos daños se producirán. Ello depende de
la longitud de onda de cada radiación.
Tipos de piel
y exposición solar
Para valorar los efectos del sol sobre la
piel, también hay que considerar el límite
de tolerancia que tiene ésta a la radiación
solar. Para ello, hay una clasificación que
agrupa los distintos tipos de piel en 6
fototipos distintos.
Fototipo I
Se trata de una piel que se quema siempre y no se broncea nunca. Corresponde
a una piel lechosa y frecuentemente con
pecas, con ojos azules o verdes. Habitualmente se presenta en las personas rubias o
pelirrojas.
Fototipo II
Se quema casi siempre y se broncea mínimamente. Corresponde a una piel sensible, clara, con los ojos azules o pardos y el
pelo rubio o castaño claro.
Fototipo III
Se quema fácilmente y se broncea de forma gradual. Propio de la raza caucásica.
Corresponde a una piel ligeramente morena y color de pelo rubio o castaño y ojos
castaño.
Fototipo IV
Radiación UVB
Causa las quemaduras y el engrosamiento de la capa
córnea. También es la causante de la disminución de
las defensas del sistema inmunitario. El eritema puede ir desde un ligero enrojecimiento de la piel hasta
su descamación o la aparición de ampollas.
Radiación UVA
Aunque tiene más poder de penetración en el interior de la piel, tiene escasa capacidad de producir
quemaduras. No obstante, sí puede producir, a largo
plazo, una degeneración de las fibras elásticas de la
piel y su envejecimiento prematuro.
Producción de radicales libres
Esta piel se quema mínimamente y se
broncea siempre fácil e intensamente. Es
propia de la raza mediterránea. Corresponde a individuos de ojos y cabellos de
color oscuro y piel mate.
Fototipo V
En esta piel el eritema pasa casi inadvertido y el bronceado es muy intenso y persistente. Corresponde a individuos árabes,
indios y de algunas zonas de Asia y Oceanía, cuya piel es amarronada y los ojos y el
cabello son oscuros.
Fototipo VI
Pertenecen a este fototipo los individuos
de raza negra, que no se queman y cuyo
bronceado es máximo.
Tanto la radiación UVA como la UVB tienen la capacidad de originar especies reactivas oxigenadas,
conocidas como «radicales libres». Producen una
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Educación sanitaria
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oxidación de la bicapa fosfolipídica que constituye las
membranas celulares y alteraciones de la función enzimática, que interviene en la síntesis de proteínas y de
los ácidos nucleicos.
La acción de los radicales libres está implicada tanto
en el fotoenvejecimiento como en el cáncer cutáneo y
una gran cantidad de fotodermatosis.
Fotoenvejecimiento
El envejecimiento prematuro de la piel o fotoenvejecimiento se caracteriza por una intensa sequedad cutánea, falta de elasticidad, arrugas marcadas, hiperqueratosis, presencia de manchas hiperpigmentadas y aparición de lesiones premalignas e incluso malignas. En
cuanto al cáncer de piel, puede originar desde lesiones
precancerosas a cánceres de gran capacidad invasiva
(como el melanoma).
Fotosensibilidad
Otra de las consecuencias negativas de la radiación solar son las reacciones de fotosensibilidad. Estas reacciones se originan cuando la radiación solar entra en contacto con algunas sustancias que se encuentran presentes en la piel y que han llegado a ella bien sea vía
tópica o sistémica. Estas sustancias fotosensibilizantes
pueden ser los perfumes, esencias y productos con alcohol, los psoralenos y también ciertos medicamentos,
especialmente los antihistamínicos, antimicrobianos,
antihipertensivos, diuréticos, antidepresivos y antiinflamatorios no esteroideos.
Protección solar natural
La piel responde de varias formas frente a la radiación solar. Por un lado, la capa córnea reacciona
con un aumento de grosor para evitar que las radiaciones penetren a través de la piel. Asimismo, ésta
se protege de la radiación gracias a una sustancia,
secretada por las glándulas sudoríparas, llamada ácido urocánico, y que actúa como un filtro natural.
