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LA VIA LACTEA: NUESTRA GALAXIA
por Pablo Lonnie Pacheco Railey
[email protected]
Sociedad Astronómica del Planetario Alfa
Recuerdo la primera vez que acompañé a un grupo de astrónomos aficionados al campo para observar el cometa
Halley. Era la primavera de 1986. Llevaban un gran telescopio. Me mostraron objetos que eran nuevos para mí, no
los conocía ni en fotografía. Excepto por el cometa, no recuerdo los demás objetos. Lo que sí me impresionó fue
una gran nube de luz que cruzaba el firmamento de horizonte a horizonte. No necesitaba el telescopio para verla.
Parecía estar hecha de polvo de estrellas. –“Es la Vía Láctea”- me dijeron. Han pasado muchos años y aún me
asombra su suave resplandor suspendido en el espacio.
ANTECEDENTES
La Vía Láctea ha fascinado a muchos más. Se han tejido mitos y leyendas a su alrededor. Los antiguos la
conocieron por muchos nombres. Anaxágoras y Aratos ( 500 a. de C. ) le llamaban : La Rueda Brillante
¿Rueda? ¿De dónde? A mí me pareció una sola franja. Resulta que esa franja continuaba por debajo de mis pies
(del otro lado de la Tierra) hasta cerrarse. Esa parte invisible para mí esa noche aparecería en las madrugadas de
otoño. ¡Vaya que los primeros astrónomos eran buenos observadores! Y también tenían imaginación, una
imaginación a veces predictiva: Demócrito, el padre del átomo, sugirió que La Vía Láctea estaba formada por una
multitud de estrellas ... ¡En el año 430 a. de C.! Eratóstenes, quien midió la circunferencia de la Tierra la llamó “El
círculo de la Galaxia” ó “ Círculo Galáctico “ ¡Wow! ¡Que avanzados! ¿Cómo sabían que la Vía Láctea era una
Galaxia? No lo sabían. Su interpretación del término “Galaxia” era distinto a la actual. Galaxia sólo había una y
se refería a la lechosa luz que cruzaba el cielo nocturno ( Nótese la similitud entre los términos Lácteo y Ga-laxia )
Hoy, cuando escuchamos la palabra “Galaxia” nos imaginamos un gran remolino de estrellas, nubes y polvo, con
un centro brillante. En aquel entonces “Galaxia” no era otra cosa que el nombre propio de nuestra Vía Láctea. En
al año 175 a. de C. Hiparco la llamó simplemente “La Galaxia”. Aún hoy, cuando vemos la palabra Galaxia -con
mayúscula- sabemos que se refiere a la nuestra.
Otros veían la Galaxia como un gran río. Le llamaban “El Río del Cielo”. Los árabes la conocían simplemente
como “El Río”, los hebreos “El Río de Luz” Job la llamaba “La Serpiente Tortuosa”. Los chinos y japoneses veían
también un río. Los chinos la llamaban le llamaron “Tien Ho” es decir “El Río Celestial o Plateado”, y tenían una
creencia muy singular (A mí me parece simpática). Ellos decían que cuando los peces del río (las estrellas) veían
aproximarse el anzuelo (una delgada Luna creciente) se ocultaban para no ser atrapados. Las estrellas y la Vía
Láctea no son compatibles con la Luna. En realidad, sucede que la resplandeciente Luna supera y opaca la débil
luz de nuestra Galaxia.
Los armenios y los sirios le llamaban “El gran Vendaje”. Los romanos (Plinio), al estilo de Erastótenes, le
llamaban el “Círculo Lácteo” además de “El Cinturón Celestial” “Vía Celeste Regia” (me gusta ese nombre) y Vía
Láctea”, como hoy la conocemos.
¿De dónde salió tanta leche? Cuenta una leyenda que cuando el pequeño Hércules era amamantado por su madre,
mordió uno de sus pechos con tanta fuerza que ella terminó por derramar su leche por el cielo.(¡Que productiva!)
