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El Partenón de Atenas
Es el monumento más grandioso de la Atenas de Pericles y refleja en la
arquitectura el extraordinario florecimiento cultural, de las artes y del pensamiento
que alcanzó Atenas durante el siglo V a. C. que culminó con la implantación de la
democracia.
El templo se consagró a la diosa Atenea, protectora de Atenas. Los
arquitectos Ictino y Calícrates, dirigidos por el escultor ateniense Fidias, diseñaron
un edificio para albergar la gigantesca estatua crisoelefantina de Atenea, obra de
Fidias, que se custodiaría en la naos del templo.
Todo el proyecto del templo se supeditó a la presencia de la gran estatua de
Atenea, de doce metros de altura, por eso se diseñó una naos de 19 metros de
ancho. Las obras comenzaron en 447 a.C. y finalizaron en tan sólo nueve años, el
438 a.C. lo que se explica por el poderío económico de la Atenas de Pericles. Las
esculturas del frontón diseñadas por Fidias se colocaron seis años más tarde, el 432
a.C. El templo se construyó sobre el inacabado Hecatompedón, templo del que se
aprovecharon algunos materiales.
CARACTERÍSTICAS ARQUITECTÓNICAS
El Partenón es uno de los ejemplos más significativos del orden dórico
griego, aunque combina elementos de orden dórico y jónico por lo que el resultado
es una nueva forma arquitectónica que podría llamarse ática. El templo es de
planta rectangular, períptero (con columnas en todo su perímetro) octástilo (con la
clásica proporción de 8 columnas al frente y 17 en los laterales), y con doble naos.
ELEMENTOS DEL PARTENÓN
KREPIS O CREPIDOMA
Es el elemento de transición entre el suelo natural y el edificio. Todo el
conjunto se asienta sobre una plataforma o basamento, formada por tres
escalones, dos inferiores que en conjunto se llaman estereóbato y uno superior
estilóbato, sobre el que se alzan las columnas.
LA COLUMNATA EXTERIOR
El templo es períptero octástilo. Por tanto tiene 8 columnas en las fachadas
y 17 en los laterales que en conjunto suman 46 columnas dóricas cuyo fuste, de
10,43 metros, está dividido en 11 módulos o tambores y está recorrido en sentido
longitudinal por estrías, unidas a arista viva. Las columnas no tienen basa, asientan
directamente (a sangre) sobre el estilóbato. Los capiteles son también dóricos; se
unen al fuste por medio de una moldura cóncava denominada collarino y sobre ellos
descansa el entablamento.
ENTABLAMENTO
Por encima de los capiteles de las columnas se dispone un entablamento
organizado, de abajo arriba, en tres partes:
-arquitrabe
-friso
-cornisa
El arquitrabe es liso. El friso está constituido por una sucesión alternante de
triglifos (formados por estrías verticales) y metopas (que presentan decoración
escultórica). Remata el conjunto una cornisa, saliente respecto a los elementos
anteriores.
Las ocho columnas del frente dan lugar a catorce metopas (dos por cada uno
de los siete intervalos) y, en consecuencia, a quince triglifos. Los triglifos coinciden
con los ejes de las columnas, mientras que los extremos se desplazan al filo del
entablamento.
Manuel Alcayde Mengual CUBIERTA
La cubierta es adintelada a dos aguas. El tejado es de madera y las tejas de
mármol pentélico.
FRONTÓN
En cada uno de los lados menores, entre la cornisa y el tejado se genera un
amplio espacio triangular denominado frontón, cuyo perímetro exterior aparece
recorrido por una cornisa saliente, de modo que el espacio interior, o tímpano,
queda libre para ser decorado con esculturas. El frontón tiene forma de triángulo
isósceles de base seis y altura cuatro. Sus lados iguales miden cinco. Pueden
descomponerse en dos triángulos rectángulos de proporción 3-4-5.
Manuel Alcayde Mengual CÁMARAS DEL TEMPLO
El Partenón está compuesto por dos pórticos y dos cámaras interiores no
comunicadas entre sí. Ambas cámaras estaban cerradas por puertas de bronce.
PÓRTICOS
El templo es anfipróstilo, es decir, tiene dos pórticos, uno anterior, el Pronaos
y otro posterior, el Opistódomos. Estos dos pórticos son hexástilos, y sus columnas
son ligeramente de menor diámetro que las exteriores.
