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Unidad 1. La filosofía y el mundo del saber Objetivos Utilizar el vocabulario específico propio del saber filosófico. Iniciarse en la comprensión de las características del saber vulgar, del filosófico y del científico. Reflexionar sobre la especificidad de la filosofía en su esfuerzo por obtener una visión de conjunto y una perspectiva valorativa argumentada racionalmente. Considerar el sentido, la necesidad y la utilidad del pensamiento filosófico como saber emancipatorio, reflexivo y crítico en el devenir histórico de la humanidad. Adoptar una posición de acercamiento intercultural al cuestionar el etnocentrismo y el pensamiento único propio de la globalización. Familiarizarse con la dimensión articuladora de la historia intelectual que posee la génesis y aparición de las diversas teorías filosóficas. Antes de empezar Las especiales características del hombre respecto al resto de los animales lo sitúa en un puesto singular en el mundo. Su debilidad biológica, su capacidad creadora y su curiosidad intelectual le han llevado a la creación de la cultura. El ser humano necesita pensar para resolver los problemas que se le plantean, saber a qué atenerse respecto al mundo y a sí mismo. El saber cotidiano, mítico, científico y filosófico no son sino distintas respuestas a las mismas preguntas: ¿cómo es el mundo?, ¿qué es la realidad?, ¿Cómo debe vivir el hombre?... Ahora bien, no todas las respuestas son igualmente racionales. La primera de ellas fue la mítica: para responder a sus preguntas el hombre acude a los dioses y sus hazañas para explicar porqué el mundo es como es. Sin embargo, estas respuestas imaginarias empiezan a no ser aceptadas por ciertos hombres, desarrollando respuestas más racionales y elaboradas: la filosofía, que surge en el siglo VI antes de Cristo. Pero al llegar al Renacimiento, ciertos pensadores empiezan también a sospechar que las respuestas que la filosofía ha dado a través de su historia no son las acertadas: surge así la ciencia. Pero la aparición de este saber no invalida el papel de la filosofía, pues hay preguntas que preocupan al hombre y, sin embargo, la ciencia no puede responder. En esta primera unidad vamos reflexionar sobre estas cuestiones, para terminar reflexionando sobre el papel y función que la filosofía tiene para nosotros hoy. Chirico: El filósofo 2 Cuestiones iniciales ¿crees que el ser humano necesita encontrar una explicación de lo que ocurre a su alrededor o podría vivir sin ninguna de estas preocupaciones? ¿qué tipo de explicaciones ha dado el hombre acerca de lo que existe y ocurre? ¿qué es el mito? ¿qué es la filosofía? ¿por qué sostienen muchos pensadores que todo hombre es filósofo? ¿qué diferencias existen entre la filosofía y la ciencia? 1. Los enigmas del hombre D esde la aparición del hombre, éste se encuentra en un mundo que es anterior a él. En este mundo el hombre se encuentra con una serie de problemas y necesidades que tiene que satisfacer para su sobrevivencia. Igualmente se encuentra con una serie de cosas y de hechos que desconoce, que él no ha previsto ni dependen de él, pero que necesita conocer para saber cómo debe de comportarse. El mundo en que se encontraba el hombre primitivo no era otro que la naturaleza con la que se relacionaba en primer lugar para poder resolver sus necesidades biológicas. Para este hombre la naturaleza se presentaba como algo extraño, cambiante y cargado retos. Todo lo que sucedía se le presentaba al hombre como algo misterioso y lleno de peligros. En ocasiones la caza era abundante y crecían los frutos, pero en otros momentos sucedía todo lo contrario. A veces la lluvia era beneficiosa, pero en otras ocasiones ésta escaseaba o caía de forma torrencial. En ciertas épocas los días eran largos y calurosos y más tarde se acortaban y las temperaturas bajaban notablemente. Ante todos estos enigmas el hombre necesitaba desentrañarlos, ya que le repercutían directamente y no podía manejarlos a su antojo y que le suponían vivir con más o menos dificultades para sobrevivir. De ahí nace la necesidad que el hombre siente de conocer el mundo en el que vive para poder relacionarse con él de la forma más adecuada y así superar las dificultades y poder vivir más fácilmente. Surgen así