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TOMO 2 - Capítulo 5: Mesopotamia
y el reino de Babilonia
El reinado de Hammurabi
La invasión Casita
Los Elamitas
Los Asirios
Los Elamitas
El Imperio Hitita
EL REINADO DE HAMMURABI
En la primera mitad del siglo XVIII a. C., la pequeña ciudad de Babilonia se
convirtió en el núcleo de un gran reino que abarcó los antiguos territorios de
Sumer y Acad. Esta urbe, ubicada a orillas del río Éufrates, había sido una ciudad sin relevancia, y floreció más tarde tras la desaparición de la última dinastía
de Ur en el 2004 a. C., cuando la Mesopotamia se sumió en la anarquía y quedó
a merced de las invasiones de las tribus vecinas.
Babilonia como potencia política y cultural
En el siglo XIX a. C., al invadir nuevamente Mesopotamia con la intención de establecerse
en ella, los amorreos se instalaron en una ciudad a la que probablemente llamaron Babilim
(“puerta de dios”) y que más adelante los griegos designaron con el nombre de Babilonia.
Este territorio de 120.000 km² de extensión adquirió cierta importancia con Sumuabum,
fundador de la primera dinastía babilónica, aunque continuó siendo una más entre las
pequeñas ciudades que configuraron el plano político de la Mesopotamia durante los dos
primeros siglos del II milenio a. C.
Hammurabi, sexto de la primera dinastía babilónica, fue una de las personalidades más
importantes del antiguo Oriente. Cuando subió al trono, en el 1790 a. C., aprovechó
una etapa de debilidad del Imperio asirio a la muerte de su rey Shamshiadad de Azur, y
conquistó algunas de las ciudades estratégicas para reforzar y consolidar su posición ante
otros estados, asegurando su poder mediante pactos políticos, como el que estableció con
Zimrilim, rey de la poderosa ciudad de Mari, situada en el curso medio del Éufrates.
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TOMO 2 - Capítulo 5: Mesopotamia
y el reino de Babilonia
El reinado de Hammurabi
Hammurabi, sexto de
la primera dinastía
babilónica, fue una de
las personalidades más
importantes del antiguo Oriente. Cuando
subió al trono, en el
1790 a. C., aprovechó
una etapa de debilidad
del Imperio asirio a la
muerte de su rey Shamshiadad de Azur.
La invasión Casita
Los Elamitas
Los Asirios
Los Elamitas
El Imperio Hitita
Sus preparativos militares determinaron el enfrentamiento con coaliciones enemigas de
asirios y elamitas, que pidieron diez mil hombres para reforzar sus tropas. De esta forma,
apoyado por Mari, Hammurabi rechazó victoriosamente la ofensiva aliada para, posteriormente, conquistar Larsa. Sin embargo, la ampliación de su imperio hacia el norte creó
una situación conflictiva con su aliado Zimrilim de Mari, ciudad que conquistó y destruyó
completamente tras un levantamiento contra la ocupación babilónica.
Abusir, templo Niuserre.
Luego, Hammurabi volvió a luchar contra los asirios y anegó Eshnunna, desviando
hacia ella las aguas del río Diyala. Así, llegó a la cima de su poder aplicando habilidad
política y crueldad para lograr la unificación de la Mesopotamia.
En las cuatro décadas de su reinado, Hammurabi consiguió transformar a Babilonia en
un potente faro de referencia cultural y política que alumbró durante muchos siglos. El
resultado de sus conquistas fue que convirtió un pequeño estado de 50 km² en un imperio
que se extendía más allá de la Mesopotamia, desde el Mediterráneo hasta Susa y desde el
Kurdistán hasta el Golfo Pérsico.
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Después de dar por terminado el período de conquista, Hammurabi se transformó en un
monarca, que intentaba asegurarse el control de los territorios sometidos y dedicarse a la
organización del reino. Personalmente dirigió la recaudación de impuestos, la construcción de canales y sistemas de riego y la edificación de palacios y templos. Sus medidas
de gobierno entonces fortalecieron el Imperio Paleobabilónico, recomponiéndolo social y
económicamente. Como consecuencia precisamente de su obra, durante los siglos posteriores, y aunque luego carecería de relevancia política, Babilonia sería el centro espiritual
de la región.
