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ÉTICA
TEMA 1: LA ÉTICA Y LAS CONDICIONES NECESARIAS PARA LA
DIMENSIÓN ÉTICA DEL SER HUMANO.
1.- DEFINICIÓN DE ÉTICA
a) COMO DISCIPLINA O CONOCIMIENTO.
La ética es la disciplina o saber que se ocupa de reflexionar acerca de las acciones
humanas y el carácter desde el punto de vista de su bondad o maldad.
B) COMO DIMENSIÓN O ASPECTO DEL SER HUMANO.
La ética es este aspecto de las acciones humanas y del carácter por el que se puede
juzgar que el hombre actúa bien o mal, es bueno o malo.
Las acciones humanas pueden ser calificadas como buenas o malas.
Las acciones que se repiten se convierten en hábitos y los hábitos acaban siendo
disposiciones de la persona a actuar de una determinada manera, es decir, van formando
modos de ser. Los hábitos que se forman repitiendo acciones buenas se llaman virtudes.
Los hábitos formados por acciones consideradas malas, se denominan por los autores
clásicos, vicios.
El conjunto de disposiciones de una persona es su carácter.
(MORAL: En verdad el término moral es sinónimo de ética y así lo vamos a utilizar nosotros
en este curso. Si bien es cierto que desde el punto de vista académico se puede hacer alguna
distinción y reservar “ética” para la reflexión sobre la fundamentación de la moral, y utilizar
el término “moral” para referirse al conjunto de valores, normas y costumbres que en una
comunidad establecen lo que es bueno y malo, correcto e incorrecto.)
Es obvio que las dos definiciones de ética están relacionadas, que la Ética como disciplina
reflexiona sobre el aspecto ético del hombre, por el que éste puede actuar de tal modo que
quepa juzgarse si lo hace bien o mal.
Vamos a profundizar en estas definiciones para aclarar lo que es la Ética y comprender ese
peculiar y fundamental rasgo del ser humano. Empezaremos por estudiar el modo de ser del
hombre como ser moral y las condiciones que lo hacen posible, para llegar a la ética como
conocimiento.
2.- TIPOS DE ACCIONES
No todas las acciones pueden juzgarse como buenas o malas desde el punto de vista
moral. Hay acciones que son amorales, es decir, de las que no cabe un juicio moral, no se
puede decir que hagan mejor o peor a la persona que las hace, por ejemplo vestir de un color
o de otro, llevar deportivas o zapatos de cuero. Sin embargo la mayoría de las acciones
propias del hombre sí pueden recibir tal calificación, pueden ser moralmente buenas
(morales) o moralmente malas (inmorales). Para que puedan valorarse como buenas o
malas han de cumplir unas características, la primera de las cuales es que estén bajo el
control del individuo que las lleva a cabo, es decir, que las haga con conocimiento y
voluntariamente.
1
De las acciones que el hombre ejecuta, solamente pueden llamarse ”humanas” aquellas que son propias del
hombre como tal. El hombre difiere de las criaturas irracionales en tener dominio de sus actos. Por lo tanto,
solamente aquellas acciones de las cuales el hombre es dueño pueden llamarse con propiedad humanas.
Este dominio de sus actos lo tiene por la razón y la voluntad; por eso, el libre albedrío se llama “facultad de la
voluntad y de la razón”. En consecuencia, sólo se podrán considerar como acciones propiamente humanas las que
proceden de una voluntad deliberada.
Santo Tomás, Summa Theologica
Podemos diferenciar entre las siguientes acciones:

AUTOMÁTICAS: en las que el sujeto no posee el control consciente de la acción, se
realizan mecánicamente. Por ejemplo, el latido cardíaco, la respiración, el estornudo
etc (Las acciones automáticas no pueden considerarse buenas o malas desde el punto
de vista de la ética, son amorales. De modo que los objetos y los seres que sólo actúen
automáticamente, no serán seres morales. Por ejemplo, las máquinas.)

VOLUNTARIAS: Se realizan consciente y voluntariamente por el sujeto, y en todo
caso el individuo podría no haber llevado a cabo esa acción. Dentro de las voluntarias
están las que son habituales, a fuerza de repetirlas acaban surgiendo sin gran esfuerzo
y sin tener que decidirlas en cada ocasión y las que son deliberadas, se realizan tras
una reflexión o, al menos, tras analizar las distintas opciones posibles que se dan en la
situación.
