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De la iglesia al museo. Entre lo sagrado y lo secular en el Museo Iglesia
Santa Clara de Bogotá.*
Dra. Olga Isabel Acosta Luna**
Museo Iglesia Santa Clara y Museo Colonial, Bogotá – Colombia
[email protected] / [email protected]
Según la Constitución política que rige en Colombia desde 1991, todas las
confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley1. Sin
embargo, varios jefes de estado han ignorado y desdeñado este derecho
fundamental y a través de sus comportamientos, discursos y símbolos le han
dado preeminencia a la religión católica. Lo mismo podemos decir de
instituciones como el Congreso de la República, donde se sigue invocando al
Sagrado Corazón para sancionar las leyes que deben regir una sociedad
pluricultural como la colombiana. Lo cierto es que casi un ochenta por ciento de
los colombianos se siguen declarando católicos y devotos a la Virgen, los
Santos y Cristo. Paradójicamente, esto no se traduce en un interés
* Agradezco la generosa colaboración de Constanza Toquica para la discusión y reflexión de
algunas ideas presentes en este ensayo. A su vez a todo el equipo de los Museo Colonial y
Museo Iglesia Santa Clara (MISC) siempre dispuesto activamente a discutir y a pensar sobre
diversas problemáticas inherentes a un espacio como el MISC.
** Diseñadora gráfica y magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, Doctora
en Historia del Arte de la Universidad Técnica de Dresde (Alemania). Autora del libro
Milagrosas imágenes marianas en el Nuevo Reino de Granada, Editorial Vervuert –
Iberoamericana 2011. Entre 2003 y 2006 fue corresponsal en Alemania para la revista
española Ars Sacra. Entre el 2008 y 2011 fue investigadora de la Curaduría de Arte e Historia
del Museo Nacional de Colombia y coordinadora editorial de la publicación virtual Cuadernos
de Curaduría de esta misma institución. Actualmente se desempeña como investigadora de la
curaduría del Museo Colonial e Iglesia Museo Santa Clara en Bogotá. Sus investigaciones se
han concentrado principalmente en el arte colonial del Nuevo Reino de Granada sobre el cual
posee varias publicaciones nacionales e internacionales. Como curadora ha participado desde
el 2007 en varios proyectos relacionados con la historia y el arte colombianos. Posición
postdoctoral en la FU Berlín a partir de diciembre 2012 sobre problemáticas relacionadas con lo
sagrado y los museos.
1
Constitución Política de Colombia, publicada en la Gaceta Constitucional No. 116 de 20 de
julio de 1991. Ver: http://www.banrep.gov.co/regimen/resoluciones/cp91.pdf, artículo 19.
1
1
proporcional de la sociedad colombiana en el patrimonio cultural legado por la
Iglesia Católica desde el periodo colonial.
En el imaginario de muchos colombianos las imágenes religiosas católicas aún
son consideradas como imágenes de devoción y no como pinturas y esculturas
a las que se les pueda dar una valoración artística o histórica más allá de su
carácter religioso. Por otro lado, muchos ciudadanos que valoran el patrimonio
artístico nacional, aún se interesan poco en el patrimonio colonial porque lo
siguen considerando una mediocre copia del arte europeo y los más generosos
sólo le atribuyen un valor documental2. Es justamente en este escenario
contradictorio donde funcionan dos museos estatales con amplias colecciones
religiosas en Bogotá, como son el Museo Colonial y el Museo Iglesia Santa
Clara. A este último están dedicadas las siguientes páginas.
Museo Iglesia Santa Clara: ¿una iglesia con museo o un museo con
iglesia?
Img. 1. Vista interior del Museo Iglesia Santa Clara
Foto: Museo Colonial / Museo Iglesia Santa Clara – Ministerio de Cultura, República de
Colombia.
