Download El principio del fin de la República romana

Document related concepts

Reformas de los Gracos wikipedia , lookup

Tiberio Sempronio Graco wikipedia , lookup

Cayo Sempronio Graco wikipedia , lookup

Publio Cornelio Escipión Nasica Serapión wikipedia , lookup

Marco Octavio (tribuno) wikipedia , lookup

Transcript
El principio del fin de la
República romana
La reforma gracana
SPQR: Senatus Populus Que Romanus (el Senado y el Pueblo de Roma).
Por Jorge Pérez González
HISTORIADOR
10 | DESCUBRIR LA HISTORIA
Roma, la ciudad eterna de los césares.
Cuando pensamos en los romanos,
normalmente nos vienen a la mente
imágenes de aquellos poderosos, opulentos e incluso divinos emperadores
que gobernaban todo el mundo conocido con un poder absoluto. Sin embargo, solemos olvidar que la etapa
imperial es solo el último periodo de
la historia romana, y que durante casi
cinco siglos el Estado romano estuvo
constituido en una república. República que nació en el año 509 a. C. tras
expulsar al último de sus reyes, Tarquinio el Soberbio, y que se mantendría hasta que Augusto acumuló
todos los poderes en el año 27 a. C.,
con lo que consideramos que se inicia
el Imperio.
Durante ese tiempo se diseñó un
sistema que permitiera a la oligarquía
mantener el control del Estado, pero
que al mismo tiempo evitara la acumulación de poderes en una sola persona. De este modo, se formó una serie de magistraturas colegiadas englobadas en lo que conocemos como
cursus honorum, siendo estos magistrados, de menor a mayor categoría,
cuestor, edil, pretor y cónsul, además
del censor. Eran éstos quienes ostentaban el poder ejecutivo y quienes
tenían la potestad de convocar los comicios, asambleas populares que
ejercían el poder legislativo. Existía
otra magistratura de carácter extraordinario, la dictadura, ya que en caso
de crisis se podía nombrar un dictador
que ostentase el poder durante un periodo máximo de seis meses para solventar dicha crisis. Quienes habían
ejercido las diferentes magistraturas
pasaban a formar parte del Senado,
órgano consultivo que no tenía real-
mente potestad para anular leyes, pero
sí que se le pedía siempre su beneplácito para aprobarlas, además de tener
una serie de competencias en política
exterior y el control del erario público.
Al principio los únicos ciudadanos
con pleno derecho para acceder a estos
órganos de poder eran miembros de
una nobleza de sangre conocida como
patricios, pero las reivindicaciones por
parte de una élite de plebeyos permitieron que éstos también tuvieran acceso al cursus honorum, pasando del
patriciado a la nobilitas patricio-plebeya. Lograron también la creación de
una nueva magistratura, el tribuno de
la plebe, quien tenía derecho a veto
sobre cualquier resolución de las
asambleas y cuya persona era sacrosanta e inviolable.
Con el tiempo, estas instituciones
fueron normalizando su funcionamiento, logrando cierta estabilidad. Al
mismo tiempo, el Senado adquirió un
gran prestigio al pedírsele siempre su
consentimiento para aprobar las diferentes leyes, de tal modo que, sin ser
realmente un requisito legal, se asentó
como norma consuetudinaria. Pero
esta estabilidad empezaría a tambalearse en el siglo II a. C., especialmente
por la actividad política de los Graco.
Tiberio Sempronio Graco fue uno
de los diez tribunos de la plebe elegidos para el año 133 a. C., cargo desde el
cual revolucionó la política romana.
En aquella época había una gran crisis
de reclutamiento y pobreza como fruto de la contradicción entre la tradición militar romana y la expansión de
su imperio. El ejército romano estaba
compuesto por las legiones romanas y
las tropas de los aliados itálicos
(formula togatorum). Las legiones esDESCUBRIR LA HISTORIA | 11
taban compuestas por ciudadanos romanos propietarios de tierras, pues se
creía que quien mejor defendería la