De ahí a que Vía Láctea signifique “Camino de Leche” ó “Milky Way” en inglés. Además de que el significado
se conserva en inglés y español, sucede lo mismo en francés, portugués, italiano, danés, ruso, alemán, etc.
Los indios norteamericanos y algunos pueblos de Noruega decían que la Vía Láctea era “El camino de los
Fantasmas” por donde ascendían los espíritus de héroes y guerreros. Los espíritus se detenían a descansar de vez
en cuando y encendían fogatas, que son las estrellas más brillantes.
Los esquimales y algunos pueblos africanos veían en ella “El camino de las cenizas” que se elevaba sobre una gran
pira.
En México nuestros abuelos o en los pueblitos la conocen como “El Camino de San Lorenzo” o “El Camino de
Santiago”.
PRIMERAS OBSERVACIONES TELESCOPICAS
A pesar de la riqueza cultural que todos estos nombres reflejan, ninguno describe su naturaleza real. No fue sino
hasta 1610, que Galileo Galilei pudo ver por vez primera de qué estaba hecha la Galaxia. No era leche, ni cenizas,
ni fogatas... era una multitud de estrellas. ¡Demócrito tenía razón!
Con su telescopio, Galileo observó que miles de estrellas formaban una textura de fondo impresionante. Parecían
incontables. Sin embargo, a los astrónomos les seducen los retos casi imposibles: en 1780, William Heschel echó
mano de su telescopio –el más potente de la época- e inició un conteo de estrellas en la Vía Láctea con el fin de
cartografiarla. El primer mapa de la Vía Láctea fue elaborado por él. No fue muy preciso y –en realidad- no llegó
a conclusiones muy distintas que los primeros astrónomos: “-La Vía Láctea es circular, aplanada y rodea a la
Tierra”. Herschel observó la distribución y densidad de estrellas en la Galaxia, y no encontró que hubiera una
particular abundancia en alguna dirección especial. Por eso concluyó que el sol se encontraba en el centro de la Vía
Láctea.
Por otra parte y en su continua exploración del firmamento, Herschel encontró -aquí y allá- grupos de estrellas
(cúmulos) así como nubes de gas y polvo (nebulosas). La mayoría de las nebulosas tenía forma irregular pero
algunas nubes parecían sutiles remolinos de luz. Eran circulares y aplastadas. Seguramente –pensaron en ese
tiempo- se trataba de sistemas planetarios en formación cuya estrella central se vislumbraba débilmente.
Recibieron el nombre de nebulosas espirales. ¡Qué extraño! Las nebulosas espirales aparecían lejos de la Galaxia,
como si tuvieran “aversión” por la Vía Láctea mientras que las estrellas ya terminadas eran muy abundantes en
ella. Pero si la mayoría de las estrellas se concentraban en la Vía Láctea... ¿Por qué aquellas estrellas en plena
formación no estaban también ahí? La formación de estrellas no debía suceder lejos de la Galaxia.
Tal vez la respuesta a este enigma es que las nebulosas espirales no son estrellas o sistemas planetarios en
formación. Al menos eso pensaron Thomas Wright, de Durban e Immanuel Kant de Königsberg a fines del siglo
XVIII. En aquel entonces hablar de la Galaxia era hablar de todo el Universo y no pensaban que pudiera existir
algo más allá. Kant sospechó que algunas nebulosas espirales, como M31 en Andrómeda podrían ser otras “Vías
Lácteas” ó “Galaxias” y creó el concepto de “Universos Islas”. Existe un sólo Universo, pero en aquel entonces la
Galaxia era nuestro “Universo” y por eso Kant propuso que había otros “Universos Islas”. De algún modo Wright
y Kant se adelantaron al concepto de los Universos Paralelos.
EL TAMAÑO DE LA GALAXIA
Si Kant y Wright estaban en lo cierto ¿Cómo podrían demostrarlo? No había manera de medir la distancia a las
estrellas y menos a las nebulosas espirales. Friedrich Bessel (1784-1846) encontró que utilizando trigonometría y
el movimiento de la Tierra alrededor del Sol era posible determinar la distancia a algunas estrellas pero sólo a las
más cercanas. Aún así las nebulosas espirales seguían estando demasiado lejos. ¿Cómo medir distancias mayores
en nuestra Galaxia? ¿Qué tamaño tenía la Vía Láctea? No existía un método apropiado.