De las voluntarias no todas son morales, las hay de diferentes tipos:
 INSTRUMENTALES: Se lleva a cabo la acción como medio para conseguir un fin
deseado. Por ejemplo, tomar el ascensor para subir a un octavo.
 SOCIALES: Se realizan para llevar una convivencia fácil y ordenada con los
demás. Se trata de hacer lo que por la comunidad se entiende como adecuado
en una situación social. Si se realizan estas acciones se consigue la aprobación
social, de otro modo se obtiene la crítica, la desaprobación, el rechazo, incluso la
exclusión o el aislamiento. Ej.- Dar los buenos días, respetar los turnos al hablar,
salir de vez en cuando con los amigos, mantener ciertas costumbres propias del
grupo…
 LEGALES O JURÍDICAS: vienen impuestas por códigos escritos en los que queda
establecido lo que se ha de hacer o lo que está prohibido en una determinada
situación. Su incumplimiento conlleva una sanción también marcada por dicho
código, o por el juez que se ocupe del caso. Ej. Acciones reguladas por las
normas administrativas, o por las normas de tráfico etc.
 MORALES: son acciones que el sujeto elige, normalmente tras la deliberación
sobre las diferentes opciones posibles (son acciones voluntarias). Se delibera
sobre lo que en conciencia se debe hacer porque es bueno o rechazarse porque
es malo (Son buenas o malas). Es decir, se considera que no es igual actuar de
un modo u otro, sino que la persona siente una obligación interna a comportarse
de una determinada manera y entiende que es eso lo que debe hacer
(Obligatoriedad).La razón por la que debe hacerlo no es porque con tal acción va
a obtener ciertos beneficios ajenos a la acción o va a escapar de determinadas
consecuencias, sino porque se entiende que es mejor hacerla que lo contrario,
es preferible en sí. (Valor incondicional de lo moral). Y no sólo piensa que ha de
actuar así ella individualmente, sino que entiende que cualquier persona en esa
misma situación habría de actuar de la misma manera (Universalidad)
2
CARACTERÍSTICAS DE LAS ACCIONES MORALES:
En conclusión, para que las acciones se consideren morales han de ser voluntarias y en
muchos casos estrictamente deliberadas, es decir fruto de una deliberación y
conscientemente elegidas por el sujeto. Pero no basta con esto, han de sentirse como
obligatorias y de una obligatoriedad universal, es decir sentirlas como una exigencia, como
un deber al que todo ser humano está sometido. Y por tanto, pueden considerarse como
buenas o malas, según cumplamos o no con tal obligación.
Ejemplo de caso: Una mujer iraní fue rociada de ácido por un pretendiente al rechazarlo
cuando él la pidió en matrimonio. La mujer quedó ciega, sin ojos, y su cara destrozada por el
sulfúrico. Ella luchó durante 7 años para que lo condenaran culpable. Lo logró. La ley que
regula estos casos es la de “ojo por ojo, diente por diente”, es decir, el castigo que él había
de recibir era ser rociado pos la misma sustancia. Cuando llegó la hora de ejecutar la
sentencia la mujer estaba frente al hombre que la atacó que, ahora, lloraba muerto de miedo
ante la inminente aplicación de la ley. Pero ella dijo: “Le perdono”. Y él se libró del castigo.
Pregunta: analiza la diferencia entre lo legal y lo moral en este ejemplo.
3.- CONDICIONES DE LA ÉTICA O MORALIDAD( Y, POR TANTO, DE LAS ACCIONES
MORALES): LA LIBERTAD
-
Dice usted que hay que practicar la libertad éticamente
Sí, porque ¿qué es la ética sino la práctica de la libertad, la práctica reflexiva
de la libertad?…
¿Quiere decir que entiende usted la libertad como una realidad en sí misma ya ética?
La libertad es la condición ontológica de la ética. Pero la ética es la forma
reflexiva que adopta la libertad…
M. Foucault, La ética del cuidado de sí como la práctica de la libertad
1.- ¿Qué significa que somos li

AUSENCIA DE PROGRAMACIÓN FIJA: somos seres constitutivamente morales
(Lectura de Aranguren)
Si podemos actuar bien o mal, y sobre nosotros va a recaer el mérito o la culpa de
hacerlo de un modo u otro, tenemos que tener la posibilidad de actuar de formas
diferentes ante un problema, lo cual significa que no está establecido de antemano lo que
vamos a hacer, no actuamos como meros mecanismos automáticos.