2
En 1948, por ejemplo, Gabriel Giraldo Jaramillo, importante historiador colombiano que
estudió el patrimonio colonial, calificaba al arte colonial en América como un arte mediocre,
cuya utilidad radicaba más en su valor documental que en el artístico. Véase: Giraldo Jaramillo,
1980, 73s.
2
2
La iglesia Santa Clara es el único edificio que sobrevive del amplio
emplazamiento del convento de clausura de las clarisas en Santafé de Bogotá,
capital del Nuevo Reino de Granada fundado en 1628 (Img. 1). La iglesia fue
construida en 1647 en lo que entonces eran los límites suroccidentales de la
ciudad y que hoy hacen parte del centro histórico y político administrativo de
Bogotá cercana a la Plaza Mayor colonial, hoy Plaza de Bolívar. La Iglesia
funcionó como templo católico administrado por las clarisas hasta 1863,
cuando fueron exclaustradas debido a la ley de Desamortización de bienes de
manos muertas, liderada por el gobierno liberal del general Tomás Cipriano de
Mosquera para reactivar la economía decimonónica de un sistema que seguía
arrastrando los lastres de sistema económico colonial.
Posteriormente, la iglesia conventual se convirtió en una fábrica vacía y en
1874, pasó a manos de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús, una
comunidad masculina que permaneció allí hasta 1968, año en que el Instituto
Colombiano de Cultura – hoy Ministerio de Cultura- compró la iglesia para
convertirla en Museo. Fueron largos y complejos los trabajos de restauración
que se emprendieron hasta 1983, cuando se secularizó este espacio y se
convirtió en el actual Museo Iglesia Santa Clara3.
No hablamos entonces de una iglesia que contiene un museo, como ocurre a
menudo, o, viceversa, de un museo con iglesia, lo cual es menos común4. Se
trata de un antiguo templo católico conventual desacralizado por decreto
canónico después de ser adquirido por el Estado a la Comunidad religiosa de
las Clarisas y, por ende, donde no se realizan servicios religiosos. Santa Clara
3
Sobre Santa Clara véase: Franco Salamanca, 1987 y Gutiérrez Vallejo, 1995.
Existen al respecto interesantes ejemplos como el Museo Ons' Lieve Heer op Solder (Nuestra
Señora en el Ático) en Ámsterdam, uno de los más antiguos museos de la ciudad. Se trata de
una edificación civil del siglo XVII que esconde una iglesia construida clandestinamente durante
la Reforma, cuando les fue prohibido a los católicos realizar públicamente sus servicios
religiosos. Véase: http://www.opsolder.nl/, consultado el 5 de julio, 2012.
4
3
3
expone permanentemente su colección plástica de los siglos XVII al XIX, la
mayoría emplazada aparentemente en sus lugares originales.
En el mundo, son muchas las iglesias que con el interés de exponer sus
colecciones al público han fundado museos dentro de sus instalaciones.
templos sin culto que hoy son museos, sin embargo, son menos frecuentes.
Los principales ejemplos los encontramos en países de Europa oriental, en
Turquía, en Alemania y en España. Por citar algunos ejemplos encontramos la
Basílica y posteriormente Mezquita de Santa Sofía en Estambul, convertida en
museo en 19355; las Iglesias de Friedrichswerder y de Elías en Berlín, la
primera fue convertida en 1987 en dependencia de la Galería Nacional6 y la
segunda en el 2000 fue transformada en un museo para niños, MitmachMuseum für Kinder7; y la Iglesia gótica de San Esteban en Burgos, donde se
fundó recientemente el Museo del Retablo.
Las transformaciones de estos templos en museos estuvieron precedidas por
complejos contextos políticos, culturales y religiosos de cada lugar8. El caso de
Santa Clara también cumple con este patrón. Recordemos que las clarisas
fueron las dueñas y administradoras de la Iglesia desde el siglo XVII hasta
1863, cuando fueron exclaustradas y tanto el convento como el templo pasaron
a manos del Estado que, a su vez, se lo entregó a los corazonistas para su
5
López Arangüena, Blanca, “Santa Sofía recupera el esplendor”, en El País, 27.12.2010, en:
http://elpais.com/diario/2010/12/27/cultura/1293404403_850215.html, consultado 5 de julio,
2012.
