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Guillermo Elizalde Monroset - El socialismo como antesala del islam - Ideas
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8 de enero de 2008
LA SOCIEDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS
El socialismo como antesala del islam
Por Guillermo Elizalde Monroset
El pasado septiembre los norteamericanos recibieron un mensaje
contra el colonialismo, la globalización, el sistema capitalista, las
grandes corporaciones, el préstamo con interés, los neocons, la guerra
de Vietnam, la Inquisición y el calentamiento global. En definitiva, una
buena síntesis de las manías socialistas, apoyada en citas de Noam
Chomsky. Ahora bien, el mensaje no proponía el socialismo, sino el
islam. Y lo firmaba Osama ben Laden.
Aunque el socialismo se presenta como doctrina de librepensamiento, progreso y secularización, es decir,
como una aparente antítesis del islam, las afinidades entre ambos son notables. Durante un tiempo,
cuando el musulmán bolchevique Sultán Galiyev trabajaba para extender el socialismo a las poblaciones
islámicas, pareció que el islam iba a ser un instrumento de la expansión mundial del socialismo. Pero el
fenómeno se invirtió tras la caída del Muro de Berlín, y el socialismo puede convertirse ahora en la
antesala de la islamización de Occidente.
El socialismo es una ideología y el islam una religión, pero eso no entorpece sus mutuas conexiones. Hace
tiempo que Proudhon demostró la naturaleza teológica del socialismo, y desde Mahoma hasta Sayid Qutb
el islam funciona como una ideología. Es legítimo, pues, comparar socialismo e islam. Por otro lado, se
dirá que ambos son polifacéticos, con versiones radicales y moderadas. Pero hay acuerdo entre los
dogmas fundamentales de las tendencias mayoritarias, cuyas diferencias no son de partitura, sino de
ritmo, volumen e instrumentos. El yihadismo resuena con fuerza en los principios del islam tradicional, y
la mentalidad iluminista y revolucionaria del siglo XVIII pervive en la secularista socialdemocracia
occidental. A pesar de sus matices, es posible definir socialismo e islam con bastante precisión.
Comparemos los fines de ambas doctrinas. Rousseau y Mahoma están de acuerdo en la bondad
primigenia del hombre: su naturaleza es sana, y está libre de pecado original, pero la sociedad lo
corrompe. Sólo la expansión de ciertas estructuras políticas colectivas, ya del socialismo, ya de la
comunidad islámica o umma, pueden asegurar la paz y el bienestar de toda la humanidad. Por eso islam y
socialismo proponen el establecimiento de una utopía terrenal, a golpe de Corán o de Código Civil. La
utopía socialista se ha llamado falansterio, comunismo, socialismo bolivariano o Alianza de Civilizaciones;
la musulmana se llama Dar al Islam y su ley es la sharia. Cualquier alternativa, especialmente la cristiana,
debe combatirse por opiácea e impía. No es difícil imaginar cómo la concepción del hombre, el anhelo
utópico y la manía anticristiana pueden convertirse en tobogán socialdemócrata hacia el mahometismo.
Tanto en el socialismo como en el islam, los medios para alcanzar estas
promesas liberadoras pasan por la revolución y su necesaria ración de
violencia. Ésta parece inherente al socialismo y a su sangrienta historia,
desde la guillotina hasta el Gulag. Los grupos de liberación terroristas, el
aborto invisible, la silenciosa eutanasia y la liquidación de embriones
representan lo mismo, con estética socialdemócrata post-cheka. En el
lado islámico, es revelador que el año cero del islam –la Hégira– recuerde
el pacto entre Mahoma y los caudillos de Medina para guerrear contra La
Meca; de ahí la reflexión de Donoso sobre una religión que "lleva en la
punta de su espada todos sus milagros, todos sus argumentos y todos sus
testimonios". También hoy el revivir islámico predicado por Maududi o
Jomeini recomienda la espada como medio para alcanzar la emancipación,
en el islam, de los débiles y oprimidos de todo el planeta. El acuerdo
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Guillermo Elizalde Monroset - El socialismo como antesala del islam - Ideas
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práctico de socialistas y musulmanes en que el buen fin justifica los malos
medios anuncia mayores colaboraciones.
La mezcla de los fines y medios antedichos desemboca en el totalitarismo, donde se encuentran de nuevo
socialismo e islam. Han pasado Fouché y Stalin, pero la alteración de la realidad, el sacrificio de las partes
por el todo, el miedo paralizante de lo políticamente correcto, el progresismo, la destrucción de la familia,
la ideologización de todos los ámbitos sociales, la omnipresencia del Estado, la soledad y el sentimiento
de impotencia predominan en el Occidente socialdemócrata. En cuanto al islam, es sabido que nunca
separó a Dios del César, que la aqida o credo religioso musulmán abarca todo aspecto de la existencia, y
que casi siempre es utilizada por el gobernante de turno para controlar los detalles de la vida familiar y
social. La convergencia del islam y el socialismo español en el camino totalitario es manifiesta, por
ejemplo, en la ley –socialista y antifamiliar– de divorcio-repudio, en la ley de culto –de molde saudí–
promovida por el tripartito catalán o en la promoción de la Educación para la Ciudadanía en las escuelasmadrasas españolas.
Hemos comprobado que las afinidades en los fines, medios y consecuencias del socialismo y el islam son
más profundas de lo que muestran los mensajes de Al Qaeda, los seminarios sobre el Che organizados por
Ahmadineyad, la conversión al islam de comunistas como Roger Garaudy y Mansur Escudero o la
admiración del PSOE por Tarik Ramadán y la Alianza de Civilizaciones. Pero la sintonía de medios y fines
no será la causa principal de la convergencia entre el socialismo y el islam. Como ya vio Tomás de Aquino,
la utopía o "promesa de deleites" y la revolucionaria "violencia de las armas" no bastaron para extender el
islam. Fue necesario un "creer a la ligera", un debilitamiento intelectual que aislara la fe de la razón. De
manera semejante, el secularismo que aísla la razón de la fe parece el rasgo distintivo del socialismo. Y
tal vez sea este común raciocinio defectuoso lo que más facilite la alianza entre islam y socialismo en el
siglo XXI.
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