Pero el principal mecanismo de protección que tenemos frente a la radiación solar es la formación de
la melanina, a partir de los melanocitos situados en
la capa basal. La melanina es un pigmento que da
lugar al bronceado de la piel y lo estimulan la radiación UVA y la UVB. La radiación UVA produce un
bronceado inmediato, que se origina unos 30 min
después de la exposición al sol y se atenúa en poco
tiempo. Esta radiación es la causante de la pigmentación directa de la piel. Por otro lado, la radiación
UVB origina la pigmentación indirecta de la piel
y un bronceado más duradero, que requiere varios
días de exposición. Se inicia a los 2-3 días y pasa
por un enrojecimiento de la piel.
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Factor de protección solar
El factor de protección solar (FPS) indica el múltiplo del
tiempo que tarda una piel protegida en desarrollar un eritema con respecto al tiempo que tarda esa misma piel en
conseguir el mismo efecto sin aplicar ninguna protección.
Por ejemplo, si una persona puede permanecer 10 min
expuesta al sol sin quemarse, un FPS de 15 nos indica que
esa misma piel puede estar expuesta al sol sin riesgo de sufrir quemaduras 15 veces más, es decir 10 × 15 = 150 min.
El factor de protección se define como el cociente
entre la mínima dosis eritematógena (MED) de la piel
protegida respecto a la MED de la piel sin protección a
las 24 h de radiación.
En estos momentos el método de evaluación considerado estándar en Europa es el COLIPA (Agrupación
Europea de Fabricantes de Productos de Cosmética y
Perfumería). Este método nació tomando como punto
de partida los anteriores de la FDA norteamericana y el
método DIN alemán y se basa en el uso de una lámpara de arco de xenón.
Determinación del factor de protección solar
según el método COLIPA
El método consiste en producir en la piel humana de
voluntarios seleccionados una serie de eritemas, en zonas bien delimitadas (de una superficie de unos 35
cm2). Para ello se utilizan dosis crecientes de radiación
ultravioleta procedentes de una lámpara de arco de xenón, perfectamente definidas en cuanto a su espectro
de longitudes de onda y sus intensidades relativas.
Algunas de las zonas expuestas están protegidas por
cantidades estándares de FPS conocido o con las muestras que hay que evaluar, mientras que otras zonas están
expuestas a la radiación sin protección alguna. Tras 24 h
(cuando el eritema producido llega a su máxima expresión) se procede a la lectura simultánea de los resultados: los de la piel tratada con el producto a evaluar, la
piel tratada con el estándar y la piel no tratada. A partir
de aquí, la determinación de las dosis eritematógenas
de la piel tratada y la piel no tratada se realiza de forma
simultánea y en condiciones comparables. Con estos
datos se hace el cálculo del FPS de acuerdo con la fórmula que apuntamos anteriormente:
MED zona de protección
FPS = ———————————
MED zona sin protección
El número de voluntarios usado en el ensayo puede
ser de 10 o 20 en función de la variabilidad del grupo,
y deben incluirse como mínimo individuos pertenecientes a los fototipos III. Para la determinación de la
MED se emplean métodos colorimétricos que aseguren unos valores exactos y reproducibles.
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Si además quiere valorarse el grado de resistencia al
agua (productos water proof o water resistant) deben demostrarse estas cualidades sumergiendo al voluntario en
una piscina y determinar la resistencia del producto a la
inmersión durante un período también estandarizado.
Las recomendaciones de COLIPA respecto a la unificación en la nomenclatura de los índices de protección
ultravioleta (UV) de los productos solares apuntan 5 categorías fijas de protección. Estas recomendaciones tienen el objeto de aunar cifras y frenar la disparidad de
FPS que vienen sucediéndose en Europa. Estas 5 categorías abarcan desde protección baja hasta ultra. También establece el 50+ (o plus) como el valor más alto
que puede usarse para un producto de uso común y
abarcaría a los productos con un FPS igual o superior a 60, ya
que se entiende que por encima de este valor, por mucho que
aumente la concentración de filtros en la formulación del producto, la absorción real de radiación varía realmente muy poco
de un producto a otro. Sin embargo, habría excepciones para
casos específicos de intolerancias graves al sol y antecedentes de
cáncer de piel.
Así, las 5 categorías de protección abarcarían:
• Protección baja: SPF 2, 4, 6.
• Protección media: SPF 8, 10, 12.
• Protección alta: SPF 15, 20, 25.
• Protección muy alta: SPF 30, 40, 50.
• Protección ultra: SPF 50+ (igual o superior a 60).
