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ciudades patrimonio de la humanidad
PAISAJE CULTU
URAL
DE SINTRA
Sintra revela elementos culturales
de una riqueza sorprendente,
que cubren varios siglos y
movimientos históricos. Destino
turístico privilegiado en Portugal,
su deslumbrante paisaje engloba
los más notables ejemplos de la
arquitectura portuguesa
del periodo romántico.
Una región llena de fantasía
para los sentidos.
FOTOS: José Correia.
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Palácio da Pena,
uno de los máximos símbolos
románticos del paisaje
de Sintra.
MaxillariS
Marzo 2007
Región de notable belleza natural y gran esplendor arquitectónico, Sintra está reconocida por la Unesco en la categoría de
“Paisaje Cultural”, introducida en 1992 en la lista del Patrimonio
Mundial de la Humanidad. La candidatura de un paisaje cultural, para su inclusión en el prestigioso título internacional, exige
una mezcla excepcional de elementos naturales y culturales, en un
paisaje ejemplar, y la Sierra de Sintra
responde a estos requisitos sobradamente. Vista de lejos, o desde una fotografía aérea, da la impresión de un paisaje mucho más
natural, que se distingue bien de sus
alrededores: una pequeña cadena montañosa granítica cubierta de florestas, que se eleva en una región rural (también entrecortada por montes y valles) entre Lisboa y el litoral. Vista más
de cerca, o durante su recorrido, revela aspectos culturales de
una riqueza sorprendente, que cubren varios siglos de la historia de Portugal.
Esta historia irradia de la vieja villa de Sintra, escogida como
asentamiento de un palacio real medieval y benefactora de una
situación climática muy especial en el país vecino e, incluso, en
toda la Península: veranos frescos e inviernos dulces y soleados. La corte y los nobles del país se concentraban en Sintra y
en las vertientes del norte de la sierra, donde irguieron suntuosas villas y fincas rodeadas de jardines y parques de estilo artístico y de una flora exquisita y exhuberante. Por otra parte, la
soledad de la sierra y sus bosques constituían una atracción
para monjes y eremitas que la sembraron de conventos y de
ermitas y dotaron a la zona de un cierto carácter religioso y cultural. Así se fue configurando en la Sierra de Sintra un paisaje
cultural de un de gran valor y singular. Desde el punto de vista
naturalista, destaca por su asociación de las floras mediterráne-
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ciudades patrimonio de la humanidad
as y septentrionales con centenares de árboles y flores exóticas,
en un conjunto de jardines, parques y florestas verdaderamente
único.
El centro histórico incluye la denominada Vila Velha, uno de
los núcleos que constituyen el complejo urbano de Sintra. Construido en una zona de mayor declive, en la base de la sierra,
este núcleo se extiende entre el Palacio Nacional, antiguo Paço
Real, y la propia sierra, y se adapta con flexibilidad a los declives y la morfología de los terrenos.
Palacio Nacional
Integrado por varios cuerpos edificados a lo largo de sucesivas
épocas, el Palacio Nacional de Sintra es uno de los más importantes ejemplares portugueses de arquitectura realenga y, por
eso mismo, está clasificado como Monumento Nacional.
Este palacio tiene su origen, probablemente, en un primitivo
paço de los valís (gobernadores) musulmanes. La traza actual
resulta de dos etapas de obras, una del siglo XV y otra del XVI
(bajo los reinados de João I y Manuel I, respectivamente), y
posee el mayor conjunto de azulejos mudéjares del país. Las
dos grandes chimeneas geminadas que coronan la cocina y
dominan el conjunto palaciego se han convertido el símbolo
máximo de Sintra.
En lo alto de una agreste cumbre de la sierra se yergue dominador el antiquísimo Castelo dos Mouros, con sus vastas murallas. Debido a la irregularidad del terreno, las murallas del castillo han sido edificadas, en determinadas zonas, sobre grandes
peñones graníticos, algo que contribuyó a los fuertes desníveles que se observan a lo largo de todo su trayecto y forzó a la
construcción de largos y serpienteantes tramos de escaleras.
En el castillo destacan varias torres, una de ellas con forma
semicircular, a la cual se accede a través de cinco escalones de
piedra. La puerta principal de la fortaleza se inscribe en un arco
de medio punto, a cuya izquierda surge una cisterna abovedada, también medieval, que se impone por sus dimensiones y
su singularidad arquitectónica.
Sobre los orígenes del castillo, algunos autores sitúan su fundación en el periodo visigótico, pero las primeras pruebas
documentales se remontan a la época musulmana y, concretamente, al siglo XI.
Alrededor del centro histórico, Sintra ofrece lo más bello y
significativo del movimiento romántico. En lo alto de la sierra, el
siglo XIX vio nacer el Palácio da Pena, el ejemplo más completo
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Arriba, la Quinta da Regaleira, vista desde sus jardines. A la derecha, uno de los pozos con que
cuenta esta construcción.