Esto es así porque nuestra naturaleza no determina por completo nuestra
conducta, no poseemos una programación que establezca una manera fija de
comportamiento ante una situación. Nuestra biología no es suficiente para explicar
nuestra acción. Vivir, para el ser humano, no es reproducir una serie de patrones fijados
genéticamente en su especie. Su vida no le viene resuelta. Es necesario un largo proceso
de aprendizaje con otros seres humanos para adaptarnos al medio en el que tenemos que
vivir: un contexto social complejo y cambiante, un mundo.
Si al encontrarnos en una situación concreta estuviera preestablecido por nuestra
biología cómo tenemos que actuar, seríamos como mecanismos, máquinas programadas para
realizar de ciertas maneras automáticas e inflexibles una determinada función. En los
animales encontramos respuestas más estereotipadas que serían como reacciones
preestablecidas por su propia biología ante ese estímulo. Dada una situación, la respuesta se
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desencadena automáticamente en función de los instintos del animal. Es claro que en los
animales más simple este mecanismo es más inflexible que en los más complejos. Estos
últimos modifican su comportamiento por su aprendizaje y pueden responder con distintas
acciones en una situación concreta. Pero están dentro de la situación inevitablemente, son
afectados por ciertos estímulos, y el repertorio de conductas que pueden seleccionar es
limitado.
Nosotros podemos actuar de formas diversas en una misma situación. No hay ajuste
automático de nuestro organismo a lo que el medio nos demanda. Tenemos previamente que
interpretar la situación, crear nuestra realidad. Esto supone perder precisión en las
conductas, dado que son menos estereotipadas y especializadas, pero se gana en flexibilidad
ya que hemos de enfrentarnos a diversos y muy diferentes problemas, para los que no se
puede tener genéticamente preparada la solución, sino que se han de dar soluciones nuevas
ante problemas nuevos y complejos. Por eso el ser humano precisa un largo proceso de
maduración y aprendizaje en el que adquirir muchas destrezas y comportamientos, y
desarrollar todas sus capacidades, que en el nacimiento están sólo en germen. Para ello tiene
que vivir con otros humanos, porque sólo de ellos podemos aprender a ser humanos. Es
decir, ni la biología, ni la propia situación, ni siquiera el aprendizaje, determinan lo que un
sujeto va a hacer.
Aquí aparece un primer sentido en el que podemos hablar de libertad: no estar
sometidos a los estímulos, estar liberados de ellos. Entre el estímulo y la acción hay un
espacio, un hiato para el pensamiento, para la creación de una propuesta de acción, de una
respuesta a la situación. Podemos, antes de actuar, reflexionar sobre la mejor opción, sobre
lo que conviene hacer en ese momento, y por qué conviene hacerlo… y, en función de esta
razón, decidir hacerlo.
El ser humano responde a la suscitación que le viene del medio a través de un proceso en
el que podríamos distinguir tres pasos: (1) En principio, se hace cargo, a través de su
inteligencia, de que los estímulos son reales, es decir, que proceden de una realidad
estimulante por la que se siente afectado. El ser humano no está afectado, por tanto, por
el «medio», sino por la realidad, lo cual supone un compromiso originario con ella que
tendrá, como veremos, sus implicaciones morales. (2) La respuesta no le viene dada de
forma automática, sino que, a la hora de responder, crea él mismo un conjunto de
posibilidades, entre las que ha de elegir la que quiere realizar. Si bien tales posibilidades
enraízan en la realidad, ellas mismas son irreales y es la persona quien tiene que elegir
cuál quiere realizar. De ahí que los representantes de la tradición que estamos comentando
convengan en afirmar que ya en ese nivel biológico básico se produce el primer momento
de libertad: no estamos determinados por el estímulo real, sino que nos vemos forzados a
elegir. No somos libres para dejar de ser libres. (3) Para elegir una posibilidad, el ser
humano ha de renunciar a las demás y por eso su elección ha de ser justificada; es decir,
ha de hacer su ajustamiento a la realidad justificándose., porque no le viene dado
naturalmente dicho ajustamiento. Lo que en el animal era justeza automática, en el ser
humano es justificación activa, y esta necesidad de justificarse le hace necesariamente
moral.
