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SUPLEMENTO ESPECIAL / TRIBUNA
Unir a los europeos
para construir el futuro
Por Aranzazu Beristain, directora de la Representación
de la Comisión Europea en España
E
n los últimos meses hemos visto y oído cosas en Europa que
no se habían visto ni oído en
décadas. Se amenaza con levantar muros dentro de la Unión Europea.
Se discrimina a las personas por su nacionalidad. Se ganan referéndums mintiendo y/o prometiendo “recuperar el control de las fronteras” (nacionales). Poco a
poco, el discurso extremista va imponiéndose en su forma más dura. La “Europa de las naciones “, tan popular hace
un siglo, así como la nostalgia de los antiguos mapas de geografía política, donde
la frontera adquiría una esencia mística,
vuelven con fuerza renovada.
La eliminación progresiva de las fronteras internas y la libertad de circulación de
personas es uno de los éxitos fundamentales del proyecto Europeo. Es, según los
estudios de opinión del Eurobarometro, el
logro más apreciado por los ciudadanos.
Sin embargo, hemos visto con el Brexit que
éste es frágil y queda a merced de discursos demagógicos que exageran los impactos de las migraciones internas en la
Unión Europea (sólo un 4% de los ciudadanos de la Unión vive en un Estado diferente de aquel en el que nacieron) a la
vez que desprecian sus efectos beneficiosos, que no solamente son económicos, sino también familiares afectivos y
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culturales. Aspectos éstos indispensables
si queremos seguir construyendo Europa,
lo que, necesariamente, debe hacerse desde la ciudadanía.
En los últimos años hemos visto también
que este logro era frágil en la medida en
que la Unión Europea no tenía una verdadera política migratoria y de asilo común. Si la UE quiere proteger la libertad
de circulación en su interior y mantener
un espacio sin fronteras, tiene que gestionar de forma conjunta su frontera exterior.
Durante años, ha habido un espacio común, el de Schengen, pero las fronteras
exteriores han sido una prerrogativa nacional. Además sólo unos pocos Estados
tenían una política de asilo digna de este
nombre. Así que, cuando llegó la crisis de
los refugiados, no estábamos preparados.
Sin embargo, hoy, y aunque quede mucho camino por recorrer, la Unión Europea ha sentado ya las bases de una verdadera política migratoria común. Desde
“Una UE con circulación
sin fronteras tiene que
gestionar de forma
conjunta su frontera
exterior”
19 de diciembre de 2016 –8 de enero de 2017. Suplemento Especial
septiembre 2016 tenemos un cuerpo de
guardias de fronteras y de costas común,
y una política para enfrentar los retos migratorios con los países de origen y de tránsito, exceptuando el caso de Libia.
También tenemos desde 2015 un sistema común de asilo, aunque aún falta que
todos los gobiernos lo apliquen correctamente. La diferencia de las condiciones
de asilo en diferentes Estados empuja a los
refugiados a buscar asilo en países que
ofrecen mejores condiciones, lo que conduce a un colapso del sistema y a una grave falta de solidaridad. Por ello, la Comisión Europea ha planteado también una
reforma del reparto de la acogida de refugiados en caso de crisis migratoria. El
actual sistema donde el refugiado tiene
que pedir asilo en el país de entrada no
está diseñado para hacer frente a la dimensión de los flujos migratorios del mundo de hoy. No hay muchas dudas de que
los Estados acabarán aceptando la solución de un reparto más equitativo y solidario de los refugiados. No hay otra solución. No obstante, es cada vez más patente que los muros a los que nos enfrentamos no se limitan a los muros del odio
que levantan los demagogos y que afectan a la libertad de circulación de personas y a la migración, sino también a aquellas “fronteras interiores” que contribuyen
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a impedir la solidaridad y que dificultan
una respuesta política europea a las necesidades actuales de la sociedad.
La misma política puede ser percibida
de manera totalmente diferente en distintos lugares de la Unión Europea. La Comisión Europea acaba, por ejemplo, de
pedir un giro hacia una política fiscal expansiva para consolidar la recuperación
de la economía, a aquellos Estados que,
conforme a las normas en vigor, puedan
permitírselo. Propuesta que en algunos
países se critica por ser una muestra más
del supuesto “laxismo” de la Comisión,
mientras que en otros, se considera que
llega tarde y se sigue criticando la “política de austeridad a ultranza” (o recitando el mantra del «austericidio») sin deparar en lo que la Comisión Europea está haciendo para aplicar las reglas del pacto de
estabilidad con inteligencia y de forma
que favorezca el crecimiento.
Tal vez la solución pase por que unos
expliquen a otros sus puntos de vista y
debatan, pero ¿cómo hacerlo? En ausencia de un “espacio público” común europeo, ¿qué puede hacer la Unión Europa para luchar contra la tentación del localismo, y justificar su utilidad ante la opinión pública?
Hoy en día ya no se puede explicar Europa sólo recordando la historia. Sigue
“Sólo con iniciativas
concretas
conseguiremos
superar las fronteras
que nos separan”
siendo importante, pero si queremos convencer y crear nuevas generaciones de ciudadanos convencidos de la utilidad de la
Unión Europea, debemos darles una perspectiva. ¿Qué podemos, qué debemos hacer juntos? Tenemos que contestar a esta
pregunta.
La Unión Europea no se puede permitir
un periodo de parálisis y de introspección
frente a los diferentes retos a los que se
enfrenta, y por ello la Comisión Europea
seguirá impulsando una agenda política
ambiciosa –que 27 Estados miembros (ausentes los británicos) respaldaron en la
Cumbre de Bratislava en septiembre
2016–. Una agenda que se centre en dar
una respuesta concreta a los grandes retos políticos económicos y sociales, lejos
de discursos huecos sobre la necesidad de
“más Europa”.
Desde el Cuerpo Europeo de Solidaridad que busca reunir 100.000 voluntarios
europeos de aquí a 2020, pasando por la
economía digital y la ampliación del Plan
de Inversiones para Europa de 315.000
millones a, al menos, 500.000 millones
en 2020, hasta el paquete europeo de
energía limpia que busca desarrollar todo
el potencial de la energía renovable en Europa y llevar a la práctica el acuerdo de
París. La Comisión Europea sigue con su
compromiso de centrarse en lo que realmente importa a los ciudadanos: más empleo, oportunidades para los jóvenes y hacer frente a los retos del futuro como el
cambio climático… Todas estas iniciativas se han llevado a cabo en un tiempo
record ante la urgencia de estos retos.
Seguiremos con una agenda política ambiciosa en 2017 –en materia de transparencia fiscal; en materia de defensa, donde Europa tiene que invertir en sus propias capacidades; en materia de medio
ambiente y de economía circular, donde
se trata de buscar un crecimiento económico en sintonía con el respeto a nuestros
recursos; y en materia social para hacer
frente a las desigualdades, el impacto negativo de la crisis y las cambiantes realidades de las sociedades europeas y el
mundo del trabajo–.
Sólo con iniciativas concretas que puedan unir a los europeos, conseguiremos superar las fronteras, físicas o mentales, que
nos separan. Y todo ello debemos ponerlo
en conocimiento de los ciudadanos. l
Suplemento Especial. 19 de diciembre de 2016 –8 de enero de 2017
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