las primeras explicaciones que intentan dar cuenta de ocurre. Al hombre actual le resulta a veces difícil de entender la necesidad ineludible que tenía el hombre primitivo de orientarse en la naturaleza. La técnica y la tecnología han interpuesto entre él y la naturaleza un “medio artificial”, de manera que nuestra relación con ella no es directa, sino que está mediatizada por el uso de instrumentos y artilugios, de manera que nuestra relación con ella se presenta con muchas menos dificultades y peligros que para el hombre primitivo. Los conocimientos de todo tipo que se han ido acumulando a lo largo de la historia nos permiten ya desde la infancia adquirir una serie de conocimientos que nos permiten conocerla mejor, además de poder prever muchas de las cosas que ocurren. Sólo cuando se producen acontecimientos extraordinarios como el tsunami de hace unos años vuelven aparecer actitudes cercanas a las que podían tener los primeros hombres. 3 También el hombre se siente, se sentía, a sí mismo como un enigma, ya que, a diferencia de los animales que tienen su vida programada genéticamente, aquél, gracias a su inteligencia, tiene cierta libertad para hacer su vida de acuerdo a las decisiones que tome. Ante esta evidencia el hombre de todos los tiempos ha intentado desvelar las características esenciales que le diferencia de los animales, con los que, por otra parte, comparte igualmente muchos aspectos. Surgen así una serie de teorías acerca de lo que el hombre es, de su papel en el mundo y de las metas que debe perseguir. Indudablemente el tono de las respuestas ha ido cambiando, de acuerdo a la cultura de la que se parte. Hasta hace aproximadamente 2500 años los intentos por parte del hombre de adquirir conocimientos acerca de lo que existe, estaban basados en la fe, la imaginación y en la tradición, dándonos una visión de la realidad y del hombre de carácter mítico y religioso. Surgen así, las primeras explicaciones acerca del origen y constitución de los dioses, de la naturaleza y del hombre. La conducta animal es una conducta fundamentalmente instintiva y por tanto innata, gobernada por la búsqueda de aquello que le permita satisfacer sus necesidades biológicas. El instinto animal está determinado genéticamente y es propio de todos los animales de una especie. El animal a lo largo de su vida va perfeccionando sus instintos y aprendiendo pero este saber tiene dos características: está determinado por la satisfacción de sus necesidades y es un saber eminentemente práctico. El hombre, forma parte del reino animal y como tal, tiene unas necesidades que necesita satisfacer para sobrevivir. Sin embargo, como iremos viendo, la conducta del hombre es mucho más compleja que la del resto de los animales y su saber es muchísimo más amplio y diversificado que el de ellos. Su vida no está limitada por sus instintos, sino que la razón, que juega un papel muy limitado en los animales, es un componente fundamental de la vida del hombre. El hombre no limita su vida a la satisfacción de las necesidades biológicas, sino que continuamente va creando nuevas necesidades, y en ellas el papel de la capacidad racional es primordial. La especie humana tiene algunos rasgos biológicos distintivos como son su débil constitución biológica y el gran desarrollo en relación con el resto del cuerpo del cerebro. Para superar esta debilidad congénita el hombre se ha servido de la razón, y por medio de ella ha ido creando el lenguaje, la cultura. A través de la cultura el hombre ha creado una serie de técnicas (agrícolas, artesanales, etc.) para satisfacer sus necesidades biológicas. Pero el hombre gracias a la razón y al lenguaje no se ha contentado con satisfacer mejor sus necesidades, sino que ha intentado comprender e interpretar el mundo en el que vive. El hombre movido por su curiosidad ha querido buscar el origen del mundo y las causas que han determinado la existencia del hombre en la tierra. Surgen así en todas las culturas explicaciones más o menos fantásticas sobre el origen de los dioses, del mundo y del hombre. Con ello se inicia una constante en la historia del hombre: la curiosidad y necesidad de saber sobre sus orígenes y constitución. Aparecen así las ideas que intentan explicar estos misterios. Éste es el origen de la filosofía. Pero para que ella naciera el hombre necesitaba de un periodo de maduración intelectual, y por ello, antes de que naciera la filosofía, los hombres explicaban estos misterios a través de narraciones míticas. 