El «contenido» desde el cual una persona justificará sus elecciones variará, pero toda
persona necesita dar respuesta justificada a la realidad que le afecta.
ADELA CORTINA
A) ¿En qué sentido las posibilidades son irreales?
B) ¿Qué diferencia hay entre ajustamiento como justeza a la realidad y ajustamiento como
justificación de la acción?
C) ¿Por qué esta justificación le hace al hombre necesariamente moral?
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La acción elegida es intencionada y depende de nuestra voluntad. No es por
naturaleza por lo que ha ocurrido, ni siquiera por vivir en una determinada cultura o sociedad,
sino porque un individuo ha querido hacerla, cuando podría haberse negado. Es decir, ha
actuado intencionadamente.
 Las acciones intencionadas
Hay que analizar qué significa actuar deliberada o intencionadamente, ya que sólo se
puede calificar como morales aquellas acciones que sean intencionadas, y no
únicamente un automatismo o un accidente. Pero el término intención encierra distintos
significados o se puede aplicar a diferentes situaciones que corresponden a diferentes niveles
de intencionalidad, y es sólo a un nivel determinado cuando tiene sentido hablar de acción
moral.
En el nivel inferior puede describirse como intencional un movimiento que tiene una función
y, por tanto, una finalidad. En este sentido, el concepto intención se aplica a todo aquello que
tenga cierta organización funcional, y por tanto, a objetos, máquinas, plantas, animales y
humanos. Así podemos decir que el corazón late para bombear la sangre, las manecillas de
un reloj se mueven para dar la hora, las raíces de una planta se hunden en la tierra para
buscar el agua. Pero no hay indicación de que los objetivos que persiguen estos movimientos
estén en las mentes de los objetos que se mueven. Los objetos que se mueven no lo hacen
con un propósito que nazca de ellos mismos.
En el segundo nivel encontraríamos muchas acciones de los seres vivos, fundamentalmente
de los animales, en las que sus movimientos están guiados por la percepción del animal. El
guepardo se camufla antes de cazar para que la presa no lo vea y después la persigue con
rapidez y precisión siguiendo sus movimientos, la rana salta a la charca cuando oye nuestras
pisadas cerca de ella… ¿Podemos decir que en estos casos los movimientos del animal
estarían bajo el control del animal? En cierto sentido sí, pues sus actos tienen un propósito.
Pero ¿está tal propósito en la mente del animal, es decir, piensa el animal en lo que está
haciendo? (Sólo en este caso podemos hablar propiamente de acción que depende de un
agente, y no de un mero movimiento).
Es difícil saberlo, parece que en los animales como los insectos, los peces etc las
acciones no son conscientes para ellos, podríamos decir que simplemente sus instintos guían
su conducta, que se reduciría a reacciones ante estímulos.
Pero incluso en el caso de que en los animales “superiores”, evolutivamente hablando,
admitiéramos que tuvieran en su mente sus propósitos y pudieran pensar sobre cómo
conseguirlos, el animal no elige perseguirlos. Los propósitos le son dados por sus diferentes
estados vitales: sus emociones, sus necesidades, sus deseos –ya sean instintivos o
aprendidos. Incluso en los casos en los que tiene que inclinarse por una acción u otra, por
ejemplo, luchar o huir, lo hace determinado por sus estados afectivos: temor, hambre…Tanto
sus necesidades y afectos como la manera de satisfacerlos le vienen dados.
El último nivel de intencionalidad es el que corresponde al ser humano cuando actúa de
forma plenamente deliberada. El hombre no sólo es consciente del propósito de la acción,
sino que elige –o puede elegir- tal propósito y, por tanto, ha de preguntarse si tener ese
popósito es una razón lo suficientemente buena como para llevar a cabo la acción.