Fotoprotectores
El uso de fotoprotectores que
incluyen filtros solares de diversa
naturaleza es la medida más eficaz
de protegerse frente a la radiación
solar. Además, hay medidas complementarias y consejos que deben
tenerse en cuenta para mantener una
sana y controlada exposición al sol
(véase cuadro adjunto).
Filtros solares
Los filtros solares son sustancias
que, en función de su naturaleza y
de su mecanismo de acción, al aplicarse sobre la piel antes de la exposición solar son capaces de reflejar
las radiaciones solares o de absorberlas. De esta forma se asegura una
protección efectiva contra la quemadura solar, el envejecimiento de la
piel y se reducen el riesgo de cáncer
cutáneo y las reacciones causantes de
fotodermatosis y fotosensibilidad.
Además, el producto debe ser resistente
al agua y al sudor, tener buenas cualidades
organolépticas, no manchar la piel ni la
ropa, ser estable a altas temperaturas y
permanecer inalterable tras su aplicación.
Según su composición, se distinguen distintos tipos de filtros: físicos
o químicos.
Filtros físicos
Son de origen mineral y actúan
reflejando la luz UV y el IR. Los filtros físicos permiten una amplia pro-
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tección, con lo que reducen el riesgo
de sensibilización y fotocontacto. Sus
partículas minerales micronizadas opacas reflejan y difunden las radiaciones
ultravioletas, infrarrojas y visibles. Son
fotoestables y presentan una gran resistencia al agua. Suelen formularse asociados a los filtros químicos.
Ejemplo de ello serían el dióxido
de titanio, mica, talco, silicatos (arcilla, caolín, bentonita) y óxido de
cinc. Al ser opacos a la luz tienen un
elevado factor de protección, por lo
que pueden tener el inconveniente
de que al aplicarse blanquean un
poco la piel, ya que reflejan la luz
visible. Actualmente, este efecto ha
sido ampliamente mejorado con los
nuevos preparados comerciales.
Filtros químicos
Son compuestos de estructura química compleja que actúan como
cromóforos, absorbiendo la energía
de fotones de longitud de onda
determinada y cambiando su
estructura. Por ello, su capacidad
protectora depende del espectro de
absorción del filtro. Pueden usarse en
asociación para intentar cubrir un
espectro de radiación solar lo más
amplio posible. Su uso está regulado
por la legislación cosmética, que
establece los filtros autorizados y a
qué concentraciones pueden utilizarse para garantizar su total inocuidad.
Hay también ciertas especies vegetales (p. ej., aceites de sésamo, aguacate, oliva, germen de trigo o su
fracción insaponificable y los extractos de aloe, cáscara sagrada, caléndula) que tienen la capacidad de filtrar
parte de la radiación solar. Éstos pueden asociarse a los anteriores para
potenciar la acción filtrante. También
en la formulación de productos antisolares pueden incluirse antioxidantes
para evitar la formación de radicales
libres y potenciar el sistema.
Actualmente, los filtros solares se
encuentran presentes en una amplia
categoría de productos, que abarcan
tanto los destinados al cuidado de la
piel como, p. ej., los cosméticos hidratantes, los productos antiedad o regeneradores, como los maquillajes y las
barras labiales. También se encuentran
en muchos productos destinados al
cuidado y la protección del cabello
frente a la radiación solar, como es el
caso de acondicionadores sin aclarado,
geles, espumas, lacas, aceites, etc.
Productos para después del sol
Tras haber pasado el día tomando
el sol en la playa o montaña, con la
debida protección, es muy conveniente aplicar un producto after sun
con el objeto de refrescar, hidratar
y calmar la piel.
Para ello, encontramos en el mercado productos que se presentan en
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CONSEJOS DESDE LA FARMACIA
Consejos y medidas complementarias para una exposición solar controlada
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La piel debe estar limpia antes de aplicar el producto, libre de
maquillajes, perfumes, etc., ya que hay que evitar posibles reacciones de fotosensibilidad y la aparición de manchas en la piel.
El producto se aplicará media hora antes de la exposición al sol y
con la piel completamente seca. Asimismo, debe extenderse una
cantidad suficiente de producto (no inferior a unas 6 cucharadas) para garantizar la protección que figura en el envase.
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Hay que tener en cuenta que la altitud incrementa el riesgo de
quemadura, por lo que hay que extremar la protección en alta
montaña. La presencia de nieve aumenta este riesgo, ya que
la nieve y arena reflejan la radiación solar (la nieve lo hace un
80% frente al 25% de la arena).