4 2. El pensamiento arcaico o mítico L as primeras manifestaciones del intento de los hombres por resolver los enigmas que más arriba hemos comentado, el paso de las estaciones, el nacimiento de la vida, los fenómenos atmosféricos, la pregunta por el origen de todo,… se explicaban a través de narraciones míticas. Absortamente todas las culturas tienen mitos. Los mitos son leyendas tradicionales, normalmente difundidas por algún dios a los hombres, que se trasmite oralmente de generación a generación, y que narra el origen y la vida de los dioses, del mundo y de los hombres. Son relatos imaginarios, que se viven como reales por quien cree en ellos, de autor desconocido. En los mitos las cosas ocurren porque los dioses quieren que sea así, es decir, de forma arbitraria para los hombres que no pueden saber las razones de los dioses. Los mitos están relacionados con la magia, a través de la cual el hombre intenta solucionar problemas de tipo práctico (que llueva, que alguien sane,…) y para ello se valen de ritos, conjuros, sacrificios,… para dominar las fuerzas sobrenaturales que gobiernan el mundo. El mito tiene carácter sagrado y nos dice cómo tenemos que actuar, cuáles son las costumbres, normas y valores que debemos poseer. En los mitos los fenómenos naturales son personificados y ciertos objetos o fenómenos adquieren propiedades extraordinarias. Es un pensamiento infundado, dado que los mitos se limitan a hacer afirmaciones, pero sin fundamentarlas ni demostrarlas. Lo que afirman los mitos puede ser verdad o no, pero no existe forma de comprobar su verdad o falsedad. Es un pensamiento acrítico, dado que se considera como algo revelado por los dioses y, por tanto, los hombres no podemos sino aceptarlo sin discusión. Como consecuencia de esta concepción, el pensamiento mítico no analizaba lo que ocurría como conceptos susceptibles de ser definidos y relacionarlos entre sí para formar teorías, sino que se consideraba que todo lo que ocurría dependía de la voluntad de los dioses y, por tanto, cuando el hombre quería que algo sucediera (la lluvia, la cosecha, el embarazo, por ejemplo), lo único que cabía era pedírselo a los dioses. 3. La aparición del pensamiento racional A partir del siglo VII, en Grecia, algunos hombres empiezan a poner en duda el contenido de algunos mitos. El contacto con otros pueblos les hace vez que un mismo fenómeno (el rayo, el arco iris, el eclipse,…) es explicado de muy diversas maneras, según la cultura de esos pueblos y esto les hace sospechar que a lo mejor ninguna de las explicaciones está en lo cierto. Surge así un nuevo saber que quiere explicar el mundo y el hombre de manera personal, sirviéndose de los sentidos y de la razón. El filósofo busca un saber que le permita dar respuesta a los fenómenos admirables de la naturaleza. Así lo dice uno de los primeros filósofos, Aristóteles, “los hombres comienzan 5 y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración luego, avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores”. Este saber es la filosofía. Pero el que filosofa es consciente de su ignorancia, de lo mucho que le queda por conocer, por eso la palabra “filosofía” significa “amor, tendencia al saber”. Platón nos dice en este sentido: Ninguno de los dioses filosofa ni desea hacerse sabio, porque ya lo es. Pero a su vez los ignorantes ni filosofan ni desean hacerse sabios, pues en esto estriba el mal de la ignorancia: en no ser ni noble, ni bueno, ni sabio y tener la ilusión de serlo en grado suficiente. Así, el que no cree estar falto de nada no siente deseo de lo que no cree necesitar" Platón: Banquete, 203 D-204 B Las características más destacadas de este nuevo saber son: Se abandona el intento de explicar las cosas y los hechos por la acción de seres divinos o sobrenaturales. Busca explicaciones naturales a los fenómenos de la naturaleza y lo hace mediante teorías que interrelacionan conceptos. Por lo tanto, No es resultado de la revelación o la inspiración divina sino de la indagación racional. Busca justificar sus afirmaciones a través de argumentaciones o