6
Sitio oficial de los museos estatales de Berlín para la Friedrichswerdersche Kirche:
http://www.smb.museum/smb/standorte/index.php?lang=de&p=2&objID=32&n=4, consultado el
5 de julio, 2012
7
Lindemann,Thomas, “Sie war baufällig und schlecht beheizt. Deshalb brauchte die Berliner
Elias-Kirche eine neue Zukunft. Sie wurde ein Mitmach-Museum für Kinder”, en:
KulturSPIEGEL, Enero 2005, en:
http://www.spiegel.de/spiegel/kulturspiegel/d-38733139.html, consultado el 5 de julio, 2012.
8
En algunos casos iglesias que funcionaban como museos han vuelto a convertirse en
templos, como es el caso de la Iglesia jesuita del siglo XVII de San Casimiro en Vilna, la capital
de Lituania, la cual fue convertida en 1963, durante el periodo soviético, en un Museo del
ateísmo, y en 1989 fue entregada nuevamente a los Jesuitas, quienes tras emprender la
restauración la abrieron nuevamente como templo católico en 1991. Sitio oficial de la iglesia
jesuita de San Casimiro en Vilna: http://www.kazimiero.lt, consultado el 5 de julio, 2012.
4
4
administración quienes se quedaron allí hasta 1968. En esos años el edificio
debió ser devuelto a las clarisas, 100 años después de su exclaustración,
quienes al parecer no contaron con los recursos económicos para mantener la
iglesia y abrirla al público. Así, tras años de abandono y gracias al interés
particular de algunas personas influyentes allegadas al entorno cultural
bogotano, la iglesia pasó nuevamente a manos del Estado, que esta vez
compró el predio a las clarisas y emprendió las tareas para convertirla en un
museo9. Pensemos, que para el momento de la exclaustración, la iglesia y su
patrimonio mueble e inmueble habían sufrido importantes transformaciones,
que continuaron durante el periodo en que permanecieron los corazonistas en
la iglesia y durante los años previos a la restauración del edificio.
Así, el Museo conserva la decoración original de la iglesia compuesta por
retablos y pinturas del siglo XVII y XVIII, imágenes de bulto estofadas y
policromadas, sobre todo del siglo XVIII y pintura mural del siglo XVII, acervo
que reúne más de 140 piezas entre pintura y escultura. Con esta colección, su
patrimonio arquitectónico y sus propuestas museológicas, el Museo Iglesia
Santa Clara ha buscado dar cuenta de dinámicas sociales y culturales de la
época colonial neogranadina, con la ayuda a menudo del arte contemporáneo.
¿Arte religioso? ¡No, por favor!
Sumando el 2011 y lo que va corrido del año 2012 el Museo Iglesia Santa Clara
ha tenido 122.000 visitantes, eso quiere decir que en los últimos diez años ha
cuadriplicado el ingreso que tuvo en el 2002, cuando llegó apenas a los 35.000
visitantes en el año10. Una cifra remarcable en Bogotá, y más para una Museo
que lentamente ha logrado profesionalizarse y conformar un equipo de trabajo
idóneo. Sin embargo, la aspiración es incrementar ese número y sobre todo
9
Para la historia detallada de las diferentes transformaciones arquitectónicas de la Iglesia
Santa Clara desde su fundación hasta fines del siglo XX, ver: Franco Salamanca, 1987.
10
Informe de gestión Museo Iglesia Santa Clara, Ministerio de Cultura de Colombia, 2011 –
2012.
5
5
convertir al Museo Iglesia Santa Clara en un sitio de encuentro de todo tipo de
visitantes sin distinción de cultos. Para ello es relevante que el público conciba
este lugar como un entorno secularizado.
