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Transcript
 ACADEMIA NACIONAL DE ESTUDIOS
POLÍTICOS Y ESTRATÉGICOS
Nº 6
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD
NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
SUS IMPLICANCIAS REGIONALES
BORIS YOPO HERRERA
Diciembre, 2013
Nº 6
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
SUS IMPLICANCIAS REGIONALES1
©Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos
© Boris Yopo Herrera
Registro de Propiedad Intelectual Nº 201.768
diciembre, 2013
Serie Boletín de Investigación N° 6
Publicación Digital del Departamento de Investigación




Responsable Edición: Guillermo Bravo Acevedo
Jefe Departamento de Investigación ANEPE
Secretaria de Redacción: Loreto Correa Vera
Secretario: Claudio Tapia Bazaes
“Las opiniones vertidas en el texto que se publica en este N° 6 e la Serie
Boletín de Investigación son de responsabilidad exclusiva de su autor y
no comprometen a la Academia Nacional de Estudios Políticos y
Estratégicos ni al Departamento de Investigación, que solo actúan como
editores”.
1
El texto publicado en este Boletín es parte del proyecto de investigación, La Nueva Estrategia
de Seguridad Nacional de Estados Unidos: Sus Implicancias para Chile y América Latina,
Código EXT22/2011, financiado por el Concurso Extramuro 2011 convocado por el
Departamento de Investigación de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos
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Nº 6
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
ISSN: (En trámite) Versión en Línea
Autorizada su reproducción citando la fuente
Citar este artículo. Formato electrónico
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
SUS IMPLICANCIAS REGIONALES
YOPO HERRERA, Boris. Serie Boletín de Investigación N° 6. Santiago,
diciembre 2013, N° 201-768. Disponible World Wide Web:
http://www.anepe.cl/investigacion/publicaciones/ (Revisado el --/--/----)
RESUMEN
El 10 de mayo del 2010, la Administración del Presidente Barack Obama dio a
conocer el documento donde queda establecida la nueva estrategia de
seguridad nacional (Nacional Security Strategy - NSS) de Estados Unidos.
Este es un procedimiento regular que hace cada nueva administración y
que permite conocer las directrices de política exterior y seguridad nacional que
guiarán las más importantes decisiones que tome la Casa Blanca en el
escenario internacional de los próximos años. Además, la NSS da una
apreciación más precisa de la visión predominante hoy entre los formuladores
de la política exterior, respecto a las prioridades de Estados Unidos en el
mundo del Siglo XXI, así como de las estrategias elegidas para avanzar los
intereses de este país en el sistema internacional de la post Guerra Fría.
PALABRAS CLAVE: Estados Unidos, Política exterior, Estrategia nacional de
seguridad.
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LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
Índice
I.
II.
Introducción:
La Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados
5
Principales definiciones de la nueva Estrategia de
Seguridad Nacional
5
1.1: Panorama general de la NSS 2010: “el mundo tal como es”
1.2: Enfoque estratégico de la NSS 2010
1.3: El fomento de los intereses nacionales para
“el mundo que queremos”
1.3.1: Seguridad
1.3.2: Prosperidad
1.3.3: Valores
1.3.4: Orden Internacional
5
6
8
9
11
12
14
III: La política del presidente Barack Obama hacia América Latina
19
IV: Las principales preocupaciones de seguridad de Estados Unidos
en el hemisferio
24
V:
La asistencia militar y de defensa de Estados Unidos en la región 34
VI:
Estados Unidos y la presencia de actores extra-regionales
en el hemisferio
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VII: La emergencia de Brasil como actor global y la reacción de
Estados Unidos
44
VIII. Conclusiones
49
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SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
I.
Introducción:
La Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos
En mayo de 2010 el Presidente Barack Obama dio a conocer la nueva Estrategia de
Seguridad Nacional de los Estados Unidos (Nacional Security Strategy – NSS 2010).
La presentación de este documento es un acto que de manera regular lleva a cabo
cada nueva Administración que llega a la Casa Blanca, y que permite conocer las
grandes directrices que en materias política exterior y seguridad nacional guiarán las
más importantes decisiones que adoptará en los años siguientes. Se trata de un
documento que refleja los consensos básicos de la “elite de política exterior” , en un
contexto geopolítico marcado hoy por la crisis financiera internacional y doméstica en
Estados Unidos, por el auge de China y otras potencias que comienzan a ejercer
creciente influencia en el sistema internacional, y en un escenario donde la
complejidad y envergadura de los principales problemas globales, requiere la
formación de nuevas alianzas y coaliciones para abordar de manera eficaz las nuevas
amenazas en este siglo XXI. El propósito de esta investigación, es por tanto, dilucidar
las principales claves que subyacen en los contenidos de este documento, y sus
posibles implicancias para nuestro país y la región, en la perspectiva de poder
construir a futuro nuevas formas de asociatividad para abordar problemas
hemisféricos, considerando el carácter crecientemente interdependiente que tienen las
relaciones Estados Unidos-América Latina en el nuevo escenario de la post Guerra
Fría.
II. Principales definiciones de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional
La NSS 2010 parte por establecer un panorama general de los “amplios y complejos
desafíos” que condicionan la seguridad nacional de Estados Unidos “en los albores del
siglo 21”; luego fija el “enfoque estratégico” mediante el cual espera “renovar su
liderazgo en el mundo”; y en tercer lugar establece una serie de acciones con que la
Administración Obama buscará fomentar los intereses de su país “para lograr el
mundo que queremos”2.
1.1: Panorama general de la NSS 2010: “el mundo tal como es”
Su punto de partida es que, para tener éxito, Estados Unidos debe “enfrentar el mundo
tal como es”. Su diagnóstico es que en las dos décadas desde el final de la Guerra
Fría “el círculo de las democracias” se ha expandido, el “espectro de una guerra
nuclear” se ha alejado, las grandes potencias están en paz, la “economía global” ha
crecido, el comercio “ha entrelazado el destino de las naciones” y más individuos
“pueden determinar su propio destino”. Sin embargo, persiste una serie de problema.
Las guerras por motivaciones ideológicas han dado paso a guerras por la “identidad
religiosa, étnica y tribal”; proliferan los “peligros nucleares”; la desigualdad y la
inestabilidad económica “se han intensificado”; los daños al medio ambiente, la
“inseguridad alimentaria” y “los peligros para la salud pública” son cada vez más
comunes, al tiempo que las mismas herramientas que le permiten a los individuos
progresar se emplean “para destruir”.
2
Todas las citas de este capítulo están tomadas de National Security Strategy, The White
House, Washington, mayo de 2010. La traducción no es oficial.
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Agrega que los atentados del 11 de septiembre de 2001 le significaron a los
estadounidenses conocer “el lado oscuro” del mundo globalizado, lo que los llevó a
adoptar estrategias “sólidas y durables” para defenderse en un mundo que ha
cambiado, donde “la arquitectura internacional del siglo 20 está cediendo ante el peso
de nuevas amenazas”, la economía global ha acelerado la competencia que enfrentan
los estadounidenses y sus empresas, y la “aspiración universal de libertad y dignidad”
se enfrenta a “nuevos obstáculos”. Y agrega que si bien Estados Unidos aun posee los
atributos en que apoyó su liderazgo en las décadas anteriores, debe reconocer que
“ninguna nación, no importa cuán poderosa sea, puede vencer sola los actuales
desafíos globales”. Por esto, del mismo modo “como lo hicimos después de la
Segunda Guerra Mundial”, Estados Unidos “debe prepararse para el futuro”, al tiempo
que forja “métodos de cooperación” entre las naciones que puedan ser exitosos.
En este contexto, plantea que el objetivo de la NSS 2010 es “renovar el
liderazgo estadounidense para avanzar de manera más efectiva” en el logro de los
intereses de Estados Unidos en el siglo 21. Para hacerlo se basará “en las fuentes” de
su fortaleza interna, y en la “configuración de un orden internacional que pueda
enfrentar los desafíos de nuestro tiempo”. “Esta estrategia reconoce la conexión
fundamental entre nuestra seguridad nacional y nuestra competitividad nacional,
capacidad de recuperación y ejemplo moral”. Asimismo, “reafirma el compromiso” de
los Estados Unidos de perseguir sus intereses “a través de un sistema internacional en
el que todas las naciones tengan derechos y obligaciones”, en que “las naciones
tengan incentivos para actuar de forma responsable, enfrentando las consecuencias
cuando no lo hagan así”.
1.2: Enfoque estratégico de la NSS 2010
Su premisa rectora es que Estados Unidos “debe renovar su liderazgo en el mundo”.
Para ello, lo primero es “renovar” la base interna en que se asienta “la fuerza” de
Estados Unidos, porque “nuestra seguridad nacional empieza en casa. Lo que ocurre
dentro de nuestras fronteras ha sido siempre la fuente de nuestra fuerza, y esto es aún
más cierto” en momentos en que “nuestra economía está íntimamente ligada a la
economía global”. “Nuestra prosperidad sirve como una fuente de nuestro poder”,
afirma la NSS 2010.
En segundo lugar plantea “el compromiso” de mantener una “participación
activa” de los Estados Unidos en los asuntos internacionales, “compromiso que
comienza con nuestros amigos más cercanos y aliados de Europa a Asia, de América
del Norte hasta el Medio Oriente”, a los que define como “países que comparten una
historia común de lucha a favor de la seguridad, la prosperidad y la democracia. Que
comparten valores comunes y un compromiso común con las normas internacionales
que reconocen los derechos y las responsabilidades de todas las naciones
soberanas”. Añade que la seguridad nacional de Estados Unidos depende de alianzas
fuertes, por lo que “debemos participar como socios activos en el tratamiento de las
prioridades de la seguridad global y regional, aprovechando oportunidades nuevas
para defender los intereses comunes”. Y a los “gobiernos adversarios, le ofrecemos
una opción clara: cumplir con las normas internacionales, y alcanzar los beneficios
políticos y económicos que vienen con una mayor integración a la comunidad
internacional, o negarse a aceptar esta vía y asumir las consecuencias de esa
decisión, incluyendo un mayor aislamiento”.
En tercer lugar, dice que Estados Unidos buscará la “promoción de un orden
internacional justo y sostenible”, que reconozca “los derechos y responsabilidades de
todas las naciones”; un sistema internacional “basado en normas que puedan
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promover nuestros propios intereses, sirviendo a los intereses mutuos”, donde las
naciones tengan “incentivos para comportarse de manera responsable, o ser aislado,
cuando no lo hacen”. La prueba de este orden internacional estaría en “la cooperación
que facilite y los resultados que genere”, y en su capacidad de “unir a las naciones
para enfrentar los desafíos comunes, como el extremismo violento, la proliferación
nuclear, el cambio climático, y una economía global cambiante”. Reconoce que el
objetivo de tener “un orden internacional donde cada país defiende sus derechos y
responsabilidades seguirá siendo esquivo”, por lo que “la fuerza a veces será
necesaria para hacer frente a las amenazas”.
En cuarto lugar, el enfoque estratégico contempla el “fortalecimiento de las
capacidades nacionales”, lo que implica “actualizar, equilibrar e integrar todas las
herramientas del poder estadounidense y trabajar con nuestros aliados y socios” para
que hagan lo mismo. En particular, la NSS 2010 reseña lo que Estados Unidos se
propone hacer en las siguientes áreas prioritarias:
a) Defensa. Buscará fortalecer las FF. AA. “para garantizar que puedan
prevalecer en las guerras de hoy, para prevenir y contrarrestar las amenazas
contra los Estados Unidos, sus intereses, y nuestros aliados y socios”, y que
estén preparadas para defender el país “en una amplia gama de contingencias
contra actores estatales y no estatales” y para enfrentar con éxito “la lucha
contra el terrorismo, la contrainsurgencia, operaciones de estabilidad”, las
“cada vez más sofisticadas” amenazas a la seguridad, asegurando al mismo
tiempo que “nuestra fuerza esté preparada para hacer frente a toda la gama de
operaciones militares”.
b) Diplomacia. Se la considera una tarea “tan fundamental para nuestra
seguridad nacional como nuestra capacidad de defensa”. “Nuestros
diplomáticos son la primera línea de combate”, dice la NSS 2010. Por ello
considera necesario que tengan “nuevas habilidades” para favorecer la
“interacción efectiva” no sólo con otros gobiernos y organizaciones
internacionales, “sino también con actores no estatales como corporaciones,
fundaciones, organizaciones no gubernamentales, universidades, think tanks, y
organizaciones basadas en la fe, todos los cuales cada vez más tienen un
papel muy especial que jugar en cuestiones diplomáticas y del desarrollo”.
c) Economía. El diagnóstico es que si Estados Unidos desea mantener su
poderío económico en el siglo 21 “requiere una estrecha cooperación entre las
naciones desarrolladas y los mercados emergentes debido a la naturaleza
interdependiente de la economía global”, ya que “depende de los mercados
extranjeros para vender sus exportaciones y mantener el acceso a las materias
primas y recursos escasos”. Por lo tanto, considera un “elemento clave de
nuestra estrategia de seguridad nacional” la búsqueda de “intereses
económicos mutuos con otras naciones y el mantenimiento de las relaciones
económicas”.
d) Desarrollo. Luego de definir al desarrollo como un “imperativo estratégico,
económico y moral”, agrega que Estados Unidos se está centrando “en ayudar
a los países en desarrollo y su gente para gestionar las amenazas de
seguridad, cosechar los beneficios de la globalización y de la expansión
económica, y establecer instituciones responsables y democráticas que sirvan
las necesidades humanas básicas”. Para ello, “estamos ampliando nuestra
capacidad de desarrollo civil” y la colaboración con las instituciones financieras
internacionales “que reciben nuestros recursos y comparten nuestros
objetivos”, a fin de “garantizar que nuestros instrumentos de política están
alineados en apoyo de los objetivos del desarrollo”.
f) Seguridad Nacional. Especifica que en esta área el enfoque se basa en los
esfuerzos “para identificar e interceptar amenazas”, negar a los “actores
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hostiles la capacidad de operar dentro” de las fronteras de Estados Unidos,
“mantener un control efectivo de las fronteras físicas, proteger el comercio legal
y los viajes dentro y fuera de los Estados Unidos, desbaratar y desmantelar las
redes terroristas transnacionales y las organizaciones criminales, y asegurar
nuestra capacidad de resistencia nacional frente a las amenazas y los
peligros”. “En conjunto, estos esfuerzos deben ser compatibles con una patria
que sea segura”, libre de “terrorismo y otros riesgos y en la que los intereses
estadounidenses, sus aspiraciones y forma de vida puedan prosperar”.
g) Inteligencia. “La seguridad de nuestro país y la prosperidad dependen de la
calidad de la información que recopilamos y el análisis que producimos, de
nuestra capacidad para evaluar y compartir esta información de manera
oportuna, y de nuestra capacidad para contrarrestar las amenazas de
inteligencia”, dice la NSS 2010. Para conseguirlo, “estamos trabajando para
integrar mejor a la comunidad de inteligencia”, “estamos fortaleciendo nuestras
alianzas con los servicios de inteligencia extranjeros” y “mantenemos fuertes
lazos con nuestros aliados más cercanos”. “Y seguimos invirtiendo en los
hombres y mujeres de la Comunidad de Inteligencia”.
h) Comunicaciones Estratégicas. Establece que “las comunicaciones
estratégicas efectivas son esenciales para sostener la legitimidad global y el
apoyo a nuestros objetivos políticos”, por lo que “alinear nuestras acciones con
nuestras palabras es una responsabilidad compartida que debe ser fomentada
por una cultura de comunicación en todo el gobierno”. También menciona que
se debe hacer “un mejor trabajo de comprensión de las actitudes, opiniones,
quejas y preocupaciones de los pueblos, no sólo las élites de todo el mundo”, y
que se debe utilizar “una amplia gama de métodos para comunicarse con
públicos extranjeros, incluidos los nuevos medios”.
i) El pueblo estadounidense y el sector privado: Señala que “las ideas,
valores, energía, creatividad y capacidad de recuperación de nuestros
ciudadanos son el mayor recurso de los Estados Unidos”. La idea es
“aprovechar el ingenio” ciudadano “a través de alianzas estratégicas con el
sector privado, organizaciones no gubernamentales, fundaciones y
organizaciones de base comunitaria”. “Estas asociaciones son fundamentales
para el éxito de Estados Unidos en el país y el extranjero, y vamos a apoyarlas
a través de mayores oportunidades para la participación, la coordinación, la
transparencia y el intercambio de información”.
1.3: El fomento de los intereses nacionales para “el mundo que queremos”
Esta es la sección más extensa de la NSS 2010 y donde se operacionalizan los
conceptos enunciados en las secciones anteriores.
Su primera afirmación es que “para lograr el mundo que queremos”, Estados
Unidos debe aplicar su enfoque estratégico en la búsqueda de cuatro amplios
intereses nacionales que considera “permanentes”: a) la seguridad de los ciudadanos
estadounidenses y los aliados y socios extranjeros de Estados Unidos; b) la
prosperidad, mediante un “fuerte e innovador” crecimiento de la economía de Estados
Unidos en un sistema económico internacional abierto; c) el respeto a los valores
universales “en el país y en todo el mundo”; y d) un orden internacional que
promueva la paz, seguridad y oportunidades a través de una mayor cooperación para
enfrentar los desafíos globales. Se especifica que “cada uno de estos intereses está
íntimamente ligado a los demás” y se aclara que “no abarcan la totalidad de las
preocupaciones de seguridad nacional de Estados Unidos. Sin embargo, representan
áreas prioritarias donde el progreso es fundamental para asegurar nuestro país y
renovar el liderazgo estadounidense en los próximos años”.
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1.3.1: Seguridad
El diagnóstico es que en los últimos 20 años las amenazas en contra de Estados
Unidos, su pueblo y sus intereses, “han cambiado radicalmente”. Es cierto que perdura
la competencia entre los Estados, “pero en lugar de un adversario nuclear único, los
Estados Unidos se ve ahora amenazados por la posible propagación de armas
nucleares a grupos extremistas” difíciles de disuadir. En este contexto, plantea que el
gobierno “no tiene mayor responsabilidad que proteger al pueblo estadounidense”.
Además, dice, “aceptamos la responsabilidad” de promover la seguridad internacional,
“responsabilidad que se deriva de compromisos con nuestros aliados, nuestro papel
de liderazgo en el apoyo de un orden internacional justo y sostenible, y de nuestra
amplia capacidad militar”.
Afirma que Estados Unidos “sigue siendo la única nación capaz de proyectar y
sostener operaciones militares a gran escala y a grandes distancias”. Sus FF.AA. son
el puntal de su seguridad nacional y liderazgo global, los que se ven “reforzados”
cuando son usadas correctamente. Pero cuando su uso es excesivo o muy amplio
“nuestro liderazgo en todo el mundo” se identifica muy estrechamente con la fuerza
militar. Por lo tanto, dice la NSS 2010, “debemos seguir adaptando y reequilibrando
nuestros instrumentos de la política”, tanto internamente como en el extranjero. La
idea es aplicar una estrategia “capaz de satisfacer toda la gama de amenazas y
peligros para nuestras comunidades, fortaleciendo la seguridad y la resistencia” de
individuos y organizaciones. “Estas amenazas y riesgos son el terrorismo, los
desastres naturales a gran escala, los ataques cibernéticos y las pandemias”.
Frente al terrorismo, se busca mejorar la seguridad interna del país a través de
“esfuerzos comunes para prevenir y disuadir los ataques mediante la identificación y la
interdicción de las amenazas, negando a los actores hostiles la capacidad de operar
dentro de nuestras fronteras, proteger la infraestructura crítica de la nación y su
principales recursos, y asegurar el ciberespacio”.
“Desmantelar y derrotar a Al-Qaeda” y sus aliados, contra quienes Estados
Unidos “está librando una campaña global”, ocupa parte importante de la NSS 2010.
Para tener éxito, dice, se requiere “una campaña amplia, sostenida e integrada, que
aplique juiciosamente todas las herramientas del poder estadounidense, tanto militares
como civiles, así como la concertación de esfuerzos con Estados con ideas afines y
con instituciones multilaterales”. Pero especifica que “estamos en guerra con una red
específica, al-Qaeda y sus afiliados terroristas”, no contra “una religión como el Islam”.
La primera prioridad es prevenir actos de terrorismo en suelo estadounidense, para lo
que se buscará mejorar las capacidades internas para recolectar, intercambiar y
compartir información clasificada entre los niveles locales, estatales y federales. Y
“reconociendo el vínculo indisoluble entre seguridad nacional y transnacional”, se
buscará colaboraciones bilaterales, regionales, y con instituciones internacionales a fin
de “promover los esfuerzos mundiales para prevenir ataques terroristas”.
Se establece que el núcleo Al-Qaeda se ubica en Pakistán y Afganistán, por lo
que para prevenir nuevos ataques “debemos trabajar con otros para mantener la
presión sobre Al-Qaeda y aumentar la seguridad y la capacidad de nuestros socios en
esa región”. En Afganistán, la idea es negarle a Al-Qaeda “un refugio seguro” y a los
talibanes “la posibilidad de derrocar al gobierno”, junto con “fortalecer la capacidad del
gobierno y de las fuerzas de seguridad afganas” para que puedan asumir las
responsabilidades de la seguridad de la población. Con Pakistán, “vamos a fomentar
una relación fundada en intereses y respeto mutuos” y continuar “prestando asistencia
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de seguridad” para atacar a los extremistas “dentro de sus fronteras”. Otro punto de
esta estrategia es “reforzar nuestra propia red de socios para desactivar las redes de
recursos financieros, humanos y de planificación de Al Qaeda, interrumpir sus
operaciones terroristas antes de que maduren, y abordar los posibles refugios seguros
antes de que Al-Qaeda y sus afiliados terroristas pueden echar raíces”. Para
conseguirlo propone el intercambio de información y la cooperación policial con los
socios. También toca el tema de la detención, interrogatorio y juicio de los terroristas, y
asume el compromiso de hacerlo “de acuerdo con el Estado de Derecho y el debido
proceso”, insistiendo en que “las cuestiones de la detención y el secreto se aborden de
una manera consistente con nuestra Constitución y las leyes”.
