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ROMA: DE LOS ORÍGENES A AL IMPERIO
El problema de los orígenes de Roma: mito, fundación y a irrupción de la figura de
Octaviano (Augusto)1 a fines de las guerras civiles
Según la tradición clásica, la historia de la civilización romana tiene sus orígenes con la
fundación de la ciudad de Roma en 753 a. C., con los hermanos Rómulo y Remo. Sin embargo,
diversos análisis propiciados desde la historiografía, así como de otras disciplinas como la
arqueología, han tendido a cuestionar estas interpretaciones. Estas nuevas miradas sobre la historia
de Roma han abierto el debate sobre los verdaderos orígenes de esta tradición mitológica,
vinculando la gestación, escritura y difusión de esta con un momento político particular: el inicio
del imperio romano en el año 27 a. C.
La llamada época augustal, momento de inicio del imperio que continuará hasta el año 475
d.C. es considerado el período de mayor esplendor y crecimiento de Roma, caracterizado por una
gran expansión territorial, la reorganización de las instituciones gubernamentales y la consolidación
de un sistema social de producción basado en la explotación de mano de obra esclava. Sin embargo,
este período no estuvo exento de grandes conflictos, tanto internos como externos. Octavio, el
primer emperador, había recibido una Roma agitada por las guerras civiles, las venganzas, las
represiones y las violencias desarrollados durante los últimos años de la República (133 a.C. – 27
a.C.). Para finalizar con estos problemas, Octavio, también conocido como Augusto, fue aclamado
como aquel emperador que fomentaba la recuperación de las instituciones republicanas, con mayor
nivel de participación política de los ciudadanos en las cuestiones de gobierno. No obstante, detrás
de la fachada de políticas republicanas, se vislumbraban tendencias hacia la creación de un régimen
personal y autoritario de base militarista.
Con el objetivo de consolidar este nuevo tipo de gobierno autoritario, Augusto debió
desarrollar mecanismos políticos y discursivos que legitimasen su accionar. En este contexto,
encontramos la función política que se le otorgará al origen mitológico de la fundación de Roma, a
partir de reinterpretaciones del pasado. Las formas de trasmisión de estos usos del pasado se
expresaron a través de diferentes recursos, como el literario con los escritos de Virgilio o desde la
historia, con los textos de Tito Livio. Ambos buscaron legitimar la presencia no sólo de Octaviano
sino también de la elite, la gens Iulia2, a la que había pertenecido Julio César y a la que pertenece
como heredero político, Octaviano. Esta gens se jactaba de descender de Rómulo, el fundador de
1
Octavio, Octaviano o Augusto son diferentes formar de llamarlo. Cuando Octavio asumió como Emperador, cambió
su nombre a Augusto. Otra forma nombre es el de Cayo Julio Cesar Octaviano.
2
Una gens es un grupo familiar de ascendencia patrilineal cuyos miembros descienden de un antepasado común, real o
ficcional. En el caso de la gens más importante de Roma, el antepasado era una divinidad, Venus o Afrodita.
1
Roma, vinculando así a la familia augustal con el origen mitológico romano. A su vez, la República
de Roma a partir del siglo III a.C. en su expansión mediterránea y mediante el contacto con el
mundo griego, había sufrido un fuerte impacto político y cultural que afectó a la ciudad y a las
instituciones republicanas. Dichas influencias helenísticas, agravadas por las guerras púnicas3,
fueron vistas con recelo por los gobernantes preocupados por fortalecer la unidad identitaria de los
ciudadanos. En este sentido, los intereses políticos de la elite se entrelazaban con aquella necesidad
de generar un proceso de recuperación de tradiciones que tendieran a cohesionar a la sociedad
romana.
Rómulo y Remo, según la tradición trasmitida tanto por Tito Livio como por Virgilio,
proceden de un relato de corte folklórico. La leyenda cuenta que en la ciudad de Alba-Longa,
ubicada en la región del Lacio y fundada por Eneas, reinaba Numitor. Amulio, su hermano, expulsó
al rey Numitor y mandó a matar a su hijo. Rea Silvia, la hija de Numitor, fue enviada a congraciar a
la diosa Vesta, protectora de lo la familia y el hogar, con el objetivo de impedir que Numitor
pudiera tener herederos. Pero Marte, el dios de la guerra, se enamoró de Rea Silvia, y tras una
violación, engendró a Rómulo y Remo. Asustado, el ahora rey Amulio ordenó que arrojaran a los
dos gemelos al río Tiber. El servidor del rey los colocó en una cesta y los arrojó al río. Una loba, al
acercarse al río a beber agua los encontró y los auxilió, amamantándolos. Más tarde, un pastor los
encontró y los llevó a su casa. Cuando crecieron, Numitor los reconoció y les contó su historia. Al
saber esto, los gemelos fueron a recuperar el reino de su abuelo y mataron a Amulio. La tradición
cuenta que tenían también el proyecto de fundar una nueva ciudad; sin embargo, cuando Rómulo
marcó con un arado la frontera de su ciudad, el pomerium, Remo no participó, manteniéndose por
fuera. Este pomerium era sagrado y sólo se podía ingresar a la ciudad cuando la reja del arado se
levantaba, siendo estas las puertas de la ciudad. Remo se burló de esta tradición sagrada y saltó el
pomerium. Rómulo, enojado, lo mató exclamando “¡Esto le ocurrirá a quien atraviese mis muros!”.
Esto se interpreta como una legitimación del orden y una legitimación de la organización urbana, de
la irrupción de las instituciones y la ley, en donde Remo figuraba como el desorden, lo salvaje que
pretende destruirlo todo y Rómulo como el instaurador y garante del orden. Todo este imaginario
3
Las Guerras Púnicas fueron una serie de tres guerras que enfrentaron entre los años 264 a. C. y 146 a. C. a las dos
principales potencias del Mediterráneo occidental de la época: Romay Cartago. En el estallido del conflicto influyó de
gran manera la anexión por parte de Roma de la Magna Grecia, en el sur de la península itálica, pero la causa principal
del enfrentamiento entre ambas fue el conflicto de intereses entre las colonias de Cartago y la expansión de la República
de Roma. El primer choque se produjo en la isla de Sicilia, parte de la cual se encontraba bajo control cartaginés. Al
principio de la Primera Guerra Púnica, Cartago era el poder dominante en el Mar Mediterráneo occidental, pues
controlaba un extenso imperio marítimo, mientras que Roma era el poder emergente en el centro de la península itálica.