No obstante, la situación es otra. Aunque Santa Clara no funciona hace casi 30
años como un templo católico, para muchos de quienes la visitan actualmente,
lo sigue siendo. Después de traspasar el portón de entrada, ser requisados por
un vigilante y pagar su boleta, pareciera que a muchos visitantes se les olvidara
que han entrado a un museo, inmediatamente su comportamiento se
transforma, podríamos decir que asumen una actitud solemne y en extremo
respetuosa. Disminuye el tono de su voz y algunos incluso se persignan o se
inclinan a rezar ante alguna imagen de la Iglesia. Así, no basta con tener
pendones a la entrada que promocionen las exposiciones temporales de Santa
Clara, incluso de arte contemporáneo, las recepciones y relaciones instauradas
por el público con un sitio particular siguen siendo el resultado de una
experiencia personal formada en el contexto de una cultura nacional
marcadamente católica.
Por otro lado, el periodo colonial y con él, el arte religioso parecieran poseer en
el imaginario colectivo de muchos colombianos y turistas un halo de leyenda
negra. Un ejemplo reciente sirve de ilustración. Hace unos días, parte del
equipo del museo pudimos ver cómo al frente de Santa Clara un grupo de
turistas recibía una visita guiada. La guía, de una empresa turística ajena al
museo, les narraba un episodio anecdótico de la vida de María Teresa de
Orgaz, una mujer que habría sido amante de un oidor de Santafé, por lo cual
fue recluida e incomunicada por el arzobispo en el Convento de Santa Clara en
169911. Terminada la historia, la guía les preguntó a los turistas si deseaban
entrar a “este museo de arte religioso”, a lo cual ellos se negaron inmediata y
11
Toquica, 2008, 214s. Cita a su vez a Ortega Ricaurte, Daniel, Cosas de Santafé de Bogotá,
Bogotá: Tercer Mundo y Academia de Historia de Bogotá, 252ss.
6
6
rotundamente. El problema acá para estos turistas y para muchos colombianos
no era ingresar a un museo de arte, sino sobre todo a uno de arte religioso.
Por otro lado, el pasado 18 de mayo, día internacional de los Museos, un grupo
de niños de primera infancia, de 2 a 4 años, planeó una visita a Santa Clara. Se
trataba de un grupo de niños que asiste a un jardín infantil laico y cuyos padres
poseen formación universitaria. Ante la propuesta de la visita, una de las
madres se negó a que su hija asistiera a Santa Clara, porque se trataba de una
iglesia que poseía arte religiosos católico, y aunque las maestras le explicaron
a la madre que no se trataría de una visita adoctrinante y ni siquiera
informativa, ella no envío a su hija ese día. La situación resultó ser
enriquecedora y generó una serie de inquietudes por parte del equipo del
Museo y del mismo plantel educativo. Quiero citar extractos de la carta que la
directora del jardín infantil envió a los padres de familia debido a lo ocurrido:
“El próximo viernes 18 de mayo día internacional de los museos
aprovecharemos la invitación del museo Santa Clara para visitar ese
claustro, patrimonio cultural religioso que guarda mucha historia: para
algunos serán santos, vírgenes, cristos y tal vez el Dios. Para otros una
serie de obras de arte que han resistido el tiempo y continúan ahí para
recordarnos una corriente artística digna de tener en cuenta en las visitas
de museos.
¿Qué ideas surgirán en los niños al recorrer este espacio y observar
esas obras?
Tal vez convertirán a la virgen en una mamá que cuida a su bebé, o una
princesa que no encuentra a su príncipe encantado, de pronto pueden
encontrarse con un soldado, un rey, un bufón o simplemente señores
tristes o malgeniados.