En 1908 Henrieta Leavitt encontró la llave mágica para medir distancias en la Galaxia: las estrellas variables. Estas
estrellas ya se conocían pero nadie sospechaba que podían ser utilizadas como indicadoras de distancia. Leavitt
encontró que la regularidad ( o período) de unas estrellas variables –llamadas ceféidas- estaba directamente
relacionada con su brillo. Es decir, que midiendo el período de una ceféida, se podía conocer su magnitud absoluta
(brillo verdadero). Al comparar la magnitud o brillo aparente de una estrella con su magnitud absoluta se aplica la
ley del cuadrado inverso y se determina la distancia con una precisión muy aceptable (la ley del cuadrado inverso
establece la forma en que una estrella pierde brillo en la medida que la ubicamos a mayor distancia ) Leavitt abrió
el camino a las estrellas: las ceféidas y otras estrellas conocidas como RR Lyrae se empezaron a utilizar para medir
distancias en la Vía Láctea. Las ceféidas son más brillantes y por lo tanto se ven a mayor distancia. Las RR Lyrae
son menos brillantes y sólo sirven para medir distancias “relativamente” cortas, pero son más abundantes así que
algunos astrónomos encontraron más fácil trabajar con estrellas de este tipo. Harlow Shapley (1915) fue uno de
ellos.
Las estrellas RR Lyrae son abundantes en los cúmulos globulares. Los cúmulos globulares son conjuntos masivos
de estrellas que se distribuyen alrededor de la Galaxia. Shapley se dio a la tarea de determinar la distribución y
distancia de éstos en la Galaxia. Así –pensó él- podría medir la extensión de la Vía Láctea. Efectivamente,
encontró que los cúmulos globulares estaban a grandes distancias. En teoría, los cúmulos globulares estaban
uniformemente distribuidos alrededor de la Galaxia, por lo que Shapley esperó encontrar una distribución regular
en toda la esfera celeste (porque se suponía que el Sol estaba en el centro de la Galaxia). Pero Shapley encontró
que los cúmulos globulares estaban concentrados hacia un extremo del cielo, en dirección de Sagitario. ¡El Sol no
estaba en el centro de la Galaxia sino en una orilla!
Bueno, pero ¿qué tan alejados podríamos estar del centro de la Vía Láctea? Cuando Shapley midió la distancia a
más de un centenar (+-120) de cúmulos globulares usando las estrellas RR Lyrae, ubicó el centro de la Galaxia a
más de 20,000 años-luz, del sol. ¿¿Qué?? ¡Shapley desalojó al Sol de la Zona Rosa y nos mandó a los
FOMERREYES de la Galaxia! Ya había sido difícil asimilar que la Tierra no estaba en el centro del Sistema Solar.
¡Y ahora vienen con la noticia de que estamos en el traspatio de una galaxia! Por si fuera poco, Shapley encontró –
además- que la distribución de los cúmulos indicaba que la Galaxia medía aproximadamente ¡100,000 años-luz de
diámetro! ¡Era increíble! Nadie había sospechado que La Vía Láctea fuera tan grande. Imagínate, viajando a la
velocidad de la luz, 100,000 años son apenas suficientes para cruzar nuestra Galaxia de lado a lado. Harlow
Shapley se convirtió en el primer hombre en medir la Galaxia.
LA DISTANCIA A OTRAS GALAXIAS
¿Y qué pasó con las nebulosas espirales? La Vía Láctea resultó ser tan grande que seguramente formaban parte de
ella... ¿Y si no? Si eran “Universos Islas” ( otras galaxias) entonces tendrían sus propias estrellas. Y si tenían
estrellas, algunas serían variables y si tenían estrellas variables, se podría entonces medir su distancia ... ¡Manos a
la obra! Alrededor de 1920 otro astrónomo notable, Edwin Hubble buscó estrellas variables en la nebulosa espiral
más notable: M31 ¡Y las encontró! Cuándo midió los períodos observados y los cotejó con su brillo aparente
encontró que la nebulosa espiral de Andrómeda estaba ¡ 100 veces más lejos que el centro de la Vía Láctea! M31
estaba afuera de la Vía Láctea. Era otro Universo Isla. Era otra Galaxia. Wright y Kant tenían razón.