Es decir, los seres humanos, no sólo nos preguntamos “¿qué debo hacer para
conseguir tal objetivo?” Sino que nos formulamos si es legítimo y correcto perseguirlo, esto
es, si el mero hecho de desearlo justifica nuestra acción. Y podemos rechazar una acción así
como el objetivo deseado, no porque haya otra cosa que deseamos más o temamos más,
sino porque estimamos que llevar a cabo esa acción con ese propósito está mal. Y, al
contrario, podemos proponernos un fin que no deseemos y realizar acciones que nos cuesta
realizar, porque consideramos que eso es bueno y hemos de hacerlo.
Este es el nivel de intencionalidad en el que se inserta la moralidad. Nuestras acciones
no se reducen a buscar los mejores medios para lograr propósitos que nos vengan marcados.
Nosotros mismos hemos de elegir nuestros fines, y las acciones que vamos a hacer para
lograrlas. Y dado que en las diferentes situaciones que nos vemos en nuestra vida no viene
establecido lo que hemos de hacer, a nosotros corresponde no sólo elegir qué hacer, sino por
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qué lo hacemos. Esto es, hemos de justificar nuestras acciones, lo que significa no sólo dar
una explicación, una razón, un motivo, sino apelar a nuestra preferencia al realizarla, en
definitiva, hemos de fundar nuestra acción en una preferencia de valor.
 CONSTRUIMOS NUESTRO CARÁCTER Y NUESTRO SER: CADA UNO ES SU
PROPIO PROYECTO y ESTE PROYECTO ES MORAL
A) CADA UNO HA DE HACER SU VIDA Y CREAR SU PROPIO SER
Gracias a no estar prefijada en nuestra biología una respuesta única ante un problema,
hemos de elegir en cada caso nuestra acción Nuestra indeterminación bio-psicológica
nos fuerza a tener que elegir, a tener que ejercer nuestra libertad. “Estamos
condenados a la libertad”, decía Sartre, lo que quiere decir que no podemos dejar de
elegir, porque algo sin más remedio tenemos que hacer. Y, al ir eligiendo nuestras
acciones, vamos formando nuestra vida y nuestro modo de ser.
La vida que nos es dada, no nos es dada hecha, sino que cada uno de nosotros tiene que hacérsela, cada cual la
suya. Esa vida que nos es dada, nos es dada vacía y el hombre tiene que írsela llenando, ocupándola. Son eso
nuestras ocupaciones… Esto no acontece con la piedra, la planta, el animal. A ellos les es dado su ser ya prefijado y
resuelto. A la piedra, cuando empieza a ser, no le es dada sólo la existencia, sino que le es prefijado de antemano su
comportamiento –a saber, pesar, gravitar hacia el centro de la tierra… parejamente al animal le es dado su repertorio
de conducta, que va, sin su intervención, gobernada por sus instintos. Pero al hombre le es dada la forzosidad de
tener que estar haciendo siempre algo, so pena de sucumbir, mas no le es, de antemano y de una vez para siempre,
presente lo que tiene que hacer. Porque lo más extraño o azorante de esa circunstancia o mundo en que tenemos
que vivir consiste en que nos presenta siempre, dentro de su círculo y horizonte inexorable, una variedad de
posibilidades para nuestra acción, variedad ante la cual no tenemos más remedio que elegir y, por tanto, ejercitar
nuestra libertad. La circunstancia –repito- el aquí y ahora dentro de los cuales estamos inexorablemente inscritos y
prisioneros, no nos impone en cada instante una única acción para hacer, sino varias posibles y nos deja cruelmente
entregados a nuestra iniciativa e inspiración, por tanto, a nuestra responsabilidad.
(…)
…La vida no es sino el ser del hombre, por tanto eso quiere decir lo más extraordinario, extravagante,
dramático, paradójico de la condición humana, a saber: que es el hombre la única realidad, la cual no consiste
simplemente en ser sino que tiene que elegir su propio ser.
…La vida es intransferible y cada cual tiene que vivirse la suya; … nadie puede sustituirle en la faena de
vivir, …el dolor de muelas que siente tiene que dolerle a él y no puede traspasar a otro ni un pedazo de ese dolor;…
ningún otro puede elegir ni decidir por delegación suya lo que va a hacer, lo que va a ser; … nadie puede
reemplazarle ni subrogarse a él en sentir y querer… ni puede encargar al prójimo de pensar en lugar suyo los
pensamientos que necesita pensar para orientarse en el mundo – en el mundo de las cosas y en el mundo de los
hombres- y así acertar en su conducta… Eso tengo que hacerlo yo, yo solo, yo en mi soledad. Y como esto acontece
con mis decisiones, voluntades, sentires, tendremos que la vida humana sensu stricto por ser intransferible resulta
que es esencialmente soledad, radical soledad.