El “uso de la fuerza” tiene un tratamiento destacado en la NSS 2010. Dice que,
“a veces, puede ser necesario” utilizarla “para defender nuestro país y sus aliados o
para preservar la paz y la seguridad” en un sentido amplio, que incluye “la protección
de los civiles frente a una grave crisis humanitaria”. Cuando eso ocurra, “vamos a
seguir haciéndolo de una manera que refleje nuestros valores y refuerce nuestra
legitimidad, y vamos a buscar un amplio apoyo internacional, en colaboración con
instituciones como la OTAN y el Consejo de Seguridad de la ONU”. Afirma que
Estados Unidos “debe reservarse el derecho de actuar unilateralmente si es necesario
para defender a nuestra nación y nuestros intereses, pero también vamos a tratar de
cumplir con las normas que rigen el uso de la fuerza”. “También definirá un mandato
claro y los objetivos específicos y considerará las consecuencias, intencionales y no
intencionales de nuestras acciones”.
La NSS 2010 afirma que el “riesgo mayor y más urgente” que enfrentan los
estadounidenses es un ataque con armas nucleares. De ahí su interés por detener y
revertir la propagación de armas nucleares y biológicas y “asegurar” que secretos y
materiales nucleares no caigan en manos de terroristas. Reitera el compromiso de
cooperación con Rusia y de fortalecer el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNPN)
mediante la búsqueda de “más recursos y autoridad para las inspecciones
internacionales”. Respecto de Irán y Corea del Norte, afirma que Estados Unidos
“llevará a cabo la desnuclearización de la península coreana, además de impedir que
Irán desarrolle un arma nuclear”, como parte de las “responsabilidades de todas las
naciones y el éxito del régimen de no proliferación”.
La NSS 2010 dedica una sección completa al tema de la paz y la seguridad en
Medio Oriente donde, dice, Estados Unidos tiene “importantes intereses”. Uno de ellos
es Irak, donde Estados Unidos tiene “la responsabilidad, por nuestra propia seguridad
y la seguridad de la región, de poner fin a la guerra con éxito a través de una transición
completa a la responsabilidad iraquí” y cultivar en el futuro “una relación duradera con
Irak sobre la base de intereses y respeto mutuo”. En relación con el conflicto árabeisraelí, manifiesta su interés en una solución pacífica, “en que las aspiraciones
legítimas de israelíes y palestinos de seguridad y dignidad se realicen, e Israel logre
una paz segura y duradera con todos sus vecinos”. Para ello, Estados Unidos seguirá
trabajando “a nivel regional y personal” con el fin de avanzar en negociaciones que
aborden las cuestiones relativas a la “seguridad para los israelíes y los palestinos, las
fronteras, los refugiados y Jerusalén”, y buscando “apoyo internacional” para fortalecer
las instituciones del Estado palestino y “apoyar el desarrollo económico que puede
generar oportunidades para su gente”. Respecto de Irán, dice que Estados Unidos
buscará que “cumpla sus obligaciones internacionales, tome el lugar que le
corresponde en la comunidad de naciones, y disfrute de las oportunidades políticas y
económicas que su pueblo se merece”. Pero que si “sigue negándose a cumplir con
sus obligaciones internacionales, se enfrentará a un mayor aislamiento”.
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La seguridad del ciberespacio es otro tema que aborda la NSS 2010. Sostiene
que las amenazas de ciberseguridad “representan una de las más graves” que
enfrenta Estados Unidos. “Nuestra infraestructura digital, por lo tanto, es un activo
nacional estratégico, y su protección, salvaguardando la privacidad y libertades civiles,
es una prioridad de seguridad nacional”. Para “disuadir, prevenir, detectar,
defendernos y recuperarnos rápidamente de intrusiones cibernéticas” propone, junto
con mejorar los niveles internos de seguridad, “reforzar nuestras alianzas
internacionales en una serie de cuestiones, incluida la elaboración de normas de
conducta aceptables en el ciberespacio, leyes relativas a la ciberdelincuencia, la
preservación de los datos, la protección y privacidad, y los enfoques para la defensa
de la red y la respuesta a los ataques cibernéticos”.
1.3.2: Prosperidad
“El fundamento del liderazgo estadounidense debe ser una próspera economía de
Estados Unidos”, afirma la NSS 2010. “Y una economía global cada vez mas grande y
abierta sirve como una fuente de oportunidades para el pueblo estadounidense y una
fuente de fortaleza para los Estados Unidos”. A partir de estas afirmaciones, entrega
una serie de propuestas destinadas a construir una base más sólida para el
crecimiento económico interno, que a su vez debe servir para “apuntalar y sostener un
sistema económico internacional que es esencial tanto para nuestra prosperidad como
para la paz y la seguridad del mundo”.
Un área sobre la que propone trabajar es el fortalecimiento de la educación y
del capital humano. Afirma que “debemos asegurarnos de que las ideas más
innovadoras echen raíces en Estados Unidos, mientras proporcionamos a nuestra
gente las habilidades que necesitan para competir”. De manera específica, planta
mejorar la educación “en todos los niveles” ya que en este ámbito Estados Unidos “ha
perdido terreno”. Otra de las metas es “apoyar los programas que cultivan el interés y
el estudio de lenguas extranjeras y asuntos interculturales, incluidos los programas de
intercambio internacional”, los que “permitirán a nuestros ciudadanos construir
conexiones con los pueblos de ultramar y desarrollar habilidades y contactos que les
ayuden a prosperar en la economía global”. En este mismo plano plantea el tema de la
inmigración, recordando que Estados Unidos “es una nación de inmigrantes”, cuya
“capacidad de innovación, nuestros lazos con el mundo y nuestra prosperidad
económica dependen de la capacidad de nuestra nación para dar la bienvenida y
asimilar a los inmigrantes, y de un sistema de visados que de la bienvenida a los
profesionales cualificados de todo el mundo”. Frente a los problemas que le plantean a
la seguridad fronteriza los ingresos ilegales, y teniendo en cuenta que “en última
instancia, nuestra seguridad nacional depende de un equilibrio entre la seguridad y la
apertura”, propone “llevar a cabo una reforma migratoria integral que efectivamente
asegure nuestras fronteras”.
Otra área es conseguir mejoras en investigación científica y tecnológica,
aspectos en que “reafirmar el papel de Estados Unidos como motor mundial de los
descubrimientos científicos e innovaciones tecnológicas que nunca ha sido más
crítico”. La mira esta puesta en “emplear la tecnología para proteger a nuestra nación”.
La energía es otra prioridad, área en que la “dependencia energética seguirá
socavando nuestra seguridad y prosperidad”. Para evitarlo, propone invertir más en
investigación a fin de aprovechar la “ventana de oportunidad” que tiene Estados
Unidos “para liderar el desarrollo de tecnología de energías limpias”. Eso sí, mientras
dure la dependencia de los combustibles fósiles, “tenemos que garantizar la seguridad
y el libre flujo de los recursos energéticos mundiales”, afirma la NSS 2010.
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“Lograr un crecimiento equilibrado y sostenible” es otro aspecto asociado a la
“prosperidad”. Para lograrlo, las propuestas apuntan a “continuar con la reforma del
sistema financiero de Estados Unidos” a fin de fortalecer la salud de la economía,
“alentar a los estadounidenses a ahorrar más”, a “exportar más” y a “evitar el
resurgimiento de los excesos en las instituciones financieras”. Esto para contribuir a la
estabilidad de la economía mundial ya que “la crisis reciente nos ha enseñado el muy
elevado costo de los ciclo de auge y caída que ha afectado a la economía mundial,
que no ha servido ni a Estados Unidos ni a nuestros socios internacionales”. En el
mismo sentido, dice que “vamos a mantener nuestro medio ambiente de inversión de
capital, en consonancia con nuestros objetivos de seguridad nacional” y que
“llevaremos a cabo una agenda comercial que incluye un acuerdo de Doha ambicioso
y equilibrado de comercio multilateral”, junto con “acuerdos comerciales bilaterales y
multilaterales que reflejen nuestros valores e intereses, y el compromiso de asociación
con los países transpacífico para dar forma a un acuerdo regional con un alto nivel”.
Asimismo, propone fomentar la cooperación con los socios internacionales, en
particular con el G-20, donde su “liderazgo” se centrará “en garantizar el crecimiento
sostenible y equilibrado, la coordinación de la reforma de la regulación del sector
financiero, fomentar el desarrollo económico global, y promover la seguridad
energética”. Cooperación que también se propone extender para “disuadir las
amenazas al sistema financiero internacional” que provienen de las actividades de
“terroristas, narcotraficantes, funcionarios corruptos”, que “abusan del sistema
financiero mundial para elevar, mover, y salvaguardar los fondos con que apoyan sus
actividades ilícitas”.
Otra variable asociada a la “prosperidad” es la “responsabilidad” y la
“transparencia” fiscal, que se traduce como el compromiso del gobierno de “gastar
sabiamente el dinero de los contribuyentes”. “Un presupuesto responsable implica
tomar decisiones difíciles para vivir dentro de nuestras posibilidades”, dice la NSS
2010, pero también depende “de trabajar con nuestros socios y con las instituciones
mundiales para compartir las cargas y aprovechar las inversiones en Estados Unidos
para lograr los objetivos globales”. Una primera meta es “reducir el déficit” fiscal, ya
que “no podemos hacer crecer nuestra economía a largo plazo a menos que
pongamos a los Estados Unidos en una senda fiscal sostenible”.
1.3.3: Valores
La idea-fuerza es que “Estados Unidos cree que ciertos valores son universales y
trabajará para promoverlos a nivel mundial”. Estos incluyen la libertad de las personas
para “expresar sus opiniones” sin temor, la libertad religiosa y de “elegir a sus propios
líderes”, y “la dignidad, la tolerancia y la igualdad entre los hombres, y la
administración justa y equitativa de la justicia”. La NSS 2010 asegura que Estados
Unidos “no impondrá ningún sistema de gobierno” a otro país, “pero nuestra seguridad
y prosperidad a largo plazo dependen de nuestro apoyo constante a los valores
universales, que nos distingue de nuestros enemigos, gobiernos adversarios y muchos
competidores potenciales de nuestra influencia”. Para materializar este apoyo se
plantean varias tareas.
En primer lugar, fortalecer el “poder del ejemplo” de Estados Unidos, que “ha
ayudado a propagar la libertad y la democracia en el extranjero”. Para conseguirlo se
compromete a “prohibir la tortura sin excepción ni equívoco”, ya que “métodos brutales
de interrogatorio no son coherentes con nuestros valores, socavan el imperio de la ley,
y no son medios efectivos para obtener información”. También dice que se buscará un
equilibrio, “por el bien de nuestra seguridad”, entre los “imperativos del secreto” con
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que se debe manejar determinada información de inteligencia y la “transparencia” con
que se debe informar a la opinión pública, asumiendo el compromiso de que, “siempre
que sea posible”, la información se pondrá “a disposición del pueblo estadounidense
para que puedan tomar decisiones informadas” y nunca “vamos a invocar el privilegio”
del secreto “para ocultar una violación de la ley o para evitar una vergüenza para el
gobierno”. Del mismo modo, se asume el compromiso de “defender el Estado de
Derecho” por cuanto es “fundamental para nuestros esfuerzos de construir un orden
internacional que sea capaz de enfrentar los nuevos desafíos del siglo 21”.
En segundo lugar, apoyar “la expansión de la democracia y de los derechos
humanos en el extranjero porque los gobiernos que respetan estos valores son más
legítimos, justos y pacíficos”. Para ello se piensa aprovechar las “capacidades
bilaterales y multilaterales para ayudar a que las democracias nacientes ofrezcan
servicios que respondan a las necesidades y preferencias de sus ciudadanos, ya que
las democracias rara vez sobreviven sin desarrollo”. Este compromiso es válido
también con los “regímenes no democráticos” o donde el foco de los intereses “está
puesto en la lucha contra el terrorismo, no proliferación, o la mejora de las relaciones
económicas”. En ese caso, Estados Unidos seguirá un enfoque de “doble vía” con el
que busca mejorar las relaciones de gobierno a gobierno y “usar este diálogo para
avanzar en los derechos humanos y fomentar la participación de la sociedad civil y la
oposición política pacífica”, junto con impulsar a los “actores no gubernamentales de
Estados Unidos a hacer lo mismo”.
También se explicita el apoyo a los derechos de “las mujeres y las niñas”,
quienes “deben tener acceso a las mismas oportunidades y ser capaces de tomar las
mismas decisiones que los hombres”. Para ello, Estados Unidos trabaja con
“organizaciones regionales e internacionales para prevenir la violencia contra las
mujeres y las niñas, especialmente en zonas de conflicto”; apoya “la igualdad de
acceso de las mujeres a la justicia y su participación en los procesos políticos;
promueve “la salud infantil y materna”; es parte de “la lucha contra la trata de
personas, especialmente de mujeres y niñas”, y apoya “la educación, el empleo, y las
microfinanzas para empoderar a las mujeres a nivel mundial”.
Manifiesta preocupación por la corrupción, por lo que promoverá que estas
prácticas sean consideradas “una violación de los derechos humanos y un grave
impedimento para el desarrollo y la seguridad mundial”. Para lograrlo, “vamos a
trabajar con los gobiernos y las organizaciones de la sociedad civil para lograr una
mayor transparencia y rendición de cuentas a los presupuestos públicos, los gastos y
los activos de los funcionarios públicos”. La NSS 2010 también hace mención a las
nuevas tecnologías de la información, que “han creado nuevas oportunidades de gran
alcance para hacer avanzar la democracia y los derechos humanos”. Por ello estamos
“en contra de las restricciones a su uso” y “apoyamos la difusión y el uso de estas
tecnologías para facilitar la libertad de expresión, ampliar el acceso a la información,
aumentar la transparencia gubernamental y la rendición de cuentas”.
En tercer lugar, promover la dignidad de las personas mediante la satisfacción
de sus necesidades básicas. “Los derechos humanos básicos no pueden vivir en
lugares donde los seres humanos no tienen acceso a suficiente alimento, agua limpia
o la medicina que necesitan para sobrevivir”, afirma la NSS 2010. Estados Unidos ha
adoptado los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas y en
particular sus esfuerzos se dirigirán a la aplicación de una Estrategia Integral de Salud
Mundial; seguir invirtiendo en la lucha contra el VIH / SIDA; fortalecer los sistemas de
salud “para hacer frente a las áreas donde el progreso se ha retrasado, incluida la
salud materna e infantil”; reducir la presencia de la malaria y la tuberculosis “y la
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búsqueda de la eliminación de importantes enfermedades tropicales desatendidas”.
Ligado a lo anterior se menciona que Estados Unidos “está trabajando con socios en
todo el mundo para avanzar en una iniciativa de seguridad alimentaria” y también para
liderar los esfuerzos orientados a responder a crisis humanitarias a fin de “asegurar
que aquellos que necesiten protección y asistencia, la reciban”.
1.3.4: Orden Internacional
La NSS 2010 afirma que Estados Unidos tienen la voluntad de proteger a su pueblo y
trabajar por su prosperidad, independientemente de las acciones de las demás
naciones, pero al mismo tiempo reitera que tiene “interés en un orden internacional
justo y sostenible que pueda promover la acción colectiva para enfrentar los desafíos
comunes”. Su diagnóstico es que la estructura internacional de seguridad que se forjó
con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial “está cediendo ante el peso de nuevas
amenazas”, por lo que se necesita “un reajuste de las acciones de instituciones
nacionales e internacionales con intereses comunes”. Considera que “no hay orden
internacional que pueda ser apoyado por las instituciones internacionales por sí solas”,
por lo que “nuestros intereses mutuos deben sustentarse en estrategias bilaterales,
multilaterales y mundiales que se ocupen de las fuentes subyacentes de la inseguridad
y de construir nuevos ámbitos de cooperación”. Esto significa “construir sobre nuestras
alianzas tradicionales” y al mismo tiempo “cultivar asociaciones con nuevos centros de
influencia”. “En conjunto, estos enfoques nos permitirán fomentar una cooperación
mundial más eficaz para afrontar los retos que no conocen fronteras y que afectan a
todas las naciones”. Para materializar estos propósitos propone una serie de acciones.
Lo primero es “asegurar alianzas fuertes” con aliados y socios a los que se les
asegura que el compromiso de Estados Unidos con su seguridad es “inquebrantable”.
“Estas relaciones deben ser constantemente cultivada, no sólo porque son
indispensables para los intereses de Estados Unidos y los objetivos de su seguridad
nacional, sino porque son fundamentales” para la seguridad colectiva. Y en caso de
existir “desacuerdos en temas concretos”, dice que va a actuar “con base en el respeto
mutuo” a fin de poder seguir “fortaleciendo un orden internacional que beneficie a
todos los agentes internacionales responsables”. Se le asigna prioridad a la capacidad
de sus FF.AA. para afrontar compromisos globales y “apoyar la seguridad colectiva”,
por lo que compromete, para “tranquilizar a nuestros aliados y socios”, a mejorar las
capacidades de sus FF.AA.
Las relaciones con los aliados europeos, asiáticos y de América del Norte
ocupan un lugar destacado. Dice que para Estados Unidos las relaciones con sus
aliados europeos “sigue siendo la piedra angular” de su compromiso “con el mundo, y
un catalizador para la acción internacional”. Por eso se compromete a “fortalecer
nuestra capacidad colectiva para promover la seguridad, contrarrestar las amenazas
vitales y defender a nuestro pueblo”; a “asegurar que la OTAN sea capaz de abordar
toda la gama de los desafíos del siglo 21, mientras sirve como base de la seguridad
europea”; a colaborar para fortalecer a la Unión Europea a fin de “avanzar en nuestros
objetivos comunes, especialmente en la promoción de la democracia y la prosperidad
en los países de Europa del Este”; a contribuir “a la estabilidad y el avance de la
democracia en los Balcanes y en la resolución de conflictos en el Cáucaso y en
Chipre”, y a “seguir negociando con Turquía en una amplia gama de objetivos
comunes, especialmente en cuanto a la búsqueda de estabilidad en su región”.
A sus alianzas con Japón, Corea del Sur, Australia, Filipinas y Tailandia las
considera “los cimientos de la seguridad en Asia y el fundamento de la prosperidad en
la región de Asia-Pacífico”. Por lo tanto, dice, “vamos a seguir profundizando y
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actualizando estas alianzas para reflejar el dinamismo de la región y las tendencias
estratégicas del siglo 21”. Con Japón y Corea en particular, la agenda apunta a
“modernizar” las relaciones de seguridad “para hacer frente a los retos cambiantes” de
la seguridad mundial, para reflejar el principio de ser “socios iguales” con los Estados
Unidos y para garantizar allí “una base sostenible para la presencia militar de Estados
Unidos”.
En América del Norte, “las alianzas estratégicas y relaciones únicas que
tenemos con Canadá y México son fundamentales para la seguridad nacional de
Estados Unidos y tienen un efecto directo en la seguridad de nuestra patria”. “Con
miles de millones de dólares en comercio, compartiendo infraestructura crítica, y
millones de ciudadanos que se desplazan a través de nuestras fronteras comunes, no
hay dos países más conectados directamente a nuestra vida cotidiana”, por lo que
“tenemos que cambiar nuestra forma de pensar acerca de nuestras fronteras
compartidas, a fin de garantizar y agilizar el flujo legal y legítimo de personas y bienes,
e interceptar las amenazas transnacionales”. Canadá “es nuestro socio comercial más
cercano, un aliado de seguridad firme, y un socio importante en los esfuerzos
regionales y mundiales”; con el “la cooperación de seguridad incluye la defensa de
América del Norte y nuestros esfuerzos en el extranjero a través de la OTAN”. Con
México, “además de la cooperación comercial, estamos trabajando juntos para
identificar e interceptar amenazas, incluso antes de llegar a América del Norte. La
estabilidad y la seguridad en México son indispensables para la construcción de una
asociación económica fuerte, en la lucha contra las drogas ilícitas y el tráfico de
armas”, y en la promoción de una adecuada política de inmigración (and promoting
sound immigration policy).
Un segundo grupo de acciones se orienta a “fomentar la cooperación con otros
centros de influencia del siglo 21”, ya que “la promoción de nuestros intereses exigen
ampliar las esferas de cooperación” hacia las naciones que están ejerciendo una
mayor influencia en el mundo. “Ciertas relaciones bilaterales, tales como las con
China, India y Rusia, serán fundamental para la construcción de una mayor
cooperación en áreas de interés mutuo”. “El espectacular crecimiento económico de
Asia ha aumentado su conexión con la futura prosperidad de Estados Unidos”. Con
esa región se pretende aumentar la “cooperación de seguridad en temas como el
extremismo violento y la proliferación nuclear”, “profundizar” las relaciones “con las
potencias emergentes, y llevar a cabo un papel más importante en la arquitectura
multilateral de la región, entre ellas la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático
(ASEAN), el Foro Asia Pacífico de Cooperación Económica, la Alianza Transpacífico, y
la Cumbre de Asia Oriental”.