- PRONAOS o pórtico anterior. Constituye el Vestíbulo que precede a la
Naos. Su fachada es hexástila (con seis columnas).
- OPISTÓDOMOS o pórtico posterior. En la parte trasera se adopta un
esquema semejante, también con seis columnas (hexástilo) en la fachada.
Da acceso al Partenón o Cámara de las Vestales.
NAOS
Es la sala principal del templo. En esta estancia se alojaba, cerca del fondo,
la estatua de Atenea Parthenos (Atenea Virgen), a quien estaba consagrado el
templo.
Es de planta rectangular y estaba aislada del resto del edificio mediante un
muro de sillares. Estaba dividida en tres naves por una columnata de estilo dórico,
de dobles columnas superpuestas en dos pisos, dispuesta en forma de pi griega
(Π), que enmarcaba la estatua crisoelefantina de Atenea, cuyo basamento aún
permanece in situ. Delante del basamento existía un estanque, poco profundo, cuya
agua producía un efecto de brillo en la estatua de Atenea.
PARTENÓN O CÁMARA DE LAS VESTALES
Era una pequeña sala rectangular donde se guardaba el tesoro del templo y
el tesoro de la Liga de Delos. Tenía cuatro altas columnas jónicas que sostenían la
Manuel Alcayde Mengual cubierta. En esta sala jóvenes vírgenes (parthénoi) atenienses preparaban el peplo
de Atenea para las Panateneas. Por eso esta sala fue llamada Partenón,
denominación que más tarde se extendió a todo el templo.
Escultura crisoelefantina de Atenea Parthenos, obra de Fidias.
La estatua tenía 12 metros de altura y se guardaba en el Partenón.
Representaba a la diosa Atenea armada y sosteniendo en su mano derecha una
Niké (Victoria) de marfil de dos metros de altura.
CORRECCIONES ÓPTICAS
Los arquitectos Ictino y Calícrates crearon un edificio dotado de armonía
visual. Estudiaron las proporciones óptimas para corregir los defectos ópticos que
generan las líneas rectas y crear en el espectador una imagen de perfección. Para
que en un edificio las líneas rectas, horizontales y verticales, aparezcan como tales
no deben serlo en realidad. Para buscar la perfección óptica y la ilusión perfecta de
horizontalidad y verticalidad hicieron que las columnas convergieran en un punto
lejano.
Para ello las columnas no son completamente rectas, a un tercio de su altura
el fuste se ensancha (éntasis) 2 centímetros, las columnas de las esquinas son un
2,5 % más anchas que el resto, todas las columnas están levemente inclinadas
hacia dentro, las columnas no son equidistantes entre sí y, por último, el
entablamento y el estilóbato son ligeramente convexos.
Manuel Alcayde Mengual A modo de curiosidad... TODO DE MÁRMOL
El templo se construyó casi exclusivamente en mármol blanco del monte Pentélico, desde las tejas a las
columnas.
LAS 92 METOPAS DECORADAS
El Partenón es el único templo dórico en que las 92 metopas están decoradas por decisión de
Fidias que fue injustamente acusado de haber robado el oro destinado a la construcción de la estatua
crisoelefantina de Atenea y expulsado de Atenas.
Los diferentes bloques de mármol se unían entre sí con grapas metálicas, colocadas en agujeros
prefabricados que después eran rellenados con plomo fundido. Las diferentes inclinaciones de los planos,
usadas como artificio de corrección óptica, hacían que los bloques no fuesen nunca perfectamente
cúbicos, sino trapezoidales. Esto exigía que cada pieza tuviese que ser colocada con una precisión
milimétrica.
UNA COPIA DEL SIGLO XIX
En Nashville Los arquitectos William B. Dinsmoor y Russell E. Hart construyeron en 1897 una
réplica exacta, a escala real, del Partenón, para conmemorar el centenario de la unión de Tennessee a
los Estados Unidos de América. Además de las dimensiones exactas todas las decoraciones son
idénticas, incluso una colosal estatua de Atenea, excepto que no es de oro ni marfil como la original.
PROPORCIÓN CONSTANTE: 4 A 9
Las dimensiones del Partenón están regidas por la proporción 4:9 (0,444) que se repite en las
dimensiones del estilóbato (30,88/69,50), en la relación entre la altura y anchura del templo
(13,72/30,88) y en la relación entre el diámetro de las columnas (1,907) y el intercolumnio (4,296).
