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Toda evaluación de la situación de un país en la
La globalización,
senda hacia
un desarrollo
verdaderamente
mundial
economía mundial debe comenzar con el reconocimiento de la influencia dominante de la globalización, un fenómeno que desde hace varias
décadas viene alterando radicalmente el clima económico. De hecho, la globalización ha tomado
renovado brío en este nuevo siglo, extendiendo
aún más sus efectos. Por lo tanto, el avance que
logre un país dentro de la economía mundial, la
posición que alcance frente a sus vecinos y socios
comerciales y la prosperidad que cree para sus
ciudadanos estarán determinados más y más por
la manera en que aborde y absorba los retos que
la globalización plantea.
La globalización económica es un proceso histórico motivado por la innovación humana y el progreso tecnológico. Significa un estrechamiento de
los lazos integradores entre las economías, sobre
todo a través de las corrientes de comercio y capital. En algunos casos, comprende también la circulación transfronteriza de personas (mano de obra)
y conocimientos (tecnología).
Básica y fundamentalmente, la globalización
no tiene misterio. El término se incorporó al acervo lingüístico en los años ochenta como reflejo
de los avances tecnológicos que han facilitado y
acelerado las transacciones internacionales, tanto
de bienes como de capital. Lo que describe es
la internacionalización de las mismas fuerzas de
mercado vivas desde hace siglos en todos los
niveles de la actividad humana, se trate ya de
ferias de pueblo, de industrias urbanas o de centros financieros.
La globalización del sector real —la transferencia de bienes, servicios, tecnologías y cadenas de producción de un país a otro— ha aportado enormes beneficios al crecimiento y a la
eficiencia económica. Aún más avanzada, la globalización financiera vuelca ahorros mundiales en
inversiones más productivas y diversificadas. Pero
aún habiendo empujado a la economía mundial
en una dirección sumamente benéfica, la globalización es la causa de grandes retos para los países a los que afecta.
La globalización ofrece amplias oportunidades
para un desarrollo verdaderamente mundial, pero
su trayectoria ha sido desigual. A la hora de integrarse a la economía mundial, algunos países llevan la delantera. Los que han alcanzado esa meta
experimentan un crecimiento y una reducción de
la pobreza más rápidos.
Las crisis que golpearon a los mercados emergentes en la década pasada ponen claramente
de manifiesto que las oportunidades de la globalización no están exentas de los riesgos que
Rodrigo de Rato
Director gerente del Fondo Monetario Internacional
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grupos del país, y es posible que algunos salgan
perdiendo. Por ejemplo, puede que los trabajadores de industrias más antiguas que están perdiendo importancia no puedan realizar una transición fácil a nuevas actividades industriales. El
Gobierno, en las medidas de política que adopte, no debería tratar de proteger a los trabajadores de bajos salarios ni a las viejas industrias imponiendo restricciones al comercio exterior o a los
flujos de capital. Esas medidas podrían ser útiles
para algunos sectores en el corto plazo, pero a
la larga será a costa del nivel de vida de toda la
población.
Los gobiernos de los países industriales, en
cambio, deberán aplicar políticas que alienten la
integración en la economía mundial en tanto que
adoptan medidas para ayudar a los sectores perjudicados por el cambio. Toda la economía prosperará más cuando se apliquen políticas que le
saquen provecho a la globalización, que fomenten una economía abierta y, al mismo tiempo,
encaren de frente la necesidad de velar por que
los beneficios se compartan ampliamente. La política gubernamental deberá centrarse en dos importantes ámbitos:
— Educación y capacitación vocacional para
que los trabajadores tengan la oportunidad de
adquirir las destrezas adecuadas para una economía en constante cambio, y
— Redes de protección social bien focalizadas
para ayudar a las personas que quedaron desplazadas.
No son únicamente las economías nacionales
las que tienen que ajustarse a la globalización en
el siglo XXI. También las instituciones financieras
internacionales tienen que modificar la manera
en que operan y adaptar sus políticas e instrumentos a los nuevos retos que se les plantean.
La globalización es el principal desafío para el
Fondo Monetario Internacional (FMI) y la institución deberá esforzarse por organizarse en torno
a la tarea de ayudar a los países en todas las etapas del desarrollo a adaptarse a la nueva y dinámica realidad.