Todo depende de la percepción y creatividad que los chicos le pongan al
explorar estos cuadros e imágenes que sin duda les atraerán bastante”12
Finalmente, los niños recorrieron libremente el claustro y propusieron nuevas
lecturas iconográficas ante imágenes de la Virgen, Cristo y los santos basadas
en su imaginación y en las historias que ellos conocen donde no hay referentes
religiosos. La situación anterior a la visita y la visita misma sugieren elementos
que pueden enriquecer nuestra reflexión.
12
Circular informativa, Bogotá, 16 de mayo de 2012.
7
7
Recordemos el derecho de libertad de cultos adquirido en Colombia sólo hasta
1991, en los dos casos citados, los turistas y padres de familia ejercieron su
libre derecho a decidir, en este caso se negaron a visitar un “museo de arte
religioso”. En Colombia el adjetivo “religioso” suele ser sinónimo de catolicismo,
en esta medida la decisión tomada puede leerse como una clara posición de
rechazo ante la Iglesia Católica y sus símbolos. Así, no es de extrañar que
museos cercanos a Santa Clara, reciban mayor afluencia del público nacional y
extranjero, como son el Museo del Oro, con una de las mayores colecciones de
orfebrería precolombina en el mundo, los Museo de Arte y el de Botero, del
Banco de la República, con colecciones de arte internacional y nacional
incluido un amplio acervo del pintor antioqueño, y el Museo Nacional, un museo
con colecciones suigéneris de arte, historia, etnografía y arqueología. Acá es
entonces necesario voltear la cara de la moneda y encontrar razones para este
rechazo al arte religioso por parte del público.
8
8
En el caso colombiano este rechazo se relaciona con la idea que muchos
ciudadanos tienen del periodo colonial y de la manera cruel e inclemente como
se introdujo la religión católica en tierras neogranadinas y, en general,
americanas. Una imagen que se ha construido en su mayoría a través de la
historia alimentada en la escuela, la televisión e, incluso, en los museos.
Parafraseando unas palabras de Octavio Paz sobre la Conquista y la Colonia
en México, en su Laberinto de la Soledad
13
, lejos de querer justificar la
dinámica opresiva de la sociedad colonial, se hace necesario comprenderla
como una totalidad viva y por ende contradictoria. Un acercamiento semejante
permitiría una lectura liberada de prejuicios contemporáneos sobre más de 400
años de historia.
13
Paz, Octavio, El laberinto de la soledad / Posdata / Vuelta al laberinto de la soledad, México
DF: FCE, 2000, 113s.
Otras reflexiones hechas ya hace más de 60 años por el mismo Paz continúan
contribuyendo en esta reflexión. El autor anota que:
“la decadencia del catolicismo europeo coincide con su apogeo
hispanoamericano: se extiende en tierras nuevas en el momento en que ha
dejado de ser creador. Ofrece una filosofía hecha y una fe petrificada, de
modo que la originalidad de los nuevos creyentes no encuentra ocasión de
manifestarse”.
Continua más adelante:
“el catolicismo ofrece un refugio a los descendientes de aquellos que habían
visto la exterminación de sus clases dirigentes, la destrucción de sus templos
y manuscritos y la supresión de las formas superiores de su cultura, por razón
misma de su decadencia europea, les niega toda posibilidad de expresar su
singularidad”, y concluye que “no es difícil, pues, que nuestra posición frente
al catolicismo se origine en este hecho. Religión y tradición se nos han
ofrecido siempre como formas muertas, inservibles, que mutilan o asfixian
nuestra singularidad”14.