Sobre el codigo de Hammurabi
Después de dar por terminado el período de
conquista, Hammurabi
se transformó en un
monarca, que intentaba asegurarse el control
de los territorios sometidos y dedicarse a la
organización del reino.
El Código de Hammurabi, creado en el año 1760 a. C., es uno de los conjuntos de leyes más
antiguos que se han encontrado. Por este motivo, influyó en la historia del Derecho occidental
y es uno de los legados más valiosos del Imperio Paleobabilónico. En breves términos se basa
en la aplicación de la Ley del Talión a casos concretos, que repara la ofensa con un mal igual al
que se ha causado. Aplicada desde muy antiguo, Hammurabi pensó que el conjunto de leyes
de su territorio tenía que escribirse para complacer a sus dioses y le confirió carácter oficial para
evitar que la gente pretendiera hacer justicia por mano propia.
En el código de Hammurabi se aprecian tres grupos sociales diferentes: el awilum u hombre
libre, el mushkenum, perteneciente a un grupo cuya naturaleza los estudiosos aún no han llegado a un acuerdo, aunque se cree que era el dependiente de palacio, y finalmente el wardum
o esclavo. Se podía caer en esclavitud por no pagar deudas o tributos, o por haber sido capturado en la guerra. En ambos casos la esclavitud era limitada, ya que el esclavo podía redimirse o
comprar su libertad mediante el producto de su trabajo. También podía redimirlos el templo de
su ciudad. En el caso de que hayan sido capturados y llevados a tierra extranjera, el rey ordenaba que las caravanas de mercaderes se ocuparan de pagar su rescate y devolverlos a su tierra.
Las 280 leyes del código de Hammurabi reflejaban una sociedad compleja. Algunos de sus
artículos eran viejas tradiciones de las comunidades aldeanas, que al fijarse por escrito se convirtieron en leyes del Estado, mientras que otros eran artículos de reforma que respondían a
las necesidades de ese momento en Babilonia. La famosa sentencia “ojo por ojo, diente por
diente” sólo se aplicaba sobre hombres libres, por lo cual el Estado trataba de poner freno a la
tradicional venganza de sangre, reservándola como un privilegio de grupos reducidos e imponiendo la compensación en metálico por los daños físicos.
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Normas de Código
Lo que sigue a continuación son algunos ejemplos del famoso código de Hammurabi, cuyas
normas regulaban la vida social:
❧❧Derecho penal:
Ley 1: “Si uno ha acusado y ha embrujado a otro y no puede justificarse, es pasible
de muerte”.
Ley 25: “Si se incendió la casa de uno, y otro que fue para extinguirlo se ha apoderado de algún bien del dueño de la casa, será arrojado en el mismo fuego”.
Ley 196: “Si un awilum vació el ojo de un hijo de awilum, se vaciará su ojo”.
Busto del rey Hammurabi
(1792-1750 B.C.).
Ley 197: “Si un awilum ha roto el hueso de otro awilum, se le romperá su hueso”.
Ley 198: “Si ha vaciado el ojo de un mushkenum o ha roto el hueso de un mushkenum, pesará una mina de plata”
Ley 199: “Si ha vaciado el ojo del esclavo de un particular o ha roto el hueso del
esclavo de un particular, pesará la mitad de su precio”.
Ley 229: “Si un arquitecto hizo una casa, y no la hizo sólida, y si la casa que hizo
se derrumbó y ha hecho morir al propietario de la casa, el arquitecto será muerto”.
Ley 230: “Si el derrumbe de una casa hizo morir el hijo del propietario de la casa, se
matará al hijo del arquitecto”.
❧❧Derecho civil:
Ley 48: “Si un awilum tiene una deuda y si el dios Adad ha inundado su campo y ha
destrozado la cosecha, o bien si a causa de la sequía, el campo no produce grano,
en ese año no entregará grano a su acreedor, cancelará su tablilla de contrato y no
pagará el interés de ese año”.
Ley 53: “Si uno, negligente en reforzar su dique, no los fortificó y se produce
una brecha en él, y la zona se ha inundado de agua, ese restituirá el trigo que ha
destruido”.
Ley 95: “Si un mercader ha prestado grano o plata con interés, sin testigos ni contrato, perderá cuanto prestó”.
Ley 128: “Si un señor toma una esposa, pero no extiende su contrato, esa mujer
no es su esposa”.