DE TEMPLO A POLVORÍN
El Partenón conservó su carácter religioso en los siglos siguientes a su construcción y fue
convertido en una iglesia bizantina, una iglesia latina y una mezquita musulmana.
En 1687, los turcos lo utilizaron como depósito de pólvora durante el sitio veneciano, bajo el
mando del almirante Morosini. Una de las bombas venecianas cayó en el Partenón y causó una enorme
explosión que destruyó gran parte del edificio.
A principios del siglo XIX, el embajador británico en Constantinopla, Elgin, trasladó la mayor
parte de la decoración escultórica de las metopas y frontones del templo a Inglaterra, donde fue vendida
al Museo Británico. En la actualidad, el estado griego está en litigio con el británico para recuperar las
metopas y frontones.
Manuel Alcayde Mengual DECORACIÓN ESCULTÓRICA El conjunto de esta decoración ha llegado mutiladísimo hasta nuestros días.
El templo se transformó durante la Edad Media en iglesia cristiana y más tarde en
polvorín, que hizo explosión cuando el sitio de Atenas por los venecianos, en 1691.
Al ocurrir la explosión, se
abrió por los lados; las dos
fachadas
principales
resultaron
menos
perjudicadas,
pero
se
desplomaron muchas de las
columnas de las fachadas
laterales. Las esculturas que
quedaban aún se arrancaron a
principios del siglo XIX con
consentimiento del Gobierno
turco
y,
finalmente,
se
vendieron al Museo Británico.
De los grupos escultóricos
que decoraban los frontones
quedan tan sólo unas cuantas
estatuas; su disposición en el
propio lugar no se conocería si
no fuera por las descripciones
de
los
antiguos
y
los
deficientes croquis que tuvo el
capricho de dibujar un pintor
francés que acompañó a un
embajador de Luis XIV a
Constantinopla en 1674, esto
es, diecisiete años antes de que fuera volado el edificio por las bombas de los
venecianos.
El programa escultórico, ideado por Fidias (que supervisó toda la obra) y
ejecutado en su taller, comprendía la gran estatua criselefantina (de oro y marfil)
de Atenea, situada en la naos, y la decoración arquitectónica. Las noventa y dos
metopas del friso dórico representaban las batallas de los gigantes, amazonas,
lapitas y centauros, así como la destrucción de Troya. El frontón oriental narraba el
nacimiento de Atenea, observada por los dioses del Olimpo, mientras que el
occidental se ocupaba de la disputa entre la diosa y Poseidón por el dominio del
Ática.
El friso jónico, en el muro exterior de la naos (en la galería del peristilo),
representaba a lo largo de sus 160 metros de desarrollo la procesión de las
panateneas, el principal ritual religioso de Atenas, en el que todo el pueblo presenta
a los dioses el nuevo peplum o velo para la antigua estatua de madera de Atenea
Poliade. Todas estas esculturas se conservan en la actualidad en el Museo Británico
de Londres bajo el nombre de colección Elgin.
El frontón de la fachada occidental representaba la contienda de Atenea con
Poseidón para adjudicarse el derecho de patronato de la ciudad. Ambos hieren con
su arma el suelo de la Acrópolis: la diosa hace brotar de la roca el olivo, y el dios
ofrece el caballo, don precioso, pero inferior según los atenienses al árbol. Como en
los frontones de Olimpia, que representaban una escena que había tenido por
teatro aquel mismo lugar, en el Partenón también se supone ocurrida aquella
escena en la plataforma misma de la Acrópolis; por esto asisten a ella sus primeros
habitantes semidivinos, Cécrops y Erecteo, con sus esposas e hijos.
Dice Pausanias que las esculturas del frontón oriental representaban el
nacimiento milagroso de Atenea de la cabeza de Zeus. La misma escena nos hace
adivinar la posición de los personajes principales, que han desaparecido del
Manuel Alcayde Mengual Partenón. Las figuras de los ángulos son las únicas que se han conservado: las
Horas y las Parcas, deidades que presiden el nacimiento y la muerte. La misma idea
del nacer y el dejar de ser expresaban los símbolos del Sol y de la Luna, con las
cabezas de los caballos de sus carros que asomaban en los ángulos agudos del
frontón. Los caballos encabritados de Helios relinchan anunciando el día; los de
Selene, la diosa nocturna, agachan pasivamente la cabeza; Minerva nacía en
aquella hora de luz; así describen plásticamente los escultores del Partenón el
despertar de la aurora.