ciudad serían aquellos que tuvieran
algo que perder. Los que no poseían
tierras se les llamaba proletarii (sólo
podían aportar su prole) y no eran reclutables. Este sistema funcionó mientras Roma se mantuvo como una simple ciudad-estado. Los propietarios labraban su tierra, acudían a las legiones
al comenzar la campaña militar (siempre a partir de marzo) y al volver su
tierra estaba lista para la cosecha.
Pero a medida que el dominio romano se extendía por el Mediterráneo
las campañas militares se iban alargando cada vez más en el tiempo, de tal
modo que el pequeño propietario regresaba a sus tierras cuando la cosecha
se había perdido, mientras que los
más acomodados contaban con jornaleros o esclavos que se ocupaban de su
mantenimiento. Al pequeño propietario, arruinado, sólo le quedaba vender su tierra, con lo que dejaba de ser
propietario y por tanto reclutable, y
ofrecerse a algún gran propietario como jornalero, pero éstos ya no contrataban a nadie debido a la gran cantidad de mano de obra esclava que
habían aportado las conquistas. Esta
situación llevó a muchas de estas personas a emigrar a la propia ciudad de
Roma para buscar algún oficio y malvivir con lo que pudieran, con lo cual
a la crisis de reclutamiento se unió
otra de pobreza y sobrepoblación de
la ciudad.
Para solucionar este problema, Tiberio Graco propuso una ley agraria
que permitiera un reparto de tierras
entre los ciudadanos, con la cual se
ganó el odio de la aristocracia. Pero lo
12 | DESCUBRIR LA HISTORIA
que provocó esa oposición no fue la
propia ley, pues a lo largo de los años
se habían elaborado muchas similares,
sino la actitud demagógica y radical
con la que fue presentada por el tribuno, desafiando al Senado y las tradiciones políticas de la República.
Esta reforma presentaba dos problemas principales. Por un lado, se pretendía limitar la cantidad de tierra que
podía poseer cada ciudadano, lo cual
reduciría muchos de los latifundios
que pertenecían a miembros de la clase
senatorial. Por otro lado, gran parte del
ager publicus (tierras cuya propiedad
correspondía a la República) que se repartiría entre los ciudadanos había sido
legada en usufructo a poblaciones itálicas que tuvieron que rendir dicha propiedad a Roma al ser conquistadas, tras
lo cual se les permitió seguir ocupándolas. Estas familias, que en muchos
casos llevaban más de 200 años trabajando aquellas tierras, veían cómo se las
arrebataban sin poder decir nada al respecto por no ser ciudadanos, por lo
que acudían a sus patronos romanos,
principalmente a Escipión Emiliano. A
esto hay que añadir la propia actitud de
Tiberio hacia el Senado, recordándole
que la capacidad de aprobar leyes correspondía únicamente al pueblo y que
el beneplácito senatorial no era necesario.
De este modo, cuando la ley gracana se sometió a votación en los comicios, el tribuno Marco Octavio, a instancias de la oposición senatorial, ejerció su derecho a veto para evitar su
aprobación. Esto desencadenó una
reacción sin precedentes por parte de
Tiberio. Alegando que un tribuno de
la plebe pierde su carácter sacrosanto y
la dignidad de su cargo al utilizar sus
competencias contra el propio pueblo
al que debe defender, convocó unos
nuevos comicios para someter a votación la destitución de Marco Octavio
como tribuno. La asamblea votó a favor de que fuera depuesto de su cargo,
lo cual supuso un auténtico escándalo
entre la nobilitas. Tras la elección de
Minucia como nuevo tribuno, no hubo problemas para aprobar la ley agraria.
A esto se unió un nuevo conflicto
de intereses cuando se dio a conocer el
testamento del rey Átalo III de Pérgamo, quien tras morir sin descendencia
había legado su reino al pueblo romano. En principio era el Senado quien
debía ocuparse de la administración
del tesoro que recibía con este testamento, pues entre sus competencias
