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LA ETNOBOTÁNICA Y SU IMPORTANCIA COMO HERRAMIENTA PARA LA
ARTICULACIÓN ENTRE CONOCIMIENTOS ANCESTRALES Y CIENTÍFICOS
Análisis de los estudios sobre las plantas medicinales usadas por las
diferentes comunidades del Valle de Sibundoy, Alto Putumayo
PABLO CESAR CARREÑO HIDALGO
UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN
PROYECTO CURRICULAR LICENCIATURA EN BIOLOGÍA
BOGOTA
2016
LA ETNOBOTÁNICA Y SU IMPORTANCIA COMO HERRAMIENTA PARA LA
ARTICULACIÓN ENTRE CONOCIMIENTOS ANCESTRALES Y CIENTÍFICOS
Análisis de los estudios sobre las plantas medicinales usadas por las
diferentes comunidades del Valle de Sibundoy, Alto Putumayo
PABLO CESAR CARREÑO HIDALGO
MONOGRAFÍA, TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR AL TITULO
LICENCIADO EN BIOLOGÍA
DIRECTORA: MARTHA JANET VELASCO FORERO
UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN
PROYECTO CURRICULAR LICENCIATURA EN BIOLOGÍA
BOGOTA
2016
CONTENIDO
1. INTRODUCCIÓN
2. ANTECEDENTES Y JUSTIFICACIÓN
2.1.
VALLE DE SIBUNDOY
2.2.
COMUNIDAD Y CONTEXTO HISTÓRICO
2.3.
ETNOBOTÁNICA Y CONOCIMIENTO TRADICIONAL
2.4.
PLANTAS MEDICINALES
3. PROBLEMA Y PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN
4. OBJETIVO GENERAL
4.1.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
5. MARCO TEÓRICO
5.1. ETNOBOTÁNICA Y CONSERVACIÓN DE LOS RECURSOS NATURALES
5.2. CONOCIMIENTO TRADICIONAL DEL VALLE DE SIBUNDOY
5.3. MEDICINA Y MÉDICOS TRADICIONALES DEL VALLE DE SIBUNDOY
5.3.1. Medicina tradicional
5.4. MÉDICOS TRADICIONALES
5.5. PLANTAS MEDICINALES EN EL VALLE DE SIBUNDOY
6. METODOLOGÍA
7. DESARROLLO DE LA PROPUESTA
7.1. ANÁLISIS Y REGISTRO DE LAS PLANTAS MÁS USADAS E
IMPORTANTES EN LA MEDICINA TRADICIONAL DEL VALLE DE SIBUNDOY
7.2. LA IMPORTANCIA DE LA ARTICULACIÓN DEL CONOCIMIENTO
TRADICIONAL CON EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO COMO UNA
HERRAMIENTA PARA CONSERVACIÓN DE LOS SABERES TRADICIONALES
Y DEL MEDIO AMBIENTE EN EL VALLE DE SIBUNDOY
8. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
8.1. RECOMENDACIONES
9. BIBLIOGRAFÍA
10. ANEXO
1. INTRODUCCIÓN
La etnobotánica es el estudio del comportamiento de las sociedades humanas
respecto del mundo vegetal (Portères, 1970), a su vez, evidencia cómo se ha
logrado el aprovechamiento de los recursos naturales por parte de las poblaciones
locales, tanto nativas (indígenas) como aquellas que han sido residentes en una
determinada región por largo tiempo (Ocampo, 1994).
En esta disciplina existen diferentes campos de investigación que se estudian con
el fin de reconocer las dinámicas que se generan en la relación planta hombre,
dentro de estos esta: “elucidar la posición cultural de las tribus que han utilizado las
plantas y clarificar la distribución en el pasado de las plantas útiles” (Harshberger,
1996); como en el análisis y reconocimiento de todas las dinámicas que se
encuentran alrededor de las comunidades y sus recursos vegetales, en donde son
necesarios diferentes conocimientos y campos del saber.
Berlin (1992), considera que para poder comprender la complejidad de los
fenómenos estudiados es necesaria una perspectiva interdisciplinar la cual pueda
ofrecer un panorama amplio, imposible de lograr con la de la visión unidireccional
de las disciplinas clásicas.
Al conjuntar objetivos y metodologías de distintas ciencias como la antropología, la
etnografía, la botánica, la farmacología, la fitoterapia, la nutrición, la agronomía, la
ecología o la toxicología se puede dar una mirada profunda del fenómeno cultural
estudiado.
Grandes autores a través del tiempo son los que vienen construyendo y aportando
en la etnobotánica entre los más importantes se encuentran (Sturtevant, 1964;
Barrau, 1965; Hernández, 1979; Barrera, 1979; Toledo, 1985; Alcorn, 1995;
Sanabria, 1998; Caballero, 2002; Hamilton, 2003 y Lagos y et al. 2011), cuyas
contribuciones han logrado generar grandes avances frente a los conocimientos,
autorías y orígenes de los usos de los organismos vegetales por parte del ser
humano.
De la misma forma son diversos los grupos e instituciones formadas con el ánimo
de trabajar e investigar en la etnobotánica, como lo son: la Sociedad
Latinoamericana de Etnobiología (SOLAE), el grupo Etnobotánico Latinoamericano
(GELA), la Sociedad Colombiana de Etnobiología (SCE), Instituto de Investigación
de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, entre otros.
Al interior de la etnobotánica y como pieza clave para el acercamiento con las
comunidades es indispensable, para cualquier tipo de trabajo en este campo,
adentrarse al conocimiento o saberes tradicionales cuyo estudio permite acercarse
a la relación planta-ser humano la cual se ha construido durante toda una historia
de sapiencias e interacción con el medio; Zuluaga (1978), refiriéndose al
conocimiento tradicional, establece que cada cultura dentro de su proceso de
desarrollo histórico ha identificado formas de responder a los problemas
fundamentales.
Por lo anterior es necesario acercarse al término “tradicional” que implica procesos
sociales establecidos y respetados de aprendizaje, y participación en el
conocimiento únicos de cada cultura indígena (Four Directions Council, 1996).
Dentro de estos saberes se encuentra la medicina tradicional la cual ha subsistido
a través del tiempo por los saberes transmitidos de forma oral por parte de los
mayores o sabedores a los aprendices de la comunidad para poder sanar e
identificar las diferentes dolencias que puedan estar presentes en la comunidad;
Zuluaga (1978), establece que en cuanto al problema específico de la enfermedad
se puede decir que se han creado categorías, modelos, ideas, prácticas, etc., muy
propios, que dependen de la cosmovisión, la historia social y económica, y el ámbito
geográfico-natural en el que se asienta cada cultura; por ello, éstas respuestas no
necesariamente son idénticas ni válidas para todas las culturas.
El Valle de Sibundoy (Alto Putumayo) es catalogado como uno de los lugares en el
mundo que posee una alta concentración de plantas mágico-medicinales cultivadas
y como una importante reserva de saber ancestral sobre medicina y botánica
(Arocha & Friedemann, 1985), esto se puede reconocer en parte por su ubicación
en la región Andina al suroccidente colombiano catalogado como uno de los lugares
más biodiversos del país (Sánchez et al., 2000), y además por la coexistencia de
comunidades indígenas Inga, Kamentzá y Quillacinga reconocidas como culturas
con grandes conocimientos y reserva de saber ancestral sobre medicina y botánica
(Arocha & Friedemann, 1985).
Zuluaga (1978), establece que todavía hay mucha incredulidad en cuanto a los
posibles beneficios de la medicina tradicional, por un lado hay un menosprecio
científico, mientras que por el otro, no hay un marco conceptual adecuado para
abordarlo; disciplinas como la etnobotánica, la antropología médica y más
recientemente la etnomedicina se construyen con el propósito de aproximarse y
comprender mejor la medicina tradicional.
En el presente trabajo se pretende reconocer la importancia del conocimiento
tradicional llevada a un ámbito científico desde la etnobotánica existente en el Valle
de Sibundoy, como herramienta principal se hace un análisis de los trabajos
etnobotánicos realizados en la región inherentes a las plantas medicinales, además
se trata de establecer la importancia de la conservación del conocimiento tradicional
frente a la conservación de los recursos naturales. En el documento inicialmente se
hace un acercamiento a las distintas características de la región y de las
comunidades que la habitan; enseguida, se encuentra el registro de los diferentes
autores y sus trabajos etnobotánicos concernientes al uso de las plantas
medicinales, con lo cual se logra hacer un análisis del manejo de los organismos
vegetales por parte de la comunidad, logrando establecer las principales plantas y
los usos correspondientes. La tercera parte plantea la importancia de la medicina
tradicional en las comunidades de la región y su aporte a la conservación de los
recursos naturales.
2. ANTECEDENTES Y JUSTIFICACIÓN
2.1. VALLE DE SIBUNDOY
El Valle de Sibundoy está ubicado al sur de Colombia, al nororiente del
departamento del Putumayo, sobre el Nudo de los Pastos, en las estribaciones del
Macizo Colombiano, por carretera al este de Pasto y a 80 Km al oeste de Mocoa,
entre 1° 05’ y 1° 12’ N, y 76° 53’y 77° 00’ W (Gutiérrez, 2013).
Sus principales cabeceras municipales son Sibundoy, Colón, Santiago y San
Francisco (Sanabria et al., 2005), (ver figura 1).
En la parte baja a 1.595 m.s.n.m. hay un clima templado húmedo con una
temperatura que oscila entre 16 y 23 grados centígrados en verano; entre los 1.800
m.s.n.m. hasta los 2.100 m.s.n.m., se encuentra un clima frío húmedo, con una
temperatura promedio de 16 grados centígrados (Samel, 1968).
En esta región existen dos épocas al año con respecto a las precipitaciones, la
época lluviosa se produce durante los meses de mayo a julio, y época la no lluviosa
de diciembre a marzo (Bello, 1997).
Se encuentran las zonas de vida de bosque muy húmedo montano bajo (bmh-MB)
y el de bosque húmedo montano (bh-M), según Holdridge (citado por Espinal, 1967),
hace parte de la Región Andino-Amazónica al suroccidente de Colombia y de la
Cuenca Alta del Río Putumayo, la cual a su vez hace parte de la macrocuenca
hidrográfica del río Amazonas; además región posee conectividad de ecosistemas
de páramo, bosque montano y piedemonte amazónico, por lo que posee la
disponibilidad de hábitats para albergar una gran diversidad biológica (Gutiérrez,
2013).
