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Mazhar
Al-Shereidah
Árabes. Historia, religión, ideología
Vol. XXVII. N° 1. Caracas, enero-junio 2012
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Biblioteca del Pensamiento Económico
Al-Shereidah
Mazhar Al-Shereidah
Árabes. Historia, religión, ideología
Suplemento de la Revista BCV • Vol. XXVII. N° 1. Caracas, enero-junio 2012
Revista BCV
Biblioteca del Pensamiento Económico
Mazhar Al-Shereidah
Árabes. Historia, religión, ideología
ISSN: 0005-4720
© Banco Central de Venezuela, 2013
Esta publicación es un suplemento
de la Revista BCV, vol. XXVII, n° 1, enero-junio 2012
Hecho el depósito de Ley
Depósito Legal: lf35220139002079
ISBN: 978-980-394-087-4
Dirección: Banco Central de Venezuela,
Edificio Sede, piso 3, Av. Urdaneta,
Esquina de Las Carmelitas, Caracas 1010
Dirección postal: Apartado 2017,
Carmelitas, Caracas 1010, Venezuela
Teléfono: (58-212) 801 5380
Fax: (58-212) 861 0021
www.bcv.org.ve
RIF: G-20000110-0
Producción editorial: Departamento de Publicaciones BCV
Diseño de carátula: Luis Giraldo
Diseño de la tripa: Ingard Gherembeck
Diagramación: José Vicente Leal Ostos
Corrección: María Bolinches Babiloni
Impresión: Editorial Ex libris
Tiraje: 1.000 ejemplares
Índice
Índice
Prólogo
Carlos Mendoza Pottellá
Árabes. Historia, religión, ideología
Mazhar Al-Shereidah
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Prólogo
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Prólogo
Mendoza P.
Carlos Mendoza Pottellá
La Biblioteca del Pensamiento Económico ofrece a sus lectores la visión apasionada de un economista venezolano de origen iraquí sobre un tema, los
árabes, cuyo conocimiento es de suma importancia para quienes estudian los vínculos del país en el entorno energético y petrolero internacional, así como para
cualquier ciudadano venezolano interesado en su propia historia.
En efecto, desde 1960, Venezuela inició una asociación estrecha con países árabes en una organización cuya significación como protagonista del juego de poderes internacionales en torno al petróleo ha sido innegable, aun cuando se pueda relativizar su coherencia, fuerza e incidencia en ese mercado: la Organización
de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Mazhar Al-Shereidah, nacido en Basrah, la ciudad de Simbad, economista de la
Universidad de Innsbruck, Austria, es profesor de la Universidad Central de
Venezuela (UCV) desde 1967. Doctor en Ciencias Sociales de esa misma casa
de estudios, fue miembro del equipo fundador de la Maestría en Economía y
Administración de Hidrocarburos en 1973 y es profesor, desde entonces y hasta
hoy, en ese posgrado, donde coordinó la Especialización en Política y Comercio Petrolero Internacional. Durante todo ese lapso, como investigador ha
producido múltiples trabajos, cuyos títulos no dejan lugar a dudas sobre su
pertinencia en el área en la cual fueron desarrollados; a saber:
Medio Oriente, la OPEP y la política petrolera internacional. UCV, FACES.
Caracas, Venezuela. 1973.
Nigeria, petróleo y sangre. UCV, FACES. Caracas, Venezuela. 1973.
ORBE OPEP: notas interpretativas. Fondo Editorial Común. Caracas, Venezuela. 1983.
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Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
El mundo árabe y Occidente: el petróleo de rodillas. Edit. Tropykos, Comisión de Estudios de Postgrado, UCV, FACES. Caracas, Venezuela.
1995.
Enfoque petrolero en Venezuela: de la apertura al paro. Cátedra Petrolera
“Dr. Gumersindo Torres”, Universidad del Zulia. Venezuela. 2010.
Guerra, petróleo y poder. Cuadernos de Postgrado, Nº 2. UCV, FACES.
Caracas, Venezuela. 1992 (coautor).
Petróleo y crisis fiscal en Venezuela. Editorial Universidad del Zulia. Venezuela. 1983 (coautor).
La siembra del petróleo 100 años de historia. Editorial Venezuela en Positivo. Venezuela. 2001 (coautor)
Testimonios de una realidad petrolera. Editorial Banco Central de Venezuela. Caracas, Venezuela. 2002 (coautor).
La dimensión imaginaria en la nacionalización petrolera. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales. UCV, FACES. Mayo, 2006.
La obra que hoy presentamos, Árabes. Historia, religión, ideología, editada en
1982, transmite la visión de alguien inmerso en esa realidad desde su nacimiento y quien, en su adolescencia y primera juventud, participó activamente
en la vida política y los conflictos de ese mundo, que le fueron coetáneos. Es,
en consecuencia, una visión decididamente crítica de la voluntad imperialista
impuesta a esa región, uno de cuyos puntos nodales fue, como refiere el autor, la implantación del Estado de Israel en tierras palestinas.
La actualidad de ese enfoque es evidente, a la luz de las más recientes intervenciones imperialistas en Libia y Siria, de las ya previamente consumadas invasiones a Irak y Afganistán, amén de la preparación, sobre el filo de la navaja
nuclear israelita, de un conflicto bélico con Irán.
Más allá de la anécdota histórica y la evaluación del papel de los protagonistas de los hechos y circunstancias que se desarrollaron en los dos siglos
precedentes, queda el mensaje y la denuncia, el llamado de atención sobre
los designios de una voluntad de poder universal omnímodo y aprovechador,
que se sigue ejerciendo siempre con los mismos argumentos coloniales: llevar
la civilización y la democracia a pueblos atrasados según los estándares de la
reina Victoria y Teddy Roosevelt.
Carlos Mendoza Pottellá
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Al-Shereidah
Mazhar Al-Shereidah
Árabes. Historia, religión, ideología
xMazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
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Introducción
A escala mundial existen varios casos de antagonismo entre pueblos, naciones
y sistemas. Nuestra era no solo se caracteriza por el enfrentamiento entre el
capitalismo y el socialismo, sino también entre los respectivos bloques liderados por las dos principales superpotencias. Además, estamos en presencia de
una lucha entre el norte capitalista y el sur subdesarrollado.
Aunque este último está integrado al mercado capitalista y su sistema, en las
diferentes partes y regiones subdesarrolladas de África, Asia y América Latina
vienen gestándose procesos de liberación de índole político, económico, cultural que provocan, choques de variada intensidad con el norte dominante.
No cabe duda de que esas experiencias con sus respectivos estallidos responden, entre otras, a condiciones y características propias de cada región
con sus propiedades socioculturales y étnicas, el grado de maduración de
sus formaciones sociopolíticas y su nivel de desarrollo económico. En otras
palabras, si bien es válido referirse globalmente al sur y hablar genéricamente
del Tercer Mundo, no se puede olvidar que los componentes de este se diferencian entre sí por particularidades geográficas, históricas, económicas, culturales, sociales, políticas, etc.
En tal sentido, la región árabe se asoma al mundo con rasgos distintivos en
cuanto a la racionalidad política; la actitud frente a Occidente; las exigencias
en materia de la solidaridad interna; el valor de la religión, el apego a la historia; todo lo cual no solo afecta a esa región, sino que trasciende la misma
convirtiéndose en hechos problemáticos que atañen de un modo u otro al
resto del Tercer Mundo y por ende a toda la humanidad, como es natural en
un mundo interdependiente.
Ahora bien, si ello es cierto para otras regiones del Tercer Mundo, lo es particularmente en el caso árabe por su ubicación históricamente central a nivel
mundial y por su sobresaliente importancia económica, en general, y petrolera-financiera, en especial.
Desde la segunda posguerra, el mundo árabe y su entorno islámico se asoman al
resto de la humanidad con manifestaciones que objetivamente constituyen parte
esencial de la dinámica mundial contemporánea y que frecuentemente provocan
reacciones de asombro incomprensivo. Ello es básicamente válido para aquella
parte del mundo que reclama ser portadora de la civilización occidental, porción
esa que ejerce la función de “clase dirigente” en medio del resto de la humanidad
que hoy día solo es “numéricamente dominante”.
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Demetrio Boersner dice:
El ascenso de los movimientos socialistas, por una parte y de las corrientes nacionalistas por la otra, representa uno de los factores más decisivos de la historia
contemporánea. Los nacionalismos de países oprimidos que reaccionan contra
la hegemonía de Imperios tradicionales o modernos, han constituido la raíz de
muchos de los acontecimientos mundiales más dramáticos y determinantes de
los últimos dos siglos1.
La década del setenta muestra, entre sus principales características, una mayor
participación activa del conjunto de los países subdesarrollados a nivel mundial. Independientemente de la orientación, motivación o ideología que hayan
provocado cada acto y paso, lo cierto es que esos países han influido en la
situación mundial con mayor intensidad y probablemente con más efectividad
que en épocas anteriores. El campo o esfera de influencia se hizo sentir principalmente en lo económico y político y hasta en lo militar y cultural.
Varios hechos y manifestaciones fundamentan las anteriores opiniones: las resoluciones de las Naciones Unidas acerca del Nuevo Orden Económico Internacional; el Diálogo sobre la Cooperación Económica Internacional, conocido
popularmente como el Diálogo Norte-Sur; las Conferencias de las Naciones
Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad); las posiciones dentro de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(Unesco); las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas; la
influencia de la Conferencia de los Países no Alineados.
Otra de las características es que el dinamismo relativo de los países subdesarrollados se mantuvo bajo el signo de la actuación colectiva y, hasta cierto
grado, coordinado.
Quizás es a nivel de los países petroleros del mundo subdesarrollado donde
se puso de manifiesto tanto la actuación colectiva como la capacidad de influir
en mayor grado sobre el resto del mundo. Es en este contexto primordialmente petrolero de los países subdesarrollados, donde se puede apreciar con claridad que los integrantes del mundo árabe tuvieron participación sobresaliente
en la actuación del Tercer Mundo a nivel internacional.
Al respecto resulta de gran importancia para el conjunto de los países subdesarrollados, verificar si esta disposición y capacidad de actuar de los países
árabes está inherentemente vinculada y condicionada por el factor petróleo.
En ese caso tendría una duración limitada, perdiendo su efectividad con la
superación de ciertos estrangulamientos de “cuello de botella” de carácter
Socialismo y nacionalismo, UCV, Facultad de Derecho, Inst. de Estudios Políticos, Caracas,
1965, p. 9.
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temporal y pasajero. De no ser así, o de encerrar el caso árabe factores más
complejos que la “simple” situación petrolera, el resto del Tercer Mundo podría establecer una estrategia que cuente entre sus bases con ciertas condiciones en el mundo árabe, cuyos aportes van a estar presentes en la lucha futura
y general de los países subdesarrollados por su liberación y por la superación
de sus actuales condiciones.
El presente trabajo tiene por objeto al mundo árabe. Como objetivo persigue
contribuir a esclarecer un conjunto de hechos que frecuentemente no son tomados en cuenta a la hora de hacer diagnósticos y pronósticos de la situación
internacional. Se propone discutir y analizar la evolución de fuerzas y elementos que participan en la constitución de la realidad político-económica de tan
vital porción del mundo actual.
Cada vez que se presenta una oportunidad de discutir, explicar hechos económico-políticos y socioculturales del mundo árabe actual, se hace evidente esa
necesidad imperiosa de volver a la historia; intentar llenar un vacío, establecer
un punto de partida que permita la comprensión de fenómenos contemporáneos sin prejuicios ni recargos exagerados, lograr que el interlocutor se ponga
en el lugar de quienes intenta juzgar: entenderlos con un mínimo indispensable de conocimiento de causa.
La pretensión de lograr que el lector de las siguientes páginas se convierta
en partícipe solidario del mundo árabe está por encima de la aspiración del
autor, tanto por las limitaciones del trabajo como por los múltiples prejuicios
subyacentes en las mentes.
Tratándose de una de las regiones geográficamente más apartadas del mundo latinoamericano, de una de las realidades más envueltas en fábulas misteriosas, pero
actualmente tan llenas de realismo dinámico, trágico y explosivo, todo intento
honesto de comprensión se ve dificultado por dos imágenes de los hombres de
aquella región: una tangible, los emigrantes, y la otra, los pintorescos “jeques del
petróleo” de las revistas y la televisión.
Pues ni los unos ni los otros son representativos. Una nación jamás puede ser
entendida sino como una diversidad fundida en unidad por la acción de la
historia.
Concebido como parte de un trabajo más amplio y que se extiende hasta la actualidad, esta porción solo examina las características de la expansión europea
inicial; discute modos de producción y formaciones sociales; analiza los procesos unionistas en el mundo árabe y la agresión del capitalismo europeo en
expansión; las manifestaciones de la dominación capitalista en el oriente árabe y sus métodos, especialmente la utilización del sionismo; las condiciones
dentro de las cuales se desenvuelve el surgimiento de las ideas nacionalistas
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árabes y, finalmente, la situación del mundo árabe en vísperas de la Primera
Guerra Interimperialista Mundial.
Para la realización de la investigación fue muy positiva la discusión permanente con colegas y estudiantes; es por ello justo reconocer las observaciones útiles de los profesores Jeannette Abouhamad, Francisco Mieres, Demetrio Boersner, Juan Carlos Rey, Héctor Malavé Mata, Carlos Gueron, Zdenek
Strimska, Abdelkebir Khatibi y Nuria Cunil.
El presente texto fue revisado por el amigo poeta Antonio Massis Mahfud, a
quien manifiesto mi agradecimiento, extensivo a Olaida de Santamaría y Chefina Flores, por su paciente laboriosidad.
Finalmente, a mi mujer, Guiomar, mi gratitud por su permanente apoyo y estímulo que hicieron factible el presente trabajo.
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Capítulo I
El Islam y los árabes
El Islam, como sistema político basado en una fe con dimensiones universales, representa el único caso en el cual los pueblos orientales asiáticos logran
llevar gloriosamente sus valores a Occidente en un proceso de conquista
y culturización que se inicia en el siglo VII. Para el mundo musulmán, y en
particular para el mundo árabe, por ser este su fuente básica y original, los
cambios ocurridos a nivel mundial desde el siglo XVII no solo han transformado sus vidas, en cuanto a individuos y pueblos, sino también como conjuntos
nacionales y conglomerados religioso-culturales.
Hablar del mundo árabe tiene poco sentido de no asociar la terminología a
la expansión árabe desde la península Arábiga en el siglo VII, después de la
unificación de sus tribus por Mahoma (Mohammed, 570-632). Un siglo más
tarde, los pueblos y territorios que hoy componen el mundo árabe ya habían
sido islamizados. Mu-Awiya, fundador de la dinastía omeya (661-750) es proclamado califa en Jerusalén en 661 y traslada la sede de su gobierno a Damasco, llevando a cabo ofensivas contra el Imperio romano de Oriente, Bizancio.
Igualmente, Persia es islamizada y se derrumba su Imperio sasánida; el Islam
se extiende sobre Kabul, Bujara y Samarcanda.
En el siglo VII con el Islamismo, que movilizó las energías de los pueblos pastoriles de Arabia y del Irán para lanzarlos como los cruzados del mayor movimiento religioso de conquista que registra la historia (...) Este espíritu de misión
divina, armó de furia sagrada a los guerreros árabes musulmanes e hizo que
arremetiesen en todas las direcciones como una avalancha ante la cual sucumbieron innúmeras sociedades feudalizadas. Les infundió también la capacidad de
resistir la amalgama cultural en contextos más evolucionados (...) Y sobre todo,
les infundió el vigor necesario para estructurar los pueblos conquistados en inmensos sistemas imperiales despóticos integrados en un nuevo orden moral,
fundado en la palabra del Profeta.
En pocas décadas, el dominio musulmán se expandió por casi todo el Medio
Oriente y de ahí hacia el oeste, sobre el norte de África, las islas mediterráneas
y la península Ibérica y hacia el este, sobre la Alta Asia, sobre la India y más allá,
sobre Indonesia e Indochina (...) Más tarde, penetrando profundamente, de un
lado en el África tropical y del otro en la Eurasia y en los confines del Oriente.
Estas últimas ondas serán conducidas por pueblos islamizados, como los turcomongólicos, que a cierta altura, se colocan en el centro del expansionismo musulmán como su fuerza más dinámica (...) En el curso de su prodigiosa expansión,
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los pueblos islamizados (…) fueron avanzando culturalmente hasta madurar como
una alta civilización (...) Actuaron como agentes de uno de los más vigorosos
procesos civilizatorios, cuya capacidad de actualización de pueblos atrasados en
la historia hacia la modernización tecnológica, social e ideológica solo tendría
paralelo en el curso de la revolución mercantil y de la revolución industrial (...)
Se implanta el Islam sobre un área mucho más extensa que la de cualquier civilización imperial anterior, con una capacidad de permanencia también mucho
mayor y con un poder de asimilación de pueblos y de aculturación compulsiva
nunca alcanzado antes (…) Incluso cuando caen, posteriormente, en regresión
feudal, dejan transformados los pueblos que habían dominado, tanto en el Cercano Oriente y del norte de África, como los del África tropical o Eurasia, modelando una de las más vastas configuraciones histórico-culturales modernas2.
El Islam detiene el avance de Occidente hacia Oriente en lo militar, económico, político y cultural. Los árabes intentan tomar Constantinopla en 674-678 y
luego en 717-718. Al convertirse en una fuerza expansiva, los árabes musulmanes no solo logran que pueblos cristianizados se conviertan al Islam, sino
que “compiten” con el cristianismo dirigido por Europa en amplias regiones
de África, Asia y posteriormente penetran en la Europa cristiana, especialmente en los Balcanes. España, que había adoptado al catolicismo como religión
oficial en 589, es dominada por los árabes en 711, hecho que se caracterizó
por la convivencia y la tolerancia religiosa3.
En Oriente florece la dinastía abasida (750-1258) y la capital del Califato es
trasladada a Bagdad. El idioma árabe alcanza una gran difusión mediante la
lectura del Corán, cuya traducción del árabe queda prohibida; aunque gradualmente la conducción del gran imperio va pasando a manos de elementos
no árabes, especialmente persas y turcos. Los abasidas logran establecer su
hegemonía en el Mediterráneo hacia el año 1000 y conquistan la India en el
siglo XI.
Casi en forma simultánea se produce la decadencia del Imperio bizantino y del
Imperio abasida; Bizancio por el proceso de feudalización y las crecientes victorias de los selyúcidas contra Anatolia y Siria. Las razones de la decadencia árabe
abasida son analizadas, entre otros, por Ibn Khaldun en sus Prolegómenos4.
Como consecuencia de la debilidad del Imperio romano de Oriente, los cruzados, que en vez de marchar a Tierra Santa habían conquistado Constantinopla,
fundan el Imperio latino uniéndose las iglesias griega y romana (1204).
Darcy Ribeiro, El proceso civilizatorio, Ediciones de la Biblioteca, UCV, 1970, pp. 95-97.
Hermann Kinder y Werner Hilgemann, Atlas histórico mundial, vol. I, Ediciones Istmo,
Madrid, 1973, p. 129.
4
Aben Jaldun, Teoría de la sociedad y de la historia, Instituto de Estudios Políticos, UCV,
1963, pp. 39-42 y pp. 143-168.
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Pero pronto Génova desplaza a Venecia como potencia mercantil hegemónica
(1261) y los paleólogos conquistan Constantinopla, la cual sigue en su poder
hasta que los turcos otomanos musulmanes logran, en 1453, vencer la resistencia de bizantinos, genoveses y venecianos.
El hecho constituye una amenaza directa para Occidente y los europeos pierden su vía de comunicación con la India; hasta el zar moskovita (que ahora
dirige la Iglesia ortodoxa), deja de tener acceso al mar Negro5.
Pero en la península Ibérica llega a su final en 1492 el dominio árabe-musulmán que se había prolongado desde 711, y de la Europa más islamizada y
mejor dotada científicamente sale la expansión en búsqueda de nuevas vías
de comunicación marítima hacia Oriente.
El factor religioso estuvo presente en Occidente, primero con las Cruzadas
como reflejo de la expansión de la Europa feudal, luego se hace sentir en la
península Ibérica durante el período de la reconquista católica en vísperas del
capitalismo mercantil y, más recientemente, Occidente recurre a difundir su
“cultura” por intermedio de las misiones religiosas que acompañan la expansión del capitalismo industrial por las tierras del Islam en Asia y África.
Durante los años de la Primera Cruzada, en el siglo XI, los judíos sufren en
Europa grandes persecuciones y matanzas, y en el siglo XIII Federico II declara a los judíos “siervos del príncipe”. Cobra así carácter jurídico el concepto
de “esclavitud de los hebreos” concebido por la Iglesia católica. Ello ocurre
después de que el IV Concilio lateranense, en 1215, prohíbe a los judíos ocupar cargos; les obliga a llevar un distintivo; les confina a vivir en guetos y les
impone un “toque de queda”.
La expulsión de los judíos de países europeos se inicia en Inglaterra en 1290;
en Francia son expulsados durante el siglo XIV y en Alemania son exterminados y expulsados durante el siglo XV6.
En la España liberada de los árabes musulmanes, la intolerancia adquiere
rasgos terribles: no solo se expulsa en 1492 a los árabes y a los judíos que durante el reino árabe vivían en paz y prosperidad, sino que se instala también
la terrible Inquisición. Notable es el hecho de que los judíos salen involuntariamente de España para radicarse en Holanda, Francia y en los territorios
musulmanes7.
Ob. cit., p. 192.
Ob. cit., p. 161.
7
Es de recordar que cinco siglos más tarde, en los años treinta del siglo XX, miles de judíos
europeos perseguidos por la muerte nazi, encuentran nuevamente refugio en los países
árabes musulmanes.
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El mundo árabe
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21
Desde los tiempos del infante portugués Enrique El Navegante, Occidente, en
su afán por apoderarse de las riquezas de Oriente, utiliza a la religión como
símbolo y combate los pueblos de mayor capacidad para impedir sus propósitos: los pueblos islámicos.
Portugal, con el propósito de establecer un intercambio directo con los mercados de oro y esclavos, va explorando la costa occidental de África y funda la
Compañía de Lagos en 1444 para monopolizar el comercio africano.
En su avance para instaurar su imperio, proclama como ideales: la recuperación de Tierra Santa y combatir el Islam. Al iniciarse el siglo XVI, Portugal
disfruta de enormes ganancias provenientes de sus posesiones de Goa en la
India, Ceilán, que es la actual Sri Lanca, Malaca y de la India insular.
Pero desde los comienzos de su expansión, Occidente confronta como principal barrera para su grandeza al Islam. No solo por el hecho de que los
pueblos islámicos dominaban el mar Negro, el mar Rojo y el Mediterráneo,
sino también porque, tanto en África como en la India encuentran estructuras
sociopolíticas islámicas de gran arraigo y de muy difícil destrucción, ya que
como dijera D. Ribeiro: “Cada civilización, al expandirse se difunde sobre un
área, organizándola como un territorio de dominación político-económico y
de influencia cultural”8.
Cuando se produjeron los primeros contactos con los portugueses, en Guinea prácticamente todos los poblados mantenían vínculos comerciales de algún tipo con la
civilización musulmana de Sudán y África Septentrional. Así cuando llegaron los
europeos por mar a las costas de Guinea, se encontraron un fecundo campo de
actividades comerciales (...) Desde el siglo VIII al XIV, las invasiones árabes y la subsiguiente expansión del Islam por el tercio septentrional del continente, incorporó
una extensa área del África a la corriente de la historia. África, a través de su inclusión
parcial en la civilización islámica, ganó más de lo que perdió por su falta de contacto
con Europa que pasaba entonces por una época oscura9.
Luego de largos años de lucha los portugueses consiguieron expulsarlos [a los árabes].
El propósito de debilitar el mundo árabe cuya amenaza aún pesaba sobre ellos y la
idea de sustraerles el tráfico de las especias, haciéndolo por el mar Rojo y el océano
Indico, fueron los móviles complementarios. La lucha por el debilitamiento del mundo
árabe había de dar a las empresas coloniales portuguesas y españolas un aspecto de
“cruzada”. Alburquerque10 en el momento de librar la batalla con el sultán de Malaca
afirma: Es para la mayor gloria de Nuestro Señor Jesucristo que debemos expulsar a
los moros de este país y arrancar de raíz la secta de Mahoma que no debe jamás
8
9
10
Darcy Ribeiro, ob. cit., p. 36.
Roland Oliver y J.D. Fage, Breve historia del África, Edit. Alianza, Madrid, 1972, p. 121.
Del árabe Abu-el Quraq.
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Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
pisar la faz de la tierra (…). Si les arrancamos el comercio de Malaca, El Cairo y la
Meca quedarán completamente arruinados y Venecia [cristiana] se verá obligada para
no carecer de especias, de enviar sus comerciantes a comprárnoslas11.
Ese mismo guerrero se había dirigido al rey de Portugal en 1507 informándole:
“Ahora que Hormuz y Bahrain están en nuestras manos, el golfo entero nos
pertenece”12.
En la India, donde Baber había creado el Imperio mogol (1526-1658) como
culminación del avance islámico en el Indostán, se produce otro choque entre
el Oriente islámico y el Occidente cristiano, que de nuevo contiene algo más
que el aspecto religioso, porque se trata de diferentes formas de organización,
modos de producción, grados de desarrollo, sistemas de administración, culturas, escalas de valores, etc.
Las luchas internas entre musulmanes e hindúes acompañan la declinación
del Imperio mogol y facilitan la instalación de bases comerciales europeas. Al
comenzar el siglo XVII, Holanda obtiene victorias sobre Portugal y la expulsa
de Malaca y Ceilán. Pero para entonces, Inglaterra ya había alcanzado un gran
poderío marítimo en el océano Índico y demostraba un gran interés por esa
región, siendo su Compañía de las Indias Orientales portadora de la política
colonial inglesa.
Ante los éxitos ingleses en la India en la batalla de Surat en 1614, Portugal debe retroceder y su expulsión del estrecho de Ormuz ocurre en 1622,
instalándose en su lugar la Compañía Inglesa de las Indias Orientales.
Mientras tanto, en Francia, la teoría mercantilista influye y conforma la construcción del Imperio colonial. Para 1664, Colbert funda la Compañía de las
Indias Orientales para desarrollar el comercio francés con la India y fomenta
expediciones coloniales financiadas por el Estado. Esa política conduce a una
rivalidad colonial anglofrancesa.
El desarrollo de la industria mecánica en Inglaterra atestigua la superación de
la manufactura y el vigor de la economía capitalista en ese país, y su necesidad de exportar, principalmente, sus textiles industriales.
Ese proceso tiene lugar desde mediados del siglo XVIII y coincide con la decadencia del Imperio otomano, lo cual conduce al éxito de la expansión colonialista de la Revolución Industrial hacia Oriente, siendo sus principales
protagonistas Inglaterra y Francia.
Arndult Jacques, Historia del colonialismo, Editorial Futuro, Buenos Aires, 1960, p. 25. citando
a K.M. Pannkar, La sie et la domination occidentales, Editions du Seuil, París, 1951, p. 58.
12
El comienzo de la lucha colonialista por el petróleo de la región, p. 5.
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Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
23
A partir de ese período se va a desarrollar la resistencia nacional árabe, enfrentada desde entonces a la expansión y dominación colonialista de Occidente, a
lo largo de sus etapas de evolución, hasta nuestros días.
Occidente en su proceso de avance y penetración hacia Oriente, y más específicamente hacia el mundo islámico, entre los siglos XVIII-XIX, logró grandes
éxitos. Dicho proceso alcanza con el capitalismo industrial y luego con la exportación de capitales una etapa que conduce el derrumbe de las estructuras
estatales islámicas supranacionales. Este hecho permite el sometimiento del
mundo islámico y la expansión colonial-imperialista de Occidente sobre sus
pueblos. Samir Amin, bajo un seudónimo, escribe:
El sistema capitalista mundial en expansión y desarrollo, llegó a tener una estructura colonial. No todas las “colonias”, sin embargo, fueron integradas a este
sistema de la misma manera (...) Asia y África, aunque en parte relacionadas
comercialmente con Europa, no fueron colonizadas similarmente (a América
Latina) hasta los siglos XVIII y XIX, aunque como también veremos, algunas partes
de África estaban ya sujetas esencialmente a la misma relación y estructura colonial
–al colonialismo– a través del comercio de esclavos en los siglos XVII y XVIII, mucho
antes de que se convirtieran formalmente en colonias13.
Los pueblos islámicos son reducidos entonces en su papel histórico. Occidente no solo les impide seguir siendo actores activos en el escenario internacional, sino que destruye todas las condiciones necesarias para aspirar a
mantenerse siquiera como “candidatos” para volver a ocupar sus posiciones
anteriores. En fin, Occidente lleva a los pueblos islámicos a la misma condición del resto de los pueblos del Tercer Mundo: los que viven el impacto que
pueblos más avanzados tecnológicamente producen en ellos y cuyos procesos
civilizatorios aún no les habían permitido participar activamente en los asuntos mundiales.
En el mundo árabe, la cuestión de la nación no es un asunto de dogma burgués
o “marxista”, tampoco se trata de un asunto de menor importancia que sirva para
conciliar los problemas fundamentales como los de obtener la independencia de
la explotación imperialista. El marco dentro del cual la lucha de clases se lleva a
cabo es un marco nacional y la opresión a la cual los pueblos de la región están
sujetos no es meramente “económica”, sino también nacional14.
Las dimensiones del “drama” experimentado por los pueblos islámicos de Asia
y África a raíz de la conquista colonial occidental, radican en el hecho de que
ellos mismos habían sido, hasta ese momento, poderosas entidades autónomas,
Ahmad El Kodsy. Nationalism and Class Struggles in the Araba World-Monthly Review
N.Y., Londres, julio-agosto, 1970, pp. 6-7. El nombre es el seudonimo de Samir Amin.
14
André Gunder Frank y Said Ahmed Shah, Hacia una teoría histórica del subdesarrollo
capitalista, p. 10. Material multigrafiado por CEP-UCV, 1970.
13
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
24
portadoras de civilizaciones avanzadas técnica y culturalmente, desempeñando funciones dinámicas en las actividades económico-comerciales a nivel
mundial. Occidente detiene el desarrollo de esas funciones, se apropia de
esos roles, subyuga a esos pueblos militar, política y culturalmente, y procede
a su explotación económica; es decir: a su empobrecimiento.
Islam en la mira de Occidente
Desde 1520, los reyes otomanos utilizan el título de califa y se consideran
como prolongación del gobierno islámico original y protectores de todos los
musulmanes del mundo. Su expansión hacia Europa cubre los Balcanes, Grecia y amenaza a Viena, la capital del Imperio austro-húngaro y sede de los
Habsburgo.
Su control sobre la isla de Rodas subordina el tráfico comercial veneciano y genovés, mientras que la captura de Iraq les abre el camino hacia la India. Desde
el punto de vista militar, el Imperio otomano fue una potencia de primer orden,
Europa durante los siglos XV y XVI.
Los otomanos conquistan el norte de Iraq en 1514 y se enfrentan al Estado mameluco en Egipto, el cual dominaba, además, a Siria, Palestina y la provincia
de Hijaz en la península Arábiga (sede de las ciudades santas: Meca y Medina).
Ese Estado sucumbe ante el poderío otomano, que para 1550 domina también
a Túnez, Argelia y Libia; igualmente el Yemen, las costas del golfo Arábigo y
el resto de Iraq caen en sus manos durante la primera mitad del siglo XVII.
La expansión marítima portuguesa se encontraba en su apogeo cuando en Holanda se impone la concepción capitalista mercantil y ese país es gobernado
por comerciantes y banqueros, y se crea la primera organización bancaria moderna que actúa como financiadora y aseguradora de la expansión mercantil
holandesa, elevada a la condición de emporio distribuidor de la producción
mundial en los mercados europeos. Holanda se apodera de diversos dominios coloniales portugueses en el África, en América y en Oriente (Ceilán,
Indonesia)15.
La rivalidad colonial angloholandesa se manifestó en guerras entre ambos países
durante 1652-1674. Con la revolución de Cromwell, Inglaterra se estructura también como una formación capitalista mercantil (segunda mitad del siglo XVII).
Según Ribeiro, el enriquecimiento de Inglaterra en esa primera etapa se logró,
principalmente, a través del saqueo por corsarios sostenidos por el Estado
y, más tarde, mediante el contrabando con las colonias americanas y con la
15
Darcy Ribeiro, ob. cit., p. 112; Jacques Arnault, ob. cit., p. 38.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
25
explotación del tráfico negrero, por medio de contratos monopolísticos con
las naciones ibéricas, operados por compañías oficiales cuyos principales accionistas eran las casas reales española e inglesa.
Inglaterra, fortalecida y enriquecida, centra su interés en la India y tiene allí como
adversario poderoso a Francia, que aspira, igualmente, dominar el tráfico comercial con la India.
De 1600 a 1700, la Compañía inglesa de las Indias Orientales, estuvo vegetando:
los negociantes ingleses no tenían ningún producto precioso para los negociantes
hindúes, que fuese comparable con los productos de la India por su calidad y
su perfección técnica (...) Pero a partir de 1750, fecha en la que los ingleses estuvieron en condiciones de imponer la superioridad de las armas y de los métodos
de fuerza, el comercio limitado dio su lugar al pillaje en gran escala. De 1766 a
1768 (...) Las exportaciones a Inglaterra se llevaron a 6.311.250,00 libras esterlinas,
mientras que las importaciones solo llegaron a 624.375,00 libras, es decir, un robo
del orden del 90 por ciento. Las riquezas de la India que aludían a Inglaterra
aclararon de golpe la acumulación del capital e hicieron posible la revolución
industrial inglesa16.
Puede considerarse al respecto que la expansión francesa en el territorio indio
encuentra su final en 1757, cuando Inglaterra asegura su hegemonía en el país
mediante el Regulating Act. La Compañía de las Indias Orientales pasa, en
1773, a ser administrada por el gobernador británico de la India, lo cual demuestra el interés oficial en los asuntos de tan importante empresa. En 1783,
el control de la Compañía pasa directamente al Gobierno inglés.
Con la Revolución Francesa, 1789, las monarquías europeas luchan contra la
difusión de las ideas y los principios revolucionarios. Inglaterra como primera
potencia mercantil e industrial, toma el liderazgo para resistir y combatir la
expansión francesa guiada por Napoleón.
La primera región del Tercer Mundo en sentir la expansión colonial napoleónica fue el mundo árabe, cuando Napoleón, al mando de las operaciones
contra Inglaterra, obstruye sus vías de comunicación con su principal fuente
de riqueza y de poder: la India. En 1798 se produce la expedición francesa en
Egipto, la provincia más rica del Imperio otomano.
Es de recordar que el Estado otomano adquiere dimensiones territoriales imperiales, no como el fruto de un desarrollo económico y tecnológico, sino
como resultado de las necesidades militares del feudalismo otomano en el
transcurso de sus tempranas guerras. Este Estado, al igual que otros Estados
multinacionales de Europa oriental, surgió dentro del armazón del feudalismo
antes de la formación de las naciones y la liquidación de la desunión feudal.
16
Jacques Arnault, ob. cit., p. 38.
26
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Los movimientos populares y la lucha por la liberación en las provincias árabes coincidieron con la declinación del poderío exterior del Imperio otomano
y el avance de las potencias europeas, ansiosas de expandirse bajo el signo
del capitalismo.
Las provincias árabes del norte de África, Argelia, Túnez y Libia no tardaron
en obtener una independencia virtual de Istambul a principios del siglo XVII,
mientras que el Yemen lo logra a mediados del mismo siglo. En cuanto a Siria, Palestina, Egipto e Iraq, la dominación otomana fue, frecuentemente, solo
nominal. A veces eran los gobernantes turcos quienes se independizaban del
sultán otomano, otras veces los señores feudales árabes se sublevaban contra
los gobernantes turcos; de modo que los violentos levantamientos resquebrajaron el Imperio otomano.
El yugo feudal en el Imperio otomano tuvo el carácter de una dominación extranjera, de manera que la lucha campesina contra los señores feudales estuvo,
hombro con hombro, ligada a la lucha de los movimientos por la liberación nacional. La burguesía, la cual en el siglo XVIII estaba surgiendo como clase en
Egipto, también sufrió el yugo feudal otomano y se unió en la lucha contra el
feudalismo.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
27
Capítulo II
Regionalización y características
Generalmente se puede dividir el mundo árabe en tres zonas que difieren
ampliamente unas de otras en cuanto a estructura social y organización económica y política:
1. Al Mashriq: la península Arábiga, Siria, Líbano, Palestina, Jordania e Iraq.
2. Los países del Nilo: Egipto y Sudán.
3. Al Magreb: Libia, Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania.
Pero dentro de Al Mashriq hay que diferenciar entre las costas de la península
Arábiga y el interior de Arabia. A ello se debe que la provincia de Hijaz en las
costas del mar Rojo, ha tenido un desarrollo mayor y una composición étnica
diferente de la Arabia central (Najd o Al-Ahsaá). Hijaz, por lo tanto, tiene mayores similitudes con los países de la costa del golfo Arábigo: Yemen, Kuwait,
Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Omán, Maskat, Hadramout.
El Imperio del Islam y la civilización árabe no deben ser confundidos con el
Imperio de la civilización de Arabia. Arabia como zona geográfica fue y es, de
hecho, una región desértica, árida, con la excepción de estrechas extensiones
costeras, especialmente en el sur. Pero el Imperio floreció en Siria, Iraq, España, Egipto; todos territorios esencialmente agrícolas.
Las hordas pastoriles nómadas (...) en virtud de la relevancia del papel masculino
en el sistema productivo, en ellas se profundiza esa dominación y asume las
formas patriarcales más despóticas.
Por último, la guerra actúa también como fortalecimiento del predominio masculino dentro de las sociedades agrícolas y pastoriles, determinando desde muy
temprano la aparición de diferenciaciones sociales que amplían y dignifican las
antiguas formas de jefaturas, cuyas responsabilidades iban en aumento. Ahora
les compete hacer frente a los riesgos de saqueo de las cosechas y rebaños y la
conducción de las luchas por la conquista de nuevas áreas de cultivo y
pastoreo17.
Incluso, en los países que integran la creciente fértil encontramos rasgos generales y comunes entre las regiones desérticas de Iraq, Siria y Jordania que
se asemejan a los de Arabia central. En cambio, la ciudad iraquí norteña de
Mosul tiene mayores nexos históricos y mayor similitud con la gran Siria que
17
Ribeiro, ob. cit., p. 52.
28
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
con el sur de Iraq; a la vez encontramos que la ciudad iraquí sureña de Basrah
pertenece a la cultura del golfo más que a la de la creciente fértil.
Factores como el de que el actual Iraq tenga apenas 70 kilómetros de costa
han contribuido a que ese país, por ejemplo, tenga un desarrollo diferente al
de la gran Siria con sus extensas costas que cubren la totalidad del Mediterráneo este. Además, la cercanía de las costas de la gran Siria de Egipto, Grecia,
Bizancio y Europa del Mediterráneo, determinó un devenir económico, religioso, cultural y político bastante diferente del que experimentó Iraq, que
históricamente estuvo más ligado a la región del golfo, la India, Persia y las
costas orientales del África.
El Hijaz estuvo en permanente contacto con Egipto, la India y África oriental;
Arabia central, en cambio, permaneció a lo largo de los siglos aislada de toda
corriente cultural y política, y mantuvo una vida económica invariable por sus
condiciones geográficas impenetrables.
Las condiciones climáticas y geográficas han determinado también la importancia de la agricultura en los respectivos componentes de Al Mashriq.
Por su parte, el hecho mismo de que los dos imperios árabe-islámicos de Al
Mashriq hayan tenido sus sedes en las respectivas capitales de Siria (Damasco)
e Iraq (Bagdad), tiene igualmente importancia e influencia sobre el grado de
riqueza que se haya alcanzado en esos países por su condición de ser centros
de extensos imperios con provincias de variados niveles de bienestar y prosperidad. Durante los Imperios amawita y abasida, no hay que olvidarlo, se
trata de dimensiones del mundo del Islam y no solo del mundo árabe.
Este hecho llevó a la concentración en Siria e Iraq de riquezas, rentas, tributos,
impuestos, etc., no necesariamente producidas en esos dos países; llegaban
a todos los confines del Imperio (de las partes árabes y/o arabizadas, al igual
que de las partes musulmanas no árabes), caracterizándose cada provincia por
su tradición agrícola, comercial o artesanal.
Aun después de la destrucción de Bagdad, con el Imperio otomano se prolonga el reino del Islam, que tiene en Persia, bajo el Imperio safauida, un adversario que es otra expresión de un imperio islámico. La destrucción del sistema
de riego en Iraq a manos de los tártaros, la subsiguiente gran mortalidad por
la peste y la ausencia de un gobierno central, deterioraron las estructuras agrícolas fundamentadas en el riego desde milenios. Esta circunstancia, unida al
florecimiento mundial del comercio del siglo XV y la aparición de los comerciantes portugueses en las costas del golfo Arábigo y en Basrah, hacen que en
un país, tradicionalmente agrícola, el desarrollo de las actividades comerciales
internacionales influya fuertemente en su posterior evolución sociopolítica.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
29
El Kodsy sostiene que el Mashriq y también el Maghreb, aunque en menor
grado,
Ha sido la sede de civilizaciones que fueron brillantes, acaudaladas y además de
carácter sumamente urbano. ¿[Por qué] el rico Egipto, el único oasis agrícola
grande y auténtico de esta zona árida, siempre ha sido un país campesino, relativamente poco urbanizado hasta nuestra propia época (...) mientras que el Mashriq
(...), siempre ha sido un área de grandes ciudades?
Esta especie de “misterio” que se asemeja a un “milagro” lo explica El Kodsy
de la siguiente forma:
De hecho no es nada misterioso si tratamos de entender al Mundo árabe no
aislado, sino en su verdadero contexto, en tanto que gran zona de paso (...) entre
las mayores áreas de civilización del Viejo Mundo. Esta zona semiárida, inevitablemente pobre en lo que respecta a la agricultura, divide al Viejo Mundo como
un cinturón (...) y por lo mismo, separa tres áreas de civilización basadas en la
agricultura: Europa, el África Negra y el Asia del Monzón. La zona árabe, por
consiguiente, siempre ha desempeñado una función comercial, poniendo en
contacto mediante su papel de único intermediario, comunidades agrícolas que
no tenían conocimiento directo unas de otras. Las formaciones sociales sobre la
base de las cuales fueron erigidas sus propias civilizaciones siempre fueron de
carácter comercial. Con esto quiero decir que el excedente esencial sobre el cual
vivían sus grandes ciudades no provenía de la explotación de los propios habitantes rurales del área (salvo, claro está, en una medida subordinada), sino de
las ganancias de la actividad de comercio lejano que le aseguraba su monopolio
del papel de intermediario, es decir, un ingreso derivado en última instancia del
excedente extraído por las clases dominantes de las otras civilizaciones (aquellas
que el Mundo árabe vinculaba) de su propio campesinado18.
La importancia de las opiniones de El Kodsy radica en que la integración del
Mashriq a la esfera imperialista conllevaría cambios en la estructura de clases
que varían en su grado según las formaciones sociales precoloniales.
Por ello es necesario aportar algunos elementos para determinar hasta qué
punto es válida la afirmación de que “este modelo de sociedad comerciante,
ha sido característico del Mashriq hasta nuestros propios días”.
Ciertamente, la ubicación del mundo árabe entre otras civilizaciones orientales
y la occidental, contribuyó a que cumpliera el rol de intermediario en lo cultural, espiritual y material. Sin embargo, no se desarrolló en el mundo árabe
algo comparable con las ciudades-Estado de Venecia, Génova o como las de
la Liga Hanseática.
18
El Kodsy, ob. cit., pp. 4-6.
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
30
Si bien se desarrollan “ciudades mercantes en Alepo, Damasco, Bagdad, Basrah, Antioquia”, el poder no parece haber pasado a manos de los mercaderes
y ni Alepo, ni Basrah, ni Antioquia, fueron sedes del poder imperial.
Entre los motivos que llevaron a El-Mansur a construir Bagdad (ciudad de la
paz) en 762, no aparece ninguno de origen comercial. Ahora, el que Bagdad
se haya convertido en un importante centro comercial, obedece a la gran riqueza de la capital como centro del imperio multiétnico, multinacional y de
extensiones geográficas extraordinarias. Así, encontramos en la obra de Hitti19
una muestra de las rentas del Estado:
Entre los ingresos fiscales del Estado, se destaca Al-Zakát que es el único impuesto
exigible del muslim y cubre la siembra, el ganado, el oro y la plata, las mercancías
comerciales y las otras riquezas que crecen o gracias a la naturaleza o bien mediante
la inversión (...) Y se considera que Al-Kharaj fue el ingreso más voluminoso (impuesto
sobre la tierra cultivada) y el más importante impuesto que se le cobraba a los no
creyentes. (...) Ibn Khaldun nos informa que los ingresos monetarios del sur de Iraq
(la antigua Babilonia) sin contar los pagos en especies llevados al centro fiscal en la
época de Al-Maamun, alcanzaban 27,8 millones de Dirham; de Khurasan, 27 millones;
de Egipto, 23 millones; de Siria y Palestina, 14,7 millones. (...) Cuando Al-Mansur
murió, dejó 600 millones de Dirhams y 14 millones de Dinares; cuando murió Harun
Al-Rashid había en la casa del dinero (Beit Al-Mal) más de 900 millones y lo que dejó
Al-Muktafi (908) en joyas, objetos y muebles alcanzó 100 millones de Dinares.
La sociedad estuvo dividida [en la época abasida] en dos clases: una alta, vinculada
a la aristocracia a la cual pertenecían los literatos, científicos, artistas, comerciantes,
manufactureros y artesanos y la otra baja constituida por la mayoría de la nación y
comprendía a los campesinos, pastores y habitantes del campo (…)
La extensión de los límites del Imperio y el alto grado de su civilización determinaron que en el mismo se desarrollara un comercio internacional importante
que en un comienzo estuvo en manos de los cristianos, judíos y zuradestas.
Luego, los musulmanes y árabes desempeñaron un mayor papel y comenzaron
a desplazar a los otros y no consideraron al comercio como una actividad baja
como lo hicieron con la agricultura. De allí que los puertos de Bagdad, Basra,
Siraf, El Cairo y Alejandría progresaron y se convirtieron en centros importantes
del comercio terrestre y marítimo (...) Ese gran auge comercial no era posible
alcanzarlo sin que estuviese sustentado en una industria nacional general y una
amplia agricultura (...) Durante el primer período Abasida, la agricultura tuvo un
alto desarrollo contribuyendo a su prosperidad el hecho de que Bagdad, la capital,
estuvo situada en medio de una llanura fértil y porque los Abasidas se dieron
cuenta de que la agricultura producía para el Estado la principal fuente de ingresos
y por el hecho de que la actividad agrícola se mantuvo, principalmente, en manos
19
Vol. I, pp. 396-398 (edición árabe).
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
31
de la población original del país, la cual experimentó una relativa prosperidad.
Volvió así la vida a los campos abandonados y se reconstruyeron los pueblecitos
arruinados en muchas partes del Imperio y gradualmente florecieron las praderas.
El gobierno central le dio una atención especial a la parte sur de las cuencas del
Tigris y el Éufrates. Ese delta, después del Delta del Nilo, es considerado la parte
más fértil en las tierras islámicas y las tradiciones lo consideran como el Edén.
Se cavaron canales del Éufrates, algunos de los cuales eran antiguos y las plantaciones cubrieron la tierra (…) Entre los principales productos del Iraq cuentan
la cebada, el trigo, el arroz, los dátiles, el ajonjolí, el algodón (...) Por su parte
Khurasan competía con Iraq y Egipto en el campo de la producción agrícola.