Respecto de China, plantea “seguir manteniendo una relación positiva,
constructiva e integral”. Le asigna a China “un papel de liderazgo responsable” para
avanzar en temas como “la recuperación económica, enfrentar el cambio climático, y la
no proliferación”, pero al mismo tiempo plantea que hará “un seguimiento del programa
de modernización militar de China” y se preparará “para garantizar que los intereses
de Estados Unidos y sus aliados, regionales y mundiales, no se verán afectados
negativamente” por ellos. “En términos más generales, vamos a alentar a China a
tomar decisiones que contribuyan a la paz, la seguridad y la prosperidad”, utilizando el
recién creado Diálogo Estratégico y Económico “para hacer frente a una gama más
amplia de temas, y mejorar la comunicación entre nuestras fuerzas militares con el fin
de reducir la desconfianza”, y “vamos a alentar la reducción continua de la tensión
entre la República Popular de China y Taiwán”. “No estaremos de acuerdo en todos
los temas, y vamos a ser sinceros en nuestra preocupación por los derechos humanos
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y áreas en las que diferimos. Pero los desacuerdos no deben impedir la cooperación
en temas de interés mutuo”.
Con India, Estados Unidos dice que está construyendo “una asociación
estratégica que se basa en nuestros intereses comunes, en los valores” compartidos y
en las “relaciones estrechas entre nuestros pueblos”. “Trabajando juntos a través de
nuestro diálogo estratégico y las visitas de alto nivel, buscamos una relación de base
amplia en la que la India contribuya a los esfuerzos de lucha contra el terrorismo
global, la no proliferación, y ayude a promover la reducción de la pobreza, la
educación, la salud y la agricultura sostenible” y “tratará de colaborar con la India para
promover la estabilidad en el sur de Asia y otras partes del mundo”.
Con Rusia el objetivo es “construir una relación estable, sustantiva,
multidimensional, basada en intereses mutuos” y su interés apunta a una Rusia
“fuerte, pacífica y próspera, que respete las normas internacionales”. Dado que ambas
naciones poseen la mayoría de las armas nucleares del mundo, “estamos trabajando
junto para que la no proliferación avance, tanto por la reducción de nuestros arsenales
nucleares” como a través de la cooperación “para asegurarse de que otros países
cumplan con sus compromisos internacionales para reducir la propagación de armas
nucleares en todo el mundo”. También menciona “buscar una mayor cooperación con
Rusia para hacer frente al extremismo violento, especialmente en Afganistán” y apoyar
“dentro de Rusia los esfuerzos que se hacen para promover el imperio de la ley, un
gobierno responsable, y los valores universales”. Y al tiempo de buscar “activamente
la cooperación de Rusia para actuar como un socio responsable en Europa y Asia,
vamos a apoyar la soberanía e integridad territorial de los vecinos de Rusia”.
También menciona a “centros emergentes de influencia”, y a “potencias
emergentes” con las cuáles se plantea “profundizar nuestras alianzas” y “alentarlos a
desempeñar un mayor papel en el fortalecimiento de las normas internacionales y
promover los intereses compartidos”. Entre ellos, el G-20 y los países que lo forman.
Hace especial referencia a Indonesia, que “se convertirá en un socio cada vez más
importante en los asuntos regionales y transnacionales tales como el cambio climático,
lucha contra el terrorismo, la seguridad marítima, mantenimiento de la paz, y
operaciones de socorro”.
En las Américas, países con los que “estamos vinculados por la proximidad, la
integración de los mercados, la interdependencia energética, y un compromiso
ampliamente compartido con la democracia y el imperio de la ley”, donde los
“profundos lazos históricos, familiares y culturales” hacen que las “alianzas y
asociaciones” sean “fundamentales” para los intereses de Estados Unidos, “vamos a
trabajar en conjunto para avanzar en la igualdad de la inclusión económica y social,
salvaguardar la seguridad de los ciudadanos y de los países, promover las energías
limpias, y defender los valores universales de los pueblos del hemisferio”. Dentro de la
región individualiza sólo a Brasil y le da la “bienvenida” a su liderazgo por tratar de “ir
más allá” de las tradicionales divisiones Norte-Sur y “buscar el progreso en la
cooperación bilateral, hemisférica y en las cuestiones mundiales”. Añade que “vamos a
alentar los esfuerzos de Brasil en contra de redes ilícitas transnacionales” y que,
“como guardián de un único patrimonio ambiental nacional y líder en combustibles
renovables, Brasil es un socio importante en hacer frente al cambio climático global y
la promoción de la seguridad energética. Y en el contexto del G-20 y la Ronda de
Doha, vamos a trabajar con Brasil para asegurar que el desarrollo económico y la
prosperidad sean ampliamente compartidos.”
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En el caso del Oriente Medio, la NSS 2010 señala que con esa región Estados
Unidos tiene “una gran variedad de intereses duraderos, compromisos de larga data y
nuevas oportunidades para ampliar y profundizar las relaciones”, donde incluye “el
mantenimiento de una sólida alianza con Israel”. Agrega que seguirá desarrollando
relaciones que son “claves” para la seguridad en la región con los demás países
árabes, como Egipto, Jordania, Arabia Saudita y el Consejo de Cooperación del Golfo
(CCG), a fin de establecer “asociaciones que permitan a nuestros militares y sistemas
defensivos trabajar juntos con mayor eficacia”. “Tenemos un interés estratégico en
asegurar que las necesidades sociales y económicas y los derechos políticos de las
personas en esta región, que representan una de las poblaciones más jóvenes del
mundo, se cumplen. Vamos a seguir presionando a los gobiernos de la región para
llevar a cabo reformas políticas y para aflojar las restricciones a las libertades de
expresión, de reunión y de los medios de comunicación”. “Mantendremos nuestro firme
apoyo a grupos de la sociedad civil y las personas que defienden los derechos
universales”. Y también “buscaremos avanzar en intereses comunes de seguridad” y
en la “promoción de la gobernabilidad y las reformas institucionales” sobre “una base
multilateral”, como por ejemplo a través de la Iniciativa de Cooperación de Estambul
de la OTAN con los países del CCG, el Foro para el Futuro “y otros diálogos
regionales”.
En cuanto a África, dice que su “diversidad y complejidad” ofrecen a Estados
Unidos “oportunidades y desafíos”, los que abarcan “prioridades mundiales, regionales
y nacionales, incluido el acceso a los mercados abiertos, la prevención de conflictos,
mantenimiento de la paz mundial, el antiterrorismo y la protección de vitales sumideros
de carbono”. Agrega que la Administración Obama reorientará las prioridades hacia
“intervenciones estratégicas que pueden promover la creación de empleo y el
crecimiento económico, combatir la corrupción, el fortalecimiento de la buena
gobernanza y la rendición de cuentas, responsabilidad de mejorar la capacidad de la
seguridad en África y el imperio de la ley, y trabajar a través del diálogo diplomático
para mitigar tensiones locales y regionales antes de que se conviertan en crisis.
También reforzará la estabilidad sostenible en estados clave como Nigeria y Kenia,
que son esenciales ejes subregional”. Califica a Sudáfrica como un “socio
fundamental”, avalado por su “vibrante democracia” y “sus roles de liderazgo regional y
mundial”, que “aporta un valor y perspectivas únicas a las iniciativas internacionales”.
“Con su fuerte, diversificada y bien administrada economía, que a menudo sirve como
un trampolín para todo el continente africano, vamos a trabajar para lograr intereses
comunes en materia de seguridad, crecimiento y desarrollo de capital humano en
África”.
Un tercer grupo de acciones se orienta a “fortalecer las instituciones y
mecanismos de cooperación” con el objetivo de “volver a liderar los esfuerzos
mundiales para modernizar la infraestructura para la cooperación internacional en el
siglo 21”, del mismo modo como lo hizo Estados Unidos con posterioridad a la
Segunda Guerra Mundial. “Para resolver problemas, buscaremos formas de
cooperación que reflejan la evolución de las distribuciones de poder y
responsabilidades” a nivel internacional, incluso “buscando cambios significativos y
desarrollando mecanismos alternativos” en caso de ser necesario.
Para materializar estas ideas una de sus propuestas es “mejorar la cooperación
y fortalecer las Naciones Unidas” a fin de que pueda cumplir sus propósitos
fundacionales de “mantener la paz y la seguridad internacionales, promover la
cooperación global y los derechos humanos”. Se plantea “a favor de la reforma” del
Consejo de Seguridad y entrega su apoyo “a las nuevas estructuras y capacidades de
la ONU para combatir amenazas transnacionales como la proliferación de armas de
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destrucción masiva, las enfermedades infecciosas, el tráfico de drogas y la lucha
contra el terrorismo”. Otra propuesta es trabajar con las organizaciones regionales,
como la OTAN, la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa, la
Organización de la Conferencia Islámica, la Unión Africana, la Organización de
Estados Americanos, la ASEAN y el Consejo de Cooperación del Golfo, a fin de que
mejoren sus capacidades para el “mantenimiento de la paz y la gestión de conflictos” y
fomentar en ellas “un enfoque más global de la seguridad regional” en torno a temas
como “la seguridad alimentaria, la salud global, la educación, el acceso a formas más
económicas y ecológicas de energía, el acceso a una justicia equitativa y eficiente, y
un esfuerzo concertado para promover la transparencia en todos los niveles y para
luchar contra el efecto corrosivo de la corrupción”.
Un cuarto grupo de acciones se enfoca en lograr una amplia cooperación
internacional para hacer frente a los nuevos retos y problemas globales “que no
pueden ser resueltos por una nación o un grupo de naciones”. Por ejemplo, el cambio
climático, que propone enfrentar con una “clara orientación científica”. La NSS 2010
dice que Estados Unidos buscará “forjar nuevas alianzas de energía limpia” y tratará
de “poner en práctica” el Acuerdo de Copenhague. “Nuestro objetivo es un esfuerzo
internacional eficaz y en el que todas las grandes economías se comprometan en
actividades nacionales ambiciosas para reducir sus emisiones, los países cumplan sus
compromisos de manera transparente, y movilizar el financiamiento necesario para
que los países en desarrollo puedan adaptarse al cambio climático, mitigar sus
impactos, conservar los bosques, e invertir en tecnologías de energías limpias”.
Otras áreas de atención son el “mantenimiento de la paz” y la resolución de los
“conflictos armados”. Sostiene que “ninguna nación puede ni debe asumir la carga de
la gestión o resolución de los conflictos armados del mundo”, por lo que “vamos a
hacer mayor hincapié en la disuasión y la prevención mediante la movilización de la
acción diplomática, y utilizar la asistencia para desarrollar los sectores de seguridad y
aumentar la capacidad de las naciones en situación de riesgo de reducir el atractivo
del extremismo violento”. “Sin embargo, cuando las fuerzas internacionales sean
necesarias para responder a las amenazas y mantener la paz, vamos a trabajar con
socios internacionales para garantizar que estén listos, capaces y dispuestos” y
también para “obtener apoyo de otros países para contribuir al sostenimiento de la paz
mundial y las operaciones de estabilidad”, a través de las Naciones Unidas o las
organizaciones regionales.
Otro de los “retos” son las “pandemias y enfermedades infecciosas” que
“trascienden las fronteras políticas”, por lo que contar con la “capacidad para
prevenirlas, detectarlas rápidamente y contener los brotes con potencial pandémico,
nunca ha sido tan importante”. Junto con trabajar para mejorar la capacidades
domésticas para hacer frente a estas amenazas, la NSS 2010 dice que “estamos
mejorando la colaboración internacional y el fortalecimiento de las instituciones
multilaterales con el fin de mejorar la vigilancia mundial y la capacidad de alerta
temprana a fin de adoptar rápidamente medidas de control y de contención contra la
amenaza” de una posible pandemia.
La delincuencia internacional y el crecimiento de las redes de tráfico ilícito son
otros de los problemas globales que plantean “importantes retos a la seguridad
nacional” de Estados Unidos y de sus aliados. La lucha contra ellas “requiere una
estrategia multidimensional que de garantías a los ciudadanos, rompa la fortaleza
financiera de las redes criminales y terroristas, altere las redes de tráfico ilícito, derrote
las organizaciones criminales transnacionales, fortalezca el Estado de Derecho,
refuerce el sistema judicial, y mejore transparencia”.
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Dentro de los “problemas globales” también menciona la protección de los
bienes globales comunes, el mar, el aire y el espacio. Estos espacios, “que existen
fuera de exclusiva jurisdicción nacional, son el tejido conectivo que rodea nuestro
planeta y del cual dependen la seguridad y la prosperidad de todas las naciones.
Estados Unidos continuará ayudando a proteger el acceso, promover la seguridad, y
asegurar el uso sostenible de los recursos en estos ámbitos”. “Muchos de estos
objetivos son igualmente aplicables al ciberespacio”. “Vamos a presionar para el
reconocimiento de las normas de comportamiento en el ciberespacio, y para garantizar
la protección de la libre circulación de información y nuestro acceso continuo”; “vamos
a seguir defendiendo nuestras redes digitales de la intrusión y la alteración perjudicial”.
III: La política del presidente Barack Obama hacia América Latina
América Latina no fue un tema relevante durante la campaña presidencial que llevó a
Barack Obama a la Casa Blanca. A modo de ejemplo de esta falta de presencia se
recuerda que tanto él como el republicano John McCain dedicaron poca atención a
Latinoamérica, al punto que en las páginas web de ambos candidatos aparecían sólo
breves menciones respecto de la región, y que en el primer debate presidencial
realizado el 26 de septiembre de 2008, la única vez que Obama mencionó a América
Latina fue en alusión a la creciente influencia de China en la región3.
A pesar de que no se conocieron referencias explícitas respecto de la política que el
candidato demócrata pensaba impulsar en las relaciones con América Latina, igual
surgieron expectativas respectos de los cambios que la Administración Obama podría
significar respecto de las políticas que había llevado adelante su antecesor, George W.
Bush, fundadas principalmente en algunas alusiones a la región hechas por Obama en
su calidad de Senador y algunas señales surgidas durante la campaña.
En marzo de 2007, el senador Obama habló en el Congreso con motivo del
viaje que el Presidente Bush hizo a Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México.
Destacó que este viaje se realizaba en un momento “histórico” por los “grandes
avances democráticos” que se habían producido en la región “durante las últimas dos
décadas, que vio la llegada al poder de gobiernos electos que abarcan todo el
espectro ideológico”. Desafortunadamente, agregó, estos avances coincidieron con un
período en que Estados Unidos perdió “prestigio e influencia” producto de “las políticas
y acciones equivocadas de la Administración Bush”. Si prestamos atención a los
cambios que se están produciendo en la región, “y respondemos a ellos de una
manera reflexiva y respetuosa, entonces podremos avanzar en nuestros muchos y
variados intereses nacionales que están en juego en las Américas”, sugirió. “Debemos
dedicar nuestro tiempo completo y nuestra atención respetuosa a las relaciones en el
hemisferio”. “Ayudar a la gente (de América Latina) a salir de la pobreza forma parte
de nuestros intereses y está de acuerdo con nuestros valores. Cuando la inestabilidad
se extiende (al sur de nuestras fronteras), nuestra seguridad e intereses económicos
están en riesgo. Cuando nuestros vecinos sufren, todos en las Américas sufren”. Por
eso, concluyó, “tenemos que restablecer las relaciones de Estados Unidos en el
hemisferio”. “Tenemos que mantener nuestro compromiso con la democracia, la
justicia social, y las oportunidades para nuestros vecinos del sur. El hemisferio
occidental es demasiado importante para nuestros principales intereses económicos y
3
Sandra Colombo e Ignacio Frechero, La Política exterior hacia América Latina de la
administración Obama y su impacto en la relación con Argentina, ponencia presentada en las
Jornadas del Área de Relaciones Internacionales de Flacso Argentina, “Las Relaciones
Internacionales: una disciplina en constante movimiento”, 1, 2, y 3 de octubre de 2009.
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de seguridad como para ser tratado con la negligencia y la mala gestión” con que lo
hizo la Administración Bush4.
Más específicas fueron sus referencias a Cuba. En un discurso de campaña en
Miami, en mayo de 2008, dijo que “no hay mejores embajadores para la libertad que
los cubano-estadounidenses”, y añadió que “es tiempo de permitir que los cubanoestadounidenses vean a sus madres y padres, sus hermanas y hermanos. Es tiempo
de permitir que el dinero cubano-estadounidense haga a sus familias menos
dependientes del régimen de Castro”5. Similares ideas expresó en una entrevista con
ABC News, donde además se mostró partidario de “abrir un diálogo directo con los
cubanos, sin ninguna condición previa”, pero dejando en claro que “a menos que se
libere a los presos políticos”, exista “libertad de prensa y otras medidas para
democratizar la isla, no vamos a levantar el embargo”. “Esto es de sentido común” y es
“el nuevo enfoque de la política exterior”, señaló6.
El estreno en sociedad del presidente Obama en su relacionamiento con las
naciones latinoamericanas tuvo lugar en la V Cumbre de las Américas que se celebró
en Trinidad y Tobago entre el 17 y el 19 de abril de 2009. Llegó a ella precedido por
algunas de las primeras medidas que adoptó como Presidente, las que fueron bien
recibidas en América Latina. Una fue su orden de cerrar la cuestionada cárcel de
Guantánamo, oficializada el 22 de enero de 2009, a dos días de asumir el gobierno.
Otra, la eliminación un par de días antes de viajar a Trinidad y Tobago de “todas las
restricciones” que impedían a los estadounidenses visitar Cuba y enviar remesas de
dinero, además de ordenar que se “emprendan acciones” para facilitar, por ejemplo,
“la entrega de recursos humanitarios enviados directamente al pueblo cubano” y los
“enlaces de comunicación celular y satelital con el pueblo de Cuba y de éste con el
exterior”. Dan Restrepo, asistente especial del presidente Obama y asesor para
asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional, dijo que con
estas medidas “el presidente está cumpliendo con lo que ha prometido en la
campaña”, y que las tomó “para extender la mano al pueblo cubano y no en respuesta
a las presuntas presiones de otros gobiernos”, en alusión a las voces que se
levantaban en la región en demanda de un cambio drástico en la política de Estados
Unidos hacia Cuba. Eso si, el embargo comercial se mantuvo inalterado7.
Estas medidas sin duda que sirvieron para mejorar el clima político con que lo
recibieron los mandatarios latinoamericanos y caribeños. Y sus palabras en la Cumbre
parecieron confirmar las expectativas: “Sé que las promesas de asociación no han
sido realizadas en el pasado, y esa confianza hay que ganarla con el tiempo. Si bien
Estados Unidos ha hecho mucho por promover la paz y la prosperidad en el
hemisferio, hemos estado a veces desconectados, y en ocasiones hemos tratado de
dictar nuestras condiciones. Pero les prometo a ustedes que estamos buscando una
asociación entre iguales. No hay socios superiores o inferiores en nuestras relaciones;
hay simplemente un compromiso basado en el respeto mutuo e intereses comunes y
valores compartidos. Así que estoy aquí para lanzar un nuevo capítulo de compromiso
que se mantendrá a lo largo de mi administración”8.
4
Statement of Senator Obama on Latin America, , 8 de marzo de 2007
Vanguardia, Le quita Obama ‘candados’ a Cuba, México, 14 de abril de 2009.
6
ABC News, Interview with Barack Obama, 20 de mayo de 2008.
7
El Universal, Obama facilita viajes y envío de remesas a Cuba, México, 13 de abril de 2009
8
Discurso del presidente Barack Obama en la sesión inaugural de la V Cumbre de las
Américas,
Trinidad
y
Tobago,
17
al
19
de
abril
de
2009.
http://www.trinidadandtobagonews.com/5summit/obama170409.html
5
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Al parecer, en Washington consideraban que esta Cumbre no era el escenario
ideal para el debut de Obama “en el polémico mundo de la política hemisférica, en la
que prácticamente no tenía ninguna experiencia”. Sin embargo, “fue un exitoso
comienzo”, aunque “no ofreció una gran visión o una dirección sustancial radicalmente
nueva de la política estadounidense hacia Latinoamérica”, según Peter Hakim. “Por
ejemplo, no intentó revivir la una vez predominante y ahora desvanecida visión de un
hemisferio económicamente integrado”. “Tampoco habló de la ‘comunidad de
democracias’ de América que en conjunto protegería y haría prosperar una
gobernanza democrática en la región”. “En lugar de esto, lo que Obama prometió fue
un cambio de estilo; básicamente un cambio de dirección hacia el multilateralismo y
hacia una cooperación mejorada, y nuevos esfuerzos para ajustar más estrechamente
las agendas políticas de Estados Unidos y Latinoamérica”. “Los líderes de
Latinoamérica, el Caribe y Canadá celebraron su compromiso de ‘buscar una
asociación de igualdad’ y acogieron con agrado su reconocimiento de que Estados
Unidos en ocasiones se ‘ha desentendido’ y ‘ha tratado de imponer sus condiciones’”.
Agregó que la mayoría percibió a Obama “como un soplo de esperanza después de 8
años de gestión del profundamente repudiado Presidente Bush”, lo que se tradujo en
un “cambio palpable en el ambiente de las relaciones entre Estados Unidos y
Latinoamérica. El nuevo Presidente se fue de Puerto España con la credibilidad
estadounidense en alto”9.
Sin embargo, de regreso a la Casa Blanca comenzaron a hacerse más
evidente las dificultades que enfrentaría Obama para darle curso al enfoque de su
política exterior hacia Latinoamérica basado, según Abraham Lowenthal, en “la
decisión de dejar de lado los anuncios rimbombantes y concentrarse en algunos temas
particulares, explorar un trato país por país que reconozca las particularidades
nacionales y abandonar la omnipresencia de la ‘lucha contra el terrorismo’ para
enfatizar temas como las migraciones, el narcotráfico y la energía. Que esta estrategia
se mantenga y profundice dependerá de la capacidad de Obama para enfrentar la
crisis económica, del ambiente internacional y del complejo juego de los grupos de
interés en Washington”10.
