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MANIFIESTO VASCO EN DEFENSA DEL CLIMA Los colectivos abajo firmantes queremos trasladar hoy nuestra preocupación por el deterioro del clima materializado en un aumento significativo de la temperatura del planeta y de cara a la cumbre de Copenhague reivindicamos un nuevo tratado en base a esta serie de principios y consideraciones. Nuevo tratado basado en la Justicia Climática Las negociaciones para un nuevo acuerdo internacional de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero deben estar condicionadas por el concepto de justicia climática. La justicia climática se basa en que el cambio climático requiere acciones globales pero, sin embargo, la responsabilidad histórica de la emisión de la gran mayoría de de gases de efecto invernadero emitidos en los últimos 250 años recae sobre los países industrializados del Norte. Las emisiones excesivas de estos países tanto históricas como actuales son la causa principal del calentamiento global. Las comunidades del Sur, han llevado la carga tóxica de extraer combustibles fósiles, su transporte y producción. Ahora estas comunidades están enfrentando los peores impactos del cambio climáticos: desde la escasez de comida, hasta la inundación de islas enteras. Por eso las soluciones deben centrarse en un esfuerzo de los responsables y una compensación hacia las víctimas. Debemos buscar un cambio del modelo económico neoliberal y del modelo social, y poner a la persona en el centro, y que el desarrollo humano no se confunda con este modelo de crecimiento económico ilimitado que tenemos. El cuidado del clima y del planeta pasa también por una reducción del consumo personal y social. Objetivos de cara a las reducciones de emisiones Siguiendo el criterio del IPCC y para conseguir que el nivel de estabilización del CO2 en la atmósfera no supere la concentración de 350 ppm, la reducción de emisiones de los países industrializados en 2020 tiene que ser del 40% sobre la situación de 1990. Esta reducción ha de ser doméstica, es decir realizarse íntegramente en territorio de cada país. A mitad de siglo el balance de emisiones debe ser cero, mediante reducción y cambio de los modelos de producción y consumo. Para asegurar que se alcance esa situación es conveniente establecer un objetivo intermedio para los cuatro años siguientes al vigente Protocolo de Kioto, por ello entre 2013 y 2017 las emisiones deben reducirse en un 23% sobre la misma referencia. Hay que resaltar que este nuevo y exigente sendero es incompatible con que a un estado como el español, octava potencia industrial del mundo, se le permita aumentar sus emisiones en un 30% en 2020 según el actual acuerdo entre estados miembros de la Unión Europea. Los países recientemente industrializados (China, India, Brasil…) necesitan disminuir en los próximos decenios por debajo de la evolución actualmente proyectada de sus emisiones. Los estados industrializados, que han creado el problema, son responsables de aportar financiación, tecnología y capacitación para que alcancen un nivel de bienestar justo, al tiempo que se comprometen a limitar el crecimiento de sus emisiones La compensación de emisiones, es decir, la compra por un país de reducciones llevadas a cabo en otros, no puede formar parte del objetivo de reducción obligatoria sino adicional a él. Las reducciones tienen que ser domesticas, no es posible que al que pueda pagar se le permita aumentar sus emisiones. Los mercados de carbono retrasan la transformación de las sociedades de los países industriales hacia la reducción permanente de emisiones. Exigencias al Gobierno Vasco con respecto al cambio climático. La CAPV es un gran emisor de CO2. Kyoto nos exigía no aumentar las emisiones más de un 15% y en 2008 ya habíamos llegado a un incremento del 39%. El plan vasco de lucha contra el cambio climático del Gobierno Vasco se mueve en el terreno teórico y la mayor parte de los 90 millones presupuestados se gastarán en su mayoría en investigación, informes, y acciones de concienciación ciudadana, los objetivos reales van muy por detrás. Por ejemplo en el objetivo del 12% de producción eléctrica renovable no se ha llegado ni a la mitad. Exigimos el cierre de la central térmica de carbón de Pasaia, propiedad de Iberdrola, el mayor foco emisor de CO2 de todo Euskal Herria y que se encuentra entre las 20 instalaciones del Estado Español que más CO2 emiten. En el plan vasco de lucha contra el cambio climático del Gobierno Vasco propone entre muchas medidas su cierre y el Ente Vasco de la Energía, establecía 2010 como fecha para su cierre. A dia de hoy no se tienen noticias de todo esto. La apuesta de la administración en Euskadi por la incineración de las basuras es muy negativa, además de incrementar la contaminación química de nuestro entorno las incineradoras emiten grandes cantidades de CO2 ya que utilizan gas natural para quemar la basura pero lo queman de manera ineficiente. En el Estado Español el 3% de todo el CO2 lo emiten las incineradoras de basuras. Rechazamos la política del Gobierno Vasco de agrocombustibles basada en la importación de la materia prima de países