Al final de la Tercera Guerra Púnica, después de décadas de un conflicto muy sangriento, Roma conquistó todas las
posesiones cartaginesas y arrasó la ciudad de Cartago, su capital, con lo que la facción cartaginesa desapareció de la
historia.
2
que se vincula a antiguas raíces folklóricas, a leyendas que intentan explicar aquello que
preocupaba a los romanos durante la República y en la época augustal: los orígenes de Roma como
ciudad, los orígenes de Roma como estado organizado.
Según la tradición romana, el momento fundacional de la ciudad ocurrió en el año 753 a.C.
Sin embargo, los estudios interdisciplinarios han cuestionado la veracidad de este hecho ante la
carencia de registros que lo comprueben. Según los arqueólogos, no se hallan indicios de existencia
de una fundación ni de un pasaje de poblados aislados a una ciudad unificada, como relata el mito.
Distintas teorías coinciden en que se trató de un proceso de formación. Se puede afirmar que en el
siglo VIII a.C. se registran restos arqueológicos que muestran una acumulación interesante de
material que habla de un
La región del Lacio y las influencias a
mediados del siglo VI a.C.
desarrollo de riqueza y de
expansión. Sin embargo, esto
no quiere decir que irrumpe
Roma como ciudad en ese
momento
porque
el
asentamiento en la región
lacial viene desde los siglos
X y IX a.C., de manera que
hay
continuidad
asentamientos
aldeas
que
en
los
menores,
parecen
distribuirse por las distintas
colinas. Como las aldeas
(hechas de adobe y madera) fueron las que más rápido destruyeron la evidencia material en la
región del Lacio, solo han quedado las necrópolis. Mientras que por un lado el asentamiento sería
anterior al siglo VIII a.C., por el otro, la Arqueología reconoce que en este siglo hubo una
acumulación de material que habla de expansión, sin por ello vincularlo a la irrupción del estado y
la urbanización. La Arqueología trata de analizar en qué momento irrumpió una ciudad estado y se
arriesga a plantear que fue a mediados del siglo VII a.C., es decir un siglo después de lo que se
había considerado tradicionalmente (750-753 a.C.). El Lacio antiguo evidencia una transformación
espacial a partir de las diferencias en los ajuares funerarios, que corresponden a una aristocracia
terrateniente y dirigente, es decir a una estratificación social. Dicha jerarquización se registró no
sólo en el Lacio sino también en toda Italia, en donde se reconoce la presencia de grupos gentilicios,
aquellos que tienen como unidad la gens.
Se puede afirmar, desde la arqueología y de acuerdo a algunas teorías, que hubo un período
3
protourbano anterior a la unificación política y al desarrollo urbanístico. En este periodo, un
conjunto de poblados de carácter pastoril más que agrario fue evolucionando hasta generar centros
nucleares, que lentamente se fueron unificando para mejorar la calidad de vida. Así se dio paso de
la organización pastoril a la agraria.
La tradición romana reconoce la existencia del Estado desde su fundación, a pesar de lo
ficcional de la misma. Se trató, de acuerdo con los datos arquelógicos recolectados, de un proceso
de transición lenta que pudo haber empezado en los siglos X o IX a.C., y que se intensificó en el
siglo VIII a.C. Se puede plantear que en el último tercio del siglo VII a.C., en el 625 a.C. hay obras
públicas vinculadas a pavimentación y a la construcción de termas, a la construcción de acueductos,
de espacios de significación social, política, simbólica, centros religiosos, que dan cuanta de la
presencia del Estado.
¿Cómo puede interpretarse las contradicciones que se evidencian entre la tradición mitológica
del origen romano y los registros arqueológicos encontrados?
El mito de la fundación evocaba la idea de que en Roma se debía expulsar el desorden y el
caos, representado simbólicamente por Remo. Rómulo será el encargado de instaurar nuevamente el
orden asesinando a su hermano. Análogamente, esta historia será reinterpreta a partir de la figura de
Augusto como aquel que debía restaurar el orden, alterado durante la Segunda Guerra Púnica4,
cuando los cartagineses invadían el centro de Roma.
En la época augustal, la reconfiguración y la reinterpretación de los mitos fundaciones
sirvieron como legitimadores de las acciones imperiales, en donde la continuación del régimen de
explotación esclavista y el sistema tributario fueron algunos de sus principales objetivos.
Estas reinterpretaciones son las que han llegado a la actualidad y bajo las cuales se ha
interpretado la historia de los orígenes de Roma, y que la arqueología en los últimos tiempos se ha
encargado de desmitificar. Una tradición que circulaba desde hacía siglos sobre los orígenes de
Roma, fue apropiada y reinterpretada por la clase letrada, la denominada nobilitas, esa aristocracia
mixta donde había patricios y plebeyos ricos y que controlaba el Senado. Tito Livio, perteneciente a
esta clase, reescribió este mito uniendo lo antiguo con lo moderno, intentando legitimar con viejas
tradiciones un gran cambio que ocurrió en el Estado romano y que tuvo proyecciones en la
sociedad, en la economía e incluso en la vida militar de la época.
Probablemente el origen del mito de Rómulo y Remo tenga que ver con relatos dentro de un
folklore y dentro de sociedades muy arcaicas, del cual se produjo una apropiación por parte de la
elite, que reconstruyó su pasado con el mito, con el objetivo de legitimar el poder que acababa de
4
La segunda guerra púnica ocurrió durante el siglo III a.C. entre Roma y Cartago. Durante esta guerra los cartagineses
lograron ocupar Roma, aunque finalmente fueron derrotados.
4
obtener.