De estas tres condicionantes, la última hizo sentir sus efectos rápidamente. Las
pugnas entre demócratas y republicanos en el Congreso retrasaron en seis meses los
nombramientos de Arturo Valenzuela como el máximo responsable de la política hacia
Latinoamérica y de Tom Shannon como embajador en Brasil, dos cargos claves en
las políticas de Washington hacia la región. A esto se sumó el bloqueo republicano a
reformas sobre inmigración, “el problema político más peliagudo para México y la
mayoría de los países de Centroamérica y el Caribe”; las dificultades que demócratas
y sindicalistas pusieron a la aprobación de los acuerdos de libre comercio firmados
“con dos estrechos aliados, Colombia y Panamá”; el bloqueo que tanto demócratas
como republicanos hicieron a leyes destinadas a modificar la política respecto de
Cuba; y el escaso interés que ambos grupos han mostrado para “plantearse cambios
en la estrategia antidroga de Estados Unidos” Si ha esto se suma el “sobrecargado
programa político nacional e internacional” que ha debido enfrentar la Administración
Obama, se puede entender que haya “poco sitio para los asuntos latinoamericanos”,
afirma Peter Hakim 11.
9
Peter Hakim, Un decepcionante primer año: Obama y Latinoamérica, Foreign Affairs
Latinoamérica, 20 de enero de 2010.
10
Abraham Lowenthal, Obama y América Latina: ¿se podrá sostener el auspicioso comienzo?,
Nueva Sociedad, Nº 222, julio-agosto de 2009.
11
Peter Hakim, Obama y Latinoamérica: año II, Política Exterior, Nº 134, España, marzo-abril
de 2010.
21
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SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
En estas circunstancias, Obama tuvo que reaccionar ante dos acontecimientos
inesperados: el golpe de Estado en Honduras, ocurrido el 28 de junio de 2009, y el
terremoto de Haití, el 12 de enero de 2010. Ambos sucesos “no fueron menores,
debido a dos razones principalmente. En primer lugar, porque Honduras forma parte
del área geográfica de intereses estratégicos que ha tenido tradicionalmente los
Estados Unidos sobre América Central y el Caribe, donde, al menos desde finales del
siglo XIX, ha sido un espacio de híper-hegemonía norteamericana”. Respecto a Haití,
“porque la comunidad haitiana en Estados Unidos es considerablemente importante,
además de la dependencia económica que tiene la isla de la ayuda norteamericana”12.
El golpe de Estado en Honduras puso en evidencia las dificultades de la Casa
Blanca para ensayar respuestas distintas a las tradicionales. Salvo la votación en la
OEA en que todos sus integrantes aprobar suspender a Honduras como miembro del
organismo, no hubo mayores coincidencias entre Estados Unidos y los países
latinoamericanos para revertir el golpe, aislar a los golpistas y posibilitar el retorno del
Presidente Manuel Zelaya. Más bien lo que se vio fueron distanciamientos. Para
algunos analistas, “la administración Obama hizo todo lo posible para garantizar el
éxito del gobierno golpista, espantando a Brasil y a todos los demás que esperaban
algo diferente”13. Y cuando luego de varios meses de negociaciones y propuestas
fallidas, Washington decidió reconocer el triunfo de Porfirio Lobo en las elecciones del
29 de noviembre de 2009, “se encontró enfrentado a la mayoría de los gobiernos del
continente”14.
Con el conflicto en Honduras en pleno desarrollo, se abrió un nuevo flanco de
dificultades entre Washington y los países sudamericanos cuando a mediados de julio
se filtró a la prensa un nuevo acuerdo entre Estados Unidos y Colombia, que permitía
a tropas estadounidenses utilizar siete bases colombianas para luchar contra la droga
y la guerrilla. El acuerdo fue recibido con preocupación y sospecha en Sudamérica. La
entonces presidenta de Chile Michelle Bachelet lo consideró “inquietante” y el
presidente de Brasil Lula da Silva dijo que “no estoy contento con la idea de otra base
estadounidense en Colombia”. Los países de UNASUR se reunieron en Bariloche,
Argentina, a finales de agosto para tratar el problema y acordaron una declaración,
suscrita hasta por Colombia, reafirmando que “la presencia de fuerzas militares
extranjeras no puede, con sus medios y recursos vinculados a objetivos propios,
amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación sudamericana y en
consecuencia la paz y seguridad de la región”. “En otras palabras, los gobiernos
llegaron al acuerdo de que las fuerzas militares estadounidenses no podían usar estas
bases para operaciones militares fuera de Colombia, lo que fue el propósito declarado
o implícito según varios documentos del gobierno estadounidense”15.
Hacia finales de 2010, el segundo año del Presidente Obama en la Casa
Blanca, los balances tenían tintes negativos y apuntaban a que quedaban “muy pocas
de las expectativas iniciales de cambio en su política hacia América Latina y el Caribe
levantadas al inicio de su gobierno”. Las promesas iniciales “o han quedado por debajo
de lo esperado, o simplemente no se han cumplido”. La llamada “nueva alianza para
12
Constanza Mazzina y Facundo Cruz, La Política Exterior norteamericana en tiempos de
Obama: ¿Cambios o continuidades hacia América Latina?, Agenda Internacional, Nº 23,
Argentina, septiembre de 2010.
13
Mark Weisbrot, La política de Obama hacia América Latina: continuidad sin cambio, Center
for Economic and Policy Research, Washington D. C., mayo de 2011.
14
Peter Hakim, “Obama y Latinoamérica: año II…”, op. cit.
15
Mark Weisbrot, op. cit.
22
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las Américas” ni siquiera se recuerda, “los compromisos de campaña (…) parecen muy
alejados en el tiempo y la realidad”16. Una impresión similar expresó Roberto Russell
en entrevista con Foreign Policy: “El interesante y prometedor discurso de Obama en
la Cumbre de Trinidad y Tobago resultó tener poco o nada de sustancia”; volvió a
darse “un patrón bien conocido” de “prioridades externas y condicionamientos internos
–acentuados en este período por la carga de la crisis financiera doméstica- que
alejaron a los vecinos del sur del radar del presidente y del Departamento de Estado.
Además nada grave pasó en la región que le pudiera quitar el sueño a la Casa
Blanca17”.
Con este telón de fondo el presidente Obama anunció oficialmente en su State
of the Nation de enero de 2011 que visitaría Brasil, Chile y El Salvador entre el 19 y 23
de marzo. Roberto Russell sintetizó los argumentos que habrían llevado a seleccionar
a estos países diciendo que se eligió a Brasil “por lo que es como país y por lo que
promete como poder regional ascendente con proyección global”; a Chile “por ser un
modelo que Washington desea que sea imitado”; y a El Salvador “por ser visto como
una pieza fundamental de las políticas que se presentarán para América Central,
ligadas a la lucha contra la pobreza, el crimen organizado y el narcotráfico”. “La visita
tiene algo de recuperación de territorio y tiempo perdidos. Aunque nada será como era
antes. Hay actores extrarregionales que hoy tienen más peso y presencia en América
Latina y muchos países de la zona se muestran más autónomos y desarrollan vínculos
de todo tipo con el resto del mundo. El juego ha cambiado y todos han de acomodarse
a esta nueva situación, incluido, por supuesto, Washington. El Pacífico es cada vez
más importante, especialmente en materia económica, pero no del mismo modo para
toda la región. Lo será para la mayoría de los países de América del Sur, como para
Argentina, Brasil, Chile y Perú. Sin embargo, la Casa Blanca seguirá siendo por mucho
tiempo el eje económico y político de mayor significado para México, América Central
y el Caribe”18.
A la hora de los recuentos de lo que dejó esta primera gira latinoamericana de
Obama, para algunos internacionalistas se trató “de un gesto diplomático que no
acaba de convencer sobre la intención de Estados Unidos de darle un papel relevante
a América Latina dentro de su política exterior”, pero que reveló “matices interesantes
que muestran hacia dónde quiere Washington encaminar las relaciones” con la región.
Uno de estos matices estuvo dado por los países que eligió visitar. Otro, por los
“mensajes” que transmitió durante su gira: “queremos socios comerciales que
demanden nuestros productos y nos ayuden a revitalizar nuestra economía mediante
el aumento de las exportaciones y la generación de nuevos empleos”; “queremos ser
los principales compradores de sus materias primas, sobretodo de recursos
energéticos”; “queremos países estables y democráticos que sean fuertes
institucionalmente y nos ayuden a contener las amenazas que provienen del
narcotráfico, el crimen organizado, el terrorismo y la migración ilegal, para que no
traspasen nuestras fronteras ni afecten a nuestros ciudadanos”; “estamos dispuestos a
apoyarlos en esas tareas, sin embargo, no disponemos de muchos recursos, porque
tenemos compromisos prioritarios en otros lugares del mundo”, y finalmente,
16
Luis René Fernández Tabío, América Latina y el Caribe en la política de Obama 2011- 2012:
¿Continuidad, abandono y ascenso de la influencia conservadora?, Pensamiento Propio, Año
15, Nº 32, julio-diciembre de 2010.
17
Foreign Policy en español, El viaje de Obama a América Latina, marzo de 2011.
18
Ídem.
23
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“queremos aliados que compartan nuestra visión del mundo globalizado y respalden
nuestras políticas en los escenarios multilaterales”19.
Pero esta gira también reflejó que la región “aparece cada vez más vinculada a
la agenda global promovida por Estados Unidos, y de una manera menos marginal de
la que imaginamos”, ya que aquí también están presentes las “cuatro grandes
temáticas que se constituyen en asuntos centrales de la agenda internacional
estadounidense”. “El primer asunto es la necesidad de controlar los recursos
energéticos planetarios, particularmente los fósiles”, de los cuales Latinoamérica es un
proveedor importante. “El segundo es el deseo de crear un bloque comercial sólido en
el hemisferio”, donde el fracaso de la idea del ALCA o las dificultades para aprobar
acuerdos de libre comercio “no significan que Estados Unidos haya abandonado el
proyecto”. “El tercero es desarrollar una capacidad militar sin competencia, flexible y a
la medida de amenazas de diversa naturaleza, que respalde el proyecto de
globalización desde la perspectiva estadounidense”, ámbito en el que la presencia del
poderío militar estadounidense ya se expresa en “una serie de bases que se extienden
a lo largo del hemisferio”, en la “influencia sobre la organización, formación y
orientación de la mayor parte de los ejércitos latinoamericanos”, y en la “atención
especial a la región andina y más recientemente a México y Centroamérica en relación
con la amenaza de seguridad que implican el narcotráfico y el crimen organizado”. Por
último está el tema de la migración, en particular la latinoamericana, que “ha ido
ganando relevancia en la política externa e interna de Estados Unidos”, donde “las
constantes manifestaciones y demandas ciudadanas por una reforma migratoria
muestran hasta qué punto la población latina comienza a ganar peso e influencia en el
debate público doméstico20”.
Las perspectivas de que la gira de Obama por Latinoamérica produjera un
relanzamiento de la política de la Casa Blanca hacia la región sufrieron un nuevo golpe
al trascender a comienzos de mayo de 2011 que Arturo Valenzuela había tomado la
decisión de renunciar a su cargo de subsecretario de Estado Adjunto para el
Hemisferio Occidental, encargado de los asuntos latinoamericanos en el
Departamento de Estado. Luego de cinco de meses de interinato, a finales de
septiembre el presidente Obama nominó a su reemplazante, Roberta Jacobson, una
diplomática de carrera que ya había compartido responsabilidades en esa cartera al
ser la “número dos” durante la gestión de Valenzuela21.
IV: Las principales preocupaciones de seguridad de Estados Unidos en el
hemisferio
Aunque en lo que va del mandato de Obama no apreciemos un enfoque claro de
política hacia América Latina, la región no deja de estar vinculada a la agenda global
de Estados Unidos. Tampoco significa, como dice Joseph S. Tulchin, “que no haya
actividad a nivel ministerial con respecto a la región” en el Departamento de Estado,
en el Departamento de Seguridad nacional o en el Pentágono. En términos
estratégicos, el Pentágono se enfrenta en Latinoamérica “con una región en paz”; en
consecuencia, “en Washington el esfuerzo analítico se ha dedicado primordialmente a
pensar en amenazas o desafíos potenciales”, el primero de los cuáles fue el régimen
19
Diana Marcela Rojas, Obama en América Latina: en busca del tiempo perdido, Razón
Pública (revista digital), Colombia, 28 de marzo de 2011.
20
Ídem.
21
La Nación, Obama eligió a una mujer para América Latina, Argentina, 28 de septiembre de
2011.
24
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de Chávez. “La revisión de la forma de tratar con Venezuela se inició en la
administración Bush” y se requirieron “tres años de debate interno, que llegó hasta el
primer año de la administración Obama, para reconocer que Chávez no era una
amenaza; a lo sumo su gobierno representaba un desafío que requería una respuesta
diplomática”, que “no era trabajo del Pentágono”. Rebajado Chávez “de amenaza a
desafío, Estados Unidos no reconoce ninguna amenaza proveniente de la región”,
afirma Tulchin. Para el Departamento de Estado las amenazas más significativas son
“el tráfico de drogas y el crimen organizado”, problemas “que no se consideran
amenazas tradicionales de seguridad”. En consecuencia, su atención “se ha centrado
en la relación con México y en la forma de asegurar la frontera entre los dos países, y
en la nueva versión del Plan Colombia, a través del cual Estados Unidos ayuda al
gobierno colombiano a recuperar el control sobre su territorio nacional”. “El comercio,
otrora considerado como un asunto estratégico vital, ha quedado relegado a último
plano debido a la recesión” 22.
Una apreciación similar hace Abraham Lowenthal. Considera que “los países
de América Latina y el Caribe le importan a los Estados Unidos mucho menos de lo
que solían, desde que surgió el punto de vista de excluir la influencia extra
hemisférica, militar e ideológica. Hoy no hay escenarios creíbles, en los que la
seguridad militar de Estados Unidos esté seriamente amenazada en o desde América
Latina y el Caribe. Tampoco es hoy América Latina un posible blanco u origen del
terrorismo internacional dirigido a los Estados Unidos”. “América Latina no plantea
problemas de seguridad urgentes o inmediatos, ni ningún otro motivo de preocupación
inminente a la actual política exterior de los Estados Unidos. Pero los países
latinoamericanos – en especial los vecinos más cercanos a Estados Unidos, México,
América Central y el Caribe, así como Brasil, el país más grande e influyente de la
región – se han vuelto cada vez más importantes para los Estados Unidos y su futuro,
en términos del día a día y no en escenarios de crisis, sino de un modo que afectan de
manera importante y acumulativa a los Estados Unidos, sus ciudadanos y sus
intereses”. “Hoy en día, la formulación de políticas de Estados Unidos en relación a
América Latina, tiende a reflejar acciones y decisiones tomadas en otros escenarios
sin importar sus impactos en América latina, para concentrarse en cuestiones
prácticas de comercio, finanzas, inversiones, propiedad intelectual, migraciones,
gestión de las fronteras, control de narcóticos, y respuesta a desastres o a
enfermedades infecciosas; o involucrar a los latinoamericanos en la elaboración de
un amplio abordaje de problemáticas globales tales como el cambio climático, la
seguridad alimenticia, o la gobernanza mundial”23.
Lowenthal plantea que la “futura y previsible importancia” de América Latina
para los Estados Unidos proviene “fundamentalmente de cuatro fuentes”: Primero, del
“muy alto y creciente grado de interdependencia demográfica y económica” entre
Estados Unidos y sus vecinos más cercanos, que se expresa en la masiva inmigración
que llega desde México, Centroamérica, y el Caribe, y la creciente integración
económica con los países fronterizos. Segundo, por los roles que países
latinoamericanos y caribeños “desempeñan o podrían desempeñar en ayudar a
resolver (o empeorar) importantes problemas mundiales que Estados Unidos no puede
manejar exitosamente por si solo, y en los que una cooperación estrecha y sostenida
22
Joseph S. Tulchin, La política y los intereses de seguridad de Estados Unidos en América
Latina, Friedrich Ebert Stiftung, Programa de Cooperación en Seguridad Regional, Policy Paper
29, julio de 2010.
23
Abraham F. Lowenthal, América Latina en la Política Exterior de los Estados Unidos:
Políticas, Prioridades e Intereses Cambiantes, Plataforma Democrática, Working Paper Nº 5,
Brasil, julio de 2010.
25
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por parte de sus socios regionales es deseable o fundamental”. De manera
coincidente con la NSS 2010, menciona el cambio climático, “la salud pública, la lucha
contra la droga, el crimen organizado y las pandillas juveniles, la seguridad alimenticia,
la protección del ciberespacio, la reforma del comercio internacional y de los
regímenes financieros, poner freno a la proliferación nuclear y la lucha contra los
movimientos terroristas internacionales”. Tercero, la importancia que “unas pocas”
naciones latinoamericanas y caribeñas aun mantienen para la economía
norteamericana, importancia que “seguirá aumentando con la expansión de las clases
medias que generarán grandes mercados para las exportaciones de los Estados
Unidos, desde computadoras y teléfonos celulares hasta entretenimiento, comercios
minoristas e hipotecas”. Y cuarto, los “valores compartidos”, particularmente “los
derechos humanos fundamentales, incluyendo los derechos a la libre expresión y a la
participación irrestricta en el autogobierno”. “Siempre que una administración
norteamericana pierde de vista estos valores y su prominencia en las relaciones entre
los Estados Unidos y América Latina, el público norteamericano tiende a colocar
nuevamente el tema como prioritario en el orden del día de Washington, y cuando un
país latinoamericano o caribeño viola sistemáticamente la norma compartida, esto se
convierte generalmente en un factor que complica sus relaciones con los Estados
Unidos”24.
Estrategia de Comando 2018 del Comando Sur de las FF.AA. de Estados Unidos
En la construcción de la política exterior norteamericana, ya sea en su dimensión
global, regional o bilateral, lo mismo que en la definición de sus prioridades en materia
de seguridad nacional, intervienen diversos actores y agencias gubernamentales.
Entre ellos, el Pentágono y las propias Fuerzas Armadas.
En diciembre de 2008, el Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados
Unidos dio a conocer su Command Strategy 2018 (CS-2018), que contenía sus planes
estratégicos para los próximos diez años, planes que se mantienen vigentes. Allí se
establecieron las metas, los objetivos, los retos que se visualizaban a futuro y los
medios puestos a disposición del Comando Sur para alcanzar la “promesa” de un
“hemisferio mejor y más seguro” para el año 2018. La idea central en torno a la que se
construye esta estrategia es que “el Hemisferio Occidental es nuestra casa”. Debido a
su geografía, historia, cultura, demografía y economía, los Estados Unidos “está
relacionado con sus socios hemisféricos de manera sin igual” en el mundo. Sin
embargo, ésta relación va “mucho más allá de la proximidad física”, ya que el
hemisferio “está vinculado demográfica, económica, social, política, cultural, lingüística
y militarmente”. Y son estos vínculos los que “proporcionan la base para abordar los
desafíos comunes que afectan a la seguridad y la estabilidad de todas las naciones de
la región”25.
La CS-2018 considera que el potencial de un conflicto armado entre dos o más
naciones en la región “es relativamente baja y se espera que lo siga siendo hasta el
2018”, por lo que no abunda más en este tema y se centra en una serie de “otros retos
que amenazan la seguridad y estabilidad en el hemisferio”, como la pobreza y la
desigualdad, la corrupción, el terrorismo, el crimen organizado, el tráfico de drogas y
los desastres naturales. Su diagnóstico respecto de la pobreza y la desigualdad es que
son “problemas graves en todo el hemisferio”, que en muchos casos “crean las
condiciones de las que surgen los problemas de seguridad que amenazan las
democracias en América Latina y el Caribe”. En cuanto a la corrupción, afirma que
24
25
Ídem.
United States Southern Command, Command Strategy 2018. Diciembre de 2008.
26
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SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
“impide el imperio de la ley y crea inseguridad”, y para derrotarla serían necesarios
“instituciones gubernamentales fuertes”, organizadas a partir de “procesos políticos
transparentes” y con “líderes éticos” en todos los estamentos gubernamentales26.
La CS-2018 también identifica a la pobreza y falta de oportunidades como una
de las causas de la “creciente amenaza de las pandillas”, cuyas actividades, “al igual
que el terrorismo, trascienden las fronteras” y “crean problemas en todo el hemisferio
occidental”. Otro “desafío hemisférico” es el tráfico de drogas. “La demanda de drogas
en los Estados Unidos sigue siendo fuerte y crea incentivos” para estas actividades
ilegales. “La Cordillera de los Andes sigue siendo el único proveedor de cocaína del
mundo y un proveedor de la heroína que se consume en los Estados Unidos”. A su
vez, los narcotraficantes desarrollan constantemente “nuevas formas de prevenir la
interferencia con sus actividades” ilegales. “A medida que modificamos nuestras
tácticas, los productores y traficantes de drogas encuentran métodos innovadores para
producirla y desarrollan rutas alternativas para el tráfico”. “Los traficantes de drogas de
ayer son mucho más letales hoy, y esta tendencia se espera que continúe”27.
“El terrorismo y toda la gama de actividades delictivas” también encuentra un
“caldo de cultivo” en aquellas áreas “con menores niveles de inversión económica,
desarrollo y crecimiento”, sostiene la CS-2018. “La pobreza, la desigualdad, la
corrupción crean un ambiente donde los santuarios de las organizaciones terroristas
pueden crecer”. “Además, los grupos islámicos radicales están presentes en varias de
estas áreas en el hemisferio” y “existe la posibilidad de que los terroristas usen los
ambientes permisivos en el hemisferio occidental como puntos de lanzamiento de
ataques devastadores”. “Frente a los retos que representan las pandillas, las drogas y
las amenazas terroristas se requiere la aplicación de todos los instrumentos del poder
nacional”. “Estados Unidos debe alentar el trabajo interinstitucional y ayudar a la
creación de alianzas en toda la región con organizaciones intergubernamentales para
asegurar el éxito”. Alcanzar la promesa de un hemisferio mejor y más seguro
“dependerá de la creación de un entorno de seguridad hemisférica que sea inclusivo y
beneficioso para todos”, dice la CS-2018. Para ello, “debemos encontrar maneras de
enfocar la sabiduría colectiva de todos los socios para derrotar a los grupos que nos
impiden alcanzar nuestras metas”. “Los desafíos de seguridad en nuestro hemisferio
no son las tradicionales amenazas militares”, a menudo “involucran a actores estatales
y no estatales” y para enfrentarlos se requiere cooperación internacional y un “enfoque
interinstitucional”28.
