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Se publica en España el primer tratado
sobre “Psiquiatría Geriátrica”

Se trata de una obra multidisciplinar diseñada para servir de herramienta
indispensable a todos los profesionales sanitarios implicados en la atención
a los mayores

Es la primera obra de estas características publicada en lengua española

A excepción del síndrome de demencia, la población anciana presenta
tasas similares de enfermedad mental al resto de la población

El estado de la psiquiatría geriátrica española está en expansión, pero aún
no está suficientemente desarrollado. Los profesionales necesitan fuentes
adecuadas de información y formación.
"Una situación completamente nueva desde el punto de vista histórico es la existencia de un
número elevado de sujetos que alcanzan la edad geriátrica. Este aumento en la frecuencia
absoluta y relativa del número de ancianos es la consecuencia del aumento de la esperanza de
vida y de la reducción de la natalidad. Nuestro país, aunque algo después que otras naciones
europeas, se ha unido con fuerza a esta tendencia, y hoy día presentamos unas tasas de
envejecimiento y unas tendencias demográficas indistinguibles de las de otros países de
nuestro entorno occidental". Este es –según lo describen sus editores, los Dres. Luis Agüera
Ortiz, Manuel Martín Carrasco y Jorge Cervilla Ballesteros- el marco sociológico en que
aparece "Psiquiatría Geriátrica" una magna obra diseñada para servir de herramienta
indispensable no sólo a psiquiatras, sino también a geriatras, gerontólogos, neurólogos,
médicos de familia, psicólogos y, en general, todos los profesionales sanitarios implicados en la
atención a los mayores.
Como subraya en el prólogo de la obra el Dr. Cornelius Katona, Catedrático de Psiquiatría del
Anciano del University College (Londres): "La aparición del primer gran tratado sobre
Psiquiatría Geriátrica que se publica en España es motivo de celebración, y llega en el
momento oportuno."
El manual abarca y analiza con detalle a lo largo de sus 800 páginas (33 trabajos de 38
autores) todos los aspectos y enfoques de la vejez en relación con la salud y la enfermedad
mental. Así, se extiende desde los detalles que pasan más desapercibidos en la relación
médico-paciente pero que son de la mayor trascendencia (p.e., emplear correctamente las
fórmulas de trato o adoptar la adecuada distancia interpersonal con el paciente) a los tests más
útiles para la evaluación de las demencias y los demás trastornos mentales, hasta los
problemas ético-legales en los enfermos con demencia, pasando por el estudio de las distintas
enfermedades y su enfoque terapéutico, tanto en las vertientes farmacológicas como en las
distintas psicoterapias y otras terapias no farmacológicas.
Existen muy pocas fuentes de información acerca de los problemas mentales de los ancianos
en España. Incluso en otras lenguas, el número de obras de estas características es también
escaso. Por eso este libro se convierte de facto en el texto de referencia en la materia para los
profesionales implicados, tanto en España como en el resto de países de lengua española.
Tasas similares o inferiores de enfermedad mental
Entre los datos aportados por esta obra que podrían resultar más sorprendentes destaca, sin
duda, el que los editores destacan al comentar el panorama del envejecimiento y la psiquiatría
geriátrica en el siglo XXI: "En contra de la tendencia más extendida, los estudios
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epidemiológicos comunitarios sobre grandes muestras (...) han puesto de manifiesto que, a
excepción del síndrome demencial, la población anciana presenta unas tasas de enfermedad
mental inferiores a las del resto de la población. Este fenómeno puede resultar especialmente
sorprendente en el caso de los trastornos depresivos, sobre los que ha pesado gravemente la
actitud senectista con relación a la supuesta acción depresiva del propio envejecimiento."
Depresión:
Tales estudios coinciden en que el riesgo de depresión mayor no se incrementa con la edad,
una vez que se controlan el resto de los factores de riesgo, especialmente la salud física. Las
formas menos graves de depresión sí son muy frecuentes y producen tasas importantes de
discapacidad y sufrimiento. Con todo, tras los síntomas demenciales, los trastornos depresivos
constituyan la patología más frecuente en psiquiatría geriátrica y la que mayores repercusiones
tiene a nivel sociosanitario y sobre la calidad de vida de los pacientes. Los avances en el
tratamiento de la depresión geriátrica pueden calificarse de espectaculares y en estos
momentos es una enfermedad con un importante índice de mejoría y curación.