Olvidos incómodos: representaciones de lo religioso en los museos
Buscando responsabilidades ante el rechazo al “arte religioso”, como mutilador
y asfixiante de la singularidad debemos hacer honor a la realidad y asumir la
responsabilidad que en ello tienen los museos. Así, en Colombia a pesar de
que la Constitución del 1991 estableció la libertad de cultos en el país, las salas
de varios museos, exceptuando aquellas de carácter arqueológico o
etnográfico, exhiben aun sólo obras pertenecientes al catolicismo, y han
olvidado incluir en sus colecciones y guiones de otras formas de religiosidad en
un país como Colombia. Generalmente la función sagrada de estas obras
queda desactivada y congelada en los muros y vitrinas, donde la información
proporcionada al visitante suele estar relacionada más con información artística
de la pieza y con el momento de su origen, es decir, autoría, datación, técnica
etc.
La diversidad de creencias religiosas y su importancia en la sociedad
contemporánea mundial han obligado a los museos a pensar la manera sobre
14
Ibid, 115s.
9
9
cómo promover el diálogo entre éstas en pro de la convivencia y contribuir a
superar la intolerancia y la exclusión. Las reflexiones en torno al problema
religioso en los museos mundiales han estado determinadas sobre todo por sus
colecciones, por sus espacios arquitectónicos y por sus proyectos de
exposiciones temporales. A pesar de ello ha sido generalmente un tema difícil
de tratar que a menudo es ignorado porque los museos desconocen como
abordarlo correctamente.
Según Crispin Paine, desde el año 2000, diversidad de museos en el mundo se
han empezado a interesar seriamente por abordar la problemática religiosa.
Hasta entonces los museos de arte, aunque poseían amplias colecciones de
arte religioso, se concentraban en temas relacionados con la estética, mientras
que los museos de historia se ocupaban de temas diversos como la cultura de
las clases populares, feminismo y etnicidad, entre los cuales el problema
religioso se ignoraba15.
10
10
Los esfuerzos en Colombia en este sentido han sido pocos. El más importante
ha sido el realizado por el Museo Nacional de Colombia, que en el 2008
inauguró la exposición Velorios y Santos vivos, muestra que daba una mirada a
la religiosidad en las poblaciones afrocolombianas, raizales y palenqueras16.
En este contexto el Museo Iglesia Santa Clara, debido a sus instalaciones
arquitectónicas y a sus colecciones, también se ha convertido en un escenario
fundamental para reflexiones relacionadas con lo religioso que permitan al
público una lectura más liberada del periodo colonial y de las representaciones
de lo religioso.
15
Paine, 2010, 12.
Sobre esta exposición del 2008 y sus versiones itinerantes las siguientes páginas:
http://www.museonacional.gov.co/sites/velorios/
y
http://www.museonacional.gov.co/sites/Velorios_site/Index.html, además del catálogo de la
exposición: Arocha, et. Al., 2008.
16
Las religiosas de Santa Clara: de beatas subyugadas a banqueras
Dentro de los aportes en este sentido del Museo Iglesia Santa Clara, desde
hace diez años y a partir de la renovación museológica próxima a ser
implementada, se ha buscado desmitificar el insignificante papel que se
pensaba habían tenido las religiosas en la sociedad colonial.
A comienzos del siglo XX, un historiador colombiano, Eduardo Posada se
refería a las clarisas de Santafé de la siguiente manera:
“Apacible fue la vida de las monjas clarisas, pues nada de particular hemos
hallado sobre ellas en las viejas crónicas. En los archivos coloniales existen
bastantes legajos de esta comunidad, pero casi todos ellos se refieren a
asuntos sobre sus rentas”17
La ceguera no fue sólo de Posada, sino de la mayoría de sus colegas, quienes
desdeñaron las actividades de las comunidades religiosas femeninas, hasta
fines del siglo XX, cuando la antigua iglesia de Santa Clara, único vestigio del
amplio emplazamiento del convento de las clarisas que fue demolido hacia
1912, posteriormente comprado por el Instituto Colombiano de Cultura y
sometido a amplios trabajos de restauración. Esto se debe, para el caso
colombiano, sobre todo al trabajo investigativo de Constanza Toquica, actual,
directora del Museo, quien muestra la importancia de estas mujeres
“doblemente olvidadas, precisamente por ser mujeres y religiosas”18. Este
trabajo se encuentra recopilado en A falta de oro: linaje, crédito y salvación,
publicado en el 2008.