En términos operativos, la CS- 2018 establece para el Comando Sur varias
metas generales con sus correspondientes objetivos específicos. La primera meta es
“garantizar la seguridad en el hemisferio occidental”. Fundamental para la defensa de
los Estados Unidos y “de nuestros socios” es “mantener nuestra capacidad para
operar en y desde” el espacio, las aguas internacionales, el aire y el ciberespacio, lo
que además “proporciona una influencia estabilizadora en todo el hemisferio”. Pero “no
podemos hacer esto solos”. Por ello, todas las tareas del Comando Sur “deben
centrarse en el desarrollo y fortalecimiento de alianzas duraderas (…) e inclusivas por
el bien de todos”. De manera más específica se plantea utilizar las reuniones
regionales y hemisféricas para “poner en práctica las directivas relacionadas con la
seguridad” y definir y comprender mejor de manera colectiva “las amenazas de
seguridad que afectan al Hemisferio Occidental”; “trabajar a través de los canales
político-militares y diplomáticos para mejorar la libertad de movimiento militar de
26
Ídem.
Ídem.
28
Ídem.
27
27
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SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
Estados Unidos en el hemisferio occidental”; “fortalecer las alianzas para derrotar al
terrorismo global, prevenir ataques terroristas, denegar refugio a organizaciones
terroristas, negarle áreas operativas a las organizaciones terroristas, y garantizar que
sus organizaciones no reciban legitimidad política en el hemisferio occidental”29.
La segunda meta es contribuir a “mejorar la estabilidad” en los países de la
región. El supuesto es que “entornos estables ayudan a reducir la amenaza del
extremismo”, aumentan la disposición para “apoyar la paz”, al tiempo que “fomentan la
inversión”. El Comando Sur se propone ser “parte de los esfuerzos interinstitucionales
para ir más allá de las tradicionales actividades de cooperación en seguridad, tales
como ejercicios combinados multinacionales, ayuda contra el narcotráfico y contactos
militares”. “El Comando Sur de Estados Unidos buscará activamente el apoyo
interinstitucional, de las entidades no gubernamentales e instituciones públicas y
privadas para mejorar la estabilidad regional”. De manera específica se propone como
objetivo “garantizar relaciones cooperativas” mediante el trabajo “con nuestros socios
en las acciones interinstitucionales del gobierno de los Estados Unidos para fortalecer
y formar alianzas estratégicas con las principales naciones de la región”; para
desarrollar “centros regionales de excelencia en los campos de búsqueda y rescate”,
“lucha contra el terrorismo, ayuda humanitaria, alivio de desastres, derechos humanos,
y planificación y capacitación con el fin de proporcionar educación, formación y
oportunidades de investigación”; y entregar apoyo “a nuestros países socios para que
se les permite adquirir artículos militares, servicios y capacitación en Estados Unidos”.
Un segundo objetivo es “mejorar la gestión de las consecuencias y capacidades de
respuesta” de las naciones del hemisferio ante desastres. Aquí se propone “aumentar
la frecuencia de los ejercicios humanitarios y mantener los fondos de asistencia
humanitaria”; “participar en los esfuerzos interinstitucionales para apoyar a las
asociaciones, organización no gubernamental y privadas para financiar mejoras de
infraestructura, asistencia humanitaria, y entrenamiento” para hacer frente a desastres;
“fomentar la participación de planificadores de las naciones socias (…) en ejercicios de
gestión de las consecuencias” de desastres; y “alentar a los países socios para
trabajar a nivel regional, compartir información”, mejorar la interoperabilidad a fin de
“compartir la carga de las respuesta a desastres y gestión de las consecuencias” que
conllevan los desastres30.
La tercera meta es “promover alianzas”, por cuanto considera que “la
seguridad hemisférica y la estabilidad en el 2018 requiere un esfuerzo de
colaboración, utilizando todos los instrumentos” y capacidades nacionales, incluyendo
“información diplomática, militar, económica, financiera, de inteligencia y legal”. Para
tener éxito en el futuro, agrega “también se requieren relaciones efectivas con las
agencias y organizaciones no gubernamentales. El efecto sinérgico de estos esfuerzos
garantizará la seguridad y mejorará la estabilidad de las naciones asociadas en todo el
hemisferio occidental”. “El Comando Sur busca colaborar en estos esfuerzos en apoyo
de socios interagenciales”. De manera especifica se buscará garantizar condiciones
favorables de seguridad para permitir el ejercicio de una soberanía efectiva de los
países de la región; ayudar a capacitar a los países de América Latina “en el área de
la seguridad interna con un enfoque en los derechos humanos y la democracia”;
buscar “oportunidades adicionales” en el área del Comando Sur que faciliten el acceso
ante contingencias y continuidad de operaciones; ayudar a los ejércitos nacionales
para desarrollar capacidades adicionales que aseguren una gobernanza eficaz de sus
territorios31.
29
Ídem.
Ídem.
31
Ídem.
30
28
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Otro objetivo es ayudar a garantizar la seguridad para el desarrollo de la
libertad política y económica, con respeto de los derechos humanos. Para conseguirlo
propone trabajar junto con otras agencias estadounidenses y “con los países socios en
el desarrollo de sus estrategias de seguridad nacional, para ayudar a comprender
mejor los vínculos entre todo su aparato de gobierno en lo que respecta a su
seguridad interna, soberanía y cooperación”; “continuar trabajando con los militares de
las naciones socias y las fuerzas de seguridad para inculcar los conceptos y valores
de la subordinación de las fuerzas de seguridad a las autoridades civiles, el respeto de
los derechos humanos y el imperio de la ley”; apoyar el aumento de cuotas para
América Latina y el Caribe en las escuelas militares y centros de formación de Estados
Unidos “con el fin de reconstruir la interacción y las relaciones con los futuros líderes
de nuestros países socios y ofrecerles una visión de primera mano de la vida en los
Estados Unidos”; y, en una dimensión más valórica, “como personal militar de una
nación democrática, seguir mostrando nuestro respeto hacia los gobiernos
representativos y continuar discutiendo y explicando en conferencias y eventos de
formación el papel de la subordinación militar a los líderes civiles elegidos32”.
México y el narcotráfico
La actividad de organizaciones criminales y narcotraficantes a través de la frontera con
México se encuentra entre las principales preocupaciones de seguridad de Estados
Unidos. También es una creciente preocupación en México. El presidente Felipe
Calderón, quien asumió su cargo en diciembre de 2006, le adjudicó al tema de la
seguridad y al combate al narcotráfico un carácter prioritario. Con este interés inició en
2006 conversaciones con el presidente George W. Bush, para desarrollar un esquema
de cooperación que le permitiera a México hacer frente a la inseguridad y al creciente
poderío de los cárteles del narcotráfico. El acuerdo alcanzado se anunció oficialmente
el 22 de octubre de 2007. Este nuevo pacto bilateral dio origen al programa de
cooperación llamado Iniciativa Mérida, que se planteó cuatro objetivos: 1) terminar con
el poder e impunidad de las organizaciones criminales; 2) fortalecer el control de la
frontera por aire, mar y tierra; 3) mejorar la capacidad de los sistemas de justicia de la
región y; 4) reducir las actividades de las pandillas asociadas al tráfico de drogas y
disminuir la demanda de éstas. Para cumplir estas metas, se establecieron programas
de cooperación, transferencia de tecnología, capacitación y profesionalización, así
como el intercambio de información de inteligencia, todo ello por un monto de 1,4
billones de dólares para tres años (2008-2010)33.
La puesta en práctica de la Iniciativa Mérida se entrabó por la gradualidad y
lentitud con que el legislativo estadounidense aprobó los fondos acordados. Había
disgusto entre los congresistas por el grado de secretismo con que los Ejecutivos de
México y Estados Unidos negociaron los paquetes de recursos, y peticiones para
incorporar al acuerdo de cooperación indicadores de éxito, mayor transparencia en el
uso de los recursos y respeto a los derechos humanos por parte del gobierno
mexicano. Para los funcionarios estadounidenses era fundamental aprobar los
recursos de la Iniciativa Mérida, dice Rodríguez Luna, “porque el gobierno de Felipe
Calderón mostró decisión y liderazgo para enfrentar al crimen organizado (…), inició la
reorganización de la Policía Federal, el despliegue del ejército, el enfrentamiento a los
problemas de corrupción e impunidad, además de la extradición de los principales
32
Ídem.
Armando Rodríguez Luna, El combate al crimen organizado y la iniciativa Mérida, en Raúl
Benítez Manaut (coordinador), Seguridad y Defensa en América del Norte: Nuevos dilemas
geopolíticos, Woodrow Wilson International Center for Scholars, abril de 2010.
33
29
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jefes de los cárteles de drogas”. Y también porque “los objetivos del programa de
cooperación involucran intereses de seguridad para Estados Unidos” 34.
La llegada del presidente Obama a la Casa Blanca significó nuevos énfasis en
la Iniciativa Mérida. En febrero de 2010 Obama solicitó al Congreso un nuevo paquete
de ayuda por 310 millones de dólares, lo que se percibió como un mensaje político de
la administración Obama acerca de su compromiso por mantener el apoyo a México
en su lucha contra el crimen organizado. También hubo cambios en la estrategia y
Estados Unidos “decidió fragmentar el enfoque regional de la Iniciativa Mérida”, señala
Rodríguez Luna. “En efecto, a partir de 2010 el Congreso creó un fondo específico con
83 millones de dólares para Centroamérica, denominándolo Central American
Regional Security Initiative. De igual forma sucedió con el Caribe, en donde se ubican
a Bahamas, República Dominicana, Haití y Jamaica como los países más vulnerables
al negocio del narcotráfico. A través de la renovada Caribbean Basin Security Initiative,
y con un fondo de 43 millones de dólares, se pretende fortalecer el diálogo en materia
de seguridad con el archipiélago caribeño. Con estas acciones, se espera que ambas
subregiones reciban mayor atención estadounidense para enfrentar las problemáticas
particulares que tienen”35.
En agosto de 2009 se reunieron en Guadalajara los presidentes Felipe
Calderón y Barack Obama para evaluar los avances de la Iniciativa Mérida. En mayo
de 2010 el Presidente Calderón visitó la Casa Blanca. En estos encuentros, y en las
periódicas reuniones bilaterales operativas y de alto nivel entre funcionarios de ambos
países, “se ha consolidado una visión estratégica e integral para los próximos años,
que asegura la continuidad de las acciones bilaterales que actualmente se están
desarrollando”, dice la declaración conjunta suscrita al término de la Segunda Reunión
del Grupo de Alto Nivel celebrada en México en marzo de 2010. Esta visión
compartida comprende “acciones en cuatro áreas estratégicas”:
a) “Desarticulación de la capacidad de las organizaciones delictivas que
actúan en ambos países, mediante el debilitamiento sistemático de sus redes,
estructuras y capacidades logísticas, operativas y financieras”;
b) “Apoyo mutuo para la adecuación continua del marco para la seguridad y
justicia y el fortalecimiento de las instituciones públicas de ambos países
responsables del combate a la delincuencia organizada, incluyendo la
promoción de la plena observancia de los derechos humanos y de la
participación activa de la sociedad civil”;
c) “Desarrollo de una frontera segura y competitiva para el siglo XXI, basada en
un enfoque bilateral e integral, que fortalezca nuestra competitividad global al
facilitar el flujo legítimo de mercancías y personas mientras procura la
seguridad de los ciudadanos e interrumpe los flujos de drogas, armas, dinero
en efectivo y otras mercancías ilegales”;
d) “Fortalecimiento de la cohesión social de las comunidades de los dos países,
favoreciendo el desarrollo integral de los individuos. Ello incluye apoyar los
esfuerzos para atender las causas de raíz del crimen y la violencia, promover la
cultura de la legalidad, reducir el uso de drogas ilícitas, promover una mayor
percepción de los vínculos entre el uso de drogas, el crimen y la violencia, y
cerrar el flujo de posibles asociados a los carteles al promover alternativas
legales y constructivas para la gente joven”36.
34
Ídem.
Ídem.
36
Segunda Reunión del Grupo de Alto Nivel, Declaración Conjunta sobre Cooperación Bilateral
contra la Delincuencia Organizada Transnacional, 23 de marzo de 2010, México, D.F.,
35
30
Nº 6
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
Estrategia Nacional Antinarcóticos para la Frontera Suroeste 2011
A comienzos de julio de 2011 la Casa Blanca presentó una nueva versión de su
Estrategia Nacional Antinarcóticos para la Frontera Suroeste, que actualizó la anterior
que databa de 2009. Gil Kerlikowske, director de la Oficina de Política Nacional de
Control de Drogas de la Casa Blanca, explicó que esta Estrategia es el resultado de un
“amplio proceso de consulta”, que incluyó visitas y reuniones con autoridades de
localidades fronterizas de Estados Unidos y México “a fin de garantizar una completa
coordinación” con los congresistas, autoridades estaduales, locales y tribales de
Estados Unidos, así como el gobierno de México, y al mismo tiempo “un componente
clave de nuestra respuesta a la amenaza a lo largo de la frontera”37.
El diagnóstico a que pretende dar respuesta esta Estrategia es que “el tráfico
ilícito a través de la frontera suroeste continúa siendo una amenaza crónica” para
Estados Unidos y una de sus “prioridades máximas” de seguridad nacional. Afirma que
“las organizaciones criminales transnacionales en México dominan la cadena de
suministro de drogas ilegales”, tienen “la propiedad de los cargamentos de droga
después de su salida de América del Sur” y supervisan “su transporte y distribución al
mercado” en todo Estados Unidos. “Se estima que aproximadamente el 90% de la
cocaína que se destina a los mercados de Estados Unidos transita por el corredor de
México/Centroamérica”. “México es la principal fuente de marihuana y metanfetamina
destinada a los mercados de Estados Unidos y es también una fuente y país de
tránsito para la heroína”. Los narcotraficantes “con sede en México dominan el
comercio de drogas de los Estados Unidos no sólo en las zonas fronterizas”, también
“en gran parte de la Nación”. Estas organizaciones también controlarían los flujos de
dinero producto de la comercialización de la droga en Estados Unidos y el tráfico ilegal
de armas38.
Frente a este cuadro de amenazas “a lo largo de ambos lados de la frontera
suroeste”, la Administración Obama estaría respondiendo “de varias maneras”. En
agosto de 2010 el presidente Obama firmó la Ley de Seguridad Fronteriza del
Suroeste, que incluyó fondos suplementarios por 600 millones de dólares para mejorar
la protección en frontera, y el despliegue temporal de hasta un máximo de 1.200
efectivos de la Guardia Nacional en las áreas fronterizas para apoyar el trabajo de las
demás agencias gubernamentales. A su vez, el Departamento de Seguridad Nacional
“está trabajando para coordinar mejor” los esfuerzos de los distintos departamento
gubernamentales, esfuerzos que “son apoyados por nuestra asociación continua con
México a través de la Iniciativa Mérida”. También se da cuenta de la incorporación de
tecnología “sin precedentes” al combate contra el narcotráfico, como aviones Predator
no tripulados, que entregan una cobertura a lo largo de toda la frontera entre California
y el Golfo de México; se están mejorando los sistemas de comunicaciones tácticas; se
adicionaron dos nuevas bases de operaciones de avanzada para mejorar la
coordinación de las actividades de seguridad en la frontera; la Patrulla Fronteriza
“aumentó sus agentes, de aproximadamente 10.000 en 2004 a más de 20.700 en la
actualidad”; la DEA destinó cerca del 29% de sus “agentes nacionales” a la frontera
suroeste; y el servicio Inmigración y Aduanas (ICE) “aumentó sus agentes federales en
la frontera de 3.034 en el año fiscal 2008 a aproximadamente 3.300 en el año fiscal
2010”. Esto se ha reflejado en un aumento en los dos últimos años fiscales, respecto
de similar período anterior, de las incautaciones de dinero ilegal (108 millones de
37
White House, Office of National Drug Control Policy, National Southwest Border
Counternarcotics Strategy. Julio 2011.
38
Ídem.
31
Nº 6
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
dólares, un 60% más) y de drogas (7,7 millones de libras de drogas, un 30% más). El
Departamento de Justicia también muestra un número récord de extradiciones desde
México: 107 en 2009 frente a 12 en 2000. Además, a capacitado a más de 5.400
fiscales e investigadores mexicanos39.
Ahora, la Estrategia antinarcóticos 2011 se ha fijado “objetivos actualizados y
acciones que respondan a los nuevos desafíos y amenazas”, estructurados en torno a
una meta estratégica central y diez objetivos estratégicos específicos. La meta
estratégica plantea “reducir sustancialmente el flujo de drogas ilícitas”, “las ganancias”
que produce droga, y los “instrumentos asociados” a la violencia a través de la frontera
con México. Los objetivos específicos, con detalles de las acciones de apoyo
establecidos para cada uno de ellos, se abordan en diez capítulos independientes. El
capítulo 1 describe los esfuerzos “para mejorar las capacidades y el intercambio de
información de inteligencia y los procesos asociados” en la frontera del sudoeste. Los
capítulos 2 y 3 se centran en los esfuerzos para prevenir el contrabando “en y entre los
puertos de entrada (POE)”. El capítulo 4 “analiza los medios aéreos y marinos
utilizados en los esfuerzos de interdicción”. El capítulo 5 describe las medidas
prioritarias necesarias para apoyar las investigaciones y los enjuiciamientos orientadas
a “desarticular y desmantelar las organizaciones narcotraficantes que operan a lo largo
de la frontera sudoeste”. El capítulo 6 abarca los esfuerzos para “combatir el lavado y
contrabando de dinero a través de la frontera” con México. En el capítulo 7 se
describen las medidas para combatir el tráfico ilegal de armas desde Estados Unidos
hacia México. El capítulo 8 se refiere a proporcionar mejores capacidades tecnológicas
para la investigación y la interdicción del contrabando de narcóticos a través de la
frontera con México. El capítulo 9 adiciona un tema nuevo a la Estrategia antidrogas:
realizar esfuerzos centrados en desarrollar en las áreas fronterizas de ambos países
“comunidades fuertes y resistentes la actividad criminal” del narcotráfico, “promover
estilos de vida saludables” y fomentar “relaciones más fuertes entre las
organizaciones, agencias e individuos de ambos lados de la frontera”. El capítulo 10
está dedicado a la “cooperación con México”, a cómo vincular la Estrategia
antinarcóticos 2011 con la “asociación establecida con el gobierno de México”,
“basándose en la cooperación actual” e integrando “los esfuerzos en marcha” a través
de la Iniciativa Mérida40.
“Cooperación con México”.
La Estrategia antinarcóticos 2011 afirma en su capítulo 10 que la relación MéxicoEstados Unidos “nunca ha sido más fuerte que en la actualidad, y sigue mejorando”.
La Iniciativa Mérida “pone de relieve el compromiso de ambos gobiernos para mejorar
la vida de los ciudadanos de ambos países”, mediante el trabajo “en una amplia gama
de temas y en el contexto de confianza mutua y responsabilidad compartida”. “Ambos
gobiernos buscan desarticular y desmantelar las redes criminales que trafican drogas
hacia los Estados Unidos y armas ilegales e ingresos ilícitos hacia México con el fin de
garantizar la seguridad y el bienestar de los mexicanos y estadounidenses por igual”.
“Detener el flujo de armas de fuego y dinero en efectivo hacia México es un
componente importante de una estrategia más amplia”, orientada a “proteger nuestras
fronteras de las organizaciones criminales que utilizan esos recursos para el
contrabando, el tráfico y para cometer actos de violencia”41.
39
Ídem.
Ídem.
41
Ídem.
40
32
Nº 6
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
De manera específica se detallan tres “Acciones de Apoyo” destinadas a
“ampliar los actuales esfuerzos bilaterales para detener el flujo de drogas, dinero y
armas a través de nuestra frontera compartida” con México. La primera está enfocada
en “profundizar la cooperación local”. Esta ya existe a nivel de estados y ciudades
fronterizas, “pero puede ser mejorada a través de medios adicionales” que aumenten
la coordinación. En el futuro, “cada vez más” la ayuda y el apoyo técnico será
“entregado directamente por las agencias del orden público” (law enforcement
agencies) estadounidenses “a sus pares mexicanos, a nivel federal, estatal y local, en
áreas como la profesionalización de la policía y la reforma de la administración
penitenciaria”. “Esto complementará los cambios aprobados por el Congreso mexicano
para reestructurar las fuerzas de policía locales y estatales”. Estados Unidos también
promoverá la asistencia a los esfuerzos de largo plazo que buscan “el fomento de una
‘cultura de la legalidad’, que ahora forma parte de los planes de estudio” a nivel
escolar y que también “se enseña a los oficiales de la policía en los estados
fronterizos, lo que contribuye a la formación de una democracia estable, equitativa y
segura en México”42.
La segunda acción buscará reforzar las capacidades e iniciativas de
capacitación para fortalecer las agencias e instituciones mexicanas. El “énfasis futuro”
de la asistencia gubernamental de Estados Unidos estará puesto cada vez más en la
capacitación y otras formas de creación de instituciones. Esta capacitación será
prestada directamente por “personal en servicio activo” de las “agencias del orden
público” estadounidenses, “el que será capaz de compartir las mejores prácticas y los
procedimientos operativos estándar” de sus agencias “con sus pares mexicanos”. Ella
incluirá actividades como: “soluciones tecnológicas a problemas básicos de
interdicción, incluso de forma remota, para detectar túneles de contrabando” o
“detección norte-sur de tráfico de armas y dinero en efectivo” hecho de forma que
“minimice la interrupción al comercio lícito y los viajes”; “técnicas de extracción de
datos”; inspecciones utilizando equipo no intrusivo y equipos de perros, manejados “de
manera más eficiente para hacer estas inspecciones más efectivas y disminuir las
interrupciones al tráfico lícito”; “controles internos y otros mecanismos de lucha contra
la corrupción”; derechos humanos y mantención del orden en las comunidades; y “las
lecciones aprendidas en la reducción de la demanda”43.