Según el criterio de los geógrafos árabes, alrededor del año 900, habría cuatro paraísos terrestres ubicados en Bukhara, Persia, Basra y Damasco. (...) En esa época,
aparecieron las plantaciones de la caña de azúcar y los centros de refinación a lo
largo de la costa siria según los modelos conocidos en Ahwaz (cerca de Shatt elArab). El cultivo en los jardines, no se limitaba a los frutales y vegetales, sino incluía
las flores (...) y la industria de extracción de perfumes de las rosas, azahares, violetas
y lirios, logró gran grado de perfección en Damasco y Shiraz20.
En opinión de Engels:
Esta fertilización artificial de la tierra, que cesó inmediatamente al caer en decadencia el sistema de riego, explica el hecho, por otra parte curioso, de que
extensiones otrora brillantemente cultivadas, sean ahora desoladas y desnudas
(Palmira, Petra, las ruinas de Yemen, distritos de Egipto, Persia e Indostán); explica
el hecho de que una sola guerra devastadora podría despoblar por siglos un país
despojándolo de toda su civilización21.
El carácter y la naturaleza agrícolas de la civilización árabe-islámica son destacados por Mandel: “En cuanto al Islam, la India, China y el Japón, se trataba
de civilizaciones esencialmente agrícolas, donde la irrigación permitía el desarrollo de una agricultura intensiva que a su vez aseguraba un considerable
aumento de la población”22.
Carácter agrícola de la sociedad islámica, comercio
internacional, acumulación y lujo
Para Roger Barta:
El Imperio de Bizancio y del Islam, así como la India, China y Japón hasta siglos
próximos al nuestro. El esplendor muchas veces extraordinario que la pequeña
producción mercantil y el comercio internacional alcanzaron en el interior de esas
20
21
22
Ob. cit., vol. 11, pp. 420-431.
Roger Barta, El modo de producción asiático, Edic. Era, México, 1969, p. 75.
Mandel, ob. cit., p. 114.
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
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sociedades, no debe velar su carácter radicalmente agrícola. Mientras la sobreproducción agrícola conserva su forma natural, el comercio, el dinero y el capital solo
podían desarrollarse deÏmanera superficial en el interior de sociedades como esta23.
Agrega el mismo autor que:
En una economía fundada esencialmente en la producción simple de mercancías,
el comercio al detal, e incluso el comercio al por mayor de productos de primera
necesidad, es al principio estrictamente limitado y reglamentado. Prácticamente
unido al artesanado, este comercio difícilmente puede permitir una importante
acumulación de capital mercantil. Sólo el comercio exterior, internacional, hace
posible tal acumulación. Este comercio versa esencialmente sobre los artículos
de lujo destinados a las clases poseedoras. (...) El comercio del Imperio del Islam,
en la época de su apogeo, se limita también, en gran parte, a los artículos de lujo
(…) Esmeraldas de Egipto, turquesas de Nishapur, rubíes del Yemen, perlas del
Golfo Pérsico, coral del África del noroeste, mármol de Siria y Azerbeidján, paño
de Egipto, del Yemen y de Persia, algodón de Marv, Persia Oriental y España,
seda del Turquestán y de la región sur del Mar Caspio, tapices de Persia, cuero
de Andalucía, alfarería de Khorasán, vidrierías de la Costa Siria, hierro de Farghana
(...) agua de violetas de Iraq, aguas de rosas de Irán, incienso y ámbar gris árabes,
higos de Magreb y España, dátiles de Iraq y África, melones del Turquistán, aceite
de oliva de Túnez, azúcar de Persia, del Yemen y Palestina, azafrán del noroeste
de Persia, esturión del lago de Van, tierra comestible del Kuhistán, vinos finos de
Iraq y España24.
Igualmente, en cuanto a lo que se atesora por parte de los grandes, el ejemplo
del califa de Egipto Al-Mustansier (1035-1094) es significativo:
Piedras preciosas, vasos de cristal, placas incrustadas de oro, tinteros de marfil y
de ebonita, copas de ámbar, frascos de moscatel, espejos de acero, quitasoles de
mangos de oro y plata, mesas de ajedrez con piedras en oro y plata, puñales y
sables cubiertos de joyas, telas finas manufacturadas en Dabiq y en Damasco,
cubiertas de bordados25.
La concentración de una parte considerable de la riqueza social con el solo
fin de lujo y derroche parece ser una importante causa del estancamiento y
decadencia de estas sociedades.
Ibn Khaldun habla de las “edades naturales del Estado” y vincula la decadencia al uso del lujo. Incluso encontramos entre las recomendaciones del profeta
Mahoma lo siguiente: “Poneos rudos, porque el lujo hace desaparecer a los
bienes (la abundancia)”.
23
24
25
Ibíd., p. 88.
Ibíd., p. 96.
Ibíd., p. 91.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
33
Para Ibn Khaldun,
la primera generación retiene su rudeza primitiva y su salvajismo, al igual que
ciertas características de la vida nómada, como austeridad, voracidad y anhelo
de gloria.
La segunda generación ha pasado de la forma de vivir nómada a la sedentaria,
a causa del poder que tiene y el lujo de que disfruta. Ha abandonado la vida
dura por una fácil de lujos y comodidades.
En vez de compartir todo el poder y gloria del Estado, solamente uno lo disfruta
y los demás son demasiado indolentes para reclamar su parte. (...) La tercera
generación ha olvidado por completo la vida nómada y la vida dura como si
nunca hubiera existido. Ha perdido también su amor por el poder y su solidaridad
social, a causa de haberse acostumbrado a que la gobiernen.
El hijo la corrompe, debido a la forma de vida fácil y agradable en que se educó.
Pronto se acostumbran a tal modo de vivir y se lo transmiten a sus descendientes.
Y el hijo se acrecienta hasta que Dios le pone fin.
En resumen, el Estado rápidamente pasa a ser propiedad de otros que no fueron
sus fundadores y el poder pasa a manos de otros que no fueron los que primero
lo detectaron. Una vez que el poder se concentra en una sola persona y el lujo
y la falta de acción se han extendido, el Estado se aproxima a su decadencia26.
Por otra parte, Mandel opina que:
El dinero que las antiguas clases poseedoras dilapidan así en un lujo extravagante,
acaba por salir de sus bolsillos y concentrarse en los usureros, comerciantes y
fabricantes manufactureros. Y esta concentración de la riqueza en forma de dinero
en manos de una nueva clase poseedora burguesa modifica totalmente la evolución social27.
El capital usuario y capital mercantil no era exclusivamente de la civilización
occidental. En las sociedades del Imperio de los mogoles en la India, del Imperio del Islam, China y Japón, ese capital tuvo una importante expansión.
Hitti, en su History of the arabs, dice que hacia el siglo XIV:
Un grupo de mercaderes Karimi (yemenitas) que acabaron monopolizando el
comercio de especias con la India en el Egipto de los mamelucos, adelantaron a
los notables de Damasco 700 mil dirhams de plata y 400 mil dinars de oro al rey
del Yemen (monedas que contenían más cantidad de metal puro que las europeas
de esa época). En los siglos IX y X, en el apogeo del Imperio del Islam, encontramos varios mercaderes de Basrah que poseen una renta anual de más de
un millón de dírhams. (…) Un joyero de Bagdad, Ibn-al-Jassas, sigue siendo un
26
27
Aben Jaldun, ob. cit., pp. 154-160.
Mandel, ob. cit., p. 91.
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
34
hombre rico después de habérsele confiscado 16 millones de dinars de oro. (…)
En el Imperio del Islam se produjo un desarrollo de la industria a domicilio y de
las manufacturas que fue impresionante. Más de mil trabajadores estaban concentrados en las minas de mercurio de la España islámica. En la célebre ciudad
de tejido de paños, Tinnis, desde el 815 de nuestra era, la industria a domicilio
funcionaba de manera perfeccionada. (…) El gran comercio conserva fundamentalmente el carácter de comercio de lujo. (…) En Bizancio, el Islam, China y la
India, las manufacturas e industrias a domicilio son casi exclusivamente para los
sectores de lujo, si no trabajan por encargo del Estado28.
Agrega Mandel que:
A partir del siglo XV la constitución de los Estados centralizados modernos no
resulta de un aplastamiento sino, por el contrario, de una nueva elevación de la
burguesía urbana. (...) (España, Rusia, Austria). A la inversa, en las otras civilizaciones precapitalistas el capital queda constantemente sometido a la arbitrariedad
de un Estado despótico y todopoderoso (...) como la despiadada fiscalización
que aplasta a la producción artesanal e industrial bajo el Islam29.
No es consecuencia del azar el predominio del Estado absoluto en las civilizaciones precapitalistas no europeas, porque como lo explica Mandel:
Resulta de las condiciones de la agricultura mediante irrigaciones que exigen una
estricta administración y centralización de la sobreproducción social. Paradójicamente, el grado superior de fertilidad del suelo y la mayor expansión de su
población, es lo que ha condenado a esas civilizaciones a detenerse a mitad del
camino de su desarrollo30.
En Bizancio, el gran comercio está al principio en manos de sirios, judíos y
orientales. En el Imperio del Islam los primeros comerciantes son cristianos, judíos
y zoroástricos. Los primeros comerciantes de la alta Edad Media en Europa Occidental son asimismo judíos y sirios31.
Hitti32 cita numerosos ejemplos sobre los métodos asiáticos en la agricultura
introducidos por los árabes en España:
Los árabes introdujeron en Andalucía los métodos agrícolas conocidos y comunes
en Asia Occidental; cavaron canales (en español se usa la palabra acequia, la
cual tiene su derivación del árabe Alsakiya), plantaron las diversas variedades
de las uvas, trajeron diferentes plantas como el arroz, el durazno, las granadas (de
allí la bebida española llamada “romanía”, hecha de las granadas que en árabe
28
29
30
31
32
Ibíd., p. 113.
Ibíd., p. 114.
Ibíd., p. 115.
Ibíd., p. 116.
Ob. cit., vol. II, pp. 628-630.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
35
se llama Rumman), las naranjas, el algodón, el azafrán. (...) Florecieron en los
llanos del sureste de la Península Ibérica centros importantes. (...) Ese auge agrícola es considerado como uno de los orgullos de la Andalucía Islámica.
Ribeiro33, por su parte, dice:
Pero con la victoria sobre el Islam, en Iberia se destruye el sistema agrario que
había implantado, basado en una agricultura de regadío de alta tecnología y
que por siglos había permitido mantener densas poblaciones hasta en las zonas
más áridas. A medida que los nuevos señores aristocrático-clericales se apoderaban de las antiguas áreas intensamente cultivadas, las transformaban principalmente en pastoras, (...) haciendo que la escasez sucediese a la anterior abundancia.
Multitudes de campesinos fueron expulsados y reducidos a la mendicidad (...)
Ni siquiera todo el oro saqueado de América, en los siglos siguientes, fue suficiente para compensar este retroceso.
Hasta el último imperio islámico, el otomano, el Estado fundamenta su poder
mediante el dominio de la tierra, la explotación del campesino y no a través
de monopolizar el comercio. Galbraith afirma que:
La posición de las élites dominantes en América Latina y en el Medio Oriente,
está comúnmente asociada a la propiedad de la tierra. Tal propiedad constituía
la fuente tradicional del poder. Pero sería un error identificar el poder exclusiva
o predominantemente con la tierra.
Más que centros económicos, las ciudades árabes entre los siglos XVI y XVIII,
eran centros administrativos donde los representantes otomanos tenían sus
asientos. El comercio internacional estaba creciendo rápidamente debido a
la necesidad, para la industria europea, de mercados adicionales y el extenso
Imperio otomano representó una buena oportunidad para ello. Los señores
feudales turcos y árabes compraban telas inglesas y holandesas, sedas y vinos
franceses, pieles rusas y cristal de Bohemia, etc.
En cambio, exportaban a Europa granos, lana natural, pieles, frutas, nueces,
aceite de oliva, telas de hilado casero, seda en rama, etc. Es decir, fue un intercambio de materia prima extraída por los señores feudales de sus productores
como renta en especie para importar el lujo extranjero; esto llevó a una mayor
explotación feudal de los campesinos y a la ruina de la población rural.
El rol principal en ese comercio estuvo a cargo de comerciantes extranjeros.
Por lo que Engels sostiene:
33
Ob. cit., p. 105, citando a J. Klein.
36
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
¿Quiénes fueron los comerciantes en Turquía? No precisamente los turcos. (...)
Los griegos, armenios, esclavonios y los francos establecidos en las grandes
ciudades marítimas llevaban a cabo todo el comercio (...) [en cambio] saque a
todos los turcos de Europa y el comercio no tendrá por qué sufrir34.
Al comienzo fueron los comerciantes italianos que se establecieron en el Imperio otomano, pero luego fueron desplazados por los ingleses y franceses.
Había entonces hoteles europeos y en las grandes ciudades comerciales los
europeos tenían sus propias moradas en El Cairo, la costa de Siria y los puertos norafricanos.
Como intermediarios de los comerciantes europeos actuaron otros armenios,
griegos, y en menor grado, árabes. En el siglo XVIII, la Compañía de las Indias
Orientales se establece en Bagdad y Basrah. Los productos locales se exportaban hacia los puertos marítimos a través de ciudades que servían como
estaciones intermedias. En comparación con el comercio internacional, el comercio interno estaba escasamente desarrollado.
El predominio de los europeos en el comercio del Imperio otomano se debía
al hecho de que los comerciantes europeos tenían tras de sí grandes sumas de
capital y mucha mayor experiencia comercial: su organización de comercio y
transporte era mucho mejor, así como también su “cultura comercial”.
Por otra parte, Europa aprovechó la debilidad de los otomanos para obtener
privilegios comerciales para sus comerciantes, régimen que se conoció como
las capitulaciones: certificados que garantizaban privilegios y derechos especiales a los comerciantes europeos para establecerse, ejercer el comercio y
practicar su religión.
Pero las capitulaciones cambiaron de carácter; de un permiso otorgado voluntaria y unilateralmente por el sultán, se convirtieron en el siglo XVI en acuerdos
bilaterales. En 1535, se establece el primero de esos acuerdos que estipulaba que
los barcos de otras naciones podían entrar a los puertos del Imperio solo bajo la
protección de la bandera francesa.
Con el tiempo, los poderes europeos comenzaron a considerar a las capitulaciones como sus derechos irrenunciables y trataron de obtener la extensión de
estas para incluir a sus contratistas locales. Gracias a las capitulaciones, los comerciantes fueron liberados del pago de impuestos y de la jurisdicción de las costas
turcas; sus bienes no podían ser confiscados35.
Engels, The Turkish Question, New York Daily Tribune, abril 19, 1853.
Dicho régimen duró en Egipto hasta 1937. Socavó el desarrollo del capital nacional y
colocó a los comerciantes locales en posición inferior; igualmente la industria otomana se
quedó atrás sin que los gremios de artesanos pudieran competir con los productos europeos
que experimentaban la transición de la manufactura a la producción mecanizada.
34
35
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
37
Los motivos fundamentales que llevaron a los otomanos hacia el mundo árabe
pueden resumirse en:
1. Necesidades de expansión del feudalismo otomano.
2. Control de las rutas comerciales más importantes.
3. Control de los centros religiosos del mundo islámico.
Los otomanos preservaron el sistema social que había existido antes de su
conquista. La tierra y el poder permanecieron en manos de los feudalistas
locales.
En general la tierra estuvo dividida en tres grupos básicos:
• Las tierras del Estado (y por lo tanto del sultán), que fueron la mayoría.
• Las tierras de los establecimientos religiosos.
• Las tierras de propiedad privada.
• En algunos países seguía existiendo la propiedad comunal.
La tierra en posesión de individuos era relativamente escasa y el Estado cobraba impuestos que llegaban hasta la mitad de la cosecha. Grandes señores
feudales arrendaban las tierras privadas a los campesinos. El clero musulmán
fue un soporte del sistema feudal, según Lutsky: “Para consolidar ese sistema,
extensas propiedades fueron obsequiadas por grandes señores feudales a los
establecimientos religiosos”.
Al respecto, El Kodsy opina:
No podemos hablar de feudalismo, en este caso; la idea de que el Este Árabe es
feudal no corresponde en lo más mínimo a la realidad. Se desarrollaron formas
“semi-feudales” en periodo de descenso del comercio lejano, en las áreas de
llanuras agrícolas que los habitantes de las ciudades podían dominar más fácilmente y que utilizaban así para compensar, mediante el tributo extraído a los
campesinos, su pérdida de ingreso en el comercio lejano. Las planicies de Bekaa,
de Palestina, Homs, Hama y el Iraq central, fueron así algunas veces sometidas
al control de codiciosos terratenientes especialmente durante el período otomano
(de 1500 en adelante), que fue un largo período de decadencia comercial.
Engels niega, categóricamente, que haya existido un modo feudal de producción en el Asia antigua y afirma: “Fueron los turcos quienes introdujeron en
el Oriente, en los países por ellos conquistados, una especie de feudalismo
latifundista”36.
36
Roger Bartra, ob. cit., p. 76.
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
38
Cuando llegaron los otomanos, entre las tribus nómadas existía todavía la
propiedad comunal de la tierra, especialmente en África del norte, Iraq y la península Arábiga. Los lugares de pastoreo eran de propiedad común entre los
clanes beduinos. En las áreas de siembras establecidas, las comunidades de
los fellaheen redistribuían tierras entre sus miembros. En estos casos, los conquistadores turcos declararon al Estado propietario de las tierras y las minas
fueron pasadas al control individual de los nobles de los clanes: los emires y
los jeques.
El sistema del feudo militar fue extendido (...) a la parte nororiental de Siria e
Iraq (...) En otros países la tierra permaneció mayormente en las manos de los
señores feudales locales, quienes pagaban tributo a los representantes del sultán.
En Egipto (...) el sistema de propiedad feudal que había existido bajo los sultanes
mamelucos, fue preservado. Toda la tierra pertenecía a los señores feudales. (...)
Los gobernantes turcos de Egipto heredaron de los sultanes mamelucos la costumbre de formar guardias privadas. (...) Hacia finales del siglo XVIII, dos tercios
del territorio egipcio estuvo concentrado en las manos de los mamelucos, estos
se convirtieron en el estrato dominante de la clase feudal egipcia (...) Al igual
que en Egipto, también en Siria y el Líbano los conquistadores preservaron el
sistema feudal. La tierra permaneció en manos de la nobleza local árabe. Bajo
los turcos, el Líbano fue una especie de Principado autónomo. (...) Había casos
similares en Siria, por ejemplo Latakia37.
Los pashas turcos servían de intermediarios entre los emires árabes y el sultán.
Los soberanos feudales eran gobernantes absolutos de sus propias tierras; los
emires y jeques dependientes suministraban al ejército del gobernador caballería, recababan impuestos y le pagaban tributos. Se decía del emir druso
libanés Fakhr ed-Din II que era el hombre más rico del imperio.
En Safad (Palestina), el Sheikh (jeque) Zahir tenía, en el siglo XVIII, una renta
anual de 50 mil libras esterlinas. En los lejanos distritos de Siria y Palestina,
existieron remanentes del sistema comunal primitivo. Esas áreas habían sido
habitadas, por mucho tiempo, por numerosas tribus nómadas y sedentarias;
el lento proceso de feudalización estaba produciéndose. Sin embargo, los jeques tribales se asemejaban más a jefes de clanes y tribus que a gobernantes
feudales.
Hay descripciones de casos en el sur de Palestina hacia fines del siglo XVIII
en los que el jeque está a cargo de una fuerza de 500 jinetes, pero al mismo
tiempo cuidaba el ganado y trabajaba junto a los miembros de su familia.
37
Lutsky, ob. cit., pp. 11-14.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
39
En Siria, el Líbano y Palestina existían, además, dominios religiosos feudales.
Aquí se combinaba la separación feudal con la religiosa por lo que, frecuentemente, la lucha política tomaba el carácter de lucha religiosa. El alto clero de
la Iglesia maronita, poseía vastas extensiones de tierras y, conjuntamente con
los señores feudales, explotaban a los campesinos.
En Iraq había diferencias definidas entre el norte montañés y las llanuras
del sur; la formación de las relaciones feudales era peculiar. En el norte, los
grandes propietarios eran los beks kurdos, típicos señores feudales dueños de
dominios de decenas de miles de hectáreas, reclutaban soldados y pagaban
tributos a los representantes del sultán. En el sur, sin embargo, prevalecieron
las relaciones patriarcales. Las tierras pertenecían a las tribus árabes y eran
consideradas su propiedad colectiva.
Como ya fue señalado, las autoridades turcas trataron de liquidar la propiedad
colectiva pasándola a manos de las élites de los clanes. Surgieron así grandes
familias árabes que poseían inmensas extensiones de tierra, dando esta situación lugar al estallido de conflictos entre los nuevos señores feudales, por una
parte, y los nómadas y las tribus sedentarias, por otra, ya que estos últimos se
rehusaban a pagar rentas. Se producen choques, se repiten los levantamientos
populares armados y, generalmente, los nuevos señores feudales eran meramente propietarios nominales de la tierra que les era asignada.
En África del norte, los turcos poseían parte de la tierra del litoral y llevaron
a cabo largas guerras contra las tribus árabes y bereberes, quienes defendían
sus derechos sobre sus tierras.
Resumiendo, en general, la simple reproducción no permitía la creación de
reservas importantes ante la posibilidad de calamidades sociales o naturales.
Ello, unido a las guerras frecuentes y la discordia feudal, arruinó a los campesinos y llevó a una declinación de la agricultura y a un deterioro de las condiciones de vida del pueblo.
Paralelamente al poder otomano, se desarrollan en las costas del golfo Arábigo
y del mar de Arabia pequeños Estados marítimos mercantes de tribus árabes
con tradición marítima. Los jeques disponían de enormes flotas y practicaban
el comercio, el contrabando y sus asaltos eran frecuentes. Eran sultanes corsarios y su poderío llegó a ser considerable.
No obstante, es necesario recordar que esos casos se producen en regiones
completamente áridas, en donde la agricultura es prácticamente nula y la lluvia
tan escasa que no permite la construcción de presas y canales, ni la administración centralizada de la tierra cultivada, porque esta, sencillamente, no existe.
Aquí las formaciones tribales patriarcales se mantienen hasta los comienzos de
este siglo.
40
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
La escasa y dispersa población tampoco permite agruparla dentro de marcos
patriótico-nacionales, ya que la solidaridad de esas comunidades es más bien
activa a nivel de la tribu. La influencia de esos casos, por lo demás, sobre el
conjunto árabe fue prácticamente nula desde el punto de vista cultural, económico, político y militar, por lo periférico de su ubicación y lo mínimo de
su magnitud. El que actualmente tenga importancia no se debe a su función
comercial (porque ya no la tiene), sino a sus abundantes reservas y gran producción petrolera, así como a su estratégica ubicación en la vía del transporte
de ese producto.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
41
Capítulo III
Proyectos unionistas árabes y expansión colonialista europea
Es muy importante asociar los períodos durante los cuales se producen los
primeros levantamientos árabes antiturcos, así como los intentos unionistas,
por una parte, con la etapa de la expansión colonialista europea, por la otra.
Dichos movimientos no solo llevaron a los otomanos a intensificar sus esfuerzos para ejercer una dominación más eficiente, sino que también sirvieron de
alerta a Inglaterra y Francia.
Ambas potencias comprendieron que si bien el poder otomano estaba debilitándose en la periferia, abriéndose así ante ellas la oportunidad de penetrarla,
en las provincias árabes los ánimos se encontraban encendidos contra la ocupación extranjera, aunque fuera oriental y musulmana.
Además, los ensayos unionistas que agrupaban territorios tan extensos (desde Egipto hasta Hijaz, pasando por Siria y Palestina), representaban un serio
obstáculo ante cualquier política europea colonial. Todo ese cuadro se complicaba por la temprana intervención rusa en los asuntos de la región, motivo
por el cual Francia e Inglaterra tuvieron que acelerar su propia presencia en la
misma. Francia emprende entonces su proyecto de la conquista de Egipto.
El proceso unionista en el mundo árabe no es una manifestación reciente. Dos
hechos que tuvieron su origen en la península Arábiga y Egipto, respectivamente, representan ensayos de Estados dotados de notable poderío militar y
de importante arrastre popular. Ambos tuvieron que chocar con la principal
potencia oriental del momento: el Imperio otomano. Además, tanto este último como los dos primeros experimentaron enfrentamientos violentos con la
expansión de la Europa capitalista.
La mutua oposición que desarrollaron entre sí ambos Estados árabes condujo
a su debilitamiento, por un lado, y al éxito de los adversarios comunes, por el
otro. Al entrar el Imperio otomano en las etapas de su desmembramiento y decadencia, confrontando diversas crisis tanto en sus provincias europeas como
en las africanas y asiáticas (estas últimas en su mayoría a árabes), Occidente
se encuentra en un avanzado estado de desarrollo industrial, orientándose,
entre otros, hacia Oriente y en particular hacia la India. Para ese proceso expansivo, el mundo árabe constituía una región intermedia cuyo control fue de
vital importancia estratégica. Sin embargo, dos situaciones muy significativas a
comienzos del siglo XIX dificultaron alcanzar dicho objetivo; a saber:
42
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
• El reino de Mohammed Alí en Egipto y su posterior expansión.
• El Movimiento Wahabita en la península Arábiga y sus avances hacia
Siria, Iraq y el golfo Arábigo.
• Incluso, aunque más adelante, esos dos casos confirman una tendencia al agregarse:
• El Movimiento de El Mahdi en el Sudán.
En cuanto a los primeros, Sulaiman Faidhi (1895-1951), luchador por la liberación de los árabes y por la independencia de Iraq, estima en sus memorias38
que ambos representaban los primeros y más importantes proyectos hacia la
unidad árabe.
A partir de esos hechos, la expansión, penetración y colonización capitalista
comprende que los anhelos árabes de independencia y unificación chocan
violentamente con sus objetivos de dominación. Los dos procesos, el de la
liberación nacional árabe, por un lado, y el de la dominación colonialista
capitalista occidental, por el otro, irían a configurar el marco dentro del cual
se desarrolló una lucha que comenzó a intensificarse desde entonces y que,
con el tiempo, se ha diversificado y complicado más aún, constituyendo en la
actualidad uno de los problemas mundiales más complejos y explosivos.
Entre los centros árabes de resistencia antiturca destaca el Líbano, desde
1590 bajo el liderazgo del emir druso Fakhr ed Din II, “un alumno leal de
Machiavelli”39. Este príncipe dominó el Líbano y considerables partes de Siria
y Palestina; buscaba liberarse del sultán otomano con la ayuda de Occidente,
especialmente de Italia. Su ejército contaba con 40 mil hombres y en 1613
provocó una rebelión que involucró a toda la población del Líbano. Pero su
intento fue vencido por los turcos y el emir se exiló durante 5 años en Italia
hasta que fue perdonado en 1618.
Retornó a sus dominios, fomentó el comercio exterior y la europeización del
país, mandó a estudiar en Italia a un grupo de jóvenes maronitas que sirvieron
luego de pioneros en la educación. El intercambio facilitó también a Europa
el estudio del idioma árabe.
Ali-Bey, el gobernador de Egipto se declara independiente de los turcos en
1769 y apoyándose en Rusia se proclama sultán de Egipto y de los dos mares.
En 1770 agrega la provincia de Hijaz a sus dominios. Para enfrentarse a los turcos, Ali-Bey busca la alianza del gobernador de Safad (en Palestina), el jeque
Zahir, quien había equipado un ejército de aproximadamente 70 mil hombres
y disponía de una flota.
38
39
Sulaiman Faidhi, Fi Ghamrat El-Nidhal, Bagdad, 1952, pp. 35-36.
Lutsky, ob. cit., p. 32.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
43
Juntos, Ali-Bey y Sheikh Zahir comenzaron la conquista de Siria; tomaron
Damasco, Saida y Jaffa. El príncipe libanés Yusef Shehab, junto a las fuerzas
turcas retomó Saida. Ali-Bey y Zahir perdieron la protección que les estaba
brindando una flota rusa, que se había retirado en 1772 después de la firma
del armisticio entre Turquía y Rusia.
Con el propósito de debilitar a su vecino el Imperio otomano, la Rusia zarista
dio apoyo a los movimientos nacionalistas en el Balkan y algunas provincias
árabes. Deseosos de liberarse del odiado yugo otomano, los gobernadores
árabes buscaron la alianza con Rusia, especialmente durante la guerra rusoturca en 1768-1774. A pesar de que en algunos casos los líderes eran señores
feudales, el movimiento tomaba un carácter profundamente popular.
En 1773, al terminar el armisticio, aparece nuevamente la escuadra rusa en las
costas de Siria. Esta vez Shehab se convierte en aliado de los rusos y de Zahir.
Rusia captura a Beirut y Shehab solicita a Catalina II la ciudadanía rusa y que
establezca un protectorado sobre el Líbano.
Sin embargo, de nuevo la política de potencias lleva a que los rusos se retiren a raíz de la firma de un tratado con los otomanos; estos últimos derrotan
entonces a Zahir y lo ejecutan. El representante del sultán otomano en Siria y
Palestina es ahora Jazzar, El Carnicero, un sobrenombre brutalmente ganado
por un gobernador otomano especializado en la represión de levantamientos
populares.
Jazzar se encargó de sofocar cruelmente un movimiento de campesinos que
había estallado en 1780 en el Líbano. Más tarde Jazzar suprimió rebeliones de
beduinos en Palestina y de campesinos en Saida. Luego, en 1798, la población
de Damasco se negó a pagar tributos a Jazzar, lo cual condujo a una gran rebelión que obligó al sultán a nombrar un nuevo gobernador.
A comienzos del siglo XVIII, no encontramos en la península Arábiga ni una
sola organización estatal. Su población, beduinos de las llanuras y labriegos
establecidos en los oasis, estaba dividida en numerosas tribus. Esa región había sido la más atrasada del mundo árabe; las relaciones feudales aquí tenían
aún rasgos de la forma de vida patriarcal. La cría de camellos y ovejas de los
nómadas y la siembra por regadío en los oasis seguían siendo la base de la
economía.
Así que en Arabia surgió “una relación general” entre el asentamiento de una
parte de las tribus y la continuada vida nómada de las otras, la cual fue característica de todas las tribus orientales según Marx40.
Marx y Engels, Correspondencias seleccionadas, Moscú, 1965, p. 80. Citado por Lutsky,
ob. cit.
40
44
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
La división del trabajo entre la población sedentaria y la nómada, condujo al
intercambio de los productos agrícolas de los oasis y los productos pecuarios
de las llanuras. Además, tanto los labriegos como los beduinos requerían productos importados como cereales, sal y telas; el comercio por caravanas con
Siria e Iraq estaba creciendo, pero los asaltos de los beduinos amenazaban el
desarrollo del comercio.
Por otra parte, los turcos comienzan a ocupar las costas árabes del mar Rojo
(Hijaz y Asir) y Yemen a partir del siglo XVI, mientras que Portugal, Holanda
e Inglaterra proceden a establecer sus bases en la costa oriental de la península Arábiga. En el siglo XVIII, Persia llegó a ocupar Bahrain, El-Hasa y Omán;
sin embargo, el interior de Arabia, protegido por desiertos impenetrables, se
mantiene libre de toda invasión y es la fuente de posteriores movimientos
importantes.
Así pues, el proceso de unificación de las costas árabes se desarrolló como
una lucha contra las invasiones externas. El imam del Yemen logra así expulsar a los turcos en el siglo XVII; en el Hijaz, los descendientes del Profeta
(los sherifs hashimitas) son los verdaderos gobernadores, mientras los turcos
tienen una presencia nominal; a mediados del siglo XVIII, los persas son expulsados de Omán; la dinastía feudal árabe de Bahrain saca a los persas de la
isla en 1783.
En su expansión hacia el océano Índico, el Imperio otomano utilizó a la ciudad porteña iraquí, Al-Basrah41, como su base de operaciones. En sus propósitos, los otomanos tuvieron que enfrentar la resistencia del Imperio persa y
combatir el avance europeo. Hubo, de todos modos, dos períodos: el primero
representó intentos de carácter general que no condujeron a extender el poder
otomano; el segundo atestiguó mayores éxitos otomanos en convertir a varias
provincias del golfo Arábigo en dependencias suyas.
La dificultad principal, para los otomanos, en el primer período fue debida a
que todavía no habían logrado establecerse firmemente en Al-Basrah. Todavía
en 1554, la flota otomana no puede apoderarse de las fortificaciones de AlAlian, los gobernantes locales de la ciudad, ni tampoco puede vencer la resistencia de las tribus de Al-Muntafik. Poco después, sin embargo, los otomanos
dominan la ciudad y comienzan su expansión hacia el golfo, pero la flota
portuguesa con base en el estrecho de Hormuz sale victoriosa. Los otomanos
tienen entonces una base pequeña en Basrah, mientras que Suez sirve de
puerto principal para sus operaciones (el canal de Suez, aún existente).
Luego del debilitamiento de Portugal, los otomanos por su parte se encuentran relativamente inermes frente a Holanda e Inglaterra, aunque Istambul
41
Basora.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
45
logró en 1592 establecer su gobernador en El-Hasa42 por vía terrestre desde
Iraq y con la ayuda de sus tribus. En 1670, los beni khaled expulsan a los
otomanos de El-Hasa, extienden su poderío hasta regiones otomanas del Iraq
y convierten a Kuwait en su capital durante los meses de verano43. Aunque se
independizaron en El-Hasa, los beni khaled mantuvieron buenas relaciones
con los sucesivos gobernadores de Basrah y se consideraban aliados de los
otomanos.
Los jeques de Kuwait expresaron su sumisión al gobernador otomano de Basrah en 1718 y desde entonces Istambul mantuvo su soberanía nominal sobre
Kuwait.
Durante el Gobierno otomano, Basrah fue sitiada y ocupada por los persas en
varias oportunidades a fines del siglo XVII y luego a fines del XVIII. Ello contribuyó a que aumentara la importancia de Kuwait porque sustituyó a Basrah en
su papel en el comercio con la India.
Se observa que cuando Basrah fue sometida a la agresión persa, la ayuda
árabe provino desde Kuwait al igual que de El-Hasa cuando en 1775 sus
príncipes enviaron tropas y el Imam de Omán (Ahmed Bin Said) suministró el
apoyo marítimo con su poderosa flota la cual dominó a Shat Al-Arab y garantizó los suministros. En dicha época, la mayor parte del comercio de Omán,
especialmente el café, se dirigía hacia Iraq44.
Pero la solidaridad ofrecida por los jeques y príncipes árabes de las costas
del golfo, no encontraron iniciativas similares por parte de los otomanos; la
actitud otomana pasiva creó “un vacío de poder” que fue ocupado por fuerzas
tanto locales como extranjeras.
Wahabismo: unidad árabe embriónica
Desde el corazón de Arabia se va gestando un movimiento por la unificación de las tribus árabes, por la centralización de los principados Nejd, por
la fusión de las tierras árabes en una sola. Así nace el wahabismo, una lucha
basada en una nueva ideología religiosa cuyo fundador fue Mohammed Ibn
Abd-el Wahab, nacido en 1703.
Para Engels: “La revolución religiosa de Mahoma, como todo movimiento
religioso, fue formalmente una reacción, un alejado retorno a lo viejo, a lo
Costa Oriental de la actual Arabia Saudita.
Mustafá A.K., Al-Najjar, La historia política de las relaciones internacionales de Iraq con
el golfo Arábigo, publicado por el Centro de Estudios del Golfo Arábigo, Universidad de AlBasrah, 1975, p. 37.
44
Gamal Zakaría Kassim, El Estado Bu Saíd en Omán y África Oriental 1741- 1861, El Cairo, 1968.
42
43
46
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
simple”45. Ahora, la “revolución religiosa” de Abd-el Wahab “fue también un
alejado retorno a lo viejo, a lo simple (...) Pero el significado de la ‘revolución’ no está en una nueva interpretación del Islam, sino en un llamado a la
unidad árabe”46.
Los wahabitas predicaron la lucha sin tregua contra los shiítas persas, contra
el seudocalifa otomano y sus gobernadores los pashas turcos; su objetivo fue
expulsar a los turcos y unificar los territorios árabes liberados bajo la bandera
del Islam puro. Los aliados de Abd-el Wahab y posteriores herederos de su
causa fueron los príncipes Saud de Nejd.
Este movimiento unificó a Nejd en 1791 y dio origen a un Estado feudal teocrático sin la formación de un nuevo sistema social ni tampoco llevó al poder
a una nueva clase. Pero el carácter progresista de esos eventos está en el hecho de que “debilitaron la anarquía feudal y la desunidad árabe”.
Para 1793, El-Hasa en las costas del golfo Arábigo es incorporada al Estado
wahabí y desde allí comienza su expansión hacia el golfo para conquistar,
en 1803, a Kuwait y Bahrain, las ciudades de la llamada Costa de los Piratas,
con su formidable flota, pasaron al poder wahabí y su influencia se extendió
ampliamente en Omán.
Pero ya este movimiento no tiene que enfrentarse solo a la resistencia de los
numerosos líderes locales, pequeños y grandes emires y sultanes, ni tampoco
el opositor es un Estado oriental, ya sea el otomano o el persa; el enfrentamiento se produce ahora con Inglaterra a través de su poderosa Compañía de
las Indias Orientales.
Así pues avanzaron los wahabitas a fines del siglo XVIII, expulsaron a los beni
khaled, se apoderaron de El-Hasa y más tarde constituyeron una seria amenaza para la influencia otomana en la costa del golfo y en el propio Iraq. De
hecho, los wahabíes atacaron a Basrah, Karbala y Bagdad entre 1801 y 1808,
pero la victoria fue de los otomanos. Por otra parte, el sultán de Maskat fue
uno de los gobernantes árabes que sintieron la amenaza wahabita para su poder e influencia y pidió repetidas veces la ayuda otomana en Bagdad.
En ese movimiento unificador puritano árabe, el wahabismo, hay que buscar una buena parte de los motivos que aceleraron en Europa la decisión de
dominar la región y llegar a la convicción de la necesidad de buscar aliados
locales y externos para fomentar la desunión entre los árabes e impedir todo
proyecto y fórmula de unidad que surja espontánea y genuinamente de los
árabes.
45
46
Marx y Engels, ob. cit., p. 79.
Lutsky, ob. cit., p. 80.
Samawa
Najaf
Kut
Kuwait
Basra
Nasiriyah
Amarah
O
A
Al Huruf
Qatar
Bahrain
Doha
Bushehr
Shiraz
SU
LT
DE
OM
FO
ÁN
GO
L
Bandar Abbas
HO DE
EC
Buraymi
EMIRATOS ÁRABES UNIDOS
Dubai
Sharjah
R
ST
IRÁN
MUZ
OR
Riyadh
ÁN
IST
GO
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O
Dhahran
Muhammara
Abadam
Ahwaz
AB
AR
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B
RÁ
ARABIA SAUDITA
Hillah
E
Kerbala
DE
Muscat
ÁN
OM
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
47
El golfo Arábigo
48
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Al igual que en la región del Mediterráneo este, en Egipto y en el Maghreb,
aquí también en la región de la península Arábiga del mar Rojo y del golfo
Arábigo, fue la intervención y la acción del colonialismo europeo, principalmente británico, lo que condicionó el posterior y más reciente desenvolvimiento del conjunto del mundo árabe.
La expedición napoleónica en Egipto
“Napoleón esperaba que la conquista de los países árabes en África del Norte
y Asia Menor permitiera a Francia crear un poderoso Imperio colonial que
compensara sus perdidas colonias americanas”47. Este primer contacto del
mundo árabe con una potencia colonialista occidental en expansión ocurre en
momento durante el cual se habían producido varios levantamientos árabes
populares contra el poder central turco.
Napoleón desembarca en Egipto el 1 de julio de 1798. Con el canal de Suez,
aún inexistente, Egipto representaba el trayecto más corto entre Inglaterra y la
India ya que había estaciones para las caravanas que llevaban a los pasajeros,
así como las mercancías y el correo hasta los buques anclados en Alejandría que
viajaban al puerto de Suez en el mar Rojo.
Napoleón viene acompañado por 175 ingenieros y científicos destinados al estudio de Egipto; tomó el papel del gobernante musulmán, usaba el nombre de Alí
Bonabarda Pasha; utilizó ropas orientales con turbante y túnica y visitaba regularmente la mezquita los viernes; convirtió al Islam a uno de sus generales, Jacques
Mencu; su nuevo nombre: Abdullah48.
Además, Napoleón se declara amigo del sultán otomano y proclama que ha
venido a liberar a los egipcios de la tiranía de los mamelucos. Pero Napoleón
y sus fuerzas encuentran una feroz resistencia tanto popular como por parte
de los ejércitos mamelucos.
Un mes más tarde, encabezando una flota el almirante británico Nelson se
enfrenta a los franceses y destruye la mayor parte de su flota, quedando así
el ejército invasor francés casi incomunicado con Francia. En septiembre de
1798, el sultán otomano declara la guerra a Francia y esos eventos fortalecieron la determinación egipcia de seguir luchando contra sus invasores.
Al encontrarse aislado de su país, Napoleón comienza una marcha hacia Siria
en febrero de 1799, pero allí también fracasa en sus intentos de conquistar
Siria y Palestina.
Vladimir Borisovich Lutsky, Modern History of the Arab Countries, Progres Publishers,
Moscú, 1969, p. 39.
48
Lutsky, ob. cit., p. 43.
47
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49
Durante el sitio de Acre, Napoleón hace un llamado infructuoso a los judíos
a enrolarse bajo su liderazgo para “reconstruir la antigua Jerusalén”; dijo que
eran una nación extraordinaria y que tenían derecho legítimo a heredar Palestina. Probablemente Napoleón anhelaba contar con el apoyo del ministro de
Finanzas y Abastecimientos de Acre que era un judío oriental49.
Bonaparte tiene que retroceder a Egipto y luego sale secretamente hacia Francia. Ante la resistencia armada del pueblo egipcio, el general Kléber recurre
a los pogromos, quemas de barrios enteros, sentencias bárbaras y todo tipo
de represalias.
Inglaterra aumenta sus fuerzas en Egipto y el general Kléber50 tiene que retirarse luego de haber firmado una tregua con Istambul. Durante los tres años
de ocupación francesa, Egipto adquirió una buena experiencia de lucha libertadora, aunque con mucho sufrimiento y sacrificio. Ahora, expulsados los
franceses, queda en Egipto un ejército británico de más de 20 mil soldados,
un ejército de más de 40 mil turcos y el ejército de los mamelucos con más
de 4 mil hombres.
Sin embargo, los términos del armisticio obligaban a Inglaterra a retirarse y esto
sucedió en 1803. Luego ocurren duros enfrentamientos entre turcos y mamelucos, es decir los esclavos, y el comandante de las fuerzas turcas victoriosas
Mohammed Alí. Una vez derrotados los mamelucos, se convierte en gobernador de Egipto, obligando al sultán otomano a reconocerlo como tal.
Mohammed Alí consolidó primero el poder otomano con la ayuda de los mamelucos, luego golpeó duramente a estos y, haciendo una serie de reformas
y obras y tomando medidas populares, se ganó el apoyo de los egipcios y se
independizó como gobernador de Egipto y vasallo del sultán otomano.
Estos acontecimientos ocurren casi simultáneamente con la expansión árabe
wahabita. Mientras este movimiento se limitaba a unificar el interior de la península, escaso era su significado para las potencias interesadas en la región
árabe oriental. Pero en el momento en que comenzó a incorporar las costas
de Arabia (ya sea en el mar Rojo, en el golfo de Adén, en el mar de Arabia,
en el golfo de Omán o en el golfo Arábigo), el Estado wahabita unificado,
comienza a chocar abiertamente con varios importantes oponentes, principalmente Inglaterra.
A. Wahab Al-Kaiali, Historia moderna de Palestina”, p. 28, Beirut, 1973.
Kléber fue asesinado en su residencia en junio de 1800 por Suleiman Al-Halabí; a este los
franceses le quemaron la mano y lo hicieron morir estacado. A cuatro jefes religiosos acusados de cómplices suyos, les fueron cortadas las cabezas.
49
50
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
50
Fred Halliday afirma:
Es histórico argumentar que el imperialismo simplemente creó las divisiones entre
los países del Medio Oriente o que estas sociedades permanecieron divididas
debido a que el imperialismo las mantuvo separadas. El imperialismo ciertamente
intensificó y utilizó estas divisiones, pero las diferencias mismas eran anteriores
al imperialismo51.
Ciertamente, “las diferencias eran anteriores al imperialismo”, ya que van tomando cuerpo con el desarrollo mismo del capitalismo y su evolución hacia
el imperialismo, pero el actor principal fue permanentemente el colonialismo
europeo y a este se opuso la lucha constante de los árabes por la independencia, la liberación y la unidad.
La Compañía de las Indias Orientales ayudó al sultán de Mascat a combatir a
los wahabitas en 1804; dicho sultán era un vasallo de Inglaterra. En 1806, la
Compaña y el sultán de Mascat forman una alianza antiwahabí y logran bloquear las costas wahabitas. Y es a partir de aquel entonces que los británicos
mantuvieron una flota permanentemente en el golfo Arábigo. Sin embargo, el
dominio británico del mar no podía aún debilitar el poder wahabita en tierra,
ya que la totalidad de las costas del golfo Arábigo se mantuvieron bajo el
control wahabita.
Puede afirmarse entonces que a partir de los últimos años del siglo XVIII y los
primeros años del XIX, la influencia, presencia e intervención de las principales
potencias capitalistas colonialistas europeas, se convierte en un permanente
factor exógeno que va configurando la evolución de la región árabe en todos
los terrenos: militar, político, económico, social, cultural y tecnológico, mediante diferentes formas:
• Invasiones y ocupación militar.
• Represión y régimen militar; pillaje, impuestos.
• Imposición de sistemas administrativos.
• Privilegios para los comerciantes extranjeros y extensión de impuestos
para productos importados.
• Introducción de ideas políticas.
• De corrientes ideológicas, de conocimientos, costumbres y valores.
• Establecimiento de misioneros e intervención política con el pretexto
de dar protección a las minorías religiosas y actividades culturales y
sociales de los misioneros.
Arabia Without Sultans, Penguin Books, Middlesex, England, 1974, p. 20. Citado por J.A.
Silva Michelena, p. 212.
51
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
51
• Alianzas político-militares con elementos locales y luchas contra los
proyectos unionistas y las corrientes nacionalistas independentistas;
introducción de tecnologías y ciencias modernas, etc.
El avance británico actúa ahora desde dos direcciones:
• Desde la India hacia el golfo Arábigo.
• Desde el Mediterráneo hacia Egipto.
Es decir, el oriente árabe, el Manshriq, está sujeto a una “operación pinza” en
la cual Inglaterra combate en el este a los wahabitas y en el oeste a los egipcios liderados por Mohammed Alí. Aunque ambos procesos tienen objetivos
similares en cuanto a unificación de los árabes y sus respectivas provincias, el
capitalismo europeo se beneficia por el hecho de que estos, en vez de acercarse el uno al otro, se enfrentan entre sí militarmente en una de las luchas
que más debilitaron a la naciente unidad árabe.
Los propósitos unionistas de los wahabitas les llevaron a las fronteras de Iraq
y de Siria. En Iraq, lograron penetrar hasta la ciudad de Karbala en 180152,
pero fueron derrotados no solo por el ejército turco, sino por la resistencia
de los iraquíes. Igualmente realizaron campañas para apoderarse de Damasco
y Alepo, pero fracasaron. Para esos momentos, los prerrequisitos económicos y
sociales para una unión con Arabia, no estaban dados en Siria e Iraq.