Lo que para Posada resultaba ser documentación insignificante y sólo “asuntos
sobre sus rentas”, eran realmente escrituras de censos, libros de cuentas y
solicitudes de préstamo que develaron a Santa Clara como una importante
entidad crediticia en la Santafé colonial desde su fundación hasta la
desamortización.
17
18
Ibáñez, Tomo I, 157s.
Toquica, 2008, 35.
11
11
¿Entre la provocación y el sacrilegio?: Arte contemporáneo en Santa
Clara
Desde hace una década, la Iglesia Museo Santa Clara, conservando su pintura
mural, sus ornatos mudéjares, sus retablos, su colección pictórica y escultórica
barroca, se ha configurado también como un espacio de intervención del arte
contemporáneo, abierto al público. A fines de este año se inaugurará en Santa
Clara una nueva propuesta museográfica que seguirá respetando la esencia de
la iglesia colonial para comunicar al público, a través de recursos
museográficos y museológicos, lo que significó este espacio conventual
femenino durante los siglos XVII al XIX. Paralelamente, el equipo de curaduría
del Museo, está desarrollando una investigación sobre la colección de Santa
Clara, sus posibles programas iconográficos y transformaciones formales
durante casi cuatro siglos.
Justamente en busca de transmitir una idea renovadora del periodo colonial y
de sus representaciones sobre lo religioso, el Museo Iglesia Santa Clara le ha
apostado hace varios años a establecer este lugar como un espacio abierto a
los artistas contemporáneos para que su obra dialogue con la antigua Iglesia y
su colección plástica de los siglos coloniales. En este sentido, la inclusión del
arte contemporáneo en un espacio como Santa Clara posee un papel simbólico
importante, representa una nueva forma de entender el patrimonio en un país
donde los estamentos culturales son a menudo conservadores y represivos, y
por ende los espacios de intervención son reducidos19.
19
Sobre el papel del arte contemporáneo en museos con colecciones de carácter religioso y
espacios sagrados, ver: Friedhelm Mennekes, “Espacio sagrado – espacio museal y
entremedio, arte libre”, Lo sagrado en el Museo, Memorias de la XV Cátedra Ernesto Restrepo
Tirado, Museo Nacional de Colombia, 2012 (en prensa) y Acosta Luna, Olga Isabel, “Visita al
Museo Diocesano de Colonia”, en: Ars Sacra, No. 32, Madrid 2004, 90-101 y “Estación de Arte
San Pedro de Colonia. Un lugar donde el arte y la religión se vuelven a reunir”, en: Ars Sacra,
No. 28, Madrid 2003, 46-63.
12
12
El arte contemporáneo permite un ejercicio de secularización temporal de la
antigua Iglesia de Santa Clara, propone al público que rechaza el arte religioso
una vía de acercamiento que le permita perderle el “respeto” a estas imágenes
y, sobre todo, liberar prejuicios ante estas vírgenes y santos que cubren la
antigua Iglesia de Santa Clara20. Por otro lado, para aquellos que aun se
persignan ante estas imágenes y quienes al cruzar la puerta se sienten aún en
un lugar de culto religioso católico y no en un museo, el encontrar
intervenciones de arte contemporáneo pueden ser leídas como irrupciones,
como acentos e incluso con posibles agresiones que le pueden permitir
reaccionar y cuestionarse sobre la secularización de un espacio como la
antigua Iglesia Santa Clara (Img. 2).
13
13
Img. 2. Performance de María Teresa Hincapié en 2005
Museo Iglesia Santa Clara, Bogotá, Colombia
Foto: Museo Colonial / Museo Iglesia Santa Clara – Ministerio de Cultura República de
Colombia.