MaxillariS
Abril 2007
ciudades patrimonio de la humanidad
«Sintra se beneficia de una
situación climática muy especial
en el país vecino e, incluso, en
toda la Península: veranos frescos
e inviernos dulces y soleados»»
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Sintra también destaca por su línea de costa.
MaxillariS
y notable de la arquitectura portuguesa de este periodo. Edificado a unos 500 metros de altitud, fue en 1839 cuando el rey
consorte Fernando II de Saxe Coburgo-Gotha (1816-1885),
casado con Maria II de Portugal, adquirió las ruinas del monasterio jerónimo de Nuestra Señora de la Pena e inició su conversión en un palacete. Para dirigir las obras, llamó al barón de
Eschwege, quien se inspiró en los palacios de Baviera para
construir este edificio tan especial. Extremamente fantasiosa, la
arquitectura de este palacio utiliza elementos moriscos, góticos y manuelinos, pero también incorpora el espíritu wagneriano de los castillos de Schinkel del centro de Europa.
Richard Strauss, figura representativa del panorama cultural
alemán y universal, mostró su perplejidad y admiración al visitar el palacio: “Hoy es el día más feliz de mi vida. Conozco Italia, Sicilia, Grecia y Egipto, y nunca he visto nada tan admirable
como A Pena. Es la cosa más bella que he visto. Este es el verdadero jardín de Klingsor y, allá en la cumbre, el castillo del
Santo Grial”.
Fruto de la inspiración de Fernando II, el parque de A Pena
es el resultado de las tendencias intelectuales y artísticas del
siglo XIX, época del Romanticismo. Con la colaboración del
arquitecto Eschwege y del ingeniero Kessler, el monarca elaboró el proyecto de todo el parque, en el que se incluye el Palácio da Pena. Rechazando la rigidez formal de los jardines clásicos y considerando el accidentado terreno, la fertilidad del
suelo, la singularidad climática de la zona y el carácter del paisaje, el rey planeó el parque de modo que éste simulara una
naturalidad casi perfecta. Para ello, igual que los devaneos
arquitectónicos a los que se había entregado en la concepción
del Palacio da Pena, inspirado en escenarios de óperas y en
paisajes remotos, Fernando II imaginó para el parque ambientes diversos, contrastantes, con una marcada presencia de lo
insólito y lo exótico. Con el propósito de materializar esa idea,
integró en sus proyectos los vestigios dejados por los frailes
jerónimos, como, de hecho, hizo también en el palacio. Proyectó lagos conectados por cascadas e importó, para las florestas y los sotos frutos de su imaginación, especies de plantas
representativas de varios puntos del mundo –criptomerias de
Japón, helechos de Nueva Zelanda, cedros de Líbano, araucarias de Brasil y tuyas de Norteamérica, entre otras– junto con
ejemplares portugueses, hasta un total de más de dos mil especies. Diseminó en el parque, además, pabellones construidos
en los más diversos estilos arquitectónicos, fuentes, pequeños
rincones y paradores.
Pero la fama de Sintra se extiende también a sus magníficos
chalés y palacetes, como el de Monserrate, de estilo oriental,
envuelto en la exhuberancia de su parque exótico, verdadero
museo botánico, o sus quintas (fincas) señoriales, como la del
Relógio, con su palacio neomorisco, o la de Regaleira, que nos
transporta al mundo de los símbolos iniciáticos.
Erigida a mediados del siglo XIX, la Quinta do Relógio rezuma una fuerte influencia árabe, presente en todo este singular
conjunto arquitectónico. El palacete está compuesto por un
pabellón central, al que se anexan dos estructuras más bajas.
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ciudades patrimonio de la humanidad
La exótica fachada exterior se pintó con fajas transversales que,
en la zona central, ocupan sólo la mitad inferior de la pared; el
restante espacio está ornamentado con pinturas florales y geométricas de clara inspiración musulmana. El parque de esta finca no tiene una gran dimensión, pero a lo largo de sus jardines
se distribuyen variadas y raras plantas, entre las que destacan
magnolias, camelias, araucarias, buxos, helechos arbóreos y fucsias. Como guindas del pastel, las aguas de los lagos se encuentran cubiertas por enormes nenúfares.
Por su parte, situada en pleno centro histórico de Sintra, la
Quinta da Regaleira es un lugar con espíritu propio. Edificado a
principios del siglo XX, bajo el ideario romántico, este fascinante conjunto de construcciones, levantado abruptamente en
medio de la ostentosa floresta, surge de la materialización de
los sueños mitológico-mágicos de su propietario, António
Augusto Carvalho Monteiro, aliados con el talento del arquitecto escenógrafo italiano Luigi Manini.