Otro de los énfasis de la “asistencia futura” estará puesto en apoyar las
reformas que México haga en sistema de justicia nacional, “a través de actividades
como la capacitación de los administradores de tribunales, jueces, fiscales, policía y
otros actores en el sistema”. Se ampliarán los esfuerzos actuales para fomentar el uso
de resoluciones alternativas de controversias “como medio para aumentar el acceso
público a la justicia y reducir la congestión en el sistema judicial”. Se ayudará a México
para que refuerce las fuerzas policiales “por debajo del nivel federal”, en paralelo a la
reestructuración de sus fuerzas policiales a nivel nacional. Estados Unidos también
“entregará asistencia para ayudar a ampliar el alcance de instituciones mexicanas
críticas”, como el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE), que ha sido
incapaz de responder positivamente a todas las solicitudes de capacitación recibidas
desde el Estado mexicano y de las oficinas federales para ayudarles en la transición
“desde un sistema inquisitivo a uno acusatorio”44.
La tercera acción está enfocada en “ampliar los mecanismos bilaterales
existentes y crear otros nuevos” que “ayuden a avanzar en esta estrategia”. En estos
42
Ídem.
Ídem.
44
Ídem.
43
33
Nº 6
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
mecanismos de cooperación bilateral se incluyen: “La inteligencia y el intercambio de
información para mejorar la focalización de las amenazas en la frontera (drogas,
dinero en efectivo, armas, la trata de personas, etc.)”; la “coordinación operativa” para
aprovechar “un mayor impacto de los esfuerzos de interdicción a ambos lados de la
frontera”; la cooperación bilateral aérea “para apoyar las operaciones de interdicción
aérea de cada uno de los países”; estacionamiento en México de enlaces de las
agencias del orden público de Estados Unidos “para mejorar la inmediatez de la
coordinación” con las autoridades locales y estatales mexicanas; cooperación judicial
con México para mejorar las capacidades de sus fiscales, tribunales, jueces y otros
actores y “apoyar la transición” de su sistema de justicia “hacia el sistema acusatorio”;
apoyo a los esfuerzos que hace México “para erradicar la corrupción que acarrea el
tráfico de drogas y sus delitos conexos”; y los “procedimientos operativos para la
coordinación de los esfuerzos de interdicción marítima45”.
Al finalizar, afirma que “ambos países se comprometen a realizar el pleno
potencial de estos mecanismos en todos los niveles de gobierno”. Como un ejemplo
de este compromiso menciona que la apertura de la Oficina de Implementación
Bilateral en agosto de 2010 en Ciudad de México es una expresión de esta
cooperación, en el que funcionarios de ambos gobiernos “están trabajando todos los
días, lado a lado, para ejecutar los proyectos de la Iniciativa Mérida con la mayor
rapidez posible46”.
V: La asistencia militar y de defensa de Estados Unidos en la región
La ayuda militar y policial entregada por Estados Unidos a los países latinoamericanos
y caribeños ha sido un componente histórico en las relaciones hemisféricas. Según
cifras recopiladas por los investigadores del proyecto Just the Facts47, en los últimos
cinco años los totales ha superado los 1.000 millones de dólares, con un máximo de
1.458 millones de dólares en 2009, último presupuesto de la era Bush y el primero que
le tocó administrar al presidente Obama. En los años siguientes se produjo una
importante baja, hasta llegar a 1.044 millones de dólares en 2011. Al momento de
explicar las razones de esta disminución, las hipótesis que hablan de que esto sería
una expresión del “alejamiento” de la Administración Obama de América Latina
quedan desvirtuadas cuando las cifras se desagregan y se saca a México y Colombia,
los principales receptores de la asistencia militar y policial estadounidense. Como
vemos en el cuadro 1, la ayuda entregada al resto de los países sube en 2011
respecto de 2010, mientras la enviada a Colombia y México disminuyen producto de
ajustes en los planes o porque, como en el caso de México, en 2010 se completó la
trasferencia del equipamiento más caro, como aviones y helicópteros48.
La característica que sí permanece y se acrecienta es el marcado énfasis que
tiene esta ayuda en los programas enfocados en el combate al narcotráfico, como
puede verse en el cuadro 2. En 2007 y 2008 la ayuda destinada a programas
antinarcóticos y control de drogas fue poco más de tres veces al equivalente dirigido a
45
Ídem.
Ídem.
47
Just de Facts es un proyecto conjunto del Center for International Policy, Latin America
Working Group Education Fund, y la Washington Office on Latin America,
48
Lisa Haugaard, Adam Isacson, George Withers, Abigail Poe, Joy Olson, Lucila Santos y Colin
Smit, Esperando el cambio: Tendencias de la asistencia en seguridad de Estados Unidos para
América Latina y el Caribe, publicación conjunta del Centro para las Políticas Internacionales,
el Grupo de Trabajo sobre Asuntos Latinoamericanos, y la Oficina en Washington para Asuntos
Latinoamericano, mayo de 2010,
46
34
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SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
otros programas, relación que sube a poco más de cuatro veces en 2009, baja a 2
veces en 2001 y experimenta una violenta subida a seis veces en 2011.
Esta concentración de la asistencia estadounidense en el tema del combate al
narcotráfico también se expresa a nivel de países, como lo podemos ver en el cuadro
3. De nuevo, los primeros lugares los ocupan Colombia y México, países donde se
desarrollan batallas y combates abiertos entre las mafias narcotraficantes y las fuerzas
gubernamentales, seguidos bastante lejos por Perú y Bolivia. Además, el peso que
este énfasis tiene en la política norteamericana podría explicar que tanto Bolivia como
Ecuador continúen como destinatarios de esta ayuda, a pesar de la abierta hostilidad
que han evidenciado hacia Washington.
Cuadro 1
Ayuda militar y policial de Estados Unidos a América Latina y el Caribe
Principales países receptores - Todos los programas
En dólares nominales
País
2007
2008
2009
2010
2011
Colombia
619.484.593
402.104.615
439.025.261
433.288.480
343.708.480
México
56.046.844
437.011.270
422.804.999
450.599.999
185.665.999
Región del Caribe
114.232.000
122.333.000
154.853.000
85.244.000
131.639.000
Región
del
76.137.596
115.004.000
112.439.000
77.874.000
79.970.000
Hemisferio
Occidental
Perú
65.110.953
43.391.262
84.830.341
65.056.285
53.597.285
Región
de
2.225.000
51.825.000
52.912.000
50.350.000
Centroamérica
Ecuador
31.788.949
27.780.131
33.317.540
17.445.618
19.288.618
Bolivia
37.293.624
27.844.589
22.639.640
22.765.690
19.289.690
Antillas Holandesas
18.539.000
19.460.000
25.550.000
25.677.000
21.286.000
Haití
16.151.650
11.991.800
20.660.941
22.916.570
20.428.570
Chile
68.316.093
4.469.506
19.040.419
4.683.519
4.992.519
Guatemala
17.786.738
6.278.274
5.195.069
17.911.039
27.296.039
Honduras
11.499.889
12.850.309
7.839.873
6.720.679
9.807.679
El Salvador
10.721.385
10.338.596
8.485.482
7.016.042
12.332.042
Bahamas
13.091.188
13.475.450
10.285.549
6.915.765
3.998.765
Panamá
13.711.661
6.440.585
4.338.271
5.632.271
9.747.271
República
5.286.392
8.408.931
3.521.825
14.668.801
10.015.801
Dominicana
Nicaragua
10.438.805
4.807.983
7.052.324
3.120.324
5.284.324
Belize
2.777.770
4.846.580
3.012.905
6.520.810
10.522.810
Otros países
29.276.933
28.943.636
24.754.388
25.872.148
25.550.148
TOTAL
1.219.297.683 1.307.780.517 1.458.613.247 1.352.791.090 1.044.721.090
TOTAL,
543.766.246
468.664.632
596.782.987
468.902.611
515.346.611
EXCLUIDOS
COLOMBIA
Y
MEXICO
Fuente: Just the Facts,
35
Nº 6
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Cuadro 2
Ayuda militar y policial de Estados Unidos a América Latina y el Caribe
En dólares nominales
Programas
2007
2008
2009
2010
2011
International Narcotics 566.772.000 615.970.500 703.981.000 457.714.000 445.634.000
Control
and
Law
Enforcement
Section 1004 Counter- 394.903.000 405.624.000 484.330.000 461.612.000 455.257.000
Drug Assistance
Otros programas
257.622.683
286.186.017
270.302.247
433.465.090
143.830.090
TOTAL
1.219.297.683 1.307.780.517 1.458.613.247 1.352.791.090 1.044.721.090
Fuente: Just the Facts,
Cuadro 3
Ayuda militar y policial de Estados Unidos a América Latina y el Caribe
International Narcotics Control and Law Enforcement Program
En dólares nominales
Países
2007
2008
2009
2010
2011
Colombia
386.869.000 223.124.500 228.089.000 194.750.000 180.350.000
México
36.678.000 292.298.000 343.500.000 89.500.000 98.000.000
Perú
56.000.000 31.296.000 31.414.000 40.000.000 30.900.000
Región
América
2.225.000
51.825.000 52.912.000 50.350.000
Central
Bolivia
35.000.000 25.423.000 21.884.000 20.000.000 15.800.000
Haití
14.850.000 10.727.000 16.750.000 21.107.000 18.490.000
Región del Caribe
10.607.000 27.906.000
Región
del
2.200.000 18.148.000
3.600.000 10.588.000
8.000.000
Hemisferio
Occidental
Ecuador
8.900.000
6.112.000
6.129.000
4.500.000
6.348.000
Guatemala
13.000.000
2.472.000
7.500.000
8.300.000
Otros países
11.050.000
6.370.000
1.065.000
6.250.000
1.190.000
TOTAL
566.772.000 615.970.500 703.981.000 457.714.000 445.634.000
Fuente: Just the Facts,
A partir de estos elementos algunos observadores plantean que al momento de
fijar y asignar los montos de esta ayuda Estados Unidos toma en cuenta el
componente de la represión armada en la guerra contra el narcotráfico y también
“cierta cercanía ideológica” con Washington49. Esto explicaría porqué Colombia recibió
el doble y el triple que Perú en los años 2010 y 2011, pese a que las superficies
plantadas de coca en ambos países se estiman en magnitudes similares. Más aun, la
ayuda a Colombia se mantuvo prácticamente estable en los últimos cinco años, en
tanto la entregada a Perú presenta notorias disminuciones pese a ser considerado el
mayor productor y exportador de cocaína del orbe.
Es probable que en el futuro inmediato se acrecienten en Estados Unidos las
presiones para disminuir secciones, rubros o ítems de la asistencia y ayuda militar y
policial al exterior, producto de las necesidades y presiones para reducir gastos a fin
49
Carlos Maldonado, Dispar Ayuda Militar y Policial de Estados Unidos a América Latina,
Atenea digital, España 18 noviembre de 2010.
36
Nº 6
LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
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de disminuir el enorme déficit fiscal que enfrenta ese país. De producirse recortes, sin
duda que los países latinoamericanos se verán afectados. En 2011 ya fuimos testigos
de dos momentos, mayo y agosto, donde la Administración Obama se vio enfrentada a
duras negociaciones con la oposición republicana en el Congreso a fin de conseguir
una ampliación de los límites al endeudamiento fiscal y sortear así la alternativa de
entrar en cesación de pagos.
VI: Estados Unidos y la presencia de actores extra-regionales en el hemisferio
Para comprender los intereses norteamericanos en América Latina hoy, dice Abraham
Lowenthal, hay que tener en cuenta que las actitudes estadounidenses “respecto a la
presencia e influencia en las Américas de poderes extra hemisféricos son (o al menos
deberían ser) muy diferentes a lo que han sido históricamente”. “En épocas pasadas,
los creadores de las políticas norteamericanas daban prioridad absoluta a excluir o
minimizar la presencia de poderes extra hemisféricos en las Américas, así como a
prevenir el surgimiento o mantenimiento en el poder de movimientos políticos
asociados o potencialmente asociados con tales poderes, en especial la izquierda
política durante los años de la Guerra Fría”. Es cierto que persiste una “influencia
inercial de mentalidades anticuadas” en algunos sectores políticos y medios
estadounidenses, que “retornan a conceptos y lenguaje de la Guerra Fría,
sustituyendo ‘comunismo’ por ‘terrorismo’, poniendo énfasis en las ‘amenazas’ de Irán,
China y Rusia; o hablando oscuramente de ‘giro a la izquierda’ o de ‘marea rosa’ en
América Latina. Pero estos comentarios están más destinados a sacar ventajas
políticas nacionales que a reflejar preocupaciones acerca de la política exterior
actual”50.
Una opinión similar esboza J. Tulchin respecto de la “amenaza potencial” que
representan China, Rusia e Irán para Estados Unidos. Después de una discusión “de
casi dos años”, dice, la conclusión fue que “por el momento ninguna de estas naciones
representa una amenaza a la seguridad ni de Estados Unidos ni de la región. El único
desafío a largo plazo es la posible influencia de China a través de sus inversiones en
materias primas y su comercio, que van en rápida expansión”. “La ironía aquí –añadees que los propios países latinoamericanos no parecen sentir que las inversiones
chinas, ni siquiera los enclaves de inversión con mano de obra y fuerzas de seguridad
importadas de China, representen una amenaza ni para su soberanía ni para su
seguridad”. La interrogante “que tiene que planteárseles a estos países es por qué el
comportamiento chino, tan similar al de los inversionistas británicos y estadounidenses
del siglo XX, debería considerarse intachable, mientras que el patrón histórico de
inversión extranjera británica y estadounidense sigue siendo considerado imperialista y
denigrante para la soberanía nacional” 51.
Y hay quien considera que la mayor presencia que hoy vemos de China, Rusia
e Irán “en una región históricamente considerada como de injerencia exclusiva de los
Estados Unidos”, no debe verso sólo “como una reacción ante las políticas intrusivas
de Washington en sus respectivas zonas de influencia” sino que también como
producto “del escaso interés” que recibió América Latina durante los ocho años de la
administración Bush52.
50
Abraham F. Lowenthal. “América Latina en la Política Exterior de los EE.UU.….”, op. cit.
J. Tulchin, “La política y los intereses de seguridad…”, op. cit.
52
Paulo Botta, Irán en América Latina: Desde Venezuela hacia Brasil, Agora Internacional, Año
4, Nº 9, Argentina, septiembre de 2009.
51
37
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SUS IMPLICANCIAS REGIONALES Boris Yopo Herrera
China
La académica estadounidense Bárbara Stalling señaló en un seminario realizado en
Santiago en diciembre de 2010 que en Estados Unidos no hay una sola opinión
respecto de la relación entre China y América Latina. En su opinión, “se puede hablar
de tres interpretaciones, una positiva, una negativa y una tercera que tiene de las dos”.
Ejemplificó la “visión positiva” en lo dijo en una entrevista en agosto de 2010 el
entonces secretario de Estado Adjunto para América Latina, Arturo Valenzuela:
“Encontramos muy bienvenida la nueva presencia de China en América Latina, con su
comercio y su inversión. Estos ayudan a fortalecer la economía de la región, lo que es
bueno para Estados Unidos. No es una preocupación ni mucho menos una
amenaza”53.
Una expresión de la “versión negativa” es la de E. Evans Ellis, quien postula
que no es necesario esperar a que se instalen en América Latina tropas y bases
chinas “para concluir que una mayor presencia china en la región tiene enormes
consecuencias para la seguridad nacional de Estados Unidos”. Estima que “la
presencia china en América Latina refleja una importante erosión en el poder relativo y
la posición geopolítica de los Estados Unidos”, y que “la dinámica y las posibles
consecuencias de estas tendencias van desde el daño económico a los Estados
Unidos a la posibilidad de crisis importantes que, si se gestionan mal, pueden provocar
un conflicto directo entre Estados Unidos y China en este hemisferio”54.
Para ilustrar la tercera interpretación, Bárbara Stalling recordó la
comparecencia ante un comité del Congreso estadounidense de un integrante del
Diálogo Interamericano, donde “empezó preguntando si la presencia de China en
América Latina era una amenaza en el corto y largo plazo. Esta pregunta, dijo, no tiene
una respuesta simple. Siguió diciendo que, por el momento, China no quiere tener
problemas con Estados Unidos en América Latina, porque sus intereses en la relación
que mantiene con Estados Unidos son demasiado importantes. Por su parte, Estados
Unidos ha apoyado la presencia de China como observador en la OEA y como
miembro del BID. Las tensiones bilaterales podrían aumentar, añadió, pero es
igualmente posible que China pueda jugar un rol en crear una región más próspera y
más integrada globalmente. Finalmente, agrego que Estados Unidos mira con alguna
preocupación las relaciones chinas con Venezuela y Cuba. Es decir, que no se puede
hablar de América Latina como un todo, hay que ver subregiones y países para tener
una respuesta de cómo sería el futuro” 55.
“El mundo ha estado cambiando y el nuevo rol de China es uno de los cambios
más importantes”, concluyó Stalling. “Esto es verdad en América Latina como en el
resto del mundo. Por las relaciones históricas y geográficas que existen entre Estados
Unidos y América Latina, China, al igual que Japón o Europa, tiene que tomar en
cuenta las opiniones de Estados Unidos cuando emprenda actividades en la región.
Sin embargo, esto no es tan fácil de llevar a cabo porque no hay una sola opinión en
53
Bárbara Stalling, Ahora el interés está centrado en otro triángulo, Estados Unidos, China y
América Latina, en Fernando Reyes Matta (comp.), Chile-China 40 años: ¿Qué nos trae el
futuro?, Universidad Andrés Bello – Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China, Chile,
junio de 2011.
54
R. Evan Ellis, U.S. National Security Implications of Chinese in Latin America, Strategic
Studies Institute, junio 2005
55
Bárbara Stalling, op. cit.
38
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Estados Unidos sobre este o cualquier otro tema. Esta variación es muy importante
que la entendamos”56.
La perspectiva económica y comercial con que se mira la irrupción de China en
América Latina está avalada por las cifras. Según estadísticas del ministerio chino de
Comercio, en el año 2001 el comercio entre China y América Latina giró en torno a los
15.000 millones de dólares; en el año 2010 superó los 183.000 millones de dólares, lo
que significó un crecimiento anual promedio del 28%. Al término de la primera década
del siglo XXI, China se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil y Chile y
el segundo de Argentina, Costa Rica y Cuba. “Las relaciones con China en la década
pasada le han permitido a muchas naciones latinoamericanas lograr no solamente un
crecimiento económico acelerado, sino también una diversificación de sus relaciones
comerciales, permitiéndoles alejarse de Estados Unidos, una meta que la región ha
perseguido por largo tiempo para disminuir la influencia de ese país”, dijo David R.
Mares, director del Centro para los Estudios de Iberia y América Latina de la
Universidad de California San Diego, en una entrevista con la agencia Xinhua57.
La idea de que el mercado chino pueda ser visto por los países
latinoamericanos como un “contrapeso estratégico” para la histórica dependencia
comercial y política de la región con los Estados Unidos también ya la había
expresado Nelson Cunningham, quien se desempeñó como asesor especial del
Presidente Bill Clinton para Asuntos del Hemisferio Occidental, en un seminario
organizado por el Woodrow Wilson International Center for Scholars. En esa ocasión
también consideró que la relación entre China y América Latina seguirá siendo
estrictamente comercial, pero recomendó que Estados Unidos estuviera atento a la
posibilidad de que el aumento de los lazos comerciales se pueda transformar en
alianzas políticas. Agregó que la existencia de economías fuertes también están en el
interés de los Estados Unidos, independientemente de si se construyen o no sobre la
base del comercio con China58. Una mirada similar tiene Abraham Lowenthal: “el
intercambio comercial de China con muchos países latinoamericanos fortalece las
economías de estos países, ampliando de esta manera su potencial como mercados
para los productos de los EE.UU.”59
Irán
Los acercamientos de Irán hacia América Latina se acrecentaron a partir de la
segunda presidencia de Mohamed Jatamí (2001-2005). Los primeros nexos fueron con
el presidente Hugo Chávez, con quien hubo coincidencia en la retórica anti
norteamericana. “De la mano de Chávez, Irán se acercó a Cuba, a Bolivia, a
Nicaragua y a Ecuador”, en un proceso en que ambos ganaron, ya que “Irán encontró
nuevos amigos en el sistema internacional para tratar de paliar su aislamiento y
Venezuela pudo codearse con uno de los países con mejores credenciales
antinorteamericanas para alimentar su agresividad discursiva hacia Washington”,
sostiene Paulo Botta60.
56
Ídem.
Zhang Yuanpei, China y América Latina: De cálido apretón de manos a efusivo abrazo,
spanish. news.cn/, 3 de octubre de 2011.
58
Cynthia J. Arnson y Jeffrey Davidow (Editores), China, Latin America, and the United States:
The New Triangle, Woodrow Wilson International Center for Scholars, Latin American Program,
enero 2011.
59
Abraham F. Lowenthal, “América Latina en la Política Exterior…”, op. cit.