Esos avances de los wahabitas constituían ya una grave amenaza para la autoridad otomana en los países árabes y en 1811, el sultán otomano decide
aprovechar el poderío de Mohammed Alí contra los wahabitas. Estos últimos
se habían convertido de hecho en los rivales más potenciales de Mohammed
Alí en su lucha por las provincias árabes; él consideraba a Arabia como la vía
para apoderarse de Siria e Iraq.
En cuanto a las alianzas entre las potencias, Turquía era aliada de Francia
mientras que Inglaterra se había aliado con Rusia. Al reiniciarse la guerra entre
Inglaterra y Francia en 1805, Turquía estuvo igualmente involucrada (Guerra
Anglo-Turca, 1807) y la flota inglesa trató de bombardear a Istambul, la capital, pero se vio obligada a retirarse ante la movilización popular turca. Por
otra parte, los británicos atacaron Egipto en 1807 y su experiencia fue bastante
mala; encontraron su derrota a manos de un ejército acompañado de campesinos y beduinos. Cuando finalmente Mohammed Alí avanzó hacia Alejandría,
el comandante de las tropas británicas pidió firmar un acuerdo de paz.
Kotlov en su libro sobre La Revolución de 1920 cita a Adamov informando que los wahabíes se llevaron de Karbala grandes cantidades de monedas orientales, 6 mil doblones
españoles, 350 mil monedas venecianas de plata, 400 mil ducados holandeses y 250 mil taler
españoles (p. 52 de la traducción al árabe publicada en Bagdad, 1971).
52
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Inglaterra ya sabía con certeza que no era fácil doblegar a los árabes y derrotarlos militarmente; su experiencia en el golfo53 y ahora en Egipto era viva y
elocuente. El que esas principales fuerzas árabes se debilitaran recíprocamente solo podía ser motivo de satisfacción para Inglaterra.
El fracaso de Napoleón en Egipto no debilitó su determinación de seguir adelante con su plan hacia la India. Para realizar esos planes, concentró sus esfuerzos en Siria e Iraq, tratando de avanzar a lo largo del valle del Éufrates.
En su penetración en Siria y Palestina, la burguesía francesa ponía como pretexto su derecho a defender el comercio francés en Oriente y “salvaguardar
los derechos de los cristianos orientales”.
Hasta el momento, el principal obstáculo para realizar sus planes lo constituía
Inglaterra que en 1799, cuando Napoleón estuvo sitiando a Acre, la ciudad
fue defendida por los cañones del escuadrón británico de Sidney Smith. Ahora
en 1805, los agentes franceses llegan a acuerdos con el pasha otomano de
Bagdad, Hafiz Alí y este, con la ayuda de instructores franceses organiza su
ejército al estilo europeo.
Luego, el influyente embajador francés en Istambul, general Sebastiani, consigue que el sobrino de Hafiz, Kuchuk Sulaiman sea nombrado pasha de
Bagdad.
Francia logra también firmar un Tratado de Alianza con Persia en 1807 y el
general Gardane encabeza la misión militar francesa encargada de modernizar
el ejército del sha.
Gran Bretaña que desde fines del siglo XVIII, por intermedio de la Compañía
de las Indias Orientales, organizó rutas de correo desde Bombay hasta Basrah
y desde allí por caravanas a Istambul vía Bagdad y Alepo, se preocupa por los
planes de Napoleón en Iraq y conspira hasta que logra la expulsión de los militares franceses de Iraq. Más tarde surgen problemas entre Kuchuk Sulaiman
y la Compañía, y el pasha expulsa de Bagdad al representante de la Compañía. Esta, por su parte, instiga a la Porte de Istambul, es decir, el despacho del
primer ministro y logra la deposición de Kuchuk. De nuevo Inglaterra y su
Compañía se afianzan en Iraq.
Entre 1817 y 1831 con Daud Pasha como gobernador de Bagdad, la Compañía
enfrenta dificultades debido a que el pasha anuló las capitulaciones y los privilegios de la Compañía y sus agentes, pero esta utiliza su flota para expresar
su descontento y Daud procede a confiscar los bienes de la Compañía y tomar
la residencia de la misma en Bagdad.
Contra los wahabitas, Inglaterra había perdido numerosos buques entre capturados y
hundidos.
53
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
53
Además, Daud estableció (según el ejemplo de Mohammed Alí), un monopolio estatal para exportar los principales productos de Iraq: trigo, cebada,
dátiles, sal; introdujo el cultivo de algodón y la caña de azúcar; trajo artesanos
europeos y estableció una fábrica de armas, otra para tejidos; importó la primera imprenta y fundó la primera escuela moderna, utilizó por vez primera
una bomba moderna de agua y su ejército alcanzó los cien mil hombres54.
Las limitadas acciones tanto en Francia como de algunos pashas otomanos en
Iraq no llegaron a preocupar a los estrategas británicos tanto como el creciente poderío wahabita en las costas de Arabia y del golfo y la subsiguiente lucha
que Mohammed Alí emprendiera en 1811 (en nombre del sultán otomano)
contra el Estado wahabita.
El Estado egipcio en expansión
Bajo Mohammed Alí, Egipto experimentó numerosas reformas y sus condiciones cambiaron notablemente: se llevó a cabo una reforma agraria que debilitó
el feudalismo de los mamelucos; se reorganizó el sistema de pago de impuestos y se procedió a centralizar el poder y la administración.
El proceso fue acompañado por una liberación del campesinado de las arbitrariedades de los feudales, aunque el campesino trabajaba ahora para un Estado
feudal; se comenzó a reclutar soldados entre los campesinos egipcios y se trajo a
numerosos instructores militares, franceses e italianos, para formar al nuevo ejército para los comandantes egipcios.
Mohammed Alí creó escuelas militares (escuela de infantería, escuela de caballería, escuela de artillería) y una academia para el Estado Mayor fue inaugurada en 1826; se tradujeron al árabe las regulaciones militares francesas y se
tomó al ejército de Napoleón como modelo para el ejército egipcio.
La reorganización del ejército sirvió de promotora para el desarrollo y florecimiento de la industria en la forma de talleres y manufactorías que iban
desde fundiciones de hierro, fábricas de salitre y de pólvora hasta fábricas de
algodón, de azúcar y lecherías, etc., todas ellas pertenecientes al Estado y a la
nueva familia real. Se acelera el desarrollo de la agricultura y crecen las exportaciones de algodón, arroz, índigo, etc.; se reactivan viejas obras de irrigación,
se construyen otras nuevas y se amplía el área cultivada bajo riego; se crean
monopolios estatales tanto en la agricultura como en la industria.
El Estado tenía el derecho exclusivo de comprar y vender los productos tanto
agrícolas como industriales (hilo, telas, paños, jabón, seda, salitre, azúcar, etc.)
54
Mohammed Salman Hasan, Economic Development of Iraq, Beirut, 1965, p. 32 (en árabe).
54
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y los precios de compra estaban determinados; los monopolios comerciales
complementaban aquellos de la agricultura y la industria. El Estado era el
único suplidor de productos egipcios en el mercado doméstico y el único exportador. Los vendedores al detal eran agentes del Gobierno para la venta de
los productos del monopolio estatal.
Se fundan en esa época escuelas de medicina, veterinaria, agronomía, derecho,
idiomas, un politécnico y una escuela de música; proliferan las escuelas primarias
y secundarias, se envían becarios a Europa y se traen de Francia médicos, ingenieros, maestros y juristas. Se va formando la base de una burguesía intelectual.
El primer periódico egipcio comienza a circular y en 1822 se establece la primera
editorial que publica en árabe, turco y persa.
Esas reformas se hacían a expensas de las masas populares y el enriquecimiento
de la familia real y los nuevos señores feudales era notorio. El modo de producción feudal sigue vivo, pero quedan abolidas las manifestaciones más
reaccionarias de la Edad Media. El Estado se apoya en los terratenientes y los
comerciantes.
Marx describió al Egipto de aquel entonces como el “único elemento vital”
en el Imperio otomano55. Campesinos y artesanos se rebelaban y huían hacia
Siria; sus intentos de manifestar su oposición fueron cruelmente aplastados.
El ejército egipcio tenía características dignas de conocerse para apreciar su
magnitud y fortaleza. Su armamento incluía la artillería. Las armas se compraban al comienzo en Europa, pero luego fueron fabricadas, frecuentemente, en
Egipto. Uno de los mariscales de Napoleón decía: “Esta artillería sobresaliente puede ser comparada con aquellas de los ejércitos europeos”. El ejército
egipcio regular tenía 36 regimientos de infantería (tres mil soldados en cada
uno); 14 regimientos de guardia con 50 mil hombres en total; 15 regimientos
de caballería con 500 hombres en cada uno y dos mil hombres repartidos entre
cinco regimientos de artillería; es decir, un total de 180 mil soldados, además
de 40 mil hombres de fuerzas irregulares de apoyo.
Mohammed Alí adquiría barcos en Francia e Italia y en 1829 construyó un
astillero para producir en 1831 el primer buque de 100 cañones, casi todos los
8 mil trabajadores del astillero eran egipcios; unos 15 mil marineros egipcios
habían recibido entrenamiento para servir en la marina56.
La guerra de los egipcios en Arabia en 1817 fue una de las más crueles que
haya conocido la historia de la península: se exterminaron pueblos, se destruyeron oasis florecientes, se derribaron las palmeras, se destruyeron pozos y
manantiales, se quemaron casas, miles fueron asesinados y raptados... Ibrahim
55
56
New York Daily Tribune, 30 de julio de 1853, citado en Lutsky, ob. cit., p. 62.
Lutsky, ob. cit., pp. 56-57.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
55
Pasha (hijo de Mohammed Alí) vino acompañado por instructores militares
franceses y un destacamento de tendedores de minas.
La vieja capital wahabí fue completamente destruida y los wahabíes convierten a Riadh en su nueva capital. Pero los egipcios no solo combaten contra los
wahabíes, sino que también los sherifs de la Meca son desplazados.
Los ejércitos egipcios de Mohammed Alí y su hijo, se encuentran rodeados por
una población hostil y por condiciones naturales y climáticas sumamente difíciles57. Sin embargo, las condiciones de Arabia y de los wahabitas no son en sí
lo que obligó a los egipcios a retirarse. Fueron más bien razones de otra índole
y de carácter internacional lo que complicó la situación de Mohammed Alí y lo
llevó al ocaso definitivo. Las acciones de Egipto bajo Mohammed Alí eran virtualmente propias de una verdadera potencia. La extensión de los dominios, la
riqueza de las provincias y el número de habitantes eran mayores que aquellos
pertenecientes al sultán otomano; su ejército y su flota eran impresionantemente
grandes y fuertes y su desarrollo agrícola y manufacturero era evidente.
La conquista del Sudán fue efectuada simultáneamente con aquella de Arabia.
En 1820, Ismail Pasha, otro hijo de Mohammed Alí, comienza su marcha sobre el
Sudán y aunque encuentra la muerte allí, los egipcios conquistan casi todo el Sudán para 1828, incluyendo los puertos del mar Rojo como Suakin y Massawa.
El comercio del Sudán (sobre todo el de los esclavos) es monopolizado por
Egipto.
El avance egipcio sobre el Sudán ocurre en plena expansión colonial europea
en el África y es completamente comprensible que esas acciones egipcias
irritaran a las principales potencias europeas: Inglaterra y Francia58. Más aún,
el propósito mismo de Mohammed Alí de crear una potencia árabe independiente iba en contra de los planes europeos orientados a controlar los países
del Mediterráneo este.
Aquí es importante tener en cuenta que Mohammed Alí fue el fundador de la dinastía que
reinó en Egipto hasta 1952. En su afán de conquistar Arabia, la dinastía egipcia (Mohammed
Alí e Ibrahim Pasha) tuvo que luchar contra dos dinastías aún hoy en el poder en partes del
mundo árabe: los hashimitas, los sauditas, los hashimitas, descendientes del Profeta y guardianes de la Meca con título de nobleza (sherif), fueron prácticamente reyes del Hijaz y
después de la Primera Guerra Mundial recibieron los tronos de Iraq (hasta el derrocamiento
de la monarquía en 1958) y de Jordania, donde todavía está el rey Hussein en el poder.
Los sauditas. Príncipes de la tribu de los Saud, aliados del fundador del movimiento wahabita y principales portadores de su fe y su misión, se convierten en líderes del wahabismo
y gobernantes de la península, enemigos de sus rivales los hashimitas. Los sauditas siguen
siendo la familia real en la mayor parte de la península en el reino que lleva su nombre.
58
Ver al respecto M. Al-Shereidah, Nigeria: petróleo y sangre, UCV, 1973, pp. 29-38.
57
56
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Los wahabíes en Arabia del sur y del este ya venían preocupando a Inglaterra,
porque reclamaban la completa supremacía en las aguas del mar de Arabia y
del golfo, mientras que la Compañía de las Indias Orientales consideraba el
área como bajo su dominio.
Desde 1819, Inglaterra encuentra la negativa de Mohammed Alí ante sus ofertas para colaborar en pro de la “pacificación” del área al sureste del Yemen.
Inglaterra procede entonces unilateralmente, bombardea el puerto yemení de
Mucha (Muja) e impone en 1821 un tratado sobre el imán, obteniendo privilegios para los súbditos británicos en puertos del sur de Arabia. Igualmente, en
1820, los gobernantes árabes de la llamada Costa de los Piratas son obligados
por Inglaterra a firmar un tratado; entre 1820 y 1840, tratados similares fueron
impuestos sobre Omán, Mascat y Bahrain.
Los Al-Sabah, actuales gobernantes de Kuwait, fueron sujetos a presiones inglesas que les exigían cortar sus relaciones con los otomanos e izar la bandera
inglesa. En 1829, Jabir Al-Sabah optó por subordinarse a la soberanía otomana,
izó sobre su palacio su bandera otomana y se comprometió a pagar anualmente un determinado tributo a Istambul59.
Los acontecimientos en el Balkan y Grecia arrastraron a Egipto a participar
activamente en la política europea; fue cuando las potencias decidieron frenar
el avance de Egipto, impedir su crecimiento y provocar su caída.
Al igual que en las provincias árabes, en Grecia se venía gestando la lucha
nacionalista por la independencia y la liberación del yugo otomano. Engels
afirma que el levantamiento de 1821 en Grecia había sido financiado “con oro
de Rusia”, aunque no solo Rusia, sino también Inglaterra expresaba sus simpatías hacia la causa griega.
Metternich, en cambio, era un enemigo declarado de la revolución griega y
aconsejó al sultán reprimir el movimiento con la ayuda de Mohammed Alí60. De
hecho, Istambul pidió ayuda de Egipto y le ofreció a Mohammed Alí, a cambio,
la Gobernación de Chipre y Creta.
Ansioso de anexar a Morea y sus recursos, de adueñarse de la floreciente
navegación griega y de realizar su sueño de hacer del Mediterráneo un lago
egipcio, Mohammed Alí envía a Ibrahim Pasha, en 1824, al frente de un gran
ejército llevado en 100 transportes de tropas y 63 buques de guerra.
Inglaterra, ya en 1823, había reconocido a Grecia como beligerante (es decir,
un preámbulo para reconocer su independencia) y Rusia con Nicolás I, toma
la decisión, en 1825 de darle mayor apoyo a los griegos. De modo que la
Al-Najjar, ob. cit., p. 46.
El apoyo alemán a la causa otomana destruyó las bases de la Santa Alianza. Valentín Veit,
Knaurs Weltgeschichte, Droemersche Verlagsanstalt, Munchen-Zurich, 1959, p. 703.
59
60
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
57
campaña de Mohammed Alí contra Grecia provoca la ira de esas dos naciones,
las cuales firman un protocolo (en Petersburgo entre Nesselrode y Wellington
en 1828), para intervenir conjuntamente en los asuntos de Grecia, y urgen al
sultán para que le diera la autonomía a Grecia.
Ibrahim Pasha avanza, ocupa Morea y toma Atenas en junio de 1827. La Asamblea nacional griega elige como su presidente al conde Capo d’lstria, excanciller ruso y ello aumenta la influencia de Rusia en Grecia.
Estos hechos aumentan los temores de Inglaterra, la cual amplía el Tratado de
Petersburgo, incluyendo esta vez a Francia y firmando el Tratado de Londres.
Las potencias europeas se unen para combatir a Egipto y reducirla militarmente.
En octubre de 1827, una flota aliada ataca en Navarino bajo la conducción del
almirante Codrington, De Rigny y L.P. Heiden, causando la completa destrucción de la flota egipcio-turca.
Grecia logró así, con la intervención armada de Rusia, Inglaterra y Francia, su
autonomía y luego su independencia; Egipto perdió 30 mil hombres y una formidable flota. No obstante, el potencial egipcio no se agota allí, ya que pronto
Mohammed Alí emprende su proyecto del gran Estado árabe independiente y
esto lo conduce a luchar contra el sultán otomano.
Para las potencias europeas, el Imperio otomano representaba un adversario
débil, fácil de penetrar, con oportunidades de inversión y de explotación. El
imperio que Mohammed Alí estaba edificando representaba en cambio un
Estado sólido, dinámico y cuyo crecimiento constituía un serio obstáculo para
la expansión colonialista capitalista europea.
A pesar de la participación francesa en la guerra de Grecia contra Egipto, Mohammed Alí aún mantenía su alianza con Francia. Tenían proyectos conjuntos
para conquistar el norte de África; pero él quería hacerlo a su modo y bajo la
bandera del Islam, mientras que Francia deseaba participar efectivamente en
las operaciones.
Ante la negativa de Mohammed Alí, Francia optó por actuar unilateralmente y
es así como se produce la ocupación francesa de Argelia en 183061.
Leroux, quien partió de la doctrina saintsimoniana, aunque la modificó en diversos aspectos, fue ferviente partidario de la conquista de Argelia, iniciada en 1830. Consideró al ejército expedicionario francés como representante de la civilización destinada a llevar la luz a los
“bárbaros” que se negaban a aceptarla. “El socialismo saintsimoniano (...) se convirtió eventualmente en instrumento ideológico de la burguesía francesa en sus planes de expansión
colonial”. Boersner, ob. cit., pp. 19-20.
61
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Consciente de su fuerza (sobre todo después del debilitamiento otomano por
la guerra ruso-turca de 1828-29) y con el deseo de engrandecer su reino incorporando Palestina y Siria, Mohammed Alí comenzó en octubre de 1831 la
marcha hacia esas provincias árabes consideradas históricamente como de
protección vital para Egipto contra ataques desde el este y en aquel momento
como escudo contra posibles amenazas turcas. Además, Siria era una de las
provincias más ricas del Imperio otomano, famosa por sus exportaciones de
seda, harina, lana, aceite de oliva, frutas, etc., y representaba un buen mercado para la creciente manufactura egipcia.
Con sus victorias y fama adquiridas en Sudán, Arabia y Grecia, el ejército
egipcio ataca primero en Palestina y toma en dos semanas Gaza, Haifa y Jaffa.
En 1832, toma en Siria: Homs, Hama y Alepo, para de allí marchar hacia Anatolia.
El ejército egipcio de 30 mil hombres bajo el mando de Ibrahim Pasha derrotó al ejército otomano de 60 mil y conquistando a Bursa, con lo que el camino
a Istambul queda abierto. El sultán pide ayuda a las potencias europeas: surge
la llamada Crisis de Oriente.
La Crisis de Oriente
La Crisis de Oriente o la “Cuestión de Oriente” refleja la magnitud de lo que
estaba en juego no para los orientales, sino para las potencias europeas en
Oriente. Fue la expresión del máximo interés europeo por la penetración y el
reparto del Oriente árabe.
El barón Boislecomte escribió que Ibrahim Pasha no ocultaba su intención de
revivir la conciencia nacional árabe y restaurar el nacionalismo árabe. Lord
Palmerston escribió sobre Mohammed Alí en 1833: “Su verdadero proyecto es
establecer un reino árabe que incluya a todos los países de habla árabe”62.
Egipto contó con el apoyo de Francia, mientras que Rusia abiertamente apoyó
al sultán. Inglaterra temía que el conflicto otomano-egipcio llevara a la intervención rusa, con la subsiguiente creación de un Estado norteño dependiente
de Rusia y otro sureño que estuviera bajo la esfera de influencia francesa; por
lo que Inglaterra buscó conservar la “integridad” del Imperio otomano. Rusia
prefería salvar a Istambul porque un coup d’etat estaría “en detrimento de
nuestros intereses y llevaría a la caída de un Estado débil pero amigo”. Sustituirlo por un Estado más fuerte influido por los franceses, sería fuente de toda
clase de dificultades63.
62
63
Lutsky, ob. cit., p. 109.
Ibíd., p. 106. Palabras del conde Messelrode, canciller de Rusia.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
59
Ante el pánico de Istambul, el sultán pidió auxilio a Rusia y esta desembarcó
20 mil soldados cerca del palacio del sultán y envió al general Muravyov para
comunicarle a Mohammed Alí las demandas del zar Nicolás I.
Los temores británicos eran justificados: Francia también “entró en razón” y
conjuntamente realizaron maniobras navales (anglofrancesas) frente a las costas egipcias. Mohammed Alí comprendió el mensaje y se dio cuenta de que no
podía luchar contra el sultán y contra “tantos amigos repentinos del mismo”.
Con la mediación de Inglaterra y Francia, se firma el Tratado de Paz otomanoegipcio en el cual el sultán reconoce los derechos de Mohammed Alí sobre
Egipto, Sudán, Arabia, Creta y como gobernador de Palestina, Siria y Cilicia.
Egipto obligó al sultán a aliarse con Rusia y, en efecto, se firma el Tratado de
Alianza Militar, según el cual Istambul prometió cerrar los Dardanelos a los
buques de guerra cuando lo pidiera Rusia. Para afianzar este tratado, Rusia,
Austria y Prusia firman la Convención de Muenchengraetz, para “impedir la
expansión del poder supremo del Pasha de Egipto sobre provincias europeas
del Imperio otomano”.
Inglaterra no podía tolerar, ni entonces ni después, tan flamante éxito de Rusia.
Un documento producido casi 45 años más tarde, refleja la visión de problemática:
Si la fuerza de Rusia fuera consolidada en Asia Menor ya sea directamente mediante conquista ya sea indirectamente pasando el país bajo su protección, ella
[Rusia] tendría la capacidad de levantar y aprovisionar ejércitos, los cuales, con
la ayuda de la conscripción, llegarían a ser tan poderosos que ninguna potencia
europea dependiente del mar en sus comunicaciones, podría aspirar a mantener
un ejército en el campo a tal distancia de la patria lo suficientemente fuerte como
para resistir más conquistas64.
Pronto las tropas de la Compañía de las Indias Orientales ocupan la isla de
Sokotora en el mar de Arabia en 1834 y viendo que Mohammed Alí insistía
en su avance hacia el golfo Arábigo, Inglaterra alarmada acelera su propia
conquista del área.
Mientras los egipcios intentan tomar la isla de Bahrain, Inglaterra ocupa Adén
para convertirla en una estación de carbón para abastecer sus buques y alega
la compra del puerto y del pueblecito de Adén (de 500 habitantes) del sultán
de Lahej en 1839.
La actitud británica frente a Egipto fue de abierta hostilidad, preocupada por
su creciente poder y siendo Egipto un serio obstáculo para establecer el dominio
Memorándum del general Simmons, War Office 20 de julio de 1878, citado por Lenczowski,
p. 6. Tomado de C.J. Lowe, The Reluctant Imperialists, vol. II, Documents, Londres, 1967, p. 6.
64
60
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
británico sobre las costas del Oriente árabe y principal impedimento para el
desarrollo de las comunicaciones y el comercio de la Bretaña imperial.
El Imperio otomano se había convertido, según el tratado comercial anglotomano de 1838, en una dependencia agrícola y de materias primas de Inglaterra. Por otra parte, Inglaterra instigaba ahora al sultán contra los egipcios en
Siria, ya que Francia, como aliado de Mohammed Alí, había adquirido posiciones e intereses privilegiados en Siria. Pero el nuevo ejército otomano de 100
mil hombres enviado en 1839 a combatir a los egipcios en Siria es derrotado,
la flota otomana se pasa al lado de Ibrahim Pasha y nuevamente Istambul
queda amenazada por las fuerzas egipcias victoriosas.
Nuevamente las potencias europeas: Inglaterra, Austria, Prusia y Rusia forman
un bloque antiegipcio. Hasta Francia, temiendo quedar aislada, decide operar
conjuntamente con sus semejantes. Pero fue Inglaterra la que insistió más en
separar Siria de Egipto y fue Londres la sede de la Conferencia Permanente
de Embajadores para solucionar la “Crisis Oriental”. Cuando Francia actúa secretamente y a espaldas del bloque antiegipcio de las otras cuatro potencias y
logra, en mayo de 1840, que Istambul y Egipto firmen un acuerdo, los aliados
deciden romper el mismo y utilizan entonces cierto descontento entre la población cristiana del Líbano para provocar un asalto contra Beirut, proclamando su lealtad al sultán y describiendo a Mohammed Alí e Ibrahim Pasha como
dignos herederos de los faraones en su opresión contra el “pueblo elegido”.
Las cuatro potencias y el sultán firman en Londres, en junio de 1840, una
convención la cual selló el fin del primer intento y ensayo moderno de construir un amplio Estado árabe, obligando a Mohammed Alí a conformarse con
Egipto. Ante la negativa de esta a aceptar la realidad, aparece un escuadrón
británico comandado por Charles Napier y desembarca tropas británicas y
otomanas cerca de Beirut.
Sucumbió así un poderoso Estado árabe que, como único caso en la historia
del Tercer Mundo, logró efectivamente conquistar la cuna de la civilización
occidental: Grecia.
Samir Amin opina que: “La era imperialista en sí se divide en dos etapas: de
1880 a 1945 y de ese año hasta nuestros días”65. Como consecuencia de la
Convención de Londres de 1840, Gran Bretaña obtiene grandes éxitos, Rusia
queda muy restringida en sus acciones y Francia queda completamente aislada.
Charles Napier presenta luego en Alejandría un ultimátum a Mohammed Alí y
este comprende que no puede enfrentarse a las cuatro potencias más grandes
del mundo. Comienza la retirada del ejército egipcio desde Siria y Palestina.
65
La acumulación a nivel mundial, Editorial Ibn Khaldun, p. 133 (versión árabe).
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
61
Los británicos ocupan Jerusalén a fines de 1840 y de los 60 mil egipcios en
retirada por el desierto, solo 24 mil llegan a Gaza.
Terminó así la “Cuestión Egipcia” con la firma del Hatti-Sherif en junio de
1841. Las potencias dictaron y Egipto obedeció: tuvo que devolverle al sultán:
Siria, el Líbano, Palestina, Creta, Cilicia y Arabia; redujo su ejército a 18 mil
hombres; le fue quitado el derecho de nombrar generales en su ejército; le fue
prohibido construir barcos de guerra; tuvo que devolver la flota otomana y
Mohammed Alí se declaró vasallo del sultán.
Nominalmente la victoria fue del sultán, pero en realidad Egipto pasó bajo el
control británico en 1841 y como decían Marx y Engels: “Egipto pertenece más
a los ingleses que a ninguna otra gente”.
Con Egipto doblegado y el sultán atado con el tratado comercial anglotomano
de 1830, el camino queda abierto para Gran Bretaña en su proceso de incorporar la parte oriental del mundo árabe (el Mashriq) a su sistema e incluirlo
dentro de sus dominios, mercados y zonas de influencia.
Tanto Inglaterra como Francia, en su expansión capitalista que les lleva hacia
el Oriente y la India, tienen que enfrentarse, en la India misma, con estructuras y culturas islámicas; en el camino hacia la India, están varios poderosos
obstáculos islámicos y árabes: otomanos, egipcios y wahabitas que ejercen una
activa presencia en el Mediterráneo y en menor grado en el mar Rojo. Igualmente, en la ruta hacia la India, las costas africanas tienen una marcada influencia árabe islámica, mientras que los territorios y costas netamente árabes
(golfo Arábigo, mar Arábigo, península Arábiga, Iraq, Siria, Palestina, Egipto y
los países de El Maghreb), constituyen un conjunto de regiones indispensables
de atravesar en el tráfico comercial señalado.
Estas realidades deben haber influido en la conformación de una actitud específica por parte de Inglaterra y Francia hacia los pueblos árabes e islámicos; a
la vez resulta completamente comprensible que esos pueblos orientales desarrollasen, en el proceso de autodefensa y de resistencia, una actitud no amigable hacia Occidente, en general, y hacia Inglaterra y Francia, en particular.
No debe olvidarse al respecto que, durante mil años, Occidente no había
logrado conquistar Oriente. El ascenso de Occidente es sintomático de la debilidad y atraso de las estructuras económicas y estatales del Islam, principal
fuerza endógena de esa parte de Oriente durante diez siglos. La expansión de
Occidente en las áreas periféricas del Islam no tarda en hacerse presente en la
región central del mismo: el mundo árabe.
El desarrollo industrial en Europa trajo consigo un marcado mejoramiento
en las armas y el equipo militar, mientras que el ejército turco se mantuvo
casi estático durante el siglo XIV y XV. Como consecuencia de ello, el Imperio
62
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
otomano pasó de la victoria al fracaso, de la ofensiva a la defensiva y de la
expansión a las pérdidas territoriales.
Uno de los principales adversarios de los otomanos es Rusia (guerra rusoturca 1768-1774), la cual ya en 1792 domina toda la costa norte del mar Negro.
Por su parte, Austria luchaba por ganar posiciones en el mar Adriático y en la
cuenca del Danubio. Así Rusia y Austria tenían en común su deseo de dividir
Turquía.
Igualmente, Inglaterra y Francia deseaban controlar Istambul, los Estrechos,
Egipto, Argelia, Túnez, Siria e Iraq; las presiones e intentos al respecto datan,
como hemos visto, del siglo XVIII, aunque se intensificaron en el siglo XIX.
Los árabes se ven obligados a luchar contra muy poderosos adversarios: los
turcos otomanos, por una parte, y los europeos occidentales (básicamente ingleses y franceses), por la otra. Los otomanos recurrirán a la fuerza brutal para
someter a los árabes, mientras que los occidentales no se conforman con la
fuerza para alcanzar sus propósitos, sino que también utilizan la ciencia para
obtener mejores resultados.
No es obra del azar que las más antiguas y mejores escuelas de estudios orientales, islámicos, africanos y árabes, nacieran y se desarrollaran en Londres y París.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
63
Capítulo IV
Manifestaciones de la dominación colonial
Inglaterra, que había impuesto al Imperio otomano un tratado comercial en
1838, ahora, con el rápido crecimiento del capital, la derrota del poderío egipcio y la restitución de la soberanía otomana sobre los dominios de Mohammed
Alí, abre el camino para la dominación colonial y económica de los países
árabes. Las mercancías inglesas y de otros países capitalistas tienen ahora libre
acceso a los mercados de Egipto y Siria, lo cual llevó a la declinación de los
viejos centros industriales, a la ruina de los artesanos y de las manufacturas
domésticas.
Entre 1840 y 1850, las importaciones de mercancías británicas por parte del
Imperio británico aumentaron de un millón cuatrocientas cuarenta mil a tres
millones setecientas sesenta y dos mil libras esterlinas, paralizando así toda
posibilidad de crecimiento de las manufactorías nacionales.
Sin embargo, el desarrollo del comercio exterior trajo consigo el surgimiento
de centros comerciales, fortaleció a la burguesía importadora-compradora y
estimuló el crecimiento de las vías de comunicaciones. Por otra parte, la presión del capital extranjero obligó al campesinado árabe a convertirse en productor de mercancías para la exportación, especializándose así Egipto en
la caña de azúcar y el algodón, mientras que Palestina y Siria se especializaron
en ofrecer al mercado algodón, cereales y lana. El Líbano se hizo productor
de seda cruda.
No obstante, esta producción de mercancías no llevó al establecimiento de
relaciones capitalistas, porque el campesino simplemente se hizo dependiente
del mercado capitalista mundial, sin liberarse de su dependencia con respecto
a los señores feudales locales.
El capital industrial europeo incorporó así los países árabes al mercado capitalista mundial como un apéndice de producción agrícola y de materias primas
para la industria europea. Fue mediante la exportación de capitales en forma
de préstamos y financiamiento para la construcción de medios de comunicación que el mundo árabe entró definitivamente en la órbita capitalista y se
sometió a esa región, a la influencia, primordialmente, británica y francesa.
Entre los pasos que facilitaron ese proceso cuentan las reformas hechas por el
sultán otomano en 1839 y 1856. Las primeras reformas, llamadas Hatti-Sherif
Gulhane, tuvieron entre sus efectos el de fortalecer la acumulación burguesa
64
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
mediante las garantías de “completa seguridad para las vidas, honor y propiedad de los sujetos independientemente de su religión”. Al darle garantías de
derecho de propiedad, esa reforma consolidó la posición de la burguesía que
en su mayoría fue ejercida por la minoría cristiana no turca; en Turquía fueron
armenios y cristianos árabes; en el Líbano, maronitas; en Egipto, coptos, etc.66
El Imperio otomano, al pedir el primer préstamo extranjero en 1854, le permitió pronto a las potencias europeas establecer una especie de protectorado
conjunto sobre las finanzas del Imperio. Fue bajo estas condiciones que el
sultán emitió las reformas de 1856, conocidas como la Hatti-Humayun. En
estas se hace énfasis en la igualdad religiosa. Dos meses más tarde, el Tratado
de Paz de París incorpora dichas reformas como una obligación internacional
del sultán, no pudiendo este anular o alterar las mismas sin la aprobación de
las potencias.
Ahora bien, las potencias europeas reclamaban que los derechos fueran extendidos a sus súbditos residentes en el Imperio y a sus agentes comerciales
en su mayoría cristianos, armenios y griegos. Ante el debilitamiento de la Porte, se acelera la penetración del capital extranjero y se otorgan concesiones
para establecer bancos, construir vías férreas y adquirir tierras; las potencias
europeas se erigen como guardianas de los cristianos67 en el Imperio otomano, disminuyendo así la soberanía de ese Estado sobre una importante porción de sus súbditos.
En Egipto se abolió el sistema de monopolios estatales, dándoles la oportunidad a los comerciantes e industriales británicos de comprarle el algodón al
campesino egipcio por intermedio de los agentes de la burguesía compradora.
Las exportaciones británicas estaban casi libres de los pagos de derechos de
aduana y es así como Inglaterra llega en 1845 a ocupar la cuarta parte de las
importaciones egipcias y recibe la tercera parte de las exportaciones68.
El canal de Suez
El ahora virrey de Egipto, Abbas Pasha (nieto de Mohammed Alí), paralizó
importantes obras iniciadas anteriormente en la irrigación y la manufactura,
Lutsky, ob. cit., p. 124.
Por ejemplo, estos quedaban excluidos del reclutamiento para el servicio militar.
68
Es de hacer notar que en ese año las importaciones totales de Egipto alcanzaron un millón
de libras esterlinas, mientras que las exportaciones totales ascendieron a 1,7 millones de libras
esterlinas. Egipto ya formaba parte de la economía capitalista mundial, sus fuerzas productivas se habían desarrollado al igual que su mercado y la producción de mercancías; las
relaciones capitalistas se encontraban en formación, así como la burguesía.
66
67
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
65
entrabó la educación y redujo el ejército; otorgó en 1851 una concesión a los
británicos para la construcción del ferrocarril desde Alejandría hasta El Cairo y
Suez. Este proyecto era de gran importancia estratégica para Inglaterra en sus
comunicaciones con la India y se culminó su construcción en 1857. Un año
más tarde, Gran Bretaña utilizó esta línea férrea para transportar tropas a fin
de sofocar una revuelta surgida en la India.
Francia buscaba reconquistar la posición que disfrutaba durante el período de
Mohammed Alí y mantenía vivo su interés en la unión del Mediterráneo con
el mar Rojo por intermedio de un canal. Sin embargo, el propio Mohammed
Alí se había opuesto al proyecto por el temor de que aumentara el interés de
las potencias europeas en Egipto, en forma parecida al interés mundial en el
estrecho de los Dardanelos. En igual actitud se encontraba Inglaterra, aunque
no por el proyecto en sí, sino por el hecho de que Francia iba a disfrutarlo
por su relación especial con el Egipto de Mohammed Alí.
Luego de la misteriosa muerte de Abbas, asciende al trono Said y cuatro meses más tarde otorga a su amigo personal, el diplomático francés Ferdinand
de Lesseps, la concesión para construir el canal de Suez, cuyo proyecto fue
diseñado por el ingeniero austríaco Alois Negrelli.
La tierra fue otorgada libre de todo pago; el Gobierno egipcio se comprometió, a su vez, a construir un canal de agua dulce desde el Nilo para suministrar
agua potable para los trabajos; liberó a la compañía del pago de derechos de
aduana y suministró el 80% de la fuerza de trabajo libre de todo pago por
parte de la compañía. La concesión tenía una duración de 99 años a partir de
la inauguración del canal y el capital era de doscientos millones de francos.
Francia obtuvo el 52% de las acciones y el virrey recibió aproximadamente
el 15%, además de otro 25% para vendérselas al sultán, Gran Bretaña, Rusia
y Estados Unidos69. Pero, mientras se hacían los contactos para negociar esa
acción, Said Pasha debía recurrir a los banqueros europeos en busca de préstamos para saldar las deudas contraídas70.
Centenares de miles de campesinos o fellaheen de Egipto cavaron con sus manos (sin el uso de maquinarias) la vía acuática, pereciendo unos veinte mil de
ellos por las condiciones semiesclavistas del trabajo. La consecuencia natural
de ese hecho fue la generalización de un odio profundo contra los europeos
y una protesta popular contra la dominación extranjera.
Inglaterra explotó esos sentimientos para llevar al sultán otomano a protestar contra el virrey Said Pasha por haber otorgado la concesión. Para poder seguir adelante con la obra, Egipto tuvo que abolir el sistema de trabajo forzado y retomar
69
70
Lutsky, ob. cit., p. 156.
Ver H. Triki.
66
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
de la compañía las tierras al margen del canal, todo lo cual entrañó dificultades
tanto para el virrey como para Lesseps.
Fue bajo Ismail Pasha, el sucesor de Said, que actuando Napoleón III como “árbitro imparcial”71 se llegó a un arreglo, según el cual Egipto tuvo que recurrir a
los bancos europeos en busca de unos cien millones de francos para “indemnizar” a la General Company of the Suez Maritime Canal. Finalmente el canal fue
inaugurado en noviembre de 1869, habiéndole costado la obra al tesoro egipcio
aproximadamente 300 millones de francos.
Pero Egipto tenía una economía próspera debido, especialmente, a las exportaciones de algodón, las cuales aumentaron sensiblemente entre 1861-1865
por la escasez sufrida en la industria textil europea a causa de la Guerra Civil
en los Estados Unidos; igualmente las exportaciones de azúcar, crecieron notablemente.
Hubo un gran auge en las importaciones y el volumen del comercio exterior
egipcio se elevó a cifras considerables, al igual que el volumen de la navegación involucrada en dicha actividad, hasta el punto de que Alejandría se
convirtió en uno de los puertos internacionales más activos del mundo, compitiendo con Marselles72.
Paralelamente hubo un desarrollo importante en la construcción de vías férreas, llegando la cifra en 1875 a, aproximadamente, 1.600 kilómetros. Para el
mismo año, Egipto contaba con unos 6.450 kilómetros de líneas telegráficas;
en esos momentos el 20% de la población egipcia vivía en centros urbanos.
El desarrollo industrial se concentraba en la actividad textilera y en las refinerías de azúcar, aunque también tenían importancia la fabricación de armas,
los astilleros, fundiciones, molinos de vapor, lecherías, refinación de sal, etc.,
siendo uno de los grandes dueños de esas industrias el propio virrey. De
todos modos, el nivel técnico de esos productos fue inferior a aquellos producidos en Gran Bretaña y Francia y, ante la falta de medidas proteccionistas,
junto a la influencia política de esas grandes potencias europeas en Egipto,
la invasión del mercado egipcio por las mercancías extranjeras fue la consecuencia lógica.
Es de hacer notar que fue en el campo egipcio y no en el europeo donde
fue usado por primera vez el arado a vapor; sin embargo, los mismos señores
feudales ansiosos de modernizar su producción, expandir las áreas de plantación, conducir grandes operaciones comerciales y construir fábricas en sus
Napoleón III era, además, de emperador de Francia, casado con Eugenie, prima de De
Lesseps.
72
Egipto adquirió su propia flota comercial que incluía 55 barcos marítimos a vapor (de un
tonelaje promedio de mil toneladas) y 58 barcos para la navegación en el Nilo.
71
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
67
propiedades, mantuvieron las relaciones medievales con respecto al campesinado, por lo que el desarrollo del capitalismo en Egipto tenía inherente esa
importante contradicción, la cual entorpeció el desarrollo socioeconómico del
país. Poco podía desarrollarse la industria del Egipto urbano con el 80% de la
población sufriendo de hambre en la parte rural del país.
Junto a la explotación por los feudales y semifeudales egipcios, turcos, albaneses y circasianos, las masas egipcias fueron sujetas a una explotación “moderna” ejercida por los europeos, cuyo número había crecido a ochenta mil en
1870, la mayoría de los cuales vivía en Alejandría73. Este puerto fue convertido
en un centro mundial de tráfico de drogas y barrios enteros se dedicaban al
juego, al consumo de alcohol y a la prostitución, bajo la protección del régimen de capitulaciones y de los cónsules europeos.
Fue en ese período que, en el ejército, el conflicto entre los oficiales netamente egipcios y de origen campesino, por una parte, y aquellos pertenecientes a
la aristocracia turco-albanesa-circasiana, por otra, llegó a influir el desarrollo
del movimiento nacional egipcio.
Mientras el idioma árabe queda como único idioma oficial de Egipto, el país
cede parte de su soberanía en el campo jurídico al establecer tribunales mixtos compuestos por jueces egipcios y europeos, para decidir los litigios entre
egipcios y europeos, entre europeos de varias nacionalidades y en los casos
criminales en que estos estaban involucrados.
El descontento general de la población, el incremento de los planteles escolares, el fortalecimiento de los grupos populares entre la oficialidad y la
protesta contra la presencia y los abusos de los europeos, fueron factores que
influyeron en el desarrollo social de Egipto y permitieron el surgimiento de
elementos más progresistas y democráticos en la burguesía nacional.
Dominio británico en el golfo Arábigo
La península Arábiga vuelve a fragmentarse en provincias semiautónomas luego de la derrota de los wahabitas por Mohammed Alí, de este último por los
otomanos, los cuales establecen nuevamente su control nominal sobre las
principales ciudades dejando el poder real en manos de los príncipes y jefes
locales, destacándose en Al-Hijaz los sherifs hashimitas de la Meca, los imams
zydíes en el Yemen y los wahabitas sauditas en Nejd.
Casi la cuarta parte de la población de esta ciudad estuvo compuesta por griegos, franceses, italianos, británicos y alemanes.
73
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
68
El Mediterráneo oriental
Alepo
Latakia
CHIPRE
Trípoli
Beirut
MAR MEDITERRÁNEO
Damasco
Sidón
Acre
Safad
Haifa
Jerusalén
Yafa
Alejandría
Gaza
Z
CAN A L DE S U E
El Cairo
Suez
Aqaba
SINAÍ
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
69
Estos, en su afán de reunificar a la península bajo su dominio, tuvieron que
enfrentarse a la resistencia de los otomanos, de los hashimitas, de los gobernantes de la costa oriental de Arabia y allí, especialmente, con Gran Bretaña
que, mientras tanto, ya había establecido su verdadero control sobre aquellas
costas y Adén, aunque dejando a los gobernantes locales la libertad de manejar los asuntos internos de sus pequeñas poblaciones.
Los fallidos intentos de los sauditas por reconquistar Bahrain, Omán y Qatar
llevan, en 1866, a la firma de un tratado entre Inglaterra y Nejd. Especialmente
Omán sufre divisiones por parte de los ingleses, que la fragmentan en numerosos jequeatos separados de Muscat, la cual todavía conservaba parte de
las costas de Persia y tenía posesiones “ultramarinas” en las costas de África
oriental y algunas islas, como la de Zanzíbar (costas de Tanzania).
Los privilegios de los comerciantes británicos aumentaban bajo la protección del
representante político británico, que fue el verdadero gobernante de la región.
Así, por ejemplo, a Bahrain le fue impuesto en 1861 un tratado según el cual Gran
Bretaña tenía el derecho a desembarcar sus tropas “cuando la situación lo requiriera”. Bahrain había confirmado su aceptación de la soberanía otomana en 1858,
pero Palmerston protestó en Istambul y logró el tratado de 186174.
Esa política no solo encontraba la permanente resistencia de los árabes de la
región y sus respectivos jefes, sino también la de los otomanos, Persia y Francia.
Esta última se oponía a la creciente dominación británica sobre el golfo Arábigo
y Adén; además veía sus oportunidades disminuidas y amenazadas, porque Inglaterra avanzaba apoderándose de las islas estratégicas controladas antes por los
árabes, como las de Kuria Muría, Perim y Zanzíbar. Francia se opuso a los planes
del virrey de la India, lord Canning, con respecto a Omán y es así como se firma
entre Francia y Gran Bretaña en París una declaración conjunta, en 1862, en la
cual se otorga la independencia a Muscat y Zanzíbar.
Por su parte, las tribus del sur de Arabia y las de Adén en particular, se rebelaban frecuentemente con el apoyo del sultán de Lahej contra las tropas
británicas, viéndose estas obligadas a enviar expediciones de castigo, como
la de 1867, para afianzar su presencia.
El interés de Alemania por el mundo Árabe
La posición de Inglaterra y Francia con respecto al Imperio otomano cambió
radicalmente con el estrechamiento de los vínculos entre el kaiser alemán e Istambul. Con el ascenso al poder de los jóvenes turcos, se intensifica la influencia
74
Alnajjar, ob. cit., p. 49.
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
70
La península Arábiga
Bagdad
Basrah
Kuwait
Isla de Bahrein
Riyadh
Medina
OR
M
UZ
D
E
E
E
S TR
O
CH
OL
G
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JA
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Dammam
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NEJD
Jeddah
La Meca
Isla
Masirah
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Al Muja
Aden
Isla de
Perim
ADEN
O DE
GOLF
Isla Socotra
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
71
alemana y el capital fluye desde Berlín hacia los confines del Imperio otomano, exponiendo los intereses de los otros países imperialistas a graves daños
en esa época de cruenta competencia y lucha interimperialista.
No solo el mundo árabe es expuesto a esa lucha: “Deberíamos observar el
ejemplo de África. No hay duda alguna que las fronteras actuales de la mayoría de los Estados africanos, es herencia de los colonialistas que destrozaron al
África de una manera total en la Conferencia de Berlín de 1885”75.
Alemania, en su expansión imperialista, abarcó el África como lo diría Víctor
Ferkiss76:
Cuando Italia entró a la lucha, tuvo que contentarse con las sobras. Comenzó a
penetrar en Etiopía, tomando posesión de Eritrea y Somalia, en el período entre
1885 y 1892 (…) los italianos le quitaron Libia al decadente Imperio Turco en
1912. Con esta acción, toda África, excepto Etiopía y Liberia, quedaba bajo banderas europeas. El mapa de África (...) iría desde el Cabo hasta el Cairo, cortado
en formas extrañas, por líneas fronterizas, cuyo trazado artificial muchas veces
era patente en su antinatural tendencia a la línea recta.
En el caso del Imperio otomano, desde los años sesenta del siglo XIX, economistas
y sociólogos alemanes consideraban a ese imperio como su futura colonia. Rodbertus escribió al respecto que soñaba poder vivir para ver a las tropas alemanas
estacionadas a la orilla del Bósforo y pasar las herencias otomanas a Alemania.
