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MÁS ALLA DEL CIELO Autora: Valentina Oliva Mayorga Curso: 7° básico Colegio: Instituto O´Higgins Comuna: Rancagua Región: Sexta Profesora: Marcia Corral Monterrey ¡Hola!, soy Plutonito, bueno la verdad es que mi verdadero nombre es Plutón, pero como soy el más pequeño de nueve hermanos, todos me llaman Plutonito. Según dicen soy adoptado, pero quiero a mi padre y a mis hermanos como si fuesen de nacimiento. Mi papá es Sol, es gigante, sabio y anciano, tiene más de mil millones de años y una sonrisa gigante que encandila, mi hermano más cercano a él es Mercurio, ha adquirido la sabiduría de Sol, son tan cercanos que se cuentan secretos mutuamente, es tan amigo de Sol que no necesita mascota, yo tengo una, Caronte, que me acompaña donde quiera que voy. Venus es la hermana que sigue, es un poco ardiente o 600° C, tampoco necesita mascota, pues también es íntima de Sol, ella es la hija mimada. Tierra es la “líder” de los hermanos, su verdadero nombre es Terránea, es la única que tiene pequeñísimos parásitos encantadores que se alimentan de ella, poco a poco se ha ido debilitando, los parásitos hacen uso y abuso de ella, uno de los bichitos más peligrosos es el hombre que no mide las consecuencias de sus actos y poco a poco van matando a Terránea. Marte es un arrogante, le hace ojitos a Terránea, pero ella no lo toma en cuenta. Marte tiene dos mascotas: Fobos y Deimos, igual de pedantes que su amo, también se pelean por conquistar a Luna, la mascota de Terránea, albina y majestuosa. Júpiter es la eterna enamorada de Marte pero el pobre le tiene miedo, sus 142.700 km. De diámetro ecuatorial asustan a cualquiera, tiene alrededor de 15 mascotas, todas torpes como su ama, la pobre Júpiter no controla su tamaño, su superficie es helada como la indiferencia, siempre tiene calor. Saturno es un idiota cabeza de piedra, presumido, arrogante, vanidoso, se viste siempre con dos anillos, su tamaño intimida a cualquiera y él lo sabe muy bien, tiene más o menos quince mascotas, idiotas que giran alrededor de su amo ahogándolo de elogios, ¡pobres criaturas sometidas!, en vez de ser una compañía parecen sus esclavos. Urano es un poco callado pero muy inteligente, tiene más o menos cinco cobardes mascotas que se estremecen hasta con el más leve soplido de una estrella fugaz. Neptuno es un ángel, mi hermana favorita y pese a pertenecer al selecto grupo de los gigantes me defiende cual guardiana. Su mascota no deja de jugar con Caronte. A pesar de ser mucho más grande que yo, me cuida como a una estrella recién nacida y quebradiza. La verdad es que nunca he sido muy aceptado entre los demás planetas, siempre me he mantenido de bajo perfil. Los microbios de Terránea nunca han llegado hasta mí, nunca, he recibido mayor visita que alguna estrella fugaz hace unos pocos millones de años, ni las estrellas me saludan o rara vez, si no fuera por Caronte y Neptuno estaría solo. Desde pequeño que me fastidian los demás planetas, pero Sol me arrullaba con su cálido manto de luz y me consolaba, lástima que solo momentáneamente. Recuerdo que Saturno me hizo pasar un mal rato; le pagó diez minerales a un meteorito para que me golpeara, no me hizo gracia. Todo seguía igual por varios millones de años hasta que alguna estrella maligna legó con el chisme de que yo era adoptado, ¡perfecto!, no les bastaba con hacerme la vida un infierno eterno, ahora molestan con mi natalidad. Neptuno se quedó toda esa órbita a mi lado, mas, aún así me sentía mal; todos los demás planetas tenían algo especial, todos menos yo, Mercurio era sabio; Venus, hermosa como una estrella fugaz; Terráquea, la única de toda la familia que poseía vida; Marte, a pesar de ser un idiota