La imaginación de estas dos personalidades singulares consumó, por un lado, la suma de las más variadas corrientes artísticas –con un particular apego hacia el gótico, el manuelino y el
renacimiento– y, por otro, la glorificación de la historia nacional,
influenciada por las tradiciones míticas y esotéricas.
Además de los monumentos y la naturaleza, Sintra posee
otro tipo de patrimonio: la gente que ha dejado su huella allí.
Sería una tarea ardua enumerar todas las personalidades históricas ligadas a Sintra. Entre otros, merece la pena recordar los
nombres de Lord Byron –que inmortalizó el paisaje de la zona
cuando lo llamó el “glorioso Éden”, en La peregrinación de Childe Harold–; William Beckford, los pintores Van Eyck y William
Burnett o, incluso, Hans Christian Andersen, que comparaba los
bosques de Sintra con los de su querida y remota Dinamarca.
Entre todas las personalidades que han respirado los aires
de Sintra, hubo una que cambió el curso de la historia de la
emblemática villa portuguesa: Fernando de Saxe Coburg-Gotha.
La importancia de este hombre de vastísima cultura y de sensibilidad refinada, con relación a Sintra, no se limita a la construcción del Parque y del Palácio da Pena. Él es también el principal responsable del cambio de mentalidades, de la introducción de nuevos gustos y tendencias, de nuevos sentidos
estéticos en el paisaje y en los hombres. Con Don Fernando,
Sintra se transformó, definitivamente, en un verdadero santuario
romántico y un destino turístico privilegiado.
Por todo esto, además de los buenos aires, de la hospitalidad de sus gentes, de las saludables playas del Atlántico y de
una cultura viva e inagotable, Sintra sigue mereciendo la expresión con la que fue calificada, a finales del siglo XVIII, por el
poeta inglés de la escuela romántica Robert Southey: “El lugar
más bendecido de todo el globo habitable”.
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Palácio de Monserrate, con su decoración de inspiración arábiga.
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Información e imágenes
cedidas por el Ayuntamiento de Sintra, a través del Gabinete del
Concejal de Cultura.
LOCALIZACIÓN
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Sintra se encuentra apenas a media hora
de Lisboa. Desde la capital portuguesa,
se coge la autopista hacia Cascais (A5)
y se sale en dirección a Sintra. Al llegar,
hay que seguir la dirección al centro histórico. Si no se dispone de vehículo
propio, es aconsejable sumarse a una
visita guiada, ya que la visita a Sintra exige andar mucho y subir y bajar cuestas
continuamente. Para acceder al castillo
y al Palácio da Pena es necesario
emplear una hora de camino cuesta
arriba, el mismo tiempo que se necesita para llegar a Monserrate.
GASTRONOMÍA
Sintra ofrece una rica variedad de platos de pescado y carne, pero la especialidad más famosa de la región son
los dulces, como los travesseiros, los
pasteles de Sintra y de Cruz Alta o las
nueces doradas. Las quesadillas de Sintra son archifamosas en Portugal y muy
apreciadas desde el siglo XIII, sobre
todo por su exquisitez. Es muy importante comerlas recién elaboradas o,
como máximo, un día después. Tam-
bién se recomiendan el pan saloio
(cocido en horno de leña) y los excelentes vinos de Colares.
CELEBRACIONES
El calendario de fiestas de carácter
religioso y popular es extenso y las
celebraciones se distribuyen a lo largo de todo el año en muchos puntos
de la región de Sintra, ya que se trata
de uno de los municipios portugueses con más concentración de núcleos urbanos. La festividad en honor
de San Pedro, que se celebra cada
año en junio, es uno de los principales carteles del municipio, que en
esta ocasión marca su día de fiesta.
En septiembre se realiza la iniciativa
“Sintra medieval”, que incluye competiciones con caballos, danzas en
el Palácio da Vila y una feria medieval. Este evento proporciona a los
visitantes, por unos días, un auténtico viaje en el tiempo.
durante el verano. El Festival de
Música y Danza de Sintra, que este
año cumple su cuadragésima segunda edición, se impone como
uno de los eventos culturales más
importantes del municipio y, a la
vez, uno de los más selectos a escala nacional. Cada año, artistas de
renombre mundial actuan en lugares de singular belleza –como los
palacios de Queluz, Vila de Sintra,
A Pena o Seteais–.
El Museo de Arte Moderno de Sintra,
instalado en un curioso edificio de
1920, reúne, de forma permanente,
una importante colección de arte
internacional. Se trata de la Colección
Berardo, en la que están representados los principales movimientos,
corrientes y líneas de investigación
artística, con obras consideradas esenciales para la comprensión de la historia del arte internacional.
INFORMACIÓN TURÍSTICA
OCIO
La oferta resulta muy interesante en
el ámbito artístico, principalmente
MaxillariS
Abril 2007
Tel.: (00 351) 219 238 500
E-mail: [email protected]
Web: www.cm-sintra.pt