Organización política y social durante la época augustal
En el año 27 a.C., cuando Augusto asumió como Imperator, se encontró con un Estado
devastado económica y socialmente tras el proceso de las guerras civiles (133 a.C.–27 a.C.). En este
momento, las instituciones del Estado entraron en crisis, generando transformaciones
trascendentales. Desde el punto de vista militar, se creó el ejército profesional. El campesinohoplita, ‘se armabas de acuerdo con su patrimonio’, es decir, de acuerdo a lo que el campesino
producía, tenía un equivalente en el tipo de armamento que podía adquirir. El hecho de hacer un
ejército profesional llevó a contratar soldados por un sueldo y con una promesa muy tentadora en
una sociedad agraria: aquellos campesinos probablemente habían perdido la tierra o estaban a punto
de perderla, tenían la posibilidad de convertirse en soldados, a cambio de un sueldo y después de 16
años de campaña de recibir como premio una parcela de tierra. Esta tierra se convirtió en un objeto
de competencia política pues cada líder convocaba a su ejército con la promesa de repartir la tierra.
Cuando vencían a un adversario le quitaban la tierra, e intentaban repartirla con los vencedores
circunstanciales. Esta lógica comenzó a desgastar las instituciones republicanas: la aparición de un
líder que poseía en muchos casos más poder que los cónsules, los pretores o los tribunos.
Políticamente, durante las guerras se puso en cuestión el poder de la elite patricia. A partir de
esto se empezó a pensar en nuevas soluciones, en recuperar antiguos principios de autoridad. Sin
embargo lo que se puso en tela de juicio fue el carácter colegiado del poder. El problema radicaba
en que hubo un cambio en la relación de los ciudadanos con el Estado: antes de las guerras civiles el
compromiso de los ciudadanos era con el Estado y sus instituciones, pero con la aparición del
ejército profesional se generaron clientelas donde el compromiso era con el jefe, con el líder y ya no
con el Estado, con las instituciones republicanas. Las instituciones republicanas, como poderes
colegiados (los cónsules, por ejemplo), estaban colapsando. ¿Cómo se fue resolviendo esto? El
modelo que compartieron con matices Pompeyo y César era un modelo militar, autoritario,
personalista. ¿Contra qué atentaba? Contra las instituciones colegiadas, contra la República romana.
Por otra parte, durante la expansión de Roma en la época de la República, la sociedad se
transformó en una sociedad esclavista: hubo transformaciones económicas hacia el monocultivo, se
reservaron las zonas periféricas para el abastecimiento de trigo, y se formó la uila esclavista. Estas
grandes tierras convivieron con los pequeños y medianos propietarios libres.
En este contexto caótico y transformado, Roma se tenía que recuperar y la figura de
Octaviano debía desarrollarse en una gran cantidad de planos, políticos, institucionales, militares, y
vengar la muerte de César. Para ello, logró la unificación de los grandes grupos de terratenientes
esclavistas de Occidente bajo su liderazgo. El modelo que caracterizó al Imperio Estado romano fue
5
un modelo militarista y esclavista, recuperado y reordenado por Octaviano.
Para el siglo III d.C. un historiador planteó que cuando Setimio Severo estaba muriendo llamó
a sus sucesores y les dijo que lo primero que había que hacer era tener contento al ejército, darle
todas las prebendas que solicitase porque ese era el secreto de la reproducción del Imperio romano.
Pero tres siglos antes, en la época de Augusto, eso no estaba tan claro. Para recuperar este Estado,
en principio Augusto propuso no una novedad sino una restauración de la cual la memoria, la
religión y el mito tenían mucho que ver. También fue una restauración de las instituciones, del
Senado, de los Comicios pero se trató de unas restauraciones sólo conservaron su forma y no sus
contenidos. En este sentido, el mito fundacional funcionó también como legitimador del poder de
Augusto y las instituciones, en tanto que se considera descendiente de Rómulo. El problema era que
en realidad las instituciones republicanas ya no eran la base del poder, sino que en esta época se
apoyaba en el ejército. Es decir que para poder gobernar era necesario mantener una alianza con
este nuevo ejército. Sin embargo esto se trató de enmascarar conservando las instituciones
republicanas pues el ejército estaba asociado a los excesos y las guerras civiles, al caos. Augusto
pudo llevar con el consenso del ejército y conjuntamente con el consenso de la clase terrateniente, y
finalizar las guerras civiles y pacificar a toda Roma
¿En realidad Augusto era un rey, era un cónsul? ¿Qué atributos tenía ese poder? Ese poder era
de lo más difuso, tenía el poder militar. Cuando se le nombra ‘emperador’, en realidad significa sólo
‘jefe militar’ en latín Imperator es un comandante militar, mientras que las instituciones
republicanas subsistentes estaban absolutamente subordinadas al jefe, es decir a Augusto.
El fin de la Monarquía, la República y los inicios de las guerras civiles
De la monarquía a la República
Tradicionalmente, la historia romana se divide en: Monarquía, República, Imperio,
mencionando a los siete reyes, (cuatro latinos sabinos y tres etruscos). Tradicionalmente se
consideró esta periodización sin cuestionarla. En este sentido, de los reyes sabinos, Rómulo
evidentemente era considerado el rey emblemático, el de los orígenes, el que creó las instituciones,
el Senado, Numa Pompilio, aparece como el creador del calendario, que es la articulación entre la
práctica material, el cultivo y la religión. Tulio Hostilio como el organizador del ejército, de las
legiones romanas y Anco Marcio como el que según la tradición fundó el puerto de Hostia, por lo
tanto era la vida económica. Las nuevas interpretaciones consideran a estos cuatro primeros reyes
como ficcionales, que cumplían la función de cubrir las necesidades de una sociedad que se estaba
organizando, que iba lentamente consolidando su organización espacial, su estratificación social,
sus instituciones, sus espacios cívicos representativos y sus lugares sagrados. En este sentido, lo que
6
la visión tradicional de Roma los considera como reyes fundadores, podrían tratarse, en realidad,
como jefes o ancianos de aldeas que serán reapropiados por la historia como los primeros reyes.
En relación a los reyes etruscos, se considera que conjuntamente con estos reyes, en el último
tercio del siglo VII a.C., empezaría la urbanización de Roma, la pavimentación y la ciudad. No cabe
duda que Roma fue muy influida a nivel político en su organización social y sobre todo en su
desarrollo institucional por los reyes etruscos.