era respetado y admirado, Júpiter era un poco torpe, asta tontita, pero es imposible no quererla, Saturno es el único que posee dos anillos; Urano piensa más cosas en una órbita que cualquier otro cuerpo celeste en miles de millones de años; Neptuno es capaz de ponerse en el lugar del otro sin importar su procedencia y yo… yo solo soy pequeño y ni siquiera pertenezco a esta familia o a lo mejor sí, pero nadie sabe. Cierta órbita, todos los planetas se juntaron desde Mercurio hasta Neptuno, todos menos yo. Si no fuese por la Estrella chismosa que puso en boca de todos el tema de mi adopción, no me hubiese enterado de esta secreta reunión. Esa vez hasta Caronte temblaba, no sabíamos por qué se habían reunido ¡y sin mí!. Neptuno apareció cabizbaja, su mascota chillaba desconsolada. - Plutonito – me dijo –yo…yo…quise evitarlo, pero… -¿Pero qué? –dije yo con una mezcla de angustia y ansiedad.-Sol quiere hablar contigo –suspiróEsperé unos cuantas órbitas para poder estar a solas con mi papá, hasta que por fin lo logré, pero no del todo, Terránea y Neptuno también estaban ahí. - hijo mío –me dijo Sol- como sabrás, nosotros, es decir… ya lo sé, tú y los demás planetas se reunieron a mis espaldas –dije decaído¡ah!, ya te enteraste, nosotros nos reunimos en el consejo interestelar, pero que…-su voz de ultratumba se hacía a cada segundo más cálida Pues bien, hemos decidido quitarte tu calificación de planeta, ahora ya no eres miembro oficial del Sistema Solar, de hoy en adelante eres solo no más de los tantos cuerpos celestes que giran en este sistema. En ese minuto, algo se revolvió en mi núcleo, como un terremoto que me recorrió entero. No podía ser, por primera vez en mi vida tuve pena. Sol también se notaba triste, Neptuno seguía decaída, Terránea llovió mientras tosía. - Lo siento Plutón –dijo Sol- No podía ser, apenas pude mandé a una estrella a hablar con él, ya no aguantaba más, temía verme como el triángulo de las Bermudas. Nos encontramos frente a frente, él abrió su espectral boca, un solo movimiento y pasaba a la historia, miré hacia atrás… un suspiro se escapó de mi núcleo, estaba decidido, un solo movimiento más… -¡Alto!- un grito desesperado me detuvo, era Neptuno - ¡Terránea se está muriendo! Algo así como un tirón me detuvo y en ese minuto caí en cuenta de que estaba a punto de cometer una locura algo tenía que hacer. - ¡hey, tú!- grité con todo mi centro – tú, ¡la estrella que me acaba de contar lo de la reunión! –por fin una idea surcó mi ingenio- necesito que me hagas un favor. ¡no! Terránea se muere La chismosa estrella dudó un poco pero luego cedió, mi plan estaba funcionando. Esa órbita, la estrella pasó con un mensaje para las nubes que yo le había encargado, estas reaccionaron al minuto, crearon masas de aire que giran y destruyen todo lo que hay a su paso, ellas los llaman Tifones, estos pasan y limpian el aire periódicamente según Terránea lo necesite, mientras más abusen, más tifones. Me sentí como un héroe, salvé a Terránea de su prematura muerte, todos me agradecían, ¡Marte y Saturno se disculparon conmigo! No lo podía creer. - Hijo- la voz de Sol interrumpió la escena- creo hablar por todos al pedir disculpas por desnombrarte , pero no reúnes los requisitos para tal título. Entiendo –dije- no me importa Pero dado tu heroico acto –dijo Sol- hemos decidido nombrarte Miembro Honorario del Sistema Solar – sonrió. Estaba eufórico, tengo una cualidad que los demás no tienen: soy el único ex planeta de toda la galaxia, los demás cuerpos y estrellas me reconocen por ese pseudónimo. Desde esa órbita me di cuenta que todos valemos por nuestro núcleo, no por nuestra procedencia, minerales o lunas, al fin y al cabo nadie es mejor que otro en esta vida…