Figura 1. Localización del área de estudio en el contexto nacional, departamental y
regional. Valle de Sibundoy. Tomado de COORPOAMAZONIA y FCP, 2006.
2.2. COMUNIDAD Y CONTEXTO HISTÓRICO
Las anteriores características geográficas y climáticas hacen del Valle de Sibundoy
una de las más diversas de Colombia (Sánchez et al., 2000) y con tal diversidad
biológica coexisten las etnias Inga, Kamentzá y Quillacinga, caracterizadas por su
profundo conocimiento y amplio uso de las plantas de su entorno (Arocha &
Friedemann, 1985); estas tres comunidades habitan y comparten el territorio según
Arango & Sánchez (1997).
La etnia Kamentzá tiene 4.022 habitantes aproximadamente, la etnia Inga unos
6.262 habitantes y el grupo étnico Quillacinga presenta una relativa “pobreza” en
cuanto a información demográfica se refiere (López, 1996). En esta zona se
encuentran asentados desde la época precolonial indígenas Kamëntzá con una
antigüedad aproximada de 2000 años (Pinzón & Garay, 1998); su lengua indígena
es el Kamëntzá, pero en la actualidad son pocas las personas de lengua indígena
exclusivamente (Seijas, 1969); aunque existen diversas hipótesis sobre el origen
del pueblo Kamëntzá, algunas de las cuales los vinculan con el grupo denominado
genéricamente por los españoles como Quillacingas (Pinzón & Garay, 1998), otros
autores como Bristol (1969), y Seijas (1969), sugieren su migración desde el oriente
a su actual territorio; Milciades Chaves (antropólogo) citado por Arocha &
Friedemann (1985), considera que los ingas del Valle de Sibundoy provienen de la
selva tropical, habrían emigrado del Perú tomando la vertiente oriental de los Andes,
pasando lo ríos Napo y Aguarico, a Colombia habrían llegado por el rio San Miguel,
para detenerse en Putumayo.
La gran diversidad biológica y la fuerte conectividad geográfica mencionada
anteriormente, logra establecer en el Valle de Sibundoy un ambiente inmejorable
para el establecimiento y florecimiento de poblaciones humanas desde hace más
de diez mil años; este largo tiempo de interacción en el que estos habitantes
milenarios se vieron abocados a entender su propio hábitat para sobrevivir
estableció un legado cultural y ambiental muy significativo (Gutiérrez, 2013); pero
desde hace algunos siglos se viene deteriorando los rasgos bioculturales de la
región con nuevas formas de relación hombre-naturaleza, como lo son la llegada de
colonos, actores políticos, entre otros (COORPOAMAZONIA y FCP, 2006); estos
ecosistemas, han sido afectados y casi destruidos por diferentes factores entre los
que se encuentran una planificación y técnicas de manejo inadecuadas, como lo
sucedido en el llamado Proyecto Putumayo 1 de 1960: en el pasado, el Valle de
Sibundoy fue un gran humedal surtido por las aguas de los Ríos Putumayo, San
Pedro y Quinchoa; sin embargo, fue desecado a mediados de los 60´s a través de
la construcción de un sistema de canales de drenaje que interceptan las aguas, para
adecuar los terrenos para actividades agrícolas y ganaderas Gutiérrez (2013); de
igual forma Calderon (1997), establecen que la influencia de la actividad humana
puede desencadenar en ciertos casos, impactos negativos que afecta directa o
indirectamente el bienestar social de la población, tal es el caso de las quemas, uso
inadecuado del suelo, sobrepastoreo y deforestación, factores que cambian
drásticamente las características ambientales de una zona, y al afecta las
características ambientales para las poblaciones humanas que viven en armonía
con la naturaleza y que son parte del territorio y del medio ambiente. Por ello es
importante desarrollar investigaciones que permitan evidenciar los recursos
naturales y culturales de la región en aras de su conocimiento y permanencia en el
tiempo.
2.3. ETNOBOTÁNICA Y CONOCIMIENTO TRADICIONAL
Para Schultes (1941), existe una ciencia intermedia entre la botánica y la
antropología a la que se le ha dado el nombre de etnobotánica, Harshberger (1896),
acuñó el término etnobotánica para denominar una disciplina científica que antes
había recibido varios nombres, como etnografía botánica o botánica aplicada;
determino que la etnobotánica es el estudio de la interacción del hombre con las
plantas, la cual incluye el estudio de la dinámica de los ecosistemas e involucra
componentes naturales y sociales.
Portères (1970), la considera una disciplina científica con un gran papel en el
nacimiento y el desarrollo de nuestras sociedades, frente esto es claro que la
importancia académica de esta disciplina se encuentra en la interdisciplinariedad,
Valles y Garnatje (2015), propone que la posición de la etnobotánica en la interfaz
de materias de mundos académicos diferentes, es uno de los aspectos que dan más
interés a esta disciplina, al mismo tiempo que causan también problemas en su
desarrollo cotidiano.
La Etnobotánica ha permitido a la ciencia occidental acercarse a las comunidades
de donde se desprenden o surgen en gran medida los conocimientos frente al uso
de las plantas, tanto para las comunidades que las usan como para la academia;
para ello esta disciplina utiliza diferentes herramientas conceptuales de gran valor
como lo es el conocimiento o saber tradicional los cuales según la UNESCO (2006),
son o se entiende como el conjunto acumulado y dinámico del saber teórico, la
experiencia práctica y las representaciones que poseen los pueblos con una larga
historia de interacción con su medio natural, la posesión de esos conocimientos,
que están estrechamente vinculados al lenguaje, las relaciones sociales, la
espiritualidad y la visión del mundo, suele ser colectiva.
En el marco de las investigaciones antropológicas, los así denominados “otros
saberes” (conocimiento tradicional) de los pueblos indígenas emergieron en el
ámbito académico occidental con cierta relevancia a partir de que Lévi (1962),
consideró a las estructuras de pensamiento de dichos pueblos como homólogos del
conocimiento científico, es decir, planteó la existencia de estructuras de
pensamiento comunes a todos los seres humanos.
Hoy en día le corresponde a la Etnobiología, a la Etnobotánica, a la Etnoecología y
a otras disciplinas afines, tienen la tarea de legitimar y defender el papel de las
sabidurías tradicionales hacia el mantenimiento y cuidado de la naturaleza
(Sanabria & Argueta, 2015), a pesar de ello, un sector de los científicos de la
modernidad occidental denominan a estos otros saberes como empíricos, locales o
folclóricos, y no se les concede validez como conocimientos ni que tienen
procedimientos para la obtención de resultados útiles y comprobables (Pérez y
Argueta, 2011), pero en realidad la brecha entre la validez científica de los
conocimientos occidentales y de los otros saberes que no se reconocidos por los
métodos científicos, se va cerrando cada vez más por la fuerza de las realidades y
los procesos llevados a cabo por los pueblos indígenas de Latinoamérica en su
lucha por el reconocimiento social como pueblos diferenciados, que existen y
prevalecen (Escobar, 1999 y Leff et al., 2006).
En contradicción con la importancia del conocimiento tradicional frente a la
interacción con el medio, Bermúdez et al. (2005), reconoce que muchos países en
desarrollo han sufrido una pérdida importante del conocimiento tradicional sobre
el uso de las plantas útiles y la disponibilidad de las mismas se ha visto
reducida por la degradación de los bosques y su conversión a bosques secundarios,
campos agrícolas y zonas de pastoreo. Se ha estimado que el 80% de la diversidad
cultural desaparecerá en los próximos 100 años (Inter- Commission Task Force on
Indigenous Peoples, 1997).
En los documentos de UNEP (1992 y 2003) y WWF (2007), se reafirma que la
conservación del conocimiento tradicional está asociado íntimamente a la
diversidad de los recursos naturales en los territorios y forma parte de la defensa
ancestral de los grupos étnicos colombianos, lo cual actualmente coincide con las
agendas mundiales para la conservación de la biodiversidad en el marco del
reconocimiento de los saberes propios o tradicionales asociados a las estrategias
tradicionales de preservación local; por ello es necesario reconocer, preservar y
fortalecer el patrimonio cultural y natural de los pueblos indígenas (Deruyttere, 2001)
Es evidente que la persistencia de la cultura indígena y la resistencia a sus
tradiciones territoriales influyen en la conservación de los recursos naturales, pero
no se trata de un acto preservacionista, como se entiende actualmente, sino de una
permanente y ancestral convivencia con la naturaleza como entidad viva: la madre
tierra. (Sanabria & Argueta, 2015).
Así mismo, se ha comenzado a prestar atención al problema de la propiedad
intelectual del conocimiento tradicional y al desarrollo de estrategias para retribuir a
las comunidades locales por su participación en las investigaciones etnobotánicas
(Cunningham 1996).
Algunos pueblos indígenas y sectores ambientalistas han logrado que sus Estados
modifiquen el ordenamiento jurídico nacional para hacer explícita la protección al
cocimiento tradicional (Nemoga, 2006); el derecho a la participación de las
comunidades indígenas en la utilización, administración y conservación de los
recursos naturales existentes en sus territorios, es el Convenio 169 de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) ratificado por Colombia mediante la
Ley 21 de 1991, el cual compromete a los gobiernos a consultar previamente, en
buena fe, a los pueblos indígenas cuando se trate de autorizar exploración o
explotación de recursos naturales en sus territorios, pues reconoce la relación
especial que tienen estos pueblos con las tierras que ocupan o utilizan de alguna
manera y, en particular, los aspectos colectivos de esa relación (Nemoga, 2006).
Tabla 1. Legislación sobre Comunidades Tradicionales Colombianas,
Comunidades Indígenas.
Constitución Política Colombiana: artículos 7, 10, 13, 63, 68, 70, 72, 171, 246,
286, 287, 329, 330, 357 y transitorio 56.
Convenio 169 de la OIT sobre pueblos Hace un reconocimiento específico de
indígenas y tribales. (Ley 21/91):
los pueblos y culturas y crea espacios
de participación y consulta.
Ley 99/93:
Crea un espacio para intervenir en los
procedimientos administrativos
ambientales.