Los enormes movimientos del capital y las
abruptas variaciones en la ventaja comparativa
que resultan de la globalización han alterado el
contexto de la misión del FMI. Si bien no se trata
exactamente de un nuevo concepto, la globalización es hoy en día cuantitativa y cualitativamente
diferente y ha puesto de manifiesto ciertas lagunas en la labor cotidiana del FMI, lo que ha obligado a la institución a adoptar la nueva estrategia
de mediano plazo que desarrollé durante el año
pasado. La estrategia se basa en una premisa fun-
conlleva la volatilidad de los capitales ni de los
que produce la pobreza a nivel socioeconómico
y ambiental. Esta no es razón para dar marcha
atrás, pero sí para que todos los interesados
—países en desarrollo y países avanzados, y, de
más está decirlo, inversores— ratifiquen nuevas
políticas que, fortaleciendo las economías nacionales y el sistema financiero mundial, aceleren el
ímpetu en pro del crecimiento y en contra de la
pobreza.
La globalización significa que los mercados
mundiales de comercio y de capital están más
integrados. Pero de cara a esa integración y a los
niveles alcanzados por las economías avanzadas, los países en desarrollo han sufrido altibajos. En algunos, especialmente los asiáticos, el
ingreso per cápita viene experimentando desde
1970 una rápida convergencia con el de los países industriales.
Pero un número mayor de países en desarrollo
apenas han podido avanzar o han perdido terreno, a medida que la globalización se expande e
intensifica. En África sobre todo, el ingreso per
cápita ha disminuido en comparación con el de
los países industriales, y en algunos casos ha retrocedido en términos absolutos.
Con todo, al observar la relación entre España
y la globalización, lo que cuenta es la experiencia
de las economías avanzadas. La ansiedad frente
a la globalización no es desconocida en los países industriales, cuya fuerza laboral en parte siente amenazada su seguridad por las economías de
salarios bajos donde la contratación es más fácil
para las empresas globalizadoras.
Las economías están en constante evolución y
la globalización es una entre varias tendencias continuas. Una de esas tendencias es que las economías industrializadas, a medida que maduran,
se orientan más hacia la producción de servicios
para satisfacer la cambiante demanda de la población. Otra es la transición hacia trabajos que exigen una mano de obra cada vez más calificada.
Pero todo esto demuestra que se producirán estos
cambios —aunque no necesariamente al mismo
ritmo— con o sin globalización.
De hecho, la globalización está facilitando este
proceso y volviéndolo menos costoso para el conjunto de economías avanzadas, porque trae aparejados los beneficios de los flujos de capital, las
innovaciones tecnológicas y menores precios de
las importaciones. El crecimiento económico, el
empleo y el nivel de vida son así mucho más elevados que en una economía cerrada.
Sin embargo, las ventajas suelen estar distribuidas de manera desigual entre los diferentes
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damental: ayudar a todos los países miembros a
enfrentar los retos de la globalización.
Hacer frente a estos retos tendrá diferentes
significados para los países miembros del FMI.
Para algunos, se traducirá en un mejor marco fiscal y monetario; para otros, en reformas estructurales —en lugar del proteccionismo— para
adaptarse a un comercio exterior en expansión,
y para otros más en el fortalecimiento del sistema financiero. Al recurrir a la globalización como
principio organizador para la labor del FMI, la institución podrá priorizar los elementos de su mandato en el ámbito macroeconómico. Esto también ayudará al FMI a centrarse en su eficacia,
alcance y preparación para enfrentar el futuro y
ser de utilidad para todos sus países miembros,
sea cual fuere la etapa de desarrollo en que se
encuentren.
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RESUMEN
Desde hace varias décadas, la globalización viene alterando radicalmente el clima económico y en este nuevo
siglo ha tomado renovado brío, extendiendo aún más sus
efectos y planteando retos para las autoridades de los países tanto avanzados como en desarrollo. En algunos países industriales, la fuerza laboral siente amenazada su seguridad por las economías de salarios bajos donde la
contratación es más fácil para las empresas globalizadoras. Algunos países en desarrollo se están integrando a la
economía mundial y acelerando el crecimiento y la reducción de la pobreza, pero, de cara a una globalización más
extensa e intensa, otros apenas han avanzado. Las instituciones financieras internacionales también deben adaptar sus políticas e instrumentos a la globalización.
Palabras clave: Globalización, Países industriales, Países
en desarrollo, Crecimiento económico, Nueva estrategia
del FMI.
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