Por su parte, el conde Moltke, uno de los principales teóricos del militarismo
alemán, escribió a mediados de siglo sobre la necesidad de unir Alemania con
Asia Menor por medio de vías férreas. Entre los planes alemanes contaba el de
convertir Iraq en el granero del Imperio germánico y su plantación de algodón.
Posteriormente a 1888, los alemanes comienzan de hecho la construcción del
ferrocarril de Anatolia a base de una concesión que obtuvieron del Deutsche
Bank y el Wurtemberg Bank, a nombre del capitalista Alfred Kaulla. Todavía
no se había iniciado la ruta férrea con destino a Bagdad, pero la base para la
misma ya estaba allí y ello jugó un papel importante en las relaciones internacionales de la era del imperialismo.
Egipto como virtual colonia británica
Gran Bretaña ejerce, a partir de la derrota del levantamiento popular dirigido
por Urabi en 1882, un control directo sobre Egipto por intermedio de una
Roger Garody, Sobre los pretextos religiosos e históricos del sionismo, Seminario Internacional de Bagdad sobre Sionismo y Racismo, p. 197.
76
Ferkiss, África en busca de una identidad, Uteha, México,1967, pp. 54-59.
75
72
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
ocupación militar. Ese hecho no dejaba de preocupar a Francia como potencia
interesada e involucrada en los asuntos de la región.
Alemania, por su parte, se encontraba en preparaciones de guerra contra
Francia y Rusia, lo cual llevaba a estas dos últimas potencias hacia un mayor
acercamiento. Inglaterra, en cambio, tenía una actitud poco amigable frente al
bloque franco-ruso, mientras simpatizaba con la alianza formada por Alemania-ltalia-Austria (llamada la Triple Alianza).
Principalmente, las disputas entre Inglaterra y Francia se centraban en el
África, en tanto que las diferencias anglorrusas giraban alrededor del Medio
Oriente. Así que, tanto Francia como Rusia, respaldaban al sultán otomano y
demandaban el retiro de las fuerzas británicas de Egipto. Sin embargo, resulta
importante subrayar que Inglaterra aseguraba frecuentemente que no tenía
intención alguna de permanecer en Egipto y que su retiro se produciría al
cabo de “establecer un orden definitivo”.
Pero la “Cuestión Egipcia” era de tal magnitud que empañaba las relaciones
anglofrancesas, especialmente desde el momento en que Inglaterra procedió
a poner la economía de Egipto al servicio de sus propios intereses, haciendo
que el algodón fuera la base para la industria textil británica.
Las finanzas egipcias son controladas igualmente por Inglaterra, la cual crea
el Banco Nacional de Egipto en 1898 (banco central); Egipto pagaba entonces
alrededor del 50% de su presupuesto anual a acreedores extranjeros y la suma
alcanzaba, aproximadamente, 5 millones de libras esterlinas.
Ciertamente el capital británico fluía hacia Egipto, pero su magnitud era relativamente pequeña y no contribuyó al desarrollo de las fuerzas productivas del país.
Las inversiones eran, en su mayoría, de carácter no productivo; así vemos que
solo el 5% de las mismas se orientaba hacia la industria. Por otra parte, el capital
extranjero se adueñaba de tierras cultivables, del sistema de irrigación y de las
plantas de procesamiento de algodón. Paralelamente, firmas británicas controlaban el transporte del algodón mediante barcos de vapor que navegaban el Nilo.
En cuanto al comercio, tanto interno como externo, los bancos británicos de
Egipto otorgaban créditos a “su gente” para facilitar el control del comercio
de esa mercancía.
Las consecuencias para el agro egipcio fueron desastrosas. Egipto, que históricamente disponía de excedente de trigo y cebada, veía disminuida el área destinada al cultivo de esos granos básicos y comienza a importar esos productos.
Decae igualmente la producción de caña de azúcar y se prohíbe la siembra
del tabaco, haciendo depender a las fábricas egipcias del tabaco importado de
Turquía y los países balcánicos.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
73
Curiosamente, todo ello ocurre sin que Inglaterra declarara públicamente la
anexión de Egipto como colonia suya o anunciara el establecimiento de un
protectorado sobre Egipto; más bien Inglaterra sigue considerando Egipto
como parte del Imperio otomano, incluso luego de la muerte del Khedive
Tewfik en 1892 y el ascenso de su hijo Abbas Hilmi. No obstante, el verdadero
gobernador del país era el cónsul general británico, también llamado agente
general o administrador. Lejos de ser un representante diplomático, era el jefe
de la fuerza militar de ocupación y el responsable de la política económica.
El pueblo egipcio había perdido con Urabi la vía de una lucha organizada.
Numerosos nacionalistas habían huido, mientras que otros pasaron a la clandestinidad perdiéndose los nexos con las masas populares. Esa situación se
complicó más con la influencia ejercida ahora por Mohammed Abdu, quien a
partir de 1899 ocupa el cargo de mufti, es decir juez supremo en derecho civil
de Egipto, con cierto respaldo de las autoridades británicas.
Abdu tuvo un destacado papel como reformador del Islam y su adaptación a
las exigencias del capitalismo; combatió la supremacía política e ideológica de
los grandes terratenientes; abogó por la compatibilidad del Islam con la ciencia
moderna y apoyó el aprendizaje de la civilización y tecnología occidental.
Pero implícitamente, las actividades de Abdu y su equipo pusieron énfasis en
el aspecto del progreso económico y cultural, haciendo aparecer como negativa la lucha política. Ello contribuyó a que el movimiento independentista
confrontara tropiezos en su desarrollo.
Otro aspecto de la influencia de Abdu y su equipo de reformadores se refiere
a la lengua árabe y la necesidad de hacer revivir el árabe clásico, junto a la urgencia de oponerse en las provincias árabes del Imperio otomano a la política
de turquización de los árabes.
Esas ideas llevaron a Abdel Rahman Al-Kawakibi77 a intensificar su lucha contra
la tiranía de los turcos, aunque sus ideas estuvieron impregnadas de la visión
panislámica, por lo que se encuentran opiniones occidentales de que “las ideas
y los principios del nacionalismo árabe estuvieron, en sus comienzos, muy
cercanos al movimiento de reforma islámico”. Esta reserva no es válida, debido
a lo ya señalado sobre la importancia del Islam desde muy temprano como
fuerza motora en la lucha por la liberación de los árabes.
El patriota egipcio Mustafá Kamil tuvo un rol importante en el desarrollo de
las organizaciones nacionalistas y la correspondiente lucha política. Kamil pertenece a otra generación, obtuvo otra clase de educación (hijo de un médico,
nacido en la capital egipcia y graduado como abogado) y orientó el rumbo de
Patriota sirio, autor de varias obras dedicadas al renacimiento árabe, cruelmente encarcelado por los turcos y liberado en 1898.
77
74
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
los acontecimientos hacia un camino diferente. En Francia, Kamil publica numerosos panfletos políticos, en los cuales demandaba la salida de las fuerzas
británicas de su patria, Egipto. Pronto encuentra apoyo y simpatía, permitiéndosele escribir artículos en la prensa francesa, dándole así la oportunidad de
llegar a la opinión pública de Francia. Ello le permite establecer contactos y
ganarse la amistad de políticos, escritores, periodistas y oficiales franceses.
Se impone aquí una fundamental interrogante: ¿obedece el apoyo y la promoción con que contó Mustafá Kamil en París a la convicción de aquellos círculos franceses de lo justo y legítimo de las aspiraciones nacionalistas egipcias?
¿Se debió aquella simpatía por la causa egipcia al “amor nato de los franceses
por la libertad”?
La historia de la Francia colonialista desmiente todo intento por idealizar los
motivos de aquel país profundamente comprometido como potencia imperialista de primer orden. Muy cerca de Egipto, en el norte de África, las barbaridades
del colonialismo francés eran evidentes, no solo en Argelia, sino también en
Túnez y Marruecos; ello sin olvidar las atrocidades cometidas en el resto del
África subsahariana y el resto del Tercer Mundo.
Obviamente, Francia facilitó que Kamil obtuviera publicidad en su exposición
de la problemática de Egipto, guiada por el objetivo de ejercer presiones
sobre Inglaterra con el fin de lograr beneficios particulares en ese período
del reparto imperialista del mundo. Por otra parte, hay que tener presente el
hecho de que Kamil anhelaba la liberación de Egipto mediante la explotación
de las contradicciones entre Inglaterra y Francia. Pero los políticos de París
detectaron el escaso papel que Kamil le asignaba al pueblo.
En otras palabras, el que Kamil hablara en nombre del pueblo egipcio no correspondía a que él hubiera establecido una estrategia fundamentada en el pueblo;
esa debilidad de Kamil era un factor potencial de éxito para Francia en un posible
dominio sobre Egipto.
Efectivamente, la causa de la libertad del pueblo egipcio fue olvidada por parte de Francia tan pronto como Inglaterra consintió en la ocupación de Marruecos por Francia. La concordia imperialista se estableció entre las dos potencias
a costa de la libertad de los pueblos de dos países árabes; Inglaterra da el visto
bueno, en 1904, para que Francia ocupara Marruecos a cambio de la garantía
dada por Francia de no obstruir la acción de Inglaterra en Egipto.
Esa alianza anglofrancesa facilitó la anexión por parte de Inglaterra del Sinaí al
territorio de Egipto y su ocupación por Inglaterra; esa anexión de la península
del Sinaí en 1906, significó que Gran Bretaña adquiriera una zona vital para la
defensa del canal de Suez, lo cual tuvo una extraordinaria importancia durante
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
75
la Primera Guerra Mundial y posibilitó la rápida ocupación de Palestina por
parte de Gran Bretaña.
De vuelta a su país, Mustafá Kamil se enfrenta tanto a Inglaterra como a Francia y apoya al Khedive contra los ingleses. Estos, molestos por cierta oposición
del Khedive y algunas manifestaciones del mismo en busca de independencia, nombran a Kitchner como comandante en jefe del ejército británico en
Egipto.
Todo ello coincide con un resurgimiento del movimiento de liberación nacional a raíz de un enfrentamiento entre oficiales británicos y campesinos
en la región del delta del Nilo. El incidente conduce a que, de nuevo, las
masas participen en el proceso debido a las sentencias que sufrieran algunos
campesinos. Kamil actúa activamente y es descrito por lord Cromer como “el
peor enemigo de Inglaterra”; los británicos, para calmar los ánimos del pueblo
egipcio, ofrecen amnistías y negocian con Kamil nombrar a algún miembro de
su movimiento como ministro. Saad Zaghlul, un calificado abogado y activista
desde Urabi es nombrado entonces ministro de Educación.
Es ese también el período de surgimiento de partidos políticos y sindicatos
obreros. El nuevo “gobernador británico” de Egipto es sir Eldon Gorst, quien
se dedica a dispersar el movimiento nacionalista egipcio y promueve la formación de partidos filobritánicos.
La muerte de Mustafá Kamil en 1908 debilita al movimiento, nuevamente, y le
da la oportunidad a los británicos de nombrar a un copto reaccionario, Butrus
Ghali, como primer ministro. Se lleva a cabo entonces una feroz persecución de
los elementos patrióticos, se recurre a medidas de emergencia, centenares
de activistas son exiliados y la prensa es amordazada. Butrus Ghali es asesinado por un nacionalista y sir Gorst utiliza el caso para convertirlo en nuevo
elemento de división contra la unidad del pueblo egipcio: la cuestión de diferencias religiosas entre coptos y musulmanes.
El general Kitchner es, a partir de 1911, el sucesor de Gorst y ese nombramiento es significativo, puesto que Kitchner fue el conquistador del Sudán
y de África del sur y en 1914 se convirtió en el ministro de Guerra de Gran
Bretaña.
Dominación económica y encadenamiento político
El proceso de dominación que Occidente comienza a ejercer sobre las finanzas del Imperio otomano se inicia con el primer préstamo que la Porte tuvo
que pedir en 1854 a causa de los gastos ocasionados por la Guerra de Oriente
(Guerra de Crimea). En cuanto a Egipto, los sucesivos préstamos que habían
comprometido al Khedive lo llevan a vender las acciones de Egipto en la
76
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Compañía del canal, adquiriendo el Gobierno británico dichas acciones78, por
lo que se puede hablar de una nueva etapa en las relaciones angloárabes.
Se trata nada menos que del período durante el cual se cristaliza el movimiento popular árabe de liberación con un hondo contenido anticolonialista
(occidental), por una parte, y del desarrollo en Europa de la ideología sionista
basada en el afianzamiento de las posiciones que los colonialistas británicos
venían alcanzando en el mundo árabe, por otra. El aumento de los intereses
británicos en la región ante la oposición activa de la población árabe, lleva
a los colonialistas a intensificar sus alianzas antipopulares. Surge así para el
movimiento árabe de liberación nacional el imperativo de luchar contra dos
enemigos tangibles: imperialismo y sionismo. Es esta una particularidad del
mundo árabe que lo distingue del resto del Tercer Mundo.
El desplazamiento de la influencia francesa por la inglesa, entusiasta de la
cultura francesa, el Khedive Ismail (graduado en la academia militar francesa
de St. Cyr) había orientado a los becados egipcios hacia París y los técnicos y
científicos franceses abundaban en las fábricas, escuelas y hospitales de Egipto. Ahora el interés principal del imperialismo británico en el Medio Oriente se
va a trasladar de Istambul a El Cairo; en buena parte ello se debió a la nueva
posición adquirida con respecto al canal de Suez79.
Uno de los principales objetivos imperiales de Londres lo constituye ahora
ejercer un verdadero control sobre Egipto, para el cual es necesario disminuir
al mínimo la presencia francesa. Ese empeño se volvía más difícil cada vez
que Inglaterra perseguía mantener a Rusia alejada de Istambul.
Fue este precisamente el momento histórico en el cual las condiciones económicas y políticas habían madurado en la Europa de los años setenta del siglo
XIX, cuando el capitalismo se caracteriza por la fase imperialista, la transición
estuvo conectada con una lucha feroz por la división del mundo y una extraordinaria activación de la política colonial de las potencias mundiales.
La posición de Inglaterra en Egipto se fortaleció notablemente con la participación de la empresa del canal. Aunque los capitalistas franceses tenían la mayoría de las acciones, Inglaterra tenía la ventaja de que su gobierno poseía ahora
aproximadamente el 45% de las acciones, mientras que las acciones a favor de
Francia estuvieron repartidas entre un gran número de propietarios. Por otra
parte, Inglaterra controlaba virtualmente la exportación del algodón egipcio y
disfrutaba de una posición dominante en las importaciones de Egipto.
El 8 de diciembre de 1875, los representantes británicos comenzaron a integrar el Consejo Directivo de la Compañía.
79
G. Young. Egypt. London, 1930, p. 73.
78
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
77
El camino hacia un control completo de la economía de Egipto por parte de
sus acreedores (especialmente Gran Bretaña y Francia), quedó abierto cuando
se declaró la bancarrota de las finanzas del Imperio otomano a fines de 1875;
acto seguido se repitió el hecho en Egipto, cuando el Khedive aceptó en abril
de 1876 un verdadero control financiero extranjero sobre el país.
Egipto tuvo entonces que ceder su soberanía en la recolección de impuestos
sobre la tierra cultivada, sus ingresos por concepto de derechos de aduana y
los impuestos sobre la fabricación de cigarrillos. Los banqueros Goeschen y Joubert,
británico y francés respectivamente, integraron la Comisión Financiera para
administrar la deuda egipcia.
Esos banqueros lograron que el Khedive nombrara un funcionario británico como
contralor general de los ingresos, otro funcionario francés como contralor de los
gastos, un funcionario británico fue nombrado como director del Departamento
de Presupuesto del Ministerio de Hacienda de Egipto, un general británico fue
nombrado director de los ferrocarriles del país, todos bajo el mando del mayor
británico Baring. Este último, había sido secretario privado del virrey británico en
la India, un experto administrador colonial y talentoso financista emparentado
con uno de los banqueros más ricos de Londres. Baring se convirtió pronto en el
verdadero gobernador de Egipto bajo el nombre de lord Cromer80.
De ahora en adelante, el pueblo egipcio iba a trabajar bajo el azote del control
extranjero europeo para asegurar el pago de la deuda del Khedive. Comienzan
a cobrarse los impuestos por adelantado y hacen su aparición los prestamistas,
en su mayoría coptos y griegos, quienes compraban las cosechas a precios
de gallina flaca, mientras los campesinos, por su parte, tenían que pagar los
impuestos a los recolectores.
Así pudo el Gobierno egipcio ir pagando sus deudas, pero estuvo incapacitado
para pagar los respectivos sueldos a sus funcionarios y oficiales, lo cual se
tradujo en una ampliación de los sectores nacionales que sufrían, virtualmente
de hambre, aumentando así el descontento y agotándose la capacidad de sufrimiento del pueblo egipcio.
Pero pese a este estado de cosas, la comisión financiera extranjera, con el
británico Rivers Wilson como presidente, proseguía con sus abusos: pidió al
Khedive entregar sus propiedades al banquero Rothschild de Londres como
garantía por sus deudas y le exigió separar algunos ministros de sus cargos
por no haberse subordinado a la comisión.
Esa serie de atropellos y provocaciones culminó con el pedido de que el Khedive entregara los asuntos del Estado a un gabinete “confiable”, compuesto en
su mayoría por extranjeros.
80
Lutsky, ob. cit., p. 196.
78
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En efecto, el Khedive tuvo que ceder sus propiedades y nombró en agosto de
1878 un nuevo gabinete encabezado por el gran comerciante armenio Nubar
Pasha (conocido por sus nexos con los bancos de Londres y París), quien
ignoraba el idioma del pueblo, el árabe, pero en cambio contaba con el apoyo de los Gobiernos de Gran Bretaña y Francia. Acompañaba a Nubar como
ministro de Hacienda Rivers Wilson y el francés Bligniéres ocupaba el Ministerio de Obras Públicas. Igualmente Austria e Italia tenían sus representantes
en ese gobierno en el cual Baring (Cromer) ejerció la función de ministro del
Interior.
Luchas por la península y golfo arábigos
La península Arábiga se encuentra rodeada por una situación internacional caracterizada por los esfuerzos desesperados del sultán otomano por consolidar
su poder y prestigio en esa región, mientras que Inglaterra, de hecho, tenía ya
posiciones tan importantes que las otras potencias, Alemania, Francia y Rusia,
estaban tratando de minar y sustituir.
Desde la puesta en funcionamiento del canal de Suez en 1869, la importancia
estratégica y comercial de Adén había aumentado. Luego de la adquisición
por parte del Gobierno británico de una importante porción de acciones en la
Compañía del Canal y de la ocupación británica de Egipto en 1882, Inglaterra
fortifica Adén y la convierte en una gigantesca estación de carbón para el tráfico marítimo mundial y en un importante centro para el comercio de tránsito.
El Imperio otomano se vio obligado en 1905 a reconocer los hechos y se trazaron fronteras artificiales separando Adén, Lahej y nueve principados del sur
de Arabia de Yemen. Ello tuvo repercusiones cuando el Gobierno yemenita,
luego de separarse del Imperio, en 1911, desconoció las fronteras acordadas
entre Inglaterra e Istambul.
Desde entonces, las tribus del sur de Arabia encontraban apoyo en el Yemen
en su lucha contra los británicos, los cuales extienden su control sobre las
costas de Hadramaut en el actual Omán, obligando a los jefes locales a aceptar
su protectorado británico. Con la ocupación de la isla de Sokotra (1886), los
británicos no tuvieron mayor dificultad en dominar y unificar bajo su control a
los numerosos jequeatos a lo largo de la costa de Arabia del sur.
Los insurgentes populares de Muscat y Omán fueron derrotados por los ingleses en 1871 y estos desconocieron su declaración conjunta con Francia en
1862, para monopolizar la influencia con respecto a esta parte del sur de Arabia. Firmaron en 1891 con el sultán de Omán un tratado de amistad, comercio
y navegación en detrimento de los intereses de otras potencias.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
79
Así las cosas, no tardaron en aparecer los problemas con Francia y Rusia,
sin que ello llevara a una disminución del poder británico, y no fue sino en
1904-1906 que Inglaterra y Francia limaron sus diferencias coloniales globales,
dividiéndose zonas de dominación colonial. Francia reconoce definitivamente
el hecho de que Inglaterra es la potencia indiscutible en esa región.
Poco tiempo antes de la Primera Guerra Mundial, en 1913, estalló nuevamente
una rebelión, cuyo centro fue la ciudad de Nazwa, que se opuso tanto a los británicos como a su protegido sultán. El movimiento logró independizar al territorio
de Omán (menos las costas, amenazadas constantemente por los cañones de
los barcos ingleses), y estableció un imamato de Omán, obligando, más tarde, al
sultán de Muscat a reconocer los hechos.
Sin embargo, en términos generales, se observa un aumento notable de la
presencia e influencias británicas, no solo en las costas del sur de Arabia, sino
también en aquellas del golfo Arábigo.
Como ya hemos visto, los británicos se apoyan en sus aliados especialmente
en Kuwait, la isla de Bahrain y algunos jequeatos de la llamada Costa de los
Piratas. Efectivamente, con Bahrain se firma en 1880 un acuerdo de naturaleza
exclusivista que brinda a Inglaterra poderes equivalentes al ejercicio de un
protectorado.
En 1882, las tropas británicas ocuparon la península de Qatar, obligando a
su gobernador a establecer una alianza con ellos y posteriormente, en 1916,
declararon a Qatar como su protectorado.
La suerte de Kuwait no fue mejor, ya que el creciente interés alemán en extender la línea férrea hasta Basrah y Kuwait alarmaba a los estrategas británicos.
Otra fuente de preocupación para estos fue el permanente interés de Rusia en
encontrar puntos de apoyo y aprovisionamiento en el golfo para su marina.
Hacia finales del siglo XIX, Inglaterra procede a intervenir en los asuntos internos de Kuwait de una manera más directa. En este sentido no es posible
desvincular a los británicos del asesinato del jeque Mohammed Ibn Sabah en
1896 y el ascenso al poder de su hermano Mubarak. Mohammed se había
negado a firmar acuerdos similares a aquellos logrados por Inglaterra con numerosos jefes locales a lo largo de la costa del golfo. Hasta este momento, el
respectivo jeque de Kuwait era un qimacán o “subgobernador” bajo el mando
del gobernador otomano de Basrah.
Ahora Mubarak firma en 1899 el acuerdo ansiado por Inglaterra, comprometiéndose a no alinear su territorio con otra potencia que no sea Gran Bretaña.
El acuerdo fue secreto y los ingleses pudieron celebrar su triunfo al convertir
el golfo en un lago inglés.
80
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Este hecho fue uno de los que más incidieron en las relaciones interimperialistas angloalemanas; el proyecto alemán se vio seriamente entorpecido y el
propio lord Curzon, entonces virrey de la India, proclamó que las fronteras
occidentales de la India británica estaban en el Éufrates y ello produce una
abierta confrontación de intereses.
Alemania sostuvo la tesis de que para el éxito del proyecto alemán era indispensable el dominio otomano sobre todo el trayecto desde Istambul hasta
Kuwait.
Cuando el Gobierno otomano actuó bajo presión alemana y envió tropas
a Kuwait, estas tuvieron que devolverse bajo las amenazas del comandante
de un crucero británico. Inglaterra y el Imperio otomano firmaron en 1901
un acuerdo según el cual la primera reconoció la soberanía otomana sobre
Kuwait a cambio del reconocimiento por parte de Istambul del acuerdo anglokuwaití de 1899.
La otra potencia afectada fue Rusia; Alemania busca entonces apoyar a los
rusos contra los ingleses con respecto a Kuwait, aunque sin éxito.
Hacia fines de 1903, lord Curzon, con mucha pompa y ruido, visita la región
del golfo incluyendo a Kuwait con el propósito de demostrar cuán determinado estaba su Imperio en afirmar su dominio sobre la zona. Las posiciones
británicas allí eran puntos clave en la estrategia británica y su defensa había
que hacerla a toda costa.
Es esta una realidad que no debe olvidarse a la hora de comprender el rol de
cada cual en el reparto del mundo árabe tras el estallido de la Primera Guerra
Interimperialista Mundial.
Gran Bretaña obtuvo otro éxito al establecer en Kuwait, a partir de 1904, un
agente político británico y en 1907 firmó un nuevo acuerdo con el jeque Mubarak según el cual el Imperio otomano era considerado una de las potencias
extranjeras. Istambul fue forzada así a reconocer, en 1913, a Kuwait como un
“municipio” autónomo con bandera propia. Igualmente los otomanos tuvieron
que renunciar a su soberanía sobre Qatar y Bahrain. Cuando en 1914 estalló la
guerra, Inglaterra declaró inmediatamente su “protección” sobre Kuwait.
Si bien en el caso de los pequeños principados del golfo la intervención británica se concentró a nivel de los jeques y sus respectivas cortes, en el interior
de la península Arábiga la situación fue diferente, porque allí se estaba llevando a cabo una lucha entre dos dinastías: los Rashid y los Saud, que involucró
a toda la población de esa región cuyo objeto era decidir en manos de quién
iba a quedar al mando de la península.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
81
Derrotado por los Rashid, Abdul Rahman Al-Saud, padre del fundador de la
actual dinastía gobernante, se había refugiado en Kuwait junto a su hijo AbdulAziz. Este último pasó su adolescencia en ese puerto tan disputado por las
potencias y objeto de sus intrigas, y había sentido directamente el poderío de
Inglaterra sobre Kuwait y Mubarak. Además, los Rashid contaban con el apoyo
otomano y alemán; de modo que era natural que el nuevo y joven líder de los
Saud buscara fórmulas de entendimiento con Inglaterra.
Los Rashid habían intentado apoderarse de Kuwait buscando una salida al mar y
esa pretensión pudo haber contribuido a que Mubarak se decidiera por la protección inglesa. Ello coincide con el nombramiento de lord Curzon como virrey de
la India británica, quien tenía el propósito de reforzar la presencia inglesa en el
golfo y para ello fomentó la formación de alianzas entre los amigos de su Imperio
en la región. De manera que el ataque de los Rashid contra Kuwait en 1901 no
pudo ser rechazado sino bajo el fuego de los cañones ingleses.
Por su parte, Abdul Aziz Al-Saud (Ibn Saud) aspira recuperar el poder temporalmente perdido, aprovechando la enemistad de Mubarak Al-Sabah contra
los Rashid y la determinación de Curzon de combatir a los Rashid. Todo lo
cual hizo posible que Ibn Saud obtuviera apoyo inglés en su expedición que
condujo a la reconstrucción del Estado saudita.
No obstante, los éxitos de Ibn Saud llevaron a un rápido proceso de unificación de las tribus de la península, lo cual despierta la oposición británica. De
nuevo está en acción la política tradicional inglesa de oponerse a los Saud,
pero esta vez no mediante el enfrentamiento bélico abierto, sino a través de
agentes del servicio de inteligencia como el capitán Lichman y Gertrude Bell
(más conocida como miss Bell, que jugó un papel importantísimo en la política colonial británica en Iraq y fue ascendida en 1920 a coronel).
Sin embargo, pronto se tranquilizaron los ingleses debido a que Ibn Saud
comprendió que no era posible enfrentarse simultáneamente a los Rashid, los
otomanos y los británicos. Así, en su lucha contra los primeros y su búsqueda
de una salida al mundo exterior, Ibn Saud necesita conquistar las costas de
Al-Hasa y para ello pide el apoyo de la flota británica a cambio de facilidades
y un cónsul en El-Riad.
Pero el dominio saudita sobre esas costas despertó la preocupación de los jefes
locales a lo largo del golfo Arábigo, que a la vez son aliados de Gran Bretaña. Se
agrupan entonces los jeques de Muscat, Omán y Abu Dhabi para enfrentarse a
Ibn Saud, mientras que el gobernante de Qatar, con quien Gran Bretaña no había
firmado aún un pacto de alianza, toma una actitud amistosa hacia los sauditas.
La principal potencia en la región, Gran Bretaña, no tenía nada que temer
ya que Ibn Saud al capturar Al-Hasa y con ello las costas orientales del golfo
82
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
en 1913, en realidad había contribuido a debilitar las posiciones otomanas y
disminuidas las oportunidades de los proyectos alemanes.
En resumidas cuentas, se concluye que las luchas internas en la península y
las costas de Arabia y del golfo estuvieron llenas de intervenciones e intrigas
de las grandes potencias en pugna de la época. Mientras Inglaterra era la
principal fuerza dominante, Francia concentró su interés en Muscat, Rusia en
Persia y Alemania en Iraq. El eje de la competencia lo constituyen los diferentes proyectos de líneas férreas cuyas estaciones finales estarían en el golfo,
ya sea en Basrah, Kuwait o Bender Shahr en la orilla occidental del golfo en
territorio persa.
La llegada de lord Curzon para dirigir el Gobierno británico de la India constituye
una etapa de pugna frontal de las políticas colonialistas. En septiembre de 1899,
Curzon elaboró un significativo memorándum81 en el cual consideraba la posibilidad de que Francia y Rusia estuvieran coordinando sus políticas en Persia y el
golfo con base en su alianza de 1892.
Ahora, el que Rusia haya establecido un servicio de navegación regular entre
Odessa y el golfo, llevó a Curzon a recomendar una agresiva política británica
en la región. Más aún, con el otorgamiento a Persia de un préstamo de dos
millones de libras en 1900 y la obtención de privilegios aduaneros en 1902,
Persia ya estaba cayendo, según Curzon, en los brazos de Rusia.
Por su parte, los alemanes aumentaban las preocupaciones británicas con respecto a Kuwait. La misión de Stemrich, cónsul general alemán en Istambul, a
Kuwait en 1900 con miras a obtener un permiso de Mubarak para una estación
de ferrocarril, tuvo que ser rechazada por los ingleses.
Von Bulow, vicecanciller alemán, le pide entonces a su embajador en Londres,
en octubre de 1901, recordarle al Gobierno británico lo que lord Curzon había
dicho en la página 462 de su libro Persia and the Persian Question, donde
reconocía la absoluta soberanía del sultán otomano sobre el golfo Arábigo y
Kuwait82.
El pomposo viaje de Curzon no tardó en producirse y al principal aliado, Mubarak, es otorgado el título de Sir y se le condecora con la “Estrella de la India”.
Pronto, lord Landsonne, ministro del Exterior, anunciaría en el Parlamento la
protección sobre Kuwait y el nombramiento del capitán Knox como British Political Agent. Alemania protesta y Gran Bretaña fue tajante al expresar su opinión:
“No puede haber ni habrá entendimiento alguno con respecto a la cuestión de
Kuwait entre Inglaterra y Alemania”.
81
82
Salah Al-Aqqad, Las corrientes políticas en el golfo Arábigo, Librería Anglo Egipcia, p. 185.
Mustafá Al-Najjar, ob. cit., p. 77.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
83
La derrota de Rusia a manos del Japón en 1905 contribuyó a fortalecer las posiciones británicas en el golfo. El capitán Knox obtiene de Mubarak el permiso
para construir y fortificar una base naval en Shuwaikh.
En 1907 se firma el acuerdo angloruso según el cual Persia queda dividida en
tres partes con sus respectivas influencias:
• Norte-Rusia.
• Sur-Inglaterra.
• Centro-neutral.
En una nota posterior al Gobierno ruso, Inglaterra insistió en subrayar sus intereses específicos en el golfo. Estamos en vísperas del éxito de la explotación
del petróleo persa por los ingleses en 1908.
Para eliminar cualquier competencia futura, los británicos comprometen a
Mubarak en 1913 a no otorgar concesión petrolera alguna sin antes obtener el
permiso del Gobierno inglés.
Antes de comenzar la Primera Guerra Mundial, Inglaterra ya quiere asegurarse el dominio definitivo sobre esa parte del mundo árabe y en este sentido
las negociaciones con los turcos entre 1911-1913 constituyen el proyecto del
acuerdo anglotomano que cubría a Bahrain, Qatar, Kuwait y la navegación en
Shatt El-Arab (sur de Iraq). Este proyecto despertó la más viva protesta de los
nacionalistas árabes contra tan flagrante agresión británica y sumisión otomana contra las aspiraciones de independencia de las provincias árabes.
Otra de las razones del enfrentamiento entre Inglaterra y Alemania lo constituyó el ferrocarril Damasco-La Meca. Financiado por donaciones provenientes
de todo el mundo islámico, pero construido por Alemania, ese ferrocarril amenazaba los intereses británicos, ya que el mismo acercaba a Alemania al logro
de sus objetivos estratégicos en el mar Rojo, Yemen Al-Hijaz.
Este temor británico coincide con el de los sherifs hashimitas de La Meca,
quienes veían en el proyecto un fortalecimiento del poder otomano, en una
región en la cual ellos eran los verdaderos gobernantes. La línea que se inició en 1904 llega a Medina en 1908 y la oposición del sherif Alí lleva a los
otomanos a exiliarlo a Egipto. Sin embargo, el sherif Hussein, virtual rey del
Hijaz, también es enemigo del proyecto, busca el apoyo de los nacionalistas
árabes y de Inglaterra. Este factor agrega un elemento más a la lucha que los
nacionalistas árabes venían desarrollando contra los tórnanos.
El emir Faisal, hijo de Hussein, como diputado en el Parlamento otomano
mantenía relaciones con los reformistas árabes de Siria, Líbano e Iraq y en
1914 se lleva a cabo en Hail una reunión entre representantes de los nacionalistas
84
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
árabes y jefes tradicionalistas de la península, con el fin de crear un frente árabe
común y levantarse contra Istambul.
Otro hijo de Hussein, el emir Abdullah, conversó en 1914 también con el
cónsul general británico en Egipto, general Kitchner y su ayudante Storrs para
conseguir ayuda británica. Aunque los ingleses se abstuvieron en esa oportunidad de contraer cualquier compromiso concreto, ello allanó el camino para
la posterior alianza anglohashimita.
Un éxito adicional para la política británica lo constituyó la firma de un tratado, en 1915, con Ibn Saud, según el cual este se comprometía a no actuar
contra Gran Bretaña; a coordinar su política exterior con ella y a respetar la
integridad de las posesiones británicas en el golfo. Dicho tratado expiró en
1924, pero hasta entonces El Hasa estuvo bajo la protección británica.
Mientras en el Mashriq árabe se produjeron alianzas circunstanciales entre
algunos jefes tradicionales de carácter feudal con Inglaterra, con el fin de derrocar el poder otomano y establecer un poder local árabe bajo el liderazgo
de esos jefes. Inglaterra, por su parte, buscó mantener y defender sus intereses
en la región, mediante la ocupación militar directa, la utilización del “nacionalismo” judío-sionista y la subordinación de los más atrasados jefes locales
árabes.
El sionismo fue fortaleciendo su alianza orgánica y estratégica nada circunstancial con el imperialismo; es decir, prosiguió colaborando con Inglaterra
hasta que se produjo el relevo histórico cuando Estados Unidos pasó a tomar
el definitivo liderazgo del sistema. Entonces la alianza del sionismo pasó a ser
con Estados Unidos.
La Primera Guerra Mundial iría a institucionalizar la división artificial del mundo árabe, a nombrar sus nuevos jefes y gobiernos locales, a atarlo a las potencias imperialistas, a iniciar su explotación económica en la nueva dimensión
petrolera, a instalar a los sionistas masivamente en Palestina.
Intervención estadounidense en el mundo árabe
Si bien el papel de las potencias europeas en los asuntos de la región mesoriental es una realidad comúnmente aceptada, aquel ejercido por los Estados Unidos
se desconoce generalmente. Se tiende a creer, más bien, que Estados Unidos comienza después de la Segunda Guerra Mundial a interesarse activamente en la región del Medio Oriente.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
85
Isaac Deutscher decía:
La irrupción norteamericana en el Medio Oriente es relativamente reciente habiendo contribuido al desastre de los viejos Imperios, los Estados Unidos temieron
por el “vacío de poder” (...) y América hizo su aparición. Esto ocurrió en el Medio
Oriente en el período entre la guerra de Suez y la última guerra árabe-israelí83.
Precisar el período desde el cual Estados Unidos participa en la competencia
interimperialista por la penetración económica, ideológica y cultural del mundo árabe, es un aspecto de importancia para las fuerzas antagónicas que protagonizan la lucha dentro del mundo árabe.
En el período capitalista, con el surgimiento del Estado-nación y la intrínseca
necesidad del capitalismo de expandirse constantemente, la forma política correspondiente a tal Estado-Nación y a tales formas de relacionamiento va madurando en el curso de los siglos. De modo que para los inicios de la fase
imperialista, ya se cuenta con una larga historia de dominación y de luchas entre
estados que tenían un nivel de desarrollo económico más o menos similar y que
eran políticamente independientes. Cobra así cuerpo más definido la política de
poder de las grandes potencias. El concepto mismo de gran potencia, es acuñado
por Gramsci pocos años después de la Primera Guerra Mundial, un evento en el
cual los conflictos internacionales habían adquirido ya una forma definitivamente interimperialista. Posteriormente, el capital monopolista de Estado va a adquirir pleno desarrollo y junto con él, después de la Segunda Guerra Mundial, surge
la gran potencia capitalista cuyo poder es mundialmente absoluto, en elÏsentido
de que no hay otra potencia capitalista que pueda equiparársele. Su zona de
influencia sería el mundo entero, a no ser por el surgimiento de la gran potencia
socialista y el bloque soviético84.
En contraste con el período inicial de la expansión occidental hacia el Oriente,
caracterizado por la lucha y la competencia entre potencias europeas marítimas como Portugal, Holanda, Inglaterra, Francia y una menor participación
por parte de Rusia, Alemania y Bélgica, se observa que luego de la obtención
de su independencia (1775) y el término de la Guerra de Secesión (1865),
Estados Unidos, como Estado, se lanza hacia el exterior como expresión del
grado de desarrollo del capitalismo norteamericano.
Antes de culminar el siglo XVIII, se conjugan en el territorio norteamericano
varios factores que facilitan la creación de la base técnica requerida para la
Revolución Industrial. Numerosos inventos, junto a la rápida asimilación de
los adelantos europeos, conducen a un acelerado desarrollo económico.
83
84
New Left Review, julio-agosto de 1967, Londres.
J.A. Silva Michelena, ob. cit., p. 14.
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Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
En 1807, Robert Fulton contribuye, con el invento del barco de vapor, a
que Estados Unidos se orientara hacia el exterior. Para 1855 existían ya 30
mil kilómetros de vías férreas que unían diversos rincones del territorio
entre sí, permitiendo, la unificación del mercado capitalista interno en el
cual el valor de la producción industrial en 1860 sobrepasó los mil millones
de dólares, empleando a unos 1,5 millones de obreros85.
A la red de ferrocarriles, ya existentes, se agregan entre 1867-1873, aproximadamente 54 mil kilómetros más; entre 1877-1899, la producción de acero se
multiplica por 19 y la del carbón por 5; la producción de petróleo aumentó
durante ese lapso en un 600% y se agregan otros 140 mil kilómetros de líneas
férreas; entre 1869-1899 se duplica el número de trabajadores alcanzando los
5,5 millones y el capital invertido en la producción industrial llega a 12 mil
millones de dólares.
Ya para 1894, Estados Unidos se ubica en el primer lugar mundial en cuanto a la
producción industrial; el valor de la misma es de nueve mil quinientos millones
de dólares, lo cual representaba el doble de la producción industrial británica y
el triple de la alemana.
Al mismo tiempo, tanto la producción industrial norteamericana como el capital utilizado en dicha actividad, van adquiriendo las características de la
concentración y del monopolio; así vemos que antes de finalizar el siglo XIX,
el 66% del total de la producción industrial ya se encuentra en manos de las
grandes corporaciones y, al iniciarse el siglo XX, el 75% de la producción industrial estuvo controlado por menos de 500 trusts cuyo capital alcanza más
de veinte mil millones de dólares86.
Se constituye entonces en Estados Unidos una base capitalista muy amplia al lado
de un sector dominante en su vida económica que impone su voluntad política
a través de dos partidos principales: el republicano y el democrático, los cuales
desde fines del siglo XIX se convierten en representantes, cada cual a su manera,
del capital monopolista norteamericano y sus intereses tanto dentro de los Estados
Unidos como en el exterior.
En el campo exterior, Estados Unidos recurre al uso de la fuerza para extender
su influencia; libra guerras contra potencias europeas que se opusieron a su
expansión y gasta enormes sumas para “comprar” provincias que estaban bajo
la soberanía de Estados europeos como Luisiana, Alaska y partes de Florida.
Kamal Mazhar Ahmad, Acerca de la penetración de la influencia norteamericana en el
Medio Oriente, Revista Afáq Arabíyeh (Horizontes Árabes), nov., 1976, p. 104.
86
W.Z. Foster, Outline Political History of the Americas, N.Y., 1951; citado por Kamal Mazhar
Ahmad, ob. cit., p. 104.
85
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
87
Por su parte, la acumulación de excedentes de capital norteamericano ofrece
la oportunidad para dirigirse en primer término hacia las islas del Caribe, del
océano Índico y los países latinoamericanos. Se observa así que hay una penetración sistemática por parte de dicho capital en esas regiones a partir de
1870-1880.
Como fundamento teórico “moral” para dichas acciones, Estados Unidos utiliza: la Doctrina Monroe (1823), el panamericanismo y el Principio de la “Puerta
Abierta” (1899)87.
En la práctica, en la Doctrina Monroe se pasa de una América para los americanos, a una América para los Estados Unidos y se le impide a los Estados
europeos intervenir en los asuntos del continente. El panamericanismo sirvió
repetidas veces a los intereses de los círculos gobernantes norteamericanos
para imponer su voluntad por la fuerza sobre pueblos latinoamericanos y
otros.
Estados Unidos ocupó las islas de Hawai en 1893 y en 1898 peleó contra España con el fin de efectuar una redistribución de las colonias; con el pretexto
de defender la independencia de Cuba y las Filipinas, Estados Unidos expulsó
a España para instalarse utilizando la práctica de pagar por las nuevas posesiones: por las Filipinas pagó a España una indemnización de veinte millones
de dólares, suma enorme para la época, pero en una región que equivale a la
llave de oro para conquistar los mercados de Asia del sureste. Años antes, en
1871, Estados Unidos intentó someter militarmente a Korea y once años más
tarde, logra imponer a ese país un tratado.
La “política de ‘Puerta Abierta’, fue inventada por Estados Unidos en 1899 para
penetrar a China y el concepto mismo reconoció implícitamente la colonización de China y su división en zonas de influencia entre los demás Estados
Capitalistas”88.
Esta expansión colonialista norteamericana no se limita al Caribe y al Lejano
Oriente, también en el África, Estados Unidos participa como potencia en la
La “Puerta Abierta”, como terminología política, fue usada bajo la presidencia de Mckinley
por el secretario de Estado americano John Hay en el otoño de 1899 e introducida en el uso
internacional. Los Estados Unidos de América habían adoptado el aislamiento, la limitación
al Hemisferio Occidental como fundamento principal de su política… en las negociaciones
de Paz con España en París aparece por primera vez la terminología “Open Door”; en una
demanda con carácter de ultimátum del presidente McKinley para renunciar a las filipinas;
es la puerta que debería estar abierta para todos para llevar a cabo “el comercio”. Ver. F.
Berber, Auswaertige Politik. Braunschweig/Wien, 1942, p. 845, citado por M.A. Al-Shereidah,
Die Handelspolitik des Iraq, Universita et Innsbruck, 1963, p. 41.
88
Ob. cit., p. 105.
87
88
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
lucha por el reparto del continente y con negros norteamericanos reenviados
al África forma en 1847 una república en Liberia.
Este hecho fue anterior a la Conferencia de Berlín, 1885, según la cual se dividieron
las áreas de influencia entre las potencias europeas y muy anterior a los convenios
angloalemán, francobelga y francobritánicos de 1890, 1894 y 1898, respectivamente, que regularon los conflictos entre las potencias coloniales89.
El Maghreb conoció, como primera región árabe, la intervención norteamericana desde fines del siglo XVIII con el pretexto de darle protección a sus
intereses comerciales de los ataques de los piratas en el Mediterráneo. Desde
tan remota época, Estados Unidos comenzó a mantener una flota propia que
patrullara dicho mar.
Khalfin en su trabajo sobre Comienzos de la penetración americana en los países del mar Mediterráneo y del océano Índico indica que el pueblo de Túnez se
enfrentó en mayo de 1799 a una agresión norteamericana, obligando a la flota
a retirarse tras la firma de un acuerdo, según el cual Túnez se comprometía a
no volver a atacar los barcos norteamericanos a cambio de un impuesto que
estos debían pagar.
Aprovechándose de la guerra angloamericana, tanto Túnez como Argelia causaban, sin embargo, dificultades a los barcos norteamericanos, lo cual llevó,
una vez terminada dicha guerra, a que Estados Unidos enviara sus buques
militares a la región con su subsiguiente victoria sobre la flota argelina y el
logro de no volver a pagar impuestos. Fue entonces la expansión de la Francia poderosa y cercana hacia El Maghreb lo que detuvo la influencia de sus
competidores capitalistas en esa región.
En El Mashriq, Estados Unidos recurrió a la fórmula cultural en su proceso
de penetración, obtención de intereses y ejercicio de influencia: “El primer
esfuerzo organizado para establecer contactos culturales con el área no fue
hecho sino hasta 1819”90.
Es importante al respecto comprender que en esa primera etapa, el capital
norteamericano no tiene todavía urgencia de los mercados del Imperio otomano y que sus competidores son potencias europeas más cercanas geográficamente y con una tradición de influencia e intervención muy poderosa.
De todos modos, Estados Unidos logra en 1830 firmar con Istambul un tratado
de amistad e intercambio comercial según el cual disfrutó del régimen de capitulaciones hasta entonces privilegio solamente de las potencias europeas. En el
campo cultural Estados Unidos, utilizando para ello las instituciones benéficas y
89
90
Ver M. Al-Shereidah, Nigeria, petróleo y sangre, ob. cit., p. 86.
George Lenczowski, United States Interest in the Middle East, ob. cit.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
89
misioneras, se ubicó a la cabeza de todos sus competidores pese a la gran resistencia y oposición que desplegaron Rusia y Francia. Desde el comienzo de sus
actividades, esas instituciones estuvieron financiadas directamente por el Tesoro
federal y disfrutaron de los privilegios del tratado mencionado de 1830.
Esas actividades centraron su interés entre las minorías, convirtiendo a numerosos armenios y asirios al credo protestante. Según Adamow91, en pocos años
los misioneros norteamericanos habían convertido a más de cien mil armenios
y controlaban 198 iglesias y 356 escuelas propias.
La actual Universidad Americana de Beirut, la Universidad Americana de El
Cairo y otras son obras de aquellos primeros misioneros que fundaron esas escuelas protestantes desde 1835, y que antes de finalizar el siglo habían creado
más de 200 escuelas y centros misioneros solo en Siria y Palestina, vinculados
directamente con las numerosas misiones diplomáticas norteamericanas.
En 1889 se funda entonces la Arabian Mission en New Jersey, con un gran
despliegue propagandístico para “divulgar los mensajes de Cristo entre los
habitantes salvajes de la península arábiga”.
La Misión escoge a Basrah como sede y en 1893 establece una filial en la isla
de Bahrain. Sin embargo, según las opiniones de los observadores de la época, esas actividades iniciales se llevaron a cabo con mucho cuidado, evitando
crear la imagen de que se estuvieran involucrando en los asuntos políticos y
económicos del Imperio otomano; por lo tanto, la impresión general entre los
círculos intelectuales de la región fue positiva, lo cual determinó por su parte
una actitud política de buena voluntad frente a los Estados Unidos, que se
manifestó claramente durante y después de la Primera Guerra Mundial92.
Lo antes dicho no debe confundirnos en cuanto a la actuación de Estados Unidos
como potencia en esa región tan lejana del radio tradicional de sus acciones. En
repetidas oportunidades los barcos de guerra norteamericanos penetraron las costas del Imperio otomano con el pretexto de darles protección a sus misioneros.