razonamientos (frente a la fe o la creencia) No es un discurso dogmático sino crítico, que se caracteriza por revisar y contrastar constantemente sus teorías. Conocimiento crítico, en cuanto se opone al saber mitológico. Conocimiento individual. Frente a las explicaciones míticas que son anónimas, la filosofía si tiene autor y cada uno de ellos tiene su teoría particular. Aparece la idea de “necesidad”, suponiendo esta aparición un cambio intelectual de incalculables consecuencias. Según los mitos, las cosas sucedían porque así lo querían los dioses y como los hombres no podíamos saber las intenciones de éstos, era imposible prever los fenómenos. Con el nuevo saber las cosas no suceden arbitrariamente, sino porque tienen que suceder así, porque es necesario que ocurran así y no pueden ocurrir de otro modo. El eclipse, por ejemplo, no ocurre porque los dioses quieran sorprendernos o para que alabemos su poder, sino que ocurre porque periódicamente las trayectorias de la luna, sol y tierra coinciden en un determinado momento, de manera que si estudiamos su trayectoria podremos saber cuándo se producirá el próximo eclipse. Racional. La razón es la principal fuente del conocimiento humano. Saber o conocimiento sistemático, es decir, es un saber que intenta dar una explicación global de lo que ocurre. Si hasta el siglo VII antes de Cristo los griegos habían confiado en la fe, la imaginación para resolver los enigmas que se le planteaban, con la aparición del nuevo saber van a ser la razón y los sentidos los instrumentos que hagan posible las nuevas explicaciones y teorías. Con el nuevo saber el hombre busca lo que hace que las cosas sean como son, su esencia y las causas que determinan la existencia de los seres. El filósofo busca a través 6 del lenguaje y la razón lo que hay de permanente, de común, en la realidad, por debajo de todos los cambios “aparentes”. Por ejemplo, la esencia del agua es algo que permanece sin cambio en sus estados sólido, líquido y gaseoso. El saber racional o filosófico, como se ve en el ejemplo de arriba, se vale del conocimiento sensible, que adquirimos a través de los sentidos y que nos da una información inmediata de la realidad, y la razón, que intenta comprender e interpretar la información suministrada por los sentidos. Los sentidos nos proporcionan una información cambiante y múltiple, la razón intenta reflexionar racionalmente para buscar lo permanente, la esencia., y este conocimiento racional a veces es contradictorio con el sensible. Por ejemplo, a través de los sentidos el sol da vueltas alrededor nuestro, por la razón sabemos que es exactamente al revé Conocimiento sentidos razón a través de a través de la percepción sensible la comprensión y la interpretación conoce conoce lo variable lo diverso lo aparente lo que cambia lo permanente la esencia la unidad Realidad 4. Filosofía y ciencia C uando aparece la filosofía en Grecia, ésta no se diferencia de la ciencia. Los primeros filósofos son también los primeros científicos y no existía conciencia de hacer cosas distintas. En el mundo griego la diferencia fundamental entre ellas radicaba en el objeto de estudio: la filosofía se ocupaba de la “totalidad”, de la “naturaleza como un todo”; las ciencias, por el contrario, se ocupaban del estudio de “parcelas” de esa realidad: los números, los astros, las enfermedades del hombre,… 7 El instrumento adecuado para el estudio de las dos era el mismo: la razón y ésta en muchas ocasiones es contraria a la observación sensible. El pensamiento griego en general, valoró negativamente la información sensible para llegar al conocimiento de la auténtica realidad, dado que éstos nos engañan y/o confunden en muchas ocasiones. Por ejemplo, cuando los filósofos intentan definir lo que es el hombre esencialmente, lo observable, el cuerpo, no es lo auténticamente humano, sino que es el alma racional, algo espiritual y no perceptible y, por tanto, solo conocida por la razón. A grandes rasgos podemos considerar que la casi identidad filosofía/ciencia se mantuvo en nuestra cultura hasta la llamada “revolución científica” que se produce en Europa en los siglos XVI y XVII, de Copérnico a Newton. A partir de este momento el conocimiento científico se separa de la filosofía y avanza a un ritmo cada vez más rápido y ello debido a dos elementos que aquélla aporta a la investigación de las distintas parcelas de la realidad: El método experimental. Se parte de la observación de la realidad y trata de explicarla basándose en la comprobación experimental. El uso de las matemáticas como instrumento para hallar las leyes y teorías acerca de la naturaleza y sus manifestaciones. 