Sabemos que tradicionalmente Roma funcionó como una monarquía hasta el 509 a.C. al
menos desde que tenemos noticias de la existencia de esa ciudad estado (625 a.C.). Sin embargo se
trataría de una monarquía que no supuso un poder absoluto sino una suerte de primus inter pares (el
primero o más importante entre los iguales, es decir, la aristocracia o los patricios), el cual era
elegido por la aristocracia. Por ende, el poder del rey estaba limitado por la presencia de la
aristocracia.
A mediados del siglo VI, Servio Tulio, uno de los reyes etruscos, aplicó una serie de reformas
que limitaron el poder y los privilegios de la aristocracia y dieron más poder a un grupo de
campesinos que se encontraban en una buena situación económica. Dichas limitaciones derivaron
en un conflicto que se resolvió con la expulsión del rey y la instauración de la República, por parte
de esta aristocracia.
El aspecto más importante de estas reformas es el militar, cuyo resultado fue la organización
de un cuerpo de hoplitas5. Estas reformas establecieron un censo que dividiría a la población en dos:
aquellos que eran capaces de armarse como hoplitas, que formarían la classis, por un lado; y por el
otro, aquellos que no se podían armar por sí mismos, por ende serán los que conformaran la tropa
ligera, la infraclassis.
Con lo cual, la classis quedaría conformada por 6.000 hombres: todos aquellos campesinos
que lograran armarse como hoplitas y la aristocracia, lo que dio lugar a una ampliación de los
privilegios y de la posibilidad de elegir, por ejemplo, al rey. Por otra parte, en la infraclassem habría
unos 3.000 hombres, es decir una minoría de la población adulta masculina. A partir de estos datos,
que podemos imaginar una comunidad bastante “igualitaria” (al menos dentro de la comunidad
ciudadana masculina). Más del 60 % de los ciudadanos adultos tendrían una capacidad económica
asimilable a la de un campesino acomodado, que es lo que se suele asociar con el nivel requerido
para ser un hoplita, mientras que 1/3 de la población estaría bajo ese nivel económico aunque esto
no haya significado necesariamente la pobreza extrema.
Esta organización censitaria se asociaba con una organización en centurias: estos 6.000 classis
estarían organizados en 60 centurias, la cuales habrían servido también para una organización
política, las asambleas por centurias: las asambleas del pueblo en armas, en donde se debatían y
5
Hoplita: es el campesino-ciudadano-soldado que puede adquirir sus propias armas de guerra.
7
tomaban decisiones políticas.
En este momento se crearon las bases de la ciudadanía: de ser romano por pertenencia a algún
lazo familiar (una gens) aristocrática, se pasó a ser romano por estar o nacer en una parte del
territorio de esta ciudad estado, incorporando a nuevos miembros en la ciudadanía, a los campesinos
acomodados.
Aristocracia/patricios
classis
Resto de la población
infraclassem
Esta incorporación de nuevos sectores a la vida política, a la posibilidad de tomar decisiones,
limitó los poderes de la aristocracia, pues en este momento las decisiones tuvieron que ser
consultadas a un número mayor de ciudadanos que no pertenecían a los sectores más privilegiados y
poderosos de la sociedad romana. Pasado un tiempo, y tras una serie de sucesos conflictivos entre el
rey y la aristocracia, esta última logró eliminar la figura del rey y reemplazarla por nuevas
magistraturas, dando lugar a un gobierno doble, con dos cónsules como autoridades máximas, que
eran elegidos y renovados año a año por los comicios de centurias.
Lo que podríamos pensar a partir de la instauración del doble consulado es por un lado que la
aristocracia se instaló nuevamente en el poder y volvió a ejercer funciones políticas. Por otro lado,
dentro de la propia aristocracia se generó un mecanismo para ejercer el poder sin que eso atentara
contra sus privilegios, teniendo en cuenta que los cónsules debían ser miembros de la aristocracia.
El mecanismo de las magistraturas colegiadas surgidas a partir de procesos eleccionarios, en
distintos tipos de asambleas en las que participan el conjunto o buena parte de los ciudadanos,
posibilitó la rotación de la aristocracia en el ejercicio de los cargos.
En relación al Senado, es en este momento en el cual podemos observar una continuidad entre
las instituciones de la Monarquía y las de la República. Actualmente se plantea que al comienzo de
la República el Senado sería más bien un lugar de consulta para los cónsules, lo cual significaba que
sus recomendaciones podían ser tomadas en cuenta o no, según optara cada cónsul. A mediados de
la República, el Senado ya se había convertido en el órgano institucional en el que se expresaba la
aristocracia, donde se debatían las opciones políticas y en donde se podía pugnar por el beneficio
económico de cada miembro de la aristocracia.
Es de destacar que a comienzos de la República, si bien la aristocracia parecía estar
recuperando un rol perdido, a raíz de haber abandonado la monarquía, también continuaron vigentes
las reformas de Servio Tulio, entre ellas la división social entre classis e infraclassem. La
incorporación de los campesinos acomodados a la vida política no pudo ser ignorada por la
aristocracia. Y esto tendría como resultado que si bien buena parte de la magistratura estaría en
8
manos de la aristocracia (los patricios), debía compartir el poder con otros sectores.
El conflicto entre patricios y plebeyos
Al poco tiempo de la instauración de la República, comenzó un conflicto entre patricios y
plebeyos, que surgió del deseo de los plebeyos de lograr la igualdad política. Se cree que el origen
de estos conflictos radica en la diferencia de privilegios entre los patricios y la infraclassem, y en
las desigualdades económicas extremas entre ambos sectores. Se llegó al objetivo en
el 287 a. C. con la ley Hortensia, después de dos siglos de luchas.
Los patricios eran aquellos miembros de la sociedad con más poder y privilegios, propietarios
de grandes tierras, que controlaban el Senado. Pero, ¿quiénes eran los plebeyos? ¿Cómo se puede
interpretar su surgimiento? Antiguamente se pensaba que todos lo que no eran patricios eran
plebeyos. A partir de la literatura más reciente, se plantea que había grupos que compartían con los
patricios el ejercicio del poder, que no serían tampoco plebeyos.
¿Quiénes fueron los que entraron en conflicto con los patricios? La propuesta que se ha
lanzado últimamente es que en realidad si bien en los comienzos de la República empezaron a
conformarse movimientos políticos que formaron a los plebeyos, se trató de un grupo más
restringido que el conjunto de los no patricios, y que la identidad plebeya fue surgiendo a raíz de los
conflictos que fueron sucediendo.