Decreto 2164/95:
Decreto 1397/96:
Decreto 1320/98:
Decreto 1122/99:
Reconoce a los Cabildos indígenas
como autoridades administrativas.
Crea la Mesa Permanente de
Concertación entre el Gobierno y las
comunidades.
Establece el procedimiento y la forma
como deben llevarse a cabo las
consultas.
Establece y clarifica algunos términos
procedimentales del decreto 1320
Fuente de la tabla: Información tomada de (Pardo 2000), la tabla es creación del
autor del presente texto.
2.4. PLANTAS MEDICINALES
Las plantas constituyen un recurso valioso en los sistemas de salud de los países
en desarrollo, aunque no existen datos precisos para evaluar la extensión del uso
global de plantas medicinales (Sheldon, 1997), la Organización Mundial de la Salud
(OMS) ha estimado que más del 80% de la población mundial utiliza, rutinariamente,
la medicina tradicional para satisfacer sus necesidades de atención primaria en
salud (Katewa et al., 2004), y que gran parte de los tratamientos tradicionales
implica el uso de extractos de plantas o sus principios activos (Shrestha y Dhillion,
2003). Según la OMS (1979), una planta medicinal es definida como cualquier
especie vegetal que contiene sustancias que pueden ser empleadas para
propósitos terapéuticos o cuyos principios activos pueden servir de precursores para
la síntesis de nuevos fármacos. Para que una medicina pueda considerarse
tradicional, además de sus elementos teórico-prácticos, debe cumplir con el
requisito de tener arraigo histórico, cultural y social, en el entramado de la tradición
de un pueblo, así, la medicina tradicional se define en concordancia con la tradición
del pueblo que la utilice (Zuluaga & Correal, 2002).
Durante la conferencia de Alma-Ata que se llevó a cabo en la antigua URSS en el
año de 1978, se concertó promover la documentación y evaluación científica de las
plantas utilizadas en la medicina tradicional, abriendo las puertas al diálogo entre la
medicina tradicional y la moderna (Albornoz, 1993 y Akerele, 1993); sin embargo,
en muchos países en desarrollo ha ocurrido una pérdida importante del
conocimiento tradicional sobre el uso de plantas medicinales y de otras plantas
útiles, transmitido de padres a hijos (Katewa et al., 2004), aunado a ello la
disponibilidad de tales plantas se ha visto reducida por la degradación de los
bosques y su conversión a bosques secundarios y campos agrícolas (Voeks, 1996);
en consecuencia la cadena de transmisión de dicho conocimiento se encuentra en
riesgo (Tabuti et al., 2003).
El Valle de Sibundoy no es la excepción a pesar de que los médicos sibundoyes e
ingas como lo documenta Arocha Friedemann (1985), son acreedores de una
respetabilidad que rebasa los límites de sus montañas, el médico y antropólogo
inglés Michael Taussig ha encontrado que la medicina amazónica, tal como la
difunden las gentes de la región, tiene gran arraigo entre los corteros de caña del
valle del Cauca, entre los negros, y los emberaes y noanamaes del litoral pacífico;
en los barrios populares de Cali, Bogotá, y hasta en Caracas.
Esta aceptación de la medicina indígena tiene que ver, primero que todo, con su
amplia cobertura; Seijas (1969), realizó un estudio en Valle de Sibundoy (del
entonces corregimiento de Sibundoy), donde encontró que por cada 230 personas
había un médico indígena; pero muchos indígenas sin ser médicos tradicionales
conocen y hacen uso de las plantas medicinales, esto presentaría una mayor
cobertura aun por parte de la medicina tradicional.
Bristol (1965), estableció que son 240 plantas las que distinguen los indígenas del
valle de Sibundoy reconociendo su gran riqueza e importancia.
Pero pese a su gran sabiduría estas comunidades corren el riesgo de desaparecer
junto con su medio a manos de la modernización y sus diferentes asentamientos,
por ello ha sido es y será indispensable generar mecanismos que permitan
reconocer las grandes riquezas culturales presente en el Valle de Sibundoy como
lo es su medicina tradicional.
Greebe (1988), propuso que las medicinas tradicionales constituyen un patrimonio
anónimo de un pueblo, que se transmite de generación en generación por relaciones
orales, a través de creencias y prácticas perdurables, que se fundamentan en
conocimientos empíricos acerca del medio ambiente. Estos conocimientos están
basados principalmente en la observación y en la tradición que permiten al hombre
intentar el control de su medio ambiente, que abarca un número pequeño de
recursos y componentes sobre los que cada cultura se diferencia por su utilización
particular; es así que dentro de los trabajos etnobotánicos a estudiar en el Valle de
Sibundoy la importancia de la participación de los habitantes y en especial de los
sabedores, curanderos, chamanes y mayores de esta región es indispensable para
el trabajo académico, como lo plantea Harshberger (1996), cuando establece que
el estudio de todas las dinámicas etnobotánicas se encuentran alrededor de las
comunidades.
La etnobotánica permite generar una articulación entre el conocimiento tradicional
y el científico que debe ser el puente que fortalezca a las comunidades frente a la
conservación de su cultura y de su territorio, quien mejor que las comunidades
indígenas y campesinas para reguardar los recursos naturales presentes en el Valle
de Sibundoy, esta disciplina es una herramienta que permite evidenciar la riqueza
del lugar en todos los sentidos, y no son pocos los autores y académicos que vienen
estudiando las plantas medicinales usadas en la región, grandes autores han
documentado los usos de las plantas medicinales por lo cual es importante recopilar
estos estudios de tal forma que se convierta en una herramienta de análisis para la
generación de los vínculos necesarios entre el conocimiento tradicional y el
conocimiento científico.
Teniendo en cuenta lo registrado por Rodríguez (2010), quien establece que desde
mediados del siglo XX en adelante se produjo un cúmulo de investigaciones en la
región; a las consideraciones de académico Lévi (1962), y al reconocimiento del
contexto y las realidades que vive el Valle de Sibundoy desde 1960 en adelante en
donde Gutierrez et al., (2013), anuncia que el Valle de Sibundoy fue un gran
humedal surtido por las aguas de los Ríos Putumayo, San Pedro y Quinchoa, sin
embargo, fue desecado a mediados de los 60´s a través de la construcción de un
sistema de canales de drenaje que interceptan las aguas, para adecuar los terrenos
para actividades agrícolas y ganaderas; se reconoce la importancia periódica de
1960 en adelante para recopilar y analisar los diferentes trabajos etnobotánicos
referentes a las plantas medicinales del valle de Sibundoy desde 1960 en adelante.
3. PROBLEMA Y PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN
Las diferentes dinámicas presentes en las comunidades indígenas dejan ver que a
través del tiempo y en la construcción de las culturas se elaboran saberes que les
permiten interactuar, comprender, usar y conservar los diferentes organismos
vegetales en su diario vivir. El manejo de las plantas para curar enfermedades es
un saber tradicional de las comunidades indígenas, importantes para la salud física,
mental o espiritual de la población; como conocimientos especiales
son
indispensables para el desarrollo de la ciencia occidental y por ello, es necesario
que desde la comunidad académica se continue en la construcción de una
articulación para contribuir a la información, reconocimiento y conservación de los
saberes tradicionales.
La etnobotánica y otras disciplinas afines vienen trabajando y generando desde la
investigación un adecuado manejo de estos saberes por parte de la comunidad y
un enlace entre el conocimiento tradicional y esta.
Según Portéres (1970), la etnobotánica es el estudio del comportamiento de las
sociedades humanas respecto del mundo vegetal; siendo una disciplina que estudia
el aprovechamiento de los recursos naturales por parte de las poblaciones locales,
tanto nativas (indígenas) como aquellas que han sido residentes en una
determinada región por largo tiempo (Ocampo, 1994).
Las investigaciones etnobotánicas han adquirido especial relevancia en las últimas
décadas debido a la creciente pérdida del conocimiento tradicional de sociedades
nativas y la degradación de hábitats naturales (Prance, 1991; Cunningham, 1996 y
Caniago & Siebert, 1998), es aquí donde se exalta la importancia de generar
dinámicas que permitan la atención especial para no dejar perder dicho
conocimiento tradicional y además reconocer los derechos de propiedad intelectual
de los pueblos nativos sobre sus saberes; así como al desarrollo de estrategias para
retribuir a las comunidades por su participación en las investigaciones
etnobotánicas (King et al., 1996; Cunningham, 1996 y Martin 2001, Zent 2003).
Según el análisis de la situación ambiental del Valle de Sibundoy, realizado por la
Fundación Ecoamazonía, en lo cultural existe una subvaloración de la dimensión
educativa y de los programas de investigación (Guerrero, 1997). Tal situación
favorece la pérdida de valores y del sentido de comunidad, la erosión del saber
tradicional y la fragmentación, olvido y poca generación de información relacionada
con el manejo y uso de plantas medicinales, como información ambiental básica.
Así, la formulación de planes inviables y la falta de iniciativa creativa y
contextualizada de integración natural, social y cultural reflejan un profundo
desconocimiento del entorno, sus elementos, procesos y ciclos (Guerrero, 1997);
situando preguntas tales como: ¿Cuáles son los estudios etnobotánicos en el Valle
de Sibundoy sobre plantas medicinales?, ¿cuál es lugar de esos estudios en la vida
de la comunidad del Valle de Sibundoy?
Es necesario la participación directa de la comunidad académica como parte de una
red que enlace las necesidades de la comunidad y a la urgencia de la humanidad
por la preservación de saberes tradicionales y los recursos naturales que se
encuentran estrechamente enlazados como lo plantean Carlson & Maffi (2003),
quienes afirman que la conservación de los ecosistemas requiere conocer no solo
sus propiedades intrínsecas, tales como la riqueza y diversidad biológicas y las
relaciones sinecológicas y autoecológicas de las especies, sino también las
relaciones que se establecen con el ser humano, particularmente la manera
en la que las poblaciones humanas perciben al bosque, la importancia que el
ecosistema tiene para ellos y de qué manera la penetración de culturas externas
está afectando esta percepción. En este sentido vale la pena preguntarse de qúe
manera las comunidades indígenas aportan a la conservación de los recursos
naturales en su medio ambiente
Por lo expuesto anteriormente es indispensable reconocer, como lo hace Posey
(1996), que los derechos sobre recursos tradicionales constituyen un proceso y un
marco para desarrollar sistemas múltiples, sui generis, localmente apropiados,
“únicos o de su propio tipo”, para proteger y compensar a los pueblo indígenas y
tradicionales por sus conocimientos, tecnologías y recursos biológicos; de esta
manera cabe reconocer que en la última década el enfoque dualista ha sido muy
discutido y criticado, invitando a transcender la visión dicotómica naturaleza/cultura,
por cuanto la naturaleza desde la visión occidental responde a un concepto
universal, unificado y hegemónico, que explica el mundo bajo un solo orden y una
estructura cerrada socialmente como en lo natural y básicamente separada de lo
humano (Descola, 1987, 2005; Escobar, 1999 y Ulloa, 2001).