Ortega y Gasset, El hombre y la gente.
1.2.3.4.5.-
¿Qué quiere decir la frase: “La vida nos es dada”?
¿Por qué está vacía?
¿Qué tarea nos impone esto?
¿Qué les ocurre al resto de los seres?
¿Por qué nuestro modo de ser es extraño y paradójico?
B) EL PROYECTO HUMANO ES, EN TODO CASO, MORAL
Cada ser humano tiene que hacer su propia vida porque no le viene hecha. Esto quiere
decir que es estructuralmente moral, porque necesariamente ha de elegir lo que va a hacer.
Pero no sólo se ve forzado a elegir sino que ha de crearla ajustándola a valores y normas
morales. Y, por tanto, podrá guiarse por valores, fines, ideales morales o inmorales, buenos o
malos. Por eso podemos decir que el hombre es un ser estructuralmente moral.
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La vida humana es constitutivamente moral, no sólo en el sentido del que hablaba Aranguren , según el
cual somos morales porque nuestra vida está por hacer, no se nos da determinada, sino también porque el
proyecto de vida individual y colectivo, se configura necesariamente en torno a unos ideales, a unos valores, que,
finalmente, o son éticos o están contra la ética. Podemos equivocarnos en nuestros juicios, actuar de buena o mala
fe, pero lo que hagamos o nos propongamos, lo que decidamos, cuando realmlente es algo importante y no trivial,
será justo o injusto, leal o desleal, humano o inhumano. ..
La moral es, fundamentalmente, lo que pensó Aristóteles: una especie de segunda naturaleza, una serie de
cualidades, que conforman una peculiar manera de ser y de convivir con los demás. Etimológicamente, la virtud –
o areté- es aquello que una cosa debe tener para funcionar bien y para cumplir satisfactoriamente el fin a que está
destinada. Los griegos hablaban de la virtud de un caballo de carreras, de un atleta o de un citarista. Cada uno
era excelente –“virtuoso”- en la medida en que desempeñaba perfectamente su función. El virtuosismo consiste en
ese saber hacer capaz de manifestar todas las posibilidades de un arte. Si cada cosa, pues, tiene su “virtud” de
acuerdo con el fin para el que ha sido hecha, también los seres humanos, en tanto que son personas, han de
poseer unas cualidades, unas virtudes, que pongan de manifiesto su “humanidad”. Y la moral –o la ética- no es
sino el conjunto de las virtudes o la reflexión sobre ellas: la serie de cualidades que deberían poseer los seres
humanos para serlo de veras y para formar sociedades igualmente “humanas”.
La ética, en este sentido, está vinculada a la autoeducación y al esfuerzo constante por lograr una
excelencia en la manera de vivir.
Victoria Camps, Virtudes públicas, Austral
1.-¿En qué dos sentidos es la vida humana moral?
Solamente una realidad, que es constitutivamente moral, puede ser sujeto de un
predicado moral y de un predicado inmoral. Al animal no le acontece esto; el animal es
constitutivamente amoral, no tiene nada que ver con lo moral. Se trata, pues, de que el hombre
como realidad sea en sí mismo, como tal realidad, algo moral. Si se quiere volver a la diferencia
entre el bien y el mal, se puede expresar la misma idea diciendo que el carácter moral del hombre
consiste, no en que efectivamente esté oscilando entre el bien y el mal, sino en que
constitutivamente no tiene más remedio que estar oscilando entre el bien y el mal. Por consiguiente,
ese momento de «no tener más remedio que», es el punto en el que se inscribe el carácter de
realidad moral que el hombre tiene.
Xavier Zubiri, Sobre el hombre, Madrid, Alianza, 1.986, pág. 365
1.- Pon un ejemplo en que una acción que realiza un animal se ve claramente que es amoral,
mientras que una semejante de un ser humano, sería moral. (Similar a beberse todo el agua de una
botella un día caluroso que se va de excursión con los amigos. Es distinto si lo hace un perro o si lo
hace uno de los amigos.)