estaban tanto la política exterior como
la gestión del erario público. Sin embargo, Tiberio Graco exigió que ese
dinero se entregara directamente al
pueblo, pues era a quien se lo había legado Átalo. Esto permitiría financiar
la comisión encargada de repartir las
tierras según la reciente ley agraria. El
Senado veía esta acción como una intromisión inaceptable en sus competencias.
Por si fuera poco, todavía le quedaba a Graco un último desafío. Las magistraturas ordinarias eran anuales,
por lo tanto cada año se elegían nuevos tribunos de la plebe. Sin embargo,
Tiberio anunció que se presentaría
para ser reelegido, algo que iba totalmente en contra de la tradición republicana. Buena parte de la clase senatorial se había cansado ya de los continuos excesos del polémico tribuno. Se
radicalizaron tanto las posturas que
Escipión Nasica encabezó un grupo de
exaltados armados que atacaron a Tiberio Graco y sus partidarios el día
que se presentaba a su reelección. Entre 200 y 300 hombres fueron asesinados, entre ellos el propio Graco, cuyo
cuerpo fue arrojado al río Tíber. Tan
llamativo fue el hecho de llevar la violencia a la acción política y atacar a un
magistrado sacrosanto e inviolable como la justificación de tales actos por
parte de Escipión Emiliano.
Cabe destacar las posibles influencias que llevaron a Tiberio Sempronio
Graco a actuar de esta manera. Por un
lado, es importante la obra de Polibio,
historiador griego que escribió sobre
la constitución romana, considerándola perfecta al mezclar características
de la monarquía (cónsules), la oligarquía (Senado) y la democracia (asambleas). Entre otras cosas, resaltó la capacidad legislativa de las asambleas
populares al ser éstas las que debían
aprobar las leyes, sin necesidad de que
interviniera ningún otro organismo,
de tal modo que «el Senado ha de
respetar y tener siempre en cuenta al
pueblo» (Polibio VI, 16). Es de suponer que Polibio recordó de alguna
manera a los romanos, y en especial a
Tiberio, el poder real de los comicios
tribados y que la solicitud del beneplácito del Senado era únicamente
resultado de la costumbre, pero que
ninguna ley ni institución obligaba a
ello.
Por otro lado, es de especial importancia la educación que recibieron los
Graco. Su madre Cornelia recurrió a
diferentes sabios griegos para educar a
sus hijos, entre ellos el retórico Diófanes de Mitilene. Asimismo, el cónsul
del 133 a. C. Publio Mucio Escévola
tenía como invitado al filósofo estoico
DESCUBRIR LA HISTORIA | 13
Cicerón ante el Senado.
Blosio de Cumas, quien ejercería de
consejero de Tiberio. De este modo,
se puede ver una importante influencia de la filosofía griega, en especial
del estoicismo, en la reforma gracana.
Hacia el año 300 a. C. el filósofo
Zenón de Citio inició el estoicismo al
reflexionar sobre una sociedad perfecta, justa y equitativa, con ciudadanos
sabios por igual que actúan conforme a
la razón, sin necesidad de mitos, gimnasios, instituciones, matrimonios, dinero o propiedad. En el siglo III a. C.,
los reyes Agis y Cleómenes III de Esparta emprendieron una serie de reformas radicales asistidos por el estoico Esfero de Borístenes, alumno de Zenón.
Realizaron una política de cancelación
de deudas, redistribución de tierras y
abolición de los títulos de propiedad.
Esto provocó un efecto caótico que
llevó al asesinato de sus responsables,
incluido el rey Agis, así como a una reflexión dentro del mismo estoicismo
que lo dividió en dos corrientes, una
radical y otra moderada.
14 | DESCUBRIR LA HISTORIA
Este intento de reforma espartana
se puede considerar precedente de la
reforma gracana, en el sentido de que
se hace igualmente una redistribución
de la propiedad agraria, considerada
común o pública, que provoca un