El Valle de Sibundoy ha sido catalogado como uno de los lugares en el mundo que
posee una alta concentración de plantas cultivadas usadas para curar y como una
importante reserva de saber ancestral sobre medicina y botánica (Arocha &
Friedemann, 1985), toma importancia la recopilación de estudios realizados en la
región sobre plantas medicinales que los indígenas y campesinos de la región han
usado a través del tiempo, Rodríguez (2010), indica que varios investigadores han
realizado estudios etnobotánicos en el Valle de Sibundoy desde mediados del siglo
XX, además Lévi (1962), consideró a las estructuras de pensamiento de dichos
pueblos (indígenas y habitantes de la región) como homólogos del conocimiento
científico, es decir, planteó la existencia de estructuras de pensamiento comunes a
todos los seres humanos.
Así, y según los argumentos anteriormente descritos, se establece como pregunta
principal: ¿De qué manera se contribuye al reconocimiento de los saberes
tradicionales sobre la conservación y uso de plantas medicinales establecidos en
los estudios etnobotánicos, en el Valle de Sibundoy, Alto Putumayo?.
4. OBJETIVO GENERAL
Contribuir al reconocimiento de los saberes tradicionales sobre la conservación y
uso de plantas medicinales establecidos en los estudios etnobotánicos, en el Valle
de Sibundoy, Alto Putumayo.
4.1. OBJETIVOS ESPECÍFICOS
 Recopilar los estudios etnobotánicos sobre las plantas medicinales del Valle
de Sibundoy, desde 1960 hasta el presente, reconociendo los principales
organismos vegetales usados por la comunidad.
 Estudiar la interacción entre las comunidades del Valle de Sibundoy y los
académicos, en el marco del desarrollo de procesos de investigación sobre
el conocimiento tradicional de las plantas medicinales que permitan la
conservación de los mismos.
5. MARCO TEÓRICO CONCEPTUAL
“Es obvio que la existencia misma del hombre depende del reino vegetal y de
su propia habilidad en saber aprovechar los recursos vegetales de su ambiente,
el hombre se alimenta, se viste, se abriga y se calienta directa o indirectamente
con plantas o con productos vegetales; cuando está enfermo, busca en las
plantas el remedio para su dolencia; cuando anhela consuelo, placer, fuerza o
comunión con sus dioses, se da al uso de narcóticos o de estimulantes
vegetales y se sirve también de sustancias toxicas de origen vegetal para
pescar y cazar y hasta para combatir a sus semejantes; a través de toda su vida
cuenta con los innumerables productos del ambiente vegetal para su industria
o para su comodidad doméstica tales como colorantes, gomas, resinas,
perfumes, especias, fibras y maderas. En sus religiones y expresiones
filosóficas suelen entrar a menudo conceptos derivados de la vida de las
plantas; los vegetales no son solamente los más simples elementos de su arte,
sino su arte mismo porque todo el adelanto cultural y la civilización misma como
la conocemos hoy, son posibles solamente por el hecho de que, habiendo
aprendido a domesticar a las plantas, por decirlo así, el hombre ha podido gozar
de una vida sedentaria y se ha proporcionado así cierto ocio que le ha permitido
dedicarse a diversiones y a obras de ingenio” (Schultes 1941).
5.1. ETNOBOTÁNICA Y CONSERVACIÓN DE LOS RECURSOS NATURALES
La etnobotánica es el intercambio y la articulación de saberes que se recogen en
resultados dados por el diálogo entre académicos, sabedores y miembros de la
comunidad donde nace y vive la planta. Por su naturaleza interdisciplinaria abarca
muchas áreas, incluyendo: botánica, química, medicina, farmacología, toxicología,
nutrición, agronomía, ecología, sociología, antropología, lingüística, historia y
arqueología, entre otras; lo cual permite un amplio rango de enfoques y aplicaciones
(Alexiades, 1996a; Martin, 2001; Gómez, 1993; Bermúdez et al., 2005), no obstante,
aunque existen excepciones notables, muchos investigadores incursionan en este
campo de estudio desde el ámbito de sus propias disciplinas, a pesar del interés
común ha existido poco intercambio de teorías y métodos entre disciplinas (Prance,
1991 y Alexiades, 1996b), tal situación ha favorecido una alta proporción de
estudios etnobotánicos descriptivos, interesantes y enriquecedores en sí mismos,
pero limitados a compilar listas de plantas útiles en algunos casos (Gómez, 2002),
lo que viene favorecido una percepción negativa de la etnobotánica, la cual ha sido
vista como una “pseudociencia” que carece de un contexto teórico unificado y de
técnicas de análisis rigurosas (Ford, 1978; Phillips & Gentry 1993 y Bermúdez et al.,
2005).
En las dos últimas décadas se ha hecho un esfuerzo importante para cambiar esta
percepción, en ese sentido, una de las herramientas importantes para la generación
de una visión formal por parte de la academia a la etnobotánica es la utilización de
técnicas cuantitativas, las cuales han permitido valorar con mayor precisión la
importancia relativa de las plantas en contextos culturales concretos (Phillips &
Gentry, 1993; Phillips, 1996) y los patrones de variación del conocimiento tradicional
dentro de las comunidades locales (Zent, 2001; Begosi et al., 2002); igualmente,
algunas técnicas ecológicas han resultado útiles para evaluar el impacto ecológico
de la extracción de plantas útiles en comunidades naturales (Hall & Bawa, 1993).
La investigación etnobotánica ha adquirido especial relevancia en las últimas
décadas debido a la creciente pérdida del conocimiento tradicional de sociedades
nativas y la degradación de hábitats naturales (Prance, 1991; Cunningham, 1996 y
Caniago & Siebert, 1998). Durante este período, algunas revisiones sobre la
naturaleza y alcances de la etnobotánica han contribuido a unificar su campo teórico
y a resaltar el papel de este campo en la conservación de la biodiversidad y en el
desarrollo de comunidades locales (Davis, 1991; Prance, 1991; Alexiades, 1996a y
Martín, 2001), dando importancia a la documentación de experiencias de manejo,
en ciertos grupos indígenas, para diseñar estrategias de conservación y manejo
sostenible de ecosistemas tropicales (Prance et al., 1987 y Boom, 1990). La
estructura fundamental de la relación planta-humanidad se forja a través de la
cultura, Toledo, et al. (2001), establece una “conservación simbiótica: concepto
bioconvergente de diversidad cultural, en donde la diversidad biológica y cultural
son mutuamente dependiente y biológicamente coterráneas, dando sentido a la
reflexión de Jonas et al. (2012), quienes indican que es el eje de la lucha por la vida,
la cultura y la naturaleza, por una conservación tanto biológica como cultural,
propuesta que toma un sentido político cuando los grupos asumen como bandera
de lucha su territorio ancestral y el mantenimiento de la memoria colectiva, como
elementos culturales de resistencia política, de preservación de las prácticas
culturales y defensa mediante la justicia natural.
5.2. CONOCIMIENTO TRADICIONAL DEL VALLE DE SIBUNDOY
Naturaleza y cosmovisiones traspasan los múltiples bordes del pensamiento
ancestral que ordena y organiza un universo basado en un territorio de
pertenencia colectiva y ancestral mediante el cual recircula y se dinamiza el
conocimiento y la sabiduría. La racionalidad no es económica ni solamente
ecológica y las manifestaciones del pensamiento son metafóricas, expresadas
en mitos y ritualidades mediante los cuales basan sus conocimientos, usan y
manejan los recursos en los territorios y mantienen la organización social. Ante
la crisis ambiental, no es a la cultura a la que hay que pedir que asuma el
problema de la adaptación biológica del ser humano o del ajuste de la resiliencia
ecológica, sino que hay que ir a las causas, a la raíz de los modelos de
desarrollo, de la exacerbación de los flujos de energía. (Sanabria & Argueta,
2015).
Este saber se fundamenta en la observación detallada y profundad e la naturaleza,
en el conocimiento de las propiedades de los recursos naturales y en equilibrio que
caracteriza sus relaciones, de acuerdo con Zulúaga (1994), el saber botánico de los
indígenas del Valle de Sibundoy, ocupa un importante lugar dentro de la visión del
cosmos, al ser éste la puerta de acceso a la interpretación e interacción con el
universo, y dentro del desarrollo histórico y cultural de sus comunidades, estando
así, de ésta forma la cultura condicionada por el mundo vegetal; este saber se
fundamenta en la observación detallada y profunda de la naturaleza, en el
conocimiento de las propiedades de los recursos naturales y en el equilibrio que
caracteriza sus relaciones. Así los indígenas fueron conociendo preparaciones de
las distintas partes de plantas y animales para tratar las enfermedades más
frecuentes, pero además forjaron un conjunto de ritos y costumbres; gracias a ellos
alcanzan y manejan distintos niveles de percepción, de la realidad y de conciencia
del mundo (Centro Cultural Leopoldo López Álvarez, 1999).
5.3. MEDICINA Y MÉDICOS TRADICIONALES DEL VALLE DE SIBUNDOY
Dentro de los conceptos de salud y enfermedad, según el conocimiento
moderno (científico) y el de la medicina tradicional, existen grandes diferencias,
pues el conocimiento tradicional va a la esencia misma del hombre, a su
estructura primordial, a la subjetividad, a la que nosotros no damos importancia.
Este conocimiento tradicional no saca al hombre de su estructura básica, no lo
observa como un individuo sin interacción; al contrario, su estudio va dentro de
todo su contexto social, su funcionalidad y sus alteraciones (Zuluaga, 1994).