60
Paulo Botta, op. cit. El presidente Ahmadineyad ha afirmado que “mientras los países
occidentales trataban de aislar internacionalmente a Irán, nosotros fuimos hacia el ‘patio
57
39
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LA NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL DE ESTADOS UNIDOS:
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Parece haber consenso en que las relaciones entre Irán y varios países de
América Latina son impulsadas por una combinación de factores que incluyen, de
ambos lados, interés por tener una mayor independencia económica, un compartido
antinorteamericanismo, algunos rasgos ideológicos y el deseo, “especialmente
evidente en el caso de Brasil”, de querer jugar un papel más importante en el
escenario mundial, afirmar la independencia de su política exterior, y la diversificación
de los socios internacionales más allá de los Estados Unidos61. Otros analistas
también comparten la opinión de que, desde el lado iraní, este acercamiento obedece
más al deseo de romper el aislamiento internacional y las presiones de EE.UU., buscar
legitimidad para sus planes nucleares, convertirse en una “piedra en el zapato” de
Estados Unidos en la región y demostrarle que si están presente en los países
fronterizos de Irán ellos también pueden actuar cerca de los Estados Unidos, pero sin
que este protagonismo represente necesariamente una amenaza real para la
seguridad norteamericana62.
En opinión de Abraham Lowenthal, los esfuerzos de Irán por establecer
vínculos con Venezuela, Brasil, Bolivia, Argentina, y potencialmente otros países
latinoamericanos “es el más significativo interés extra continental actual de la política
de Estados Unidos” en la región, “fundamentalmente porque los Estados Unidos e
Irán parecen estar en un claro rumbo de colisión, y por lo tanto se puede esperar que
Irán utilice su presencia en las Américas para causarle problemas a los Estados
Unidos”. Agrega que en Estados Unidos “las opiniones difieren acerca de la urgencia y
la magnitud de esta inquietud; las agencias de inteligencia que han sido acusadas de
preparar los peores escenarios del caso centran su atención en los presuntos vínculos
de Irán con Hezbollah, Hamas y otros grupos islámicos, mientras que el
Departamento de Estado y el Pentágono están algo menos preocupados”63.
Si no están preocupados, al menos están “incómodos”, apunta Paulo Botta. Es
lo que se desprende de las respuesta que dio el general Douglas Fraser en junio de
2009 ante el Comité del Senado que debía confirmarlo en su cargo de nuevo jefe del
Comando Sur de las FF.AA. estadounidenses, al ser consultado por las razones de
este acercamiento de Irán a América Latina: “Yo también estoy preocupado por la
intromisión de Irán en América Latina. Irán es un estado que apoya al terrorismo. Irán
ha incrementado sus esfuerzos diplomáticos en la región y ha iniciado relaciones
comerciales con muchos de esos países. Pienso que el objetivo de Irán es tratar de
disminuir la influencia de los Estados Unidos en la región así como el de apoyar a
aquellos estados que tienen un mensaje ideológico antinorteamericano. La mayoría de
los países de la región parecen dar la bienvenida a Irán como un potencial socio
económico. Por ejemplo, el Presidente Ahmadineyad ha realizado varios viajes a
Venezuela y ha habido inversiones multimillonarias entre estos dos países en los
últimos años”. Pero al ser consultado acerca de una posible vinculación de Irán con el
traficó de drogas, otra de las prioridades de seguridad nacional estadounidense,
trasero’ de los Estados Unidos. Mi discurso más antinorteamericano fue hecho en Nicaragua.
El incrementar las relaciones con América Latina fue una movida muy inteligente”.
61
Cynthia Arnson, Haleh Esfandiari y Adam Stubits (Editores), Iran in Latin America. Threat or
Axis of Annoyance, Woodrow Wilson Center, Reports on the Americas N°23, 7 de Julio de
2011.
62
Brian Fonseca, Relaciones en expansión: Irán y América Latina, Florida International
University, 20 de febrero de 2008; Frédéric Mass, Irán, América Latina y Colombia, Ministerio
de Relaciones Exteriores de Colombia, Documentos de Trabajo.
63
Abraham F. Lowenthal, “América Latina en la Política Exterior…”, op. cit.
40
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Fraser fue claro al descartarlo: “No creo que haya ninguna relación directa entre Irán y
el tráfico de drogas en los países del área del SOUTHCOM”64.
Las reales preocupaciones del gobierno del presidente Obama respecto de la
presencia de Irán en América Latina, como también sus dudas e interrogantes,
salieron a la luz pública cuando en el sitio WikiLeaks apareció publicado un cable
calificado como “Secreto/No para extranjeros”, del 23 de enero de 20009, firmado
“Clinton”, destinado a todas las embajadas de Estados Unidos en América Latina y el
Caribe, en que se formulaban 20 grupos de preguntas de variada índole, pero todas
dirigidas a realizar una exhaustiva recopilación de datos y antecedentes que pudieran
dar cuenta de las reales “intenciones estratégicas de Teherán”. Además, este cable
confirmó lo que muchos analistas internacionales venían sosteniendo –algunas de
cuyas opiniones hemos mencionado más arriba- al señalar en su introducción que
“analistas en Washington estiman que Teherán se acerca a los países de América
Latina para reducir su aislamiento diplomático y fortalecer sus lazos con países
izquierdistas en la región que Teherán cree pueden compartir su agenda anti Estados
Unidos. El presidente Ahmadinejad parece ser el impulsor de esta política, y ha
recibido ayuda personal del presidente de Venezuela Hugo Chávez” 65.
La amplitud de las inquietudes del Departamento de Estado respecto de la
presencia de Irán en América Latina, y su carencia de información específica, se
hacen evidentes si miramos algunas de las preguntas que en ese cable se le pide
responder a los “observadores de Irán”, a la oficina de la presencia regional de Irán
(Irán Regional Presence Office) y a los “puestos” en América Latina: “Más allá de la
política iraní de apertura y mejora de sus relaciones diplomáticas y económicas en la
región, falta información acerca de las intenciones estratégicas de Teherán. ¿Cuál es
el objetivo último de Irán en su acercamiento a América Latina? ¿Qué tan importante
es América Latina para la política externa de Irán? ¿Se está convirtiendo Irán en una
pieza regional clave en América Latina? ¿Aspira Irán a convertirse en una pieza
regional clave? ¿Qué nivel cree Irán haber alcanzado en el desarrollo de sus
relaciones con la región? ¿En concreto, qué países, grupos o individuos ve Irán como
facilitadores en la región? ¿En qué países parece Irán enfocar sus esfuerzos
diplomáticos para realizar acercamientos políticos, económicos y diplomáticos en
América Latina y hacia dónde planea expandirlos? ¿Qué asuntos locales, políticos,
económicos o sociales podrían impactar en su acercamiento a América Latina? ¿Tiene
Teherán alguna intención de usar la región como una plataforma para potenciales
ataques terroristas, sea directamente o a través de subrogados? ¿Hay personas
cercanas al gobierno iraní preparando planes de contingencia para crear redes para
potenciales actividades terroristas más adelante? ¿Si es así, que clase de
actividades? ¿Comparten Teherán y Hizballah objetivos militares comunes en la
región? ¿De qué manera trabajan, conjuntamente/independientemente? ¿Cuáles, si
existen, son las intenciones y posibilidades de Irán para fortalecer los objetivos de
Hizballah en la América Latina? ¿Están tratando los funcionarios iraníes alcanzar
territorio de Estados Unidos o empresas privadas a través de América Latina? ¿En
qué medida están Irán y sus aliados cooperando en contra de los Estados Unidos?
¿De qué manera Irán ha sido capaz de fomentar mayor antiamericanismo en la
región? ¿Qué actividades encubiertas de Irán han sido identificadas en la región? ¿En
qué medida parecen Irán y América Latina compartir información de inteligencia?
¿Está Irán apoyando actividades terroristas en América Latina? ¿Es responsable de
apoyar o entrenar ilegalmente grupos armados en Colombia u otro país? ¿Está Irán
64
65
Paulo Botta, op. cit.
Una versión completa del cable “(C) IRANIAN OUTREACH TO LATIN AMERICA”, en
41
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facilitando ayuda letal a sus aliados o trabajando para establecer una una nueva
infraestructura terrorista en la región?”66
La denuncia hecha por el gobierno norteamericano la segunda semana de
octubre de 2011 acerca de un presunto complot en que estarían involucrados
ciudadanos de nacionalidad iraníes y narcotraficantes del cartel mexicano de los
Zetas, para asesinar al embajador de Arabia Saudita en Washington, Adel Al-Jubeir, y
también para atentar contra intereses israelíes en Buenos Aires, parecieron dar
sustento a las inquietudes estadounidenses respecto de la presencia de Irán en el
hemisferio y reavivaron las denuncias en el Congreso, incluso entre legisladores
demócratas67.
“Nada será como era antes” después de esta denuncia, sostiene Pascual
Albanese, vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico de Argentina. “Más
allá del inevitable debate acerca de su verosimilitud (…), configura el punto de partida
de una ofensiva de carácter global, cuyo despliegue habrá de tener repercusiones en
todas partes, incluyendo también América Latina”. Opina que el presunto
involucramiento de Los Zetas en la conspiración “supone un dato de singular
importancia para el porvenir de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina.
Hasta ahora, la CIA y la DEA habían alertado siempre sobre la asociación entre los
carteles del narcotráfico y algunos grupos guerrilleros latinoamericanos” y a lo sumo
“la diplomacia norteamericana había deslizado sospechas acerca de actividades
extrañas de militantes de Hezbollah en la Triple Frontera. Ahora, la pesquisa
norteamericana apunta contra una conexión directa entre el narcotráfico y un Estado
extranjero que pretendería cometer actos terroristas en EEUU. Este cambio en la
naturaleza del problema no puede menos que incentivar la presencia de los
organismos de inteligencia estadounidense en los países latinoamericanos”. Por otra
parte, “la focalización norteamericana en la búsqueda del aislamiento de Irán, tanto en
el plano político como económico, también afectará a América Latina. No sólo los
países del ‘eje bolivariano’ cultivan su amistad con el régimen de Teherán. En el
terreno de los negocios, no político, ello también sucede con Brasil y con la
Argentina”68.
Rusia
Si bien la actual presencia de Rusia en América Latina no tiene la carga ideológica ni
se enmarca en la disputa por la supremacía mundial de la época de la Unión Soviética
o de la Guerra Fría, “no podría sostenerse que la diplomacia rusa actúe ex nihilo” en
la región., asegura Iván Witker. “Por lo tanto, independientemente de que el motor de
66
Ídem.
Albio Sires, legislador demócrata por Nueva Jersey, sugirió que México revalúe sus
relaciones con Irán. “Cuando viene un país extranjero a tu país (México) a reclutar a unas
personas que están destruyendo tu país. pues yo creo que deben recalcular exactamente cuál
es la relación que deben tener con Irán. Nada bueno puede salir de eso”. Howard Berman, el
demócrata de mayor rango en el comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de
Representantes, opinó que de ser cierta la denuncia, “eso significaría una escalada” de la
hostilidad iraní contra Estados Unidos. La presidenta del comité legislativo, Ileana RosLehtinen, sostuvo que “Irán quiere tener una plataforma para sus actividades terroristas en toda
América Latina”. “Este complot solamente se podría hacer con el consentimiento del gobierno
iraní, porque estamos hablando de movimiento de fondos, de grandes cantidades y nadie en
Irán puede hacer esa transferencia” sin la anuencia del gobierno. Prensa Libre, EE. UU. intenta
frenar influencia de Irán en América Latina, Guatemala, 13 de octubre de 2011.
68
Pascual Albanese, Estados Unidos, Irán y el Narcoterrorismo, El Tribuno, Argentina, 15 de
octubre de 2011.
67
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su accionar externo ya no sea la ideología, América Latina le es conocida; aquí tiene
un camino recorrido, con marcas indelebles”. “A tierras soviéticas peregrinaron, en el
peak de su popularidad, líderes regionales como Guevara, Allende y Fidel Castro”. Y
aunque “el ímpetu ideológico de los años 60 y 70 (…) ya se evaporó, es innegable el
interés de algunos países de la región (…), en singularizarse mediante discursos que
regurgitan la vie passé de la URSS y políticas exteriores receptivas al nuevo
despliegue ruso, en tanto bandera antiestadounidense con carga histórica genuina y
susceptible de despertar viejos temores”69.
Sin duda que el componente político está presente, pero parece que ahora los
intereses son primordialmente comerciales, en un continente que durante muchas
décadas fue un mercado prácticamente inaccesible para las ventas comerciales y de
armamento ruso. Así, su acercamiento a los países de la región “tiene más que ver
con los intentos rusos de demostrar que quieren ser tomados en cuenta en los
escenarios internacionales (fundamentalmente respecto a otros asuntos), que con la
presentación de cualquier desafío directo hacia los Estados Unidos o sus intereses en
el Hemisferio Occidental”, afirma Abraham Lowenthal70.
A finales de 2008, el periodista y analista internacional uruguayo José Luis
Martínez sostenía que “América Latina representa para Moscú un teatro de
operaciones disuasivas que contrabalancea el Gran Juego por recuperar sus espacios
de poder ocupados por Estados Unidos en el ex espacio soviético”. Y recordó lo dicho
en Moscú por el entonces portavoz de la cancillería rusa, Alexei Sazonov, de que ellos
regresaban a América Latina “y regresamos para siempre”, “con un tono que sonó
como de advertencia”71.
José Higuera, periodista y cientista político, opina que “no es bueno dejarse llevar por
fantasías o teorías conspirativas”. También estima que en el caso de las ventas de
material militar ruso a países latinoamericanos, estas son “esencialmente
transacciones comerciales, donde los fabricantes rusos proveen equipo que es
adecuado a las necesidades y la disponibilidad financiera de sus clientes
iberoamericanos. Lo mismo aplica a las inversiones y la participación tecnológica de
Rusia en el campo energético en la región, tanto en lo referido a la extracción de
petróleo en Venezuela como al desarrollo nuclear en Argentina. Como las inversiones
estadounidenses o europeas en esos campos, no revisten peligro o amenaza”72.
Una opinión oficial y más reciente surge de las declaraciones que el embajador
de Rusia en Bolivia, Leomid Golubev, hizo a la prensa en abril de 2010. Afirmó que
Rusia no tiene como meta “competir con los Estados Unidos” en América Latina, que
sólo quieren “ocupar nuestro lugar propio, sin menoscabar los intereses de otros
países, porque aquí no sólo los Estados Unidos trabajan activamente, sino China,
Japón y la Unión Europea. Parece que podemos caber todos”. Agregó que al igual que
Estados Unidos, “nosotros somos grandes potencias. Siempre hay que buscar el
terreno para cooperar en América Latina. Está la lucha contra el narcotráfico, contra el
69
Iván Witker, Actores extrarregionales en escenarios complejos: Rusia como nuevo actor
hemisférico, Ponencia presentada en la Conferencia Subregional de Defensa y Seguridad
(SRC), “Retos a la Seguridad y Defensa en un Ámbito Político Complejo: Perspectivas para la
Cooperación y Divergencia en Suramérica”, Cartagena de Indias, julio 2009.
70
Abraham F. Lowenthal, “América Latina en la Política Exterior…”. op. cit.
71
José Luis Martínez, Rusia llegó a América Latina para quedarse, Foro para una democracia
segura, 10 de diciembre de 2008.
72
José Higuera, Las exportaciones militares rusas a América Latina, America Economía, 14 de
mayo de 2010.
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crimen organizado y contra el terrorismo. Podemos cooperar si tenemos la voluntad
para buscar lo común en otras materias”73.
La idea de que Rusia pudiera avanzar en su política de “ocupar espacios” más
allá de lo diplomático y de las transacciones comerciales, incluyan o no armamentos,
encuentra asidero si se tiene en cuenta que a mediados de 2008 el secretario del
Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, Nikolay Patruscev, en una reunión que
sostuvo con la entonces ministra de Defensa de Argentina, Nilda Garré, le manifestó el
interés de su país por incorporarse como observador en el Consejo de Defensa de
UNASUR y en la Asociación Latinoamericana de Centros de Entrenamiento para
Operaciones de Paz (ALCOPAZ)74.
VII: La emergencia de Brasil como actor global y la reacción de Estados Unidos
Brasil es el país más grande de América del Sur en tamaño geográfico, población y
economía. Es el cuarto país de mayor superficie del planeta, es el quinto país más
poblado y se encamina a ser la quinta economía del mundo. Estos son los
antecedentes que avalan su ubicación entre las nuevas potencias emergentes y que lo
encaminan a convertirse en un actor internacional con capacidad para influir en la
definición de los temas globales.
A lo largo de las últimas décadas “Brasil ha incrementado su presencia en el
sistema internacional y ha ganado prestigio como actor multilateral”, afirma Wolf
Grabendorff. La razón “reside principalmente en el papel asumido por Brasil como
poder anti-statu quo en el orden jerárquico internacional. En efecto, desde la fundación
de la ONU, entre cuyos miembros iniciales se encontraba Brasil, el país hizo oír su voz
contra los intentos de fraguar una constelación inamovible de reparto de poder en el
sistema internacional. El orden mundial derivado de la Segunda Guerra Mundial quedó
reflejado –y aún lo está- en los organismos multilaterales, como el Consejo de
Seguridad. Brasil nunca se cansó de promover la necesidad de construir un orden
mundial más equitativo, con una mayor participación de los países del Sur en la toma
de decisiones”. Esto se ha expresado en múltiples esfuerzos diplomáticos, entre los
que Grabendorff menciona como ejemplo “la llamada iniciativa G-4, que reunía a
Alemania, Brasil, la India y Japón, para lograr una reforma del Consejo de Seguridad,
con su inclusión como miembro permanente en representación de América Latina”; y
la decisión del presidente Lula “de convocar a la India y Sudáfrica a conformar el
Grupo IBSA, con el fin de promover una intensiva cooperación tricontinental que
funcione como contrapeso a la política unilateral de Estados Unidos”. “Todo esto
forzosamente tenía que repercutir en las relaciones de Brasil con Estados Unidos”, y
aunque “todos los presidentes brasileños han logrado mantener los vínculos con
Estados Unidos libres de conflicto, su propósito ha sido mostrarse como el país más
relevante del Sur en el hemisferio occidental y, por lo tanto, con aspiraciones a ser
tratado con el debido respeto por parte de Estados Unidos A pesar del reconocimiento
estadounidense, el hecho de que hasta ahora no se le haya otorgado el rango que
Brasil cree merecer ha contribuido en parte a la intensa actividad internacional
desarrollada por el país” 75.
73
Erbol – periódico digital, América Latina no es patio trasero sólo para Estados Unidos,
Bolivia, 28 de abril de 2010.
74
El Universal, Rusia solicita participar en UNASUR como observador, Venezuela, 16 de
octubre de 2008.
75
Wolf Grabendorff, Brasil: de coloso regional a potencia global, Nueva Sociedad, Nº 226,
marzo-abril de 2010.
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El internacionalista Carlos Federico Domínguez Ávila califica de “ejemplar,
constructiva y sofisticada” la política exterior desplegada por Brasil en este período.
“Se trata de la política externa de una potencia media con inclinaciones pacíficas,
cooperativas y en gran medida solidarias, aunque naturalmente eficaz en la promoción
de sus múltiples intereses nacionales. Más aún, Brasil es una potencia media que
ofrece a sus vecinos –próximos y distantes- una serie de bienes públicos de gran
relevancia y en gran medida insustituibles, entre otros: valores, mediaciones creíbles,
moderación de conductas, etc. En términos resumidos se trata de la inserción
internacional de una potencia media que tradicionalmente ha favorecido el diálogo, la
integración, el respeto por el derecho internacional, y un enfoque grociano de la
política internacional. Algo, sin duda, muy importante, sobre todo en un contexto global
tan conturbado como el predominante en la primera década del siglo XXI”. En cuanto a
sus relaciones con Estados Unidos, considera que Washington ha tenido una
“ambigua reacción”, especialmente durante la Administración Bush, “frente a las
pretensiones brasileñas”. “Ciertamente Washington aprecia la capacidad moderadora
o estabilizadora de Brasil en América del Sur, especialmente ante cierta iniciativas” de
la Venezuela chavista; también “ha reconocido contribuciones brasileñas en el campo
de la seguridad energética” y, “en general, Brasil es percibido con un socio
norteamericano, a pesar de importantes divergencias especialmente en el campo
comercial”. Sin embargo, “la diplomacia estadounidense no parece dispuesta a
reconocer la preponderancia brasileña a costas de sus propios intereses hegemónicos
en la región sudamericana. En otras palabras, el gobierno de los Estados Unidos tiene
sus propios interlocutores económicos, políticos y de seguridad, y no parece dispuesto
a prescindir de ellos” 76.
Según Abraham Lowenthal, en los círculos políticos estadounidenses “Brasil
es visto como un país crecientemente exitoso e influyente”. Pero subraya que
últimamente también han tenido “algunos remarcables desacuerdos”, como el relativo
a “las sanciones a Irán del 2010”. “Han tenido diferentes perspectivas sobre cómo
manejar el embrollo hondureño, cuando Brasilia interpretó la disposición de
Washington a aceptar como legítimo el resultado de las elecciones llevadas a cabo por
el régimen de facto de Micheletti, como la aceptación de un golpe militar. Brasil
también efectuó planteos acerca del acuerdo entre Estados Unidos y Colombia para la
construcción de una base militar, si bien para el 2010 habían resuelto estas diferencias
lo suficiente como para alcanzar un nuevo acuerdo de seguridad mutua, por primera
vez en décadas”77. Agrega que “las diferencias son naturales entre países grandes con
diversos y complejos intereses, en los que la política exterior de ambos lados es
inevitablemente afectada por conflictivos intereses políticos internos. y por disputas
económicas triviales. También es comprensible que estas diferencias sean a veces
magnificadas por presunciones o resentimientos que reflejan mentalidades antiguas.