caos jurídico y administrativo, al mismo tiempo que lleva a una radicalización política que acaba de forma violenta con la vida de los reformadores.
Teniendo en cuenta este precedente y
la forma en que Graco ejerció su política, así como la asistencia que recibió
por parte de Blosio de Cumas, no cabe
duda de que estaba fuertemente
influido por esta corriente radical del
estoicismo.
Para bien o para mal, la acción
política de Tiberio Sempronio Graco
marcó de tal manera a la República
que la crisis institucional de la misma
no dejó de agudizarse hasta su fin. A
partir de entonces la política romana
quedaría dividida en dos corrientes
bien diferenciadas: populares y optimates. Los populares serían aquellos
dispuestos a ir en contra de la tradición y de los privilegios senatoriales
para realizar reformas radicales que
solucionaran las diferentes crisis que
afrontaba Roma en aquella época. Por
su parte, los optimates serían aquellos
que defendían la tradición republicana y los privilegios de la nobilitas, estando dispuestos a defender las instituciones republicanas a ultranza a pesar de estar sumidas en la corrupción.
Cayo Sempronio Graco sería elegido tribuno de la plebe en el año 123 a.
C., elaborando una nueva serie de reformas en la línea de su hermano, pero esta vez yendo más allá de la propia
ley agraria y reformando organismos
estatales. Por ejemplo, reformó los tribunales que juzgaban los casos de corrupción por parte de senadores, de
tal manera que estuvieran compuestos
por equites en vez de por los mismos
senadores, ya que éstos solían dar un
trato de favor al acusado al pertenecer
a la misma clase. Su actividad política
radicalizó de tal manera a la oposición
que acabó corriendo la misma suerte
que su hermano. Del mismo modo, la
ley agraria de Tiberio contribuyó a
que los itálicos intensificaran sus reivindicaciones, exigiendo los mismos
derechos que los ciudadanos romanos. Al no lograr sus objetivos se rebelaron contra Roma, dando inicio la
Guerra Social (91-90 a. C.), tras la cual
se otorgó la ciudadanía romana a la
población itálica.
La crisis de reclutamiento fue resuelta por el cónsul Cayo Mario, quien
profesionalizó el ejército romano, de tal
manera que ya no se reclutaba a los
propietarios sino que los ciudadanos
podían alistarse en las legiones para ganarse un sueldo y, tras licenciarse, reci-
birían tierras en premio a sus servicios.
Esto resolvía tanto las dificultades para
reclutar como la desocupación de muchos ciudadanos, pero también crearía
importantes lazos de lealtad y clientelismo entre los legionarios y su general,
pues era él quien se ocupaba de pagarles
y darles las tierras prometidas. Fue esta
nueva relación, junto a la radicalización
de la política, la que permitió a Lucio
Cornelio Sila ocupar la propia ciudad
de Roma con sus legiones y proclamarse dictador, realizando el primer golpe
de estado de la historia romana. Los generales posteriores (Pompeyo, Craso,
César y Marco Antonio, entre otros),
influidos en cierto modo por el gran
poder de los reyes helenísticos, se apoyarían igualmente en sus legiones para
defender sus intereses a costa de la estabilidad institucional republicana, sucediéndose las guerras civiles hasta que finalmente Octavio, más conocido como
Augusto, aglutinó todo el poder iniciando el Imperio.
Para saber más:
Bernstein, A. H. (1978). Tiberius
Sempronius Gracchus: tradition
and apostasy. Londres: Cornell
University Press.
García Fernández, E. (2010). El regreso a la caverna: filosofía y política
en época gracana, en Bravo, G. y
González Salinero, R. (coord.), Toga
y Daga: teoría y praxis de la política
en Roma. Madrid: Signifer libros.
Polibio. Historia general. Libro VI.
Suárez Piñeiro, A. M. (2004). La
crisis de la república romana (13344 a. C.): la alternativa política de
los «populares». Santiago de
Compostela: Lóstrego.
DESCUBRIR LA HISTORIA | 15