20
Con relación a la ingerencia del arte contemporáneo en escenarios patrimoniales en
Colombia véase: Esferapública, 2006; Lleras Figueroa, Cristina. “Las historias de un grito y los
mitos sobre el origen de la nación en el Museo Nacional de Colombia”. Cuadernos de
Curaduría,
Museo
Nacional
de
Colombia,
Enero
–
junio
2011,
en:
http://www.museonacional.gov.co/inbox/files//docs/Las_historias_de_un_grito_y_los_mitos.pdf,
consultado el 28 de junio 2012 y Acosta Luna, Olga Isabel, “Invisibles en el arte y olvidados por
la historia. Reflexiones sobre el arte como reparador de la memoria histórica nacional”, en:
Memorias del IX Seminario Nacional de Teoría e Historia del Arte: “Arte, ante la fragilidad de la
memoria”, Medellín: Universidad de Antioquia, 2012 (en prensa).
¿Un Museo suigéneris?
Son muchas las preguntas que surgen al anhelar el funcionamiento de una
iglesia como un espacio secularizado, un museo, que ha conservado su
emplazamiento y sus colecciones sacras. Quizá, si las colecciones que acá se
exponen no fueran imágenes religiosas, sino esculturas clasicistas como es el
caso de la Iglesia de Friedrichswerder en Berlín, sería más fácil para el público
comprender el actual carácter secular de este espacio. Como lo dijimos
anteriormente, la recepción ante lo sagrado y lo secular en un espacio como
Santa Clara podemos explicarla más como una vivencia afectiva que se
construye de forma personal en los visitantes.
Los recursos museológicos y museográficos deben ser entonces consecuentes
y recursivos. Por un lado, al constituirse Santa Clara en un espacio que desea
narrar apartes de la vida cultural y social durante la Colonia, se convierte en un
punto de encuentro de las ciencias sociales y al ser un ejemplo de la
arquitectura, las artes plásticas coloniales, que tiene como invitado esporádico
y especial al arte contemporáneo se constituye en un espacio dedicado al arte.
Así se crea una concordancia con el pasado. Como en el periodo colonial, la
Iglesia Santa Clara hacía parte de una institución conventual y de clausura que
poseía un carácter plural en tanto espacio espiritual, social y económico, el
Museo de Santa Clara sólo puede cumplir su cometido asumiéndose también
como un museo plurifuncional.
Bibliografía
Arocha, Jaime, Velorios y santos vivos. Comunidades negras, afrocolombianas,
raizales y palenqueras, (Exposición temporal del Museo Nacional agosto –
octubre 2008), Bogotá: Museo Nacional de Colombia, 2008.
14
14
Franco Salamanca, Germán, Templo de Santa Clara Bogotá, Bogotá: Instituto
Colombiano de Cultura 1987.
Esferapública, Entrevista a José Roca: Dentro y fuera del cubo blanco (1),
Bogotá: junio 2006, en: http://esferapublica.org/nfblog/?p=23120, consultado el
28 de junio 2012.
Giraldo Jaramillo, Gabriel, La Miniatura, la Pintura y el Grabado en Colombia,
Bogotá: Biblioteca Básica Colombiana, 1980.
Gutiérrez Vallejo, Jaime, Iglesia Museo Santa Clara. 1647, Bogotá: Instituto
Colombiano de Cultura, 1995.
Ibañez, Pedro Maria, Crónicas de Bogotá, Bogotá: Tercer Mundo, 1989 [1951],
4 Tomos.
15
15
Paine, Crispin, “Keynote. Museums & Religion: A quick Overview”, en: Beier –
De Haan, Rosmarie und Jungblut, Marie – Paule, Museums and faith,
Luxembourg: ICAMH, 2010, 12 -17.
Toquica Clavijo, María Constanza, A falta de oro: linaje, crédito y salvación.
Una historia del Real Convento de Santa Clara de Santafé de Bogotá, Siglos
XVII y XVIII, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2008.