En esta etapa, el desafío fundamental para las relaciones entre Estados Unidos y
76
Carlos Federico Domínguez Ávila, América Latina y la recomposición geopolítica
intrarregional en los primeros años del siglo XXI, en Grace Jaramillo (Comp.), “Los nuevos
enfoques de la integración: más allá del nuevo regionalismo”, Flacso, Ecuador, 2008.
77
Este acuerdo lo firmaron en Washington el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert
Gates, y el ministro de Defensa de Brasil, Nelson Jobim. A diferencia del suscrito entre Estados
Unidos y Colombia, este no contempla la construcción ni el uso de bases militares en Brasil por
tropas estadounidenses. Jobim explico que este acuerdo “es una repetición de acuerdos que
Brasil tiene con diferentes países, con los que tenemos colaboraciones y con la garantía (en el
caso estadounidense) de que el acuerdo no representa absolutamente nada contrario al
espíritu de los principios de las Cartas de Naciones Unidas y de la OEA para el respeto de la
soberanía, la no intervención en asuntos internos y el respeto de los territorios”. Jornada, Firma
Estados Unidos nuevo acuerdo de cooperación militar con Brasil, México, 13 de abril de 2010.
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Brasil, a pesar de las diferencias e historia, es la construcción de una mayor sinergia
respecto a las principales cuestiones mundiales: el fortalecimiento de los regímenes de
comercio, finanzas e inversión, desarrollo e implementación de medidas para afrontar
el cambio climático; prevención y respuesta a pandemias; impedir la proliferación
nuclear; reforma de los acuerdos de gobernanza internacional”78.
En julio de 2011 el Council on Foreign Relations publicó un reporte de un grupo
de trabajo independiente convocado para examinar las relaciones entre Estados
Unidos y Brasil. Su diagnóstico es que ambos países tienen muchos intereses
comunes, pero también que en algunas ocasiones sus políticas exteriores han sido
divergentes, ya sea en relación con América Latina, con el Medio Oriente, o en
materias de política comercial y monetaria; que ambos países también están
“profundizando la conectividad con terceros países”, no sólo a nivel diplomático y
político sino también a través de sus sectores privados y sociedades civiles; y que
además “son muy similares en muchos aspectos”: ambos son multiétnicos y
multirraciales, ricos en recursos naturales, gobernados por democracias relativamente
jóvenes y “con una tendencia a una visión excepcionalista de sus historias”79.
El reporte agrega que a pesar de estas afinidades, las relaciones entre Estados
Unidos y Brasil se han caracterizado por algunas “percepciones erróneas y
malentendidos”, como en el reciente conflicto sobre la mejor manera de contener el
programa nuclear de Irán, desacuerdo que fue “instructivo para ambos países”, por
cuanto se dieron cuenta de que “las expresiones de amistad no se traducen fácilmente
en una acción coordinada”. Algo similar sucedió con los enfoques con que ambos
países enfrentaron el golpe de Estado en Honduras y el problema de las bases
militares en Colombia, porque reflejaron “las diferencias en la forma en Brasil y los
Estados Unidos ven el mundo”. Considera que las conversaciones que sostuvieron los
Presidente Obama y Rousseff en marzo de 2010, con ocasión de la gira
latinoamericana del presidente norteamericano, “fueron una señal de que ambos
países están dispuestos a forjar lazos más estrechos sobre asuntos bilaterales,
regionales y globales”, y que el hecho esto ocurriera en medio de las tensiones en
Libia y Medio Oriente “subrayó el deseo de Estados Unidos de poner las relaciones en
un camino más positivo”80.
El grupo de trabajo planteó una serie de conclusiones y recomendaciones,
dirigidas a los políticos de Estados Unidos, Brasil y de otros países que tienen
responsabilidades “en las decisiones sobre los temas globales económicos y
estratégicos y en los mecanismos multilaterales en las que la voz y las acciones de
Brasil son relevantes”, porque considera que ahora es el momento para que Estados
Unidos y Brasil revitalicen y profundicen su relación bilateral y avancen en sus
intereses de política exterior. Una de sus primeras recomendaciones es que Estados
Unidos reconozca a Brasil como un “actor global”, que asuma esta situación como una
oportunidad para desarrollar en conjunto “políticas complementarias”, que cambie su
visión de la región y busque “una relación más amplia y más madura con el nuevo
Brasil”, porque “es hora de que la política exterior de los Estados Unidos refleje la
nueva realidad regional y se adapte a promover los intereses de Estados Unidos
78
Abraham F. Lowenthal, “América Latina en la Política Exterior de los Estados Unidos…”. op.
cit.
79
Council on Foreign Relations, Global Brazil and U.-Brazil Relations, Independent Task Force
Report Nº 66, julio de 2011.
80
Ídem.
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teniendo en cuenta lo que ha cambiado y los cambios que puedan venir” en América
Latina81.
En el plano bilateral, el grupo recomienda mantener una comunicación “abierta
y regular” entre los presidentes y altos funcionarios de ambos países, ya que “el
diálogo frecuente ayudará a anticipar y disipar las tensiones que surgirán a medida
que cada país reacciona y se adapta a las nuevas y cambiantes dinámicas
geopolítica”. Su idea es que mantener contactos de alto nivel sería una señal para las
burocracias de cada país, históricamente desconfiadas unas de otra, que la relación
“es una prioridad” y que los éxitos de uno van en el interés del otro. Por eso
recomienda que el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) institucionalice un
“mecanismo interinstitucional de coordinación permanente”, a cargo de un director
“sólo para Brasil”, en lugar del actual director para Brasil y el Cono Sur, a fin de que
coordine mejor lo que ahora es una política hacia Brasil altamente descentralizada, en
la que intervienen una amplia gama de agencias de Estados Unidos. Proponen algo
similar para el Departamento de Estado: crear una oficina para Asuntos de Brasil
independiente de la Oficina de Asuntos del Cono Sur. La idea de este enfoque es que
la política hacia Brasil lo trate como un actor global y no a través de políticas diversas
tomadas por reparticiones sectoriales82.
Con el ánimo de mejorar las relaciones económicas, comerciales y el clima
para hacer negocios en ambos países, el grupo recomienda que se negocie un tratado
bilateral para eliminar la doble tributación, en atención a que Brasil es el único país con
un PIB superior 1.000 millones de dólares que no tiene un tratado de este tipo con
Estados Unidos. Otra recomendación, esta vez al Congreso, se refiere a la posibilidad
de eliminar las tarifas al etanol, lo que sería una señal de apoyo al liderazgo brasileño
en materia de bio-combustibles. Y como una forma de incrementar y facilitar el
comercio bilateral, “así como para impulsar la conectividad social y cultural”, el grupo
de trabajo recomienda que Estados Unidos de “el primer paso” para flexibilizar los
requisitos de visado para los brasileños y revise los criterios para la participación de
Brasil en el Programa de Exención de Visa83.
El grupo de trabajo también anima a los políticos de Estados Unidos a
reconocer que “es casi seguro” que la independencia se mantendrá como una
característica de la política exterior brasileña, así como la tendencia de ambos países
“a desarrollar una relación más estrecha”. También que continuará participando
activamente en los temas regionales y globales, por lo que considera que es del
interés de los Estados Unidos darle la bienvenida al liderazgo regional de Brasil y
alentarlo a que utilice su nueva influencia multilateral y diplomática para velar no sólo
por sus propios intereses nacionales, sino también los de sus vecinos y el resto de las
regiones. Agrega que Estados Unidos tendrá que ajustar su política a un Brasil “más
firme e independiente”, y que Brasil también tendrá que ajustarse “a su nuevo papel
como potencia mundial”. Como una muestra del reconocimiento del papel global que
juega Brasil, el grupo recomienda a la administración Obama que entregue el apoyo
formal de Estados Unidos a la aspiración de Brasil de ocupar un sitio permanente en el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, lo cual “ayudaría a superar la sospecha
del gobierno brasileño acerca de que el compromiso estadounidense con una relación
madura y entre iguales no es más que retórica”84.
81
Ídem.
Ídem.
83
Ídem.
84
Ídem.
82
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El grupo de trabajo concluye que la cooperación entre los Estados Unidos y
Brasil promete demasiado para que la falta de comunicación o desacuerdos
inevitables se interpongan en el camino de los beneficios potenciales. Fortalecer la
relación entre Estados Unidos y Brasil podría ser la base para el crecimiento
económico en Brasil, los Estados Unidos y en el mundo, así como para una paz
duradera y la estabilidad democrática en la región, la no proliferación nuclear, los
avances internacionales en la lucha contra el cambio climático, el desarrollo de un
mercado global de energías renovables, la seguridad alimentaria mundial, y para
construir instituciones internacionales más legítimas y eficaces. “Los presidentes
Obama y Rousseff han sentado las bases para el progreso en muchos de estos
frentes. Ahora es el momento de construir sobre esas bases”85.
La Comunidad de Seguridad Sudamericana
El 5 de septiembre de 2011 el ministro de Defensa de Brasil, Celso Amorín, realizó un
discurso en la Escuela de Defensa Nacional de Argentina, que mostró el liderazgo
regional que está tomando Brasil en muchos temas emergentes.
El enfoque central de su presentación fue la vinculación entre integración y
seguridad. Reconociendo los avances que la integración comercial y económica
muestra en la región, y que hoy “tenemos prosperidad económica y progreso social”,
afirmó que “no es posible ni prudente una actitud de negligencia con relación a los
riesgos que conlleva la seguridad en América del Sur”. “Por eso pensamos la
integración regional también desde el eje de la defensa”, agregó. “Lo que deseamos –
y buscamos con empeño- es la constitución de una Comunidad de Seguridad
Sudamericana, susceptible de eliminar definitivamente el conflicto armado entre los
países de la región”. “Esa estrategia cooperativa pretende fomentar relaciones
políticas intensas entre los países de América del Sur, que sirvan, ellas mismas, como
elemento de disuasión extrarregional”. “En realidad, es en función de los requisitos de
defensa de nuestra región ante el sistema global que el concepto de disuasión gana
toda su importancia”86.
“Las inmensas riquezas que poseemos” en la región, agregó Amorín, rinden
por si mismas una “preocupante muestra” de nuestra actual “fragilidad militar”.
“América del Sur es una gran productora de energía renovable y no renovable, de
proteína animal y vegetal”. “Posee extensas reservas de agua potable y de
biodiversidad, está también dotada de vastos recursos minerales”. Sudamérica
“representa el 12% de la superficie terrestre, el 6% de la población mundial, el 25% de
las tierras cultivables y de las reservas de agua dulce, y el 40% de la biodiversidad del
mundo”. “Hay reservas comprobadas, calculadas por lo bajo, de más de 123 mil
millones de barriles de petróleo”. Lo que preocupa al ministro Amorín es que “el
proceso de degradación ambiental en escala planetaria, y la presión creciente por
alimentos, agua y energía pueden hacer dramática la disputa internacional por esos
activos”, y en un escenario como ese “la integridad de la regulación multilateral de la
seguridad podría ser puesta en riesgo”87.
“No podemos confundir el hecho que seamos pacíficos con la percepción de
que permanezcamos indefensos”, argumentó Amorín. “Al
proponernos una
85
Ídem.
Celso Amorim, La Comunidad de Seguridad Sudamericana, discurso en la Escuela de
Defensa Nacional, Buenos Aires, 5 de septiembre de 2011. Versión completa en
87
Ídem.
86
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comunidad de seguridad ‘hacia adentro’, no podemos dejar de trabajar con la
posibilidad de un escenario externo de fragmentación y empleo unilateral de la fuerza
por terceros estados”. En ese escenario, “todos los países de América del Sur podrían
verse afectados”. “Podríamos ser perjudicados incluso por un enfrentamiento entre
países ajenos a nuestra región”. “De allí el fundamento disuasorio de la política de
defensa” que impulsa Brasil. “También por eso la articulación de la integración regional
alrededor del eje de la defensa es un interés común de los países de América del
Sur”. “Tenemos que desarrollar la idea de la disuasión Sudamericana”88.
Aclaró que con esta propuesta no quería “defender la existencia de un modelo
único de defensa, algo que Brasil jamás haría en vista de su tradicional oposición a
esquemas del tipo ‘one size fits all’”. “Cada estado sudamericano posee capacidades
diferentes, como son distintos sus imperativos geoestratégicos. A pesar de eso, hay un
enorme margen de convergencia que nos aproxima”. “Es en ese espíritu, muy diverso
de los conceptos de períodos históricos superados, como los de la guerra fría, que
Brasil y Argentina, juntamente con sus socios de América del Sur, defienden no sólo
sus recursos naturales y sus soberanías, sino también sus ideales”. “Desde un punto
de vista más amplio, comprendemos con claridad que nuestros países pueden, y
deben, aportar sus recursos materiales y sus valores a la gestión colectiva de la
seguridad internacional. Eso anuncia un futuro basado en el respeto mutuo, en el
trabajo conjunto y en la disposición de asumir responsabilidades cada vez mayores en
el plano global”89.
VIII. Conclusiones
Nuestra región prácticamente no es mencionada en la nueva estrategia de seguridad
nacional de Estados Unidos. Sin embargo, esto no es necesariamente negativo, y lo
que más bien refleja es que este país no percibe amenazas inminentes, y tampoco
intereses vitales de seguridad que estén en riesgo en América Latina, aunque como
hemos visto, en otros documentos sí se expresa alguna preocupación por la creciente
presencia de China, y en menor medida de Rusia e Irán en el hemisferio, así como
también respecto de las “amenazas no convencionales” provenientes de la región, y
que afectan el bienestar y la seguridad interna de Estados Unidos.
En este sentido, el interés norteamericano en la región continúa siendo poder
asegurar una estabilidad “a bajo costo” , que impida por tanto tener que distraer
capacidades y recursos de otras áreas que sí son vitales para el interés nacional de
Estados Unidos. Y es interesante al respecto, constatar como ahora en los
documentos oficiales de este país, se incluye la necesidad de apoyar políticas que
generen mas “inclusión social” en América Latina (NSS, p.44), lo que implica un
reconocimiento de que la pobreza y las desigualdades son una fuente potencial de
inestabilidad, que indirectamente puede afectar también los intereses
norteamericanos, en la medida que incrementa fenómenos como la inmigración ilegal,
el tráfico de drogas, el crimen organizado, la existencia de estados fallidos, o la
consolidación de gobiernos anti-norteamericanos en el hemisferio.
Cuando el documento habla entonces de “amenazas asimétricas” que deben
ser abordadas a tiempo y de manera eficaz, América Latina sin ser mencionada
explícitamente, aparece “en el radar” en la medida que, como se señaló antes, muchas
de estas tienen un origen en nuestra región. De aquí entonces, que buena parte de las
88
89
Ídem.
Ídem.
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iniciativas y cooperación militar norteamericana en el hemisferio, esté hoy focalizada
en Centro América, el Caribe, y la parte norte de Suramérica, justamente las zonas
donde proliferan este tipo de amenazas.
En este sentido, no deja de ser preocupante el hecho que, con excepción del
fortalecimiento de la democracia, y expansión del comercio e inversiones recíprocas,
todos los otros temas que vinculan a ambas realidades tengan una connotación
negativa, lo que refuerza las percepciones en Estados Unidos, de América Latina
como una región de “amenazas” , y esto se ve claramente por ejemplo, en los
discursos de los pre-candidatos presidenciales republicanos en esta fase de primarias
para la elección de noviembre de este año. Por otra parte, también es motivo de
preocupación lo que varios centros de estudios y ONG´s han estado advirtiendo en el
último tiempo : El riesgo de una creciente “militarización” de la política exterior
norteamericana, considerando que el grueso de los recursos y programas para las
actividades de contrainsurgencia, lucha contra el narcotráfico, o políticas de
reconstrucción post-conflicto (Haití por ejemplo) estén hoy concentradas en el
Pentágono, y bajo responsabilidad de autoridades militares de este país.
Ahora, cualquier nueva “arquitectura” de sistema interamericano hacia el futuro,
necesariamente tendrá como sustento un entendimiento básico entre la principal
potencia mundial, y la principal potencia del hemisferio sur. No es casual entonces,
que el único actor regional que es explícitamente mencionado en el documento es
Brasil y su ascenso como potencia emergente en el sistema internacional. A este
respecto, la NSS reconoce (al menos conceptualmente) el nuevo liderazgo y papel que
comienza a cumplir Brasil tanto en los grandes temas internacionales, como también
en los asuntos del hemisferio. Autoridades norteamericanas incluso han sugerido la
posibilidad de “delegar” en Brasil el manejo de algunos temas regionales en el futuro,
pero un acomodo al nuevo rol internacional que comienza a ejercer este país no será
fácil y sin controversias.
Brasil tiene su propia agenda, y muchas veces esta no es coincidente con los
intereses norteamericanos. En el último tiempo, ambos países han tenido
discrepancias importantes en diversos asuntos, desde el manejo del caso de Irán, a la
situación en Cuba, el golpe de estado en Honduras, las llamadas “bases militares” en
Colombia, o las críticas norteamericanas al manejo que Brasil hace de la amazonía.
Como dijo en algún momento el entonces Presidente Lula, “tendremos que conversar
más con el compañero Obama”, porque hasta ahora el diálogo entre Estados Unidos
y la región continúa siendo claramente insuficiente, en términos de asegurar políticas
convergentes frente a los principales problemas del hemisferio .
Pero en definitiva, el problema más complejo que enfrenta el actual escenario
de relaciones interamericanas, es la ausencia de una política que establezca
prioridades claras de Estados Unidos en el hemisferio. La envergadura de los desafíos
internacionales que enfrenta hoy este país, la compleja crisis económica interna, y un
cuadro de polarización política doméstica sin precedentes, han tenido como efecto
residual, la incapacidad de la actual administración para implementar una “política
latinoamericana” que no sea episódica, sino de largo plazo, y que permita una
cooperación eficaz para abordar los principales problemas y desafíos que afectan
tanto a este país, como a nuestra región en su conjunto.
Lo anterior ha tenido como consecuencia, una ausencia de innovación y el
predominio de estrategias rutinarias, y una creciente “sectorialización” de la política
norteamericana hacia la región, cuyas resultados muchas veces están en
contradicción con los objetivos globales que este país señala tener en los asuntos
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hemisféricos. Ahora además, en un período electoral, son impensables nuevas
iniciativas, y habrá que esperar hasta el 2013 para forzar a un nuevo diálogo
hemisférico que permita compromisos concretos en los asuntos de mayor interés
mutuo.
Sin embargo, es importante rescatar también, que la nueva NSS deja
conceptualmente espacios para una más fructífera cooperación futura, en la medida
que deja atrás las definiciones estratégicas centrales elaboradas durante los años de
la administración Bush, y busca construir una nueva “hoja de ruta” que le permita a
Estados Unidos mantener un papel decisivo en los grandes asuntos mundiales, en un
escenario donde las capacidades de influencia de este país se han relativizado como
resultado de la creciente interdependencia, complejidad de los problemas globales
contemporáneos, y multiplicidad de actores emergentes que hoy buscan incidir en los
debates y políticas que determinarán el orden internacional del siglo XXI.
En este sentido, las principales reflexiones contenidas en el documento,
reflejan el pensamiento predominante hoy entre los estrategas y analistas de
Washington, respecto a los desafíos que el actual sistema internacional impone a la
continuidad del ejercicio del poder, de la única súper potencia que tiene intereses y
responsabilidades a nivel global. El reconocimiento de los “límites” del “unilateralismo”
y del uso de la fuerza militar en el mundo contemporáneo, la necesidad de generar
“alianzas y coaliciones” para abordar los principales desafíos globales, el diálogo con
las “potencias emergentes” para avanzar en la elaboración de agendas conjuntas, y
una apreciación más “realista” respecto de las capacidades para imponer los “valores
y sistema de vida” norteamericanos en el mundo, constituyen los hitos principales de la
nueva NSS, y son una buena plataforma para repensar las relaciones hemisféricas
hacia el futuro.
El sustancial mejoramiento de la imagen internacional de Estados Unidos, y la
popularidad que tiene el Presidente Obama en el exterior, son sin duda, resultado de
este cambio de discurso, y de algunas políticas iniciales que emanan de esta nueva
aproximación norteamericana en su relacionamiento con el mundo y con América
Latina. Sin embargo, la buena voluntad que contribuye a generar un clima positivo
para el diálogo, tendrá que ser respaldada en los próximos años por otras (y múltiples)
decisiones relevantes, que pondrán a prueba los contenidos de la nueva NSS. Y esto
dependerá no sólo de la voluntad de la actual administración, sino de las capacidades
reales que tenga para transformar en políticas concretas (y consistentes), los
enunciados expuestos en este documento.
El escenario está todavía abierto: Estados Unidos tendrá un nuevo gobierno el
próximo año 2013, pero es también responsabilidad de la región, transmitir un mensaje
que pueda ser recogido por cualquiera de los dos candidatos que se enfrentarán en la
próxima elección, pues también depende de la contraparte latinoamericana generar
espacios de diálogo y elaboración de propuestas que puedan ser reconocidas como
válidas y necesarias por las nuevas autoridades que asumirán en el próximo período.
Como lo señalan distintos documentos preparados por expertos de alto nivel: El país
del norte y nuestra región son más interdependientes que nunca.
Pero esta interdependencia tiene también muchas facetas conflictivas, que
podrían derivar en nuevas tensiones regionales y en el debilitamiento de los sistemas
democráticos en el continente. La cooperación hemisférica no es entonces una opción,
sino un imperativo, y ello requiere visión y voluntad política de ambas partes, algo que
por la complejidad política existente hoy en Estados Unidos, no está garantizado. Hay
un escenario incierto entonces, pero frente ello, una pro-actividad propositiva siempre
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será mejor que una pasividad reactiva. Veremos si en las próximas cumbres
presidenciales, nuestros países tendrán la capacidad de aprovechar el vacío político
actual, y avanzar en una nueva agenda que permita abordar de manera eficaz y
compartida los principales desafíos que enfrenta en esta década, nuestro continente.
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