Si M31 (la galaxia de Andrómeda) se veía tan grande en el telescopio ¿Qué podían esperar de las otras “nebulosas
espirales” que se veían pequeñitas? Seguramente eran otras galaxias a distancias increíblemente lejanas. El
Universo “creció” de la noche a la mañana a dimensiones insospechadas.
ASPECTO Y CLASIFICACION BASICA DE GALAXIAS
En el telescopio y mediante el recurso de la fotografía resultó evidente que las galaxias se presentan en diferentes
“formas”. Hay galaxias cuyo aspecto es el de un remolino o huracán con un centro brillante y brazos que le rodean.
Estas son conocidas como galaxias espirales. Las galaxias espirales son relativamente redondas y planas –como
una tortilla-. Cuando una galaxia espiral es vista de canto, se ve delgada y abultada en el centro. También hay
galaxias lenticulares: se parecen mucho a las espirales excepto que no contienen brazos espirales. Tienen el aspecto
de una tortilla inflada con aire caliente (lista para comerse). Otras galaxias son las elípticas: no tienen pies ni
cabeza, por cualquier lado que las vea uno tienen el aspecto de un huevo; algunas son más redondas que otras.
Finalmente hay galaxias irregulares y peculiares, con formas caprichosas y frecuentemente son el resultado de una
colisión entre dos o más galaxias. La Vía Láctea es una galaxia espiral.
ANATOMIA DE LA VIA LACTEA
¿Cómo podemos estar seguros de que la Vía Láctea es una Galaxia espiral? Evidentemente nadie se ha salido de
ella para fotografiarla desde afuera. Describir la forma de la Vía Láctea desde nuestro Sistema Solar es tan fácil
como describir toda una casa que no conocemos encerrados en un ropero. ¿En qué se basan los astrónomos para
asegurar que vivimos en una Galaxia espiral? ¿Acaso tenemos Rayos X para ver hacia fuera? No. Los Rayos X son
una pésima alternativa para estudiar la Vía Láctea. A simple vista es notorio que grandes nubes oscuras cruzan la
Galaxia de un extremo a otro. Estas nubes impiden el paso de Rayos X, Rayos UV y casi toda la luz blanca (por
eso se ven negras). Prácticamente todos lo objetos emisores de Rayos X que podemos detectar desde la Tierra están
relativamente cerca.. Afortunadamente otras formas de radiación pueden atravesar estas nubes de polvo: las ondas
de Radio y la radiación infrarroja llegan hasta nosotros desde los rincones más lejanos de la Galaxia.
Mucho de lo que sabemos acerca de la estructura de la Vía Láctea es gracias a las observaciones de radioemisión e
infrarrojo. Desde 1932 es conocido que el centro de la Galaxia –llamado núcleo- emite una cantidad importante de
ondas de radio. Y las observaciones –en radio- de nubes gaseosas nos permiten conocer su distribución a lo largo
de los brazos espirales. El aspecto de nuestra Galaxia en la emisión de rayos infrarrojos es increíblemente similar al
de otras galaxias espirales a millones de años luz de distancia. El movimiento de las estrellas –apenas perceptiblepone en evidencia que la Vía Láctea está rotando lentamente dando una vuelta sobre sí misma cada 225 millones
de años. El “corrimiento al rojo” en la luz de algunas nubes de gas indica que se están alejando de nosotros, y es
posible medir su velocidad. Del mismo modo, las nubes que presentan “corrimiento al azul” son aquellas que se
dirigen hacia nosotros. En el núcleo de la Galaxia se presenta un enorme corrimiento en ambas direcciones (rojo y
azul). Esto quiere decir que ahí hay “algo” que da vueltas a una velocidad increíble: Un lado de ese objeto se
acerca hacia nosotros mientras que el otro se aleja, es –por tanto- un movimiento de rotación. Hay un gran
“trompo” en el núcleo de la Vía Láctea. Otras galaxias presenta también esta rotación. Las estrellas que están más
cerca del núcleo se ven obligadas también a orbitar a velocidades altísimas. Un objeto súper masivo debe ser el
responsable. Este objeto debe ser muy pequeño. Los únicos objetos tan pequeños y tan masivos que se conocen son
los hoyos negros. Seguramente hay un hoyo negro súper masivo en el núcleo de la Vía Láctea. No lo podemos ver
(es negro) pero se estima que se alimenta de 0.2 M (masas solares) cada año. Cuando este material (gases y
polvo) se precipita al hoyo negro la fricción genera tanta energía que las estrellas más cercanas son erosionadas por
ella. Los astrónomos han encontrado evidencia de esto. La excitación de los gases en la cercanía del hoyo negro
central impide además que éstos se puedan organizar para formar nuevas estrellas, por tal motivo ha sido imposible
observar estrellas “nuevas” en esta región.