¿Cuál fue el origen de estos conflictos? Si bien puede tratarse de un origen socioeconómico
común (el empobrecimiento de una gran parte de la población), eso no significa que abarque a todo
el conjunto de los no patricios. En este punto es interesante detenerse en uno de los primeros
acontecimientos que se asocia con el conflicto entre los patricios o la aristocracia y un sector que
fue delineando una identidad plebeya: ‘la secesión6 de la plebe’, que ocurrió aproximadamente en
el 494 o 496 a.C. Se trató de grupos de ciudadanos romanos que se opusieron a las políticas de los
patricios y se asentaron en masa en las afueras de Roma. Algunos autores coinciden en los que
participaron de este acontecimiento serían todos los no patricios. Sin embargo, se infiere que de
acuerdo a las últimas interpretaciones, habría sido un grupo perteneciente a la infraclassem, a los
sectores más pobres. Tal vez el origen de esta protesta estuvo marcado por un descontento social
debido a determinadas condiciones económicas ligadas a problemas semejantes a los de otras
sociedades agrarias, como pueden ser el empobrecimiento, la falta de tierra, el endeudamiento.
Este movimiento de secesión y organización de un sector de la población llevó a la creación
de la magistratura conocida como el ‘tribunado de la plebe’, que desde el principio intentó imitar al
consulado (puesto que trató de una magistratura colegiada de dos integrantes también anuales). Sin
6
Secesión: f. Separación o independización de una nación de parte de su pueblo o de su territorio/ Separación de un
grupo de personas del conjunto al que pertenecía.
9
embargo, esta magistratura no formó parte del orden institucional vigente, sino que cumplió una
función de importancia en la organización de la plebe: la de actuar ante los abusos que los sectores
más vulnerables de la comunidad romana podrían llegar a sufrir por parte de los patricios. Según las
últimas interpretaciones, se considera que a partir de aquí los plebeyos tuvieron magistraturas como
forma de organización propia, pero que en el funcionamiento de la República no tuvo incidencia.
Sólo tenían incidencia dentro del grupo de plebeyos.
Por otro lado, entre comienzos y mediados del siglo V a.C., se verificó un proceso que llevó a
lo que podríamos plantear como una monopolización del poder político por parte del patriciado. Sin
embargo, esa monopolización no emergió con la república sino que ocurrió cuando ya habían
transcurrido 50 o 60 años. En concreto, los mismos datos que mostraban que a comienzos de la
República al menos un cuarto del total de las magistraturas eran ejercidas por no patricios, a
mediados del siglo V a.C. muestran que prácticamente todas las magistraturas eran ejercidas por
patricios. Junto con esto, otro elemento importante fueron las Leyes de las Doce Tablas aplicadas en
450 a.C. Estas leyes prohibían el casamiento entre patricios con no patricios, lo cual influyó en la
monopolización del poder, pues se limitó el acceso a este sector social. Esta legislación patricia
minó las bases de la inclusión política propiciada por las reformas de Servio Tulio.
Este ‘cerramiento del patriciado’ produjo y permitió un acercamiento de los sectores no
patricios al movimiento plebeyo. A partir de aquí comenzaron a acercarse algunos miembros de la
classis al movimiento de los plebeyos, comenzando a unificar el movimiento de los plebeyos más
pobres con los campesinos acomodados desplazados del poder.
Recién en el siglo IV a.C. efectivamente se produjo un movimiento plebeyo que incluía a
todos los que no eran patricios, en el contexto de las leyes conocidas como las leyes Licinio-Sextias,
367 o 366 a.C. A partir de aquí se estableció que uno de los cónsules debía ser plebeyo, presentando
una situación dicotómica: los patricios por un lado y los plebeyos por el otro. También se
establecieron medidas que tendieron a resolver un problema fundamental que aquejaba a los
ciudadanos romanos pobres: el problema de las deudas y de la dependencia por deudas.
Las dos medidas apuntaron a la apertura del poder político y a la resolución de problemas
socioeconómicos. Esto en líneas generales se articuló bastante bien con dos reivindicaciones
procedentes de dos grupos distintos en el interior de la plebe. La apertura del poder fue una medida
tendiente a resolver la contradicción generada con el cerramiento del patriciado abriendo
nuevamente las puertas a los sectores no patricios. El hecho de que legalmente se haya establecido
que uno de los cónsules tenía que ser plebeyo significó un poder compartido entre patricios y un
sector de los plebeyos ¿Cuál fue el sector de los plebeyos que tuvo capacidad para compartir este
poder? El sector acomodado. ¿Por qué? Porque las magistraturas no eran pagas, por lo cual se
necesitaba tener cierta riqueza para poder dedicarse a la carrera política. Esta conjunción en el poder
10
entre patricios y plebeyos ricos dio lugar posteriormente a la constitución de una nueva nobleza
patricia-plebeya, la nobilita, que ejerció en buena medida el poder a lo largo de la historia
republicana. A partir de esta situación, consolidada en el siglo III a.C. aproximadamente, el Senado
se transformó: de ese cuerpo consultivo pasó a constituirse como un ámbito en el que se debatían
los proyectos y la política e incluso las diferencias de opinión de la política de los patricios con
mayor poder.
En cuanto a los problemas socioeconómicos, las leyes Licinio- Sextias buscaron limitar el
problema de las deudas y de la caída en dependencia. Además estas leyes habrían buscado resolver
una de las raíces del problema del acceso a la tierra por parte de los plebeyos pobres, limitando la
apropiación de tierras del ager publicus por parte de los terratenientes. El ager publicus (tierra del
Estado) era una tierra que pertenecía a la comunidad. Sin embargo, que esa tierra haya sido de la
comunidad no significaba que se haya utilizado comunitariamente sino que, por el contrario,
permitía la apropiación privada, mediante la occupatio7. Aparentemente este sistema estaría vigente
desde comienzos de la República o incluso antes, desde la época monárquica. El problema era que
por un lado Roma había comenzado a expandirse desde comienzos del siglo IV a.C., pero dicha
expansión no significó un reparto de tierras que permitiera, entre otras cosas, resolver el problema
crítico de los campesinos pobres sin tierras o con parcelas muy pequeñas. Buena parte de esas
tierras fueron apropiadas por los sectores económicos más ricos, en especial la aristocracia patricia
y eventualmente también los plebeyos ricos. Por lo cual, con esta ley se logró que las nuevas tierras
adquiridas que engrosaban en ager públicos, sean ocupadas por campesinos que no poseían tierras y
no por parte de la aristocracia.