LOS SENTIDOS DE LA LIBERTAD
LIBERTAD ESTRUCTURAL (NEGATIVA): LIBERTAD COMO AUSENCIA DE
DETERMINACIÓN, ESTAR LIBERADOS DE LA CADENA DE LOS ESTÍMULOS.
No estamos determinados por los estímulos, por la situación, ni por nuestros instintos o
deseos a actuar de un modo fijo. La acción humana no es una mera respuesta ante los
estímulos. Estamos liberados respecto a ellos y respecto a nuestra estructura biológica, lo
que nos da independencia para actuar.

LA LIBERTAD COMO AUTODETERMINACIÓN (POSITIVA): LIBERTAD COMO
AUTONOMÍA
Significa actuar siendo uno mismo la fuente de la propia acción, no sólo de lo que hacemos
sino de por qué lo hacemos: tenemos que fundamentar racionalmente nuestra acción, dar la

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razón o justificación de nuestra elección. Esta fundamentación ha de ser una norma o valor
que nace de la propia conciencia. En este sentido “autonomía” se refiere también a la
regulación de la conducta por normas que surgen del propio individuo. Autónomo es
todo aquél que decide conscientemente qué reglas son las que van a guiar su
comportamiento.
Considerar la propia libertad como autonomía implica, por tanto,
considerarla no sólo en su sentido negativo de falta de coacción -nadie me impone
las reglas desde el exterior-, sino también en su sentido positivo -sé lo que hago, no
me dejo llevar por la rutina, la costumbre, el capricho, lo bien visto o la imagen que
me gustaría dar ante los demás-.
Tener autonomía quiere decir:
 ser capaz de hacer lo que uno cree que se debe hacer
 ser capaz de analizar lo que creemos que debemos hacer y considerar si
de verdad debe hacerse.
 usar nuestra conciencia moral.
Precisamente cuando somos autónomos nos damos cuenta de la conexión causal
entre las acciones y los efectos que producen. Y al decidir actuar una vez
analizadas las consecuencias, fundamentando racionalmente nuestra acción,
podemos dar cuenta de la misma, nuestra acción se convierte en nuestra. Somos
responsables. La autonomía nos lleva a la responsabilidad.
Texto sobre la autonomía, la libertad y la responsabilidad:
“Sólo el ser libre es responsable. Sólo quien decide autónomamente prefiriendo una entre dos o más posibilidades está en
condiciones de responder de lo que hace. La responsabilidad, la autonomía y la libertad son lo mismo.
Pero lo que en teoría se dice fácil en la práctica es mucho más confuso. Decimos que somos libres, autónomos,
responsables, pero ¿entendemos realmente qué significa cada uno de estos atributos del sujeto ético?
La responsabilidad tiene que ver con la libertad o autonomía del individuo así como con su capacidad de comprometerse
consigo mismo y, sobre todo, con otros hasta el punto de responder de sus acciones. Esa relación de compromiso, de
expectativas o exigencias hace que la responsabilidad sea una actitud esencialmente dialógica ( de relación y diálogo con los
demás).
Finalmente, sólo son autónomos aquellos seres que son capaces de valerse por sí mismos a ciertos efectos, que pueden
tomar decisiones, tener cierto poder... Así, pues, ningún ser humano mayor de edad puede esquivar la misión de tener que
responder de algo frente a alguien, porque ineludiblemente ha de encontrarse en situaciones de poder, de tomar decisiones,
que le exigen satisfacer unas demandas…
Esto es así porque uno vive entre otros semejantes y es interpelado por ellos de continuo(se le exige una respuesta o
acción)...
La autonomía nunca es absoluta, no excluye conexiones y ligazones: nadie es totalmente autosuficiente ni actúa sólo para sí
mismo”
Victoria Camps, Virtudes Públicas
8
4.- SI SOMOS LIBRES, SOMOS RESPONSABLES
Puesto que nosotros elegimos nuestras acciones, éstas son en riguroso sentido
nuestras, y hemos de responder de ellas, somos responsables de lo que hacemos y de sus
consecuencias. Y esta responsabilidad encierra dos aspectos, uno interno, que tiene que ver
con la acción misma y la configuración de nuestro carácter, y otro externo, relacionado con
las consecuencias de nuestros actos:
 Responsabilidad interna: De entre todas las opciones que la situación nos brinda como
posibles, nosotros elegimos realizar una acción concreta. La elección es nuestra, nos la
apropiamos y pasa a formar parte de mí. Cada acción va formando nuestro modo de
ser, de manera que al final el resultado de mis elecciones soy yo mismo, mi propio
carácter. En este sentido soy responsable de mí mismo, de cómo soy.