4.1. Rasgos del saber filosófico C omo es natural y hemos dicho la filosofía ha cambiado a lo largo de los siglos, pero, no obstante, en todas las épocas ha tenido los siguientes rasgos: Saber reflexivo. No se contenta con las aportaciones del sentido común, de la cultura de la época, con los resultados de las ciencias, sino que quiere deliberar sobre estos resultados, sobre los prejuicios y creencias de los hombres y sobre las implicaciones de todo tipo que acarrean los resultados científicos. Saber abierto. La filosofía sabe que no hay una verdad definitiva sobre el universo y el hombre y que los conocimientos van cambiando. El filósofo es consciente de que el saber es algo que se va adquiriendo poco a poco y que la conquista de la verdad es algo interminable. Saber global e integrador. La filosofía no rechaza el saber científico, todo lo contrario, parte de sus resultados pero con estos resultados parciales, quiere darnos un saber universal. La filosofía pretende interrogarse acerca de todos los campos de la experiencia humanas: científica, política, estética, moral,… con objeto de darnos una imagen total de estas experiencias. Saber racional. La filosofía quiere erradicar todos los prejuicios y lugares comunes que caracterizan al pensamiento ordinario, por medio de la facultad más eminentemente humana: la razón. La filosofía da argumentos y justifica racionalmente sus afirmaciones. Desde esta perspectiva la filosofía se diferencia del saber ordinario, mítico y religioso. Saber radical. Pretende darnos los principios últimos de la realidad, busca la raíz de los problemas y situaciones en los que se encuentra el hombre 8 Saber problematizador y crítico. La filosofía pone en duda todo lo existente, quiere replantearse todas las situaciones que el hombre concibe como indudables. Saber práctico. La filosofía no sólo pretende darnos una concepción teórica del mundo, también pretende reflexionar sobre cómo debemos vivir, cuáles son las características que la sociedad y el hombre debe tener para alcanzar la libertad, la justicia y la felicidad. 4.2. Rasgos del conocimiento científico L a ciencia moderna se caracteriza por tener una serie de características diferenciadoras, las más importantes de las cuales son: Es un saber parcial. La ciencia sólo se ocupa de ciertos aspectos y parcelas de la realidad, limitando así los problemas que pretende desvelar y haciendo un estudio exhaustivo de ellos. Así, de los astros se ocupa la Astronomía, de los seres vivos la Biología, de la composición de la materia la Química,… esta parcelación ha ido aumentando a lo largo de la historia, produciéndose una progresiva especialización de la investigación y del conocimiento. Así la primitiva Física se ha derivado la Física mecánica, Física molecular, la Física de partículas,… este hecho, además de suponer un formidable avance del conocimiento y de sus derivados tecnológicos, supone también un problema que la Filosofía tratará de resolver: el científico sabe cada vez más sobre menos, es decir, un científico puede saber muchísimo sobre partículas subatómicas, pero su dedicación investigadora le impide conocer otros muchos campos de la realidad. Es un saber crítico, pues ninguna teoría se da por definitiva, sino que se considera que lo que ahora se considera como verdadero, pasado el tiempo puede no serlo, debido a la aparición de nuevos instrumentos o procedimientos de investigación. Newton consideraba en sus teorías científicas que el universo era finito, estable y esférico, sin embargo, la aparición de la teoría de Einstein y otras y nuevos telescopios, mostraron la falsedad de las ideas newtonianas. Es un saber riguroso. Los conocimientos científicos se relacionan unos con otros constituyendo teorías científicas expresadas en muchos casos mediante cálculos matemáticos. Además sólo se considera científico aquello que puede ser demostrado experimentalmente y cualquier otro conocimiento