Con mucha dificultad, se ha detectado radiación gamma desde el núcleo de la Galaxia, ésta es producida cuando
nubes de materia común se impactan contra nubes de antimateria. Al encontrarse, ambas se aniquilan, produciendo
radiación de energía altamente mortífera. Seguramente ha de ser un espectáculo impresionante ver más de un
millón de estrellas a simple vista cerca del núcleo galáctico, pero tenemos por seguro que las radiaciones en este
lugar se encargan de esterilizar cualquier forma de vida. El núcleo es una región inhóspita.
Alrededor del núcleo sólo encontraremos estrellas viejas, dilatadas y enrojecidas. Esta región central de estrellas
viejas y dilatadas se llama Bulbo Galáctico, su forma es abultada y aplastada (elipsoide). El bulbo de la Vía Láctea
tiene un espesor de casi 15,000 años-luz. Del Bulbo se desprenden los brazos espirales que parecen enrollarse
alrededor del núcleo. Se han contado más de 4 brazos espirales en nuestra Galaxia.
El Sistema Solar se encuentra entre dos brazos, el brazo de Sagitario (interno) y el brazo de Perseo, (externo).
Actualmente la distancia estimada al núcleo es de unos 23,500 años-luz y nos encontramos a 51 años-luz por
debajo del plano principal de la Galaxia. Como se describió anteriormente, hay tanto polvo en la Galaxia que la
vista en el plano galáctico se ve terriblemente reducida. Por tal motivo, este plano se conoce también como la
“zona prohibida”, pues el paso de luz está severamente limitado.
Las nubes de gas y polvo más cercanas al Sistema Solar están en dirección de Orión. En esa región se desprende
hacia nosotros un pequeño bracito de la Galaxia. Es conocido como El Ramal de Orión y está a unos 1,000 añosluz de nosotros. La nebulosa de Orión -donde aún hoy se forman estrellas- está a unos 1,600 años-luz. Se estima
que hace 10 millones de años el Sistema Solar cruzó este brazo secundario de la Vía Láctea y ahora nos dirigimos
hacia el brazo de Perseo. Entre brazo y brazo, el Sol se desplaza durante unos 80 millones de años y luego –se creedemoraremos unos 40 millones de años en cruzar el brazo de Perseo. ¿Qué veremos del otro lado? No nos tocará a
nosotros, pero ha de ser fascinante ver un cielo nuevo. Tendremos que inventar nuevas constelaciones.
Aquí surge una duda ... si la Galaxia está girando ¿Por qué el Sol parece llevar prisa? Si el Sol girara junto con la
Galaxia, entonces debería conservar su lugar entre los brazos de Perseo y Sagitario. Pero no es así. De hecho, no
sólo el Sol sino todas las estrellas se mueven a mayor velocidad que los brazos espirales ( El Sol lleva ya unas 20
vueltas). Cada vez que la Galaxia cumple una rotación se dice que cumple 1 Año Cósmico. 1 Año Cósmico dura
aproximadamente 225 millones de años terrestres.
