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Viviendo la Misericordia
Y siempre caminando…
Volveremos a ensanchar nuestro corazón aunque...
quizás pueda sufrir
Volveremos a arriesgar
porque Jesús lo supo hacer tantas y tantas veces.
Sólo nos echaremos en cara
el haber buscado razones sin peso
para demorar el don gratuito
y abandonarnos a “lo que salga”.
Trataremos de no rendirnos
ante cosas sin importancia:
lo que diga la gente, los desprecios, y...
hasta algún disgusto serio
con el que podamos encontrarnos.
Revisaremos nuestras actuaciones en diálogo abierto.
Volveremos a “perder tiempo” estando con los demás
y aceptando sus aportaciones.
En el desierto… dispón mi corazón.
Haz que acoja tu presencia, tu Palabra… ayúdame
con la vivencia de los sacramentos.
En el desierto… donde la vida es tan dura para
tantos… ayúdame a ser corazón compasivo y
misericordioso.
Nuestros esfuerzos no serán baldíos
porque tenemos una promesa que nos quita la inquietud.
Sabemos que Dios siempre estará con nosotros.
ORACIÓN:
Señor, queremos sentir, vivir, experimentar tu misericordia.
Ayúdanos a abrir nuestro corazón para acogerla y dejarla fluir a
través de nuestras vidas en el trato con nuestros hermanos.
Ayuda a los jóvenes que están en discernimiento vocacional
a dar pasos firmes, a vivir la gratuidad y la generosidad en la
entrega, a responder con radicalidad a la llamada.
4
“Yo os recogeré de entre las naciones, y os traeré a
vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua limpia
que os purificará. De todos vuestros ídolos y errores os
limpiaré. Y os daré un corazón nuevo, y pondré un
espíritu nuevo dentro de vosotros. Y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.
Pondré en vosotros mi Espíritu y escribiré mi ley en
vuestros corazones para que caminéis por mis sendas”.
Ez 36, 24_27
1
Mírate hacia dentro
Sal de ti
Prepara tu corazón. Dios, hecho carne, quiere llenarte de
ternura y de compasión. Déjale hacer en ti.
(Canto de Adviento)
Corazón vicenciano
Señor Jesús, hoy vengo a pedirte un corazón nuevo.
El que tenía se ha endurecido y le falta vida.
No quiero un corazón de piedra, duro y podrido.
No quiero un corazón vacío y sin rumbo,
sino un corazón de carne, y sólo tú puedes dármelo.
No quiero vivir entre las telarañas del miedo y de lo viejo.
Quiero un corazón que sea humano, hecho de carne,
como el tuyo, nacido de mujer y de silencio,
hecho carne con latidos, con dolor y con arrojo.
Un corazón libre, cuyo único dueño seas Tú.
Pon en mí un corazón como el tuyo, como el de tus amigos,
como el de San Vicente y Santa Luisa,
generoso en el dar, alegre, libre, comprometido…
Dame un corazón, Señor Jesús, manso y humilde,
acogedor y entregado, valiente y abierto,
donde haya espacio para el que llegue corriendo;
un corazón que limpie las gotas de sudor y de dolor,
que refresque el cansancio y acompañe el sueño.
Ponme un corazón volcado en los más pobres,
en los jóvenes, en los niños.
Dame un corazón que sueñe mundos nuevos,
que viva la utopía, que sea feliz,
que aprenda a querer y perdonar sin ruegos.
Dame un corazón orante como el tuyo, abierto al
Padre.
Dame Señor, en este año jubilar de la Misericordia,
un corazón como el tuyo,
como el de tu Madre, como el de tus amigos... Amén.
2
Dame un corazón que se
estremece. El sentimiento que
dura. La incomodidad ante el
dolor de otros, que me invita a
moverme, a luchar, a creer, a
querer. La impaciencia por lo que
se pueda hacer. El llanto que, aun
sin lágrimas, comparte las heridas
y busca la misma sanación. No me
dejes
vivir ciego, sordo y ajeno
a las vidas de los otros.
Dame un corazón que se
complica la vida. La compasión
me complicará la vida, lo sé…si va
más allá de un puro sentimiento
momentáneo; si me lleva
a
pensar, a sentir, a cambiar, a
buscar, a amar… sospecho que me
llevará a vivir inquieto. Pero,
¿querría
quedarme
sentado,
refugiarme en la ignorancia,
aferrarme
a
la
seguridad?
Complícame la vida, Señor, con la
vida de mis hermanos.
“Que todos los miembros de la Iglesia
sepamos discernir los signos de los
tiempos y crezcamos en la fidelidad al
Evangelio, que nos preocupemos de
compartir en la caridad las angustias y
tristezas, las alegrías y las esperanzas
de los hombres, y así vivamos juntos el
camino de la salvación”
(Plegaria Eucarística )
“Danos
entrañas
de
misericordia frente a toda
miseria humana. Inspíranos el
gesto y la palabra oportuna
frente al hermano solo y
desamparado. Ayúdanos a
mostrarnos disponibles ante
quien se siente explotado y
deprimido. Que tu Iglesia,
Señor, sea un recinto de
verdad y de amor, de libertad,
de justicia y paz para que
todos encuentren en ella un
motivo
para
seguir
esperando.”
(Plegaria Eucarística)
Dame un corazón que
enriquece. Porque sé que
la palabra compartida, el
trabajo en común, la lucha
por otros y con otros, el
gesto de ternura,
la
búsqueda de lo que es
bueno para todos, la mano
tendida para dar y recibir,
todo esto hace que en mi
interior germine la vida, tu
evangelio y una luz que
hace el mundo (y también
mi mundo), un lugar mejor
y más delicado…
3