El almirante Colby M. Chester dirigió así una flota que en 1900 llegó a Istambul para pedir indemnizaciones por las pérdidas sufridas por misioneros
norteamericanos durante las persecuciones antiarmenias y logró sus objetivos.
Y resulta sumamente significativo que la terminología comúnmente usada
para referirse a esa región del mundo sea de origen norteamericano.
En efecto, fue en 1902 que el almirante norteamericano Alfred T. Mahan, al
examinar el contrato estratégico-político entre Rusia y Gran Bretaña, usó por
Alexander Adamow, Cónsul de Rusia en Basrah en dicho período y autor de un libro titulado: El Iraq árabe. La provincia de Basrah en su pasado y presente, Petersburg, 1912, p. 19.
92
Kamal Maznar Ahmad, ob. cit., p. 107.
91
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
90
primera vez el nombre de Medio Oriente. Desde entonces el concepto ha sido
de carácter estratégico para designar el área del suroeste de Asia donde hay
un choque estratégico de intereses entre grandes potencias93.
La relativamente escasa penetración económica del Medio Oriente por parte
del capital norteamericano podría explicarse por la gran distancia geográfica,
el fuerte control económico, ya en manos de potencias europeas, y el limitado
poder adquisitivo del conjunto de las regiones otomanas. Pero ello no impidió el que Estados Unidos buscara, tan temprano como en 1830, disfrutar los
beneficios que concedía el régimen de capitulaciones.
Sin embargo y pese a la falta de restricciones e impuestos de aduana, en 1910
las exportaciones norteamericanas alcanzaron solo 570 mil libras otomanas,
que en 1912 ascendieron a 887 mil; para ese entonces, Estados Unidos importó más desde el Imperio, siendo el valor de esas importaciones 1,1 millones
de libras, lo cual representaba menos del 5% del total de exportaciones otomanas, mientras que para Estados Unidos las importaciones otomanas significaban apenas el 1,5% del total94.
Fue en el campo del petróleo donde la actividad de las firmas norteamericanas obtuvo ciertas posiciones; así encontramos que la Standard Oil disponía
antes de la Primera Guerra Mundial de oficinas centrales en Istambul, junto a
grandes depósitos de petróleo y servicios no solo en el Imperio sino también
en Grecia y Bulgaria. Su filial, la Vacuum Oil, tenía su centro de operaciones en
El Cairo con una sucursal en Siria.
Cuando en 1908 en el Parlamento otomano se discutió el proyecto de extender la vía férrea de Anatolia a Mosul y Kirkuk, una empresa norteamericana la
J.G. White and Company ofreció realizar la obra. Pronto aparece nuevamente
el almirante Chester en Istambul para negociar, contando con el apoyo de
la Cámara de Comercio de New York, la Comisión de Comercio Federal, la
persona del mismo presidente Theodore Roosevelt y su secretario de Estado
E. Root.
En su obra95 Leonard Mosley dice:
Su misión tenía el apoyo de un consorcio formado por tres instituciones neoyorquinas: la Cámara de Comercio, la Oficina de Comercio y la Asociación de
Transporte. Además, gracias a sus amigos del Departamento de Marina, estaba
en buenas relaciones con el Gobierno de los Estados Unidos y siempre podía
confiar en la ayuda e influencia del Departamento de Estado.
93
94
95
Ralph Magnus, ob. cit., p. 5.
Kamal Mazhar Ahmad, ob. cit., p. 107.
El peligroso juego del petróleo, Edit. Noguer, 1975, p. 42.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
91
Chester logró obtener de las autoridades otomanas una concesión para
la construcción de un puerto y tres líneas férreas, junto al derecho de
explorar minerales a ambos lados de esas líneas. Con el propósito de implementar la concesión, Chester formó la Ottoman American Development
Company, pero la empresa no pudo materializar la concesión debido al
golpe que dieron los jóvenes turcos contra el sultán. Nuevamente, en 1911,
Chester logró que el Parlamento otomano le ratificara los derechos concesionarios.
Fuera del interés petrolero, algunas corporaciones norteamericanas habían
logrado posiciones importantes en el Imperio como en el caso del tabaco
a cargo de la American Tobacco Co., la cual se convirtió en una importante
competidora de la Regie francesa. Por otra parte, la firma Mac Andrews llegó
a ejercer un verdadero monopolio sobre la exportación de la raíz del orozuz.
Una empresa norteamericana llevaba a cabo el transporte marítimo entre las
costas turcas y el Nuevo Mundo, mientras algún banco norteamericano abrió
sus oficinas en Istambul. No obstante, hasta el estallido de la Primera Guerra
Mundial, el valor de los intereses económicos norteamericanos en todo el Imperio otomano solo llegaba a 10 millones de dólares96.
En relación con la reciente evolución de los hechos y acontecimientos en
el Medio Oriente y en particular en el mundo árabe, resulta de importancia
entender el papel que Estados Unidos comienza a jugar a nivel internacional.
Sobre todo, el período durante el cual Wilson ejerce la presidencia de ese país
dejará sus huellas sobre el posterior desenvolvimiento de la región.
Thomas Woodrow Wilson (1856-1924) había expresado ideas que coincidían
con los intereses de los monopolios norteamericanos en la expansión imperialista; siendo profesor en la Universidad de Princeton, en 1902, dijo:
Los Estados Unidos han alcanzado la etapa de plena madurez y los días de nuestro
aislamiento han terminado definitivamente (...) Se abre delante de nosotros una
nueva era y parece ser que a partir de ahora tendremos solo nosotros que liderizar
el mundo97.
Es esta la visión de la persona que en 1910 ocupa el cargo de gobernador
del estado de Nueva Jersey y en 1912 llega, como candidato del Partido Demócrata, a la presidencia de los Estados Unidos.
K. Mazhar Ahmad, ob. cit., p. 107.
Kamal Mazhar Ahmad, Los puntos del presidente Wilson, Afaq Arabiye, Nº 3, nov. 1976,
p. 108; citando a Yakovlev N.N., Historia contemporánea de los Estados Unidos, Moscú, p.
28 (en ruso).
96
97
92
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
No solo en el campo de la política exterior fue donde Wilson coincidió y representó los intereses de las grandes corporaciones de su país; también, en
el campo interno, sus medidas castigaban duramente al movimiento obrero y
sus organizaciones.
Con respecto a la región árabe, también la política norteamericana de esa época tenía cierta influencia en aquella parte de los acontecimientos europeos en
relación con la “cuestión judía”. En efecto, en su carácter de sociedad fundamentalmente de origen europeo y de composición católico-protestante, Estados Unidos reaccionó ante ese fenómeno especialmente con la llegada masiva
de inmigrantes judíos a raíz de los acontecimientos antisemitas en Rusia y el
este de Europa. Entre 1881 y 1926 unos tres millones de judíos abandonaron
esos países y 2,25 millones de ellos se dirigieron hacia los Estados Unidos,
mientras que 300 mil se radicaron en Inglaterra.
Las condiciones de esa minoría en Estados Unidos experimentaron diversas
etapas que varían desde las leyes tendientes a restringir su ingreso, hasta el
ascenso a posiciones influyentes y la participación en la toma de decisiones.
Pero, en términos generales, puede entenderse que, para la primera década
de este siglo, el sionismo actúa principalmente en Europa y las gestiones más
notables para alcanzar sus objetivos se realizaron ante estadistas de las potencias europeas más involucradas en la “Cuestión Oriental” y con las mayores
opciones para adueñarse de las pertenencias del Imperio otomano.
Ello no excluye de manera alguna el hecho de que en Estados Unidos se desarrollaba la actividad sionista tanto a nivel de la minoría judía como dentro de
los dos principales partidos del establishment, a nivel de los sindicatos obreros
y ante los más altos políticos del poderoso país todo lo cual iría a conformar
un ambiente que propicia actitudes, desarrolla intereses y lleva a adoptar determinadas políticas.
Pero es a partir de la Primera Guerra Mundial cuando la política norteamericana
expondría señales de concordancia con el sionismo, lo cual trataremos en un
próximo trabajo. En otras palabras, al intensificarse la competencia interimperialista, en la medida en que el capital norteamericano se orienta hacia la
región árabe y al percatarse aquel de la oposición de los pueblos árabes, aparece como lógica la alianza del sionismo con el imperialismo de turno.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
93
Capítulo V
Sionismo: instrumento y aliado de la dominación colonial
No se pretende demostrar aquí si fueron los sionistas los primeros en señalarles a las grandes potencias de la época la conveniencia de apoderarse de
Egipto y del canal de Suez o si, por el contrario, fueron los políticos de esas
potencias quienes despertaron o fomentaron el viejo y tradicional sentimiento
judío religioso-espiritual de volver a Sion, dándole una orientación política
determinada.
Sin embargo, resulta de primordial importancia detenerse ante esa problemática con el fin de conocer ciertos nexos entre la política imperialista anglofrancesa y la utilización de las cuestiones religiosas para alcanzar algunos
objetivos en el mundo árabe.
Durante su expedición a Palestina, Napoleón emitió el 22 de mayo de 1779
un llamado dirigido a los judíos de todo el mundo para seguir sus pasos y “reconstruir la antigua Jerusalén”98. No obstante, fue más tarde cuando comenzó
a producirse efectivamente el complejo tejido de las coincidencias entre imperialismo y sionismo. El sionismo, como ideología, debe sus éxitos al hecho
de tener objetivos comunes con las necesidades y aspiraciones de los Estados
imperialistas; por otro lado, el sionismo, como movimiento, encontró el terreno adecuado para echar sus raíces entre los círculos judíos europeos, debido
al fracaso de las ideas liberales de la Revolución Francesa.
Hasta esa fecha, es difícil encontrar en la literatura algo que permita calificarse
como una política planificada destinada a asentar contingentes de judíos en
Palestina con el propósito de crear un “Estado”. Lo que había eran llamadas
esporádicas de religiosos y pensadores invitando al “retorno” a Jerusalén para
realizarse espiritualmente en Tierra Santa.
Las comunidades judías se encontraban distribuidas a lo largo y ancho del
continente europeo, cuyo desarrollo económico no fue uniforme, alcanzando
dicho desarrollo su máxima expresión en la parte occidental. La necesidad
para el capitalismo europeo de expandirse en búsqueda de nuevas fuentes de
materias primas, mercados más amplios para los productos manufacturados
conduce a procurar la protección para las vías de comunicación, tanto comerciales, como militares.
98
N. Kanafani, Afaq Arabíes, 3, noviembre, p. 17.
94
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Pero a la vez y a lo largo y ancho de toda Europa, se extiende la tendencia
agresiva y chauvinista en el nacionalismo europeo con marcado énfasis sobre
las “cualidades raciales”, las bases raciales de la nación y el Estado nación, “la
superioridad nacional” y la necesidad de expandirse en procura de un “espacio vital”, etc.; todo lo cual se orientó a buscar colonias y dominar posesiones
ultramarinas.
Simultáneamente, el liberalismo europeo fracasa para absorber y asimilar a los
judíos europeos y este fracaso coincide con la crisis del desarrollo capitalista
en Europa oriental, reflejada en serios problemas sociales, amplios contingentes de desempleados y grandes sufrimientos materiales; todo lo cual permite
descargarse contra aquella porción de la población que se ha mantenido con
rasgos distintivos y ha conservado un espíritu de aislamiento: los judíos99.
Considera Numan Kanafani al respecto que el sionismo no hubiera calado en
los círculos judíos de no haber fracasado los ideales del liberalismo; es decir:
el sionismo es el reflejo de la decepción y pérdida de esperanza de que puedan surgir sociedades europeas liberadas capaces de absorber las minorías religiosas judías en sus respectivas estructuras económicas, sociales y políticas.
Europa oriental, en general, y Rusia en particular se caracterizaban por su
atraso económico, por el gran número de judíos que allí vivían, por el destacado rol económico que esos ejercían y la concentración de los sentimientos
antisemitas en esos territorios. Esa región europea recibía la influencia de las
ideas liberales provenientes del Occidente europeo con una burguesía local
débil, con restos de siglos de dominación feudal y la omnipotencia de los
nobles; todo lo cual se traducía en una lucha cuyas víctimas eran las masas
pobres, los artesanos y la pequeña burguesía, sectores estos que vivían una
permanente incertidumbre.
Esas circunstancias ayudaron a desviar el potencial de las masas de su legítimo
cauce clasista. No es por lo tanto casual encontrar que los pioneros del sionismo moderno eran en su absoluta mayoría ciudadanos de países de Europa
oriental; es decir, testigos de las expresiones más frecuentes y violentas del
antisemitismo.
Pero no debe ignorarse tampoco que eran los políticos de los países europeos
occidentales, es decir, donde el capitalismo estaba más vigoroso y desarrollado, quienes se interesaban más por hacer emigrar a los judíos hacia Palestina.
Sin embargo, los judíos que esos políticos tenían en mente, no eran tanto los
propios, sino aquellos de Europa oriental.
En cuanto a los judíos de Europa occidental, Kanafani considera que esos no
confrontaban problemas similares a los de sus correligionarios del este europeo,
99
Abdul Wahab Al-Kaiali, Afaq Arabiye, enero de 1977, p. 2.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
95
aunque temían seriamente que se repitieran en sus respectivos países, motivo
por el cual los judíos de Europa occidental se convirtieron en financiadores de
los proyectos de emigración.
El sionismo ¿una criatura de la Inglaterra victoriana?
Como gran potencia, Inglaterra fue la primera en nombrar en Jerusalén a un
consejero británico en 1838. El primer consulado europeo establecido en esa
ciudad fue igualmente el británico en 1839; y resulta extraordinariamente curioso el que dicho consulado tuviera como actividad primordial “la protección
de los judíos”100, teniendo en cuenta que esa comunidad contaba con solo
9.700 habitantes101 en toda Palestina, cuya población total era de aproximadamente 466 mil habitantes.
Para nosotros, el pretexto fueron los judíos, mientras que el verdadero motivo
del interés británico en Palestina tenga su explicación en la política imperial
británica y la amenaza que para ella constituía el poder egipcio representado
por Mohammed Alí.
Es de hacer notar que el reducido número de judíos en Palestina no obedecía
a restricción alguna impuesta por el sultán otomano, sino que reflejaba las
condiciones económicas en el imperio, como lo señala correctamente el investigador sionista norteamericano Ben Halpern:
En el Imperio otomano, los judíos súbditos del sultán disfrutaban las plenas libertades para entrar y salir de Palestina y podían circular sin dificultades en todos
los territorios vastos del Imperio. (…) Las autoridades del Imperio trataban a los
refugiados de la Europa Cristiana con un espíritu de hospitalidad aún mayor. Sin
embargo, solo ciertas partes del Imperio atraían a los refugiados europeos y los
súbditos judíos, regiones aquellas en donde las condiciones económicas y políticas
se hallaban mejores como por ejemplo Constantinopla, Damasco, El Cairo, las
cuales atraían más que Palestina102.
Por otra parte, es significativo mencionar que sir Moses Montefiore (17841884), el millonario banquero de Gran Bretaña e influyente personaje en la
Corte británica, visitó Palestina por primera vez en 1837 y expresó el deseo
(en sus memorias) de poder convencer a miles de judíos de trasladarse, por
etapas, hacia ese territorio; igualmente realizó varias obras benéficas para los
judíos necesitados de Palestina.
Albert Haimson “El consulado británico de Jerusalén y sus relaciones con los judíos de
Palestina 1838-1914, Londres 1939”, primer capítulo, p. 34 de la Introducción. Citado por A.
Wahab Al-Kaiali, Historia moderna de Palestina, ob. cit., p. 27.
101
En 1770, según Haimson, había en Palestina solo cinco mil judíos.
102
The Idea of the Jewish State, Massachussetes, 1961, p. 105; citado por Ivanov, Atención al
sionismo, Bagdad, 1969, p. 28 (traducción árabe).
100
96
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Montefiore, que llegó a presidir el Comité de Representantes de los Judíos
Británicos, ocupó destacadas posiciones legislativas en la Municipalidad de
Londres y le unían lazos de amistad con la propia reina Victoria, visitó a Palestina exhaustivamente siete veces y estudió las posibilidades de explotar
sus riquezas naturales, tanto agrícolas como minerales, para luego ofrecerle a
Mohammed Alí en 1840 un plan consistente en recibir en alquiler unos 100 a
200 caseríos en el norte de Palestina por un lapso de 90 años.
El banquero amigo de la reina Victoria y de Mohammed Alí ofreció a este
último pagarle por adelantado todos los impuestos con una sobrepaga del
20% por encima de la estimación de los mismos. Sometió igualmente a Mohammed Alí a un proyecto para crear un banco con un capital conjunto de un
millón de libras esterlinas con filiales en Alejandría, Beirut, Damasco, El Cairo,
Jerusalén y Jaffa103. Aparentemente Mohammed Alí aceptó en principio esas
proposiciones; sin embargo, su derrota en Siria y Palestina varió las condiciones y circunstancias.
Es difícil catalogar esas iniciativas y planes concretos como la obra de un
millonario piadoso o de un filántropo, convencido religioso fanatizado; más
bien puede afirmarse que Montefiore actuó en coordinación con la más alta
política imperial británica sirviendo de portavoz a los intereses financieros del
imperio, ayudando a la expansión del mismo y a la vez respondiendo a ciertas
tradiciones religiosas que en nada perjudicaban al capitalismo o al Imperio
británico. Todo lo contrario, la utilización de los judíos para alcanzar objetivos
específicos en la región árabe no avergonzaba a los colonialistas británicos,
como se desprende de lo siguiente:
El 17 de agosto de 1840, el Times londinense publicó un artículo titulado “Siria.
El renacimiento de los judíos”, en el cual decía: La sugerencia de enviar a los
judíos al país de sus antepasados y asentarlos allí bajo la protección de las cinco
grandes potencias ya no constituye un asunto alrededor del cual se discute, sino
que es más bien un tema para la consideración seria104.
Por su parte, el conocido político británico lord Shaftesbury escribió el 25 de
septiembre de 1840 al ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, lord
Palmerston, diciendo que: “Siria debe convertirse en un dominio británico
para el cual es necesario capital y mano de obra”. Shaftesbury opina en esa
oportunidad:
Si consideramos la cuestión del retorno a los judíos a la luz de construir Palestina
o habitarla, descubriremos que esa vía es la más barata y segura para proporcionar
todo lo necesario para esa región escasamente poblada105.
103
104
105
Kanafani, ob. cit., p. 8.
Yuri Ivanov, ob. cit., p. 43; citando a Sokolow N., History of Zionism, vol. II, p. 222.
Sokolow, ob. cit., p. 230, citado por Ivanov.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
97
Lutsky afirma que lord Shaftesbury había elaborado, en 1838, planes para trasladar a los judíos a Palestina y crear un Estado judío bajo protección británica106. Más tarde, el oficial colonialista Gauler y el cónsul británico en Jerusalén,
James Finn, presentaron varios proyectos en el mismo sentido.
El vizconde Palmerston107 consideró dichos planes como favorables para la
seguridad de las comunicaciones del Imperio y dio instrucciones a sus funcionarios para plantear el asunto a los más altos niveles.
Palmerston decreta en 1839 la protección británica sobre los judíos de Palestina y de todo el Imperio otomano. Ya para aquel entonces Mohammed Alí
se había retirado de Siria y los asuntos de ese país estaban nuevamente en
manos del poder otomano central. Palmerston escribe en 1840 a su embajador
en Istambul explicándole la razón por la cual el sultán debería interesarse en
fomentar la emigración judía a Palestina:
El retorno del pueblo judío con la aprobación y la protección del Sultán les
convertirán en un obstáculo contra cualquier futuro plan diabólico de Mohammed
Alí o de sus descendientes. Lleva esa idea y pídele al Soberano Turco con toda
franqueza que auspicie los judíos de Europa para retornar a Palestina108.
Igualmente lord Shaftesbury había expresado una idea similar al decir que:
“Volver a radicar a los judíos en Palestina, no sólo traerá beneficios para el
pueblo judío, sino también para el Sultán quien podrá descansar sobre la lealtad de sus nuevos súbditos”109.
Hay que recordar que el interés de Gran Bretaña por Palestina no se limitaba
al aspecto de las comunicaciones, sino que le atraía la idea de dominar toda
la región árabe y le importaba apoyar al sultán otomano para que ese Imperio
impidiera la expansión de otras potencias europeas y el surgimiento de considerables fuerzas locales.
En contraste, los textos sionistas de aquella época no contienen ideas tan
claras con respecto a Palestina como los proyectos de los círculos colonialistas británicos. Efectivamente, una detenida lectura de las ideas básicas de los
principales autores de la ideología sionista hasta 1840, demuestra que apenas
el rabino Yehudah Alkalai (1798-1878) se había dirigido a sir Moses Montefiore en busca de influencias y apoyo financiero para crear colonias judías en
Ob. cit., p. 131.
Primer ministro británico.
108
Del Viscount Palmerston al Viscount Bonsoby, agosto de 1840, F.O. 78/390, Nº 134, Oficina General de Archivos; citado por Al-Kaiali, ob. cit., p. 4.
109
Kanafani, ob. cit., p. 9.
106
107
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Palestina; en una obra escrita en 1843 habla de la necesidad de reunir 22 mil
judíos allí, obedeciendo a una enseñanza bíblica; predica el rabino igualmente
la necesidad de adquirir tierras y cita a las escrituras sagradas para demostrar
que:
Jacobo, en su camino hacia su padre Isaac, compró un pedazo de tierra en Shkim
pese a que no tenía el propósito de vivir allí, con el fin de enseñarles a sus
descendientes que hay que comprar el terreno de la Tierra Santa de sus propietarios no judíos110.
Otro pionero del sionismo, el rabino Zvi Hirsch Kalischer (1795-1874) había
dirigido en 1836 una carta al jefe de la rama alemana de los Rothschild en
Berlín, señalando en la misma que el comienzo de la redención vendrá por
intermedio de factores naturales como resultado del esfuerzo humano y mediante la voluntad de los gobiernos para reunir la dispersa Israel en la Tierra
Santa111.
No hay duda de que las ideas más acabadas para la instalación de los judíos
europeos en Palestina provinieron de políticos muy importantes de la Gran
Bretaña, en la cual el capitalismo se acercaba a la fase imperialista. Fueron
proyectos con bases materiales y objetivos muy precisos y completamente
desvinculados de motivaciones religiosas, espirituales o filantrópicas.
La parte escrita fue obra de los más altos dirigentes del Imperio británico y
para darle vida y aceptación entre los judíos de Europa, vino el mito, pero bastante tiempo después. De hecho, si observamos las fechas de nacimiento de
los sionistas más importantes o las de sus respectivas publicaciones112, encontramos que fue en el Londres de la reina Victoria donde políticos imperiales y
cristianos le dieron la faz política al sionismo espiritual.
Existen abundantes pruebas que evidencian el vivo interés colonial inglés en
darle vida al proyecto sionista pese a que algunos destacados representantes
de los círculos religiosos judíos se opusieron a tales incitaciones. Así, el coronel George Gauler (exgobernador del sur de Australia), declaró el 25 de enero
de 1853 en el Parlamento británico:
The Zionist Idea-Basic Writings, OLP, Centro de Investigaciones, Beirut, 1970, p. 10.
Ibíd., p. 13.
112
Moses Hess, nacido en Alemania en 1812, publicó Roma y Jerusalén en 1862. Peretz
Smolenskin, nacido en Rusia en 1842, publicó Es tiempo de sembrar en 1875. Eliezer BenYehuda, nacido en Lituania en 1858, articuló en 1880. Moshe Leib Lilienblum, nacido en
Rusia en 1843, escribió La vía del retorno en 1881. Leo Pinsker, nacido en Polonia en 1821,
publicó Autoemancipación en 1882. Theodor Herzl, nacido en Hungría en 1860, publicó Der
Judenstaat en 1896.
110
111
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
99
Fue la providencia que puso a Siria y Egipto en el camino de Inglaterra hacia las
más importantes zonas de su comercio exterior colonial (...) Dios señala con su
dedo a Bretaña para crear condiciones favorables en esos países. (...) Es menester
que Bretaña remueva a Siria por intermedio del único pueblo capaz de realizar
esa misión cuya capacidad puede utilizarse siempre efectivamente: son los verdaderos hijos de esa tierra, los hijos de Israel113.
El doctor N. Adler, gran rabino de los judíos británicos, se opuso resueltamente a esos llamados colonialistas en un manifiesto en 1854, diciendo: “El
destino de los judíos está en manos de Dios, el cual ha ordenado que no sea
llamada su voluntad y que no sea provocado su amor ya que Él solo decide
lo propio”114. Mientras tanto, Montefiore visita Palestina nuevamente y compra
en 1855 una hacienda de naranjas cerca de Jaffa, aunque no logra atraer a un
solo colono judío115.
La influencia europea sobre el Imperio otomano y sus dominios va creciendo.
Como consecuencia de la Guerra de Crimea (1853-1855) y la Paz de París, se
establece un “protectorado europeo” sobre los súbditos cristianos del Imperio
otomano. Francia, por su parte, busca pretexto para desembarcar sus tropas
en Beirut en 1860, todo lo cual preocupa a las demás potencias europeas.
Así como sir Moses Montefiore se dirigió a Damasco en 1840 para hacer
perdonar, mediante la utilización de una carta personal de la reina Victoria
dirigida a Ibrahim Pasha, a un número de judíos sirios acusados del asesinato
de un sacerdote capuchino, ahora, con motivo de los disturbios de 1860 en
Damasco, a los cuales ya hemos hecho referencia, el general George Gauler
dirige a la misma reina una carta titulada “Tranquilización de Siria y Oriente
mediante el establecimiento de colonias judías en Palestina”116.
Diferencias religiosas y divisiones político-administrativas
Luego de la retirada de Ibrahim Pasha, los otomanos introdujeron ciertas mejoras administrativas en Siria, el Líbano y Palestina, pero también llevaron a
cabo algunas divisiones territoriales que disminuyeron los históricos lazos de
unidad y fomentaron las diferencias, convirtiéndolas en conflictos aprovechados por las principales potencias europeas.
113
114
115
116
Sokolow, ob. cit., p. 138; citado por Ivanov, p. 44.
Sokolow, ob. cit., p. 138; citado por Ivanov, p. 45.
Lutsky, ob. cit., p. 132.
Kanafani, ob. cit., p. 9.
100
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Data desde esa época (1840) la intervención de Inglaterra apoyando a los
drusos y de Francia al lado de los maronitas, cuando los enfrentamientos
tomaban formas de pogromos en el Líbano, finalizando esa etapa con una
cuasi independencia de ese país de Istambul, pero virtualmente dividido por
consideraciones confesionales y fanatismos, a los que se suman las actividades
de misioneros protegidos por los cónsules de las potencias.
Marx trataba ese punto en un artículo117 expresando que la batalla entre drusos y maronitas en “las costas de Siria era obra de agentes franceses”. Pronto
aumentó el número de víctimas, en su mayoría cristianos, y la destrucción
de aldeas alcanzó cifras alarmantes; Francia (bajo Napoleón III) no tardó en
declararse la defensora de los cristianos sirios, dando a conocer su determinación de enviar tropas en su socorro118.
Evidencia la debilidad del sultán su sentencia para ejecutar a centenares de
musulmanes en Damasco con el fin de tranquilizar a Francia, la cual, sin embargo, envió numerosas tropas que desembarcaron en Beirut en agosto de
1860 y permanecieron en la zona hasta junio de 1861, cuando las potencias
europeas, preocupadas por sus propios intereses e influencias, obligaron a
Francia a retirarlos.
Queda el Líbano entonces con cierta autonomía pero dividido, obedeciendo a
un esquema elaborado por una comisión internacional que fraccionó el poder
y la unidad del país con base en los grupos religiosos y las sectas.
Pese a todos los sufrimientos y la polarización de la sociedad sirio-libanesa
por los eventos mencionados, los ideólogos de la burguesía comercial de la
época no solo defendían la tolerancia y la fraternidad, sino que predicaban
la unificación de todos los árabes sirios, independientemente de su pertenencia a tribus y sectas.
La similitud de los problemas que confronta Egipto, Siria y el Líbano en cuanto
a intervenciones extranjeras y problemas económicos, lleva a que entre los nacionalistas de la época haya cierta coincidencia que más tarde permitirá echar
las bases de una lucha común.
New York Daily Tribune, 11 de agosto de 1860.
Philip Hitti dice que la comunidad francesa disfruta de un gran poder basado en el tratado de 1740 entre Mahmud I y Luis XV, el cual estipulaba que todos los cristianos estuvieron
bajo la protección francesa; p. 857 de la 4a. edición en árabe.
117
118
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
101
La Francia de Napoleón III defendía la idea de crear, en el Líbano, una provincia cristiana autónoma y de convertir a Palestina en una provincia judía119.
Efectivamente, Ernest Le Haran, secretario privado de Napoleón III, publicó
en París en 1860 un libro titulado La nueva cuestión oriental. Reconstrucción
de la nación judía120. El sionista alemán Moses Hess cita la misma ampliamente en 1862 en su obra Roma y Jerusalén121:
Para hacer renacer la nación judía debemos mantener viva la idea del resurgimiento
político de nuestra nación y cuando estén dadas las condiciones políticas en
Oriente, hasta el punto de permitir la organización del renacimiento del Estado
Judío, este regreso se hará mediante el establecimiento de colonias en la tierra de
nuestros antepasados y seguramente recibiremos la ayuda francesa. Francia, nuestra
amada amiga, será el redentor que devolverá a nuestro pueblo su lugar en la
historia mundial. (...) ¿Todavía dudas que Francia ayudará a los judíos a establecer
colonias que puedan extenderse desde el Suez hasta Jerusalén y desde las orillas
del Jordán hasta el Mediterráneo? Te ruego que leas lo que ha escrito Le Harán
en su libro titulado “La Nueva Cuestión Oriental” y que editara Dentu, el gran
editor; el libro apareció al poco tiempo de haberse producido la masacre en Siria.
No creo que el autor haya escrito el libro a petición del gobierno francés, sino
que actuó de acuerdo al espíritu de la nación francesa al instar a nuestros hermanos
a regir su viejo Estado a base de principios políticos, humanistas y no religiosos.
Por ello sugiero que nuestros judíos contemporáneos lean. (...) Ahora voy a citar
algunas páginas de: “La Nueva Cuestión Oriental-La Reconstrucción de la nación
judía”: “Ningún miembro de la raza judía puede abandonar el derecho fundamental de su pueblo y que no puede ser negado, sobre la propiedad de la tierra
de sus antepasados a menos que reniegue de su pasado y sus antecesores. Tal
actitud no puede imaginarse en un momento en que las condiciones políticas
de Europa no lo impiden; todo lo contrario, actuará para alcanzar esta obra.
¿Cuál potencia europea se opondría a la idea de que los judíos unidos en un
congreso, compren la tierra de sus antepasados? ¿Quién se opondría a los judíos
si le dieran a Turquía un puño de oro con el fin de reforzarla y le dijera: Devuélvenos nuestra patria y utiliza este dinero para detener el derrumbe de tu
Imperio? Un gran llamado se dirige a los judíos: serán el gran centro de un
encuentro de los tres continentes; serán los portadores de la civilización a pueblos que no la conocen y serán sus maestros en las ciencias europeas en las
cuales nuestros antepasados tuvieron gran participación. Serán los intermediarios
entre Europa y la lejana Asia y ello con el fin de preparar los caminos que conducen a La India y China, aquellas regiones apartadas que deberían estar
Richard Stevensen, Sionismo y Palestina antes del mandato, Corp. de Estudios palestinos,
Beirut, 1972, p. 60.
120
Editado por Dentu.
121
Basic Writings, ob. cit., p. 36-37.
119
102
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
expuestas a la civilización. (...) Vuestro capital devolverá la vida a la tierra árida
y vuestro trabajo y manufactura convertirán la vieja tierra en valles fértiles,
arrancarán la tierra de las garras del desierto y así los pueblos del mundo devolverán el respeto a la más antigua nación entre los pueblos.
Esa actitud oficialista francesa dio luz verde para que algunas personalidades
judías francesas iniciaran sus proyectos de colonización de Palestina, como lo
demuestra la creación en 1860 de la Alianza Israelita Internacional.
Pero fue en Gran Bretaña donde surgieron las primeras organizaciones que
adoptaron el proyecto colonialista fundamentado en las teorías de Palmerston
y Shaftesbury, tales como: la Sociedad Británica y Extranjera por la Reconstrucción del Estado Judío en Palestina, la Sociedad de Fomento del Trabajo
Agrícola Judío en Tierra Santa. La Jewish Cronicle, fundada en esos años,
sirvió de importante vocero de las ideas de la colonización de Palestina entre
los círculos judíos; la Sociedad Hebrea Londinense para la Colonización de
Tierras122.
Tales organizaciones no limitaron sus actividades al campo de la divulgación
de la idea y el reclutamiento de militantes y adictos, sino que pasaron a la
acción como lo demuestra el hecho de haber obtenido del sultán en 1868
permiso para alquilar una amplia extensión de terreno cerca de Jaffa por 99
años, donde la Alianza fundó la primera escuela agrícola en 1870, la cual
sirvió de centro para recibir y preparar a los emigrantes judíos para las actividades agrícolas. Pocos años más tarde, la Alianza fundó en Jerusalén una
escuela para el aprendizaje de oficios.
La influencia de Gran Bretaña venía aumentando en esa parte del mundo
árabe y su pretendida protección sobre los judíos servía sus propósitos en su
permanente competencia con Francia.
El que Rusia haya cedido a Inglaterra el derecho a ejercer la protección sobre
los emigrantes judíos rusos, benefició igualmente los planes británicos. Esa
gran potencia anhelaba obtener y conservar el monopolio de la influencia
en el mundo árabe, oponiéndose incluso a proyectos que contemplaran una
asociación de esfuerzos como sugerido por Henry Donant, el fundador de la
Cruz Roja Mundial.
En 1866 Donant habló de la: “Creación de una Sociedad Internacional Oriental
con el propósito de desarrollar a Palestina con la contribución del pueblo de
Israel”, y estimó que la gente influyente en Francia, Inglaterra y otros países,
vería con buenos ojos un tal proyecto.
122
A Taylor, Zionist Mind, Corporación de Estudios Palestinos, Beirut, 1975.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
103
Shaftesbury, por ejemplo, tenía una idea mucho más clara a la vez que excluyente; rechazando ese tipo de “propiedad común”, escribió en la prensa:
Siria, después de su reconstrucción será particularmente un país comercial. Y
¿quiénes son los comerciantes más grandes del mundo? Y ¿habrá en realidad un
lugar más conveniente y una región más bendita donde el judío pueda ejercer
sus talentos? Y ¿no tiene en efecto Inglaterra intereses privados para realizar ella
la reconstrucción de Siria? Será un golpe dirigido contra Inglaterra si alguno de
sus competidores llegara a poseer a Siria123.
A la luz de tan claros y amplios objetivos, adquiere la merecida importancia
la constitución en Londres en el siglo XIX, durante la década del setenta, de la
Compañía Colonial Sirio-Palestina cuyo propósito era “Colonizar a Siria, Palestina y los países cercanos por intermedio de personas adecuadas como los
cristianos y los judíos”124.
Un hecho más elocuente aún: en 1877 aparece un libro de un sacerdote compatriota de Schaftesbury, James Nell, titulado: La emigración a Palestina o la
Aliá de la Israel dispersa, en el cual decía:
Es poco probable que los ingleses puedan poblar a Palestina con el mismo éxito
con que lo hicieron en América del Norte debido a la alta temperatura, las dificultades que los árabes pudieran crear, la carencia de una efectiva protección y
otras razones.
Llega así a “sugerir” que los judíos sean utilizados para alcanzar este fin125:
De hecho, la adquisición de tierras y las primeras oleadas de emigrantes no
tardaron en producirse, aunque fueron judíos provenientes de Europa oriental
quienes iniciaron los pasos facilitados y provocados por Inglaterra. Así, compran haciendas en 1872 cerca de Jerusalén; otra en 1878, a cargo de un grupo
de judíos húngaros, y otra en 1882 adquirida por judíos rusos del grupo de
Hoveve Zion, colonia esta que estuvo al borde del colapso, hasta que en 1887
“la salvó” el dinero de Rothschild.
Comparados con el endeudamiento del Imperio otomano y del virrey de Egipto, los hechos arriba mencionados podrían parecer de limitada importancia y
significación. No obstante, de no comprender esa etapa inicial durante la cual
Inglaterra sirvió de predicador de lo que deberían hacer los judíos y de instigador para que esos se convirtieran en sionistas, la visión que se obtendría
sería incompleta para el análisis de las problemáticas y conflictivas situaciones
de la actualidad.
123
124
125
Ivanov, ob. cit., p. 45.
Sokolow, ob. cit., vol. II, p. 273.
Ivanov, ob. cit., p. 46.
104
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
El avance del Occidente capitalista en Egipto y la gran Siria no fue solamente
militar y económico, sino también ideológico-político y cultural. En esos últimos aspectos, fueron importantes las actividades y servicios de los misioneros.
Especialmente Francia daba gran importancia y apoyo a ese asunto, junto al
Vaticano, con respecto a los lazaristas y jesuitas; Estados Unidos apoyaba a
los presbiterianos; Rusia a los ortodoxos; y Gran Bretaña se había declarado
protectora de judíos, protestantes y drusos.
En resumen, las grandes potencias capitalistas venían utilizando a las religiones como pretexto para sus intervenciones y fomentar sus respectivas influencias. Con relación a situaciones aún existentes en el mundo árabe como focos
de gravísima problemática mundial, cuenta la política en esa época principalmente de Gran Bretaña y Francia con respecto a los planes de colonización
de Palestina (el sur de la gran Siria) por judíos europeos. Este último caso se
encuentra íntimamente vinculado con la penetración económica y política de
Egipto por Gran Bretaña y el interés de esta por el canal de Suez.
Tanto los compromisos adquiridos por Egipto en relación con la construcción
del canal de Suez como los gastos por otras obras y conceptos, hicieron inevitable que el Gobierno egipcio recurriera a los préstamos externos.
En el tiempo de Saíd Pasha se inicia la deuda pública: los bonos del tesoro
fueron cambiados en Europa y la deuda flotante alcanzó a seis millones de
libras esterlinas. Una figura destacada en dichas operaciones financieras fue la
de Hermán Oppenheim. Aunque de origen alemán, Oppenheim era ciudadano británico, sirvió fielmente a la corona como propietario de bancos en París
y Alejandría y tenía además estrechos vínculos con el banco de Fruehling &
Goeschen en Londres.
Said Pasha tuvo que recurrir, desde 1862, al financiamiento externo para
afrontar los gastos del canal y dos años más tarde, en 1864, Oppenheim sirve
nuevamente de intermediario para conseguirle al pasha 5,7 millones de libras
esterlinas de los banqueros británicos mencionados; luego en 1865 la deuda
de Egipto crece en 3,4 millones de libras, por un préstamo privado que el pasha (ya con Ismail en el poder) había obtenido del Anglo Egyptian Bank.
En 1866, otros tres millones de libras son adquiridas de Fruehling & Goeschen
para agregarse en 1867 otro préstamo privado de Ismail por dos millones de
libras otorgado por un banco anglofrancés: el Ottoman Bank.
En 1868, Oppenheim le consigue al pasha aproximadamente 12 millones de
libras y este busca nuevamente un préstamo privado por más de siete millones
de libras de los banqueros Bischofsgeim y Goldschmidt. Finalmente, en 1873,
el pasha firma un acuerdo con Oppenheim para obtener un préstamo por 32
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
105
millones de libras para saldar la deuda flotante y, a cambio de ello, Oppenheim
recibió un interés del 20% anual.
Es de hacer notar que no todos esos préstamos fueron utilizados en gastos
suntuarios de la familia “real”, sino que además se emplearon en la compra
de grandes propiedades, construcción de vías férreas, compra de fábricas de
refinación de azúcar, organización de plantaciones modernas, puentes, carreteras, telégrafos, fábricas, etc.
Sin embargo, sea cual fuere el uso que se le dio a esas cuantiosas sumas, los
bancos británicos lograron, en el transcurso de once años, dominar Egipto con
préstamos de unos 68 millones de libras esterlinas. Además, la deuda flotante
de Egipto había llegado a los 26 millones de libras, de modo que para 1876
la deuda exterior total era de 94 millones de libras esterlinas126. Y las firmas
europeas de construcción se habían beneficiado exageradamente a costa de
Egipto y su pueblo.
La precaria situación financiera del país era grave por el hecho de que tenía
que pagar intereses anualmente a los banqueros europeos, (unos ocho millones de libras), lo cual absorbía casi el 80% de sus ingresos fiscales totales.
Naturalmente, no alcanzaba para cubrir los respectivos presupuestos anuales,
por lo que hubo que recurrir a los préstamos internos provenientes de los
terratenientes.
Estos alcanzaron unos quince millones de libras esterlinas, entre 1871-1875.
Pero tampoco esta fuente de financiamiento resultó suficiente. Es la hora decisiva para la marcha triunfal del imperialismo británico en Egipto y desde allí
en todo el mundo árabe.
Agotados los recursos y las fuentes, Ismail Pasha decide vender las acciones
egipcias en la compañía del canal de Suez para hacerle frente a los pagos pendientes de la deuda externa como lo demuestra el siguiente hecho:
Ismail Pasha, al hallarse en apuros económicos, decidió desprenderse de 177.602
acciones de la Compañía Universal del canal Marítimo de Suez. Su intermediario
fue el Barón Alfonso Rotschild, de la rama francesa de la familia de banqueros
judíos, el que, en lugar de informar al gobierno de París del importante paquete
de acciones puestas en juego, lo notificó a su suegro Lionel, de la rama inglesa
de los Rotschild. Este no solo interesó a la Reina Victoria en las acciones, sino
que también facilitó los cuatro millones de libras esterlinas para su adquisición,
incluyendo el pago de un 3 por ciento de interés127.
126
127
Lutsky, ob. cit., p. 189-190.
Hechos Mundiales, 35, p. 16, Santiago de Chile, 23 de junio de 1970.
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
106
A los seis años de terminado el proyecto del canal, Inglaterra se aseguró una
posición adelantada e hizo de una burbuja de jabón un tesoro. Todo ocurrió
durante una cena, según este relato:
Mientras el Barón Lionel Rothschild comía su postre, entró el Secretario privado
del Primer Ministro Disraeli. Rothschild preguntó brevemente, sin levantar la
mirada y sin interrumpir su comida: “¿Cuánto?”. “Cuatro millones de libras esterlinas”. “¿Qué garantías?”, quiso saber el destacado banquero de Inglaterra, “La
Corona Británica”, fue la respuesta. “Vosotros la recibiréis”128.
El Gobierno británico actuó rápida y decididamente sin notificar al Parlamento
o siquiera a los miembros del Gabinete. Disraeli (lord Beaconsfield) le pidió
prestado a su amigo Rothschild cuatro millones de libras esterlinas y compró,
a nombre de su gobierno, 176.000 acciones del canal de Suez. La transacción
se hizo el 25 de noviembre de 1875.
La audacia de Lord Beaconsfield (Disraeli), (…) abrió en 1875 las puertas del canal
al Reino Unido. Recién ascendido al poder no vaciló en comprar las acciones (...)
junto al derecho de percibir el 15 por ciento de las utilidades, gracias a un empréstito particular otorgado por los Rothschild. (...) Disraeli llevó a cabo esta
maniobra con la anuencia de la Reina Victoria, encontrándose en receso el Parlamento, el que más tarde aprobó la gestión. Francia no alcanzó o no pudo reaccionar
a tiempo y tuvo que resignarse a compartir su posición de privilegio129.
Es de suma importancia aquí comprender los posibles vínculos de tan importante “operación financiera” a cargo del Gobierno imperial británico con
la prominente responsabilidad de Rothschild y Disraeli, por una parte, y el
estado de las ideas sionistas con respecto a Palestina y el canal de Suez en ese
período, por la otra.
Carácter colonialista del sionismo
A medida que la presencia británica en el mundo árabe y especialmente en
Egipto iba materializándose, Inglaterra buscaba las fórmulas más adecuadas
para asegurar sus intereses allí para ello recurrió a la directa ocupación militar,
la fragmentación de los movimientos opositores, la compra de elementos colaboradores, la alianza con otras potencias y apoyo a proyectos coincidentes.
Con respecto a esta última vía, cabe recordar que en la Europa de aquel
entonces se propagaban rápidamente las ideas del nacionalismo chauvinista
y tienen amplia aceptación los proyectos colonialistas expansionistas. Los judíos europeos como minorías “nacionales” deben haber sufrido esa situación
128
129
Bunte: Der Kanal der Weltgeschichte Machte, 28 de febrero de 1974, p. 26.
Hechos Mundiales, ob. cit., p. 29.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
107
como integrantes de dichas sociedades durante aquel proceso histórico. Así
se comprende el título de la obra de Moses Hess publicada en 1862: Roma y
Jerusalén, significando ello una clara influencia del movimiento nacionalista
de Italia.
Es decir, comienza a cristalizarse entre algunos pensadores judíos europeos el
sentimiento y la preocupación sobre el por qué los demás sí pueden ser naciones, sí pueden unificarse130, sí pueden expandirse y adueñarse de colonias,
mientras que los judíos siguen dispersos, incomunicados por la diversidad de
lenguas, no constituyen una nación, no tienen ejército propio y no pueden
participar con sus semejantes (los europeos) en el reparto colonial de los territorios de pueblos “atrasados y de color”.
Como parte del mundo occidental, su civilización, sus valores y su ideología,
los primeros sionistas sentían suya la “responsabilidad” del hombre blanco
civilizado de llevar “la luz de Europa, de Occidente para iluminar el Oriente
metido en la oscuridad”131.
Si a lo anterior se agrega el hecho de que los judíos fueron en sus respetivas
sociedades las minorías que más sufrieron en carne propia la persecución y la
discriminación del nacionalismo chauvinista, se comprende que el antisemitismo actuó como acelerador para que sectores de judíos europeos abrazaran
las ideas sionistas como la vía de una solución “nacional”.
Los pogromos o matanzas ocurridos especialmente en Rusia en 1881 le dieron
al sionismo su “justificación” y lo apoyaron en su conflicto con los seguidores de la vía de la asimilación. Las matanzas contra los judíos provocaron la
huida masiva hacia Europa occidental y es notorio constatar que la llegada
de numerosos contingentes de refugiados judíos del Estado europeo despertó
inmediatamente la resistencia y la hostilidad en Europa occidental.
Es así como los judíos europeo-occidentales se convierten en los financiadores de la emigración de sus hermanos provenientes del este europeo hacia
Palestina, para evitar así el surgimiento de un antisemitismo violento que les
afectaría negativamente.
Pero al hacer esto, los judíos europeo-occidentales (los poderosos e influyentes entre ellos, naturalmente), sabían que les convenía a sus respectivos
países imperialistas vincular a los judíos a los crecientes intereses (sobre todo
británicos) en el Medio Oriente en la época posterior a la apertura del canal
de Suez.
Ver al respecto Rabí Zvi Hirsch Kalischer citado en: The Zionist Idea: Basic Readings, ob.
cit., p. 17 y subsiguientes.
131
Debe recordarse además el elevado nivel cultural y tecnológico de los judíos europeos
en comparación con el nivel general de sus respectivas sociedades.
130
108
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
El drama de la fórmula sionista para resolver la “cuestión judía” está en que la
misma solo es factible en asociación con y bajo protección de las potencias imperialistas de turno.
Si se recuerda lo dicho con respecto al apoyo de Francia a la divulgación
de las ideas de Mustafa Kamil y si se aceptan las explicaciones dadas sobre
el particular, no sería difícil imaginarse el grado de comprensión mutua, de
identificación en los objetivos y de concordancia que pudo establecerse entre
los principales políticos imperialistas y sus conciudadanos judíos sionistas y
prosionistas.