5.3.1. Medicina tradicional.
A través del tiempo y los estudios etnobotánicos, se ha intentado definir a la
medicina tradicional, pero esto no ha sido sencillo, dado que se debe reconocer sus
alcances y su particularidades del contexto en donde se usa, sin embargo, Zuluaga
et al. (2002), establece que el término de medicina tradicional incluye todos los
conocimientos médicos de los pueblos, reafirmándose en la existencia de un largo
proceso histórico, en que tengan un arraigo antropológico y cultural y que sean
administrados por un curandero, sabedor o chamán.
La medicina indígena del valle de Sibundoy con su concepción integral del hombre
y la naturaleza ha subsistido en la región desde hace cientos de años, consideran
a la salud como un equilibrio entre la conducta humana y las leyes de la naturaleza
y así mismo los tratamientos giran en torno a la relación hombre-naturaleza. Zuluaga
(1994), reconoce que los Iganos y los Kamsá son especialistas en medicina
botánica al igual que otras comunidades se especializan en las artes de guerra, los
cultivos alimenticios o la orfebrería; es así como históricamente se ha reconocido a
los Kamsá como estudiosos de la medicina de las plantas, otras comunidades les
han dado el calificativo de “conocedores de plantas” (Calle, 1994). Los Kamëntzá
creen que algunas plantas modifican la relación del hombre con la naturaleza y que
otras acrecientan las cualidades de los sentidos y/o permiten añadirles otras que
no son características inherentes a la naturaleza de la persona; están también
diferenciadas las plantas que inciden en los centros emocionales, o sea aquellas
que pueden influir en la amistad, el amor, el repudio, la enemistad, modificar niveles
de conciencia y percepción de la realidad, etc. (Bristol, 1965), de igual forma
sobresalen algunos conceptos presentes en la medicina tradicional que deben ser
examinados con mucha atención que incluyen el concepto de frio y de calor, el
concepto de limpieza y de purga, los cuidados de la mujer, la menstruación, el
embarazo, el parto y el puerperio (Zuluaga, 1994). Los tratamientos están
orientados a intentar restituir el equilibrio perdido, si la enfermedad es fría se darán
plantas calientes, pero sí ocurrió por el influjo de algún espíritu son además rituales
para obtener la curación, estos también se emplean para limpiar el cuerpo y
“cerrarlo”, para prevenir accidentes, mala suerte, fracasos o enfermedades. Calle
(1994).
Todo el manejo de la medicina tradicional en el Valle de Sibundoy se presenta a
través del uso de plantas tomadas de del medio natural o que ha sido sembradas
en chagras. Las chagras son terrenos agroecosistémicos productivos usados para
el desarrollo de conocimientos que permiten hacer uso de los diferentes tipos de
plantas existentes en la región, tanto para alimentación como para la medicina
tradicional y los diferentes usos de las plantas útiles, de igual manera Rodriguez
(2010), señala que la chagra es el eje o punto de partida desde donde las
comunidades construyen ambiente, ya que desde ésta se trabaja por el bienestar
natural, social y cultural en la región, por lo tanto, la chagra tradicional refleja la
estrecha relación de las etnias que habitan la región con el medio ambiente y brinda
alternativas viables para el mejoramiento de condiciones ambientales y sociales,
como se muestra en la imagen 1.
Imagen 1. Modelo de construcción ambiental a partir del uso y manejo
tradicional de plantas medicinales y mágicas en el agroecosistema chagra
en el Valle de Sibundoy. Fuente: Rodríguez (2010).
5.4. MÉDICOS TRADICIONALES
Los médicos tradicionales llamados “taitas, chamanes, tatsembua, dedican toda su
vida a la adquisición de conocimiento y de poder, conocimiento de las fuerzas
visibles e invisibles y poder para manejarlas y utilizarlas buscando el bienestar de
sus gentes, ellos son los verdaderos depositarios de conocimiento ancestral o
tradicional, según Barrio (1991), estos sabios de la medicina tradicional inician su
preparación desde temprana edad, durante un periodo de 20 a treinta años se
especializan en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, y en la
observación del entorno de las personas y su relación con la naturaleza, la
preparación del chaman se hace bajo estrictas normas de disciplina, que incluyen
una dieta alimenticia específica y restricciones en su vida privada, las normas
forman parte de un proceso de purificación espiritual.
El chamanismo ha sido un fenómeno universal y fue la primera forma científica de
conocimiento tradicional y de manejo del universo, sostiene la coherencia social y
cultural del pueblo y armoniza el universo (Pinzón & Suares, 1991); Mircea Eliade
(1984), recopiló, de forma muy completa, información sobre el chamanismo y afirmó
que el chamán es el especialista de la realidad y del alma que viaja a una región de
los espíritus y experto en las técnicas arcaicas del éxtasis (conocimiento tradicional
reproducible, del origen, mediante transportación o trance).
5.5. PLANTAS MEDICINALES EN EL VALLE DE SIBUNDOY
La función del carácter y naturaleza que los indígenas del Valle de Sibundoy
asignan a las plantas medicinales pertenece a la esfera de lo sagrado, según
esta cultura las fuerzas que la habitan son sobrenaturales, pertenecen a la serie de
la vida y del espíritu (Ramírez & Pinzón, 1996), los inganos y los kamëntzá han
logrado una extraordinaria adaptación de plantas de todo tipo, pero en particular de
plantas medicinales, han aclimatado variedades de Coca y Yagé que no se adaptan
en ninguna otra parte (Calle, 1994), Entre los indígenas Kamëntzá, se reconocen
tradicional y principalmente como plantas medicinales y mágico rituales el yagé y
los borracheros pertenecientes a las familias Malpighiaceae y Solanaceae y a los
géneros Banisteriopsis y Brugmansia respectivamente, además de diversos tipos
de Chondur pertenecientes a diversas familias y géneros taxonómicos, algunas
especies aun no identificadas, pero en su mayoría pertenecientes a las Iridaceae y
Acanthaceae (Pinzón & Garay, 1998), pero como planta principal de las plantas
mágicas, el Yagé es pilar fundamental dentro de la cosmovisión de los Kamëntzá
(ver imagen 1), y es el chamán quien maneja esta fuerza. La ingestión continua del
Yagé puede hacer perder el equilibrio síquico muy fácilmente, pues se trata de
manejar múltiples realidades al tiempo (Bristol 1969, Ramírez & Pinzón 1996).
Varios autores se han ocupado de la riqueza de conocimientos médicos indígenas
de la región del valle de Sibundoy Schultes (1991), indica que las primeras
referencias escritas sobre plantas medicinales existentes en el lugar son del padre
Marcelino de Castelví, un misionero capuchino que vivió en esta zona y dejó algunos
escritos antropológicos. Desde la década de 1940, Richard E. Schultes quizá el
científico que más ha aportado al conocimiento etnobotánico de la región; en la
década de 1950 el doctor García Barriga estudió “La etnobotánica
excepcionalmente rica del valle de Sibundoy”; La introducción a la etnobotánica
Colombiana” de Silvio Yepes publicada en 1953, se apoya en datos obtenidos en
Sibundoy; en la década de los 60 Melvin Bristol recopiló información sobre la
etnobotánica de la región; en 1969, Haydee Seijas, una antropóloga venezolana,
dio a conocer un estudio de etnomedicina de los Sibundoyes.
A través del tiempo, en esta región han llegado diferentes académicos que se
dedican a realizar estudios etnobotánicos desde mediados del siglo XX, cada uno
con valiosos aportes entre los cuales podemos nombrar a (Yepes, 1953; Bristol,
1965; Seijas, 1969; Juajibioy, 1991; Guevara, 1995; Daza, 1996; Mora, 1996;
Giraldo, 2000; Hoyos y Prieto, 2000; Rodríguez, 2010 y Sanabria & Argueta (2015);
entre otros.
6. METODOLOGIA
El grado de investigación de este trabajo es exploratorio teniendo en cuenta el rango
y la clasificación planteada por Arias (2006), debido principalmente a dos elementos
que guían el trabajo:
1. Teniendo en cuenta a Zuluaga (1978), quien plantea que los beneficios de la
medicina tradicional hasta el momento sobrellevan un menosprecio científico y
que al tiempo la academia está intentando aproximarse y comprender la
medicina tradicional desde disciplinas como la etnobotánica y entre otras afines,
un acercamiento al conocimiento tradicional desde la etnobotánica va a permitir
generar dinámicas que conlleven a cada vez más al desarrollo y la evidencia de
la importación del conocimiento tradicional y su conservación.
2. Este documento se desarrolla como primera parte teórica, con el fin de recopilar
la información necesaria para desarrollar un trabajo de investigación propositivo
más adelante.
Dentro de los instrumentos y técnicas de recolección de datos planteados por Arias
(1978), se puede establecer que hizo una recopilación de información desde: las
bases de datos manejadas por la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, la
Universidad Nacional de Colombia y la Universidad del Cauca; así mismo se
recuperó información de las diferentes y mas importantes bibliotecas de la ciudad
de Bogotá, entre las que se visitó están, las de Universidad Nacional, la Luis Ángel
Arango y la Virgilio Barco; además se logró conexiones con algunos investigadores
docentes y estudiantes los cuales se consultaron.
Dentro de las técnicas planteadas se recopiló la información y se archivó
separándola por temas y contexto para permitir posteriormente el análisis necesario
para generar resultados y conclusiones.
A continuación en las técnicas de procesamiento y análisis de datos establecidos
por Arias (1987), se sometieron los datos en este caso los trabajos encontrados
referentes al tema a:
 Clasificación y registro: donde se distingue tipo de documento, autor, año y
principales resultados.
 Análisis: donde la técnica lógica fue análisis-síntesis que revelará el estado de
la articulación entre en conocimiento tradicional y el conocimiento científico.
Para el desarrollo de este trabajo se establecieron diferentes dinámicas con el
propósito de observar en el fondo de la comunidad académica con el fin de recopilar
tola información existente frente a los estudios realizados en el Valle de Sibundoy,
Alto Putumayo, en el campo de la Etnobotánica y más puntual aún, enfocado en las
plantas medicinales y útiles, que a lo largo del tiempo y de la experiencia los
habitantes de esta región del suroccidente colombiano, indígenas y campesinos,
han sabido comprender y apropiar para la construcción de su cultura y su estabilidad
social. Se genera un límite temporal que va desde los años 60s hasta el presente.