Estas leyes contemplaron medidas para resolver el problema del endeudamiento de los
sectores más pobres y del acceso a la tierra lo cual denotaría que el problema se habría
transformado en un gran problema, al punto tal que la revuelta que llevó a la aplicación de las leyes
Licinio-Sextias terminó asociando a los plebeyos ricos (que pretendían la apertura del sistema
político), con los plebeyos pobres (que pretendían que se resolviera el problema de las deudas y el
problema de la asignación de tierras). Por ello es que a partir de esta situación se generó la imagen
de un movimiento plebeyo que abarcó a todos los no patricios. Los plebeyos ricos fueron los líderes
del movimiento y los plebeyos pobres acompañaron el proceso con la promesa de que se iban a
resolver sus problemas socioeconómicos.
El último acontecimiento que cerró el conflicto entre patricios y plebeyos fue la ley Hortensia
del 287 a.C. Esta es una ley que se asocia al derecho del derecho de ciudadanía ya que estableció
que los plebiscitos y las resoluciones de la Asamblea de la plebe, comenzaran a tener fuerza de ley.
Es decir que se transformaron de resoluciones vinculantes solo para la plebe reunida en asamblea a
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Occupatio: mecanismo mediante el cual los terratenientes se apropiaron de las tierras del ager publicus de forma legal.
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resoluciones que alcanzaron al conjunto del Estado romano y todos sus ciudadanos. La Asamblea
de la plebe se transformó entonces en una más de las instancias legislativas para resolver leyes.
Con la aplicación de estas dos leyes, finalmente aquel primer movimiento de secesión logró
su objetivo: la inclusión de más sectores en la participación de la política, en la ciudadanía. Sin
embargo, esta inclusión de los plebeyos no supuso la caída de la aristocracia. La nobilitas muestran
el reacomodamiento del patriciado ampliando sus horizontes políticos, diseñando una estrategia de
incorporación a nuevos sectores que no eran aristócratas: algunos plebeyos ricos que a partir de
entonces comenzaron a constituirse como una aristocracia. Esta nueva aristocracia plebeya-patricia
se constituyó como el dirigente de esta sociedad romana, resolviendo los conflictos arcaicos. altos y
Solucionados estos conflictos, a comienzos del siglo III a.C. entramos en una fase que el
historiador Peter Brunt llamó ‘la era de quietud’, que ocurrió entre el comienzo y el final de la
República, entre el 287 a.C. y el 133 a. C. con la aplicación de la ley agraria de Tiberio Graco. Este
autor caracteriza estos más de 150 años como una etapa de quietud social, en la que no se
manifestaron grandes conflictos sociales, que supuso una etapa de paz interna, basada en distintos
factores: por un lado el funcionamiento político de la República y por otro lado la cuestión de la
expansión romana, que se aceleró en esta etapa, sobre todo entre los siglos III y II a.C.
El funcionamiento político de la República romana
El historiador Cristian Meier plantea que a partir de la resolución de conflictos entre patricios
y plebeyos, las instituciones romanas permitieron resolver posibles conflictos a partir de los
mecanismos institucionales vigentes, bajo la hegemonía de los nobilitas.
Más allá de algunas resoluciones puntuales, algunos mecanismos institucionales permiten
explicar este funcionamiento político estable del Estado romano. Uno de ellos es el rol que fue
adquiriendo el Senado: no siempre era el que legislaba, pero era muy importante la opinión que
tenía sobre las cuestiones que intentaba legislar el tribuno de la plebe. En este sentido, era muy
difícil que se legislara en contra de lo que el Senado opinara.
Otro de los mecanismos para entender la estabilidad es el funcionamiento de la asamblea de la
plebe, que desde el 287 a.C. tuvo la capacidad de dictar resoluciones y plebiscitos con fuerza de ley.
Si el tribunado de la plebe lo ejercieron siempre plebeyos, desde el punto de vista político e
institucional el tribuno se incorporó como una más de las magistraturas del orden institucional, es
decir empezó a formar parte de lo que se conoce como el cursus honorem8. Esto quiere decir que el
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La carrera política durante la República Romana recibía el nombre de cursus honorum y siguió existiendo durante
el imperio, sobre todo para la administración de las provincias dependientes del Senado. El cursus honorum establecía
el orden y la jerarquía por la que se regían las magistraturas romanas, así como el modo de cumplirlas. Dicha carrera
quedó regulada en el año 180 a. C. por la Lex Villia annalis que estipulaba su ordenación de menor a mayor rango y la
edad mínima para desempeñar cada uno de los cargos. El cursus honorum senatorial constaba de una fase preparatoria
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cargo de tribuno de la plebe era importante no sólo como defensor de los intereses de la plebe, sino
también como vehículo para hacer carrera política, aspirando a ejercer otras magistraturas y llegar a
las instancias más altas del poder romano. Por lo tanto, el tribuno al formar parte del cursus
honorem, podía hacer carrera política. El cursus honorem estaba abierto a todos los ciudadanos,
pero implicaba tener cierta riqueza, pues los cargos políticos no eran pagos. Por ello, quienes
llegaron a tener estos cargos fueron los plebeyos ricos, que podían costearse el cursus honorem.
Desde el siglo III a.C. en adelante los plebeyos que accedieron al tribunado formaron parte de la
nobilitas.