Cada uno de esos actores se servía del otro para lograr “sus” propósitos sin
preocuparse por:
1) El efecto de dicha política sobre la población original aborigen árabe palestina.
2) El futuro de los “pobres” judíos enviados a Palestina como carne de cañón
(Max Nordau pedirá más tarde el traslado inmediato de medio millón de
judíos a Palestina), “aunque ello causara el sufrimiento de muchos o su
incapacidad de permanecer en Palestina”.
Nosotros cuando hablamos de la fundación de colonias en Oriente no queremos
decir que todos los judíos de occidente vayan a emigrar a Palestina. La mayoría
de los judíos que viven en países civilizados seguirán donde están, incluso después de la constitución de un Estado Judío.
Aquellos judíos occidentales que han logrado abrirse camino hacia la civilización
occidental con mucho esfuerzo y han alcanzado para sí posiciones sociales no
abandonarán éxito alguno que hayan obtenido132.
Fue esta la visión del sionismo de la “misión” que habrían de realizar los “pioneros”, aunque la misma sufrió modificaciones pero no de fondo133. Una de las
principales influencias fue ejercida por Theodor Herzl, un periodista vienés de
origen húngaro burgués, quien abandonó su actitud de judío asimilado (es decir, integrado a su sociedad en el sentido sociocultural) para convertirse en promotor sionista a raíz del caso Dreyfus en Francia (1894), de corte antisemita.
Es decir, Herzl se basa en que si en la Francia de la revolución, de los principios y del humanismo estallan manifestaciones antisemitas (culpando a todos
Moses Hess, Roma y Jerusalén; citado en The Zionist Idea Basic Readings, ob. cit., p. 41.
Hasta la actualidad solo una pequeña porción de los judíos han respondido al llamado
del sionismo, ya que de aproximadamente 16 millones, solo 3 millones se encuentran en
Israel, Es decir, hay más judíos en Nueva York que en todo Israel.
132
133
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109
los judíos de traición por la acusación contra uno, Dreyfus, que es por demás
inocente), entonces a los judíos ya no les queda otra salida que la de tomar
conciencia de que ellos forman una nación aparte y deben constituir su propio
Estado: el Estado de los Judíos, Der Judenstaat. Allí es donde surge la fórmula
que opone los sionistas a los árabes palestinos, porque Herzl reclama para la
realización de su proyecto “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”.
Es decir, independientemente de lo que los colonialistas británicos hayan hecho
o dicho en pro de la emigración judía hacia Palestina, la importancia de Herzl
consiste en presentar una breve y sencilla fórmula “interna” en la hora del reparto colonialista del mundo habitado por los no-europeos: los salvajes.
Cabe aquí recordar las palabras del sionista Max Nordau (1849-1923):
Conservaremos la cultura judía que hemos digerido durante los dos mil años
pasados y solo podemos burlarnos de los consejos que quieren que seamos
asiáticos. Desde el punto de vista antropológico y civilizatorio nosotros podemos
convertirnos en asiáticos en la misma medida en que los americanos pueden
convertirse en piel rojas (...) En el Asia Menor debemos fijarnos el mismo objetivo
que los ingleses persiguieron en La India134.
El sionismo persiguió y logró efectivamente un objetivo que iba más allá de
lo que los ingleses persiguieron en la India. El objetivo sionista consistió en
hacer de Palestina un Israel, en la instalación de colonos a costa de la expulsión de los aborígenes; un objetivo mucho más exclusivista que el inglés en
la India, mucho más discriminatorio, de fundamento eminentemente religioso
y desde una visión completamente racial, la teoría del “salga para que yo me
instale”. A este respecto, G.H. Hansen dice:
Los propagandistas árabes frecuentemente aseguran que Israel se asemeja a los
regímenes de los colonizadores blancos en África del Sur y Rodesia. Esta es una
comparación inadecuada. En esos dos países la totalidad del aparato estatal está
en manos de los colonizadores, pero los habitantes nativos han permanecido.
(...) Los únicos dos precedentes en la historia mundial [a la de Palestina] serían:
la expulsión de los piel rojas de su territorio por los colonizadores en América
del Norte y la expulsión de la población alemana por los polacos y rusos del
territorio al este de la línea de OderNeisse en 1945-1946135.
El “mérito” principal de Herzl desde el punto de vista de la gran potencia más
involucrada en la región árabe y con los mayores intereses adquiridos allí, Gran
Bretaña, consistió en que él concibió, acertadamente, la viabilidad del proyecto
134
135
Marx Nordau to his People, p. 163; citado por Y. Ivanov, ob. cit., p. 64.
Zionism, Israel and Asían Nationalism, The Institute for Palestina Studies, Beirut, 1971, p. 11.
110
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sionista en Palestina solo en la medida en que una potencia europea le diera su
apoyo resuelto y garantizara su éxito. En otras palabras, Herzl desde un comienzo
considera su plan abiertamente como un proyecto de colonización europea dentro del marco de una alianza con las potencias imperialistas.
Ello es tanto más grave por cuanto ocurre en momentos en que Europa se
encuentra envuelta en una de las luchas sociopolíticas más sugestivas de su
historia: hay un ambiente impregnado por las actividades revolucionarias de
los socialistas y prosperan las organizaciones proletarias; los jóvenes judíos
abundaban en esas organizaciones y su rol era destacado en sus actividades.
No solo el número de los judíos en las sociedades revolucionarias era alto, sino
que su porcentaje en las mismas era superior al de su respectivo porcentaje
en la población total. Moses Hess, por ejemplo, había estudiado en Bonn con
Karl Marx, trabajó como reportero en la Rheinische Zeitung, cuyo director era
igualmente Marx, participó en la revolución de 1848, pero se separó de Marx y
Engels luego de la publicación del Manifiesto.
Es decir, a los primeros sionistas les cabe la responsabilidad de haber distorsionado la naturaleza de la lucha de sus correligionarios: desviar la lucha de
clases para darle una orientación étnica religiosa y colonialista.
Habría que subrayar aquí algunas consideraciones. En primer lugar, el sionismo no se desarrolló como el movimiento nacionalista de los judíos orientales
asiáticos y africanos, sino como una ideología de la burguesía judía europea136
con el transcurrir del tiempo, la misma ideología y los mismos europeos se
impusieron sobre los judíos orientales o en el mejor de los casos arrastraron a
los judíos orientales hacia una situación no creada por ellos ni en la cual ellos
habían siquiera participado activamente.
En segundo lugar, es notable el hecho de que el nacionalismo árabe, para
llegar a sus manifestaciones actuales, tuvo que evolucionar como una ideología de los pueblos orientales con todas sus características socioculturales y en
correspondencia con el grado de desarrollo del modo de producción en dicha
sociedad137. Para los pueblos orientales islámicos, el marxismo es un fenómeno del cual se enteran los más estudiosos políticos de comienzos del siglo XX
y la lucha revolucionaria al estilo de las organizaciones europeas (Occidente
en su conjunto), es algo novedoso.
No es así en el caso de las condiciones que rodean al sionismo; nace en la
Europa capitalista en pleno desarrollo del ideario socialista y siendo un judío
el propio Marx, lo cual indica que era perfectamente factible que la “cuestión
Isaac Deutscher expone este punto brillantemente en Los judíos no judíos, Edic. Kikiyon,
1969, pp. 60-65, etc.
137
Ver al respecto la obra de Máxime Rodinson, Islam y capitalismo. Edit. Siglo XXI, 1973.
136
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
111
judía” hubiera tomado un rumbo opuesto al realizado por los sionistas según
lo conocemos en la actualidad.
Finalmente es importante afirmar categóricamente que es equivocada la visión
de que el conflicto árabe israelí es tan viejo que se “remonta a los tiempos de
Moisés y David”. Esta es una opinión carente de todo fundamento histórico,
que tiende a convertir el problema en algo religioso, mientras desconoce por
completo el carácter “moderno” del sionismo como una faceta de la expansión
colonialista de la Europa imperialista en una región clave del Tercer Mundo,
llevada a cabo bajo un pretexto religioso y acompañada por un sentimentalismo de fondo antirrevolucionario y antisocialista.
El propio Marx había dicho: “La nacionalidad imaginaria del judío es la nacionalidad del comerciante y financiero en general. (…) El judaísmo llega a su
auge cuando la sociedad burguesa se perfecciona (…) La liberación del judío
liberará a la sociedad del judaísmo”138.
Obsérvese que Marx no habla de sionismo, sino de nacionalismo judío; ello
podría tener su explicación en que el sionismo fue utilizado como terminología política solo en 1890 por Nathan Birnbaum139. Más aún, el propio Leo
Pinsker en su obra Autoemancipación, en su primera edición en 1882, no
menciona a Palestina como el territorio que se convertirá en “aquel país judío
independiente”; solo expone su ansiedad de ser para obtener: “No contamos
como nación en medio de las naciones, no tenemos voz en el concierto de
estas, ni tierras que sean nuestras”140.
Nuestra afirmación se refuerza más con la siguiente cita:
Los padres del sionismo político: Herzl y Pinsker resultaron ser inequívocos en
cuanto a la fundamentación ideológica del nacionalismo judío: se trataba de
ofrecer una salida territorial y política al problema judío, antes de reclamar derechos históricos sobre Palestina - Eretz Israel (Tierra de Israel); lograr la soberanía
política reconocida internacionalmente, para Herzl y garantizar la autodeterminación, según Pinsker, fueron los dos puntos de partida del ideario de estos dos
teóricos y estadistas del renacimiento sionista. Por eso, en su oportunidad
On The Jewish Cuestión, Selected Essays. New York, International Publishers, 1926, p. 96,
citado por Mazhar Al-Shereidah, El sionismo. Tema desconocido para la izquierda, Teoría y
praxis, julio, 1969, p. 28.
139
Dr. A. Wahab Al-Kaiali, Diario Al-Thawra, Bagdad, 1912-1975, p. 3. Ver también: El trasfondo histórico del movimiento sionista, por el Dr. Abdul Kadir Yasin en la Revista del Centro de
Estudios Palestinos de la Universidad de Bagdad, Nº 21, marzo de 1977. “En 1893 el alemán
Nathan Birnbaum utilizó por primera vez la terminología sionismo en su libro: El renacimiento cultural del pueblo judío en su tierra como medio de resolver la cuestión Judía”.
140
El Sionismo. Tema desconocido para la izquierda, ob. cit., p. 8.
138
112
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
abogaron por salidas territoriales (Uganda, por ejemplo) no palestinenses, que
respondieron a la urgencia y al apremio de los judíos perseguidos por hallar un
Hogar Nacional141.
El sionismo perseguía objetivos de corte colonialista y, en su empeño por
alcanzarlos, las persecuciones y pogromos europeo-orientales (especialmente
los de 1881) le facilitaron una buena porción del trabajo. Herzl lo pone en
términos claros cuando dice:
Si su majestad el sultán nos diera la Palestina, podríamos comprometernos en
regularizar completamente las finanzas de Turquía. Para Europa, constituiríamos
en la región un sector de la muralla contra Asia; seríamos el centinela avanzado
de la civilización contra la barbarie. Nos mantendríamos, como Estado Neutral,
en relación constante con toda Europa, quien debería garantizar nuestra
existencia142.
Es toda una tesis colonialista solo con la diferencia de que los sionistas se
reservan Palestina para los miembros de una religión que, ellos creen, constituye una raza y una nación; sería entonces un colonialismo religioso y racial.
Nuevamente Herzl es quien explica la manera de convertirse en colonialistas.
En su folleto Der Judenstaat hay un punto titulado “El Plan”, en el cual estima que la creación de un nuevo Estado no es nada difícil si se obtiene la
autoridad sobre una porción de tierra; que es una empresa fácil para gente
de la clase media; que los Estados que han sufrido del movimiento antisemita
darían una gran ayuda para concederles esa autoridad política y que la implementación del plan estaría a cargo de dos entidades:
• Una organización judía que establecería el plan científico y los planes
políticos.
• Una compañía judía que se encargaría de la parte financiera y comercial.
Un año más tarde de la publicación mencionada, en 1897, se reúne en Basel,
Suiza, el Primer Congreso Sionista bajo la presidencia de Herzl y este se opone al “falso principio de la infiltración sucesiva”, porque esta siempre termina
mal, ya que regularmente llega el momento en que el gobierno, a instancias
de las poblaciones que se sienten amenazadas143.
En esa misma oportunidad dijo también claramente:
141
142
143
Leo Senkman, ¿Sionismo judío o nacionalismo israelí?, Perfiles, p. 55, junio, 1976.
Herzl, L’ Etat Juif, París, 1926, p. 95.
En esa oportunidad, Herzl se refería a la experiencia de los judíos en la Argentina.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
113
Es de interés de las naciones más civilizadas y es beneficioso para la civilización
en general, que se establezca una estación civilizatoria en la vía más corta hacia
Asia. Palestina es esa estación y nosotros los judíos portadores de esa civilización
estamos dispuestos a dar nuestros bienes y nuestras vidas por construirla.
Afirmó también que: “La Sociedad de los judíos negociará con las autoridades
soberanas de los territorios en cuestión y ello bajo el protectorado de las potencias europeas si la cosa les conviene”144.
El Kaiser visitó al sultán primero en 1889 y luego en 1898 y para entonces ya
Herzl había publicado su Der Judenstaat y mantenido correspondencia con
Bismark.
El 19 de junio de 1895 dirigió al “Canciller de Hierro” una carta en la cual
exponía los “peligros” a que estaba expuesta Alemania de no ayudar esta al
sionismo: “Todos los judíos y no solamente los pobres entre ellos, como ha
sido el caso hasta ahora, correrán, con todo su poder financiero, a incorporarse al Partido Socialista”145.
No obstante, esas probabilidades demostraron ser, en marzo de 1897, irreales.
Herzl escribió en sus famosas memorias: “Durante la votación de las leyes socialistas en el Reichstag, cuando los socialistas cantaron el himno del trabajo,
nuestros hombres contestaron con el himno del Testamento”.
Herzl había ordenado a sus hombres abstenerse de la votación; ya poseía
un amplio poder e influencia y faltaban pocos meses para la celebración del
Primer Congreso Sionista (agosto de 1897) con Herzl elegido como su presidente; ya el hombre había realizado una visita a Istambul.
Efectivamente, en junio de 1896, Herzl logra ser recibido por el primer ministro del Imperio otomano y ofrece ayuda financiera al Imperio a cambio de
obtener un permiso del sultán para crear en Palestina un Estado judío independiente.
Lejos de orientar a los judíos hacia el socialismo, Herzl argumenta en sus
conversaciones y entrevistas con los representantes contemporáneos del imperialismo que el sionismo tiene la “virtud” de orientar a los jóvenes hebreos
hacia una “buena conducta”. En su oportunidad escribió el 24 de abril de 1896
al gran buque de Badén: “Nuestro movimiento tendrá como resultado el debilitamiento de los partidos revolucionarios”.
144
145
Citado por Máxime Rodinson: Israel Fait Colonial? Les Temps Modernes, p. 23.
Citado en El Sionismo. Tema desconocido para la izquierda, ob. cit., p. 24.
114
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
De igual manera “tranquiliza” al agregado militar alemán en Viena, el 18 de
septiembre de 1898, y anota en sus memorias:
Hablando del socialismo, le expliqué que es una tontería que los judíos se están
incorporando al movimiento socialista, puesto que los judíos no son socialistas
en su naturaleza sino individualistas. Le gustó lo que le dije sobre nuestro éxito
en alejar a nuestros estudiantes, en la Universidad de Viena, del socialismo.
Tampoco se puede olvidar que Herzl, el abogado, tenía un importante medio
para darle publicidad a sus ideas a través de su actividad como periodista. Ya
en 1886, escribía semanalmente en el Berliner Tageblatt, luego en la Wiener
Allgemeine Zeitung, de la cual fue el jefe de la página cultural; en 1891 se convierte en corresponsal de la Neue Freie Presse y en 1897 funda el semanario
Die Welt; además, sus novelas y obras teatrales le ofrecían otra vía para influir
ampliamente.
Ahora, lo asombroso es que cuando el kaiser está de visita en Istambul por segunda vez, recibe en audiencia en la capital del Imperio otomano a Herzl. El mismo
kaiser, a los pocos días recibirá en Jerusalén a una delegación sionista. Con la
influencia alemana en Istambul, no es de extrañarse que Herzl logre entrevistarse
con el sultán en 1901 y que luego en 1902 sea el sultán quien llame a Herzl.
Consciente de la política alemana conocida por Drang Nach Osten, Herzl
toma en cuenta la influencia de la cultura alemana entre los sionistas, los sentimientos del pueblo alemán de que los judíos deben salir del país y la preocupación oficial alemana tanto por las actividades de los judíos revolucionarios,
como por los posibles disturbios a causa del antisemitismo. Todo lo anterior
crearía una base común de coincidencia entre los objetivos del kaiser y Herzl
para hacer de Palestina una colonia para judíos alemana.
Sin embargo, no fue ese el resultado de las gestiones y visitas. Inglaterra era
la potencia con mayores intereses en la región y por lo tanto tenía más opción de heredar al Imperio otomano y los capitalistas alemanes ni siquiera
pudieron, posteriormente a 1899, monopolizar la construcción del ferrocarril,
tuvieron que aceptar la participación de capitales británicos y franceses. Pocas
eran las oportunidades de los alemanes en Palestina, porque esa región de la
gran Siria ya constituía la esfera de influencia de Inglaterra, aunque en general
Siria y el Líbano eran casi un “patrimonio” francés.
Para los primeros años de este siglo, aproximadamente la tercera parte de las
exportaciones sirias estaban en manos francesas, especialmente la seda cruda;
el capital francés tenía posición dominante en la fabricación de cigarrillos en
Siria; el puesto de Beirut había sido ampliado por Francia, la cual tendió vías
férreas entre Jaffa y Jerusalén, por un lado, y Beirut y Damasco, por otro; se
multiplicaban las oficinas del Credit Lyonnais en Siria y Palestina.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
115
En Iraq, Inglaterra suministraba aproximadamente las dos terceras partes de
las importaciones y absorbía (incluyendo sus dominios en la India), una tercera parte de las exportaciones. Ya hemos visto cómo empresas británicas
controlaban el transporte fluvial en el Tigris y el Éufrates.
Sin embargo, en Palestina, Inglaterra tenía que enfrentarse a las actividades
del Deutsche Orient Bank y del Deutsch Palestina Bank, que tenía oficinas no
solo en Palestina, sino también en Siria.
Por su parte, Inglaterra disponía de medios y mecanismos propios para velar
por sus intereses: el ya mencionado primer consulado establecido en Jerusalén desde 1838 se ve reforzado en 1865 con el establecimiento de The Palestina Exploration Fund en Londres146, con el fin de explorar los aspectos físicos
y sociales de Palestina. Constituían el personal de ese fondo miembros militares del Royal Engineer Corps, del British Foreign Office and British Colonies
y del British Intelligence. Más tarde, personajes como Kitchener y Lawrence
serían funcionarios del mismo. Años más tarde se forma The Imperial Syria
and Palestina Company con el propósito de contribuir al establecimiento en
esos países de colonos judíos y cristianos.
De ahora en adelante, las organizaciones financieras sionistas tendrán un papel importante en la consolidación de la alianza sionista imperialista. Fue
ineludible que Londres se convirtiera en el nuevo centro de atracción de las
aspiraciones sionistas ya que Inglaterra fue el país que primero se interesó en
la idea y al más alto nivel; era la potencia imperialista más poderosa y con el
mayor interés en el futuro de Palestina, debido a sus inversiones en los países
vecinos (en Egipto y el canal de Suez en especial) y la más deseosa de una vía
terrestre que condujera a la India.
Ya para entonces, un ciudadano británico, W.K. D’Arcy, obtiene una concesión
petrolera en Persia (1901) y en 1902 Herzl tiene la oportunidad de hablar como
testigo ante una Comisión Real Británica que investigaba los efectos de la creciente inmigración de judíos hacia los barrios al este de Londres y provenientes
de Rusia y Polonia. Inglaterra temía que esa situación condujera a una violenta
ola de antisemitismo; simultáneamente temía la competencia francesa en la región sirio-palestina y sentía la amenaza directa de la expansión alemana en la
misma.
Herzl informó a la Comisión que los judíos llevaban consigo el antisemitismo
y que la solución que el sionismo buscaba era la constitución de un hogar
Israel Relation to World Imperialism; papel de trabajo presentado por la OLP al International Conference of Political Movements of Euro-Arab Youth, p. 3.
146
116
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
nacional propio fuera de Europa. En ese contexto, sugirió ante algunos políticos británicos la formación de una colonia judía bajo la corona británica en
el Sinaí o en Chipre.
El 21 de julio de 1908, Herzl dirige una carta a lord Rothschild en la que dice:
“La influencia británica en el este del Mediterráneo se consolidará con el establecido de grandes números de nuestro pueblo en una región en la cual
coinciden los intereses británicos”.
En las memorias del más celebre espía británico en la región, apodado como
Lawrence de Arabia, leemos que ya en los primeros meses de la Primera Guerra Mundial ocurrió lo siguiente:
En Diciembre de 1914 Herbert Samuel, el primer miembro prácticamente de la
comunidad judía con un asiento en el Gabinete Británico, transmite las aspiraciones
sionistas en Palestina al Gabinete en un memorándum titulado: El Futuro de Palestina, en el cual decía que los sionistas verán con entusiasmo la anexión de
Palestina por el Imperio Británico, lo cual dará a Inglaterra su rol histórico como
civilizadora de países atrasados147.
Sir Mark Sykes inicia negociaciones con los líderes sionistas durante las cuales
los últimos concuerdan en que solo una Palestina británica sería una valla
confiable para Egipto y el canal. Los sionistas, en 1916, produjeron una formal
promesa de que si Inglaterra los ayudaría, ello en cambio trabajaría para el
establecimiento de un protectorado británico en Palestina.
The Secret Lives of Lawrence of Arabia, Phillip Knightley & Colina Simpson Banton Books,
p. 114, Documento PRO. CAB.37/123.
147
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
117
Capítulo VI
En vísperas del renacimiento árabe
Siria, Palestina, Iraq y otras partes del Medio Oriente árabe, en virtud de su
condición de provincias otomanas y dado el hecho de que el Imperio otomano consagró su endeudamiento con el capital europeo en expansión desde
1856, ahora, en la fase imperialista, serán dominadas como si fueran verdaderas colonias.
Para 1874, la deuda acumulada es de 5.300 millones de francos provenientes
de los bancos franceses e ingleses, habiendo sido el Ottoman Bank (anglofrancés) el intermediario principal en dichas operaciones. Básicamente, esa
suma utilizada para gastos militares y construcción de vías férreas, correspondiendo el 43% de la suma total de los créditos a intereses y comisiones. La
situación se agrava más aún si tomamos en cuenta que los ingresos totales del
fisco otomano en 1875 alcanzaron apenas a 380 millones de francos, de los
cuales 300 millones estaban destinados al pago de la cuota correspondiente
de la deuda externa.
No causa sorpresa alguna, en consecuencia, que en ese mismo año, el Imperio otomano se declare en bancarrota. La declinación de la sociedad feudal
se producía lentamente y la transición hacia el capitalismo se llevaba a cabo
en circunstancias extremadamente contradictorias, complicándose la situación
más aún por las disputas religiosas y los conflictos entre las nacionalidades.
Pero no solo las nacionalidades dominadas por el Imperio expresaban su
descontento, sino que también la población turca luchaba por libertades y
mejoras en sus condiciones de vida, todo lo cual lleva a un grupo de oficiales
e intelectuales liberales a destituir al sultán Abdul Aziz en 1876 en procura de
una constitución, la modernización del desarrollo nacional turco y sus valores
culturales.
Vale recordar que si bien el movimiento de los “Nuevos otomanos” tenía en
mente efectuar reformas, estas iban a beneficiar casi exclusivamente al sector
turco de la población del Imperio, por el hecho de que ellos consideraban a
la totalidad del Imperio como el mercado para la burguesía turca.
Por otra parte, predicaban el principio de “una sola nación otomana”, lo cual
les llevó a negar las diferencias entre los pueblos del Imperio y les opuso a
118
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
los movimientos nacionales que procuraban independizarse o bien alcanzar
cierto grado de autonomía. Dicha actitud agravó la situación en los Balcanes
y condujo, en parte, a la Guerra Ruso-Turca de 1877-1878.
Con Abdul Hamid como sultán, las nacionalidades del Imperio experimentan
un período oscuro, caracterizado por un régimen autocrático sustentado nuevamente en los más grandes y reaccionarios terratenientes, cuyo rasgo más
sobresaliente fue el ejercicio del poder por la Corte en vez del gobierno. El
sultán se apoya entonces en los señores feudales tanto turcos como árabes,
kurdos, albanos y circesianos, los cuales atemorizan con sus ejércitos irregulares, a las nacionalidades no turcas, especialmente a la población cristiana
armenia, en su lucha por la liberación nacional.
Soberano de un Estado en decadencia, atrasado y endeudado, Abdul Hamid
busca la grandeza y utiliza como base para ello las ideas del panislamismo y
pretende convertirse en gobernante de todos los musulmanes.
Esta idea cabe dentro de los planes imperialistas del kaiser alemán Guillermo
II, quien deseaba ver al sultán involucrado en una controversia contra las potencias en virtud de su reclamo de soberanía sobre los musulmanes de Egipto y la
India (bajo dominio británico), del norte de África (bajo dominio francés)
y del Cáucaso, Asia central y el Volga (bajo dominio ruso).
Estas pretensiones contrastaban con la realidad del Imperio. Progresivamente
se arrastraba más hacia la economía capitalista mundial como un apéndice
proveedor de materias primas y como un mercado de características específicamente coloniales, igualmente aumentaba el flujo de capital extranjero,
especialmente por concepto de la construcción del ferrocarril.
Siria, Iraq y Palestina suministraban aproximadamente la quinta parte de las
exportaciones totales del Imperio y recibía la cuarta parte de las importaciones
en 1880. El valor total de las importaciones alcanzó a 17,8 millones de libras
esterlinas, mientras las exportaciones totalizaron 8,5 millones. Dentro de este
cuadro, Inglaterra era el principal cliente comercial, aunque ya encuentra una
fuerte competencia por parte de Alemania.
Crece también la exportación de capitales hacia el Imperio, pero los mismos no
traen consigo un desarrollo económico y una base industrial porque se dirigen
hacia la banca, los ferrocarriles además de los préstamos del Estado. Pronto, el
sultán tiene que satisfacer las demandas de las potencias europeas y declara en
1881 el control extranjero sobre las finanzas del Imperio. Ahora la administración
real de las finanzas estaría en manos de extranjeros que representaban los bancos
de Francia, Inglaterra, Italia, Alemania y Austria. Naturalmente, la penetración financiera estuvo acompañada por la respectiva influencia política.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
119
Alemania fue la potencia europea que se interesaba más en adueñarse de la
totalidad del Imperio otomano sin fragmentación alguna y utilizó medios militares, económicos, políticos y culturales para afianzar su penetración. Tuvo a
su cargo la reorganización del ejército otomano y la dirección de las escuelas
militares; obtuvo en 1888 una concesión para construir una vía férrea y el
propio kaiser intervino para darle apoyo a los planes expansionistas alemanes
mientras que funcionarios, oficiales y diplomáticos alemanes hacían lo posible
por alejar al sultán de las demás potencias europeas.
Guillermo II visitó al sultán en 1889 y se declaró amigo y aliado de la Corte.
Diez años más tarde, en 1898, volvió nuevamente a visitar Constantinopla, Jerusalén y Damasco. En Jerusalén, frente a la tumba de Saladino, declara que:
“El sultán y los 300 millones de musulmanes que lo reconocen como su Califa,
pueden descansar confiando en que siempre tendrán un amigo en la persona
del emperador alemán”148.
Cabe destacar que se trata aquí del período de la competencia y lucha interimperialista más formidable. No solo los países árabes sino vastas áreas afroasiáticas
deben sus actuales fronteras y las respectivas disputas étnicas, religiosas y nacionales al reparto imperialista al que fueron sujetas en ese período de la historia.
La rica tradición agrícola de los países árabes, las grandes extensiones fértiles
y las abundantes fuentes de agua y sistema de riego, habían sufrido grandes
pérdidas y deterioro bajo el dominio otomano. La declinación de la agricultura
y de la producción agrícola, base de la actividad económica en esa parte del
mundo árabe, se reflejó claramente en el aumento de las extensiones desérticas y la disminución del número de pueblos y caseríos.
En las ciudades, la falta de seguridad afecta negativamente la actividad comercial, ya que solo el comercio exterior (especialmente aquel en manos de extranjeros) disfrutaba de cierta protección y garantías. La apertura del Imperio
otomano ante la invasión de los productos europeos significó un golpe duro
para los artesanos y la naciente industria nacional.
Las embarcaciones árabes que navegaban bajo bandera otomana y tocaban
la mayoría de los puertos del Medio Oriente, tuvieron que ceder su lugar a
los barcos europeos: británicos, rusos, franceses, austrohúngaros, italianos y
también norteamericanos. A comienzos de nuestro siglo, solo el 3% de los
barcos que tocaban los puertos sirios eran de bandera otomana. Además, solo
el 16% del valor total de las mercancías que entraban en puertos árabes eran
de procedencia otomana.
148
Lutsky, ob. cit., p. 330. Califa es el equivalente al papa en el Islam.
120
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Junto a estas realidades vino a agregarse el interés directo de las potencias
occidentales de la época en las riquezas minerales de la región. En 1889, los
geólogos suizos realizan sus estudios en lo que sería hoy la frontera turcosiria. Ingleses y alemanes obtienen a fines del siglo XIX los derechos para
explotar los fosfatos de la actual Jordania y, mientras se observa interés por
parte de las organizaciones sionistas en explotar los minerales del mar Muerto,
Alemania ve con simpatía al movimiento sionista y coopera con este en cuanto
al establecimiento de colonias, porque veía en sus actividades “el inicio para
convertir a Palestina en una colonia alemana”149.
Aunque la actividad del capital europeo logró incorporar la región árabe al
mercado capitalista mundial, sin embargo, la misma se incorporó más lentamente que las otras provincias del Imperio otomano. Mientras el promedio per
cápita en el comercio exterior del Imperio fue de 2,2 lire, el mismo en Iraq fue
de 1,5 y en Yemen de 0,45, en tanto en el Líbano alcanzaba 2,8 lire, lo cual
indica el grado de dicha incorporación.
El endeudamiento del Estado otomano determinó, por su parte, una política
impositiva que retardó y dificultó la formación y el desarrollo del capital nacional árabe y limitó extremadamente los proyectos industriales privados.
Por otro lado, las exigencias del mercado capitalista internacional llevaban a
los terratenientes a intensificar la explotación del campesino, variar los productos tradicionales e imponer la moneda como factor decisivo para regular
las relaciones de producción; a lo anterior se sumaba la ruina del artesanado,
todo lo cual ejerció una notable influencia sobre las posiciones de cada grupo
y clase con respecto a los importantes eventos y hechos que contribuyeron al
surgimiento del movimiento de liberación nacional árabe.
Condiciones socioeconómicas y lucha política
Dicho movimiento del renacimiento árabe, no tuvo un desarrollo igual y uniforme a lo largo y ancho del mundo árabe. Simplemente la diferencia en
las condiciones y el nivel desigual del desarrollo socioeconómico y políticocultural entre una parte y otra de la región árabe determinaron diferencias en
cuanto a participación y percepción.
Frecuentemente el paso de una tribu de la forma nómada a la estabilidad
(sedentaria), significaba un aumento del poder económico y político de los
jefes y la aparición de nuevos elementos dominantes sobre los nuevos asentamientos.
149
Katlov, ob. cit., p. 17.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
121
Pero aun así, existían numerosas razones que unían al explotado y al explotador en contra del poder otomano. Muchas tribus conservaron, por lo tanto,
sus organizaciones ancestrales y especialmente militares aun bajo las nuevas
condiciones, lo cual tuvo una gran incidencia en el desenvolvimiento político
de la mayoría de las provincias árabes.
Iraq, por ejemplo, fue uno de los centros de mayor inestabilidad para el poder
otomano. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, el país fue escenario de rebeliones
de amplio alcance. En particular, los levantamientos de las tribus del sur de
Iraq tuvieron gran importancia. La rebelión comenzó en 1651, los insurgentes capturaron la ciudad de Basrah y sus alrededores y no fue sino en 1669
cuando los turcos lograron imponer su dominio. Pero de nuevo en 1690 las
tribus del Muntafik llevan a cabo una rebelión que cubre la región del Éufrates
central, del bajo Éufrates y de Basrah y dura hasta 1701, sin que los turcos
lograran suprimir la revuelta por completo.
La expansión de la presencia militar británica y su influencia política reflejaban
el deterioro del poder otomano central tanto en Egipto y Siria como también
en la península Arábiga y el golfo.
Los británicos incrementaron sus intereses en Iraq, provincia que en aquel
período se había convertido en una de las más atrasadas del Imperio en comparación con Egipto y Siria.
La distancia entre Istambul y el puerto de Basrah (antes de la apertura del
canal de Suez) era una de las más largas del Imperio y ello contribuyó a la
declinación de la presencia militar marítima otomana en ese puerto, frente a
una intensificación de las presiones inglesas y de algunos de los jeques aliados
de esos sobre Basrah.
Iraq quedó así al margen de la vida económica, política y cultural del Estado
otomano. Ante la disminución del poder otomano central, se deterioraban las
condiciones económicas y el régimen administrativo, apoderándose del país el
caos; se imponían las arbitrariedades de los grandes propietarios feudales y las
tribus, mediante alianzas, obtienen una virtual independencia en sus respectivas y vastas zonas, hasta el punto de llegar a amenazar y sitiar las principales
ciudades del Iraq. Empeoran la situación del país las frecuentes inundaciones
y la peste (1830) lo cual disminuyó sensiblemente la población, llevó al abandono de las labores agrícolas y comerciales e hizo que las condiciones fueran
todavía más precarias y generalizó el éxodo.
Persia aprovechaba la debilidad del Gobierno otomano en Iraq para avanzar
en sus pretensiones de anexar la ciudad de Sulaimaniyah en la región kurda
del país, dándole apoyó a los jefes feudales de tribus kurdas contra los gobernantes otomanos.
122
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
En 1847, Rusia y Gran Bretaña intervinieron para evitar un conflicto mayor
entre Persia e Istambul, conduciendo su mediación a las firmas del Tratado de
Erzerum, mediante el cual Persia renunció a su reclamación de Sulaimaniyah
y obtuvo de los otomanos, a cambio, a Mohammarah y la orilla occidental del
río Shatt Al-Arab en el sur de Iraq.
Las políticas expansionistas de Persia y Gran Bretaña junto a los intentos
primero de los wahabitas y luego de Mohammed Alí por anexar a Iraq a sus
dominios, llevó a que Istambul tomara finalmente la decisión de efectuar reformas en Iraq y mejorar sus vínculos con el poder central. Para ello, fue de
gran utilidad la existencia del canal de Suez, hecho que acortó la distancia
entre Istambul y Basrah.
La importancia de Iraq disminuyó como territorio de tránsito (de caravanas y
de transporte por el Tigris, el Éufrates y el Puerto de Basrah) a causa del canal
de Suez, pero la economía iraquí se incorporó rápidamente al mercado capitalista mundial al encontrarse a menor distancia de los mercados internacionales
en un período de pleno crecimiento del capitalismo. Comienza así Iraq a importar productos manufacturados y exportar sus granos y dátiles. También el
comercio de tránsito experimento cierto dinamismo aunque esta vez con Irán
ya que parte de su comercio pasaba por Basrah y Bagdad.
Contribuyó al crecimiento del comercio la eliminación, en 1861, de las barreras
aduaneras internas en Iraq. Por otra parte, en 1862, el Gobierno otomano establece una línea regular para el transporte fluvial por el Tigris entre Bagdad y
Basrah, seguido por el tendido de líneas telegráficas, en 1864, que comunicaban a Istambul con Bagdad, Basrah, Alepo, Teherán y la India. La empresa británica Lynch comenzó también en 1862 un transporte regular en el río Tigris
y las comunicaciones siguieron mejorando con el establecimiento de oficinas
del correo hindú británico en Bagdad y Basrah en 1868.
El interés del Estado otomano por Iraq quedó demostrado con el nombramiento del Midhat Pasha como gobernador de Bagdad en 1869. Midhat fue el líder
del movimiento constitucional en Istambul y el autor de la Constitución otomana en 1876. Ejerció en Iraq una absoluta autoridad tanto civil como militar.
Este gobernador se interesó por hacer progresar a Iraq y utilizó al país como
base para afianzar la soberanía otomana en la región del golfo. Organizó el
transporte fluvial con barcos a vapor y líneas marítimas regulares entre Basrah,
Istambul y Londres; construyó un astillero e intentó la extracción de petróleo
en Mosul; inició la construcción de vías férreas, bajo su mandato apareció el
primer periódico en Bagdad, pero su obra más relevante fue la unificación de
las tres provincias: Mosul, Bagdad y Basrah, dando paso al surgimiento del
Iraq moderno como unidad administrativa, como un solo mercado nacional.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
123
La ley comienza a aplicarse, proliferan las escuelas y los hospitales, aumenta el
área de tierra bajo cultivo, se asientan tribus seminómadas, se liquida el separatismo tribal y feudal y se lleva a cabo el proceso de unificación económica,
social y política del país, el cual sale de su anterior aislamiento y se incorpora
al mundo exterior, en especial a la capital del Imperio: Istambul.
Viendo su posición interior consolidada, Midhat Pasha se moviliza hacia el
golfo Arábigo contando ya con una flota de cierta consideración. En 1871,
el Pasha de Bagdad proclama la soberanía otomana sobre la costa occidental
del golfo, declara a Kuwait un municipio de Basrah, envía una gran expedición hacia la región oriental de la actual Arabia Saudita, El-Hasa que, contando
con el apoyo de una gran flota Kuwaití150, ocupa a Ras Tanura, Qatif y Hufuf.
El mismo año, el jeque de Kuwait encabeza una fuerza otomana y conquista
Qatar, pero no puede avanzar más hacia el sur.
Esos éxitos de los turcos otomanos consolidaron su poder y dominio sobre
Iraq y el golfo. Pero nuevamente queda al descubierto que, incluso aplicando
reformas, el carácter de su gobierno era brutal, antipopular y lleno de discriminación hacia la población árabe autóctona. Los levantamientos de las tribus fueron cruelmente reprimidos; las tierras fueron repartidas entre los jefes
tribales y otorgadas a comerciantes urbanos; los funcionarios árabes fueron
removidos de altos cargos para sustituirlos por turcos.
Es de recordar que el grado de penetración e intervención europea en Iraq y la
península Arábiga era aún muy modesto comparado con Egipto, Líbano, Siria y
el Maghreb. Pese a la penetración de los comerciantes en la vida rural, la forma
feudal mantuvo su dominio en las relaciones de producción y las relaciones capitalistas se limitaron a un ámbito estrecho, especialmente alrededor de algunas ciudades grandes como Beirut, Damasco, Bagdad. Cabe considerar que las montañas
del Líbano pueden ser tomadas como la región modelo en cuanto al surgimiento
de las relaciones capitalistas en la producción agrícola.
También la ciudad árabe sufrió importantes transformaciones como resultado
de la integración del mundo árabe al mercado mundial capitalista; sus respectivas poblaciones aumentaron y se gestó en su seno una dinámica actividad
económica. Este hecho fue especialmente válido en el caso de las ciudades
costaneras más estrechamente vinculadas con los mercados europeos.
La crisis del artesanado condujo, a veces, a un éxodo hacia el campo, mientras
que otros se dedicaban al comercio o se convertían simplemente en obreros.
Más tarde, serían estos, más aquellos campesinos emigrados hacia las ciudades, quienes irían a constituir una nueva clase social: la clase obrera.
150
Al-Najjar, ob. cit., p. 52 (300 barcos).
124
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
A partir de 1870 se construyen modernas calles (Bagdad), se establece la red
de agua potable (Beirut, 1897), se instalan los faros de kerosén y son tendidas
las líneas de tranvía (Damasco). A la vez aumenta el número de pequeñas
manufacturas especialmente en Siria con importante participación de la mujer
en la industria textil, en especial.
Llama la atención que todavía grandes contingentes de obreros no pierden sus
nexos con el campo. Tampoco se libera el obrero de sus tradiciones anticuadas
ni de los nexos tribales, lo cual se tradujo en que la escasa clase obrera árabe
en formación estuviera repartida en numerosos y pequeños talleres y manufactorías, y se encontrara bajo la influencia de los valores y las relaciones de la
sociedad precapitalista.
Ciertas familias de arraigado prestigio y tradición mantienen su peso, su influencia en la vida social y económica de las ciudades árabes y conservan
sus fuertes nexos con los círculos feudales locales. Familias con destacadas
tradiciones y posiciones religiosas conservan su influencia sobre la evolución
de los hechos.
En las ciudades se agregan nuevos sectores sociales burgueses que procuran
alcanzar para sí posiciones permanentes en la vida económica. Especialmente
en Siria y particularmente en Beirut, va creciendo el rol de los propietarios de
talleres artesanales y pequeñas manufactorías. No obstante, más rápido e importante fue el crecimiento de la burguesía comercial que la burguesía industrial. Los comerciantes ricos practicaban, además, la actividad de prestamistas,
con la excepción de los musulmanes cuya religión y tradiciones prohíben y
censuran despiadadamente esa vía de enriquecimiento.
El desarrollo de la burguesía en Iraq puede considerarse como un caso intermedio entre aquel más rápido y vigoroso del Líbano y el otro muy lento e
incipiente de la península Arábiga. No obstante, también en Iraq apareció una
capa de la burguesía compradora estrechamente vinculada al capital extranjero; surge así, por ejemplo, la familia Sassone en Bagdad, con un rol destacado
en el comercio con Bombay, dueños de fábricas textiles en Manchester y muy
vinculados al grupo Rothschild de Londres151.
Los privilegios financieros de los bancos extranjeros que ya se habían instalado en Siria e Iraq estuvieron limitados a la gran burguesía comercial asociada
a la actividad industrial europea, circunstancia esta que permitió presionar y
explotar a los pequeños comerciantes locales y determinar los precios de los
productos de exportación. Fue el caso de Basrah, por ejemplo, donde, en una
reunión anual, los grandes exportadores fijaban los precios de venta para todas las calidades de dátiles152.
151
152
Katlov, ob. cit., p. 102.
Mohammed Salman Hasan, Economic Development of Iraq, p. 138.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
125
Tanto en Siria como en Iraq se observa un fenómeno nuevo consistente en
que judíos árabes locales llegan a integrar la nueva clase de comerciantes que
van penetrando el campo y posesionándose (por intermedio de préstamos
sumamente onerosos) de las tierras de muchos campesinos especialmente
alrededor de Damasco.
El hecho señalado refleja la abundancia de los elementos no árabes y/o no
musulmanes entre la burguesía compradora en las provincias árabes. De los
veinte exportadores de dátiles en Basrah, solo seis eran árabes y así, paralelamente, encontramos que en Iraq y el Yemen la mayoría de los comerciantes
compradores eran judíos. Por su parte, la burguesía comercial árabe tenía a
su cargo los negocios pequeños y medianos, los cuales llegaron a ser muy
numerosos a fines del siglo XIX.
Ahora, pese a que esa nueva burguesía ocupaba posiciones importantes en el
campo económico, no logró convertirse en una fuerza independiente de la estructura social de la ciudad árabe. Los vientos de cambio venían soplando más
bien por parte de la inteligencia o intelligenzia según la literatura socialista
europea, sector élite este que había adquirido su formación bien en Europa,
bien en Constantinopla153, perteneciente a la clase burguesa y numéricamente
débil, por lo que su influencia tuvo obvias limitaciones.
Los cambios ocurridos en la base económica y en las relaciones sociales existentes a raíz de la penetración política, económica e ideológica por parte de
Occidente, condujeron también a crear las condiciones necesarias para el nacimiento y evolución de nuevas ideas, hecho este que fue señalado anteriormente bajo el nombre de Nahdah.
Hubo simultáneamente oportunidades para enterarse de los logros de los países
capitalistas avanzados en los campos científico, técnico, cultural, etc. En este sentido, fue notable el papel jugado por las ya numerosas misiones religiosas, tanto
europeas como norteamericanas. Estas misiones se multiplican, especialmente, en
Siria e Iraq y desde allí logran extenderse hasta Najd y Omán.
Finalizando el siglo XIX, más del 80% de los estudiantes en Siria (sin contar
aquellos de las montañas del Líbano) que en total eran aproximadamente 28
mil, estudiaban en los colegios cristianos a cargo de misioneros154, lo cual
contribuyó a divulgar los conocimientos occidentales incluso entre las mujeres
árabes (desde 1880).
A fines del siglo, unos tres mil árabes habían estudiado en las escuelas militares de la
capital del imperio y muchos otros estudiaban otras ciencias.
154
Ver al respecto Dr. Kamal Mazhar Ahmad, Afaq-Arabiye, Nº 3, 1976 (frecuentemente los
misioneros servían a los propósitos de sus respectivos países y suministraban valiosa información de toda índole).
153
126
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Esta parte del mundo árabe, al igual que el resto del Imperio otomano sufrían,
en esa época, las consecuencias del régimen despótico y policial del sultán
Abdul Hamid, quien recurrió a los métodos y elementos más reaccionarios
con el fin de conservar y afianzar su control.
Cuando en el sur de Iraq en 1880 se rebelan las poderosas tribus de El Muntafik, el sultán utiliza las divisiones entre sectas y tribus para debilitar el
movimiento. Lo mismo ocurrió en el Yemen donde los agentes del sultán
debilitaron la unidad del pueblo creando diferencias entre las sectas zayditas,
ismailitas y shafííyes.
Mientras Constantinopla abogaba por el panislamismo, a los más destacados
pensadores de esa idea, que tenían su centro en Egipto, se les prohibía entrar
en los territorios árabes del Imperio. La lengua turca fue impuesta, en todos
los terrenos, sobre las provincias árabes, agregándose así otro factor al descontento de la población árabe.
En resumidas cuentas, todas esas manifestaciones del yugo otomano aceleraron, en presencia de los otros factores ya expuestos, la determinación de los
árabes del Mashriq de efectuar cambios en los diferentes terrenos. Se observa
así un estilo nuevo en la expresión literario-poética, una presión hacia programas escolares novedosos, mesas redondas para discutir “la situación del
Islam con respecto a las innovaciones técnicas europeas”, “la relación entre el
sistema social y el Estado”.
Fue más especialmente en Siria (la gran Siria que abarcaba a los actuales Palestina,
Líbano y Jordania), donde esa corriente renovadora tuvo un dinamismo y auge
notables, lo cual quedó reflejado en el surgimiento de numerosas organizaciones
y sociedades culturales que no solo influyeron el posterior pensamiento sociopolítico en ese país, sino que abarcaron la totalidad del mundo árabe.
Un papel importante en este sentido fue jugado por la prensa siria, la cual actuó como un activo mensajero de un movimiento social intelectual de claras y
propias características. Sin embargo, las ideas liberales burguesas o burguesas
democráticas, se limitaron al sector culto de las ciudades, quedando así las
amplias masas fuera del alcance de esa corriente. A ello contribuyó también la
inexistencia de una clase media que pudiera actuar como intermediaria entre
los grandes representantes de la inteligencia y las masas.