Para este estudio fue necesario establecer diferentes puentes de comunicación con
entidades e instituciones que trabajan en el campo de la etnobotánica y así mismo
establecer una revisión profunda y concienzuda en las diferentes plataformas,
revistas y de más herramientas existentes para la recopilación de información, como
lo es el diálogo con los habitantes de la región estudiada.
7. DESARROLLO DE LA PROPUESTA
7.1. ANÁLISIS Y REGISTRO DE LAS PLANTAS MÁS USADAS E
IMPORTANTES EN LA MEDICINA TRADICIONAL DEL VALLE DE SIBUNDOY
Según las diferentes investigaciones y documentos consultados (ver tabla 2) con el
ánimo de reconocer las plantas medicinales y el uso que las comunidades del Valle
de Sibundoy han logrado construir a través del tiempo y de los saberes tradicionales,
se pudo identificar grandes aportes académicos, por ejemplo Rodríguez (2010),
documentó 87 especies para tratar diferentes afecciones y enfermedades, el cual
se registra en este documento por la importancias en la región y su actualidad (ver
anexo 1), pero este número de plantas varia con respecto a las diferentes
investigaciones que se han llevado a cabo, estas investigaciones establecen que
en número plantas medicinales está en un rango de entre 80 y 110 organismos
vegetales para la zona del Valle de Sibundoy: (Fajardo & Gómez 2011; Rodríguez
2010; Hoyos & Prieto 2000 y Giraldo 2000).
Tabla 2. Trabajos consultados alusivos a la etnobotánica de las plantas
medicinales del Valle de Sibundoy
Tipo de
documento
y autor
Libro:
Yepes agreda,
Silvio
Libro:
Bristol, Melvin
Año
Título
Importancia
1953
Introducción a la
Etnobotánica Colombiana
1965
Artículo científico:
Bristol, Melvin
1966
Artículo científico:
Seijas, Haydee
1969
Trabajo
investigativo:
Juajibioy, P.
1991
Libro:
García Barriga,
Hernando
Libro:
Mahabir Gupta P.
1992
Medicinal plants ecology,
knowledge and
conservation in
Kalimantan
The psychotropic
banisteriopsis
among the Sibundoy of
Colombia
Algunos Aspectos de la
Etnomedicina de los
Indios Sibundoy de
Colombia
Médicos Tradicionales del
Bajo Putumayo y Médicos
Tradicionales Camtsa e
Inganos del Valle de
Sibundoy, Alto Putumayo
Flora medicinal de
Colombia. Tomo I, II y III
Distinción de algunas especies
utilizadas en la medicina tradicional de
Colombia
Reconocimiento e importancias de la
conservación en el estudio de las
familias taxonómicas utilizadas en la
etnomedicina
Descripción de plantas magico medicinales de la familia
Malpighiaceae del género
Banisteriopsis
Estudio de algunas Técnicas usadas
por los médicos tradicionales
1995
270 plantas medicinales
Iberoamericanas
Artículo científico:
Guevara, R. D.
1995
Libro:
Daza, W.
1996
Percepción cosmogónica
de la etnobotánica de los
Ingas del Putumayo.
Primer Congreso
Colombiano de
Etnobiología
Los indios Sibundoyes:
Visión, plantas y arte
Libro:
Mora, R.
1996
El conocimiento médico
Kamentzá como forma de
conservación cultural,
Vereda TamabioySibundoy-Putumayo.
Uso de la medicina tradicional en el
Valle de Sibundoy
Inventario de especies de
angiospermas usadas en la medicina
tradicional
Presenta usos etnomédicos de las
plantas y su potencial como fuente de
moléculas bioactivas, estudio de 21
países iberoamericanos, con 119
géneros y 270 especies distribuidas en
82 familias
Identificación del uso de las plantas
medicinales frente a las dinámicas
universales y los movimientos celestes
Acercamiento al conocimiento
tradicional en el uso de las plantas
medicinales y sus creencias
Muestra algunas formas de uso de las
plantas sagradas y su relación con las
estructura social de las comunidades
Artículo científico:
Giraldo, C.
2000
Medicina Tradicional de la
Mujer Inga.
Libro:
Hoyos, J. &
Prieto, M.
2000
Libro:
Pérez Galdos
2002
Estudio etnobotánico de
la medicina tradicional y
su relación con las
plantas medicinales como
una herramienta básica
para la atención primaria
de salud.
Diccionario de plantas
medicinales
Libro:
Fonnegra, R. &
Jiménez, S.
2006
Plantas medicinales
aprobadas en Colombia
Artículo científico:
Mavisoy, K. H. et
al.
2007
Artículo científico:
Rodríguez
Echeverry, J. J.
2010
T. investigativo:
Fajardo, V. &
Gomez, L.
2011
Libro:
Matapí Yucuna,
U. et al.
2013
Estudio de las especies
forestales nativas en el
resguardo indígena
Kamentá Biyá municipio
de Sibundoy (PutumayoColombia).
Uso y manejo tradicional
de las plantas
medicinales y mágicas en
el Valle de Sibundoy, Alto
Putumayo, y su relación
con procesos locales de
construcción ambiental
Etnobotánica cuantitativa
de la cultura indígena
Kamëntzá de Valle de
Sibundoy (Putumayo
Colombia)
Plantas y territorio en
los sistemas tradicionales
de salud en Colombia
Artículo científico:
Sanabria, O. &
Argueta, A.
2015
Cosmovisiones y
naturaleza en tres
culturas indígenas de
Colombia
Registro de 119 especies que sirven
de base para la preparación de 149
remedios
Reconoce la medicina tradicional como
respuesta a las necesidades básicas
de atención primaria en salud
Información de plantas medicinales,
donde se observa: taxonomía, hábitat,
descripción, distribución, principios
activos, entre otros.
Presenta noventa plantas medicinales
de uso común en Colombia, todas
ellas aprobadas por la CRPF del
Invima
Se identificaron las especies forestales
nativas; el significado y valor cultural
de estas, se determinó la relación árbol
(Betiy) con el cuerpo humano.
Generó conocimiento etnobotánico y
experiencia comunitaria que aporta a
procesos locales de construcción
ambiental desde el reconocimiento,
valoración y fortalecimiento de las
formas tradicionales de uso y manejo
de las plantas medicinales y mágicas.
Se realizó con la finalidad de
caracterizar el uso y conocimiento de
plantas medicinales y mágico rituales
por parte de pobladore indígenas
Kaménzá
Da cuenta de las formas de
apropiación social y transformación de
las plantas y territorio en los sistemas
tradicionales de salud en Colombia, de
los ecosistemas y de las especies de
flora y fauna que los habitan.
Se argumenta que el papel de los
pueblos indígenas en la conservación
de la biodiversidad se realiza de
manera integral, en el marco de una
relación no antagónica entre
naturaleza/cultura.
Fuente de la tabla: creación del autor del presente texto.
Las plantas medicinales que emplean los indígenas habitantes del Valle de
Sibundoy están entrelazadas por la fuerza y poder de una de ellas, el Yagé
(Banisteriopsis sp.), con la cual y a través del tiempo estas comunidades han
logrado desarrollar saberes, técnicas y conocimientos para lograr la interacción y
uso de la biodiversidad en su medio ambiente; “el Yagé es una fuerza que tiene
poder, voluntad y conocimiento; con el que se puede ir a las estrellas, entrar en las
plantas, en las montañas, en el espíritu de las otras personas, conocer su deseo de
hacer el bien o hacer el mal, conocer el futuro de nuestra vida o la de los otros, ver
las enfermedades y curarlas, con el podemos ir al cielo o al infierno” (Miguel chindoy,
1979, citado por Centro Cultural Leopoldo López Álvarez, 1999), así, el Yagé se
convirtió en una planta de conocimiento con la cual se forja la medicina tradicional
que según Rodríguez (2010), está constituido por un conjunto de creencias (mitos,
ritos), conocimientos (clima, botánica, astronomía, el cuerpo humano), praxis
(agricultura, medicina), y bajo el cual se realizan las prácticas cotidianas de uso y
manejo tradicional de las plantas medicinales y mágicas; siendo el yagé el
componente principal de su cosmovisión y produciendo grandes alteración y
diferentes estados mentales, El Chaman es la autoridad sabia en la cual recae el
conocimiento de la planta y su manejo; esta planta presenta características
botánicas y etnobotánicas (ver tabla 3) que hacen de ella una planta sagrada y
particular; las diferentes especies o variedades de Banisteriopsis fueron estudiadas
por diferentes autores a través del tiempo, podemos destacar a: (Schultes, 1957;
García, 1958; Cuatrecasas, 1958 y Bristol, 1966).
Tabla 3. Plantas medicinales de uso frecuente por las comunidades del Valle de
Sibundoy desde el conocimiento tradicional.
Nombre común Nombre
Usos
científico
Banisteriopsis Planta mágica: es un alcaloide que permite
Yagé, Tigre
sp.
Guasca
llegar a un trances con el cual se puede
entrar a estados e conciencia en la cual se
puede descubrir dolencias de todo tipo,
siempre manejado por un sabedor, taita o
chaman.
Brugmancia
Quinde,
Planta mágica: Alucinógeno, Artritis, Dolores
Candida
Borrachera
crónicos, Estimulante del parto. Atraer
energía positiva, Armonizar ambientes
hostiles.
Eleutheria sp.
Chondur de
Se utiliza para los sacar los temores de la
sangre
persona que los está padeciendo.
Brugamsia
Borrachero
Se usa como antiinflamatorio, cefaleas,
suaveolens
amarillo
desinfectante, alucinógeno; conocimiento
contra el mal.
Borrachero
blanco
Brugmansia
arbórea (L.)
Bueno para el reumatismo, dolor muscular,
desinfectante, antiinflamatorio, alucinógeno;
previene males.
Borrachero rojo Brugmansia
Es un antiinflamatorio, cura cefaleas, se usa
sanguínea
como desinfectante y para las hemorroides.
Aloe vera
Sábila
Emenagogo, ayuda en caso de inflamación
vías respiratoria, en un laxante, purgante y
emoliente; aleja energías negativas, y
espíritus malignos.