Ley 131: “Si a una mujer el marido la ha echado y si ella no había sido sorprendida
en adulterio, jurará ante dios, y volverá a su casa”.
Ley 134: “Si uno ha sido tomado prisionero y en su casa no hay comida, si su esposa
entró en la casa de otro, no es culpable”.
Ley 142: “Si una despreció al marido y le dijo no me tendrás como mujer, y si ella ha
sido correcta y no hay error en su conducta, y si su marido ha sido negligente, esta
mujer es inocente: tomará su dote e irá a la casa de su padre”.
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Estructura social
En la cúspide de la sociedad babilónica se encontraba el rey, considerado como un intermediario entre su pueblo y los dioses, su familia y la corte. Para los mesopotámicos, el
soberano debía su trono a la decisión de los dioses, y ante ellos tenía que responder por
el bienestar de sus súbditos. Para ello debía administrar adecuadamente la tierra de los
dioses, construir templos y canales, y participar activamente en las ceremonias religiosas
anuales que aseguraban la renovación del ciclo vital y de su propio poder.
A este grupo privilegiado le seguía una capa social también muy influyente formada
por gobernadores, jueces supremos, altos funcionarios, oficiales de alta graduación,
terratenientes y comerciantes. A veces, el rey los compensaba con parcelas de tierra
para que pudieran mantenerse con el producto de sus cosechas.
Los comerciantes, artesanos y campesinos libres eran sin duda el grupo más numeroso.
El estrato social siguiente lo constituían los ciudadanos libres: comerciantes, artesanos y
campesinos libres. Este era sin duda el grupo más numeroso, cuyos integrantes tenían ciertas obligaciones en relación con el Estado: ocupaban un puesto en el Senado, nutrían los
cuerpos de oficiales y funcionarios o ejercían autoridad dentro de la comunidad.
Menos privilegios tenían los súbditos semilibres, quienes dependían en mayor grado del
rey y de la administración eclesiástica y sólo disponían de pequeños feudos. Algunos podrían servir en el ejército con armas ligeras, eran policías o trabajaban en el servicio de
correos. Formaban parte de este grupo los trabajadores manuales como panaderos, tejedores, alfareros, herreros, constructores de carros y barcos, pescadores y pastores.
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Por lo demás, situados en la base de esta estructura social se encontraban los esclavos, que
constituían el grupo con menos derechos. Básicamente servían a los otros estratos en las
labores domésticas o como mano de obra imprescindible para la economía. Ahora bien,
entre ellos había muchos prisioneros de guerra. Eran propiedad tanto del Estado como de
los ciudadanos libres, que solían tener a su cargo de dos a cuatro esclavos.
La familia constituía una célula social bien definida. Sin embargo, por encima de ella, como
unidad social superior, se hallaba el municipio, en tanto asociación de todos los que vivían
en el mismo lugar. Así, por encima del individuo estaba el Estado con sus instituciones a las
que todos y cada uno debían adaptarse.
Estructura de producción
Sin lugar a dudas, la mayor riqueza de Babilonia radicaba en sus fértiles tierras, aptas para
la agricultura intensiva, que daba abundantes cosechas para alimentar a la población y a la
rica cabaña ganadera. De esta manera, la agricultura y la cría de ganado constituían la base
de la actividad económica. Se consideraba que la tierra pertenecía a los dioses, y debía ser
administrada por el rey, quien monopolizaba también el comercio.
La cría de ganado constituían la base
de la actividad económica.
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De esta forma, desde la fase acádica, se consolidó la tendencia de privatizar las propiedades del templo. Es así como, al menos en el norte, durante la I dinastía, el Estado entregó
a la propiedad privada, sobre todo a los campesinos libres, la casi totalidad de las tierras cultivables, aunque sujetas a contribuciones. Para
la percepción justa de los impuestos las fincas estaban registradas en
tablillas de arcilla o barro depositadas en el palacio de Babilonia o en
las residencias de los gobernadores. Como antecedentes de los actuales
catastros, estos registros facilitaban la solución de los problemas relativos a la propiedad o a las dimensiones de una finca y, generalmente,
evitaba así los litigios entre las partes.
En las grandes fincas del Estado y de los mayores terratenientes la cría de ganado vacuno ocupaba el primer lugar.