Estallaban revueltas y se producían oleadas de protestas y rebelión, pero más
que movimientos organizados representaban actos espontáneos de alcance
local y limitado. Aunque los campesinos constituían el principal ejército para
dichos levantamientos, no obstante, las relaciones y los nexos tradicionales
impedían que su lucha tuviera un carácter antifeudal.Por su parte, las fuerzas
sociales en la ciudad eran menos activas en vista de que la clase obrera se
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
127
encontraba aún en un estado embrionario y no había tomado todavía plena
conciencia de su condición de fuerza clasista propia.
Mantiene, en esas relaciones, la clase feudal su gran poder e influencia sobre
las masas, tanto del campo como de las ciudades, en el sentido de que sus
posiciones determinaban, en buena porción, aquellas de la generalidad de la
población. Sin embargo, en aquellas regiones del Mashriq, donde el poder
central otomano era nominal, los jefes tradicionales se animaban a oponerse
al mismo y veían en él una limitación para su propio poder.
Es allí entonces donde se producen importantes movimientos de oposición,
como aquellos liderados por los sherifs de la Meca, los wahabíes y en el Yemen. Son estos también casos donde el liderazgo se apoya en los fuertes y estrechos lazos tribales, pudiendo el jefe contar con la casi irrestricta solidaridad
de su tribu y sus respectivas aldeas.
Pero no solo en aquellas partes y bajo esas condiciones se manifestaba la protesta; estallaron movimientos populares en Siria, Palestina y el Líbano entre 1840 y
1860, tanto en el campo como en ciudades como Alepo. En Iraq, la región donde
con mayor frecuencia se manifestaba el descontento era la del Éufrates central.
Todos esos levantamientos contribuyeron a aumentar el sentir nacionalista
entre las masas contra el poder central otomano y aceleraron la conformación del pensamiento nacionalista árabe. Ahora, el nacimiento y la conformación del pensamiento nacionalista, no del sentir nacionalista, como un
importante fenómeno político-social, requiere de circunstancias particulares y
una atmósfera adecuada para moldearlo dentro de un marco filosófico convirtiéndole, en una determinada etapa, en una inmensa fuerza motriz de la cual
depende el surgimiento o la explosión de nuevos eventos y su desarrollo.
Para los pueblos de la región, el surgimiento y la evolución de las bases de
las relaciones capitalistas en la economía así como la activación de las relaciones económicas recíprocas entre las diversas regiones, desplazando el Estado
anterior de su aislamiento económico, contribuyó a crear las condiciones objetivas requeridas para cerrar las filas nacionales –condición esencial para el
nacimiento del pensamiento y la conciencia nacional– para la manifestación
del presagio patriótico nacionalista burgués como parte fundamental de la
ideología burguesa en las primeras etapas de su surgimiento y evolución155.
En esa etapa, según Abdel-Malek:
Se buscaba más autonomía que verdadera independencia en la medida en que
el ocupante, antes de Gran Bretaña y Francia, era el sultán de Turquía, representante del Islam y frente a él solo se postulaba como entidad autónoma y no
155
Katlov, ob. cit., p. 233.
128
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como Estado independiente. (...) Fue precisamente la tentativa de desprendimiento de Estados nacionales autónomos o independientes con un objetivo que
hoy se denominaría de “desarrollo nacional”, de “construcción nacional”, de
desarrollo político autónomo o independiente156.
Las guerras populares, las guerras insurreccionales continuas, especialmente
en el Maghreb (sobre todo en Marruecos y Argelia), conforman una tradición.
Así lo expresa Katlov:
El Irredentismo marroquí (...) es un hecho de la historia política: hasta 1930-1936,
la potencia colonial continuaba reduciendo militarmente a un país que aún no
estaba reducido (...) Argelia (...) emprendió una guerra, una lucha de liberación
armada apoyada en las masas populares, durante tres generaciones, después de
1832157.
El proceso de renacimiento de la conciencia nacionalista en el Mashriq tomó
bastante tiempo, pero en el siglo XIX estuvieron presentes los indicadores suficientes a todos los niveles sociales que demostraban la existencia del proceso.
Y lo que es más significativo todavía es que los elementos de la toma de conciencia de la personalidad nacional comienzan a extenderse desde entonces,
aunque en forma imprecisa, a las mentes de la amplia masa, después de haber
sido una especie de privilegio entre las élites.
A ello contribuyeron los repetidos levantamientos que dejaron consecuencias
ideológicas entre los árabes como pueblo dominado frente a los turcos como
pueblo dominante158. Las ideas y el pensamiento nacionalista de entonces estaban orientados hacia la constitución de una sociedad burguesa liberada en
contraste con el feudalismo y sus secuelas.
Pero paralelamente se vuelve tangible el peligro inminente, para el Mashriq
árabe, de convertirse en colonias de los países europeos colonialistas. Esta
realidad plantea un reto ante la cristalización de un pensamiento nacionalista
unificado. Mientras los musulmanes, entre los pioneros de ese pensamiento,
buscaban el cambio principalmente para oponerse y enfrentarse a Europa, la
mayoría cristiana de esos pensadores consideraba que el peor de los males
era el gobierno de los otomanos.
Pronto las alternativas se vieron reducidas al constatarse el peligro que encerraba la dominación europea del Mashriq, por lo que se orienta la búsqueda
de una solución para la causa árabe dentro del marco otomano. Las dimensiones de la causa árabe comenzaban a trazarse claramente desde que se pasó de
156
157
158
Anuar Abdel-Malek, ob. cit.
Ibíd.
En 1850, el pueblo pedía en Alepo que el sultán turco fuera sustituido por otro árabe.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
129
la etapa de la toma de conciencia de la personalidad nacional a la convicción
de que existen determinados derechos nacionales que requieren, para ser garantizados, que se luche por ellos.
Con el propósito de divulgar y alcanzar los objetivos del pensamiento nacionalista (el cual ya cristalizado se desarrolla hacia la madurez), se imponía
la necesidad de crear organizaciones que surgen de hecho en Siria y Beirut
alrededor de 1875 aunque abogando, al comienzo, solo por la independencia
de ese país reflejando el hecho de no haber podido, todavía, comprender los
límites de la independencia nacional en su amplio sentido panárabe.
Renacimiento nacional: la respuesta al desafío
Convertido en colonia de los banqueros anglofranceses, Egipto experimentaba
hondo resentimiento contra Europa, y en respuesta a la agresión del capital
extranjero, venía madurando el movimiento de liberación nacional. Una de las
dimensiones esenciales de la lucha que el mundo árabe emprendió (y sigue
desarrollando hoy día), es la dimensión civilizatoria. Herederos y portadores
de una de las civilizaciones universales más humanas, los árabes confrontaron
una tragedia en los términos que Anuar Abdel-Malek expresa de la siguiente
manera:
El problema que se originó en los diferentes sectores del movimiento nacional
árabe con el impacto de Occidente a fines del siglo XVIII y bien al comienzo del
XIX. Esa problemática se planteó de entrada no en términos culturalistas, sino en
términos políticos. Esa problemática era la siguiente: ¿Cómo es que el mundo se
convirtió en el infierno de los creyentes y en el paraíso de los descreídos? ¿Cómo
es que el Oriente, el mundo del Islam, se convirtió en el mundo de la decadencia?
Siendo así, ¿Cómo promover un renacimiento?
(...) Todos los ensayos sobre la situación del Islam en el Medio Oriente, tratan
sin excepción de la decadencia. Por doquier está esta dicotomía: el fracaso y la
decadencia de un lado, el éxito y el renacimiento del otro (…)
De hecho, la visión de los innovadores del mundo en la época del Islam arabófono
(porque en ese momento aún no había nada que se percibiera como el Mundo
árabe) era justa, efectivamente, en la medida en que, en vez de considerar el problema como un simple desplazamiento de corte político (por ejemplo reemplazar
tal equipo político por tal otro, o reemplazar tal formación “feudal” por tal otra
formación más avanzada, etc.), ese problema fue percibido por los diferentes países
del Mundo árabe como una respuesta, no a un desafío, sino a otra situación histórica:
la de un conjunto que se sentía, se percibía, quería ser un conjunto de civilización:
ese problema fue percibido como tal en ese momento, principalmente en Egipto y
130
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Líbano (el Líbano del conjunto sirio, no el actual) al igual que en Túnez. Quiero
decir que desde los comienzos, desde los primeros enfoques de la Nahdah, no se
trata simplemente de poder político y de régimen político, sino de la grandeza del
Islam y del Oriente, de la grandeza de la historia, actual. Ese conjunto nacionalcultural árabe no se vio como un equipo implantado en cualquier desierto que debía
reemplazar a algunos beduinos por algunos ciudadanos. Los hombres de tales países
tenían conciencia, a través de la historia y la cultura tradicionales, de pertenecer a
algo que había constituido ese conjunto intersectorial horizontal, que era verdaderamente la civilización, el mundo del Islam159.
Los primeros en organizarse para una oposición activa fueron, en Egipto, los
militares, reflejando el estado de ánimo ya generalizado entre las más amplias
capas de la población. Las cadenas del endeudamiento acentuaron el dominio
ejercido por los extranjeros, de quienes la aristocracia turco-circesiana fue el
aliando natural, mientras que el pueblo egipcio sufría virtualmente de hambre,
siendo los campesinos (fellaheen) el sector más afectado.
Se multiplicaban entonces las sociedades secretas y se popularizaba el espíritu
de oposición. El Cairo fue invadido por campesinos que venían a exponer
ante el Khedive, es decir el virrey, su miserable situación, aunque sin éxito.
La más importante sociedad secreta estuvo dirigida por el teniente coronel
Ahmed Urabi160, el cual se sentía orgulloso de su origen campesino. Sus miembros se denominaban los wataniún (nacionalistas o patriotas), levantaban el
principio de “Egipto para los egipcios” y defendían el principio de que Egipto,
como nación, tenía el derecho de existir como entidad estatal independiente.
Se apoyaban principalmente en los soldados y campesinos y su causa era
profundamente popular, siendo el propio Urabi el hijo de un auténtico fellah.
Aparte de eso, el líder egipcio disfrutaba de un alto prestigio como profesional, lo cual le permitió una considerable influencia entre sus colegas. A ello se
agregaba la influencia de ciertos eruditos de la Universidad religiosa Al-Azhar,
como Jamal El-Din Al-Afghani (considerado el fundador del movimiento panislámico) y Mohammed Abdu (reformista del Islam para adecuarlo a las condiciones burguesas de vida).
Igualmente influyentes fueron algunos intelectuales, periodistas, maestros y
estudiantes como Abdullah Nedim. En buena parte, los “renovadores” incitaban al dominio de las ciencias y técnicas europeas “para vencer a los europeos
con sus propias armas”, pero las dificultades eran múltiples, como lo expresa
Hassan Riad:
Anuar Abdel-Malek, El mundo árabe: renacimiento y revolución. El problema crítico,
Instituí des Pays en Développement, Faculté de Sciences Politiques, 1974.
160
También se escribe Arabi y Orabi.
159
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
131
Desde mediados de siglo la sociedad egipcia sintió venir de Europa un peligro
inminente. La nueva aristocracia de propietario terratenientes, constituida entre
1850 y 1870, había tomado ya su partido. Rápidamente, aceptó someterse con la
garantía de que sus privilegios serían mantenidos (...) Muy poco numerosa en
razón de su reciente constitución, relativamente rica y de origen extranjero (turco),
la aristocracia se “europeizó” con gran rapidez. Dicha europeización fue, a menudo, superficial y limitada a las buenas formas.
La reacción diferente de las masas y sus dirigentes es analizada por Riad de la
siguiente manera:
Heredero de la cultura tradicional auténtica (...) consideró la colonización como
un auténtico germen de destrucción de los valores de la civilización que él había
creado. También experimentó muy interesantemente las ruinosas consecuencias
de la competencia de las mercancías importadas, que los colonos hacían circular
en el mercado interior. Al rechazar, por estas razones, la dominación europea,
decepcionado por el Khedive y la aristocracia turca, (...) se vio empujado a reconsiderar seriamente la situación y sus implicaciones.
El renacimiento que promovió a partir de 1860, es realmente impresionante; sobre
todo si lo comparamos con la miseria cultural de los lustros que siguieron a
continuación; fue capaz de provocar el despertar de la lengua, la literatura y el
espíritu crítico.
Su intento renovador se saldó finalmente con un fracaso, aunque hay que destacar la importancia del legado que entregó a las generaciones posteriores. (...)
Quizás haya que atribuir este fracaso a la brutalidad del choque, para el cual no
estarían preparadas las élites. El drama del renacimiento árabe consistió en que
no se gestó en una maduración de siglos en el seno de la sociedad, como ocurrió
en el Renacimiento europeo, sino que se debió a una brutal toma de conciencia
frente a un peligro exterior. Ante este peligro, los aristócratas rechazaron en
bloque las tradiciones, por interés egoísta y también a causa de su origen turco,
sin que ello quiera decir que asimilaran verdaderamente la cultura europea161.
La problemática del renacimiento nacional árabe corresponde a una categoría que Darcy Ribeiro162 expresa así: “La posición de una etnia nacional en el
mundo moderno depende más de su configuración histórico-cultural que de
la composición racial o cultural que proporciona la etnia individual con sus
cualidades distintivas”.
Egipto, fenómeno actual. Edit. Nova Terra, Barcelona, 1965, pp. 236-237.
Las configuraciones histórico-culturales de los pueblos Americanos, Materiales del Seminario sobre Desarrollo Eco-Social e Integración de América Latina, CEP. UCV. 1970, pp.
7-9.
161
162
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132
Ribeiro, seguidamente clasifica los pueblos extraeuropeos en cuatro grandes
configuraciones histórico-culturales, entre las cuales señala a los “pueblos testigos”, que serían, a grandes rasgos, los representantes modernos de las antiguas civilizaciones sobre las cuales ocurrió la expansión europea.
Los pueblos testigos incluyen: India, China, Indo-China, Japón, Corea y los países
árabes. (...) Más que pueblos atrasados son los pueblos despojados de la historia
(...) han sido saqueados y explotados por los europeos durante siglos. (...) Siglos
de dominación directa o indirecta no solo han empobrecido notablemente a sus
pueblos, sino que han traumatizado su vida cultural entera. Su problema básico
ha sido integrar las dos diferentes y en muchos aspectos conflictivas tradiciones
culturales que han heredado: Una es la contribución europea de técnicas, lenguas, costumbres y creencias, cuya adopción ha requerido la remodelación de
su modo de vida y su concepción de sí mismo y del mundo. Otra es su propia
herencia cultural, que aunque reducida y traumatizada drásticamente, incluye
todavía costumbres, tipos de organización social, creencias y valores profundamente enraizados y también un conjunto de conocimientos populares y estilos
artísticos distintivos, que ahora son capaces de resurgir como instrumentos de
propia afirmación nacional. (...)
Son pueblos bipartitos, con una clase (dominante) gobernante altamente europeizada, biológicamente mezclada y culturalmente integrada a la vida moderna,
en oposición a las grandes masas marginadas, en su mayoría campesinos, imbuidos en formas primitivas de vida y que se resisten a la modernización.
Es que, como diría Hassan Riad:
Las masas, “el pueblo”, se apegaron desesperadamente a las tradiciones, a fin de
salvaguardar su personalidad. La potencia del extranjero la amenazaba y al mismo
tiempo, le fascinaba y ello le llevó a considerar sus tradiciones con una óptica
crítica. En el corto lapso de tiempo que le concedió la historia, al momento en
que se comienza a sospechar las dimensiones del peligro exterior y al momento
en que este se materializa con la ocupación de Egipto163.
Los pensadores (egipcios) no consiguieron superar la contradicción entre su
voluntad de salvaguardar su personalidad y la de recuperar su atraso164.
La particularidad del proceso es igualmente enfocada por Anuar Abdel-Malek
cuando dice:
Esta problemática es completamente diferente, hay que subrayarlo, a la de muchas
otras regiones. Es similar a la de China; fue la de Japón en la era Meijí; también
fue la de Vietnam durante cierto período. No es la de muchas otras regiones del
mundo dominadas por los imperialistas. No se plantea esta problemática por
163
164
De 1840 a 1882.
Ob. cit., p. 237.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
133
doquier, no hay problemática de Renacimiento Nacional en Paraguay, por ejemplo,
ni en Brasil, aunque resulte tan considerable. Porque en verdad, la profundidad
del campo histórico no es percibida por ellos en tanto que profundidad, sino
como una realidad política.
Ello permitirá más tarde comprender por qué el imperialismo golpea hoy, esencial
y prioritariamente, contra estas dos áreas: el área asiático, fundamentalmente
del Pacífico, vale decir el área sino-nipo-vietnamita, la movilidad china, por una
parte y porÏotra la movilidad del Islam cuyo centro neurálgico es el Mundo árabe.
Porque allí, aquel choca no con un equipo al cual desplazar, sino con un proyecto de civilización que aún desfalleciente, quiere ser continuidad y quiere ser
proyecto en perspectiva y no simplemente “programa político”. Es una cosa
mucho más compleja que percibió con claridad el Occidente hegemónico, pero
cuyo alcance resulta de buen tono camuflar165.
Es necesario repetir aquí que la Nahda del siglo XIX no fue exclusivamente
egipcia, “pues englobó a todo el Oriente Medio árabe. De todas formas, si fue
en Egipto donde se desarrolló de manera más intensa”166.
Además hay que comprender que Egipto como el país árabe más poblado
y el que recibió primero el impacto de Occidente, por su posición intermedia entre África y Asia, el grado de grandeza civilizatoria que ha heredado,
la fortaleza y poderío que alcanzó el Estado de Mohammed Alí, la ubicación
de la Universidad Islámica de Al-Azhar, su tradición agrícola y sus extensos
territorios cultivables, por todas estas condiciones, dieron a la lucha por la
independencia que se libró en Egipto una importancia y un alcance de gran
significación para el conjunto del mundo árabe.
El descontento general se agravó con la suspensión de 2.500 oficiales egipcios, medida esta tomada por el Gabinete europeo. Pero la violenta reacción
de los afectados obligó a que se buscara un nuevo préstamo, el cual vino
nuevamente de Rothschild (400 mil libras esterlinas).
Todo Egipto aplaudió cuando en abril de 1879 los oficiales egipcios secuestraron a Nubar Pasha, Rivers Wilson y Riaz Pasha para expresar su ira. El Khedive
Ismail se vio obligado a formar un gobierno compuesto por elementos “genuinamente egipcios”. Este paso significó el fin para el Khedive Ismail.
Fue esta vez la Alemania de Bismarck la que protestó, junto con Austria, la
medida del Khedive. Por su parte, Inglaterra y Francia presentaron un ultimátum pidiendo la renuncia del virrey y la transferencia del poder a su hijo,
Tewfiq.
Ob. cit. (ver al respecto también al Dr. M. Umara, La dimensión civilizatoria en las luchas
de la nación árabe. Afaq Arabfye, Nº 7, 1976.
166
Hassan Riad, ob. cit., p. 236.
165
134
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Pronto se restablece el control financiero europeo sobre Egipto y de nuevo
surge una poderosa ola de liberación nacional dirigida por el coronel Urabi,
tomando en 1881 la forma de un levantamiento popular apoyado por la casi
totalidad del ejército egipcio. El blanco de dicho movimiento no solo era la
aristocracia turco circesiana alrededor del nuevo virrey Tewfiq, sino también
las posiciones de Inglaterra y Francia.
Las circunstancias obligan a esas dos potencias a ponerse de acuerdo en aras
de salvar sus respectivos intereses. En diciembre de 1881 el primer ministro
francés Gambetta y lord Granville, ministro de Relaciones Exteriores de Inglaterra, acuerdan actuar conjuntamente para sofocar lo que se había convertido
en un “poder popular” encabezado por Urabi.
Hace su aparición un escuadrón anglofrancés en Alejandría y pronto,
en mayo de 1881, los gobiernos respectivos piden al virrey que sea enviado al exilio el líder popular. Pero el pueblo egipcio en Alejandría expresó su protesta violentamente contra la presencia militar naval foránea provocando la huida de miles de extranjeros, prestamistas locales
y terratenientes todos ellos, por cierto, considerados por los británicos como
“notables y honorables”; Urabi procede a confiscar sus respectivas fortunas.
De nuevo, las potencias van a determinar la situación en Egipto; ayer fue con
el cuasi Imperio de Mohammed Alí, ahora es contra la voluntad del pueblo en
la plenitud de su proceso de liberación nacional. Una conferencia en Constantinopla tiene, otra vez, por tema: la Cuestión Egipcia; en junio de 1882, Gran
Bretaña, Francia, Alemania, Rusia, Austria e Italia se reunieron para decidir
que si hay “fuerza mayor”, habrá una intervención en Egipto.
Ahora, como los egipcios siguieron fortificando Alejandría, el almirante británico Seymour consideró que estaban dados los motivos para reducir la ciudad
a escombros con sus baterías. El “civilizado” Parlamento británico le encomendó a sir Carnet Wolseley la obra de ocupar Egipto.
Bajo el mando de Urabi, Egipto luchó contra el poderoso león británico a la
vez que se enfrentó a su propio Khedive, aliado de Inglaterra. En septiembre,
El Cairo cayó y Urabi tuvo que rendirse para ser enviado al exilio en Ceilán, actual Sri Lanca, con otros líderes del movimiento. A partir de 1883, el
gobernante absoluto de Egipto sería lord Cromer (exmayor Baring) y el país
es convertido en virtual colonia.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
135
Capítulo VII
Historia, Islam, ideología: elementos para interpretar
el nacionalismo árabe
La pretensión de establecer reglas generales para todas las sociedades y hombres no constituye un fenómeno nuevo. Pero tampoco es reciente el descubrimiento de lo estéril que resultan esos esfuerzos.
En el campo de la cuestión del nacionalismo, la situación no varía de ese estado
de cosas donde el análisis se hace a la luz de experiencias consideradas como
“modelos” con el resultado frecuente de encontrarse ante “fenómenos poco entendibles”, por lo que la brecha de la incomprensión no acaba de cerrarse.
Proponemos en cambio aproximarse a cada caso dentro de su especificidad y
complejidad, con el propósito de entenderlo antes de catalogarlo, liberarse de
las “normas” o, a lo sumo, reconocer que las mismas surgen de la realidad de una
porción, importante sí, pero parte en fin, del mundo que es Occidente.
Los hombres necesitamos distinguirnos los unos de los otros a la vez de requerir la protección del grupo, así el individualismo y el colectivismo marchan
juntos. Ello es cierto desde el núcleo familiar, pasando por la tribu, el clan, la
confederación de tribus, hasta llegar al pueblo.
En el caso árabe, estamos manejando el concepto de nacionalismo para un
área, un conjunto de países, un número de pueblos, cuando lo “habitual” es
referirse al término con relación a un solo país.
La visión que aquí se maneja tendría su paralelo en el caso latinoamericano,
aunque procede exponer algunas dudas con respecto a la comparación. El conjunto hoy denominado latinoamericano, no poseía anteriormente al fenómeno
colombino: unidad lingüística, cultural, política, económica, religiosa, etc. Étnicamente, su diversidad era notable. Su memoria colectiva surge a partir de los
escombros de lo europeo, el olvido del mismo, la negación de aquellos valores,
creencias, lenguas, instituciones, modo de producción; olvido y negación hasta
del nombre del padre y del nombre propio. Sobre las ruinas de ese mundo y de
esos hombres, se impone la voluntad ajena de un contingente humano trasplantado, que además traerá posteriormente a otro grupo (el africano) trasplantado
aunque con una gran diferencia.
136
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
La capacidad del indio queda truncada, no pudiendo desarrollarse ni en el
orden individual ni en el colectivo como tal, como indio perteneciente a tal o
cual tribu o confederación de tribus o nación. Mucho menos puede hacerlo
el esclavo negro africano que no solo pierde su autonomía y perspectivas de
“evolución nacional”, sino que sus nexos con la patria, aldea, clan, tribu, etc.,
son arrancados de raíz, limitándose su memoria oprimida a lo narrado en cantos, expresado en danzas y profesado en creencias míticas.
Triunfa la voluntad del europeo ibérico, predomina en forma exclusiva su
lengua, alfabeto, impone sus nombres que en buena parte son los de los
santos de su dios y su religión, determina la actividad económica, regula las
relaciones entre los hombres, establece una autoridad y dicta hasta la forma
musical. Al mestizo solo le queda el camino de la subordinación. El europeo
y luego el mestizo más europeizado declararán la independencia y lucharán
por ella contra la “madre patria”. Se trata de una ruptura política, militar y en
cierto modo económica, aunque siguen predominando en forma exclusiva los
valores y la cultura de la “madre patria”.
Con la simplificación máxima, así entiendo el proceso mediante el cual surge el
fenómeno de la nacionalidad y del nacionalismo en esta parte del Tercer Mundo. Banderas e himnos diferentes con los respectivos intereses económicos de
las nuevas capas gobernantes y sus correspondientes aliados internacionales
profundizarían las diferencias “nacionales” entre los jóvenes Estados que, a
nuestro entender, la colonización, el mestizaje y la gesta independentista forjó
en una sola nación homogeneizada étnicamente, unificada lingüística y culturalmente, con una fe común, asimilada científica y tecnológicamente, con
instituciones políticas, jurídicas y económicas comunes.
La independencia de nuestros países se hace bajo modelos jurídico-constitucionales que se inspiraban o eran incluso traducción literal de los países más avanzados: fundamentalmente los Estados Unidos y la Francia Republicana. Se trataba
de una ideología trasplantada, no elaborada a partir de las subculturas políticas
de los principales grupos criollos, sino a partir de las de la burguesía de los países
más avanzados167.
En ese sentido, la característica latinoamericana parece ser la de no existencia de
un dualismo a raíz de esa trasplantación. Ello es así probablemente porque lo
nuevo es lo único, no tiene que luchar contra, ni convivir con algo anterior.
A casi medio milenio desde la hispanización de América Latina, Garavito, un
amigo boliviano que estudiaba en Viena, se negaba a conversar con sus colegas latinoamericanos en castellano, por considerar indigno utilizar la lengua
J.C. Rey, Problemas sociopolíticos de América Latina, Ediciones Conjuntas, Edit. Ateneo
de Caracas, 1980, p. 141.
167
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
137
que para él era sinónimo de “imperialismo”. Su afirmación nacionalista en lo
lingüístico, era hablar el quechua.
¿Caso aislado? Por supuesto que sí, ya que los hispanoamericanos se deleitan
enumerando sus poetas, novelistas y cuentistas que son galardonados por los
mismos jurados españoles, como los mejores de la lengua castellana.
En otras palabras, en América Latina, por lo prolongado, violento y total que
fue el fenómeno colonial, el hombre contemporáneo ya no tiene marco de
referencia posible que no sea lo que ha heredado de la hispanidad o lo occidental como signo dominante de su nacionalidad.
Por lo tanto, predomina la convicción de esta parte del mundo de que, así
como fue posible ganar la independencia, establecer repúblicas y constituciones a imagen y semejanza de los modelos europeos, es posible no solo
triunfar como excelentes poetas de la lengua española, sino también alcanzar
victorias políticas y económicas luchando dentro de las instituciones y marcos
existentes. Esa convicción no es imaginaria, sino que se fundamenta en vivencias y experiencias concretas que le confirman la factibilidad y viabilidad de
esa vía. “Su pasado operando en calidad de mito del presente, proyecta ante
ellos su porvenir. Ellos vibran, sufren, se hallan verdaderamente en el trance
de pasado a futuro”, dice Jacques Berque en su obra (sobre los árabes).
Podemos aceptar como punto de partida que el Medio Oriente por su ubicación
geográfica intermedia entre tres continentes: Asia, Europa y África y por el temprano nacimiento, desarrollo y fortalecimiento de notables civilizaciones en su
seno, entró en comunicación desde el principio de la historia con otras regiones,
pueblos y civilizaciones.
Es decir, gracias a lo anterior, el Medio Oriente en general participa activamente en el acontecer “mundial” y está en el centro del mismo en cuanto a
comercio, cultura, guerra, códigos, etc., se refiere. De modo que esa región no
fue “siempre” periférica, sino más bien “central”, por lo que sus instituciones
y sistemas formarían parte de un patrimonio “universal” a lo largo de extensos
períodos de la historia.
La península Arábiga, desde tiempos remotos, puede ser considerada como
entidad geográfica y cultural particular que actuó como estaca separando a
otros dos centros de civilización: Egipto y Babilonia; además separó la civilización de la India (Punjab) de Occidente. Esa península no fue dominada por
esos centros de poder y sus respectivas culturas, pero no pudo escaparse de
su influencia. Ello, sin embargo, no impidió que los árabes habitaran las regiones conexas de su península al este, norte y oeste mejor dotadas de recursos
y de condiciones naturales y climáticas menos severas.
138
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Pero el rasgo distintivo de los árabes de la península es su permanencia en su
territorio y hábitat conservando su idioma y gran parte de su cultura milenaria.
En cambio, babilonios, fenicios y los antiguos egipcios tuvieron civilizaciones que
florecieron y fenecieron.
En Oriente: la Media Luna Fértil, Mesopotamia, Egipto, nació la civilización,
pero también allí surgieron los primeros conflictos que en el transcurso del
tiempo se hicieron característicos de la región.
Alrededor de medianos del cuarto milenio a.C., un contingente de semitas
emigró desde la península para hacerse sedentario en Mesopotamia, cuya población original eran los súmenos (no semitas); esa mezcla dio con el tiempo
el pueblo babilonio.
En la misma área, las religiones monoteístas tuvieron su origen. El surgimiento de esas respectivas nuevas comunidades va a fortalecer los lazos entre un
grupo en oposición a otro u otros. Ello no equivale a decir que las diferencias
internas en el seno de un grupo desaparezcan, sino que en el proceso de su
oposición y enfrentamiento a los demás, va a poner énfasis en los rasgos unificadores internos y diferenciadores con los demás.
¿Es correcto asociar la historia de los árabes a la del Islam en un sentido restrictivo
como diciendo que son árabes desde el Islam? Ciertamente la historia de los árabes es muy anterior a la del Islam. Pero no se puede negar el rol fundamental que
el Islam vino a jugar en el posterior desenvolvimiento de los árabes.
El investigador Dr. Ahmed Suse en su obra Los árabes y los judíos en la Historia168, afirma que el origen de los árabes es el sur de la península Arábiga
en lo que hoy es el Yemen en sus dos partes del norte y del sur, región esa
desde la cual se produjeron migraciones conducentes a la Media Luna Fértil,
así como a Egipto a través del Sinaí; por lo que podría afirmarse el parentesco
entre todos los pueblos de esa amplia región, siendo los árabes una especie
de tronco principal y originario de los principales imperios y civilizaciones
que prosperaron en las regiones mencionadas como área de expansión de las
sucesivas migraciones árabes preislámicas.
Ese parentesco, no puede ignorar la muy rica historia en conflictos y enfrentamientos en la cual los árabes estuvieron involucrados con sus “parientes”
vecinos.
En la región tema del enfoque, el nacionalismo es un signo permanente. Expresiones bíblicas como la de “pueblo elegido” se repetirían más tarde en el
Corán en donde los árabes son considerados como: “La mejor nación entre
la gente”.
168
Dar Alhurriyah, Bagdad, 1972.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
139
Ahora, esa nación para engrandecerse tuvo que mirar hacia sus alrededores
encontrándose en medio de otros pueblos, culturas y razas con quienes las
relaciones milenarias no siempre fueron de concordia. Llevarles el mensaje de
Allah, conquistarlos o llámeselo como se quiera, se trataba de una expansión,
proceso en el cual los árabes llevaron la ventaja. Surge un Imperio en el cual
los árabes fueron superados numéricamente por los pueblos islamizados.
Desde ahora, la paz interna, la convivencia entre los miembros de la nueva
nación islámica (también llamada nación de Mohammed) representa máxima
necesidad. Y parece obvio del Hadith del Profeta, o las orientaciones de Mohammed, que los árabes pretendían establecerse como nacionalidad privilegiada, superior por encima de las nacionalidades islamizadas.
Es por ello que él establece una especie de competencia para servir al Islam
en donde el ganador, sin distingo de raza, estaría más cerca de Dios. Luego,
se expresa más claramente en tono de advertencia especificando la no existencia de preferencias entre un árabe y un aájamey169, sino en el grado de su
religiosidad, sumisión, servicio al Islam.
Podría decirse simplificando que desde entonces la conciencia nacional prevaleciente en la región, va a ser de carácter “universal”: una especie de “internacionalismo” tendría primacía sobre lo étnico o lo estrechamente nacional,
allí radicaría la fuerza del fenómeno árabe islámico. La diferencia solo se expresaría con respecto a los otros: los que se niegan a someterse a la palabra
de Dios expresada en el Corán.
Indudablemente la actitud del hombre, tribu, grupo, nación, está determinada
en buena parte por aquella de quienes lo rodean y viceversa. Ello es así en los
contextos más estrechos dentro de los límites de una región, pero es válido
también dentro de una visión global que toma en cuenta la interacción entre
grupos, naciones y regiones.
Aplicada esa premisa a los árabes, encontraremos una situación interesante
que podría contribuir a la comprensión de los fenómenos relacionados con
ellos. Por una parte, el hecho de ser “muchos” o pertenecer a un grupo “numeroso” crea una sensación de fuerza, pero también ello conduce a un aflojamiento de la necesidad de la autodefensa y la autoafirmación. Por la otra,
parecería que encontrarse rodeado por “semejantes” durante tiempos muy
prolongados, conlleva a una “homogeneización” de todo el conjunto, proceso
este durante el cual van disminuyendo las tendencias de subrayar lo distintivo
Palabra utilizada en el Islam temprano para designar a los no árabes, pero que se refiere,
en primer término, a los persas.
169
140
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en aras de profesar la común lealtad y reforzar la identidad global. Ello es más
cierto aun en períodos de amenazas externas que atañen a los intereses e integridad de todo el bloque y/o sus respectivos integrantes individuales.
Característico en el caso árabe es el hecho de la permanencia muy prolongada, en un mismo territorio, con la misma lengua milenaria, profesando invariablemente la misma religión. Más aun, con respecto a los árabes del corazón de
la península Arábiga, los beduinos de Nejd y del desierto, en general, puede
hablarse hasta de una pureza biológica, sicológica, social y lingüística muy
particular, gracias a su grupo, su aceptación del destino común que aguarda
al mismo, a la vez de contar aislamiento geográfico y debido a la monotonía,
equilibrio y sucesión de su hábitat.
En medio de esa situación, el árabe desarrolló un aprecio propio, una categoría especial para el ancestro tribal, la pertenencia al clan, convirtiéndose
esa descendencia en un preciado capital del individuo reflejándose en ello su
lealtad al grupo para con él. En tal sentido, los árabes estiman como la mayor
pérdida para un beduino, perder su descendencia tribal.
Esos rasgos que posiblemente no son exclusivos de los árabes, pero cuya
existencia entre ellos es evidente, influyen para la comprensión del fenómeno
nacional árabe. Es decir, se trata de una práctica que guarda relación con la
interpretación de formar una nación por nexos biológicos, la de pertenecer a
un tronco común.
Ahora esa nación de la que Alá (Allah)170 habla en el Corán diciéndole: “Sois la
mejor nación entre la gente”, desarrolla un valor especial en torno a su idioma
que lo convierte en distintivo (sea real o imaginario no viene el caso discutirlo
aquí), un signo de honor, se llama: “La nación del Thad”171 (Ummatu-L-Thad),
una nación “privilegiada” porque tiene este sonido en su idioma.
Pero realmente es con el Corán que el idioma árabe tendría una connotación
nacionalista, lo cual nos lleva al terreno de definiciones lingüístico-culturales
de la nación. La memoria colectiva de un pueblo parece tener un vínculo
importante con su personalidad particular y se refleja en su sentir nacional. Si
ello es válido, convendría discutir por un instante en el caso árabe, la relación
entre la memoria colectiva y la “edad” del país-Estado (obsérvese, no digo
Estado-nación) en los respectivos casos. Ello parece tener importancia a la
Vale recordar que Alá: Dios, no es el Dios de los árabes a partir del Islam, sino que es el
nombre de un dios árabe, el de la tribu de Quraish (la de Mahoma) antes del Islam, como lo
demuestra el hecho de que el padre de Mahoma se llamaba Abdullah: el esclavo de Allah.
171
Una letra del alfabeto árabe.
170
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141
hora de interpretar los diferentes grados de adhesión a la nación global “en
detrimento” de la identidad minúscula: libanesa, qatarí, tunecina, etc.
Es de importancia comprender que más que una pretensión de líderes políticos evocando la nación árabe, el pueblo se siente y se manifiesta árabe. Más
aún, no solo hoy, sino ya mucho tiempo atrás, el mundo percibió aquel conjunto como tal. Tampoco hoy lo fragmenta, los percibe como árabes más que
iraquíes, yemenitas, sirios, libios, etc.
La tesis estalinista sobre la nación como producto de la experiencia y realidad
europeas del siglo pasado, muy vinculada al modo de producción capitalista
moderno, resulta inaplicable al caso árabe. Esa visión fue incapaz de comprender otros fenómenos nacionalistas surgidos fuera de Europa siglos antes
que en ese continente se manifestara ese fenómeno172.
Ese “nacionalismo” unificador continuaría incluso cuando más tarde son otras
nacionalidades distintas a la árabe: persa, mongola, turca, a las que les correspondería el liderazgo de la “gran” nación islámica. No surge necesidad de
afirmación nacional con respecto a los integrantes de la misma “familia” fuera
de aquella que le es común al conjunto y la que se expresa con respecto a los
“infieles”. Esos son, hasta la caída de Constantinopla, Bizancio173 y, posteriormente a dicho acontecimiento, los Estados europeos.
Ese Estado simplificado de “armonía” hacia adentro y de diferencia con el
resto, el exterior, sufriría cambios que se tornan grandes con el transcurrir del
tiempo en la medida en que la acción de la Europa capitalista se vuelve más
eficaz y violenta.
Mientras existía un poder, un Estado islámico unificador, los árabes, aunque
no siempre en posición privilegiada, se sentían como alma y corazón de esos
Estados o imperios, todos ellos fundamentados en la fe islámica. La fe de un
profeta árabe, palabra sagrada escrita en árabe, cultura que gira en torno a
aquella nación, profeta enterrado en Medina, el centro del Islam ubicado en la
Meca, Alí y Hussein enterrados en Karbala y Najaf (lugares santos del shiísmo).
En suma, la base común religiosa-cultural y fundamentalmente lingüística del
Corán, constituiría los nexos esenciales de la comunidad a la vez de manifestar el rasgo distintivo con “los otros”.
Esa base lingüística opera incluso en el seno del mundo árabe mismo, impidiendo que los dialectos se conviertan en lenguas, por lo que observamos
hasta hoy día que el Corán sigue siendo el modelo por excelencia en la literatura
172
173
Ver al respecto: Amir Iskandar en la Biografía de Saddam Hussein, Hachette, 1980, p. 261.
Además de Europa durante las cruzadas.
142
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árabe y su estilo es la fuente de inspiración inagotable para los creadores conservadores de la poesía.
El peso, rol de la historia, en la vida del mundo árabe actual es enorme y ello
no precisamente debido a la frecuencia con que uno tropieza en el presente con vestigios materiales-arquitectónicos de aquel pasado, sino más bien
gracias a la vigencia de la historia en lo más profundo de una sociedad: su
carácter, las mentes y modo de ser y pensar de sus hombres.
Ahora, si la historia árabe de los últimos catorce siglos es la historia del Islam
y si, por otra parte, la historia del Islam ha tenido en los árabes sus principales
protagonistas, podemos entender una relación entrelazada, permanente, profunda y auténtica entre Islam-árabes.
Ello implica que la religión tiene en el mundo árabe un significado especial,
por cuanto se entremezclan símbolos y valores de la misma con otros tantos
“propios” de la cultura para configurar la historia de un pueblo y caracterizar
su identidad con respecto a otras naciones.
Por ello, constituye un campo tanto importante como atrayente aproximarse
al examen del carácter especial que asume la religión como fuente de la ideología en el mundo árabe y, por consiguiente, el carácter especial de la propia
ideología en esa misma región.
García Pelayo entiende que el Corán es el libro en el que los musulmanes
aprenden a leer y que: “Hasta los ignorantes, sobre todo cuando tratan de
expresar sus profundos sentimientos, esmaltan su conversación con textos del
Corán”. Agrega que ese libro ha constituido la base de una cultura popular
común, además de norma moral y jurídica y también la norma lingüística174.
Desde los comienzos, “el Corán es imaginado como un Libro”, que “en todas y
cada una de sus partes, fue directamente dictado en árabe175 por la divinidad”;
revelado al “Sello de los Profetas”, al Profeta árabe: Mohammed; mensaje para
todos los hombres y naciones, pero en donde a la nación del Profeta (los árabes) se le asigna la “misión historia” de comunicar el mensaje y extender el
ámbito espacial de la misma.
Para ello es condición básica la unidad, unidad fundada simbólicamente en
el Libro. Siendo ello así es necesario buscar la naturaleza de la ideología en el
mundo árabe de hoy; el carácter y el modo de funcionamiento que asume
la ideología en el mundo árabe parecieran corroborar que la ideología no es
simplemente falsa conciencia.
174
175
Las culturas del Libro, Monte Ávila, 1976, p. 30 (s.n.).
Según la tradición se prohíbe su traducción a otras lenguas.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
143
Religión supone relación imaginaria del hombre con un mundo que no controla, pero pareciera que en el Islam se trata de una fe desmitificada; pareciera
tener eficacia material, porque a través de la misma se hace presente la posibilidad de la unidad.
Es importante comprender que el niño árabe prácticamente no estudia catecismo; él estudia, aprende, aprehende y aprecia al Islam (su religión) como
la historia de su nación con sus valores y los hombres que la forjaron gloriosamente.
¿Se convierte así la historia en objetivo? Pareciera ser que más bien sería un
recurso de retroalimentación. El pensamiento histórico en expresiones y manifestaciones ideológicas actuales es preponderante y guarda, además, relación con
el correspondiente lugar que ocupaba la historia en la cultura musulmana.
Michel Aflaq, intelectual sirio cristiano y uno de los fundadores del partido
Baath opina que: “El Islam es hijo del dolor, del dolor del arabismo”. Y pareciera que consciente o inconscientemente ese pensador buscó un paralelo o
actualización de aquel mensaje: el Corán para que el Baath sea una especie
del hijo contemporáneo del dolor del arabismo. Ello entendido en el sentido
de solución, mensaje y proyecto ante la problemática de una nación, ayer mediante un profeta y el Libro revelado, hoy a través de una organización política
y su respectiva herramienta ideológica.
Se considera que “Ha nacido un abismo entre esta nación y su pasado. Del
mismo modo existe en nuestros días176 un abismo entre nuestra nación y las
demás naciones del mundo”. Un objetivo de carácter doble se destaca claramente: elevarse e igualar el pasado glorioso desarrollarse y alcanzar el nivel
actual de las naciones avanzadas.
¿Significa esto que el Islam solo apareció en beneficio de los árabes? De ningún modo. “El Islam es la mejor expresión del deseo de eternidad y de universalidad de la nación árabe. El mensaje del Islam es dar vida al humanismo
árabe”.
¿Acaso estamos en presencia de un nacionalismo religioso? La relación entre
Islam y arabismo no puede compararse a la relación entre religión y nacionalismo, tal como se conoce a la luz de otras experiencias, especialmente en
el caso de Occidente, porque en Occidente la religión (que es una mezcla de
su creencia en el más allá y de sus reglas morales) no ha sido revelada en su
origen a los pueblos de Occidente.
No ha sido la expresión de las necesidades creadas por su propio medio ambiente y no se confunde con su historia. El nacionalismo laico de Occidente
176
1943.
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
144
era lógico consigo mismo cuando separaba nacionalismo y religión: la religión
llegó a Europa del exterior y fue ajena a su carácter y a su historia.
“Para los árabes, el Islam no es una simple creencia en el más allá o un código
moral; es también la expresión de su actitud ante la vida, la unidad de su personalidad, que integra la palabra, los sentimientos, la meditación, la acción, el
alma y el destino, armonizándolos”. Son esas palabras de un árabe cristiano
del rito ortodoxo oriental de nombre Michel. He allí la respuesta:
Los árabes cristianos, en el momento en que su sentido nacional despierte plenamente y recuperen su carácter auténtico, reconocerán que el Islam representa
para ellos también una cultura nacional de la que debe dejarse llevar, para comprenderla y amarla, hasta que el Islam se convierte para ellos en el centro de sus
preocupaciones y en la más preciosa joya de su arabismo177.
Las ideas de M. Aflaq no son una novedad para los cristianos árabes; en la
gran Siria de 1916 varios de ellos perdieron la vida ahorcados junto a sus
hermanos compatriotas musulmanes sentenciados por el ministro de Guerra
otomano Gamal, apodado como “El Carnicero”, precisamente por su nacionalismo árabe178. Así que no estamos en presencia de una culpabilidad moral.
En este contexto podría evocarse el término de Nombre del Padre en el sentido de que el Islam sinónimo de arabismo cumple la “función paterna”179 para
todos los árabes sin distinción: los hijos de la nación.
España, con el histórico poema de su Cid tiene una ventaja peculiar sobre otras
muchas naciones; es este el género de poesía que influye más inmediata y eficazmente en el sentimiento nacional y en el carácter de un pueblo. Un solo recuerdo
como el del Cid es de más valor para una nación que toda una biblioteca llena
de obras literarias hijas únicamente del ingenio y sin un contenido nacional180.
¿Qué decir entonces del Corán?
Si hay un Cristo en el Islam, no es Mahoma, sino el Corán: el mensaje ocupa el
primer puesto, Mahoma el segundo. Dicho de otra suerte, la Verdad, la verdad
de Dios, precede a la profecía181.
Sin embargo es básico tener presente que los personajes que toman la palabra
en el Libro revelado no se limitan a Allah y Mahoma. Muy al contrario, hablan
Michel Aflaq en el Aula Magna de la Universidad de Damasco: “A la memoria del Profeta
árabe”, abril, 1943.
178
Ver Sulaiman Faidhi, Fi Ghamrat AI-Nidhal, Bagdad, 1951, p. 228.
179
Jeannette Abouhamad. Lo imaginario: perenne realidad de lo humano, p. 21.
180
Federico Schlegel (1911).
181
H.D. Lewis y R. Lawson Slater, Religiones orientales y cristianismo, Nueva Colección Labor,
Barcelona, 1968, p. 81.
177
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también los malvados, los genios y otros personajes en confusión abigarrada,
todo lo cual da al escrito variedad y novedad de voces y conceptos182.
Para Martin de Riquer: “La clásica y uniforme lengua del Corán se convertirá
en el modelo gramatical y estilístico de la literatura árabe posterior”. Y ello es
cierto a pesar de que ni el Profeta ni los compiladores del texto definitivo del
Corán buscaron una lengua esotérica ni abstrusa. La palabra de Allah debería
ser, pensaron, fácilmente inteligible y que de su fuego y entusiasmo dependería en gran parte su eficacia. Redactaron el libro en “árabe claro”183, estilo que
Mahoma parece haber dominado a la perfección en toda su riqueza expresiva
y en su multiforme capacidad de matices.
Cuevas encuentra que:
El Corán es la obra maestra de la prosa árabe, con su lengua clásica y jugosa, su
multiforme pirotécnica metafórico-imaginativo y su cadencia que llega hasta la
frecuente rimación y ritmación. El resplandor vigoroso de su belleza acabó con
la decadente literatura pre islámica, falsa y retorizada. La sincera espontaneidad
con que se expresa en el Corán hace de Mahoma un verdadero artista revolucionario en el campo de la palabra escrita, habiendo asestado un golpe de muerte
al rutinario mecanismo de elaboración literaria de la época que le antecede. Y
en las suras del período Mecano, plenas de juvenil vigor y entusiasta vehemencia,
hay que buscar la culminación de la prosa árabe de todos los tiempos, el manantial
de aguas siempre claras y bullentes en donde se refresca periódicamente, limpiándose de excesos manieristas y fríamente retóricos, la pluma de los mejores
escritores musulmanes184.