que no cumpla este requisito se considera como no científico. Es un saber intersubjetivo. El hecho de que la ciencia sea experimental posibilita que otros científicos puedan comprobar sus resultados y si éstos son exitosos la teoría es aceptada por la comunidad científica como verdadera. Por tanto, un rasgo fundamental es su carácter trasmisible y universal. En este sentido el carácter universal de la ciencia viene dado por el hecho de que en todos los lugares donde se investiga, (laboratorios, departamentos universitarios,…), el campo de investigación es el mismo. Por ejemplo, la Física nuclear que se investiga y estudia en la universidad de Córdoba es la misma que en Madrid o París, aunque indudablemente en unos sitios pueda estar más avanzada que en otros. 9 Es un saber aprovechable y útil, dado que el conocimiento científico nos ha permitido un mayor control y aprovechamiento de la naturaleza, la superación de innumerables peligros y la creación de tecnologías cada vez más sofisticadas. 5. Racionalidad científica y filosófica P ara muchas personas, incluso para muchos filósofos, la ciencia es el prototipo de conocimiento pues sólo ella es auténticamente racional, dado que es un conocimiento que podemos comprobar racionalmente. Todo tipo de conocimiento que no sea científico es considerado como un saber no racional o al menos, no totalmente racional. La causa fundamental de esta consideración se debe a su carácter experimental y al hecho de que la tecnología derivada de ella ha modificado radicalmente la forma en que los hombres nos relacionamos con nuestro entorno y proporcionándonos una vida cada vez más larga, sana y cómoda. Sin embargo, ninguna de estas características autoriza a afirmar que la ciencia sea el único conocimiento auténticamente racional y sus métodos como los únicos que nos permiten la reflexión racional. Es verdad que la ciencia nos permite conocer cómo funciona la realidad y de esta manera podemos prever lo que va a ocurrir en el futuro y, por tanto, poner los medios para que lo porvenir no nos perjudique. Pero la ciencia no agota la insaciable curiosidad humana ni las preocupaciones que el hombre tiene dentro del mundo en el que vive y modela su vida. El hombre también se pregunta por las causas últimas de la realidad: ¿cómo surgió el universo?, ¿tiene fin éste?, ¿existe otra vida?,… e indudablemente a estas preguntas no puede responder la ciencia. Tampoco la ciencia se preocupa por el valor y el sentido de lo que existe, de la vida. Con un ejemplo podemos ver esto más claro. Dentro del campo de la Genética se están descubriendo cosas asombrosas, como la clonación, pero ¿debemos de hacer clónicos humanos?, ¿es lícito moralmente crear seres nuevos? Las respuestas a estas y otras muchas interrogantes no pueden contestarlas los científicos, que ni siquiera se plantean el problema en el laboratorio donde experimentan. Los conocimientos científicos se caracterizan por su rigor y precisión, por la exactitud de sus predicciones, por su capacidad de ofrecer soluciones al hombre y posibilitarle una vida mejor. La ciencia se ocupa, como decía el filósofo español del siglo XX Ortega y Gasset, del funcionamiento de la realidad pero esto no significa que sólo aquélla sea racional. En este sentido es ilustrativa la respuesta dada en una entrevista a las preguntas de ¿qué es la vida?, ¿cuál es su origen?, que hay después?, del científico español y premio Nobel Severo Ochoa: “no tengo ni una sola respuesta para nada de lo que de verdad me interesa. Puedes escribir bien grande que te he dicho que soy un extraño sabio, un sabio que no sabe nada” Las ideas filosóficas no se pueden comprobar experimentalmente, ni son aceptadas por todos los filósofos. Sin embargo, no por ello la filosofía no es un saber racional, dado que ella se vale de argumentos y razones que justifican una determinada posición filosófica, y que se vale de estas razones para enfrentarse a debatir con otras 10 posturas filosóficas. El filósofo actual no pretende estar en la verdad absoluta, aunque las razones en que apoya su posición filosófica le parezcan de más peso que las de sus rivales. La filosofía carece de la utilidad de la ciencia, no sirve para fabricar coches o un iPod, pero el hombre no busca sólo utilidades materiales, sino que