Los cuerpos desnudos son felizmente simplificados, pero sin llegar a ser
formas puras, puesto que aquellos torsos de mármol viven y respiran. El cuerpo de
la gran figura de Poseidón, mutilado, fragmentario, no es de un dios: es el
prototipo masculino de nuestra especie. Las dos figuras masculinas de los ángulos
tienen los mismos caracteres de sobria ejecución, pero con algún ingenuo detalle
restablecen su humanidad. Las estatuas femeninas van vestidas, pero se manifiesta
sutilmente su personalidad hasta en los pliegues de las túnicas. Las Parcas, las
fúnebres deidades del Hades, muestran adaptados al cuerpo los pliegues finísimos
de sus ropajes transparentes; en cambio, en las vestiduras de Iris y de la Victoria,
que habitan aquí en el suelo, se ven los pliegues rizarse a impulsos del viento;
mientras en las diosas olímpicas, como Hebe, la escanciadora de los inmortales,
caen curvados los anchos planos de tela en que se posan el aire y los rayos del sol.
En aquellas exquisitas esculturas, cada pedazo de mármol habla en seguida de todo
el universo. Recordemos que Fidias pudo y debió de tener frecuente contacto con
Anaxágoras, el filósofo amigo y huésped de Pericles. La gran preocupación de
Anaxágoras era, precisamente, el concierto físico del universo, el orden y el ritmo
del torbellino de los accidentes cósmicos.
Sólo dos cabezas se han conservado de las estatuas de los frontones del
Partenón: una, es la del joven recostado, que se suele designar con el nombre de
Teseo; la otra, arrancada antes de que se hiciera la expoliación definitiva, es una
cabeza femenina que se supone ser la de la Victoria del frontón oriental. Ambas
cabezas son de una simplicidad sublime, pero todavía bien humanas, ya que la
forma no se estiliza: se idealiza, conservando lo que es eterno e inmortal en la faz
de cada sexo. La misma idealización aparece en las cabezas de los caballos. Acaso
se les podría reprochar únicamente una excesiva transfiguración, como cierta
humanización de su tipo, pero, así y todo, serán siempre el ideal de su raza, el
arquetipo del caballo, la idea pura de su forma que pedía Platón para las obras del
artista.
La novedad más espectacular del Partenón es el friso interior continuo que
remataba el muro de la naos y que desde el ángulo sudoeste, partía en las dos
direcciones y, recorriendo toda la celia y las columnas del pronaos, bajo el pórtico,
se juntaba en la cara oriental, decorando así, a lo largo de 160 m, un lugar que
Manuel Alcayde Mengual ningún edificio dórico anterior había utilizado a tal efecto. En contraste, se
desarrollaba bajo el gran pórtico un friso famoso, con una procesión en la que
desfilaban todos los ciudadanos de Atenas. Era una ceremonia cívica que
congregaba cada año a todo el pueblo de Atenas, para llevar un nuevo manto o
peplo a la diosa. El antiguo ídolo de madera necesitaba que se le revistiera con un
peplo de lana; después, la costumbre tradicional hizo sobrevivir la ceremonia, y el
peplo se entregaba al sacerdote en la entrada del Partenón y quedaba suspendido
todo el año en la celia, junto a la estatua de marfil y oro de Fidias. El friso, que da
la vuelta a todo el edificio, tiene 160 metros de largo; está labrado en relieve plano
y con figuras de la mitad del tamaño natural; hay, pues, espacio suficiente para tan
larga comitiva. La novedad no está precisamente en el hecho de introducir una
composición de la vida civil para la decoración de un templo, sino más bien en el
naturalismo con que está representado cada grupo de ciudadanos. Desde los viejos
con manto, las largas filas de muchachas y matronas, los jóvenes a caballo, los
sacerdotes y burgueses hasta los aguadores, todos se dirigen hacia la fachada
oriental, donde estaba la entrada y tenía que entregarse el peplo a la diosa.
Manuel Alcayde Mengual