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Interés General
La Plata, martes 16 de marzo de 2004
15
LA BUSQUEDA DEL DECIMO PLANETA
Uno de los grandes
enigmas del Universo
Tras el descubrimiento de Plutón, cobró fuerza la hipótesis de un nuevo planeta, el
décimo del Sistema Solar. Hubo diversas teorías. Ahora la realidad parece acercarse
Por Adrián Brunini (*)
Hacia mediados del siglo XIX, la validez de la ley de la gravitación universal propuesta por Isaac Newton dos
siglos antes, parecía confirmarse en
cada uno de los fenómenos astronómicos capaces de probarla. Por eso,
cuando la órbita de Urano, el último y
más lejano planeta del Sistema Solar
conocido hasta ese momento, se apartaba de la trayectoria predicha por la
gravitación universal, los astrónomos
de la época no dudaron en atribuir dicho apartamiento a la atracción gravitatoria de algún planeta aún desconocido y que, por lo tanto, no estaba incluido en los cálculos de la órbita de
Urano. Pero ¿dónde debería estar dicho planeta para producir el efecto
que se observaba en el movimiento de
Urano? ¿Qué dimensiones debería tener el mismo?
Esos interrogantes fueron resueltos
por dos astrónomos (Leverrier en
Francia y Adams, en Inglaterra). Aplicando las leyes de Newton, ambos
pudieron predecir, luego de intrincados cálculos manuales (en aquella
época no existían las calculadoras) la
posición y el tamaño que debería tener un planeta desconocido, que fuera capaz de desviar la trayectoria
de Urano en idéntica forma que lo observado.
Luego de este éxito, un astrónomo
norteamericano (Howell) trató de predecir la existencia de un noveno planeta, utilizando un procedimiento similar. Así, se predijo la existencia de
un planeta de tamaño algo mayor a la
Tierra, obrando en los confines del
Científico. Brunini es una de las personas que más estudió el planeta X
Sistema Solar. Hubo que esperar más
de 40 años para que un astrónomo aficionado descubriera un planeta en
una posición similar a la predicha en
los cálculos de Howell. La euforia ganó el corazón de los astrónomos, y
pronto se incluyó a Plutón (ese fue el
nombre con el que se bautizó a dicho
astro) en el cálculo de las órbitas del
sistema solar. Todo fue sobre ruedas
hasta que, en 1979, se descubrió la
masa real del planeta. Así, Plutón pasó
de ser un planeta del tamaño de la
Tierra, a poco más que un asteroide.
Con dicho tamaño, es claro que Plutón no podía ser el responsable de las
desviaciones que se habían observado
en la órbita de Neptuno. ¿Habría otro
planeta aún no descubierto? Así nace
la hipótesis de la existencia de un
Planeta X.
Muchas soluciones fueron propuestas. Hasta se llegó a creer que se
lo había descubierto cuando Kowall,
en 1977, descubrió a Chino, un objeto cuya órbita es compatible con las
predichas para el Planeta X. No obstante, pronto se descubrió que este
objeto era en realidad un cometa gigante, el más grande de todos los descubiertos hasta hoy.
Los telescopios, cada vez más potentes, barrían el cielo buscando el décimo planeta mientras se achicaban
las posibilidades de que existiera. La
solución la dio Miles Standish, un astrónomo estadounidense, hace dos
años: las masas de los planetas exteriores determinadas hasta ese momento no eran las correctas. Utilizando las
masas determinadas a partir de las
mediciones de la sonda Voyager, que
eran levemente diferentes a las utilizadas en las teorías del movimiento de
Neptuno, las desviaciones desaparecen y todo concuerda.
(*) Profesor de la Facultad de
Ciencias Astronómicas de la UNLP
Objetos que eran “invisibles”
El Telescopio espacial infrarrojo Spitzer
fue lanzado el 25 agosto de 2003 y
tendrá una vida útil de unos dos años
y medio como mínimo. Tiene 85 cm
de diámetro y completa el Programa
de Grandes Observatorios de la NASA.
Es casi mil veces más sensible que los
telescopios terrestres infrarrojos y
puede registrar espectros un millón de
veces más rápidamente que cualquier
otro telescopio infrarrojo espacial.
Además, está en condiciones de captar
ondas de infrarrojo extremadamente
débiles o calor. Es decir, es capaz de
detectar objetos que eran “invisibles”
para otros instrumentos. Los otros tres
grandes observatorios espaciales de la
NASA son: Telescopio Espacial Hubble;
Observatorio Compton de Rayos
Gamma y Chandra de Rayos X.