también se preocupa por utilidades que podemos llamar “espirituales”. Algunas razones que apoyan lo dicho son las siguientes: La filosofía es un conjunto de preguntas y respuestas imprescindibles para unos seres que no están determinados genéticamente, sino que tienen que hacer su vida de acuerdo a decisiones tomadas más o menos libremente. El hombre es el único ser consciente de que va a morir y este hecho tiene una importancia fundamental en su vida pues tiene que decidir cómo vivir este tiempo concreto y finito. La diferenciación entre “racionalidad científica” y “racionalidad filosófica” no significa que sean dos creaciones culturales totalmente separadas, sin otra relación que la determinada por haber tenido un mismo tronco durante siglos. La filosofía no tiene ningún conjunto de verdades más o menos universalmente admitidas que se puedan presentar y enseñar, como ocurre con la ciencia actual. Es una actividad de análisis conceptual, de clarificación de nuestros conceptos e ideas, y de reflexión crítica aplicable a cualquier saber teórico, práctico o productivo. Al plantear reflexiones críticas sobre otros discursos, especialmente sobre el discurso científico, pero también del discurso mítico, religioso, ideológico, político, moral, etc. la filosofía adquiere la categoría de metadiscurso. El hecho de filosofar nos ha de enseñar a dar respuestas racionales y críticas (por tanto, siempre provisionales y abiertas) a aquellas cuestiones que, pese a ser irresolubles científicamente son inevitables: se han presentado, y se presentarán siempre, a la mente humana. Filosofía y ciencia, no obstante, mantienen entre sí estrechas relaciones. La filosofía reflexiona sobre los supuestos en los que se basan las ciencias, trata de estudiar los métodos que utiliza la ciencia y, como consecuencia, los límites y la importancia e impacto de los descubrimientos. Así de alguna manera presiona a la ciencia para que sea rigurosa en sus investigaciones. Por su parte, la filosofía no puede dejar de tener en cuenta los resultados científicos, uno de los puntos imprescindibles de partida para la reflexión filosófica. Una filosofía que no tenga en cuenta los resultados científicos carece de sentido y de actualidad. En este sentido la filosofía ha ido desprendiéndose de ideas y realidades que la ciencia ha ido demostrando como falsas. Carecería de sentido que un pretendido filósofo explicara nuestra capacidad racional por la existencia del alma y no debido a complejos procesos neuronales que se producen en nuestro cerebro y nos permiten percibir, recordar, pensar, argumentar,… 6. Sentido y necesidad de la filosofía L a filosofía, como cualquier otro saber está condicionada por la sociedad en que se desarrolla y, por tanto, las funciones de la filosofía han ido cambiando a lo largo de su 11 historia. En nuestros días, nuestro rasgos: mundo globalizado está caracterizado por dos Los cambios científicos, tecnológicos y sociales se producen con una rapidez inaudita, rapidez que también caracteriza nuestra vida. Las nuevas tecnologías y los medios de comunicación se han constituido en las fuentes fundamentales de información, de manera que puede parecer que la filosofía ha perdido todo sentido. Los saberes científicos se han constituido en los saberes más prestigiosos. Estas características, lejos de convertir a la filosofía en un saber sin sentido, la convierten en más necesaria incluso. Podemos decir que las funciones más importantes son las siguientes: Interdisciplinar e integradora. Ya hemos dicho que la filosofía aspira a un saber universal, globalizador, un saber que, partiendo de los resultados de las ciencias, se sale de los límites concretos y particulares de cada una de ellas, pretendiendo un conocimiento totalizador, del que carecen los científicos por la progresiva especialización de la que hemos hablado más arriba. La filosofía quiere también reflexionar sobre las consecuencias derivadas de las investigaciones científicas y tecnológicas. Crítica. La filosofía pretende desterrar los dogmatismos, prejuicios e ideas preconcebidas. Esto le lleva a adoptar una actitud crítica ante el conjunto de conocimientos y saberes de la sociedad. No contentándose con el mundo que vivimos, pretende hacer un análisis crítico de la sociedad y cultura