No hay que olvidar que las nubes e incluso la sombrilla no
impiden el paso de la radiación solar, por lo que también
debe utilizarse el protector solar.
distintas formas cosméticas, emulsiones, cremas, aerosoles, geles, etc.,
que se caracterizan por contener
principios activos que tienen la función de minimizar el eritema que se
produce en la zona expuesta, como
extractos vegetales de caléndula, aloe,
manzanilla, regaliz y saúco, ricos en
flavonoides, o moléculas activas como el alfabisabolol procedente del
extracto de manzanilla. Muchas veces también puede interesar conseguir cierta acción cicatrizante y epitelizante mediante extractos vegetales
de centella, aguacate, hipericón y
sustancias activas como la alantoína y
el pantenol. Además, también son de
gran utilidad los principios activos
regeneradores ricos en ácidos grasos
poliinsaturados, como los derivados
de la vitamina E, palmitato o acetato
de retinol o aceite de borraja, algodón y onagra e insaponificables vegetales de karité o maíz.
Bronceado cosmético
Cuando no se dispone de tiempo
para tomar el sol, podemos optar
por un bronceado sin sol o bronceado cosmético. Para ello, hay dos tipos
de productos: los autobronceadores,
que permiten conseguir el bronceado
por un proceso químico en el que no
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■
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También hay que recordar que la radiación solar es más intensa en las horas centrales del día (especialmente en verano) y
cerca del ecuador, ya que incide de forma perpendicular a la
superficie terrestre.
Zonas como la labial o las especialmente sensibles, como la
nariz o zonas con cicatrices, necesitan una protección elevada. Hay 2 etapas en la vida en la que la piel se encuentra
especialmente desprotegida: la infancia y la edad madura. En
el caso de los bebés hay que evitar que se expongan al sol y
mantenerlos hasta los 3 años en lugares frescos y a la sombra.
Los niños deben utilizar protectores solares de elevado factor
de protección y un elevado grado de resistencia al agua. Del
mismo modo, en las pieles maduras se encuentran áreas
especialmente sensibles al fotoenvejecimiento, como son el
contorno de los ojos y labios, el escote y las manos, por lo
que se debe moderar mucho su exposición al sol. ■
se da una exposición a la radiación
solar y los aceleradores del bronceado
en los que se produce una activación
del proceso de síntesis de melanina (es
decir, de la sustancia responsable del
bronceado natural de la piel) y de su
traslado a la superficie cutánea. Por
tanto, en estos últimos se produce una
exposición previa de la piel a la radiación solar y, debido a la formación de
la melanina, presentan una acción protectora cutánea, algo que no se consigue con los autobronceadores.
Mecanismo de acción
de los autobronceadores
El principio activo más utilizado
como autobronceador es la dihidroxiacetona (DHA), que origina
una reacción química conocida como reacción de Mallard, en la que
reacciona con las aminas, aminoácidos libres y péptidos de las células de la capa córnea de la piel,
con lo que forma compuestos coloreados y, tras sucesivas transformaciones, se obtienen unos polímeros (melanoidinas) responsables
de su tono dorado o marrón. Esta
coloración, al producirse sobre células externas, irá desapareciendo progresivamente debido al proceso de
descamación natural de la piel, por lo
que el producto debe aplicarse periódicamente si quiere mantenerse el
color a lo largo del tiempo.
La DHA es un compuesto totalmente inocuo, ya que no afecta más
que a las capas superficiales del estrato
córneo, pero hay que recordar que no
protege de la radiación solar, por lo
que las personas que utilicen autobronceadores y que vayan a exponerse
al sol deben utilizar adicionalmente
un factor de protección adaptado a su
fototipo cutáneo. La aplicación del
autobronceador debe realizarse de
forma muy homogénea y es conveniente realizar un peeling previo con
un exfoliante para evitar que aparezcan zonas más pigmentadas que otras.
El otro grupo de productos que producen un bronceado cosmético se conoce como activadores del bronceado.
En este caso, para su acción precisan
la exposición solar, ya que actúan en
la síntesis de melanina y, por lo tanto,
a diferencia de la DHA se ejerce un
efecto protector de la piel. Sus principales representantes son la L-tirosina y
los psoralenos, que proceden de las
esencias de los cítricos. Sus grupos
cromóforos absorben la radiación UV
procedente del sol y activan la formación de la melanina y su migración a
la superficie de la piel. ■
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