Por ejemplo, si a la hora de elegir asignaturas optativas un alumno elige hacer las que
considera que le van a exigir menos esfuerzo aunque le parezcan otras más
importantes… ha elegido lo fácil, ha rehuído el esfuerzo… Se ha hecho más “flojo”.
 Responsabilidad externa: Cada acción tiene unos efectos en la realidad, unas
consecuencias, de las que el sujeto que realiza la acción ha de responder y hacerse
cargo. Tales consecuencias pueden afectar al propio individuo de la acción o los demás.
Por ejemplo, si un joven decide apuntarse a un curso de alemán porque a él asisten
algunos de sus amigos, pero la escuela donde se da el curso está muy lejos de su
casa… Va a tener que perder tiempo para desplazarse y tendrá menos horas para otras
actividades, y puede que sus padres tengan que ocuparse de llevarlo o traerlo, con lo
que también ellos perderán tiempo.
En definitiva, las condiciones que permiten que el hombre sea un ser moral son:
- La libertad: que le da la posibilidad de elegir entre diferentes acciones y, por tanto,
elegir entre lo bueno y lo malo. Esto le hace al hombre ser dueño, y por tanto
responsable, de sus propias acciones y de sí mismo, de su carácter y su modo de ser,
así como de su cualidad moral.
-
La inteligencia o razón: Gracias a todas las capacidades humanas que incluimos en
la inteligencia o racionalidad podemos analizar las situaciones, plantearnos
alternativas, crear soluciones, organizar planes, buscar el fundamento de nuestras
acciones en valores y normas que consideremos justos…etc
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-
El ser social: para llegar a ser humano y para vivir como tal el hombre necesita de
los otros hombres, vive con los demás y sus decisiones y acciones tienen
consecuencias que afectan a los otros necesariamente.
5.- LA ÉTICA COMO SABER
Para todos los demás vivientes existe lo adecuado y lo inadecuado, lo favorable y lo nocivo,
lo conveniente y lo inapropiado, lo beneficioso y lo dañino, lo positivo y lo negativo… Pero
entre humanos preferimos hablar de bueno y malo, porque es la intención racional y no las
leyes de la naturaleza quien establece el acuerdo entre lo que nos resulta propicio y lo que
nos degrada. “Bueno” y “malo” son términos referidos a lo consciente, a aquello por lo que
se opta, es decir, a ese libre albedrío que constituye la forma más íntima y problemática de
la libertad por la cual antropológicamente nos definimos.
F. Savater, El valor de elegir, Ariel
Si nuestra vida, nuestro carácter, dependen de nosotros y podemos actuar bien o mal,
es necesario reflexionar sobre lo bueno y lo malo, y por tanto, sobre lo que hace que nuestras
acciones sean buenas o malas. Así mismo, sobre las normas y valores que habría que cumplir
para actuar moralmente y el fundamento de las mismas. En definitiva, una reflexión sobre la
vida: sobre en qué consiste una vida buena, y cómo llevar a cabo nuestra propia vida.
Precisamente en este sentido la definición de ética con la que empezamos el tema es:
“Disciplina que estudia las acciones humanas y el carácter desde el punto de vista de
su bondad y maldad”
Si, como hemos dicho, vamos a vernos obligados constantemente a elegir entre posibilidades
para apropiarnos unas, renunciando a otras, y a tener que justificar nuestras elecciones, más nos vale
intentar ir aclarándonos a nosotros mismos desde dónde hacerlo para lograr buenas elecciones. Sin
duda, nuestra razón tiene una función calculadora, pero nos conviene que esos cálculos sean
prudentes. Es decir, nos conviene tener criterios fundados desde los que tomar las decisiones, no sea
que elijamos las opciones menos acertadas. En este sentido, la historia de la ética ha sido en buena
medida la historia de la sabiduría moral, el intento de pertrechar a las personas de los criterios
necesarios para hacer buenos juicios y, consiguientemente, buenas elecciones.
Adela Cortina
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