que constituyen nuestra realidad. Racional. La filosofía pretende también enseñarnos a razonar correctamente, erradicar las ideas preconcebidas y con la ayuda de nuestra razón alcanzar verdades que nos ayuden a comprender mejor el complejo mundo que vivimos y alcanzar una forma de vida cada vez más humana. La filosofía nos prepara para ser capaces de pensar por nosotros mismos. En este sentido, todavía sigue siendo válida la consigna que , según Kant, un filósofo alemán de siglo XVIII, caracteriza a la Ilustración: “!atrévete a pensar” Práctica. La filosofía nos ayuda también a orientarnos, nos confiere los valores morales, sociales y políticos para vivir una vida auténticamente humana y libre. En este sentido la filosofía es un saber normativo en cuanto que nos da un conjunto de normas y valores para mejor vivir. Todo lo dicho más arriba nos pone de manifiesto la necesidad que tiene el hombre de la filosofía. Ya Aristóteles, filósofo griego del siglo IV a. C,. afirmaba que "todos los seres humanos desean saber por naturaleza". Evidentemente necesitamos saber muchas cosas, se trata de conocimientos prácticos y útiles que nos hacen más fácil y cómoda nuestra existencia. Actualmente, una gran parte de este saber proviene de la ciencia. La investigación científica hace que aumente el conocimiento general sobre el mundo y sobre nosotros mismos y, también, da lugar a la tecnología, que crea una gran diversidad de artefactos que nos sirven para vivir mejor. Ahora bien, ¿Se acaba aquí todo?, ¿Esto es todo lo que necesitamos saber? El saber práctico y de utilidad inmediata no basta. Si reflexionamos sobre lo que nos preocupa nos daremos cuenta que además hay otro tipo de preguntas más generales que también nos inquietan profundamente y para las 12 que no hay respuesta científica, preguntas como ¿Quiénes somos?, ¿Qué hacemos en esta vida?, ¿Hay otra vida más allá de ésta?, En mi relación con los demás ¿Todo vale?, etc. Por lo tanto, el discurso filosófico responde a la necesidad humana de preguntarse sobre una serie de cuestiones básicas y buscar una respuesta racional e ellas. Esta necesidad de los hombres a dar respuesta racional a aquellas interrogantes, nos conduce a afirmar que todos los hombres, en mayor o menor grado, somos filósofos. Pero claro, no cualquier idea tiene carácter filosófico. Todo el mundo participamos, como punto de partida, de las ideas y concepciones existentes en nuestra sociedad. Las adoptamos acríticamente como verdaderas produciéndose los prejuicios o saber común. En la medida en que somos conscientes de nuestra propia ignorancia, cuando repensamos muchas ideas adoptadas acríticamente, las ponemos en tela de juicio sometiéndolas a la crítica desde la razón. La necesidad que experimentamos a veces en replantearnos muchas de nuestras ideas y creencias, aunque sea para asumirlas de nuevo de forma racional, nos convierten en filósofos que ante los interrogantes que nuestra vida nos plantea, no nos conformamos con las respuestas ya dadas, con los caminos ya recorridos: aquí tenemos la causa del progreso humanos. Las nuevas ideas a las que lleguemos no se pueden sustraer a la crítica, convertirse en dogma o ideología, perder su espíritu filosófico. Se ha de aceptar su provisionalidad y su constante revisión según vayamos avanzando en nuestra experiencia y nuestros conocimientos. Este es el reto que la filosofía nos propone: una forma diferente de mirar el mundo y nuestra propia vida. Así, el discurso filosófico nos puede ayudar a vivir intelectual y moralmente sin una concepción cerrada y dogmática del mundo. Esto se debe a que aquello que es característico de la filosofía es la forma de hacer las preguntas y la manera de contestarlas. Siempre que nos encontramos ante un discurso filosófico hallaremos una argumentación lógica, la defensa razonada de determinados puntos de vista y no la simple afirmación de una creencia, sin ningún tipo de fundamento. Cuando alguien filosofa da razones, más o menos plausibles, a favor o en contra de una cierta opinión. Y en cualquier caso, esta persona está dispuesta a escuchar las razones del contrario y rectificar, si es necesario, su opinión inicial. Se trata de reflexionar con profundidad sobre algunas cuestiones atendiendo y sopesando las razones de unos y otros.