Matricaria
Manzanilla
Es antialérgica, aromático, calmante,
chamomilla
carminativa, digestiva, es emenagogo,
ayuda a la neurastenia; armonizar
ambientes hostiles, atraer energía positiva.
Leche de Sandí Brosimum utile Se usa como coagulante, cicatrizante,
antiinflamatorio; además favorece la
lactancia materna y ayuda con Hernias.
Caraña
Trattinnickia
Para manejar inflamaciones y tiene
rhoifolia
propiedades cicatrizantes.
Capparis
sp
Alcaparro
Emenagogo, es una planta espasmolítica,
ayuda también a la parasitosis intestinal y
como purgante.
Peperonia aff. Sirve para abscesos, afecciones de
Chiricaspi
Duendensis
garganta, antiinflamatorio, antitusivo,
aromático, la artritis, es cicatrizante,
expectorante, hemostático y para tos ferina.
Virola
Sangre de toro
Para la anemia, el dolor de huesos, como
parvifolia
energizante, para el raquitismo, también es
Reconstituyente y regenerador de células.
Maytenus
Chuchuguasa
Ayuda a bronquios, a las afecciones de
laevis
mamas, es antidiarreicoy sirve además para
la hemorroides, resfríos y reumatismo.
Myrciantes
Arrayan
Como astringente, estimulante del parto y
leucoxila
como sedante.
Fuente de la tabla: Creación del autor del presente texto.
Algunas de las características que sobresalen al analizar la etnobotánica de las
plantas medicinales en el Valle de Sibundoy se presentan a continuación:
 En el Valle de Sibundoy existe un valioso conocimiento tradicional y uso de las
plantas medicinales con las cuales son tratadas gran variedad de afecciones de
los sistemas digestivo, genitourinario, nervioso, respiratorio, esqueléticomuscular, metabólico, sensorial, circulatorio, sanguíneo, piel, inflamaciones,
envenenamientos, limpieza corporal, aspectos nutricionales y uso social. Por lo
tanto, el uso de las plantas medicinales presta un servicio constante y preventivo
de salud. De esta manera, la conservación y uso de las plantas medicinales
contribuyen a mejorar la calidad de vida de las comunidades indígenas en el
Valle de Sibundoy. (Fajardo & Gómez, 2011; Rodríguez, 2010; Hoyos & Prieto,
2000 y Giraldo, 2000); se puede establecer que tanto las plantas medicinales
como las mágicas son elementos culturales en las que “reposa” un conjunto de
creencias y conocimientos, y mediante las cuales se lleva a cabo las prácticas
que mantienen procesos sociales, culturales y naturales en estas comunidades.
 La planta denominada yagé (Baneropsis sp.), Tigre guasca (Aristolochia
ruiziana) y los Borracheros (Brugmansia sanguínea, suaveolens, arbórea y
Datura candida), son plantas de gran importancia tradicional en la cultura
kamëntzá ya que éstas son consideradas mágicas y medicinales las cuales usan
para la preparación de brebajes y rituales sanadores.
 Según Fajardo & Gómez (2011), en el estudio y recopilación de plantas
medicinales usadas por indígenas Kamënsá del Valle de Sibundoy se
registraron 513 nombres comunes para 109 especies de plantas lo que
correspondería un promedio de 4.7 nombres para cada especie.
 Las plantas Yagé y el Tigre Guasca son consideradas como plantas de mayores
importancia cultural, su aplicación sana cualquier dolencia, por son reconocidas
como especies mágicas; cuya exclusividad de uso y manejo cultural, por parte
de los taitas, se debe a que son ellos quienes conocen y manejan misterios en
relación al contacto con espíritus y/o energías también.
 En los trabajos desarrollados por (Fajardo & Gómez, 2011; Rodríguez, 2010;
Hoyos & Prieto, 2000; Giraldo, 2000 y Guerrero, 1997), se destacan algunas
familias botánicas que albergan la mayoría de organismos vegetales usados en
la medicina tradicional, como lo son las familia Aráceae, Cyperaceae,
Acanthaceae, Lamiaceae y Malpighiaceae; a estas familias botánicas están
asociados principios activos y propiedades de comprobada importancia
farmacológica (Font Quer, 1999).
 La preparación de la planta para ser suministrada es diversa como lo es el uso
de las partes de la planta que se toman para dicha preparación, Rodríguez
(2010) reconoció que entre las partes más usadas se registraron: hojas en
cincuenta y tres especies, flores en trece especies, fruto en doce especies, tallo
en siete especies, raíz en cuatro especies, semilla en tres especies, bulbo y toda
la planta en una especie cada una; y las formas de uso registradas fueron: vía
oral con cincuenta y siete especies, baños diecinueve especies, comidas ocho
especies, emplastos seis especies y untadas dos especies. Entre los
mecanismos más frecuentes de preparación de las plantas se registraron:
infusión treinta y cuatro especies, cocción treinta y dos especies, maceradas
nueve especies y consumidas crudas siete especies.
 El uso de huertas caseras o chagras es un factor que influye de forma positiva
en el conocimiento tradicional; por lo general los chamanes y curanderas
(informantes claves) tienen las plantas necesarias para generar la medicina,
pero las plantas en su mayoría hacen parte de la chagra.
 Según lo establecido por Según Fajardo & Gómez (2011), Rodríguez Echeverry;
(2010); Bristol(1965): la chagra es un modelo sustentado en el sistema médico
tradicional y las prácticas cotidianas que involucran la valoración ambiental,
praxis que favorece la permanencia y dinámica de la flora y del saber tradicional
indígena, este es un espacio en el cual se ha desarrollado un tipo de agricultura
original y tradicional a través del manejo de gran cantidad de especies de
plantas y mediante la crianza integral, interactuante y sostenida de los diferentes
elementos del paisaje natural, satisfaciendo así necesidades alimenticias,
medicinales y de materias primas.
 De acuerdo con (Fajardo & Gómez, 2011 y Zulúaga, 1994), el saber botánico de
los indígenas del Valle de Sibundoy, ocupa un importante lugar dentro de la
visión del cosmos, al ser éste la puerta de acceso a la interpretación e interacción
con el universo, y dentro del desarrollo histórico y cultural de sus comunidades,
estando de ésta forma, la cultura condicionada por el mundo vegetal.
7.2. LA IMPORTANCIA DE LA ARTICULACIÓN DEL CONOCIMIENTO
TRADICIONAL CON EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO COMO UNA
HERRAMIENTA PARA CONSERVACIÓN DE LOS SABERES TRADICIONALES
Y DEL MEDIO AMBIENTE EN EL VALLE DE SIBUNDOY
El uso de las plantas medicinales se halla profundamente enlazado con el manejo
que las comunidades hacen de la chagra, así, esta se convierte en un lugar que
abre las puertas naturales para relación hombre-ambiente, que permite suplir las
necesidades alimenticias y medicinales; de acuerdo con la Unión Europea y
Universidad del Valle (1994), quienes trabajaron en “Recuperación de saberes y
Derechos Humanos” en el Valle de Sibundoy: la forma de manejo de la chagra, y en
contraste con las realizadas por la agricultura moderna, es una forma de manejo
tradicional que re-crea la memoria, y permite una crianza integral, interactuante y
sostenida del suelo, el agua, el microclima y del paisaje en general.
La importancia de la forma que las comunidades estudiadas hacen uso de los
recursos naturales, siendo ellos protectores incondicionales de su entorno, desde el
manejo adecuado y el respeto necesario para la no sobre-explotación que viene en
aumento en todos los lugar del mundo que genere algún servicio ecosistémico, es
decir, la comunidades indígenas han logrado un vínculo con la naturaleza que va
más allá del uso de los recursos naturales, esta relación se da desde la cultura y
sus creencias espirituales generando vínculos muy fuertes empoderamiento frente
al territorio, que es reconocido por Toledo (2001), al establecer que la generación
de autogestión y autodeterminación de un pueblo, desarrollando procesos de
carácter endógeno, por medio de los cuales una comunidad toma (o recupera) el
control de los procesos que la determinan y la afectan, es decir, crea y dirige sus
propios procesos de desarrollo comunitario sustentable.
En estos procesos se puede evidenciar las grandes redes de relaciones entre
ecosistema y cultura, como en el caso de las comunidades del Valle de Sibundoy
es el conocimiento tradicional de las plantas medicinales y mágicas, Rodríguez
Echeverry (2010), plantea que la relación valor de uso de las plantas-saber
tradicional indígena, hace parte de ese complejo de relaciones ecosistema-cultura,
que en este caso poseen gran valoración ambiental y son a su vez fuentes
valiosas que evidencian las relaciones que han existido y continúan existiendo entre
los lasos culturales y la naturaleza, en donde la conservación de los elementos
culturales dependen directamente de la conservación de los elementos naturales,
como las plantas medicinales y mágicas, y viceversa.
La importancia del conocimiento tradicional frente a la conservación de los recursos
naturales y a la sustentabilidad que estos generan en los lugares donde son
practicados, que contrasta de manera positiva frente a las dinámicas establecidas
mundialmente de depredación y consumo desaforado de los recursos naturales, la
etnobotánicas es una herramienta indispensable para la comunicación entre la
academia y las comunidades que han logrado a través del tiempo generar saberes
que producen un equilibrio cultural entre el medio y sus habitantes, esta disciplina
que está en auge debe inclinarse hacia la generación de herramientas que permitan
llevar los conocimientos tradicionales a otras comunidades como ciudades, pueblos,
etc., saliendo de la academia y fortaleciéndose al relacionarse con otros entornos,
la etnobotánica no debe ser solo una forma de llegar a las comunidades y alcanzar
sus conocimientos tradicionales y registrarlos, además debe analizar las dinámicas
de la región de estudio y contribuir a la conservación del entorno y su cultura con
procesos reales de participación comunitaria que fortalezcan sus saberes y su
territorio.