Derecha: la producción de la lana, sobresaliente en la ciudad
de Sippar, situada en la orilla oriental del río Éufrates.
Generalmente, en las grandes fincas del Estado y de los mayores terratenientes la cría de
ganado vacuno ocupaba el primer lugar. Por su parte, los pequeños propietarios, en cambio, criaban ovejas o cabras, animales que planteaban menos exigencias con respecto a su
mantenimiento. En muchos casos, podía verse que encomendaban sus escasas cabezas de
ganado a un pastor de oficio.
En lo que se refiere a la industria, fundamentalmente radicada en las grandes ciudades, estaba en manos de la corona, aunque la producción de la lana, sobresaliente en la ciudad de
Sippar, situada en la orilla oriental del río Éufrates, al noroeste de Babilonia, correspondía
totalmente a la iniciativa privada.
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El comercio
Las dinámicas relaciones comerciales de Babilonia dio paso a esta región sea considerada
de gran importancia para aquellos mercaderes que seguían las rutas entre el Mediterráneo
y el Golfo Pérsico. Los contactos entre las disímiles autoridades ciudadanas o estatales
obedecían a usos, reglas o aspectos formales que evolucionaron a lo largo de los siglos.
Para el comercio interno se utilizaban carros pesados para transportar ganado, legumbres,
cereales, aceites y otros productos. Mediante el transporte fluvial o marítimo y en largas
caravanas, en cambio, el comercio exterior abastecía todas las rutas e importaba los productos más necesarios. Principalmente se exportaba lana, aceite, cereales y productos artesanales e industriales. Además, se importaban esclavos, ganado de cría, especias, piedras
preciosas, maderas y metales.
Vista imaginaria de la ciudad de Babilonia.
Los negocios muchas veces se cerraban ante testigos, invocándose bajo juramento a los
dioses y al rey. Incluso, para registrar la operación, se levantaba un acta en una tablilla de
arcilla que se cubría con barro y se sellaba ante los testigos. De esta manera, un sistema
tan articulado, organizado en varios niveles de intercambio, contribuyó al desarrollo de
procesos de integración entre distintas experiencias regionales y estatales.
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Las unidades de peso y medida
En la Mesopotamia, los sistemas de peso y de medida varían según el período histórico y el
ámbito cultural y geográfico en que se estudian. Cada contexto regional tenía un sistema local
de referencia y, al mismo tiempo, conocía y usaba sistemas procedentes de las regiones cercanas, lejanas o incluso remotas, para crear equivalencias de peso y facilitar las transacciones
económicas.
Las pesas tenían forma más o menos ovalada, con base plana, mientras en otros casos la forma
era de ánade con la cabeza vuelta hacia atrás o de león, según una tradición conocida desde
mediados del III milenio a. C. El material de las pesas era piedra caliza o, sobre todo, hematites,
puesto que se aprovechaba su alto peso específico para poder hacer ejemplares pequeños y
manejables pero relativamente pesados. El hallazgo de muchas pesas en contextos funerarios o
en complejos religiosos hace pensar en un valor simbólico del peso.
Para el comercio interno se utilizaban
carros pesados para transportar ganado, legumbres, cereales, aceites y otros
productos.
Esquema urbanístico
Lo que conocemos de Babilonia hoy se limita a la época de los reyes neobabilónicos, es
decir, al reino mencionado en los célebres pasajes del Antiguo Testamento. El desplazamiento del Éufrates, que ha dañado los estratos menos superficiales del yacimiento, impide
investigar las fases más arcaicas de la ciudad y con ellas muchas vicisitudes históricas del
lugar donde subió al trono Hammurabi. Sin embargo, aunque es singularmente difícil estudiar la ciudad anterior a este soberano debido a que se halla por debajo del nivel de las
aguas subterráneas, lo más probable es que Babilonia tuviese una estructura
urbanística rectangular, con gran parte de los palacios y los templos en el
centro y el lado norte del trazado urbano. Sabemos que ya con la primera dinastía se dotó a
la ciudad de murallas.
A su vez, otras urbes de este período, que se
presume eran similares a la capital, presentan
calles estrechas con casas agrupadas en torno a
un patio, que albergaba comercios y pequeños
santuarios particulares. Los grandes templos oficiales presentaban como novedad arquitectónica
la planta longitudinal, con nichos para el culto en
la parte posterior.
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