Demencia:
El síndrome demencial es particularmente frecuente en el anciano, ya que las enfermedades
que lo causan con más frecuencia – especialmente la enfermedad de Alzheimer – aumentan su
incidencia con el envejecimiento. En contra de la opinión más extendida hasta hace poco
tiempo, las demencias presentan una prevalencia muy importante de trastornos de tipo
psiquiátrico, especialmente depresión y trastornos psicóticos, y de alteraciones del
comportamiento, como la agresividad. Estos trastornos afectan de forma grave la calidad de
vida del paciente y del cuidador, y condicionan con frecuencia la institucionalización del
paciente. En esta obra se aborda el problema de la demencia en el anciano de forma integral,
atendiendo tanto a los trastornos cognitivos, como a los psiquiátricos y al deterioro funcional,
destacando el proceso evaluativo y la terapéutica de las distintas formas de demencia:
enfermedad de Alzheimer, Demencia Vascular, Demencia con Cuerpos de Lewy, Demencia
Frontotemporal y Demencia en la enfermedad de Parkinson.
Ansiedad:
Los trastornos por ansiedad que cumplen criterios de enfermedad franca muestran una
prevalencia e incidencia menor en ancianos que en adultos más jóvenes, quizás por su
presentación o por el uso inadecuado de métodos diagnósticos diseñados para otras edades.
Aún así, en general, al menos el 10% de los ancianos presenta algún trastorno de ansiedad. En
todo caso, la frecuencia en que la ansiedad acompaña a otras enfermedades físicas o
mentales sí es muy alta.
Trastornos psicóticos:
Los trastornos que cursan con psicosis de diferente origen sí son más frecuentes que a
cualquier otra edad, y producen un considerable sufrimiento en el propio paciente y una gran
sobrecarga familiar, que puede compararse al que produce la demencia. Es por tanto preciso
un tratamiento que sea a la vez cuidadoso y lo más enérgico posible. Los nuevos neurolépticos
han demostrado similares tasas de eficacia que los tradicionales, pero con menos efectos
secundarios, por lo que deben ser considerados la primera opción en la gran mayoría de los
casos.
Trastornos del sueño:
Más de la mitad de las personas mayores que viven en su domicilio y hasta dos tercios de las
que padecen enfermedades de larga evolución están afectadas por trastornos del sueño. Los
ancianos toman hasta un 35-45% de todas las prescripciones de hipnóticos sedantes.
Trastornos psicosexuales:
El anciano no es asexuado, la mayoría de los ancianos siguen interesados en la actividad
sexual. El enfoque de la evaluación y tratamiento de las disfunciones sexuales en el anciano
debe ser multidimensional, interdisciplinario y dinámico, abarcando aspectos clínicos,
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funcionales, mentales y sociales. Es preciso no confundir con enfermedad los cambios
normales asociados con el envejecimiento, no asumir como normales la aparición de
disfunciones sexuales y poner a disposición de los pacientes el tratamiento más adecuado
dentro del amplio abanico de posibilidades terapéuticas existentes.
Suicidio:
El suicidio, desenlace trágico en algunas enfermedades mentales, ha experimentando un
significativo incremento en España en las últimas décadas en la franja de edad por encima de
los 64 años. Es un problema psiquiátrico más prevalente en el anciano que en edades más
jóvenes. Los intentos de suicidio acaban en muerte con mayor frecuencia que a otras edades,
lo que añade un factor más a la gravedad del problema. El principal factor de riesgo es la
presencia de un trastorno depresivo, que a menudo pasa desapercibido o es insuficientemente
tratado. Los inhibidores selectivos de recaptación de la serotonina (ISRS) presentan un perfil
especialmente favorable en el manejo del anciano deprimido con riesgo de suicidio. Este perfil
se explica por su actividad antidepresiva demostrada en la depresión geriátrica, así como por
su acción específica en la reducción de la ideación suicida y su seguridad en el caso de
sobredosis.
Psiquiatría geriátrica en España
En términos generales, el estado de la psiquiatría geriátrica española puede calificarse de
incipiente. Tradicionalmente, la mayoría de los psiquiatras interesados, en número todavía
reducido, han tenido que recurrir a la autoformación o a adquirirla en el extranjero, si bien la
situación está empezando a cambiar. Los profesionales que se dedican a la psicogeriatría
tienen un perfil muy vocacional.
No obstante, la situación de la psiquiatría geriátrica en España viene a ser similar a la que vivió
en sus comienzos en otros países que pasaron por el proceso de reconocimiento de las
necesidades asistenciales de la población anciana antes que el nuestro.
En cualquier caso, existe una realidad clínica ineludible: la presencia de un importante número
de ancianos en las consultas de la mayoría de los psiquiatras. Estos pacientes presentan retos
diagnósticos y terapéuticos concretos y específicos, a los que se ha de dar una respuesta tan
cuidadosa como eficaz.