Lo que señala Meier es que hay que tener en cuenta la capacidad de intervención en las
decisiones políticas del tribuno de la plebe: tenía la capacidad de oponerse y de vetar las leyes ¿Qué
cosas podía vetar? Un proceso legislativo o un proyecto de resolución. El veto que un tribuno
interponía dejaba sin efecto todo el proceso. Esa capacidad en este período se encontraba limitada
por los intereses de los nobilitas. ¿Por qué? Pues si eran decisiones que no generaban la necesidad
de un posicionamiento efectivo de la nobilitas o de un sector de ella, esas resoluciones no
presentaban ningún conflicto. Pero otras veces, la asamblea de la plebe podía llevar a cabo procesos
legislativos que afectaban enormemente la situación social, económica, política, jurídica de la
nobilitas, en los cuales el rol del tribuno podía ser clave: vetando la ley, de acuerdo con los intereses
de los nobilitas, o aprobarla, desatendiéndolo y por ende generando conflictos con este sector.
No obstante, a lo largo de todo este período no se registra una situación en la que una
resolución emanada de la asamblea de la plebe o un veto haya derivado en un conflicto. Meier
plantea que esto fue así porque, en primer lugar los tribunos de la plebe actuaban en conformidad ¿
con la nobilitas; y en segundo lugar actuaban teniendo como perspectiva su carrera política (la cual
implicaba apoyos y financiamientos de los sectores más elevados de la elite), por lo cual, para un
tribuno legislar en contra de la nobilitas significaba finalizar su carrera política.
En este sentido, el tribuno de la plebe cumplía un rol de equilibrio entre lo que podría ser la
aspiración de la nobilitas y lo que podría atentar contra el predominio de ésta. Este equilibrio se
rompió con las acciones llevadas a cabo por Tiberio Graco, quien legisló sin tener en cuenta los
intereses de la nobilita.
La expansión
Sabemos que a comienzos del siglo IV a.C. Roma ya se había expandido prácticamente hasta
con varias especialidades (vigintiviratus), seis magistraturas ordinarias (cuestura, edilidad, tribunado, pretura, consulado
y censura) y una extraordinaria (dictadura, la cual durante la República sólo se concedía por decisión del Senado en
caso de peligro exterior o interior, y no podía sobrepasar los seis meses de duración). Poder realizar una carrera política
era una oportunidad para aumentar el prestigio en la sociedad romana, así como la posibilidad de enriquecerse y
adquirir nuevos privilegios.
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Mapa de la expansión
de la República al
Imperio romano
Para ver un mapa
animado hacer clic
aquí: Expansión
romana por etapas
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duplicarse, pero más allá de esa expansión Roma no se había apartado demasiado de los límites de
lo que era una ciudad estado grande. Sin embargo, hacia mediados del siglo III a.C., Roma ya
controlaba buena parte de la península itálica. Solo faltaba controlar la zona sur de la península
itálica, habitada por comunidades griegas.
Con las guerras púnicas, Roma dio un salto cualitativo. En la primera, que ocurrió a mediados
del siglo III a.C. Roma conquistó Sicilia y el sur de Italia, pero no logró avanzar sobre el resto del
Imperio controlado por Cartago. Los cartagineses pretendieron recuperarse de esta situación, dando
lugar la Segunda Guerra Púnica. A pesar de que lograron invadir Roma, finalmente fueron
derrotados por el ejército romano, logrando la recuperación de todos los territorios romanos y la
apropiación de todos los territorios de Cartago (norte de África e Hispania), convirtiéndose en una
potencia hegemónica del Mediterráneo. Con lo cual, Roma pasó prontamente de ser una ciudad
estado mediana o grande a ser un imperio territorial. (Ver mapa).
Esta expansión tuvo consecuencias tanto inmediatas como mediatas. Las guerras permitían en
lo inmediato conseguir y distribuir riqueza, el botín de guerra. Dicho botín podía estar compuesto
por diferentes elementos: contingentes humanos (esclavos), tesoros en grandes cantidades, y
territorios, que podían ser redistribuidos.
Todo esto suponía un ingreso de fondos, el estado romano fue administrando. En algunos
casos, la guerra se llevó a cabo por la posibilidad de obtener el botín, y así distribuir riquezas entre
los soldados que provenían de la plebe, es decir, atendiendo a las necesidades de los sectores más
pobres. El estado romano, al conquistar un nuevo lugar, se reservaba un tercio del territorio como
propiedad del Estado, el ager publicus, la cual pasaba a estar disponible como tierra de la
comunidad y por ende susceptible de ser asignada a los ciudadanos romanos. Una parte de esa tierra
comenzó a distribuirse a ciudadanos romanos más pobres, mientras que otras tierras fueron
ocupadas por la aristocracia, permitiéndoles obtener grandes porciones de tierra y fundar las uilas
esclavistas.
Teniendo en cuenta la cantidad de tierra que Roma incorporó, este fue un mecanismo que,
permite explicar por qué se mantuvo el equilibrio, más allá de la gran diferenciación
socioeconómica que se estaba acentuando entre la aristocracia y el resto: mientras que muchos
ciudadanos perdieron la propiedad de la tierra. Mediante este sistema reparto de tierras, muchos
ciudadanos pudieron recuperar la condición de ciudadanos.
Estos dos factores, el funcionamiento político y la expansión, es lo que hay que tener en
cuenta cuando se interpreta por qué hubo en Roma durante este período de un siglo y medio una
estabilidad social y política, en donde también comenzó a crecer cada vez más los grandes
latifundios, entre otras cosas a partir de la occupatio del ager publicus.
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Las leyes de Tiberio y las guerras civiles
Este periodo de tranquilidad finalizó cuando, en el 133 a.C., Tiberio secundado por un grupo
de aristócratas, presentó ante la asamblea de la plebe una ley agraria que proponía reformular el uso
de la tierra pública, del ager publicus con el objetivo de dar una respuesta a la situación en la que se
encontraba una parte importante de los campesinos romanos, aquellos que no habían logrado
mejorar su situación económica, a pesar de la gran expansión. Esta ley atentaba contra los intereses
de los terratenientes romanos ya que limitaba una de sus fuentes de riqueza, occupatio del ager
publicus. La ley no proponía avanzar sobre las tierras privadas, es decir que un terrateniente o
cualquier propietario romano pudiera tener por herencia familiar. Sino que planteaba la distribución
de las tierras del ager publicus, determinando una cantidad de tierra para cada ciudadano. Pero
como en la práctica los terratenientes habían acumulando tanto tierras de propiedad privada como
tierras del ager publicus, mediante el occupatio uno de los inconvenientes prácticos fue que se
repartieron tierras que los terratenientes consideraban como suyas.