Por otra parte pero no muy lejana, al interior de las comunidades del Valle de
Sibundoy existe gran diferencia al comparar los resultados de la distribución del
conocimiento acerca de plantas medicinales y mágico-rituales en cuanto a los
informantes claves (chamanes, taitas y curanderas) y los informantes comunes
(amas de casa, estudiantes, profesionales, etc.), el manejo de los saberes
tradicionales se ve en su profundidad y gran capacidad de uso en los sabedores y
por lo tanto es posible inferir que se requiere ser parte de una generación
de médicos tradicionales para adquirir conocimientos particulares y profundos en
cuanto al reconocimiento de plantas medicinales y mágico-rituales y sus respectivas
aplicaciones (Rodríguez 2010; Seijas 1969 y Mora 1996); estos saberes se
consiguen o se trasmiten de generación a generación y con la incesante interacción
con su entorno vegetal, la medicina tradicional; este uso de plantas en la curación
de las diferentes enfermedades y dolencias del espíritu y el cuerpo permanecen
gracias a la existencia de quienes se interesan por aprender y a maestros
dispuestos a enseñar (Daza, 1996 y Mora, 1996), en este sentido se forma una
escuela que comprende maestro-aprendiz sucedidos en el tiempo, donde la
experiencia individual participa en el proceso de conocimiento, pues en la medida
en que el contexto histórico afecte las condiciones ambientales, políticas
y
socioeconómicas se introducen, redefinen, modifican y desechan conceptos que
procuran una continuidad frente al cambio (Giraldo, 2000).
Sin embargo, las curanderas y chamanes conocedores del uso y manejo de las
plantas medicinales y mágico-rituales, propias de la zona de estudio, son mayores
de 60 años, así mismo Fajardo & Gomez (2011), registra que la gran mayoría de la
población entrevistada reconoce la importancia de las especies nativas, pero no
conocen bien sus aplicaciones; por tradición saben de la existencia de las mismas
y muchos conocen físicamente las plantas.
Se desconoce la verdadera dimensión de la importancia medicinal y mágica
de dichas especies. Esta problemática debe ser parte tomado de manera primordial
por parte de la etnobotánica para lograr estimular a los miembros de las
comunidades por medio de socializaciones que acerquen a todos los miembros de
la comunidad al conocimiento tradicional generando la conservación del mismo y
el sabio manejo y uso de las plantas medicinales.
Existe además la necesidad de generar estrategias que blinden a los saberes
tradicionales pues dentro de las políticas académicas y estatales existen algunas
inclinaciones lesivas para la conservación de los saberes tradicionales, es por ello
la atención especial al reconocimiento de los derechos de propiedad intelectual de
los pueblos nativos sobre el conocimiento tradicional, así como al desarrollo de
estrategias para retribuir a las comunidades por su participación en las
investigaciones etnobotánicas (King et al. 1996; Cunningham 1996; Martin 2001 y
Zent 2003), equilibran y permiten generar conciencia hacia la necesidad de
preservar tanto el conocimiento como el medio natural; así mismo, se ha comenzado
a prestar atención al problema de la propiedad intelectual del conocimiento
tradicional y al desarrollo de estrategias para retribuir a las comunidades locales por
su participación en las investigaciones etnobotánicas (Cunningham, 1996).
8. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
El ejercicio de la etnobotánica está impulsado por la preocupación de la
desaparición de las diferentes culturas y sus conocimientos tradicionales sobre los
usos y la relación con las plantas, tal interacción planta-ser humano, se encuentra
amenazada con un alto riesgo de extinción por efecto de la destrucción de los
bosques tropicales, por el aislamiento al que se ha sometido a las comunidades
indígenas, a la imposición de leyes globales inconsecuentes con el diario vivir de
estas pequeñas comunidades, entre otras dolencias que en la actualidad sufren
estos pueblos.
la etnobotánica constituye una importante herramienta capas de registrar y
catalogar el conocimiento de las plantas como resultado de la interacción del
investigador con la comunidad y la usanza del conocimiento tradicional de las
mismas; esta gran unión entre conocimiento tradicional y conocimiento científico
genera grandes expectativas para ambas partes pues sin duda el conocimiento
científico se nutre y desarrolla gracias al conocimiento tradicional, y los saberes
tradicionales necesitan ganarse un espacio en un mundo occidental donde solo se
quiere avalar un tipo de conocimiento, el científico.
La articulación de los dos saberes permite un acercamiento profundo a la
correlación ecológica entre el ser humano y los organismos vegetales, necesaria
para reconocer como el uso de los recursos naturales de forma tradicional permite
la conservación de los mismos, las diferentes prácticas realizadas desde el
conocimiento tradicional generan un impacto mínimo del medio ambiente dándole
espacio y tiempo para regenerarse y conservar su curso natural. Es de gran interés
para las necesidades globales el recuperar y conservar los recursos naturales,
indagar en la cotidianidad de los pueblos indígenas del Valle de Sibundoy frente al
manejo de sus plantas medicinales por los médicos tradicionales desde la
organización agroecológica denominada chagra, este espacio es el conjunto de
relaciones ancestrales, mágico-religiosas y físicas que estructuran los cimientos
del conocimiento tradicional, al ser un lugar de cultivo logra ser un centro de
comunión que representa educación, aprendizaje, comunidad, experiencia y
cultura donde la comunidad enseñan de manera práctica sus saberes.
La chagra representa un modelo eficiente de domesticación y producción plantas
para diferentes usos, como es el caso de la medicina tradicional, presenta
características eficientes del uso del suelo como lo son: la siembra de diferentes
tipos de plantas en una misma hera generando alelopatías y la transicionalidad de
los terrenos de siembra.
El conocimiento tradicional revela a la comunidad científica, gracias a la
etnobotánica, una manera diferente del manejo de las plantas para el uso en
enfermedades y dolencias, las prácticas tradicionales logran tratar holísticamente
las enfermedades de las personas con la ayuda de rituales mágico-religiosos,
efectos de trance y por sobre todo el acercamiento “familiar” al paciente en el que
sucede en el proceso de sanación, pero estos delicados encuentros entre
sabedores y pacientes necesitan un claro y rigurosos proceso que solo es
producido por la experiencia y el aprendizaje a lo largo de años de trabajo con la
comunidad por parte de los sabedores (Taytas, Chamanes, Mayores); esta
transmisión de saberes es frágil y cada vez más complicada de preservar por las
diferentes problemáticas (antes mencionadas) que tienen que enfrentar las
comunidades y sus territorios; se hace indispensable generar dinámicas que
fortalezcan las comunidades y permitan generar procesos de cuidado y protección
de los conocimientos tradicionales.
En los diferentes registros consultados se encontró que la mayor parte de las
comunidades indígenas del Valle de Sibundoy hacen frente a sus dolencias y
enfermedades tanto físicas como espirituales y emocionales con el uso de
plantas medicinales y de la medicina tradicional que trata desde simples
gripas y espasmos hasta afecciones graves como el cáncer y la tuberculosis,
esto refleja la importancia de la medicina tradicional en las comunidades del
Valle de Sibundoy para su existencia y cuidado; la medicina tradicional se
encuentra en el centro de la cultura y de la región, es decir, representa a la
cúspide de la sabiduría de la comunidad, quien maneje estos conocimientos
es un ser de grandes habilidades y muy respetado por la comunidad y a su
vez tiene la responsabilidad de orientar a los pobladores frente a su salud,
por esto los Chames o Taytas no son solamente médicos tradicionales, son
además guías y sabios de la comunidad.
Estos sabedores por medio de las plantas medicinales y mágicas logran que
las comunidades se relacionen con la realidad y creen su cosmovisión, así,
las plantas medicinales y mágicas se convierten en el eje de la interacción
con el ambiente, desde un trabajo cultural se desarrolla y mantiene el
natural, de este modo la valoración cultural es importante e indispensable
para la conservación de la naturaleza.
Los enormes riesgos que presenta el medio ambiente por causa de la sobreexplotación de los recursos naturales desde la minería, la ganadería, la ampliación
exponencial de la frontera agrícola, entre otros daños, requieren de ahondar el
diferentes estrategias de conservación y mecanismos para obtener los recursos
necesarios de la naturaleza sin poner en riesgo su presencia en el tiempo; por medio
de investigaciones etnobotánicas es posible recuperar el curso natural del medio
ambiente siendo este utilizable y sustentable, y a la vez recuperar su aporte natural
el cual brinda salud, desde una alimentación sana; de esta forma será posible
reapropiar los conocimientos tradicionales que corren riesgo de desaparecer si las
condiciones de las regiones en las cuales todavía existen no tienden a mejorar, es
decir, a respetar sus territorios, a generar estrategias de articulación que una la
academia con las comunidades; es indispensable generar trabajos investigativos
articuladores de gran impacto en las comunidades que logres generar herramientas
de defensa del territorio que con ello se defienda la cultura y los saberes humanos
que vinculan al ser humano y al mundo vegetal en una organización armónica como
debe ser.
Es indudable que la existencia de las comunidades indígenas y sus tradiciones
generan gran fuerza y resistencia que logra la conservación de los recursos
naturales existentes en sus territorios, mas sin embargo se debe entender que las
comunidades indígenas no solo tienen la intención de preservar, existe un vínculo
que genera una ancestral convivencia con la naturaleza y su energía, el cual ha
forjado una armonía entre la naturaleza y el ser humano, esto convierte a las
comunidades indígenas que aún viven desde sus conocimientos tradicionales en un
ejemplo para los demás habitantes de estas regiones y del mundo, frente a la
manera de ver la naturaleza y convivir con ella en unión y respeto.
8.1. RECOMENDACIONES
Se recomienda tanto a las comunidades como a los académicos incorporar en los
trabajos etnobotánicos de forma obligatoria estrategias in situ que permitan dar
conocimiento de los resultados de estos trabajos, para que así se logre generar
aprendizaje y un reconocimiento de la diversidad natural y de conocimiento que
existe en el lugar de estudio cuyo objetivo sean fortalecer los saberes tradicionales
y visualizar estos en la región y en la comunidad académica.
Para una mayor apropiación de la comunidad de los saberes tradicionales se debe
proponer un trabajo pedagógico práctico desde los agroecosistemas denominados
chagras, las cuales pueden ser una gran herramienta para la generación de
conocimiento dentro dela misma comunidad y hacia afuera.
Realizar un catálogo detallado y de las plantas medicinales del Valle de Sibundoy
enalteciendo su leguaje y cultura, que permita aportar en la conservación del
conocimiento tradicional dentro y fuera de la región.
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10. ANEXO
Tabla 1. Enfermedades tratadas con el uso de plantas medicinales en el Valle de
Sibundoy. Tomado de Rodríguez J. (2010)