No hay que olvidar en este contexto que Mahoma eleva el Corán a la categoría de su “milagro” cuando es retado a presentar milagros parecidos a aquellos
que los profetas antecesores Moisés y Cristo habían ofrecido. Pero él como
tal no es más que un mortal como quienes le escuchan: “Di: ¡Alabado sea mi
Señor! ¿Soy algo más que un mortal, que un enviado?”.
De modo que Mahoma no fue un salvador; su tarea era llamar al hombre a
que siguiera “el camino recto”, acerca del cual él había venido a orientar. Es
por lo tanto el Islam una religión que se caracteriza por el gran sentido de la
responsabilidad que se concede a la conducta humana. Es una responsabilidad individual. “Dios no obliga a un alma sino en la medida de su capacidad
(…) Ningún alma así cargada lleva la carga de otra”.
182
183
184
Cristóbal Cuevas, El pensamiento del Islam, Ediciones Istmo, Madrid, 1972, p. 72.
Mubín.
Ob. cit., p. 77.
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146
Pero ese Profeta árabe, pese a la enorme obra que realizó tuvo una vida sencilla, real, de lucha y descanso, sufrimiento y placer, por lo que el mito se limita
a su obra, mientras que su vida como hombre, miembro de una nación a la
que supo conducir es ejemplar, aunque desmitificada.
Aflaq dice:
Cada árabe puede vivir la vida del Profeta árabe (...) Cualquier hombre, por
débil que sea, por débiles que sean sus capacidades, podría convertirse en una
imagen reducida de Mohammed, desde el momento en que pertenece a la
nación (...) que Mohammed consiguió crear con su esfuerzo. Durante un cierto
periodo, en el pasado, la vida de toda una nación se resumió en un único
hombre. Hoy, en el momento en que esta nación se encuentra en el amanecer
de su renacimiento, todos sus miembros deberían unirse para realizar juntos la
vida de su gran hombre185.
¿Se trata aquí de la “persistencia de las representaciones míticas, actualizadas
en las ideologías sociales erguidas frente al orden político racional”?186. ¿Puede
aplicarse la opinión de García Pelayo sobre la vuelta a las “energías originarias” y a las “representaciones del inconsciente colectivo o arquetipos revelados en símbolos”?187. ¿Puede hablarse de un pasado que opera en calidad de
mito del presente?
Saddam Hussein confiere a la historia y al método de su estudio y su escritura
particular importancia, cuando dice:
Para que nuestra nación no aparezca como si hubiera nacido con el Islam lo cual
reforzaría la lógica reaccionaria religiosa retrógrada y nos haría aparecer como
partido religioso lo cual no lo somos, deberíamos apoyar nuestra teoría con la
historia antigua subrayando que la historia de la nación árabe se extiende sobre
períodos muy remotos y que todas las civilizaciones básicas surgidas en la patria
árabe constituyen una manifestación de la personalidad de los hijos de la nación
que brotaron del origen del mismo manantial y que la particularidad patriótica
es parte de la característica nacional más general y englobadora. Cierto que el
Islam es el alma de la nación (...) aunque nosotros no estamos haciendo una
copia del pasado ni copiamos el pasado, sino que nos inspiramos de su espíritu
mediante una forma nueva de desarrollo siendo nuestro partido, el Ba’th, una
expresión auténtica, original y capaz de ese espíritu188.
185
186
187
188
M. Aflaq, Selección de textos del pensamiento del fundador del Partido Ba’th, Madrid, 1977, p. 58.
J. Abouhamad, ob. cit., p. 8.
Citado por J. Abouhamad, ob. cit., p. 8.
Acerca de la escritura de la Historia, sep., 1977, Bagdad.
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147
La historia ocupa así un lugar muy destacado en la elaboración teórica e ideológica contemporánea en el mundo árabe. Constituye una fuente inspiradora
inagotable no solo para la formulación de proyectos, sino además para proporcionar una base sólida de identidad; diríamos ofrece un incentivo concientizador para la afiliación participante y militante.
El pensamiento histórico tuvo en el mundo árabe una mayor importancia entre las civilizaciones preindustriales. Yves Lacoste estima al respecto que ello
es característico de la civilización musulmana y cita a L. Gardet diciendo: “Esta
permeabilidad a la atmósfera histórica que fue una de las características del
Islam en el curso de los siglos”.
El propio Lacoste afirma que:
En los países árabes de la Edad Media la historia desempeñó un papel de primer
plano tanto en la formación intelectual del hombre, en la vida mundana y en la
literatura, como en las actividades políticas, administrativas y en el pensamiento
religioso189.
¿Hasta qué punto la unidad es utilizada como fetiche, fórmula mágica, objetivo
en sí? Es importante dilucidar si no se trata de recubrir imaginariamente las limitaciones propias para la acción con la fórmula mágica. En otras palabras, es
necesario ver hasta qué punto la unidad se constituye en un recurso negador
de las diferencias e inhiba posibilidades de acción concreta.
Hay en el ideario del Ba’th una parte fundamental y es aquella que llega a
representar el símbolo del partido; a saber: nación árabe una con una misión
eterna.
Valga pensar que el modelo de la nación unida, indivisible es retomado de la
historia cuando la nación fue unificada en torno al Libro. García Pelayo dice:
“El Libro (...) en cuanto realidad material o sensible portadora de las representaciones, significaciones y valores inmateriales de la cultura, se convierte en
símbolo básico de esa cultura”190.
Aunque aquí no se dispone de un símbolo aglutinante de aquella importancia. Y por ello la “misión eterna” no se potencia como ocurre en el caso de la
existencia del Libro, como lo expresa el citado autor: “Tal misión histórica se
potencia cuando la comunidad portadora del mensaje salvador revelado en
189
190
El nacimiento del Tercer Mundo: Ibn Jaldu, Edic. Península, Barcelona, 1971, p. 253.
Ob. cit., p. 11.
148
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el Libro la vive (...) o sea, cuando se dispone a configurar la historia según el
Libro”.
Es por lo tanto necesario buscar respuestas a la pregunta de que si el pasado
de los árabes opera en calidad de mito del presente. Como ya se ha visto,
el pasado opera como incitación, pero se asume el presente con miras a la
construcción-creación de la nación.
No menos importante resulta preguntarse si se idealiza acríticamente el pasado perdido ¿Pasado como dogma, una totalidad imaginariamente figurada?
Quizás estamos más bien en presencia de: “el ser es pasado con proyecto”;
o sea: “La ideología no justificando una realidad pre-dada, sino incitando un
futuro a través de una acción en el presente que a su vez se enraíza en un
pasado que no actúa como dogma inmovilizador”.
¿Encierra la formulación ideológica en el mundo árabe cierta nostalgia por la
reconstrucción de aquel pasado glorioso símbolo del mundo ideal? Afirmar
que en el mundo árabe todos piensan y sienten de igual manera acerca de su
problemática sociopolítica y las fórmulas o bases ideológicas para su solución
es más que una exageración; es apartarse de la verdad. Pero hay una generalización que puede resumir una verdad casi completa. Se refiere al acuerdo que
existe entre los árabes sobre dos aspectos complementarios:
a) El diagnóstico: los árabes no están unidos y allí radica su mal principal, una
especie de causa-efecto que de inmediato plantea la necesidad de:
b) La solución: la unidad, el acuerdo, la cooperación.
Y es aquí, a este nivel del cómo lograr la unidad, una especie de categoría
solución mágica, donde surgen los desacuerdos debido a las concepciones
ideológicas diferentes, no siempre coincidentes ni conciliables.
Esa actitud no fatalista que pretende saber la causa del mal y se vuelca hacia
la búsqueda de su superación ¿no esconde detrás una solución mitológica: la
unidad para disimular o camuflajear su característica individualista?
Varios hechos tienen que ser tomados en cuenta como elementos en el análisis de este aspecto. Por una parte hay que entender que la unidad como
objetivo es señalada en un contexto conflictivo donde el adversario se halla
unido, compacto y luce fuerte. De modo que no se trata de una fórmula en
abstracto, sino como necesidad de igualarse al adversario para poder triunfar
en la contienda.
Segundo, el modo de vida de las masas tradicionalmente ha sido colectivista.
Como tribus en áreas desérticas y semidesérticas, la propiedad de la tierra y
del agua ha sido siempre colectiva; y las condiciones climáticas severas hicieron
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
149
surgir lazos de cooperación solidaria, simbolizada por el fuego nocturno, para
orientar extraviados, y materializada por la proverbial hospitalidad del beduino árabe. En algunas zonas de riego, la propiedad de la tierra era colectiva y
ese modo de vida comunitario perduró hasta el siglo pasado.
Pero quizás el elemento más influyente para examinar la “autenticidad” o
sinceridad de ese “elixir” llamado unidad árabe, es la vigencia del pasado en
el pensamiento de los hombres árabes contemporáneos. Para ello, su historia
no es la de su familia o grupo social, ni es la de su país: Iraq, Marruecos o
Yemen; me atrevería a decir que tampoco es la de su clase, es la del conjunto
árabe191.
Esa historia no es sinónimo de marcha siempre ascendente, victoriosa y triunfal, sino una mezcla de aciertos y fallas como es propio de toda entidad del
género humano. No obstante, lo particular del caso encuentra su fundamento
en los logros y aportes de esa historia que se siente vivida por el hombre de
hoy y por otra parte en el punto de partida de aquella vivencia común.
La palabra escrita, el alfabeto tuvo su origen y vio la luz en lo que hoy es mundo
árabe. La letra sirvió para registrar, recordar y fijar las obras de aquellos hombres,
sus hechos, su código, sus guerras, sus costumbres y en resumen su historia.
“Una prueba del preponderante lugar que ocupaba la historia en la cultura musulmana es que se han encontrado más de 1.300 libros de historiadores árabes
(sin contar los resúmenes), solo para el período que va del siglo IX al XIII”192.
Siendo la cultura árabe básicamente una cultura del libro y siendo la historia
en el mundo árabe la ciencia de la tradición, es razonable aceptar que la historia allí cumple un rol colectivo en tanto recoge la tradición de la comunidad,
la congregación, la nación: Ummah193. Con ello no estamos negando que la
estructura de los árabes era tribal, pero su historia precisamente les señala que
su “época de oro” se logró gracias a la unidad, obra de Mahoma.
De allí la indignación popular árabe por la negación, ruptura de ese concepto y violación
del “pacto” por la actitud fatalista de Sadat percibida como realista en Occidente. Es la rebeldía y el denunciar del conjunto contra el miembro que ha perdido la fe en la capacidad de
la nación y ha escogido la vía individual. Es la furiosa decepción contra el renegado. “Quien
reniega su origen, no tiene origen”, es la pérdida del Nombre del Padre, pecado capital en
el mundo árabe-islámico.
192
Y. Lacoste, ob. cit., p. 254.
193
Ummah: nación y debe recordarse que ummes, madre, y el grito para llamarla con dolor
en la poesía árabe es ummah; valga pensar que ummah: nación simboliza a esa matriz común, fuente y origen de los hijos de la misma.
191
150
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Puesto que no era un salvador, Mahoma nunca se ofreció a cargar con el peso
ajeno. Es por ello que el Islam se caracteriza por el gran sentido de la responsabilidad que se concede a la conducta humana; pero es una responsabilidad
individual194.
“El camino recto” en el Corán implicaría, para no decir equivaldría, en la
ideología nacionalista árabe actual a la unidad. Sin embargo, ese objetivo no
resulta tan mítico para la mentalidad árabe porque se trataría de volver a realizar una obra ya una vez alcanzada y es responsabilidad de cada miembro de
la colectividad llevarlo a cabo y de allí la diversidad de los modelos y esquemas. En otras palabras: su no fatalismo dificulta el liderazgo tanto de personas
como de partidos.
Se dice que el árbol del olivo es egoísta, quiere estar solo, requiere mucho
espacio y no convive con otras especies; es un árbol típico del mundo árabe
en su parte mediterránea. Las palmas de dátiles tampoco pueden prosperar
amontonadas; datileras y árabes son casi inseparables. Pues bien, la mano del
hombre agrupa tanto al olivo como a la palma, los organiza en interminables
hileras que se entrelazan formando un aspecto de conjunto que además de
hermoso resulta altamente productivo y si a ello agregamos que su vida es tan
larga que se cuenta por siglos, nos percatamos de su utilidad efectiva.
Quizás los árabes sean como sus árboles representativos, si logran organizarse, juntarse, dan frutos más aprovechables que los esporádicos y silvestres.
He visto olivos robustos a la orilla del camino, donde la acción del hombre
ha resecado, por el fuego, la mitad del árbol, aunque la dureza del tronco y
la fuerza de la raíz hacen que la otra mitad siga en pie, áspera, no dispuesta
a ceder, a morir: bastarían unas gotas de lluvia para que el olivo superara la
calamidad, prosiguiese su proceso. Este es su destino hasta que otro olivo
haga sus veces.
En opinión de Jacques Berque: “Ser uno mismo, en nuestra época, representa
no tan solo liberarse del mundo, sino además volver a encontrar el mundo en
el fondo del propio ser”195.
La dimensión de la obra del Profeta trasciende los límites de Arabia: durante
largos siglos sus seguidores van a detener y bloquear el avance de Occidente,
constituyen una muralla humana protectora o conservadora de Oriente. Más
aún avanzan sobre Occidente, lo doblegan, lo penetran científica y culturalmente, extienden sobre el mismo su civilización, transmiten su fe y escala de
valores, establecen la convivencia y la integración como patrón de relaciones
interhumanas con un “espíritu de misión divina”.
194
195
Ver al respecto: Religiones orientales y cristianismo, ob. cit., p. 85.
Los árabes de ayer y de mañana, Fondo de Cultura Económica, México, 1964, p. 7.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
151
Pero desde inicios del siglo XVI, en vísperas del capitalismo mercantil, la expansión europea no va a ser solo comercial y militar sino también cultural y
ello va a transformar (o intentar hacerlo) al mundo islámico y al mundo árabe
en tanto individuos y pueblos, aunque también como conjuntos nacionales y
conglomerados religioso-culturales.
El drama de los pueblos islámicos está en que ellos quedan reducidos en su
rol histórico; son llevados a la misma condición de aquellos pueblos del Tercer Mundo cuyos procesos civilizatorios no les habían permitido aún participar positivamente en los asuntos mundiales.
Los árabes, que venían actuando como agentes de uno de los más vigorosos
procesos civilizatorios, para usar los términos de Darcy Ribeiro, soportarían el
sometimiento: Occidente detiene el desarrollo de sus funciones históricas, se
apropia de esos roles, subyuga esos pueblos, militar, política y culturalmente
y procede a su explotación económica; es decir, a su empobrecimiento.
Hoy continúa vigente el enfrentamiento aunque en diferentes términos. Los
árabes prosiguen su anhelo del rescate de lo positivo del pasado, del querer ser, del apego a la tradición, de acentuar el orgullo por la identidad, se
reivindica el rol de cumplir una misión humanista; se discuten los límites de
la racionalidad científica y se debate la validez de los modelos que supuestamente conducen infaliblemente al “progreso”. La discusión y la lucha rebasan
el ámbito interno: desde afuera y con portavoces adentro se quiere catalogar
y colocar etiquetas: religioso, fascista, marxista.
Lo cierto es que Occidente (este y oeste) sigue idealizando sus esquemas
como “la verdad” con la pretensión de que para responder el mundo árabe
a la interrogación: ¿estoy bien?, tenga que verse en el espejo occidental: “el
marco de referencia equivalente al sí y solo sí”.
Concluyendo, diríamos:
• La ideología en el mundo occidental ha tenido diferentes basamentos,
entre otros:
-
El religioso.
-
El jurídico-político.
-
El tecnocrático.
Cada una de esas formas ideológicas y sus respectivas expresiones materiales apuntan claramente a la generación de “falsas conciencias” para la
legitimación de la dominación.
• La ideología en el mundo árabe, en el presente contiene elementos jurídicos-políticos que se oponen a los tecnocráticos.
152
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
• En el mundo árabe la ideología se acerca más a lo que Mannheim califica
como utopía, en tanto que más que ocultadora es reveladora de lo posible, donde la religión actúa como reivindicadora de lo “propio”.
• La ideología-utopía en el mundo árabe tiene limitaciones, tanto por influencias externas como por insuficiente madurez de interpretación y
adecuación a las necesidades del actual hombre en la compleja sociedad
árabe.
“Modernismo” político
Al adoptar una sociedad tradicional islámica, como la del Oriente árabe de
comienzos de siglo, las instituciones políticas europeas modernas: partidos
políticos, democracia, Parlamento... la potencia colonial respectiva logra que
esa porción de la periferia (ante una pérdida temporal de voluntad) haga de
sí misma una caricatura para asemejarse al “modelo ideal” que en aquellos
momentos eran Inglaterra y Francia.
En el campo ideológico-político, las ideas, ideales y experiencias europeas
influyeron claramente a partir del siglo XIX, básicamente a través de Turquía y
Egipto. Ello fue posible porque internamente ni árabes ni turcos proporcionaban fórmulas valederas nuevas que satisficieran las aspiraciones de libertad,
autonomía y progreso que por todos lados del Imperio se hacían sentir. La
fraternidad islámica resultaba engañosa para las etnias no turcas del Imperio
(entre ellas la árabe). El nuevo nacionalismo turco empeoraba la situación
aumentando la desconfianza de los no turcos hacia un porvenir en el marco
del Imperio.
Por otra parte, la ciencia y tecnología europeas escandalizaban y fascinaban a
la vez. Se veía en ello un éxito mágico, un desafío y una demostración de la
incapacidad propia, a las cuales los viejos se conformaban con condenar como
herejía y obras satánicas. La brecha en el saber condenaba al Oriente, lo humillaba y provocaba en él ansiedades, amarguras y le retaba a dar respuestas.
Esto ocurría en una sociedad en transformación. Estaba surgiendo una nueva
clase de intermediarios, agentes, comerciantes vinculados a los intereses económicos europeos. Miles de niños atendían las escuelas establecidas por los
misioneros europeos y norteamericanos. Miles de jóvenes árabes se habían
recibido en las academias militares turcas y en las universidades de Istambul,
El Cairo y París como abogados, médicos e ingenieros.
El poder ya no se concretaba solo en manos de los viejos patriarcas, jeques,
jefes feudales y líderes religiosos. Las nuevas sociedades secretas congregaban
a un creciente número de “efendíes”: jóvenes vestidos a la europea, sin barba,
con ideas modernas y que hablan de cosas raras como los “microbios” y así
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
153
por el estilo. Los cristianos participan vivamente en las actividades literarias,
educativas y son pioneros del periodismo y del teatro.
Esa fue la época del surgimiento de una ideología nacionalista en el oriente
árabe. Se trata de un período marcadamente diferente de aquel que siguió a la
Primera Guerra Mundial, la institucionalización de la ocupación de la región
por las tropas anglofrancesas legitimadas por la Liga de Naciones bajo la fórmula del mandato. Durante ese período de entre guerras crece de la infancia
toda una generación de árabes que vive los levantamientos populares, las
huelgas generales y la oposición contra los ocupantes europeos, sus ejércitos,
administración, gobiernos locales impuestos. La colonización progresiva de
Palestina por judíos europeos solo agregaría un ingrediente más para acelerar
y agravar la reacción antieuropea.
Pero característico de esa época es el marco estrecho dentro del cual se desarrolla “cada lucha” ya que las nuevas fronteras y los respectivos gobiernos
y Estados impedirán la manifestación panarábiga tal como fue auspiciada por
los aliados durante la Primera Guerra Mundial.
Si aceptamos la premisa de que la identidad ideológica cultural de ese conjunto humano fue, a lo largo de casi catorce siglos, de índole religiosa, es decir,
una identidad islámica, entonces, ¿qué importancia tiene o cuan profunda es
la identidad nacional?
Para los musulmanes, la absoluta mayoría del mundo árabe, acentuar su identidad poniendo énfasis en su condición de árabes, no equivale de modo alguno a renunciar a su condición de musulmanes. No es ese el caso de los
cristianos árabes quienes bajo el predominio de la identidad islámica (durante
el Gobierno otomano) disfrutaban solo de la comunidad de sus congéneres
étnico lingüísticos: los árabes musulmanes. Por lo que se podría concluir que
los árabes musulmanes no precisaban tanto de la ideología nacionalista hasta que no se hicieran presentes ciertas condiciones, en parte objetivas y en
parte provocadas que se tradujeron en un ascenso rápido del ideario y sentir
nacionalista árabe.
“Nosotros somos árabes antes de Moisés, Jesús y Mohammed”.
El Sherif Hussein, la Meca, 1915.
Con respecto al fenómeno nacionalista en el caso árabe, es por tanto necesario distinguir entre dos aspectos que por su parte corresponden a dos etapas
históricas diferenciables.
154
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Tenemos por una parte el hecho de la nación como tal y el desarrollo de una
ideología nacionalista por otra. Mientras el primer aspecto puede aclararse
remontándonos al siglo VI y el proceso de unificación de Arabia y la posterior
formación de los sucesivos imperios árabes, el segundo es más bien propio
de parte del siglo XIX y del siglo XX y tiene una estrecha relación con el colonialismo europeo y la división territorial de la nación árabe.
En otras palabras, los pioneros del nacionalismo árabe contemporáneo parten
de la premisa de la existencia “desde siempre” de la nación árabe. Su división
en lo territorial, político, administrativo, económico y militar es artificial, constituye una agresión foránea que requiere una respuesta capaz de reconstruir
lo destruido y que la vía para alcanzar ese objetivo es la de conformar una
ideología nacionalista moderna que responda a las realidades y exigencias del
momento.
Inglaterra, como gran potencia y principal candidato a heredar la parte del
león a la hora de repartirse el botín (el Imperio otomano), tenía junto con
Francia un interés particular en apartar a los árabes de los turcos. En otras palabras utilizar a los árabes contra los turcos para facilitarse la tarea de vencer
a los turcos, aliados de Alemania.
Los nexos de solidaridad religiosa, la unidad islámica tenía que ser, por lo
tanto, combatida no solo por lo dicho anteriormente, sino por el intento del
sultán otomano de sublevar a los musulmanes de la India, Caucase, Java...
contra los ingleses, rusos y su pretensión de liderar a esos centenares de millones de musulmanes como el califa y príncipe de los fieles. En cambio, a los
árabes del Imperio otomano (no a los egipcios y sudaneses gobernados por
Gran Bretaña, ni tampoco a los maghrebinos dominados por Francia), se les
incitaba a diferenciarse de los turcos en favor de su condición de árabes.
De ese último hecho se percataron algunos de los líderes políticos árabes que,
habiendo luchado por la autonomía de las provincias árabes y contra la tiranía
y desigualdad ejercida por los turcos, no veían que sus aspiraciones nacionalistas tenían necesariamente que llevar a una ruptura con Istambul y mucho
menos como aliados de Inglaterra contra los turcos en una guerra.
En 1911 se fundó el 6 de agosto en Basrah una sucursal del Partido de la Libertad y la Concordia, siendo Seyyid Talib el presidente del mismo:
Tres días después del acto de fundación del partido, al cual fueron invitados el
Gobernador, sus principales colaboradores y todos los Cónsules de los países
extranjeros, el Cónsul Británico en Basra pidió visitar la sede del partido y al
encontrarse solo con él, le comunicó la disposición de Bretaña de otorgar todas
las ayudas posibles al partido y le ofreció llamar una pieza de la Marina Británica
a anclar en las aguas de Shatt el-Arab por su temor de que el gobierno (otoma-
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
155
no) pudiera tomar medidas hostiles contra el partido (...) Talib se extrañó por
dicha oferta que vino sin ningún antecedente y contestó al Cónsul que no había
ninguna necesidad para dicha protección y que el Partido se encontraba rico con
sus militantes y sus contribuciones y que luchará (el Partido) por el bienestar de
los árabes y no para beneficiar a ningún otro país y que la lucha del partido en
la actualidad tiene un carácter interno que no involucra el aspecto internacional.
Con esta respuesta, Talib cortó toda esperanza por parte de los ingleses de influir
el partido o aprovecharlo en su beneficio.
El 10 de agosto de 1911, el periódico londinense Transit publicó lo siguiente:
El 6 del corriente se celebró la inauguración de un nuevo club político que pertenece al partido moderado. La reunión fue llena de entusiasmo, pero se desconocen los objetivos del partido aunque se inscribieron en el mismo numerosos
civiles y comerciantes los cuales no tienen en sus manos las riendas de las cosas.
Su actitud de inscripción fue famélica y todo su objetivo es el de buscar la protección de Seyyid Talib, el diputado por Basra.
Exdiputado por Basrah ante el Parlamento en Istambul, abogado, cofundador
de sociedades pioneras de lucha por los derechos de los árabes y secretario
de las mismas, relacionado con los gobernantes de Kuwait, Arabistán, El-Hasa
y Nejd, viajero por los países del oriente árabe y vinculado con los principales
pensadores, políticos y editores de esos países, pionero del periodismo y la
educación en árabe en Iraq, Sulaiman Faidhi a los 31 años (en 1915) está dedicado a sus negocios privados de mediana prosperidad.
El Estado otomano había declarado la guerra a los aliados el 28 de octubre de
1914; el día siguiente Faidhi recibe, como diputado, un telegrama en el cual
Istambul le pide cooperación con el gobierno. Señala Faidhi en sus memorias
que, reconociendo la amenaza exterior, se olvidaron las diferencias y se comenzó a “cerrar filas de la nación para defender la patria amada”.
Como confidente del caudillo de Basrah, Seyyid Talib, se entera que el Gobierno británico por intermedio de su cónsul en Basrah le ofrece a Talib el
cargo de gobernador general de Iraq, a cambio de su apoyo militar contra los
turcos. El caudillo rechaza la vergonzosa oferta. Consciente de que su aliado el
príncipe de Arabistán, Khazaal, es a su vez aliado de los ingleses, se dirige con
Faidhi a Kuwait en busca de solidaridad con los otomanos, pero allí también
encuentra que Mubarak Al-Sabah es cautivo de la voluntad británica; por lo
que se dirige a Breda, sede del Imam Abdul Azis Al-Saud en Nejd (18 de noviembre de 1914), les piden ayuda militar a sus hermanos árabe-musulmanes
y ese la promete públicamente. Sin embargo, a los pocos días llega una carta
del capitán W. Shakespear, el representante británico en Bahrain, en la cual
advierte a Al-Saud de enemistarse con Inglaterra.
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Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
De todos modos, Basrah cayó en manos de los británicos el 19 de noviembre
de 1914 y los cables tardíos en ese sentido, liberaron a Al-Saud de su promesa.
El caudillo Talib fue enviado al exilio en la India. Faidhi simula que se había
escapado de los turcos y sir Percy Cox, el gobernador británico de Iraq, le cree
o da la imagen de creerlo.
Transcurre el año 1915 y parte de 1916 sin que el ejército británico pudiera
avanzar mucho; una fuerza británica de diez mil soldados está rodeada en Kut
bajo amenaza de aniquilación. El general Townshend está a punto de rendirse
ante el comandante turco Khalil Pasha.
El propio jefe del Estado Mayor Imperial, sir William Robertson, autoriza a Lawrence
a ofrecerle a Khalil Pasha hasta un millón de libras esterlinas a cambio de levantar
el cerco al ejército británico. Igualmente, Lawrence tiene la tarea de encontrar un líder que levantara a los árabes contra los turcos. En Iraq, ninguno
de los propósitos de Lawrence es coronado con éxito. Más bien a él le toca
arreglar los detalles de la rendición incondicional del general Townshend y
Sulaiman Faidhi, rechaza las ofertas jugosas de Lawrence196.
Faidhi en sus memorias197 detalla las ofertas de Lawrence y señala la parte de
la conversación en la cual queda claro que el autor no confiaba en absoluto en
las promesas británicas, que las diferencias con los turcos eran relativamente
menores por lo que no hay motivo de vengarse de ellos. Además, Faidhi le
pregunta a Lawrence sobre la razón por la cual Egipto, árabe, sigue luchando
por su independencia sin éxito y cómo se concilia aquello con la oferta de
independencia para Iraq que él estaba recibiendo en ese momento. Preguntó,
retando, por qué la India seguía siendo una colonia. Todo lo cual convenció
a Lawrence que Faidhi no era el hombre que buscaba. Lawrence encontró a
su hombre en la Meca. El 10 de junio de 1916, el Sherif Hussein anunció la
guerra contra Istambul.
Fue tan tarde como a raíz de la Primera Guerra Mundial que el mundo islámico se encontró por primera vez, desde la muerte de Mahoma, desprovisto
de un califa, un Príncipe de los Creyentes, un sucesor del Profeta, un poder
central encargado de velar por los intereses y la grandeza de la nación de
Mohammed.
Ello no debe entenderse en el sentido erróneo como si el sultán otomano tuviera bajo su dominio a la totalidad de los territorios y pueblos islámicos; solo
bastaría recordar que la vecina Persia tenía su propio Imperio y respectivo sha.
Sin embargo, el hecho de que el sultán otomano fue el “guardián y custodia” de
Phillip Knightley y Colín Simpson, The Secret Uves of Lawrence of Arabia, Bantan Books,
N.Y., 1969, pp. 45-57.
197
Fi Ghamrat-il-Nidhal, Bagdad, 1952.
196
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
157
la Kaaba y de la tumba del Profeta en la Meca y Medina respectivamente de la
mezquita de Omar en Jerusalén, y de las tumbas de Alí y Hussein en Karbala
y Najaf, a la vez de ser el soberano musulmán con los territorios más extensos
y el ejército más poderoso entre los demás musulmanes, todo ello le hacía
disfrutar de una posición privilegiada de liderazgo y le confería condiciones
de representación.
Acerca del Jihad
El grado de contacto directo y conflictivo entre musulmanes del Imperio otomano, por una parte, y pueblos, países y naciones no musulmanas, por la otra,
determinó hasta el final de la Primera Guerra Mundial, posturas y sensibilidades diferentes con respecto al significado del Jihad (Guerra Santa). Ello por su
parte influyó en las decisiones que respectivamente se tomaron en torno a las
alianzas durante aquella guerra. Además, afectó la velocidad de desarrollo de
la ideología nacionalista en las diferentes regiones del Oriente árabe.
Pongamos un ejemplo. La ubicación geográfica de Turquía y el hecho de ser la
principal potencia islámica que le correspondió la conquista de Constantinopla,
teniendo como vecinos a la Rusia zarista, sede de una iglesia cristiana, Grecia el
centro de la cultura occidental y un número de países balcánicos, condujo a que
los turcos desarrollasen un significado específico para el Jihad. Era el recurso
eficaz (junto al patriotismo) y unificador para enfrentar los ejércitos del zar en las
frecuentes guerras ruso-turcas y luego griego-turcas. El Jihad era un mecanismo
para garantizar la supervivencia por lo que “infieles” tenía un significado muy real
y tangible en esa porción de Imperio musulmán otomano.
Por supuesto, se entiende que el hecho de que el rey de los turcos era a la vez
califa de los musulmanes, de todos los musulmanes, traía consigo consecuencias
específicas: convertía a Istambul en el blanco preferencial de todos los ataques de
la Europa cristiana. Hacía que los turcos sintieran una responsabilidad particular
para con los demás musulmanes en la defensa de la sede del califato. Permitía
que el sultán explotara ese recurso en beneficio de sus intereses.
Algo similar puede considerarse el caso del Imperio persa que, igualmente,
por su situación limítrofe con Rusia, a lo largo de la historia islámica de Irán,
tuvo que desarrollar un concepto de los “infieles” y del Jihad como recursos
influyente en el sentir nacional.
En el oriente árabe, en cambio, y en particular en Iraq, la situación era notablemente diferente, puesto que el contacto con los “infieles” comenzó apenas
a raíz de la Primera Guerra Mundial en forma de un ejército de ocupación.
Por lo que puede entenderse el hecho de que con anterioridad a esa fecha,
el Jihad carecía de sentido, aplicación práctica y su valor era más bien simbólico,
158
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
referencial. Pero bastó que el pueblo avistara los “infieles” como realidad palpable para que surgiera de inmediato el llamado al Jihad que fue acatado por
importantes sectores de la población.
En su obra The Siege, Russell Braddon198 cuenta cómo los oficiales ingleses
debían recurrir a sus sables para puyar a sus soldados hindúes musulmanes,
obligándoles a salir de sus trincheras a luchar contra los turcos en la batalla
por la conquista de Iraq. Ello ocurrió, por ejemplo, en abril de 1915, cuando
los mujahidun199 iraquíes apoyaban a los turcos contra los invasores ingleses.
Los soldados hindúes musulmanes, bajo el efecto del llamado al Jihad, consideraban sagrada la tierra de Iraq por lo que se abstenían de atacarla.
Impresionante resulta al respecto recordar cómo los líderes religiosos shíitas,
gracias a su gran influencia sobre numerosas tribus, ordenan el Jihad, al lado
de los sunnitas otomanos (sus tradicionales discriminadores), lideraban batallas y se refieren a aquellos acontecimientos con terminologías como: “Hubo
un ataque sorpresivo sobre el campo islámico”, “estas carpas deben mantenerse como refuerzo al ejército, bandera del Islam, prestigio para los musulmanes
y temor para los infieles”200.
Aleccionadora debería haber sido la ruptura entre el Sheikh Abdul Karim AlJazaíry y el Sheikh Khazaal, príncipe de Arabistán, con sede en Muhammarah
(Khurramshahr) cuando el primero desde su posición de liderazgo religioso
exige al segundo apoyar a los otomanos y organizar una expedición de tribus
para socorrerla con un resultado negativo, ya que Khazaal era aliado de Inglaterra. Terminada la guerra, Khazaal intenta restablecer la relación cordial con
Al-Jazafry, pero recibe una respuesta definitiva: “El Islam me separó de ti”.
No menos significativa fue la reacción de notables kuwaitíes (sunnitas) quienes
ante la petición de su jeque Mubarak de socorrer a su aliado Khazaal, amenazado
por el movimiento del Jihad antibritánico, responden (con pistolas amarradas a
sus cinturas bajo su ropaje) en palacio: “No te obedeceremos aunque ordenes
matarnos. Preferimos morir con el Islam antes de morir siendo infieles”.
Al “occidentalizarse” la organización y las estructuras del Estado otomano, fue
inevitable que las provincias del mismo recibieran igualmente ese efecto e influencias. Así, las nuevas élites políticas hicieron suyas las ideas europeas del
constitucionalismo liberal no solo porque se convencieron de su valor positivo,
sino porque además vieron en ello una vía para participar en el ejercicio del
poder, lo cual era reservado hasta entonces para nobles, jeques, notables,
Londres, 1969, pp. 25 (citado por Ali Al-Wardi, pp. 147).
Los luchadores en ejercicio del Jihad (obsérvese que el periódico oficial en la Argelia de
hoy se llama Al-Mujahid).
200
Palabras del Sayid Mahdi Al-Haidary.
198
199
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
159
sunnitas, líderes religiosos. Cristianos intelectuales educados en escuelas de
misioneros europeos y norteamericanos, por una parte, y miembros de la
naciente burguesía urbana, por otra, serían los adeptos más entusiastas de la
modernización en el terreno político.
Sin embargo, esa región ha sido gobernada por el derecho de la conquista a
lo largo de la historia, así que la fuerza permaneció como el instrumento de
la política.
Los ingleses en Iraq no aplicaron las ideas liberales occidentales. El colonialismo ofreció menos oportunidades para el desarrollo orgánico de instituciones
representativas (y por lo tanto de partidos) que el despotismo otomano. Es
por ello que surgen “partidos” no tanto para fines de votación y de alianzas en
el Parlamento, sino como expresión subversiva, de conspiración, de protesta y
agitación contra el absolutismo foráneo (y ahora sus aliados domésticos).
Todavía en ese entonces, los jóvenes partidos no sueñan siquiera con tomar el poder o tener acceso a dirigir la política de su país, solo aspiran afirmar la identidad
nacional mediante el logro de la independencia. Pero la movilización es empresa
gigantesca por la carga del pasado, el analfabetismo, la difícil comunicación con el
campesinado, el fanatismo ancestral, la escasa e inarticulada clase obrera. La tarea
de la organización en esas circunstancias fue, de por sí, difícil y se complicó aún
más por la falta de tradición de la participación política.
La violencia y prolongación de los acontecimientos provocó reacciones. Efectivamente, la ocupación de Iraq por el ejército británico tomó más de tres
años, lo cual indica la fuerza de la resistencia. Establecido el mandato sobre
Iraq, Gran Bretaña organiza un gobierno provisional bajo la presión de una
revolución popular, tanto rural como tribal y urbana que duró desde junio de
1920 hasta febrero de 1921.
En marzo de ese año, Churchill invita a Faisal, hijo del sherif de la Meca,
exdiputado de Istambul, jefe guerrillero antiturco y antiguo rey de Siria por
mandato de una asamblea constituyente (y derrocado por los franceses), para
que sea rey de Iraq. Se organizan elecciones, triunfa el candidato, es coronado
en agosto de 1921, es atado con un tratado en 1922 a Inglaterra y se procede
a redactar la Constitución del joven país.
El carácter de las luchas que se desarrollan en los nuevos países árabes una
vez finalizada la Primera Guerra Mundial fue provincialista. De aquella conciencia panislámica, campo islámico, la nación de Mohammed, la nación árabe, el hijo del Sherif Hussein, Faisal201, en 1924, dirigiéndose a la Asamblea
Constituyente de Iraq, habla ya de la “nación iraquí”’ y aunque cita el Corán,
para reforzar su mensaje, acerca de la necesidad de la consulta, confiesa que
201
Rev. de Iraq en 1921.
160
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
la Constitución es para: “Igualarse a las naciones civilizadas” y que de la misma depende “nuestra reputación en las naciones civilizadas”202.
Pocos meses más tarde, el primer ministro envía el proyecto de la Constitución a la Asamblea Constituyente acompañado por una nota en la cual
reconoce que el contenido de la misma fue redactado cuidadosamente como
para que cuente con el visto bueno del mundo civilizado y la aprobación de
la Liga de Naciones.
Separado por fronteras del resto de lo que siempre había constituido parte
integral: lo árabe y lo islámico, Iraq ahora tiene su monarquía constitucional y
National Assembly. Pasaría bastante tiempo hasta que ese “nacional” se corrigiera en “patrio”, en reconocimiento de que Iraq no es una nación, sino parte
de una nación: la árabe.
La situación en Iraq era muy difícil para la evolución de las ideas políticas, ya
que agregado al bajo nivel de conocimiento y del saber, se prohibía la entrada de periódicos publicados en Egipto y el Líbano, por lo que los diputados
y militares iraquíes sirven como especie de mensajeros organizadores de la
oposición al despotismo otomano.
Iraq no había participado en el Nahda egipcio-sirio, así que no podía sacar
fuerzas ni lecciones de una experiencia anterior. Por otra parte, el atraso de
sus líderes tradicionales tribales y religiosos junto a su numéricamente escasa
burguesía de incipiente desarrollo, constituyó limitaciones objetivas para el
surgimiento de una clase dirigente en lo político que tuviera la capacidad suficiente de movilizar y orientar al pueblo iraquí.
Para 1905, el total de estudiantes en escuelas civiles y militares de Iraq fue
de 4.210, siendo 263 maestros y profesores. Por su parte el educador Satí Al
Husry opina que:
los ricos y notables iraquíes consideraban indigno enviar a sus hijos a los internados
de las escuelas militares por lo que los mismos estudiaban en escuelas civiles viajando
luego a Istambul para graduarse de médicos y abogados. En cambio los hijos de la
clase siguiente inferior sí ingresaban en las escuelas militares.
Por lo tanto, al crearse el gobierno iraquí, no encontraba sino muy pocos nacionales graduados en institutos superiores, mientras abundaban aquellos de formación militar y es por ello que entre 1923 y 1941, hay tantos militares entre quienes
ocuparon puestos de Ministros y Primer Ministro203.
202
203
A.R. Al Husain. Historia y política moderna del Iraq, p. 211.
Los países árabes y el Estado otomano, Beirut, 1960, p. 86.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
161
La inteligencia iraquí, tanto militar como civil de los primeros 20 años de este
siglo, es la que va a tener a su cargo la elaboración de una ideología a partir de
la subcultura de su grupo social que es la burguesía comercial y terrateniente,
“de su forma de sentir, actuar y orientarse”204.
Esa clase si bien es cierto aspiró a dominar políticamente, sus intereses no
podían transformarse “simplemente” en una ideología del “interés general”
iraquí, sino árabe por las circunstancias del contexto en que se encontraban.
Diríamos entonces que grupos sociales de diferentes países árabes fueron capaces de elevarse, a partir de sus propias situaciones y subculturas diferentes
entre sí, para elaborar una ideología con pretensiones de validez universal
para los árabes. Y parece ser que precisamente las condiciones histórico-sociales objetivas necesarias estuvieron dadas como para hacerlo. No obstante,
no me siento seguro como para decir que la otra condición estuvo igualmente
presente: “Contar con un cuerpo de intelectuales o ideólogos profesionales,
capaces de tal elaboración”205.
Esa segunda condición parece haberse dado tardíamente, lo cual explica el vacío que los partidos nacionalistas árabes como el Baath aspiraron llenar desde
los años cuarenta del presente siglo.
En la cultura política de esa primera generación de árabes e iraquíes en particular, hubo evidentes desniveles cognitivos, diferentes valores, creencias y
predisposiciones, según sus religiones, estrato social específico, grado de instrucción escolar y vínculos tribales.
Después de la guerra, los territorios árabes exotomanos no permanecieron unidos
desde el punto de vista militar, política exterior, educación, finanzas, tribunales,
administración. Se procedió a una división comenzando por trazar fronteras territoriales para abarcar la bandera, himno, moneda, todo lo cual era común durante
siglos. Se procedió a crear Estados nacionales a lo occidental.
¿Cuál sería la identidad y lealtad del súbdito del nuevo país? Este es un dilema
real que se presentó a partir de, aproximadamente, 1920.
Ahora, la lucha va a tener solo dimensiones “patrias” en vez de “nacionales”. Lo
que unifica a la misma es la presencia (con diferentes grados de intensidad) de
fuerzas extranjeras de ocupación, pero las organizaciones políticas, partidos y
sociedades que organizan los levantamientos son sirios, libaneses, iraquíes, palestinos y no las filiales de una sola sociedad como en el período 1910-1916. Por otra
parte, el carácter antiinglés y/o francés es evidente en esos movimientos. Se hacen
presentes así manifestaciones tanto nacionales árabes como religiosas islámicas.
204
205
J.C. Rey, Problemas sociopolíticos de América Latina, Ed. Ateneo de Caracas, 1980, p. 129.
J.C. Rey, op. cit., p. 130.
162
Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012
Siendo provincias otomanas, los territorios árabes estaban “unidos”, gobernados por el mismo Estado, reunidos en el mismo Parlamento, se organizaban
en los mismos partidos, luchaban contra el mismo adversario en condiciones
muy similares. Por otra parte, en el caso de Iraq, comienza la exploración
petrolera, hay nuevos ingresos, de sur a norte hay vías férreas, se construyen
refinerías, se activa el puerto, se fundan fábricas (textil, jabón, aceite, cigarrillos, ladrillos, etc.), hay campamentos para decenas de miles de soldados de
ocupación, surge el núcleo de una universidad, nace un ejército propio, se
tiene una bandera propia, circula una moneda propia, hay un gobierno propio, se tiene un rey, un Parlamento, prensa propia.
Todo lo anterior constituye condiciones objetivas para que, de ahora en adelante, se tenga al “país” como norte, siendo el objetivo de los nuevos dirigentes el “desarrollo nacional”. Amenazada la autoridad del Estado porque “el
nuevo ejército dispone de 15 mil rifles cuando en el país hay 100 mil rifles’’206,
el gobierno busca reforzar el ejército y en cooperación con los administradores coloniales británicos reparte la mayor parte cultivable de la tierra entre un
mil jeques tribales y notables, facilita la importación de bombas de agua para
el riego, ayuda al surgimiento de una poderosa capa de ricos terratenientes
cuya lealtad es asegurada hacia el régimen.
Otros entusiastas del mismo con los modernos “tecnócratas” pertenecientes
a la burguesía urbana, a las minorías religiosas y nacionales y a la pequeña
burguesía que antes (en el período otomano) no tenían acceso al poder. A los
líderes religiosos del Islam, tanto sunnitas como shiitas, se les deja el disfrute
de los ingresos provenientes de la administración de los awkaf207. Además, la
permanencia en el país de grandes contingentes de tropas británicas, según
los términos de un tratado firmado en 1930, garantiza (con sus cañones, blindados y aviación) una marcha armoniosa y una vida parlamentaria “civilizada”
que, sin embargo, es interrumpida después de la muerte de Faisal I.
La agitación política que vivió Iraq durante el régimen del joven rey Ghazi (19331939) se prolongó hasta 1941. Van surgiendo los núcleos de los futuros partidos
nacionalistas y comunistas. El pueblo expresa su rechazo a los ocupantes ingleses.
La generalización de las escuelas y la extensión de la prensa permiten mayor comunicación, participación y movilización. El mejoramiento de las comunicaciones
permite enterarse rápidamente de la lucha que llevan los árabes en Siria, Palestina,
Líbano y Egipto, lo cual revive el carácter panárabe de la lucha política en Iraq.
Los jóvenes oficiales y políticos que lideran los levantamientos populares pertenecen a la pequeña burguesía o emergente clase media, enfrentada a los
intereses de los grandes terratenientes e íntimos colaboradores de Inglaterra.
206
207
Palabras del rey Faisal I en 1932.
Propiedades religiosas.
Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología
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Los nexos entre los jóvenes oficiales y las tropas se traducen en un poder al
servicio de las aspiraciones populares y nacionales de los iraquíes.
Pero no menos importante en ese periodo es el señalamiento de los colaboradores locales con la potencia colonialista que no se limitaban a la esfera ideológico-cultural y político-administrativa, sino que se extendía a la esfera económica en los círculos del gran comercio internacional, las actividades bancarias, la
naciente industria y los grandes terratenientes de corte feudal apoyados abiertamente por los ocupantes como sostén de los nuevos “gobiernos nacionales”.
Ello equivaldría a una especie de nuevas características de luchas de clases asociada a la lucha anticolonial: lucha de liberación. Sin embargo, la participación
de las masas urbanas solo es espontánea, ya que no logra canalizar su potencial
en forma organizada. Es la burguesía que forma partidos reformistas.
No fue sino en la década de los cuarenta, que intelectuales de la pequeña
burguesía, fundamentalmente siria y luego libanesa, palestina, egipcia, iraquí,
jordana, sudanesa... plantearan la necesidad y viabilidad de la lucha nacionalista libertadora.
Concluida la Segunda Guerra Mundial, lograda la independencia política formal en un número de países árabes, creada la Liga de Estados Árabes, materializado el objetivo sionista en Palestina mediante la creación de Israel, la primera guerra árabe-israelí de 1948, manifestada la nueva realidad neocolonial,
especialmente en torno al petróleo árabe, arrastrada la región a formar parte
del bloque antisoviético, la revolución egipcia de 1952 inauguraría una nueva
época para la ideología nacionalista en el mundo árabe.
Se trata ahora de una población mucho más homogénea en cuanto a su cultura política, condiciones económicas y nivel educativo. Las migraciones interárabes por motivos económicos y políticos (los palestinos), junto con el creciente rol de los medios de comunicación moderna, el turismo y la existencia
de una población más ilustrada, todo ello ayudaría a la rápida divulgación de
ideas y principios.
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Este suplemento de la Revista BCV
se terminó de imprimir en los talleres de
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julio 2013