En cuanto al carácter de la ley, no debemos suponer o atribuir a Tiberio un afán reformista
con un contenido social. Uno de los problemas que empezó a presentarse para el estado romano fue
el problema del reclutamiento militar, porque en la medida en que Roma se expandía, se
multiplicaba la necesidad de reclutamiento. Esto implicaba dos necesidades superpuestas: por un
lado, la continuidad de una política expansiva y, por el otro, la consolidación o el control de lo que
ya estaba en manos de Roma, lo cual involucraba a su vez la necesidad de contar con los suficientes
efectivos como para que aquello que había sido conquistado se conservara bajo el poderío de Roma.
Es decir que de un modo u la necesidad de reclutamiento militar se multiplicó.
Para resolver esta necesidad de reclutamiento, el proyecto de Tiberio proponía restituir las
condiciones del sector que ha servido mayoritariamente para estos objetivos: el sector de los
campesinos capaces de armarse a sí mismo. Por ende, el mecanismo utilizado fue la restitución del
soldado-campesino-ciudadano, mediante el reparto de las tierras. Desde este punto de vista, la
reforma no era de índole social, es decir no era una reforma que buscaba una mejora de la condición
social, sino que tenía que ver con el vínculo que había entre la posesión de la tierra, el derecho de
ciudadanía y el servicio militar.
¿Qué es lo que había provocado esta necesidad de resolver el problema agrario en función de
resolver el problema del reclutamiento? A partir de la segunda guerra púnica Roma entró en una
situación sin precedentes en el terreno de la relación entre el reclutamiento militar y las condiciones
agrarias del campesinado.
Hasta comienzos o mediados del siglo III a.C., las guerras y expansión que Roma había
llevado a cabo todavía se daban en el marco de lo que era una ciudad estado. Las guerras en las que
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participaba eran guerras locales y relativamente breves: las campañas militares no implicaban un
tiempo prolongado fuera del propio territorio. Pero cuando comenzaron las guerras púnicas, la
movilización de tropas empezó a adquirir otras dimensiones: era una movilización que implicaba
campañas militares mucho más prolongadas, que a llevaban fuera de sus hogares a muchos
campesinos por un tiempo que se superponía con los tiempos de la economía agraria.
Hay dos elementos a tomar en cuenta para considerar cómo afectaría la extensión de las
campañas y los saqueos y destrucciones de los ejércitos enemigos a los campesinos romanos. Por un
lado la extensión de las campañas, a medida que fueron prolongándose, implicaron traslados
masivos a lugares más alejados respecto de las comunidades de origen, con lo cual comenzó a
romperse el equilibrio entre las necesidades de la economía campesina familiar (la necesidad de
sembrar, de cosechar, etc. en el momento oportuno que implicaban mayor trabajo) y el tiempo
disponible que los campesinos podían abandonar sus hogares para cumplir con sus obligaciones
como soldados romanos.
Cuando estas campañas militares adquirieron una dimensión mucho más amplia y el tiempo
del reclutamiento se agrandó, la repercusión que tuvo dentro de las economías agrarias dependió de
la riqueza de los campesinos. Sabemos que había diferencias sociales y económicas entre los
campesinos: si un labrador tenía la posibilidad de tener un esclavo, le permitía poder ausentarse por
más tiempo, pues podía tener en su tierra a alguien (el esclavo) que se ocupara de que la labranza
continuara y por ende no alterar los ciclos de la siembra y cosecha. Por ello podemos suponer que
una parte del campesinado no se vio afectada seriamente por el reclutamiento militar en la medida
en que contara con un esclavo que lo reemplazara. Quienes tenían un nivel de acumulación de
riqueza menor que este sector acomodado del campesinado, es decir que poseían menos tierras o no
poseían esclavos, se vieron más afectados, pues ante la ausencia por un reclutamiento militar, ese
trabajo no podía ser reemplazado y por ende podía perder la cosecha. En esta situación, las
campañas militares de las guerras púnicas, que fueron largas y alejadas del lugar de origen de los
campesinos, afectaron profundamente a las familias campesinas más pobres, llevándolas a una crisis
y en muchos casos a la perdida de la propiedad de la tierra. La segunda guerra púnica dejó una masa
de pobladores empobrecidos, prácticamente desposeídos que debió malvender sus propiedades y
trasladarse hacia los centros urbanos, en especial a Roma, buscando medios alternativos de
subsistencia. Por lo cual, significaba que ya no iban a ser más soldados. La reforma de Tiberio
intentaba restituirles la tierra a estos campesinos, para que volvieran a formar parte de los soldados
hoplitas. Estas tierras que intentó repartir Tiberio estaban ocupadas por los terratenientes, generando
su oposición. Por ello, esta ley no contaba con el aval del Senado.
Otro elemento que quedó comprometido con la reacción ante las reformas y ante la política de
Tiberio, fue la división en el interior de la elite. Tiberio legisló sin considerar la opinión del Senado,
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y ello permitió que se rompiera el funcionamiento político del la República tal como venía
funcionando: se abandonaron los carriles institucionales para resolver los conflictos, dando lugar a
nuevas formas. A partir de la ley agraria de Tiberio, el curso de los acontecimientos dio lugar al
asesinato político como mecanismo de erradicación de los adversarios y resolución de los
conflictos. Las guerras civiles del último siglo de la República fueron guerras en las que aparecen
de un lado y del otro, líderes provenientes de grandes casas nobiliarias, que buscaban solucionar los
conflictos por fuera del orden institucional vigente.
Durante las guerras civiles, las facciones que luchaban entre sí utilizaron no sólo los
asesinatos, las camarillas y los grupos de presión, sino también los ejércitos de ciudadanos para
dirimir los conflictos políticos. Esos ejércitos, entonces, no dependían tanto del Estado sino de las
grandes figuras que invertían en ellos y estaban constituidos en buena medida por ciudadanos,
incluso cuando una de esas figuras y su grupo que es la elite que lo secundaba llegaba al poder,
muchas veces también distribuía tierras.
Esta situación continuó desde la reforma de Tiberio hasta que Augusto logró perfilarse
finalmente como único líder, bajo el título de Imperator, dando comienzo a un nuevo periodo en la
historia romana.
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