empobrecidos y la construcción de plantas de agrocombustible en el mismo puerto de Bilbao. Estas importaciones de materia prima tienen graves consecuencias medioambientales y sociales en los países del Sur. Es muy importante que el Gobierno Vasco se sume al esfuerzo económico que los países enriquecidos tenemos que hacer para que los países del Sur puedan iniciar un proceso de transición rápida hacia tecnologías limpias, reducir la deforestación y adaptarse a los efectos actuales y previsibles del cambio climático. Ni carbón, ni nuclear En la lucha contra el cambio climático es fundamental el cambio del modelo energético, el desarrollo de las energías renovables en todo el mundo, eólica fotovoltaica, termosolar, geotérmica, biomasa, energía de las olas y otras. Y es necesario el cambio de paradigma en cuanto al uso de la energía, no se puede seguir despilfarrándola hay que promover sistemáticamente el ahorro y la eficiencia energética. Hay que ir hacia el paulatino abandono del uso de combustibles fósiles para la producción de electricidad, empezando por el carbón, el combustible fósil que más CO2 produce, además de otros contaminantes como óxidos de azufre. Por lo tanto es totalmente incomprensible la reciente decisión del Gobierno Español de subvencionar la producción de electricidad con el carbón de minas españolas. Este apoyo al carbón descabalga la tendencia que se estaba produciendo de reducción de emisiones de CO2 en el Estado Español. El año que viene con la mismo consumo de electricidad subirán las emisiones. La energía nuclear, no tiene nada que aportar a la lucha contra el cambio climático, es una industria fracasada inviable económicamente que en sus 60 años de existencia no ha sido capaz ni de resolver el problema de sus residuos radioactivos. El problema del cambio climático es demasiado grave y acuciante como para desviar los recursos económicos a nuestro alcance a una opción sin futuro. El cambio climático para la industria nuclear y algunos gobiernos no es mas que una tabla de salvación que utilizan en un intento desesperado por salvar a una industria que está condenada a desaparecer. Hacia un modelo de transporte sostenible El del transporte es con mucha diferencia el sector de la economía cuyas emisiones de CO2 más han aumentado en Europa en la última década, en Euskadi por ejemplo han crecido un 124% desde 1990. Ello se debe a la apuesta total y absoluta de la administración por un modelo de transporte basado en el automóvil con la continua construcción de infraestructuras para el coche. Este modelo tiene graves consecuencias medioambientales como las del refino del petróleo en la gigantesca refinería propiedad de Repsol en la localidad de Muskiz que implica graves afecciones a la salud y la calidad de vida de la población. Queremos expresar nuestra solidaridad con la lucha vecinal en contra del proyecto de instalación de una planta de coke en los terrenos de la refinería lo que agravaría más aun la situación medioambiental. Petronor tiene su cuota de responsabilidad en un tercio del CO2 emitido en la CAV y con la planta de coke se incrementarían en un 20% estas emisiones. Hoy día los departamentos de carreteras de las Diputaciones vascas son el principal obstáculo para lograr un modelo de transporte sostenible. Hay intereses creados para fomentar el hormigón, y un modelo de presión de lobbies de constructores instalados en las diputaciones, el lobby que más presiona en Euskadi. De todo esto se deriva la la continua construcción de infraestructuras insostenibles (Supersur, TAV, la Autovía Eibar Vitoria, la Variante Sur Ferroviaria, etc.). Es necesario cambiar el modelo urbanístico y social existente para evitar desplazamientos innecesarios de personas y reducir mucho nuestras necesidades de movilidad. Se trata de ir a un modelo de transporte en el que el coche deje de ser el protagonista y el transporte público y colectivo sea el mayoritario. En cuanto al transporte de mercancías, junto a una reducción general del consumo, es necesario que los circuitos comerciales sean cortos y se priorice el consumo local. Hacia una alimentación responsable El sector agrario vasco depende casi exclusivamente del petróleo como fuente de energía para su maquinaria, a la vez que la intensificación extrema de la producción agraria de las últimas décadas supone que emplea un alto número de unidades de energía por unidad de producto final en la forma de abonos minerales, agro-tóxicos, plásticos y demás. Es necesario cambiar el modelo agrario hacía la agroecología, desintensificando la producción y acortando drásticamente los kilómetros recorridos tanto por los insumos al sector como por las materias primas alimenticias que suministra. El actual modelo de producción industrial de alimentos, es un gran consumidor de energía, que contribuye significativamente al calentamiento global, además de profundizar la destrucción del medio ambiente y de las comunidades rurales. Por todo ello, exigimos un acuerdo en la Cumbre de Copenhague que establezca compromisos jurídicamente vinculantes y eficaces, que marquen la hoja de ruta en la lucha contra el cambio climático en la próxima década.