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Envejecimiento:
un fenómeno en progresión
Como señala el Dr. Alberto Porras Chavarino, el envejecimiento se ha convertido en objetivo
prioritario de la investigación biosanitaria en las últimas dos décadas, a causa
fundamentalmente del aumento que la proporción de población anciana está teniendo en las
sociedades occidentales. "Por ejemplo, en España la población de más de 65 años suponía en
1950 el 7,2% de la población total; en 1991 alcanzó el 13,8%. En cifras absolutas supone pasar
de unos 2 millones de ancianos en 1950 a más de 5 millones de 1991. Las previsiones para las
próximas décadas sitúan la proporción de población anciana en torno al 20% de la población
de los países occidentales."
Este incremento progresivo se debe en gran medida al aumento constante que la esperanza de
vida ha tenido en estas sociedades desde principios del siglo XX: en 1900 la esperanza de vida
al nacer era en España de 34-35 años, mientras que actualmente se sitúa en 73 años para el
hombre y en 80 años para la mujer.
Envejecimiento cerebral
El envejecimiento y sus efectos sobre el cerebro se consideran inevitables. A los 85 años
seguimos teniendo el mismo número de neuronas que el momento de nacer. Esta persistencia
neuronal tiene, probablemente, la ventaja de que así el cerebro es capaz de preservar las
funciones aprendidas y la memoria. La desventaja es que las neuronas no pueden
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habitualmente renovarse. Con el paso del tiempo diferentes episodios internos y externos
afectan al cerebro y la incapacidad de renovación de las neuronas explica por qué los
trastornos del sistema nervioso central son tan frecuentes en la ancianidad. De hecho, una gran
proporción de la discapacidad presente en la vejez tiene una causa neural.
En el ser humano se ha calculado que el peso del cerebro disminuye unos 2-3 gramos por año
desde su peso adulto normal (1.400 g en el varón y 1.250 g en la mujer), de forma que a los
80-90 años se ha reducido aproximadamente el 10% del peso del cerebro con respecto al
individuo adulto. Parece que esta disminución ponderal se debe, fundamentalmente, a cambios
en la sustancia blanca, sobre todo en el lóbulo frontal. Los circuitos cerebrales y sistemas de
neurotransmisión se ven afectados también con el envejecimiento, aunque en diferente medida
según del que se trate. Estas modificaciones predisponen a determinadas enfermedades como
el Parkinson o los trastornos afectivos.
Aspectos psicológicos del envejecimiento
Según comenta el Dr. Claver Martín, el proceso de envejecimiento psicológico no entraña un
deterioro emocional "per se". Los estudios coinciden en que los ancianos, generalmente, al
mirar hacia atrás, se muestran bastante satisfechos y consideran que los rasgos positivos de
crecimiento personal sobrepasan a los de decadencia. Pero las modificaciones externas e
internas del envejecimiento y la conciencia del final de la vida hacen cuestionarse la propia
identidad y originan una situación de crisis. Ante esto cada persona reacciona de manera
distinta. Si se acepta la vejez de modo realista, si se es capaz de asumir el pasado y la
proximidad de la muerte, si ante esta crisis es posible organizarse de forma exitosa, el tiempo
de la vejez se puede vivir plenamente. El envejecimiento es, por lo tanto, una etapa con
posibilidades evolutivas. Para muchos ancianos el envejecer puede ser un proceso de
desarrollo y una época de culminación de la vida.
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"Psiquiatría Geriátrica"
Editores:
Luis Agüera Ortiz
Psiquiatra, Servicio de Psiquiatría,
Responsable de Programas de Psicogeriatría,
Hospital Universitario 12 de Octubre,
Profesor Asociado, Departamento de Psiquiatría,
Universidad Complutense, Madrid
Manuel Martín Carrasco
Psiquiatra, Director Médico, Clínica Psiquiátrica Padre Menni
(Hermanas Hospitalarias), Pamplona
Profesor Asociado, Facultad de Medicina,
Universidad de Navarra, Pamplona
Jorge Cervilla Ballesteros
Psiquiatra, Coordinador de los Servicios Comunitarios
de Salud Mental del Garraf, Sant Joan de Déu-Serveis de Salut Mental,
Hospital de Sant Antoni Abat, Vilanova i la Geltrú (Barcelona);
Profesor Asociado de Psiquiatría,
Institute of Psychiatry, University of London
Treinta y ocho autores.
Treinta y tres trabajos distribuidos en cinco partes temáticas, con un total de 800 páginas.
Editorial Masson.
Patrocinio de Pfizer.
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