Los brazos espirales se van rezagando a pesar de que se mueven en la misma dirección que las estrellas. Lo que
pasa es que los brazos espirales solamente indican el sector en el que viven las estrellas gigantes azules. De hecho
los brazos espirales son azules, como azules son las estrellas más brillantes y calientes de la Galaxia. Aquí está el
secreto: si vemos los brazos espirales es porque ahí habitan las estrellas más brillantes. Curiosamente están
estrellas son una minoría (< 1%) pero su brillo las denota con facilidad.
En los brazos espirales la densidad de los gases y las estrellas es sólo 5% mayor. Más del 95% de las estrellas,
distribuidas en el resto de la Galaxia pasan desapercibidas, son tan tenues que no se ven a distancia. Aún así ... ¿por
qué se atrasan los brazos con respecto al movimiento general de la Galaxia? Porque las estrellas azules tienen una
vida muy corta y al poco tiempo de nacer ( en cuestión de 5 a 10 millones de años) mueren en una colosal
explosión. Una gigante azul no tiene la más remota posibilidad de completar una vuelta alrededor de la Galaxia (
recuerda: la Galaxia de una revolución cada 225-250 millones de años). Sin embargo la muerte de estas estrellas es
tan violenta ( explosión de supernovas) que estimulan la formación de nuevas generaciones de estrellas, incluyendo
algunas estrellas azules gigantes. La nueva generación de estrellas se forma cerca de donde fueron las explosiones
–en el borde externo de los brazos espirales- Así, el brazo espiral parece avanzar, pero es en realidad un reemplazo
de aquellas estrellas ya desaparecidas. El avance de los brazos espirales de la Galaxia es -por lo tanto- una carrera
de relevos, donde continuamente participan nuevas estrellas que al poco tiempo dan lugar a una nueva generación,
una y otra vez. Por eso tanto la explosión de supernovas como la formación de nubes fértiles y el subsiguiente
nacimiento de estrellas acontece en el borde externo de los brazos espirales. La cadena de explosiones a lo largo
del brazo espiral (alrededor de 1 supernova cada 30 a 50 años) genera una oleada de presión que empuja los gases
y polvo, los comprime y estimula la producción de nuevas estrellas.
Por algún mecanismo no comprendido en su totalidad los brazos espirales no se enrollan al grado de “apretarse”.
La lógica nos dice que deben hacerlo pero la realidad es distinta. La Galaxia podría dar muchísimas vueltas y al
parecer sus brazos seguirán igual de abiertos ¿Por qué? Porque las estrellas que están a mayor distancia del núcleo
no se desplazan a menos velocidad.
En el Sistema Solar Mercurio se mueve mucho más rápido que la Tierra, y Plutón se mueve aún más lento. Esto se
debe a que el campo gravitacional depende –además de la masa- de la distancia. Mercurio sufre una influencia
mayor del Sol -está más cerca- y por ende es más veloz. (Si se moviera a menor velocidad, el Sol se lo tragaría). Si
la Galaxia se comportara como el Sistema Solar las estrellas más cercanas al núcleo deberían moverse a mayor
velocidad, y las más lejanas más lentamente. Pero resulta que es al revés, las estrellas que están más allá del
Sistema Solar –hacia el borde exterior de la Galaxia- se mueven a mayor velocidad que nosotros. ¿Qué fuerza las
impulsa a moverse así? La misma que mueve a Mercurio. En el Sistema Solar el 99% de la materia esta en el
centro en el Sol, pero en la Galaxia, el 99% de la materia esté afuera del núcleo y es por eso que el arrastre es
mayor hacia los bordes externos. Hacia afuera de la Galaxia no parece haber mucho material. No se ve, pero
ciertamente esta ahí. Por eso se le conoce como Materia Oscura. Además de nubes de hidrógeno difícilmente
detectables, algo más debe andar por ahí que pone a girar a nuestra Galaxia a la velocidad que observamos. La
Materia Oscura es aún un tema que despierta muchas controversias en el mundo astronómico.
Más allá de los Brazos de la Galaxia y por encima y debajo del plano galáctico, una nube de cúmulos globulares
orbitan el núcleo de la Galaxia en trayectorias muy diversas que no respetan el sentido y dirección de las estrellas y
el resto de la Galaxia. Cada cúmulo globular sigue una orbita independiente de todos los demás. La región por la
que circulan estos cúmulos está envuelta en una nube de gas muy enrarecido y es posible que una que otra estrella
se haya extraviado por aquí. Esta región se llama Halo (o Halo Galáctico) y tiene un diámetro aproximado de
200,000 a-l.
Pero la Galaxia no termina ahí. Una estructura colosal llamada corona (o Corona Galáctica) envuelve al Halo. La
corona es casi invisible. En otras Galaxias aparece registrada sólo después de exponer los detectores a su luz
después de largas sesiones. La corona, -como el halo- esta formada por gas muy disperso.
¿Qué hay más allá? Ya sabes la respuesta ¡Hay más Galaxias! ¿Cuántas? Se cuentan por millones. Sin embargo en
el espacio inmediato ( si es que se le puede llamar así) nos encontramos rodeados por un grupo de Galaxias que
forman una familia o colonia: es el Cúmulo Local de Galaxias y contiene casi 40. La Galaxia espiral de
Andrómeda (M31) es la más grande del cúmulo local. Su diámetro excede los 200,000 a-l. Y está a más de
2,100,000 a-l de distancia. En segundo lugar está la Vía Láctea (con 120,000 años-luz de diámetro) y en tercer
lugar está la galaxia espiral M33 en la constelación de Triangulum, cuyo tamaño es de unos 45,000 años-luz de
diámetro.
A pesar de la gran distancia entre galaxia y galaxia, no estamos exentos de uno que otro encontronazo. ¿Qué
pasaría si una galaxia chocara contra la nuestra? Bueno, pues hasta el momento no nos ha afectado, pues ahora la
Vía Láctea es víctima del impacto de –cuando menos- dos galaxias menores. Nuestra Galaxia ha sobrevivido al
percance pero las otras no (ellas son las víctimas) Una de ellas se partió literalmente en pedazos formando la Gran
Nube de Magallanes y la Pequeña Nube de Magallanes: dos pequeñas galaxias irregulares que están ahora
orbitando a la Vía Láctea. Son galaxias satélites. La Vía Láctea y las Nubes de Magallanes están todavía unidas por
un puente de gas y polvo. En algunas porciones este gas se ha contraído por su propia gravedad para formar
galaxias en miniatura –también satélites- que son llamadas esferoides enanas. Se parecen mucho a los cúmulos
globulares pero son más grandes y masivas.
La otra galaxia –descubierta recientemente- (1995) es la enana de Sagittarius. Pobre. Está toda distorsionada por el
efecto gravitacional de la nuestra. No la podemos ver porque está justo del otro lado de la Galaxia, atrás del núcleo.
Tal vez la podamos vislumbrar en unos 60 millones de años. Esa galaxia fue detectada por su radioemisión. Si el
impacto hubiera acontecido de nuestro lado, tal vez no estaríamos aquí.
En total, la Vía Láctea es orbitada por una docena de galaxias satélites, pero la mayoría son tan oscuras que son
difíciles de observar. Las Nubes de Magallanes son fácilmente visibles en latitudes de 15°N hacia el sur. (Sur de
México)
La Vía Láctea tampoco está exenta de chocar y es un hecho que nos dirigimos a gran velocidad hacia la galaxia de
Andrómeda (M31) atraídos por ella. Afortunadamente está tan lejos, que primero se apagará el Sol antes que
tengamos la posibilidad de ver los fuegos pirotécnicos.
Por si fuera poco, el cúmulo de Virgo –a unos 65 millones de años-luz posee tanta masa (son alrededor de 3,000
galaxias) que nuestro cúmulo se dirige hacia él a una velocidad de 600 km/seg. Tarde o temprano el Cúmulo de
Virgo tendrá 40 galaxias más en su haber.